Desorganizacion Del Apego

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International Journal of Developmental

and Educational Psychology


ISSN: 0214-9877
[email protected]
Asociación Nacional de Psicología
Evolutiva y Educativa de la Infancia,
Adolescencia y Mayores
España
Gayá Ballester, Carmen; Molero Mañes, Rosa J.; Gil Llario, Mª Dolores
DESORGANIZACIÓN DEL APEGO Y EL TRASTORNO TRAUMÁTICO DEL
DESARROLLO (TTD)
International Journal of Developmental and Educational Psychology, vol. 3, núm. 1, 2014,
pp. 375-383
Asociación Nacional de Psicología Evolutiva y Educativa de la Infancia, Adolescencia y
Mayores
Badajoz, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=349851785037

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DIFICULTADES EDUCATIVAS

DESORGANIZACIÓN DEL APEGO Y EL TRASTORNO TRAUMÁTICO DEL DESARROLLO (TTD)


DISRUPTION OF ATTACHMENT AND TRAUMATIC DISORDER OF DEVELOPMENT

Carmen Gayá Ballester.


Profesora Unidad Educación. Universidad La Florida. C/Rei en Jaume I, nº2. 46470
Catarroja (Valencia).Tfno. (+34) 961220380. [email protected]
Rosa J. Molero Mañes
Dra. Psicología. Dpto. Psicología Evolutiva y de la Educación.
Universitat de València. Av. Blaco Ibánez, 21. 46010 Valencia. Tel. 638739786. [email protected]
Mª Dolores Gil Llario
Dra Psicología. Dpto. Psicología Evolutiva y de la Educación. Universitat de València. Av. Blaco Ibánez, 21.
46010 Valencia. Tel. 653870808. [email protected]

http://dx.doi.org/10.17060/ijodaep.2014.n1.v3.515

Fecha de recepción: 18 de Marzo de 2014


Fecha de admisión: 30 de Marzo de 2014

ABSTRACT
Quality development of family members depends on the quality of relationships they have established. From
this developmental perspective the early parent-child interactions are a central aspect of Bowlby’s attachment the-
ory. Mary Ainsworth allows us to establish a classification of attachment behaviors and Main and Solomon bring
us under the name of disorganized attachment more complex and disturbing profiles of relations between parents
and children. These relationships should be asymmetric and have a unique sense. In this paper we show the con-
tributions related to disorganized attachment, its relationship to personality development and the need to collect
diagnostic criteria when traumatic experiences are repeated, cumulative and occurred long before the recognition
of symptoms.
Key words: Key words: attachment, disorganized attachment, dissociation, traumatic development

RESUMEN
La calidad del desarrollo de los miembros de la familia depende de la calidad de las relaciones que han esta-
blecido. Desde esta perspectiva evolutiva, las interacciones tempranas padres-hijos van a constituir un aspecto
central y básico de la teoría del apego de Bowlby. Mary Ainsworth nos permite establecer una clasificación de las
conductas de apego y son Main y Solomon quienes nos aportan bajo la denominación de apego desorganizado
los perfiles más complejos y perturbadores de las relaciones entre padres e hijos, relaciones que deben ser asi-
métricas y tienen un único sentido. En este trabajo ponemos de manifiesto las aportaciones relacionadas con el

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DESORGANIZACIÓN DEL APEGO Y EL TRASTORNO TRAUMÁTICO DEL DESARROLLO (TTD)

apego desorganizado su relación con el desarrollo de la personalidad y la necesidad de recoger criterios diag-
nósticos cuando las experiencias traumáticas son repetidas y acumulativas y tuvieron lugar muchos tiempo antes
del reconocimiento de los síntomas.
Palabras clave: apego, desorganización del apego, disociación, desarrollo traumático.

