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Educación
Argentina y
Latinoamericana
Historia de la
Educación
Argentina y
Latinoamericana
Carpeta de trabajo
© Universidad Nacional de Quilmes
Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana
© Roque Esteban Dabat
Primera edición: agosto de 1999.
La Universidad Nacional de Quilmes tiene la facultad de disponer de esta obra, publicarla, tra-
ducirla, adaptarla o autorizar su traducción y reproducción en cualquier forma, total o parcial-
mente, por medios electrónicos o mecánicos, incluyendo fotocopias, grabación magnetofónica y
cualquier sistema de almacenamiento de información. Por consiguiente, nadie tiene facultad de
ejercitar los derechos precitados sin permiso escrito de esta institución.
Impreso en Argentina
Indice
Introducción.......................................................................................................................7
Objetivos .......................................................................................................................9
Metodología del curso ..................................................................................................10
Esquema de contenidos del curso .............................................................................10
Bibliografía general .........................................................................................................10
1. Fe de Bautismo ...........................................................................................................13
1.1. Estructura social y educación en las Altas Culturas Precolombinas.....13
1.1.1. Introducción ..................................................................................13
1.1.2. Los Mexicas ...................................................................................14
1.1.3. Incas.................................................................................................16
1.2.¿A qué llamamos desierto? La Argentina precolombina:
organización productiva, social y política. Formas de aculturación.
¿Educación sistemática?...........................................................................................18
2. En busca de un destino.............................................................................................45
2.1. La transición independentista ........................................................................45
2.2. Lancasterianismo y enseñanza simultánea ..................................................48
2.3. Campo y ciudad. Los "indios amigos" y la "orilla".
La niñez entre el Maestro y el Comisario..........................................................52
6. La tentación autoritaria..........................................................................................167
6.1. Modernización y reforma como avance fascistoide: 1966-73.............167
6.2. La violencia educadora: 1976-83.................................................................170
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Objetivos
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rada imprescindible- que sienta las bases para la elaboración del conocimiento
histórico.
Pero tratándose de un curso tan extenso, la misma no cubre absolutamente
todas las cuestiones vinculadas a nuestros temas principales. En este sentido, es
una bibliografía mínima para ser tratada en el término de un cuatrimestre.
2) Las unidades están compuestas por Temas, más reducidos y específicos, que
sí se articulan mutuamente. Cada uno de ellos cuenta con indicaciones bi-
bliográficas específicas, cuya lectura no es obligatoria, pero que recomenda-
mos a fin de profundizar algún tema de interés personal.
3) Al final de cada tema, se indican algunas actividades que acompañan el desa-
rrollo del curso. En algunos casos, se trata de preguntas, en otros de análisis
o elaboración de reseñas.
El mejor aprendizaje de la Historia es el que se construye a partir de la ex-
periencia de "historiar". Por eso le proponemos que se constituya en "historia-
dor" y aborde la tarea de "hacer la historia" a partir de su propio trabajo: reú-
na material (libros de texto, cuadernos de clase, boletines, cuadernos de actua-
ción docente, cuadernos de comunicaciones, programas, repertorios de cancio-
nes y juegos, catecismos, fotografías, revistas, diarios) los más antiguos que con-
siga, que se vinculen directa o indirectamente a la educación.Y personas (sí, per-
sonas) que desde su vívida memoria puedan dar testimonio de sus experiencias
escolares (como alumno, como docente, como padre). Este trabajo –que indica-
mos al final de la Unidad 6- es la actividad más importante del Curso, y lo ire-
mos organizando desde el principio.
Se intenta demostrar
• que en la Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana –en todas
sus etapas a partir de la Conquista- la referencia teórica, organizativa y polí-
tica fue externa;
• que escuela y maestro siempre se vincularon fuertemente al estado;
• que los intereses y orientaciones del estado central predominaron sobre los
de origen provincial y local;
• que la formación para el estado predominó por sobre la formación para el
sujeto;
• que las crisis, debilidades y discontinuidades institucionales de los Estados la-
tinoamericanos, dejaron el espacio para el desarrollo de intentos –a veces
muy amplios- alternativos;
• que sistema, estructura y prácticas docentes siempre tuvieron un alto grado
de autoritarismo;
• que las crisis cíclicas de financiamiento, la burocracia sobredimensionada y la
ausencia de políticas de estado aceptadas, llevaron al vaciamiento del siste-
ma;
• que las debilidades teóricas de la Pedagogía Argentina y los bajos niveles de
rendimiento y producción son la expresión final de aquel vaciamiento.
