¿El Delito de Negacionismo El Instrumento Penal Como Guardián de La Memoria.
¿El Delito de Negacionismo El Instrumento Penal Como Guardián de La Memoria.
¿El Delito de Negacionismo El Instrumento Penal Como Guardián de La Memoria.
97-144
EmanuEla Fronza*
Investigadora en derecho penal y Profesora de Derecho penal internacional
de la Universidad de Trento. Becaria de la Fundación Alexander von
Humboldt
through acts or words. For this reason, most European legislators (on a
national and supranational level) have introduced ad hoc criminal laws
punishing acts of denial into their legal systems. This essay —assuming as
a point of depart the important judgment of the spanish Tribunal Consti-
tucional concerning the crime of denial of genocide— aims to investigate
this reality. The laws examined have been challenged in a series of legal
proceedings before domestic trial courts, constitutional courts, and the
European Court of Human Rights. Analysing denial as a crime means
having to deal with the limits that criminal law imposes on freedom of ex-
pression and the question of whether the law and criminal trials can be-
come the primary instrument for protecting and constructing memory.
Palabras clave: negacionismo, genocidio, racismo, libertad de expresión,
memoria.
Keywords: Denial of Holocaust, genocide, racism, freedom of expres-
sion, memory.
En España1 el Cp de 1995 castigó en su art. 607.2 la difusión por cual-
quier medio de doctrinas o ideas que nieguen el genocidio. Pero este pre-
cepto fue sometido a una cuestión de inconstitucionalidad que el Tribunal
Constitucional (TC) resolvió mediante Sentencia de 7 de noviembre de
2007, declarando inconstitucional la criminalización de la negación del
genocidio2. El TC falló literalmente: Declarar inconstitucional y nula la in-
1
El último párrafo del art. 607 del código penal español, relativo al genocidio, re-
prime la difusión de ideas, la negación y justificación de los actos de genocidio o la
pretendida reivindicación de regímenes o instituciones que pongan en funciona-
miento prácticas generadoras de tales crímenes. La doctrina está dividida entre quie-
nes sostienen que se trata del delito de apología y quienes sostienen lo contrario,
mientras que parte de ella critica esta figura delictiva porque considera que, sustan-
cialmente, se trata de un delito de opinión, el cual es inaceptable en un Estado de-
mocrático: Feijoo Sánchez B. J., Reflexiones sobre los delitos de genocidio (art. 607 del
Código Penal, La Ley-Actualidad, 1998; Gómez Tomillo M. (ed.), Comentarios al Có-
digo Penal, Lex Nova, Valladolid, 2010; Manzanares Samaniego J., Código penal, 2
volúmenes. Comentarios y jurisprudencia, Comares, Granada, 2010;Quintero Olivares
G.-Valle-Muniz, J. A., Comentarios al nuevo Código Penal, Pamplona, 2008; Landa Go-
rostiza J.M., «‘Nuevos’ crímenes contra la humanidad: el nuevo delito de lesa huma-
nidad (artículo 607 Bis CP 1995) desde una perspectiva intrasistemática», Eguzkilore:
Cuaderno del Instituto Vasco de Criminología, n° 17, 2003, 105-119; Gómez Navajas
J., «Apología del genocidio y provocación a la discriminación en el código penal de
1995: (Algunas reflexiones al hilo de la sentencia del Juzgado de lo Penal núm. 3 de
Barcelona, de 16 de noviembre de 1998)», La Ley: Revista jurídica española de doc-
trina, jurisprudencia y bibliografía, n° 3, 1999, pp. 1839-1852; Cuerda Arnau M.L., «El
denominado delito de apología del genocidio: Consideraciones constitucionales»,
Revista del poder judicial, n° 56, 1999, 63-118.
2
Véase GIL GIL, Comentarios al Código penal, 2010, p. 1994; Ramos Vázquez,
«La declaración de inconstitucionalidad del delito de «negacionismo» (artículo 607.2
del Código Penal)» en Revista penal, Nº 23, 2009, 120-137. Sobre los límites penales a
la libertad de expresión, cfr. RebolloVargas R., Aproximación a la jurisprudencia
4
Osiel M., «Politiche della punizione, memoria collettiva e diritto internaziona-
le», Baldissarra L. y Pezzino P., Giudicare e punire, Ancona, 2005, p. 106.
5
Se prefirió utilizar el binomio conceptual derecho y memoria, y no el de derecho
e historia, porque la noción de memoria incluye al proceso social de reelaboración del
pasado incierto. El concepto de memoria, a pesar de que existan en la doctrina di-
versas declinaciones, generalmente es considerado como más amplio, comprensivo y
dinámico que las investigaciones históricas e historiográficas. Los fenómenos de
cristalización mnemónica, como dinámicas distintas y distinguibles de la historia, in-
teresaron progresivamente a un número siempre mayor de estudiosos. Aquí se hace
referencia a los trabajos pioneros de Halbwachs M., La mémoire collective, París,
1950 (1997); Halbwachs M., Les cadres sociaux de la mémoire, París, 1925 (1994); y a
las profundizaciones de Todorov T., Les abus de la mémoire, París, 1995; Id., Mémoi-
re du mal. Tentation du bien. Enquête sur le siècle, París, 2000; Ricoeur P., La mémoi-
re, l’histoire, l’oubli, París, 2000; Yerushalmi Y.H., «Réflexions sur l’oubli», Yerushal-
mi Y.H.– Loraux N.– Mommsen H.– Milner J.R.– Vattimo G., Les usages de l’oubli,
París, 1988; Lussana F., «Memoria e memorie nel dibattito storiografico», Studi Sto-
rici, Octubre-Diciembre de 2000, pp. 1047-1081.
cho penal sin pena6, en la mayor parte de los casos, en cambio, se destaca la
importancia de la pena como instrumento para luchar indirectamente con-
tra actividades encaminadas a la manipulación instrumental del pasado o a
la ofuscación de la memoria de hechos y eventos dramáticos7. Tal como se
verá, en los procesos que tuvieron como objeto crímenes de magnitud
histórica parece que a la pena se le atribuye una facultad ulterior, en virtud
de la cual a los procesos naturales de metabolización (y transformación)
mnemónica se les sustrae su factualidad histórica para entregársela a un
presente eterno e inmodificable. En este marco, el derecho y el proceso pe-
nal son considerados siempre más como instrumentos que satisfacen mejor
que otros exigencias de narración y reafirmación mnemónicas compartidas,
con la intención de defender el respeto de un pasado que no debe pasar. Es-
pecialmente respecto de los crímenes internacionales, este dato debe rela-
cionarse con otro: la necesidad de memoria significa también necesidad de
(o impulso al) castigo. Y esta necesidad expresa otra necesidad —potente
simbólicamente— de la opinión pública: proteger con las normas, las li-
turgias procesales y, sobre todo, con la pena, la memoria de ciertos hechos
históricos. Esto parece confirmarse claramente en el ámbito de las viola-
ciones graves a los derechos humanos, donde la exigencia punitiva está li-
gada estrictamente con la naturaleza grave e imprescriptible de estos crí-
menes.
Sin embargo, la mencionada tríada presenta un aspecto ulterior de
complejidad respecto de las dos declinaciones antes descritas (es decir, los
juicios argentinos por la verdad y el mecanismo penal clásico) y será justa-
mente este aspecto el objeto de nuestro análisis, o sea las normas que en
Europa penalizan la negación, la justificación o la minimización de la
Shoá o de otros genocidios o crímenes contra la humanidad8. En esta hipó-
6
Se hace referencia a los «juicios por la verdad». Para una descripción de este
mecanismo peculiar y acerca de las razones de la decisión que optó por ellos, véase
Daniel Pastor; «¿Procesos penales sólo para conocer la verdad?: la experiencia ar-
gentina» en Jueces para la democracia, nº 59, 2007, pags. 95-127; E. Maculan, Le ri-
sposte alle gravi violazioni dei diritti umani in Argentina: l’esperienza dei «giudizi per la
verità», in L’Indice Penale, n. 1, gennaio-giugno 2010, 331-370.
7
Al respecto, es paradigmática la evolución acerca de la persecución y represión
de los crímenes de Estado en Argentina y, en particular, la declaración de inconsti-
tucionalidad de las leyes de «Obediencia debida» y «Punto final». Para la Corte Su-
prema de ese país, en efecto, las leyes cuestionadas, «como toda amnistía, se orientan
al ‘olvido’ de graves violaciones a los derechos humanos». Así Pastor D., «¿Procesos
penales sólo para conocer la verdad? La experiencia argentina», ob. cit.