INTRODUCCIÓN
Freud fue el primero en destacar la importancia de las experiencias infantiles tempranas para el desarrollo
emocional de las personas adultas. La explicación a esta conclusión estaba basada fundamentalmente en que el
establecimiento de lazos afectivos, el aprendizaje del amor, dependen de la sensación de bienestar que propor-
cionan la alimentación y cuidados de la madre, explicación mantenida por las diferentes escuelas psicoanalíticas
y adoptada por la psicología conductista, después de haber sido debidamente traducida en términos de condi-
cionamiento (Soto y Moreno, 1994).
Esta explicación queda hoy en entredicho por una serie de datos y descubrimientos científicos. Por un lado,
Harry Harlow, psicólogo y primatólogo, demuestra (experimento conocido con crías de mono y la reproducción
de una mona adulta en felpa y otra en alambre) que la génesis del amor y la seguridad no estaba, pues, en la ali-
mentación, sino en el contacto corporal y el confort que el mismo contacto proporcionaba. La conclusión a la que
llegó este autor, de que el aislamiento llevaba a producir jóvenes y adultos incapacitados para mantener vínculos
afectivos adecuados con sus congéneres, fue decisivo para explicar lo que sucedía con los niños criados en orfa-
natos (Harlow, 1959, Harlow y Harlow, 1962,1966). Por otro lado, un número creciente de pediatras y psiquia-
tras habían comenzado a resaltar la existencia de un síndrome, el hospitalismo, provocado por el aislamiento de
los niños internados por enfermedad. También, las sucesivas guerras habían promovido la creación de numero-
sos orfanatos: todos los niños que en ellos se encontraban, aún estando bien alimentados y con todas sus nece-
sidades físicas satisfechas, podían terminar mostrando graves signos de perturbaciones mentales.
Paradógicamente tenían de todo, pero carecían del afecto materno.
Alarmada la Organización Mundial de la Salud encargó a John Bowlby (1951) que elaborara un informe sobre
cuidados maternos y salud mental, terminando por confirmar tanto los resultados expresados anteriormente
como en general que cualquier tipo de separación de estos niños de sus madres, eran considerados siempre
nefastos. Las conclusiones eran obvias. Tal y como indican Soto y Moreno (1994), la crítica más importante a
estos estudios realizados sobre deprivación materna subraya que, en realidad, estos niños carecían de cualquier
tipo de afecto. De la misma manera que le ocurre a los sujetos estudiados por Harlow, los efectos nefastos del
aislamiento se producen cuando la deprivación social es completa.
A estas alturas de la investigación, quizá pueda decirse que Freud había dado en el blanco al señalar la
importancia futura que tienen las relaciones tempranas, aunque había errado al destacar el papel de la alimenta-
ción en la formación de los afectos. Justamente la revisión actual de los postulados freudianos cuenta con las
aportaciones de los trabajos de los etólogos y, especialmente, los hallazgos que Lorenz consiguió sobre la
impronta o troquelado de las aves (Soto y Moreno, 1994).
La teoría del apego, surge pues, basada en una concepción evolucionista, formulada de manera exhaustiva
por Bowlby en El apego y la pérdida (1969,1973,1980), obra de gran complejidad que, publicada en tres volú-
menes, ha sido y es profusamente seguida, estudiada, matizada y ampliada por diversos e importantes autores.
El abordaje de esta teoría, se basa en la importancia de las experiencias con los cuidadores durante la pri-
mera infancia, la niñez y adolescencia de los menores, como determinantes principales de la conducta del indi-
viduo y su sistema organizativo, aunque esta visión monotrópica hoy se muestra más enriquecida por las apor-
taciones que desde su planteamiento han realizado diferentes autores e, incluso, otros como Rothbaum, Rosen,
Ujie y Uchida (2002) explican las importantes similitudes y complementariedades entre la teoría de sistemas
familiar y la teoría del apego, aportando una interacción y ampliación en las concepciones.
La naturaleza del apego se advierte como esencialmente afectiva y de carácter no innato, parece que se sus-
tenta sobre bases genéticamente determinadas, se desarrolla a partir de interacciones con las personas del entor-
no inmediato, básicamente en la infancia y adolescente, y se va a mantener, relativamente, estable a lo largo de
la vida.

