La Carga de La Prueba
La Carga de La Prueba
La Carga de La Prueba
LA CARGA DE LA PRUEBA
Facilitador:
Abog. Piazza
Autor:
Sandra Carolina Gamboa López C.I. V-13.148.227
Sección T1 Derecho
9no Trimestre
Todos los seres humanos debemos en algún momento probar hechos, resultados efectos,
reconstruyendo el pasado, analizando el presente, a través de lo cual la noción de prueba
está presente en todas las manifestaciones de la vida humana, de ahí que exista una
noción ordinaria o vulgar de la prueba, al lado de una noción técnica y que ésta varíe
según la clase de actividad o ciencia que se aplique.
El derecho probatorio, considerado como una de las áreas más importantes del derecho,
ya que a través de las pruebas el juez soporta su decisión, cuando la convicción y certeza
provienen de pruebas correctamente valoradas, generando eficacia en la administración
de justicia y sentencias que correspondan a la verdad material.
Realizaremos un análisis sobre las pruebas en los distintos procedimientos orales, así
veremos que muchas materias rigurosamente procesales, están debidamente tratadas en
códigos sustantivos, y leyes especiales, que no se limitan a una simple enumeración de
los aspectos sustantivos a cada institución, sino que también dan cabida a preceptos
procesales, como procedimientos probatorios que coadyuvan al nacimiento de pequeñas
incidencias que envuelven las controversias judiciales, con desmedro de las relaciones
jurídicas.
Esta diversidad de normas y de procedimientos no trae confusión, puesto que en los
procesos judiciales se aplicarán normas del código adjetivo, y lo que no haya sido previsto
y resuelto en la ley, se aplicarán las supletorias del Código Civil y del Código de
Procedimiento Civil, conforme a las normas generales del derecho y lo establecido por las
actuales jurisprudencias.
La idea del banco probatorio es facilitar las referidas pruebas, aportando patrones
indubitables para la comparación, de allí que serán las leyes que regulen a estos bancos,
las que establezcan los requisitos que garantizarán la autenticidad de las muestras y
objetos, pudiendo contemplar algunos órganos administrativos a los fines de establecerse
como auxiliares de la justicia.
La Carga de la Prueba
LA CARGA DE LA PRUEBA
Prueba:
Para Carnelutti: Es aquella que no sólo sirve para el conocimiento del hecho, sino
también como la certeza o convicción que aquella proporciona, siendo en sentido amplio,
un equivalente sensible del hecho que habrá de valorarse.
La prueba
Por tal motivo, el derecho a probar constituye parte del debido proceso,
toda vez que así expresamente se encuentra establecido en nuestro Texto
Fundamental, por lo que, la prueba no debe observarse, tal y como lo indica el
autor Reynaldo Bustamante Alarcon[5], como una mera diligencia que atienda sólo
a las normas que regulan su admisibilidad o desarrollos procedimentales, sino que
debe ser vista como un derecho subjetivo de los sujetos procesales legitimados a
intervenir en la actividad probatoria que define –junto a otros elementos- el debido
proceso.
Pero como todo derecho debe tener ciertos límites, consideramos que por
tratarse de un derecho que se materializa o se ejecuta ineludiblemente dentro de
un proceso judicial o administrativo, debe estar limitado por ciertos principios
procesales, como los pueden ser el de la idoneidad, pertinencia, conducencia,
licitud, control y contradicción, entre otros.
Por otra parte, consideramos que tal derecho constitucional también tiene
un carácter subjetivo en virtud que, tal y como lo señala el artículo 49.1 de nuestro
Texto Fundamental, toda persona tiene la obligatoriedad de ejercerlo en cada
proceso o procedimiento bien sea judicial o administrativo, es decir, es un derecho
de cada individuo que le garantiza un debido proceso y el derecho una adecuada
defensa dentro de aquellos.
