PRONABEC
PRONABEC
PRONABEC
MONOGRAFIA
PRONABEC
SEMESTRE: IX
PRESENTADO POR:
PUNO – PERÚ
2018
1
INDICE:
1. INTRODUCCIÓN................................................................................................................... 6
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS........................................................................................... 87
2
1. INTRODUCCIÓN
El objetivo original del estudio fue entonces investigar las políticas públicas
vinculadas al financiamiento de la educación superior en el Perú, y evaluar en
qué medida ellas facilitan y promueven el acceso a educación de calidad
independientemente del ingreso de las familias. Dichas políticas no solamente
operan a través del aporte fiscal a las universidades públicas, sino que también
comprenden diversos beneficios e incentivos tributarios otorgados a las
universidades, así como transferencias directas de recursos públicos a través de
programas de becas, crédito educativo y financiamiento a la investigación.
4
2. FINANCIAMIENTO Y GOBERNANZA EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR
Como era de esperarse esta expansión tiende a ser mayor en los países que
registran una participación creciente de la población joven (15 a 29 años) como
porcentaje de la población total, lo que frecuentemente se asocia con la fase de
transición vinculada al “bono demográfico”
5
de manera significativa la participación de la población dependiente en la
población total. Ver al respecto Brunner y Ferrada (2011: 77). a promover una
‘expansión hacia arriba’ introduciendo nuevos programas de pos grado, con el
propósito de responder a la creciente demanda de formación de docentes e
investigadores para los propios sistemas universitarios en expansión (UNESCO
2014:12). Los requerimientos crecientes de especialización en algunos campos,
por ejemplo en la administración de negocios, también han traído consigo una
demanda por mayor educación, que se expresa en el crecimiento de la matrícula
en los MBA y en los posgrados en general. Brunner (2013) estima que la
magnitud de los recursos que gestiona esta “industria” en América Latina se
encuentra en el orden de los 85 mil millones de dólares
De otro lado, los costos unitarios de la educación superior han tendido a elevarse
a un ritmo mayor a la inflación. En contraste con otras actividades económicas,
la adopción de nuevas tecnologías en la educación superior no siempre tiene un
impacto positivo en la productividad que permita reducir los costos, toda vez que
en principio se orienta a elevar la calidad de los servicios brindados, lo que con
frecuencia se traduce en mayores costos. Asimismo, la competencia entre
universidades por escalar posiciones en los rankings también tiende a elevar los
requerimientos de gasto e inversión, particularmente en la promoción de la
investigación, lo que aumenta sus costos, sobre todo en personal y
equipamiento. Por último, la creación de nuevos programas académicos y la
diversificación de la oferta educativa, procede con frecuencia a un ritmo mayor
6
al resultante de la cancelación de programas antiguos, lo cual también tiene un
impacto positivo en los costos unitarios (Johnstone y Marcucci 2010: 15).
Algunos autores observan al respecto que “la mayor parte del mundo, desde los
países altamente industrializados hasta los países de bajos ingresos…viene
experimentando una divergencia entre la trayectoria de costos educativos que
crecen a un ritmo elevado, y la trayectoria plana o incluso decreciente de los
ingresos fiscales disponibles”, los cuales son también requeridos para financiar
otras actividades como la educación primaria y secundaria, los sistemas de
pensiones, los servicios de salud y el desarrollo de la infraestructura, entre otros
rubros del gasto público. También destacan la fuerte resistencia a elevar los
impuestos para financiar la expansión de la educación superior, sobre todo en
contextos ideológicos marcados por la combinación de “conservadurismo fiscal
y populismo anti elitista” (Johnstone y Marcucci 2010: 20-22).3
7
competencias, y promover la equidad.5 Para ello es necesario que esta mayor
participación suplemente, de ninguna manera reemplace, los crecientes recursos
que deben aportar los propios gobiernos (Johnstone y Marcucci 2010). Al mismo
tiempo es evidente que una exigencia excesiva en cost-sharing, que traslade los
aportes de los contribuyentes a los padres de familia, y de los padres de familia
a los propios estudiantes (por ejemplo vía la expansión del crédito universitario),
puede provocar aumentos excesivos en el endeudamiento de los graduados,
dando lugar a impactos negativos no anticipados (por ejemplo bloqueando el
desarrollo de una cultura crediticia responsable) e incluso turbulencias política
estudiantes que no logran acceder a sus limitadas vacantes pero que están
dispuestos a pagar por la educación(ibid. p. 12).
