Oración
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La oración es el centro la vida cristiana, pues todo lo que conocemos de Dios nace siempre
de una iniciativa de amor que quiere comunicarse y darse a entender a nosotros como un
Padre deseoso de amarnos y de estar con nosotros (ver el Catecismo de la Iglesia Católica
#27).
Sí, es cierto, somos fruto de un desbordamiento de su amor y eso que Él siente por
nosotros es incalculable, insondeable, inimaginable. Sin miedo podemos afirmar que
también nosotros queremos amarlo, que lo necesitamos mucho; sin embargo, ¿cómo
acercarnos a Él? ¿Cómo lograr degustar cuán bueno es? La respuesta no es tan compleja.
Hay una clave en particular: la vida de oración.
Recordemos por un momento cuántos santos han experimentado una plenitud increíble
solo con tener hábitos y disciplinas espirituales basadas en escuchar y pasar rato con Dios.
Ellos contaron con las mismas herramientas que nosotros, los mismos sacramentos, el
mismo Padre enamorado y el mismo llamado a la felicidad sin fin. Partiendo de este
principio los queremos animar a perseverar en la oración dándoles estos 5 sencillos
consejos.
1. Comienza
Crear un hábito es lo más complejo de todo, sobre todo el comienzo. Pero, como nos ha
dicho el papa Francisco, el camino se hace caminando. Para crear un hábito tienes que
iniciar eliminando la palabra “ganas” de tu diccionario. A veces esperamos que de
nosotros brote un deseo ardiente por la oración, y sí, eso puede ocurrir, pero de seguro
no siempre. Ya nos ha dicho Jesús que «el espíritu es decidido pero la carne es débil» (Cf.
Mt 2, 41).
Nuestro espíritu lo único que anhela es encontrarse con Dios, pero el obstáculo es nuestra
carne: la pereza (ella preferiría hacer cosas diferentes a estar orando) (Cf. Gal 5 19, 21) sin
embargo tenemos la certeza de que Dios nos da la fuerza para sobreponernos. No
creamos que Él nos va a pedir lo que para nosotros es imposible, pero precisamente,
como existen distintas tentaciones debemos tomar la vida espiritual con mucha seriedad y
madurez. Poner alarmas en tu teléfono móvil puede servir. ¡No olvides comenzar de a
poco e ir aumentando, podrías pasar de 5 minutos, a varias horas diarias!
En todo caso lo más importante es que no dejes de perseverar aunque tengas tiempos
donde no sientas nada, conserva la calma que Dios está al mando. Pide al Espíritu Santo la
gracia de perseverar y haz tu parte de la mejor manera: poner tiempo y voluntad. Si
pierdes el hábito encuéntralo de nuevo. No te rindas, ese deseo de santidad te llevará a
la meta propuesta.
2. Utiliza recursos
Algo que puede ayudarnos mucho, y más aún en esta era digital, son los recursos
audiovisuales religiosos tales como videos, música, audios, etc., material que ayude a
nuestro entendimiento y le proponga disposiciones y sentimientos a nuestro corazón y a
nuestra imaginación. Estos recursos se hacen espacio en nuestros sentidos, facilitan la
concentración, ayudan a abrirle las puertas al Espíritu Santo y nos proporcionan paz.
Podemos tener una lista de reproducción que nos ayude en la oración diaria (ésta puede
contener, desde cantos gregorianos, hasta otras hermosas interpretaciones llenas de una
experiencia personal con Dios) también puedes suscribirte a un servicio de oración diaria
o escuchar audios de reflexiones espirituales del Papa, los obispos, sacerdotes, etc. Verás
como la oración se extiende minuto a minuto sin que lo percibas.
3. Ambienta un lugar
Concibe tu relación con Dios como una relación de amor. Los noviazgos y matrimonios
nacen como imagen y semejanza de ese amor. Ambientar tu lugar de oración será de
gran ayuda, puedes utilizar velas, colocar una imagen que contemples o simplemente
elegir un lugar apartado en medio de la naturaleza. Preparar todo hace que los detalles
cultiven esa relación de amor. De ti depende, Dios ha puesto en tu corazón deseo, gusto e
inclinaciones por ciertas cosas que son para ti bellas, y te hablan de Él.
