Artículo Lenguaje Fascismo y Nazismo
Artículo Lenguaje Fascismo y Nazismo
Artículo Lenguaje Fascismo y Nazismo
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Resumen.- Este ensayo forma parte de un estudio contrastivo más general sobre el lenguaje y la
arquitectura del franquismo y del fascismo italiano. Como la bibliografía sobre tal argumento es casi
inmensa, nuestro trabajo no pretende ser exhaustivo, sino que trata de proporcionar unas sugerencias por
las que se puedan argüir semejanzas y diferencias en el uso del lenguaje por parte de las dos dictaduras.
En efecto si hubo una supuesta afinidad hay que tener en cuenta también que elementos similares
desempeñaron un papel distinto y tuvieron una diferente importancia en el contexto histórico específico de
los respectivos regímenes.
Palabras clave.- Franquismo, fascismo, Franco, Mussolini, lenguaje político, cruzada, nacionalcatolicismo.
Abstract.- This Essay is part of a wider study on the parallelism between language and architecture of
Franchism and Italian Fascism . Considering that bibliography on this subject is quite immense, this work
does not intend to be exhaustive. On the contrary the Essay tries to give suggestions through which
similarities and differences can be detected in the use of language by the two dictatorships. Indeed, even
though there was a presumed similarity between the two regimes, it is important to consider as well that
similar elements played a different role and had a different relevance in their specific historical context.
Keywords.- Franchism, fascism, Franco, Mussolini, politic language, crusade, National catholicism.
1
Éstas son las funciones del lenguaje describidas por K. Bühler en su Spachtheorie (Verlag, Jena, 1934).
Cfr. Marías J., Karl Bühler y la teoría del lenguaje, en Doce ensayos sobre el lenguaje, Rioduero, Madrid,
1974, pp.97-115. R. Jakobson ha añadido a las funciones de Bühler la metalingüística (en nuestro caso
cuando los propios políticos se plantean el significado de ciertas palabras) y la función fática (se hacen
simples llamadas de atención al oyente, como cuando por teléfono decimos ‘oiga’, ‘oye’ o bien para
mantener un contacto con el interlocutor ‘hoy hace buen tiempo, ¿verdad?, ¿Qué le parece?).
habla Vicente García de Diego (1966: 70-71) ya que no se trata aquí del contenido
lingüístico, sino de lo que Weisgerber (1963: 123) llama Wirkung: “efectividad” del
lenguaje como manifestación de creencias, sentires e ideologías.
De todas maneras, las dudas sobre el sintagma “lenguaje político” 2 confirman las
convicción de que: «los discursos políticos no constituyen una clase por su forma o
estructura lingüística, sino sólo por su contenido extralingüístico» (Coseriu,1987: 17). Se
niega, pues, la posibilidad de que exista un “lenguaje político”: « (…) con el fundamento
de que existen "usos políticos" del lenguaje desde presupuestos ajenos a la lingüística. A
lo más que se llega es a establecer empleos que impregnan el lenguaje de la "politicidad"
si se me permite un neologismo» (Rebollo Torío, 2002: 11-36).
Francesca Santulli (2006: 14-15) pone en discusión esta concepción débil del discurso
político= discurso tout court, o sea, no acepta por completo el prejuicio del
“panpoliticismo” según el cual el lenguaje político no es un lenguaje particular, sino el
lenguaje mismo o su uso, en fin, el lenguaje como “institución social”. Por eso, para
abordar su estudio sería necesario distinguir un ámbito estrictamente político, que se
refiera a una actividad o a un conjunto de actividades específicas, desarrolladas en
situaciones conocibles y caracterizadas por roles y finalidades precisas. Por ejemplo el
poder juega un papel determinante en la iteración entre padre e hijo, maestro y discípulo,
médico y paciente, y en otras muchas situaciones de la vida diaria. Sin embargo, aunque
ésas son situaciones caracterizadas por una distribución del poder claramente en favor
del primer miembro de la pareja, no se pueden ni siquiera considerar típicas
manifestaciones de confrontación política. Sea como sea, la autora concluye su reflexión
con esas palabras:«Pur partendo da questa premessa l’individuazione e la
caratterizzazione del discorso politico è compito nient’affatto agevole, né i risulati possono
considerarsi univoci e universalmente validi.»