Para Parra Quijano, es una noción procesal que consiste en una regla de juicio,
que le indica a las partes la auto – responsabilidad que tiene, para que los hechos que
sirven de sustento de las normas jurídicas cuya aplicación reclaman, aparezcan
demostrados y que le indican al juez como debe fallar cuando no aparezcan probados
tales hechos.
Posee un aspecto subjetivo, ya que contiene una norma de conducta para las
partes, señalándoles que quien alega debe probar.
Posee un aspecto concreto, pues determina en cada caso específico los hechos
particulares que en cada proceso interesa demostrar a cada parte.
En cuanto al aspecto objetivo, éste implica una regla de juicio, conforme a la cual,
cuando falta la prueba de los hechos que fundamentan el litigio, el juez debe proferir una
sentencia de fondo desfavorable para quien tenía la carga de suministrarla.
Le indica a las partes que hechos deben probar si pretenden salir victoriosos en el
proceso, circunstancia ésta que igualmente constituye su importancia.
Ahora bien luego de establecer los conceptos de prueba y carga probatoria, así
como el fundamento e importancia de la carga de la prueba, es necesario de igual forma,
señalar el fundamento de la distribución de la carga probatoria, por encontrarse
íntimamente vinculado con el tema en desarrollo, como lo es la carga dinámica de la
prueba.
Su Valoración
Pues bien, como puede apreciarse de una lectura de las sentencias antes
referidas, sabemos que constituye un vicio de la sentencia cuando el juez omite,
bien sea total o parcialmente, la valoración de algún medio probatorio, siendo ello
a su vez una violación al debido proceso.
En ese mismo sentido, indica Carlo Lessona, citado por el autor Gabriel
Alfredo Cabrera Ibarra[21] con respecto al sistema que venimos comentando, que
es aquel “…en el que las pruebas tienen un valor inalterable y constante,
independientemente del criterio del juez, quien se limita a aplicar la ley a los casos
particulares…”.
Pues bien, tal sistema ofrece ciertas ventajas, como por ejemplo, la
seguridad jurídica, habida cuenta que las partes, anticipadamente, conocerán el
valor probatorio de los medios aportados al proceso, evitándose así un rechazo
arbitrario e inmotivado de dichos medios. También pudiera señalarse que existiría
uniformidad en las decisiones, evitándose el favorecimiento del juzgador a una de
las partes del proceso.
La Distribución de la prueba
Fundamento de la distribución:
Dentro de ésta teoría, el rol del juez es fundamental ya que ante la falta de prueba,
es importante que el Juez valore las circunstancias particulares de cada caso, apreciando
quien se encontraba en mejores condiciones para acreditar el hecho controvertido, así
como las razones por las cuales quien tenía la carga de la prueba no la produjo, a fin de
dar primacía a la verdad jurídica objetiva, de modo que su esclarecimiento no se vea
perturbado por un excesivo rigor formal.
Las bases que pretenden sostener esta posición, podemos resumirlas en las siguientes:
1.- Cambio de actitud en el juzgador, quién debe tomar ya, un rol directivo, y no de
simple espectador en el procesal.-
2.- Cambio en la conducta procesal de las partes, las cuales deben ir
encaminadas a los principios de buena fé, y lealtad procesal, teniendo como fin
último, el arribo a la realidad fáctica.-
3.- Por último, que la sentencia debe, innecesariamente, ser la solución “justa” al
caso concreto.-
Asimismo tenemos el caso de la aplicación de ésta teoría dentro del área procesal
civil en las legislaciones de argentina y Colombia, en las cuales se aplica en materia de
responsabilidad civil del médico, es el jurista Rosarino, Jorge Peyrano, uno de los
procesalistas Argentinos que, en el orden nacional, ha impulsado la aplicación de la
“carga dinámica de la prueba” en materia de responsabilidad civil del médico.