Bibliografía general
Romero, José Luis. Latinoamérica: las ciudades y las ideas, Buenos Aires, Siglo
XXI, 1986.
Tedesco, Juan Carlos. Educación y sociedad en Argentina, Buenos Aires, Ed. So-
lar-Hachette, 1986.
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1
Fe de Bautismo
Objetivos
1.1.1. Introducción
La meseta mexicana fue conquistada por Hernán Cortés. Allí los españoles
encontraron una de las culturas de más alto desarrollo en América. En ese mo-
mento, el sistema era un “imperio” encabezado por los mexicas, que sometían
a un conjunto muy amplio de pueblos vecinos, quienes les debían tributación en
la forma de provisión permanente de alimentos, hombres para la guerra y sacri-
ficios religiosos. Los fundamentos eran los de una teocracia militar constituida
en clase noble. Las expresiones del desarrollo de los mexicas han llegado a
nuestros días, y la arquitectura monumental da testimonio de sus alcances. No
sólo habían elaborado un complejo y preciso calendario astronómico, sino que
sus conocimientos en este ramo parecían superar a los de los europeos. En un
clásico trabajo de Pedro HENRÍQUEZ UREÑA (Historia de la cultura en la Amé-
rica Hispánica, Ed. Fondo de Cultura Económico, México, 1947.), éste apunta:
“La religión dominaba toda la vida de los aztecas, y sus gobernantes te-
nían funciones sacerdotales. El rito característico de esta religión, el sa-
crificio humano, tenía su explicación en la mitología; rito extraño para el
hombre moderno, pero común en las épocas primitivas de muchos pue-
blos antiguos, entre ellos los antecesores de la civilización europea, grie-
gos, germanos y celtas. Los dioses, creían los aztecas, se sacrificaron pa-
ra crear al hombre; el hombre debía a su vez sacrificarse por ellos y ali-
mentarlos. El dios mayor de la mitología azteca, Huitzilopochtli, es el Sol,
que nace, combate y muere todos los días; ‘como dios que era –dice el
arqueólogo mexicano Alfonso Caso-, desdeña los alimentos groseros de
los hombres y sólo puede mantenerse con la vida misma, la sustancia
mágica que se encuentra en la sangre del hombre’”.
(Pág.20)
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Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana
de Buenos Aires) expone -en lo que nos interesa más directamente- las costum-
bres y organización de los Aztecas, de los Incas y del gran grupo de los Tupí-Gua-
raní. Los primeros, ocuparon los valles mexicanos centrales, mientras que el Inca-
rio asentó su influencia durante cuatro siglos hasta los extremos de los Valles Cal-
chaquíes y nuestra actual Santiago del Estero, y los últimos cubrieron el centro sur
de Brasil, el Paraguay, el Gran Chaco, el Litoral y el actual territorio de la Repúbli-
ca Oriental del Uruguay. La educación de los mexicas se centraba en dos institu-
ciones de distinto nivel: el telpochcalli y el calmécac. La primera era de carácter
universal o popular y la segunda para los hijos de la nobleza:
“Si bien no puede determinarse con precisión a qué edad ingresaban los
niños o adolescentes mexicas a esos colegios ya que las fuentes son har-
to contradictorias, cabe destacar ‘que en el calmécac ingresaban los hi-
jos de los principales, mientras que en el telpochcalli estaban los del ma-
cehualtin’, dicho sea esto sin desconocer que hubo excepciones. Los pri-
meros,‘señores por linaje’ como observa Zorita, constituían un grupo so-
cial más encumbrado y los otros estaban integrados por campesinos, ar-
tesanos y comerciantes, etc.”