4. Evita la monotonía
A veces en la vida de oración todo se vuelve monótono, no porque Dios lo sea, si no
porque tú estás en el proceso de conocerle y de encontrar tu manera de relacionarte con
Él. Escúchalo a Él que es la cabeza de la relación y es generoso en sus maneras de llegar a
ti. Permite que el inspire en ti deseos novedosos que pueden variar desde una visita al
Santísimo hasta incluir otro tipo de oraciones que hacen parte de la tradición de la
Iglesia… u otro tipo de recursos que no podríamos enumerar pues brotan de un Dios
eterno.
5. Medita y contempla
Conocer lo que Dios ha hecho con otros puede llegar a ser asombroso y podría inspirar
lo más profundo de nuestros deseos, y es que Dios le ha hablado a su Iglesia desde
siempre. La lectura de la Biblia (en especial) y de otros libros espirituales te permitirá
darte cuenta que el mismo amor que le manifestó Dios a algunos también te lo puede
enseñar a ti. No olvides que no se trata del que más ame a Dios sino del que más se deje
amar por Él. Contempla las escenas y permite que Dios te hable.
No te olvides que lo más importante es, a través de estos medios, hacer el esfuerzo de
rezar todos los días un ratito; así, poco a poco, el deseo de Dios irá creciendo en tu
corazón.
2. Formas de oración:
Existen muchas maneras de buscar la unión con Dios. Sin querer acabar toda la
espiritualidad en este artículo, les comparto 8 acciones que nos ayudarán a buscar a Dios
en lo cotidiano y a unirnos a Él sea donde sea o hagamos lo que hagamos.
1. Meditación
Hablar de meditación puede asustar incluso a los más veteranos en la vida espiritual. Y es
que no hablamos de yoga, reiki o similares, aquí hablamos de la oración, el diálogo entre
dos personas en la unidad del amor. Es como cuando hablas con tu papá o tu mamá, pero
esto es con Dios. Sí, es un diálogo. Pero no necesitas muchas palabras, basta abrirle el
corazón al Señor que ya sabe lo que te sucede. Hablamos principalmente de cinco tipos de
oración: bendición, adoración, petición e intercesión, acción de gracias y alabanza. Te
recomiendo que dediques unos 30 minutos al día para esto. De preferencia por la mañana,
antes de hacer cualquier otra cosa, así permeas todo tu ser y hacer de Dios. ¡Este será tu
momento para Él! Lo importante es saberte buscado, esperado, amado por Él. ¡Ahh!,
también deberás aceptar los momentos de silencio de Dios: cuando no te habla y parece
alejarse, esas ocasiones son las mejores para unirse a Él con fe verdadera.
«Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo
secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mateo 6,6).
2. Santo Rosario
Cuando el hombre está contento y agradecido suele ofrecer rosas a la “mujer más hermosa
del mundo” (su madre o su esposa). El rosario es lo mismo pero con nuestra Madre del
Cielo, la Santísima Virgen María. A diario podemos ofrecerle nuestras oraciones como un
ramo de flores que luego ella lleva a su Hijo Jesucristo. De esta forma la Madre intercede
por sus hijos. Es un halago, una caricia, una sonrisa que se eleva al Cielo y nos acerca
muchísimas gracias. Ese es el santo rosario. Se me ponen los pelos de punta al solo pensar
en cuántos murieron con su rosario en la mano, dando la vida por Jesús a través de la
intercesión de María. Cuántos otros sufrieron persecuciones y allí estaban rezando un
misterio tras otro. Cuántos más se vieron libres de las ataduras del demonio al solo
pronunciar el Inmaculado nombre de María.