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DIFICULTADES EDUCATIVAS

A tenor de aportaciones de diferentes autores, se matizan las diferencias existentes entre vínculo afectivo del
apego, definida como un tipo de relación que persiste a las fluctuaciones transitorias de las conductas interacti-
vas, y conductas de apego, conductas (por ejemplo búsqueda de proximidad) que fluctúan en función de los cam-
bios en el contexto social del niño (Ainsworth, en Cantón y Cortés, 2000).
Para Bowlby (1969), decir que un niño está apegado a..., o que tiene apego a alguien, significa que está dis-
puesto a buscar la proximidad y el contacto con una figura concreta y a hacerlo en determinadas situaciones,
sobre todo cuando está asustado, cansado o enfermo. La disposición para tener este tipo de conducta es un atri-
buto del niño, que cambia muy despacio con el tiempo y que no está afectado por la situación del momento. Por
el contrario, la conducta de apego se refiere a cualquiera de las diferentes formas de conducta que un niño suele
poner en marcha para alcanzar y/o mantener la proximidad deseada. En cualquier momento, cualquier manifes-
tación de tal conducta puede estar presente o ausente y la citada presencia o ausencia depende, fundamental-
mente, de las condiciones de ese momento.
La contribución de Ainsworth es fundamental y su aportación a la teoría del apego consiste en haber con-
vertido en identificables y mesurables las diferencias individuales en los comportamientos del apego. Gracias a
una serie de estudios sobre la sensibilidad materna a las señales de los niños y a la creación de un procedimiento
estandarizada de laboratorio conocida como la Strange Situation Procedure, el paradigma de la teoría del apego
se ha vuelto utilizable también en las investigaciones empíricas.
Respecto a la teoría de Bowlby, la de Ainsworth observa una novedad que tiene que ver con las situaciones
generadoras de tensión. En la primera formulación, se dice que el sistema de apego se activa por el miedo desen-
cadenado por indicios de peligros objetivos, en la segunda se formula que no solo en esos se activará sino tam-
bién de los subjetivos, es decir, de toda una serie de estímulos sean de naturaleza exógena o endógena que el
niño sienta que amenazan su sentido de seguridad. Los comportamientos de apego serán sensibles a algunas
variables contextuales (por ejemplo: la familiaridad de la situación) también por el nivel de desarrollo del niño y
por su estado de bienestar físico y emocional.
De acuerdo con Mary Ainsworth, representante e inspiradora de la teoría de la seguridad sobre el desarrollo
de la personalidad, se entiende que haya que partir de que los niños pequeños necesitan desarrollar una depen-
dencia segura con sus padres antes de introducirse en situaciones no familiares. Será esta misma autora junto a
sus colaboradores, los que aporten uno de los conceptos claves para la seguridad, la sensibilidad materna hacia
las señales del niño y que definen como una percepción consistente de los mensajes del bebé, una interpreta-
ción precisa y una respuesta contingente y apropiada (Ainsworth et al. 1978).
La calidad del apego, según se recoge, va a estar directamente relacionada con el tipo de respuestas que pro-
porciona el cuidador principal, de tal manera que, como se ha señalado, la sensibilidad materna y la calidad del
apego serán ingredientes esenciales para que un niño evolucione adecuadamente, sea socialmente competente y
desarrolle un estilo de apego seguro.
Ese lazo afectivo o vinculo que hemos ido definiendo como apego, puede tener un signo positivo o negati-
vo, la existencia de vínculo no debe presuponer la bonanza del mismo. De tal manera que la literatura basada en
investigaciones empíricas, la mayoría de ellas encabezadas por Ainsworth, han llegado a formular una clasifica-
ción diferenciadora. Así, Ainsworth y Witting (1969) distinguen, en base a sus investigaciones, cuatro tipos de
patrones de calidad del apego: de evitación, seguro, ambivalente / resistente / coercitivo y desorganizado / deso-
rientado que pueden presentarse en estado puro, aunque lo más frecuente es que se simultaneen. Más tarde se
conceptualizó (Main y Solomon, 1986,1990) el apego desorganizado/desorientado (D).

LA DESORGANIZACIÓN DEL APEGO


La desorganización del apego está caracterizado por el derrumbe de las estrategias de atención y comporta-
miento durante la SSP (Strange Situation Procedure): el niño muestra conductas contradictorias o incoherentes,
simultáneamente o en una rápida secuencia, cuando su sistema de apego, activado por la separación, guía sus
respuestas hasta el retorno del cuidador principal (caregiver).

