Trabajo Monográfico: Los Agujeros Negros
Trabajo Monográfico: Los Agujeros Negros
Trabajo Monográfico: Los Agujeros Negros
Monográfico:
Los Agujeros
Negros
Hecho por:
Sebastian Palacios
Miguel Ortiz
Diego Carrascal
Rodrigo Rodríguez
Matías Marquina
Curso: Física
Profesor: Martín Zender
Colegio: Sor Querubina de San Pedro
© 2018
Introducción
Cuando en 1905 Albert Einstein publicó la teoría de la relatividad muy pocos
pudieron visualizar el gran impacto que esta teoría podría tener en la física y en
el entendimiento de los fenómenos estelares. Con la observación de un eclipse
solar en 1919 se corroboró que su teoría tenía grandes bases para poder
entender mejor al universo. Si bien Einstein no recibió por este trabajo el
premio Nóbel de física al menos brindó a los astrónomos la posibilidad de
poder entender los descubrimientos que se realizarían en las décadas
posteriores. Uno de estos descubrimientos fue la existencia de los agujeros
negros.
Los agujeros negros, vistos desde la perspectiva que nos brinda la teoría de la
relatividad y de las teorías que de ella se derivaron nos muestran una
inquietante visión de un universo que día a día nos sorprende más, con
estrellas evolucionando, planetas que podrían albergar vida y un misterioso
comportamiento en el interior de los agujeros negros en donde las cosas no
pueden ser explicadas con los conocimientos que poseemos, pues dentro de
un agujero negro, ni la física ni las matemáticas que conocemos se cumplen.
El sólo hecho de saber que las cosas tal como las conocemos no funcionan
siguiendo nuestra lógica convierte de por sí a los agujeros negros en un
fenómeno más que interesante. ¿Podemos imaginar tener un movimiento cuya
distancia no puede ser medida? ¿O tal vez imaginar un disco compacto con
cinco caras y que pueda ser a la vez bidimensional?
Cosas tan extrañas como las que han sido mencionadas son las que provocan
el interés en los agujeros negros.
¿Qué pasará con los agujeros negros en el
universo?, ¿Cómo se comportan y qué
tamaño tienen?, ¿un agujero negro acabará
con la existencia del universo tal como lo
conocemos? éstas preguntas frecuentes e
inquietantes intentarán ser resueltas en los
vínculos siguientes y tratarán de mostrar de
manera simple lo que se conoce hasta la
actualidad sobre ellos.
Capítulo 2: Historia
Un catedrático de Cambridge, John Michell, escribió en 1783 un artículo para el
Philosophical Transactions of the Royal Society of London en el que señalaba
que una estrella que fuera suficientemente masiva y compacta tendría un
campo gravitatorio tan intenso que la luz no podría escapar: la luz emitida
desde la superficie de la estrella sería arrastrada de vuelta hacia el centro por
la atracción gravitatoria de la estrella, antes que pudiera llegar muy lejos.
Michell sugirió que podría haber un gran número de estrellas de este tipo. A
pesar de que no seriamos capaces de verlas porque su luz no nos alcanzaría,
pero si notaríamos su atracción gravitatoria.
Estos objetos son los que hoy en día llamamos agujeros negros, ya que esto es
precisamente lo que son: huecos negros en el espacio. Por aquel entonces la
teoría de Newton de gravitación y el concepto de velocidad de escape eran
muy conocidos. Michell calculó que un cuerpo con un radio 500 veces el del sol
y la misma densidad tendría, en su superficie, una velocidad de escape igual a
la de la luz y sería invisible.
En 1796, el matemático francés Pierre-Simón Laplace explicó en las dos
primeras ediciones de su libro Exposition du Systeme du Monde la misma idea.
Pero al ganar terreno la idea de que la luz era una onda sin masa, en el siglo
XIX fue descartada en ediciones posteriores.
En 1915, Einstein desarrolló la relatividad general y demostró que la luz era
influenciada por la gravedad. Unos meses después, Karl Schwarzschild
encontró una solución a las ecuaciones de Einstein, donde un cuerpo pesado
absorbería la luz. Se sabe ahora que el radio de Schwarzschild es el radio del
horizonte de sucesos de un agujero negro que no gira, pero esto no era bien
entendido en aquel entonces. El propio Schwarzschild pensó que no era más
que una solución matemática, no física.
Al principio, mucha gente, incluido el propio Israel, argumentó que, puesto que
un agujero negro tenía que ser perfectamente esférico, sólo podría formarse
del colapso de un objeto perfectamente esférico. Cualquier estrella real, que
nunca sería perfectamente esférica, solo podría por lo tanto colapsarse
formando una singularidad desnuda.
Según su Origen
Aquellos que fueron creados temprano en la historia del Universo. Sus masas
pueden ser variadas y ninguno ha sido observado.
