Anecdota
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Anecdota
CARTA DE INVITACION
Estimado estudiante
Mi casa y mi barrio se llenaban de muchas luces y alegría; y en cada casa había muchas luces
navideñas, de vez en cuando revientan algún cuetillo, se siente el aroma del pavo y los
panetones y champagne están en la mesa esperando a ser consumidos a la medianoche. y el
estado de ánimo cambiaba para bien, todos felices y alegres a recibir este lindo momento.
Pero, como es lógico, no faltaban las anécdotas simpáticas sobre el acontecer de esos días, por
eso hoy me propongo contar una de ellas, que cada vez que las recuerdo, me vuelvo a reír a
carcajadas.
Como era natural, entre un año y otro, al rescatar los muñecos para el Nacimiento, resultaba
que faltaban algunas de ellas u otras ya estaban muy viejas o rotas y había necesidad de
reponerlas.
Comprar estos muñecos, en las ferias navideñas, era todo un rito. Íbamos en familia, pero mi
padre seleccionaba los muñecos, porque, además, sólo él sabía cuánto podíamos gastar en
eso. Que si el espejo con los patos o colocar una lagunita; la cueva de los pastorcitos con el
demonio sentado a la entrada; que si más pastores y borreguitos; en fin, todo lo que se
acostumbra que vaya en el Nacimiento. Hasta a mí se me ocurría poner un Papa Noel a la
entrada del nacimiento, pero era mi papá que hacia las compras yo solo opinaba.
Una tarde, mi tía Guadalupe, hermana de mi padre, llegó a mi casa llevando de la mano a mi
primo, y muy confianzuda le dijo a mi madre: "Concha tu m… ahí te encargo a mi hijo, voy al
Centro a comprar un 'Misterio', porque el mío ya está muy viejito".
Cómo éramos vecinos, a mi madre ningún trabajo le costaba estar pendiente si a mi abuela se
le ofrecía algo, eso era lo usual. Pero se quedó con un cierto dejo de envidia, porque ella no
pudo ir de compras.
Más tarde, regresó mi tía, con los mismos honores y mi primo, llore que llore, y sin ningún
"Misterio", a lo que mi madre interrogó: "¿Pues' qué pasó, Guadalupe, no que ibas por un
'Misterio'?". "Pues' sí, Concha, si ya lo había comprado, pero este niño carajo lo cogió , habrá
jugueteado con el misterio y lo rompió todo. Así que no me quedó más remedio que pagarle al
mocoso lo que costaba y regresarme por donde había venido".
Mi madre se sonrió para sus adentros y a mi primo no dejaba de llorar, porque cada
explicación de mi tía, iba acompañada de una requintada.
Recuerdo también aquella Navidad, en que después de haber cenado en familia, Axel mi
hermano, se fue a festejar con sus amigos y regresó a altas horas de la noche, más alegre de
como se había despedido.
Para entonces, nosotros ya nos habíamos ido a dormir y a esa hora, los regalos ya estaban bien
dispuestos en el Nacimiento para cuando despertáramos.
Sólo que al regresar Axel, en son de broma, les cambió las tarjetas a mis regalos y les puso
otras en las que decía: "Para Axel", que chistoso él, me dio cólera eso.
No podía alegar en mi defensa que me había portado muy bien todo el año, pero tampoco era
para que el Niño Dios se desquitara de esa manera conmigo. Fue tanto mi coraje, que hice una
estupidez y utilicé las cajas de las esferas que estaban debajo del nacimiento, fui y con una vela
les prendí fuego.
Los gritos de mis primas alertaron a mi padre, que rápido apagó el fuego, al tiempo que me
reprimía por esa acción, porque Jazmin ya me había delatado sin misericordia.
Cuando mi padre me interrogó del porqué había hecho eso, yo le respondí: "Porque no me
trajo nada el Niño Dios". "¿Cómo que no le trajo nada?". "Pues' sí, vea las tarjetas", le dije; y
entonces cayó en cuenta que Axel las había cambiado todas, así que me convenció de que
aquellos regalos eran para mí, pues era lo que yo había pedido y que no tenía nada qué
reprocharle al Niño Dios.
Fue de las primeras supuesta o reales injusticias a las que me enfrenté en mi vida y estuve
dispuesto a cobrar con fuego aquella afrenta, pero gracias a Dios no pasó a mayores.
Por lo demás, y en tanto llega Navidad: "Que Dios te guarde en la palma de su mano". Ni más
que decir recibí una requintada por parte de toda mi familia, pero también pedí perdón por
cometer semejante estupidez, que Dios se encargue de lo demás en caso obramos mal.
SEUDONIMO : Anónimo
DNI : 61038350
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