A Chaste Maid in Cheapside (Thomas Middleton)

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A CHASTE MAID IN CHEAPSIDE THOMAS MIDDLETON

UNA JOVEN CASTA


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Indice de navegación:
Datos de la edición
Elenco
Acto I
Acto II
Acto III
Acto IV
Acto V

Marcas visuales:

Acotaciones

Apartes

Versos partidos

Texto utilizado para esta edición digital:


Middleton, John. Una joven casta. Traducción inédita de John D. Sanderson, cedida para EMOTHE.
2015.
Marcación digital para Artelope:
 Tronch Pérez, Jesus (Artelope)

Personajes
Sr. Orero, un orfebre
Magdalena, su esposa
Timoteo, su hijo
Mari, su hija
Tutor, de Timoteo
Don Malayerba, pretendiente de Mari
Don Sinsemilla, emparentado con Don Malayerba
Doña Sinsemilla, su esposa
Cornucopia
Sra. de Cornucopia, su esposa, mantenida por Don Malayerba
Dama, puta que acompaña a Don Malayerba
Yerbita, }
Nico, } hijos bastardos de Don Malayerba
Siseñor, criado de Don Malayerba
Polvorín Senior, un caballero en decadencia
Sra. de Polvorín, su esposa
Polvorín Junior, hermano de Polvorín Senior, otro pretendiende de Mari
Susana, criada de los Orero
Dos inspectores
Criados, dos de Cornucopia, uno de un pastelero, cuatro de los Sinsemilla y dos de Don Malayerba
Un mensajero
Un caballero, con una cadena
Mozuela, antigua relación sexual de Polvorín Senior
Su bebé
Una sirvienta, de los Sinsemilla
Comadrona, del bebé de los Cornucopia
Nodriza, del bebé de los Cornucopia
Bebé, de los Cornucopia
Dos hombres, con carne en sus capazos
Dos beatas
Enfermera
Partera
Cinco cotillas
Cotilla 5.ª
Cura
Tres o cuatro remeros, uno se llama Samuel

Acto I

I.i

Entran MAGDALENA y MARI, se ve una tienda.


MAGDALENA
¿Has tocado todas tus viejas canciones con tu espineta virginal?
MARI
Sí.
MAGDALENA
Sí. ¡Sí que eres una sosa! Algo necesitas para quitarte esa inapetencia. ¡No me
llores! ¡Un marido! De no ser por esos cachos de carne que andan por ahí, ¿para
qué serviríamos las esposas? ¿Para hacernos ensaladas sin probar la carne? ¿Para
vender helecho en la calle a voz en grito? ¡Cómo han cambiado los tiempos!
Cuando yo tenía tu edad era tan ligera que tuve platillo y bombo dos años antes
de casarme. ¿Tú estás lista para el lecho de un caballero, con esa frente
perezosa, esos ojos de sosaina y ese espíritu vulgar? Me apuesto la vida a que se
te ha olvidado llevar el compás. ¿Cuándo quedaste con un bailarín por última
vez?
MARI
La semana pasada.
MAGDALENA
¿La semana pasada? Cuanto yo tenía tu edad no se perdía una sola noche
conmigo, dale que te pego. Era un placer aprender, y para él enseñarme, aquel
caballero moreno y guapo, gozaba con mi compañía. Pero tú eres una sosa, no
eres ligera de piernas, bailas como la hija de un fontanero, y de dote te mereces
dos mil libras de plomo, no de oro.
Entra el SEÑOR ORERO
SR. ORERO
¿A qué viene tanto escándalo entre madre e hija?
MAGDALENA
Poca cosa, le enumero a tu hija todas sus faltas.
SR. ORERO
¡Faltas! ¡Te viene tan pequeña esta ciudad, esposa, que te tienes que ir a buscar
palabras a los tribunales! ¡Ya está bien! ¿Ha pasado por aquí un secretario judicial
a empeñar la media corona que le envió su madre, o a timarte con un centavo
bañado en oro, para que tú pongas de moda la palabra por sus faltas o brechas
en sus deberes y obligaciones, como tú dices, dulce esposa? No hay mujer sin
falta, ¡si hasta las telas más puras tienen defectos y agujeros!
MAGDALENA
¡Pero es un marido el que tapa todos los agujeros!
MARI
¿Quién ha venido?
SR. ORERO
Don Malayerba ha venido. Le he recibido en el puente, viene acompañado de una
joven y bella dama que, por su pelo rojo y otras cualidades que saltan a la vista,
supongo que será su distinguida sobrina, con quien nuestro hijo Timoteo,
estudiante de Cambridge, se debe casar. Es un partido propiciado por el propio
Don Malayerba para unirnos a él y a nuestra descendencia para siempre.
MAGDALENA
Hemos de sentirnos halagados. A ver si este fardo se comporta y le besa con
devoción cuando entre. No hay manera de que aprenda a saludar, con una mano
delante y otra detrás, algo en lo que todo caballero se fijaría. Siempre le estoy
diciendo que la agitación de una mujer atrae a un hombre más que cualquier otra
cosa. ¿Has mandado aviso a Timoteo en Cambridge?
SR. ORERO
Le avisé al día siguiente cuando le enviaste la cuchara de plata para que se
tomara el caldo en el reservado con sus compañeros universitarios.
MAGDALENA
Muy oportuno.
Entra MENSAJERO.
SR. ORERO
¿Qué hay?
MENSAJERO
Una carta de un caballero de Cambridge.
SR. ORERO
¡Un recadero de Cambridge! ¡Bienvenido! Ya te dije, Magdalena, que tendríamos
noticias de Timoteo. [Lee carta.]Amantissimis charissimisque ambobus parentibus
patri et matri.
MAGDALENA
¿Qué pasa?
SR. ORERO
Y yo que sé, no me preguntes, se ha hecho muy académico. ¡Este endemoniado
aprendizaje…!
MAGDALENA
Déjame verlo, yo siempre le he comprendido. Amantissimis charissimisque ¡A ver!
Amantes caros… ambobus ¡y bobos! parentibus, paren a… patri. ¡Ah, paguen…!
MENSAJERO
Sí, señora, no se entiende muy bien, yo me he esforzado mucho, vengo sudando.
Dejadme a mí, yo estudié hace cuarenta años. Patri es paguen, y Amantissimis es
a Simi. Mi nombre es Simeón, pero todos me llaman Simi. No se me ha olvidado
lo que aprendí. Un mero asunto económico, creo que debo puntualizar.
SR. ORERO
Eres un viejo zorro, ahí tienes seis chavos.
MENSAJERO
Si os veo en la feria avícola, os prepararé un buen plato de tórtolas.
SR. ORERO
¿Vivís en ese barrio?
MENSAJERO
De toda la vida. Nadie me “barrió” de allí. ¡Adiós, señoría!
Sale Mensajero.
SR. ORERO
¡Qué recadero más alegre!
MAGDALENA
No podía ser de otra manera, si nos trae cartas de Cambridge de nuestro hijo
Timoteo.
SR. ORERO
¿Y esto? [Lee.] Maximus diligo. Buscaré asesoramiento sobre este asunto o no
entenderé nada.
MAGDALENA
Vete a ver a mi sobrino en la escuela de abogados.
SR. ORERO
Allí les da por el francés, no hablan latín
MAGDALENA
Pues que te lo aclare el cura.
Entra un caballero con una cadena.
SR. ORERO
Dirá que no, al latín lo llama papista, y no querrá saber nada. ¿Qué queréis,
caballero?
CABALLERO
Por favor, pesadme esta cadena.
[Sr. Orero la pesa.]
Entran DON MALAYERBA, DAMA y SISEÑOR.
DON MALAYERBA
Moza, te doy la bienvenida al corazón de la capital.
DAMA
¡Que Déu et beneïsca!
DON MALAYERBA
Dame las gracias en cristiano, si quieres.
DAMA
Sí que sé, señor.
DON MALAYERBA
Por ahora vale, moza. ¡Con las veces que me he acostado contigo y no se te ha
pegado nada de mi idioma! ¡Qué raro! Te traigo aquí para convertirte en oro,
moza, y para que tu fortuna brille tanto como tu pandero. En esta orfebrería hay
en oferta una doncella capitalina. ¡Siseñor, ni una palabra!
SISEÑOR
Callado, callado, señor.
DON MALAYERBA
[A Dama.] Aquí has de pasar por virgen pura.
SISEÑOR
¡Virgen pura! Si esta sacó el conejo a pasear hace años.
DON MALAYERBA
Te oigo mascullar, Siseñor.
SISEÑOR
Tengo dientes, señor, no me ha hecho falta mascullar estos cuarenta años.
DON MALAYERBA
¡Como muerde el condenado!
SR. ORERO
¿Cuánto pedís, caballero?
CABALLERO
Cien, señor.
SR. ORERO
Sesenta y cinco es lo máximo que pagaré, o no hay trato. [Sale Caballero.]
¡Vaya, Don Malayerba!
MARI
¡Quiero morirme!
Sale Mari.
MAGDALENA
¡Hija, eres un fardo! Señor, es una chica tímida, a estas jóvenes les da mucha
vergüenza. Además, tenéis una presencia, querido don Malayerba, que intimidaría
a cualquier doncella de la capital. (Entra Mari.)
Un espíritu noble y cortesano como el vuestro estremece a nuestras vírgenes, les
tiemblan las piernas de un simple beso. Pero ved, aquí viene, señor.
DON MALAYERBA
Bella doncella, ya os tengo. Malgastáis vuestro tiempo al apartaros de vuestro
humilde servidor.
SR. ORERO
¡Uf! No digáis esas palabras, buen caballero, que la haréis sonrojarse, son
demasiado elevadas para una chica de la capital. “Honor” y “humilde servidor”
son halagos de palacio. Cualquier palabra vulgar de compromiso nos servirá,
señor. ¿Y esta dama es vuestra estimable sobrina?
DON MALAYERBA
Podéis referiros a ella con ese término, señor, ya que su herencia se estima en
unos diecinueve montes.
SR. ORERO
¡Dios bendito! ¡Nos colmáis de amor y riqueza!
DON MALAYERBA
Y todos tan altos como una catedral.
SISEÑOR
Ya empezamos.
DON MALAYERBA
¿Qué dices, Siseñor?
SISEÑOR
Mucho más altos, señor. No se distingue la cima.
SR. ORERO
¿Cómo? Magdalena, saluda a esta noble doncella, nuestra futura hija si las cosas
salen bien.
Entra POLVORÍN JUNIOR.
POLVORÍN JUNIOR
[Aparte] El caballero llega con una tropa de sirvientes y se trae consigo una vieja
cordera para buscarle un cabrito en la capital. O me doy prisa o pasaré hambre.
La sangre de Mari hierve por mí, de eso estoy seguro. Así que, caballero, ese
botín me aguarda.
[Le susurra a Mari por detrás.]
MARI
¿Señor?
POLVORÍN JUNIOR
No vengas conmigo hasta que puedas hacerlo legalmente. Se me hace un agujero
en el estómago, que bastante alterado está ya. [Le entrega una nota.] Léete la
nota con cuidado, y mantenme libre de toda sospecha, que sólo tu corazón sepa
de mi celo. Léela y envíame tres palabras a tu gusto, que yo estaré a mano para
recibirlas.
SR. ORERO
[A Don Malayerba.] Escuchad, señor, escuchad. Un pobre chico corriente, un
hombre universitario, que la próxima cuaresma será licenciado en arte. Le
llamarán Don Orero entonces por todo Cambridge, y eso es como ser medio
caballero.
MAGDALENA
Acercaos, señor, y saboread la bienvenida de la ciudad.
SR. ORERO
Venid, buen Don Malayerba, con vuestra virtuosa sobrina.
DON MALAYERBA
Es de buena educación aceptar la hospitalidad.
SR. ORERO
Llévales dentro, esposa.
DON MALAYERBA
En vuestra compañía, señor.
SR. ORERO
Os la doy en seguida.
[Salen Don Malayerba, Dama, Magdalena y Siseñor.]
POLVORÍN JUNIOR
[Aparte] ¡Cuánto se ocupa el diablo de la riqueza! Esa pobre alma oprimida bajo
el cruel ojo de su madre que se embelesa con don Malayerba. Sería divertido
encargarle al padre el anillo de boda. Me pongo a ello. Antes de que un extraño
gane la partida, es más honesto por mi parte que se beneficie mi futuro suegro.
SR. ORERO
Temo que esta muchacha tan malhumorada se enamore de otro y lo eche todo a
perder. No se la puede perder de vista. Nunca se tiene el suficiente cuidado con
los hijos. ¿Qué queréis?
POLVORÍN JUNIOR
Todo lo que deseo está aquí. Un anillo de boda quiero para una dama; lo más
pronto posible.
SR. ORERO
¿De cuántos quilates, señor?
POLVORÍN JUNIOR
De una media onza. Hacedlo bello y lindo, con el brillo de un diamante, señor, y
con toda su gracia.
SR. ORERO
Veamos. Sí. Éste es puro.
POLVORÍN JUNIOR
Como la doncella.
SR. ORERO
¿Le tenéis tomada la medida al dedo, señor?
POLVORÍN JUNIOR
Creo que la tengo por aquí abajo. [Busca un papel.] ¡Vaya! Lo he perdido, no os
lo puedo enseñar. Tendría que sacar demasiadas cosas para buscarlo. Veamos, su
dedo es largo y esbelto, bien formado, como el de esa otra dama, vuestra hija,
señor.
SR. ORERO
Que por tanto no es dama, sino doncella, señor.
POLVORÍN JUNIOR
Nunca he visto dos doncellas tan a mano que se parecieran tanto. Si me lo
permitís, señor, ya no busco más.
SR. ORERO
Si os atrevéis a fiaros de su dedo...
POLVORÍN JUNIOR
... y me haré cargo de cualquier error.
SR. ORERO
Si vos lo decís, señor. Ven aquí, nena.
POLVORÍN JUNIOR
¿Podría probar vuestro dedo, bella dama?
MARI
Con gusto, señor.
[Pone el anillo en el dedo de Mari.]
POLVORÍN JUNIOR
Este anillo le viene al dedo.
SR. ORERO
¿Y cuál será la inscripción?
POLVORÍN JUNIOR
¡Por Dios! Es verdad, la inscripción. Que sea: “Promesas de amor eterno, ciegan
el ojo paterno.”
SR. ORERO
¿Cómo, cómo...? Sin ánimo de ofenderos, señor, seguro que...
POLVORÍN JUNIOR
¿Qué señor?
SR. ORERO
Que vais a... ¿me permitís?
POLVORÍN JUNIOR
Os lo permito, señor.
SR. ORERO
¿Seguro?
POLVORÍN JUNIOR
Seguro.
SR. ORERO
… vais a robarle la hija a un padre, ¿a que sí? ¿Os echáis a un lado? ¡Ay, cuanto
caballero loco hay por ahí! Hay que ser muy cauto con estas cosas:
Esos padres tan ciegos lo tienen merecido.
Dos ojos en la cara y un juicio fallido.
POLVORÍN JUNIOR
[Aparte.] Serás víctima de tu mal agüero.
SR. ORERO
Mañana a mediodía tendréis vuestro anillo.
POLVORÍN JUNIOR
Sale. Cuanto antes, mejor. Con el permiso de la bella dama.
MARI
El placer es mío. [Aparte.] Ay, si fuera según mis deseos, me iría contigo.
SR. ORERO
Vámonos ahí adentro, se oye un gran bullicio.
MARI
Salen. Me roban la alegría, sólo queda estropicio.

I.ii

Entran SISEÑOR y CORNUCOPIA por separado.