En el caso específico de América Latina, la evolución que han tenido los sistemas
de educación superior ha resultado en una configuración que ha sido
caracterizada por tres rasgos destacados: i) la mayor proporción de estudiantes
de pregrado se encuentra matriculada en IES privadas, ii) con pocas
excepciones casi todos los países cuentan con sistemas mixtos (público-
privados) pero la mayoría de las IES existentes son privadas, y iii) una
proporción significativa del financiamiento de la educación superior proviene de
fuentes privadas (Brunner 2013).
9
del hecho de que los estudiantes aprenden mejor en compañía de buenos
estudiantes (Goethals, Winston y Zimmerman 1999). Efectos análogos resultan
de la interacción entre los estudiantes y los docentes. Esto explica por qué las
universidades de élite compiten por atraer a estudiantes destacados y con alto
potencial, y están dispuestas a sacrificar los ingresos que podrían generar
relajando sus procesos de selección a fin de incorporar a un mayor número de
estudiantes menos calificados pero con mayor disponibilidad a pagar por su
educación.
10
mismo tiempo promueve mayores oportunidades de acceso a estudiantes que
provienen de familias con menores recursos.
¿Qué ocurre con los estudiantes que no son admitidos en las universidades más
selectivas? Algunos vuelven a intentarlo por segunda y hasta por tercera vez.9
Sin embargo, una gran mayoría que no alcanza la admisión, o que no cuenta con
ingresos familiares suficientes, se orienta a universidades menos selectivas y de
menor prestigio, o a instituciones de educación superior no universitaria. Algunos
autores observan al respecto que las universidades con fin de lucro existen, en
buena medida, para corregir las fallas de mercado y llenar el vacío que dejan las
universidades tradicionales, públicas y privadas, y obtienen sus ganancias
atendiendo a estudiantes con frecuencia ignorados por estas últimas (Carey
2014).
11
procesos de admisión. En el segmento menos selectivo participan universidades
de menor prestigio y reconocimiento, y en el contexto de expansión descrito
muchas de ellas son de reciente creación. La competencia en este segmento se
orienta a atraer un mayor número de estudiantes y a elevar la participación en el
mercado (market share). Puede afirmarse que, en contraste con las
universidades selectivas de mayor prestigio, que compiten en el “margen
intensivo”, las universidades que participan en este segmento compiten en el
“margen extensivo”.10
Al mismo tiempo es preciso destacar los límites de una “visión dualista”, que
enfatiza y exagera la distinción entre estos dos segmentos. En realidad la
competencia no solamente opera al interior de cada segmento, sino también
entre distintos tipos de universidades, que operan en segmentos diferentes. Por
ejemplo, las universidades del “margen intensivo” también pueden utilizar con
ventaja su reputación y “su marca”, ofreciendo programas online a un menor
costo, dirigidos a estudiantes de menores ingresos que precisamente
constituyen el núcleo más numeroso de demandantes en el “margen extensivo”.
La expansión de la matrícula en estos programas puede limitar el crecimiento de
las IES que ofrecen un menor nivel de calidad.11
Por último, cabe mencionar que los incentivos que afectan el nivel de calidad de
la formación impartida, se explican en buena medida por las asimetrías
informativas que caracterizan los mercados de servicios educativos. En efecto,
la educación superior ha sido caracterizada como un “bien experiencia”, es decir
como un bien cuya calidad no es conocida antes sino después de ser adquirido
(Dill y Soo 2004). Los mercados pueden funcionar eficientemente aún bajo esta
condición, siempre que el mecanismo de las “compras repetidas” discipline a los
vendedores. Para ello es necesario que los consumidores compren el bien con
cierta frecuencia, que puedan determinar fácilmente la calidad poco después de
la compra, y que tengan la opción de penalizar a los vendedores que ofrecen un
bien de calidad defectuosa dejando de comprarles (Tirole 1994: 106-115).12
13
El riesgo de que esta “falla contractual” ocurra es menor en universidades sujetas
a la restricción de no distribuir sus excedentes como ganancias o dividendos.
Shireman (2014) observa que en ésta restricción reside la diferencia esencial
entre una universidad sin fin de lucro y una con fin de lucro (UFL). Dado que
quienes controlan las decisiones de la organización no pueden apropiarse del
excedente generado, ni vender acciones o activos de la organización en
beneficio personal, ellos no tienen incentivos para aprovecharse de los
estudiantes, por ejemplo mediante disminuciones en la calidad de los servicios
para reducir costos y elevar ganancias. En consecuencia, las universidades sin
fin de lucro están menos expuestas al “riesgo moral” que caracteriza la conducta
en las UFL bajo condiciones similares.