«No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al
que pondrás por nombre Jesús. Él será grande, será llamado Hijo de Altísimo; el Señor Dios
le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la descendencia de Jacob por siempre y
su reino no tendrá fin» (Lucas 1, 30-33).
3. Lectura Espiritual
Consiste en leer un libro espiritual durante 15 o 30 minutos al día. Puede ser la vida de un
santo, los escritos del papa, libros sobre la oración, los sacramentos, etc,. Siempre que sea
una lectura “espiritual”. Esta práctica no sustituye la lectura diaria de la Biblia que incluso
podemos hacer en la meditación de la mañana, pero si será una gran oportunidad de abrir
tu mirada a la obra espiritual de la Iglesia. Debes tener cuidado con los libros de apariencia
espiritual pero que al final terminan por confundirte más. Fíjate si está aprobado por un
obispo o por el Papa. Que sea de alguna editorial católica o tenga buenas referencias
bibliográficas. Te aseguro que haciendo esto poco a poco irás conociendo más a Jesús, a la
Iglesia, a los santos, etc,.
«Porque la palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que una espada de dos filos:
penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta lo más profundo del ser y discierne
los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreros 4, 12).
4. Ángelus
Esta oración data del s. XIII. Es una muy breve oración que recuerda los tres grandes
misterios de la Santísima Virgen María: el anuncio que hace el ángel a María de que sería
Madre del Salvador, el «Sí» de María a Dios y a su plan redentor, y la Encarnación del Hijo
de Dios. Se reza tres veces al día: una por la mañana (puede ser después de la meditación),
otra a las 12 en punto (mediodía), y otra por la tarde (luego del rosario). Haciendo esta
oración con fe nos unimos a los cristianos que en el mundo elevan sus plegarias a Dios.
No olvides que recordar los misterios de la vida de la Santísima Virgen nos va centrando en
lo verdaderamente importante, en Jesús, y es que es inevitable que la Madre nos lleve a su
Hijo.
«Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: -Bendita tú entre las mujeres y
bendito el fruto de tu vientre. Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a
visitarme?… ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá»
(Lucas 1, 42-43.45).
5. Visita Eucarística
Es breve y muy fácil de hacer. Cuando pasas por una iglesia y no dispones sino de 3 minutos,
esto es perfecto para ti. Entras a la capilla y haces un acto de fe, visitas al Señor Jesús
Sacramentado. Aquí puedes decirle lo que desees, por ejemplo: «Aquí estoy, Señor, paso
muy rápido a verte sólo para decirte gracias…». San Francisco cada vez que entraba en una
iglesia decía: «Te alabamos, Santísimo Señor Jesucristo, aquí y en todas las iglesias del
mundo, pues por tu Santa Cruz redimiste al mundo». Es sencillo. ¡Cuántas veces pasamos
de largo al ver una capilla! No se trata tampoco de detenerte en cada capilla que veas, sobre
todo si vives en Roma o España donde hay muchas iglesias, sino de buscar estar con Dios,
ocupar tu tiempo con Él aunque sea breve. En caso de que no puedas ir a una iglesia,
puedes detenerte un momento y unirte a Dios con una “comunión espiritual”, diciéndole a
Dios: «Señor, te amo, quiero recibirte a Ti Sacramentado, pero no pudiendo hacerlo ahora,
te recibo espiritualmente en mi corazón». Esto sí que renueva tu día, sobre todo en
momentos de dificultad.
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no volverá a tener hambre; el que cree en mí nunca
tendrá sed… La voluntad de mi Padre es que todos los que vean al Hijo y crean en él tengan
vida eterna, y yo los resucitaré en el último día» (Juan 6, 35.40).
