005 130731110710
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A juicio de los persecutores, los hechos referidos constituyen los delitos de
violación impropia, descrita y sancionada en el artículo 362 del Código Penal y
abuso sexual impropio, del artículo 366 bis en relación al artículo 366 ter del
mismo cuerpo legal, ambas figuras en carácter de reiteradas y en grado de
ejecución de consumadas.
A su vez, exponen que al acusado le corresponde participación en los
delitos en calidad de autor directo e inmediato, en los términos señalados por el
artículo 15 N° 1 en relación con el artículo 14 N° 1, ambos del Código Penal, toda
vez que a su entender, aquél ha tomado parte en la ejecución de los hechos de
una manera directa e inmediata.
Además aclara la fiscalía que reconoce la concurrencia de la modificatoria
de responsabilidad penal de irreprochable conducta anterior, signada en el artículo
11 Nº 6 del Código Penal.
Requieren los acusadores se aplique al encartado, por el delito de violación
impropia en carácter de reiterado, la pena de quince años y un día de
presidio mayor en su grado máximo, y por el de abuso sexual impropio en
carácter de reiterado, la de cinco años y un día de presidio mayor en su grado
mínimo. Además solicitan se le condene a las penas accesorias legales
contempladas en el artículo 28 del Código Penal, esto es, la inhabilitación
absoluta perpetua para cargos y oficios públicos y derechos políticos y la
inhabilitación absoluta para profesiones titulares mientras dure la condena, así
como las penas accesorias legales especiales contempladas en el artículo 370 en
relación a los artículos 372 y 372 ter del Código Penal, esto es, la interdicción
del derecho de ejercer la guarda y ser oído como pariente en los casos en que la
ley designa y sujeción a vigilancia de la autoridad durante los diez años siguientes
al cumplimiento de la pena principal, así también la prohibición absoluta, perpetua
para cargos, empleos, oficios o profesiones ejercidos en ámbitos educacionales o
que involucren una relación directa y habitual con personas menores de edad y la
sujeción a la vigilancia de autoridad y prohibición de aproximarse al ofendido o a
su familia, todo ello con costas.
Finalmente pide también se ordene la determinación de la huella genética
del imputado y su incorporación en el registro de condenados conforme al artículo
17 inciso 2º de la Ley 19.970.
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En su apertura además, el Ministerio Público aclaró que existe un error de
referencia en la acusación literalmente transcrita precedentemente, por cuanto a
la fecha de comisión de los hechos acusados, la menor de edad no tendría entre
10 y 12 años, aspecto que se objetiviza con su certificado de nacimiento.
Tercero: Que la defensa del acusado sostuvo en sus alegatos de estilo que habrá de absolverse a su
representado por varios ordenes argumentales, los que serán pormenorizadamente expuestos y resueltos en la
secuela del fallo y particularmente en la motivación décimo séptima del mismo.
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es su hija - cuando aquella tenía 3 ó 4 años de edad, siendo del caso que la
visitaba en su domicilio, llegando a eso de las 18:00 ó 19:00 horas, después de
su trabajo y agregando que nunca ha tenido llaves de la casa.
Expuso que cuando iba de visita siempre había alguien y que
generalmente llamaba antes a la madre de la menor, quien se juntaba con él
fuera del edificio donde vivían, en un cuarto piso, para así llevarlo al
departamento. En esa época la niña siempre estaba acompañada por la madre, o
por la abuela o por la hermana mayor Camila, sin haber permanecido solo con
aquella, no obstante haber declarado en fiscalía, con fecha 17 de diciembre de
2009, que si lo hacía en las ocasiones en que la mamá de la menor iba a comprar
pan.
Expuso que veían habitualmente televisión en el dormitorio donde dormía
la menor y la abuela, pero aclara que mientras ello ocurría nunca abrazó a la niña,
pese a haber declarado en fiscalía en la misma fecha antedicha que muchas
veces vieron televisión con aquella, acostados y abrazados de costado.
Refirió en torno a sus visitas que ellas fueron periódicas y que las mantuvo
hasta una o dos semanas antes de la denuncia el año 2009 y que ese fue el
motivo por el cual las cesó. Igualmente expuso que en algún momento dejó de ir
por problemas con la paternidad, los que no pormenorizó, e igualmente expuso no
recordar haber quedado debiendo dinero a la abuela de la menor. Finalmente
refirió en fiscalía respecto al punto, que las visitas se mantuvieron hasta el año
2007.
En lo que respecta a su relación con la niña dijo que aquella siempre fue
esquiva con él y que nunca salió solo con ella pues no había una buena relación.
En cuanto a la madre de la menor dijo que ambos iniciaron una relación paralela a
sus respectivos matrimonios, la que duró cuatro o cinco meses y que cesó
porque Alicia quedó embarazada de su marido, quien reconoció a la niña, no
obstante, cuando conoció a la menor y comenzó a frecuentar a la familia, se
retomó cierto grado de relación de pareja.
Por último precisó que tanto la niña como él y Alicia se duchaban juntos y
que en alguna ocasión la madre de la menor exhibió a aquella el cuerpo desnudo
del acusado a efectos que reconociera cómo eran los hombres.
Séptimo: Que las probanzas presentadas por la fiscalía y querellante,
provenientes de los dichos de la menor víctima, de su grupo familiar y de vecinos
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ante los cuales aquella efectuó la develación de los hechos, mismos que en
diverso momento narró tanto a funcionarios dependientes de la P.D.I., como a
peritos que interactuaron con la menor, son suficientes a efectos de esclarecer la
forma en que ocurrieron los eventos, mismos que fueron capaces de percibir y
apreciar por los sentidos, en el caso de la primera, por haberlos vivenciado
directamente, y de los demás, por haber tomado conocimiento en forma más o
menos próxima en el tiempo de aquéllos, antecedentes que además son
concordantes con los asertos periciales referentes a credibilidad del relato de la
víctima y con la existencia de daño aparejado a abuso en su persona, y no
controvertidos por la pericia médico legal de rigor, antecedentes que no han
logrado ser desvirtuados por otros medios de prueba.
A efectos de explicitar la presente conclusión se hace necesario exponer de
aquí en adelante, los antecedentes aportados y su valoración, en tres estadios: en
primer término las circunstancias en que se genera la develación de la niña y lo
que fue diciendo a cada uno de los testigos y peritos que depuso, a través del
tiempo; luego la constatación de sus dichos a la luz de la pericia médico legal, y
finalmente, lo referente a la existencia de indicadores de daño y credibilidad del
relato, aspectos que fueron objeto de pericia por parte de dos de las sicólogas
que depusieron en estrados.
Octavo: Que en lo que interesa al relato de la menor afectada, aquél ha de
ser expuesto para un mejor entendimiento desde su develación, hasta aquello
que fue narrado en el Tribunal por aquella, esto por cuanto seguir cierto orden
cronológico permite de mejor manera analizar la consistencia del mismo a través
del tiempo.
En cuanto a la develación de los hechos, depuso Lady Vera Bustamante,
Iván Guzmán Becerra, Alicia Matus Vargas y Camila Villalobos Gac, quienes
compartían en casa de la primera de las nombradas, ubicada en calle Quechua
N° 7438 B, departamento 32, - mientras que la familia de la menor lo hace en el
departamento 42 del mismo block – los que refirieron que un día de diciembre de
2009, el que Camila Villalobos precisa en el tres de aquel mes y año, mientras
tomaban once en el lugar junto al marido de Lady, de nombre Francisco, y el hijo
menor de aquellos, presenciaron a propósito de una discusión con la niña, como
ésta se descontroló y refirió haber sido afectada en la esfera de la sexualidad.
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A saber, Lady Vera dijo que mientras la reunión antedicha se realizaba, la
niña afectada, de nombre Fernanda, se puso agresiva y faltó el respecto a su
abuela, a quien contestó de mala manera, ante lo cual su marido le dijo que
desde que aquella frecuentaba la iglesia llegaba “con el Chucky” – haciendo
alusión al conocido muñeco diabólico - , ante lo cual Camila, la hermana mayor de
Fernanda dijo que no se le permitiría más ir a dicho lugar, situación que bastó
para que la menor expusiera entre gritos y descontrolada, jalándose y
arrancándose mechones de cabello, que no se le podía prohibir ir a la iglesia,
porque allí se sentía bien, porque nadie sabía que ella tenía problemas graves.