En contraste con estas últimas, cuyo objetivo esencial es generar mayor valor
para los accionistas, las universidades sin fin de lucro se orientan a objetivos
distintos, definidos en su misión social, que con frecuencia son más complejos y
difusos que la maximización de las ganancias. Al mismo tiempo, deben lograr los
equilibrios financieros necesarios para el cumplimiento de dicha misión. Además,
las personas responsables de establecer el adecuado balance en prioridades y
objetivos, no tienen ni pueden tener conflictos de interés asociados a la
distribución de los excedentes que genera la actividad educativa.
Hasta el año 1990 las UFL en el sistema de educación superior de los EE.UU.
(for-profit colleges), constituían un grupo estadísticamente marginal, pues
14
representaban menos del 2% de la matricula total de estudiantes de pregrado
(undergraduates). Pero la mayor parte de la expansión registrada en las últimas
dos décadas se concentró en este tipo de universidades, de manera que al 2012
ellas ya daban cuenta del 8.5% de la matrícula total en pregrado. En términos
absolutos aumentaron de 200 mil a 1.5 millones de estudiantes, registrando una
tasa de crecimiento del orden del 650% en este período.
15
formación y reducir las altas tasas de deserción. En contraste, como se ya se
indicó, invierten ingentes recursos en actividades de marketing y en la formación
de un ejército de reclutadores que opera como una “fuerza de ventas.”20 En
algunos casos se ha encontrado que los reclutadores reciben comisiones por
cada nuevo estudiante reclutado, lo cual contraviene las regulaciones
establecidas para acceder a los fondos federales.
La experiencia chilena
16
excedentes generados vía “precios de transferencia”. Con frecuencia los grupos
tienen registrada la propiedad de los inmuebles utilizados por la universidad, lo
que a juicio de algunos investigadores constituye “el nudo gordiano o núcleo
principal del problema del lucro, porque ahí está
Al mismo tiempo se precisa que “poner fin al lucro no implica terminar con el
sector particular subvencionado… El Estado seguirá respetando la existencia de
un sistema mixto pero debe hacer valer el derecho a una educación de calidad…”
Se afirma el principio de que “todos los recursos que el Estado destine a la
educación deben traducirse en un mejoramiento de la calidad”. En este orden de
ideas, “se eliminará la existencia de lucro con recursos públicos, por tanto, se
18
dirigirá el financiamiento público únicamente a instituciones sin fines de lucro,
que tengan como único fin la entrega de educación de calidad en el marco de un
derecho social”.28
Desde una perspectiva más amplia y general, Johnston y Marcucci observan que
en el actual contexto global, caracterizado por una demanda creciente y costos
cada vez mayores en la educación superior, con una disponibilidad de recursos
fiscales cada vez más limitada, surgen dos grandes preguntas relacionadas
entre sí. La primera es cómo financiar la expansión en la capacidad de la
educación superior, para responder a una demanda creciente en cantidad y
calidad.29 La segunda gran pregunta es “cómo evitar que la educación superior
resista (y posiblemente revierta) su inclinación natural a reproducir e incluso
exacerbar las disparidades y desigualdades sociales existentes, derivadas de la
clase social, la procedencia étnica o regional, el lenguaje o la religión” (2010: 26).
19
excelencia en la investigación, la formación y la responsabilidad social, la
promoción y defensa de valores fundamentales como la democracia y los
derechos humanos. Las verdaderas universidades forman buenos profesionales
y buenos ciudadanos, libres de espíritu y con capacidad crítica, y por ello la
autonomía de sus comunidades académicas frente al poder económico y
político, es consustancial a su identidad y a su misión.
Al igual que la mayoría de los países, el Perú experimentó durante las últimas
décadas un acelerado proceso de expansión de la matrícula en educación
superior, el cual se caracterizó por una participación creciente de las
universidades privadas. Esta expansión puede atribuirse a diversos factores,
entre los cuales destacan el crecimiento en los últimos años de la población
urbana, y el aumento en las tasas de conclusión en la educación secundaria
para jóvenes de 17 a 18.36 Según información del MINEDU, entre el período
2001-2012 dichas tasas se elevaron del 45.2 a 54.5 a nivel nacional, y del 55 a
73.2 en zonas urbanas. También cabe destacar la percepción, confirmada con
los hechos, de que la educación constituye una vía segura para el progreso
(Yamada, Castro y Rivera 2012)
21
corresponderle, dado su nivel de ingreso per cápita (Brunner y Hurtado 2011:
164-67).
