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Diciembre de 1991
DE LA EV ANGELIZACION AL INCANISMO
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LA PINTIJRA MURAL DEL SUR ANDINO
l. Una subvención otorgada por la Fundación Ford, ha permitido realizar en los departamentos
del Cuzco y Puno el proyecto "Pintura Mural del Sur Andino". El trabajo de campo comenzó
en julio de 1989 y ha terminado en julio de 1991. En el presente artículo se utiliza parte
del material recogido en este tiempo y que servirá para la preparación del libro sobre el tema.
Nuestro agradecimiento a la Fundaci&n Ford y de manera especial al Dr. Antonio Muñoz-
Nájar, Director del Programa de Patrimonio Cultural de la Fundación Ford. Nuestro
agradecimiento al Dr. Luis Barreda Morillo por su entusiasmo y constante apoyo. Las
fotografías fueron tomadas por Ruperto Márquez y el video por Gabriela Martínez Escobar.
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Hemos aprendido a "leer" en estas pinturas murales el desarrollo de las
mentalidades populares y de las ideas de nuestros pueblos en el lapso de los
últimos cuatro siglos y medio, constatando que queda mucho aún por decir
sobre estas manifestaciones expresivas de la cultura andina.
El sur andino
El espacio que forma el eje entre el valle del Cuzco y el lago Titicaca,
ha sido escenario de gran interacción social, cultural y económica desde hace
miles de aí'lóS. No es casual que sea en este ambiente donde se han desarrollado
varias de las grandes culturas andinas y por lo menos dos de sus altas civi-
lizaciones, la Tiahuanaco y la Inca.
El angosto valle del Cuzco, además, se halla muy cerca a los valles
orientales que descienden a la Amazonía, en los que se dan los cultivos de
coca, se extraen maderas fmas, se obtiene oro, se recolectan plumas, cera, miel,
otros productos propios de climas cálidos.
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discípulos. El tercero de estos artistas fue el pintor Angelino Medoro, que llegó
a Lima en 1600 después de pintar en Tunja y Quito, para pennanecer en la
capital del virreinato durante 24 ail.os.
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La pintura evangelizadora
Para llevar adelante esta tarea, la corona implanta en América una serie
de políticas que tendrán seria repercusión no sólo en la estructura religiosa de
las civilizaciones americanistas, sino también en sus estructuras políticas y
económicas.
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La encomienda era una prebenda real concedida en retribución por
servicios meritorios a la corona que se otorgó a los primeros conquistadores.
Consistió en la adjudicación, no de tierras, sino de centenares de hombres,
dentro de ciertos límites geográficos, que debían pagar tributo y prestar servicios
personales al encomendero. El sistema, uno de los más polémicos por lo que
significó para la población indígena, se implantó en 1534 perdurando ofi-
cialmente hasta las postrimerías del siglo XVIII.
Luego de esta primera etapa que fue muy corta, serían las órdenes
religiosas las que acometerían esta tarea, consolidándola.
Cada "pueblo de indios" o doctrina, para ser tal, desde el punto de vista
catequizador, tuvo que contar con un templo que era el símbolo de la con-
versión a la nueva fe. Cada uno adquiere características arquitectónicas muy
propias, como tener capillas abiertas, con atrios, posas. Esto respondió a las
nuevas necesidades de la enseftanza de la doctrina, la administración de los
sacramentos, los actos de penitencia pública, las procesiones, la prédica a
grandes multitudes. Es decir la realización del culto al aire libre, ya que los
espacios de los templos no eran suficientemente grandes para albergar a
poblaciones enteras (Gisbert y Mesa, 1985: 126).
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Son muy ricos los ejemplos de pintura mural en los templos, de este
período evangelizador. Partiendo de la ciudad del Cuzco hacia el altiplano,
encontramos manifestación de lo expresado en las iglesias de los poblados de
San Jerónimo, Oropesa, Cay-cay, Ocongate, Andahuaylillas, U reos, Checacupe,
todos ellos en el actual departamento del Cuzco. En Puno están Paucarcolla 2 ,
Acora, Santo Domingo de Chucuito, La Asunción y San Pedro, los dos últimos
en el pueblo de Juli. Son algunos de los templos de este período que abarca
la segunda mitad del siglo XVI hasta el segundo tercio de XVII.