(Pág. 29)
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Pero vale aclarar que la civilización azteca no fue ni la única ni la de más ela-
borado desarrollo: era la organización política prevaleciente a la llegada de los
españoles y había sido precedida por las culturas de Teotihuacán, la tolteca, to-
tonaca, zapoteca y mixteca, cuya memoria los mexicas trataron de borrar.
El alto grado de desarrollo alcanzado por la organización político-militar az-
teca, no puede disimular el hecho fundante de que el mismo se apoyó en una
estructura imperial, con el sojuzgamiento y explotación de pueblos vencidos,
que no se beneficiaron con esos desarrollos. La reflexión cabe también en rela-
ción a los niveles alcanzados por su sistema educativo. Ciertas reivindicaciones
indigenistas tienden a olvidar estos rasgos, reinstalando -por otras vías- la visión
del “buen salvaje” construida por el idealismo renacentista.
Pero a su vez, numerosas dudas nos quedan como consecuencia de la re-
construcción posible del sistema educativo mexicano: ¿cuál fue el alcance real
de la alfabetización propuesta? ¿Qué inclusión tuvieron en tal sistema los pue-
blos aliados, tributarios o sometidos al imperialismo mexica? La rápida desapa-
rición de los conocimientos tradicionales y las habilidades lectoras de los “có-
dices” ¿no hablan -precisamente- de su limitada difusión?
1.1.3. Incas
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Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana
conflictiva imposición en el último tercio del Siglo XIX a la constitución de los sis-
temas educativos nacionales: el lenguaje es no sólo el más elaborado sistema de
instercomunicación humana, sino el más perfecto transmisor de símbolos y per-
cepciones culturales y construcción ideológica. Los incas lo sabían.Y construye-
ron, además de establecimientos de educación superior (los “yachayhuasi”, y los
femeninos “acllahuasi”), una extendida red de escuelas “populares” en las que pre-
dominaba la enseñanza práctica. Si el sistema incásico era “segmentado y diferen-
ciador”, lo era porque respondía al carácter estamental y jerarquizado de la so-
ciedad, en la que gobernaba una clase nobiliaria endogámica, descendiente del Sol.
La tragedia de la conquista desestructuró el sistema, porque desestructuró so-
ciedad y cultura.Y en el mestizaje subsistirán rasgos de las antiguas tradiciones.
Actividad
Bibliografía Obligatoria
Bibliografía Recomendada
García Blanco, Saúl: “La actividad físico-deportiva, una práctica educativa en Me-
soamérica”, en: Revista Interuniversitaria de Historia de la Educación Nº 14-15, Uni-
versidad de Salamanca, 1995-96.
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Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana
podría asimilarse a la figura del maestro: el Anciano. Como en todas las co-
munidades antiguas (nos resistimos a la utilización de la expresión primitiva),
los ancianos -en sociedades ágrafas- eran el reservorio viviente de la cos-
tumbre y la tradición, representaban la herencia cultural del grupo, y asumían
su preservación y transmisión.También eran los interlocutores, no solamen-
te con el pasado, sino también con los dioses: cumplían funciones sacerdota-
les, es decir, organizaban y dirigían los ritos, rogaban a los dioses, adivinaban
el futuro y sancionaban la conducta desviada; no eran los jefes -este carácter
estaba reservado a los guerreros más valientes o exitosos- pero en general
orientaban la conducción política estratégica del grupo y fueron autores de
la Ley. El parnaso aborigen estaba poblado de dioses míticos originados en
las fuerzas naturales, indomeñables para el hombre.
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Actividad
Bibliografía Obligatoria
Romero, José Luis. Latinoamérica: las ciudades y las ideas, Buenos Aires, Siglo XXI,
1986.
Bibliografía Recomendada
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1. A partir del Siglo XI, el cese relativo de las invasiones de la Europa periféri-
ca, la “paz de Dios” impuesta por el Papado a los nobles cristianos, la canali-
zación de la violencia de una clase nobiliaria todavía “bárbara y guerrera” ha-
cia el enemigo religioso externo (el “infiel”), el crecimiento demográfico, la
expansión agrícola, la apertura de los caminos internos, la trashumancia (pe-
regrinos a lugares santos, jóvenes nobles en busca de fortuna, mercaderes,
siervos prófugos o liberados) son la expresión del crecimiento y madurez al-
canzados por la Europa Occidental bajo el régimen feudal largamente gesta-
do y el inicio de un proceso de “expansión”.