2
También la profesora Marina Fernández Lagunilla, que alude a «lenguaje de la política, jerga política o
lenguaje político» señala la dificultad de «aislar los rasgos lingüísticos y comunicativos fundamentales que
llenen de contenido cualquiera de las designaciones mencionadas», por lo que, tras exponer sus dudas,
concluye que el lenguaje político no es «un lenguaje especial (...) sino un uso especial de la lengua común».
Vid. su obra, La lengua en la comunicación política I: El discurso del poder y //: La palabra del poder,
Madrid, Arco Libros, 1999, pp. 7 y 13 del vol. I.
3
Para profundizar esta cuestión véase mi artículo en Espéculo: "La engañosa semejanza",VII-21, (julio-
octubre 2002). URL: http ://www.ucm.es/info/especulo/numero21/semejan.html.
4
« (…); Jackson, Tamanes y Southworth dicen que más de 200.000 personas fueron ejecutadas durante los
años cuarenta por supuestos delitos de “guerra”, miles y miles de españoles fueron encarcelados y
procesados por delitos políticos; (…)». Véase Manuel Vázquez Montalbán, Los demonios familiares de
Franco, Debolsillo, Barcelona, 2004, p. 224.
3. Mussolini y el lenguaje
Si, como resulta de los análisis de la historiografía más reciente, no se puede identificar
el fascismo con el “mussolinismo”8, se puede, sin embargo, identificar el lenguaje del
fascismo con el lenguaje de Mussolini. En efecto, la lengua de Mussolini, tuvo un valor
ejemplar a lo largo de los veinte años del fascismo. Su estilo oratorio y de escritura fue tan
imitado y reproducido por jerarcas, periodistas y varios intelectuales de la época de
manera que se puede incluso hablar de una Lengua literaria de época fascista.
5
Sin embargo, como precisa Lorella Cedroni y otros muchos estudiosos: «La parola “totalitarismo” venne
utilizzata per la prima volta in Italia (…). Il primo a utilizzarla in senso aggettivale (“totalitario”) fu Giovanni
Amendola nel suo articolo “Maggioranza e minoranza” pubblicato sul Il Mondo ( 1923:157), in cui definisce il
sistema totalitario come quello che fa presagire un dominio assoluto nella vita politica:» . Véase Cedroni, L.,
(2002), Il linguaggio politico, Carocci, Roma, p. 133.
6
Sin embargo cabe precisar en palabras de Montalbán : « Si bien Franco no toleró el protagonismo abierto
de sus propias “masas”, (…), sí las convocó cuando tuvo necesidad de ellas, (…) ». Véase Manuel Vázquez
Montalbán, op. cit. pág. 30.
7
Casanova, J., (1992), “Moderización y democratización: reflexiones sobre la transición española a la
democracia” en Teresa Carnero ed. Moderización, desarrollo político y cambio social, Alianza, Madrid, págs.
252-262.
8
En realidad el fascismo no fue una creación de Mussolini, sino la expresión de un movimiento político,
cultural y social surgido de la experiencia de la Gran Guerra, en el que confluyeron corrientes
antidemocráticas del radicalismo tanto de derechas como de izquierda.
Sin embargo, se necesita un atento estudio de esos estilos para comprender la historia
lingüística del fascismo, pues, como nos recuerda Ivano Paccagnella (1977:83) : « (…): è
difficile allo sato attuale dare una definizione, anche quantitativa, della lingua del fascismo
(che non sia solo la lingua di Mussolini o di alcuni suoi antecedenti nazionalistici), per cui
diventa pure difficile valutare l’omogeneizzazione (…) dell’italiano su un unico modello che
voleva in sostanza essere quello mussoliniano».