8. Jaculatorias
La palabra jaculatoria viene del latín «iaculum» que significa lanza. El término se ha usado
en el deporte con la variante “jabalina”. En la vida espiritual las jaculatorias son pequeñas
frases que se repiten durante el día, sobre todo en momentos difíciles, para unirnos a
Dios. Imagínate que son pequeñas flechas de luz que se lanzan al cielo, donde cada frase es
una breve oración que llega directo a Dios. Pueden ser: «Jesús, en tí confío», «Señor, tú
sabes que te amo», «Haz de mí un instrumento de tu paz», «Jesús manso y humilde de
corazón, haz mi corazón semejante al tuyo», etc. Versículos bíblicos, invocaciones,
pedacitos de oraciones, una frase de fe. Aquí tu mismo puedes crearlas, lo importante es
repetir constantemente esta frase, de manera que se haga vida, y brote de allí una
esperanza o una luz en medio de las tinieblas.
«Que la palabra está cerca de ti; en tu boca y en tu corazón. Pues bien, ésta es la palabra de
fe que nosotros anunciamos… Cuando se cree con el corazón actúa la fuerza salvadora de
Dios, y cuando se proclama con la boca se obtiene la salvación» (Romanos 8, 10).
Estos consejos no deben ser entendidos en una visión matemática. No significa que
mientras más actos hagas, más cerca estás de Dios. Lo que importa es la pureza de intención
que tengas, ese deseo auténtico de unirte a Dios, de decirle “aquí estoy”. Una vez
comprendido lo anterior estamos listos para cambiar de vida, haciéndola más espiritual,
más cercana a Dios. Antes de terminar es necesario que conozcas una máxima muy cierta:
«El que no avanza en la vida espiritual, retrocede». No es lo mismo unirte a Dios que no
unirte a Él. Tu vida espiritual sin la oración no sigue igual, al contrario, vas retrocediendo,
porque el mundo es como un río torrentoso, y nosotros vamos contracorriente, cualquier
descuido o parada te hará caer en la corriente. Sin caer en angustias o desalientos, debemos
luchar para que Cristo reine en mi vida y luego en la sociedad.
Termino con San Pío de Pietrelcina que decía: «Ora, ten fe y no te preocupes».
¿Alguna vez te has sentado al lado de tu abuelo mientras él abre su álbum de fotos?
¿Recuerdas el calor, la ternura, el afecto y la intimidad compartida? Ahora es tiempo de
que le dejes a Dios hacer lo mismo. Antes de revisar nuestro día, la idea es recordar
quiénes somos a los ojos de Dios: sus hijos amados. Trata de recordar algunos pasajes de
las Escrituras (el álbum de fotos de Dios). Deja que Él te diga cómo rescató a Israel, cómo
sacó a José de aprietos, cómo perdonó a David. Mira la paciencia y la fe que Dios le
demostró a su pueblo, Israel. Recuerda las tantas veces en que la fragilidad humana
parecía tener la última palabra, hasta que Dios encontraba la forma de demostrar que Él
es el Señor de la historia, el Señor de nuestra historia también. Recuerda a todas esas
personas que Jesús amó, todos los corazones que tocó, y todas las heridas que sanó.
Piensa en cómo les habrá hablado y recuerda que Él piensa en ti de la misma forma en
que lo hacía con ellos.
Con todo esto en mente, revisa tu día, pero hazlo en diálogo con Jesús. Mira los puntos
centrales, los más importantes: qué te golpeó, qué fue lo hermoso, qué fue lo difícil, qué
no te quedó claro, etc. No hay necesidad de ser rígido aquí, dale a tu memoria un poco de
tiempo y espacio y permite que las cosas vayan saliendo. Una vez que hayas terminado,
haz una pausa y quédate en silencio. Aquí, escucha atentamente con tu corazón.
Recuerda que este es un diálogo, no un monólogo. Antes de entrar en detalle, trata de
meditar qué crees que el Señor te está diciendo o a dónde crees que te está dirigiendo
con las experiencias que has tenido este día, con tus actitudes, con los encuentros que has
tenido, con tus pensamientos, con las pruebas que has pasado, con tus victorias,
etc. Señor, ¿quién me llamas a ser? Señor, ¿a quién ves cuando me ves? Señor, ¿qué
estás obrando con mi vida? ¿Dónde estás? Señor, ¿de qué manera me estoy acercando a
Ti? ¿De qué manera me estoy alejando de Ti? ¿Estoy poniendo a otros como centro de
mi vida? ¿Estoy cooperando contigo? ¿Estoy percibiendo y escuchando tu voz?