2. Las Cruzadas -recuperación de la mítica Jerusalén- son el puente a través del que
fluyen tanto el fervor religioso y la energía demográfica como el interés comercial.
3. Nunca se habían roto totalmente los lazos con el mundo árabe, y si bien los
efectos de las Cruzadas son múltiples, algunos de ellos tienen particular sig-
nificación para la historia europea: la recuperación del “Mare nostrum” (do-
minio marítimo del Mediterráneo y sus costas) permite la restauración del
tránsito hacia Oriente y con ello el desarrollo del comercio.
4. El comercio nunca desapareció en Europa, ni en los momentos de mayor ais-
lamiento feudal. Pero el reinicio de los intercambios (joyas, especias, cristal,
sedas, drogas, alumbre, textiles de lujo, objetos de plata y oro, por granos,
madera, vinos, aceite, higos) implica su reactivación a nivel internacional, en
volúmenes cada vez más importantes, involucrando más gentes diversas, in-
centivando el conocimiento geográfico -costas, mareas, rutas- astronómico y
climático y con una consecuencia directa y “revolucionaria”: el resurgimien-
to de las ciudades (las que no habían dejado de existir, pero carecían de sig-
nificación política y económica: el nódulo de la estructura social, productiva
y política europea era el feudo).
5. La reaparición de las ciudades (repoblamiento de las viejas, creación de nue-
vas) es acelerado y va conformando en el término de un siglo y medio una
sociedad europea mixta: rural y urbana. El centro de las producciones -la
fuente económica- sigue siendo el campo. Pero la ciudad es el centro de los
intercambios. Y desde éstos comienza a regirse la economía -por ejemplo:
remonetización, normatización de los intercambios, profesionalización del
comercio, creación de compañías, aparición de las “finanzas”, etc.- y con ello
el producto social más importante, que rompe la bipolaridad social de no-
bles y siervos: la burguesía.
6. De oscuros orígenes, la burguesía se afirma en el desarrollo de las activida-
des comerciales y artesanales y las que de ellas derivan (contractualista, no-
tario, fedatario, contable, administrador, abogado) dando nacimiento a las
“profesiones liberales modernas”. Su poder será el del dinero, con el que
construirá el poder social y luego el político, en un muy largo proceso que
eclosionará a fines del Siglo XVIII, en que estos sectores burgueses diversos
y heterogéneos se asumen en su poder y en su vocación y se lanzan a hege-
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monizar el mundo, bajo sus intereses, sus ideologías y sus sueños. La burgue-
sía “rompe las costuras” del universo feudal, pero ha nacido de él, es pro-
ducto de su propio desarrollo y está destinada a transformarlo.
7. Hacia el Siglo XV, la burguesía -sólidamente instalada en las ciudades, nutrida
intelectualmente en las Universidades, ennoblecida en títulos, honores y for-
mas de vida- coopera con los Monarcas en la transformación del régimen
político feudal, dando origen al surgimiento de las “Monarquías Nacionales -
con la disolución del poder de los “Señores”-, iniciando el camino hacia la
conformación del Absolutismo y ligando sus destinos.
8. La conquista, las aventuras de expansión, la búsqueda de nuevas tierras, ya no
serán expresión de la vocación guerrera o de los sueños de gloria de impul-
sivos señores feudales, sino auténticas “empresas nacionales”, en que monar-
quías y burgueses comparten propósitos, riesgos y ganancias.
9. El mismo Siglo XV presenta algunas particularidades de acuerdo con lo ex-
presado en el punto anterior: la constitución de estas monarquías naciona-
les (el Reino de España, el Reino de Francia, el Sacro Imperio Germánico, el
Reino de Inglaterra) implicará necesariamente la competencia entre ellas por
la hegemonía y la delimitación del poder relativo en el “mundo”, de unas y
otras. Se instala la conciencia “imperialista”, la expansión y consolidación del
propio poder “fuera de sí”, allende los propios límites geográficos.
