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TEATRO BOLIVIANO CONTEMPORANEO

POR

WILLY O. MUt~OZ
Kent State University

El arte dramitico en sus dos manifestaciones, tanto en la escritura


como en la representaci6n esc6nica, es un genero poco cultivado en Boli-
via. Y, sin embargo, existe una actividad teatral en este pais; algunas ve-
ces aparecen, aunque esporddicamente, piezas de excelente disefio, asi como
interesantes puestas en escena. Para contribuir a rescatar este g6nero lite-
rario del olvido, haremos una sintesis hist6rica del teatro boliviano con-
temporaneo desde sus origenes hasta nuestros dias, teniendo siempre muy
en cuenta sus dos formas de manifestaci6n.

1. ANTECEDENTES DEL TEATRO BOLIVIANO

El teatro boliviano escrito desde la fundaci6n de la Republica hasta


1920 sigue tres tendencias bien definidas: primera, el drama hist6rico, que
constituye la mayor parte de la producci6n teatral; segunda, el mon6logo,
que aparece a principios del siglo xx, y, por Iltimo, el drama po6tico, es-
crito siguiendo la modalidad implantada por el modernismo latinoame-
ricano.
El drama hist6rico trata de exaltar a los heroes de la historia con el
prop6sito de infundir el patriotismo en el ptiblico o se ocupa de los sobe-
ranos del Imperio de los Incas o de los cruentos episodios de la Conquista.
El lenguaje grandilocuente y en verso, con bastante ripio, a veces distor-
siona personajes y hechos hist6ricos para lograr sus fines afectistas o a
veces por conservar la rima. Sobresale en esta corriente el drama Los mdr-
tires (1868); Angel Salas dice a prop6sito de su autor: <Herm6genes Jofr6
se sitia con esta sola obra como el mas notable dramaturgo boliviano del
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siglo xix . En general, en estos dramas hist6ricos, romanticos y evocado-


res, se nota la influencia de la versificaci6n de Espronceda y la intensidad
de Echegaray, y el hecho de estar escritos en verso es para ajustarse a los
moldes del teatro clasico espafiol y seguir la idea de que el verso eleva
dramitico.
lo
A principios del siglo xx se impone la modalidad del monologo, forma
dramitica que dista poco del drama hist6rico y, como 6ste, adolece de los
mismos defectos. La tematica es mayormente la de un pr6cer hist6rico a
quien el personaje alaba en su monologo en verso. El monologuista mas
importante es el romantico Jos6 Palma y V., quien escribe Un prdcer de
la independencia (1901) en honor a Pedro Domingo Murillo, y en 1902
Mi delirio sobre el Chimborazo, donde se halaga al libertador Sim6n
Bolivar.
La tercera modalidad que surge en este tiempo es el drama po6tico,
que constituye la vena mis importante no por su nimero, sino por su ex-
celencia. Estos escritores siguen la primera etapa escapista del modernismo
latinoamericano y son mis poetas que dramaturgos, por lo que lo
drama-
tico sufre ante la belleza y sonoridad del verso. Mencionaremos simple-
mente los dramas de Ricardo Jaimes Freyre La hija de Jefthe (1889) y
Los conquistadores, publicado en Buenos Aires en 1928 y escrito expresa-
mente para la tragica espafiola Maria Guerrero. Franz Tamayo, el mas
grande poeta boliviano, ensaya su pluma en una tragedia lirica, La Pro-
metheida o las Ocednides (1917), y en 1939 escribe Scopas, con lo que se
cierra el ciclo del drama po6tico.
Estas tres tendencias teatrales -dramas hist6ricos, los mondlogos y el
drama potico- constituyen la gestaci6n del teatro boliviano. Con la Ile-
gada del realismo a esta naci6n a principios del siglo xx, estas tendencias
son desechadas por anacr6nicas y por el creciente gusto de que el arte se
ajuste a la realidad. Initil es buscar en estos dramas un verdadero teatro
nacional, puesto que en ellos no puede encontrarse ni personajes dramai-
ticos ni humanos, ya que 6stos estan deformados para satisfacer el tono
altisonante que los autores optaron para traducir sus prop6sitos afectistas
y patri6ticos y por seguir los canones romanticos.
Jos6 David Berrios no andaba equivocado cuando, en 1889, escribe en
el pr6lago al drama de Pedro B. Calder6n Antonio Montes que <la poesia
dramitica en Bolivia ha hecho insignificantes progresos. Podria decirse,
con verdad, que no hay teatro boliviano2. A los conceptos de Berrios