Según Augusto Simonini (1978: 7-16) es una hipótesis probable que Mussolini nutriera
intereses de tipo lingüístico. Ya desde 1902 Mussolini dio clase en una escuela elemental
de Gualtieri (Reggio Emilia), en el mismo año expatrió a Suiza, porque insumiso, donde
aprendió un poco de francés. En 1906, al regresar a Italia logró un cargo como maestro
en Tolmezzo (Udine) donde estudió también latín. En 1907 obtuvo en Bolonia el diploma
de ‘profesor de francés’. En 1909 en Trento (donde entró en contacto con la población
bilingüe italo-austríaca) colaboró con el Popolo, el periódico de Cesare Battisti. Al ser
expulsado desde «tutte le terre austriache», escribió en Forlì Il Trentino veduto da un
socialista.(1911). La obra, que el histórico Renzo De Felice definió «una delle opere
migliori scritte da Mussolini in tutta la sua vita», se centraliza sobre la cuestión de la
lengua en una visión irredentista. En la apéndice, hablando de la lucha lingüística en
Trentino9 y del «processo d’intedescamento» de las zonas bilngües o «mistilingue, in cui
gli idiomi si cozzano e cercano di sopraffarsi» (Mussolini, 1911: 82-83) concluye diciendo
que «Non c’è da allamarsi. Tutte le lingue sono oggi più o meno spurie. Anche nel tedesco
l’immissione di vocaboli neolatini è enorme e continua da un secolo oramai, senza
tregua». En estas palabras, pues, se intuye toda la competencia lingüística de Mussolini
ya que la misma reflexión la hizo en época reciente un famoso estudioso, Mario
Wandruszka, según el cual somos plurilingües hasta en el interior de nuestra lengua
madre y nuestro plurilingüismo es el fundamento de toda interferencia lingüística10.
Desde 1915 hasta 1917 apuntó diversas veces en su Diario di guerra (Mussolini, 1951-63:
vol. XXXIV) las pecualiridades de la jerga de trinchera que ahora toman parte de nuestra
lengua coloquial: fifa (miedo); scalcinato (descuidado); far fesso (engañar como a un
chino); marcar visita (ir al médico); tagliar la corda (desaparecer por el foro); attaccare un
bottone (dar la lata/ paliza a alguien).
Fue obviamente, con su asentimiento que se aprobaron las battallas contra los
“barbarismi”, el uso del “Lei” y se cambiaron los nombres de algunos pueblos. Mussolini ni
siquiera después de la caída del régimen dejó sus hábitos lingüísticos y su oratoria; de
hecho, contra los partesanos que combatían en las sierras, seguía disparando sus
barrocas ráfagas verbales (Mussolini, 1952-63: vol. XXXII, 90): «Oh, inesperti, delusi,
illusi, disillusi, deviati, traviati, esasperati, sappiate essere intelligenti».
En fin, Mussolini fue maestro, sindacalista, político, periodista y aunque su lenguaje era
ajeno de las sofisticaciones de D’Annunzio y de los cerebralismos de los futuristas, se
convirtió en un lenguaje “nacional” medio. En efecto este “populismo lingüístico”
9
Mejor dicho, según nos explica el proprio Mussolini, «quel territorio che nel linguaggio burocratico
dell’impero austriaco si chiama Sud-Tirolo, si può suddividere, dal punto di vista linguistico, in due parti: il
Trentino propriamente detto, unilingue e italiano; l’Alto Adige, bilingue, tedesco e italiano.» (Mussolini 1911,
81-82).
10
«Ognuna delle nostre lingue (...) è in realtà un conglomerato di molte lingue, un polisistema composto di
costanti e di varianti: (...). Siamo tutti, chi più chi meno, plurilingui nell’ambito della nostra lingua materna,
con tutte le varianti regionali, locali, sociali, culturali, tecniche; (...).» Cfr. M. Wandruszka, “Traduzione,
interlinguistica ed insegnamento delle lingue”, in La traduzione. saggi e Studi, Ed. Lint, Trieste 1973, pp. 49-
50.
profanados y de los nombres de los curas matados además de las victorias y los
discursos de Franco. Pero, antes de hablar del discurso franquista tout court, sería preciso
introducir los antecedentes histórico-ideológicos del franquismo.