Ante eso la deponente refirió que se le preguntó, un tanto en broma, qué tipo de
problemas podría tener una niña, y en ese momento contestó que ella era así
porque su papá Pato la violaba desde que tenía cinco años, señalando que esto
ocurría en su domicilio, cuando su mamá iba a comprar el pan, siendo del caso
que el sujeto le bajaba los calzones y la penetraba con su pene.
A su vez, el testigo Iván Guzmán, que en esa época vivía en el
departamento de Lady Vera junto a la familia de aquella, dijo que mientras estaba
en el inmueble sintió que Fernanda gritaba en el living del departamento, por lo
que fue a ver, estando en el lugar además de la niña, Lady, Francisco, pareja de
aquella, Nicolás, hijo de ambos, y la abuela y la hermana de la menor afectada,
quien contó que su papá Pato la violaba desde los seis años. Expuso igualmente
el deponente que vio a la niña con un mechón de pelo en sus manos, el que ella
misma se arrancó.
En cuanto a lo referente a este aspecto puntual, la abuela de la menor Alicia
Matus expuso que vive en su departamento junto a su hija Alicia y sus dos nietas
Camila y Fernanda, y que ese día, luego de salir del hospital, por un tratamiento
médico ante un cáncer diagnosticado, fue al departamento de sus vecinos Lady y
Francisco, donde escuchó cómo se comentó que Fernanda, cada vez que iba a la
iglesia que frecuenta volvía hecha un “Chucky”, por lo que su nieta Camila le dijo
que no se le iba a dejar ir más a ese lugar, ante lo cual la menor expresó algo
como: “que no le sacaran a su Dios” y comenzó a arrancarse el pelo de cuajo
señalando que su papá la violaba desde los seis años.
Finalmente Camila Villalobos, hermana de la menor, refrendó que mientras
se encontraban en la casa de sus vecinos se generó una discusión con la niña al
parecer por un problema de notas y agresividad de aquella, por lo que ella le dijo
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que no iría más a la iglesia que frecuentaba, ante lo que Fernanda expuso
descontrolada, que su papá la violaba y que ello ocurría en su departamento
mientras su mamá iba a comprar pan y que no había contado antes porque les
podía pasar algo. Expuso la testigo que ante tal situación ella lo primero que hizo
fue preguntarle a Fernanda a qué papá se refería, si era al de la deponente,
mismo que reconoció a la menor afectada, de apellido Villalobos, a lo que la niña
dijo que no, que se trataba de Patricio.
Posteriormente, ante el aviso realizado por su hija Camila, la madre de la
menor, Alicia Gac, que no se encontraba presente en la reunión a que se ha
hecho referencia, se apersonó en el lugar y encontró a su hija Fernanda abrazada
al vecino “Pancho” en el departamento 32, momento en que supo que durante la
once y a propósito que le dijeron a la niña que ella no iría más a la iglesia, que
aquella reaccionó descontrolada, refiriendo que en ese lugar se sentía protegida y
bien, porque su padre la violaba.
Posteriormente, al hablar con Fernanda, aquella le dijo que su padre
biológico la tocaba y que mantenían relaciones, después de lo cual ella se lavaba,
agregó también la menor que pensó que ella sabía y que lo narrado pasó también
una vez en Cartagena, donde el acusado las llevó a la casa de un familiar de ellas.
Expuso también la deponente que su hija ha contado poco, pero que ha sido clara
en cuanto a que fue penetrada por el acusado y que ello habría ocurrido en varias
ocasiones y que posteriormente, el 7 de diciembre, ella misma habló con el
encartado, quien no negó los hechos e incluso se burló de la situación.
Luego de efectuada la denuncia, la menor concurrió con fecha 19 de enero
de 2010 a prestar declaración, siendo atendida por la sicóloga Pilar González
Lozano, dependiente de la P.D.I., acompañada de su madre, siendo del caso que
la testigo escuchó el relato de la niña, quien dijo que su padre biológico Patricio
Oyarzún la violaba, refiriendo que esto pasaba, al parecer, según recordaba,
desde sus seis años de edad y que se habría prolongado a lo menos por dos o
tres años. Expuso igualmente que esto ocurría generalmente a la hora de once y
cuando su padre mandaba a su madre a comprar. En esa época la menor habría
dicho que su hermana no vivía con ellos, sino con una tía y que su abuela
trabajaba fuera de casa.
En cuanto a la descripción fáctica propiamente tal, expuso que era acostada
por el acusado en una cama, concretamente la de la abuela, siendo desvestida y
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que el acusado se subía encima de ella, también sin ropa y que procedía a
meterle en la vagina tanto el pene como los dedos, los que aquel se chupaba
primeramente. Agregó igualmente la menor, que cuando ello ocurría, el sujeto
botaba por su pene un líquido que dejaba manchas amarillentas en su ropa interior
y que todo ello le daba asco. Precisó también la niña en su relato, que el sujeto le
metía sus dedos en la boca y que le pedía que le chupara el pene, lo que ella
nunca hizo, además aportó que en alguna ocasión aquel procedió a chuparle la
vagina y que siempre le recalcó que lo que ocurría entre ellos era secreto.
Explicitó que la menor dijo que su padre biológico dejó de visitarlas
desapareciendo por dos años aproximadamente, porque quedó debiendo dinero a
su abuela y que luego reapareció, pero que cuando ello ocurrió ella ya “no lo
pescó” y no se quedó más sola con él. Posteriormente, cuando estaba en casa de
unos vecinos se produjo la develación, porque en sus propios dichos la menor
refirió que andaba con “el Chucky”, término que emplea para explicar irritabilidad y
agresividad y que luego de descontrolarse y tirarse el pelo contó que ella era así
porque su papá la violaba.
Posteriormente, y en este aspecto, sólo en lo que a la verbalización de
relato se refiere, expusieron aquel prestado por la menor la perito Cecilia
Carrasco Silvan, quien la entrevistó a mediados de abril de 2010, cuando la
menor tenía poco más de trece años y Linda Rojas Muñoz, quien inició diagnóstico
y tratamiento de la niña a partir de julio de 2012.
En cuanto al relato recabado por Cecilia Carrasco, aquella indicó que la
menor expuso que su papá biológico Patricio, cuando se quedaba solo con ella
en su casa, aprovechando que la mamá iba a comprar pan y se demoraba,
procedía a tocarla en sus partes íntimas, la desvestía y penetraba moviéndose
encima de ella hacia atrás y adelante y chupándose los dedos antes de tocarla,
siendo del caso que alguna vez le preguntó si le dolía, aportando igualmente que
el sujeto le decía que aquello era un secreto y que si contaba, algo podía pasarle
a su mamá o abuela. La menor expuso que cuando ello sucedía, su agresor
siempre estaba con overol y que no pensó que aquello estaba mal, hasta que vio
por Chilevisión una noticia en la cual aparecía un padre que había tenido
relaciones sexuales con su hija durante años, manteniéndola encerrada en el
sótano de su casa, lo que dató aproximadamente en abril de 2008.
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A su turno la perito Linda Rojas, en lo que refiere a los relatos presentados
por la niña, dijo que refiere que su papá biológico Patricio la violó, agregando que
no le gusta recordar, lo que comenzó en el período en que su hermana no estaba
en la casa, porque “se la habían quitado” y cuando su mamá no estaba en el
domicilio, precisando que ello aproximadamente comenzó a sus siete años, los
que cumplió en abril de 2004 y que siempre su papá procedía a bajarle la ropa en
la pieza y a meterle el pene por la vagina. Precisó que su madre y su abuela no
estaban en el domicilio cuando ello ocurría, porque ambas trabajaban o bien
porque a veces su papá mandaba a su mamá a comprar, siendo del caso que lo
narrado habría ocurrido una pluralidad de ocasiones, las que la menor señala a
modo referencial como veinte. Además la niña expuso que cuando ello ocurría
sentía mucosidad en la vagina y que debía lavarse porque se sentía sucia.
