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S N°54
El viento Zonda
Leyenda Calchaquí
Agazapado en un roquedal calcinado por el sol de la siesta, en plena cordillera, Gilanco y sus bravos calchaquíes aguardan el
paso de una tropilla de guanacos. Tres días y tres noches persiguiendo sin descanso al astuto y huidizo animal, han desarrollado
en los hombres una ferocidad implacable.
– No escaparán – dice Gilanco.
Confía en el hábil manejo de las boleadoras, en su capacidad para esconderse y saltar ágilmente sorprendiendo a la presa sin
darle tregua.
Alto y recio exponente de su raza, Gilanco no respeta las leyes de su tribu, ni los consejos de sus mayores: “Cazarás sólo los
machos adultos, respetarás las hembras cargadas y sus crías. No salgas en el tiempo malo o acarrearás sobre la tribu la furia de
Yastay.” Muchos ancianos prudentes no aprueban su proceder. Sin embargo, los jóvenes siguen a Gilanco. Su incansable brazo
nervudo, sus chuncas de puro tendón, tirantes como cuero sobado, constituyen el orgullo de la nueva generación. Gilanco es
como el tigre, goza acechando a sus presas, persiguiéndolas hasta ver su sangre convertida en río por el acostumbrado degüello.
Hay algo de maligno en sus oscuros ojos cuando las ve palpitantes y temerosas, maniatadas e indefensas…
Trontando junto al despeñadero, la tropilla se acerca confiada. Los cuerpos tensos, las boleadoras listas, los indios esperan el
minuto preciso. Un grito y el aire se agita cruzado por lazos que silban. Los guanacos trabados en sus rápidas patas, se
desploman pesados en medio de un polvaredal rojizo. Caen las gráciles bestias y ya está el indio degollando y sorbiendo, ávido,
la sangre caliente de las víctimas.
Horas de azarosa tarea, obligan al descanso. La sombra generosa de un algarrobo cobija a los cazadores que esperan el atardecer
para iniciar el regreso. En el silencio expectante de la siesta, el cansancio convoca al sueño. Gilanco, perdida su mirada en la
lejanía azul de los cerros, se deja mecer por la brisa.
Nunca supo cómo se presentó. Pero en el reverberar de los rayos, su figura se materializó después de un bronco rumor que
sobresaltó al joven indio. Sólo él vio la cólera de sus ojos renegrido y pequeños y oyó su terrible voz:
-¡Gilanco! Muchas lunas atrás predije el castigo que tu saña asesina acarreará sobre tu cabeza. Destruyes mis aves por placer y
has provocado el enojo de Pachamama. Límitate a cazar para alimentar a los tuyos. Tus excesos serán castigados. No habrá más
advertencias.
Gilanco enmudeció ante el dios y el corazón latió enloquecido. Cuando Yastay, el protector de las aves, desapareció en una nube
de polvo, no se atrevió a despertar a los suyos. Intuía que las palabras del dios debían permanecer en secreto.
Volvió la paz a los montes y quebradas. El miedo frenó al cazador. Anduvo mucho tiempo alejado de los quehaceres de su tribu.
El río lo vio pensativo mirando, sin ver, el curso de sus aguas. Pero, lentamente se fue desvaneciendo el recuerdo de aquel
terrible encuentro. Sentía de nuevo la necesidad de probarse en la habilidad que lo distinguía y reanudó las largas jornadas de
caza persiguiendo, incansable, sus presas hasta las altas cumbres. Soberbio y cruel, convirtió su itinerario en una orgía de sangre
y muerte.
Una tarde, cuando satisfecho observaba el traslado de las reses, sintió un rumor de pasos entre las peñas. Recordó las palabras
de Yastay. Quiso huir pero una fuerza misteriosa lo clavó en el lugar y una voz de trueno sacudió la montaña. Pachamama
habló:
-¡Gilanco! Tu crueldad y tu soberbia han despertado mi ira. La volveré contra los tuyos. Mis aves han sufrido demasiado. No
tenías derecho a destruirlas. Tu castigo será ejemplo para aquellos que te imiten. En viento destructor convertiré tu fuerza para
recordar a los hombres mis poderes.
A pesar de las inútiles promesas que tartamudeó el indio ante la diosa, un remolino de polvo y piedras nació en torno suyo…
Brazos y piernas iniciaban una danza frenética y su cuerpo giraba enloquecido mientras se desplazaba en medio de una nube
densa y rojiza…
Testigos de su transformación, los compañeros de Gilanco lo llamaron desesperados. El torbellino se alejaba con fuerza
incontenible por montes y quebradas. Un ulular incesante anunciaba el cálido vendaval que, recorriendo la tierra, cegaría pozos
y cañadas, formaría médanos y páramos, alejando las aves y las bestias. Por las tierras maldecidas, los indios andrajosos y
hambrientos verían la destrucción y la muerte cada vez que repitieran las hazañas de Gilanco.
El viento Zonda había nacido…
Actividades
1. ¿Qué características poseía Gilanco? ¿Cuál de ellas se podría decir que era la más destacada?
2. ¿Qué provocó la ira de la Pachamama? ¿Cómo se lo hizo saber?
3. ¿Cambió la actitud de Gilanco luego de la advertencia del dios? ¿Fue definitiva? ¿Hubieras hecho lo mismo?
4. ¿Qué castigo recibió Gilanco?
5. Según lo que pudiste entender de la historia, ¿te parece que el único castigado fue Gilanco? Explica.
6. Investiga y responde: ¿qué parecido se puede apreciar entre Gilanco y el Viento Zonda?
7. Subraya con rojo las afirmaciones que creas correctas:
Este relato es una leyenda porque:
a) Posee una explicación racional de los hechos.
b) Posee elementos sobrenaturales o fantásticos.
c) Los personajes principales son dioses y seres con poderes sobrenaturales.
d) Forma parte de la literatura oral.
e) Se puede ubicar a los personajes en un ámbito geográfico y en un tiempo determinado.
f) Forma parte de la religión de un pueblo.
g) Explica el origen de algo.
h) Los personajes principales son seres humanos.
8. Toda leyenda es el relato de una transformación, en este caso la transformación fue de ………………….. en
………………….
9. Transfórma la leyenda en una Noticia, para ello recuerda ponerle un Titular(Volanta, Título, Copete) que resulte
interesante y atrapante para el lector.
b. Una vez realizada tu noticia, contesta las seis preguntas básicas (¿Qué pasó?; ¿Dónde pasó?; ¿Cómo pasó?;
¿Cuándo pasó?; ¿Quién participó?; ¿Por qué pasó?).