Hoy Inicia La Novena Al Señor de Los Milagros
Hoy Inicia La Novena Al Señor de Los Milagros
Hoy Inicia La Novena Al Señor de Los Milagros
de los Milagros
Esta devoción se remonta al siglo XVII en Perú. La imagen del Cristo, pintada de
acuerdo a la tradición por un esclavo originario de Angola, resistió intensos terremotos
en la capital del Perú y hoy se encuentra dentro del Monasterio de las Nazarenas.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser
Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas
del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo
confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia
propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la
tierra,y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por
mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y
en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi
gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra
grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros,
suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando
milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.
Primer Día
Considera Alma mía, cómo la devoción al Señor de los Milagros, ha sido siempre entre
nosotros, y sigue siendo todavía, un medio de que se vale este Divino Señor para
conceder especiales favores y gracias a los individuos, a las familias, y aún a todo el
pueblo. De las almas que acuden con fe y devoción a este Señor de los Milagros,
podemos decir espiritualmente y en verdad, que los ciegos ven, los sordos oyen, los
enfermos sanan, los muertos resucitan, y quienes se iban a perder, se salvan.
¿Y quién podrá decir los secretos milagros que hace este mismo Señor en favor de las
familias que tienen la suerte de contar en su seno con alguna persona devota que a El
acude con fe y confianza? La ciudad misma, tan expuesta a temblores de tierra, tal vez
se hubiera arruinado mil veces y hubiéramos sido sepultados todos entre ruinas y
escombros, si no fuera por la gran devoción a este Señor de los Milagros. ¿Y no es un
verdadero milagro el que después de haber pecado no hayamos perecido para siempre y
sin remedio? Sí, Dios mío, grande milagro de vuestra misericordia es el mantenernos
vivos, capaces de salvación y penitencia cuando hoy más que nunca, merecemos
vuestra justa indignación. Haced Redentor amabilísimo, que me aproveche de esta
vuestra misericorida y me salve para siempre. Amén.
Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd beningna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos
abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus
moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien
tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues,
misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan
ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y
misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y
cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el
remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la
gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego
se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del
Señor, y por tres veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser
Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas
del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo
confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia
propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la
tierra,y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por
mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y
en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi
gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra
grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros,
suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando
milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.
Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada uestros pecados,
calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos para que no seamos castigados
con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni otras calamidades que de continuo nos
amenazan, libradnos, Salvador nuestro amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y
en la muerte, y obrad el mayor de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os
amemos y sirvamos de tal suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en
el cielo, donde con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en
infinita gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Segundo Día
Considera, alma mía, cuán grande necesidad hay de que se acuda con fe y confianza a
implorar misericordia y perdón por los pecados a fin de que el Señor a quien tanto y tan
gravemente ofende, no nos castigue, movido por su justa indignación, antes bien nos
perdone y libre de los castigos que nuestros pecados merecen. o haberse hallado en
Sodoma y Gomorra diez justos siquiera que rogaran al Señor, como refiere la Sagrada
Escritura castigó Dios con terrible destrucción aquellas poblaciones pecadoras. En otra
ocasión, debiendo el mismo Señor castigar a Jerusalén por ciertos pecados, sólo exigía
del profeta Jeremías las oraciones y méritos de algún justo para usar
misericordia. ¡Cuánto valen y de cuánto sirven las almas buenas que ruegan al Señor!
Por ellas tiene Dios paciencia con todos nosotros y como dice en el Santo Evangelio: "no
arranca la cizaña o arrancar con ella el trigo." Así por algunas personas piadosas que
vengan a orar con mérito ante este Señor de los Milagros podrá ser que haya
misericordia para todos y seamos libres de muchas y tremendas desgracias que
nuestros pecados reclaman. Acude, pues, alma mía a este Divino Señor, llora tus
pecados y los pecados de todos, a fin de que libre de todo mal seamos salvos en el
tiempo y en la eternidad. Amén.
Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd beningna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos
abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus
moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien
tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues,
misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan
ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y
misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y
cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el
remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la
gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego
se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del
Señor, y por tres veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser
Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas
del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo
confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia
propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la
tierra,y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por
mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y
en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi
gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra
grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros,
suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando
milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.
