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Resumen:
Teatro Abierto constituye un hito de la “resistencia cultural” a la última
dictadura en Argentina. El ciclo que comienza en 1981 y se extiende por tres
ediciones más (1982, 1983 y 1985) construye una suerte de puente entre el
periodo dictatorial y el democrático. En este trabajo daremos cuenta de las
condiciones de posibilidad para que un evento de estas características tenga
lugar con gran fuerza en el marco de un régimen autoritario considerando
también sus tensiones internas.
Palabras clave: Transición – Resistencia – Teatro – Tácticas - Dictadura
Abstract:
Teatro Abierto is a landmark of “cultural resistance” to the dictatorship in
Argentina. The cycle that begins in 1981 and extends for three more editions
(1982, 1983 and 1985) builds a sort of bridge between the dictatorial and
democratic period. This paper will give an account of the conditions of
Ramiro Manduca es Profesor de Enseñanza Media y Superior en Historia, graduado de la Facultad de
Filosofía y Letras (UBA). Su campo de estudio está vinculado al teatro y la política en la transición de la
última dictadura militar a la democracia, centrándose en el ciclo-movimiento Teatro Abierto. Desde el año
2013 forma parte del Grupo de Estudios sobre Arte, Cultura y Política en la Argentina reciente dirigido
por la Dr. Ana Longoni. Es parte también del Grupo de Estudios sobre Teatro, Política y Sociedad en
América Latina (Instituto Gino Germani) coordinado por la Dra. Lorena Verzero y la Dra. Lola Proaño
Gómez.
248
Teatro Abierto (1981-1983): un actor social de la transición a la democracia
possibility for an event like this occurs with great force under an authoritarian
regime, also considering their internal tensions.
Keywords: Transition - Resistance – Theater – Tactics - Dictatorship
1.
En el presente trabajo buscaremos pensar la transición argentina enfocándonos en el
análisis del ciclo (devenido en movimiento) Teatro Abierto. Este se origina en 1981 (y se
repite en los años 1982, 1983 y 1985)1, tiene al dramaturgo Osvaldo Dragún como
principal impulsor y es considerado como un hito de la visibilidad y “resistencia” de los
teatristas y el teatro argentino a la dictadura. En él se nuclearon los principales referentes
del denominado “teatro de arte”2, todos ellos actores y directores profesionales, que
podemos definir como continuadores del acervo ideológico del teatro independiente:
Roberto Cossa, Carlos Somigliana, Pacho O’Donnell, Ricardo Monti, Roberto Perinelli,
Griselda Gambaro y Eduardo Pavlovsky completan la lista de dramaturgos destacados
que integraron está primer edición, a los que se suman más de doscientos actores, técnicos
y escenógrafos.3
En este caso pondremos especial énfasis en ver como esta transición que se da en el orden
de lo político-institucional, encuentra una expresión particular en un movimiento
emergente de la sociedad civil. Partiremos entonces de precisar nuestro abordaje teórico
en torno a la transición, para luego dar cuenta brevemente del marco político en el que
tienen lugar los primeros tres ciclos de Teatro Abierto, y finalmente analizar la
intervención política del movimiento.4
Antes de adentrarnos en este análisis, es relevante clarificar en qué sentido entendemos
la “resistencia cultural” a la dictadura. Retomando los aportes hechos por Ana Longoni5,
haremos una recuperación crítica de este concepto, entendiendo que las prácticas
artísticas de resistencia fueron múltiples en muchos casos movilizando aspectos
plenamente subjetivos, subterráneos y sutiles en donde el encuentro festivo de los cuerpos
supo poner en tensión la “rígida norma disciplinaria del régimen”6 constituyendo la
1
En el año 1984, tras el comienzo del régimen democrático, el ciclo no se realiza debido a que varios de
sus referentes plantean la necesidad de hacer un balance de los tres ciclos anteriores y evaluar el sentido
político del movimiento en democracia.
2
Osvaldo Pelletieri (Coord), Historia del Teatro Argentino en Buenos Aires. El Teatro Actual (1976-1998),
Vol. V, Buenos Aires, Ediciones Galerna, 2001.
3
Lorena Verzero, “Entre la clandestinidad y la Ostentación: Estrategias del activismo teatral bajo dictadura
en Argentina”, en Gustavo Remedi (Coord), El teatro fuera de los teatros. Reflexiones críticas desde el
Archipiélago Teatral, Montevideo, CSIC, p. 90, 2014.
4
Trabajaremos con fuentes primarias emitidas por el movimiento Teatro Abierto, tanto registros de
reuniones internas como materiales de difusión. Estas fueron consultadas en el Archivo personal Osvaldo
Dragún del Instituto de Historia de Arte Argentino y Latinoamericano “Luis Ordaz”, Facultad de Filosofía
y Letras, UBA. Este acervo documental fue donado por María Ibarreta, ex esposa del dramaturgo, en el año
2006.
5
Ana Longoni, “Iniciar el debate, a una red de colaboraciones, a otro modo de hacer”, en Afuera. Estudios
de Crítica Cultural, año III, nº 13, 2013.
6
Ibid
2.
La década del ´80 pone en el centro de los estudios sociales (principalmente de la Ciencia
Política) la categoría de transición. Un trabajo fundamental en esta temprana elaboración,
que trazó una serie importante de coordenadas fue el llevado adelante por Guillermo
O´Donnell y Phillippe Schmitter.10 La definición que aportan, y que recuperamos en este
caso, entiende a la transición como:
el intervalo que se extiende entre un régimen político y otro (…) que está delimitada, de
un lado por el comienzo del proceso de disolución del régimen autoritario y del otro, por el
establecimiento de alguna forma de democracia, el retorno a algún tipo de régimen
autoritario o el surgimiento de una alternativa revolucionaria (…) en su transcurso, las
reglas del juego político no están definidos.11
7
Ibid
8
Ibid
9
Ibid
10
Guillermo O´Donnell y Philippe Schmitter, Transiciones desde un gobierno autoritario, Buenos Aires,
Prometeo, 2010.