SISEÑOR
¡Que la honestidad me lave los ojos! He visto a un cornudo.
CORNUCOPIA
¡Vaya, Siseñor! Bienvenido al sur. ¿Ha llegado Don Malayerba?
SISEÑOR
Recién llegado a la ciudad, señor.
CORNUCOPIA
Avisa a las criadas, querido Siseñor, y ordénales que preparen su alcoba en
seguida; mi esposa está más enorme que una barca, y sólo se le antojan
pepinillos en vinagre y que venga Don Malayerba. Y ahora se cumplirán sus
deseos, chaval.
SISEÑOR
Con toda certeza, señor.
CORNUCOPIA
El verte la colmará de placer, hasta que venga el caballero en persona. Entra,
entra, Siseñor. (Sale Siseñor.)
Mi mantenedor ha llegado a la ciudad. Soy como un hombre al que le ponen la
mesa a su gusto, que es el mío. ¡Una oración por el mantenedor! ¡Dios bendiga al
mantenedor, y que viva para siempre! Le agradezco que lleve diez años
haciéndose cargo de mi hogar. No sólo mantiene a mi esposa, también a mí y a
toda mi familia. Yo como de su mesa, él engendra mis hijos y les paga niñera,
mensual o semanalmente, y yo no tengo que hacer nada, no pago alquileres, ni a
la iglesia, ni siquiera al basurero. ¡El estado ideal de todo hombre! Salgo por la
mañana, me voy a desayunar, siempre de buen humor, un buen fuego en
invierno, y la noche de San Juan compruebo que mi carbonera está llena,
cincuenta o sesenta costales de carbón recién traídos. Miro en mi patio trasero y
me encuentro una torre de haces de madera de la buena, más alta que un
molino. Yo no digo nada, sonrío y sujeto la puerta. Y ella ahí tumbada, como
ahora, a punto de dar a luz, no como una señora, ahí está con sus abalorios,
bordados, lentejuelas y no sé qué más, como si se metiera en la cama con todas
las tiendas del Gran Bazar Turco. Y después están todas esas pócimas: ¡podría
montarle un negocio a un joven boticario y encima abastecer al capataz de una
droguería! Los azúcares los cuenta por sacos, y los vinos por toneles, y yo feliz,
pues no pago por nada, y hasta hay tontos que se creen que todo es mío. Yo solo
pongo el nombre y entre todo su oro brillo. Hay comerciantes que besarían el
infierno para que sus esposas tocaran el cielo, y sin remordimiento chuparían la
sangre de señoritos manirrotos para ornamentar a su amada mientras los celos
les corroen hasta el tuétano, pues ¿qué peor castigo puede infligir la naturaleza
que cebar a tu mujer para que otro disfrute de sus carnes? Yo estoy libre de ese
tormento, tanto de los celos como de los gastos. ¡Dos benditos milagros! El
caballero me quita el trabajo de las manos. Yo me siento y me pongo a jugar, y él
ya pone los celos por mí. Le sigue los pasos, le manda espías. Yo vivo tranquilo,
suyos son el gasto y el tormento. Cuando toca las cuerdas de su corazón se van
al traste, mientras yo como, río, o canto, “Triki, triki, tra; triki, triki, tra”.
Entran dos CRIADOS.
CRIADO 1.º
¿Qué le brotará en la cabeza para ponerse a cantar?
CRIADO 2.º
Ahora que está en el dique seco, le da por el “Triki, triki, tra”.
CORNUCOPIA
Hola, señores, ha llegado don Malayerba.
CRIADO 1.º
¿Ha llegado nuestro amo?
CORNUCOPIA
¿Vuestro amo? ¿Y yo qué soy?
CRIADO 1.º
¿No lo sabéis, señor?
CORNUCOPIA
¿Acaso no soy vuestro amo?
CRIADO 1.º
Sois el marido de nuestra ama.
Entran DON MALAYERBA y SISEÑOR
CORNUCOPIA
Ergo, bellaco, soy tu amo.
CRIADO 1.º
Negatur argumentum. Aquí viene don Malayerba. [Cornucopia se quita el
sombrero. Al criado 2.º] Ahora se descubre que es casi lo mismo que nosotros.
Aprovechémoslo, solo está un escalón por encima de un criado y eso es porque
los cuernos le hacen parecer más alto.
DON MALAYERBA
¡Cómo estamos, chaval!
CORNUCOPIA
¡Orgulloso de vuestra salud, señor!
DON MALAYERBA
¿Y la mujer?
CORNUCOPIA
Obra vuestra, señor. Está hecha una acróbata. La barriga le llega a la nariz.
DON MALAYERBA
Pronto se separarán.
CORNUCOPIA
A buena hora lo harán, según le plazca a vuestra señoría.
DON MALAYERBA
¡Eh, criado, quítame las botas! Ponte el sombrero, Cornucopia.
CORNUCOPIA
Agradezco el detalle, señor.
DON MALAYERBA
¡Y mis zapatillas! ¡Que te duermes!
CORNUCOPIA
[Aparte.] Ya empieza el juego.
DON MALAYERBA
Ponte el sombrero, chaval.
CORNUCOPIA
[Aparte.] Ahora lo haré, o se enfadará tanto como si me lo hubiera puesto la
primera vez que me lo ha dicho. Todo es observación, le coges el tranquillo al
principio, y ya le tienes cogido por ahí de por vida.
DON MALAYERBA
[A criado 1.º] ¿Qué novedades hay por aquí? ¿Algún forastero en mi ausencia?
CRIADO 1.º
Ninguno, señor.
CORNUCOPIA
[Aparte.] Ahora brotan sus celos, ¿no voy a estar feliz, que me puedo reír por
dentro mientras a él se le retuerce hasta el tuétano?
DON MALAYERBA
¿Cómo pensáis satisfacerme?
CRIADO 1.º
Totalmente, señor, sed paciente.
DON MALAYERBA
Tras dos meses de ausencia quiero quedar satisfecho.
CRIADO 1.º
Ningún ser vivo ha entrado…
DON MALAYERBA
¿Ha entrado? Vamos, júrame…
CRIADO 1.º
No queréis escucharme, señor…
DON MALAYERBA
Sí quiero escucharte, señor.
CRIADO 1.º
Señor, él os lo puede decir.
DON MALAYERBA
¡Él me lo puede decir! ¿Crees que puedo fiarme de él? ¡Un caballero de capa
caída! ¿Él? ¡Monstruoso! ¿Creerle a él? ¿Puede el diablo hablar mal de la
maldad? [A Cornucopia.] ¿Qué decís señor?
CORNUCOPIA
Por mi alma y mi conciencia, señor, para mí es una esposa que conserva su
cuerpo tan honestamente que cualquier señor puede sentirse orgulloso de ella.
DON MALAYERBA
Pero, con vuestro permiso, una vez te oí ofrecerte a llevarla a la cama.
CORNUCOPIA
¡No, protesto señor!
DON MALAYERBA
Si lo hacéis, os haréis cargo de todo. Yo me voy a casar por otra parte...
CORNUCOPIA
¡Oh, os lo suplico señor…!
DON MALAYERBA
Esto espabila al lacayo. Ya me atiende sin desmayo.
CORNUCOPIA
[Aparte.] Tapono esa brecha cada vez que se abre; ya he envenenado otras
veces sus ansias de esposarse tanto con viudas ricas como con vírgenes
locales. (Entran dos niños, Yerbita y Nicolás)
Soy capaz hasta de ponerme a trabajar para no perderle. Aún se le puede hincar
bastante el diente antes de separarme de él.
YERBITA
Buenas, padre.
CORNUCOPIA
Cállate, rufián.
NICOLÁS
Buenas, padre.
CORNUCOPIA
Cállate, bastardo. [Aparte] ¡Que los escuche él! Estos dos niños tan tontos no
saben ni quién es el caballero que está ahí sentado.
DON MALAYERBA
¡Ah, Yerbita! ¿Cómo te va, Nicolás? ¿Vais al colegio, manejáis los libros, chicos?
CORNUCOPIA
[Aparte] ¿Para qué queréis las piernas, hijos de puta? Deberían arrodillarse y
rezarle una plegaria, si es que se saben alguna.
DON MALAYERBA
[Aparte] Vamos a ver. ¿Cómo podré librarme de estos dos mocosos cuando me
case? No deben mezclarse con los hijos que tenga dentro del matrimonio. Podrían
estropearlo todo, y levantar más de una tormenta. Meteré a Yerbita en cuanto
pueda de aprendiz de orfebre con mi suegro el señor Orero. Y a Nicolás con algún
vinicultor. Orfebre y vinicultor. Así tendremos buen vino en vasijas de oro.
Entra SRA. DE CORNUCOPIA.
SRA. DE CORNUCOPIA
¡Dulce caballero, bienvenido! Ya tengo todos mis antojos en casa a la espera de la
buena hora.
DON MALAYERBA
¿Cómo anda de ánimos mi querida señora?
SRA. DE CORNUCOPIA
Tan ligera como siempre para quien me hace ganar peso.
DON MALAYERBA
Se os ve muy bien, como a la luna llena.
CORNUCOPIA
Cierto, y como sea niño, un hombre pisará la luna, señor.
DON MALAYERBA
Jamás pisó un niño la luna, cabrito.
CORNUCOPIA
La pisó un hombre, y por eso ahora viene un niño.
DON MALAYERBA
¡Y será tuyo, señor!
CORNUCOPIA
¡No, por Dios, juraré que no es mío! ¡El que lo tenga, que lo
mantenga! [Aparte] Eludo la responsabilidad, y duermo, bebo y como sin parar.
[Salen.]

Acto II

II.i

Entran POLVORÍN SENIOR y SRA. DE POLVORÍN.


SRA. DE POLVORÍN
Será tedioso vivir lejos de ti, pero debemos atender a nuestras necesidades.
POLVORÍN SENIOR
Ojalá no fuera así, esposa. El tedio se cernirá aún más sobre mí, que sé de los
benditos niños que se me vienen encima contigo. Así que nuestra separación
atormenta a mi sabio corazón, pero, como bien dices, debemos dar paso a la
necesidad y vivir apartados uno del otro, pues nuestro deseo es demasiado fértil
para nuestra yerma fortuna. ¡Qué adverso es el destino para algunas criaturas!
Los hay que hacen dinero pero no hijos, ¡y nosotros sólo hacemos hijos, pero no
dinero!
Lo más prudente es aplacar nuestra voluntad,
que la pasión amaine hasta que aumente el capital.
¡Por Dios, cada año un hijo, y algunos años caen dos! Más algún trago que he
pegado por ahí que nunca reconoceré: no hay mástil que aguante esta tormenta.
SRA. DE POLVORÍN
Durante un tiempo me alojaré en casa de mi tío, si te parece bien, hasta que la
prosperidad le eche un ojo a nuestro capital.
POLVORÍN SENIOR
Querida esposa, te lo agradezco. Nunca supe hasta este momento el tesoro que
tengo contigo. Un hombre es feliz cuando, siendo pobre, acopla su alma tan bien
como su cuerpo. Si me hubiera casado con una tonta libertina, lo cual sería fácil
con las mujeres que andan sueltas por ahí, se me colgaría del cuello y no me
soltaría hasta que me metiera a besos en negocios deshonestos que, cuando
recuperara el buen juicio, maldeciría amargamente con una venganza más cruel
sobre mis actos que sobre la miseria de su origen, que si al menos hubiera sido a
lo grande, pero en mi caso surgiría de la mendicidad, eso sí, bañada en vino. Tu
permanente regocijo revela tu bondad, eres una esposa sin igual. Adiós, regocijo
mío.
SRA. DE POLVORÍN
¿Ya no te veré?
POLVORÍN SENIOR
Te veré a menudo, contaremos chistes, jugaremos a besarnos, cualquier cosa,
moza, salvo lo que nos haga engendrar indigentes. Ahí me doy por vencido, tiro
las cartas y ya no me atrevo a volverlas a coger.
SRA. DE POLVORÍN
Tu voluntad es la mía.
Sale Señora de Polvorín.
POLVORÍN SENIOR
Esto no sólo revela su perfecta honestidad, sino también su discreción, y da
prueba de su buen juicio. Si su deseo fuera libertino, sería intachable y legal,
pero de todas las criaturas del mundo, no hay tesoro igual a mi mujer, para quien
la fortuna fija el placer, y no la pasión. Eso es ser esposos: no es por lascivia sino
por amor la fiesta del matrimonio, sin perder de vista el patrimonio. Cuando
quiero sangre, afino la flauta y la busco por otras partes. En esto meten la pata
muchos hombres sabios, pero de todos soy yo el más desafortunado en este
juego que tanto gusta a ambos géneros. Aún no me ha tocado hacerme cargo de
ningún bastardo, pero las pobres mozas me maldicen cuando me ven por ahí,
nunca les había pasado, pero ellas también tienen algo que ver. Tengo demasiada
buena puntería en este asunto, sobre todo con las campesinas. En cada cosecha
me toca recoger algún fruto.(Entra una MOZUELA, con un bebé.)
Nada menos que siete me salieron en mi última visita oficial, y algunos con
apenas tres semanas de diferencia.
MOZUELA
¡Te he encontrado, mechalarga!
POLVORÍN SENIOR
¿Cómo mechalarga?
MOZUELA
[Le enseña el bebé.] ¡Mira tu obra! ¡No, no te apartes de él, ni intentes escapar,
pues si lo haces iré gritando por la calle detrás de ti! No me extraña que te llames
Polvorín, ¡que una plaga se cebe en ti!, pues polvo eres y en polvo nos
conviertes. A mí me has deshecho. Yo era virgen, con certificado y todo expedido
por mi parroquia.
POLVORÍN SENIOR
Comprobaré la firma del cura, que eso no me lo creo.
MOZUELA
¡Y eso no es todo, villano! Lo que más me apena es lo de Elena, mi pobre prima,
la del pueblo. ¡Le has destrozado el matrimonio! ¡Pronto os la encontraréis...!
POLVORÍN SENIOR
¡Yo dispuesto a encontrarme con ella cuando quiera!
MOZUELA
¡... ante los tribunales, señor!
POLVORÍN SENIOR
¡Uf! A los abogados les gustan esos encuentros más que a nadie. Si esa es
vuestra pena, yo le busco un marido. Guardo con ese propósito dos o tres
pajarracos en escabeche a los que les encanta la carnaza, y ella tendrá donde
elegir. Os presento mis excusas, mozuela, por ese medio metro de carne al que
aún no le han salido las uñas.
MOZUELA
No, ahora verás, rufián, que tiene las medidas adecuadas y todas las uñas
necesarias.
POLVORÍN SENIOR
Ten piedad mujer. Soy pobre. Haz un acto de caridad. No soy primogénito, así
que no tengo nada.
MOZUELA
¡Nada! Ahora vas a tener algo, rufián mentiroso, salvo que te muestres más
agradecido conmigo.
POLVORÍN SENIOR
No tengo hogar. Me he quedado sin casa esta misma mañana, ruega por mí,
compadécete. Soy buena gente, y siempre me he portado bien con las de tu
género. Y como se me han quitado las ganas, nadie de tu sexo me
querrá. [Aparte] Estas palabras siempre conmueven a una mujer. [A ella.] Tienes
otros recursos a mano para librarte de él, mozuela, como dejarlo a la puerta de
casa de algún potentado antes del amanecer, o esta misma tarde, o veinte cosas
más. [Le da dinero.] Aquí está todo lo que tengo, llévate mi cartera. Y así me
libro de esta perra gorda también.
MOZUELA
Esos asuntos de hombres me merecen comprensión. No os molestaré más con
esto.
POLVORÍN SENIOR
Y yo te aseguro, mozuela, que del siguiente me hago cargo yo.
MOZUELA
Sale. ¡Tranquilo, que primero hay que tenerlo! Este es el quinto. Si tengo más,
por donde voy dándomelas de doncella me tomarán por puta.
POLVORÍN SENIOR
Lo que va a hacer ahora con ese trozo de carne en plena cuaresma no me lo
puedo ni imaginar. Ya no se puede enseñar la carne por ahí. Llevo siete años en
esta ciudad, y en otras épocas de mejor gobierno no había oído nada igual. Han
salido más leyes religiosas restrictivas en lo que llevamos de año, para el
bienestar general, que en todos los años anteriores que yo recuerde. (Entran
DON SINSEMILLA y DOÑA SINSEMILLA.)
Y eso por no hablar de la corrupción de los inspectores y de otras ponzoñosas
autoridades que infectan todo lo bueno con su venenoso aliento.
DOÑA SINSEMILLA
¿Para qué me concibieron, nací, y me criaron?
DON SINSEMILLA
¡Alegra esa cara, dulce esposa!
POLVORÍN SENIOR
[Aparte] ¿Y aquí que pasa ahora? Me juego la vida a que ella tiene una profunda
pasión, con toda esa carne encerrada bajo llave en una buhardilla, y llora por la
cabeza de un cabrito. Me parece que la cabeza de su esposo se la podrían servir
con tocino.
Entra POLVORÍN JUNIOR.
DOÑA SINSEMILLA
[A su marido.] ¡Cállate!
DON SINSEMILLA
Paciencia, dulce esposa.
[Caminan hacia un lado.]
POLVORÍN JUNIOR
¡Hermano, te he buscado por todas partes!
POLVORÍN SENIOR
¿Con qué fin?
POLVORÍN JUNIOR
¡Quiero que me consigas una licencia de matrimonio cuanto antes!
POLVORÍN SENIOR
¿Cómo, una licencia?
POLVORÍN JUNIOR
¡Por Dios, sino la perderé para siempre!
POLVORÍN SENIOR
Tú no vas a perderte nada por un poco de dinero.
POLVORÍN JUNIOR
¡Gracias mil!
Salen los dos.
DON SINSEMILLA
[A su esposa.] ¡Por favor, te ruego que pares! Soportar esto me cuesta mucho,
por muy ricos que seamos.
DOÑA SINSEMILLA
En todo menos en hijos, donde nos supera hasta un mendigo. ¡Ay, ay, ay! Siete
años de esposa y sin un hijo. ¡Sin un hijo!
DON SINSEMILLA
Dulce esposa, ten paciencia.
DOÑA SINSEMILLA
¿Puede sufrir mujer una amputación mayor?
DON SINSEMILLA
Mayor, ya sé que eres mayor, ¿y qué, esposa? Nada más puedo hacer; por
consejo de tu propio médico no reparo en gastos de farmacia. Aunque costara
cuarenta la cucharada yo daría mil por tenerla a punto. Y contribuyo a buenas
causas, para que se levanten nuevos hospitales y prisiones, a ver si se me
levanta a mí también. Al no tener niños, trabajo para que estas buenas obras
sean mis criaturas.
DOÑA SINSEMILLA
Trabájame bien a mí y yo te consigo los niños.
DON SINSEMILLA
¡Será que no lo he intentado gran cantidad de veces!
DOÑA SINSEMILLA
Cantidad sin calidad.
DON SINSEMILLA
¿Sin calidad? ¿Así me llamas? ¿Con tan poco me despachas?
DOÑA SINSEMILLA
Peor nombre te mereces. Piensa en la buena vida y las buenas tierras que nos
perdemos por tu incapacidad.
DON SINSEMILLA
No sigas, te lo ruego, que me vas a hacer derramar lágrimas de mujer también.
DOÑA SINSEMILLA
Tu sequía fecunda a tu primo Don Malayerba, tu esterilidad alimenta la fortuna de
ese caballero, que engordará más aún con la gran dote de la hija del orfebre.
DON SINSEMILLA
Les engañará a todos, pero tú, dulce esposa, sé paciente.
DOÑA SINSEMILLA
Demasiado tiempo llevo ya padeciendo.
DON SINSEMILLA
¡Una enfermedad venérea tendrías que padecer!
DOÑA SINSEMILLA
¡Rufián, no te mereces nada!
DON SINSEMILLA
¡Vamos, vamos, ya está! ¿Irás al bautizo de la hija de Cornucopia?
DOÑA SINSEMILLA
¡Sí, contenta voy a llegar! ¡Todas llegan antes que yo! Fíjate mi hermana, que se
casó hace seis meses y ya tiene gemelos. Con uno, con uno solo me habría
bastado a mí.
Entra CRIADA.
CRIADA
¡Señora! [Aparte] La señora grita y llora, la estampa habitual de nuestra casa.
DOÑA SINSEMILLA
¿Qué dices, Juanita?
CRIADA
Que os traigo buenas noticias.
DOÑA SINSEMILLA
¿De qué se trata, mozuela?
CRIADA
Tirad las medicinas del doctor, meras herejías. Yo os traigo un remedio probado y
comprobado que nunca ha fallado.
DON SINSEMILLA
Tal y tal y tal, y nada.
CRIADA
Hay un caballero, tengo por suerte su nombre, que utiliza un agua medicinal que
le ha dado nueve hijos. Nunca falla; se le vienen tantos encima que ahora quiere
repartirla.
DOÑA SINSEMILLA
¿Su nombre, dulce Juanita?
CRIADA
Un tal Don Polvorín, todo un caballero, pero muy endeudado con tanto niño
DON SINSEMILLA
¿Será posible?
CRIADA
Él se hace cargo. Con ese líquido suyo, por muy ricos que seáis, en quince años
os dejaría sin blanca de tantos hijos que ibais a tener.
DON SINSEMILLA
Se puede probar.
DOÑA SINSEMILLA
Ya lo creo que sí, marido.
CRIADA
Pero debo deciros primero que sale muy caro.
DON SINSEMILLA
Da igual. ¡Para qué sirve el dinero!
DOÑA SINSEMILLA
Cierto, dulce marido.
DON SINSEMILLA
Con todas esas tierras pendientes, que meta ese líquido en el cuenco aunque
cueste quinientas, pues le sacaremos mil, y un alma cristiana. Me pongo a ello.
DOÑA SINSEMILLA
Que bien vale la pena, dulce marido.
Salen.

