Analisis Comentarios Casaciones 2007 2017 PDF
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Diciembre 2017
ANÁLISIS Y COMENTARIOS DE LAS PRINCIPALES SENTENCIAS
CASATORIAS EN MATERIA PENAL Y PROCESAL PENAL
Equipo Responsable:
Carlos Antonio Bazo Ramírez
Carlos Alfredo Marroquín Deza
Lyceth Luisa Flor Sánchez Ponce
Henrry Miller Abanto Castro
Luis Eduardo Rodríguez Vergara
Noelia Cárdenas Flores
Rosa Encarnación Guardia Díaz
Paola Cuya Sumalavia
Carlos Alberto Alonso Quispe
Agradecimiento Especial:
Alexander Germán Sánchez Torres
(Secretario de confianza de Juez Supremo de la Corte Suprema de Justicia del Perú)
Esta obra es de circulación nacional y está destinada a los jueces, fiscales, policías,
defensores públicos, defensores privados, estudiantes de derecho y a la ciudadanía en
general.
Diciembre 2017
La presente obra no hubiera sido posible sin la valiosa contribución de los siguientes
magistrados y abogados especialistas en materia penal y procesal penal, a quienes
la Secretaría Técnica de la Comisión Especial de Implementación del Código
Procesal Penal les expresa el agradecimiento correspondiente.
Por último, quiero expresar mis felicitaciones a todos los juristas que contribuyeron en el
desarrollo de este trabajo, a la Secretaría Técnica de la Comisión Especial del NCPP del
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos que viene editando esta publicación, en claro
beneficio al Derecho Penal y Procesal Penal para una correcta interpretación y adecuada
aplicación de los operadores y estudiosos del Derecho.
La Reforma Procesal Penal ha marcado un hito en la historia de la justicia del Perú, no solo
por la incorporación de nuevos paradigmas a nivel normativo, organizacional y de gestión
en beneficio del sistema de administración de justicia y de sus usuarios, sino también por
la necesidad de consolidar el ansiado cambio cultural en nuestros operadores, con el fin de
promover el correcto desarrollo de dicha reforma y de revitalizar el conocimiento del derecho
sustantivo para su adecuada interacción dentro del nuevo proceso penal.
1 Para un mayor análisis de la contribución del debate en la ciencia jurídica, puede verse: CONTRERAS ACEVEDO,
Ramiro. La importancia del planteamiento epistemológico en el derecho. Revista In Jure Anáhuac Mayab
[online]. 2013, año 2, núm. 3, ISSN 2007-6045. Pp. 56-77.
penal y dieciocho (18) en materia procesal penal-, lo cual no hace más que enriquecer sus
alcances e interpretación en beneficio del lector.
Cabe resaltar que, las sentencias objeto de análisis, abordan problemáticas esenciales de
aplicación y de obligatoria internalización por parte de los operadores de justicia, como son:
la inexistencia de prórroga de la prisión preventiva, la casación de oficio, la oportunidad
para la realización del registro personal, la condena del absuelto en segunda instancia,
la motivación de la sentencia bajo la prueba indiciaria, el arraigo como presupuesto del
peligro de fuga, la actividad probatoria en segunda instancia, el delito flagrante y el proceso
inmediato, la teoría de infracción de deber en los delitos de corrupción de funcionarios, las
diferencias entre complicidad primera y secundaria, el delito precedente en el lavado de
activos, el estado actual del delito de colusión, entre otras, que son de gran impacto para el
sistema de justicia penal.
ÍNDICE
PRÓLOGO 07
PRESENTACIÓN 09
CAS. N° 01-2007-HUAURA 15
01
Vladimir Padilla Alegre: “Definición y Alcances de la Prisión Preventiva”. 25
CAS. N° 05-2007-HUAURA 34
02
Juan Carlos Checkley Soria: “La Completitud de la Prueba”. 42
CAS. N° 09-2007-HUAURA 52
03 William Quiroz Salazar: “Nueva Prueba y Derecho a la Contradicción”. 60
BIBLIOGRAFÍA 609
01
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 01-2007
HUAURA
SENTENCIA DE CASACIÓN
FUNDAMENTOS DE HECHO
TERCERO: El señor Juez de la Investigación Preparatoria, en ese acto, dictó el auto corriente
a fojas ciento tres que declaró infundado el pedido de la Fiscalía Provincial de realización de
la audiencia de requerimiento de prisión preventiva, sin presencia de los imputados.
Contra esa resolución recurrió la citada Fiscalía Provincial por escrito de fojas ciento seis y el
actor civil por escrito de fojas ciento trece. Ambas impugnaciones fueron concedidas.
CUARTO: El Superior Tribunal por resolución de fojas ciento treinta y cuatro, del quince de
enero de dos mil siete, señaló fecha para la audiencia de apelación. Esta se realizó, conforme
al acta de fojas ciento cuarenta y cinco, del veintiséis de enero de dos mil siete, con la
intervención del Fiscal Superior, el abogado defensor de oficio del imputado, la defensora
de confianza de las encausadas, y la asistencia de estas últimas: Margarita Ramírez Ramos
y Anyela Cinthia Cavero Ramírez. En la audiencia se expidió tanto el auto de fojas ciento
cuarenta y siete, del veintiséis de enero de dos mil siete, que declaró inadmisible la apelación
del actor civil, cuanto el auto de vista de fojas ciento cuarenta y ocho, de la misma fecha,
que absolvió el grado.
QUINTO: El auto de vista recurrido en casación, por mayoría, revocó la resolución del Juez de
la investigación Preparatoria que declaró infundado el pedido del Fiscal para la realización
de la audiencia de prisión preventiva; y, reformándola, lo declaró improcedente. Precisó, a
su vez, que el Señor Fiscal puede instar la prisión preventiva en su debida oportunidad con
arreglo a ley.
El voto singular estimó, en principio la procedencia del pedido del Ministerio Público, pero
como no se había notificado a las partes en forma oportuna, debía anularse la resolución
de primera instancia y disponerse que el Juez de la Investigación Preparatoria realice nueva
audiencia de prisión preventiva con el emplazamiento oportuno a las partes.
III. Del trámite del recurso de casación de la señora Fiscal Adjunta Superior.
SEXTO: Notificado el auto de vista, la señora Fiscal Adjunta Superior interpuso recurso de
casación mediante escrito de fojas ciento setenta. Introdujo dos motivos de casación: errónea
interpretación de la ley penal y defecto de logicidad. Concedido el recurso por auto de fojas
ciento setenta y ocho, del quince de febrero de dos mil siete, y presentado argumentos
adicionales por escrito de fojas ciento noventa y tres, aceptados por resolución de fojas
doscientos uno, del veintiuno de febrero de dos mil siete, se elevó el cuaderno a este Supremo
Tribunal con fecha siete de marzo de dos mil siete.
SÉPTIMO: Cumplido el trámite de traslados a las partes recurridas, esta Suprema Sala
mediante Ejecutoria del diecisiete de mayo de dos mil siete, en uso de su facultad de
corrección, sólo admitió a trámite el recurso de casación por el motivo de inobservancia de
norma procesal -previsto en el inciso dos del artículo cuatrocientos veintinueve del Nuevo Código
Procesal Penal-, así como declaró inadmisible el citado recurso por el motivo de defecto de
logicidad.
NOVENO: Deliberada la causa en secreto y votada el mismo día, esta Suprema Sala cumplió
con pronunciar la presente sentencia de casación, cuya lectura en audiencia pública -con las
partes que asistan- se realizará por la Secretaria de la Sala el día seis de agosto próximo a horas
nueve de la mañana.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO: Conforme ha sido establecido por la Ejecutoria Suprema de fojas catorce, del
cuaderno de casación, del diecisiete de mayo de dos mil siete, el único motivo de casación
admitido es el de inobservancia de norma procesal. AI respecto la señora Fiscal Adjunta
Superior sostiene en sus recursos formalizados de fojas ciento setenta y ciento noventa y tres
-más allá de su confusa argumentación- que no es necesario para requerir prisión preventiva que
antes se haya solicitado y obtenido mandato de detención preliminar; que los presupuestos
materiales del pedido de prisión preventiva no incorporan la necesidad de que el imputado
esté presente o haya sido previamente detenido; y, que lo único consustancial a la audiencia
de prisión preventiva es que se garantice el derecho de defensa.
B. Que, ahora bien, conforme al artículo doscientos sesenta y cuatro apartado uno del Nuevo
Código Procesal Penal, para que el Fiscal requiera prisión preventiva el imputado debe
encontrarse detenido –en flagrancia por la Policía, arresto ciudadano o preliminarmente por
orden judicial-.