8
Sobre el negacionismo cfr., desde una perspectiva histórica, Ginzburg C., «Be-
weis, Gedächtnis, Vergessen», Memory, 30, 2002 (Werkstatt Geschichte), pp. 50-60,
trad. esp. En «La prueba, la memoria y el olvido», Eiroa- Otero (dir.), Memoria y de-
recho penal, Buenos Aires, 2008; Vidal Naquet P., Les Assassins de la mémoire, París,
1987; Poggio P.P., Nazismo e revisionismo storico, Roma, 1997; Burgio A., L’invenzione
delle razze. Saggio su razzismo e revisionismo storico, Roma, 1998; Losurdo D., Il revi-
sionismo storico: problemi e miti, Roma-Bari, 1997; AA.VV., Négationnistes. Les chif-
foniers de l’histoire, París, 1997; V. Pisanty, L’irritante questione delle camere a gas. Lo-
gica del negazionismo, Milán, 1998. Sobre el fenómeno negacionista en los países de
idioma alemán, cfr. Lipstadt D., Betrifft: Leugnen des Holocaust, Zürich, 1994; Bailer-
Galanda-Benz-Neugebauer, Wahrheit und Auschwitzlüge. Zur Bekämpfung revisionis-
tischen Propaganda, Wien, 1995; Benz W., Legenden Lügen Vorurteile. Ein Wörter-
buch für Zeitgeschichte, Mónaco, 1992, pp. 36 y ss.; Tiedemann M., In Auschwitz
wurde niemand vergast, Verlag an der Ruhe, 1996; Bastian T., Auschwitz und Au-
schwitzlüge, Mónaco, 1997; con respecto a Francia, cfr. Vidal Naquet P., Les assassins
de la mémoire, cit.; Igounet V., Histoire du négationnisme en France, París, 2000; Id.,
«Un négationnisme strategique», Le Monde Diplomatique, mayo de 1998, p. 17; Ternon
Y., Du négationnisme: mémoire et tabou, París, 1999; Pisanty V., L’irritante questione
delle camere a gas. Logica del negazionismo, cit., pp. 7-12, 33-44, 72-81 y 144-152; Bra-
yard F., Comme l’idée vint à M. Rassinier, París, 1996; Fresco N., Fabrication d’un an-
tisemite, París, 1999; Shermer M., & Grobman, A., Denying History: Who Says the
Holocaust Never Happened and Why Do They Say It? Berkeley, 2000. Sulla negazione
e sull importanza dei testimoni, cfr. Coquio, C. (ed.), L’Histoire trouée, négation et té-
moignage, París, 2004.
9
En realidad, el dato más impactante no es tanto la decisión del Estado italiano
de declarar esta jornada, sino más bien el momento en que se lo hizo. A diferencia de
otras leyes que destacan jornadas para no olvidar fechas significativas en Italia, la ley
en cuestión se adoptó cincuenta años después de la finalización de la segunda guerra
mundial. Por lo tanto, es necesario preguntarse cuál es la razón de que una interven-
ción legislativa encaminada a proteger a la memoria y a su objeto haya surgido des-
pués de tanto tiempo. Los factores determinantes parecen ser dos: por un lado, la dis-
tancia temporal de los hechos (objeto de la actividad mnemónica) que comienzan a
resultar demasiado lejanos y cuyos testigos oculares empiezan a desaparecer (cfr. Wie-
wiorka A., L’ére du temoin, París, 1998); por otro lado, una situación política contin-
gente que ejerce presiones para emanciparse de la herencia del siglo veinte o, vice-
versa, para seguir viendo en él a sus propios fundamentos.
2. El fenómeno negacionista.
Tal como se anticipó, nuestra reflexión se limitará sólo a la inter-
sección peculiar entre el derecho penal y la memoria que está consti-
tuida por los delitos de negacionismo. Se trata de un tema que en-
vuelve aspectos jurídicos relativos, especialmente, a los delitos de
opinión y a las funciones del derecho y del proceso penal, así como as-
pectos más estrictamente histórico-políticos.
Antes de examinar las tendencias que se están consolidando en
Europa en el plano legislativo y, sobre todo, en la jurisprudencia para
contrarrestar estos fenómenos, parece oportuno intentar aclarar, aun-
que sea brevemente, el concepto y la geografía del negacionismo, bus-
cando distinguirlo del revisionismo.
Negacionismo y revisionismo son términos frecuentes, muy utilizados
no sólo por los especialistas, sino también en el lenguaje común22, en los
diarios y la televisión. Este uso lingüístico, a veces confuso e impreciso, pro-
duce una pérdida de especificidad conceptual, aumentando así la dificultad
de distinguir entre los respectivos fenómenos.
En efecto, el concepto de negacionismo debe distinguirse de aquel de
revisionismo, raíz de la que deriva y respecto de la cual no es más que
una degeneración. Este último término asumió tanto significados nega-
tivos como positivos, los cuales implican siempre la crítica de una orto-
doxia dominante23. Según la acepción más amplia, con el término revi-
sionismo se indica la tendencia historiográfica a revisar las opiniones
históricas consolidadas, a la luz de los nuevos elementos y conocimientos
adquiridos durante las investigaciones, con el resultado de una reinter-
pretación y una reescritura de la historia. En el marco de esta acep-
view of the Red Cross, junio de 2006, 245 y ss. Resulta muy interesante ver la afirmación
de este derecho por la jurisprudencia: cfr. la decisión de la Corte Penal Internacional en
la cual se citan no solamente las normas de los Convenios de Ginebra, sino también la ju-
risprudencia de la Corte interamericana para fundamentar la existencia de este derecho
„bien establecido» (well established) (ICC, Situation In The Democratic Republic Of The
Congo in the Case of The Prosecutor v. Germain Katanga and Mathieu Ngudjolo Chui, De-
cision on the Set of Procedural Rights Attached to Procedural Status of Victim at the Pre-
Trial Stage of the Case, Pre-Trial Chamber I, ICC-01/04-01/07, 13 May 2008, para. 32.
21
En el caso T. v. Belgio, la Comisión reclama la defensa del orden y del poder ju-
dicial y, recordando que los crímenes cometidos en Auschwitz no pertenecen sólo a la
ciencia histórica, afirma que las familias de las víctimas siguen teniendo el derecho a
una protección de la memoria de sus familiares. cfr. T. v. Belgique, decisión del 14 de
julio de 1984. Sobre el derecho a la memoria y el reconocimiento de este derecho por
la Corte interamericana de derechos humanos, cfr. los trabajos de Daniel Pastor,
Tatiana Rincón y Ana Aliverti, en Eiroa-Otero (dir.), Memoria y derecho penal, cit..
22
Sobre el sentido común y las creencias compartidas respecto del racismo y sus
significados, cfr. Taguieff P.A., La force de prejuge, París, 1987.
23
Vidal Naquet P., Les assassins de la memoire, cit., p. 108.
24
Pisanty V., L irritante questione delle camere a gas, cit., p. 5. cfr. también Lips-
tadt D., Betrifft: Leugnen des Holocaust, Zürich, 1994.
25
Pisanty, V., L irritante questione delle camere a gas, cit., pp. 6-7.
26
cfr. Vidal Naquet P., Les assassins de la mémoire, cit., pp. 108 y ss.; trad. it., cit.,
p. 77.
27
Sobre la historia del negacionismo, cfr. Pisanty V., L irritante questione delle ca-
mere a gas, cit., 7 y ss.. Para un cuadro de la literatura negacionista en Europa, cfr.
AA.VV., Négationnistes. Les chiffoniers de l’histoire, cit.
28
Además de las estrategias mencionadas en el texto, piénsese en la difamación
de la antigua Unión soviética y sus propagaciones (baste recordar la interminable dis-
cusión sobre la resistencia italiana al régimen fascista). Burgio A., L invenzione delle
razze, cit., pp. 170-171. Sobre los métodos revisionistas, cfr., por ej., AA.VV., Wahrheit
und Auschwitzlüge, cit., p. 23.
29
Esta forma está representada en las dos hipótesis extremas de Rassinier y
Faurisson, los cuales se encuentran entre los exponentes más importantes de la co-
rriente francesa del negacionismo. Sobre la historia del negacionismo francés, cfr. Pi-
santy V., L irritante questione delle camere a gas, cit., pp. 7 y ss.; para una reconstruc-
ción del periplo de Rassinier, ex deportado, cfr. Brayard F., Comme l idée vint a M.
Rassinier, París, 1996; Fresco N., Fabrication d un antisemite, París, 1999.
30
La expresión es de Yosef Yerushalmi, tal como lo precisa Pierre Vidal Naquet al
utilizarla para titular su famoso libro sobre el negacionismo.
31
Pisanty, V, L irritante questione delle camere a gas, cit., pp. 83-84.
32
Ibídem, pp. 207-208.
33
Vidal Naquet P., Les assassins de la mémoire, cit., p. 117.
34
Sobre la propaganda revisionista-negacionista en Internet, véase Pisanty V.,
L irritante questione delle camere a gas, cit., pp. 22-24.
35
Para una reconstrucción detallada sobre la evolución de la producción nega-
cionista, e incluso para referencias ulteriores, cfr. Di Giovine A., «Il passato che non
passa: ‘Eichmann di carta’ e repressione penale», Diritto pubblico comparato ed euro-
peo, 2006, I, pp. XIV-XVIII.
36
Di Giovine, A., «Il passato che non passa: ‘Eichmann di carta’ e repressione pe-
nale», cit., p. XVII.
37
Poggio P.P., Nazismo e revisionismo storico, cit., p. 97.
38
Sobre la evolución del sistema de las fuentes y la relación entre fuentes internas
y fuentes internacionales, cfr. Pizzorusso A., «Il pluralismo delle fonti interne», Vio-
lante L. (dir.), Legge Diritto Giustizia, Annali 14, Turín, 1998, pp. 1127 y ss. Con res-
pecto al sistema penal, cfr. Donini M., Il volto attuale del diritto penale, Milán, 2005,
pp. 141-197, incluso para las oportunas referencias.