Tercer Día
Considera, alma mía, como en Jesucristo Crucificado, verdadero Señor de los Milagros,
tenemos todos los bienes que podemos desear y hemos de necesitar, y el mayor de
todos los bienes, que es tener como cosa nuestra a este Divino Señor, Hijo de Dios vivo,
e igual al Padre, en quién están encerrados todos los tesoros de grandeza, de riqueza y
de gloria. El Padre celestial nos lo ha dado y El se ha entregado osotros y se nos ha dado
también haciéndose todo para todos. El es para nosotros cuanto hay de bueno y amable.
Es nuestro Padre, nuestro Maestro, nuestro Amigo, nuestro Redentor, nuestro
Bienhechor, nuestro Glorificador, nuestro Dios. Se nos dió por hermano y compañero en
esta vida en su admirable nacimiento, se nos dió por manjar delicioso en la Sagrada
Eucaristía, se nos dió por precio de nuestro rescate y medio de salvación en la muerte
de cruz, y se da por premio y eterna gloria en la inmortalidad. ¡Oh si conocieses y
comprendieras alma mía la grandeza de este don y los infinitos bienes que en él se
encierran! Todo lo tenemos en El: no hay milagro que no nos pueda hacer, ni bien
alguno, para nosotros, que no esté dispuesto a concederlo, si se lo pedimos con fe. ¡Oh
Dios de mi alma! Haced que yo sea todo vuestro para que Vos, sumo bien, que encerráis
todos los bienes, seáis todo mío en el tiempo y en la eternidad. Amén.
Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd beningna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos
abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus
moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien
tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues,
misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan
ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y
misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y
cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el
remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la
gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego
se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del
Señor, y por tres veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser
Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas
del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo
confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia
propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la
tierra,y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por
mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y
en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi
gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra
grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros,
suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando
milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.
Cuarto Día
Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd beningna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos
abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus
moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien
tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues,
misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan
ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y
misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y
cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el
remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la
gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego
se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del
Señor, y por tres veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser
Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas
del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo
confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia
propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la
tierra,y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por
mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y
en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi
gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra
grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros,
suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando
milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.
Quinto Día
Considera, alma mía, cómo Jesucristo Crucificado, con sus manos llagadas, su pecho
herido y su corazón abierto nos declara de la manera más elocuente que no nos
abandona, que nos ama siempre, que se sacrifica y muere uestra salvación. El nos repite
las palabras llenas de ternura que decía a la multitud que le rodeaba: "Venid a mí todos
los que estáis afligidos y padecéis trabajos y yo os consolaré." "Tengo sed de vuestro
amor y deseo vuestra salvación", "Quiero recibiros en mis brazos y estrecharos sobre mi
corazón. Quién desconfiará teniendo un Redentor tan misericordioso? Además es
nuestro Abogado delante del Padre Celestial y por eso nos dice el Apóstol San Juan:
"Hijos míos, no pequéis, pero si alguno pecare, no desconfíe, porque tenemos por
abogado ante el Padre a Jesucristo su Hijo." Y como nos aconseja el Apóstol San Pablo:
"Teniendo un Pontífice y Medianero tan grande como Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que
penetró en los cielos y está sentado a la diestra del Padre y es igual a El, acudamos con
eterna confianza al trono de su misericordia, seguros de alcanzar las gracias que
necesitamos". Este trono de misericordia se ofrece a nosotros en la sagrada Imagen del
Señor de los Milagros. Entonces pues, alma mía, acude a este divino señor, segurísima
de que todo cuanto pidas al Padre Celestial en su nombre se te concederá y El mismo te
lo concederá. Si Dios mío, así lo creo porque Vos lo dijísteis, y así lo hago abriendo mi
corazón y descubriendo humildemente mis necesidades para que Vos, Salvador del mío
las remediéis y me salvéis eternamente. Amén.
Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd beningna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos
abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus
moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien
tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues,
misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan
ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y
misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y
cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el
remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la
gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego
se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del
Señor, y por tres veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser
Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas
del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo
confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia
propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la
tierra,y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por
mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y
en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi
gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra
grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros,
suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando
milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.