D. Que para que se requiera prisión preventiva por primera vez es necesario que el imputado
esté detenido por la Policía mediando flagrancia o por orden detención preliminar del Juez.
Además, la audiencia de prisión preventiva se debe celebrar con la concurrencia obligatoria
del Fiscal, del imputado y de su defensor.
Si bien el artículo doscientos setenta y uno apartado dos del Nuevo Código Procesal Penal
establece que cuando el imputado se niega a estar presente en la audiencia será representado
por su abogado defensor o el de oficio, debe entenderse que tiene que encontrarse detenido y
en esa condición negarse a concurrir a la audiencia. Distinta es la situación -insiste el Tribunal
de Apelación- cuando ya existe formalización de la investigación preparatoria y al imputado
se le ha impuesto medida de comparecencia, en cuyo caso se podrá solicitar la diligencia de
variación de dicha medida por la de prisión preventiva. Además -entiende el Tribunal Superior-,
si se rechazó la medida de detención preliminar o no se solicitó medida alguna contra un
imputado ya no se puede requerir mandato de prisión preventiva al no tener la condición
de detenido, sólo puede instarse la medida de comparecencia restrictiva o impedimento de
salida del país.
Por consiguiente, el imputado contra quien se solicita mandato de prisión preventiva puede
encontrarse en muy diversas situaciones procesales. Así, puede estar detenido policialmente
en los supuestos de flagrancia delictiva o por previo arresto ciudadano o detenido
preliminarmente por orden judicial, conforme a los artículos doscientos cincuenta y nueve,
doscientos sesenta y doscientos sesenta y uno del Nuevo Código Procesal Penal. Asimismo,
puede encontrarse, de facto, en la condición de no habido –sea que se hubiera fugado antes de ser
capturado en flagrancia por la policía o que ésta, pese al mandato judicial de detención preliminar, no
haya podido capturarlo- o sin medida coercitiva personal alguna porque el Fiscal no la solicitó
ante el Juez de la Investigación Preparatoria, sea por la razón que fuere.
QUINTO: El Tribunal de Alzada, como fluye del auto recurrido, traza una vinculación
estricta entre detención y prisión preventiva, y a partir de ese entendimiento estima que es
imprescindible a la prisión preventiva -y condición para su imposición- la medida de detención,
de suerte que si ésta no tiene lugar, porque no se efectivizó o se desestimó, no es posible
solicitar aquélla y menos concederla.
La prisión preventiva, como fluye de las normas antes citadas, es una medida coercitiva
personal, estrictamente jurisdiccional, que se adopta a instancia del Ministerio Público y
en el seno de un proceso penal debidamente incoado, siempre que resulte absolutamente
imprescindible, que persigue conjugar un peligro de fuga o un riesgo de ocultación o
destrucción de las fuentes de prueba [no se le puede atribuir el papel de instrumento de la
investigación penal ni tiene un fin punitivo]. Está sometida, en comparación con la detención,
y prevista para un período de tiempo más lato, a requisitos más exigentes -cuyo eje es la
probabilidad positiva de la responsabilidad del imputado, la comisión del delito por él-, tanto desde la
intensidad de la imputación necesaria para dictarla cuanto desde la propia configuración y
valoración de los peligros que la justifican -sometida con más rigurosidad formal y material a los
principios de necesidad y de motivación-.
Siendo así, tal y como está prevista la detención en el Título II de la Sección III “Las medidas
de coerción procesal”, responde tanto a la necesidad imperiosa de poner fin a la ejecución
de un delito o hacer cesar sus efectos lesivos inmediatos, como a la urgencia de garantizar
la presencia judicial del imputado -evitando su fuga- y de realizar con el concurso de aquél
actos de investigación y de aseguramiento inaplazables -carácter adicional de erigirse en un acto
de investigación indirecto-. En consecuencia, esta medida cautelar personal y provisionalísima
será o no necesaria según las características y entidad del caso concreto, y su pedido judicial
-detención preliminar y, de ser el caso, ulterior convalidación extensiva, a que hace referencia el
artículo doscientos sesenta y seis del Nuevo Código Procesal Penal- corresponderá exclusivamente
a la estrategia y planteamiento de la investigación que autónomamente, y bajo su
responsabilidad, decida el Fiscal Provincial.
SEXTO: Es cierto, desde luego, que una vez que se detenga policialmente a una persona -ver
artículos doscientos cincuenta y nueve y doscientos sesenta apartados dos del Nuevo Código Procesal
Penal- o cuando el Juez de la Investigación Preparatoria, a instancia del Fiscal, dicte y se
ejecute una medida de detención preliminar -ver artículo doscientos sesenta y uno del Nuevo
Código Procesal Penal-, el régimen legal o situación jurídica del imputado y de las diligencias
preliminares -dada la limitación del derecho fundamental a la libertad personal- están severamente
circunscriptas y sometidas a reglas de procedimiento específicas, a tenor de los artículos
doscientos sesenta y cuatro y siguientes del Nuevo Código Procesal Penal -que incluso puede
dar lugar a un pedido de convalidación de la detención, a su extensión temporal, conforme al artículo
doscientos sesenta y seis-. Sin embargo, ello no da pie a inferir que siempre es del caso pedir
detención preliminar en aras, luego, de instar la prisión preventiva; y, menos, que si se intenta
esa medida provisionalísima y el Juez no la acepta, está vedado requerir la medida de prisión
preventiva en una oportunidad posterior de incorporarse -claro está- más elementos de
investigación o de prueba en orden a los presupuestos que la condicionan -artículo doscientos
cincuenta y cinco apartado dos del Nuevo Código Procesal Penal-. Como se ha indicado, el artículo
doscientos sesenta y ocho del Nuevo Código Procesal Penal, que regula los presupuestos
materiales para dictar dicha medida provisional personal, no lo impone, ni por su propia
lógica institucional podía hacerlo.
SÉPTIMO: La audiencia de prisión preventiva, regulada por los apartados uno y dos del
artículo doscientos setenta y uno del Nuevo Código Procesal Penal, prevé varias exigencias
para que pueda emitirse válidamente un mandato de prisión preventiva o, alternativamente,
una medida de comparecencia restrictiva o simple -ver apartado cuatro-. Son: a) requerimiento
o solicitud del Ministerio Público; b) realización de la audiencia de prisión preventiva dentro
del plazo legal de las cuarenta y ocho horas siguientes a su requerimiento; y, c) concurrencia
a la audiencia del Fiscal requirente, del imputado y de su defensor -si no asiste el defensor de
confianza o el imputado no lo tiene se le reemplaza en el acto o interviene el defensor de oficio-.
Lo expuesto permite entender en su justo alcance (i) la situación del imputado previa al pedido
de prisión preventiva -puede estar o no detenido-, (ii) los presupuestos para la expedición de la
resolución de citación para la realización de la audiencia respectiva -el juicio de admisibilidad
está condicionado a la existencia de un imputado en estricto sentido, que contra él se haya dictado una
Disposición de Continuación y Formalización de la Investigación Preparatoria-, y (iii) las exigencias
para la propia instalación y desarrollo de la audiencia -citación debida, presencia obligatoria del
Fiscal y del abogado defensor, y, en caso de ausencia del imputado, constatación previa de una situación
de inasistencia voluntaria por razones derivadas de su actitud anterior a la convocatoria a la audiencia
(ausencia, contumacia, fuga o no presencia pese su emplazamiento a los actos de investigación) o como
consecuencia de una decisión, intencional o negligente, de inconcurrencia ante la citación judicial-.
DECISIÓN
III. DISPUSIERON que la presente sentencia casatoria se lea en audiencia pública por la
Secretaria de esta Suprema Sala Penal; y, acto seguido, se notifique a todos las partes
apersonadas a la instancia, incluso a las no recurrentes.
IV. MANDARON que cumplidos estos trámites se devuelva el proceso al órgano jurisdiccional
de origen, y se archive el cuaderno de casación en esta Corte Suprema.-
SS.
SALAS GAMBOA
SAN MARTÍN CASTRO
PRÍNCIPE TRUJILLO
CALDERÓN CASTILLO
URBINA GANVINI
1. SUMILLA:
2. INTRODUCCIÓN
Todas las personas deseamos vivir en armonía y por ello es que aceptamos que el Estado
pueda regular los supuestos de restricción de la libertad a través de leyes, y aceptamos
ello, en tanto no se lesionen de manera absoluta y definitiva los derechos fundamentales
consagrados en la Const.
En esa línea, si bien “(…) Los derechos fundamentales son valiosos en tanto contribuyan a
la paz, a la igualdad, al aseguramiento de la democracia y, sobre todo, a la protección de
los más débiles (…)”2, los mismos no son absolutos.