22
Llegamos así al año 1960 con 10 universidades (9 públicas y sólo una privada;
La tercera etapa empieza el año 1996 con la promulgación del DL 882, bajo el
régimen de Fujimori (1990-2000). Esta norma – denominada “Ley de Promoción
de la Inversión en Educación”-- fue promulgada en un contexto marcado por las
reformas estructurales inspiradas en el llamado “Consenso de Washington”, que
se aplicaron en el Perú con especial intensidad desde los primeros años de la
década de 1990. Entre ellas pueden destacarse la privatización de las empresas
públicas, la liberalización de las actividades económicas y la desregulación de
los mercados.
23
universidad pública. El reporte más reciente de la Asamblea Nacional de
Rectores, registra a fines del 2013 un total de 140 universidades (51 públicas y
89 privadas), con poco más de un millón de alumnos matriculados (31% en las
públicas y 69% en las privadas).
El marco normativo que ha regido hasta la fecha fue establecido por la Ley
23733, promulgada en 1983. Dicha ley consagró la autonomía de las
universidades y estableció un modelo en el cual la responsabilidad de conducir
y gobernar la institución universitaria es asignada a su propia comunidad
académica.La autonomía se ejerce de conformidad con la Constitución y las
leyes, e implica los derechos “a aprobar su propio estatuto y gobernarse de
acuerdo a él, organizar sus sistemas académico, económico y administrativo,
administrar sus bienes y rentas, elaborar su presupuesto y aplicar sus fondos
con la responsabilidad que impone la Ley” (art. 4°).41
La Ley de 1983 disponía que “las universidades nacen o son suprimidas sólo por
Ley” y contemplaba solamente dos tipos de universidades, “públicas o privadas,
según se creen por iniciativa del Estado o de particulares. Las primeras son
personas jurídicas de derecho público interno y las segundas son personas
jurídicas de derecho privado sin fines de lucro” (art.5° y 6°). La única diferencia
sustantiva entre ambos tipos de universidades, además de su fuente de
financiamiento, era la mayor flexibilidad otorgada a las privadas para establecer
el número de representantes de los distintos estamentos en sus órganos de
gobierno. En todo lo demás se encontraban sujetas al mismo marco normativo.
24
Otra distinción relevante establecida por la Ley, es aquella entre las
universidades en proceso de organización, las cuales son dirigidas por una
comisión de gobierno especialmente designada para dicho propósito, y las
universidades que ya han concluido dicho proceso. Estas últimas son dirigidas
por un Rector, elegido por la comunidad académica representada en la
Asamblea Universitaria, quien a su vez integra la Asamblea Nacional de
Rectores (ANR).
Lo más sorprendente, sin embargo, es que la misma norma establece que para
acceder al crédito tributario “los programas de reinversión deberán ser
presentados a la autoridad competente del sector educación… y se entenderán
automáticamente aprobados con su presentación”. Solo se admite la
fiscalización posterior que pueda efectuar la autoridad tributaria, pero se elimina
26
de plano la facultad de la autoridad del sector educativo para evaluar su
pertinencia y, en función de ello, autorizar o rechazar el programa de reinversión.
27
calidad y promover la excelencia académica en las instituciones de educación
superior.
Sin embargo, no fue sino hasta diciembre del 2012 cuando dicho proyecto se
promulgó como Ley 2997151. Dicha Ley establece la moratoria de creación de
universidades públicas y privadas por un período de cinco años. Adicionalmente,
“suspende por el mismo periodo la creación de filiales de universidades públicas
y privadas, creadas bajo cualquier modalidad permitida por la ley” (art.1°). Esta
decisión legislativa constituyó el preámbulo para la reforma del sistema
universitario, pues a partir del año 2013 se colocó en la agenda del debate
político la promulgación de una nueva ley universitaria.
