Silvia Vazquez

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Freud en Neuropsicosis de defensa (1894), diferencio los mecanismos de defensa de la histeria

y de la N.O. frente a la representación intolerable y aisló otra forma propia para la psicosis.
Para la psicosis ubico una modalidad defensiva consistente en que el yo desestima (Verwerfen)
la representaron intolerable junto con su afecto y se comprota como si la representación nunca
hubiera existido. O sea, unto con la representación, el yo se arranca un fragmento de la
realidad objetiva a el entramada.
La representación que amenaza al Yo es intolerable porque recae sobre un fragmento de
realidad demasiado investido, ligado a la experiencia de la castración.
De la castración del Otro, de la madre, para el niño, lo doloroso de la experiencia de castración,
es constatar y percibir en el cuerpo femenino la falta de pene. Dolorosa porque ella significa
que también el niño puede ser despojado del pene y porque además esta percepción viene a
confirmar la seriedad de la prohibición paterna del incesto. Se trata de una defensa
inapropiada.
La concepción freudiana de la defensa psicotica, entendida en un primer momento como una
expulsión de la representación se va a ir modificando, en 1911, dirá que se trata de una acción
aun mas brutal consistente en la abolición pura del peligro de la representación. La
representación no es ya rechazada sino abolida, literalmente suprimida del interior, entones la
abolición de la representaron es tan radical, que uno se puede preguntar si la experiencia de la
castración estuvo inscripta alguna vez en el IC.
El sujeto psicótico no conoce el dolor de la castración, el psicótico nunca fue alcanzado por
esta experiencia.
Esto seria lo que para Lacan produciría un agujero en lo simbólico.
Mas tarde en 1924, en Perdida de la realidad en neurosis y psicosis, Freud dirá que el
problema no es la perdida de la realidad sino como se la sustituye.
El psicótico no cede la posición de intérprete, ama lo suficiente como para conferir autoridad
sugestiva a la palabra del analista.
Verwerfung era un mecanismo que se ejercía sobre una representación, lo que Freud
denomina en Neuropsicosis una representación inconciliable es la castración del Otro, de la
madre, mientras que lo que se produce en el Seminario 3, despeja, primero el orden del
significante en su principal autonomía, y dentro de ese orden, un significante en particular, cuya
función es la de efectuar una especie de capitonado de ese orden, es el SIGNIICANTE DEL
NOMBRE DEL PADRE.
O sea que la forclusión es el mecanismo fundante de la psicosis, el concepto forclusión, es una
construcción teórica que intenta explicar el mecanismo psíquico que esta en el origen de la
psicosis, es el nombre que le da el psicoanálisis al defecto de inscripción en el IC de la
experiencia de la castración. Experiencia que de ser simbolizada permite al niño asumir su
propio sexo y ser capaz de reconocer sus limites.
La forclusión del SNP se refiere a la ausencia del significante mismo, ausencia de esa
Behajung o juicio de atribución que Freud establece como precedente necesario a toda
aplicación posible de la Verneinung, que le opone como juicio de existencia.
El padre simbólico es el nombre del Padre. Es el elemento mediador esencial del mundo
simbólico y de su estructuración. El nombre del padre es esencial a toda articularon del
lenguaje humano.

Metáfora paterna.
Para comprender el concepto de metáfora paterna debemos partir del concepto de falo en
Freud, quien designaba con éste al significante de la ausencia de pene en la madre. Para
Freud el falo es el pivote simbólico que lleva a ambos sexos a ser atravesados por el complejo
de castración.
La metáfora paterna es una función que es ejercida a través de la amenaza de castración,
prohibiendo al hijo el acceso a la madre e instaurando la exogamia.

