J. I. Packer - La Salvacion Biblica
J. I. Packer - La Salvacion Biblica
J. I. Packer - La Salvacion Biblica
por J.I.Packer.
¿Por qué?
Conviene no eludir esta objeción elevada por muchos, señalando así al mismo
tiempo prejuicios e ignorancia, como si el Evangelio se limitase a eso para un
calvinista o como si, igualmente, el calvinismo fuese la expresión refinada de la
perversión teológica sin ninguna relación con el Evangelio. Pero antes de hacer
frente directamente a esta objeción, recordemos pues, a fin de restar todo
fundamento a los prejuicios, en qué consiste el calvinismo en general y "los
cinco puntos" en particular, a partir de los hechos históricos y teológicos
siguientes.
b) Siendo la fe, según la Biblia, obligatoria por parte de aquellos que aceptan el
Evangelio, el creer es una posibilidad universal y una oferta a todos los seres
humanos.
3. Dios elige y salva a las personas que sabe han de aceptar la salvación
voluntariamente.
Estas cinco proposiciones son conocidas, en los países anglófonos, bajo las
siglas TULIP (TULIPÁN en español), una alusión al origen geográfico (los
países de las flores) de "los cinco puntos" (Total depravity, Unconditional
election; Limited atonement, Irresistible grace, Perseverance of the saints), que
significa: Corrupción absoluta, Elección incondicional, Expiación limitada,
Gracia irresistible y Perseverancia de los santos.
Una (la interpretación calvinista) proclama un Dios que salva; otra (la
interpretación arminiana) un Dios que hace al hombre capaz de salvarse a si
mismo. Una presenta los tres grandes actos de la Santa Trinidad en vista de la
restauración de la humanidad perdida, a saber: la elección por el Padre, la
redención por el Hijo y el llamamiento por el Espíritu Santo, enfocados los tres
hacia las mismas personas asegurando infaliblemente su salvación. La otra
confiere a cada uno de sus actos un objetivo diferente, a saber: que la
redención por el Hijo ha sido adquirida para toda la humanidad, el llamamiento
del Espíritu Santo se dirige a todos aquellos a quienes se ha anunciado el
Evangelio y la elección del Padre no concierne más que a las personas que
responden "si" - negando a cualquiera la seguridad de su salvación.
Los planes de salvación presentados por estas dos teologías son por completo
diferentes. Para la una, la salvación es obra de Dios; para la otra, es obra del
hombre. Para la una, la fe con vista a la salvación es un don de Dios; para la
otra, constituye la contribución del hombre a su salvación. Para la una, en la
salvación de los creyentes toda la gloria revierte en Dios; para la otra, la
alabanza esta repartida entre Dios, quien, por así decir, a construido la
maquinaria de la salvación y el hombre, quien, mediante su fe, la hace
funcionar. Estas diferencias son en verdad muy grandes. Precisar bien la
naturaleza, la extensión y la intensidad, constituyen el interés permanente de
los "cinco puntos", esta especie de resumen del calvinismo.
2. El calvinismo como interpretación del mensaje de la Biblia.
a) El calvinismo presenta una visión global del mundo a partir de Dios Creador
y Rey del cosmos. Propone un paso lógico en el que el Creador es reconocido
Señor, dirigiendo todas las cosas como él lo ha decidido soberanamente. El
calvinismo es una concepción teocéntrica de la vida, es decir, completamente
sometida a la Palabra de Dios. En otros términos, es una teología construida
bajo una perspectiva bíblica, siendo Dios la fuente, el instrumento y el fin de
todas las cosas que edifican el orden, la naturaleza y la gracia. El calvinismo es
a la vez y en la forma más pura y elevada, un teísmo (la fe en Dios es el
fundamento de todo), una religión (el hombre depende de Dios quien le da todo
lo que posee) y un movimiento "evangélico" (marcado por una confianza en
Dios, mediante Jesucristo, en toda circunstancia).
* Dios, el Dios trino y eterno, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas
obrando juntos de forma soberanamente sabia, poderosa y amorosa en vistas
a la salvación de un pueblo elegido: el Padre elige, el Hijo cumple la voluntad
del Padre mediante la redención, y el Espíritu concreta el plan del Padre y del
Hijo mediante la regeneración.
* Salva, Dios realiza, desde el principio al fin, todo aquello que es necesario
para la salvación, conduciendo al pecador de la muerte en el pecado a la vida
en la gloria; él programa, ejecuta y aplica la redención; él llama, guarda,
justifica, santifica y glorifica.
En el siglo XVII esta oposición era percibida con claridad; es importante que
hoy hagamos lo mismo. Para ello coloquemos juntas las definiciones y
comparémoslas.
a). La elección.
El arminiano dice: "yo debo mi elección a mi fe", y el calvinista dice: "yo debo
mi fe a mi elección". Estos dos conceptos están, evidentemente, muy lejos el
uno del otro.
b). La redención.
Los arminianos definen el don de la gracia eterna llevado a cabo por el Espíritu
Santo, como "una acción sobre la conciencia", un simple acceso a la
comprensión de la verdad de Dios, pero que, insisten, no asegura la respuesta
de la fe.