Finalmente, declaró la niña de nombre Fernanda, a la fecha de quince
años de edad y promovida a 1° Medio, desde sala aparte, sólo ante la presencia
física de los jueces y mediante el sistema de circuito cerrado, ostensiblemente
afectada y nerviosa, quien dijo que vive con su mamá, con su abuela y con su
hermana, quien un tiempo no vivió con ellas. Aportó que se encuentra en el
Tribunal porque su papá biológico Patricio la violó; narró que aquél concurría a su
casa – departamento - y que mandaba a su mamá a comprar el pan, momento
que aprovechaba para introducirle el pene por la vagina, siendo del caso que
cuando ello comenzó a pasar, la menor tenía tal vez siete u ocho años y se
encontraba cursando segundo básico y tercero básico, curso que debió realizar
tres veces; aportó además que esto ocurrió hasta que su hermana regresó a la
casa. Dijo también que en esa época su papá desapareció, porque no pagó un
dinero que debía a su abuela.
En cuanto a la primera vez que recuerda haber sido vulnerada, explicó que
el acusado iba de overol azul a la casa, saludaba y mandaba a comprar pan a la
madre, luego la situó en la pieza, la tocó y le bajó los calzones, subiéndose
encima de ella y penetrándola con sus dedos mojados y con su pene. Aportó que
ella no sabía de qué se trataba, tomando conciencia de ello solo cuando vio una
noticia por televisión en la cual un padre violaba a su hija en otro país y la
mantenía encerrada. Precisó igualmente que cuando ello ocurría no había nadie
en el domicilio ya que su abuela atendía un local.
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Expuso que la dinámica narrada ocurría siempre que su padre la visitaba y
que una vez fue distinta, porque aquél procedió a chuparle la vagina; además
sabe que esto ocurrió muchas veces, refiriendo que fueron más de diez las
ocasiones en que fue afectada y que la última vez fue cuando cursaba su último
tercero básico, curso que realizó tres veces, cuando ella tenía como diez años.
Dijo que su padre biológico en alguna ocasión le pidió también que le tocara
el pene y que cuando aquello terminaba era vestida y ella iba a lavarse porque
sentía asco y mucosidad en la vagina. Además dijo no haber sentido nunca dolor.
También refirió que generalmente esto ocurría como a mediodía y que también
había ocasiones en que ocurría en la tarde, pero generalmente pasaba cuando su
madre salía a comprar, ya que aquella podía tardar bastante, señalando la menor
que entre tres y diez minutos.
Expuso además que el pene de su padre biológico lo vio cuando aquel le
pidió que se lo trocara, pues habitualmente no lo veía, sino que lo sentía en su
vagina.
Aportó que a su entender, su padre biológico no tenía llaves de la casa y
que se comunicaba con su madre para que le abriera la puerta y agregó que
cuando cursaba su último tercero, aquél desapareció, regresando cuando ella
tenía doce años, ocasión en que “lo mandó a la chucha por que le cagó toda su
vida”.
En cuanto a su relación con el que entiende su padre biológico, dijo que era
distante, porque a ella no le gustaba lo que en principio pensó que era un juego y
que nunca contó nada a nadie, hasta que develó lo ocurrido en casa de Lady, la
vecina, luego que tras faltarle el respeto a su abuela, le dijeran que no le iban a
permitir seguir asistiendo a la iglesia, momento en que contó a los presentes que
ella era así porque su papá la había violado, lo que refirió mientras se tiraba el
pelo y se hacía daño.
Noveno: Que así las cosas, el relato que ha entregado la menor a los
diversos testigos y peritos que sobre el punto han depuesto, así como el
presentado ante estrados, es del todo consistente no solo en los aspectos
centrales del relato, esto es la descripción que realiza de las conductas lesivas de
que fue objeto, particularmente aquello que desde un comienzo ha referido como
“violación” y que explicitó desde la develación de los hechos hasta la presente
secuela de juicio como la penetración de que fue objeto vía vaginal, por el pene de
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su padre biológico, aportando asimismo aspectos sensitivos relevantes que dan
valor a sus dichos, tales como haber “sentido” el pene del acusado en la vagina,
pese a que habitualmente no lo veía, no haber sentido dolor - lo que se explica en
base a la pericia sexológica respecto de la cual se ahondará en la motivación
décima de este fallo - y a la circunstancia de requerir siempre que ello ocurría
lavar su vagina, por cuanto quedaba con una sensación desagradable, sintiendo
una mucosidad extraña en su interior, la que incluso dejaba a veces manchas
amarillas en su ropa interior, tal y como lo refirió a la sicóloga de la P.D.I.
González Lozano.
Dicha descripción, es a todas luces claramente concordante con lo que es
una penetración por parte de varón a mujer por vía vaginal, misma que ha sido
proporcionada por una niña que a la fecha tiene quince años de edad, que
refrenda así lo que develó aproximadamente a sus doce años y que venía
sufriendo desde bastante tiempo antes – aspecto que igualmente será
pormenorizado a posteriori - , misma que a la fecha se presenta con un adecuado
nivel de desarrollo cognoscitivo, según lo explicitado particularmente por la perito
sicóloga Carrasco Silvan, al exponer su anamnesis, lo que permite que refiera sin
lugar a dudas lo que le ha afectado, diferenciando por tanto la sensación de ser
penetrada, de otra diversa, como podría ser la de solamente haber sido tocada.
Es por ello que la niña puede perfectamente describir y conceptualizar vivencias.
Además, el contexto de este relato se vincula con otras acciones de indudable
connotación sexual, las que también la menor refiere clara y diferenciadamente,
tales como haberle sido practicado al menos en una ocasión sexo oral por parte
de su agresor, lo que dijo la niña en estrados y también a la sicóloga González
Lozano, o haberle sido requerido que hiciera lo propio con aquél, lo que aquella no
realizó, a más de haber sido tocado su cuerpo y además penetrada su vagina
adicionalmente por los dedos del individuo, los que previamente aquél mojaba en
su boca, afirmaciones todas que dan verosimilitud al relato, por cuanto aquél en
sus circunstancias relevantes, referidas a la afectación sufrida por la víctima,
siempre ha sido conteste y consistente.
Pero además, las circunstancias que rodean la agresión misma, tanto
temporales como espaciales y de contexto, proporcionadas por la niña, se han
visto suficientemente refrendadas con el resto de la prueba de cargo. Así las
cosas, sabemos que la develación se produjo en diciembre de 2009 en casa de
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unos vecinos donde compartía la menor y parte de su grupo familiar. En este
sentido, los deponentes Iván Guzmán y Alicia Matus refirieron que Fernanda, al
descontrolarse ante una situación puntual, refirió que venía siendo abusada por
su papá Patricio desde los 6 años, mientras que Lady Vera recordó que aquello
databa al parecer desde los cinco años de la menor, o sea aproximadamente
desde el año 2003 ó 2004, si consideramos que según certificado de nacimiento
de la menor afectada, aquella nació el 24 de abril de 1997.
A su turno, la propia menor dijo en audiencia que la fecha en la cual se
inició la situación abusiva fue cuando cursaba segundo o tercero básico – curso
que realizó tres veces – y que se mantuvo hasta que cursó su último tercero, fecha
que coincide con el regreso de su hermana a la casa.
Si tomamos como base de cálculo, que a la fecha de su declaración en
juicio, la menor pasó a 1° Medio, el que cursará este 2013, y que según la
anamnesis presentada por la sicóloga Carrasco Silvan, sólo hay constancia de las
repitencias de tercero básico, forzoso es concluir que la menor hoy pormenoriza
que su vulneración comenzó el año 2004, fecha en que cursaba segundo básico,
con siete a ocho años de edad, y que se mantuvo durante los años 2005, 2006 y
2007, fechas en las cuales repitió tercero básico, correspondiendo igualmente el
año 2007 a la fecha en la cual regresó a vivir a la casa su hermana Camila –
aspecto también relevante porque como se expondrá esta última testigo
confundió las fechas en su declaración -.