Esta corriente de pensamiento, que tuvo acogida en algunos tribunales del País, y
del extranjero, -excepcionalmente en España-, concretamente, sostiene que:
“En toda causa que este cuestionada la responsabilidad médica –lease obligación
de medios-, debe probar quién se encuentra en mejores condiciones para ello; es decir el
médico...”.
“...Esta nueva doctrina, trató de flexibilizar la rigidez en que habían caído las reglas
sobre la carga probatoria, y determinó la aplicabilidad de las mismas para supuestos
excepcionales caracterizados por ser de difficilioris probationes, estableciendo dos reglas
básicas por las cuales se rebalanceaba la carga procesal...”.
También se ha dado en llamar a esta teoría como “solidarista del proceso y de la
prueba”, o teoría, o doctrina de la “carga de la prueba compartida”, entre otras
denominaciones.
El tema referido a “la carga probatoria” de la culpa médica, y los criterios para su
valoración, es, sin lugar a dudas, unos de los campos jurídicos referidos a la
responsabilidad Civil del Médico, que más dividen y preocupan a la doctrina y
jurisprudencia.
La preocupación pasa por llegar a la solución justa del caso concreto; en el campo
de la prueba de la culpa médica, generalmente la obtención de los elementos fácticos
para el paciente, es de difícil producción; otras tantas imposible.
“mediante una interpretación teleología de los artículos 1.354 del Código Civil y
articulo 506 del Código de Procedimiento Civil, para que no se haga cierta la
aseveración del hoy magistrado, JESUS EDUARDO CABRERA ROMERO, cuando
estatuyó, que en materia probatoria y, específicamente de carga de la prueba, el
Código de Procedimiento Civil nació viejo, lo que impone al interprete, su
adecuación a las tesis modernas del derecho probatorio, dando aquí por
reproducido lo establecido en diversas sentencias de este tribunal sobre el tema en
especial, en el expediente 5468 en el cual se estableció lo siguiente:
“En materia de pruebas, este juzgador ha venido aplicando la Teoría Dinámica de la
misma, sobre la base de lo establecido por la Sala Social en esta materia, así este
Tribunal tiene decidido que la carga de la prueba es un capítulo dentro de la teoría
general de la prueba y una especie en relación a las cargas procesales en general,
por ello para comenzar se hace necesario aclarar esos conceptos previos.
El proceso, como serie concatenada de actos procesales, cumplidos por los sujetos
que en él intervienen, entendiendo a estos como juez y partes, les impone durante
su desarrollo una serie de conductas, que les conviene cumplir, y cuya
inobservancia acarrea respecto del sujeto que la omite, consecuencias adversas,
poniéndolo en situación desventajosa frente a su contraparte, que se traduce en
pérdida de oportunidades para su defensa y puede llegar a determinar su derrota en
el proceso.
Y si bien esta actividad procesal impuesta a las partes vive y se manifiesta con más
fuerza en los procesos dispositivos (como el civil), no pierde importancia en aquellos
inquisitivos, toda vez que el juez no podrá suplir -a pesar de sus mayores facultades- la
negligencia o la desidia en la que pueden caer actor y demandado si dejan de acercar,
oportunamente, la prueba de los hechos que afirman como sustento de sus pretensiones
o excepciones; o si no impugnan -en su momento- las providencias que los perjudique.
De esto se deduce que las partes están facultadas por la ley del proceso para ejecutar
ciertos actos, adoptar determinadas conductas, afirmar hechos y hacer peticiones, todo
dentro de los límites de tiempo y lugar que la ley señale, para obtener éxito y evitar
perjuicios como resultado del proceso. No obstante, la parte no está obligada a ejercitar
estos actos de los que venimos hablando, pero sólo haciéndolo se evita ese resultado
adverso, y se coloca en una posición ventajosa frente a su contraparte. Es decir, la parte
elige, ejecuta el acto y obtiene el resultado útil que del mismo resulta, o no lo cumple
aceptando el riesgo de un perjuicio por dicha conducta omisiva.
