Ductus Arterioso Persistente

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DUCTUS ARTERIOSO PERSISTENTE

Definición:
El ductus arterioso es un conducto que comunica en forma normal la arteria aorta
con la arteria pulmonar durante la vida fetal. Su función consiste en desviar hacia la aorta
la sangre que viene del ventrículo derecho ya que los pulmones aún no están funcionando
(Ver Circulación fetal en Corazón normal). Este conducto se cierra por sí solo en los
primeros días de vida. A veces, el mecanismo de cierre espontáneo falla y el ductus
queda abierto, constituyéndose la patología llamada ductus arterioso persistente.
Una vez que el niño nace, los pulmones comienzan a funcionar y la presión de la
arteria pulmonar progresivamente disminuye. Si el ductus permanece abierto, la sangre
pasa desde la aorta hacia la pulmonar. Los pulmones se sobrecargan de sangre
(hiperflujo pulmonar) quitándole flujo al resto del organismo. La cantidad de sangre que
pasa de un lado al otro dependerá básicamente del diámetro del ductus y de la resistencia
de las arterias pulmonares.

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En niños nacidos antes de término el ductus del prematuro es habitual, ya que el
mecanismo normal de cierre espontáneo falla mucho más frecuentemente.

Presentación clínica:
El cuadro clínico del ductus arterioso persistente abarca desde la ausencia de
síntomas hasta la limitación física severa asociada a hipertensión pulmonar y cianosis
(coloración azulada de piel y mucosas). Los pacientes con ductus pequeño en general no
presentan síntomas, y el único hallazgo es la presencia de un soplo. Si el ductus es
mayor, aparecerán signos de flujo pulmonar aumentado, infecciones respiratorias a
repetición, insuficiencia cardíaca y disminución de la velocidad de crecimiento (Ver
Manifestaciones clínicas en Diagnóstico y tratamiento).
En los casos de ductus del prematuro, el compromiso del sistema circulatorio y del
estado general puede ser mucho más severo, ya que los órganos sufren mucho más la
falta de irrigación sanguínea. El bebé puede estar muy grave y en estos casos deberán
intensificarse las medidas de soporte y tratamiento.

Diagnóstico:
Una vez sospechado el diagnóstico por la evaluación clínica, se deberán realizar
estudios para confirmarlo. Tanto el electrocardiograma como la radiografía de tórax son
importantes. Si el ductus tiene un tamaño considerable, en la radiografía se observarán
signos de exceso de sangre en los pulmones, el arco medio del lado izquierdo de la
silueta cardíaca saliente y el corazón agrandado.

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El ecocardiograma es el estudio de elección para establecer el diagnóstico.
Permite evaluar las dimensiones y el recorrido del ductus, además del tamaño y el grado
de dilatación de las cavidades cardíacas (Ver Diagnóstico en Diagnóstico y tratamiento).
Cuando el ductus es grande, la dilatación de la aurícula y el ventrículo izquierdos es
importante y existen signos de hipertensión pulmonar.

Tratamiento:
Si el ductus es pequeño y no tiene repercusión en la salud del niño, se mantendrá
una conducta expectante sin necesidad de realizar tratamiento.
Si la patología tiene impacto en la salud del paciente, se indicará el cierre. Hoy en
día el tratamiento de elección es el cateterismo terapéutico (Ver Hemodinamia en
Diagnóstico y tratamiento). Se pincha la arteria femoral en la ingle bajo anestesia y
mediante una guía se llega hasta el ductus a través de la aorta. Se inyecta contraste para
delinear su anatomía. Luego se coloca un dispositivo de cierre, de los cuales existen
múltiples formas, tamaños y marcas. Por último se constata que el ductus haya quedado
cerrado.

En los bebés prematuros no puede realizarse cateterismo, por lo que la primera


línea de tratamiento es la administración de una medicación llamada indometacina. Si
ésta falla, deberá plantearse la posibilidad de cerrar el ductus por cirugía. Existe aún
mucha controversia sobre este tema. Algunos equipos médicos la indican de rutina. Otros
prácticamente nunca lo hacen. La opción más adecuada parece ser evaluar cada caso en
forma individual. La tendencia mundial se inclina cada vez más hacia una postura menos
invasiva, sin operar, realizando un control muy estricto y esperando el cierre espontáneo.

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La cirugía queda entonces reservada para aquellos pacientes con un ductus muy
grande (que no puede ser cerrado por cateterismo) y para aquellos prematuros en los que
se considere adecuado.
En la operación, se accede al tórax a través de una toracotomía por debajo del
omóplato izquierdo (Ver Cirugía en Diagnóstico y tratamiento). Se reclina el pulmón y se
observa la aorta con el ductus. Se lo ocluye con clips de titanio o sutura. También puede
seccionárselo y suturar los extremos.

Se trata de un procedimiento sencillo con bajo riesgo de complicaciones. El


postoperatorio suele ser rápido, con sólo un día de terapia intensiva y alta médica precoz
(Ver Postoperatorio en Diagnóstico y tratamiento). En prematuros, la evolución estará
marcada por el estado general del bebé.

Pronóstico:
El pronóstico es excelente luego del tratamiento. La incidencia de secuelas
asociadas al procedimiento es casi nula (Ver Seguimiento y control en Diagnóstico y
tratamiento). En los infrecuentes casos en los que el ductus es grande y no es tratado a
tiempo, el paciente puede desarrollar hipertensión pulmonar. Cuando este cuadro se torna
irreversible el pronóstico es malo.

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