Inspiración de La Biblia
Inspiración de La Biblia
Inspiración de La Biblia
Inspiración es el concepto teológico según el cual las obras y hechos de seres humanos
íntimamente conectados con Dios, sobre todo las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento,
recibieron una supervisión especial del Espíritu Santo, de tal manera que las palabras allí
registradas expresan, de alguna manera, la revelación de Dios.
Etimología
La palabra "inspiración" viene del latín inspiratio y del verbo inspirare. Inspirare está
compuesto por el prefijo "in" en español "en" y el verbo spirare (soplar). Inspirare significa
"soplar en" o "respirar". Ya en la época clásica del Imperio Romano "inspirare" recibió la
connotación "respirar profundamente" y en sentido figurado "insinuar algo en el corazón de
alguien."
Inspiración verbal
El texto es inspirado directamente de Dios. Esto puede ser en forma de un dicho, o en la forma
de una supervisión, lo que deja el autor utilice su propio estilo, pero interfiere para que el autor
no cometa errores. Si la Biblia se considera inspirada verbalmente, ella es infalible. Las
contradicciones evidentes y malentendidos de la Biblia son o errores de copiadores o misterios
de Dios, o los defensores de la inspiración verbal dicen que los pasajes registrados se refieren
a asuntos diferentes. La inspiración verbal es la doctrina de muchas iglesias evangélicas.
Visión católica
En la iglesia católica existen varias corrientes teológicas, pero la opinión oficial es que la Biblia
es inspirada en forma general y no verbal.2 La Biblia tiene que ser vista en el contexto histórico
y, a la luz de la tradición católica.3 Por el otro lado, el Papareclama por sí mismo una
inspiración divina infalible, si el habla "ex cátedra".
LIBROS APÓCRIFOS
La nación de Israel trató a los libros apócrifos o deuterocanónicos con respeto, pero
nunca los aceptó como libros verdaderos de la Biblia hebrea. La iglesia cristiana
primitiva debatió la situación de los apócrifos o deuterocanónicos, pero pocos cristianos
primitivos creyeron que ellos pertenecieran al canon de la Escritura. El Nuevo
Testamento cita al Antiguo Testamento cientos de veces, pero en ninguna parte cita o
alude a cualquiera de los libros apócrifos o deuterocanónicos. Más aún, hay muchos
errores probados y contradicciones en los apócrifos o deuterocanónicos.
Los libros apócrifos o deuterocanónicos enseñan muchas cosas que no son verdad y
tampoco son históricamente precisos. Si bien, muchos católicos aceptaron previamente
los apócrifos o deuterocanónicos, la Iglesia Católica Romana oficialmente los añadió a su
Biblia en el Concilio de Trento a mediados del 1500 d.C., primordialmente en respuesta
a la Reforma Protestante. Los apócrifos o deuterocanónicos, respaldan algunas de las
cosas en que la Iglesia Católica Romana cree y practica, las cuales no están de acuerdo
con la Biblia. Ejemplos de ello están en las oraciones por los muertos, peticiones a los
“santos” en el Cielo por sus oraciones, adoración a ángeles, y “ofrenda de limosnas”
expiatorias por los pecados. Algunas cosas de las que dicen los apócrifos o
deuterocanónicos son verdaderas y correctas. Sin embargo, debido a los errores
históricos y teológicos, estos libros deben ser vistos como documentos histórica y
religiosamente falibles, y no como la inspirada y autoritativa Palabra de Dios.
Los evangelios apócrifos han despertado mucho interés en los últimos años. Hay quienes
creen que estos textos revelan cruciales episodios y enseñanzas de la vida de Jesús que se
mantuvieron ocultos por mucho tiempo. Pero ¿qué son en realidad los evangelios
apócrifos? ¿De veras revelan verdades sobre Jesús y el cristianismo que no aparecen en la
Biblia?
[Nota]
La palabra apócrifo procede de un término griego que significa “cosa escondida, oculta”.
En un principio designaba los libros que se destinaban a los miembros de una escuela de
pensamiento en particular y que se ocultaban al público en general. Con el tiempo acabó
calificando a aquellos escritos que no estaban incluidos en el auténtico canon bíblico.