39
Para un reconocimiento normativo preciso de las normas internacionales exis-
tentes, cfr. Mcgonagle T., The International and European legal standards for combating
racist expression, ECRI Expert Seminar on combating racism while respecting free-
dom of expression, Estrasburgo, 16 y 17 de noviembre de 2006.
40
En las decisiones sobre el negacionismo se citan constantemente las normas de
derecho internacional general sobre la discriminación racial. Al respecto, deben seña-
larse las orientaciones que se forman progresivamente en el Comité contra la discri-
minación racial, órgano creado por la Convención sobre todas las formas de discri-
minación racial de 1965. Este Comité se pronunció acerca del negacionismo en el
caso Faurisson. Sobre este tema cfr. Cohen Jonathan G., «Négationnisme et droits de
l homme», Revue trimestrielle de droits de l homme, 1997, pp. 571 y ss.
41
Cfr. la comunicación del Comité de derechos humanos en el caso Faurisson v..
France (8 de noviembre de 1996), en la que dicho Comité no sólo considera legítimas
las restricciones a la libertad de expresión, en cuanto encaminadas a proteger la re-
putación ajena, sino que también afirma que los fenómenos negacionistas constituyen
uno de los principales vectores del antisemitismo. Sobre este punto, cfr. el interesan-
te análisis de Cohen Jonathan G., Négationnisme, cit., pp. 591-595.
42
En esta disposición encontramos un ejemplo de lo que recordamos anterior-
mente sobre los impulsos de penalización provenientes del derecho internacional. La
Convención de 1965, en efecto, después de requerir a los Estados que adopten las me-
didas necesarias contra las discriminación (art. 2), pide (art. 4) que se declaren puni-
bles estos comportamientos. Por lo tanto, se llega a imponer, como en la mayor par-
te de las convenciones internacionales, un estándar normativo común; después de
identificar a la figura criminis y al presupuesto para su aplicación (o sea, que se trate
de hechos internacionales), el texto establece las obligaciones para los Estados. Acer-
ca de un análisis de los instrumentos supranacionales sobre este asunto, véase Mas-
sias F., «La liberté d’expression et le discours raciste ou révisionniste», Revue Tri-
mestrielle des droits de l homme, 1996, pp. 200 y ss. En cuanto respecta a las diversas
medidas adoptadas en el ámbito del derecho penal interno para satisfacer las exi-
gencias de la citada convención, cfr. Partsch K.J., Die Strafbarkeit der Rassendiskri-
minierung nach dem internationalen Abkommen und die Verwirklichung der Verpflich-
tungen in nationalen Strafrechtsordnungen, German Yearbook of International Law,
1997, pp. 119 y ss.
43
Sobre la prohibición de discriminación en el derecho internacional, se remite a
Conseil de l Europe, Commission européenne contre le racisme et l intolerance, Es-
trasburgo, mayo de 1994, que contiene una completa panorámica de las legislaciones
nacionales sobre el tema.
44
cfr. la Resolución de la Asamblea General A/61/L.53, disponible en la página de
Internet: http://www.un.org/french/holocaustremembrance/news.shtml.
45
Acerca del art. 10 CEDH, cfr. La liberté d’expression en Europe, Estrasburgo,
Conseil de l’Europe, 2006; Tulkens F., Libertè d’expression et racisme dans la jurispru-
dence de la Cour européenne des droits de l’homme, ECRI Expert Seminar on comba-
ting racism while respecting freedom of expression, Estrasburgo, 16 y 17 de no-
viembre de 2006. Se observa, además, que el art. 10 CEDH es invocado en ciertos
casos como medio de defensa de los autores negacionistas frente a una jurisdicción
nacional, para sostener la contrariedad de los delitos de negacionismo, previstos en el
plano interno, con las disposiciones de la Convención que protegen la libertad de ex-
presión, la cual, según los acusados, resultaría violada por las disposiciones nacio-
nales.
46
Con base en dicha norma: «ninguna de las disposiciones del presente Convenio
podrá ser interpretada en el sentido de implicar para un Estado, grupo o individuo, un
derecho cualquiera a dedicarse a una actividad o a realizar un acto tendente a la des-
trucción de los derechos o libertades reconocidos en el presente Convenio o a limita-
ciones más amplias de estos derechos o libertades que las previstas en el mismo». El
Consejo de Europa adoptó también una serie de Tratados que contienen disposiciones
relevantes para enfrentar los fenómenos racistas. Entre ellos, se menciona a la Con-
vención sobre el crimen cibernético y el respectivo Protocolo adicional (disponibles en
la página de Internet: http://conventions.coe.int/Treaty/FR/Treaties/ Html/189.htm). En
su art. 3, párrafo 1°, este tratado requiere a los Estados que establezcan tipos penales
para castigar las conductas que hagan accesible para el público material racista o
xenófobo a través de los instrumentos informáticos. Además, el art. 6 del Protocolo, ti-
tulado «Negación, minimización grave, aprobación o justificación del genocidio o de
los crímenes contra la humanidad», requiere a los Estados que adopten instrumentos
normativos y, si fuera necesario, instrumentos penales, a fin de castigar a quien, a
través de un sistema informático, haga accesible para el público material que niega,
minimiza gravemente, aprueba o justifica actos que constituyen genocidio o crímenes
contra la humanidad […].
47
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Handyside v. Reino Unido, sentencia
del 7-12-1976, serie A, n° 24, par. 49; la misma afirmación se observa en la sentencia
Ozgur Gundem v. Turquía, del 16-03-2000, par. 57.
48
Handyside v. Reino Unido, sentencia del 7-12-1976, serie A, n° 24, par. 49.
49
Así Tulkens F., Libertè d’expression et racisme dans la jurisprudence de la Cour
européenne des droits de l’homme, ECRI Expert Seminar on combating racism while
respecting freedom of expression, Estrasburgo, 16 y 17 de noviembre de 2006, p. 4.
50
«El ejercicio de estas libertades, que entrañan deberes y responsabilidades, podrá
ser sometido a ciertas formalidades, condiciones, restricciones o sanciones previstas
por la ley, que constituyan medidas necesarias, en una sociedad democrática, para la se-
guridad nacional, la integridad territorial o la seguridad pública, la defensa del orden y la
prevención del delito, la protección de la salud o de la moral, la protección de la reputa-
ción o de los derechos ajenos, para impedir la divulgación de informaciones confiden-
ciales y garantizar la autoridad y la imparcialidad del poder judicial».
51
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Handyside v. Reino Unido, 7-12-1976, se-
rie A, n° 24, § 49. Acerca de la noción de margen de apreciación, elaborada por la Comi-
sión y el Tribunal europeos, cfr. Delmas Marty M. y Izorche M.L., «Marge nationale
d’appréciation et internationalisation du droit. Réfléxions sur la validité formelle d’un
droit commun pluraliste», Revue internationale de droit comparé, 2000, XIII, 1, pp. 754-
775 ; Tulkens F. y Donnay L., «L’usage de la marge d’apprèciation par la Cour eu-
ropéenne des droits de l’homme. Paravent juridique superflu ou mécanisme indispensa-
bile par nature?», Révue de Sciences Criminelles et de Droit Comparé, 2006, XXII, 1, pp.
3-24; Greer S., La marge d’appreciation: interpretacion et pouvoir discretionnaire dans le
cadre de la Convention Europeenne des droits de l’homme, Estrasburgo, 2000.
52
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Gunduz v. Turquía, 4-12-2003, § 40 ;
Id., Erbakan v. Turquía, 6-07-2006, § 56.
una limitación o derogación, en los términos del art. 10, párrafo 2°, CEDH,
es compatible con el derecho a la libre manifestación del pensamiento. Al
realizar este control, el Tribunal europeo deberá verificar que la restricción
esté prevista por ley, que persiga un fin legítimo, que sea proporcionada a
los objetivos perseguidos y necesaria en una sociedad democrática53, siendo
que, al respecto, son relevantes el objetivo, el contenido y el contexto de las
afirmaciones efectuadas.
La jurisprudencia del Tribunal europeo aporta elementos de reflexión
interesantes no sólo a causa de la forma en que interpreta el derecho a la
libre manifestación del pensamiento (derecho esencial para una sociedad
democrática, pero no absoluto), sino también, más específicamente, a
causa de la forma en que afronta el conflicto entre la libre manifestación
del pensamiento y la exigencia de punir el negacionismo. Sobre este
punto nos detendremos en las páginas siguientes. Baste anticipar aquí
que el Tribunal tiende a admitir una restricción de la libertad de opinión,
reconociendo, por un lado, «la importancia de luchar contra todas las
formas y manifestaciones de la discriminación»54 y, por otro lado, que
uno de los instrumentos previstos para dicho fin por el sistema de Es-
trasburgo es el art. 17 CEDH, el cual impide que los derechos protegidos
por la Convención misma sean ejercitados de un modo que represente
una violación de ella55.
53
Cfr. Oetheimer M., «La Cour européenne des droits de l’homme face au dis-
cours de haine», Revue trimestrielle des droits de l’homme, enero de 2007; Dumont H.,
Mandoux P., Strowel A. y Tulkens F. (dir.), Pas de liberté pour les ennemis de la liberté?
Groupements liberticides et droit, Bruselas, 2000.
54
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Jersild v. Dinamarca, § 30; Seurot v.
Francia, 18-5-2004. cfr. también Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Timichev v.