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En 1582 el pueblo de Juli tenía tres iglesias y estaba acabada la principal
que era la de San Pedro y San Pablo; las otras dos estaban comenzadas y eran
la de San Juan y de la parroquia de "Nuestra Sei'iora". La cuarta iglesia, la
de Santa Cruz, parece que fue eregida por orden de Toledo. Su construcción
posiblemente se inició en 1582.
3. El templo de la Asunción fue restaurado por el INC- Departamental Cuzco en 1982, como
parte del Programa de la Puesta en Valor de Monumentos del Plan COPESCO. Esta labor
es la que nos ha permitido registrar los murales que estuvieron ocultos durante décadas
bajo capas de blanqueo. Es por esta razón que en trabajos anteriores sobre la pintura mural,
no se los ha descrito.
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También se encuentra pintura en las pilastras que soportan el arco
triunfal y en el intradós del mismo.
En la parte del fondo de la capilla del Justo Juez que está en el lado del
evangelio, existe un gran conjunto temático de la vida de Jesús concebido
como tríptico. Está formado por tres árboles con seis medallones a manera de
frutas, mostrándose en cada uno la secuencia de la narración.
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barroco se conservan escenas pintadas, mostrando el nacimiento de la Virgen
María y la Virgen de Montserrat
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en las orlas y frisos manieristas italianos que retoman el tema de la diosa Vesta,
que representa la virtud y la pureza, por lo que se le asocia con la Virgen María.
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a temas encerrados por óvalos. En los faldones del techo inclinado y en el
harneruelo plano, se han representado santos evangelios y apóstoles.
En la misma ruta hacia Marcapata, pero más cerca del Cuzco, en las
zonas altas cercanas al macizo nevado de Ausangate, considerado por los
indígenas una deidad tutelar, encontramos otras iglesias representativas del
arte del siglo XVIll, que generalizó el interés por lo propio, en esa tendencia
mural por la presencia de motivos de la flora y la fauna regionales y los paisajes
urbanos oonocidos.
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Las representaciones de grandes medallones en el harneruelo y los
faldones, que tienen rostros de santos enmarcados con un tratamiento que
simula marcos de madera, también nos remite a la pequeña capilla de la Virgen
de la Concepción.
El mensaje es claro, facilmente leído por las monjas que conocen las
enseñanzas de la Iglesia, y saben que el camino al cielo es el difícil. Las
pinturas reforzarán su fe y convicciones, sirviéndoles para la meditación.
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Los murales que tienen un indudable sentido profano y hasta contesta-
tario, son los que se hallan en la iglesia de Huaro, ya referida. El edificio data
del siglo XVII, pero las pinturas son de fmes del XVIII e inicios del XIX. Este
templo cuenta con grandes murales de temas místicos, que cubren literalmente
las paredes y techo de la nave. Lo que remarcamos en esta oportunidad son
las pequeñas escenas pintadas en diferentes lugares del templo, pero preferen-
temente las que están en el coro.
4. En el libro en preparación La pintura mural t:kl sur andino, tratamos con mayor amplitud
la personalidad de Tadeo Escalante.
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En la parte inferior de las escenas religiosas, dentro de franjas horizon-
tales, se hallan pintadas otras escenas, de tipo costumbrista y profano, como
paseos campestres, bailes similares a la actual marinera, zapateos de huaynos,
ladrones de ganado, arrieros, danzas costumbristas, e incluso hay las que
muestran movimientos de soldados y tropas irregulares de patriotas armados
en son de combate.
5. Son vasos de madera con decoración pintada. Se los hizo de esta forma hasta el siglo XVIII,
awtque en la actualidad se siguen utilizando recipientes de este tipo, en las ceremonias
propiciatorias de los agricultores y pastores de la sierra sur.
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de la vida incaica, incluyéndose mitos y ceremonias de origen pre-invasión
(Flores 1990).
Detalles como las vestimentas de los incas, los enanos jorobados que
sostienen las achiwa o quitasoles, muestran gran conocimiento de la iconografía
con que se presenta a estos soberanos. Posiblemente se inspiró en los qeros
y otras ilustraciones de incas que existían en la época, como los lienzos de
nobles incas que se exhiben hoy día en el Museo e Instituto Arqueológico de
la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cuzco.