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Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana
Pero ahora es el momento de plantearnos -en este contexto- cuál era la si-
tuación de la cultura, y particularmente de la educación y la enseñanza en
este contexto (el cual no es el mismo en 1500 que 25 años después).
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Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana
hasta los procesos de Independización (cerca del 1800) -aunque Cuba y Puer-
to Rico permanecen sujetas a la Corona Española hasta 1900. Es en la etapa de
la Colonia que se desarrolla una sistemática de educación, signada por dos pro-
pósitos, difíciles de escindir: cristianización y castellanización. Ambos procesos
se desarrollaban imbricados uno en otro: se adoctrinaba para educar y se edu-
caba para cristianizar. Obviamente no fue un proceso plenamente original. Un
modelo presidía las disposiciones e iniciativas: la propia realidad y la cultura es-
pañolas.Y tenemos derecho a pensar que -al menos en sus primeras etapas- la
cultura y educación española en Indias, iba a la zaga de los desarrollos peninsu-
lares. (Entre otras cosas, porque no fueron las elites las que se hicieron presen-
tes y se radicaron en América). Pero...¿cuál era la realidad de España en aquel Si-
glo XVI, siglo en que se inicia la colonización tras la ocupación territorial (deje-
mos en claro que la ocupación absoluta del territorio por el “hombre blanco”
concluye en el Siglo XX)? Una imagen de alta cultura acude rápidamente a la
memoria: el Siglo de Oro. Éste, entre mediados de un siglo y el siguiente, es la
más alta expresión de la cultura española, efecto de tres procesos no del todo
independientes: la constitución del Absolutismo, el largo proceso renacentista y
el flujo del oro americano. La constitución de las cortes y el mecenazgo propi-
ciaron los desarrollos intelectuales, así como la Contrarreforma les impuso sus
límites. La Legislación de Indias, que, entre otras cosas, destaca la “protección al
indio” -aunque muy distinta era la realidad americana- revela la incidencia del
Humanismo tanto como de la religiosidad.Y estos elementos -combinados y en
tensión- delinean la estrategia de los colonizadores: el Absolutismo, la Contra-
rreforma y el Humanismo. Pero los signos de la alta cultura del Siglo de Oro no
nos pueden llevar a error: la cultura letrada, intelectualizada, nunca es reflejo
pleno de la cultura total. Una breve aportación sobre la cultura popular, nos per-
mitirá una mejor comprensión de la cultura que portaban los colonizadores.
Es una referencia generalizada que el analfabetismo cubría la Península Ibéri-
ca en el Siglo XVI. Así lo afirma Cipolla (Cap. I) y lo constata Benassar (El siglo
de oro español). Pero un estudio discriminatorio nos puede dar imágenes distin-
tas. La historia cuantitativa tomó la alfabetización como indicador base del de-
sarrollo socio-cultural global de una comunidad o sector, a partir de rigurosos
chequeos documentales, y a partir de la hipótesis de que la posesión de la lec-
to-escritura era condición sine quanon para la facilitación de procesos transfor-
madores y/o modernizadores. Incluso para mutaciones de naturaleza psíquica,
como el desarrollo de operaciones abstractas o lógico-formales.Ya no se reco-
noce un poder tan absoluto al instrumental escriturario, aunque no se desme-
rece su cualidad.