Lo anterior ha de vincularse con los dichos de la sicóloga dependiente de la
P.D.I., Pilar González Lozano y de la perito Linda Rojas Muñoz, en el sentido que
la menor al narrarles los hechos tenía problemas en recordar respecto del inicio de
los eventos, dudando entre sus seis o siete años, pero en todo caso coincidiendo
aquellos con algún momento del año 2004 y manteniéndose por dos o tres años,
mientras la hermana Camila no estaba, período que llega hasta el año 2007,
fecha en la que aquella regresó a la casa en común y no el 2005 como aquella
misma manifestó, puesto que en este sentido también refrendan los dichos de la
menor denunciante los de su madre Alicia Gac, quien refirió en su declaración
que su hija Camila Villalobos se fue con su familia paterna el año 2005 y que se
mantuvo con ella hasta el año 2007.
Este aspecto clarifica los dichos de la propia Camila Villalobos, quien
confunde las fechas al declarar que estuvo fuera de la casa de su madre entre
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noviembre de 2003 y diciembre de 2005, error en que razonablemente pudo
incurrir porque al deponer se notó afectada y reconoció estar dudosa respecto de
las fechas, lo que se manifestó principalmente a través de dos eventos: la
exhibición en juicio de su declaración prestada durante la investigación, donde
apareció que había visto en alguna oportunidad al acusado en casa de su madre
durante 2006 y 2007, fechas en las que razonablemente no pudo verlo con
habitualidad, porque no vivía en dicho lugar, en circunstancias que en audiencia y
previamente, había declarado no haberlo visto durante ese período, porque aquél
desapareció de la vida de la familia durante un par de años, coincidente al
momento en que ella regresó al domicilio, lo que según sus dichos fue el 2005;
este segundo aspecto es también importante, pues los testigos Alicia Gac y Alicia
Matus expusieron que el acusado dejó de concurrir a su departamento
aproximadamente el año 2007 y no el 2005, porque en esa época se le apoyó
comprando una lavadora para vehículos, con la condición que pagase las cuotas,
lo que no hizo, llevándose la especie. Este mismo evento es también conocido por
la menor afectada que expone claramente que su padre biológico dejó de verla
cuando cursaba su último tercero básico – año 2007 - y que intentó retomar
visitas cuando ella cumplió doce años - año 2009 -, ocasión en que ella “no lo
pescó”. Este punto es finalmente refrendado por el propio acusado, quien al
exhibirle su declaración prestada ante fiscal, reconoció que dejó de ver a la menor
por aproximadamente dos años, en 2007.
En suma, el acusado efectivamente se alejó del hogar de la menor
afectada, lo que hizo solo el 2007, al parecer por un problema económico que tuvo
con la abuela de la menor y que aquél refirió en estrados no recordar. Siendo esto
así, se aprecia manifiesto que la testigo Camila Villalobos al declarar, presenta
un error de dos años en las fechas que explica, lo que a su turno se apreció aún
más cuando al momento de efectuarle preguntas aclaratorias respecto a las
fechas, finalmente aquella reconoció cierto grado de confusión en ellas producto
de su nerviosismo.
Así las cosas, puede sostenerse con meridiana claridad, respecto al margen
temporal en que habrían ocurrido los hechos, que estos datan desde
razonablemente algún momento del año 2004, cuando la menor tenía seis o siete
años, aspecto que como ya se refirió no pudo ser exactamente precisado por la
niña ni siquiera en audiencia, lo que no obstante es entendible en atención a la
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data de edad que aquella habría tenido a ese momento, y que se extendieron
hasta algún momento del año 2007, cuando ella cursaba su último tercero básico,
cuando regresó su hermana Camila a la casa y cuando además quien ella
entiende es su padre biológico se alejó de su grupo familiar.
Igualmente, respecto a la dinámica en la cual se producía la situación
vejatoria, esta era perfectamente plausible, pues el contacto entre el acusado y
su supuesta hija Fernanda, se inició según explicó Alicia Gac, desde el año 2000,
cuando la niña tenía aproximadamente tres años de edad y se mantuvo más o
menos constante, con visitas que calificó “de médico”, hasta el año 2007,
destacando dos períodos más o menos diferenciados: entre el 2000 y el 2005,
cuando el acusado concurría a su domicilio y aquel no tenía llaves, debiendo bajar
ella o alguien más desde el cuarto piso del block para abrirle la puerta, o bien
lanzarle aquellas por la ventana; y posterior al año 2005, hasta el 2007, cuando a
requerimiento de la dueña de casa Alicia Matus, se le dio llave al encausado, por
cuanto existía cierto grado de confianza y también por un asunto de comodidad y
seguridad, ya que en esa época la menor sub lite se encontraba habitualmente
sola en el domicilio, pues la hermana no vivía con ellos y la abuela trabajaba
atendiendo un puesto en la vía pública frente al consultorio La Faena, siendo del
caso que la madre también trabajaba en diversas obras.
Recuerda la testigo Alicia Gac, que fue durante la segunda de las épocas
descritas, en la que el acusado habitualmente llegaba pasadas las 19:00 horas o
a veces incluso más temprano, no siendo raro que ella llegase y se encontrase
con aquél en su domicilio, mismo que siempre le pasaba algo de dinero para que
ella fuera a comprar para la once, lo que ella hacía demorándose un mínimo de
veinte minutos, pues debía subir y bajar cuatro pisos del block donde habita y el
almacén más cercano estaba a una cuadra y media. Además aportó que
muchas veces se demoraba bastante más, porque conversaba con terceras
personas en el camino.
En consecuencia, los presupuestos fácticos que refiere en parte la menor,
esto es que a quien ella reconoce como padre biológico, y que ha referido
sistemáticamente a quienes han escuchado su relato, como autor único de las
agresiones, perfectamente pudo concretarlas cuando aquél concurría a su
domicilio y pedía a su madre que saliera a comprar algo para la once. En este
sentido, los dichos de Alicia Gac son también coincidentes con el relato de la
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menor y se aprecian veraces en sus circunstancias, pues claramente la referencia
de tiempo que dio la niña, esto es que su madre demoraba en comprar de tres a
diez minutos, no es una apreciación muy aterrizada, como si lo es aquella
referida por la propia Gac Matus, quien dando razón de sus dichos explicó cuanto
tiempo aproximado el acusado quedaba solo, en esas particulares circunstancias,
en el domicilio en compañía únicamente de la menor, tiempo que aquel
aprovechaba para desarrollar la conducta luctuosa.
A su vez, los aspectos referentes a la distribución interna del departamento
donde vive la menor y que sindica como el lugar habitual de los hechos, fueron
apreciadas suficientemente por estos sentenciadores, en base a las fotografías del
mismo reconocidas por la testigo Alicia Gac Matus, donde incluso se aprecia
claramente el por qué la menor refiere haber sido tumbada en la cama de la
abuela y no en la de ella, por cuanto la menor dormía en el mismo dormitorio, pero
su cama correspondía a un camarote cortado, pero bastante alto, con espacio a
bajo para guardar “cachureos” en términos de la propia testigo Gac Matus.
Décimo: Que en cuanto al segundo estadio argumental enunciado, esto es
la existencia de informe médico científico en la causa, la perito médico legal
Verónica Toledo Martínez, examinó a la menor Fernanda el día 15 de diciembre
de 2009, cuando aquella presentaba doce años de edad, ocasión en la que fue
acompañada por la madre y se le refirieron violaciones entre sus seis y nueve
años aproximadamente, las que habrían sido siempre por vía vaginal.
Concluyó la profesional que al examen externo y sexológico no había
lesiones visibles y como hallazgo la existencia en la menor de un himen
complaciente, característicamente elástico, que permite la penetración desde el
exterior sin dejar lesión ni desgarro, por lo cual no puede confirmarse ni
descartarse la existencia de relaciones sexuales a la época señalada.
En este sentido hay algunos aspectos relevantes. Si bien es cierto, el
examen no permite comprobar per se los dichos de la menor, lo cierto es que dan
cierto grado de certeza a aquellos por lo siguiente. Lo denunciado fue más de una
violación, circunstancia que es factible de haber ocurrido, sin dejar una lesión,
precisamente por la condicionante fisiológica de la menor, en tal sentido el no
presentar complacencia de himen y no presentar lesión, sería claro indicio de que
la penetración no se produjo, pero en este caso, la inexistencia de lesión y la
elasticidad del tejido, dan soporte a dos aspectos relevantes, primero, que es
15
posible mantener relaciones sexuales sin que quede muesca física de aquello en
la menor, y segundo, que aquellas, incluso en las condiciones denunciadas,
perfectamente pueden ser indoloras, tal y como lo manifestó en estrados la niña
Fernanda, por cuanto habitualmente y tal como lo explicó la médico perito, el dolor
se vincula al desgarro en la zona, y al ser un tejido suficientemente elástico como
para permitir la penetración desde el exterior, sin causar desgarro, el dolor podría
perfectamente no concurrir.