II.ii

Entra CORNUCOPIA.
CORNUCOPIA
Iré a saludar a los padrinos, ese es todo el trabajo que tengo que hacer, sin
alterarme, así me doy el gusto de pasear y que me dé un poco el aire. Nada me
ata a este asunto, es mero entretenimiento, ninguna obligación. Aquí todos
corren de aquí para allá, comadrona va y viene, tres limpiadoras, criadas, hijos
de vecinos. ¡Uf! De buena me he librado, me pongo a sudar solo de pensarlo.
Entra DON MALAYERBA.
DON MALAYERBA
¿Qué tal, chaval?
CORNUCOPIA
Convocaré a los padrinos para el bautizo del bebé de vuestra señoría. Una niña
preciosa, señor. ¡Haceos cargo de ella con alegría! Parece que se haya gastado ya
las dos mil libras de dote liándose con el sastre. ¡Un putón saludable, rechoncho,
de ojos oscuros! Si se me permite decirlo, señor. Es un gozo verla. ¡Enfermera!
Entra COMADRONA.
COMADRONA
¿Me llamáis, señor?
CORNUCOPIA
No os llamo. Llamo a la nodriza. Traedme a la nodriza (Sale Comadrona.) (Entra
NODRIZA con el bebé).
¡Ah, eres tú! Ven aquí, ven aquí. Veámosla de nuevo. Es que no puedo pasar sin
darle un beso cada veinte minutos.
NODRIZA
Bien orgulloso podéis estar, señor. Es el mejor trabajo que habéis hecho jamás.
CORNUCOPIA
¿Eso piensas? ¿Y qué dices de mis dos chicos?
NODRIZA
Los dos chicos son muy guapos, pero esta mozuela tirará de espaldas a
cualquiera.
CORNUCOPIA
[Al bebé.] ¿Cuchi, eso me dices tú también? ¡Cuchi, condesita! Vuestra señoría,
os doy diez mil veces las gracias por esta niña, y más.
DON MALAYERBA
Me alegro de habértela dado.
CORNUCOPIA
Llévatela, nodriza. Límpiala y dale de comer.
NODRIZA
[Aparte] Limpiaos la boca, señor.
Sale.
CORNUCOPIA
Ahora a por los padrinos.
DON MALAYERBA
Con dos es suficiente. Y yo seré uno.
CORNUCOPIA
¿De vuestra propia hija, señor?
DON MALAYERBA
Mejor. Así no levantaremos sospechas. Hay que enfrentarse al cotilleo con las
mejores armas.
CORNUCOPIA
Lo dejo en vuestras manos, señor. A mí no se me habría ocurrido.
DON MALAYERBA
5
[Aparte]
Cada vez es más rufián.
Cuando el hombre se vuelve más abyecto,
De su alma huye la llama pura,
Y ante los ojos de la vergüenza
Se impone la más sencilla gordura.
CORNUCOPIA
Estoy reflexionando sobre a quién coger como madrina, que esté a la altura de
vuestra señoría, ahora que lo pienso.
DON MALAYERBA
Os liberaré de esa tarea, que yo asumo con gusto. [Aparte] Mi amor, la hija del
orfebre, si mando a por ella su padre la obligará. ¡Siseñor!
Entra SISEÑOR.
CORNUCOPIA
Puedo buscarle compañía masculina a vuestra señoría.
DON MALAYERBA
¿A quién?
CORNUCOPIA
A todo un caballero, hermano de Don Polvorín.
DON MALAYERBA
Yo conozco a Polvorín. ¿Tiene un hermano?
CORNUCOPIA
En edad de merecer.
DON MALAYERBA
Pues ya que sabemos quién es, localicémosle por todos los medios. Nos queda
poco tiempo. ¡Ven, Siseñor!
Salen Siseñor y Don Malayerba.
CORNUCOPIA
Me da pena, es que no para. Pobre caballero, cuanto se esfuerza. Manda a uno
por aquí, al otro para allá,
10
Ni una hora de recreo.
Por muy rico que yo fuera
Tan sufrido no me veo.
(Entran dos INSPECTORES.)
¡Uy! ¿Y estos qué hacen merodeando por las esquinas? Con la oreja tiesa y el
morro olisqueando como perro de dueño rico cuando le ponen el primer plato.
¡Dios mío, inspectores! Me juego la vida a que están ahí plantados para capturar
cadáveres de pobres becerros y ovejas, como voraces acreedores que no
permiten que los cuerpos de sus pobres fallecidos deudores se vayan a la tumba,
sino que hasta la muerte los humillan con órdenes de arresto y prisión. Los hijos
de puta engordarán esta cuaresma con tripas de cordero, y cebarán a sus putas
con criadillas. Lo que con su mano les alcanza, a sus putas les llenará la panza.
Engordarán tanto con lo que confisquen que para pascua las papadas les colgarán
como si fueran ubres, y si se las tocan darán leche endemoniada. ¿Cómo se
habrán enterado estos perros de que mi mujer está en cama? A estos se la pego
yo con finura. [A los inspectores.] Disculpad, caballeros. Soy un extraño en la
ciudad y a las estrictas normas de la carne.
INSPECTOR 1.º
Bien. ¿Vuestra voluntad, señor?
CORNUCOPIA
Os ruego que me digáis donde puedo encontrar a un carnicero en cuaresma.
INSPECTOR 1.º
¿Cómo, carnicero? [Aparte, al INSPECTOR 2.º] Ven aquí, Ricardo, un pájaro, un
pájaro.
INSPECTOR 2.º
¿Qué es lo que queréis?
CORNUCOPIA
Cualquier tipo de carne, pero me apetece especialmente ternera en salsa verde
servida en bandeja de plata.
INSPECTOR 1.º
[Aparte] Tú sí que estás verde, y vas a soltar mucha plata.
CORNUCOPIA
Tengo un estómago muy delicado que no acepta el pescado.
INSPECTOR 1.º
¿En esta cuaresma no, señor?
CORNUCOPIA
¿Cuaresma? ¿Qué le importará a mi colon la cuaresma?
INSPECTOR 1.º
Decís bien, señor. Buena razón es que el colon de un caballero, como os place
llamarlo a vuestra señoría, deba saciarse con comida apropiada, para refinar la
sangre, contentar la salud y estimular la naturaleza. ¿Os han enviado a esta calle,
señor?
CORNUCOPIA
Sí, señor.
INSPECTOR 2.º
¿Y el carnicero en cuestión hace matanza y la vende en alguna habitación
trasera?
CORNUCOPIA
De una frutería, según creo, o una carbonería, no estoy muy seguro de cuál.
INSPECTOR 1.º
Las dos me sirven. [Aparte] Ese carnicero va a besar los barrotes de una cárcel
como no se rasque el bolsillo del delantal. [A Cornucopia.] ¿Vais a buscarle?
CORNUCOPIA
¡Donde no podáis encontrarle! Compraré y pasaré por delante de vuestras narices
con la carne,
¡Sois perros encarnizados! ¡Piratas de los viandantes!
¡Mi mujer ha dado a luz! ¡Chupaos esa, vigilantes!
Sale Cornucopia.
INSPECTOR 1.º
Ese no te sirve porque su mujer puede comer carne. ¡Vaya granuja! ¡Cómo nos la
ha pegado!
Entra HOMBRE con carne en una cesta.
INSPECTOR 2.º
Callad; acercaos.
HOMBRE 1.º
Me he librado de una buena de momento, pues dicen que esos rufianes están
tremendamente ocupados y acalorados.
INSPECTOR 1.º
Con vuestro permiso, caballero, hemos de ver lo que tenéis bajo la capa.
HOMBRE 1.º
¿Tener? No tengo nada.
INSPECTOR 1.º
¿Eso nos decís? ¿Pues qué es ese bulto? Hemos de verlo, caballero.
HOMBRE 1.º
¿Qué queréis ver, caballero? ¿Un par de sábanas, y dos batas sucias de mi señora
que llevo a la lavandería?
INSPECTOR 2.º
Nos encantaría verlas, nada podría complacernos más. [Coge la cesta y la
abre.] ¿Nos tomáis por pardillos? ¿A esto llamáis camisones y batas?
HOMBRE 1.º
¡Que la peste os ahogue! ¡Nos habéis robado una buena cena a mí y a cinco de
los hijos de mi señora! ¡Ahora tendremos que conformarnos con arenques y caldo
de leche!
Sale.
INSPECTOR 1.º
Es todo ternera.
INSPECTOR 2.º
¿Todo ternera? ¡Pestes, la peor de las suertes! Prometí enviarle esta mañana un
jugoso cuarto de cordero a una muy servicial dama que pasea por las calles y
tenía un antojo; ¡qué frustración!
INSPECTOR 1.º
Repartámonos esto, y ya veremos lo que nos depara la fortuna más adelante.
Entra otro HOMBRE con una cesta.
INSPECTOR 2.º
De acuerdo, acercaos de nuevo; otro botín. ¿Quién será?
INSPECTOR 1.º
Caballero, con vuestro permiso.
HOMBRE 2.º
¿Me decís a mí, caballero?
INSPECTOR 1.º
¡Señor Oliverio, os ruego que me disculpéis? ¿Qué lleváis ahí?
HOMBRE 2.º
Unas chuletas, caballero, y medio cordero, ya conocéis la dieta de mi señora.
INSPECTOR 1.º
Marchaos, marchaos, no os hemos visto, y tú cerca de mí, déjale pasar. ¿Tan
difícil te resulta reconocer a nuestros benefactores?
[Sale hombre 2.º]
INSPECTOR 2.º
No recuerdo quién es.
INSPECTOR 1.º
Don Tejemaneje, el rico mercader que está compinchado con nosotros.
INSPECTOR 2.º
Ahora me empieza a sonar.
INSPECTOR 1.º
Ya sabes que compró su inmunidad para toda la cuaresma, y nos dio cuarenta a
cada uno el miércoles de Ceniza.
INSPECTOR 2.º
Es verdad, es verdad.
Entra una MOZUELA con una cesta, y un bebé debajo de una chuleta de carnero.
INSPECTOR 1.º
Una mozuela.
INSPECTOR 2.º
Acércate, entonces.
MOZUELA
[Aparte] Una mujer necesita ingenio para ganarse la vida, y yo, mujer de la vida,
me la gano con este ingenio.
INSPECTOR 1.º
¡Mira, mira, la pobre tonta! ¡Con el filete al aire! Eso la delata, es como un
asesino que se va del lugar del crimen con sangre en la camisa.
INSPECTOR 2.º
¿En qué época del año estamos, hermana?
MOZUELA
¡Oh, dulces caballeros, soy una pobre criada! ¡Dejadme marchar!
INSPECTOR 1.º
Tú te marchas, mozuela, pero esto se queda.
MOZUELA
¡Ay, me destrozáis, señor! Es para una rica señora enferma. El médico le receta
carne. ¡Tened compasión por la delicada vida de la señora! Yo os traigo ahora al
señor que os enseñará el permiso de las más altas autoridades. Voy corriendo a
por él.
INSPECTOR 2.º
Bueno, dejad la cesta y corred todo lo que podáis.
MOZUELA
¿Me juráis que me la guardáis hasta que vuelva?
INSPECTOR 1.º
Por la luz que nos ilumina, lo juro.
MOZUELA
¿Y vos qué decís, caballero?
INSPECTOR 2.º
¡Qué mozuela más rara! ¡Que nos muramos si mentimos!
MOZUELA
Pues entonces me voy corriendo, señor.
Sale [y deja la cesta].
INSPECTOR 1.º
¡Y espero que no vuelvas!
INSPECTOR 2.º
¡Qué astuto es el fardo ese! Nos hace jurar que se lo guardaremos. Mira qué
compra ha hecho.
INSPECTOR 1.º
Para empezar, un delicioso chuletón. ¿A ver qué más hay debajo de la tela? A por
ese cuarto de cordero…
INSPECTOR 2.º
A por una paleta de carnero.
INSPECTOR 1.º
Hecho.
INSPECTOR 2.º
¿Hecho, señor?
INSPECTOR 1.º
Por el peso, me parece que no he acertado. Esto pesa más.
INSPECTOR 2.º
¿Lomo de ternera?
INSPECTOR 1.º
No, aquí hay una cabeza de cabrito. Con esto me saco todo un sueldo.
INSPECTOR 2.º
¿Qué?
INSPECTOR 1.º
¿Esto qué narices es?
INSPECTOR 2.º
¡Un crío!
INSPECTOR 1.º
¡Me cago en la puta esa tan lista!
INSPECTOR 2.º
¡Mal desayuno nos ha dado!
INSPECTOR 1.º
¿Qué hacemos?
INSPECTOR 2.º
La muy puta nos hizo jurar que se lo guardaríamos.
INSPECTOR 1.º
Pues dejémoslo estar.
INSPECTOR 2.º
¡Qué bribona más rara! ¡Mira que engañar a dos pobres inspectores que trabajan
duro para ganarse la vida!
INSPECTOR 1.º
Si medio sueldo se nos va en torrijas y en pagar a las niñeras, además de las
libras gastadas en jabón y en sebo. Si nosotros solo queremos el lomo de ternera
para quitarle la grasa y hacer velas con las que cuidar a los niños por la noche.
INSPECTOR 2.º
Nada me cabrea más que haberme creído que era una cabeza de cabrito lo que
tocaste. Ahora los cabritos somos nosotros.
INSPECTOR 1.º
No te enfades, nos queda tiempo para resarcirnos. Aún queda más de media
cuaresma.
INSPECTOR 2.º
Estoy tan enfadado que hoy ya no pienso vigilar más.
INSPECTOR 1.º
Ni yo tampoco.
INSPECTOR 2.º
Pues ya he tomado una decisión.
INSPECTOR 1.º
¿Cuál?
INSPECTOR 2.º
Vámonos al muelle y nos comemos este chuletón hasta que suba la marea. Y al
niño lo damos a la beneficencia.
[Salen.]

II.iii
Entra CORNUCOPIA con un traje de Don Malayerba, y SISEÑOR atándole los
extremos de las calzas al jubón.
CORNUCOPIA
¡Qué día más ajetreado en nuestra casa, Siseñor!
SISEÑOR
Un bautizo siempre lo es.
CORNUCOPIA
¡Aprieta, apriétame, Siseñor!
SISEÑOR
[Aparte] La soga al cuello no me importaría apretarle.
CORNUCOPIA
¿Cómo me viene el traje que me he puesto?
SISEÑOR
Estupendamente. Todo lo que os ponéis de mi señor os ha sentado siempre muy
bien, de estar sentado sabéis mucho.
CORNUCOPIA
Has dado en la diana, Siseñor, como tu amo. Lo que hemos compartido en estos
diez años nos ha sentado muy bien. (Entra un CRIADO con una caja.)
Bien dicho. ¿Tú quién eres?
CRIADO
Vuestro pastelero, señor.
CORNUCOPIA
¡Ah, joven, ve con la nodriza! Rápido, ya es la hora. Vendrá aquí tu señora?
CRIADO
Ya salía hacia aquí.
[Sale el criado.]
Entran dos BEATAS.
CORNUCOPIA
¡Aquí vienen nuestras cotillas! Voy a tener que repartir besos sin ton ni son.
¡Dulce señora Yodebajo, bienvenida!
BEATA 1.ª
Os felicito por vuestra bella hija, señor. Dadle una educación pura para que sea
una buena cristiana.
CORNUCOPIA
Gracias por vuestros píos deseos, señora Yodebajo.
BEATA 2.ª
¿Ha llegado ya alguna de las esposas de la hermandad?
CORNUCOPIA
Algunas están aquí dentro y otras en casa.
BEATA 1.ª
Muy agradecida, señor.
Salen beatas.
CORNUCOPIA
Muy burra es lo que eres, por Dios. Aquí o navegas entre dos aguas o te quedas
sin caudal. (Entran dos COTILLAS.)
Ahí vienen un par de simpáticas mozuelas que me caen bien.
COTILLA 1.ª
¿Qué tal, chaval?
CORNUCOPIA
Muy bien, vecina, gracias. ¿Y vosotras?
COTILLA 2.ª
No nos falta de nada salvo esa dinastía tan amplia que tienes tú.
CORNUCOPIA
Una dinastía pobre, mozuela.
COTILLA 1.ª
¡No digas eso! ¡Ya quisieran otros hombres tener esos hijos!
SISEÑOR
[Aparte] Es que es otro hombre el que los tiene: mi señor.
CORNUCOPIA
Son fáciles de hacer, no me requieren mucho tiempo. ¿Entráis, mozuelas?
[Salen las cotillas.]
Entran POLVORÍN JUNIOR y MARI.
POLVORÍN JUNIOR
El mejor sitio para reunirnos que nuestras almas podrían desear. Aquí está el
anillo listo. Tu padre ha cumplido el plazo previsto.
MARI
Mi padre se ha hecho muy cumplidor.
Entra DON MALAYERBA.
POLVORÍN JUNIOR
¡Atrás, silencio!
DON MALAYERBA
Señorita y acompañante, brindo por los dos.
SISEÑOR
[Aparte] Con vasija de oro, apropiado piropo para la hija de un orfebre.
CORNUCOPIA
Sí, señor, que él acompañe en la ceremonia a vuestra señoría en tal día como
hoy. Es el hermano de Don Polvorín.
DON MALAYERBA
Encantado de conoceros.
POLVORÍN JUNIOR
Me pongo a vuestro servicio, señor.
DON MALAYERBA
Ya es casi la hora. Entráis, Cornucopia.
CORNUCOPIA
Estoy listo, señor.
DON MALAYERBA
¿Me seguís?
POLVORÍN JUNIOR
Muy de cerca, señor.
Salen.