Los calvinistas, por su parte, ven en este don no simplemente una iluminación,
sino la obra de la regeneración que Dios opera en el hombre. "El les quita su
corazón de piedra y les da un corazón de carne; renueva su voluntad y, por su
poder infinito, les orienta hacia el bien; les lleva eficazmente hacia Jesucristo; y
entretanto, produciendo Dios su querer por su gracia, los elegidos van hacia él
libremente". Esta gracia es irresistible porque aniquila toda tendencia que se le
resiste.
1. ¿Qué Evangelio?
En otros términos, Cristo nos salva con nuestra ayuda; lo que viene a significar
que nosotros nos salvamos con la ayuda de Cristo. He ahí una profunda
desilusión. Cuando se comienza afirmando que el amor salvador de Dios se
extiende a todos los hombres y que Cristo ha muerto por todos, mientras se
rechaza el universalismo, se impone esta conclusión. Seamos lúcidos a
propósito de la evolución habida después de más de un siglo. La gracia y la
cruz no han sido exaltadas; han sido devaluadas. La expiación se encuentra
más reducida que en el calvinismo, el cual afirma que la muerte de Cristo salva
a aquellos que debe salvar: esta muerte no sería ni siquiera suficiente para ello.
Los reformadores nos han liberado de este tipo de predicación y de fe, y nos
enseñan cómo creer al Evangelio escritural y cómo predicarlo.
No hay nadie que, interpelado por el Evangelio, no busque algún día, discernir
el proyecto y la intención de Dios con respecto a el, a saber, ser beneficiario de
la muerte de Cristo, estando plenamente seguro de que esta muerte es
provechosa a todos aquellos que creen en él y le obedecen.
a) Primera observación.
El Evangelio bíblico afirma que son los hombres quienes tienen necesidad de
Dios y no a la inversa (¡fábula engañosa!); invita no a compadecerse de Cristo,
sino a entender que es Cristo quien se compadece de los hombres aunque
estos estén lejos de merecerlo. Tiene siempre en perspectiva la majestad
divina y el poder soberano de Cristo; rechaza toda presentación que
ensombrezca la libertad y el poder absoluto del Señor.
¿Significa esto que los predicadores del Evangelio bíblico, tal como lo
predicaron los reformadores, lo empequeñecen limitándose a presentar a la
persona de Cristo invitando a todos a reconocerla? En absoluto.
En efecto, el Dios santo, que jamás ha tenido necesidad de los hombres para
su gozo y que habría podido rechazar por siempre a nuestra raza caída,
ciertamente ha elegido rescatar a algunos en favor de los cuales su Hijo murió
y descendió a los infiernos. Y ahora, desde lo alto de su trono de gloria, habla a
los hombres impíos a través del Evangelio, les urge, con una inmensa
compasión, a arrepentirse, a tener compasión de ellos mismos y escoger la
vida. Estos hechos nutren la predicación del Evangelio bíblico. Lo maravilloso
es que todo responde a la sabiduría divina.
Pero lo más maravilloso de todo, el punto más santo del Santo Evangelio, es la
invitación gratuita que el Señor Jesús dirige, de forma repetida, a los pecadores
para que vengan a él y hallen el descanso para su alma. Lo glorioso de estas
invitaciones es el hecho de ser dirigidas por un Rey todopoderoso, como si
formase parte de la gloria de Cristo sobre su trono el condescender a
formularlas. Y es la gloria del ministro del Evangelio, en tanto que embajador
de Cristo encargado de entregar personalmente la invitación del Rey, predicar a
los pecadores presentes ante el y urgirles a convertirse y vivir.
Estas invitaciones se dirigen a todos los hombres, son universales. Cristo las
dirige a todos los pecadores en tanto que tales, y cada hombre, en tanto que
crea que Dios es veraz, debe apropiárselas como la misma Palabra de Dios y
aceptar la promesa que les acompaña: que Cristo acogerá a todos aquellos
que vienen a él.
Tales son los tres aspectos del anuncio del Evangelio bíblico.
Ciertamente parece como si los predicadores del Evangelio bíblico fueran los
únicos en hacer justicia a la revelación de la misericordia divina, en el
ofrecimiento que hacen de Cristo a los pecadores.
b) Segunda observación.
Por otro lado, la expresión "decidirse por Cristo" obscurece aquello que es
esencial en el arrepentimiento y en la fe, a saber, el enfrentamiento del "yo"
ante el acercamiento personal de Cristo. Ni que decir tiene que decidirse por
Cristo significa venir a él, reposar en él, volverse del pecado y renunciar a las
obras meritorias. Esta formulación sugiere mucho menos y valora nociones
inexactas en cuanto a lo que el Evangelio exige realmente de los pecadores.
No hay que dejar esto para un mejor momento; es conveniente confesar pronto
y honestamente su miseria, de abandonarse, rendirse, aquí y ahora, a Cristo, y
esperar en él hasta que su luz brille en nuestro corazón, como lo prometen las
Escrituras. Toda otra actitud que no sea esta relación directa con Cristo, es
desobediencia al Evangelio. Tal es el ejercicio espiritual al que el Evangelio
bíblico llama a sus oyentes, y en el que la oración debe ser: "Creo, ayuda mi
incredulidad".
FINAL