Nada más se puede extraer de la pericia, por cuanto la condicionante
ginecológica de la menor ya ha sido plasmada, y además por cuanto a la data del
examen ya razonablemente no podría quedar algún otro rasgo indiciario de
relaciones sexuales en aquella.
Undécimo: Que finalmente, en cuanto al análisis de las pericias sicológicas
allegadas por los persecutores a juicio, Cecilia Carrasco Silvan concluyó respecto
de los siguientes puntos: credibilidad del relato proporcionado por la menor;
existencia de daño emocional en aquella, y existencia de indicadores de abuso
sexual.
En lo pertinente al relato que obtuvo de la menor, ya expuesto en la
motivación octava del presente fallo, concluyó que aquél es creíble, refiriendo que
encontró diez de los diecinueve criterios de credibilidad del CBCA, los que no
obstante no recuerda mayormente, razón por la cual además, del contexto de la
entrevista y demás antecedentes allegados a ella, pudo descartar que el relato de
la menor fuera fantasioso, inoculado por un tercero o que buscare ganancias
secundarias.
Lo anterior lo vincula además directamente con la existencia en la niña de
una depresión severa, lo que obtuvo de la aplicación del cuestionario de
depresión de Beck, advirtiendo además la existencia de muchos indicadores de
daño emocional, los que se desprenden de las pruebas proyectivas. Concluye por
tanto que la menor se encuentra afectada y dañada y finalmente apareja todo
aquel daño emocional, como consecuencia directa e inequívoca de una situación
de abuso sexual, descartando cualquier otra causa, ello dada la presencia en la
menor de las cuatro dinámicas del modelo traumatogénico de Finkerhor y Brown,
siendo tales los sentimientos de indefensión, de traición, su sexualización
traumática y la estigmatización, los que en todo caso tampoco logra fundamentar
adecuadamente en estrados.
16
A su turno la sicóloga Linda Rojas Muñoz que ha realizado desde el año
2012 a la fecha variadas intervenciones en la menor, como parte de su terapia
recuperatoria, expuso latamente que existen en la niña sintomatología depresiva
e indicadores de agresividad y ansiedad, refiriendo que está dañada
emocionalmente, y que ese daño es atribuible a victimización en la esfera de la
sexualidad, refiriendo igualmente la existencia en ella de tres de las cuatro
dinámicas del referido modelo traumatogénico, apareciendo la cuarta –
sexualización traumática – del contexto de las entrevistas y concluyendo además
que no es posible determinar un tipo de personalidad en la menor, por cuanto
aquella está en formación, reconociendo algunos rasgos depresivos e histriónicos
y que hoy su daño emocional es moderado a grave, ello porque ha existido
intervención a efectos de mitigar su depresión tardía y estrés post traumático.
Duodécimo: Que ambas pericias concluyen en lo pertinente aspectos ya
apreciados en la secuela del juicio.
Claramente el tribunal ha logrado convencimiento de que el relato de la
menor es veraz, no solo respecto del contenido de su denuncia, sino además en lo
referente a las condicionantes temporales y espaciales en que aquellas ocurrieron,
razón por lo cual, más allá de lo escasamente ilustrativo que resultó lo expuesto
sobre el punto por la perito Carrasco Silvan en lo tocante a la credibilidad del
mismo, esto ya es un aspecto suficientemente ponderado en las motivaciones
precedentes, razón por la cual nada adicional aportó el informe de la perito
expuesto en estrados, quien incluso confundió algunos de los criterios del CBCA
presentes en la menor y no supo dar explicación lógica del porqué arribó a ciertas
conclusiones, principalmente referentes a los fundamentos en que basó aquellas,
los que a menudo tampoco recordaba suficientemente.
En todo caso, en lo que dice relación a la existencia de daño emocional en
la menor Fernanda, las peritos Carrasco Silvan y Rojas Muñoz coincidieron en
que aquella se encuentra en una depresión severa y que tanto esta como el estrés
post traumático referido por la segunda de las nombradas, son consecuencia de
la afectación en su esfera de la sexualidad. En este sentido, se explicó también
cómo se ha pretendido tratar la recuperación de la niña y cómo razonablemente
aún, aquella reaccionaría con descontrol y ansiedad ante la eventualidad de tener
que enfrentar nuevamente la situación que la afectó y particularmente a la persona
que sindica como su agresor.
17
En suma, todos estos elementos fueron adecuadamente apreciados por
estos sentenciadores, tanto la ansiedad de la menor, que a veces la llevaba al
llanto, al momento de referir los hechos de la acusación, como particularmente su
descontrol al pedírsele por el Ministerio Público que reconociese a través del
circuito cerrado a la persona que es acusada.
Sobre estos aspectos, tampoco las referidas pericias aportan elementos de
mayor relevancia a lo ya observado, ponderado y razonado por estos
sentenciadores, máxime si de los antecedentes allegados a juicio no existe otra
situación relevante diversa a la denunciada, que pueda explicar con mediana
razonabilidad que la condición emocional que ha afectado a la menor ofendida
pueda deberse a cualquier otra situación, por cuanto aquella y pese a su vivencia,
presenta un adecuado nivel de desarrollo para su edad, e incluso su situación
escolar desmejorada se aprecia solucionada, toda vez que no presenta nuevas
repitencias desde el año 2007 hasta la fecha. Igualmente se ha podido
vislumbrar que el contexto familiar inmediato de la niña, esto es su madre,
abuela y hermana, han actuado como factor protector de aquella, misma que a la
fecha se mantiene en terapia recuperatoria.
Décimo Tercero: Que con lo señalado precedentemente y valorando la
prueba rendida, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 297 del Código
Procesal Penal, el Tribunal ha alcanzado más allá de toda duda razonable, la
convicción que se encuentra acreditado el siguiente hecho: En días y horas no
determinadas entre el 16 junio de 2005 hasta principios del año 2007, el imputado
German Patricio Oyarzun Troncoso, concurría al domicilio ubicado en Pasaje las
Quechuas Nº 7438-B, departamento 43, comuna de Peñalolén, y en reiteradas
oportunidades aprovechando que iba a visitar a la menor de iniciales F.A.V.G,
nacida con fecha 24 de abril de 1997, en el interior de su pieza, procedía a
desvestirla y la accedía carnalmente, introduciéndole su pene en la vagina.
Décimo Cuarto: Que el hecho antes descrito es constitutivo del delito de
violación impropia en carácter de reiterado, previsto y sancionado en el artículo
362 del Código Penal, toda vez que se pudo esclarecer que un tercero accedió
carnalmente, mediante penetración vaginal, en más de una ocasión, en diversas
oportunidades y durante un largo período, comprendido en parte en aquél objeto
de la acusación, a una menor nacida con fecha 24 de abril de 1997, según
18
certificado de nacimiento acompañado, misma que a la sazón tenía entre ocho y
diez años de edad.
En cuanto a la reiteración del ilícito, la menor ha referido que la conducta
lesiva de que fue objeto se produjo periódicamente, estando clara respecto a las
ocasiones en que ello sucedía, pero no necesariamente a las fechas de ocurrencia
de cada una de ellas, las que se habrían sucedido mientras cursaba su segundo y
sus terceros básicos, hasta el año 2007, enunciando siempre que ello se repetía
en ocasiones distintas, siendo del caso que en audiencia dijo que fue en más de
diez oportunidades, aspecto suficiente para establecer que durante el período
acusado, se reiteraron las diversas conductas delictivas respecto de la misma
menor, constituyendo cada una de ellas un ilícito diverso e independiente, que aun
cuando no sea posible precisar con certeza cronológica absoluta, no puede
desconocerse de la dinámica plasmada que acontecieron en más de una ocasión.