Sexto Día
Considera, alma mía, cómo Jesucristo Señor Nuestro, nos da ejemplo de todas las
virtudes que debemos practicar para conseguir nuestra salvación. El fue humilde con la
más profunda e incomprensible humildad en su Encarnación. El fue humilde con la más
profunda e incomprensible humildad en su Encarnación, fue pobre con asombrosa
pobreza en su Nacimiento, obedecía a María y a José, a la vez que cumplía fielmente
toda la Ley. Cuán tierno fue este Divino Señor con los niños, cuán indulgente con los
pobres pescadores, cuán Clemente con Magdalena, cuán bueno con Juan y cuán
beningno y dulce con el mismo Judas! El permanecía tranquilo ante ultrajes, sufría con
paciencia inalterable las contrariedades, amaba, tiernamente a la humanidad, amaba,
principalmente en sus últimos instantes, bendecía con su bondadosas miradas,
perdonaba a sus enemigos y moría por la salvación de todos los hombres. Cómo quieres
alma mía que El te atienda y proteja siendo tu conducta tan opuesta la suya? Aprende,
pues, alma mía a ser buena como El, humilde como El, pobre y desprendida como El,
obediente y mansa como El, paciente y misericordiosa como El, y si alguna vez fuese
necesario sufrir y padecer, acuérdate que El, primero derramó su sangre y dio su vida
por tí. Oh Jesús de mi vida! Haced el gran milagro de reproducir en mi vuestras virtudes,
de suerte que llegue a ser semejante a Vos en este mundo para que también lo sea
eternamente en el Cielo. Amen.
Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd beningna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos
abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus
moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien
tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues,
misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan
ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y
misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y
cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el
remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la
gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego
se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del
Señor, y por tres veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser
Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas
del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo
confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia
propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la
tierra,y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por
mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y
en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi
gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra
grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros,
suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando
milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.
Séptimo Día
Considera, alma mía, lo mucho que padeció el Señor en su sacratísima Pasión. Míralo
llegar al Huerto de Getsemaní con sus queridos discípulos y apartándose un poco de
ellos, comenzar su oración, angustiarse profundamente, sudar sangre divina por todo su
cuerpo y entrar en mortal agonía cayendo en el suelo oprimido por la consideración de
nuestros pecados. Obsérvalo luego recibiendo el beso de Judas a la vez que entregado al
poder de sus enemigos llevado preso por las calles de Jerusalén a los tribunales de Anás,
Caifás, Herodes y Pilatos, despojando de sus vestiduras sagradas y atado a la columna
de la flagelación, vertiendo a torrentes su sangre divina por horrible azotamiento.
Sentado después en el banco de ajusticiado, fue escupido, abofeteado, burlado y
coronado de espinas. Por fin sentenciado a muerte, obligado a llevar sobre sus hombros
la Cruz en que ha de ser inmolado, cayendo bajo su peso enorme consolando a las
piadosas mujeres que le siguen llorando, y en la cima del Calvario extendiendo sus
brazos sobre la Cruz para ser crucificado, sufriendo en su cuerpo y alma lo que ya no se
puede concebir y muriendo enclavado en la Cruz con un amor y una bondad jamás vista
entre los hombres. Oh Jesús mío Crucificado! No permitáis que sean inútiles para mí los
grandes sufrimientos de vuestra Pasión Santísima. Por lo mucho que mi alma os ha
costado, salvadla. Redentor amorosísimo, de todo pecado en esta vida y de la muerte
eterna en la otra. Amén.
Oración a la Santísima Virgen María
Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd beningna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos
abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus
moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien
tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues,
misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan
ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y
misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y
cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el
remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la
gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego
se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del
Señor, y por tres veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser
Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas
del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo
confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia
propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la
tierra,y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por
mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y
en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi
gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra
grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros,
suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando
milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.