En este mismo hotel en 1958 Teófilo Allaín, pinta un gran mural, que
es la alegoría del imperio inca. Con gran libertad usa indistintamente ele-
mentos de diferentes culturas prehispánicas, que se hallan muy lejanas en el
tiempo y el espacio de la inca, como la figura central de la Portada del Sol
de Tiahuanaco para representar al sol de los incas y la orfebrería y cerámica
moche por la inca. Lo importante es que sigue la tradición muralista del sur
andino de pintar incas o lo que se supone es incaico (Kuon 1989).
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representados sobre pedestales, entre columnas de las que cuelgan rojos
cortinajes. Sin duda eran parte de la intención de cubrir paredes de ambientes
dedicados a la meditación, actividad que tiene antecedentes en la estructura
y pinturas del molino "De los Incas" y también en el de "La Creación".
Hay otras pinturas que testifican los cambios tecnológicos que se estaban
produciendo, como los muy deteriorados que se hallan en la casa de la plaza
de Urcos, que muestran un ferrocarril, barcos a vapor y líneas de telégrafo.
En este grupo sin lugar a dudas el ejemplo más notable es el del caserío
de la hacienda Accomocco ubicado en la periferia de la ciudad del Cuzco, tal
vez la última casa-hacienda de este tipo que sobrevive a la picota del"progreso".
En una galería se ha pintado el mural de varios metros de largo, que denomina-
mos "La Modernización del Cuzco".
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Figuran los principales cerros que rodean la ciudad, como el de Picchu,
Rodadero, Pachatusan. Entre ellos el artista ha pintado los caseríos de las
haciendas Picchu, La Calera, Chocopata y del mismo Accomocco. Se reco-
nocen los templos de Santa Ana, San Cristóbal y La Recoleta. También está
el acueducto colonial de Sapantiana. En medio, como elementos de la mo-
dernidad, se ven el ferrocarril de Cuzco a Puno; el que va a Quillabamba; con
líneas telegráfiCas paralelas a los rieles; hay también automóviles y otros
vehículos que recorren polvorientos caminos, una estación meteorológica y un
avión. Aliado de estos elementos de progreso, caminan campesinos arreando
sus llamas, trabajando con yuntas de bueyes sus chacras y cuidando rebai'ios
de ovejas.
De este momento son las pinturas del balcón de la casa del Parque Pino
de la ciudad de Puno, una de las pocas de este tipo que hemos hallado. Son
escenas patrióticas, que responden al clima que se vivía las primeras décadás
de este siglo cuando se iba a realizar el plebiscito de Tacna y Arica. Se han
pintado el Morro de Arica, coronado por una bandera peruana; el ferrocarril
Tacna-Arica; el monitor Huáscar, reflejándose el sentir patriótico de la época,
probándose una vez más que la pintura mural es un vehículo que refleja los
anhelos y aspiraciones de los pueblos
Este caso ilustra un proceso propio del presente siglo, cuando las pinturas
murales son reemplazadas con empapelados, como parte de la decoración de
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las casas urbanas y los caseríos rurales del sur del país, a raíz de la fuerte
influencia de lo europeo en los modos de vida de la élite cuzquefta, que es
luego copiado por otros grupos sociales. Esta moda posiblemente duró hasta
los años 30. Sin duda fue parte de la modernidad de aquel momento.
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En Puno la pintura mUI'Ill indigenista de los primeros decenios de este
siglo no es muy numerosa. Ha sido destruída por la idea de progreso. Así
ocurrió en la década de los sesenta cuando el hermoso mural que ornamen-
taba el interior del mercado central fue derribado con el edificio, para dar paso
a una nueva construcción. El mural se atribuye al pintor argentino José
Malanca La escena mostraba el antiguo muelle, con pescadores, indígenas de
la península de Capachica y de las islas, trocando sus productos. Los murales
indigenistas contemporáneos.se hallan también en colegios y otros edificios
públicos.
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sbón ranacenliata (F1n11 dtl tOlo X.VI), {Fo1o: A\iPtrto MtrqlitZ)
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Domo~• de la Iglesia plnladot •n lo pechina ele lA bOveda dt la
IIOI'Itdl tn la ¡glt•la Clt S•n Pedro dt JuU, Puno. Plnlu1a mural
tltcu~tll0bretopor1e dclpi9dra(Siglo XVIII) (Foto: Aupeno Márquez)
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Dibujo copiado de la decoración mural del
coro alto de la iglesia de Huaro. Insólitas
escenas mundanas pintadas en un templo
cristiano (Fines del siglo XVIIl)
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