1 Angel Salas, <La literatura dramitica en Bolivia>>, en Bolivia en el primer cen-


tenario de su independencia (Nueva York: The University Society, 1925), p. 312.
2 Salas, p. 314.
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pueden aiiadirse los emitidos por Joaquin Gantier en su estudio sobre El


teatro en Sucre: <<Toda la producci6n teatral del siglo xIx y principios
del xx ileva el lirismo como nota predominante; sus temas favoritos, el
amor y el patriotismo, son tratados melodramiticamente, y aim no existe la
comedia propiamente nacional ni el estudio de caracteres 3. Habria que
esperar hasta 1912 para lo que nosotros consideramos la primera pieza de
corte nacional; ese afio Fabidn Vaca Chavez publica Carmen Rosa, obra
en la que se rompe la costumbre de revivir personajes hist6ricos para si-
tuarlos en el escenario. Este drama de alta comedia es la primera obra
teatral que tiene como protagonistas a personajes de su tiempo y que eran
perfectamente reconocibles en la sociedad pacefia de ese entonces. Aunque
la forma es todavia europea, el contenido es hondamente nacional, y su
importancia radica en que representa la transici6n del drama hist6rico al
teatro de personajes actuales, humanos. De esta manera se inicia el teatro
costumbrista, tan vigente en Bolivia hasta nuestros dias.

2. LA c<GENERACI6N DEL 21>

Entre la d6cada del diez y del veinte se forma una pl6yade de intelec-
tuales preocupados por el cultivo de las artes. De este impulso salen algu-
nos buenos poetas y ensayistas, pero no asi novelistas ni dramaturgos. Sin
embargo, la euforia de la semilla intelectual estaba echada y la liamada
c<Generaci6n del 21> se adhiere a esta fiebre productiva. Los noveles dra-
maturgos, en sus primeros pasos, hacen una mimesis de la realidad circun-
dante y simultineamente descubren al hombre boliviano, dando comienzo
asi a un teatro criollo. En 1922, el Ateneo de la Juventud de La Paz con-
voca a lo que puede denominarse el Primer Festival de Teatro Boliviano,
a cuyo llamado acudieron los autores de dicha generaci6n. A partir del
7 de octubre de ese afio se estrenaron un total de ocho obras, todas de
dramaturgos nacionales.
Este festival tiene mis importancia hist6rica que artistica, puesto que
hasta entonces nunca se habia visto en Bolivia tal amor al teatro. Estos
j6venes se jactaban de haber creado el teatro nacional, pero no es asi, por
lo menos no este afio, 1922. Las ocho piezas presentadas tienen poco o
nada de boliviano; no se diferencian ni en tono ni en contenido a las es-
critas en el siglo xix. Sin embargo, de este grupo, Angel Salas, Antonio
Diaz Villamil y Humberto Palza si avanzarian, en afios posteriores, a es-

3Joaquin Gantier, <El teatro en Sucre , p. 8. Este articulo, mecanografiado, se


encuentra en la Biblioteca Nacional de Sucre.
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cribir un verdadero teatro nacional, con problemas propios de su terruiio


y teniendo como protagonistas a personajes de carne y hueso. El tablado,
entonces, se ve habitado por el cholo, la cholita, el campesino, el minero,
el pituco o los sefioritos de la alta sociedad; vale decir, la temdtica del tea-
tro boliviano se nativiza. Sobresale en este periodo Antonio Diaz Villamil
con La Rosita, escrita en 1924 y estrenada al aio siguiente. En este drama,
Rosita quiere vengar en el hijo los abusos que el padre cometi6 contra
su familia, pero termina enamorAndose del mancebo. El plan se presta para
la escritura de un drama psicol6gico, pero se queda dentro del costumbris-
mo; no obstante, el acierto mas grande de Diaz Villamil es que sabe captar
el hablar vivaracho del pueblo, con el que refleja su sentir. En cambio,
Valentin Meriles, autor de El alma de la provincia, escrita en 1924 y re-
cidn publicada en 1936, ahonda en la psicologia de sus creaciones, recorre
el claroscuro de las almas de sus personajes.
La actividad teatral iniciada por la <Generaci6n del 21>> termina en
1930, aio en que Federico Avila publica Los lobos del altiplano, que pre-
senta al minero boliviano como personaje dramitico. Los autores de esta
generaci6n, descorazonados por la pobre recepci6n de sus obras, abando-
nan la noble pero ingrata tarea de hacer teatro para dedicarse al periodis-
mo, al magisterio o a la politica. Dos afios despus, la Guerra del Chaco
paraliza la actividad teatral y no se ve un impetu artistico organizado hasta
casi cuatro d6cadas mis tarde.
Mario Flores y Alberto Saavedra Pdrez merecen pirrafo aparte por ser
los dramaturgos mas prolificos de su tiempo. El primero, nacido en Santa
Cruz, de muy joven parte para Buenos Aires, donde frecuenta y toma parte
en las actividades del teatro porteiio. Con innata habilidad histri6nica pro-
duce y presenta en rdpida sucesi6n, comenzando con Cruz diablo en 1920;
en 1924 pone en escena El padre Liborio, que alcanz6 dos mil representa-
ciones. Otro gran exito fue Boite russe, que se mantiene en escena por mis
de mil funciones consecutivas . A su regreso a Bolivia, presenta en La Paz
Veneno para ratones. A pesar de su talento, este dramaturgo no influy6
en la dramaturgia nacional, puesto que en Bolivia se ignora el contenido
de su producci6n. Apenas se puso en escena el sainete Fray Milonga, y en
1961, La casa sobre la roca. Su tinica obra de ambiente boliviano, Mi
cholita, nunca fue representada y es posible que ya se halle totalmente
perdida.
Alberto Saavedra Perez lleg6 a ser el dramaturgo mis prolifico en Bo-
livia: escribi6 una cuarentena de dramas que fueron presentados dentro y