1
El falo posee la cualidad de ser el significante de la ley, ley que posibilita un ordenamiento en el
linaje y en la sucesión de las generaciones.
La operatoria de la función paterna se encuentra en íntimamente vinculada con el lugar que el
padre tenga en el Deseo de la Madre. La madre a través de sus cuidados, sus palabras y su
deseo imprime las primeras marcas en el cuerpo de su hijo y de esta manera va despertando
su deseo. El niño se ubica no solo como queriendo ser cuidado, sino queriendo ser deseado
por ella. Intentara instalarse como objeto que colme el deseo de la madre (Otro).
En un primer momento el niño capta lo que él es para el deseo de la Madre y se presenta ante
ella como si él mismo fuera lo que ella desea, se ofrece como objeto: el falo. En esa posición
el niño intenta colmar al a madre con lo que ella no tiene. Tanto el niño como la niña localizan
tempranamente esta dialéctica y se identifican con este falo. Esta relación que se establece
entre madre e hijo y que por ende parece ser dual, tiene un tercer elemento que es esencial a
esta dialéctica, un elemento organizador y ordenador: el Falo. El falo en principio es definido
por Freud como la premisa universal del pene, por la cual todos los seres animados e
inanimados poseen pene.
El falo es un operador simbólico, un ordenador que pone en jugo una falta en la madre. Es un
elemento mediador y tercero, a partir de qui se mueven todas las relaciones de los distintos
personajes (madre, padre, niño, falo)
A partir de la alternancia de presencias y ausencias la madre comienza a instalar un
movimiento que es fundamental, es decir, el niño identificado con el falo completando la falta
materna.
La madre hará surgir en el niño la pregunta estructurante: ¿que otra cosa desea y que no soy
yo? Con la consiguiente resignación: “hay algo de mi persona que no recubre” si ella a veces
no esta “ella desea otra cosa, pues tiene una falta mas allá de mi”.
Esta vencía de imposibilidad de colmar el deseo de la madre, es fundamental para su
advenimiento como sujeto.
La relación madre - hijo entra en una situación de conflicto, puesto que el falo se pasea. El
niño supone que el padre es el portador del falo. Esto debe existir para que como dice lacan, el
falo sea otra cosa que un meteoro. La única función del padre en este trío es hacerse preferir
por la madre prohibiendo al niño el acceso a ella y poniendo en claro que la madre como objeto
es para el, no para el niño.
La función paterna entonces es normativa. Posibilita la identificación sexual. Por esta razón le
otorga al sujeto un “titulo”. Es una función en reserva que va a ser usada por el sujeto cuando
tenga que hacer frente a la sexualidad. Va a necesitar de ella cuanto se tenga que ubicar
enfrente de un hombre, mujer o a algo relacionado con la paternidad y el orden de las
generaciones.
La operatoria de la función paterna es por estructura fallida, pero si a parte no opera da lugar a
la no inscripción de la función del padre (Nombre del Padre) en el psiquismo. Se constituye
así, la base de la estructura subjetiva conocida como psicosis.
A partir de esta articulación Lacan llega a formular la denominada “metáfora paterna” cuyo
resultado es un sujeto afectado por la castración y no un objeto que completa a la madre (Otro).
El SNP es el significante de la castración y el falo el significante del deseo.
El SNP sustituye al significante del deseo de la madre y produce una nueva significación: la
significación fálica.
El efecto de la forclusión del SNP tiene como correlato que aquello forcluido en lo simbólico
retorne en lo real, este retorno, presenta un estatuto diferente al retorno de lo reprimido en la
neurosis y se puede representar en los fenómenos elementales.
“la estructura aparece en lo que se puede llamar, el fenómeno. Seria sorprendente que algo de
la estructura no apareciese en el modo en que por ejemplo el delirio se presenta.”
El valor diagnostico de los fenómenos radica en que es allí donde aparece la estructura. Estos
fenómenos pueden ubicarse antes del desencadenamiento, dado que permiten dar cuenta de
la estructura psicotica y no necesariamente de la psicosis propiamente dicha.

