Ética Epicúrea y Estoica

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 2

Ética epicúrea y estoica

A partir del siglo III a.C. comenzó un cambio muy importante en la antigua Grecia con
respecto a la filosofía, donde se comenzó a desarrollar una filosofía practica enfocado al
hombre y su hacer en lo cotidiano tal como dijo Sócrates: “Una filosofía al servicio del
hombre”.

El estoicismo y epicureísmo fueron escuelas filosóficas que se basaban en la filosofía de


Sócrates, trataban de dar al hombre un modelo de vida donde el hombre se tenia que
guiarse para su vida. Estas escuelas proponían teorías acerca de cómo alcanzar la
sabiduría en base un modelo de vida. El objetivo principal de ambas escuelas es la moral;
esto es, la ordenación de la conducta humana de modo que sea posible alcanzar una vida
plena y feliz, estas pretenden fundamentarse en un conocimiento de la naturaleza, tanto
entendida como la naturaleza humana, como la totalidad en sí del Universo.

Epicureísmo

La escuela epicúrea fue fundada por el "Maestro del jardín" (nombre que se le daba a
Epicuro), cerca del año 306 a.C. El epicureísmo adopta la interpretación hedonista de la
naturaleza humana, que ya encontramos formulada de forma cruda en ciertos sofistas: la
ley fundamental de la naturaleza es la búsqueda del placer. La felicidad consiste,
según Epicuro, en una consecución del placer sabiamente administrado juntamente con
el alejamiento del dolor, vivir sin preocupaciones (ataraxia) tal como decía Epicuro: “El
filósofo debe evitar tener miedo a los dioses, a la muerte y al futuro”, los epicúreos no
creían en el destino, según ellos este no existía, decían que las cosas se daban por el azar
y otras se daban por cosas que ellos generaban. Para obtener el placer, según ellos el
hombre debía guiarse por la virtud de la prudencia, “saber que la intención de sus actos
es correcta, es decir, es conforme con la naturaleza” (Ortiz, 1997).

Entre los seguidores de las enseñanzas de Epicuro en la Antigua Roma figuran los
poetas Horacio, cuya famosa declaración Carpe Diem ("aprovecha el día") ilustra su
filosofía, Virgilio y Lucrecio. El epicureísmo es una doctrina de
un paganismo típicamente laico y mediterráneo, y en este ámbito ganó gran número de
seguidores que la consideraron una doctrina verdadera que solucionaba todos los
problemas.
Su escuela de pensamiento perduró largamente durante siete siglos tras la muerte de
Epicuro; pero después fue casi relegada al olvido al advenir la Edad Media, periodo en el
que se perdió o fue destruida la mayoría de los escritos de este filósofo griego a causa del
rechazo que por sus ideas experimentó el Cristianismo, que no pudo adaptarlas a su sistema
de creencias por la visión cristiana del dolor. Por otra parte, el platonismo y
el aristotelismo lo intentaron integrar con poco éxito.

Estoicismo

La corriente estoica tiene su comienzo histórico hacia el año 300 a.C., cuando Zenón de
Citio, griego nacido en Chipre, fundó la escuela de la Stoa. Los estoicos pensaban que la
Ética era la parte central de la filosofía, donde el objetivo de la ética era “conocer todo
aquello que le permita conseguir la felicidad, primordialmente la felicidad interior, y no
el goce de las cosas externas” (Parra Alvarez, 2000). Caso opuesto a los epicúreos, estos,
si creían en el destino, pensaban que el destino regia el azar y el hombre seria feliz cuando
este aceptase su destino “La verdadera sabiduría consiste en aceptar que el destino es
incambiable y así esperarlo tranquilamente, ya que Dios gobierna el universo y busca lo
mejor para el hombre”. Para el estoicismo, la auténtica felicidad sólo puede consistir en
la virtud, en el autodominio y fortaleza de ánimo, que hacen al sabio imperturbable frente
a la desgracia y el destino. Esto trae como consecuencia que no es propiamente el deber
el móvil de los actos humanos. Incluso si se actuara moralmente esperando lograr así una
vida placentera. El estoicismo se volvió en gran medida a la filosofía de Heráclito y
predicó el determinismo más riguroso. Todo está determinado y nada puede hacerse para
cambiar el rumbo de los acontecimientos: defendiéndose, claro está, la existencia de ese
destino.

Referencias
Ortiz, M. T. (1997). LA ÉTICA KANTIANA, El EPICUREISMO y EL ESTOICISMO. Revista Estudios,
Universidad Costa Rica, 14-15.

Parra Alvarez, C. (2000). LA FILOSOFÍA Y EL SABIO ESTOICO. Horizontes Educacionales, 27.

También podría gustarte