4 Enrique Finot, Historia de la literatura boliviana (M6xico: Porrda Hermanos


y Co., 1943), p. 384.
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fuera del pais. Se inici6 con un tema patri6tico, Sangre y gloria (1918);
asimismo, abord6 el tema social en El wolfram, que fue reescrito con el
titulo de La huelga de los mineros. La mayor parte de su producci6n esta
compuesta por piezas ligeras, como Por querer volar, Los platos rotos, o
de ambiente local, como Las cholitas del amigo Uria. Sin duda, lo mejor
de su teatro es Melgarejo, drama hist6rico en tres actos que le report6 tal
ganancia, que con esos dineros se compr6 una quinta a la que bautiz6 con
el nombre de <<Villa Melgarejo>> .

Un nombre que no debe faltar en la historia del arte de la representa-


ci6n teatral en Bolivia es Wenceslao Monroy, puesto que en gran parte se
debe a 61 la formaci6n de los actores nacionales. Su afici6n al teatro se le
despierta desde corta edad, ya que, como otros, procura los roles secunda-
rios en los elencos espafioles que pasaban por La Paz. En 1902 decide
marchar junto a un elenco extranjero a recorrer otras latitudes, donde
aprende las disciplinas del oficio. Regresa al pais en 1918, a la cabeza de
una compafifa que leva su nombre. Cuando el Ateneo de la Juventud, de
La Paz, convoca a la primera temporada de teatro, Monroy se convierte
en el director de directores, compartiendo con ellos durante la decada del
veinte las experiencias adquiridas en su larga gira por America Latina.
De su seno surgen dos grupos teatrales profesionales: <<Tihuanaco>>,
diri-
gido por Monroy, y la <Lira Incaica>>, encabezada por Alberto Ruiz. Estos
elencos emprenden una gira por Chile, Argentina, Peru, Ecuador, Colombia
y Venezuela, donde en forma organizada el teatro boliviano se estrena en
las capitales sudamericanas. Desgraciadamente, la Guerra del Chaco des-
morona esta actividad. Algunos actores regresan al pais para alistarse en
el ej rcito, otros se incorporan en otras compaias extranjeras. El Teatro
Municipal de La Paz, que vio nacer al teatro boliviano con la <Generaci6n
del 21>>, permanece practicamente a puerta cerrada durante la decada de
los treinta.

3. EL TEATRO BOLIVIANO DESPUES DE LA GUERRA DEL CHACO

Despues de esta contienda belica, el teatro boliviano cuenta con dos


buenos cultores: Antonio Diaz Villamil y Joaquin Gantier. Los dramas
escritos por el primero entre los aiios 1939-1948, a diferencia de sus obras
costumbristas de antes de la guerra, se caracterizan por el andlisis que el
autor hace de la realidad boliviana, tratando al mismo tiempo de captar

SFrancisco Alvarez Garcia, <<Medio siglo de teatro boliviano>>, en Revista Muni-


cipal Khana (julio 1959), pp. 331-332.
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en algo la psicologia del pueblo en piezas de notorio prop6sito didictico.


Lo mis sobresaliente de este periodo es El hoyo (1939), que trata del auge
de la gran mineria, que surge en detrimento de la agricultura. Este drama
puntualiza que la explotaci6n extranjera se Ileva la materia prima, dejando
un hoyo en el suelo como una herida lacerante en el terreno patrio. Otras
piezas que merecen menci6n son Cuando vuelva mi hijo (1942), Gualay-
chos (1945), y en 1947 se edita un libro que contiene obras nuevas como
Plicido Ydiiez y El vals del recuerdo.
Mientras que en el resto de Bolivia los teatros permanecen cerrados
durante la decada de los treinta, en la sofiolienta capital de Sucre Joaquin
Gantier escribe, dirige y actia en su teatro; pero mas importante todavia,
avanza la producci6n dramdtica hacia el campo del teatro psicol6gico.
Empieza inspirindose en la Guerra del Chaco en forma directa, como en
Mds alld de la primera linea (1933), drama que luego seria ampliado en
El 111 (1936). Pero mas a menudo Gantier utiliza la temdtica de la gue-
rra en forma indirecta: la acci6n de estos dramas sucede en Sucre, y el
Chaco es el lugar donde se tiene a un miembro de la familia, el lugar
adonde se va o de donde se regresa. De este corte son Con el alma de cris-
tal (1933) y Ansiada paz (1936). La guerra no es mas que un pretexto
que sirve de base para la creaci6n de una situaci6n sobre la cual se desarro-
llan relaciones personales de mutua dependencia. El nicleo de sus dramas
es la familia; alli cada personaje reacciona ante las circunstancias de acuer-
do con su fuero interno, sintiendo odio, amor, egoismo o compasi6n. De
este corte son Los hermanos Mendez Goba (1936) o Los idolos (1937).