En definitiva, abstrayéndonos de los conceptos fundamentales de las distintas posturas
que hay al respecto, se puede intentar dar un concepto un tanto más específico, y decir
que la carga procesal es un poder, que consiste en la posibilidad que tiene el sujeto
conforme a la norma que la consagra, de ejecutar libremente el acto objeto de ella, para
su propio beneficio. Vemos que el sujeto se encuentra en absoluta libertad para cumplir o
no el acto que la norma contiene, no obstante que su inobservancia puede acarrearle
consecuencias desfavorables; y ninguna persona –ni el juez- puede exigirle su
cumplimiento, de lo que se desprende que la omisión de esa carga es perfectamente
lícito, por estar autorizada en la ley.
Esta conducta que pretende la carga procesal es siempre activa, porque se refiere a la
ejecución de actos y no a la prohibición de ejecutarlos. Además son reglas objetivas
consagradas en la ley.
La carga se distingue de los deberes; que se cumplen en interés del Estado y, de las
obligaciones que se ejecutan en favor de un acreedor. Se trata de un poder que interesa
principalmente a quien le esta reconocido. Es un poder y no un deber o una obligación,
por ello, por lo general, la norma que consagra la carga es permisiva, aunque a veces
este redactada como una orden; por ejemplo el auto para que la parte comparezca a
reconocer como auténtico un documento.
Dentro de las cargas procesales está, entonces, entre otras, la carga de la prueba y
hablar de ella impone la necesidad de responder aunque mas no sea en forma sucinta a
las preguntas clásicas de la teoría general de la prueba.
Establecer ¿Qué es la prueba? es el punto de partida de la teoría y su respuesta es
que la prueba es verificación y no averiguación, esta última actividad corresponde a
las partes y no al juzgador, quien puede clarificar o aclarar algún aspecto de lo que
ya esta discutido, pero nunca ir en busca de esa verdad que han debido procurarle
las partes.
No es raro y hasta es corriente que se diga que se prueban hechos, pero en realidad
los hechos no se prueban, los hechos existen; lo que se prueba son afirmaciones.
Las partes formulan afirmaciones, no vienen a traerle sus dudas al juez sino su
seguridad sobre lo que saben, para que el juez verifique la realidad de las
afirmaciones formuladas.
Y la respuesta a la pregunta ¿Cómo se prueba?, viene dada por el hecho que se
prueba a través de fuentes de prueba que las partes llevan al proceso por
determinados medios. Las fuentes son los elementos que existen antes del proceso
y con independencia de él, y corresponden a las partes litigantes, en tanto, que los
medios de prueba le corresponden al juez y los podemos definir como las
actuaciones judiciales con las cuales las fuentes se incorporan al proceso. Son
fuentes de prueba los testigos y medio de prueba de esa fuente sus declaraciones.
Se prueba para el proceso, una prueba no es de una parte ni para una parte, ni
tampoco para el juzgador. La prueba se adquiere para el proceso.
La pregunta, sobre quien prueba, se contesta usando dos palabras bien específicas
cargas y facultades. Entonces la respuesta es que la carga de probar es para las
partes, porque no es función del juez buscar fuentes de prueba, ello le incumbe a
las partes. Pero, el juez, siempre tiene facultades y ellas se refieren a los medios de
prueba. La primera respuesta a esta pregunta es entonces que ha de probar la parte
y no el juez, pero enseguida advertimos que la cuestión no termina ahí puesto que
hay que determinar cuál de las partes es la que ha de probar.
Nos es indispensable centrar nuestra atención ahora en una de las cargas de mayor
trascendencia dentro del proceso, que es la de la prueba, porque la formación del
material de conocimiento en el proceso constituye una carga para las partes y
condiciona la actuación del juez, desde que en la sentencia no puede referirse a
otros hechos que a los alegados por aquellas, que también deben probar cuando no
fueren reconocidos o no se trate de hechos notorios.