Con la finalidad de lograr una convivencia pacífica, el Estado está legitimado para restringir
la libertad ambulatoria, con la finalidad de lograr los fines del proceso pero ello no
implica que esto sea una facultad ilimitada del Estado, porque “Ningún hombre ha dado
gratuitamente parte de su libertad propia con solo la mira del bien público: esta quimera no
existe sino en las novelas. Cada uno de nosotros querría, si fuese posible, que no le ligasen
los pactos que ligan a los otros”3.
1 Profesor de Derecho Procesal Penal en la Academia de la Magistratura y en la Pontificia Universidad Católica del
Perú.
2 FERRAJOLI. Luigi. Los fundamentos de los derechos fundamentales. Madrid: Editorial Trotta, 2001, p. 16.
3 BECCARIA. Tratado de los delitos y de las Penas. México: Editorial Porrúa, 1997, p. 10.
Tenemos que ser conscientes que la restricción de la libertad no solo limita la libertad
ambulatoria, limita y vulnera otros derechos fundamentales, como la dignidad, el trabajo,
la educación, la salud, la intimidad y la autorealización de la persona, por lo que ello solo
encontrará justificación cuando haya una sentencia condenatoria; sin embargo, la misma
podrá imponerse, por necesidad y cuando no exista otra medida que pueda evitar entorpecer
las diferentes etapas del proceso, (investigación preparatoria, intermedia o del juzgamiento).
La prisión preventiva siempre es la excepción, nunca la regla4.
En los últimos tiempos, en el Perú, en la gran mayoría de los casos expuestos ante la prensa,
con frecuencia, se dictan prisiones preventivas, sin considerar, aparentemente, lo gravoso y
perjudicial de dicha medida, cuando tranquilamente se podría haber dictado o mantenido
otra medida de coerción personal mas proporcional. Así, se pierde la excepcionalidad de la
prisión preventiva para los casos violentos y que no se pueda garantizar su debido desarrollo;
pero se contenta a la población, la que cree que se facilita y evidencia tranquilidad y justicia,
sin poder reconocer que se debilite la vigencia de derechos fundamentales, cuando su
aplicación es generalizada sin lograr mayor tranquilidad y más justicia.
Pero esto, lo que ocurre en el Perú no es novedoso ni escandaloso, sino que nos hemos
acostumbrado a ello, porque ya el maestro Carnelutti nos advertía de ello en el siglo pasado,
al decirnos: “(…)Un poco en todos los tiempos, pero en la época actual cada vez más,
interesa el proceso penal a la opinión pública” (…) “la gente se interesa por ellos; sobre los
procesos penales llamados célebres, se lanza ávidamente la curiosidad del público. Y es
también una forma de diversión; se evade de la propia vida ocupándose de la vida de los
demás. (…)”.5
Por ello es sumamente importante reconocer que la prisión preventiva nunca debe ser la
regla y se debe analizar adecuadamente su procedencia o no.
4 Al respecto puede revisarse también HORVITZ LENNON, María Inés y LÓPEZ MASIE, Julián. Derecho Procesal
Chileno. Tomo I. Santiago: Editorial Jurídica de Chile, p. 389. Y también puede consultarse a LLOBET RODRÍGUEZ,
Javier. Proceso Penal Comentado (Código Procesal Penal Comentado). San José: Editora Dominza, 5ta edición,
2012, p. 235 y siguientes.
5 CARNELUTTI, Francesco. Las Miserias del Proceso Penal. México: Editorial Jose M. Cajina, Jr, 1957, p. 13.
Si bien es vital la presencia del Estado para el desarrollo de una sociedad y que sus acciones
guarden perfecta armonía con la vigencia de los derechos fundamentales, también es
importante reconocer, que nadie quiere o permitiría que se le restrinjan sus derechos,
sobretodo el de la libertad ambulatoria sin un fundamento muy importante, por lo que se
necesitan y exigen reglas claras sobre ello.
El primer distrito judicial donde se eligió que entre en vigencia el CPP fue el de Huaura, y así
fue que en julio del año 2006 empezó el CPP a entrar en vigencia en este distrito judicial; por
lo que, como era de esperarse, la primera casación debería de llegar de este distrito judicial
y así fue.
La Sala Penal Permanente de la Corte Suprema fue la competente para resolver el recurso de
Casación y muy de seguro consideró que era importante fijar los lineamientos para imponer
la prisión preventiva, estableciendo que no se hace necesario dictar previamente una
detención preliminar, así como sostener que no era obligatoria la presencia del imputado en
la audiencia de prisión preventiva.
Debemos tener en claro que la Corte Suprema pudo haber considerado que el tema no era
de aquellos contemplados en la norma procesal, sin embargo, debido a los problemas de
interpretación, la máxima instancia consideró oportuno analizar el recurso de casación
planteado y con ello evitar una inadecuada interpretación sobre la aplicación de la prisión
preventiva.
La ponencia que sustentó la sentencia casatoria fue elaborada por el profesor y juez Supremo
César San Martín Castro7 se establecieron las reglas que deben definir a la Prisión Preventiva8.
Debemos empezar indicando que todos los sujetos procesales no tienen el derecho o la
legitimidad de acudir ante la Corte Suprema, como expresión del derecho al recurso;
porque en el ordenamiento procesal peruano se ha establecido que las decisiones
trascendentes o denominadas de fondo, que pongan fin a la instancia, siempre tienen
la posibilidad de ser cuestionada a través de una impugnación, pero ello no quiere
decir que todas las demás resoluciones puedan ser cuestionables. Así el ordenamiento
nos garantiza doble instancia para decisiones de fondo9, pero no que las mismas, una
vez emitida el fallo de segunda instancia, podrán ser también vistos, por infracciones
a la ley o la Constitución, en la Corte Suprema.
7 Los demás miembros que integraron dicho colegiado fueron los señores magistrados Salas Gamboa, Príncipe
Trujillo, Caderón Castillo y Urbina Ganvini
8 Posteriormente también se ha tratado aspectos relevantes relacionados con la Prisión Preventiva, como por
ejemplo se puede observar en la Casación 626-2013 Moquegua.
9 Al respecto se puede revisar el artículo I.4 del título preliminar del CPP.
10 SUAU MOREY, Jaime. Tutela Constitucional de los Recursos en el Proceso Penal. Barcelona: Editorial J.M Bosch,
1995, p. 29.
Es por ello, que “El recurso de casación (…), es un recurso extraordinario y devolutivo
contra ciertas sentencias y autos definitivos. Su carácter extraordinario, es decir, el
hecho de admitirse solo para denunciar determinadas irregularidades legalmente
tasadas, comporta que el recurso de casación no suponga la apertura de una
segunda instancia”12, por ello no está pensado en la persona involucrada en el caso,
sino en la comunidad jurídica.
Como se sostiene de manera uniforme, la casación “(…) está concebida desde sus
orígenes históricos para desempeñar preponderadamente una función nomofiláctica,
es decir, para asegurar la aplicación uniforme de la legalidad penal –procesal
y sustantiva-, en todo el Estado, evitando así que la disparidad o divergencia de
criterios interpretativos entre los numerosos Tribunales penales diseminados en su
territorio provoquen irritantes desigualdades de trato con base en una legalidad
única” (…)13.
3.2.1. La Fiscalía Provincial Penal de Huaura solicitó la Prisión Preventiva contra los
tres investigados y se llevó a cabo la Audiencia de Prisión Preventiva ante el Juez de
Investigación Preparatoria, diligencia a la cual no asistió ninguno de los procesados,
pero sí asistieron sus abogados defensores. (Considerando Segundo de la Casación de
los Fundamentos de Hecho).
3.2.2. Se discutió si era posible realizar la audiencia de Prisión Preventiva sin presencia
de los imputados así como si era posible pedir dicha medida de coerción personal sin
haberse ejecutado la detención preliminar (como ocurría en el caso de uno de los
investigados) o sin haber sido solicitada la misma previamente (como ocurrió con
otras dos investigadas). El juez decidió que debía rechazarse el pedido de prisión
preventiva porque no se contaba con la presencia de los imputados. (Considerando
Segundo de la Casación de los Fundamentos de Hecho).
3.2.3. La Sala de Apelaciones consideró que para solicitar la prisión preventiva era
requisito que se haya aceptado previamente el pedido de detención preliminar y que
se haya ejecutado el mismo, por lo que en caso ello no hubiera ocurrido, no era posible
11 Al respecto podemos observar que el CPP recoge un sistema de impugnación restringido, pudiéndose solo
impugnar aquello que está permitido por la Ley (Art. I.4 del título preliminar y Art. 404.1 del CPP).
12 ARMENTA DEU, Teresa. Lecciones de Derecho Procesal Penal. Madrid: Marcial Pons, 2003, p. 309.
13 Ídem.