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DESORGANIZACIÓN DEL APEGO Y EL TRASTORNO TRAUMÁTICO DEL DESARROLLO (TTD)

A partir de datos recogidos con el Adult Attachment Interview (AAI) ha sido posible demostrar que la desor-
ganización del apego (DA) en el niño correlaciona fuertemente con la presencia de pérdidas o traumas no resuel-
tas en la memoria del caregiver (Main, Hesse, 1990). Y aún más fuerte es la correlación entre la DA en el niño y
los estados mentales del caregiver caracterizados por la hostilidad y la impotencia o bien por la fuerte tendencia
a abdicar de las funciones de cuidado.
Existen dos vías que conducen a los mismos resultados, la DA, pasando una a través del maltrato explícito
del niño o comportamientos violentos intrafamiliares, y otra a través del contagio emocional del miedo impoten-
te, es importante clínicamente porque puede explicar los casos (aunque relativamente raros) en los que una pato-
logía disociativa o un desarrollo similar al clásico desarrollo traumático expresado en el Trastorno Traumático del
Desarrollo no aparecen asociados a evidentes maltratos (Hesse et al. 2003; Hughes, 2006).
El miedo y la hostilidad expresadas (a menudo inconscientemente) por el caregiver activarán en el niño el
sistema de defensa y una emoción de miedo parecida a la que se tendría delante de un depredador. El miedo no
es desorganizante por sí mismo, es más conduce a menudo hacia tres tipos de respuesta bien organizadas:
fuga/ataque (sistema de defensa), búsqueda de acercamiento de protección y confort (sistema de apego), o bien
sumisión (sistema de competencia). El miedo se vuelve desorganizado cuando no encuentra solución en ningu-
na de las respuestas organizadas, por ejemplo, porque una entrando en contacto con la otra se obstaculizan recí-
procamente.
Cada persona desarrolla, desde la primera infancia, un estilo personal de búsqueda de cuidado y confort, en
función de las diferentes respuestas obtenidas por el niño por quien habitualmente lo cuida. La base motivacio-
nal de la desorganización del apego consiste en la activación paradójica o conflictiva de los sistemas de defensa
y de apego.
En la DA, el caregiver representa para el niño de forma simultánea, fuente de peligro y de protección, es por
ello que el miedo del niño no puede encontrar solución ni en el comportamientos de alejamiento ni en el de acer-
camiento y por esta razón el comportamiento se desorganiza. El Modelo Operativo Interno Desorganizado está
intrínsecamente disociado (compartimentalizado) respecto a sus contenidos representativos:
De sí mismo (representado al mismo tiempo como necesitado de cuidado, receptor de cuidado y amenaza-
do) y Del otro (representado simultáneamente como dispuesto a ofrecer cuidados, incapaz de ofrecer cuidado,
violento, asustado e impotente)
La situación relacional que conduce a la DA puede ser considerada como un trauma relacional precoz (Shore
2003, 2009). Como en los traumas, en la DA el funcionamiento motivacional de base conjuga de forma conflic-
tiva motivaciones de defensa y de apego. La disociación o desintegración de las funciones mentales que típica-
mente acompañan las respuestas patológicas a los traumas está presente también en la DA, tanto en la dimen-
sión de la compartimentalización como en la de la alienación (detachment).
Observaciones teórico-clínicas (Liotti, 2004) y una importante investigación longitudinal (Ogawa et al. 1997)
sostienen esta hipótesis, induciendo a considerar la DA en los primeros dos años de vida como un factor de ries-
go, activo en todo el arco vital, para el desarrollo de patologías relacionadas con trauma y disociación.
Siguiendo la recopilación de Cantón y Cortés (2000) el apego tipo D (desorganizado), se ha relacionado con
la reacción al estrés y diferentes formas de maltrato infantil, físico o emocional, dentro del sistema familiar. Estos
menores parecen tener menos capacidad para afrontar el estrés de la separación al carecer de una estrategia con-
sistente que les permita afrontar las emociones negativas.
Las conductas características por parte de las figuras de apego en este patrón son en primer lugar, conduc-
tas abusivas y rechazo extremo que van a provocar en el niño, lejos de la huida, debido a su gran necesidad de
protección, la preferencia de su proximidad por el miedo que le supondría el hecho de no tener una figura de
apego y el paso a un segundo plano del miedo al maltrato. En segundo lugar, la indiferencia extrema, ausentes
de la relación, que provoca terror en el niño al estar frente a una figura de apego que no responde a ninguna señal.
Es la desorganización del apego, más que la inseguridad, lo que va a permitir predecir el desarrollo poste-
rior de problemas externos de conducta, especialmente de comportamiento agresivo. Problemas de conducta
junto a estrategia desorganizada (tipo D) parece ser que predice la sintomatología disociativa posterior.