II.iv

Entran por una puerta PARTERA con el bebé, MAGDALENA, BEATAS y COTILLAS.
Por otra puerta salen partera con el bebé.
COTILLA 1.ª
Por favor, señora Orero.
MAGDALENA
No, yo no.
COTILLA 1.ª
Debéis ser vos.
MAGDALENA
Lo juro que no.
COTILLA 1.ª
Pues yo me quedo quieta.
MAGDALENA
¿Vais a dejar al bebé sin compañía o hacer que falte a mi juramento?
COTILLA 1.ª
¡Ay, como sois!
COTILLA 2.ª
¿Delante de mí? Sé un poco más humilde.
[Intenta adelantarla.]
COTILLA 3.ª
¡Ni un ápice! Yo sí sé el lugar que me corresponde.
COTILLA 2.ª
¡El lugar que te corresponde! ¡Seguro! ¿Tú, la mujer de un pastelero?
COTILLA 3.ª
Tan distinguida como la mujer de un boticario.
COTILLA 2.ª
Mientes, pero te doy por imposible.
BEATA 1.ª
Ven, dulce hermana. Vayamos unidas detrás, y mostremos los frutos de la paz
como hijas del espíritu.
BEATA 2.ª
Me gusta ir por detrás.
COTILLA 4.ª
15
Eso mismo pienso yo
y no discutamos más,
tan bien se entra por delante,
como al venir por detrás.
COTILLA 5.ª
Y hasta el fondo.
[Salen.]

Acto III

III.i.

Entran POLVORÍN JUNIOR y CURA.


POLVORÍN JUNIOR
¡Ay señor, si alguna vez sentisteis la fuerza del amor, compadecedme!
CURA
Sí, aunque nunca he estado casado, he sentido la fuerza del amor de las hijas de
hombres buenos, incluso algunas que seguirán siendo vírgenes hasta dentro de
tres años. ¿Tenéis licencia?
POLVORÍN JUNIOR
Sí, está lista, señor.
CURA
Muy bien.
POLVORÍN JUNIOR
Los anillos y todo lo demás están listos también, ella vendrá aquí a escondidas.
CURA
Y será bienvenida. No tardaré nada en uniros para siempre.
Entran MARI y POLVORÍN SENIOR.
POLVORÍN JUNIOR
¡Aquí viene, señor!
CURA
¿Y ese quién es?
POLVORÍN JUNIOR
Mi querido hermano
POLVORÍN SENIOR
¡Rápido, señores!
MARI
Debéis apresuraros todo lo que podáis, me echarán en falta en seguida. Me ha
sido muy laborioso disponer de este escaso tiempo.
CURA
Pues yo más ya no me extiendo. Ponle al dedo el anillo.
Dedo que hace la función
20
Que le apunta el corazón.
Unid las manos…
Entran SR. ORERO y DON MALAYERBA.
SR. ORERO
...que yo os cortaré,
y nunca más os volveréis a ver.
MARI
¡Nos han delatado!
POLVORÍN JUNIOR
¡Cruel destino!
DON MALAYERBA
Aturdido me quedo.
SR. ORERO
¿Y este astuto truco, fardo fingidor, zorra desobediente?
[A Don Malayerba.] ¿Fue sensato confiar en ella estos propósitos?
DON MALAYERBA
Repudio tales propósitos, y me enfurezco.
SR. ORERO
[A Polvorín Junior.] ¿Y vos quién sois, señor?
POLVORÍN JUNIOR
Si no podéis verlo con ese par de anteojos, poneos un par más.
SR. ORERO
¡Jamás imaginé cuánta ira se puede sentir! ¡Tomad vuestro anillo, señor!
[Coge el anillo del dedo de Mari.]) ¡Este! ¡Qué vueltas da la vida! ¡Abominable!
¿No os vendí yo este anillo?
POLVORÍN JUNIOR
Lo hicisteis, y buen dinero recibisteis por él.
SR. ORERO
¡Escuchad, caballero! ¿Puede haber mayor villanía a conciencia? Me encarga que
le haga un anillo de boda con la intención de robarme a mi hija. ¿Hay criminal
que supere esto?
DON MALAYERBA
[A Polvorín Senior.] ¿Es vuestro hermano, señor?
POLVORÍN SENIOR
Tanto como yo soy suyo.
SR. ORERO
Y se burla de mí en mis narices. “Promesas de amor eterno, ciegan el ojo
paterno.” Os agradezco la astucia que habéis tenido para cegarnos. Esperamos
recuperar pronto la vista. Mientras tanto encerraré bajo llave a este fardo como si
fuera mi oro en una habitación donde no entre ni un rayo de sol.
MARI
¡Querido padre, por amor, tened compasión de mí!
SR. ORERO
¡Vamos!
MARI
[A Polvorín Junior.] ¡Adiós, que todas las dichas te bendigan, y ve tranquilo!
Ya me encierran con violencia
Pero no me perderás
25
Pues yo siempre seré tuya
Aunque no te vea más
SR. ORERO
¡No le verás más, ramera!
Salen Sr. Orero y Mari.
DON MALAYERBA
Os he conocido tarde, pero todo ha sucedido muy pronto. Ahora sé que no sois
ningún amigo, sino alguien que debo evitar como si fuera la peste o una lujuria
enfermiza.
POLVORÍN JUNIOR
Ya está bien, señor. Me habéis cogido en el peor momento para las palabras, pero
no me faltéis.
Sale [con el cura].
POLVORÍN SENIOR
Cuidado absoluto con él. Ahí va quien aún no ha recibido un rapapolvo en su vida.
De mí os libráis por azar
Podéis ir a descansar.
Sale.
DON MALAYERBA
Os perdono porque sois dos perdedores.
Sale.

III.ii

Hay una cama en el escenario donde está la SRA. DE CORNUCOPIA.


Entran BEATAS, COTILLAS, MAGDALENA y DOÑA SINSEMILLA, y NODRIZA con
bebé. Hay varios taburetes.
COTILLA 1.ª
[A Sra. de Cornucopia.] ¿Cómo estáis, señora? Os traemos a casa un alma
cristiana.
SRA. DE CORNUCOPIA
Muchas gracias por las molestias
BEATA 1.ª
Y muy bien bautizada. Como tiene que ser, sin idolatría ni superstición, al más
puro estilo Amsterdam.
SRA. DE CORNUCOPIA
Sentaos, buenas vecinas. ¡Nodriza!
NODRIZA
Aquí estoy, con toda certeza.
SRA. DE CORNUCOPIA
Comprobad que hay taburetes para todas.
NODRIZA
Os aseguro que los tienen.
COTILLA 2.ª
¡Traed al bebé, nodriza! ¿Qué me dices, compañera, del vigor que tiene la niña?
Igualita que su padre.
COTILLA 3.ª
¡Su vivo retrato! Sus ojos, nariz y frente, pero en niña, aunque la boca le ha
salido a la madre.
COTILLA 2.ª
Con la misma lengua, de arriba a abajo.
COTILLA 3.ª
Y es alta, es casi una mujercita ya.
BEATA 1.ª
Creedme, es una criatura delgada, pero todo corazón. Bien dispuesta, como toda
alma piadosa, a aguantar las embestidas de este mundo y cultivar la semilla de la
vida.
COTILLA 2.ª
El parto seguro que ha sido laborioso, como se puede ver, vecina.
COTILLA 3.ª
Ha tenido mucha suerte. Nos hemos llevado un susto en un momento dado, pero
de nuevo nos ha devuelto la alegría al corazón. Su alma es buena. La partera le
ha entregado una hija muy alegre.
BEATA 1.ª
Lo lleva en el espíritu. Todas las hermanas somos como ella.
Entra DON MALAYERBA, con dos cucharas y un cáliz de regalo de bautizo, y
CORNUCOPIA.
COTILLA 2.ª
Aquí viene el gran cotilla, vecinas.
[Salen nodriza y bebé.]
DON MALAYERBA
¡Que vuestros más orondos deseos se cumplan, señoras!
COTILLA 3.ª
¡Querido caballero! ¡Qué bien habláis! ¡Nuestros más orondos deseos!
COTILLA 2.ª
¡Y nos llama señoras a todas!
COTILLA 4.ª
¡Lo que yo diga, todo un caballero, gentil y cortés!
COTILLA 2.ª
Su marido es un payaso a su lado.
COTILLA 3.ª
A mí no me importaría que mi marido fuera un payaso si me diera buenos hijos.
COTILLA 2.ª
Ella sí que tiene buenos hijos.
COTILLA 3.ª
Y uno detrás de otro a toda prisa.
BEATA 1.ª
Los hijos son bendiciones que se reciben si se conciben con celo cristiano. Yo ya
tengo cinco en casa.
DON MALAYERBA
[A Sra. de Cornucopia.] Espero que lo peor haya pasado ya.
SRA. DE CORNUCOPIA
Eso espero yo también.
CORNUCOPIA
[Aparte] Pues yo también lo espero, como los demás; no tengo otra cosa que
hacer.
DON MALAYERBA
[Entrega cucharas y cáliz a la Sra. de Cornucopia]. Un modesto recuerdo de amor
al bebé. Os ruego que lo aceptéis.
SRA. DE CORNUCOPIA
¡Oh!, os excedéis en vuestras atenciones.
COTILLA 2.ª
¡Mira, mira! ¿Qué le ha dado, qué es, compañera?
COTILLA 3.ª
¡Vaya por Dios! Un cáliz y dos cucharas con forma de apóstol; una es dorada.
BEATA 1.ª
Seguro que el apóstol es Judas, el barbarroja.
BEATA 2.ª
Yo no daría de comer a mi hija con esa cuchara por nada del mundo, me daría
miedo que se le pusiera el pelo rojo. A nuestra hermandad no le gusta el pelo
rojo, demasiado excitante.
Entra COMADRONA con pastitas y vino.
CORNUCOPIA
¡Bien hecho, comadrona! Ahora sacarán las cotillas sus pañuelos de ganchillo y
los extenderán sobre sus piernas, y a meter sus largos dedos lavados en orín tres
veces al día, mi esposa lo hace también, y a llenarse los bolsillos ¡Mirad como
forcejean en aquella punta de la mesa!
BEATA 1.ª
¡Comadrona, venid!
CORNUCOPIA
[Aparte] ¿Otra vez? Si ya lleva dos viajes.
BEATA 1.ª
[Coge pastas.] Me acabo de acordar del hijo enfermo de una hermana.
CORNUCOPIA
[Aparte] ¡Mala enfermedad pille ella! Parece que a vuestra pureza le gusta tanto
la dulzura que la coge de tres en tres. ¡Si esto lo pagara yo, me habrían hecho un
mendigo! Estas mujeres no tienen conciencia ante los dulces, vengan de donde
vengan. Ved como no han dejado ni una ciruela de las grandes. No quedan más
que dulces diminutos que no vale la pena llevarse a la boca. No es de extrañar
que un día oyera a uno de por aquí quejarse de que la barriga de su esposa le
había crujido la espalda. La mía llevaría hecha pedazos desde hace siete años si
no fuera por este valeroso caballero que nos mantiene a mi mujer y a mí, y a mi
casa de un barrio del este.
SRA. DE CORNUCOPIA
[Brindis.] Por la señora de Orero y demás vecinos, por las molestias que se han
tomado todos por mí, por todas estas buenas mujeres.
[Nodriza sirve vino.]
BEATA 1.ª
Yo responderé por ellas. ¡Todos os desean salud y fuerza, para que valientemente
sigáis adelante con esa postura que adoptáis como una verdadera hermana con
instinto maternal!
[Bebe.]
CORNUCOPIA
[Aparte] Ahora las copas van de aquí para allá mojándoles el gaznate a estas
cotillas. ¡Qué derroche! ¡Como ellas no piensan pagar!
BEATA 1.ª
¡Llénamela otra vez, comadrona!
CORNUCOPIA
[Aparte] ¡Por Dios! ¡Dos en una! ¡Me voy, no aguanto más! Y eso que no pago yo,
o me habría muerto. [A Don Malayerba.] ¿Queréis que demos un paseo y
dejemos aquí a las mujeres?
DON MALAYERBA
De todo corazón, chaval.
CORNUCOPIA
No me extraña.
DON MALAYERBA
Sentaos, alegres señoras.
TODAS LAS COTILLAS
Gracias, señor.
BEATA 1.ª
Gracias, señor.
CORNUCOPIA
¡Que una enfermedad te tumbe, eres la última y la peor!
Salen Cornucopia y Don Malayerba.
BEATA 1.ª
¡Traedme la misma copa, comadrona! Quiero alejar este, ¡hip!, sufrimiento
anticristiano.
COTILLA 3.ª
Y no se queda en casa tumbada como una condesa. ¡Quiero un marido así para
mi hija!
COTILLA 4.ª
¿Pero no se va a casar?
COTILLA 3.ª
¡Oh, no, dulce compañera!
COTILLA 4.ª
Si ya tiene diecinueve años.
COTILLA 3.ª
Los cumplió el pasado agosto. Pero le falta algo, le falta algo que se guarda en
secreto.
COTILLA 4.ª
¿Qué le falta?
COTILLA 3.ª
Te lo contaré cuando haya bebido más.
[Sale comadrona.]
COTILLA 4.ª
[Aparte] Lo que no consigue la amistad lo consigue el vino.
COTILLA 3.ª
Te lo voy a contar, compañera. Está muy suelta.
COTILLA 4.ª
¿Muy suelta?
COTILLA 3.ª
Sí, aún moja la cama.
COTILLA 4.ª
¿Cómo, a los diecinueve años?
COTILLA 3.ª
Como te lo digo, compañera.
[Entra COMADRONA.]
MAGDALENA
Decidme, comadrona. ¿Quién es?
COMADRONA
Un caballero de Cambridge. Creo que es vuestro hijo Timoteo.
MAGDALENA
¡Mi hijo Timoteo! Dile que venga con todas las mujeres. A ver si espabila un poco.
Sólo le falta audacia. Ojalá estuviera la sobrina aquí en casa.
DOÑA SINSEMILLA
¿Ha venido vuestro hijo, seguro?
MAGDALENA
Sí, de la universidad, seguro.
DOÑA SINSEMILLA
¡Qué alegría te debe de dar!
MAGDALENA
Le espera una boda estupenda. Una rica heredera de fuera de la capital con
diecinueve montes, ganado y otros bienes.
Entra TIMOTEO.
TIMOTEO
¡Se me ha engañado!
Sale avergonzado.
MAGDALENA
¿Se ha ido otra vez? ¡Comadrona, ve a por él! [Sale comadrona.]
Es que es tan tímido, cosas de jóvenes. En la universidad solo está con hombres,
y no está acostumbrado a la compañía de mujeres.
DOÑA SINSEMILLA
¡Cosas de jóvenes, sí!
Entran TIMOTEO y COMADRONA.
COMADRONA
Vuestra madre lo quiere así.
MAGDALENA
¡Hijo mío, Timoteo! ¿Tengo que ir a por ti? ¡Qué vergüenza, hijo!
TIMOTEO
¡Mamá, pareces una novata! Es contrario a las leyes de la universidad que un
universitario se mezcle con mujeres casadas.
MAGDALENA
Ven aquí, que te damos la dispensa.
TIMOTEO
Llamad a mi tutor, madre, y me quedaré más tranquilo.
MAGDALENA
¿Cómo, ha venido tu tutor, te lo has traído?
TIMOTEO
Yo no lo he traído. Se ha plantado él solito en la puerta. Negatur. Contigo hay que
empezar por la lógica, madre.
MAGDALENA
Corre, llama al caballero, comadrona. Es el tutor de mi hijo. Coge unas ciruelas
de estas.
[Sale comadrona.]
TIMOTEO
¿Llego de Cambridge y me ofreces seis ciruelas?
MAGDALENA
¡Vaya, Timoteo, todavía con esos enfurruñamientos!
TIMOTEO
¡Tratado como un niño cuando soy universitario!
MAGDALENA
No pararás hasta que consiga que tu tutor te dé unos azotes. ¿Te acuerdas como
te traté una vez en el patio del colegio de San Pablo?
TIMOTEO
¡Qué absurda eres! ¡En Cambridge no he encontrado nada igual! ¡Azotar a un
universitario! ¡Se iban a reír de ti! ¡Que no te oiga mi tutor, porque toda la
universidad se mofaría! ¡No abras la boca, madre!
Entra TUTOR.
MAGDALENA
¿Es este tu tutor, Timoteo?
TUTOR
Sí, señora, yo soy quien le enseñó lógica y le leyó a Chaucer.
TIMOTEO
Eso hizo, madre, y ahora lo tengo todo en mi propia cabeza y puedo hasta
leérselo a otros.
TUTOR
Eso lo hace porque le fluye de forma natural.
MAGDALENA
Os agradezco las molestias, señor.
TUTOR
Non ideo sane.
MAGDALENA
Tenéis razón. Idiota era cuando se marchó de la capital, pero ahora se ha
corregido. ¿Os gustaron los dos cabritos que os envié?
TUTOR
Ávidamente los devoré. Os agradezco vuestra generosidad.
MAGDALENA
[A las cotillas.] Este es mi hijo Timoteo, os ruego que le deis la bienvenida,
señoras.
TIMOTEO
¿Timoteo? Escucha, me llamo Timotheus, madre, Timotheus.
MAGDALENA
¿Cómo, he de negar que te llamas Timoteo? ¿Timotheus dice? Mi hijo tiene un
nombre, y es Timoteo, eso seguro.
DOÑA SINSEMILLA
¡Bienvenido, Timoteo!
Le besa.
TIMOTEO
[Al tutor.] ¡Uf! ¡Es horrible! ¡Me ha empapado con su beso! ¡Un pañuelo, querido
tutor, para limpiarme inmediatamente!
COTILLA 2.ª
¡Bienvenido de Cambridge!
Le besa.
TIMOTEO
[Al tutor.] ¡Esto es intolerable! ¡A esta mujer le apesta el aliento a dulces!
¡Ayuda, querido tutor, o me arranco los labios!
TUTOR
Mientras tanto iré a besar a las de aquella punta de la mesa.
TIMOTEO
Quizás sea lo mejor, y así acabaremos antes.
BEATA 1.ª
Dejad que yo sea la siguiente. Bienvenido al manantial de la disciplina que riega a
toda nuestra hermandad.
Tropieza y cae.
TIMOTEO
¡Dios mío, os lo ruego!
COTILLA 3.ª
Dios bendiga a doña Yodebajo.
BEATA 1.ª
Los fieles debemos aceptar nuestra caída con resignación.
TIMOTEO
[Al tutor.] Menos mal que no he ido detrás. Vaya birria de beso se me venía
encima si no se llega a caer.
Entra CORNUCOPIA y SISEÑOR.
CORNUCOPIA
[Aparte] ¡Vaya lío! ¿Aún están aquí? Estas han bebido tanto que lo que lo que
necesitan ahora es un orinal. [En voz alta.] ¡Vengo de un sitio donde hay una
procesión estupenda!
COTILLAS Y BEATAS
¿Dónde, dónde?
CORNUCOPIA
Al lado del río, donde hay dos dándole al tambor y uno que lleva el pendón.
COTILLAS Y BEATAS
¡Estupendo!
TIMOTEO
Vámonos, tutor.
Salen Timoteo y tutor.
COTILLAS Y BEATAS
[A Sra. de Cornucopia.] Adiós, querida compañera
SRA. DE CORNUCOPIA
Muchas gracias por las molestias que os habéis tomado.
COTILLAS Y BEATAS
¡Alimentaos y sed fuerte!
Salen todos excepto Cornucopia y Siseñor.
CORNUCOPIA
[A las beatas.] Lo que necesitáis es dormir más que comer. ¡Dormidla con alguno
de la hermandad y amaneced como nuevas! ¡Qué día más agotador! ¡Parecen
liebres en celo! ¡Qué caliente han dejado la habitación con esos culos tan gordos!
¿No te parece, Siseñor? Y este suelo tan mojado. Espero que sólo sea vino.
¡Como ellas no lo tenían que pagar!
SISEÑOR
Monstruoso, señor.
CORNUCOPIA
¿Y qué es esto debajo de los taburetes?
SISEÑOR
Está mojado, señor. Habrán derramado el vino.
CORNUCOPIA
¿No será nada peor? Estos taburetes forrados de tela estropeados, como no los
han pagado, Siseñor.
SISEÑOR
[Aparte] Ni tú tampoco.
CORNUCOPIA
Mira cómo los han dejado, ni que hubieran parido ellas con las patas para arriba.
Y cómo han dejado el suelo también, Siseñor, todo rayado con esos tacones
cortos, inquietos, pequeños y ligeros de cascos. Por donde pasan estas mujeres
no queda nada sano. ¿Pero cuál es el secreto que estabas a punto de contarme,
mi honrado Siseñor?
SISEÑOR
Si lo revelarais, señor…
CORNUCOPIA
Por Dios, si lo hago ábreme en canal la barriga hasta la garganta, Siseñor.
SISEÑOR
Mi amo se va a casar.
CORNUCOPIA
¿A casar, Siseñor? Entonces mándame a la horca.
SISEÑOR
[Aparte] Ahí le he dado.
CORNUCOPIA
¿Cuándo, dónde, con quién, Siseñor?
SISEÑOR
Del mismo sitio de donde salió la cuchara dorada.
CORNUCOPIA
No hay tiempo que perder, ni apenas para hablar
30
Lo detendré o mi vida, se va a tambalear.
Sale.
SISEÑOR
Sabía que ahí le picaría. Así favorezco mis propios objetivos que dependen de su
posición. Yo también deseo evitar que se case. Como soy su pariente pobre más
cercano,
mejor si se muriera, esa es mi esperanza
y que a la Sinsemilla no le crezca la panza.
Sale.