En esa línea podemos advertir que el recurso de Casación presentado por la Fiscalía Superior
habría sido sustentado en la causal descrita en el artículo 429°.3 del CPP15, esto es: “Son
causales para interponer recurso de Casación (…) 3. Si la sentencia o auto importa una
indebida aplicación, una errónea interpretación o una falta de aplicación de la Ley penal
o de otras normas jurídicas necesarias para su aplicación”. Sin embargo, del tenor de la
Casación comentada no se advierte la invocación de dicha causal en específico, sino aquella
prevista en el inciso 2 por inobservancia de norma procesal: “Son causales para interponer
recurso de Casación (…) 2. Si la sentencia o auto incurre o deriva de una inobservancia de
las normas legales de carácter procesal sancionadas con la nulidad”.
Esto último podría dar lugar a que la Corte Suprema hubiera podido desestimar el recurso de
casación presentado por cuanto no existía infracción de la ley penal, en sentido estricto, sin
embargo, sin indicarlo de manera expresa, se evidencia la corrección –conforme se señala en
la parte dispositiva- advirtiéndose con ello la posible aplicación del Principio de Iura Novit
Curia.
Se puede apreciar que la Suprema consideró que siendo excepcional el recurso de casación
presentado, era indispensable emitir pronunciamiento y evitar que se siga interpretando
indebidamente las reglas que deberían regir la audiencia de prisión preventiva.
14 Se puede apreciar en el Fundamento Sexto de los Fundamentos de Hecho.
15 Aparte de la contenida en el Art. 429º numeral 4, la cual no fue aceptada por defecto de logicidad.
En efecto, las etapas que podrían existir dentro de un proceso penal son; i) la investigación
preparatoria; ii) la etapa intermedia y iii) la etapa de juicio oral; pero estas etapas no son
obligatorias, porque podría existir la primera pero no pasar a la segunda, como por ejemplo
la muerte del investigado, lo cual conllevaría a la extinción de la acción penal, ni tampoco
necesariamente existirá juicio oral porque existe etapa intermedia, porque en esta última
puede existir un sobreseimiento por ejemplo.
Dicho esto, veremos que no es exigible para pedir y aplicar el pedido de prisión preventiva,
el contar previamente con diligencias preliminares que posibiliten en esta fase, solicitar
y obtener una detención preliminar, que encima deba ser ejecutada, ello sería no solo
insostenible sino también algo desacertado.
Es preciso señalar que ello no vulnera el artículo 8.1 de la Convención Americana, que
consagra como garantía judicial el derecho de toda persona a ser oída, pues, también es
deber de los Estados perseguir los delitos y sancionar los mismos, y lo que si se debe respetar
es el correcto ejercicio del derecho de defensa, el cual se debe respetar en todo pedido de
prisión preventiva con la debida notificación a los sujetos procesales legitimados para ello.
Para equilibrarse la posición de la fiscalía –que en muchos casos tiene varias semanas para
preparar su pedido- frente a la defensa, se deben dar mayores facilidades a los defensores
para que puedan contradecir el pedido presentado (así por ejemplo se podría ampliar el
plazo para el estudio del pedido, trasladar el pedido por medios electrónicos (usb, mails,
entre otros).
4. PARTE RESOLUTIVA
5. CONCLUSIONES
La Casación 001-2007/ Huaura, permitió dar inicio al desarrollo jurisprudencial del CPP y
se vio en la necesidad de desarrollar un tema, de manera excepcional16, como lo es el de
la Prisión Preventiva17, para con ello evitar decisiones contradictorias y no acordes con la
16 En atención a lo dispuesto por el artículo 427.4º del CPP, que indica: “(…) 4. Excepcionalmente, será procedente
el recurso de casación en casos distintos de los arriba mencionados, cuando la Sala Penal de la Corte Suprema,
discrecionalmente, lo considere necesario para el desarrollo de la doctrina jurisprudencial.(…)”.
17 Porque de manera ordinaria las decisiones sobre las medidas de coerción procesal personal, de manera
directa no están recogidas en el artículo 427º del CPP que señala: Artículo 427 Procedencia.- 1. El recurso de
casación procede contra las sentencias definitivas, los autos de sobreseimiento, y los autos que pongan fin al
procedimiento, extingan la acción penal o la pena o denieguen la extinción, conmutación, reserva o suspensión
de la pena, expedidos en apelación por las Salas Penales Superiores. 2. La procedencia del recurso de casación,
en los supuestos indicados en el numeral 1), está sujeta a las siguientes limitaciones: a) Si se trata de autos que
pongan fin al procedimiento, cuando el delito imputado más grave tenga señalado en la Ley, en su extremo
mínimo, una pena privativa de libertad mayor de seis años. b) Si se trata de sentencias, cuando el delito más
grave a que se refiere la acusación escrita del Fiscal tenga señalado en la Ley, en su extremo mínimo, una pena
norma procesal.
Ello fue necesario y ha permitido solucionar los problemas que se presentaron en su momento,
los cuales no se han vuelto a repetir, debido a la claridad y precisión en la argumentación
presentada en dicha sentencia.
6. REFLEXIONES FINALES
En el Perú, se debe velar porque no se mantengan Sentencias de Casación que colisionen entre
sí, porque de subsistir ello, en vez de desarrollar la doctrina jurisprudencial se ocasionaría lo
contrario18.
Recordemos que la casación no es un simple recurso, es más que ello, fija los destinos de
una nación, porque ellas permitirán la integridad, claridad y previsibilidad de las decisiones
futuras que guíen a la jurisprudencia nacional.
privativa de libertad mayor a seis años. c) Si se trata de sentencias que impongan una medida de seguridad,
cuando ésta sea la de internación. 3. Si la impugnación se refiere a la responsabilidad civil, cuando el monto
fijado en la sentencia de primera o de segunda instancia sea superior a cincuenta Unidades de Referencia
Procesal o cuando el objeto de la restitución no pueda ser valorado económicamente.(..)”
18 A la fecha en el Perú existen tres Salas Supremas, una permanente y dos transitorias.
02
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 05-2007
HUAURA
SENTENCIA DE CASACIÓN
FUNDAMENTOS DE HECHO
PRIMERO: El encausado Giraldo Romero fue inculpado formalmente mediante auto apertorio
de instrucción de fojas ciento veintisiete, del dieciséis de diciembre de dos mil tres, a mérito
de la denuncia formalizada del señor Fiscal Provincial de Huaura de fojas ciento veintitrés.
Se le atribuyó la comisión del delito de violación sexual en agravio de la menor M.C.G.R. y de
homicidio en agravio del menor Kenye Brhayan Castro Palma.
Los hechos objeto de imputación ocurrieron el seis de mayo de dos mil tres, en el domicilio de
doña Daría Palma Rosales –madre del menor fallecido-, ubicado en la localidad de Barranca,
en circunstancias en que el imputado Giraldo Romero ingresó al mencionado predio con la
anuencia de la menor M.C.G.R., de quince años de edad, a fin de ver televisión; sin embargo,
de improviso se acercó a la cama donde se encontraba la citada agraviada y, pese a su
oposición y gritos, le hizo sufrir el acto sexual; que como el menor Castro Palma, sobrino
de aquélla y de seis años de edad, observó lo ocurrido, trató de defender a su tía y anunció
que contaría a su madre lo sucedido, cuando intentó salir del domicilio fue detenido por el
imputado, quien violentamente lo arrojó contra la cama y le apretó el cuello con las manos
hasta matarlo, no obstante la actitud de la menor M.C.G.R. procuró evitar la agresión, luego
de lo cual se dio a la fuga.
SEGUNDO: El proceso se inició con arreglo al estatuto procesal anterior. Sin embargo, la
Sala Penal Superior por imperio del originario artículo dieciocho, apartado tres, del Decreto
Legislativo número novecientos cincuenta y ocho, remitió lo actuado al Juzgado Penal
Colegiado –véase auto de fojas novecientos cuarenta, del treinta y uno de julio de dos mil seis-. Este
Juzgado por auto de fojas diecisiete del cuaderno de debate, del veintidós de Diciembre del
dos mil seis, adecuó la causa al nuevo Código Procesal Penal y dictó el auto de enjuiciamiento
correspondiente.
Contra el fallo condenatorio tanto el encausado Jhonny Javier Giraldo Romero como el padre
de la agraviada M.C.G.R. interpusieron recurso de apelación. Los recursos fueron concedidos
por autos de fojas ciento cuarenta y cinco, del nueve de marzo de dos mil siete, y de fojas
ciento diecisiete, del nueve de marzo de dos mil siete, respectivamente.