11
Ibid, p. 15.
trabajo buscaremos situar nuestro objeto de estudio en relación con ambos momentos
entendiendo al primero de ellos (liberalización) como “el proceso de redefinir y ampliar
los derechos”12, es decir, el momento en el que se comienza a dar cierto margen de
expresión colectiva a grupos y sectores con discrepancias respecto a la política del
régimen censurados con anterioridad. Mientras que al segundo (democratización) como
“el proceso en que las normas y procedimientos de la ciudadanía son aplicados a
instituciones políticas antes regidas por otros principios”.13
Partimos de la hipótesis que la emergencia y devenir de Teatro Abierto se da entre estos
dos momentos (liberalización y democratización) los cuales son constitutivos del marco
de posibilidad para que este movimiento tuviera lugar. Desde esta perspectiva
entendemos a Teatro Abierto como un actor social más en el proceso de transición que
desde su campo hizo un aporte al cuestionamiento del régimen. En los siguientes
apartados buscaremos ver, al mismo tiempo, como de alguna forma los cambios de
coyuntura repercutieron en el desarrollo del mismo.
Ahora bien, en el análisis concreto del caso argentino, existen una serie de
interpretaciones que parten del modelo teórico anteriormente descripto, pero establecen
periodizaciones distintas (en algunos casos, no necesariamente contrapuestas).14 A
nuestro entender, las interpretaciones que ven el comienzo de la transición en la coyuntura
post Malvinas no ponderan lo suficiente el accionar desde distintos ámbitos de la sociedad
civil que hacia principios de la década del ´80 dan señales claras que el margen de
maniobra del régimen estaba comenzando a acotarse. Tanto la acción de organismos de
derechos humanos, el “renacer” de los partidos políticos tradicionales cuya clara
expresión es la conformación de la Multipartidaria en Julio de 1981, como la mayor
actividad de los sectores críticos en el campo cultural, aún con todas las limitaciones que
se puedan señalar15, lograron una visibilidad suficiente para constituirse como un escoyo
12
Ibid, p. 29.
13
Ibid, p. 32.
14
Como dos interpretaciones que ejemplifican bien los dos extremos del debate, se pueden señalar, por un
lado, la posición de Ernesto López que identifica el comienzo de la transición con el llamado al diálogo a
los partidos políticos hecho por Rafael Videla en 1980 y el final en la asunción del gobierno democrático
de Raúl Alfonsín en Diciembre de 1983. Por otro, la propuesta de Daniel Mazzei, que pone el énfasis en el
“colapso” de la dictadura tras la finalización de la Guerra de Malvinas y propone como momento cúlmine
la derrota del último levantamiento Carapintada en 1990. En la lectura del autor, esta derrota arroja como
resultado la subordinación de todos los actores políticos y militares a las reglas de la democracia
institucional. Ernesto López, Ni la ceniza ni la gloria. Actores, sistema político y cuestión militar en los
años de Alfonsín, Bernal, Universidad de Quilmes, 1994 y Daniel Mazzei, “Reflexiones sobre la transición
democrática argentina”, en PolHis, N°7, 1° semestre de 2011, p 8-15.
15
En cuanto a las limitaciones de la Multipartidaria como espacio político opositor al régimen ver Ernesto
Lopéz, op.cit.
a sortear por el régimen. Sin dudas, esta acumulación en el plano de lo político (sumado
a los conflictos económicos y a las disputas internas del régimen) fue decisiva para que
el desenlace tras el fracaso de Malvinas no pueda ser otro que el de la democratización.
Teniendo en cuenta lo anterior es que planteamos un abordaje que pueda dar cuenta de
las particularidades del proceso de transición, reconociendo, en el sentido planteado por
Carlos Acuña y Catalina Smulovitz,
una serie de coyunturas estratégicas, que de hecho constituyen pequeñas transiciones con
dinámica propia (…) cuya consecuencia analítica es que el “macro” proceso de la transición
(…) entre el extremo autoritario y el extremo democrático, sólo puede ser explicado en
base al eslabonamiento entre las “micro” transiciones.16
A partir de reconocer cuatro coyunturas específicas del proceso político en las que tienen
lugar acontecimientos significativos para la transición hacia la democracia,
propondremos una periodización específica para el ciclo-movimiento Teatro Abierto, en
la que las concepciones respecto a las formas de intervención política dialogan con los
cambios y las tensiones que se dan en el plano “macro”.
3.
Las cuatro coyunturas estratégicas en las que se enmarca el desarrollo de Teatro Abierto
son las siguientes:
a) Del diálogo propuesto por Videla, en abril de 1980, a la asunción de Viola en marzo
de 1981
Dos factores son los que caracterizan esta primer coyuntura: por un lado la búsqueda de
una apertura “tutelada” que es la esencia del diálogo que propone iniciar Videla y, por
otro, el agotamiento del modelo económico propuesto por Martínez de Hoz.
Hacia abril de 1980, al cumplirse cuatro años del comienzo de su mandato, Videla
declaraba a la prensa: “Hemos comenzado a vivir un tiempo político, cuya manifestación
más cabal es el diálogo entre el gobierno y los distintos sectores del país, con miras a la
instauración, en su momento, de una auténtica democracia republicana y pluralista”.17
16
Carlos Acuña, y Catalina Smulovitz, “Militares en la transición argentina: del gobierno a la subordinación
constitucional”, en Anne PerotinDumon (dir.), Historizar el pasado vivo en América latina, disponible en:
http://etica.uahurtado.cl/historizarlepasadovivo/es_contenido.phg, 2007, p.5
17
Marcos Novaro y Vicente Palermo, La dictadura militar 1976-1983: del golpe de Estado a la
restauración democrática, Buenos Aires, Paidós, 2003, p 323.
Detrás de estas palabras deben reconocerse una serie de hechos, que a partir de 1979
comienzan a ejercer una creciente presión en el desarrollo de los planes militares, siendo
el principal la presentación del informe de la CIDH (Comisión Interamericana de
Derechos Humanos) dependiente de la OEA (Organización de Estados Americanos). En
él se ponían de manifiesto las reiteradas violaciones a los derechos humanos llevadas
adelante por parte del régimen, que lograron tener repercusión a nivel mundial debido al
aval de al menos una fracción importante del gobierno estadounidense durante la
administración Carter. La repercusión interna del informe, por su parte, implicó un
cambio de táctica de los organismos de derechos humanos que si bien aún ocupaban un
espacio marginal en términos de su repercusión social, modificaron sus gestiones ante el
gobierno nacional y ante gobiernos y organismos extranjeros, para pasar a un plano de
oposición explícita al régimen hacia 1980.