Rusia, 13-12-2005, § 56; Natchova v. Bulgaria, 6-7-2005, § 145, en la cual se confirma
la necesidad de reaccionar ante ofensas particularmente graves contra la dignidad hu-
mana, como la violencia racial.
55
En efecto, la Convención europea se adopta en 1950 para reaccionar ante los
regímenes totalitarios de la Segunda guerra mundial y con el objetivo de contrarres-
tar los fenómenos que podían constituir una amenaza a los principios de la demo-
cracia y el Estado de derecho. «El negacionismo no sólo ofende los valores de la co-
munidad atacada, sino también aquellos, universales, de nuestra civilización». cfr.
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Garaudy v. Francia, 24-06-2003, § 14.
56
Acción común del 15 de julio de 1996, adoptada por el Consejo en base al art.
K3 del Tratado sobre la Unión Europea acerca de la acción contra el racismo y la xe-
nofobia, publicado en Gazzetta ufficiale delle Comunità europee, 24-07-1996, volu-
men, L 185, p. 5.
57
En efecto, desde un punto de vista comparativo, se nota que tales tendencias
eficientistas o funcionalistas son descubiertas por una atenta literatura en muchos
países, entre los cuales podemos mencionar Alemania, Holanda, España, Inglaterra y
Estados Unidos. Cfr. Baratta A., «Prefazione», Moccia S., La perenne emergenza. Ten-
denze autoritarie del sistema penale, Nápoles, 1995, p. XVIII.
58
Decisión Marco de 28 de noviembre de 2008 relativa a la lucha contra determi-
nadas formas y manifestaciones de racismo y xenofobia mediante el Derecho penal.
Cfr. J. GARMAN, The European Union combats racism and xenofobia by forbidding ex-
pression: an analysis of the Framework Decision, University of Toledo Law Review,
2008, pp. 843 y ss.; Renauld, B., La décision-cadre 2008/913/JAI du Conseil de l’Union
Européenne : du nouveau en matière de lutte contre le racisme ?, Revue trimestrièlle des
art. 1 de dicha decisión establece que los Estados deberán adoptar las
medidas necesarias para perseguir penalmente la apología, la negación o
la minimización grosera de los crímenes definidos en el Estatuto de la
Corte penal internacional y en el art. 6 del Estatuto del Tribunal Militar
Internacional de Nuremberg, cuando dichos comportamientos sean ca-
paces de instigar a la violencia o al odio contra el grupo atacado o uno de
sus miembros (art. 1, letras «c» y «d»). Esta decisión indica también la
previsión de una pena de prisión de uno a tres años como mínimo para
estas conductas59.
En el sistema (penal) europeo60 se exige entonces más derecho penal
en línea con la dinámica expansiva del derecho penal que se puede ob-
servar a nivel interno.
Dos observaciones parecen a este respecto oportunas. Como algunos
legisladores nacionales, también el legislador europeo permite la limita-
ción de un derecho fundamental, como la libertad de opinión; sin em-
bargo como medida de balance introduce una cláusula de peligro. Según
el apartado 2, del articulo 1, «los Estados miembros podrán optar por
castigar únicamente las conductas que o bien se lleven a cabo de forma
que puedan dar lugar a perturbaciones del orden público o que sean
amenazadoras, abusivas o insultantes».
Por lo tanto, por un lado la Unión Europea establece un confín por la
responsabilidad penal; por otro lado los Estados tienen una autonomía.
En consecuencia se podrán crear sistemas de tutela paralelos y diferentes.
Además, la decisión marco prevé que los crímenes sean los del Esta-
tuto de la Corte penal internacional o de la Carta del Tribunal de Nu-
remberg61. Pero: ¿quién decide que un hecho histórico cae bajo la defi-
nición de los artículos 6, 7 y 8 del Estatuto de Roma (art. 1 letra c) ? ¿El
droits de l homme, 2010, numero 81, 119 -140; Mancuso, C., La decisione quadro
2008/913/GAI: due passi in avanti e uno indietro nella lotta europea contro il razzismo,
Diritto penale e processo, n. 5, 2009, 645 y ss.
59
Esta decisión replantea todos los problemas de compatibilidad con el derecho
fundamental a la libertad de expresión, tanto en el plano político-criminal como en el
plano más estrictamente político. Acerca de las llamadas «obligaciones de criminali-
zación de fuente comunitaria», cfr., para un amplio análisis y referencias ulteriores,
Sotis C., Il diritto senza codice: uno studio sul sistema penale europeo vigente, Milán,
2007.
60
Acerca del sistema (penal) europeo, cfr. Sotis C., Il diritto senza codice, passim.
61
El partado 4 del articulo 1 establece: «4. Los Estados miembros podrán hacer,
en el momento de la adopción de la presente Decisión Marco o posteriormente, una
declaración en virtud de la cual la negación o la trivialización flagrante de los críme-
nes a los que hace referencia el apartado 1, letras c) y d), sean punibles solo si los crí-
menes a los que hacen referencia dichas letras han sido establecidos por resolución
firme de un tribunal nacional de dicho Estado miembro o un tribunal internacional,
o mediante resolución firme exclusiva de un Tribunal internacional».
62
Baste pensar en el Centre for Historical Review.
63
No podemos aquí ampliar el análisis sobre la «geografía» del negacionismo.
Muy interesante sería profundizar el área de Oriente Medio y la actitud negacionista
demostrada por los diversos autores palestinos. Sobre estos temas, cfr. Vidal Na-
quet P., «Qui sont les assassins de la mémoire?», La Diaspora et l Etat juif, Mayo-Junio
1993. Acerca del negacionismo del genocidio cometido en Ruanda en 1994, cfr. Bizi-
mana J.D., L’Eglise et le génocide au Randa: les Péres blancs et le négationnisme, París,
2001; acerca de otros casos de negacionismo fuera de Europa, véase, por ejemplo,
Kahn R.A., «Who takes the Blame? Scapegoating, Legal responsibility and the prose-
cution of Holocaust Revisionists in the Federal republic of Germany and Canada»,
Glendale Law Review, 16, 1997, pp. 17 y ss.; Hill L.E., «The trial of Ernst ZÜNDEL. Re-
visionism and the Law in Canada», Simon Wiesenthal Center Annual, vol. 6, 1989, pp.
165 y ss. Sobre las reaciones de las democracias liberales al hate speech y a otras for-
mas de propaganda ver Hare I., Weinstein J., (eds.), Extreme Speech and Democracy,
New York, 2009.
64
Normas que reprimen el negacionismo se encuentran también en países como
Suecia, República Checa, Eslovaquia, Lituania, Polonia, Rumanía, Nueva Zelanda y
Australia. Sin embargo, no todos los Estados europeos decidieron crear un delito es-
pecífico, como, por ejemplo, Inglaterra e Italia. El último, junto a las disposiciones
bre el debate actual en Italia véase el interesante artículo de Adriano Prosperi: Para un
análisis basado en una perspectiva constitucional de los límites a la libertad de pen-
samiento, cfr. Pizzorusso A., «Limiti alla libertà di manifestazione del pensiero deri-
vanti da incompatibilità del pensiero espresso con principi costituzionali», Diritti, nuo-
ve tecnologie, trasformazioni sociali - Scritti in memoria di Paolo Barile, Padua, 2003,
pp. 651 y ss.; Caretti P., «Manifestazione del pensiero, reati di apologia e di istigazio-
ne: un vecchio tema che torna d’attualità nella società multietnica», ibídem, pp. 121 y
ss. Respecto de algunos casos de negacionismo italiano de izquierda, cfr. Chersi A., Il
caso Faurisson, Bagnolo, 1982, y Saltea C., Per il revisionismo storico contro Vidal Na-
quet, Génova, 1993. cfr. también Germinarlo F., Estranei alla democrazia. Negazioni-
smo e antisemitismo nella destra radicale italiana, Pisa, 2001.
65
cfr. Kahn, A., Holocaust Denial and the Law. A Comparative Study, Macmillan,
2004; el número especial de la Revue Trimestrièlle des droits de l’homme dedicado a un
análisis comparado de la legislación anti-racismo, Revue Trimestrielle des Droits de
l’Hommes, vol. 12, n° 46, abril de 2001. Acerca de los aspectos constitucionales, cfr.
Braga G., «La libertà di manifestazione del pensiero tra revisionismo, negazionismo e
verità storica», Ainis M. (dir.), Informazione, potere, libertà, Turín, 2005, pp. 101 y ss.;
Manetti M., «Libertà di pensiero e negazionismo», Ainis M. (dir.), Informazione, po-
tere, libertà, cit., pp. 41 y ss.; para un análisis comparado, cfr. la página de Internet:
http://www.ddp.unipi.it/dipartimento/seminari/brisbane/menu.htm.
66
Véase el parágrafo 4.1.
67
Véase el parágrafo 4.3.
68
El 23 de marzo de 1995, el legislador belga adoptó la «Loi contre le révisionnisme»,
titulada «Para la represión de la negación, la minimización, la justificación o la aprobación
del genocidio cometido por el régimen nacionalsocialista alemán durante la segunda
guerra mundial». En su art. 1°, que tipifica el delito de negacionismo, dicha ley establece
que será punido todo aquel que, en una de las circunstancias indicadas en el art. 444 v.p.