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DIFICULTADES EDUCATIVAS

LA ORGANIZACIÓN DEL APEGO DESORGANIZADO


Algunos resultados de investigaciones sugieren que la DA precoz tenga entre sus consecuencias, en el
curso del sucesivo desarrollo de la personalidad, características dificultades en las relaciones interpersonales
(Moss et al. 2006), una deficitaria capacidad para regular las emociones de estrés (Shore, 2003) y un importan-
te obstáculo para el desarrollo o para el ejercicio de la capacidad metacognitiva y de mentalización (Bateman,
Fonagy, 2004), además de la citada tendencia a actuar en traumas sucesivos con la disociación (Liotti,
2004,2007,2011; Ogawa et al. 1997).
Se evidencia una influencia específica de la DA precoz sobre los equilibrios motivacionales e interpersona-
les sucesivos. El desarrollo, alrededor de los tres años de edad, de las estrategias de control (controladoras). La
gran mayoría (al menos el 80%) de los niños que durante el segundo año de vida se valoraban como apegos
desorganizados con la SSP, entre el 3º y el 6º año de edad muestra hacia el caregiver un típico comportamiento
organizado, aunque insólito y a la larga disfuncional. Este comportamiento organizado es llamado “controlante”
porque tiende a mantener coercitivamente la atención del caregiver a través de estrategias punitivas (de crítica, de
amenazas competitivas y de oposición) o bien “cuidador” (apego invertido).
En la estrategia controlante punitiva, ya en el curso del 3er año de vida, niños cuyo apego precoz había sido
valorado como desorganizado en el primer y segundo año, tratan de organizar los comportamientos relacionales
con el caregiver mediante actitudes hostiles, coercitivamente dominantes o sutilmente humillantes. El niño puede
desarrollar estrategias controlantes punitivas por el efecto de influencias relacionales diversas, pero todas referi-
bles a la activación del sistema de competición (dominación-sumisión) en contextos donde hubiera sido más
oportuno la regulación de la conducta por parte del sistema de apego en el niño, y del sistema de cuidado en el
caregiver. La habitual expresión de agresividad dominante en el niño que desarrolla una estrategia controlante
punitiva podría abrir la puerta de los trastornos externalizantes de la infancia, donde las emociones expresadas
con vehemencia aparecen e incluso podría aparecer el trastorno opositivo del desarrollo (Moos et al. 2004).
En la estrategia controlante de cuidado, el niño muestra conductas abiertamente consoladoras y protectoras
en el trato del progenitor vulnerable y claramente sufridor por traumas o pérdidas no resueltas. Puede suceder
incluso que un niño abusado consuele al progenitor que le pide perdón después de haberlo maltratado. Se pro-
duce así, una indebida e paradójica inversión de los roles del apego: el sistema de cuidado se activa en el niño
(en vez del de apego) durante las interacciones con el progenitor, quien activa el de apego. Es fácil imaginar como
las actitudes consoladoras dirigidas al caregiver del niño controlante-cuidador pueden ser particularmente apre-
ciadas y reforzadas no solo en el contexto familiar, sino también por personas diferentes (amigos, maestros…),
conmovidos al observar tanta afectuosa delicadeza de sentimientos en un niño así pequeño. Además, los niños
con estrategias controladoras-cuidadoras aparecen a menudo particularmente obedientes y responsables y no
infrecuentemente tienen buenos resultados académicos. El sentido de responsabilidad y la obediencia sumisa de
los niños con estrategias controladoras-cuidadoras se explica por la activación del sistema de competitividad
(junto al de cuidado) en la relación con el caregiver. Las estrategias controladoras-cuidadoras podrían estar en el
origen de los trastornos internalizantes del niño (Moss et al. 2004). En los trastornos internalizantes, ansia,
depresión y sentido hipertrófico de responsabilidad, se manifiestan a menudo en la forma de una general inhibi-
ción vital o de enfermedades psicosomáticas, más raramente con evidentes síntomas de ansiedad y depresión.
Tratornos del Eje I y trastornos de personalidad del adulto caracterizados por una particular tendencia a la escru-
pulosidad, rigidez y ansiedad social podrían encontrar a veces origen en esta particular forma de desarrollo, que
es legítimo llamar traumático si se considera la DA un trauma relacional precoz (Liotti,2011).