III.iii

Entran POLVORÍN JUNIOR y POLVORÍN SENIOR.


POLVORÍN JUNIOR
Vas por el mejor camino que un hombre puede pisar para enriquecerte y
complacerme, hermano. Aunque ella esté encerrada, sus votos son por mí, así
que el tiempo no me pesará, ya que por ese voto en su ausencia yo la disfruto
con la total seguridad de que nadie más lo hará, así que todos esos tediosos años
no serán más que un juego para mí. Mientras tanto no pierdas el tiempo, querido
hermano. Tienes los medios para darle un palo a la fortuna del caballero y dejarle
al nivel de la bancarrota que merece. Hazle un hijo a la esposa, sacude el árbol
hasta que caiga el fruto dorado en su regazo, antes de que solloce hasta
quedarse seca sin que nada ya pueda brotar de ella.
POLVORÍN SENIOR
¡Detente, te lo ruego! Ya tengo la sangre lo suficientemente caliente para un
asunto así sin que me provoques. Ahórrate ese banquete de fruta escarchada,
moniatos, alcachofas y langosta. Guárdatelos mejor para tu banquete de boda.
POLVORÍN JUNIOR
Sigue mi consejo y lléname el bolsillo también.
Soy afortunado, y el estado ideal
Es tener un amigo ante un tribunal.
POLVORÍN SENIOR
¡Pues no sé por qué estás tú tan contento! No tienes motivos, que yo sepa, desde
tus últimos enfrentamientos, salvo que haya nuevas noticias que añadir.
POLVORÍN JUNIOR
Estás en lo cierto, voy a buscarla esta tarde, hermano.
POLVORÍN SENIOR
¿Cómo a buscarla?
POLVORÍN JUNIOR
Te lo aclaro en seguida, hermano. Gracias a la secreta ayuda de una buena
asistenta de la casa que, de la pena que le da, ha hecho suyo el asunto y me ha
llevado por pasadizos y caminos ocultos que sólo el amor puede encontrar y
aventurarse por ellos. La espero donde no os podéis ni imaginar.
POLVORÍN SENIOR
Ni quiero saberlo, siempre que ella esté a salvo, y tú también.
POLVORÍN JUNIOR
35
La esperanza me sustenta,
y con tu amor y tu tiempo mi tranquilidad aumenta.
Sale.
POLVORÍN SENIOR
Peor que hasta ahora no podías estar, hermano. Ahora a por los Sinsemilla,
estéril ella o él. Están en la habitación de al lado, pero con qué disposición en
este momento, cualquiera sabe.
DON SINSEMILLA
(Desde dentro. A DOÑA SINSEMILLA) ¡Mientes, estéril!
POLVORÍN SENIOR
¿A esta hora del día? ¿Dándole alegría a la lengua porque no tienes otra cosa
mejor que ofrecer? Este es su día a día, desde que abren los ojos hasta que los
cierran, besos o riñas y después a reconciliarse. Entonces suena la segunda parte
del primer estribillo, y contentos otra vez, nadie sabe por qué. Se enfadan como
gigantes y se desenfadan como niños, aunque ningún niño pueda ser testigo de
ello.
Entran DON SINSEMILLA y SRA. SINSEMILLA.
DON SINSEMILLA
¡Es tu culpa!
DOÑA SINSEMILLA
¿Mi culpa, seco y frío?
DON SINSEMILLA
¡Tuya! ¡Tú eres la estéril!
DOÑA SINSEMILLA
¿Yo estéril? ¡Qué vida esta! ¡Que yo deba ahora defenderme, pelear por mis
derechos! ¡Yo estéril! ¡Nunca había estado ante un tribunal hasta que me casé!
DON SINSEMILLA
¡Quiero el divorcio!
DOÑA SINSEMILLA
¡Y yo que te cuelguen! No hace falta ni que lo pida, pronto te va a caer encima.
Ya puedo decir: “El matrimonio y la horca son cosas del destino”, por muy bueno
que digan que es el primero.
DON SINSEMILLA
Me voy de casa para mantener a alguna puta fértil en una alcoba, como si fuera
un solterón. Ella y sus hijos lo heredarán todo.
DOÑA SINSEMILLA
¿Dónde están esos hijos?
POLVORÍN SENIOR
¡Por favor, parad! Hay mejores caminos que seguir dentro de vuestro hogar para
multiplicaros por vuestra propia cuenta. A pesar de vuestros mutuos reproches,
creo que se puede alcanzar una paz duradera.
DON SINSEMILLA
¡Con ella, jamás!
POLVORÍN SENIOR
Querido señor.
DON SINSEMILLA
Os esforzáis en vano.
DOÑA SINSEMILLA
¡Igualito que tú!
POLVORÍN SENIOR
Dejadme intervenir.
DON SINSEMILLA
¡Que se quede sola, con la bata que llevaba cuando la conocí!
DOÑA SINSEMILLA
¡Pues tú traías compañía en tus partes tras haber estado embarcado!
DON SINSEMILLA
[Aparte] ¡Dios, ahí me la dado buena! [A Polvorín Senior.] Os lo ruego, que haya
paz.
POLVORÍN SENIOR
[Aparte] ¿Hasta aquí hemos llegado? El repique empieza a amainar.
DON SINSEMILLA
Lo venderé todo en una subasta.
DOÑA SINSEMILLA
¡Haz el mayor mal posible, bribón! [A Polvorín Senior.] Querido señor,
enamoradnos de nuevo.
POLVORÍN SENIOR
[Aparte] Se podría pensar que es imposible de conseguir. [A ellos.] Os lo ruego,
dejad que escampe la tormenta.
DON SINSEMILLA
Buen señor, disculpad, soy el dueño de la casa, y la voy a vender cuanto antes,
pondré anuncios esta tarde.
POLVORÍN SENIOR
¡Señora, amigos, venid!
DOÑA SINSEMILLA
Si alguna vez habéis querido a una mujer, señor, no digáis eso. ¿Amiga suya?
¿Creéis que estoy loca? ¿De uno que no es ni medio hombre?
DON SINSEMILLA
Pues tú no eres nada mujer.
DOÑA SINSEMILLA
¡Ojalá fuera menos que nada!
Solloza.
DON SINSEMILLA
¿Y eso qué quiere decir?
DOÑA SINSEMILLA
¡Que no sé complacerte!
DON SINSEMILLA
¡Quien diga eso miente! Tú eres todo corazón. [La besa.] ¡Vamos, vamos,
granujita mía!
DOÑA SINSEMILLA
No te importo.
POLVORÍN SENIOR
[Aparte] ¿Hay alguien que lo entienda? Ante esto, que me cuelguen.
DON SINSEMILLA
¿Habéis traído el líquido ese?
POLVORÍN SENIOR
(Aparte.) Aquí traigo un vial de leche de almendra que me ha costado tres
chavos.
DON SINSEMILLA
Mozuela, espero verte en pocos años rodeada de críos, vistiendo a una niña y
poniéndoles pendientes en las orejitas. Sería estupendo.
DOÑA SINSEMILLA
Si hubieras puesto de tu parte, yo ya estaría así.
DON SINSEMILLA
¿De mi parte? ¡Qué te cuelguen! ¡Serán tus partes, que en mal día me crucé con
ellas!
DOÑA SINSEMILLA
¡Qué gusano eres al decir eso!
DON SINSEMILLA
¡Ojalá pilles la peste!
POLVORÍN SENIOR
[Aparte] Ya van por el mismo camino, y cualquiera sabe por dónde van a salir. [A
Don Sinsemilla.] Esto os lo tenéis que beber, señor.
DON SINSEMILLA
Pues ahora no me lo voy a tomar aunque fuera a tener tres hijos antes de
medianoche.
DOÑA SINSEMILLA
¡Así demuestras lo mal nacido que eres! Rufián, con lo mal que nos van las cosas
para tener descendencia, y no quieres aprovechar la oportunidad.
DON SINSEMILLA
¡Para ya, ramera! ¡Por despecho me lo voy a tomar!
POLVORÍN SENIOR
Y ahora debéis cabalgar por ahí durante cinco horas.
DON SINSEMILLA
Lo haré. ¿Hay alguien ahí?
Entra criado.
CRIADO
¿Señor?
DON SINSEMILLA
Ponle la silla a mi yegua blanca
[Sale criado.]
Que me voy a montar a una joven potranca.
DOÑA SINSEMILLA
¡Móntate al diablo!
DON SINSEMILLA
La vas a pagar por todos lados. ¡Mira! ¿Lo ves? (Bebe.) ¡Pues ya no lo ves!
DOÑA SINSEMILLA
¡A ver si pillas una enfermedad!
DON SINSEMILLA
¡Maldita seas!
POLVORÍN SENIOR
[A Don Sinsemilla.] Ahora tenéis que ir de aquí allá para que surta efecto. No os
quedéis ahí tieso.
DON SINSEMILLA
Tieso no suelo estar...
POLVORÍN SENIOR
Mejor así, señor, ya que tieso…
DON SINSEMILLA
Nunca he podido quedarme tieso en un mismo sitio. En eso le he salido a mi
padre, siempre tan distraído. ¿Y si salto así?
Empieza a dar brincos.
POLVORÍN SENIOR
Bastante bien, señor, y mejor aún cuando estéis montado. Y cuando lleguéis
casa, si saltáis sobre un par de taburetes sin equivocaros, (Aparte.) no sea que os
rompáis el cuello, señor.
DON SINSEMILLA
¿Y qué decís de una mesa así de alta, señor?
POLVORÍN SENIOR
Eso sería lo mejor, señor, [Aparte] siempre que esté repleta de buenas
viandas. [A él.] ¿Recordáis los términos de nuestro acuerdo?
DON SINSEMILLA
[Sigue brincando por el escenario.] ¡Algo tengo en la cabeza! Cuatrocientos en
cuatro pagos. Los primeros cien, ahora mismo en mano.
POLVORÍN SENIOR
Esos ya los tengo.
DON SINSEMILLA
Cien más, cuando mi esposa esté preñada. Otros cien, cuando esté de parto, y
los cien que quedan, cuando el niño llore, porque si no llora, no me sirve de nada.
POLVORÍN SENIOR
¡Muy quieto estáis, saltad más rápido, señor!
DON SINSEMILLA
[Sigue brincando.] ¡Por supuesto, señor! ¡Estoy en una forma excelente, y bajo
supervisión médica!
Entra criado.
CRIADO
Vuestra yegua blanca está lista.
DON SINSEMILLA
¡Voy en seguida! Un beso de despedida.
DOÑA SINSEMILLA
Llévate dos, amor.
[Beso.]
DON SINSEMILLA
Y espérame a las tres.
Sale.
DOÑA SINSEMILLA
De todo corazón, querido.
POLVORÍN SENIOR
[Aparte] Parece que se les ha pasado el enfado, y que están tan unidos como
siempre. ¿Quién demonios les entiende? Si no lo viera, no lo entendería. [A Doña
Sinsemilla.] Venid, querida señora.
DOÑA SINSEMILLA
¿Cómo debo tomármela yo?
POLVORÍN SENIOR
Se os ha de administrar en posición horizontal.
DOÑA SINSEMILLA
¿Tumbada en una cama?
POLVORÍN SENIOR
Tumbada en una cama, o donde os sintáis mejor.
40
El diván nos servirá,
DOÑA SINSEMILLA
Salen.
lo que disponga el señor.