CUARTO: El Superior Tribunal, en primer lugar, por resolución de fojas cuarenta y uno, del
veintitrés de abril de dos mil siete, declaró inadmisible el recurso de apelación del recurrente
Germán Guerrero Caushi, padre de la menor agraviada M.C.G.R., por no haberse constituido
en actor civil; y, por auto de fojas cincuenta y tres, del siete de mayo de dos mil siete, citó para
la audiencia de apelación no sin antes rechazar de plano los medios de prueba ofrecidos por
el primero de los nombrados.
La audiencia se realizó, conforme al acta de fojas setenta y siete, del veintiuno de mayo de
dos mil siete, con la intervención del Fiscal Superior, del abogado defensor del imputado
recurrente, del abogado de la agraviada y con la presencia del encausado Jhonny Javier
Giraldo Romero.
QUINTO: La sentencia de vista recurrida en casación de fojas ochenta y tres, del treinta y uno
de mayo de dos mil siete, confirmó en todos sus extremos la sentencia de primera instancia.
Ratificó, en consecuencia, la pena de quince años de privación de libertad y el monto de
reparación civil ascendente a veinte mil nuevos soles, objeto del recurso, con lo demás que
contiene.
SÉPTIMO: Cumplido el trámite de traslados a las partes recurridas, esta Suprema Sala
mediante Ejecutoria de fojas diecinueve del cuaderno de casación, del uno de agosto de dos
mil siete, sólo admitió a trámite el recurso de casación por el motivo de inobservancia de la
garantía constitucional de motivación, así como declaró inadmisible el citado recurso por los
motivos de inobservancia de la garantía constitucional del debido proceso y de aplicación
de la ley más favorable al procesado en caso de duda o conflicto entre leyes penales, de
inobservancia de normas legales de carácter procesal, y de manifiesta ilogicidad de la
motivación.
NOVENO: Deliberada la causa en secreto y votada el mismo día, esta Suprema Sala cumplió
con pronunciar la presente sentencia de casación, cuya lectura en audiencia pública -con las
partes que asistan- se realizará por la Secretaria de la Sala el día dieciséis de octubre próximo
a horas nueve de la mañana.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO: Conforme ha sido establecido por lo Ejecutoria Suprema de fojas diecinueve, del
cuaderno de casación, del uno de agosto de dos mil siete, el motivo de casación admitido
es el de inobservancia de la garantía constitucional de motivación. Sobre el particular, el
imputado alega en su recurso formalizado de fojas ochenta y seis, al amparo del inciso cinco
del artículo ciento treinta y nueve de lo Constitución y con cita de la sentencia número mil
doscientos noventa y uno – dos mil dos - AA/TC, del seis de diciembre de dos mil uno, que la
sentencia de vista presenta una motivación insuficiente.
Al respecto, anota que la sentencia precisó que en la causa hay una inexistente investigación
y actividad probatoria, que ha de observarse en cuanto sean aplicables las normas del juicio
de primera instancia, que la decisión debe circunscribirse única y exclusivamente a los límites
de la pretensión impugnatoria tanto en la declaración de hechos corno en la aplicación del
derecho, y que en segunda instancia no se verificó mayor actividad probatoria promovida o
propuesta por la defensa.
Alega que no se dio una respuesta razonada, motivada (sic) y congruente a su pretensión
impugnatoria, no se expresó el proceso mental que llevó al Tribunal a la confirmación de la
condena, no se puso de manifiesto las razones de la decisión jurisdiccional.
A. Que la defensa del imputado incidió, esencialmente, en que no existe prueba suficiente que
dé mérito a la condena. Incluso acota que la versión de la menor agraviada es inverosímil,
pues se ha desdicho en varias oportunidades, incluso en el proceso tutelar.
B. Que la menor agraviada declaró en el juicio de primera instancia. Allí indicó detallada
y pormenorizadamente la forma, modo y circunstancias como se perpetró el delito en su
agravio. También declaró otro testigo de cargo. Ambas pruebas personales, por no haberse
actuado en sede de apelación, no es posible otorgarle un contenido distinto -sólo puede
valorarse independientemente la prueba instrumental, pericial, preconstituida y anticipada-. Además,
en segunda instancia no se verificó mayor actividad probatoria a instancia de la defensa.
el testigo Lorenzo Eduardo Esquivel Ángeles declaró que tenía conocimiento de los delitos
porque los vecinos y amigos le comentaron, y que no es cierto que él fue la persona que
ingresó al domicilio de la agraviada.
CUARTO: El Juzgado Penal Colegiado señaló las razones por las que rechazó la prueba
de descargo y dio mérito probatorio concluyente a la declaración en el juicio de la menor
agraviada y del testigo Esquivel Ángeles, que vio cuando el día y hora de los hechos el
agraviado ingresó a la casa de la víctima. El fundamento duodécimo de la sentencia apelada
es amplio al respecto –véase fojas ciento uno a ciento cuatro.-
-ello será posible en tanto el órgano jurisdiccional explique las razones de su decisión, lo que a su vez
permite controlar si la actividad judicial se ha movido dentro de los parámetros de la lógica racional y
la legalidad-.
La sentencia de fondo que resuelva las pretensiones debe estar jurídicamente fundada. Esta
exigencia, como ha quedado expuesto, es aplicable tanto a la sentencia de primera instancia
como a la de segunda instancia. Este deber incluye la obligación de fundamentar los hechos
y la calificación jurídica, así como la pena y reparación civil finalmente impuestas. Los
órganos jurisdiccionales deben hacer explícitos los elementos de convicción que sustentan la
declaración de hechos probados, a fin de acreditar la concurrencia de prueba de cargo capaz
de enervar la presunción constitucional de inocencia y asimismo ofrecer un razonamiento
jurídico lógico y sustentado en valores jurídicamente aceptables de la fundamentación que
sostiene la subsunción en la norma penal aplicable.
SÉPTIMO: Es exacto que con arreglo a los principios de inmediación y de oralidad, que priman
en materia de la actuación y ulterior valorabilidad y valoración de la prueba personal, el
Tribunal de Alzada no está autorizado a variar la conclusión o valoración que de su contenido
y atendibilidad realice el órgano jurisdiccional de primera instancia. Ello, desde luego,
reduce el criterio fiscalizador del Tribunal de Apelación, pero no lo elimina. En esos casos -las
denominadas “zonas opacas”-, los datos expresados por los testigos estrechamente ligados a la
inmediación (lenguaje, capacidad narrativa, expresividad de sus manifestaciones, precisiones
en su discurso, etcétera) no son susceptibles de supervisión y control en apelación; no pueden
ser variados.
Empero, existen “zonas abiertas”, accesibles al control. Se trata de los aspectos relativos a la
estructura racional del propio contenido de la prueba, ajenos en sí mismos a la percepción
sensorial del juzgador de primera instancia, que pueden ser fiscalizados a través de las
reglas de la lógica, la experiencia y los conocimientos científicos. En consecuencia, el relato
fáctico que el Tribunal de Primera Instancia asume como hecho probado, no siempre es
inconmovible, pues: a) puede ser entendido o apreciado con manifiesto error o de modo
radicalmente inexacto -el testigo no dice lo que lo menciona el fallo-; b) puede ser oscuro,
Por otro lado, en el presente caso no es aceptable la técnica de la remisión, pues existe un
cuestionamiento a la completitud de la prueba -tanto testifical como pericial-, y una invocación
a la necesidad de apreciar el conjunto de declaraciones de la agraviada y a lo que del testigo
de cargo anotó el recurrente, datos o precisiones no consolidados en la sentencia de primera
instancia.
Sobre esa base, y como hace falta realizar nuevamente una audiencia de apelación que dé
lugar a un nuevo fallo de vista, a partir de la integración de un nuevo Colegiado, la estimación
del recurso de casación sólo trae consigo un juicio rescindente -artículo cuatrocientos treinta y
tres inciso uno del nuevo Código Procesal Penal-.
NOVENO: Finalmente, respecto de las costas -pronunciamiento que omitieron en primera y segunda
instancia-, habiéndose acogido el recurso de casación es del caso exonerar al imputado,
conforme a lo dispuesto por el artículo quinientos cuatro, apartado dos, del nuevo Código
Procesal Penal. Al no mediar oposición formal del actor civil no cabe que responda por ellas.
DECISIÓN
II. ORDENARON que la Sala Penal de Huaura, integrada por otro colegiado, cumpla con
dictar nueva sentencia, previa nueva audiencia de apelación en las mismas condiciones que
la anterior; y, cumplidas las formalidades correspondientes, dicte una nueva sentencia.
III. DISPUSIERON que la presente sentencia casatoria se lea en audiencia pública por
la Secretaria de esta Suprema Sala Penal; y, acto seguido, se notifique a todas las partes
apersonadas a la instancia, incluso a las no recurrentes.