TRASTORNO TRAUMÁTICO DEL DESARROLLO


La DA en los primeros dos años de vida, puede ser considerado tanto un factor de riesgo de respuestas pato-
lógicas a traumas siguientes, como un trauma relacional precoz que aparece como el primero de los traumas acu-
mulativos capaces de conducir al desarrollo del Trastorno Traumático del Desarrollo.
Es importante tener claro los conceptos relativos a trauma psicológico, evento traumático y desarrollo trau-
mático, así pues diremos que:

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DESORGANIZACIÓN DEL APEGO Y EL TRASTORNO TRAUMÁTICO DEL DESARROLLO (TTD)

el trauma psicológico aunque tenga un carácter de objetiva gravedad está siempre definido en relación a la
capacidad del sujeto para soportar las consecuencias. Podríamos definir trauma psicológico como un evento
emotivamente no sostenible por quien lo padece.
el evento traumático está referido a un suceso estresante, del que el sujeto no se puede sustraer y que supe-
ra la capacidad de resistencia del individuo (van der Kolk, 1996).
La expresión desarrollo traumático se refiere en cambio a condiciones estables de amenaza abrumadora del
que no es posible evadirse, repitiéndose con efectos acumulativos, por un largo periodo del desarrollo personal.
El desarrollo traumático es el ejemplo más frecuente e importante del trauma complejo.
Los resultados patológicos de traumas repetidos y acumulativos en la infancia, esto es, los posibles resul-
tados psicopatológicos de una historia de desarrollo que se verifica en contextos en los que los eventos traumá-
ticos tienden a ocurrir recibirán el nombre para algunos autores, de “Desarrollo Traumático” (trauma relacional
precoz) y se enmarca en las investigaciones sobre la desorganización del apego.
No obstante conviene mencionar las 4 categorías diagnósticas propuestas para identificar el trastorno nucle-
ar que sigue a un desarrollo traumático:
1.- DTS (Developmental trauma disorder, van del Kolk, 2005). Trastorno Traumático del Desarrollo.
2.- DPTSc (complex post-traumatic stress disorder, Herman, 1992) Trastorno Post-Traumático de Estrés
Complejo.
3.- DSENOS (disorder of extreme stress not otherwise specified, Pelcovitz et al. 1997).Trastorno de Estrés
Extremo no Especificado.
4.- DPTP (post-traumatic personality disorder, Classen et al. 2006) Trastorno Post-Traumático de la
Personalidad.
La ausencia de una entidad nosográfica bien delimitada que permita identificar el síndrome del desarrollo
consecuente con relaciones en las que al cuidado se le sobrepone el maltrato y traumas acumulativos hace que
el DSM no incluya consideraciones al respecto. Mientras los clínicos que trabajan con adultos pueden atender
sin una particular urgencia este tema, aquellos que trabajan con menores cuyo desarrollo se da en ambientes
traumáticos necesitarían con urgencia el disponer de instrumentos diagnósticos adecuados. Falta la posibilidad
de recurrir a diagnósticos de trastornos de personalidad en la edad evolutiva. Por este motivo los psiquiatras y
psicólogos clínicos del Child Traumatic Stress Network (CTSN) estadounidense (una red de profesionales y cen-
tros de asistencia del trauma infantil) han retomado, con algunas modificaciones, los criterios diagnósticos del
PDTSc atribuyéndole el nombre de Trastorno Traumático del Desarrollo (DTS van der Kolk, 2005) y generando
los criterios diagnósticos que se expresan seguidamente.