La nueva Ley
28
que se establezcan, se otorgan en mérito al cumplimiento del Proceso de
Acreditación, de acuerdo a la normativa aplicable”. Puesto en otros términos, y
aun cuando todavía está pendiente la promulgación del reglamento de la ley, que
definirá la normativa, en el tema específico de la acreditación el énfasis está
puesto en los incentivos más que en las obligaciones. Al respecto otro artículo
de la Ley anuncia que “el Poder Ejecutivo establecerá un régimen preferencial
de exoneración y beneficios tributarios a las donaciones y becas con fines
educativos y de investigación, disponiendo los controles que aseguren el uso
correcto de dichos recursos”.
La nueva ley reconoce como derechos de los estudiantes, “recibir una formación
académica de calidad”, “la gratuidad de la enseñanza en la universidad pública”
y además el derecho de “tener en las universidades privadas, la posibilidad de
acceder a escalas de pago diferenciadas, previo estudio de la situación
económica y del rendimiento académico del alumno”, entre otros (art. 100). Por
el lado de los profesores, establece exigencias académicas más elevadas, como
la de contar como mínimo con el grado académico de Maestro para el ejercicio
de la docencia en el nivel de pregrado (con un período de adecuación de 5 años).
29
personas y a las empresas que prestan servicios a las universidades privadas
(art. 117).
30
católico y un grupo de laicos. Desde su origen en el año 1551, hasta el año 2000
sólo existieron dos tipos de universidades: públicas y privadas sin fin de lucro.55
Luego, desde los primeros años de la década pasada, las universidades privadas
debieron optar entre seguir operando bajo el régimen de la Ley 23733, es decir,
como asociaciones civiles sin fin de lucro, sujetas a las normas generales que
establecen la participación de los distintos estamentos de la comunidad
académica en el gobierno de la universidad; o, alternativamente, adecuarse y
operar bajo el nuevo régimen establecido por el DL 882.
Cabe precisar que no todas las universidades que optaron por adecuarse al DL
882 lo hicieron adoptando la modalidad de sociedades anónimas con fin de lucro.
Entre ellas hay varias universidades constituidas como asociaciones sin fin de
lucro, que han preferido el régimen del DL 882, por la flexibilidad que dicho
régimen ofrecía para adoptar nuevas formas de organización y de gobierno
universitario, distintas a las establecidas por la Ley 23733. Es decir, siendo
universidades privadas sin fin de lucro, su Rector no es elegido por una
Asamblea Universitaria constituida por representantes de la comunidad
académica, sino más bien por su asociación promotora o Patronato.
En este orden de ideas y para los fines de este estudio, es pertinente distinguir
tres tipos de universidades. El primero corresponde a las universidades públicas,
constituidas por el Estado. El segundo tipo corresponde a las privadas sin fines
de lucro, tanto aquellas que operan bajo el régimen de la Ley 23733, como
también las que lo hacen bajo el DL 882 por la razón indicada en el párrafo
anterior. El tercer y último tipo corresponde a las universidades privadas con fin
de lucro, constituidas como sociedades anónimas, todas ellas bajo el régimen
establecido por el DL 882.
31
Puede advertirse que de las 140 universidades existentes, casi la mitad (64) aún
se encuentra en proceso de institucionalización. Se trata en su gran mayoría
(44) de universidades privadas que solo cuentan con una autorización
provisional de funcionamiento.
32
estudios empíricos utilizando como indicador el número de años o niveles
culminados por las personas. El término más usado para este tipo de medición
se conoce precisamente como “logro educativo” o “margen extensivo de la
educación”.
Estos cinco países, además de Cuba y Paraguay, también registran niveles más
altos de gasto público per-cápita en educación superior. El gráfico 3.4 revela que
el Perú invierte una magnitud comparativamente reducida de recursos en sus
IES: sólo la octava parte de lo que invierte México y la cuarta parte de lo que
invierte Colombia. Estas cifras no incluyen, por cierto, la inversión financiada con
fuentes privadas, que también registra niveles elevados en varios países de la
región.
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Universidad
Universidad Nacional de Trujillo 10,788 13,320 1.4 4.3% 14,415 2,924 20.3%
34
Total Privadas 154,460 508,817 8.3 100.0% 259,424 201,085 77.5% Fuente:
ANR, INEI
Hasta entonces estas funciones habían estado a cargo del Instituto Nacional de
Becas y Crédito Educativo (INABEC), fundado en 1973. Durante sus casi 40
años de existencia, y ante la ausencia de una oferta de becas financiadas con
recursos públicos, dicho Instituto se había limitado a canalizar y difundir las
oportunidades de estudio ofrecidas principalmente por agencias de cooperación
internacional . INABEC no contaba con oficinas descentralizadas y concentraba
sus actividades en la ciudad de Lima, dejando de lado a miles de jóvenes
residentes fuera de la capital.