Por eso decimos que la prueba es nada más que una condición para la admisión de
las pretensiones hechas valer por los litigantes, pero no constituye una obligación;
ellas pueden no solo omitirlas sino renunciar a la que tuviesen ofrecida. Hay que
tener también en cuenta que es principio reconocido que nadie puede ser compelido a
suministrar prueba en su contra, para beneficiar al adversario, salvo excepciones como la
obligación de absolver posiciones, la de presentar documentos que hagan al derecho de
la otra parte, o la de exhibir los libros de comercio.
Entonces la respuesta a la pregunta sobre cual de las partes ha de probar es, en
principio y como regla, que ha de probar quien afirma un hecho ya sea en la
demanda, en la contestación de la misma o al formular excepciones, de manera que
la carga de la prueba no se identifica con la calidad de demandado o de actor de la
parte, sino con las afirmaciones que ellos hacen. Ello no equivale a decir que aquel
que niega no debe probar, porque si bien la prueba de un hecho que no ocurrió
puede llegar a ser diabólica, la negativa de un hecho encierra siempre una
afirmación; la de que ese hecho no ocurrió, y si bien no va a ser objeto de prueba lo
no acontecido, porque es materialmente imposible, la prueba va a versar sobre la
existencia de un hecho que demuestre que el afirmado no ocurrió, es decir, se
trataría de una prueba indirecta o de la prueba afirmativa contraria, si la negativa no
es absoluta.
En el proceso, ante los hechos afirmados por el actor, en su demanda el accionado,
puede asumir distintas posturas:
a) Los admite expresamente como verdaderos, lo cual ya de por sí determina su exclusión
como objeto de prueba.
b) Los ignora totalmente, dejándolos sin respuesta al no comparecer a contestar la
demanda, en cuyo caso su silencio "debe" ser considerado por el juzgador como una
presunción de la verdad de los hechos expuestos al demandar, salvo prueba en contrario.
c) Los contesta guardando silencio o pronunciándose en forma evasiva o ambigua en
lugar de hacerlo reconociéndolos o negándolos en forma categórica.
d) Los contesta, negándolos particularizadamente, en forma expresa y categórica.
En el primer supuesto (a), la admisión expresa por parte del demandado de los hechos
aducidos por el actor al accionar, al no existir "hechos controvertidos", la cuestión se torna
de puro derecho y pasan los autos a sentencia.
En el segundo supuesto (b), la falta de contestación de la demanda sólo crea una
presunción de veracidad de los hechos afirmados por el actor, salvo prueba en contrario
que debe aportar el demandado.
En el tercer supuesto (c), el silencio o la respuesta evasiva o ambigua no es admisible, ya
que la ley no permite, por parte del accionado, conductas irresolutas en su contestación
de demanda.
En el cuarto supuesto (d), en el que el demandado contesta la acción negando los hechos
afirmados por el actor al demandar en forma particularizada, expresa y categórica, las
respuestas negativas pueden adoptar dos modalidades: 1) respuesta negativa simple,
donde el demandado se limita a negar en forma expresa que el hecho en que el actor
sustenta su demanda sea cierto. En tales circunstancias, queda a cargo del accionante
acreditar los hechos controvertidos en que funda su demanda. 2) Respuesta negativa
calificada: Aquí el demandado no se limita a negar el hecho afirmado por el actor, sino
que da una nueva versión sobre el mismo hecho.
"El hecho no ocurrió como dice el actor, sino de esta otra manera", lo que trae como
consecuencia que asuma la carga de probar su respectiva afirmación.
Otras teorías clasifican a los hechos en constitutivos, impeditivos o extintivos de un
derecho a los fines de la distribución de la carga de la prueba e imponen, en principio al
actor la prueba del hecho constitutivo de su derecho, en tanto que le correspondería al
demandado acreditar el hecho impeditivo, modificativo y extintivo, pero esta regla no es
absoluta porque a veces un hecho impeditivo, modificativo o extintivo puede ser el
fundamento de una demanda o a la inversa.