En cuanto a lo económico, el “equipo” de la dictadura conducido por José Alfredo
Martínez de Hoz se proponía la modernización de la economía argentina mediante una
creciente reducción arancelaria, apertura de las importaciones y fortalecimiento del sector
financiero. La famosa “tablita”, llevó a una de las crisis más profundas en la historia de
nuestro país debido a que un cúmulo de variables, que eran condición para su existencia,
eclosionaron a principios de los años ´80: por un lado, aspectos internos como la
imposibilidad de lograr el atraso en las pautas cambiarias, y el constante aumento del
gasto público subsidiario del sector privado y, por el otro, la suba de la tasa de interés a
nivel internacional. En su retirada, Martínez de Hoz mantuvo el cronograma de
devaluación pautada y aceleró la reducción arancelaria, que repercutió en aumento de la
deuda privada y una refinanciación de la misma, dejando planteado un escenario de
enormes complicaciones al sucesor en el gabinete de Viola, Lorenzo Sigaut.
Tal como profundizaremos en el apartado tres, es en este momento y bajo este clima, que
comienza a organizarse entre algunos autores teatrales una propuesta de agrupamiento e
intervención que derivará luego en Teatro Abierto.
18
Ibid, p.343.
19
Ibid, p.360.
20
Ibid, p.363.
21
AAVV, Documentos de la Multipartidaria, El Cid Editor, 1982. p. 17.
22
Marcos Novaro y Vicente Palermo, op. Cit., p.325.
23
AAVV, op. Cit., p 161.
24
Ibid, p.164.
25
Paula Canelo, El Proceso en si laberinto: la interna militar de Videla a Bignone, Buenos Aires, Prometeo,
2008, p.115.
26
Marcos Novaro y Vicente Palermo, op. Cit., p.439.
27
Paula Canelo, op. Cit.
El flamante presidente tomó nota de la compleja situación y desde los primeros días buscó
encauzar tanto los conflictos palaciegos, como los externos vinculados a los acuerdos para
la transición con los dirigentes políticos. Respecto a esto último, un objetivo central que
perseguían todos los componentes del régimen era poder cerrar al costo que sea los
aspectos vinculados a los desaparecidos. Para lograrlo, entendían que era necesario echar
mano a todos los reclamos institucionales levantados por la Multipartidaria y por eso
mismo, a pocos días de haber asumido, Bignone hizo públicos los lineamientos centrales
del proyecto de Estatuto de los Partidos Políticos, que preveía la normalización de los
mismos en un plazo máximo de trece meses a partir de la sanción de la ley.
El Estatuto fue aprobado el 26 de agosto, al tiempo que Bignone declaraba la “firme e
irrevocable decisión de las Fuerzas Armadas de institucionalizar constitucionalmente al
país”.28 A principios de septiembre, también avanzaba en el plano interno ya que tras la
“autodepuración” de la Fuerza Aérea y de la Armada del núcleo Malvinas, la Junta Militar
volvía a conformarse. El objetivo central era llegar a los acuerdos necesarios para una
nómina de “culpables” e “inocentes” de los crímenes llevados adelantes por el régimen,
condición indispensable para la transición debido a las exigencias cada vez más grandes
de la sociedad civil. Sin embargo estos planes no pudieron desarrollarse en los tiempos
que los militares buscaban ya que entre los meses de septiembre y octubre tuvo lugar el
llamado “Show del Horror”.29 Esta definición hace referencia a la cobertura que los
medios hicieron del revelamiento de tumbas colectivas clandestinas en distintos lugares
del país (Grand Burg, Chacarita, Córdoba y Mar del Plata) halladas gracias al accionar de
los organismos de Derechos Humanos. El impacto que tuvieron estos hechos derivó en
una revitalización del movimiento de Derechos Humanos expresado en la Marcha por la
Vida del 5 de octubre de ese año cuyo alcance fue de carácter nacional, de la misma forma
que la masividad alcanzada por la Marcha de la Resistencia convocada en diciembre y las
sucesivas iniciativas que se tuvieron a lo largo de 1983.
Ante esta situación, hubo un repliegue interno del régimen y una salida prepotente que
terminó siendo contraproducente para los objetivos castrenses. Tres documentos, entre
noviembre de 1982 y noviembre de 1983 buscaron marcar los costos que estaban
dispuestos a pagar. El primero de ellos fue las “Pautas para la Concertación Económica,
28
Ibid
29
Para profundizar al respecto ver Clausia Feld, “La prensa de la transición ante el problema de los
desaparecidos: el discurso del “show del horror”, en Claudia Feld y Marina Franco (editoras), Democracia
Hora Cero; Actores, políticas y debates en los inicios de la posdictadura, Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica, 2015.
Política y Social”, que tenía como objetivo abrir explícitamente la negociación para la
transición, conjugando aspectos que cumplían un rol de prenda de cambio debido a que
eran del interés de los partidos políticos (como por el ejemplo poner en discusión el
Estado de Sitio hasta la asunción del Presidente Constitucional o el establecimiento de un
cronograma electoral) mientras otros tenían un carácter innegociable ya que eran las
apuestas fuertes del régimen (investigación de ilícitos y sobre todo la política de
desapariciones forzosas). En abril de 1983, se da a conocer el segundo, titulado
“Documento Final sobre la Guerra contra la subversión y el terrorismo”, siendo
básicamente dos los objetivos perseguidos por la Junta: legitimar la guerra contra la
subversión, calificando su accionar como necesario para la “defensa de la comunidad” y
dejar en claro que el accionar de las Fuerzas Armadas fue producto del pedido de
intervención del gobierno constitucional encabezado por María Estela Martínez de Perón.
Finalmente en septiembre, una vez oficializadas las listas para las elecciones
presidenciales, la Junta promulgó la “Ley de Pacificación” o de Autoamnistía, quizás el
más aberrante de los tres documentos, donde establecían la prohibición de citar a declarar
a cualquiera de los sospechosos de involucramiento en acciones tendientes a “prevenir”
actividades terroristas o subversivas, dejando así libres de culpa a los involucrados en
cualquier escala.