Es ilustrativo a este aspecto referir que la menor Fernanda sólo tomó
conciencia que el juego desagradable a que era sometida por quien ella piensa es
su padre biológico no era tal, sino que una violación, cuando vio una noticia de
relevancia mundial por televisión, lo que la sicóloga Carrasco Silvan precisó,
ocurrió en abril de 2008, época en que la menor ya no era frecuentada por el
agresor, quien reapareció posteriormente a propósito de un cumpleaños, razón por
la cual es razonable además que hasta aquél entonces no diere relevancia
pormenorizada a las condicionantes temporales precisas de cada una de las
situaciones que cuando era bastante menor le habían afectado, ello precisamente
por desconocer que aquello era un delito.
Décimo Quinto: Que en cuanto a la acusación formulada por los
persecutores respecto de ser además responsable el acusado de las figuras de
abuso sexual impropio reiterado, respecto de la misma víctima y durante el
mismo período en que se produjeron las violaciones reiteradas de que se ha dado
cuenta, la mayoría de estos sentenciadores la desestima, por cuanto al haberse
acreditado suficientemente la figura más gravosa por la que se condena y al no
ser posible determinar que en alguna de las ocasiones en que el acusado afectó a
la menor, solamente hubiere realizado alguna conducta de relevancia sexual
distinta a la penetración, es que se ha entendido que el contexto narrado por la
niña de haber sido tocada en diversas partes de su cuerpo, haberle sido requerido
que tocara o lamiera el pene del agresor o haberle sido practicado en una
19
oportunidad sexo oral por parte de aquel, quedan subsumidas en el disvalor mayor
consistente en el acceso carnal verificado en más de una ocasión y que
razonablemente pudo verificarse en la misma oportunidad.
Décimo Sexto: Que en lo tocante a la participación del acusado, ésta se
estableció con la prueba de cargo rendida por el Ministerio Público y la
querellante, consistente básicamente en los dichos de la menor afectada
Fernanda, quien reconoció a Germán Oyarzún Troncoso en audiencia, como el
sujeto que entiende es su padre biológico y que procedió durante el período
acusado a penetrarla vía vaginal con su pene.
Refrenda este reconocimiento la circunstancia que ante todo aquel que
escuchó el relato de la menor durante la secuela de la investigación, aquella
siempre sindicó como su único y exclusivo agresor al acusado, quien
objetivamente tuvo acceso a la niña en los períodos referidos y en condiciones
suficientes para proceder a violentarla sexualmente, siendo además otro indicio
de la misma participación la circunstancia referida por Alicia Gac en audiencia en
el sentido que después de conocida la develación de su hija, con fecha 7 de
diciembre de 2009, ella habló con el acusado respecto de la denuncia, quien “no
negó los hechos, antecedentes que resultan suficientes para tener por probado
que Oyarzún Troncoso ha tenido participación en los mismos, en calidad de
autor, según dispone el artículo 15 Nº1 del Código Penal, por haber tomado
acción inmediata y directa en la comisión de los hechos.
Décimo Séptimo: Que en atención a todo lo expuesto en las motivaciones
que anteceden, se desestima la petición de absolución de la defensa, por cuanto y
a mayor abundamiento:
En primer término, el acusado al deponer tan solo negó los hechos
fundantes de la acusación, sin proponer efectivamente una teoría alternativa. En
tal sentido, habiendo sido acreditados los supuestos del libelo que pesa en su
contra, su negativa, ha de ser necesariamente desestimada.
Respecto a la insuficiencia de la prueba alegada por la defensa para
alcanzar el estándar de condena, toda vez que se trata de testigos de oídas y de
hechos fijados en forma incierta, prácticamente nada más a lo ya razonado se
puede aportar.
En cuanto a la alegación consistente en que el acusado carecería de motivo
para abusar, la defensa presentó la testimonial propia, consistente en los
20
dichos de Pamela Oyarzún Lara, hija mayor de edad del denunciado y Jessica
Améstica Riquelme, ex conviviente del mismo durante nueve años y quien tiene
un hijo menor con aquél, quienes refirieron no haber observado conducta extraña
o desviada atingente a la comisión de hechos como el denunciado, mismos que en
todo caso conocen referencialmente. En este sentido, sólo puede razonarse en
cuanto a que la inobservancia de conductas reñidas al ámbito de la sexualidad no
necesariamente son observables por todo el mundo y en todo tipo de relación. No
puede establecerse la existencia de una razón particular para abusar, como
tampoco la ciencia ha podido hasta ahora, establecer un perfil único de abusador
sexual, ello en base a las máximas de experiencia que informan respecto del
punto. Por consiguiente, un argumento como este, carente de sustento lógico y
científico, no puede ser acogido, debiendo entenderse como una mera alegación
que no puede ser probada ni desvirtuada, razón por la cual se torna falaz.
En cuanto a la existencia de motivo en la niña para denunciar en falso al
padre, se sostuvo que aquella podría haber sido inducida por un sentimiento de
abandono respecto de aquel que no la quiso reconocer, o porque la abandonó en
un viaje a Cartagena, o porque quedó debiendo dinero a la abuela, o porque se
llevó especies de la casa como un reloj de oro o un teléfono del local de Alicia
Matus, unido ello a la situación del trato vilipendioso a que era sometido el
acusado por el grupo familiar, a quien se referían como el “dos lukas”, lo que se
hace ostensible en la declaración que refirió la niña a una perito sicóloga al
afirmar que ella no tenía padre.
Respecto al punto, hay varias aseveraciones un tanto fuera de contexto;
por un lado, mientras se mantuvo las visitas del acusado a la menor, las que
principiaron desde el año 2000 y se mantuvieron con cierta periodicidad hasta el
año 2007, el grupo familiar de la madre no se notó para nada contrario al
encausado, fueron precisamente aquellos los que instaron porque se iniciara el
contacto, y la propia abuela Alicia Matus, singularizada por la defensa como la
matriarca del grupo, fue quien teniendo en buena estima y confianza al acusado,
hizo que el año 2005 se le entregaran llaves del departamento y quien refirió que
le habría regalado a aquel un reloj de oro perteneciente a su padre, por considerar
que apoyaba a la familia.
En cuanto a los problemas económico, al parecer sólo surgen el 2007, a
propósito de la compra de una supuesta máquina por parte de la madre y abuela
21
de la menor ofendida, la que se llevó el acusado sin hacerse responsable del
pago de las cuotas de la misma, ocasión en que también se le habría pasado un
teléfono para que lo vendiera y así ayudarlo.
Respecto a este aserto de la defensa, coincidente con lo propiamente
dicho por la prueba de cargo respecto al punto, cómo puede razonablemente
sostenerse que el alejamiento por este aspecto, ocurrido durante el 2007, motive
una develación espontánea y de un contexto completamente distinto, en diciembre
de 2009, cuando se tiene a una menor angustiada y descontrolada, que se auto
agrede y que pide solamente que no se le prive del espacio brindado en su
iglesia, refiriendo a continuación lo que le había pasado y explicando así su
estado, mismo del que tomó conciencia sólo el año 2008, a propósito de la noticia
vista por ella en televisión referente al padre que violaba a su hija en Austria y que
la mantenía cautiva en un sótano.
Sin lugar a dudas no hay proporcionalidad, razón ni consistencia en
señalar que las posibles antipatías económicas existentes entre la familia de la
menor y el acusado motiven una denuncia falsa, similar a la que se ha conocido
en este juicio.
En el mismo aspecto no se aprecia mayor conflictividad respecto a trámites
pendientes para el reconocimiento de la víctima por parte del acusado, y la
referencia hecha a su persona de ser el “dos lukas”, por dejar cada vez que iba a
ver a la menor la suma de dos mil pesos para sus gastos, tampoco se aprecia
suficiente como para generar una denuncia en falso.
Finalmente y sobre este punto, la alegación hecha por la menor referente a
no tener padre es lógica y humanamente comprensible, aquella la vierte durante la
investigación, cuando tiene cabal conciencia de lo que le ha ocurrido y por ello no
es cuestionable que se exprese de aquella forma respecto del acusado, como
tampoco lo es las expresiones que a aquél profirió al momento de prestar
declaración en estrados y reconocerlo a través del circuito cerrado.