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Carlo Cipolla (Op.Cit., Cap. II) reconoce tres funciones en la escritura: co-
mo consumo, como goce y como inversión. Las tales funciones se relacionan a
su vez con distintos sectores sociales y/o profesionales, espejando no sólo la ac-
titud frente a ella, sino también la necesidad material. A las clases aristocráticas
les correspondería la obtención del “goce” a través de la lecto-escritura; a las
burguesías su carácter de consumo -o más bien, insumo- y a los sectores popu-
lares el de “inversión”, entendiendo por tal la obtención de un rédito futuro. Es-
to es, carácter utilitario. No es necesario aclarar que en la España del Siglo de
Oro no había un sistema público de enseñanza. Ésta corría por cuenta de las
Órdenes Religiosas, la enseñanza particular, o estaba a cargo de Maestros auto-
rizados por el Obispo y el Ayuntamiento. La ciudad creaba desde sí una instru-
mentación a partir de necesidades reconocidas y evidentes. La intervención de
las Cortes en 1548 (ver Tapia, Pág. 279) sigue la línea de Brujas en 1526; Lyon
en 1534; Ávila, 1543; etc.: creación de escuelas para “recogimiento de niños y ni-
ñas”, sustrayéndolos de la vagancia y las malas costumbres. Esto permite a algu-
nos investigadores, hipotetizar que la fundamentación de la escuela fue el “con-
trol social” antes que el desarrollo cultural y que en estos casos, la alfabetiza-
ción actuó como conservadora más que propiciadora del cambio. Pero los pro-
gresos cuantitativos que las estadísticas revelan, deben ser relativizados a partir
de los parámetros de “calidad”: para obtener Licencia de Maestro, bastaba con
demostrar que se sabía leer, escribir y contar y aprobar un informe eclesiástico
sobre “buenas costumbres” y ortodoxia religiosa. La Contrarreforma aumenta-
rá el valor de este último requisito. El método: copia, repetición y memoria. Pe-
ro toda la literatura escrita, en el nivel popular, era sazonada en su versión oral,
en que se ampliaba, enriquecía y modificaba. La incidencia de la escritura, no
puede ser comprendida en su plenitud sin esta relación con la tradición: la es-
critura iba más allá de los que sabían leer, y aquí podía alcanzar su carácter
transformador. Para aproximarnos a una idea del “español que llegó a América”
-y trajo consigo su cultura, su escritura y sus prácticas escolares- apelamos a los
estudios de Serafín de Tapia sobre el estado de la “alfabetización urbana en el
Siglo de Oro”, quien ha tratado cuali-cuantitativamente el desarrollo de la mis-
ma en la meseta castellana (centro directivo de la colonización de América),
comparando las ciudades de Ávila y Segovia, desde 1503 hasta 1628.
Los niveles de Ávila son altos, pasando del 44% en 1503 al 52,3% en 1628;
mientras que en Segovia pasan del 41,5% y 50,8% en los mismos años. Otras re-
ferencias: Toledo: 38,5% en 1540-1600; Badajoz 44,2% hacia 1550; Madrid: 45,4%
en 1650. El análisis se hace a partir de datos sobre población urbana, cabezas de
familia, según firmas (exceptuando clérigos). Es necesario advertir que como los
mismos son extraídos de registros notariales (compras-ventas, contratos, escritu-
ras, cesiones, legados) son de carácter económico y sobrerrepresentan a los sec-
tores ricos -mercaderes, etc.- y reflejan en menor medida a los sectores modes-
tos urbanos, que tienen un nivel inferior de transacciones. Ávila es un centro ar-
tesanal textil, eclesiástico-administrativo en el Siglo XVI; mientras que Segovia es
mucho más industrializada que Ávila, pero más “medieval-caballeresca” también.
La discriminación por sexos arroja datos contundentes: en Ávila en 1503, el
46,2% de los varones sabían firmar y sólo el 6,7% de las mujeres; en Segovia, el
44,4% y el 0% respectivamente. En 1628 en Ávila firmaban el 59,3% de los va-
rones y el 24,5% de las mujeres; mientras que en Segovia lo hacían el 59,7% y el
16,3% respectivamente.
Analizados los datos por sectores productivos, en el Primario en Ávila se
pasa de un 16,7% en 1528 a un 5% en 1628; mientras que en Segovia, de un 0%
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“En 1573 el Santo Oficio prohibirá los Libros de Horas bajo el pretexto
de que incluían fragmentos de la Sagrada Escritura en lengua vernácu-
la y al final del siglo algunas voces decían que el ejercicio de la lectura,
incluso sometido a control, podía conducir a la herejía, por lo que era
preferible ser analfabeto”.
(de Tapia, Pág. 306)
“Podría, por tanto, decirse que antes del Siglo XVI se había producido la
alfabetización mayoritaria de quienes se dedicaban al sector de los ser-
vicios mientras que fueron los artesanos, y en menor medida las muje-
res, quienes protagonizaron el incremento general del grado de instruc-
ción que tuvo lugar en el Siglo de Oro”.