4. EL <<TEATRO SOCIAL> DE RAUL SALM6N

A fines de 1943, un grupo de aficionados encabezado por Rail Sal-


m6n forma el llamado <<Teatro Social>, que Ilenard el vacio teatral pre-
dominante en esta dpoca en el pais. Desde su fundaci6n tiene por consigna
la representaci6n de obras simples que muestren los vicios de la sociedad
con el prop6sito de Ilamar la atenci6n sobre ellos para que puedan ser re-
mediados. Al mismo tiempo trata de rescatar al grueso piblico de las salas
cinematogrificas y del f itbol, <<haciendo un teatro con mas fondo que
forma...> 6, meta que fue ampliamente conseguida. En lineas generales, los
dramas de Salm6n tienen las siguientes caracteristicas: un argumento sen-
cillo en el cual un personaje por azar o por necesidad es introducido en
un ambiente corrupto donde experimenta una degradaci6n que lo destru-

6 Raul Salm6n, Teatro boliviano (La Paz: Los Amigos del Libro, 1969), p. 11.
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ye, descenso que echa luz sobre un vicio que podria ser remediado si se
mejoraran las condiciones sociales existentes. El reconocimiento del error
cometido, al que se Ilega en la i1tima escena, sirve para analizar tal o cual
problema social con el prop6sito de proveer una lecci6n moral o un reme-
dio para dicho mal. El autor acusa a la sociedad y a las autoridades que
directa o indirectamente producen tal ambiente, donde el personaje es sim-
plemente arrastrado por la influencia del medio. Hablando el idioma de
las mayorias y escenificando las desventajas del pueblo, Salm6n atrajo al
piiblico: present6 siempre a sala llena por todo el pais. El precio que se
pag6 fue la vulgarizaci6n del arte. Estas piezas expositoras de taras socia-
les son dramones y melodramas afectistas, poblados de personajes unidi-
mensionales que sirven como marionetas para los prop6sitos didicticos
del autor.
Con la experiencia adquirida durante la d6cada de los cuarenta, Sal-
m6n entra en una segunda etapa que 61 ha denominado <<Teatro
Hist6rico
Social . Mucho menos prolifico que en los primeros tiempos, este drama-
turgo publica lo que nosotros llamamos la <Trilogia de los Generales>:
j Viva Belzu! (1952), Juana Sdnchez (1964) y Los tres generales (1969).
Los dos primeros son dramas hist6ricos y el u1timo una fantasia historica,
y los tres son escritos con un prop6sito didactico, pero esta vez recogiendo
lecciones del pasado; haciendo uso del distanciamiento brechtiano en el
prop6sito, pero no en la forma. En esta segunda etapa, Salm6n crea ya un
arte mas depurado: caracteriza bien a sus personajes, eleva el interes del
ptblico y sabe mantenerlo hasta la iltima cortina. La madurez dramitica
alcanzada es notoria, por lo que estas piezas se distinguen de las anteriores;
claro que no puede decirse que estos dramas sean complicados o que se
adentren dentro del campo del teatro experimental, pero si que introducen
recursos novedosos al teatro boliviano de su tiempo. Y lo mis notable es
que no perdi6 a su antiguo piblico.
El <<Teatro Social de Ral Salm6n abre y cierra un ciclo de la produc-
ci6n dramatica boliviana. Su primer periodo prolifico se extiende desde
1943 hasta 1952, afio en que la turbulenta historia de Bolivia trunca la
actividad teatral de este dramaturgo. El mismo se lamenta en un articulo
periodistico de la siguiente manera: <Una segunda etapa... del Teatro So-
cial... [fue] entorpecida, malograda, por la imposici6n oficial de politizar
la actividad esc6nica...> 7. Por esta raz6n, las fechas de aparici6n de iViva
Belzu! (1952) y Juana Sdnchez (1964) cobran vital importancia al coincidir
exactamente con la duraci6n de los gobiernos del Movimiento Nacionalista

SRail Salm6n, <Un par de ideas para "hacer' teatro nacional>, en Presencia Li-
teraria (La Paz, 14 de julio de 1974), p. 2.
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Revolucionario. Una revisi6n de la historia del teatro durante este periodo


revela que el teatro no fue politizado, puesto que ni se escribi6 ni se re,
present6 teatro alguno.
A manera de excepci6n, durante este tiempo, en la pequefia pero aco-
gedora ciudad de Tupiza, Liber Forti dirige el grupo «Nuevos Horizontes ,
que se convertiria en el elenco teatral mis completo del pais. No s61o esce-
nific6 un nimero respetable de obras, sino que se dedic6 al estudio del tea-
tro mismo: public6 regularmente la Uinica revista nacional de teatro, Nue-
vos Horizontes. Este elenco representa el tnico intento de su tiempo de
acercamiento al teatro como una actividad intelectual y artistica. Suarez
Radillo nos informa que este grupo desapareci6 por «falta de respaldo eco-
n6mico y por presiones politicas>> .