La mayoría de los estudiosos de este período en España, coinciden en que el nuevo
régimen se conforma ideológicamente en torno al pensamiento católico tradicional y
al ideario de Falange, de la que Franco adopta el programa (los «26 puntos») como
base idelógica, 11 lo que ha llevado a calificaciones del franquismo como
“autoritarismo nacional católico”, “fascismo frailuno” o “fascismo militar-católico”, 12
como lo dio a entender tajantemente el proprio Franco hablando de la
socialdemocracia hitleriana (1938):
« Además cada pueblo reacciona también a su manera y según su concepción de la
vida. ¡Nuestro levantamiento es de sentido español ! (…). Nosotros somos católicos.
¡ En España se es católico o no se es nada!».
De todas maneras los puntos en que ambas formaciones difirieron claramente eran,
por una parte, la concepción del corporativismo ( para los católicos el sindicato debía
ser libre dentro de la corporación obligatoria, es decir, patronos y obreors miembros
de un mismo “cuerpo” en el que negocian las condiciones de trabajo, incluso al
margen del Estado, pudiendo estar o no afiliados a un sindicato) y por otra la del
Estado, punto en el que los católicos rechazaban el “panestatismo” fascista13,
además en palabras del histórico Javier Tusell (2004: 28): «Los falangistas fueron
tendencialmente republicanos y los carlistas siempre repudiaron el partido único, (...). Por
tanto, no eran fórmulas relativamente semejantes de una misma procedencia, sino que
contenían conflictos potenciales, evitados periódicamente por el arbitraje de Franco».
Sin embargo, tanto los teóricos como los líderes del primer franquismo (por lo menos
desde su origen hasta 1946) utilizan la Religión Católica, en su sentido más tradicional y
nacionalista :«como un argumento ideológico expreso y central para legitimar el régimen
franquista por una mezcla de restauración tradicional y de misión utópica y carismática»
(Oltra B. y De Miguel A., 1978: 84). De hecho este “contralenguaje” de aire barroco que se
va formando para consumo interno contiene in fieri todos los tópicos del franquismo con
su indudable carga semántica. Es más, José Antonio señala que lo único que les une a
los regímenes italiano y alemán contemporáneos es la búsqueda de sus raíces nacionales
11
Por contraposición al Estado Corporativo José Antonio habla de Estado totalitario:«España puede tener
un Estado fuerte poque es, en sí misma, una unidad de destino en lo universal». Esta idea de España como
«unidad de destino en lo universal» aparece ya claramente formulada por Ortega y Gasset en España
invertebrada. Otras aportaciones al régimen de claro origen falangista son las ideas de jerarquía,
caudillismo y de partido único.
12
Ya el 15 de abril de 1931, Herrera Oria, figura suprema de la Asociación Católica, futuro cardenal, lo
expresó con claridad en su discurso a los afiliados de la Asociación Nacional de propagandistas: «Ha
triunfado la revolución, y ella, tiende principalmente a destruir los firmes sillares en que se asienta la Iglesia
Católica», citado por Fernández Areal, La política católica en España, Dopesa, 1970. Véase Manuel
Vázquez Montalbán, op. cit. págs. 21-22. En efecto esa particularidad de la dictadura franquista respecto a
otros fascismos europeos, empieza a configurarse ya en los años de la guerra civil: aquella compenetración
de poderes entre estado e iglesia que caracterizará al regimen por lo menos durante treinta años.
13
Respecto al Estado, la concepción de Ramiro Ledesma, fundador de las Juntas de Ofensiva Nacional
Sindacalista ( y de la revista La conquista del estado en 1931) fue calificada ya por sus contemparáneos
como “panestatismo”: «Todo poder corresponde al Estado». Véase R. Ledesma Ramos, La conquista del
Estado, febreo 1931, reproducido en Ramiro Ledesma Ramos, ¿Fascismo en España?. Discurso a las
juventudes de España, Barcelona, Ariel, 1968.
por lo que el falangismo hispánico ha de ser necesariamente distinto del fascismo italiano
y del nacionalsocialismo alemán.