En 1971, Stephen Hawkings teorizó que en la densa turbulencia creada por el
fenómeno conocido como Big Bang, se formaron presiones externas las cuales
ayudaron en la formación de los mini agujeros negros. éstos serían tan masivos
como una montaña, pero tan pequeños como un protón; radiarían energía
espontáneamente, y después de miles de millones de años finalizarían con una
violenta explosión.
Estos agujeros negros tendrían una mayor temperatura y emitirían radiación a
un ritmo mucho mayor. Un agujero negro primitivo con una masa inicial de mil
millones de toneladas tendría una vida media aproximadamente igual a la edad
del universo.
Los agujeros negros primitivos con masas iniciales menores que la anterior ya
se habrían evaporado completamente, pero aquellos con masas ligeramente
superiores aún estarían emitien-do radiación en forma de rayos X y rayos
gamma. Los rayos X y los rayos gamma son como las ondas lumi-nosas, pero
con una longitud de onda más corta. Tales agujeros apenas merecen el
apelativo de negros: son realmente blancos incandescentes y emiten energía a
un ritmo de unos diez mil megavatios.
Según la Masa
Se forman cuando una estrella de masa 2,5 mayor que la masa del Sol se
convierte en supernova e implosiona.
Su núcleo se concentra en un volumen muy pequeño que cada vez se va
reduciendo más.
Por otro lado, hay buena evidencia de que los agujeros negros medianos se
forman como despojos de estrellas masivas que colapsan al final de sus vidas.
Si esta estrella invisible supera una masa de unos 1.5 veces la masa de
nuestro sol, tendremos que suponer que se trata de un agujero negro.
Además, si la estrella visible está lo suficientemente cerca, podría ir cediéndole
parte de su masa que caería hacia el agujero negro siendo acelerada a tal
velocidad que alcanzaría una temperatura tan elevada como para emitir rayos
X. Pero esto también sucedería si se tratara de una estrella de neutrones en
vez de un agujero negro.
En aquel momento, aún no había rea-lizado los cálculos para encontrar cuánto
se emitiría realmente. Esperaba descubrir exactamente la radiación que
Zeldovich y Starobinsky habían predicho para los agujeros negros en rotación.
Sin embargo, cuando hizo el cálculo, encontró, para su sorpresa y enfado, que
in-cluso los agujeros negros sin rotación deberían crear partículas a un ritmo
estacionario.
Al principio pensó que esta emisión indicaba que una de las aproximacio-nes
que había usado no era válida. Tenía miedo de que, si Bekenstein se enteraba
de esto, lo usara como un nuevo argumento para apoyar su idea acerca de la
entropía de los agujeros negros, que aún no me gustaba. No obs-tante, cuanto
más pensaba en ello, más me parecía que las aproximaciones deberían de ser
verdaderamente adecuadas. Pero lo que al final me convenció de que la
emisión era real fue que el espectro emitido por un cuerpo caliente. El agujero
negro emitía partículas exactamente al ritmo correcto para impedir que la
segunda ley de la termodinámica sea violada.
Desde entonces los cálculos se han repetido de diversas maneras por otras
personas. Todas ellas confirman que un agujero debería emitir partículas y
radiación como si fuera un cuerpo caliente con una temperatura que sólo
depende de la masa del agujero negro: cuanto mayor sea la masa, tanto menor
será la temperatura.
Se puede crear orden a partir del desorden (por ejemplo, uno puede pintar la
casa), pero esto requiere un consumo de esfuerzo o energía, y por lo tanto
disminuye la cantidad de energía ordenada obtenible.
Sin embargo, si uno tiene un agujero negro, parece existir una manera más
fácil de violar la segunda ley: simplemente lanzando al agujero negro materia
con gran cantidad de entropía, como, por ejemplo, una caja de gas. La entropía
total de la materia fuera del agujero negro disminuirá. Todavía se podría decir,
desde luego, que la entropía total, incluyendo la entropía dentro del agujero
negro, no ha disminuido, pero, dado que no hay for-ma de mirar dentro del
agujero negro, no podemos saber cuánta entropía tiene la materia dentro. Sería
entonces interesante que hubiera alguna característica del agujero negro a
partir de la cual los observadores, fuera de él, pudieran saber su entropía, y
que ésta au-mentará siempre que cayera en el agujero negro materia portadora
de entropía.
Parece, por lo tanto, que el área de un agujero negro no podría asociarse con
su entropía.
En 1972, Stephen W. Hawking escribió un artículo con Brandon Carter y un
colega norteamerica-no, Jim Bardeen, en el que señalaban que, aunque había
muchas semejanzas entre entropía y área del horizonte de sucesos, existía
esta dificultad aparentemente fatal. Stephen admitía que al escribir este artículo
estaba moti-vado, en parte, por su irritación contra Bekenstein, quien, según él
creía, había abusado del descubrimiento del aumento del área del horizonte de
sucesos. Pero al final resultó que él estaba básicamente en lo cierto, aunque
de una manera que él no podía haber esperado.