En el deporte, un buen entrenador siempre buscará un momento para ver qué pasó en el
partido anterior con todo el equipo. Podemos seguir el mismo esquema en la vida
espiritual. Luego de revisar todo tu día, tómate un momento para ver cómo puedes
mejorar el día de mañana. No hay que ser ingenuos, en un día no vas a lograr pasar del
campeonato local a la Champions League (perdón por la comparación). Pero si no nos
movemos para adelante entonces nos movemos para atrás. Trata de encontrar una
forma simple que te permita crecer en lo que crees que Cristo te está llamando a crecer.
Mantén esta idea o reflexión en mente y trata de recordarla a la mañana siguiente cuando
despiertes. Puede ser buena idea que la escribas en un papel para que no la olvides
(puede ser una frase que pensaste, un pasaje de las Sagradas Escrituras que te conmovió o
simplemente una palabra) Nuestro día depende en gran parte de los primeros momentos
de la mañana. Fórmate el hábito de poner en práctica lo que tu examen de conciencia te
ha revelado, esto definitivamente puede ser muy saludable para nuestra vida cristiana.
7. Dale gracias
Un retiro espiritual es esa pausa que necesitamos en el caminar de nuestras vidas para
encontrarnos de una manera más profunda y directa con Dios. Esta es una práctica
común en la iglesia que no debemos dejar de lado. Si nunca has ido a alguno o si de
pronto crees que no lo necesitas, aquí te dejamos algunos puntos importantes de lo
sucede en un retiro espiritual. Anímate a ir a uno.
«Los hombres y las mujeres de hoy necesitan encontrar a Dios y conocerlo “no de oídas”.
(…) un buen curso de Ejercicios Espirituales contribuye a renovar en quien participa la
adhesión incondicional a Cristo y ayuda a entender que la oración es el medio insustituible
de unión al Crucificado» (Papa Francisco).
Cuando un retiro empieza, los primeros momentos suelen ser raros. Es como si de pronto
el mundo se detuviera y entraras en algo que no comprendes. Tal vez tengas la urgencia de
salir o la incomodidad de encontrarte con este nuevo espacio. ¿Para qué habré venido?
¿Para qué complicarme la vida? Ten paciencia, ábrete a la acción de Dios y permite que sea
El quien guíe tus pasos. No te arrepentirás.
Hacer una pausa y entrar en un retiro necesariamente lleva a que revisemos nuestra vida.
Cómo la hemos venido viviendo, cuáles son esos eventos que nos han marcado. Es mirar
también de frente a nuestro pecado, reconocer que hemos hecho daño y nos hemos
dañado. Mirar de frente ese dolor que tal vez en un primer momento resulte difícil de
reconocer y asimilar es absolutamente necesario para poder reconciliar y experimentar el
amor y la misericordia de Dios.
8. Encontrarás descanso
Entrar de retiro es salir a una vida nueva. Es poder echarte a mirar el cielo y descubrir una
grandeza que eras incapaz de ver por estar siempre parado mirando hacia el piso.
Encontrarás una parada, alguien que te dio posada para poder volver a leer el mapa y
cambiar de dirección si estabas perdido. Un lugar donde recobrarás fuerzas para continuar.
10. Descubrirás que los mejores amigos son los que te acercan a Cristo
Es probable que a un retiro vayas acompañada de amigos, o tal vez ahí mismo conozcas
gente que te acompañará siempre, aunque no veas mucho después. «No hay amor más
grande que dar la vida por los amigos» (Juan 15, 9-17), es una realidad tangible, en un retiro
abrirás tu corazón, compartirás con ellos y celebrarás con ellos todo el amor recibido. Los
amigos que hacemos en el Señor son verdaderos regalos, amistades especiales con las
que compartes toda tu vida. Sé tú también para ellos ese “lugar-persona” donde descansar,
donde confiar y con quién compartir.