Octavo Día
Considera, alma mía, cómo el milagro de los milagros de Jesucristo fue su muerte
preciosísima. Nadie ni nada podía haberle quitado la vida, porque tenía potestad de
dejarla y tomarla, era El mismo, la vida y manantial de toda clase de vida, pero se
ofreció a la muerte para que nosotros, sin menoscabo de la justicia eterna, pudiéramos
vivir eternamente. Murió en efecto por la fuerza de los dolores que padeció en la Cruz, y
así sufrió desfallecimiento por la abundancia de sangre, que de sus heridas derramaba y,
como sus venas se vaciaban de sangre, comenzó a desnudarse su divino rostro y
languideció su sagrado cuerpo, hasta que, faltándole las fuerzas expiró… Las tinieblas se
extendieron entonces sobre la tierra, se rompieron las piedras, abriéndose los sepulcros
de algunos muertos y el velo del templo se rasgó en dos partes. El Centurión y los
soldados, viendo los portentos de tan sangriento como sagrado espectáculo exclamaron:
Verdaderamente este era el Hijo de dios…! Y hasta la turba del pueblo, que había
asistido a tan tremenda tragedia, se volvió a la ciudad hiriéndose los pechos en señal de
dolor y sentimiento por la muerte del Señor Crucificado. Oh Salvador del mundo! No
permitáis que sea yo más insensible que la tierra, más duro que los peñascos y más
cruel que los verdugos que os sacrificaron! Haced en mi semejantes milagros cubriendo
mi alma de tristeza santa por mis pecados, conmoviendo mi corazón con sentimientos
de dolor y de amor y haciendo que yo no viva sino para Vos, que habéis muerto por mí,
a fin de que llegue a gozaros en la gloria eterna. Amen.
Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd beningna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos
abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus
moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien
tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues,
misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan
ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y
misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y
cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el
remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la
gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego
se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del
Señor, y por tres veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío. Por ser
Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas
del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como expiación de mis pecados, propongo
confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Ayudado de tu gracia
propongo firmamente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido del cielo a la
tierra,y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos, yo os reconozco por
mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi única esperanza en la vida y
en la muerte, y mi única salvación posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra Majestad por mi
gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y confiado en vuestra
grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y verdadero Señor de los Milagros,
suplicando humildemente os dignéis hacer uso de vuestra omnipotencia, obrando
milagros de misericordia en mi favor y en el de todos nosotros.
Noveno Día
Considera, alma mía como ese Señor y Dios nuestro, que murió en la Cruz, resucitó
saliendo gloriosísimo del sepulcro, se apareció a la Virgen Santísima su divina Madre, a
sus apóstoles y discípulos, conversó y trató familiarmente con ellos por espacio de
cuarenta días, al fin de los cuales, viéndolo todos, subió a los cielos en admirable y
gloriosa ascensión. De allí, del cielo ha de volver otra vez al mundo a juzgar a los vivos
y a los muertos. Entonces saldrán de sus sepulcros los hombres de todos los tiempos y
de todas las naciones para presentarse ante este Divino Señor que hará ostensible, con
gran gloria y majestad, su justicia eterna y universal en la condenación de unos y en la
salvación de otros.
Ante este Soberano Jesús comparecerán los Judíos deicidas que le blasfemaron y
crucificaron, los impíos y sacrílegos de todas las edades que le insultaron, todos los
desgraciados pecadores que le despreciaron… También comparecerán los buenos, los
Apóstoles, los Mártires, Confesores, Vírgenes y con ellos Ilustres penitentes, cuantos
supieron arrepentirse a tiempo de sus pecados, cuantos le sirvieron y amaron. Y
volviéndose hacia los buenos dirá: "Venid benditos de mi Padre, venid a poseer el reino
de gloria que os está preparado desde el principio del mundo, entrad en la gloria de
vuestro Dios y Señor"… A los malos les dirá "Id, malditos de mi Padre, id al fuego eterno
del infierno..!" E irán éstos al suplicio eterno y los justos a la eterna gloria. Así
terminarán las cosas de este mundo en aquel grande día del juicio universal, en eso
pararán todos los asuntos de la vida, tal será también nuestro destino, o gozar
eternamente de Dios en el cielo, o padecer eternamente con los demonios en el
infierno… Oh Dios mío! Cómo he podido olvidarme de semejante asunto… Haced con
vuestra gracia Salvador mío adorabilísimo que siempre os ame y sirva en este mundo,
para que llegue a gozar con Vos y con los bienaventurados la eterna gloria del Cielo.
Amen.
Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd beningna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos, no nos
abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a todos sus
moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien
tanto hemos ofendido, si no fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues,
misericordiosísima Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan
ingratos, son hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y
misericordia delante del Señor: alcanzadnos los favores que pedimos en esta Novena y
cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el perdón de nuestros pecadores, el
remedio de nuestras necesidades, la perseverancia en el bien, una santa muerte, y la
gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego
se reza 5 Padrenuestros, 5 Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del
Señor, y por tres veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
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