(es decir, públicamente), niegue, minimice groseramente, trate de justificar o apruebe el
genocidio cometido por el régimen nacionalsocialista alemán durante la segunda guerra
mundial. El texto fue publicado en el Moniteur Belge del 30 de marzo de 1995. cfr. Batselé
D., Hanotiau M. y Dourmont O., La lutte contre le racisme et la xénophobie, Bruselas, 1992;
Batselé D., «Racisme et liberté d’expression. Examen de la législation et de la jurispru-
dence belges», Revue trimestrielle des droits de l homme, 2001, Numéro spécial. Le droit face
à la montée du racisme et de la xénophobie, pp. 321 y ss.; Ringelheim F., «Le négationnisme
contre la loi», Revue trimestrielle des droits de l homme, 1997, pp. 118 y ss.; Blero B., «La ré-
pression légale du révisionnisme», Journal des Tribunaux, 1996, pp. 333 y ss.; Van Droo-
ghenbroeck S., La Constitution de la Belgique et l’incitation à la haine, ; Centre pour l’éga-
lité des chances et la lutte contre le racisme, La loi du 30 juillet 1981 tendant à réprimer
certains actes inspirés par le racisme et la xénophobie: Jurisprudence, SFI, Bruselas, 1999;
cfr. también Dumont H. y Tulkens F., «Les activités liberticides et le droit public belge»,
Dumont H., Mandoux P., Strowel A. y Tulkens F. (dir.), Pas de liberté pour les ennemis de
la liberté ? Groupements liberticides et droit, Bruselas, 2000, pp. 219-318.
69
El 26 de febrero de 1992, a través de una reforma de la ley constitucional sobre la
para la prevención y represión de ese crimen, adoptada por las Naciones Unidas el 9
de diciembre de 1948. cfr., por todos, Guyaz A. L´incrimination de la discrimination
raciale, Berna, 1997. Y también Niggli M.A., Rassendiskriminierung, Ein Kommentar
zu art. 261 bis StGB und art. 171c MStG, Zürich, 1996; Kunz K.L., «Zur Unschärfe und
zum Rechtsgut der Strafnorm gegen Rassendiskriminierung», Rivista Penale Svizzera,
2, 1998, pp. 223 y ss.
72
cfr. Beisel D., «Die Strafbarkeit der Auschwitzlüge-Zugleich ein Beitrag zur Aus-
legung des neuen 130 StGB», Neue Juristische Wochenschrift, 1995, p. 1000; Platz-
gummer W., «Die strafrechtliche Bekämpfung des Neonazismus in Österreich», Öster-
reichische Juristen Zeitung, 1994, p. 162.
73
Al respecto de sentencias de Cortes Constitucionales cfr. Tribunal Constitucional,
STC, November 7, 2007, n. 235, cuestión de inconstitucionalidad núm. 5152-2000; la sen-
tencia alemana, BundesVerfassungsGericht, 13 de Abril 1994, in Neue Juristische Wo-
chenschrift, 1994; y la de Cour de Arbitrage de Belgica del 12 de Julio 1996. Fuera del con-
texto europeo se señala, ante todo, la sentencia de la Corte Suprema canadiense en el
caso «Zündel». Esta decisión expresa una posición «minoritaria» —tal como veremos—
favorable a la libre manifestación del pensamiento y declara inconstitucional, por con-
siderarlo contrario al art. 2, letra «b», de la Carta de los derechos y las libertades de 1982,
al art. 181 v.p. que establecía: «será culpable de un delito y susceptible de una pena de
hasta dos años quien publicare voluntariamente una declaración, una historia o una no-
ticia a sabiendas de su falsedad y que causare, o fuere capaz de causar, un atentado o un
daño contra un interés público». Al respecto véase tambièn el caso brasileño «Ellwanger»
y el comentario de Rocha de Assis Moura M.T., Zilli Coelho M. y Montecoraonrado Ghi-
dalevich F.G., Jurisprudencia latino americana sobre direito penal internacional. Relatorio
Brasil, Ambos K., Malarino E. y Elsner G. (dir.), Jurisprudencia nacional y crímenes in-
ternacionales, Konrad Adenauer Stiftung, Montevideo, 2008, 95. cfr. en fin la sentencia de
la Corte constitucional sudafricana en el caso «Islamic Unity Convention v. Independent
Broadcasting Authority et al.» del 11 de abril de 2002.
74
cfr. «BVerfG, 13 april 1994», Neue Juristische Wochenschrift, 1994, p. 1779.
75
Citando algunas decisiones de los Tribunales ordinarios, las autoridades ad-
ministrativas interpretaron la negación del genocidio hebraico como una injuria
contra este grupo.
76
La ley del 28 de octubre efectuó modificaciones relevantes al § 130 StGB (Volks-
verhetzung), disposición que ahora representa la norma general contra la discriminación
racial, incluyendo también a la prohibición de escritos que inciten al odio racial, que an-
tes estaba prevista en el § 131 StGB. Para un comentario cfr. Strafgesetzbuch, Leipziger
Kommentar, 12. Auflage (Berlin: De Gruyter, 2009), 445–513; sobre el § 130, cfr. Partsch
K.J., «Neue Massnahmen zur Bekämpfung von Rassen- und Fremdenhass – Bessere
Durchführung der internationalen Verpflichtungen Deutschlands», EuGRZ, 1994, pp.
433 y ss.; Dreher-Tröndle, Strafgesetzbuch und Nebengesetze, 130, p. 18; König-Seitz,
Neue Strafrecht Zeitschrift, 1995, p. 1. Acerca del negacionismo como delito, cfr. Werle G.
y Wandres T., Auschwitz vor Gericht: Volkermord und bundesdeutsche Strafjustiz: mit ei-
ner Dokumentation des Auschwitz-Urteils, Mónaco, 1995; Wandres T., Die Strafbarkeit des
78
En estos términos se pronuncia el BGH, 16-1-1993, Neue Juristiche Wo-
chenschrift, 1994, p. 140.
79
El concepto de «Auschwitzlüge» apareció en 1973 como título de una brochure
del alemán neonazi Andersen sobre la mentira de las cámaras de gas. Sus precursores
fueron dos franceses, Paul Rassinier y Robert Faurisson.
80
§ 130 StGB, 3° párrafo: «[...] wer eine unter der Herrschaft des Nationalsozialis-
mus begangene Handlung der in 220 a Abs. 1 bezeichneten Art in einer Weise, die geeig-
net ist, den öffentlichen Friede zu stören, öffentlich oder in einer Versammlung billigt,
leugnet oder verharmlost».
81
La paz pública, mencionada en numerosas disposiciones del Strafgesetzbuch
(arts.126, 130, 140 y 166), es definida como una situación en la cual los ciudadanos tie-
nen la sensación de que sus intereses legítimos, garantizados por el orden jurídico,
están y estarán protegidos. Esta concepción subjetiva de la paz pública alude al senti-
miento de seguridad pública de los ciudadanos. Otra concepción es la objetiva, que
considera a la paz pública como una situación justamente objetiva, caracterizada por la
ausencia de violencia entre las diferentes clases. Después de diversos años de discusión,
la jurisprudencia y la doctrina optaron por la concepción llamada «dualista», que admi-
te que la paz pública puede ser puesta en peligro tanto por una amenaza hacia un estado
efectivo de seguridad, como por una amenaza hacia el sentimiento de seguridad.
82
Acerca de la referencia a la paz pública y los respectivos elementos de la tranqui-
lidad y la seguridad, cfr. De Vero G., Tutela penale dell’ordine pubblico, Milán, 1988, pp.
41 y ss.
83
Por ejemplo, la minimización que reduce el número de judíos es cuantitativa,
mientras que la que afirma que el genocidio cometido por los nazis no fue, después de
todo, algo tan terrible, es cualitativa.
84
Diferente es lo previsto en el § 194 StGB.
85
La distinción entre hecho y opinión fue utilizada también por la Casación
italiana en una sentencia de 1989 concerniente al derecho a la información, donde
dicho tribunal se pronunció sobre la diferencia entre expresiones del pensamiento
y narraciones de hechos. cfr. Corte di Cassazione, n° 5259, 18-10-1984, Foro italiano,
1984, I, p. 2711.
86
Para una posición crítica respecto a la orientación de la Corte alemana, cfr. Gu-
yaz A., L´incrimination, cit., pp. 192 y ss.
87
Entscheindungen des Bundesverfassungsgerichts, 61, 1 (9); 85, 1 (15 ss.).
88
cfr. Schulze Fielitz, «Anmerkung», Juristenzeitung, 1994, 92. El principio de
ponderación equivale al principio que en Italia se llama de balance, el cual se aplica
en base al criterio de sensatez.
89
Además de la decisión que aquí se comenta, cfr. las sentencias Pierre Marais v.
Francia y Lehidoux Isorni v. Francia. La última constituye un precedente importante,
pena analizar una sentencia, incluso porque expresa un criterio del Tri-
bunal europeo a menudo retomado en otras decisiones. Se alude a la sen-
tencia Garaudy v. Francia90, en la que el Tribunal declara improcedente la
petición efectuada por el recurrente, admitiendo una limitación de la li-
bre manifestación del pensamiento. El caso se originó con la condena de
Roger Garaudy por «contestation des crimes contre l’humanité», «diffa-
mation publique raciale» y «provocation à la haine raciale», a causa de ha-
ber publicado un libro acerca de «Los mitos fundadores de la política is-
raelita».