12. Saldrás con una ganas infinitas de gritarle al mundo que Dios está vivo
Es imposible que después de todo lo vivido y recibido en un momento de profundo
contacto con Dios, no tengas ganas de salir a gritarle al mundo que Dios está vivo. Así de la
misma manera como lo hicieron los discípulos de Emaús, ellos no se echaron a
descansar, ¡el corazón les ardía!, y así, salieron corriendo a contar a los demás que Cristo
había resucitado.
1. Sentado
Las celebraciones litúrgicas implican una actitud de escucha atenta, de discípulos que
quieren aprender. Nos sentamos para escuchar y ver a aquel que está de pie. En nuestra
intimidad es útil para el estudio de la palabra o alguna lectura espiritual. Comparado con
leer acostado, lo que generalmente termina en una rica siesta, leer sentado es lo mejor.
2. Acostado
Las oraciones acostado, sobre todo acurrucado y tapado, bien calentito y rico, pocas veces
terminan con un “amén”. Esas oraciones son inconclusas, uno se queda dormido antes de
terminar. Sin embargo es delicioso descansar en los brazos de Jesús, dejarse acariciar y
cuidar. No pretendas tener una oración profunda y larga si te acomodas mucho. Es
probable que comiences hablando con Él lucidamente y luego no seas capaz de ni terminar
de rezar un Ave María.
3. De pie
En la liturgia , estar de pie, expresa una actitud de “aquí estoy para servirte y te escucho
atentamente”, casi de forma militar, como listo para ser enviado a una misión. En la
intimidad es poco probable que logres mucho estando de pie, aunque si estás en la
naturaleza o en un ejercicio de contemplación, y mirar lo que está a tu alrededor es parte
de tu oración, seguro estar de pie te servirá mucho para lograr profundidad.
4. Postrado
Debo confesarte que me gusta mucho postrarme delante del Señor, lanzarme boca abajo
delante de Él –pero obviamente procuro hacerlo solo o con mis hermanos de mayor
confianza e intimidad espiritual–. Me ayuda a expresar que no soy nada, no sé nada y todo
se lo debo a Él. Disminuyo para que Él crezca en mi. Pero no se te vaya a ocurrir postrarte
en el pasillo del templo en medio de la consagración en Misa, aunque sea súper
espiritual, no vas a ayudar a las demás personas que están alrededor tuyo, solo las
distraerás.
5. De rodillas
Un buen amigo siempre dice que el trayecto que debemos recorrer para encontrar a Dios
es la distancia entre el suelo y nuestras rodillas. Arrodillarse es la posición espiritual por
excelencia. En la liturgia expresa devoción, humildad, adoración, y recogimiento. Al mismo
tiempo en la intimidad, junto a tu cama o en cualquier lugar, caer de rodillas delante de
Dios y expresar en lo secreto lo mismo que la Iglesia te invita a expresar en la liturgia cuando
te pones de rodillas, seguro te llevará a aguas más profundas en tu oración.
6. Tus ojos
Cerrados para concentrarte, para mirar en tu interior, muchos agarran un sueño que les
impide concentrarse realmente (en realidad solo me pasa a mí, quizás a ti también).
Abiertos para mirar a lo alto, generalmente ayudados de una pintura o imagen religiosa,
o bien contemplando la naturaleza (aunque si quieres mirar el techo, igual está bien
mientras te sirva).
7. Tus manos
Hay tanto que hacer con ellas y todas las formas expresan cosas diferentes. Ninguna está
mal, pero aquí sí que es importante que pongas oído a las palabras de San Ignacio cuando
se refiere al haber encontrado la posición que me permite “hallar lo que quiero”. Si
levantar las manos te permite alabar a Dios más que llamar la atención de todos los
demás que no lo hacen, ¡pues adelante! Por otra parte, si tenerlas juntas de forma
discreta te permite abrir el alma y el corazón, ¡pues adelante! Solo cuida que, además de
que ellas te ayuden a expresar tus movimientos interiores, no distraigan ni incomoden a
los que te rodean.
