La Poetica Del Espacio
La Poetica Del Espacio
La Poetica Del Espacio
Introducción.
A manera de introducción en el libro LA POETICA DEL ESPACIO, Gastón Bachelar plantea una
diferencia frente a los otros estudios, aquí la imagen poética no está sometida a un impulso. La
imagen poética por su parte es el resplandor de la imagen singular que en su actividad, tiene
un dinamismo propio.
En los trabajos anteriores correspondientes a los cuatro elementos de la materia (agua, tierra, aire y
fuego), se mantenía cierta fidelidad con los hábitos del filósofo de la ciencia que siempre tiene
presente esta premisa: la imagen se debe de considerar fuera de toda interpretación personal.
Aquí cabe resaltar que dentro de estos hábitos se encuentra la prudencia científica, que consiste en
la negación de obedecer a la dinámica inmediata de la imagen y aceptarla, pasarla por alto. Este
método es insuficiente para entrar en detalles e ir a profundidad en la descripción de la imagen
poética. Es cierto que es difícil despegarse de esa prudencia y más hoy por hoy en la fluidez,
rapidez, prisa e la incertidumbre de la sociedad actual. Se evade la imagen sin saber que ese objeto
sea o no parcial tiene una gran resonancia psíquica.
A partir de la resonancia psíquica se puede establecer una paradoja, ¿CÓMO UNA IMAGEN
TAN SINGULAR LLEGA A CONCENTRAR TODO EL APARATO PSIQUICO?¿CÓMO
ESE ACONTECIMIENTO PUEDE EJERCER CIERTA FUNCION SOBRE LAS ALMAS Y
EXCEDER EL SENTIDO COMÚN Y SU ASPECTO COTIDIANO?
En efecto, no se puede garantizar el detalle de la imagen con solo referencias objetivas, sólo a través
de la trans-subjetividad existe la ayuda para definir todos los aspectos o al menos en su mayoría de
la imagen poética, la cual es variable según la interpretación.
Por ejemplo: a un lector de poemas no se le exige que capte la imagen como un objeto sino que
tome su realidad específica y vaya anclando los significados del poema. Pues la poesía es un
alma que inaugura forma al descender a profundidad y establecer una puesta fenomenológica
sobre ella.
A partir de la poesía se pueden distinguir dos instancias: la resonancia y la repercusión. En la
resonancia se puede oír el poema y en la repercusión se habla y solo a través de este mecanismo, se
hace propio. La repercusión cambia al ser con una influencia determinada.
Así se define que la comunicabilidad de la imagen poética tenga un alto índice ontológico, todo
lo que es específicamente y lo que caracteriza como particular al ser humano es LOGOS.
(Palabra, discurso, lenguaje, razón).
No se alcanza a meditar en una región que exista previa al LENGUAJE. La novedad esencial de
la imagen poética plantea el problema de la creatividad del ser que habla.
Así pues, el fenomenólogo de la imaginación tiene que establecer su forma de interpretar bajo una
actitud modesta. La referencia a los poderes de la lectura supone un matiz de orgullo. Es inmodesto
asumir una facultad de lectura que quiera descubrir el proceso de creación del poema. El verdadero
sentido de la lectura es aquel que nutre y acompaña la soledad de la lectura misma.
Lo que Bachelar quiere dejar claro en esta introducción es que el objetivo del libro es examinar
imágenes muy sencillas, las imágenes del espacio feliz y determinar el valor humano de los
espacios de posesión, amados y defendidos como propios. Es preciso decir que el espacio captado
por la imaginación no puede seguir siendo el espacio entregado a la reflexión geométrica. El
espacio es vivido y atrae casi siempre.
Bachelar termina de introducir con una forma muy rica de dar a conocer los espacios que va a tratar:
CONCENTRA SER, EN EL INTERIOR DE LOS LÍMITES QUE PROTEGEN.
EL NIDO.
Introducción.