La población objetivo de PB18 está constituida por los 300 mil jóvenes con
edades comprendidas entre los 16 y 22 años, que han concluido la educación
secundaria en colegios públicos, viven en hogares en condición de pobreza y
35
pobreza extrema (según los registros del Sistema de Focalización de Hogares –
SISFOH) y nunca han realizado estudios superiores. Según los documentos
técnicos que sustentan el diseño de PB18, esta población representa la piedra
angular del “bono demográfico”, y por ello es preciso invertir en educación
superior para elevar su productividad y promover su inclusión social. Si bien su
lengua materna predominante es el castellano (80,5%), “casi la quinta parte
posee una lengua nativa como lengua materna, el quechua encabeza la lista con
un 16,6%.” (PRONABEC 2012: 31, 36).
Las becas otorgadas tienen un carácter integral, ellas cubren durante todo el
período de estudios el pago total de la matrícula o derechos académicos del
instituto o universidad donde estudia el becario, incluyendo un ciclo inicial de
nivelación académica, inducción, actualización o recuperación (para ayudarlos a
adecuarse a las exigencias académicas y adaptarse a la nueva institución).
También incluyen el costo del idioma inglés, los costos de alojamiento, los costos
de trasporte (en caso deban trasladarse a un lugar distinto al de su residencia),
los costos de movilidad y alimentación, seguro médico, materiales educativos y
servicios de tutoría. Además, los becarios reciben un ordenador portátil.
36
parte de grupos vulnerables o excluidos, y que no logran acceder por mérito
propio a una institución de educación superior elegible.
Estrategias
37
Indicador
• Objetivo
• Estrategias
• Indicadores
Antecedentes
Estrategias
38
Indicadores
Antecedentes
39
Estrategias
Indicadores
• Antecedentes
Los programas de ayuda financiera para la educación superior son una condición
necesaria pero no suficiente para que los jóvenes permanezcan y culminen
dicho nivel educativo. Estudios demuestran que los jóvenes que reciben
acompañamiento tienen un desempeño académico más alto. Por ello, es
importante implementar mecanismos de acompañamiento según los niveles de
estudio y las necesidades de cada grupo, dando mayor énfasis a poblaciones
vulnerables, las que son más propensas a problemas de desarraigo o fracaso
académico. Así se asegura la permanencia y culminación de estudios.
Objetivo
• Estrategias
40
1. Cogestionar con las IES la implementación de sistemas de
acompañamiento (tutoría) según nivelde riesgo socio afectivo del subsidiado y
con enfoque de interculturalidad.
• Indicadores
- Tasa de permanencia
41
involucren: (1) una reforma educativa (en vías de garantizar
la calidad de la educación, sobre todo la educación básica);
(2) una transformación universitaria que consolide una
consonancia entre la universidad y el mercado laboral; y (3) una evolución
en materia de garantizar el acceso, principalmente a nivel de la
población excluida. Por lo tanto, el programa busca garantizar el acceso,
mantenimiento y culminación de jóvenes con alto
rendimiento académico procedentes de colegios públicos y en
condición de pobreza y pobreza extrema.
Estrategias
42
4. Promover la calidad de los procesos que deben ser validados
mediante acreditaciones de organizaciones internacionales, involucrando a
todos los actores en el sistema de subsidios, garantizando el óptimo
desempeño de los recursos.
• Indicadores
PB18 ha tenido hasta la fecha tres convocatorias anuales, para estudiantes que
iniciaron sus estudios los años 2012, 2013 y 2014. Dado que el nuevo gobierno
asumió funciones a fines de Julio del 2011 y que PB18 fue creado en Noviembre
del mismo año, la primera convocatoria del 2012 se llevó a cabo con cierto
apremio, sin contar con criterios explícitos para la selección de universidades.
Tampoco llegó a formularse un documento metodológico de sustento a los
procedimientos de evaluación de los postulantes.
Luego, para el proceso del año 2013 se formuló un expediente técnico con una
metodología de evaluación, la cual comprende criterios explícitos y
procedimientos para determinar las IES participantes y seleccionar a los
estudiantes a ser becados. Los requisitos formales para postular a una beca en
43
el 2013 fueron tener nacionalidad peruana, ser menor de 23 años, haber
estudiado la secundaria en un colegio público y residir en un distrito con
clasificación de pobreza según el SISFOH. Además, los postulantes deben
acreditar un alto rendimiento académico en la escuela secundaria y la admisión
a una de las IES participantes en el programa.