Democracia orgánica
Según palabras de Rebollo Torío (1978: 126-130) :«El Nuevo Estado Español no
nace como una Democracia Orgánica, (…)». Al principio es una democracia
incompatibile con los partidos políticos y con la estructura trimembre del Régimen:
Familia, Municipio y Sindicato. Sólo a partir de 1945 se empieza a hablar de
democracia orgánica y verdadera opuesta a la inorgánica y falsa:
«Nosotros, a la democracia inorgánica le oponemos una democracia orgánica, en que los
hombres discurren a través de sus cauces naturales, de la familia, del Municipio y del
Sindicato, y queremos que lo mismo los Municipios que los Sindicatos cumplan su misión
y sean el medio por donde pueda llegar la voluntad del pueblo a las altas esferas del
Estado». (F. Franco, 17-X-1956: Valdelacalzada. Inauguración de regadíos)
Panestatismo
«Todo poder corresponde al Estado»
«España puede tener un Estado fuerte poque es, en sí misma, una unidad de destino
en lo universal (…)». (José Antonio Primo de Rivera, Conferencia en el Teatro
Calderón de Valladolid, 3 de marzo de 1935. Véase Obras Completas, Edic. De la
Vicesecretaría de Educación Popular de FET y de las Jons, Madrid, 1945, 99-41-42)
Cruzada
La calificación de Cruzada del Alzamiento se encuentra ya en septiembre de 1936 en una
pastoral del Obispo de Salamanca (Plá y Daniel):14
«La explicación plenísima nos la da el carácter de la actual lucha, que convierte a España
en espectáculo para el mundo entero. Reviste, sí, la forma externa de una guerra civil;
pero en realidad es una cruzada. Fue una sublevación, pero no para perturbar, sino para
restablecer el orden (...) »
En julio de 1937 todos los obispos españoles excepto el de Victoria (Múgica) y el de
Terragona (Vidal y Barraquer), dirigen una carta a todos los obispos del mundo para
justificar su apoyo al pronunciamiento (definido como: Movimiento cívico-militar, Cruzada
restauradora del orden, defensora de la religión frente a la amenaza comunista, etc.).15 La
alegoría agostiniana de las dos ciudades se utiliza como llave de interpretación del
conflicto que se convierte en choque entre los cristianos combatientes, listos para el
martirio, en nombre de una España racial y auténtica en lucha por Dios y por España
contra los sin Dios y contra Dios, avalando aquella España martillo de herejes esaltada
por Marcelino Menéndez Pelayo. Se acusan la anarquía, el demorde repubblicano, las
Cortes de Cádiz que habrían reinstalado el “espíritu” extranjero que el pueblo había
eliminado en la guerra de independencia contra los franceses. Sin embargo, es la
amenaza del comunismo la que circula en las páginas de la pastoral:
«Cómo ante el peligro comunista en España, cuando no se trata de una guerra por
cuestiones dinásticas ni formas de gobierno, sino de una cruzada contra el comunismo
para salvar la religión, la patria y la familia, no hemos de entregar los obispos nuestros
pectorales y bendecir a los nuevos cruzados del siglo XX y sus gloriosas enseñas, que
son, por otra parte, la gloriosa bandera tradicional de España?»16
«Si nuestra guerra es una guerra religiosa, nosotros, todos los que combatimos, cristianos
o musulmanes, somos soldados de Dios y no luchamos contra hombres, sino contra el
ateísmo y el materialismo (...)» (F. Franco, L’Écho de Paris, novembre, 1937)
14
En septiembre de 1936 el obispo de Salamanca Pla y Deniel publica la carta pastoral Las dos ciudades
en la que el golpe militar del 18 de julio se define cruzada. El término ya había aparecido en escritos de
otros eclesiásticos, pero debe al autorizado prelado salmantino su acreditación oficial. "La dos ciudades",
carta pastoral del obispo de Salamanca (30-IX-1936), en A. Montero Moreno, Historia de la persecución
religiosa en España. 1936-1939, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1961, pp. 688-707, p. 698. En
cambio, según Manuel Vázquez Montalbán: «El primero en emplear el término fue Franco días después del
Alzamiento. Después los obispos franquistas se apropiaron del término.». Véase su obra Los demonios
familiares de Franco, Debolsillo, Barcelona, 2004, p. 189.