Una adecuada distribución de la carga de la prueba, entonces, implica que cada una
de las partes debe probar los presupuestos de hecho de la norma que invoca como
fundamento de su pretensión, defensa o excepción, sean esos presupuestos
constitutivos, extintivos o modificativos. Y por ello no debe olvidarse que la
demanda y la contestación, tienen la misma naturaleza jurídica, como bien afirma
Rocco, en el, sentido de que la demanda consiste en la solicitud hecha al órgano
jurisdiccional para que declare la certeza de una determinada pretensión y la
contestación, consiste en lo inverso, es decir en una pretensión declarativa
negativa de certeza, que se solicita al mismo órgano jurisdiccional.
Devis Echandía señala dos aspectos de la carga de la prueba, como regla del juicio y
como regla para las partes. El primer aspecto, excede el punto aquí tratado porque esta
relacionado con la valoración de la prueba, se refiere al supuesto en el que no hay prueba
suficiente por lo que él hace valer esa consecuencia adversa que el ordenamiento jurídico
prevé para quien no probó y evita la posibilidad de no pronunciarse por no estar la
cuestión suficientemente acreditada. El segundo aspecto se refiere a la carga de la
prueba como regla de distribución de la misma que le indica a las partes a quien le
conviene que un hecho se pruebe.
Aquí la doctrina es pacífica en cuanto considera, que se está refiriendo a los supuestos en
que se cuestiona el monto de las retribuciones y/o prestaciones y, se extiende a las
obligaciones fijadas por la ley o convención colectiva de trabajo, y a las pactadas por las
partes, pero dejando bien en claro que, si se alega un haber convenido superior al
establecido por la ley o convención colectiva, deberá el trabajador aportar la prueba de
sus afirmaciones controvertidas.
Confección Ficta
Confesión ficta;
Artículo 362 CPC Si el demandado no diere contestación a la demanda dentro de los plazos indicados en
este Código se le tendrá por confeso en cuanto no sea contraria a derecho la petición del demandante, si
nada probare que le favorezca. En este caso, vencido el lapso de promoción de pruebas sin que el
demandado hubiese promovido alguna, el Tribunal procederá a sentenciar la causa, sin más dilación, dentro
de los ocho días siguientes al vencimiento de aquel lapso, ateniéndose a la confesión del demandado. En
todo caso, a los fines de la apelación se dejará transcurrir íntegramente el mencionado lapso de ocho días si
la sentencia fuere pronunciada antes de su vencimiento.
La Contraprueba
Llamamos prueba principal a aquella que tiende a probar los hechos que son base de aplicación de la norma
jurídica cuyo efecto se pide en el juicio; por consiguiente, la prueba principal se refiere a la prueba de los
hechos constitutivos.
La contraprueba incide igualmente sobre los hechos base de la aplicación de la norma jurídica y tiende, por el
contrario, a introducir en el ánimo del juez la duda acerca de la veracidad de los hechos alegados y probados
por la parte contraria. La contraprueba tiende a demostrar la imposibilidad de la prueba principal practicada
por la parte actora.
Distinto a la contraprueba es la prueba de lo contrario, que incide sobre lo que conocemos con el nombre de
hechos impeditivos, extintivo o excluyentes en modo tal que la prueba de éstos desvirtúa la realizada por la
parte actora.
En el proceso civil, donde prima la igualdad entre las partes, parece ser lo justo y
equitativo, que corresponda probar a quien afirma. Pero en el proceso laboral
corresponderán mayores cargas a quien dispone de mayores posibilidades en
orden a la posesión de los medios idóneos de pruebas y a ello se refiere la
inversión de la carga de la prueba aquí tratada.