Cuanto más masivo sea un objeto mayor será su influencia sobre el espacio y
el tiempo, si hablamos de casos límites un objeto masivo distorsionará al
espacio-tiempo de tal manera que las reglas geométricas que conocemos
dejarían de aplicarse.
Esto dio paso al nombre formal de puente Einstein-Rosen a lo cual más tarde el
físico John Wheeler se referiría como "agujero de gusano" (el también acuño
los términos "agujero negro" y "espuma cuántica"). La presentación de Wheeler
en 1955 trata sobre los agujeros de gusano en términos de entidades
topológicas denominadas "geones" e incidentalmente provee el primer
diagrama (ahora muy familiar) de un agujero de gusano como un túnel que
conecta dos aberturas en diferentes regiones del espacio tiempo.
El interés en los agujeros de gusano navegables tomó auge a continuación de
la publicación de un escrito en 1987 de Michael Morris, Kip Thorne, y Uri
Yertsever (MTY) del Instituto de Tecnología en California.
Este artículo surgió por una solicitud a Thorne hecha por Carl Sagan quien
estaba dándole vueltas a la cabeza a la manera de llevar a la heroína de su
novela "Contact" a través de distancias interestelares a velocidades mayores
que las de la luz. Thorne les pasó el problema a sus estudiantes y profesores
Michael Morris y Uri Yertsever, quienes averiguaron de que tal viaje podría ser
posible si un agujero negro pudiese ser mantenido abierto el suficiente tiempo
para que una nave espacial (o cualquier otro objeto) pasase a través de él.
"MTY" concluyeron que para mantener un agujero de gusano requeriría de
materia con una densidad de energía negativa y una presión negativa mayor -
mayor en magnitud que la densidad de la energía.
Por ejemplo, una boca colocada a bordo de una nave espacial podría ser
llevada a una región a muchos años luz de distancia. Debido a que este viaje
inicial sería a través del espacio tiempo normal, tendría que efectuarse a
velocidades inferiores a la de la luz. Pero durante el viaje y después, el
transporte y la comunicación instantáneas a través del agujero de gusano
serían posibles. La nave podría ser avituallada de combustible y provisiones a
través de la boca que llevaría. También, gracias a la relativista dilación-tiempo,
el viaje no tendría porque por qué ser de larga duración, aún medido desde
observadores con base en la Tierra. Por ejemplo, si una nave rápida, llevando
una boca de gusano fuese a viajar a Vega, a 25 años luz de distancia, a
99.995% de la velocidad de la luz (dado un factor de dilación-tiempo de 100),
los relojes a bordo medirían el viaje como si sólo tomase tres meses. Pero el
agujero de gusano alargándose desde la nave a la Tierra uniría directamente el
espacio y el tiempo entre las dos bocas, una la de la nave y la otra dejada atrás
en (o cerca) de la Tierra.
Por lo tanto, medido también por los relojes terrestres, el viaje habría tomado
sólo tres meses, tres meses para establecer un más o menos transporte
instantáneo y enlaces de comunicación entre la Tierra y Vega.
Por supuesto que, el planteamiento del equipo MTY no está exento de sus
dificultades, una de las cuales es que la potencia de las increíblemente
necesarias fuerzas para mantener las bocas del agujero de gusano abiertas
podría destrozar a cualquiera o cualquier cosa que tratase de pasar a través de
ellas. En un esfuerzo por diseñar un ambiente más benigno para los viajeros
que utilizan estos agujeros, Matt Visser de la Universidad de Washington en St.
Louis concibió un arreglo bajo el cual la región de espacio tiempo de una de las
bocas de estos agujeros es plano (y por lo mismo libre de fuerzas) pero
enmarcado por "puntales" de materia exótica que contiene una región de
curvatura muy aguda.
Visto todo esto, nuestra tecnología aún no está lista para llevar a cabo la tarea
de construir un entramado de agujeros de gusano; la pregunta que surge es si
realmente puede existir ya en estos momentos. Una posibilidad es que razas
avanzadas en alguna otra parte de la Galaxia o más allá hayan establecido ya
un emparrillado de agujeros de gusano que podríamos aprender a utilizar. Otra
es que puedan ocurrir en forma natural. David Hochberg y Thomas Kephart de
la Universidad Vandebilt han descubierto que, en los primeros instantes del
Universo, la propia gravedad puede haber dado lugar a regiones de energía
negativa en las cuales pueden haberse formado agujeros de gusano auto
estabilizados. Dichos agujeros, creados durante el Big Bang, pueden estar por
ahí hoy en día, distanciándose en pequeñas o grandes distancias en el
espacio.