IV. MANDARON que cumplidos estos trámites se devuelva el proceso al órgano jurisdiccional
de origen, y se archive el cuaderno de casación en esta Corte Suprema.-
SS.
SALAS GAMBOA
SAN MARTÍN CASTRO
PRADO SALDARRIAGA
PRÍNCIPE TRUJILLO
URBINA GANVINI
LA COMPLETITUD DE LA PRUEBA
CASACIÓN N° 05-2007-HUAURA
SUMILLA:
1. INTRODUCCIÓN
Señala Asencio Mellado1 que el proceso penal moderno responde o debe responder, en
el marco de constituirse en “un instrumento, un método dirigido al descubrimiento de los
actos delictivos y de sus autores para, en su caso, actuar el ius puniendi, cuya titularidad,
cualquiera que sea la consideración que se tenga del delito, siempre corresponde al Estado”
y de esta forma, comporte dos cualidades “aparentemente incompatibles: por un lado,
se constituye desde su comienzo en una sanción para aquéllos que quedan sujetos a él,
en tanto y al margen de la afectación pública que supone en la fama de los imputados,
contiene medidas limitativas de derechos fundamentales que, siempre, cualquiera que sea su
intensidad, se adoptan de modo instrumental frente a sujetos, aún no declarados culpables”
y agrega que por otro lado es una “garantía del acierto en la decisión estatal, en la sentencia,
presupuesto ineludible para la determinación de la verdad que se declare respecto de los
hechos que forman su objeto”.
En ese sentido esa garantía se manifiesta, señala el autor citado y parafraseándolo en diversos
aspectos del proceso penal: a) único medio para descubrir la verdad, respetando los principios
del debido proceso, que en lo sustancial responda a las exigencias que caracterizan a un
método sustancialmente contradictorio; b) a la vez que es limitador de derechos, constituye
garantía de su respeto por el Estado, pues contiene reglas precisas y concretas que lo informan
y limitan la restricción de derechos, y fuera de él nunca se respetarían, funcionando como un
mecanismo de autocontrol de Estado; y c) es una garantía del propio Estado de derecho, de
su dignidad y adaptación a fines democráticos. Concluye que su finalidad principal “como
método epistemológico es, evidentemente, el descubrimiento y posterior declaración de la
1 ASENCIO MELLADO, José María. “El proceso penal con todas las garantías”. Revista Ius et Veritas. N° 33. 2006.
Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, pp. 235-247.
verdad de los hechos para, en su caso, imponer al culpable las sanciones que correspondan
y dar la correspondiente satisfacción material a los perjudicados.
Pero esa declaración de la verdad no es a cualquier costo ni valida cualquier tipo de actuación,
tiene límites, y dos de ellos, en mi opinión se desprenden de la Casación materia de este
artículo, que además derivan de nuestro texto Constitucional: exigencia de una actividad
probatoria y motivación de la decisión judicial.
2. ANTECEDENTES
HECHOS
Por ello fue acusado, luego que se adecuará el proceso al nuevo Código Procesal Penal, por
los delitos de Violación Sexual en agravio de la menor M.C.G.R. y homicidio calificado en
agravio del menor Castro Palma.
Realizado el Juicio Oral, conforme a las reglas del Código Procesal Penal, el Juzgado Penal
Colegiado de Huaura, luego que fuera capturado Giraldo Romero, lo condenó como autor
por los delitos ya citados imponiéndole quince años de pena privativa de la libertad y una
reparación civil de veinte mil nuevos soles a favor de los herederos del menor así como dos
mil nuevos soles a favor de la menor agraviada.
Esta sentencia fue apelada tanto por Giraldo Romero que fue admitida, como por el padre de
la menor agraviada, que fue declarada inadmisible por no estar constituido como actor civil.
El uno de agosto del dos mil siete se expide, por la Sala Penal Permanente de la Corte
Suprema de Justicia, el Auto de Calificación del Recurso de Casación, el mismo que declaró
bien concedido por la causal de inobservancia de la garantía constitucional de motivación
de las resoluciones judiciales, prevista por el artículo cuatrocientos veintinueve apartado uno
del Código Procesal Penal, e inadmisible por las causales de inobservancia de la garantía
constitucional del debido proceso y de aplicación de la ley más favorable al procesado en
caso de duda o conflicto entre leyes penales, de inobservancia de normas legales de carácter
procesal sancionadas con la nulidad y de manifiesta ilogicidad de la motivación
El once de octubre del dos mil siete se expide la Sentencia de Casación N° 05-2007 Huaura,
declarando fundado el recurso de casación por inobservancia de la garantía constitucional
de motivación –artículo cuatrocientos veintinueve inciso uno del Código Procesal Penal- y
en consecuencia determina la nulidad de la sentencia de vista, ordenando que la Sala Penal
de Huaura con otro colegiado dicte nueva sentencia, previa nueva audiencia de apelación en
las mismas condiciones que la anterior.
al órgano jurisdiccional a optar por una de las versiones pero debe explicar los
motivos por los que asume una de ellas.
- En concreto lo que debe el tribunal apreciar es: si el relato incriminador era
atendible en función a las reglas de la experiencia; si éste era suficiente a partir
del conjunto de la prueba apreciada en primera instancia; si el razonamiento de
primera instancia era en sí mismo sólido y completo.
- Asume que en el presente caso no era aceptable la técnica de la remisión pues
existía un cuestionamiento a la completitud de la prueba -tanto testifical como
pericial- y una invocación a la necesidad de apreciar el conjunto de declaraciones
de la agraviada y del testigo de cargo, datos o precisiones no consolidados en la
sentencia de primera instancia.
- La sentencia de segunda instancia no absolvió debidamente los motivos del
recurso de apelación centrados en un error en la apreciación de la prueba de cargo.
- Se vulneró la garantía de motivación, en concreto el principio de razón suficiente,
pues no se justificó la razón de la pretensión impugnativa del recurrente Giraldo
Romero.
3. COMENTARIOS
Esta Casación se vincula con otras expedidas posteriormente como la Casación N° 3-2007
Huaura de siete de noviembre del dos mil siete y la N° 385-2013 San Martín del cinco de mayo
del dos mil quince, en la que se estableció como doctrina jurisprudencial los fundamentos
jurídicos contenidos del 5.10 al 5.17 considerandos de la misma, relacionados con motivación
de la sentencia en materia probatoria.
Señala Asencio Mellado2 “que un proceso penal que quiera adecuarse y ser coherente con
una Constitución democrática, sólo y exclusivamente puede ser un proceso acusatorio,
entendiendo por tal no solo su aspecto formal referido al desdoblamiento de funciones
estatales, sino todas las garantías contenidas hoy en los textos internacionales que declaran
y prestan protección a los derechos humanos. Acusatorio es, pues, equivalente a debido
proceso o proceso con todas las garantías, siendo este un derecho fundamental de perfiles
ciertamente amplios, pero que puede ser individualizado perfectamente para diferenciarlo de
otros derechos, más concretos y regulados de manera particular”.
El Código Procesal Penal peruano expedido por Decreto Legislativo 957, como lo señala su
Exposición de Motivos3 tanto en su estructura como en las instituciones allí contenidas se
2 ASENCIO MELLADO, José María. Ob. Cit. , p. 236
3 CODIGO PROCESAL PENAL. Exposición de Motivos. Texto no publicado en el Diario Oficial “El peruano”, enviado
por la Secretaría Técnica de la Comisión Especial de Implementación del Código Procesal Penal, mediante correo
electrónico. Publicado en la página web: http://spij.minjus.gob.pe/Graficos/Peru/2004/Julio/29/EXP-DL957.pdf.
edifican sobre la base del modelo acusatorio, cuyas grandes líneas rectoras son: separación
de funciones de investigación y de juzgamiento; el Juez no procede de oficio; el Juez no puede
condenar ni a persona distinta de la acusada, ni por hechos distintos de los imputados; el
proceso se desarrolla conforme a los principios de contradicción e igualdad; la garantía de la
oralidad es la esencia misma del juzgamiento y; la libertad del imputado es la regla durante
todo el proceso. Destaca como una nota trascendental la implantación de la oralidad en la
medida que permite que los juicios se realicen con inmediación y publicidad, permitiendo de
esa forma un mayor acercamiento y control de la sociedad hacia los encargados de impartir
justicia en su nombre. El Juzgamiento es la etapa estelar del proceso y se caracteriza por
desarrollarse bajo los principios de oralidad, publicidad, inmediación y contradicción en la
actuación probatoria.