2
Fenómenos elementales:
A. fenómenos de franja: alucinaciones visuales, auditivas
B. fenómenos elementales: son neutros no sensoriales:
1. trastornos del lenguaje
2. neologismos
3. delirio
4. certeza
5. infinitizacion
6. déficit en lo simbólico
El desencadenamiento de estos fenómenos se producen en el momento en que el psicótico se
ve obligado a enfrentar determinadas situaciones de compromiso, suelen quebrarse, dada su
fragilidad, sus posibilidades de respuesta en el lugar donde la simbolización no es posible.
Estas circunstancias poseen la característica que evocan de algún modo a la función paterna.
Cuando se invoca la posición significante de un padre, eso que falta, reaparece como
reconstrucción en lo real.
En Schreber se puede ver cuando:
1 posterior a su matrimonio, la infertilidad de su pareja puesta de manifiesto en aquellos
momentos de presión: ansia su paternidad biológica nunca alcanzada, estaría presente en el
posterior delirio. El contenido delirante incluida la creencia de que recibió de un Dios el
mandato de generar una nueva raza a través de ser penetrado por el.
2 con el anuncio del nombramiento como presidente del senado, su dormir se vuelve
intranquilo. Sueña, la idea de que seria bello el hecho de ser una mujer en el momento en que
es penetrada por el hombre, mas tarde recién asumida su función, cae en una crisis de
insomnio total que cursa con angustia y dice que es consecuencia de razones sobrenaturales.
El lugar del analista.
Para Freud la TRF implica el referir a la persona del analista representaciones y afectos
relativos a personas significativas en la historia infantil del paciente. La TRF es un
desplazamiento de un deseo IC sobre una representación precc, en este caso el analista.
El psicótico no establece TRF pero hay una relación con el analista, seria una TRF de tipo
narcisista. Hay una relación directa entre el sujeto psicótico y sus objetos pero estos no son
tratados como tales, forman parte con el mismo sujeto de otro infragmentable que no permite
ninguna diferenciación. Existe una imposibilidad de mantener vacíos los espacios, entonces,
todas las personas con las que se encuentra en la vida un psicótico, pasan a ser el instrumento
de un amo omnipotente, al cual nada se le puede preguntar debido a que ese amo no deja
lugar a la pregunta.
El riesgo es que el psicótico incluya en su delirio al terapeuta y este último se convierta en el
perseguidor o en el amante. El analista no puede estar en el lugar de SSS, ni en el lugar de
objeto.
E desafío se plante en como hacer para que se establezca un lazo entre paciente y analista sin
que éste último se convierta en el sostén de la situación delirante.
Por otro lado, el psicótico esta en contacto con lo que Lacan llama “goce Otro”. Esto produce
fenómenos de mortificación. El psicótico es objeto de un goce sin límites de otro sin barrar. Se
trata entonces de implementar estrategias para ponerle un muro al goce, una distancia que
separe al psicótico del goce.
El sujeto psicótico se dirige a un analista a fin de hacerse reconocer como el portador de una
verdad, la verdad constituye su certeza y es él quien pretende hacerla saber al Otro.
Un lugar posible para el analista es el de “testigo” (Colette Soler) el psicótico viene a dar su
testimonio y un testigo es alguien a quien se supone no sabe, no goza y fundamentalmente
alguien que presenta un vacío en el cual el sujeto puede alojar su testimonio.

3
Otro lugar es el señalado por Lacan como “secretario del alienado”. Esto implica acompañar,
escuchar y organizar.

TRF
Pero en 1906 sostenía que el psicótico carece de esa libido flotante de la que se apodera el
analista como resorte de su eficacia en el tratamiento de los neuróticos, por lo tanto no hay un
tratamiento posible de la psicosis.
Lacan señala que el fundamento de la TRF está en el hecho de que el otro se puede engañar.
La TRF es la puesta en acto de la realidad del IC, el SSS tomado por el sesgo del engaño
posible. Condiciones que no estarían dadas en la psicosis, pero es innegable que hay
psicóticos en interlocución con psicoanalistas. No es el psicótico quien se dirigirá al analista,
con un enigma (síntoma) que pida por un saber no sabido, y que supondrá que ese saber lo
tendrá el analista. El enigma quedaran del lado del analista, quien no intervendrá
interpretativamente de y el psicótico ofrecerá su certeza. La certeza del psicótico es acerca del
Saber de Otro.
Una TRF real es posible si el analista acepta reconocer que esta ante una estructura distinta.
Se debe estar muy atento a descubrir una brizna de ese aparato simbólico que apunte a un
goce más allá.
El analista no puede como en la neurosis, ofrecer su cuerpo como objeto pulsional que mueve
el análisis, el analista será aquel que perfile para permitir que mas allá de su cuerpo y muy
atento a esas briznas que el discurso brinde, se apunte a un objeto que puede tener inserción
social, mas allá de él.
El dialogo inicial con el psicótico es diferente al del neurótico, no va a suponer en el analista el
saber IC. No nos va a interrogar acerca de ese saber, sino que se va a dirigir a nosotros a fin
de hacerse reconocer como portador de una verdad. La verdad constituye su certeza y es el
quien pretende hacerla saber al Otro.
Podemos convertirnos en testigos del delirio, sin cuestionar ni otorgar sentido alguno, es decir,
sin interpretarlo, ya que el delirio mismo es una interpretación, lo que conviene al analista es
mostrar la ignorancia que lo habita y ofrecer su credulidad. O sea, se invierte la suposición de
saber, va a ser el analista quien debe suponer un saber secreto en los términos del delirio. Sin
esta suposición, no habría posibilidad de reconocimiento para el sujeto.
Esto estaría en consonancia con la lógica estructural de la psicosis, que hace que la TRF sea
masiva, sin posibilidad de simbolización, se tendrían que implementar estrategias para ponerle
un muro al goce, una distancia que lo separe de él. Que el psicótico pueda, a través de un
oficio, arte u ocupación que lo represente, que pueda inscribir su nombre como propio, y pueda
ser reconocido por el Otro Social.

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