(Pág. 295)
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Pero antes -en la misma página- TAPIA explicita la tipología de dicha funcio-
nalidad:
“Habrá por tanto, que revisar la idea tan común de que el analfabetis-
mo era cuasi universal entre el artesanado urbano; en todo caso la
creencia en un generalizado analfabetismo quizá valga para el campo
pero no para las ciudades, al menos para las del interior y el Levante”.
(Pág. 299)
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• catequesis;
• enseñanza obligatoria del español;
• escolarización.
“Seguramente podemos afirmar sin reparo, que sólo una minoría tuvo
acceso a la instrucción elemental escolarizada y que los estudios supe-
riores, aún más restringidos, estuvieron apegados a las normas de la es-
colástica y fielmente tutelados por Aristóteles y Tomás de Aquino.
Por el contrario, si nos referimos a la educación como proceso socializa-
dor a cargo de las generaciones adultas y como medio de incorporación
de los individuos jóvenes a la vida productiva y a las relaciones comuni-
tarias, es indudable que durante la época colonial se logró su difusión
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hasta remotos confines y que sus efectos penetraron, aun en los aspec-
tos más ajenos en apariencia, a la intromisión ideológica relativa a las
íntimas actividades de la vida privada. Por conveniencia política, por in-
terés económico y por vocación apostólica, la educación en las colonias
americanas fue preocupación primordial. Como evangelización, como en-
trenamiento para el trabajo y como adaptación a la vida urbana, la edu-
cación indígena fue objeto de los afanes de clérigos y laicos. Carlos V su-
brayó la importancia de una educación integral al advertir que los neó-
fitos habían de ser suficientemente instruidos ‘no sólo en la fe, sino tam-
bién en la conducta cristiana’”.
(Gonzalbo Aizpuru, Pilar Coordinadora. Educación rural e indígena en
Iberoamérica, Ed. El Colegio de México, México 1996. Pág. 27)
La orden surgió a principios del Siglo XVI a partir de la inspiración del espa-
ñol Ignacio de Loyola y una decena de compañeros. El propósito original de la
asociación fue peregrinar a Tierra Santa. Pero interrumpidas las rutas por la gue-
rra con los turcos, permanecieron en Roma aguardando una mejor oportuni-
dad. Mientras tanto, se dedicaron a la asistencia de menesterosos y mendigos,
prostitutas y huérfanos, para dedicarse a la predicación. En el tumultuoso clima
generado por las 95 Tesis de Lutero y el cisma al que se precipitó la cristiandad
occidental, los luego llamados “jesuitas” se orientaron hacia la enseñanza.Tal vez
inspirados en el propio Lutero, quien construía “la educación como un instru-
mento de acercamiento a Dios”. Con él, compartían el origen humanista, el sub-
jetivismo y el intelectualismo. Se constituyeron en orden religiosa, pero fuerte-
mente diferenciada de las existentes: a los votos de obediencia, pobreza y cas-
tidad, agregaron el carácter secular -actuar en el “mundo”- rechazando el aisla-
miento monacal; un férreo disciplinamiento al Papa; no poder desarrollar carre-
ra eclesiástica (eran sólo sacerdotes, no podían ser obispos ni aspirar al car-
denalato). Este automarginamiento de la carrera política individual les facilitó un
alto grado de confiabilidad en la Curia Vaticana. A su raíz humanista agregaron
una fuerte inclinación por el conocimiento y la reflexión intelectual. Rápidamen-
te, estas dos características los llevaron a posicionarse como “vanguardia” de la
Contrarreforma, inspirando las reafirmaciones dogmáticas del Concilio de Tren-
to (que fija el dogma católico, reivindica la condición del Pontífice como Vicario
de Cristo y reafirma la potestad de la Iglesia Vaticana como mater et magistra).