Añade el Tribunal, y a lo que nos importa en este artículo, que la “la prueba capaz de producir
un conocimiento cierto o probable en la conciencia del juez debe reunir las siguientes
características: (1) Veracidad objetiva, según la cual la prueba exhibida en el proceso debe
dar un reflejo exacto de lo acontecido en la realidad; asimismo, prima facie, es requisito que la
trayectoria de la prueba sea susceptible de ser controlada por las partes que intervienen en el
proceso, lo que no supone desconocer que es al juez, finalmente, a quien le corresponde decidir
¿Qué significa el principio de razón suficiente? Este principio es uno de los que se conoce como
principios supremos de la lógica, que como disciplina formal tiene como tarea construir
lenguajes formales que contengan claridad, precisión y univocidad5. Planteado por el
filósofo alemán Wilhelm Leibniz este principio nos dice que “todo objeto debe tener una razón
suficiente que lo explique” y lo que es, es por alguna razón “nada existe sin una causa o
razón determinante”. ¿Cómo opera este principio de lógica en la valoración de la prueba y
en consecuencia en la motivación de una decisión judicial?, cuando afirmamos algo como
cierto (crea convicción en el Juez para decidir por una u otra alternativa) porque conoce
los fundamentos o razones por las que debe ser verdadera. En otras palabras: razones que
justifican y explican por qué decidió de tal modo y no de otro.
El Código Procesal Penal establece como regla en la sentencia de segunda instancia, a tenor
del artículo 425° numeral 2) que ésta sólo valorará independientemente la prueba actuada
en la audiencia de apelación, y las pruebas pericial, documental, preconstituida y anticipada,
no pudiendo otorgar diferente valor probatorio a la prueba personal que fue objeto de
inmediación por el Juez de primera instancia, salvo que su valor probatorio sea cuestionado
por una prueba actuada en segunda instancia. La Casación ratifica esta regla, ello no impide
el control de la valoración de la prueba (sea de cargo o de descargo), y para ello recurre a las
definiciones de “zonas opacas” y “zonas abiertas”. Son las segundas, que tratan de aspectos
vinculados a la estructura racional del propio contenido de la prueba, ajenos a la percepción
del juzgador de primera instancia, y que si pueden ser controlados por la reglas de la lógica,
la experiencia y los conocimientos científicos. Así, la valoración de la prueba como actividad
judicial, más aún en vía de apelación debe ser revisada contextualmente.
La libertad del juez en la selección y valoración de la prueba no puede ni debe ser arbitraria,
pues debe dar razones que justifiquen porqué unas pruebas fueron estimadas y otras no. No
hacerlo viola el principio de razón suficiente.
Viale6 señala que “para decidir en forma justificada –si está o no probada una determinada
proposición sobre los hechos de un caso-, es necesario, en un sistema de libre valoración
probatoria, contar con un estándar. Ello, a fin de evaluar si las pruebas disponibles, valoradas
racionalmente, son suficientes para considerar aquella probada”. La Corte Suprema de
Justicia con esta Casación, que hoy es doctrina jurisprudencial, construyó un estándar, tanto
para evaluar la prueba personal en segunda instancia como para llenar de contenido el
principio de razón suficiente en materia de motivación.
4. CONCLUSIONES
6 VIALE DE GIL, Paula. ¿La prueba es suficiente cuando es suficiente? Aproximación a la construcción de la decisión
de suficiencia de la prueba en materia penal, p. 131. En:
http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/pensar-en-derecho/revistas/4/la-prueba-es-suficiente-cuando-es-
suficiente.pdf
pero si lo puede ser respecto de las llamadas “zonas abiertas” o aspectos referidos
a la estructura racional del propio contenido de la prueba ajeno a la percepción
sensorial del juzgador de primera instancia, esto es: a) aquello que puede ser
entendido o apreciado con manifiesto error o de modo radicalmente inexacto; b)
puede ser oscuro, impreciso, dubitativo, ininteligible, incompleto, incongruente o
contradictorio en sí mismo; o c) ha podido ser desvirtuado por pruebas practicadas
en segunda instancia.
03
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 09-2007
HUAURA
SENTENCIA DE CASACIÓN
FUNDAMENTOS DE HECHO
PRIMERO: Que el encausado Carlos Alfredo Ochoa Rojas fue inculpado formalmente
mediante auto apertorio de instrucción de fojas cuarenta y seis, del quince de marzo de dos
mil seis, a mérito de la denuncia formalizada del señor Fiscal Provincial Penal de Huaral de
fojas cuarenta y tres. Se le atribuyó la comisión del delito de violación sexual en agravio
de la menor K.N.A.R. y de violación sexual en grado de tentativa en agravio de la menor
A.S.R.R. Los hechos objeto de imputación ocurrieron el veintisiete de febrero de dos mil seis
en el domicilio de doña Mary Mercedes Narvarte viuda de Ramírez -suegra del acusado-,
ubicado en la calle derecha número quinientos cuarenta, interior nueve en la localidad de
Huaral, en circunstancias que el encausado Carlos Alfredo Ochoa Rojas tras aprovechar la
confianza que le tenían ingresó a la vivienda con la llave que momentos antes le proporcionó
Cecilia Payco Facundo, pero dejó la puerta de la calle semiabierta lo que facilitó el ingreso
de un sujeto no identificado con el rostro semicubierto por un trapo verde quien portaba un
cuchillo, el mismo que obligó al imputado Carlos Alfredo Ochoa Rojas a tirarse al piso, a la
vez que se dirigió contra la mencionada Mary Mercedes Narvarte viuda de Ramírez y Cecilia
Payco Facundo a quiénes bajo amenaza las condujo al segundo piso donde se encontraba
su sobrina por línea materna de iniciales K.N.A.R. de diecisiete años de edad, para luego de
encerrarlas en el baño, el encausado Ochoa Rojas -que tenía el rostro cubierto- habría conducido
a la menor K.N.A.R. a una habitación en el tercer piso; momentos en que la menor A.S.R.R. y
su hermana Katherin Nataly Ramos Ramírez tocaron la puerta de la casa, para después ser
jaladas hacia el interior de la vivienda por el citado imputado, quien procedió a introducir
a la segunda en el baño donde se encontraban Mary Narvarte y Cecilia Payco, llevándose
consigo a la menor de iniciales A.S.R.R. a otra habitación en el tercer piso, seguidamente
abusó sexualmente de su sobrina K.N.A.R., y pretendió hacer lo mismo con su otra sobrina de
iniciales A.S.R.R. a quien previamente le ató las manos y tapó su cabeza con una sábana, si
no le decía donde se encontraba el dinero que supuestamente había recibido Mary Mercedes
Narvarte viuda de Ramírez.
SEGUNDO: Que el proceso se inició con arreglo al estatuto procesal anterior. Sin embargo, el
Segundo Juzgado Penal Transitorio de Huaral por auto de fojas doscientos veintiuno adecuó
la causa al nuevo Código Procesal Penal y remitió los autos a la Fiscalía Provincial, que
vencido el plazo de investigación, conforme es de verse a fojas doscientos veintidós, el Fiscal
Provincial de Huaral formuló acusación -véase fojas uno del cuaderno de etapa intermedia-.
TERCERO: Que, presente el imputado -a quien se le otorgó libertad por exceso de detención- y
realizado el juicio oral, el Segundo juzgado Penal Colegiado de Huaura, mediante sentencia
de fojas doscientos diecinueve, del cuaderno de debates, del dieciséis de mayo de dos mil siete
-cuaderno de debate- absolvió al imputado de los ilícitos contra la libertad - violación sexual,
en agravio de la menor K.N.A.R y en grado de tentativa en agravio de A.S.R.R., sosteniendo
que los delitos estaban acreditados pero no la responsabilidad del imputado, archivando
provisionalmente los actuados.
Tanto la Actora Civil y el Fiscal Provincial y la Actora Civil interpusieron recurso de apelación
-formalizado a fojas doscientos treinta y siete y doscientos cuarenta y dos, respectivamente-. Los
recursos fueron concedidos por autos de fojas doscientos cuarenta y cuatro, de veintidós de
mayo de dos mil siete.
CUARTO: Que en segunda instancia la Actora Civil ofreció entre otros la declaración de la
menor K.N.A.R. -conforme a los escritos de fojas cuarenta y siete y sesenta del cuaderno de apelación-,
y expresó que en primera instancia ofreció y se admitió dicha prueba, sin embargo, la citada
menor estuvo imposibilitada de concurrir por presentar un cuadro depresivo, hecho que
según refiere no se dejó constancia en el acta; que la inconcurrencia no fue un acto voluntario
ni imputable a ella, por lo que la Sala en atención al principio de inmediación debe tener
acceso directo a la información que la agraviada proporcionará respecto al reconocimiento
de su agresor.