Acto IV

IV.i

Entran TIMOTEO y TUTOR


TIMOTEO
Negatur argumentum, tutor.
TUTOR
Probo tibi, pupilo, stultus non est animal rationale.
TIMOTEO
Falleris sane.
TUTOR
Quaeso ut taceas; probo tibi.
TIMOTEO
Quomodo probas, domine?
TUTOR
Stultus non habet rationem, ergo non est animal rationale.
TIMOTEO
Sic argumentaris, domine: stultus non habet rationem, ergo non est animal
rationale. Negatur argumentum otra vez, tutor.
TUTOR
Argumentum iterum probo tibi, domine: qui non participat de ratione nullo modo
potest vocari rationalibus, pero stultus non participat de ratione, ergo stultus
nullo modo potest dicere rationalis.
TIMOTEO
Participat.
TUTOR
Sic disputus, qui participat quomodo participate.
TIMOTEO
Ut homo; probabo tibi in syllogismo.
TUTOR
Hunc proba.
TIMOTEO
Sic probo, domine: stultus est homo sicut tu et ego sum; homo est animal
rationale, sicut stultus est animal rationale.
Entra MAGDALENA.
MAGDALENA
¡No hay más que disputas todo el día con estos!
TIMOTEO
Sic disputus, stultus est homo sicut tu et ego sum; homo est animal rationale,
sicut stultus est animal rationale.
MAGDALENA
Si tendréis vuestras buenas razones, cualesquiera que sean; os ruego que las
dejéis de lado ahora, os vais a agotar. ¿Ahora qué pasa entre vosotros?
TIMOTEO
Nada, salvo razonar sobre lo que es un tonto.
MAGDALENA
¿Un tonto, hijo? ¡Para eso os calentáis tanto la cabeza! ¡Todos sabemos lo que es
un tonto!
TIMOTEO
¡Ah! ¿Qué es un tonto, madre? Ahora me dirijo a ti.
MAGDALENA
¡Ah! Uno que se casa sin tener aún sentido común.
TIMOTEO
Para ser una mujer que jamás ha pisado la universidad está bastante bien. Pero
trae ante mí a uno de esos que llamas tonto, madre, y demostraré que es una
criatura tan racional como yo o mi tutor aquí.
MAGDALENA
¡Eso es imposible!
TUTOR
¡No! Él lo hará, ya lo creo que sí.
TIMOTEO
Lo más sencillo es demostrar lo que es un tonto por lógica, por lógica puedo
demostrar cualquier cosa.
MAGDALENA
¡Qué no serás capaz de hacer!
TIMOTEO
Hasta puedo demostrar que una puta es una mujer honesta.
MAGDALENA
¡Eso no, por Dios! Lo tendrá que demostrar ella, no la lógica.
TIMOTEO
La lógica, que te lo digo yo.
MAGDALENA
¡Algunos de esta calle darían mil libras si pudieras demostrar que sus esposas son
honestas!
TIMOTEO
Lo demostraría, y que sus hijas también lo son aunque tuvieran tres hijos
bastardos. ¿Cuándo viene tu sastre aquí?
MAGDALENA
¿Y él qué tiene que ver?
TIMOTEO
Por lógica, demostraré que es todo un hombre, que venga cuando quiera.
MAGDALENA
¡Y lo que le costaba aprender cuando era niño! La verdad, señor, pensé que
nunca aprendería latín. ¿Cuántos manuales creéis que se leyó antes de saberse
esta gramática?
TUTOR
Tres o cuatro.
MAGDALENA
Creedme, señor, treinta y cuatro.
TIMOTEO
¡Uf! ¡Con sus hojas jugaba yo a las estampitas a la puerta de la iglesia!
MAGDALENA
Ocho años estuvo para aprenderse la gramática, siempre se quedaba atascado en
el presente.
TIMOTEO
En el presente estoy ahora.
MAGDALENA
¡La vergüenza que me hizo pasar delante de un galante caballero que me conoció
cuando yo aún era doncella!
TIMOTEO
¡Estas mujeres lo tienen que contar todo!
MAGDALENA
¿Quid est grammatica?, le preguntó el señor, le recuerdo por un muy dulce regalo
que me hizo, y no supo qué responder.
TUTOR
¡Vaya, pupilo, ja! ¿Quid est grammatica?
TIMOTEO
¿Grammatica? ¡Ja, ja, ja!
MAGDALENA
No te rías, hijo, que quiero oírlo ahora. Una palabra preciosa salió de la boca de
aquel caballero, la recordaré toda mi vida.
TUTOR
Vamos, ¿quid est grammatica?
TIMOTEO
¿No os da vergüenza, tutor? ¿Grammatica? Pues recte scribendi atque loquendi
ars, por complacer a mi madre.
MAGDALENA
Eso fue todo. Ya veo, hijo, que eres todo un académico, y vos un tutor magistral.
Os lo ruego, tutor, una palabrita con vos. [Aparte] Retirémonos un rato a la
alcoba de mi marido. Le enviaré a esa dama que quiere que la cortejen. Los
juntaré allí a los dos y les cerraré con llave.
TUTOR
Doy mi total aprobación a vuestra conclusión.
Salen [Magdalena y tutor].
TIMOTEO
Me pregunto quién será está dama con quien yo me debo casar, que no conozco
de nada: ¿qué pretenderán mis padres al emparejarme con alguien a quien no
conozco? Una doncella con quien no tengo ni afinidad ni amistad. Por mi vida,
¿creerán que no cuido mi cuerpo lo suficiente como para acostarme con alguien
que no conozco, una mera extraña, que no ha ido al colegio conmigo, ni hemos
jugado juntos? Creo que se equivocan de lleno. Dicen que tiene montañas de
dote, cabezas de ganado, dos mil, aunque no sé cómo se ganan esas cabezas, mi
tutor no sabe explicármelo. Lo he buscado en el diccionario y no lo explican, no
hay ni rastro. A lo mejor son cerdos, pero no sé. (Entra la DAMA.)
Y ahí viene. ¡Un universitario no se pone a hablar con ella de cosas como el
matrimonio! Me parece muy atrevido por su parte que entre en mi alcoba sin
conocerme de nada. Pero tampoco quiero que piense que soy altanero, le diré
algo. Tal y como lo tengo previsto, no me va a dejar con la palabra en la boca.
¡Me mira y me hace una reverencia! [A ella.] Salve tu quoque puella pulcherrrima
quid vis nescio nec sane curo— Frase de Tulio Cicerón a un corazón.
DAMA
[Aparte] No sé lo que me dice. ¿Me estará cortejando? Seguro que no me
entiende.
TIMOTEO
Ferter me hercule tu virgo, Wallia ut opibus abundis maximis.
DAMA
[Aparte] ¡Que soy un feto, que no tengo virgo! ¿Se estará burlando de mí?
TIMOTEO
[Aparte] No sé cómo se dice ganado en latín, lo explicaré de otra
manera. Iterum, dico opibus abundat maximis montibus et fontibus et, ut ita
dicam, rontibus; attamen, vero, homanculus ego sum natura, simule arte
bachalarius, lecto profecto non parata.
DAMA
[Aparte] ¡Qué tipo más raro! A lo mejor así me entiende. ¿Parles el meu idioma?
¿Estàs badoquejant amb mi?
TIMOTEO
[Aparte] ¡Que si me quejo de ella! Le diré que no en una palabra cercana a su
idioma. [A ella.] Ego non cogo.
DAMA
Després d’un passeig junts pots menjar-te una bacora.
TIMOTEO
[Aparte] ¡Es toda una erudita, eso ya lo veo! Tiene el don de las lenguas, seguro
que ha corrido mucho mundo. ¡Lo que dirán todos!: “¡Ahí va esa pareja tan
culta!” Está claro que se ha graduado con todos los honores.
Entra MAGDALENA.
MAGDALENA
¡Bueno, bueno! ¿Cómo va el negocio?
TIMOTEO
[Aparte] Me alegro de que venga mi madre a poner distancia entre nosotros.
MAGDALENA
[A la dama.] ¿Cómo os lleváis?
DAMA
Igual que antes de conocernos.
MAGDALENA
¿Y eso por qué?
DAMA
Porque me ponéis ante un hombre al que no entiendo. Vuestro hijo no es de aquí.
MAGDALENA
¡No es de aquí, bendito hijo mío! ¡Si nació en el corazón de la capital!
DAMA
Pues llevo ya un buen rato en su alcoba y de él no he sacado ni una palabra que
se le entienda.
MAGDALENA
¡Pero Timoteo! ¿Cómo has tratado a esta mujer?
TIMOTEO
Como todo hombre debe hacer, en latín.
MAGDALENA
¿En latín, estúpido?
TIMOTEO
Y ella ha respondido en arameo.
MAGDALENA
¿En arameo, estúpido? ¡Es catalán!
TIMOTEO
Más o menos es lo mismo, madre.
MAGDALENA
Y también habla tu idioma.
TIMOTEO
¿Y cómo iba yo a saberlo? ¡Además habla mi idioma! ¡Un aplauso para ella!
Pensaba que me querías casar con una extranjera.
MAGDALENA
[A la dama.] Disculpadle, está tan embelesado con el latín, él y su tutor, que casi
se le ha olvidado hablar en cristiano.
DAMA
Ya está perdonado.
MAGDALENA
Timoteo, desagráviala con un beso. Ya va a por ti.
[La besa.]
TIMOTEO
¡Delicioso! ¡Uno puede descubrir el lugar de origen con un beso! Hay un dicho que
es: “Nada sabe igual al conejo catalán”. Y me han dicho que cantáis a base de
bien.
MAGDALENA
Las más dulces canciones del país.
TIMOTEO
Pues yo soy de la opinión de que, antes de casarme, quiero conocer todas las
virtudes ocultas de quien va a ser mi mujer para saber cuánta riqueza me espera.
MAGDALENA
Escucharás la más dulce melodía, Timoteo. Os lo ruego, señora.
Música y la dama entona una canción.
DAMA
Cupido es la única alegría de Venus,
pero es un chico muy libertino,
un chico muy, muy libertino.
Les dispara a los pechos desnudos de las mujeres,
45
y es la causa de la cresta de la mayoría de los hombres,
esa que sale en la frente,
invisible pero horrible.
Fue quien primero le enseñó a las mujeres
a mover bien esos labios.
50
¿Por qué no debería Venus reñir
a su hijo por sus travesuras,
por sus libertinas travesuras?
Dispara sus fogosas flechas tan profundas
que a las pobres mujeres las fecunda.
55
¡Ay de mí!, que con esas crueles heridas,
sus flechas sean su ruina.
Sus vidas y su buen juicio se hunden,
y solo esos labios siguen moviéndose.
¿Puede haber algún gozo
60
en un beso furtivo y caprichoso,
un beso furtivo y caprichoso?
Para quien busca placer, se pierde el tiempo sin nada que hacer,
y con el beso más lento entran tantas prisas,
que se pierde antes de que lo encontremos,
65
pues el único juego placentero que conocen,
es el que aprieta por arriba y por abajo.
TIMOTEO
No cambiaría a mi esposa ni por un reino. Yo también canto a base de bien, sobre
todo en mi alcoba.
Entran el SR. ORERO y CORNUCOPIA [disfrazado].
SR. ORERO
¡Bien dicho, Timoteo! Las campanas repican alegres. Me gusta el carrillón de la
vida. Esposa, llévales ahí dentro. Aquí hay un desconocido que quiere hablar en
privado conmigo. (Salen Magdalena, Timoteo y dama.)
[A Cornucopia.] Bienvenido, señor, sobre todo por vuestro nombre. Buen señor
Orero. Me gusta mi nombre. ¿Y de qué Oreros descendéis, si perdonáis mi
atrevimiento?
CORNUCOPIA
De los Orero del norte.
SR. ORERO
De donde son los mejores Orero, los de pura cepa. Yo también soy de allí, aunque
ahora viva en la capital. Sigo con mi atrevimiento: sentíos como en vuestra casa.
CORNUCOPIA
Espero que el celo con el que acudo lo merezca.
SR. ORERO
No espero menos. ¿Cuál es vuestra voluntad, señor?
CORNUCOPIA
Según ciertos rumores tengo entendido que tenéis una hija a quien, con atrevido
afecto, llamaré desde ahora prima.
SR. ORERO
Os lo agradezco de su parte, señor.
CORNUCOPIA
He oído hablar de sus virtudes y otras gracias confirmadas.
SR. ORERO
¡Y también es conflictiva, señor!
CORNUCOPIA
Su popularidad la presenta con unos encantos aún más llamativos de los que vos
querríais presumir; mejor que sea modesta. He oído que está a punto de casarse.
SR. ORERO
Habéis oído la verdad.
CORNUCOPIA
Con un caballero que ha llegado a la capital, Don Malayerba.
SR. ORERO
El mismo, señor.
CORNUCOPIA
¡Cuánto lo siento!
SR. ORERO
¿Lo sentís? ¿Por qué, primo?
CORNUCOPIA
¿Se ha llegado ya muy lejos con el matrimonio, o aún se puede detener?
SR. ORERO
¿Detener? ¿Por qué, buen señor?
CORNUCOPIA
Resolvedme esa duda, y me seguiréis oyendo hablar.
SR. ORERO
No hay contrato firmado
CORNUCOPIA
Cuánto me alegro, señor.
SR. ORERO
Pero es el hombre que lo va a consumar con ella.
CORNUCOPIA
De ninguna manera, primo, la destrozará, y tú maldecirás para siempre el
momento en el que los emparejaste. Es un putero, y en eso consume su tiempo y
dinero. Tengo entendido que lleva siete años así, y con la esposa de otro hombre
también.
SR. ORERO
¡Abominable!
CORNUCOPIA
Mantiene su casa, viste al marido, paga los sueldos de los criados y...
SR. ORERO
Lo peor de lo peor. ¿Y el marido lo sabe?
CORNUCOPIA
¿Lo sabe? ¡Y bien contento que está! Así se gana la vida, como un comerciante.
Como el carnicero que vende carne o el granjero que vende conejos, o así.
SR. ORERO
¡Un cornudo sin igual!
CORNUCOPIA
¡Será que a él le importa! Creedme, menos aún que a mí.
SR. ORERO
¡Qué rufián!
CORNUCOPIA
Le da igual. Se alimenta y se lo toma con calma. No es un hombre que pierda el
sueño por engendrar un hijo a pesar de que, según el mismo confiesa, su esposa
ya tiene siete.
SR. ORERO
¿Cómo, de don Malayerba?
CORNUCOPIA
Don Malayerba tiene a bien tenerlos y mantenerlos, con todo tipo de lujos,
faltaría más, señor.
SR. ORERO
¿Y tiene él más hijos?
CORNUCOPIA
¡Hijos, así de altos! Ya recitan a Catón y a Cordelio.
SR. ORERO
¿Estáis de broma?
CORNUCOPIA
Uno va a un colegio privado, donde escribe hasta en verso.
SR. ORERO
Esta noticia que me dais se me clava en el corazón, primo.
CORNUCOPIA
Y más que podría haber hecho si no la revelo a tiempo. ¡Está con la esposa de un
tal Cornucopia!
SR. ORERO
¡Cornucopia! ¡He oído hablar de él! ¿No le han bautizado a una hija hace poco?
CORNUCOPIA
Cien libras le ha costado al caballero.
SR. ORERO
¡Para mí es un bribón y un villano! ¡Mil gracias y bendiciones por la información!
¡No quiero tener nada más que ver con él!
CORNUCOPIA
[Aparte] ¡Ja, ja! Va a estar aún rondándome mucho tiempo el caballero. No le voy
a perder, pues no hay esposa para él. Por mucho que corteje por ahí, aún le voy
a tener pasándose por casa.
Sale.
SR. ORERO
Bueno, tendré que aceptarlo:
Un señor abominable.
¿Para qué sirve una boda?
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Pues para recuperarle
Yo también tuve una puta
que me dio a luz un bastardo.
Fue la señorita Ana,
En el año no sé cuantos
No me importa quién lo sepa, ahora es un chico encantador, dos veces consejero,
la repera, fruto prohibido, como lo de ahora. Y Don Malayerba, es rico y será mi
yerno. Espero que la puta que mantiene goce de buena salud.
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Mi hija no sufrirá
¡Adelante con la boda!
Mas le voy a hacer sudar
Si quiere poseerla toda.
Entra MAGDALENA.
MAGDALENA
¡Marido, marido!
SR. ORERO
¿Qué pasa ahora, Magdalena?
MAGDALENA
¡Nos ha destrozado! ¡Se ha ido, se ha ido!
SR. ORERO
¿Otra vez? ¡Muerte! ¿Por dónde?
MAGDALENA
Por los tejados, hacia el río. ¡Se ha ido para siempre!
SR. ORERO
¡Maldito fardo!
Salen.

IV.ii

Entran TIMOTEO y TUTOR


TIMOTEO
¡Ladrones, ladrones, me han robado a mi hermana! ¡Algún ladrón la tiene! ¡Cuán
misteriosamente ha desaparecido el más cuidado tesoro de mi padre, tutor!
TUTOR
¿Será posible?
TIMOTEO
¡Y tres collares de perlas y una caja de coral! ¡Busquémosla por la escalinata que
lleva al río! ¡Mi madre se ha ido a buscarla por las escaleras del embarcadero! ¡Y
en el muelle ya está mi padre, pobre tonto! ¡Corred, bendito tutor, corred!
Salen.

IV.iii

Entran POLVORÍN SENIOR y POLVORÍN JUNIOR.


POLVORÍN SENIOR
Me habrían cogido ocho guardias, hermano, si no hubiera sido por los remeros.
Todo se lo debo a ellos. Son de lo más agradecidos. Como se ganan la vida
gracias a los caballeros, los defienden a capa y espada. Sabréis que un caballero
se escabulló metiéndose en un teatro, donde al rato entraron dos o tres lacayos
blandiendo sus espadas, como si bailaran la danza de los floretes sobre el
escenario, con candelabros en la mano como si fueran fantasmas, mientras
perseguían y atizaban al pobre caballero, que fue finalmente puesto a salvo
gracias a un par de honrados remos.
POLVORÍN JUNIOR
Les quiero de todo corazón.
Entran tres o cuatro REMEROS.
REMERO 1.º
Mi barca es la primera libre.
REMERO 2.º
¿Os llevo, caballeros, con mi par de remos?
POLVORÍN SENIOR
Son unos hombres honestos. Que salga uno ya, y el otro que espere a Mari.
POLVORÍN JUNIOR
Río arriba.
POLVORÍN SENIOR
Que no se hable más, hermano.
REMERO 1.º
Mi barca es la primera libre.
REMERO 2.º
¿Llevo a vuestra señoría?
POLVORÍN JUNIOR
Marchad, Salen Polvorín Senior y remero 1.º
y para el honesto remero que se queda, aquí tenéis una corona francesa. Por ahí
viene una doncella a toda prisa para embarcar. Llevadla con vuestra mejor
disposición río arriba detrás de mí.
REMERO 2.º
Río arriba, señor. Prepara el barco, Samuel. Esperaremos abajo.
Salen remeros.
Entra MARI.
POLVORÍN JUNIOR
¿Qué te ha hecho tardar tanto?
MARI
El camino hacia aquí ha resultado más peligroso de lo que esperaba.
POLVORÍN JUNIOR
Vete, rápido, hay un barco que te espera. Yo embarcaré en el siguiente muelle y
ya te alcanzaré.
MARI
Muy bien. Toda precaución es poca.
[Salen.]

IV.iv

Entran DON MALAYERBA, SEÑOR ORERO, TIMOTEO y TUTOR.