En cuanto a los elementos del tipo que a entender del defensor no están
suficientemente acreditados referentes principalmente a las conclusiones del
informe sexológico tardío, aquel ya ha sido valorado en lo pertinente y se estimó la
suficiencia de la prueba para esclarecer la existencia de accesos carnales
reiterados por parte del acusado a la menor de autos.
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Respecto al informe de credibilidad presentado por el Ministerio Público,
tiene razón el defensor, pues claramente se observan problemas metodológicos,
en su realización, pero ello no obsta que tal como se planteó en las motivaciones
undécima y duodécima de la sentencia, lo aseverado con más o menos “pericia”
en dichos informes, resultó ser en todo caso coincidente con la valoración
efectuada por estos sentenciadores respecto, por un lado a lo exacto del relato de
la menor tanto en sus elementos de fondo yo témporo espaciales, refrendados en
todo por la demás prueba de cargo, como también respecto al daño que aquella
apareja, el que fue más que ostensible al presenciar la declaración de la niña en
estrados luego de haber transcurrido varios años de su afectación.
Finalmente, respecto a los criterios de congruencia, lo cierto es que lo que
se ha acreditado en juicio es que las agresiones sufridas por la menor pudieron ir
incluso más allá del tiempo fijado en la acusación, pudiendo haber comenzado
antes, tal vez el año 2004 y haberse producido otras en un lugar diverso, como lo
pudo ser Cartagena, pero en lo que importa al presente juzgamiento, está
claramente asentado que durante el tiempo por el que se ha acusado y que
corresponde exactamente a aquél respecto del cual se emite decisión de
condena, la menor fue en más de una ocasión diversa, accedida carnalmente en
su departamento por quien ella entiende es su padre biológico.
En cuanto a la circunstancia de haberse acreditado la ocurrencia de los
hechos en una época diversa en base a lo dicho por la testigo Camila Villalobos,
esto es que habrían sido 2003 y 2005, porque a su entender esa habría sido su
fecha de ausencia del hogar materno, dicha elucubración se funda en lo que ya
ha sido asentado como un error manifiesto en la declaración de la antedicha
deponente, porque en realidad tal y como se dio razonada cuenta, aquella
estuvo fuera de aquel entre 2005 y 2007, razón por la cual tampoco hay
problema de congruencia por este aspecto.
En cuanto a lo referido por la defensa, tendiente a que el error de
referencia de la edad de la menor afectada en la acusación, impediría condenar
por estos hechos, ello no puede ser atendible, por cuanto la propia acusación
aunque incurra en dicho error, es autosuficiente para resolverlo, toda vez que
singulariza la fecha de nacimiento de la víctima, misma que fue consecuentemente
acreditada en juicio por el pertinente certificado, razón por la cual aquel aspecto es
sólo un error de referencia y nada afecta a la congruencia de los hechos por los
23
cuales se acusó y se condena, como tampoco afecta la calificación jurídica del
hecho luctuoso, el que mantiene su misma tipificación.
Décimo Octavo: Que luego de anunciada la decisión de condena, se abrió
debate respecto de la existencia de modificatorias ajenas al hecho punible, siendo
del caso que fiscalía y querellante reconocieron que beneficia al encartado la
minorante del artículo 11 N° 6 del Código Penal, esto es su irreprochable conducta
anterior, para lo cual realizó lectura de su extracto de filiación y antecedentes y
solicita se eleve en un grado desde el mínimo la pena por la reiteración y dentro
de los resultantes se aplique el máximo de quince años de presidio mayor en su
grado medio, en virtud del atenuante reconocido.
Dado el turno a la defensa, pidió se califique la minorante del artículo 11
N°6, dada la edad del acusado y la circunstancia de mantener vida familiar y
laboral, y se rebaje la pena en consecuencia, ya sea se sancione por el artículo
68 del Código Penal o por aplicación de la norma referida a reiteración de delitos
de la misma especie.
Décimo Noveno: Que beneficia al acusado la minorante de
responsabilidad penal de irreprochable conducta anterior, signada en el numeral 6
del artículo 11 del Código Penal, ello en atención a la existencia de un extracto de
filiación a su respecto libre de anotaciones pretéritas, no obstante no hay
antecedente mínimo suficiente o que permita calificar al tenor del artículo 68 bis
del Código de castigo la antedicha modificatoria, siendo la sola alegación referente
a edad y cierto grado de permanencia laboral y de arraigo familiar relativo, algo
exigible al común de los sujetos y no un aspecto que per se permita dar mayor
relevancia a una atenuante como la ya singularizada, que en suma comprende
en si misma dichas condicionantes.
Vigésimo: Que el delito de violación impropia de que trata el artículo 362
del Código Penal, en grado de ejecución consumado, apareja la pena de presidio
mayor en cualquiera de sus grados y así las cosas, habiéndose acreditado que
dicho ilícito fue cometido en variadas ocasiones durante el período por el que se
acusó, que va de junio de 2005 a algún momento del año 2007, es que procede
sancionar las diversas conductas lesivas aplicando la norma del artículo 351 del
Código Procesal Penal, esto es, en caso de reiteración de crímenes o delitos de la
misma especie – y estos lo son, por cuanto siempre han afectado idéntico bien
jurídico respecto de la misma víctima -, se impondrá la pena correspondiente a las
24
diversas infracciones, considerándolas como un solo delito, aumentándola en
uno o dos grados. En concreto, atendida la entidad del disvalor de conducta y la
gravedad del margen sancionatorio aplicado a aquella, es que estos
sentenciadores elevarán la pena solo en un grado desde su mínimo, quedando
aquella en concreto en presidio mayor en su grado medio a máximo, y
beneficiando al justiciable un atenuante puro y simple, el del artículo 11 N° 6 del
Código Penal, no se aplicará el grado mayor resultante del ejercicio anterior.
Vigésimo Primero: Que más allá de lo referido en el presente juicio, en el
sentido de ser el acusado padre biológico de la menor afectada, aspecto que sin
embargo no se encuentra formalizado de manera alguna, lo cierto es que este
presunto vínculo, tampoco controvertido por el acusado, no ha sido constitutivo
de reproche especial en estos autos, entendido ello precisamente en su no
acreditación legal, referente al reconocimiento voluntario o forzoso de la niña en
cuestión. Siendo así, y consistiendo las sanciones referidas en los artículos 370,
372 y 372 ter del Código Penal, no todas pueden ser aplicables a la situación
concreta.
A saber, el artículo 370 del referido cuerpo legal obliga a dar alimentos al
condenado por este u otros delitos similares, cuando ello proceda de acuerdo a
las normas civiles, pero es precisamente esta condicionante la que no concurre,
pues al no estar determinada la paternidad del acusado respecto de la menor,
aquella a la fecha no tiene derechos alimentarios que reclamar a su respecto.
En lo que dice relación al artículo 372 del mismo cuerpo legal, idéntico
razonamiento ha de seguirse respecto a la primera de las hipótesis contempladas
en su inciso primero, esto es la interdicción del derecho de guarda o el ser oído
como pariente, por cuanto la condicionante de parentesco es precisamente la que
no ha sido demostrada hasta la fecha. No obstante, la segunda hipótesis referida
en el artículo si tiene relevancia al caso. Por último tampoco puede aplicarse la
inhabilitación especial comprendida en el inciso segundo de la norma, por cuanto
el acusado no reviste carácter profesional u otro similar que le habilite en el
campo educacional o que involucre una relación directa o habitual con personas
menores de edad, o si eventualmente lo tuviere, aquello no fue acreditado en
juicio.
Finalmente en lo que dice relación al artículo 372 ter del Código de castigo,
no aparecen razones fundadas para aplicar lo ahí prescrito, habida cuenta de las
25
cautelares adoptadas en la presente causa y del quantum de pena que habrá de
aplicarse al acusado, su forma de cumplimiento y particularmente la accesoria
relativa al artículo 372 del Código Penal, respecto a la cual si se accedió.
