El Procedimiento de Servidumbre Minera
El Procedimiento de Servidumbre Minera
El Procedimiento de Servidumbre Minera
Las concesiones mineras son derechos reales distintos al predio que los alberga, según la Ley
General de Minería, recogiendo un principio que viene desde las prácticas mineras
precolombinas y manteniendo el ordenamiento que desde siempre han regido a los recursos
naturales en nuestro país. Esta situación, como es natural, ocasiona que haya una duplicidad
de derechos sobre una misma área, que es menester que sea resuelta legislativamente.
La mecánica de solución estaba planteada en los sucesivos códigos y leyes de minería, que
concedían al titular minero la alternativa de solicitar la expropiación del predio o la
imposición de una servidumbre sobre el mismo, lo que le permitían al inversionista minero
realizar las labores de exploración y de extracción que su título de concesión le obliga. La
expropiación es una posibilidad hoy negada en aplicación de otras normas de rango legal y
constitucional, por lo que solo queda la alternativa de la servidumbre.
Está claro que un titular mal podrá acceder a los recursos que contenga el deposito minero
concesionado si no cuenta con un derecho que se lo conceda y no podrá, por tanto, ni realizar
las labores de exploración imprescindibles para descubrir y cubicar un yacimiento ni extraer
los minerales que el Perú requiere para mantener su balanza comercial. De ahí el clamor para
que se entienda que las servidumbres son absolutamente necesarias si es que se quieren
desarrollar y mantener minas.
Analizando solo algunos de los aspectos más relevantes de la modificación encontramos que
quizás lo positivo sea que -bien o mal, pero definitivamente mejorable- se definió que
"enervar" era "perjudicar al resto del predio sirviente de tal modo que lo haga inútil o lo afecte
de manera sustantiva respecto de los fines para los cuales estaba siendo utilizado o estuviere
designado". De esta manera, solo se enervará al predio sirviente cuando el área que no es
parte de la servidumbre se haga inútil o se afecte de manera sustantiva con respecto a sus
fines. Quedará ahora en manos de la autoridad dar trámite a las solicitudes de servidumbre y
establecer de manera objetiva los parámetros acerca de cuándo se estará inutilizando o
afectando sustancialmente a la parte del predio sirviente que no es objeto de servidumbre.
Por otro lado, el nuevo procedimiento se burocratiza en exceso al establecerse hasta dos
pericias con fines distintos pero sin precisar cabalmente las competencias de cada uno. La
intención sería que un perito minero se pronuncie sobre la necesidad y magnitud de la
servidumbre y un perito agronómico se refiera a la tasación, pero incongruentemente más
adelante se faculta al segundo de ellos a referirse también a la viabilidad de la servidumbre.
Asimismo, resulta contradictorio que si le confiere a la autoridad minera la calificación de la
servidumbre luego se admita que la autoridad agraria se pronuncie sobre su procedencia en
base a una pericia que solo debiera contener apreciaciones sobre tasación. Esto
comprensiblemente ocasiona inseguridad, pues bastará que cualquiera de las dos autoridades
opine en contrario para que la servidumbre se deniegue.