15
Esta carta, Episcopado español a los obispos de todo el mundo. Sobre la guerra de España, redactada
por el obispo de Toledo y cardenal primado Isidro Gomá, en julio del ’37, y solicitada por el mismo Franco,
aparece a los dos meses de la publicación de la encíclica contra el comunismo Divini redemptoris, en un
momento crítico de la guerra ya que los bombardeos de Guernica y de Durango, la ejecución de diez y seis
curas vascos por parte franquista habían levantado las protestas de muchos católicos. La carta común
Episcopado español a los obispos de todo el mundo. Sobre la guerra de España Documentos colectivos del
episcopado español (1870-1974), fue publicada bajo la dirección de J. Iribarren, Madrid, Biblioteca de
Autores Cristianos, 1974, véase pág. 219 y pág. 242. Por la repercusión de la carta en el mundo católico
véase R. Moro, Il cattolicesimo internazionale e la guerra civile spagnola, en Spagna anni Trenta. Società,
cultura, istituzioni, bajo la dirección de G. Di Febo y C. Natoli, Milano, Franco Angeli, 1993, págs. 268-309 y
J. Tusell, G. García Queipo de Llano, El catolicismo mundial en la guerra de España, Madrid, Biblioteca de
Autores Cristianos, 1993.
16
Ivi, p. 700.
Rebollo Torío (1978: 118) añade también que :«Desde la perspectiva franquista, la
cruzada es comprendida como un hecho económico, (…).» y propone esos trozos de
discursos de Franco para avalar lo dicho:
«Nuestra Cruzada es la única lucha en que los ricos que fueron a la guerra salieron más
ricos» (21-VIII-42, 273)
«Puede decirse que desde el año 1936 nuestra Cruzada no había sido bélica, sino
también económica» (18-V-58, 451)
17
Véase José Antonio Llera, La retórica del poder en los discursos de Franco, Universidad de Extremadura,
Espéculo. Revista de estudios literarios, Universidad Complutense de Madrid, n° 18, 31/07/2008, págs.11.
El Url es http://www.ucm.es/info/especulo/numero18/discurso.html.
18
Pensamiento político de Franco, Madrid, Ediciones del Movimiento, 1975, vol. I, pág. 50.
espirituales, religiosos y artísticos creados por el pueblo español a lo largo de una gloriosa
historia [Franco, F., VII-1937: Declaraciones al periódico alemán Leipziger Illustrierte
Zeitung].»
19
A la guerra se le confieren capacidades sobrenaturales y hasta Santos y Vírgenes de mayor prestigio y
objeto de culto popular llegan a tener un papel bélico. Por ejemplo el apóstol Santiago, matamoros, que
sobre un caballo blanco guía la lucha de los cristianos contra los musulmanes es una imagen poderosa
como lo es la figura de la mística carmelitana Teresa de Ávila, copatrona de España junto al apóstol
Santiago.
20
En años de crisis económica, los modelos de El Cid o de Don Quijote resultan idóneos para representar la
lucha contra la adversidad y el espíritu de sacrificio del arquetipo heroico. La "cruzada" propone de nuevo
también el mito del monje guerrero, mitad monje y mitad soldado. Este ideal fundado en la disciplina viril y
austera, en el sentido de la autoridad y jerarquía y en el deprecio del peligro, había sido ya promocionado
por Primo de Rivera, quien había indicado en el antiguo cruzado el modelo de la milicia cristiana del
falangista.
octubre de 1933, con un artículo publicado en la Nación: Al volver» (Garrido: 1997: 335)21.
Sin embargo, en la retórica joseantoniana (Primo de Rivera, 1976, vol. I: 193, 682, 730,
800) ya no es pasión la palabra clave (no se encuentra ni una vez), sino que será alma la
clave semántica de sus discursos: «(…) foco semántico de una oratoria altamente
cristiana y espiritual» (Garrido, 1997: 336). Y es precisamente en la revisión
semántica de la voz alma y pasión que reside, según la Garrido (1997:336) la
diferencia sustancial entre los dos movimientos políticos. El de Primo de Rivera:
«descansa, pues, en los valores espirituales y en la ascesis sacrifical de corte
intelectivamente diarético, el movimento inaugural del fascismo italiano basa, sin
embargo, su fuerza persuasiva, en un mensaje sensorial de carácter, principalmente,
místico y pasional». Además, por lo que concierne los mártires la componente
falangista determina en el lenguaje del franquismo una concepción de la muerte
vivida como una muerte sacrifical por la salvación del pueblo español (Melloni, A. y
Peña-Marín, C., 1980: 24-25). Es una muerte vivida como violencia sagrada, redención
patriótica y proyección hacia Dios 22, o sea, un nuevo estilo de vida:
«a) Y de pronto se abrió el 18 de julio como una alta flor de sangre y de gloria. Unos
españoles se hacían gigantes de repente en la tarea de salvar a la Patria. No tenían
apenas otra cosa que ofrecer que su propia vida. Pero se nutrían de la raíz verdadera y
entraban al combate con la oración desesmerada en la mente y el cantar asomado a los
labios» (Arriba, 18, 9)
« b) Al llegar la Victoria, por fin se ha hecho posible el milagro del amor» (id.)