Ahora bien, a cada uno de estos movimientos le correspondió algún tipo de respuesta (no
siempre a la altura de las circunstancias) por parte de la Multipartidaria. Es necesario
señalar que pese al escenario de la derrota pos Malvinas, el gobierno militar había
marcado los ritmos políticos, al menos hasta el “Show del Horror”. Esto se explica, en
buena parte, por los bajos grados de acuerdo al interior del espacio político, limitados a
la recuperación de la representatividad de los partidos políticos y la definición de un
calendario electoral.30 Ante la irrupción en la opinión pública de muestras claras que
dejaban al descubierto el accionar terrorista del Estado, y la presentación de las
“Propuestas para la Concertación”, la Multipartidaria convocó a una movilización el 16
de diciembre (la “Marcha por la Democracia”), tomando una posición explícitamente
opositora. Esta fue duramente reprimida y dejó como saldo un manifestante muerto. Tras
estos hechos, el espacio se pronunció por primera vez acerca de la necesidad de que se
arribe a “una franca solución”31 respecto a los desparecidos planteando como propuesta
establecer distintos grados de responsabilidad que desliguen de la misma a las
30
Marcos Novaro y Vicente Palermo, op. Cit.
31
Ibid, p.502.
instituciones como tales. Esa propuesta, que aparecía esbozada por entonces, será la
política central en materia de derechos humanos en el período alfonsinista.
Tanto al interior del gobierno como de la Multipartidaria las internas se agudizaban
debido a la cada vez mayor exposición de los crímenes cometidos durante todo el Proceso.
Esto generaba que los sectores “duros” del Ejército vieran cada vez menos promisorio
pactar con los partidos políticos y que estos no pudieran acordar una táctica común. Los
debates tras la presentación del “Documento Final” estaban tensionados entre amenazar
con alguna solución por la vía judicial o simplemente pedir respuestas tendientes a “cerrar
las heridas”.32 Estos debates no fueron resueltos de manera inmediata, sino que
constituyeron el centro de la contienda presidencial. Si con el “Documento Final” no se
logró tener una respuesta homogénea, la “Ley de Autoamnistía” resultó ser un
cohesionador en cuanto al repudio a la dictadura de la sociedad civil, la opinión pública
y los partidos.
A tono con la coyuntura, el ciclo ´83 de Teatro Abierto también intervino las calles de la
Capital Federal en defensa del teatro popular y contra la censura. Tal como ocurrirá con
la Multipartidaria, este año será también un momento bisagra para el movimiento ya que
finalizada la dictadura las diferencias se agudizaron y los objetivos para intervenir en el
marco de un régimen democrático generaron intensos debates e incluso rupturas.33
4.
Partiendo entonces de los cuatro momentos antes desarrollados, podemos identificar
ciertos diálogos entre los sucesos políticos y Teatro Abierto. De manera algo esquemática,
proponemos la siguiente periodización:
a) Planificación y organización del ciclo (desde noviembre de 1980 hasta julio de 1981)
Dos motivos principales son esgrimidos como factores desencadenantes para la puesta en
marcha del ciclo hacia finales de 1980. Por un lado, las declaraciones del entonces
director del Teatro San Martín, Kive Staiff, quien en la presentación de la programación
de dicho teatro afirmaba que la ausencia de autores argentinos contemporáneos se debía
32
Paula Canelo, op. Cit.
33
Abordar estas discusiones excede los objetivos de este trabajo pero son tenidas en cuenta para próximas
investigaciones. Quién ha comenzado a desarrollar parte de ellas es Irene Villagra, El devenir de Teatro
Abierto. Estudio Crítico de fuentes. Historización 1984, 1985 y 1986, Buenos Aires, El Zócalo, 2016.
34
Lorena Verzero, op. Cit. p. 90.
35
Adys De la Rosa y Juan Jóse Santillán, La Huella inquieta de Osvaldo Dragún: testimonios, cartas, obras
inéditas, Buenos Aires, Inteatro. 2014.
36
Finalmente las obras fueron 20 ya que la escrita por Oscar Viale no se realizó por problemas técnicos y
su lugar fue ocupado por “Espacio Abierto”, momento del ciclo en el que eran convocados distintos artistas
en cada ocasión, que intervenían desde una lectura, una interpretación o una improvisación.
37
Irene Villagra, Teatro Abierto 1981: Dictadura y resistencia cultural. Estudio Crítico de Fuentes
Primarias y Secundarias, La Plata, Al margen, 2013.
38
Ibid, p. 218.
cercano al Partido Comunista, hasta Luis Brandoni, ya ligado a la Unión Cívica Radical,
conformando una suerte de frente único contra la dictadura.
Respecto al financiamiento, dado que las entradas y abonos se vendieron a un valor ínfimo
(equivalente a una entrada de cine en ese momento) se recurrió a distintas fuentes
posibles. El primero de los organismos a los que se acudió fue la Asociación Argentina
de Actores y posteriormente, a Argentores. En una de las cartas enviadas a esta última
asociación aparecen una serie de elementos importantes que son configuradores del relato
épico que va a caracterizar a Teatro Abierto. En ella se desatacan a los principales autores,
directores y actores involucrados, al tiempo que se pone énfasis en su carácter
representativo, afirmando que si bien “no somos todo el teatro argentino, los nombres
anteriormente citados demuestran que sí una parte importante y activa de él”.39 También
aparecen aspectos relevantes en torno a los motivos políticos, destacándose la necesidad
del “reencuentro de la gente de teatro”, marginada de los ámbitos principales, al tiempo
que aparece la motivación social, “el reencuentro con el público que ha dejado de ir (o
nunca fue) al teatro por el paulatino aumento del costo de las entradas”, una situación que
es definida como una “crisis del teatro y del público en general”.40 Es interesante resaltar
que, tal como lo hizo ese mismo año la Multipartidaria, aparece un aspecto crítico de la
situación económica entre las motivaciones de Teatro Abierto, síntoma también de las
críticas públicas al régimen debido a la inflación, que particularmente durante 1981 creció
de manera acelerada. En la misma carta se destaca que “todos los integrantes de Teatro
Abierto, de común acuerdo han decidido no cobrar” en pos de un evento que a su entender
“movilizará al espectro teatral y cultural de Buenos Aires”.41
Un último aspecto a considerar en esta “etapa de preparación” es un material de difusión
estructurado alrededor de cinco preguntas, cuyas respuestas apuntan a darle un carácter
singular y extraordinario al acontecimiento.42 Se define entonces que Teatro Abierto es
el reencuentro del teatro argentino con el público y “por primera vez en el mundo los
hombres de teatro más representativos de un país se reúnen para la realización de una
muestra conjunta”.43 De manera concreta, se asumen como los actores centrales en el
campo teatral, marginando así a aquellos que por razones diversas, quedaron fuera del
39
Carta a la Junta Directiva de Argentores, 7 de abril de 1981. Archivo personal Osvaldo Dragún, Instituto
de Historia de Arte Argentino y Latinoamericano “Luis Ordaz”.