5, EL TEATRO BOLIVIANO A PARTIR DE 1967

Antes de ese afio cabe mencionar dos dramas de Ernesto Vaca Guz-
man, que t6cnicamente pertenecen al teatro boliviano escrito a fines de
los sesenta. Mirando atrds (1937), que se adelanta casi cuatro decadas a
los teatros experimentales. Inspirado en <El retablo de Maese Pedro>>, el
drama trata de unos estudiantes que presentan un teatro de titeres donde
se critica severamente la opresi6n del gobierno y se traduce claramente el
ambiente de terror imperante. La representaci6n se ve interrumpida por la
policia, que lega por la platea para parar la escenificaci6n, creando pinico
en el piblico. Es decir, el juego de titeres se hace realidad: la vida es el
gran teatro del mundo. Por otro lado, en 1948, publica Berenice, clasificada
por su autor como comedia existencialista en un acto, pero en realidad se
trata de un triangulo amoroso donde los c6nyuges se privan de la felicidad
por falta de comunicaci6n. El valor de esta pieza debe buscarse en la forma
de la representaci6n, en el juego de luz y sombra, en el simbolismo cromd-
tico y en la composici6n de movimientos estilizados, casi como un ballet,
que inclusive esti acompafiada por la misica impresionista de Debussy.
En 1961 y en 1965, en la ciudad de La Paz, se Ilevan a cabo dos festi-
vales de teatro que demuestran la ausencia de nuevos dramaturgos ademds
de que no cuentan con la participaci6n del piblico. No seria hasta las Jor-
nadas Julianas de la Juventud de La Paz (1967) que en el teatro bolivia-
no se de un serio intento de continuar la interrumpida tradici6n teatral.
Los conjuntos que intervienen en esta temporada escenifican una sintesis
<<El
8 Carlos M. Suarez Radillo, teatro boliviano: De o10
hist6rico a lo humano
contemporineo>, en Cuadernos Hispanoamericanos, ntims. 263-264 (mayo-junio
1972), pp. 339-354.
TEATRO BOLIVIANO CONTEMPORANEO 189

de la historia del teatro boliviano hasta ese entonces: la <<Generaci6n


del
21>> esta presente con Supay marca y La hoguera; de los afios posteriores
a la guerra del Chaco, Gualaychos y Vudlvase mafiana, y de los nuevos,
las piezas experimentales El hombre del sombrero de paja, La peste negra,
ambas de Sergio Suarez Figueroa; Vertigo, de Gast6n Suarez; Jorge Rozsa
presenta Hambre, y de Guillermo Francovich se pone en escena El monje
de Potosi.
La ciudad de La Paz vive paso a paso esta temporada teatral: los ca-
torce elencos presentan sus obras por once dias consecutivos a sala liena
-la entrada era gratuita- e intervienen 220 actores. La prensa y la radio
comentan la ocasi6n, se escribe critica, se entrevista a viejos y nuevos ac-
tores, se hacen planes para el futuro. Julio de la Vega, un periodista y es-
critor, asegura que <<puede decirse sin exageraciones que ha empezado una
nueva era en el teatro nacional..., el nacimiento de un movimiento tea-
'.
tral...> Y no se equivoc6. La gente que organiz6, actu6 y dirigi6 en este
festival constituye el nuicleo de la actividad teatral pacefia de los tiltimos
aijos. De entre los dramaturgos sobresalen dos nombres: Sergio Suarez
Figueroa y Gast6n Suarez. El primero estaba destinado a convertirse en
uno de los mejores dramaturgos del pais, pero desgraciadamente la muerte
corta prematuramente su vida en 1968.
Si 1967 es el aiio del festival, 1968 es el afio de las publicaciones de
los dramas ganadores de la temporada. El dramaturgo mas galardonado
es Suarez Figueroa; ese aio aparecen tres de sus obras: El hombre del
sombrero de paja, que trata de la imposibilidad del artista de desenvolver-
se en una sociedad alienada por lo material. Pieza de corte moderno que
se hizo acreedora al primer premio <<ExperimentalesI>>. La peste negra, se-
gundo premio; este drama es una de las pocas piezas simbolistas escritas
en Bolivia: bajo el pretexto de mostrarnos una ciudad medieval arrasada
por la peste, este dramaturgo nos presenta una excelente caracterizaci6n
del poder destructivo de la tirania, a la que s6lo puede vencerse cuando
el hombre renuncia a su propia vida, cuando se sobrepone al terror. La
azotea, gran premio anual de teatro <<Franz Tamayo>> 1967, es quiza su
pieza mas d6bil. Guido Calabi tambien se hace acreedor del premio <<Franz
Tamayo>> con su obra La nariz. Esta tragicomedia en un acto critica, ana-
liza y juzga los vicios de la sociedad en una serie de cuadros en los que se
recurre a la ticnica del teatro hist6rico en su representaci6n 7.