No es posible sintetizar o analizar todos los aspectos afrontados en
la resolución. Lo que nos urge evidenciar no es tanto la decisión del
Tribunal, sino algunos aspectos que caracterizan el hilo de la argu-
mentación del Tribunal mismo en dicho pronunciamiento. Estos as-
pectos parecen particularmente significativos porque dan cuenta no
sólo de las problemáticas ligadas a la represión del negacionismo,
sino también, y sobre todo, a la decisión de considerar al derecho y al
proceso penal como instrumentos de respuesta. Frente a las afirma-
ciones cuestionadas, el Tribunal efectúa una distinción que vale la
pena recordar, pues su importancia excede el caso en concreto, inclu-
so porque se la cita como antecedente en otras sentencias sobre el ne-
gacionismo. Los jueces distinguen entre «una categoría de hechos
históricos claramente establecidos» —como el Holocausto91— y una
categoría de hechos respecto de los cuales «todavía está vigente un
debate entre los historiadores acerca de cómo se produjeron y cómo se
los puede interpretar»92.
Por consiguiente, en esta decisión el Tribunal europeo examina el
problema de los límites del debate histórico sobre los acontecimientos de
la Segunda Guerra Mundial y, si bien considera necesario para cual-
quier país el debate abierto y sereno sobre la propia historia93, afirma que
la garantía del art. 10 CEDH no se aplica a favor del discurso revisionis-
99
Acerca de otras decisiones sobre el negacionismo, cfr. las sentencias del
Tribunal de grande istance (10-1-1994) y de la Cour d’Appel de París (8-6-1994);
caso Guionnet, Cassation criminelle, 23-2-1993, Bulletín criminel, 1993, n° 86, p.
208; Cour de Cassation, 17-6-1997, Recueil Dalloz, 1998, Jur., pp. 40 y ss.; caso Fau-
risson, G.P., 1991, pp. 452 y ss. y los casos citados en el estudio de Cohen Jonathan
G., Négationnisme, cit., pp. 589 y ss. Asimismo, cfr. el caso Garaudy, Tribunal co-
rrectionel de París, 27-2-1998. Sobre el proceso de apelación en este caso, cfr. Le
Monde, 16-10-1998 y Le Figaro, 15-10-1998 y 4-11-1998. A propósito del debate so-
bre la Ley Gayssot, considerada como una ley liberticida, cfr. Le Figaro, 17 y 18 de
enero de 1998 y Le Monde 18 y 19 de enero de 1998. Sobre el caso Garaudy, cfr. Ta-
guieff P.A., «L abbé Pierre et Roger Garaudy, Négationnisme, antijudaisme, an-
tisémitisme», Esprit, agosto-septiembre de 1996. Acerca del apoyo que algunos
intelectuales y políticos árabes le brindaron a Garaudy, cfr. Le Monde, 1 y 2 marzo
de 1998.
100
Sobre los negacionistas franceses, Vidal Naquet P., Les assassins de la mé-
moire, cit.; . En lo que conceirne al Front National y al negacionismo, cfr. Igounet
V., «Un négationnisme stratégique», Le Monde Diplomatique, mayo de 1998, p.
17.
101
La ley mencionada prevé y reprime la instigación pública a la discriminación, al
odio o a la violencia (art. 24, párrafo 6, modificado por la ley del 1° de julio de 1972),
la difamación (art. 32, párrafo 2) y la injuria (art. 33, párrafo 3) en razón del origen o
de la pertenencia a una etnia, raza o religión determinada. El artículo 24, párrafo 3,
prevé - según la reforma de la ley 87-1157 del 31 de diciembre de 1987- la apología de
los crímenes contra la humanidad, interpretada por la jurisprudencia como aquellas
publicaciones o valoraciones hechas en público que instigan a quienes son sus desti-
natarios a juzgar favorablemente desde un punto de vista moral o a justificar uno o
más crímenes contra la humanidad.
102
La Ley Gayssot del 13 de julio de 1990 lleva el nombre del parlamentario co-
munista que la propuso. Sobre esta ley, cfr. Beignier B., «De la langue perfide délivre-
moi – Réflexions sur la loi du 13 juillet 1990 dite loi Gayssot», Pouvoir et liberté.
Etudes offertes à Jacques Mourgeon, Bruselas, 1998, p. 497; cfr. también Cohen C., «Le
négationnisme: du ressort de l’Histoire ou des Tribunaux?», Gaz. Pal., 25 y 27 de mar-
zo 2001, p. 28; Cammilleri-Subrenat A., «L’incitation à la haine et la Constitution»,
RID comp., 2002 (2), pp. 513-548; Dreyer E., «Le fondement de la prohibition des dis-
cours racistes en France», Légipresse, 2003, II, p. 19; Feldman J.P., «Peut-on dire
n’importe quoi sur la Shoah?», RID comp., 1998, p. 229; Feldman P., «Le délit de
contestation de crimes contre l’humanité et la 17e chambre du Tribunal de grande ins-
tance de Paris», Dalloz, 1999, chron., 8; de Gouttes R., «À propos du conflit entre le
droit à la liberté d’expression et le discours raciste ou révisionniste», Pouvoir et liberté.
Etudes offertes à Jacques Mourgeon, cit., p. 497 ; Troper M., «Droit et négationnisme.
La Loi Gayssot et la Constitution», Annales, Hss, noviembre-diciembre 1999, p. 1239;;
Korman C., «Le délit de diffusion d’idées racistes», Juris Classeur Pénal 1989, I, p.
3404; Korman C., La lutte contre le négationnisme, bilan et perspectives de la loi du 13
juillet 1990, Actes du colloque du 5 juillet 2002 à la Cour d’appel de Paris, Dov. fr.,
2003; Lévinet M., «La fermeté bienvenue de la Cour européenne des droits de l’hom-
me face au négationnisme, obs. ss la décision du 24 juin 2003, Garaudy c/ France»,
Revue Trimestrielle des Droits de l’Hommes, 2004, p. 653; Massias F., «La liberté d’ex-
pression et le discours raciste ou révisionniste», Revue Trimestrielle des Droits de
l’Hommes, 1993, p. 183; Massias F., «Le droit face à la montée du racisme et de la xé-
nophobie», Revue Trimestrielle des Droits de l’Hommes, 2001, n° 46 (número especial);
Pech L., «Conflit entre différentes conceptions de la liberté d’expression sur l’internet:
vers une lex americana en matière de lutte contre le discours raciste et négationnis-
te?», Légipresse, 2002, II, p. 5; Roumelian O., «Un délit d’opinion au service des droits
de l’homme?», Petites affiches, 1996, n° 21, p. 10; Schaus, A., «Le délit de presse ra-
ciste», Mélanges P. Lambert, Bruselas, 2000, p. 735; Tracol X., «L’affaire Faurisson de-
vant le Comité des droits de l’homme des Nations-Unies», Légipresse, 1997, n° 141, II,
p. 57; Véron M., Le renforcement du dispositif répressif contre la discrimination et le ra-
cisme. Présentation des lois des 12 et 13 juillet 1990, Dr. pénal 1990, chron. 1; véase
también Frangi M., «Les «lois mémorielles»: de l’expression de la volonté générale au
législateur historien», RDP, n° 1, enero de 2005.
103
Así, la jurisprudencia francesa, Crim. 17-11-1983, Bulletin Criminel, n° 260. .
104
Cour d’Appel, Aix-en-Provence, 7-1-1993. De este modo, la cosa juzgada devie-
ne un elemento constitutivo.
105
cfr. TGI, 24-3-1994. La explicación de la posición prudente del tribunal es el te-
mor de los jueces de convertirse en jueces de la historia.
106
En 2001 Francia adoptó una ley (la n° 70 del 29-1-2001), titulada «Loi relative à
la reconnaissance du génocide arménien de 1915», que reconoce el genocidio armeno.
Al respecto, cfr. Rapport fait au nom de la commission des affaires étrangères (1) sur la
proposition de loi de m. didier migaud et plusieurs de ses collègues (n° 895), relative à la
reconnaissance du génocide arménien de 1915, del 28-5-1998. En otoño de 2006 se dis-
cutió una ley que habría creado una figura específica para penalizar la negación del
genocidio de los armenios. Acerca de este genocidio, cfr. Dadrian V.N., Histoire du Gé-
nocide Arménien, Stock, 1996 ; Ternon Y., Les Arméniens, Seuil, 1996 ; Chaliand G. y
Ternon Y., 1915 le génocide des Arméniens, Éditions Complexe, 2002.
107
Sobre el caso Lewis (que comenzó con la entrevista en Le Monde del 13 de no-
viembre de 1993 y terminó con la sentencia del 21-6-1995), cfr. Liberation, 17 de oc-
tubre y 19 de noviembre de 1994; Le Monde, 23-6-1995 y Le Figaro, 26-6-1995. Re-
cuérdese, además, que la Asamblea Nacional francesa reconoció el genocidio perpe-
trado contra el pueblo armeno precisamente en mayo de 1998. cfr. Le Monde,
19-5-1998.
108
Los crímenes contra la humanidad fueron incorporados en el código penal
francés de 1994, cuya parte especial comienza justamente con tales tipos penales (arts.
211-1 y ss.).