Leer la Biblia
Dicho esto, aquí les dejo una breve guía para poder leer la Biblia que creo puede ser útil,
sobre todo para empezar.
1. Leerla con un propósito
¿Por qué leemos la Biblia? Los motivos pueden ser innumerables, desde una simple
curiosidad hasta por el motivo principal: un sincero encuentro con Dios. Orígenes, Padre
de la Iglesia, nos enseña que hay diversas dimensiones en el sentido de las Escrituras, nos
habla de un sentido literal, un sentido moral y un sentido espiritual. Es necesario no
perder de vista ninguno. El sentido literal nos ayudará a ponernos en contexto, el sentido
moral nos habla de lo que debemos hacer para vivir la Palabra, y el sentido espiritual nos
empuja hacia el encuentro personal con el Espíritu de Dios que nos habla de Cristo. Esa es
la clave, toda la escritura santa nos conduce hacia Cristo.
No se trata de que la Biblia sea una lectura prohibida ni mucho menos, pero si la leemos a
la merced de nuestro propio criterio no solo no vamos a entender sino que nos podemos
confundir. Es importante leerla en sintonía con el magisterio de la Iglesia. Ya nos decía el
Papa Benedicto XVI que «no podemos leer solos las Escrituras porque encontramos
demasiadas puertas cerradas y caemos en errores. La Biblia fue escrita por el Pueblo de
Dios y para el Pueblo de Dios. Solo en esta comunión con el Pueblo de Dios podemos
entrar realmente con el “nosotros” en el núcleo de la verdad que Dios mismo nos quiere
decir». Es por esto que es bastante útil leer Biblias que contengan comentarios.
Hay muchas ediciones y un sin número de opciones. En la era digital te dejamos esta
opción, hay varias más, pero esta es muy buena por los comentarios y la forma amigable
de lectura.
Sagrada Biblia Universidad de Navarra
iTunes: Sagrada Biblia de la Universidad de Navarra
Amazon: Sagrada Biblia de la Universidad de Navarra
Google Play Books: Sagrada Biblia de la Universidad de Navarra
Visita al Santísimo:
2. Oración de preparación
Luego de acomodarte en una de las bancas o reclinatorios, de rodillas, realiza una oración
para preparar tu corazón. Puede ser una que tú mismo hagas espontáneamente o una
que saques de algún devocionario. Te recomendamos esta oración del S.S. Pio XII:
«Oh Dulcísimo Jesús, que escondido bajo los velos eucarísticos, escuchas piadoso nuestras
súplicas humildes, para presentarlas al trono del Altísimo, acoge ahora los anhelos
ardientes de nuestros corazones. Ilumina nuestras inteligencias, reafirma nuestras
voluntades, revitaliza nuestra constancia y enciende en nuestros corazones la llama de un
santo entusiasmo, para que, superando nuestra pequeñez y venciendo toda dificultad,
sepamos ofrecerte un homenaje no indigno de tu grandeza y majestad y adecuado a
nuestras ansias y santos deseos. Amen».
4. Escribe
Esta es una práctica personal que sirve mucho. Puedes llevar un diario del Santísimo
donde escribas algunas meditaciones de lo que acabas de pensar y sentir. Esto es como
una ayuda memoria para tu vida espiritual y te recuerda los momentos que, al lado del
mismo Dios, acabas de vivir. Volver a nuestros encuentros con el Señor nos fortalece en
los momentos difíciles.
5. Ora
Luego de tu meditación puedes rezar un rosario, el vía crucis, alguna oración sobre la
Eucaristía o la Liturgia de las horas (esto último de acuerdo a la hora en que te
encuentres).