45
Desarrollo (PNUD) y los Planes de Desarrollo Regional Concertado al 2021.
También se destaca la importancia de promover la diversificación productiva así
como la de invertir en “carreras orientadas a lo ambiental pensando en las
posibilidades de “desarrollo” de las economías en términos de un “decrecimiento”
en el uso de materia y energía para lograr equilibrio físico-energético y evitar el
impacto ambiental en el planeta” (PRONABEC 2013:88).
46
caso de los egresados de las comunidades nativas amazónicas, las notas
mínimas para los postulantes de estas comunidades se establecieron en 13/20
y 12/20 respectivamente.63
47
Ellas “serán elegidas por la Dirección Ejecutiva del PRONABEC [y] no podrán
exceder el 25% (veinticinco por ciento) del total de instituciones de educación
superior, reconocidas por el Ministerio de Educación a nivel nacional (institutos)
o por la Asamblea Nacional de Rectores (universidades) a nivel nacional.” La
norma precisa también que el PRONABEC podrá “suspender o retirar el carácter
elegible de las IES, en la medida que su situación o calidad educativa varíe con
el tiempo”.
Como se indicó, la primera convocatoria a las becas para iniciar estudios el año
2012 se llevó a cabo con cierta premura a fines del 2011, antes de la aprobación
del Reglamento mencionado. En dicha oportunidad el PRONABEC seleccionó a
78 instituciones (44 institutos y 34 universidades). Para la segunda convocatoria
expresaron su interés en participar 42 instituciones más (18 universidades y 24
institutos). Dada la restricción del 25% el PRONABEC reconoció, en el
documento metodológico para la convocatoria 2013, “la necesidad de una
correcta y eficaz metodología de selección” (2013b: 62).
Cuota de becas PB18 para estudios de pre grado, por tipo de IES, 2013
Institución Cuota (número de becas) %
Universidades Privadas 1,908 83% Sin fines de lucro 1,098 48% Con fines de
lucro 810 35%
Universidades Públicas 397 17% Total 2,305 100%
Fuente: elaboración propia a partir de cifras de PRONABEC
Universidades Privadas 5 15% 15 45% 19 66% Sin fin de lucro 4 12% 9 27%
11 38% Con fin de lucro 1 3% 6 18% 8 28%
Estudiantes becados Privadas 75 4% 2,018 90% 2,705 97% Sin fin de lucro 35
2% 1,126 50% 1,186 42% Con fin de lucro 40 2% 892 40% 1,519 54% Públicas
2,067 96% 225 10% 86 3% Número total 2,142 100% 2,243 100% 2,791 100%
Públicas 29 85% 18 55% 10 34% Número total 34 100% 33 100% 29 100%
51
impartida a los becados. En este orden de ideas, la débil participación de las
universidades públicas en PB18, cuyo correlato es una participación mayoritaria
de las universidades privadas, puede atribuirse en parte a la estructura de
incentivos generada por el programa.
52
de universidades se elevó al 90% el 2013 y al 97% el 2014. Más significativa
aún es la creciente participación de universidades con fin de lucro en el número
de estudiantes becados. El porcentaje de becarios de PB18 en este tipo de
universidades el año 2014 (54%) superó incluso la cuota agregada que se había
previsto, del orden del 35% (cuadro 4.3).
53
47 1.7% 1 PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU 44 1.6% 47
PRIVADA DE TACNA 44 1.6% 16 ESAN 26 0.9% 5 DEL PACIFICO 5 0.2%
Para que esta interpretación sea consistente debe previamente verificarse que
la calidad y el costo de la formación impartida estén positivamente
correlacionados, lo cual constituye un supuesto estándar en la literatura sobre
selección de productos con calidad diferencial en entornos de información
asimétrica (Tirole 1994: 100). Efectivamente, el gráfico 4 ilustra la existencia de
una correlación estadísticamente significativa que indica que aquellas
universidades que se encuentran más alejadas de las primeras ubicaciones del
ranking (indicador aproximado de menor calidad) son las que tienen costos
unitarios más bajos.
54
positivos tanto en las universidades de alta calidad como en aquellas de calidad
inferior, entonces tendría sentido promover la equidad otorgando un mayor
número de becas, aun cuando ello suponga renunciar a ganancias de eficiencia.