ESCRITURA DE LA BIBLIA
Biblia
La Biblia (del latín biblĭa, y este del griego βιβλία biblía, ‘libros’)1 es el conjunto
de libros canónicos del judaísmo y el cristianismo. La canonicidad de cada libro varía
dependiendo de la tradición adoptada. Según las religiones judía y cristiana, transmite la
palabra de Dios. A 2008, había sido traducida a 2454 idiomas.
Etimología[editar]
La palabra Biblia procede, a través del latín biblĭa, de la expresión griega τὰ βιβλία τὰ ἅγια (ta
biblía ta hágia; ‘los libros sagrados’), acuñada por primera vez en el deuterocanónico 1
Macabeos 12:9,4 donde βιβλία es el plural de βιβλίον (biblíon, ‘papiro’ o ‘rollo’ y, por extensión,
‘libro’).5 Se cree que este nombre nació como diminutivo del nombre de la ciudad
de Biblos (Βύβλος, Býblos), importante mercado de papiros de la antigüedad.6
No obstante, dado que Biblos solamente con dificultad podría ser un préstamo del nombre
original de dicha ciudad en fenicio, Gubla, existe la posibilidad de que fuera la ciudad la que
recibiera su nombre griego a partir del término que designaba a la planta de papiro, y no al
revés.7
Dicha expresión fue empleada por los hebreos helenizados (aquellos que habitaban en
ciudades de habla griega) mucho tiempo antes del nacimiento de Jesús de Nazaret para
referirse al Tanaj o Antiguo Testamento. Muchos años después empezó a ser utilizada por los
cristianos para referirse al conjunto de libros que forman el Antiguo Testamento así como
los Evangelios y las cartas apostólicas (es decir, el Nuevo Testamento). Por entonces ya era
común utilizar únicamente el primer sintagma, τὰ βιβλία, a manera de título.
Ya como título, se empezó a utilizar en latín biblia sacra (‘los libros sagrados’), sin artículo
dado que este no existía en latín. Sin embargo, al ser Biblia un cultismo en latín, acabó
pasando de considerarse un neutro plural a un femenino singular («la sagrada Biblia»),
entendiendo ya Biblia como el nombre propio de todo el conjunto. A través del latín se derivó a
la gran mayoría de las lenguas modernas.
Historia[editar]
Biblia hebrea con tárgum en arameo, manuscrito del siglo XI. Presenta el texto de Éxodo 12:25-31
en caracteres hebreos.
Estructura[editar]
Un libro de la Biblia es un grupo establecido de escrituras. Por ejemplo, el Libro de los
Salmos (en hebreo Tehilim o ‘canciones de alabanza’) tiene 150 canciones (151 en la versión
de los Setenta), mientras que la Epístola de Judas es una carta de media página.
La Biblia hebrea o Tanaj está dividida en tres secciones: los cinco libros de Moisés (la Torá),
los libros escritos por los profetas hebreos (los Profetas o Nevi'im) y unos libros que no entran
en las dos categorías anteriores (las Escrituras o Ketuvim); estos son conocidos
como hagiógrafa o simplemente «las Escrituras».
La Biblia judía fue escrita predominantemente en hebreo, pero tiene algunas pequeñas partes
que fueron escritas en arameo. En la Biblia cristiana, la Biblia hebrea es llamada Antiguo
Testamento, para distinguirla del Nuevo Testamento, que es la parte que narra la vida de
Jesús y su predicación, entre otras cosas. El Nuevo Testamento está dividido en los
cuatro Evangelios, historia (Hechos de los Apóstoles), las cartas (epístolas) a iglesias
cristianas por Pablo y otros apóstoles, y el Apocalipsis.