Por estas consideraciones y visto lo dispuesto en los artículos 1, 5, 15 Nº
1, 18, 21, 24, 28, 50, 59, 68, 69 y 362 del Código Penal; 1, 45, 46, 47, 166,
259, 281 y siguientes, 295, 296, 297, 298, 325 y siguientes, 338, 341 y siguientes
y 468 del Código Procesal Penal, se declara :
I.- Que se absuelve a Germán Patricio Oyarzún Troncoso, ya
individualizado, de la acusación sostenida en su contra, de ser autor de los delitos
reiterados de abuso sexual impropio, ocurridos entre el 16 de junio de 2005,
hasta principios del año 2007, ilícito establecido en el artículo 366 bis, en relación
al artículo 366 ter del Código Penal, en perjuicio de la menor de iniciales F.A.V.G.
II.- Que se condena a Germán Patricio Oyarzún Troncoso, ya
individualizado, a la pena de diez años y un día de presidio mayor en su grado
medio, más las accesorias legales de inhabilitación absoluta perpetua para
cargos y oficios públicos y derechos políticos y la de inhabilitación absoluta para
profesiones titulares durante el tiempo de la condena y al pago de las costas de la
causa, en su carácter de autor de los delitos reiterados de violación impropia,
ocurridos entre el 16 de junio de 2005, hasta principios del año 2007, ilícito
establecido en el artículo 362 del Código Penal, en perjuicio de la menor de
iniciales F.A.V.G.
III.- Que no dándose ninguno de los presupuestos contenidos en la Ley
18.216, no se concede beneficio alguno de cumplimiento alternativo de la pena
por este fallo impuesta, debiendo en consecuencia cumplir Oyarzún Troncoso
íntegramente la sanción corporal, la que se le contará desde que se presente o
sea habido, siendo del caso que si presenta algún abono a considerar, aquel
deberá ser determinado en la medida de lo posible, por el Juez de Garantía que
remitió, con los mejores antecedentes de que disponga al respecto, por cuanto el
auto de apertura remitido a este Tribunal, nada refiere al respecto.
IV.- Que además, se condena a Germán Patricio Oyarzún Troncoso a la
pena accesoria especial de sujeción de la vigilancia de autoridad durante los diez
años siguientes al cumplimiento de la pena principal, en los términos referidos en
el artículo 372 del Código Penal.
26
V.- Dese cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 17 inciso 2° de la Ley
19.970 y procédase a determinar la huella genética de Germán Patricio
Oyarzún Troncoso, tomando - si para ello fuere necesario -, las muestras
biológicas pertinentes, e inclúyase ésta en el Registro de Condenados que a estos
fines se ha establecido.
Lo anterior con el voto en contra del Magistrado Rafael Escalante Ortega,
quien fue del parecer de Absolver a Germán Patricio Oyarzún Troncoso, por el
delito de violación impropia por el que fue requerido por el fiscal y la querellante,
ello puesto que con el mérito de la prueba rendida, la que valorada de conformidad
con lo dispuesto en el artículo 297 del código Procesal Penal, esto es sin
contradecir los principios de la lógica, las máxima de la experiencia y los
conocimientos científicamente afianzados, el hecho que quedó asentado es el
siguiente:
“En días y horas no determinadas a partir del 16 de Junio de 2004 hasta
principios del año 2007, German Patricio Oyarzun Troncoso, concurría al domicilio
ubicado en Pasaje las Quechuas Nº 7438-B, departamento. 43, comuna de
Peñalolén, en reiteradas oportunidades aprovechando que iba a visitar a la menor
de iniciales F.A.V.G, nacida con fecha 24 de Abril de 1997, de entre 8 y 11 años al
momento de los hechos, en el interior de su pieza le efectuaba actos de
significación sexual y de relevancia, mediante contacto corporal con el cuerpo de
la menor, consistentes en tocar con sus manos su cuerpo, los pechos y vagina de
la menor por encima de su ropa, para luego el imputado mientras se encontraba
acostado con la menor, se desnudaba y bajaba su calzón para tocar con los dedos
y besar su vagina, hechos que se reiteraron durante todo ese período,
señalándole a la víctima que no le contara a nadie porque era un secreto”
Tales hechos, a juicio de este sentenciador constituyen únicamente el delito
de abuso sexual en carácter de reiterado, previsto y sancionado en el artículo 366
bis del Código Penal, toda vez que de la prueba científica rendida, esto es la
declaración de la perito doña Verónica Pilar Toledo Martínez, ginecóloga del
Servicio Médico Legal, quien examinó a la niña con fecha 15 de diciembre de
2009, concluye que en atención a que la niña presenta un himen complaciente, no
puede afirmar ni descartar la penetración del pene en la vagina como lo refiere la
menor examinada. Si bien es cierto que el informe pericial es solo un antecedente
más que debe ser valorado por el tribunal para acreditar los hechos, a juicio de
27
este juez de minoría no deja de ser importante al momento de establecer el hecho
de la violación, máxime cuando el único antecedente directo de la imputación es
el relato de la víctima, la que efectivamente refiere que su padre biológico, el
acusado, le introducía el pene en la vagina cuando se quedaban solos en su
hogar. Sin perjuicio que este juez le da crédito al relato de la víctima, ya que así
quedó asentado por la declaración de perito doña Pilar González Lozano, la duda
respecto de la imputación de violación le surge a este juez, no porque no
considere que el relato de la menor sea en este aspecto inverosímil, sino que
teniendo en consideración que la menor refiere que el imputado la violó por
primera cuando ella estaba cursando segundo básico, y por las máximas de la
experiencia se puede concluir que ella tenía alrededor de 7 años, conducta que
se repitió hasta que cumplió 10 años aproximadamente, entiende este juez que el
acceso carnal referido por la víctima, pudo haber sido una percepción de la
misma, debido a su corta edad, ya que no se explica cómo la cavidad vaginal de
una niña de 7 años pueda contener el pene de un adulto sin dejar rastros de
lesiones, molestias y sin provocar dolor alguno en sus genitales que su entorno
familiar, madre y abuela, no hayan percibido, teniendo en consideración que el
imputado repetía esta conducta casi en forma semanal, más aún cuando la misma
menor refiere que nunca experimentó dolor alguno pero que el imputado la
manchaba con algo como moco, lo que concuerda con los dichos de las
psicólogas que depusieron en el juicio, las que dan cuenta que la menor
efectivamente presenta indicadores de haber sufrido abuso sexual, basando sus
conclusiones en el relato entregado por la afectada.
Pues bien, ante este escenario, teniendo sólo la versión de la víctima para
probar el acceso carnal, exigido por el tipo penal en comento, no siendo suficiente
para arribar a una sentencia condenatoria respecto del delito de violación, y siendo
evidente el daño sufrido por la víctima con ocasión de los actos abusivos
perpetrados en su contra, lo que sin ser experto en la materia, también constó a
este Juez al interrogarla en estrados y habiendo sido acusado el imputado por los
delitos de Violación y abuso sexual, ambos en carácter de reiterados, y no
habiéndose probado a juicio de esta minoría el elemento “acceso carnal”, pero sí
los abusos sexuales de que víctima la menor F.A.V.G., ante la falta de convicción
para este juez, solo queda la figura residual del artículo 366 bis del código Penal,
ya que ha quedado asentado en el juicio, que el imputado materializó en diversas
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ocasiones actos de significación y relevancia sexual con una menor de edad, la
víctima F.A.V.G, por lo que este juez es de la opinión de a este respecto dictar
sentencia condenatoria, ello en consideración a lo razonado y al principio indubio
pro reo, pues ante la duda planteada, la pena asociada a esta figura penal, es más
favorable para el imputado.
Ejecutoriada la presente sentencia, cúmplase con lo dispuesto en el artículo
468 del Código Procesal Penal, en relación con lo señalado en el artículo 113 del
Código Orgánico de Tribunales.
Redacción del Juez José Héctor Marinello Federici. Voto en contra por su
autor.
Regístrese, comuníquese en su oportunidad al Juzgado de Garantía de
Santiago que remite para su cumplimiento, hecho archívese.
R.U.C.: 0901167164-8
R.I.T.: 196-2012
Dictada por los jueces del Séptimo Tribunal Oral en lo Penal de Santiago,
Fernando Monsalve Figueroa, presidente, Rafael Escalante Ortega y José
Héctor Marinello Federici.
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