9 Julio de la Vega,<<Momento cultural boliviano: Arte dramitico>, en Presencia


(La Paz, 6 de agosto de 1967), sec. 4, p. 1.
10 Para un analisis detallado de El hombre del sombrero de paja y La nariz,

v6ase los capitulos VII y VIII de mi libro Teatro boliviano contempordneo (La Paz:
Honorable Municipalidad de La Paz, 1981).
190 WILLY 0. MUNOZ

Otro dramaturgo galardonado en las Jornadas Julianas es Gast6n Sua-


rez. Su drama Vertigo, en dos actos, posee la sencillez de la fabula clasica:
un padre de familia, despu6s de veinte afios de encarcelamiento, vuelve a
la sociedad y pretende reunir a sus siete hijos, que se hallan totalmente
desvinculados. La interacci6n del padre con cada uno de sus hijos, los que
han adquirido diversas profesiones y pertenecen a diferentes estados de
vida, muestra una visi6n panoiramica de lo que es la humanidad.
A partir de 1967 se publican muy pocos dramas, pero entre ellos se
encuentra lo mejor de la producci6n del g6nero dramitico boliviano. Raul
Botelho Gosilvez, conocido novelista y hombre piblico, incursiona satis-
factoriamente en el mundo teatral con su inico drama: La lanza capitana
(1967). De corte hist6rico-legendario, recrea las batallas independentistas
de los aymaras, encabezados por Tupaj Katari, en 1781. La primera etapa
hist6rica sirve como preparaci6n para el iltimo acto, cuando Katari es
hecho prisionero y el drama empieza a adquirir dimensiones legendarias.
A medida que se sucede el intercambio verbal, el personaje va metamor-
foseindose hasta convertirse en un semidi6s. Al final, antes de ser ejecuta-
do, esta figura legendaria, casi divina, se dispone a responder directamente
a Dios por sus acciones, frente a frente, casi de igual a igual. La lanza
capitana no es s6lo una exaltaci6n del heroe aymara, sino que, en otro
nivel de significado, es un alegato politico que aboga por la igualdad de
los indios.
En 1975, Guillermo Francovich publica el primer volumen de su Tea-
tro completo, que contiene doce piezas escritas a partir de la decada de
los cincuenta. A nuestro juicio, sobresalen tres dramas en particular: El
monje de Potosi (1952), Un pupial en la noche (1953) y Como los gansos
(1955). El primero es quiza la pieza teatral mis perfecta escrita en Bolivia
por su equilibrio dramatico, por su inteligente juego de luces. Su conte-
nido nos muestra, a trav6s de la leyenda del Ermitafio de la Calavera,
una sociedad falsa, contradictoria y hedonista.
En 1974, Adolfo Costa Du Rels publica Los estandartes del rey, la que
fue estrenada en el Theatre du Vieux-Colombier en 1956. Esta pieza res-
ponde a una necesidad interior del autor de desentrafiar el conflicto vivido
por los sacerdotes-obreros belgas, hombres sublimes que contemplaban la
posibilidad de romper su voto de obediencia ante la orden de suspender
su misi6n en las fabricas. El resultado es una pieza en tres actos de corte
pirandelliano, no por el juego de la realidad y la ficci6n, sino por el traji-
nar en escena de personajes de carne y hueso que agonizan en el tiempo
y en el espacio en busca de una salida para su dilema.
Si en 1967 las Jornadas Julianas de La Paz son un 6xito, ese mismo
afio, en Cochabamba, Julio Travesi, con la colaboraci6n de Nin6n Divalos,
TEATRO BOLIVIANO CONTEMPORANEO 191

Yolanda Eterovic de Rivera y Beatriz Hartman de Bedregal, funda el Tea-


tro Profesional Nacional, afiliado al Instituto Boliviano de Arte. Su pro-
p6sito era el de lograr la profesionalizaci6n del artista e incrementar el
nimero de puestas en escena. Desde entonces hasta 1981, el mayor logro
del Ibart ha sido la realizaci6n de nueve festivales departamentales de
teatro y cuyo fruto ha sido la depuraci6n del arte de la representaci6n
esc6nica.
En La Paz, el infatigable Guido Calabi organiza en 1968 el Festival
Nacional de Teatro, donde intervienen quince elencos. Afios mds tarde, en
1974, 61 mismo convoca el Primer Simposio de Teatro en Bolivia. Como
consecuencia, la Universidad Mayor de San Andres leva a cabo ese mismo
afio el Encuentro de Teatro, en el que se presentan piezas tan disimiles
como Tupaj Katari, del dramaturgo boliviano Julio de la Vega, o Sueio
de una noche de verano o Caligula, de Camus. Calabi tambi6n consigue
por medio de la Universidad la creaci6n del Taller Nacional de Teatro,
cuyo principal objetivo es la formaci6n de elencos, actores y directores de
teatro para asi difundir el arte dramdtico.