Las Biblias cristianas contienen la totalidad del Tanaj (o Antiguo Testamento), junto con un
grupo de textos posteriores cristianos, conocidos como el Nuevo Testamento. Dentro del
cristianismo no hay acuerdo completo sobre el número exacto de libros que debe tener (con
igual reconocimiento) el Antiguo Testamento, es decir, sobre su canon. Hasta el siglo XVI se
mantuvo en Occidente la traducción latina de san Jerónimo conocida como «la Vulgata»
(proveniente del latín vulgar) que incorporaba tanto el canon judío como aquellos escritos de la
Septuaginta griega. Con la Reforma protestante, Martín Lutero cuestionó la necesidad de
mantener los libros «apócrifos» junto a los del canon judío y los agrupó como un apéndice
edificante al final de su traducción al alemán de la Biblia. La Iglesia católica confirmó, sin
embargo, el canon de la Biblia de los Setenta y de la Vulgata en el Concilio de Trento (1545-
1563), reconociendo más claramente la canonicidad de algunas escrituras cuestionadas por
Lutero, que desde ese mismo siglo comenzaron a ser llamados deuterocanónicos (concepto
introducido por Sixto de Siena). Las iglesias orientales también reconocen plena canonicidad a
los deuterocanónicos, agregando también otros libros que se encuentran en códices antiguos,
como el Salmo 151, la Oración de Manasés, III y IV Esdras, y III y IV Macabeos. La Iglesia
copta acepta asimismo en su canon el Libro de Enoc y el Libro de los Jubileos. El Nuevo
Testamento hace referencia tanto a los libros deuterocanónicos como al Libro de Enoc, y narra
los sucesos de la pasión de Cristo de acuerdo con el cómputo asentado en el Libro de los
jubileos. En cuanto al resto de los libros, no hay disputa alguna y todos los grupos cristianos
tienen los mismos libros en el Nuevo Testamento de la Biblia.
Cánones bíblicos[editar]
La palabra canon significa ‘regla’ o ‘medida’, así que se le llama canon bíblico al conjunto de
libros que integran la Biblia según una tradición religiosa concreta, que los considera así
«divinamente inspirados» y los distingue de otros textos que no se consideran revelados.
Estas diferencias entre las distintas ramas del cristianismo se dan únicamente para el Antiguo
Testamento; por ejemplo, según la Iglesia católica son 46 libros, y según la mayoría de
iglesias protestantes son 39. Con relación al Nuevo Testamento todas tienen el mismo número
de libros.
El primer canon es el Pentateuco, el cual se compone de los libros
del Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio y contiene la «Ley de Dios», que es el
conjunto de los 613 preceptos del judaísmo (Mitzvá).
Dentro del judaísmo surge disputa sobre el canon correcto. Un grupo religioso, los saduceos,
sostiene que solamente conforma el canon de las Escrituras la Torá (‘la Ley’) o Pentateuco
(‘cinco libros’), mientras que otros grupos también incluyen los Nevi'im (Profetas) y
los Ketuvim (los Escritos). Después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C., el grupo
judío predominante fue el de los fariseos, que sí considera al canon como conformado por la
Ley, los Profetas y los Escritos. Así, a finales del siglo I el judaísmo estableció en Yamnia
(Yavne) como canon de sus libros sagrados aquellos que cumplieran tres requisitos: que
hubiera una copia del libro en cuestión que se supiera que fue escrito antes del
año 300 a. C. (cuando la helenización llegó a Judea, con los problemas culturales y religiosos
subsecuentes, y que pueden leerse en libros como el Libro de los macabeos o el Libro de
Daniel), que dicha copia estuviera escrita en hebreo o cuando menos arameo (no griego, la
lengua y cultura invasora) y que tuviera un mensaje considerado como inspirado o dirigido al
pueblo de Dios (con lo que también algunos libros que cumplían las dos características
anteriores tuvieron que salir del canon).
En tiempos de Jesús de Nazaret es dominante la segunda opinión, la cual es sostenida y
transmitida por muchos cristianos hasta tiempos de la Reforma protestantecon la controversia
de los libros deuterocanónicos (ver «Estructura», ut supra). Esta controversia probablemente
se originó precisamente por el hecho de que el judaísmo había establecido su canon a fines
del siglo I, con lo que para ellos ya no estaban presentes aquellos textos que solo se
encontrarían en griego (en la versión de la Biblia judía de los Setenta). Estos libros fueron
precisamente los que se considerarían, posteriormente, como deuterocanónicos.