109
Los jueces retoman aquí un argumento ya utilizado en un caso anterior por la
7 Ch. Correctionelle de París, el 2-4-1998, y por la Corte de Apelación de París en el
caso Chauvy v Aubrav.
110
cfr. párr. 28 y 29 de la decisión.
111
cfr. párr. 30 de la sentencia.
112
Sobre los peligros y los riesgos de asignar a los Tribunales la función de decidir
sobre una cuestión de la historia y no del derecho, cfr. Vidal Naquet, Les assassins de
la mémoire, cit., p. 183. Para dicho autor, requerir a los Tribunales una decisión sobre
la historia significaría acreditar la idea de que existen dos escuelas históricas y que
una puede derrotar a la otra. Sobre la relación entre el juez y el historiador, cfr.
Ginzburg C., Il giudice e lo storico. Considerazioni in margine al processo Sofri, Turín,
1991; Calamandrei P., «Il giudice e lo storico», Rivista di diritto e procedura civile,
1939, pp. 105 y ss.; Capograssi G., «Giudizio, processo, scienza, verità», Id., Opere,
Milán, 1959; Ferrajoli L., Diritto e ragione, cit., pp. 18-66, incluso para otras referen-
cias bibliográficas.
113
Acerca de las diferencias y semejanzas entre método jurídico y método histó-
rico, cfr., desde la perspectiva del historiador, Ginzburg, C., Il giudice e lo storico. Con-
siderazioni in margine al processo Sofri, cit.; desde la perspectiva del jurista, Cala-
mandrei P., «Il« giudice e lo storico», cit. cfr. también Ricoeur P. La mémoire, l’histoire,
l’oubli, París, 2000, pp. 413 y ss.
114
La transmisión de la memoria, de acuerdo con las notorias dinámicas de se-
lección (véase nota 2), se apoya más en la historia monumental que en la historia crí-
tica. La memoria del genocidio nazi debe ser una memoria monumental, puesto que
«se organiza por ‘monumentos’, por polos de referencia en torno a los cuales se reú-
nen las tramas discontinuas del recuerdo, directo o transmitido; donde los eventos de-
vienen experiencia, es decir, se interiorizan y se incorporan como elementos de la vi-
sión del mundo, como cultura». Así, Levi della Torre S., Mosaico. Attualità e inattualità
degli ebrei, Turín, 1994, pp. 68-71, citado por Ginzburg C., Beweis, Gedächtnis, Ver-
gessen, cit., p. 60. Carlo Ginzburg observa que las pruebas (en sentido jurídico) jamás
son suficientes para brindar protección contra las fuerzas amenazadoras que erosio-
nan la memoria del Holocausto. cfr. ibídem.
115
La verdad es la verdad y no necesita ser la verdad legal. Por el contrario, a par-
tir del momento en que aquella deviene verdad legal, se sospecha que puede ser ins-
trumentalizada. Así Vidal Naquet P., Entrevista en Le Quotidien de Paris, 9-5-1998.
116
«La discusión acerca de la existencia de la Shoá no debería estar prohibida por
la ley, porque la verdad histórica jamás debería transformarse en una verdad oficial».
Así Ginzburg C., Beweis, Gedächtnis, Vergessen, cit., p. 1.
117
Así, Vidal Naquet P., Les assassins de la memoire, cit. Se trataría, por tanto, de
normas carentes de laicidad, puesto que la actividad de valoración del juez no recae
tanto sobre la reconstrucción de los hechos, sino sobre el examen de afirmaciones que
que establece los hechos «respecto de los que el debate histórico to-
davía está abierto». O bien, aún más, es el juez el que establece «la ver-
dad histórica» sobre determinados hechos. Todo ello puede llevar a
que el juez se aleje peligrosamente de las reglas que deberían regir el
proceso penal. Este, en efecto, tiene un fin principal, que no es el de
reconstruir y narrar la historia, sino, antes bien, el de determinar res-
ponsabilidades individuales respecto de hechos delimitados.
119
Al respecto, cfr. Moccia S., «Dalla tutela di beni alla tutela di funzioni tra illusioni
postmoderne e riflussi illiberali», Rivista italiana di diritto e procedura penale, 2/95, pp. 343
y ss.; De Vero G., Tutela penale dell’ordine pubblico, cit.; Fiandaca G., Problematica
dell osceno e tutela del buon costume, Padua, 1984; Fiore C., I reati di opinione, cit.; Id.,
«Ordine pubblico» (voz), Enciclopedia del Diritto, 1980, pp. 1091 y ss; Insolera G., «I de-
litti contro l’ordine pubblico», AA. VV., Diritto penale. Lineamenti di parte speciale, Bolo-
nia, 2006, pp. 245 y ss. Sobre el principio de lesividad como conditio sine qua non de la
coherencia y la legitimación de todo el sistema penal, aunque se trate de un principio ate-
nuado y se lo adecue al surgimiento de intereses sociales, cfr. Donini M., Teoria del reato.
Una introduzione, cit., 45 y ss. cfr. también Manes V., Il principio di offensività nel diritto
penale-Canone di politica criminale, criterio ermeneutica, parametro di ragionevolezza,
Turín, 2005.
120
Sobre el riesgo de penalizar un modo de exteriorización de la personalidad en los
casos de falta de taxatividad y lesividad concreta, cfr. Stortoni L., «L’inconstituzionalità
dei reati di opinione: una questione ‘liquidata’?», Foro it., 1979, pp. 899 y ss.; Insolera G.,
«Reati artificiali e principio di offensività: a proposito di un’ordinanza della Corte Co-
stituzionale sull’art. 1, v. 6 della legge n. 516 del 1982», Rivista italiana di diritto e proce-
dura penale, 1990, p. 726; Palazzo F., «Offensività e ragionevolezza sul contenuto delle
leggi penali», Rivista italiana di diritto e procedura penale, 1998, n° 2. Para ulteriores re-
ferencias, cfr. Manes, V., Il principio di offensività nel diritto penale, cit.
121
Jakobs G., Kriminalisierung im Vorfeld, cit., p. 756. El concepto de derecho pe-
nal del enemigo se remonta a Carl Schmitt y fue retomado recientemente por Günther
Jakobs suscitando un amplio debate en la doctrina penal de idioma alemán, español
e italiano. Acerca del pensamiento de este autor y de su evolución durante el curso de
los años, cfr. Jakobs, Kriminalisierung im Vorfeld einer Rechstgutverletzung, cit., pp.
751 y ss.; Id., «Das Strafrecht zwischen Funktionalismus und alteuropäischem Prin-
zipendenken», Zeitschrift für die gesamte Strafrechtswissenschaft, 107, 1995, pp. 843 y
ss.; Id., Norm, Person, Gesellschaft. Vorüberlegungen zu einer Rechtsphilosophie, Berlin,
1997 (2° ed., 1999); Id., «Das Selbsverständnis der Strafrechtswissenschaft vor der He-
rausforderung der Gegenwart», Eser-Hassemer-Burhardt, Die deutsche Strafrechts-
wissenschaft vor der Jahrtausendwende, Mónaco, 2000, pp. 47 y ss.; Id., «Bürgerstraf-
recht und Feindstrafrecht», Hsu (ed.), Foundations and Limits of Criminal Law and
Criminal Procedure. An antology in memory of Professor Fu-Tseng Hun, Taipeh, 2003,
pp. 41 y ss.; Id., «Individuum und Person», Zeitschrift für die gesamte Strafrechtswis-
senschaft, 117, 2005/2, pp. 247 y ss.; Id., «Terroristen als Personen im Recht?», Zeit-
schrift für die gesamte Strafrechtswissenschaft, 117, 2005/4, pp. 839 y ss.. Actualmente,
también son muy numerosos los estudios que incluso critican la teoría desarrollada
por Günther Jakobs. Una compilación de ellos puede verse en Cancio Meliá y Gomez-
Jara Diez (dir.), Derecho penal del enemigo, Buenos Aires / Madrid, BdF, 2006; véase
también Vormbaum, «‘Politisches’ Strafrecht», Zeitschrift für die gesamte Strafrechts-
wissenschaft, 107, 1995, pp. 734 y ss.; Aponte, Krieg und Feindstrafrecht. Überlegungen
zum ‘effizienten’ Feindstrafrecht anhand der Situation in Kolumbien, Baden-Baden,
2004; Id., ¿Derecho penal del enemigo o derecho penal del ciudadano?, Bogotá, 2005;
Prittwitz, «Derecho penal del enemigo: ¿análisis crítico o programa del Derecho pe-
nal?», Mir Puig-Corcoy Bidasolo-Gómez Martín (dir.), La política criminal en Europa,
2004, pp. 107 y ss.; Donini M., «Diritto penale del nemico», Scritti in onore di Federi-
co Stella, en prensa; Id., Diritto penale di lotta vs. diritto penale del nemico, en prensa;
Donini M. y Papa M. (dir.), Diritto penale del nemico. Un dibattito internazionale,
Milán, 2007, en prensa; Muñoz Conde F., «De nuevo sobre el «derecho penal del
enemigo»», Revista Penal, 16, 2005, pp. 123-137; Ambos K., «Feindstrafrecht», Rivis-
ta penale svizzera, 124, 2006, pp. 1 y ss.; Demetrio Crespo E., «El ‘derecho penal del
enemigo’ darf nicht sein!», ZIS, 9, 2006, pp. 428 y ss.; Pavarini M., «La neutralizza-
zione degli uomini inaffidabili. La nuova disciplina della recidiva e altro ancora sulla
guerra alle Unpersonen», Studi sulla Questione Criminale, n° 2, 2006, pp. 7 y ss.; Zaf-
faroni E.R., El enemigo en el derecho penal, Buenos Aires, 2006. Acerca de la relación
entre amigo y enemigo, cfr. Schmitt, Le categorie del ‘politico’, Bolonia, 1972; Id., Te-
oria del partigiano. Note complementari al concetto di politico, Milán, 1981; Id., Un giu-
rista davanti a sé stesso. Saggi e interviste, Vicenza, 2005, en particular pp. 66-95; cfr.
también Plessner, Potere e natura umana, Bruno Accarino (a cargo de), Roma, 2006,
pp. 101 y ss.; sobre el concepto de Verfeidung y acerca de la diferencia entre Schmitt y
Plessner con respecto a la pareja amigo/enemigo, Accarino, «Premessa», Plessner, Po-
tere e natura umana, cit., pp. 15-22; Portinaro, «Materiali per una storicizzazione
della coppia amico-nemico», Morani- Portinaro- Vitale, Amicus (Inimicus) Hostis. Le
radici concettuali della conflittualità ‘privata’ e della conflittualità ‘politica’, Milán,
1992.