6. EL TEATRO BOLIVIANO EN LOS ULTIMOS TIEMPOS

Un recuento de las obras publicadas o estrenadas en los ltimos diez


afios revela una falta de dramaturgos capaces de adelantar t6cnicamente
la escritura de piezas de teatro con el fin de proveer un sentido de conti-
nuidad al erratico arte esc6nico boliviano. De entre los pocos dramaturgos
j6venes vale la pena destacar a Luis Bredow, autor de Sahara, estrenada
en 1977, pero que no ha sido publicada hasta ahora. Sin embargo, con
esta sola pieza Bredow convence como dramaturgo, puesto que este drama
hace un derroche de imaginaci6n y demuestra que su autor sabe combinar
los elementos teatrales para crear todo un espectdculo. Otro escritor del
que se puede esperar un teatro de depurado diseijo es Guido Calabi. De
las cinco piezas de las que tenemos conocimiento, s610o ha publicado dos.
El ombligo (1978) tuvo que esperar diez aiios para que el premio <<Franz
Tamayo>> haga realidad las bases del concurso. Otras tres obras, tambien
premiadas, esperan todavia su publicaci6n. Pero se debe puntualizar que
su teatro nunca ha sido representado por la complejidad que estos dramas
exigen para su escenificaci6n y por lo audaz de su contenido.
En realidad, el tinico escritor que ha publicado teatro en forma regu-
lar es Renato Crespo; pero, ir6nicamente, se nota un descenso en la cali-
dad dramitica, puesto que lo mejor de su producci6n se encuentra en sus
obras iniciales, especialmente en lo que hemos llamado el <<ciclo aut6cto-
192 WILLY O. MUNOZ

no , que consta de La plaza de maiz (1969), La promesa verde (1972) y


El alfarero de marzo (1973), trilogia a la que se puede aiadir la pieza
cuasi hist6rica ;Cuidado... que viene Espaia! (1971). Mientras que sus
itimas obras, como Caras y caretas, Morir un poco y Dar posada al pere-
grino, de 1981, parecen indicar que Crespo se ha agotado como drama-
turgo.
Lo que va de la decada de los ochenta nos revela que la publicaci6n
de piezas de teatro todavia va a la zaga de otros g6neros literarios. En 1981,
despu6s de trece aiios de silencio, Gast6n Suirez publica Despues del in-
vierno. Con una sencillez propia del teatro clasico que le es caracteristico,
Suarez retoma una vez mas el nticleo familiar como asunto dramatico, y
por su medio bucea en lo mas intimo de sus personajes para mostrarnos
las ocultas motivaciones que gobiernan el comportamiento de un padre y
sus dos hijos. La acci6n tiene lugar entre la Nochebuena y el dia de Navi-
dad, pero el resorte que origina el dialogo es el resultado de la morosa
rumia de la historia familiar a lo largo de diecisiete afios. Lo que se pre-
sencia en el escenario es, pues, el punto culminante en el que cada perso-
naje entra en comuni6n consigo mismo para asi permitirse una vida auten-
tica. En este sentido, Despues del invierno toma una posici6n contraria al
protagonista unamuniano de San Manuel, bueno y mdrtir, cuyo lema es
dejar vivir, y se inscribe mas bien dentro de las coordenadas de La ardiente
oscuridad, de Buero Vallejo, puesto que tanto Ignacio como Melit6n per-
tenecen a esa clase de personajes que no titubean en destruir un sistema
de falsos valores, aunque 6stos provean un estado de ilusorio bienestar.
Tampoco reparan en el dolor que puedan causar por alcanzar la verdad
para si y para los demis.
En 1983, Guillermo Francovich publica el segundo volumen de su
Teatro completo; en 61 reine siete piezas escritas a partir de 1975. El autor
mismo se encarga de clasificar estas obras como pertenecientes al teatro
hist6rico, o sea, a aquel que evoca las situaciones del pasado para mostrar
su repetici6n en el presente 11. Por su didacticismo, este segundo volumen,
en su prop6sito, es una continuaci6n del primero. La colecci6n empieza con
Cervantes quiere ser corregidor de La Paz; se basa en el momento de la
vida de Cervantes cuando 61 pretende venir al Alto Peru y quizi abando-
nar su poca remunerada vocaci6n de escritor. Clavileio contiene dos
aventuras de Don Quijote. Esta pieza es la mis d6bil de la colecci6n,
puesto que el ritmo que tiene es mas narrativo que dramitico. El mone-
dero falso, inspirado en una leyenda de la Historia de la Villa Imperial de

it Guillermo Francovich, Teatro completo II (La Paz: Los Amigos del Libro,
1983), p. 16.
TEATRO BOLIVIANO CONTEMPORANEO 193