La versión judía de la Biblia, llamada el Tanaj, consta de 24 libros, con ciertas diferencias
respecto a las Biblias cristianas. Algunas de ellas son:
Los nombres de varios libros: Éxodo para el original Shemot (‘nombres’); Levítico
para Vaikrá (‘y llamó’).
La subdivisión en tres secciones:
Torá (la Ley, el Pentateuco);
Nevi'im, los profetas anteriores (Josué, Jueces, Samuel y Reyes) y profetas
posteriores (Isaías, Jeremías, Ezequiel y los profetas menores); y
Ketuvim, los escritos (Salmos, Proverbios, Daniel y los demás libros).
El orden de los libros.
Actualmente, los libros que no son considerados canónicos por católicos y ortodoxos, reciben
el nombre de libros apócrifos; a su vez, esos mismos libros suelen ser denominados
pseudoepígrafos por los protestantes, que, habitualmente, respetan también el nombre
de Deuterocanónicos (literalmente, ‘del segundo canon’) para aquellos que han recibido
reconocimiento canónico de católicos y ortodoxos (en general, son libros escritos
originalmente en griego, incluidos en la traducción al griego de la Biblia judía conocida como
Septuaginta o de los LXX). No obstante, algunas corrientes protestantes fundamentalistas
insisten en conservar el nombre de apócrifos para los libros deuterocanónicos. Con todo, hay
que señalar, que los primeros cristianos no usaban la Biblia hebrea, sino que usaban
la Septuaginta o de los LXX por cuanto varios de los nuevos cristianos fueron judíos de cultura
griega, como por ejemplo, Pablo de Tarso, san Esteban, y los evangelistas san Lucas y san
Marcos.
Así pues, las versiones católicas de la Biblia constan de 73 escritos, en tanto que las más de
las versiones protestantes solo contienen 66. Sin embargo, las Biblias de
los anabaptistas, luteranos, anglicanos y episcopalianos, incluyen los deuterocanónicos, si
bien bajo el rubro de «apócrifos»; ya que los consideran «lectura edificante», pero no
canónica. Las versiones ortodoxas, por su parte, incluyen 76 libros en total. Además, la Iglesia
copta incluye en su canon del Antiguo Testamentoel Libro de Enoc y el Libro de los Jubileos,
que no incluye ninguna de las otras corrientes actuales del judeocristianismo, pero que eran
libros bastante populares en los tiempos de Cristo; de lo cual han quedado vestigios incluso en
los escritos del Nuevo Testamento. La Iglesia siria reduce el número de libros del canon, pues
solo acepta 22 en el Nuevo Testamento.
La Biblia de Gutenberg.
La Biblia cristiana[editar]
Las biblias cristianas están constituidas por escritos hebreos, arameos y griegos, que han sido
retomados de la Biblia griega, llamada Septuaginta, y del Tanaj hebreo-arameo, y luego
reagrupados bajo el nombre de Antiguo Testamento. A estos se ha sumado una tercera serie
de escritos griegos cristianos agrupados bajo el nombre de Nuevo Testamento. Distintos
grupos cristianos han debatido largamente sobre la inclusión o exclusión de algunos de los
libros de ambos testamentos, surgiendo los conceptos de apócrifos y deuterocanónicos para
hacer referencia a algunos de estos textos.
La comunidad judía actual reserva la expresión «Biblia cristiana» para identificar solo a los
libros que han sido añadidos al Tanaj hebreo-arameo por el judaísmo tardío helenizante
alejandrino, y luego por el cristianismo, y evita referirse a su Tanaj con los términos «Biblia» o
«Antiguo Testamento». Varias denominaciones cristianas incorporan otros libros en el canon
de ambos Testamentos.
Véase también: Libros de la Biblia
El Antiguo Testamento[editar]
Artículo principal: Antiguo Testamento
El Nuevo Testamento[editar]
Biblia de Génova, una de las principales traducciones de la Biblia al inglés por parte del movimiento
protestante del siglo XVI. En la imagen, el Padre nuestro en el Evangelio de Lucas.
