Recalculando La Ruta

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Recalculando la ruta…

Jeremías 6:16 Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas
antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma.

En ciertos recorridos turísticos, por lo general hay carteles indicativos, y un mapa del circuito
donde una flecha señala un punto específico bajo la leyenda: “Usted está aquí”. Sin esa indicación
por más que tengamos el mapa, muy difícilmente tomaríamos el sentido de orientación para
continuar el camino. Muchos de los creyentes y las iglesias de hoy caminan por este mundo sin
saber exactamente donde están posicionados espiritualmente. La mayoría coincide
escatológicamente con que estamos “en los últimos tiempos”, pero pareciera haber una venda en
los ojos espirituales que impide ver con claridad cuál es testimonio que un renacido tendría que
dar antes de la venida de Cristo.

Vivimos en el mayor engaño religioso de la historia. Los que no son arrastrados bajo las sectas (aún
de las que se llaman cristianas) que inducen al emocionalismo hueco, carente de la verdadera vida
espiritual, son llevados al más férreo ateísmo. Algunos hablan de conversiones en masas y de la
conquista de países para Cristo. Cuando uno acerca la lupa para ver en detenimiento “tales
experiencias” y “tales predicaciones” se da cuenta lo alejadas que están de la Biblia, que son una
absurda imitación de lo que una vez Dios obró en los avivamientos genuinos del pasado.

Un falso Pentecostés pueda hacer mucho ruido y acercar a muchas multitudes, pero no lograrán
transformar esas almas en verdaderos hijos de Dios. Los resultados saltan a la vista, la gente se
emociona y se entretiene, pero no nace de nuevo. (Juan 3:3). Las estadísticas evangélicas de
“conversiones” no coinciden con el estado espiritual de los supuestos convertidos. Muy pocos se
preguntan ¿Por qué esta sal no tiene sabor? ¿Si habría tantas conversiones, este mundo no
recibiría el impacto de este sabor cristiano? Sin embargo vemos lo insípido del cristianismo de
nuestro tiempo. Es una sal “desvanecida”, llena de la humedad del mundo. ¿Para qué sirve una
sal así? (Mateo 5:13) Si a la gente no se les da show, estas nos asisten a la convocatoria. Muchos
“evangelistas” han nacido para satisfacer la demanda emocional de las masas, para darles la
actitud circense que ellas demandan. Otros predicadores que en un tiempo eran fieles a la Palabra
de Dios, han cedido a la presión de las masas, y hoy no pueden subirse a un púlpito a predicar el
sencillo evangelio, sin antes hacer desfilar sus estrellas cantoras que a la gente tanto le gusta. Los
resultados numéricos son antepuestos a la fidelidad a Dios.

Muchos sinceros creyentes que quieren ser fieles a Dios se desalientan en este tiempo por el
aislacionismo que le provoca no correr junto a la multitud engañada. Pero hay una oportunidad
para estos creyentes de transitar las sendas antiguas de fidelidad. Mientras otros caminen en
caminos nuevos “no transitados” de la incertidumbre y el engaño espiritual, (Jeremías 18:15) está
la posibilidad de caminar en un cristianismo bíblico e histórico.

Siete consejos para recalcular una ruta de fidelidad a Dios:


1. Examina tu propia vida: 2 Corintios 13:5 nos invita a probarnos si estamos en la fe
correcta. No es cuestión de decir creo esto o creo aquello, sino si Jesucristo está en mí.
Sólo a través del arrepentimiento de pecados y la fe en Jesucristo como salvador nos
aseguramos de una verdadera vida espiritual.

2. Lee la Biblia: Muchas personas son engañadas con falsas enseñanzas aún dentro de
supuestas iglesias de Cristo. Uno puede ser víctima del engaño, pero también se es
cómplice de la mentira cuando no se escudriña la verdad. Es verdad que el Espíritu Santo
nos guía a toda verdad (Juan 16:13), pero no lo hace independientemente de sus
Escrituras inspiradas. Leyendo dos veces el Nuevo Testamento y una vez el Antiguo
Testamento completo nos previene de muchos engaños. Te sugerimos un plan de lectura.

3. Ora: Buscar la voluntad de Dios y clamar por dirección es un paso muy importante para ir
en dirección de la buena senda. En Jeremías 33:3 hay una promesa de Dios para los que
claman a él.

4. Ocúpate de los tuyos: Si tienes familia o personas a cargo preocúpate de ser una buena
influencia para ellos en el Señor. Si tienes hijos edúcalos en el temor del Señor y en la
instrucción bíblica (Deuteronomio 6:7).

5. Únete a una iglesia sana: Si no te congregas, tienes que saber que la voluntad de Dios
cuando salva a alguien es que se una a una iglesia local. (Efesios 4:4-5). Una iglesia sana es
aquella que donde la Palabra de Dios tiene su lugar central y Cristo es su cabeza.

6. Compra buenos libros cristianos: Cultivar un hábito por la lectura de libros que nos
estimulan es muy bueno. Recuerda que los buenos libros te llevan al Libro principal, la
Biblia. Aconsejamos la lectura de libros de teología reformada, de los puritanos y autores
actuales.

7. Procura de vivir una vida de santidad de verdad: De nada vale todo lo demás si no estás
dispuesto a caminar con Jesucristo en santidad (2 Timoteo 2:1).

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