40
Ibid
41
Ibid
42
“Teatro Abierto (20+20=+ de 150)”, sin fechar. Archivo personal Osvaldo Dragún, Instituto de Historia
de Arte Argentino y Latinoamericano “Luis Ordaz”.
43
Ibid
ciclo. Respecto al “¿por qué?”, la respuesta es “porque creemos que tenemos que darles
a nuestros espectadores la posibilidad de mirarse en un espejo honesto”44, una apelación
a la lógica moral en la que la tradición del teatro independiente (en la que se puede
enmarcar Teatro Abierto) siempre entendió la política. La respuesta al “¿cuántos?” es
una lista extensa de nombres, que cierra con “ Y más. Y más. Y más. Cada vez somos
más”45, desprendiendo dos posibles lecturas que no son excluyentes. Por un lado, la
búsqueda de legitimidad al interior del campo, dando cuenta de la representatividad del
evento y convocando a un público amplio que pueda ser seducido por actores conocidos.
Por otro, un mensaje en términos políticos que justamente diera mayores resguardos ante
posibles represalias del régimen. En cuanto a ¿qué ofrece? se hace hincapié en que las
obras fueron producidas especialmente para el ciclo, es decir tienen un carácter novedoso
y particular. Finalmente, el “¿para qué?” es un llamado a completar el hecho teatral con
la afluencia del público, pero nuevamente aparece una afirmación que pone en un plano
superior al evento, ya que esa convocatoria es a un “hecho que quizás pueda cambiar el
sentido de la Historia del teatro en Argentina”.46
La invitación está hecha con una vocación trascendental, donde lo teatral, lo político y lo
histórico se funden en una sola cosa. Acordando con lo planteado por Villagra, podemos
definir a esta intervención con el sentido de dar “una respuesta política desde el teatro,
en contra de la dictadura”.47 Se enmarca en un momento de liberalización del régimen
dictatorial, donde la contingencia de una serie de factores (informe de la CIDH, crisis de
sucesión del régimen, surgimiento de la Multipartidaria) constituye el marco para que un
sector del campo cultural irrumpa con una propuesta de claros tintes opositores. Ahora
bien, estos mismos protagonistas, desde años previos buscaron tener intervenciones en
los márgenes del circuito, así como también tejieron redes de afinidad que solo lograron
una mayor efectividad y visibilización debido a una dinámica política que los excedía.
b) Teatro Abierto 1981: del Teatro del Picadero al Teatro Tabarís (de agosto a
septiembre de 1981)
El ciclo había sido planificado para comenzar el 13 de julio y durar hasta el 13 de
septiembre, pero finalmente tuvo su inauguración el 28 de julio.48 El horario de las
44
Ibid
45
Ibid
46
Ibid
47
Irene Villagra, El devenir de Teatro Abierto…, op. Cit.
48
Para ver programación completa consultar: Irene Villagra, Teatro Abierto 1981, op. Cit…, pp.327-332.
funciones fue poco habitual para la rutina teatral, de lunes a viernes iniciaba a las 18:30,
los sábados a las 17:15 y los domingos a 16:00 hs. En pocos días los abonos se vendieron
por completo y las funciones se realizaron a sala llena. A tan sólo una semana (el 6 de
Agosto), se produjo el incendió del Teatro del Picadero, hecho que, en la perspectiva de
sus protagonistas, significó que Teatro Abierto pasará de ser un ciclo de teatro a un
movimiento cultural. Este tránsito está marcado por la masividad que logró
posteriormente debido, no sólo al numeroso público que asistió a las funciones sino
también a la adhesión de distintos sectores de la cultura, desde escritores como Jorge Luis
Borges y Ernesto Sábato hasta empresarios teatrales como Alejandro Romay.
Esa misma madrugada, en una reunión realizada en el bar La Academia (Callao y
Corrientes), a pocas cuadras del ex pasaje Rauch, lugar donde se ubicaba el Teatro del
Picadero, los principales referentes decidieron que el ciclo debía seguir pese a la
incertidumbre propia de bajo qué condiciones era posible hacerlo. Se planificó entonces
la asamblea en el Teatro Lasalle para el viernes 7 y en ella más de 17 empresarios teatrales
ofrecieron sus salas comerciales para continuar con el ciclo.49 El teatro elegido fue el
Tabarís del empresario Calos Rottemberg, espacio dedicado al teatro de revista porteño y
ubicado en el corazón de la calle Corrientes (Corrientes 831), cuya capacidad era de 500
personas, 150 más que el Picadero. El cierre de este primer ciclo fue el 21 de septiembre,
y quedó a cargo de Osvaldo Dragún, quien anunció la creación del Fondo del Teatro
Argentino, destinado a la producción de Teatro Abierto 1982, a la edición de obras de
autores argentinos a precios reducidos, a la promoción de publicaciones y espectáculos a
precios muy bajos, y a la reconstrucción del Teatro del Picadero. Finalmente, el cierre del
ciclo se dio con un homenaje a Leónidas Barletta, “el creador del primer Gran teatro
Independiente Argentino: el Teatro del Pueblo”50, dejando en claro la línea histórica que
trazaban los protagonistas del movimiento.
De lo desarrollado en este punto, nos interesa entonces señalar dos aspectos. En primer
lugar, y continuando con lo expuesto en el punto anterior, el hecho de que se congreguen
más de 200 personas en una asamblea en un momento de vigencia del estado de sitio,
abona a pensar esta micro-coyuntura como parte del proceso de liberalización del
régimen. Del mismo modo, y tomando en cuenta la incertidumbre propia de las
49
Los teatros que se ofrecieron fueron: El Nacional, Margarita Xirgu, Del Bajo, Contemporáneo, Gran
Corrientes, Del Centro, Payró, Lasalle, Sala Planeta, Sala Uno, Laboratorio, Taller de Garibaldi,
Bambalinas y Teatro Estudio IFT.