En el límite, desde una comprensión estrecha y limitada del concepto de
eficiencia, podría proponerse que los programas se orienten a los estudiantes
con mejor desempeño académico independientemente de su situación socio-
económica.
Cabe precisar, sin embargo, que se trata de dos grupos sociales muy distintos,
debido a lo cual la comparación de los puntajes en estas pruebas es cuestionable
y debe tomarse con cautela. En efecto, es muy probable que el contenido
temático y la formulación de las preguntas de los exámenes de admisión,
presente sesgos que favorecen a estudiantes urbanos, y especialmente a
aquellos que no enfrentan condiciones de pobreza o pobreza extrema. Más
importante aún es destacar el buen rendimiento académico registrado por los
estudiantes de PB18 en la propia PUCP. 67
En este contexto, asumiendo que PB18 cubre efectivamente todos los costos de
la formación de los becarios, a las universidades privadas – con y sin fin de lucro
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– puede resultarles atractivo participar en el programa, toda vez que así pueden
incorporar estudiantes con alto rendimiento académico que son financiados
íntegramente por el Estado. En este orden de ideas las universidades privadas
podrían incluso reaccionar ante una expansión significativa en el número de
becas ofrecidas por PB18, reduciendo la magnitud de sus propias subvenciones,
que actualmente benefician a sus estudiantes de bajos ingresos, en la medida
en que este tipo estudiantes puede ser íntegramente subvencionado por los
fondos públicos transferidos vía PB18.
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Al parecer el actual Ministro de Educación estima que la intensidad de estos
incentivos es proporcional a la magnitud de los recursos públicos invertidos en
programas como PB18.69 En realidad, sin embargo, considerando la dimensión
actual del programa e incluso con las proyecciones más optimistas de
crecimiento en los recursos asignados, el número de estudiantes becados por
PB18 representa una fracción muy reducida del número total de estudiantes, de
manera que los incentivos mencionados tienen, y probablemente seguirán
teniendo en el futuro, una intensidad limitada. Puede afirmarse entonces que la
adopción de un sistema de acreditación de la calidad y licenciamiento para todas
las instituciones de educación superior, constituye un imperativo que no puede
ni debe postergarse.
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Las reformas deben avanzar en varios frentes de manera simultánea, incluyendo
el fortalecimiento de los sistemas de gobernanza de las universidades a efectos
de facilitar una toma de decisiones ágil y consistente con su identidad y sus fines.
Una opción a explorar es la adopción de estructuras de gobierno más abiertas y
menos endogámicas, incorporando en sus órganos de dirección a
personalidades destacadas del mundo cultural y empresarial. Esto podría
contribuir a que se superen, progresivamente los desencuentros entre la
universidad, la empresa y la sociedad.
Las universidades públicas merecen una atención especial, que rompa con la
inercia, el debilitamiento y el abandono en el que se encuentran, salvo conocidas
excepciones. Si bien varias universidades públicas tienen una tradición de
compromiso con la investigación, especialmente sobre problemas vinculados al
desarrollo de su entorno, y cuentan con algunos programas y especialidades de
buen nivel, aún no han logrado la estabilidad y los recursos que necesitan para
desarrollarse. Con frecuencia se afirma que la universidad pública tiene baja
calidad porque no recibe suficientes aportes fiscales del Estado, pero al mismo
tiempo se destaca la ausencia de voluntad política para elevar sus presupuestos,
precisamente por su baja calidad.
Por ello, es necesario romper con este círculo vicioso, en el marco de “un nuevo
contrato social” con la universidad pública. Existen diversas herramientas para
lograrlo, incluyendo la adopción de esquemas de incentivos y modelos de gestión
en base a resultados, que orienten las decisiones de asignación presupuestal en
función del logro de metas establecidas en planes de desarrollo concertado.
También pueden promoverse redes de investigación y proyectos de cooperación
entre universidades, asociaciones empresariales y gobiernos regionales,
utilizando el mecanismo de los fondos concursables.
En el caso específico del Programa Beca 18, no tiene sentido excluir a las
universidades públicas de las transferencias correspondientes a los costos de
formación de los estudiantes becados. En contraste con las universidades
privadas, su participación como receptoras de estos estudiantes no trae consigo
transferencias que cubran estos costos, lo cual debilita sus incentivos a participar
más activamente en el Programa. De hecho, solo el 3% del número total de
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estudiantes becados en la última convocatoria ha iniciado sus estudios en una
universidad pública
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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