DON MALAYERBA
¿A esto llamáis tenerla encerrada?
SR. ORERO
Estaba encerrada bajo doble llave.
DON MALAYERBA
¡Doble diablos!
TIMOTEO
Tan efectivo como un oficial, que no se agota nunca.
SR. ORERO
¿Y tú cómo la habrías custodiado?
TIMOTEO
Poniéndole candados, como hacen en Venecia. Mi tutor lo ha leído en algún sitio.
DON MALAYERBA
Si estaba tan bien encerrada, ¿cómo se ha escapado?
SR. ORERO
Por un agujero que daba al desagüe. ¿Quién se le podría haber imaginado?
DON MALAYERBA
Alguien más listo que vosotros.
TIMOTEO
Tiene razón, querido padre.
Cuando el amor es sincero
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Siempre encuentra el agujero.
Eso lo sabe mi tutor.
TUTOR
Verum poeta dicta.
TIMOTEO
Dicit Virgilius, padre.
SR. ORERO
A mí no me vengas con ese gilius, que bastante he hecho el gilipollas con mi hija.
¿Y dónde estará tu sabia madre ahora?
TIMOTEO
Anda loca, creo. Pensé que hasta podría ahogarse. No quiso esperar a los
remeros y se cogió una barquichuela ella misma. Creo que se ha ido a pescarla.
SR. ORERO
Habrá pescado un buen plato de morralla que nos podrá servir para la cena.
Entra MAGDALENA arrastrando a MARI del pelo [mojado] y REMEROS.
MAGDALENA
Te llevo del pelo a casa
REMERO 1.º
¡Buena mujer, dejadla!
MAGDALENA
Ocupaos de vuestros asuntos.
REMERO 2.º
¡Sois una madre cruel!
Salen remeros.
MARI
¡Se me muere el corazón!
MAGDALENA
Vas a servir como ejemplo para todas las hijas de nuestros vecinos.
MARI
¡Adiós a la vida!
SR. ORERO
¡Para, para, Magdalena!
MAGDALENA
¡Aquí te traigo a tu joya del pelo!
SR. ORERO
¡Aquí la tenéis, caballero!
DON MALAYERBA
¡Deteneos de una vez, o me voy a poner peor!
TIMOTEO
Fijaos en ella, tutor. La han sacado del agua como si fuera una sirena. Ya sólo es
media hermana mía, el resto que lo vendan en la pescadería.
MAGDALENA
¡Fardo astuto y mentiroso!
SR. ORERO
¡Ramera impúdica!
DON MALAYERBA
O la dejáis en paz de una vez, o dejo yo a un lado la boda [A Mari.] ¿Por qué me
has tratado así, desagradecida señorita? ¿Es que me merezco esto?
SR. ORERO
Le habláis con demasiado afecto, señor. Lo haremos de otra manera para
evitarnos disgustos. Esto lo tendríamos que haber arreglado antes. Ya no
perderemos más el tiempo, ni nos fiaremos de ella. Mañana temprano, al
amanecer, os casáis.
MARI
¡Destino compasivo con el amor, dame muerte esta noche! ¡No quiero ver más
mañanas de este mundo!
SR. ORERO
¿Estáis satisfecho, señor? Mientras tanto, se la vigilará.
MAGDALENA
¡Eso seguro, fardo!
Salen Magdalena y Mari.
TIMOTEO
¡Padre, mi tutor y yo la vigilaremos bien pertrechados!
TUTOR
¿Y de donde sacaremos las armas?
TIMOTEO
No os preocupéis por eso, puedo mandar a por metal conquistador, tutor, sin
perder ni un solo día. Conozco a un guarda del palacio real que me puede prestar
la espada de Enrique V, que nos será útil para vigilarla.
Salen Timoteo y tutor.
DON MALAYERBA
Mañana por la tarde mis sueños se habrán hecho realidad. Recibiré dos mil libras
de dote y una dulce virgen que se cotiza a cuarenta libras.
Entran POLVORÍN JUNIOR y un REMERO.
POLVORÍN JUNIOR
Tus noticias me destrozan.
REMERO
¡Y medio ahogada! ¡La llevaba arrastrándola del pelo, a la fuerza, humillándola,
no como lo haría una madre!
POLVORÍN JUNIOR
Sale remero. Es suficiente, dejadme con mis desdichas.
¿Señor, habéis visto a una doncella desgraciada pasar por aquí? ¡Villano, sois
vos!
DON MALAYERBA
¡Soy yo, bribón!
Los dos desenfundan la espada y pelean.
POLVORÍN JUNIOR
Debo llegar hasta el final. Nada puede detener mi lengua, mi esperanzada fortuna
y lo que oculta mi pecho si quiero conseguir lo que deseo.
DON MALAYERBA
Creo que os estáis jugando la vida.
[Hiere a Polvorín Junior.]
POLVORÍN JUNIOR
[Se recupera y sigue luchando.] Primero le tendréis que ganar a este corazón en
mi pecho.
DON MALAYERBA
¿Pues no va más, entonces? ¡Piensa en la dote de dos mil libras!
POLVORÍN JUNIOR
Ya estamos igualados.
[Hiere a Don Malayerba.]
DON MALAYERBA
Y como no me quedan más cartas, ya no juego más.
POLVORÍN JUNIOR
¿No juegas más, villano?
DON MALAYERBA
Tengo que reflexionar sobre algunas cosas antes de seguir adelante.
[Sale.]
POLVORÍN JUNIOR
No dejo nada a la suerte
Le seguiré hasta la muerte.
Sale.

Acto V

V.i

Entran CORNUCOPIA, MAGDALENA y SISEÑOR.


SRA. DE CORNUCOPIA
¡Qué miseria para esta casa!
CORNUCOPIA
¿Qué será de nosotros?
SISEÑOR
Creo que su herida es mortal.
CORNUCOPIA
¿Eso crees, Siseñor? Pues yo, más que mortal, soy hombre muerto, Siseñor. Este
no es mundo para mí si él se va, lo empaqueto todo y detrás de él, Siseñor, con
los pies por delante, y asunto terminado.
Entra DON MALAYERBA malherido, acompañado por dos criados.
SISEÑOR
Ved, señor, cuán débil está, dos compañeros míos le asisten.
SRA. DE CORNUCOPIA
[Con desmayo.] ¡Ay de mí!
CORNUCOPIA
¡Qué nervios! Mi mujer se viene abajo también. ¡Así se lleva un hogar! ¡Cuando
nos hundimos, nos hundimos todos! Ocúpate de ella, buen Siseñor, anímala.
Dejad que me acerque al señor, dejadme.
[Salen dos criados.]
DON MALAYERBA
¡No me toques, villano! ¡Me duele la herida por ti! ¡Eres veneno para mi corazón!
CORNUCOPIA
[Aparte] Ya delira. Sus sentidos se apagan, no me reconoce. [A él.] Alzad la vista,
si place a vuestra merced, levantad la mirada, recordadme ¿habéis perdido la
memoria? Miradme a la cara, ¿quién soy?, si place a vuestra merced.
DON MALAYERBA
¡Si hay algo peor que un bribón o un villano, ese eres tú!
CORNUCOPIA
¡Ay, la debilidad de su señoría! Ya me irá reconociendo poco a poco.
DON MALAYERBA
Ningún demonio llega a ser como tú.
CORNUCOPIA
¡Ay, pobre caballero, cuánto dolor tenéis que soportar!
DON MALAYERBA
Sabes que soy malvado, pues tu bajeza se mantuvo ojo avizor sobre mis
pecados. Nadie supo de la terrible deuda contraída por mi alma tan bien como tú,
mas como ángel adulador del infierno jamás me pusiste sobre aviso, me dejaste
continuar al encuentro con la muerte en mi sueño, y si no hubiera despertado
ahora por casualidad, incluso por la compasión de un extraño, habría dormido
eternamente privado de toda esperanza, de gracia o misericordia.
CORNUCOPIA
Cada vez está peor. ¡Esposa, ve hacia él, esposa, tú que le haces siempre tanto
bien!
SRA. DE CORNUCOPIA
¿Cómo os encontráis, señor?
DON MALAYERBA
No como tú, odiosa ramera. ¡Que algún buen hombre misericordioso aparte mis
pecados de mi vista un instante! Tiemblo al verla, me arrebata todo posible
sosiego que esté aquí. no puedo descansar en paz mientras ella esté. ¿Es este el
momento, mujer sin conciencia, para veros? ¿Tan cruel eres con el reposo de un
hombre al que ni ahora dejas en paz? El propio diablo muestra más respeto y
reverencia que tú; no se atreve a hacer esto, se aleja ante una penitencia
bajando la mirada. Cuando uno se aleja de él, se marcha. ¿Eres más insolente e
impúdica que tu mentor? Si aún te queda un atisbo de modestia, aléjate de mí.
Estarías mejor encerrada a muchas habitaciones de aquí, apartada de mi mísera
imagen, si tuvieras algo de gracia o bondad.
SRA. DE CORNUCOPIA
[Llora.] ¡Está perdido para siempre!
CORNUCOPIA
Corre, querido Siseñor, rápido, y tráele a los niños. Al verlos se alegrará al
instante.
[Sale Siseñor.]
DON MALAYERBA
[A Sra. de Cornucopia.] ¡Oh, muerte! ¿Es este buen lugar para que te pongas a
llorar? ¿Qué lágrimas son esas? Vete con ellas. Peor me irá mientras se
derramen, van contra mí. ¡No hay más que apetito en ese lamento! ¡Lloras
lascivia! Lo percibo en la liviandad del consuelo que me llega. A mí me iba bien
hasta que empezaste a destrozarme. Es como el lamento inútil de una madre
descuidada que acompaña con mimos a su hijo hasta el patíbulo para quedarse
ahí llorando al verle sufrir.
Entra SISEÑOR con los NIÑOS.
SISEÑOR
Aquí están los niños, señor, si place a vuestra merced. Vuestra más reciente hija
sonríe. Mirad, mirad, señor.
DON MALAYERBA
¡Ah, qué venganza! Ocultaré mi rostro maldito para siempre de quienes
oscurecen todas mis esperanzas, de quienes se interponen entre mí y la visión del
cielo. Quien ahora me vea, y los que me rodean, pueden decir con razón que
reboso pecado. Mis ofensas batallan con mi arrepentimiento hasta casi dejarlo sin
aliento, mas todavía se cierne sobre mí mi adúltera culpabilidad, que con sus
negras alas tumba todas mis plegarias antes de que hayan empezado a elevarse.
¿Quién sabe cuánto me queda de vida? ¡Oh! ¿Qué viene después? Mi gusto se
vuelve amargo, el ancho mundo es ahora hiel, sus placenteros placeres a los que
me entregué a cambio de mi alma me han envenenado, y dan paso inmediato a
cien suspiros por mí.
CORNUCOPIA
Háblale, Nicolás.
NICOLÁS
No me atrevo, tengo miedo.
CORNUCOPIA
Dile que se hace daño a sí mismo, Yerbita, con tanta queja.
DON MALAYERBA
¡Desdichados, que os muráis los siete!
CORNUCOPIA
Vamos, hablemos de lo que sea para mantenerle con vida. Ah, Yerbita, ¿y mi
señor te regaló esa joya que llevas por una epístola que escribiste en latín? Eres
un chico muy precoz, hay mucho júbilo en ti
DON MALAYERBA
¡Oh, qué desgracia!
CORNUCOPIA
[Aparte] Dios, ¿es que nada le consuela? Pues si está ya tan ido, es la hora del
quejido. Aquí hay pluma, tinta y papel, todo listo. ¿Le complacería a vuestra
señoría hacer su testamento?
DON MALAYERBA
Mi testamento. Sí, claro. ¿Quién escribe rápido?
CORNUCOPIA
Que lo haga vuestro criado, si place a vuestra merced. Una mano honesta, rápida
y legible.
DON MALAYERBA
Escribe entonces. [Siseñor escribe.] Imprimis. ¡Le lego al cornudo tres veces su
peso en maldiciones!
CORNUCOPIA
¿Cómo?
DON MALAYERBA
¡Y todas las plagas del cuerpo y de la mente!
CORNUCOPIA
Eso no lo escribas.
SISEÑOR
Es su testamento, debo hacerlo.
DON MALAYERBA
¡Y que agonice durante diez días!
CORNUCOPIA
[Aparte] ¡Vaya dulce legado! Me deja sin aliento de la emoción.
DON MALAYERBA
¡Y a la puta de su esposa le lego que quede estéril de alegrías, yerma de virtud y
escasa de arrepentimiento! Y como tantas rameras inglesas, que muera del mal
francés, pero que antes vea a sus hijos liarse incestuosamente entre ellos sin
derramar una sola lágrima.
Entra CRIADO 1.º
CRIADO 1.º
¿Dónde está el caballero? ¡Señor, el joven a quien heristeis acaba de dejar este
mundo!
DON MALAYERBA
¿Muerto? Aupadme, aupadme. ¿Quién me ayuda?
CORNUCOPIA
Que la justiciera ley os aúpe al cadalso, que yo, y mi mujer, ya os la hemos
aupado bastante.
CRIADO 1.º
[A Don Malayerba.] Será mejor que os ocultéis.
CORNUCOPIA
[A Don Malayerba.] En mi casa no. No albergaré a asesino alguno, ocultaos donde
podáis.
DON MALAYERBA
¿Esto qué es?
SRA. DE CORNUCOPIA
¡Esposo mío!
CORNUCOPIA
Sé lo que hago, esposa mía.
SRA. DE CORNUCOPIA
[A Cornucopia.] Cualquiera sabe. Por matar a un hombre en defensa propia ni su
vida ni su patrimonio se verán afectados, esposo mío.
CORNUCOPIA
No digas tonterías, esposa mía. Quedará colgado de sus propias tierras.
DON MALAYERBA
¿Se me niega cobijo? ¿Qué decís, por Dios?
SRA. DE CORNUCOPIA
¡Ay!, señor, yo no pongo impedimento, pero debo obedecer a mi esposo. [A
Cornucopia.] Te lo ruego, cariño, deja que se quede el pobre caballero,
convaleciente de sus heridas, oculto en la buhardilla, en ese retrete que nunca
usamos. Déjale.
CORNUCOPIA
¿Que nunca usamos? ¿Y si caemos enfermos nosotros, o tenemos alguna
urgencia física, no es ese un sitio donde aliviarnos?
Entra CRIADO 2.º
DON MALAYERBA
¡Muerte! ¿Oigo esto cuando en mí aún queda parte de mi vida anterior? ¿Qué
nuevas me traéis?
CRIADO 2.º
Cada vez peores. Aunque la ley, o el médico, salve vuestra vida, perderéis
vuestras tierras.
CORNUCOPIA
[Aparte] Escucha, esposa.
DON MALAYERBA
¿Cómo, señor?
CRIADO 2.º
La señora de Sinsemilla se acaba de quedar preñada. Esa criatura os arruina,
señor.
DON MALAYERBA
¡Todos los males llegan juntos!
CORNUCOPIA
¿Qué hace este aquí con todo su servicio? ¿No podemos tener intimidad en
nuestra propia casa con tanto invitado? [A criados.] Os ruego que marchéis,
caballeros, y os llevéis a vuestro asesino con vosotros. Aunque ojalá lo apresasen
antes de que partiese, pues ha matado a un hombre honrado; llamad a las
autoridades.
DON MALAYERBA
Os ahorraré el esfuerzo.
CORNUCOPIA
Debo deciros, señor, que habéis sido más descarado en mi casa de lo que yo
habría querido, me habéis dejado una espina clavada en el corazón. Llegué a
pensar que os habíais propasado en una ocasión con mi propia esposa.
SRA. DE CORNUCOPIA
¿Conmigo? Antes preferiría que le ahorcaran. ¡Que se atreva él, o cualquier otro
caballero, a hacerlo!
DON MALAYERBA
Jamás había tenido los ojos tan abiertos
¡Adiós! No tengo cartas. Estoy al descubierto.
Sale [con dos criados].
CORNUCOPIA
Por tanto, seguid el mismo camino, señor.
SISEÑOR
Tú estás a la cabeza de todos los cornudos. Y tú eres la gran puta que manda a
todos al hospital.
Sale.
CORNUCOPIA
Pues ya que lo ha perdido todo, me alegro de perderle de vista a él.
SRA. DE CORNUCOPIA
Supe que no se quedaría en cuanto nombraste a las autoridades.
CORNUCOPIA
Eso le ha bajado los humos de golpe. ¿Y ahora qué hacemos, esposa?
SRA. DE CORNUCOPIA
Lo que solemos hacer.
CORNUCOPIA
Hemos quedado bien surtidos, esposa, de cosas de la casa.
SRA. DE CORNUCOPIA
¿Por qué no la alquilamos y cogemos otra en un barrio más lujoso?
CORNUCOPIA
¡Ay, mi mozuela, eres un tesoro! Tenemos tela de cojines de seda para decorar
ventanales desde los que poder lucirse, eso queda muy llamativo, de arriba
abajo. Y con estos muebles, podemos hospedar a una madame. Tenemos hasta
un orinal de terciopelo color ámbar, ahora que lo pienso, esposa.
SRA. DE CORNUCOPIA
¡Como debe ser, señor! ¡Hay que meter la nariz en todo!
CORNUCOPIA
¡Eso hago, mozuela! Y que lo que digo se cuelgue en las alcobas de los hombres.
85
No hay mejor política que la de una pagana
Con juegos de este tipo, ¡la casa siempre gana!
Salen.

V.ii

Entran MAGDALENA y SR. ORERO.