50
Fuente hallada en el Archivo personal Osvaldo Dragún, Instituto de Historia de Arte Argentino y
Latinoamericano “Luis Ordaz”.
51
Roberto Cossa, “Tiempos de silencio. La hermosa locura de Teatro Abierto”, en Diario Página 12,
Buenos Aires, Suplemento Asociación Madres de Plaza de Mayo, 29 de septiembre de 2000, p.1-2.
52
Lorena Verzero, op. Cit. p. 90.
incluso tuvieron lugar en discusiones públicas como la sostenida por Pacho O´Donnell y
Roberto Cossa en las páginas de la revista [email protected]
Antes de ingresar en el análisis de las distintas posiciones, es necesario señalar un factor
que se dispara ante la lectura de las actas de las distintas reuniones y comunicados
tendientes a organizar el ciclo de 1982: el entusiasmo por doblar la apuesta. A los fines
de nuestro trabajo, este aspecto es fundamental porque aparece en escena el factor
subjetivo respecto a la coyuntura política. Sin duda, el balance de los protagonistas es que
el ciclo de 1981 fue un triunfo ante el régimen, y en todos los proyectos postulados para
el de 1982 aparece la necesidad de ampliar la influencia del movimiento a otras
provincias, de lograr una mayor intervención en la opinión pública, ya no con la cautela
en la que se fue gestando la primer experiencia, sino con el ímpetu de que tal objetivo era
posible de ser alcanzado.
De cara al ciclo ´82 la discusión respecto a la profesionalización fue central, avivada por
el éxito de la convocatoria y por las expectativas ampliamente cumplidas el año anterior.
Mientras algunos integrantes como Brandoni, tuvieron una posición inamovible sostenida
principalmente desde un aspecto de tintes “morales” al respecto de no cobrar, otros como
Omar Grasso plantearon abiertamente el interrogante de “cómo podemos ganar un mango
con nuestros ideales”54, haciendo eco de una realidad material a la que sin duda estaban
expuestos buena parte de los integrantes. Quien logró generar una propuesta de consenso
y dio cuenta nuevamente de su rol político central fue Dragún. En su propuesta para el
ciclo ´82, aparte de explayarse ampliamente sobre aspectos organizativos y estéticos
sobre los que volveremos, planteó claramente:
en Teatro Abierto ´81 nadie cobró porque NO HABÍA NADA PARA COBRAR. LA
REALIDAD dictó las reglas. Pero esa realidad no deberíamos convertirla en filosofía.
Quiero decir que si para 1982 cambia la realidad no deberíamos desechar la posibilidad de
una profesionalización o una semiprofesionalización, de acuerdo a las posibilidades de
Teatro Abierto.55
53
En la polémica entre Cossa y O´Donnell, este fue un aspecto entre varios. Para profundizar en ellos ver
Irene Villagra, Estudio crítico de fuentes…op. cit., p.257-261.
54
“Futuro inmediato de Teatro Abierto”, reunión del 30 de agosto de 1981. Archivo personal Osvaldo
Dragún, Instituto de Historia de Arte Argentino y Latinoamericano “Luis Ordaz”.
55
Asamblea del movimiento del día 7 de octubre de 1981 “Proyecto para Teatro Abierto 1982 de Osvaldo
Dragún”. Archivo personal Osvaldo Dragún, Instituto de Historia de Arte Argentino y Latinoamericano
“Luis Ordaz”.
Las condiciones propias en las que se desarrolló el ciclo ´82 y sus balances financieros
nos permiten pensar que de todas formas esta propuesta difícilmente pudo llevarse
adelante.
Respecto a las discusiones acerca del tipo de evento que debía ser Teatro Abierto ´82, las
mismas anotaciones de Dragún arrojan una forma interesante de poder agruparlas. Es
necesario señalar que ninguna de esas propuestas fue adoptada en su totalidad, sino que
se recuperaron elementos diversos. Un primer grupo, que aparece titulado bajo el rótulo
de “Estructura”56, contenía las propuestas de Carlos Somigliana y Jorge Guglielmi
quienes entendían que el ciclo no debía sostener una estructura rígida, como el del ´81.
En palabras de Somigliana se debía “copar varias salas” en horario central, mientras que
para Guglielmi había que generar un esquema rotativo, en el que, se estrenen tres obras
con funciones los días jueves, viernes, sábados y domingos en una sala central. Tras
finalizar esas funciones, esas mismas obras saldrían de gira por distintos barrios y
ciudades. Esta dinámica se repetiría todas las semanas durante 4 meses, siendo en total
48 obras.
Un segundo grupo, con una adhesión importante, optó por mantenerse más cercanos a un
esquema similar al del ´81. La propuesta más desarrollada fue presentada por Roberto
Perinelli57 e implicaba dos momentos. Por un lado, sostener obras cortas, con o sin tema
en común, de los 21 autores que participaron en el primero de los ciclos incluyendo a
otros que por sus antecedentes puedan ser incorporados y debido a la mayor cantidad de
obras extender el ciclo a tres meses o hacerlo durante dos meses en dos teatros. El segundo
de los momentos implicaba que Teatro Abierto asumiera la producción de una o dos
obras, que en las dos décadas previas no hubieran tenido mayor difusión por motivos
diversos (que implícitamente significan motivos políticos) y fueran acorde a los fines del
movimiento.