El rigor metodológico, la disciplina en la acción y la eficacia en la enseñanza, de-
vienen en la rápida expansión de los Jesuitas en Italia, Francia, España, y aun en
las áreas católicas alemanas. En 1594 desde el impulso del Padre Acquaviva -Ge-
neral de la Orden- tras un largo y complejo proceso de consultas internas, se
institucionaliza el Reglamento o las “Constituciones” dentro de las cuales se
despliega su Pedagogía: la Ratio Studiorum (razón de los estudios o método). La
orden -ya reconocida y consolidada como “Compañía de Jesús” (denominación
de origen difuso, que se le atribuye al carácter militar de su organización; aun-
que parece más ajustada la acepción de “...en compañía de Jesús”) inició su pro-
ceso de expansión transeuropea, y así como Francisco Javier se dirigió a Catay
(China) instalando el catolicismo durante siglos, los jesuitas orgánicamente
acompañaron a España en la Colonización de América. En América, los Jesuitas
encararon dos tipos de acciones religioso-políticas: la Universidad y las reduc-
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Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana
Ante este conjunto sin respuestas -por tanto, interpretativo- nos queda el
saldo de lo visible:
1. ¿Por qué tras tanto tiempo de acción pedagógica, tan rápidamente se produ-
jo el retorno al estado de “selvatización”? Los que sobrevivieron y no fue-
ron convertidos en esclavos, ¿no pudieron sostener la cultura adquirida y he-
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redada de los abuelos (ya “jesuitados”)? Esta adquisición, ¿fue superficial? Esa
superficialidad ¿ Se debía a su artificialidad? El “salto de etapas” evolutivas en
el desarrollo social de los Guaraníes que los Jesuitas pretendieron, ¿era im-
posible? ¿No tuvieron tiempo suficiente para realizar una tarea que sólo el
tiempo puede construir? Si hubieran tenido ese tiempo -tres generaciones
más- ¿el resultado hubiera sido el mismo? ¿Había un “psiquismo colectivo”
que inhibía la introyección real de la cultura importada? ¿Eran realmente los
Guaraníes -como sentían los Jesuitas- hombres en estado de “niñez”?
2. ¿Por qué los Jesuitas -que durante 150 años contaron con la aquiescencia de
los sujetos y sin oposición interna- no constituyeron Colegios Mayores y Se-
minarios? ¿Por qué no remitieron a sus Universidades en América a sus jó-
venes más brillantes, por ejemplo a las “cercanas” Universidades de Córdo-
ba o Charcas?
3. ¿Por qué -según el testimonio de los propios Jesuitas- los Guaraníes habían
desarrollado excelsas cualidades estéticas en las artesanías, la arquitectura, la
pintura, la iluminación, la música, pero limitados a la copia, a la imitación, al
trabajo dirigido, sin creación personal propia? ¿Por qué el arte guaranítico
era sólo jesuítico, y no mestizo como el cuzqueño? ¿Por qué no alcanzó la
autonomía de éste?
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Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana
imposición militar
dominio terrotorial
desestructuración cultural
Cultura
Invasora
culturas
originarias
aculturación
cristianización
castellanización
organización colonial
explotación económica
escuelas
desarrollo urbano
colegios
administración
universidades
organización religiosa
diócesis
órdenes
reducciones
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Hasta 1879
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Actividad
Bibliografía Obligatoria
Romero, José Luis: Latinoamérica, las ciudades y las ideas, Ed. Siglo XXI, Buenos
Aires 1986. Cap. 1 y 2.
Bibliografía Recomendada
Romano, Ruggiero y Tenenti,Alberto: Los fundamentos del mundo moderno, Ed. Si-
glo XXI, México 1989. Cap. 7.
Benassar, B: La España del Siglo de Oro, Ed. Grijalbo, Barcelona 1.983. Cap. 2.
1.4.1.Balance colonial
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“Carlos III, influido por Lorenzana, ordenó por Real Cédula que se ense-
ñara la doctrina religiosa, y a leer y a escribir a los indios, ‘para que de
una vez se llegue a conseguir el que se extingan los diferentes idiomas
que se usan en los mismos dominios y sólo se hable el castellano’”.
(Gonzalbo, Op. Cit. Pág. 40);
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Actividad
1. Relate brevemente, cómo se “enseñaba” a fines del Siglo XVIII y qué mate-
riales se usaban.
2. ¿Por qué -en una ciudad como Buenos Aires- el desarrollo del comercio a fi-
nes del Siglo XVIII influye tanto en las preocupaciones educativas?
Bibliografía Obligatoria
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