4 Evangelios.
1 Libro de los Hechos.
19 Epístolas (o «cartas»): 6 epístolas «católicas» o apostólicas, y 13 epístolas paulinas;
(una séptima epístola apostólica —la Primera epístola de Juan—, y una decimocuarta
epístola paulina —la Epístola a los hebreos—, realmente pertenecen al
género ensayístico o doctotratadístico; es decir, son tratados doctrinales, por lo que
representan un quinto género de escritos del Nuevo Testamento). La figura protagónica en
las epístolas es Jesús de Nazaret, llamado Cristo. Casi todos los cristianos (con algunas
excepciones, como los gnósticos de los primeros siglos) han venido asumiendo el Nuevo
Testamento como un texto sagrado divinamente inspirado. Sin embargo, no hay unidad
universal en el canon del Nuevo Testamento. Son 27 libros en el canon de la Iglesia
católica, al igual que en la mayoría de las Iglesias protestantes. La Iglesia cristiana
ortodoxa de Siria solo acepta 22 libros en su canon. Libros como el Primer libro de
Clemente y el Segundo libro de Clemente, el Libro de la Alianza, el Octateuco, y otros,
han sido motivo de disputas, y son aceptados por otras Iglesias cristianas.
1 Apocalipsis.
Arqueología bíblica[editar]
Artículo principal: Arqueología bíblica
Rey Sargón II de Asiria. Este personaje, que aparece en Isaías 20:1, no pudo ser
confirmado hasta que en 1843 se descubrieron las ruinas de su palacio. Se hallaron
escritos en los que se relatan las conquistas de las ciudades de Samaria y Asdod que
aparecen también relatados en el libro de Isaías.[cita requerida]
Joaquín, rey de Judá. El descubrimiento de las tablillas de Babilonia permitió la
confirmación de la existencia del rey Joaquín de Judá y sus cinco hijos que aparecían
nombrados en el Segundo libro de los reyes y el Primer libro de crónicas.[cita requerida]
El sello de Yehujal. En 2005 la arqueóloga Eilat Mazar descubrió un sello de arcilla en el
cual se nombraba Yehujal (Jehucal o Jucal), un funcionario judío que es nombrado en el
libro de Jeremías.[cita requerida]
Hallazgos en Nínive. En el palacio de Senaquerib hay un bajorrelieve que muestra a las
tropas asirias llevando cautivos a los israelitas tras la caída de Laquis, hecho relatado en
el Segundo libro de los reyes.30 En las piezas conocidas como Anales de Senaquerib se
relatan los hechos realizados durante el reinado de Ezequías y a este mismo personaje.
También es curioso como en el listado de ciudades conquistadas por los asirios no
aparece Jerusalén lo cual concuerda con el relato bíblico de que fueron derrotados a sus
puertas,31 al igual que se relata el asesinato de Senaquerib que están incluidos en el
Segundo Libro de los Reyes, capítulo 19, versículo 37 (También en 2 Crónicas 32:21 y en
Isaías 37:37-38).3233 «Y aconteció que, mientras se inclinaba en la casa de Nisroc, su
dios, Adramélec y Sarézer, sus hijos, lo derribaron ellos mismos a espada, y ellos mismos
escaparon a la tierra de Ararat. Y Esar-hadón su hijo empezó a reinar en lugar de él». (2
Reyes 19:37).34 También mencionado en Isaías 37:37-38.35 El versículo 38 es idéntico al 2
Reyes 19:37.36 Senaquerib no murió inmediatamente después de llegar a Nínive; según
parece, esto pudo acontecer unos veinte años después. Depende de registros asirios y
babilónicos de dudosa confiabilidad. Hay una inscripción de su hijo Esar-hadón que
confirma su asesinato y escape a la tierra de Ararat. -Ancient Records of Assyria and
Babylonia, de D. Luckenbill, 1927, volumen 2, páginas 200, 201.