Finalmente, un tercer grupo que en las fuentes aparece titulado como “Distinto al ciclo
del 81”58, donde se destaca la hecha por Dragún. El autor entendía que era un principio
ideológico no repetir lo hecho el año anterior, dado que eso sería caer en la lógica
56
Fuente: “Estrutura. 1er Grupo” ,sin fechar .Ubicada en: Archivo personal Osvaldo Dragún , Instituto de
Historia de Arte Argentino y Latinoamericano “Luis Ordaz
57
Fuente: “Propuesta de Roberto Perinelli” sin fechar. Ubicada en: Archivo personal Osvaldo Dragún ,
Instituto de Historia de Arte Argentino y Latinoamericano “Luis Ordaz”
58
“Distinto al 81”, sin fechar. Archivo personal Osvaldo Dragún , Instituto de Historia de Arte Argentino
y Latinoamericano “Luis Ordaz
empresarial. Consideraba que el éxito del ´81 fue debido a una movilización de carácter
interno y externo:
Para lograr nuevamente esto, el autor apelaba a que lo único que se debía sostener era el
carácter espectacular que se había dado en la primera experiencia. El hecho de haber
congregado a un número tan grande de personalidades del teatro conjuntamente con la
masividad alcanzada en un contexto dictatorial debía ser resignificado con propuestas
estéticas que siguieran ampliando la convocatoria. Del mismo modo, pareciera estar
presente en la concepción de Dragún la necesidad de no caer en lógicas “reproductivas”
que operaran del mismo modo en que lo hacen las industrias culturales ante un éxito. Este,
al menos desde su lectura, podía ser alcanzado sólo en la medida en que Teatro Abierto
logrará generar ámbitos que rompieran la cotidianidad, convirtiéndose en reales puntos
de encuentro. De esta forma también, el teatro se resignificaría como práctica vital en un
contexto signado por la muerte.
Es así que su propuesta, sin duda la más integral y audaz, sostenía que se debían conjugar
tres iniciativas. La primera era una obra en un espacio no convencional (sugería por
ejemplo la Federación Argentina de Box) que abarcara la historia de Argentina desde
1930 a 1981. Evidentemente, este recorte no era casual sino que tiene un vínculo posible
de inferir con la historia de los golpes de Estado en nuestro país. Este espectáculo tendría
la unidad de una semana y se repetiría durante dos meses. Cada una de las jornadas, que
implicaría la representación de una época, sería abordada por un equipo integrado por 4
ó 5 autores, 3 directores, un músico y un escenógrafo. Un elemento indispensable, y
señalado por Dragún, era que cada jornada tuviera una unidad ideológica.
Simultáneamente, veía la necesidad de ampliar el público y proponía dos ciclos con la
estructura del ´81, realizados en dos barrios distintos con la duración de un mes y que una
vez finalizados rotaran al barrio en el que se realizó el otro. Por último, la conformación
59
Asamblea del movimiento del día 7 de octubre de 1981 “Proyecto para Teatro Abierto 1982 de Osvaldo
Dragún”. Archivo personal Osvaldo Dragún , Instituto de Historia de Arte Argentino y Latinoamericano
“Luis Ordaz”
de 3 grupos con 6 ó 7 actores, con 3 obras en un acto cada uno de gira por el interior del
país. El principal objetivo planteado era impulsar ciclos de Teatro Abierto regionales.
Como queda demostrado, la iniciativa de Dragún era sin duda la más radical, poniendo
incluso en tensión la lógica de producción sostenida por esta corriente heredera del teatro
independiente, fuertemente centrada en la figura del autor como artífice del hecho teatral.
El ciclo ´82, comenzó el 6 de Octubre (más de un mes después de lo planificado) y se
extendió hasta el 30 de Noviembre. Para la elección de las obras se realizó un concurso
abierto de autores argentinos, cuyo jurado estuvo compuesto por directores y actores, y
se solicitó que las obras fueran escritas con seudónimo para no condicionar la elección.
En ella se seleccionaron 34 obras de las 420 presentadas. Se realizó un ciclo experimental
en el que se presentaron 70 proyectos y 15 de ellos fueron incluidos en el cronograma.
La cantidad de actores postulados fue superior a los mil y más de 100 directores. Las
funciones transcurrieron en dos teatros, el Odeón ubicado en el centro de la ciudad
(Esmeralda y Corrientes), en el que transcurrían las funciones de la tarde, y el Margarita
Xirgú, del barrio de San Telmo (Chacabuco 875), en el que eran las presentaciones de
tarde-noche y noche. Se desarrollaron además talleres y seminarios, al tiempo que se editó
la revista Teatro Abierto, dirigida por Ricardo Monti.
Es decir, en términos generales, sostuvo la estructura del ´81, con dos salas y sin acudir a
un espacio no convencional como planteaba Perinelli. Una de estas salas era en el centro
de la ciudad, tal como sugirió Somigliana. Tuvo la espectacularidad pretendida por
Dragún, en el sentido de la cantidad de gente movilizada en el proyecto y a la búsqueda
de un nuevo público con la incorporación de obras “experimentales”. Se editó la revista
y se impulsaron los círculos de amigos de Teatro Abierto, propuestas que si bien fueron
hechas también por Dragún, gozaban de amplio consenso. Pese a esto, promediando el
mes de noviembre las funciones debieron continuar en una sola sala, el Margarita Xirgú,
y extenderse dos semanas más de lo previsto para lograr recuperar algo de lo invertido,
objetivo que no fue posible, quedando un déficit de 3.500 dólares. Una de las causas de
este final parece haber sido la poca convocatoria lograda por el ciclo experimental dados
los horarios poco atractivos que le fueron asignados (a partir de las 23 horas), aspecto que
deja planteado el interrogante de cuánto consenso real hubo al interior del movimiento
para incluir este tipo de teatro. En el mismo sentido, y tal como señala Perla Zayas de
Lima60, durante ese año creció la oferta de teatro de arte argentino, cuestión que pudo
repercutir en una asistencia menor al ciclo, del mismo modo que la ausencia del tema
Malvinas en las obras (debido a la fecha de cierre del concurso) también puede ser
pensado como un aspecto que jugó en contra de la convocatoria.