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DIFICULTADES EDUCATIVAS

CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DEL TRASTORNO TRAUMÁTICO DEL


DESARROLLO (van der Kolk, 2005)
Grupo A: Exposiciones a violencia interpersonal y grave negligencia del cuidado
Grupo B: Desrregularización emocional y de las funciones fisiológicas
B1 Inhabilidad para modular y tolerar estados emocionales negativos
B2 Trastornos de la regulación de las funciones corporales de base como trastornos del
sueño, de la alimentación, hiperreactividad a los estímulos sensoriales
B3 Estados disociativos, disociaciones somatoformes.
B4 Marcada alexitimia intensa como dificultad para reconocer, describir y comunicar
sensaciones corporales, estados emocionales, deseos y necesidades.
Grupo C: Trastornos comportamentales y cognitivos
C1 Incapacidad para percibir y evitar o defenderse de amenazas o alarma excesiva por
estímulos amenazantes, ambientales o relacionales.
C2 Alteraciones de la capacidad de protegerse y exposiciones a situaciones de riesgo.
C3 Trastornos comportamentales derivados de maniobras autoestimulantes
(masturbación crónica, estereotipias motoras, automutilaciones, abuso de sustancias)
C4 Comportamientos automutilantes reactivos o habituales.
C5 Dificultades para planificarse, iniciar o completar una tarea, concentrarse en una
tarea, organizarse para obtener beneficios.
Grupo D: Trastornos de la percepción del yo y de las relaciones interpersonales
D1 Trastornos de las relaciones de apego (dificultad de separación, temor a la
reunificación)
D2 Sentimientos de aversión hacia sí mismo, sentido de no poder ser ayudado,
convicción de falta de valor, incapacidad, estar equivocado o ser defectuoso.
D3 Sentimiento de desconfianza hacia sí mismo y hacia los otros con actitud hipercrítica
o de rechazo hacia las personas más cercanas.
D4 Comportamientos agresivos (verbales y físicos) también hacia el cuidador.
D5 Comportamientos inapropiados de acercamiento y confianza hacia extraños también
con comportamientos sexuales inapropiados.
D6 Dificultad o incapacidad para regular el contacto empático (participación excesiva o
desvinculación en las situaciones sociales)
Grupo E: Sintomatología del DPTS
Grupo F: Dificultad en el funcionamiento global familiar, social, escolar, comportamiento.

CONCLUSIÓN
Sabemos que ayudar a reparar el daño hecho por sólo unos pocos meses de negligencia, puede tomar
muchos años de arduo trabajo (Perry, 1999), que los niños necesitan experiencias de apego positivas para poder
desarrollar la regulación del afecto (Shore, 2003) y como dice Siegel (2005) esencialmente el cerebro del niño
necesita «sentirse sentido» por quien cuida de él. Los niños no pueden abordar sus traumas, salvo que tengan
un entorno seguro en casa, salvo que tengan el apoyo emocional del cuidador/a.
Pero para generar un plan de tratamiento adecuado y acorde a las necesidades de los menores con este tras-
torno, es imperativa la descripción de criterios diagnósticos. Algunos investigadores ya nos están mostrando el

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DESORGANIZACIÓN DEL APEGO Y EL TRASTORNO TRAUMÁTICO DEL DESARROLLO (TTD)

camino, pero es necesaria una entidad nosológica que señale el camino preciso para desarrollar una adecuada
intervención psicoterapéutica.
Siguiendo a Liotti (2011), y en la línea las tareas principales de la relación terapéutica en el tratamiento del
desarrollo traumático serían:
1.- Constituir una experiencia relacional correctiva sobre MOI (Modelos Operativos Internos) de AD y sobre
las estrategias controlantes: regulación de las dinámicas motivacionales y evitación de la activación del apego
desorganizado. La estrategia utilizada se propone evitar la activación del sistema de apego en la relación tera-
péutica sustituyéndola por el sistema motivacional interpersonal cooperativo (base de la alianza psicoterapéuti-
ca).
2.- Regular y modificar/curar la fobia del apego, la estrategia utilizada se propone curar la fobia del apego,
así pues, corregir el MOI desorganizado en la dirección del apego seguro.
3.- Aumentar las capacidades de autocuidado y de conductas de riesgo.
4.- Promover la regulación de las emociones.
5.- Constituir el diálogo para la comparación de convicciones rígidas y desadaptativas y de las creencias
patógenas.
6.- Crear una base segura para la exploración compartida de las memorias traumáticas.
7.- Premiar el ejercicio de las funciones metacognitivas.

BIBLIOGRAFÍA
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