Agujeros de Gusano
Los llamados agujeros de gusano, una especie de pasadizo entre dos puntos
distantes o no del espacio-tiempo, fueron descubiertos matemáticamente en
1916 por Ludwing Flamm, unos pocos meses después de que Einstein
formulara su ecuación de campo (relatividad general), como una solución a
dicha ecuación de campo. Posteriormente, en los años cincuenta fueron
investigados intensamente mediante gran variedad de cálculos matemáticos
por John Wheeler y su equipo. Durante muchos años, los cálculos parecían
indicar que se creaban en algún instante de tiempo y rápidamente se
estrangulaban y se cerraban. Pero en 1985, cuando Kip S. Thorne trataba de
resolver un grave problema que tenía Carl Sagan con la heroína de su última
novela, realizó una serie de cálculos que le llevaron a encontrar la solución a la
inestabilidad de un presunto agujero de gusano.
El material exótico es más común de lo que nos podría parecer, de hecho, las
fluctuaciones del vacío que lo envuelven todo están formado por energía
positiva y energía negativa que en circunstancias normales producen una suma
nula. Sin embargo, Robert Wald (colaborador de Wheeler) y Ulvi Yurtsever
demostraron en los ochenta que en el espacio-tiempo curvo (cerca de una gran
masa), en una gran variedad de circunstancias, la curvatura distorsiona las
fluctuaciones del vacío y las hace exóticas (energía negativa).
Viajes en el Tiempo
Un agujero negro es un objeto con tal potencia de campo gravitatorio que nada,
ni siquiera la luz, puede escapar si supera un límite conocido como horizonte
de eventos. La Teoría de la Relatividad General de Einstein dice que los
agujeros negros deberían formarse siempre que la materia se comprima en un
espacio lo bastante pequeño.
Pero los físicos Thibault Damour del Instituto de Altos Estudios Científicos en
Bures-sur-Yvette, Francia, y Sergey Solodukhin de la Universidad Internacional
de Bremen en Alemania dicen ahora que estos objetos podrían ser estructuras
llamadas agujeros de gusano.
Los agujeros de gusano son curvaturas en el tejido del espacio-tiempo que
conectan un lugar con otro. Si te imaginas el Universo como un papel
bidimensional, puedes describir un agujero de gusano como una "garganta"
que conecta nuestra hoja con otra. En este escenario, la otra hoja podría ser un
Universo propio, con sus propias estrellas, galaxias y planetas.
Inmersión Arriesgada
Parece ser que la única forma de zanjar con seguridad el tema de los agujeros
negros astronómicos es hacer una inmersión arriesgada dentro de ellos. Esto
sería una apuesta arriesgada, dado que, si es un agujero negro, el
increíblemente fuerte campo gravitatorio dentro del mismo destrozaría cada
átomo de tu cuerpo. Incluso si resulta ser un agujero de gusano, las fuerzas de
su interior podrían ser letales.
La Radiación Hawking
Otra diferencia que se podría esperar explotar es que al contrario que los
agujeros negros, los agujeros de gusano no tienen horizonte de eventos. Esto
significa que las cosas podrían entrar en un agujero de gusano y salir de él de
nuevo. De hecho, los teóricos dicen que una variedad de agujero negro de
curva sobre él mismo, por lo que no llevaría a otro Universo, sino de vuelta a su
propia entrada.
Descubrimientos Recientes
En 1995 un equipo de investigadores de la UCLA (Universidad de California)
dirigido por Andrea Ghez demostró mediante simulación por ordenadores la
posibilidad de la existencia de agujeros negros súper masivos en el núcleo de
las galaxias, tras estos cálculos mediante el sistema de óptica adaptable se
verificó que algo deformaba los rayos de luz emitidos desde el centro de
nuestra galaxia (la Vía Láctea), tal deformación se debe a un invisible agujero
negro súper masivo que ha sido denominado Sgr.A (Sagittarius A), al mismo se
le supone una masa 4,5 millones de veces mayor que la del Sol. El agujero
negro súper masivo del centro de nuestra galaxia actualmente es poco activo
ya que ha consumido gran parte de la materia bariónica que se encuentra en la
zona de su inmediato campo gravitatorio y emite grandes cantidades de
radiación.
Se considera que son prácticamente las dimensiones mínimas que puede tener
un agujero negro ya que una estrella que colapsara y produjera un fenómeno
de menor masa se transformaría en una estrella de neutrones. Se considera
que pueden existir muchos más agujeros negros de dimensiones semejantes.
Conclusiones
La existencia de los agujeros negros depende de la teoría de Einstein, aunque
las evidencias son muy sólidas; si esa teoría se mostrara incorrecta, debería
reescribirse la cosmología entera.