Potosi, de Arzins y Vela, es lo mejor del libro. Bajo el pretexto de la falsi-


ficaci6n de dinero, Francovich dramatiza el contrapunto del bien y del mal
y c6mo la gente manipula estos conceptos absolutos hasta otorgarles un
valor relativo e inclusive intercambia sus caracteristicas con el consiguiente
desquiciamiento de la sociedad. Quitacapas es el mon6logo de un joven
que se ve inmiscuido en un suceso hist6rico. La cabeza cortada reproduce
un episodio de la 6poca de los tiranos bolivianos del siglo xix. Por una
equivocaci6n trigica pierde la vida un hombre preclaro, mostrandose asi
la ignominia a la que se puede 1legar durante los periodos del reinado del
terror. Tentacidn, que fue escrita ya en 1967, es una pieza interesante que
trae a mente el drama de Rodolfo Usigli El gesticulador. Como en la obra
del mexicano, se trata de confeccionar un mito que sea mis grande que la
realidad para asi tergiversar la historia. Pero en la pieza del boliviano se
descarta tal fabricaci6n y se opta por la verdad como fuerza generadora
del cambio.
Antes de terminar este recuento del teatro boliviano urge decir unas
palabras sobre el estudio mismo de dicho teatro. Hasta practicamente el
afio 1979 no se habia realizado un trabajo de clasificaci6n de las obras
dramiticas ni se habian hecho estudios criticos de las mejores piezas. Ape-
nas si se puede nombrar los articulos de Angel Salas <<La
literatura drami-
tica en Bolivia>> y <<Ensayo de bibliografia dramitica en Bolivia>>, ambas
publicadas en Bolivia en el primer centenario de su independencia, en
1925. De la critica continental s6lo Willis Knapp Jones y Carlos M. Suarez
Radillo le dedican someros estudios. Pero a partir de 1979, y en ripida
sucesi6n, aparecen tres libros: Antologia del teatro boliviano, de Porfirio
Diaz Machicao, que contiene fragmentos de piezas de los siglos xix y
xx; en 1980 sale a luz Teatro boliviano en el siglo XX, de Mario T. Soria
(luego de darnos una historia del teatro, se concentra en la vida y obra de
seis dramaturgos); en 1981 se publica Teatro boliviano contemnpordneo, de
Willy Oscar Mufioz Cadima, libro que mereci6 el primer premio en Ensayo
en el XVI Concurso Anual de Literatura <<Franz Tamayo>> (este estudio
representa un intento serio de clasificaci6n de la trayectoria teatral de
Bolivia y contiene analisis criticos de cuatro obras). Guillermo Francovich,
que reseiia estos libros, deja sentado que con 6stos <la historia de nuestro
teatro, acerca de la cual s6lo teniamos hasta ahora ideas fragmentarias e
imprecisas, aparece plenamente iluminada>> ". En su analisis de estos tres
libros, Francovich se percata de que sus autores, trabajando independiente-
mente y sin tener conocimiento de la obra de los otros, se consideran como

12 Guillermo Francovich,<<La historia del teatro boliviano>>, en Presencia Litera-


ria (16 de mayo de 1982), p. 1.
194 WILLY O. MUNOZ

pioneros en este campo de la literatura boliviana. Lo que se requiere ahora


son estudios criticos que analicen lo mejor de este teatro para que asi pue-
da ser incorporado dentro del ambito del teatro latinoamericano; asimismo,
se necesitan nuevas ediciones de decenas de obras para rescatar este g6ne-
ro literario que ha caido en el olvido.

CONCLUSIONES GENERALES

El teatro, mas que ningin otro g6nero literario, esta intimamente liga-
do al term6metro econ6mico de un pueblo, puesto que esta literatura no
s6lo debe ser publicada, sino tambien representada, actividades casi prohi-
bitivas en Bolivia en los tiltimos tiempos debido a las fluctuaciones en el
mundo de los negocios. Por otra parte, los actores no pueden Ilegar a su
profesionalizaci6n, ya que no cuentan con el apoyo econ6mico del ptiblico.
El poco capital con el que se trabaja se traduce en la falta de la utileria
necesaria para escenificar obras de corte moderno, las que son representa-
das en teatros desesperantemente anacr6nicos. Raz6n por la cual los es-
pecticulos adquieren de improviso una calidad de amateur. De la triada
dramitica -dramaturgo, actores y publico-, el teatro boliviano no cuen-
ta hoy dia con un s6lido nimero de dramaturgos que escriban asidua-
mente. Por ejemplo, entre una y otra obra de Calabi y de Gast6n SuBrez
media mis de una decada, y ellos representan el futuro del teatro bolivia-
no. Francovich, por su edad, quizi haya publicado su iltimo volumen de
teatro. Salm6n y Botelho Gosilvez hace tiempo que abandonaron el teatro
para dedicarse a otras actividades.
Por otro lado, existe un grupo de autores-directores como Eduardo
Perales, David Santalla, Adolfo Mier Rivas y otros que escriben un teatro
popular con bastante exito taquillero, pero que todavia tienen por escribir
la obra que les acredite como buenos dramaturgos. En conclusi6n, como
en Bolivia practicamente no se lee teatro, no se ha creado la necesidad de
asistir a la escenificaci6n de los textos dramiticos, con la consiguiente falta
de ptiblico. El gobierno, en vez de coadyuvar en la ingrata tarea de hacer
teatro, parece cohibir tal actividad al cobrar impuestos exorbitantes que
merman la inicua remuneraci6n del artista, el que tiene que ganarse la vida
en otras actividades. Si afiadimos a este desolado panorama la ausencia
de dramaturgos, muy bien puede afirmarse que Bolivia es un pais que
todavia esta en busca de una expresi6n teatral.

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