122
cfr. Donini M., Teoria del reato. Una introduzione, cit., p. 126.
123
En tal sentido, cfr. Roxin C., Was darf der Staat unter Strafe stellen? Zur Legiti-
mation von Strafdrohungen, in Studi in onore di G. Marinucci, vol. I, Milano, 2006, p.
730 y ss., para el cual la «verdad como tal» no puede valorarse como «bien jurídico pe-
nal», de modo que el tipo penal de Auschwitzlüge, previsto en el § 130, Ab. 3, StGB,
sería ilegítimo. Acerca de la imposibilidad de identificar un valor fundamental del or-
denamiento constitucional que deba protegerse y que sea capaz de justificar la máxi-
ma respuesta punitiva ante los casos de negacionismo, cfr. Manes V., Attualità e
prospettive del giudizio di ragionevolezza in materia penale, Rivista italiana di diritto e
procedura penale, 2–3(2007), 739; ver también Romano, M., Principio di laicità dello
Stato, religioni, norme penali, Rivista italiana di diritto e procedura penale, 2–3 (2007),
493. La fisonomía vaga del bien tiene buena probabilidad de trazar un nexo poco rí-
gido entre él y el hecho, comprometiendo la función político-criminal del bien jurídico
de delimitar de manera garantista el hecho, así como la de incorporar en el hecho en-
tidades que realmente puedan ser lesionadas. cfr. Marinucci G. y Dolcini E., «Costi-
tuzione e politica dei beni giuridici», Studi in onore di Renato dell’Andro, Milán, pp.
204-205. Sobre el principio de materialidad como principio general del ordenamien-
to y no como simple característica de él, cfr. Donini M., Teoria del reato. Una intro-
duzione, cit., pp. 31 y ss.; sobre el principio de subsidiariedad, extrema ratio u ofensi-
vidad como principios argumentativos, cfr. Id., «Selettivitá e paradigmi della teoria del
reato», Rivista italiana di diritto e procedura penale, 1997, pp. 365 y ss.
124
Marinucci G. y Dolcini E., Costituzione e politica dei beni giuridici, cit., p. 276.
125
Acerca del principio de subsidiariedad, según el cual sería necesario recurrir al
derecho penal como ultima y no como prima ratio, cfr., incluso para otras referencias,
Donini M., Il volto attuale dell’illecito penale, cit., pp. 85 y ss.
126
Bricola F., Teoria del reato, cit.; Angioni F., Contenuto e funzioni del bene giu-
ridico, Milán, 1983, pp. 163 y ss.; Stortoni L., L’abuso di potere nel diritto penale,
Milán, 1976, pp. 66 y ss., para el cual el art. 21 de la Constitución italiana, que pro-
tege la libertad de expresión, establece una forma de presunción absoluta de lici-
tud, que deriva de haber calificado como libre la «manifestación del pensamiento»,
Id., ob. cit. ult., p. 91.
127
El negacionismo es considerado como uno de los tipos penales sintomáticos de
la relación entre derecho penal y moral. cfr. Donini M., Il volto attuale dell’illecito pe-
nale, cit., p. 18.
128
Acerca de esta cuestión, cfr. Roxin C., Was darf der Staat unter Starfe stellen?,
cit., p. 731; Canestrari S., Laicità e diritto penale, cit., p. 149. En contra de la intro-
ducción de un tipo penal de negacionismo cfr. tambièn Donini, M., ‘offence’, Rivista
italiana di diritto e procedura penale, nº 4 (Ott.-Div. 2008), 1587-1588. En sentido
contrario, cfr. Di Giovine A., Il passato che non passa: «Eichmann di carta» e repres-
sione penale, cit., p. XXVII, el cual considera que los valores ofendidos por la negación
de la Shoá forman parte del orden público ideal de la comunidad internacional, por lo
que «la dignidad humana se presenta como valor superconstitucional, de manera que
puede decirse que su protección es el límite [y el fin] de las libertades constituciona-
les protegidas».
129
Sobre el negacionismo como ejemplo de derecho penal simbólico, cfr. también
Canestrari S., Laicità e diritto penale, cit., 149; Roxin C., Was darf der Staat unter Star-
fe stellen?, cit., p. 731. Sobre la noción de legislación simbólica de acuerdo con una
acepción negativa, cfr. Voß, M., Symbolische Gesetzgebung, Gremer, Ebelsbach, 1989;
Hassemer W., «Das Symbolische am symbolischen Strafrecht», Fest. Roxin, Berlin,
Nueva York, 2001, p. 1001; Noll P., «Symbolische Gesetzgebung», Zeitschrift für Sch-
weizerisches Strafrecht, 1981, pp. 347 y ss.; Hassemer W., «Symbolischer Strafrecht
und Rechtsgüterschutz», Neue Zeitschrift für Strafrecht, 1989, 553 y ss.; Bricola F.,
«Tecniche di tutela penale e tecniche alternative di tutela», Funzioni e limiti del dirit-
to penale, De Acutis y Palombarini (dir.), Padua, 1984, pp. 3 y ss.; Paliero C.E., «Il
principio di effettività», Studi Nuvolone, 1991, pp. 539-541 y ss. Acerca de la utiliza-
ción de la misma expresión en una acepción más positiva, Van De Kerchove M., Le
droit sans peine, Bruselas, 1987; Amelung K., «Strafrechtswissenschaft und Strafge-
setzgebung», Zeitschrift fur die gesamte Strafrechtswissenschaft, 1980, pp. 54 y ss.;
Donini M., Teoria del reato, cit., p. 145, n. 73 .
130
La legislación en examen ejemplifica uno de los casos más emblemáticos de le-
gislación simbólica. Lo que más se quiere valorizar son los recursos fuertes que posee la
ley penal en el plano de la comunicación simbólica, por lo que el terreno penal deviene el
lugar de colisión entre concepciones ético-sociales. Parece que se persiguen fines políti-
cos, superando así los fines específicos de la protección penal. Ello puede representar un
peligro para los principios generales del derecho penal y su función garantista. Acerca de
esta cuestión, cfr. la contribución de Stortoni L. en Commentario delle «Nuove norme con-
tro la violenza sessuale L. 15 febbraio 1996, n. 66», Padua, 1997, p. 475.
131
Para profundizar sobre la Täuschungsfunktion del derecho penal simbólico, cfr.
Hassemer W., Symbolisches Strafrecht, cit., pp. 555 y ss..
132
Paliero C.E., Il principio di effettività, cit., 539-541.
133
Por otro lado, el derecho penal puede revelarse un arma de doble filo: los au-
tores negacionistas podrían utilizar, tal como ya se observó varias veces, el argu-
mento de la represión para presentarse como el objeto de una legislación especial de
criminalización del disenso.
134
Cada institución política —tiránica o democrática— basa su propia legitimi-
dad sobre unos abstractos o concretos tabúes, sobre unos mitos fundadores que tie-
nen que ser protegidos. Las democracias europeas se fundamentaron con base en la
condena del Holocausto y la verdad histórica sobre estos hechos es un fundamento
que necesita protección: cfr. Buratti, A.,L’affaire Garaudy di fronte alla Corte di
Strasburgo. Verità storica, principio di neutralità etica e protezione dei «miti fonda-
tori» del regime democratico’ Giurisprudenza italiana, 12 (2005), 2247.
135
Por momento y poder constituyente entendemos aquí el momento de la crea-
ción de un cierto marco político, sea temporalmente anterior —por lo tanto, la resis-
tencia en Italia y Francia fue un poder constituyente respecto de la futura República-,
sea interior —ninguna política y ninguna institución «vive» si no adquiere adhesión y
participación, si los ciudadanos no creen en la norma o no le dan aplicación-. En este
sentido, el momento en el que se adhiere a la norma es un comportamiento colectivo.
Para algunos ejemplos de poder constituyente, cfr. Arendt H., «Sulla violenza», Poli-
tica e menzogna, Milán, 1985, pp. 169 y ss.
136
Roxin C., Was darf der Staat unter Strafe stellen?, cit., p. 731.