«c) Surgió la santa rebeldía del orden contra el caos, de la dignidad frente a la
desvergüenza, del honor en pugna con el crimen, y la guerra dio comienzo bajo
muchas probabilidades de fracaso para el puñado de héroes que se había lanzado
a la aventura sin otros elementos que su fe en Dios y su desprecio de la muerte»
(ABC, 16, 6)
«d) (…) y bajo el sol de una tarde de julio, con la muerte delante, mirándola a los
ojos, la juventud de Castilla subió por un camino bordeado de pinos (...) Eran la
Castilla Eterna, crucificada sobre el calvario del Alto, como un Cristo atormentado
y trágico que derrama su sangre por la redención de España, la que otra vez
volvía a ser madre con la doble maternidad augusta y sublime del dolor» (Ya. 22,)
Aquí tienen también un trozo de discurso del Caudillo (30 de mayo de 1952) pronunciado
con ocasión de la asistencia del Frente de Juventudes al XXXV Congreso Eucarístico
Internacional de Barcelona:
«Si hoy puede celebrarse esta magna fiesta eucarística en tierras de Cataluña es porque
una generación heroica, porque una generación de mártires y héroes abrió el camino de
21
A este respecto cabe añadir que Ramiro de Maeztu fue el más radical en buscar en la gloria del pasado
español, las raíces de “lo español”, o sea, se planteó la necesidad del orteguiano “proyecto histórico”. Por lo
tanto, en muchos sentidos, por su prefascismo español se puede considerar también él un Gabriele
D’Annunzio del falangismo. Véase Manuel Vázquez Montalbán, op. cit. pág. 40.
22
Esta unión y proyección hacia Dios, encontraba precedentes literarios ilustres en la mística
española del siglo XVI. Un imaginario cultural que, como ha demostrado Américo Castro,
mantiene vivas las distintas tradiciones (cristiana, hebraica, musulmana) que habían dialogado
en la Toledo del siglo XIII y XIV. José Antonio en el mitin del teatro de la Comedia definió el
movimiento como «movimiento de fe espiritual y religioso, un movimento poético y fervoroso»
precisando el carácter “literario” de sus teorizaciones, que provocaba el rechazo del ala
“militante” de la Falange . Pero los discursos falangistas faltaban de racionalidad, en efecto . el
idealismo y la irracionalidad estaban ya presentes en Ledesma Ramos y en Onésimo Redondo.
la paz y el abrazo fraternal entre los hombres de España, porque hubo una generación de
mártires y héroes abrió el camino de la paz y el abrazo fraternal entre los hombres de
España, porque la fe de los españoles no es una fe contemplativa solamente, la fe de los
españoles es una fe dinámica; amamos a Cristo y le amamos con todas las
consecuencias»
En fin, en el discurso falangista, palabras claves y sintagmas recurrentes tienen, en
efecto, sentidos más denotativos que los del discurso fascista italiano: sacrificio,
derramamiento de sangre por los pecados de nuestra generación, muerte por la
causa, la sangre de nuestros mártires, la sangre de nuestros caídos (Primo de
Rivera, 1976, vol. I: 210, 292, 526). Como sugiere la Garrido (1997: 337), incluso
las últimas palabras escritas por José Antonio confirman lo que venimos
argumentando: «Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en
discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buena
calidades entrañables, la patria, el pan y la justicia».
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