1. CONCEPCIÓN DE NIDO.
El nido para Bachelar sugiere al ser una sensación de refugio, de protección, lo que transmite una
vuelta a sí mismo, el ser se retira, se acurruca y se esconde. En el nido el hombre puede cuidar de sí
mismo. En primera instancia, hay muchos referentes de nido con el mundo animal.
(Referencia Vlaminck).
Con el nido lo que se quiere mostrar es el lote de todas las imágenes primeras y cómo al ser le
gusta acurrucarse en su retiro con las imágenes primitivas.
El nido en el mundo de los objetos inertes se propone que sea perfecto, un instinto muy seguro.
(Referencia de Paré).
Por otro lado, se piensa que el nido está terminado de cualquier manera.
(Cita de Thomson). El autor puede sonar irreverente al interesarse más por la caída del nido y no del
águila. Dice Bachelar que es una falta de respeto al espacio donde el animal descansa y el ser
humano puede ser.
En el plano del mundo animal, el nido para el pájaro es una morada suave y caliente. Es una casa
para la vida donde puede descansar tanto él como sus pajaritos. Aún no es momento de hacerse una
imagen humana del nido entonces no se puede pensar en el nido de amor donde se concentran las
relaciones de afección de una pareja. Los pájaros solo conocen amores pasajeros, el nido viene
después de la locura amorosa; habría que realizar una dialéctica de los amores en el bosque pero
tampoco es momento.
El nido vivido, por su parte es una imagen mal iniciada. La tarea de la fenomenología no es el
descubrimiento de nidos, si para la ornitología. La tarea empieza por dilucidar el interés que nos
capta al observar el nido. El nido nos lleva a antaño, a la infancia.
Cuando en el jardín, el follaje se desnuda, se descubren los nidos demasiado tarde. El nido vacío
reta al buscador. El buscador se pregunta cómo pudo hacerse invisible.
“Se pretendía que la abubilla podría disimularse completamente a la vista de todos los seres
vivos, por lo que a fines de la Edad Media se creía aún que en el nido de la abubilla había
una hierba de varios colores que hace al hombre invisible cuando la lleva encima." (p.96)
El nido abandonado no tiene la hierba de la invisibilidad. Recogido como una flor marchita no es
más que una cosa con derecho a deshojarse para decirle al niño: esto fue un nido de paro. El nido
entonces entra en la categoría de objeto. Se pierde el contacto con el nido vivo y allí no actúa la
imaginación.
El nido vivo pasa a ser el núcleo de la fenomenología y el centro del universo cuando dentro de él
hay pajaritos. Se teme hacerle daño al pájaro y que el pájaro se descubra observado. Al otro día hay
ocho huevos y se ha de sentir orgulloso que el pájaro anidara en el jardín.
El descubrimiento de un nido siempre es una emoción nueva que provoca una suerte de escalofrió.
4. EL NIDO EN LA LITERATURA.
Revisando el valor domiciliario del nido se encuentra que el árbol es el nido del nido y el nido es el
nido del pájaro entonces el pájaro tiene diferentes dimensiones de nido.
Henry David Thoureu lo ejemplifica con un PICO VERDE tomando un árbol para su morada.
Análogamente plantea el júbilo de una familia que ha vuelto a habitar la casa abandonada. La casa
escucha los gritos de los niños y las conversaciones de los viejos. Así escucha la casa, por su lado
el árbol escucha los picoteos del pájaro PICO VERDE. La casa alegre equivale al nido vigoroso.
El árbol es un nido cuando un gran soñador se esconde en él. En esta medida, el PICO VERDE es
un habitante silencioso, se tiene que pensar en términos de trabajar, más que de cantar. Es un obrero
del jardín.
Se podría pensar la proyección del PICO VERDE, este ha hecho en mí una imagen saludable.
Cuando escucho a mi vecino levantar su casa, pienso en la imagen del PICO VERDE.