El Cilindro de Ciro. Se encontró en Sippar, cerca de Bagdad (Irak). Narra la conquista
de Babilonia por Ciro el Grande. Algunos ven en el relato de Isaías 13:1,37 13:17-19,38 y
44:26—45:339 la profecía de la destrucción de Babilonia por Ciro. También en el cilindro
se expone la política de Ciro de dejar volver a los pueblos deportados a su tierra de
origen, tal y como sucedió con los israelitas. El largo y difícil viaje de regreso de los
israelitas a Judá y Jerusalén pudo durar unos cuatro meses, de acuerdo a Esdras 7:9.40
Habrían llegado el séptimo mes (Tisri) de 537 a.C. (Esdras 3:1-6).41</ref>
La arqueología también ha brindado descubrimientos interesantes con relación a la
conformación de los propios textos bíblicos.[cita requerida] Los descubrimientos del Evangelio de
Tomás y del Evangelio de Felipe, por ejemplo, reforzaron la Hipótesis de Q.[cita requerida] Unos
pocos eruditos se inclinan a opinar que el Evangelio de Tomás es más antiguo que los
4 canónicos y que al igual que Mateo y Lucas, tuvo a Q por fuente
documental.[cita requerida] Conforme a quienes apoyan la hipótesis de la Fuente Q, los evangelios
más antiguos serían colecciones de dichos de Jesús que no narrarían la crucifixión ni la
resurrección, sino que se preocuparían por mantener el registro de las enseñanzas del
Maestro.[cita requerida]
Crítica bíblica[editar]
La crítica bíblica es el estudio e investigación de los escritos bíblicos que busca discernir
juicios sobre estos escritos.42 Viendo los textos bíblicos con un origen humano más que
sobrenatural, se pregunta cuándo y dónde se origina un determinado texto. Cómo, por qué,
por quién, para quién y en qué circunstancias fue producido, qué influencias existen en su
producción, qué fuentes se habrían utilizado en su composición, y qué mensaje se pretende
transmitir.
La crítica bíblica varía levemente según se focalice en el Antiguo Testamento, las cartas
del Nuevo Testamento o los Evangelios canónicos y juega también un papel importante en
la búsqueda del Jesús histórico.
También alude al texto físico, incluyendo el significado de cada palabra y el modo en el que se
utiliza cada una de ellas, su preservación, historia e integridad. De hecho, la crítica bíblica es
una disciplina que abarca un amplio rango de materias como la arqueología, la antropología,
el folclore, la lingüística, las tradiciones orales evangélicas y los estudios religiosos e
históricos.
La Biblia hebrea[editar]
Artículo principal: Biblia hebrea
La Biblia griega[editar]
Artículo principal: Biblia griega
La Biblia latina[editar]
Artículo principal: Versiones latinas de la Biblia
Biblia de familia[editar]
Artículo principal: Biblia de familia
Traducciones de la Biblia[editar]
Artículo principal: Traducciones de la Biblia
Estadísticas[editar]
El número de palabras de la Biblia varía —según la versión y el idioma— entre 773 69243
y 783 137.44
La Biblia ortodoxa consta de 1347 capítulos; la católica, de 1329, y la protestante, de
1189, 260 de los cuales constituyen el Nuevo Testamento.[cita requerida]
El libro que aparece como último en la Biblia es el Apocalipsis de Juan, pero en realidad el
último en ser escrito fue el Evangelio de Juan.[cita requerida]
El capítulo más corto de la Biblia es el «Salmo 117» (solo 2 versículos), y el capítulo más
largo es el «Salmo 119» (176 versículos).
El libro más corto de la Biblia es la Segunda epístola de Juan (13 versículos), seguido por
la Tercera epístola de Juan (15 versículos), el Libro de Abdías (21 versículos) y la Epístola
de Judas (25 versículos).
Los versículos más cortos de la Biblia son «No matarás»,45 «No robarás»,46 y «Jesús
lloró».47 El más largo es:
Entonces fueron llamados los escribanos del rey en el mes tercero, que es Siván, a los veintitrés días de
ese mes; y se escribió conforme a todo lo que mandó Mardoqueo, a los judíos, a los sátrapas, a los
capitanes y a los príncipes de las provincias, desde la India hasta Etiopía, a las ciento veintisiete
provincias; a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo conforme a su lengua, y también a los
judíos según su escritura y su lengua.4