Por último, es necesario pensar de qué forma las discusiones precedentes se enmarcan en
la coyuntura política específica. Así como lo que primó al interior del movimiento fue
cierta “incertidumbre” acerca de cómo continuar, este aspecto puede ser pensado en
diálogo con un año también signado por un escenario político incierto. Comenzando por
el “autogolpe” con el que asume Leopoldo Fortunato Galtieri a finales de 1981, pasando
por las movilizaciones opositoras de marzo de 1982 y la Plaza de Mayo repleta en apoyo
al desembarco de Malvinas tan sólo una semana después, para llegar finalmente a la crisis
del régimen tras la derrota bélica, queda configurado un escenario con claras señales
transicionales. Sin embargo, lo que caracteriza esta coyuntura es que los canales de
oposición al régimen que en 1981 aún no estaban consolidados (la Multipartidaria, el
movimiento sindical e incluso, el movimiento de derechos humanos) para este momento
sí lograron articular, aún con limitaciones, acciones de mayor ofensiva. Nos animamos a
afirmar, entonces, que el conjunto de esto factores hicieron que la repercusión política de
este ciclo quedará opacada en comparación con lo ocurrido el año anterior.
d) Balance del segundo ciclo y realización del tercero (desde enero de 1983 hasta octubre
de ese mismo año)
Los balances respecto al ciclo ´82 fueron críticos y las características del evento del `83
volvieron a los criterios originales, es decir el trabajo centrado en la dupla director-autor,
sin llamado a concurso de obras y convocatoria acotada de actores y técnicos. Hay un rol
más activo de algunos integrantes, como el caso de Mauricio Kartún, que se integra a la
Comisión Directiva (CD) del movimiento.
Una de las novedades del ciclo fue el planteo de conformar equipos de 4 autores y 4
directores donde 3 en cada uno de los casos sean experimentados y los restantes nuevos
en su labor. Esto implicaría hacer de Teatro Abierto también un espacio de formación. Al
mismo tiempo se estableció que cada grupo trabajara sobre un tema particular y
estableciera la dinámica que le pareciera más apropiada para elaborar la obra. Tal como
60
Perla Zayas de Lima, “Teatro Abierto 1982-1985”, en Osvaldo Pelletieri (Coord), Historia del Teatro
Argentino en Buenos Aires. El Teatro Actual (1976-1998), Vol. V, Buenos Aires, Ediciones Galerna, 2001,
pp 112-123.
nos ha comentado Roberto Perinelli “algunos eligieron escribir a cuatro manos, y otros,
como en mí caso, acordar un tema común sobre el que escribir. Mi grupo eligió los
festejos”.61
Las anotaciones llevadas adelante por Dragún dan cuenta de una politización más
explícita en las discusiones abordadas, ya sea desde intenciones de impulsar reuniones
con partidos políticos, hasta sugerir que el eje central del ciclo fuera Malvinas, e incluso
nombrando explícitamente a los presidentes de las juntas militares en los borradores sobre
el trabajo de las obras que se iban a representar. Del mismo modo, el análisis de las
dramaturgias permite ver de qué manera las referencias a los hechos trágicos de nuestra
historia reciente aparecen de manera más explícita.62
Sin ir más lejos, un eje de las discusiones fue en qué momento del año hacer el ciclo,
teniendo como referencia las elecciones de Octubre. El mismo contexto planteo las tareas
del movimiento tomando un carácter de mayor ofensiva. Por primera vez, se publicitó su
actividad a través de dos consignas: “Por un teatro popular sin censura” y “Ganar la
calle”. En ambas había un desafío explícito a un régimen que estaba en retirada, al tiempo
que se dejaban planteadas tareas y obligaciones para el régimen democrático.
El elemento más novedoso en esta nueva edición fue la participación de murgas porteñas
en las que se encarnaba la recuperación de la calle. Tal como señala Villagra63, estas
constituyeron un atractivo para un público que hasta entonces no había sido interpelado
por Teatro Abierto, fue la posibilidad de ampliar la convocatoria a las barriadas populares,
y no sólo al público de clase media que se acercó a las anteriores ediciones. El comienzo
del ciclo (el día 24 de Septiembre) fue precisamente con un desfile de murgas desde el
Teatro del Picadero hasta el Parque Lezama, ubicado a unas cuadras del teatro sede, el
Margarita Xirgú. De esta manera se lograba el primer objetivo, ocupar las calles y no con
un recorrido cualquiera, sino uniendo el inicio del movimiento con su actualidad. Al
mismo tiempo, esta forma de inaugurar la experiencia del ´83 prefiguraba el clima de
efervescencia democrática que colmó la Plaza de Mayo el 10 de diciembre de ese mismo
año.
61
Entrevista realizada por el autor el 29 de Agosto de 2016.
62
Respecto a este tema he avanzado en un trabajo preliminar: “La política en el teatro, las estrategias
políticas en las dramaturgias de Teatro Abierto (1981-1983)”, presentado en el IX Seminario Internacional
de Políticas de la Memoria, Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, 3 y 5 de Noviembre de 2016,
CABA (Actas en prensa).
63
Irene Villagra, Estudio crítico de fuentes…op. cit, p.387.
5.
Al focalizar la mirada en Teatro Abierto nuestro principal objetivo fue poder ver a través
de un pequeño prisma, el proceso de transición de la última dictadura militar al régimen
democrático. Encontramos entonces una serie de diálogos entre el devenir político general
y la intervención política de un movimiento cultural que se ha ganado el rótulo de
“mítico”.
Su irrupción es en un momento donde el régimen da indicios de liberalización, y algunos
sectores de la sociedad civil comienzan a movilizarse. La enorme afluencia de público a
las funciones del Teatro Tabarís, tras el atentado al Teatro Del Picadero es una muestra
ejemplar de esta primer micro-coyuntura, donde pese a estar vigente el estado de sitio,
una multitud se congrega en un evento con connotaciones políticas. El balance positivo
de esta primera experiencia lleva a doblar la apuesta del movimiento en el año ´82, pero
en este caso la lectura política no es atinada: los grandes esfuerzos destinados quedan
desfasados ante una coyuntura que los supera, marcada por la derrota de Malvinas. El
ciclo planificado para dos salas finaliza de manera repentina en una. Si un año antes, parte
de la efervescencia política era canalizada desde Teatro Abierto, en el ’82 la movilización
política está concentrada en otros espacios (el movimiento de derechos humanos, los
partidos políticos y el movimiento sindical). Hacia el ´83 el final del régimen y el inicio
de la democratización estaban anunciados, es entonces que la intervención política se
hace explícita, el ciclo sale de las paredes del teatro por primera vez, busca ampliar su
base social y plantea demandas tan vigentes en dictadura como en democracia.
Pensar la transición a partir de las respuestas emergentes de la propia sociedad civil y no
sólo desde las disputas palaciegas puede ser un ejercicio válido para seguir profundizando
los estudios sobre nuestro pasado reciente. Seguramente con muchos aspectos para ser
profundizados, este trabajo buscó ser un ejercicio en ese sentido.