5. REYEZUELO, CHOZA.
6. RETORNO.
La casa nido no es nunca joven. Es el lugar natural de la función de habitar. Se vuelve a ella, se
sueña en volver como el pájaro vuelve a su nido en una suerte de retorno. El retorno se forma de
esos miles de ensueños ya que este se realiza en el ritmo de la vida humana. Siempre quiero volver
al lugar en el que fui feliz.
El alma es tan sensible a esas imágenes que en una lectura armónica puede oír todas las resonancias.
Una lectura sin conceptos, percibiendo imágenes una a otra.
EN EL NIDO ES UNA IMAGEN TAN SIMPLE QUE NOS SORPRENDE QUE PUEDA
ENCANTAR A UN POETA.
... /
El umbral puro /
De la vieja casa.]
El umbral puro es el umbral acogedor de ambas imágenes, el nido y la vieja casa, que tejen en el
telar de los sueños, la intimidad.
Si se vuelve a la casa como al nido es porque los recuerdos son sueños. La casa del pasado se
convierte en una gran imagen, la de las intimidades perdidas.
Así mismo, en esta vía los valores desplazan los hechos. En cuanto se ama una imagen, ya no puede
ser la copia de un hecho. Uno de los soñadores de la vida alada es Michelet. Alada: aves subiendo y
bajando alas.
El pájaro según Michelet es un obrero sin herramientas, no tiene las manos de la ardilla ni los
dientes del castor. Su herramienta es el cuerpo propio con el que prensa y oprime los materiales
hasta hacerlos dóciles y adaptarlos.
Michelet así nos sugiere la casa construida por el cuerpo. El cuerpo como una concha, una entidad
que trabaja físicamente. Así, es el interior del nido lo que impone su forma, el interior del nido es la
forma del cuerpo del pájaro. La hembra ahueca su casa y el macho trae materiales de afuera para
para hacer una estructura sólida. Así la hembra, configura un fieltro, una superficie muy suave casi
que de tela.
El nido es el fruto de lo que se hincha. Todo es empuje interno, una intimidad físicamente
denominada.
¿De qué ensueño brotan tales imágenes? ¿Quizá de la protección ajustada a nuestro cuerpo?
Los ensueños de la casa-vestido no son ajenos a los que se complacen en el ejercicio imaginario de
habitar. Trabajando en el albergue al modo de Michelet, tendríamos la casa personal, el nido de
nuestro cuerpo a nuestra medida.
Colas Breugnon de Roman Rolland dice que una casa más grande se debe de rechazar como un traje
que queda grande.
Michelet no sugiere una dinámica de insomnio en la que hay vueltas del ser en su lecho, mejor
llama la atención a un albergue moldeado, afelpado: cómodo.
Si se profundiza un poco los ensueños ante el nido, es posible que se tropiece con una paradoja de la
sensibilidad. EL NIDO ES PRECARIO (limitado, insuficiente), SIN EMBARGO PONE EN
LIBERTAD UN ENSUEÑO DE SEGURIDAD. ¿CÓMO ES POSIBLE QUE SU FRAGILIDAD
NO ROMPA EL ENSUEÑO?
El centro de vida animal está estimulado en el inmenso volumen de la vida vegetal y contemplada
por la vida humana.
Si se contempla el nido, se debe de situar en el origen de una confianza con el mundo. Si hacemos
de este frágil albergue, un refugio absoluto volvemos a las fuentes de la casa onírica. Nuestra casa
captada en un onirismo es nuestro nido en el mundo. Vivimos allí con tal seguridad.
El nido tanto como la casa onírica y la casa onírica tanto como nido no conocen la hostilidad del
mundo (desfavorable, rival, antagónico).
Para el hombre, la vida empieza durmiendo también, los huevos se incuban en esta misma instancia.
En la contemplación del nido, el filósofo se tranquiliza encontrando un punto medio de su ser con
su ser tranquilo en el mundo.
En palabras de metafísica: el mundo es el nido del hombre. El ser es mudo y el espíritu satanás.
El hombre es mudo, la imagen es la que habla. Es evidente que la imagen puede sostenerse
sola inmersa en la naturaleza.