MAGDALENA
¡Ay, marido, marido! ¡Se va a morir, se va a morir! No se ven más que signos de
muerte.
SR. ORERO
¡La vergüenza que vamos a pasar!
MAGDALENA
¡Lo que ha cambiado en una hora!
SR. ORERO
¡Pobre hija mía! Fuiste muy cruel al arrastrarla del pelo.
MAGDALENA
¡Habrías hecho lo mismo para aplacar sus ánimos!
SR. ORERO
¡Aplacarlos con dulzura, pero no sacar su desvergüenza del agua!
Entra Timoteo.
MAGDALENA
¿Qué pasa, Timoteo?
TIMOTEO
Estoy ocupado, madre, escribiendo un epitafio para la muerte de mi hermana.
MAGDALENA
¿Muerte? No está muerta, espero.
TIMOTEO
No, pero quiere estarlo, que es lo mismo que estarlo. Y lo hecho, hecho está. Tú
me enseñaste eso, madre.
SR. ORERO
¿Y qué hace tu tutor?
TIMOTEO
Le prepara uno también, en un latín puro de excelencia, basado en la Tristia de
Ovidio.
SR. ORERO
¿Qué aspecto tiene tu hermana, hay algún cambio?
TIMOTEO
¿Cambio? Jamás hubo del oro a la plata tal cambio, como del rubor de mi
hermana a su palidez.
Entra MARI.
SR. ORERO
Aquí la traen, ¡y tiene cara de muerta!
TIMOTEO
¡Cara de muerta, y yo aún no he escrito ni una sola palabra! Me voy a darme
cabezazos contra los postes de la cama, a ver si lo escribo antes que mi tutor.
[Sale.]
SR. ORERO
[A Mari.] Habla, ¿cómo te sientes?
MARI
Pronto estaré bien, pues mi corazón no puede estar peor.
SR. ORERO
Ay, mi pobre niña, el doctor prepara un brebaje para ti con ingredientes disueltos
en perlas y ámbar. No reparamos en gastos, hija.
MARI
Vuestro amor llega muy tarde, pero a tiempo para el agradecimiento que lo
recompensa. ¿Qué consuelo hay, cuando el corazón del pobre paciente está más
allá de todo alivio? Nada hay en las artes de un doctor que pueda curar mi pena.
SR. ORERO
¿Entonces, todo está perdido? Te lo ruego, mírame con alegría.
MAGDALENA
[A Mari.] Canta una estrofa o dos, no te puedes ni imaginar cuanto levantarán tu
ánimo y ahogarán tu melancolía. Te lo ruego, dulce Mari.
MARI
Pondré todo de mi parte, madre.
MAGDALENA
Bien dicho, moza.
MARI
(Canción)
Los ojos en llanto, el corazón en pedazos,
mi amado y yo hemos de separarnos.
¡Oh, cruel destino que el sincero amor trunca!
90
Ya más no he de verte, oh, nunca, nunca, nunca.
Cuán feliz es la doncella cuya vida acaba,
sin sufrir la ira del padre, o la pérdida del que ama.
Los ojos en llanto, el corazón en pedazos,
mi amado y yo hemos de separarnos.
Entra POLVORÍN SENIOR con una carta.
MAGDALENA
¡Ojalá haya música cuando yo me muera! ¡Bien cantado, hija!
MARI
Si tú lo dices, así será.
SR. ORERO
Hace como el cisne: canta su muerte.
POLVORÍN SENIOR
Con vuestro permiso.
SR. ORERO
¿Quién sois? ¿O a qué venís?
POLVORÍN SENIOR
Se me puede dar permiso pese a ser el hermano de aquel a quien vuestro odio
persiguió, si no se extiende más. Vuestra maldad amaina ante la muerte, ¿no?
SR. ORERO
¿La muerte?
POLVORÍN SENIOR
Está muerto. El amor le salió caro: le costó la vida, eso es todo, señor. Ya ha
pagado bastante, el pobre caballero, por su amor.
SR. ORERO
[Aparte] Ya nos hemos quitado nuestros mal de en medio. Si ahora ella se
pusiera bien... [A él.] No lo imputéis a ningún odio que surgiera de nosotros. Le
hicieron una buena herida.
POLVORÍN SENIOR
He de confesar que eso le dio un buen empujón. Pero fue la barrera a su amor, y
vuestra crueldad, lo que provocó las heridas que hicieron sangrar su corazón. Mas
ahora ya no hay como ayudarle, así que las palabras lo pueden olvidar también.
Hace apenas tres minutos que sus párpados se cerraron despidiéndose
eternamente de la luz de este mundo. Escribió primero esta carta, y me hizo jurar
que se la entregaría en mano a ella. A eso vengo.
SR. ORERO
Pues adelante, ahí está sentada.
POLVORÍN SENIOR
Tiene la mirada perdida.
SR. ORERO
Creedme, señor, si os digo que a ella también la vamos a perder muy pronto.
POLVORÍN SENIOR
Aquí traigo oro que él quería distribuir fielmente entre vuestros criados.
[Entrega dinero a criados.]
SR. ORERO
¿Qué significa esto, señor?
POLVORÍN SENIOR
[A Mari.] ¿Cómo os encontráis, mujer?
MARI
Quiero noticias vuestras, señor.
POLVORÍN SENIOR
[Le da una carta.] Aquí traigo una carta de un amigo vuestro. Y a lo que no llegue
la carta, aquí hay una triste lengua con la que complementarla.
MARI
¿Cómo está él, antes de que la lea?
SR. ORERO
Pocas veces estuvo mejor. Ya no hay que preocuparse por su salud.
MARI
Me alegro por él.
[Lee.]
MAGDALENA
¿Está muerto?
SR. ORERO
Lo está. Ahora, esposa, pongámosla en pie y llevémosla rápido a la iglesia.
MARI
Aquí pone que se siente morir. ¿Y ahora cómo se siente?
POLVORÍN SENIOR
Ya no siente ningún dolor. Está muerto, dulce señora.
MARI
¡Que la paz cierre mis ojos!
[Se desmaya.]
SR. ORERO
¡La niña, atiende a la niña, esposa!
MAGDALENA
¡Mari, hija, dulce niña, habla! ¡Mírame una sola vez! ¡Cualquier cosa que desee tu
corazón te la compraremos!
SR. ORERO
Se ha ido para siempre. Esa carta le ha partido el corazón.
POLVORÍN SENIOR
Lo mismo daba dejarla yacer atormentada hasta que se le partiera.
Entra SUSANA.
MAGDALENA
Susana, aquella a quien tanto amabas ha muerto.
SUSANA
¡Ay, dulce doncella!
POLVORÍN SENIOR
[Aparte] Esta es la que tanto la ayudó. Tengo una recompensa para ti.
[Le da dinero a Susana.]
SR. ORERO
Lleváosla adentro. Apartadla de nuestra vista, nuestra vergüenza y nuestro
lamento.
POLVORÍN SENIOR
Espera, déjame ayudarte. Es la última fría bondad que puedo llevar a cabo de
parte de mi hermano.
[Salen Polvorín Senior, Susana y criados llevando a Mari.]
SR. ORERO
Nos va a odiar todo el vecindario, y el mundo entero nos llamará crueles. Lo
mejor será que, en cuanto encarguemos el funeral, nos ausentemos unos días
hasta que la hayan enterrado.
MAGDALENA
¿Y dónde estaremos todo ese tiempo?
SR. ORERO
Yo te diré dónde, mozuela. En alguna iglesia privada para casar a nuestro
Timoteo con esa rica dama.
MAGDALENA
95
¡Una buena pareja!
No todo está perdido.
Esta algo nos deja.
Salen.

V.iii

Entran DON SINSEMILLA y CRIADOS.


DON SINSEMILLA
Oh, mi esposa está embarazada, ya seré hombre para siempre, por fin tengo
todos mis miembros activos. Corre, reúne a todos tus compañeros
inmediatamente, ve a la iglesia parroquial y que repiquen las campanas.
CRIADO 1.º
Ahora mismo, señor.
[Sale.]
DON SINSEMILLA
Por el afecto que te tengo te ordeno, rufián, que enciendas una hoguera a la
puerta esta noche.
CRIADO 2.º
¿Una hoguera, señor?
DON SINSEMILLA
Una enorme, te lo ordeno.
CRIADO 2.º
[Aparte] ¡Esto es monstruoso!
[Sale.]
DON SINSEMILLA
(A criado 3.º) Corre, cuenta cien libras para el caballero que le dio el líquido a mi
esposa, que sea lo primero que haces.
CRIADO 3.º
¿Cien libras?
DON SINSEMILLA
Una minucia.
Mientras toda nuestra alegría crece,
debemos honrar de dónde florece,
si no, seríamos unos desagradecidos múltiples. [Sale criado 3.º]
Viene la criatura con tierras bajo el brazo. Malas noticias para el pobre Don
Malayerba. He llevado mi nave a buen puerto, sin duda.
CRIADO 4.º
Claro que sí, señor. ¿Pero no irá vuestra señoría al funeral de los dos amantes?
DON SINSEMILLA
¿Los dos? ¿Los dos juntos?
CRIADO 4.º
Sí, señor, el hermano del difunto así lo ha dispuesto, será la más triste puesta en
escena. ¡Hay tal prisa, tales rumores y tal aglomeración! Jamás tuvieron dos
amantes tanto público, ni provocaron la lástima de tantos hombres, ni las
lágrimas de tantas mujeres.
DON SINSEMILLA
¿Entonces mi esposa se encuentra entre ellos?
CRIADO 4.º
Se sacan tantos pañuelos, y las que no tienen se levantan el mandil.
DON SINSEMILLA
A los padres de ella se les puede alegrar el corazón, mas yo no dejaría que fuera
tan comentada mi crueldad hacia ninguna hija mía, por mucha riqueza que se me
ofreciera.
CRIADO 4.º
Os creo, señor. También se ha dispuesto que sus dos ataúdes se encuentren, lo
cual resultará lúgubre.
DON SINSEMILLA
Vamos a verlo.
Salen.

V.iv

Suenan instrumentos de viento. Por un lado entra el ataúd de POLVORÍN JUNIOR,


solemnemente dispuesto, con su espada encima, acompañado por DON
SINSEMILLA, CORNUCOPIA, el CURA y OTROS, de negro, con POLVORÍN SR.
presidiéndolo. Por el otro lado entra el ataúd de la virgen MARI, con una
guirnalda de flores y epitafios, acompañado por la SRA DE SINSEMILLA, SRA. DE
CORNUCOPIA, la CRIADA y OTRAS. Los ponen uno frente al otro, todo el mundo
llora. Suena una triste canción.
POLVORÍN SENIOR
Jamás pudo la muerte presumir de un mejor premio desde que murió Adán. ¡Que
el mundo presente a dos corazones más sinceros que estos! Contar la verdad
sobre este caballero que nos deja, al ser mi hermano, podría acusarse de
adulación, así que haré que mi silencio lo deje al juicio de quienes escuchan
envidiosos, hambrientos de virtud que suspiran por oír como florece en otros.
Pero esta doncella, a quien todo el veneno de la envidia no podría dañar, ha
dejado por los siglos de los siglos el sincero y casto monumento de su memoria
viva, que el tiempo no podrá borrar. De ella digo toda la verdad libremente, sin
miedo a la censura. La cualidad que podría redimir a la mujer al estado de
perfección antes del pecado original brillaba gloriosamente en ella. La belleza
esculpida sobre la bondad nos habla de quién era. Esa joya tallada, con esos
virtuosos antecedentes,
100
en vida bien tenía merecido
haber sido mujer de su marido.
CORNUCOPIA
¡Cuánto lamentamos su muerte!
TODOS
¡Jamás hubo mayor lamento!
DOÑA SINSEMILLA
Hace llorar a más de cien ojos.
POLVORÍN SENIOR
Creo que no hay uno solo entre vosotros, en esta justa asamblea, doncella,
marido o mujer, cuyo corazón no habría brincado de alegría y felicidad el día de
su boda.
TODOS
Habría alegrado a más de mil corazones.
POLVORÍN SENIOR
¡Pues levantaos entonces, aprovechad vuestra suerte y alegrad a todos estos
corazones! ¡Aquí no hay más que amigos!
[Salen MARI y POLVORÍN JUNIOR de sus ataúdes.]
TODOS
¡Están vivos! ¡Qué dulce pareja!
POLVORÍN SENIOR
¡No les estorbéis ahora, dejadles sitio! ¡Si a ella la atrapan otra vez en este
momento, no podré hacer más por ella ni yo, ni esta dulce criada que la auxilió en
el momento más crítico!
POLVORÍN JUNIOR
[Al cura.] ¡Buen señor, deprisa!
CURA
Cogeos ahora la mano y por siempre el corazón,
que no vengan más padres que causen desazón.
[A Polvorín Junior.]
Renuncia a mozas, madres y viudas elegantes
105
[A Mari.]
Y tú a caballeros, mozos y comerciantes.
Y si, por las prisas, un artículo me dejo,
Añadidlo vosotros, sirviéndoos de un beso.
POLVORÍN SENIOR
¡Así se proclama, a toda prisa! ¡Alegraos hermano! ¡Qué hay mejor que recibir a
la doncella donde la ibais a perder para siempre!
SRA. DE CORNUCOPIA
¡Por vos, dulce novia!
TODOS
¡Felicidad para los dos!
POLVORÍN SENIOR
¡Que las mortajas sean vuestras sábanas de noche de bodas, para que os podáis
ir a la cama cuando os plazca!
POLVORÍN JUNIOR
¡Quiero expresar mi alegría de alguna forma!
POLVORÍN SENIOR
¡Tienes la noche por delante para expresarte con esas formas!
MARI
¡En mi silencio está mi gozo!
POLVORÍN SENIOR
¡El gozo silencia a toda mujer, y mañana ya le darás a la lengua con las criadas
como señora de la casa que serás, hermana!
TODOS
Jamás hubo tanta alegría y sorpresa en solo una hora.
POLVORÍN SENIOR
La hora que necesitaría yo para contaros toda la historia de esta criada, de su
dedicación a lo nuestro, pues, en resumidas cuentas, fue ella quien forjó con
astucia nuestro plan.
TODOS
Todos la querremos por ello.
Entran SR. ORERO y MAGDALENA
CORNUCOPIA
¡Mirad quién se acerca!
POLVORÍN SENIOR
¡Una tormenta, una tormenta, pero estamos a buen recaudo!
SR. ORERO
¡Ya os veo venir, y me burlo, por tanto, de vosotros y vuestras expectativas! ¡Me
llena de felicidad la unión de vuestros corazones y vuestras vidas!
POLVORÍN SENIOR
¡Qué día más raro!
SR. ORERO
¡Se ha demostrado que el caballero era un villano! ¡Todo ha salido a la luz! ¡Su
sobrina era un pesado engaño! ¡Y mi pobre Timoteo salió a escondidas esta
mañana, antes de desayunar, a casarse de todo corazón con una puta!
TODOS
¿Con una puta?
SR. ORERO
¡Con su “sobrina”, por Dios!
CORNUCOPIA
[A su esposa.] Ya sabía yo que hacíamos bien al librarnos de él.
SRA. DE CORNUCOPIA
Es agua pasada, por eso me lo he quitado de encima. ¿Y qué ha sido de él,
señor?
SR. ORERO
¿De quién, del caballero? Está en la cárcel.
[A Doña Sinsemilla.] Con vuestra barriga floreciendo no hay quien le salve, sus
avaros acreedores van detrás de él.
DON SINSEMILLA
Señor Polvorín Senior, ¿oyes la buena nueva? Te estoy tan agradecido por la
fertilidad de mi mujer que os conmino a tu esposa y a ti para que no sigáis
viviendo bajo los ceños fruncidos de la gente. Tengo cama, comida y dinero para
vosotros. Y no tengáis miedo de poneros a la vuestro, tened hijos, que yo los
mantendré.
POLVORÍN SENIOR
¿Lo decís de veras?
DON SINSEMILLA
¡Quiero que me retéis a tener tres hijos de golpe! ¡Atreveos!
POLVORÍN SENIOR
¡Hay que tener cuidado, si se quiere seguir vivo, señor, con retar a un hombre
que tiene el arma tan bien dispuesta!
Entran TIMOTEO, [EL TUTOR,] y la DAMA.
DON SINSEMILLA
Os reto, señor.
SR. ORERO
¡Si queréis ver el vivo retrato de un matrimonio desgraciado, ahí lo tenéis!
DAMA
¡Mi querido Timoteo...!
TIMOTEO
¡Vengo de la universidad a la capital para casarme con una puta, y con mi tutor
también! ¡O, tempora! ¡O, mors!
TUTOR
Te lo ruego, dulce Timoteo, ten paciencia.
MAGDALENA
¡Tranquilízate, Timoteo!
TIMOTEO
He comprado una jaca en Cambridge que ahora alquilaré, tutor, para que la
monten por dieciocho chavos al día, o para que cabalgue la calle, y a siete millas
del pueblo también. ¿Dónde están aquellas montañas? ¡Me prometieron
montañas, pero hay tanta niebla que no las veo! ¿Y las dos mil cabezas de
ganado? ¡Tú sí te la has ganado conmigo a partir de ahora!
MAGDALENA
¡Ten paciencia, Timoteo!
TIMOTEO
Flectere si nequeo superos, Acheronta movebo, madre.
MAGDALENA
Yo creo que te has casado con ella por lógica. Me dijiste una vez que, por lógica,
podrías demostrar que una puta es honesta. Pues demuéstralo, Timoteo, ponte
manos a la obra con ella.
TIMOTEO
¡Cuánto te lo agradezco! Podría demostrar que la mujer de otro es honesta, eso
sí, pero no la mía.
MAGDALENA
¡Ahora ya no hay remedio! Pon todo de tu parte para demostrar que lo es.
TIMOTEO
Pues mi tutor y yo haremos todo lo posible. Uxor non est meretrix, ergo falacis.
DAMA
Aunque tu lógica no pueda demostrar que soy honesta, hay una cosa llamada
matrimonio que me hace honesta.
MAGDALENA
¡Ves, hasta tu lógica tiene truco!
TIMOTEO
Percibo que una mujer en nuestro idioma puede sonar a pura aunque suene a
puta en latín, así que la lógica y el matrimonio poco tienen que ver. La querré por
su ingenio, pues lo que he “ganado” está ahí. Y en cuanto a las montañas, día y
noche la montaré…
SR. ORERO
Pocas veces se juega la Fortuna dos matrimonios con una sola baraja: ¡y los dos
han ganado! ¡Y lo mejor es que un solo convite me sirve para los dos!
Yo me ocupo de la fiesta y de los coros,
A la que, señores, os invito a todos.
[Salen todos.]

FIN

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