Dentro de las nuevas corrientes del derecho procesal, la teoría de la carga dinámica
de la prueba establece que debe probar quien esta en mejores condiciones de
hacerlo, pero esta teoría no determina que esa distribución de la carga de la prueba,
de acuerdo a quien se encuentra en mejores condiciones de suministrarla, sino que
es el propio juzgador quien la va a distribuir en el proceso. Se trata de una teoría
que se inicia en el campo del derecho procesal civil y que en materia procesal
laboral ha sido receptada, pero que no podemos aplicar indiscriminadamente a
otros supuestos que no sean los de los débiles jurídicos, porque como opina la
doctrina, la inversión debería ser siempre legal no excluyendo la interpretación
teleológica.
Las cargas procesales son una manifestación mas de la libertad de la que gozan los
justiciables en el litigio, la que en combinación con la diligencia que observen a lo
largo del proceso, coadyuvan a obtener los resultados al que cada sujeto aspira en
la culminación del mismo.
Las hipótesis de inversión de carga de la prueba y su realización durante el proceso
surgen no sólo de la ley, y su interpretación, no debe ser considerada peligrosa,
toda vez que se trata de una interpretación teleológica que no puede provocar la
desnaturalización del instituto”.
CONCLUSIÓN
Así mismo, la presencia de las partes en el tribunal y en el lugar de los hechos, mediante
apoderados, garantiza el principio de control de la prueba, por lo que el derecho a la
defensa tiene la posibilidad de ejercerse cabalmente, se trata de una forma de
implementar la libertad de medios.
Hemos visto, como se trata entonces de probanzas valorables por la sana crítica, lo que
excluirá de la apreciación lo ininteligible, oscuro o defectuoso en cualquier forma.
Otra función que podrían cumplir los bancos probatorios, es servir tanto al estado como a
los particulares, como depositarios de pruebas con miras a juicios futuros o en pleno
desarrollo, ya que cuando dicha prueba se incorpore al juicio, ya estarían probados, con el
procedimiento (especial de prueba anticipada) la relación del objeto causa, y su nexo con
la parte.
La naturaleza de las pruebas en nuestra legislación es constitucional, estableciendo, la
Constitución Nacional, el derecho a la defensa en el artículo 49, lo contrario, sería
concebir un sistema sin pruebas, lo cual resultaría imposible, ya que daría pie a la
anarquía y a la inseguridad jurídica, ya que la prueba respalda el derecho da carácter al
proceso y respalda el derecho subjetivo de las partes.
Es por ello que en nuestro criterio, los temas antes analizados, especialmente la
teoría de la carga dinámica de la prueba así como el banco probatorio, resultarían
de gran utilidad y beneficio a la aplicación del derecho procesal venezolano, por
cuanto la actualización de normas, procedimientos y técnicas probatorias,
contribuyen a la obtención de sentencias ajustadas a derecho en la medida en que
se produzca la convicción del juez, y a evitar el retardo judicial, como por ejemplo,
el caso referido anteriormente, de la prueba anticipada, la cual prepara el proceso
futuro, ya que el derecho es y debe ser una forma de hacer justicia, pero una
justicia expedita y eficaz.
A pesar que algunas de nuestras normas que rigen distintos procesos son
preconstitucionales, como el caso del Código de Procedimiento Civil, contempla
en su artículo 507, y como excepción, la posibilidad que el juez valore el mérito de
una prueba de conformidad con la sana crítica cuando no exista regla legal
expresa para valorarla, es decir, prevé un sistema de prueba legal “atenuado” para
los procesos civiles.
Distinto sistema de valoración establece el artículo 22 del Código Orgánico
Procesal Penal t el artículo 450, literal “k” de la ley Orgánica de Niños, Niñas y
Adolescentes, al señalar que las pruebas se apreciarán por el tribunal según la
sana crítica observando las reglas de la lógica, los conocimientos científicos y las
máximas de experiencia y la libre convicción razonada. Consideramos un gran
avance y acertado jurídicamente que en materia penal la valoración de las
pruebas se realice según la sana crítica.
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