QUINTO: Que mediante resolución de fojas sesenta y uno, del veinte de junio de dos mil siete
la Sala desestimó dicho medio de prueba, por las siguientes consideraciones:
b) Que no es posible admitir dicho medio de prueba por no encontrarse en ninguno de los
presupuestos del artículo trescientos cuarenta y dos, numeral dos, apartado a) del Nuevo
Código Procesal Penal.
c) Que si el juez de juzgamiento de primera instancia no pudo valorar la prueba personal por
no haberse ofrecido para su actuación por las partes procesales, o por prescindir o desistirse
tácita o expresamente de las mismas, entonces no se puede pretender que en el juicio oral
de segunda instancia se actúe dicha prueba, proceder así, significaría recortar el derecho
de defensa del imputado quien ya no podría recurrir a otra instancia para actuar la prueba
personal.
d) Citó a juicio oral para el día diecisiete de julio de dos mil siete.
SEXTO: Que la audiencia se realizó, conforme a las actas de fojas sesenta y siete y setenta,
del diecisiete y treinta y uno de julio de dos mil siete, respectivamente, con intervención, en
la primera sesión, del Fiscal Superior, del imputado y su abogada defensora, y del abogado
de la actora civil, y en la segunda sesión sólo con la presencia del Fiscal Superior y abogada
del imputado.
Sentencia de vista
SÉPTIMO: Que la sentencia de vista impugnada en casación, de fojas setenta y uno, del
treinta y uno de julio de dos mil siete precisa lo siguiente:
B. Que, si las partes no ofrecieron medio probatorio o lo hicieron deficientemente, ese hecho
es de su exclusiva responsabilidad, pues no se puede pretender la condena de una persona sin
que exista actividad probatoria idónea producida en presencia de los Jueces, del acusado, de
las partes procesales y el público en general, que permita enervar la presunción de inocencia.
C. Que el artículo cuatrocientos veinticinco, segundo parágrafo, del Código Procesal Penal
establece que “la Sala Penal Superior no puede otorgar diferente valor probatorio a la
prueba personal que fue objeto de inmediación por el Juez de primera instancia, salvo que
su valor probatorio sea cuestionada por una prueba actuada en segunda instancia”. Que
en cumplimiento de la citada norma la prueba personal actuada en el juicio oral de primera
instancia mantiene el valor probatorio que los Jueces le otorgaron y que sirvió para absolver
al acusado, al no existir ninguna prueba que haya sido actuada en segunda instancia para
cuestionar el valor probatorio de la prueba personal actuada y producida ante los Jueces de
Primera Instancia.
OCTAVO: Que la Actora Civil K.N.A.R interpuso recurso de casación mediante escrito de fojas
ochenta y cuatro. Que el motivo casacional comprendió “la inobservancia de las garantías
constitucionales de carácter procesal como la grave afectación al principio de inmediación
y la igualdad entre las partes”. Concedido el recurso por auto de fojas ochenta y ocho, del
veinte de agosto de dos mil siete, se elevó los actuados a este Supremo Tribunal con fecha
veintisiete de agosto de dos mil siete.
NOVENO: Que cumplido el trámite de traslados a las partes recurridas, esta Suprema Sala
mediante Ejecutoria de fojas trece del cuaderno de casación, del nueve de noviembre de dos
mil siete, invocando la voluntad impugnativa admitió a trámite el recurso de casación por
el motivo de inobservancia de las garantías constitucionales del debido proceso y defensa
procesal.
DÉCIMO: Que instruido el expediente en Secretaría, señalada día y hora para la audiencia de
casación el día de la fecha, instalada la audiencia y realizados los pasos que corresponden
conforme al acta que antecede, con intervención del Señor Fiscal Supremo Adjunto y de la
defensa del imputado y de la agraviada, el estado de la causa es la de expedir sentencia.
DÉCIMO PRIMERO: Que deliberada la causa en secreto y votada el mismo día, esta Suprema
Sala cumplió con pronunciar la presente sentencia de casación, cuya lectura en audiencia
pública se realizó en la fecha a las ocho y treinta horas.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
Ámbito de la casación
PRIMERO: Que conforme ha sido establecido por la Ejecutoria Suprema de fojas trece, del
cuaderno de casación, del nueve de noviembre de dos mil siete, el motivo de casación
admitido es el de inobservancia de las garantías constitucionales del debido proceso (por
infracción del principio de inmediación) y defensa procesal (por vulneración del derecho a la
prueba pertinente).
Solicita que el efecto casatorio se extienda a la sentencia de primera instancia -del diecisiete
de mayo de dos mil siete-, porque sin aplicarse lo dispuesto en el artículo ciento setenta y uno
apartados dos, tres y cinco del Nuevo Código Procesal Penal soslayó la prueba que ofreció
para su declaración en juicio.
SEGUNDO: Que el tema específico está centrado en establecer si existió o no vulneración del
derecho a la prueba pertinente y con ello afectación del principio de inmediación.
Que el derecho a la prueba pertinente está ligado al derecho de defensa. No se puede ejercer
tal derecho si no se permite a las partes llevar al proceso los medios que puedan justificar
los hechos que han alegado; siempre que a) la prueba haya sido solicitada en la forma y
momento procesalmente establecido, b) sea pertinente, es decir, debe argumentarse de
forma convincente y adecuada el fin que persigue, y c) que la prueba sea relevante.
Principio de Inmediación
Que el nuevo Código Procesal Penal, establece que el juicio es la etapa principal del proceso,
rigen especialmente los principios de oralidad, publicidad, inmediación y la contradicción en
la actuación probatoria. La inmediación garantiza que el juez encargado de sentenciar tenga
contacto directo con todas las pruebas. Si el juez no oye directamente la declaración del
testigo sino que la lee de un acta, no está en condiciones -por capaz que sea- de realizar un
juicio de credibilidad respecto de lo que el testigo ha dicho, además, tal declaración no puede
ser contraexaminada y por tanto sometida al test de la contradictoriedad. Sin inmediación la
información ostenta una bajísima calidad y no satisface un control de confiabilidad mínimo,
de ahí, que debe protegerse la inmediación del juez, pues la escritura no permite conocer
directamente la prueba.
CUARTO: Que el Colegiado de segunda instancia al rechazar la prueba ofrecida por la actora
civil, en cuanto al examen de la agraviada K.N.A.R., vulneró no sólo el derecho a la prueba
de la parte afectada sino principalmente el principio de inmediación, pues fundamentó la
sentencia con información que no fue susceptible de ser contraexaminada -y que sometida
a la contradictoriedad quizás habría revelado matices o detalles importantes-, por tanto, la
oralización o lectura de la declaración de la agraviada K.N.A.R. no ofrecía garantías mínimas
de calidad que sirvan para sostener un juicio de racionalidad, y es que sólo el tribunal que
Ahora bien, el imputado no podría ser afectado en su derecho de defensa, puesto que luego del
examen de la agraviada K.N.A.R., tenía el derecho del contraexamen o contrainterrogatorio,
incluso de un careo, asegurada de este modo la igualdad de actuación entre las partes.
QUINTO: Que en tal virtud, es de estimar que la sentencia de segunda instancia vulneró
la garantía constitucional del debido proceso al afectar el principio de inmediación y la
garantía de defensa procesal en su ámbito de derecho a la prueba pertinente.
Sobre esa base, y como hace falta realizar nuevamente una audiencia de apelación que dé
lugar a un nuevo fallo de vista, a partir de la integración de un nuevo Colegiado, la estimación
del recurso de casación sólo trae consigo un juicio rescindente -artículo cuatrocientos treinta
y tres incisos uno y dos del nuevo Código Procesal Penal-.
SEXTO: Que, finalmente, respecto de las costas -pronunciamiento que omitieron en primera
y segunda instancia-, habiéndose acogido el recurso de casación es del caso exonerar a la
actora civil, conforme a lo dispuesto por el artículo quinientos cuatro, apartado dos, del
nuevo Código Procesal Penal. Al no mediar oposición formal del imputado no cabe que
responda por ellas.
DECISIÓN
III. ORDENARON que la Sala Penal de Huaura, integrada por otro Colegiado, cumpla con
dictar nueva sentencia, previa nueva audiencia de apelación y cumplidas las formalidades
correspondientes, dicte una nueva sentencia.
IV. DISPUSIERON que la presente sentencia casatoria se lea en audiencia pública por
la Secretaria de esta Suprema Sala Penal; y, acto seguido, se notifique a todas las partes
apersonadas a la instancia, incluso a los no recurrentes.
SS.
SALAS GAMBOA
PONCE DE MIER
URBINA GANVINI
PARIONA PASTRANA
ZECENARRO MATHEUS
1. SUMILLA:
2. ANÁLISIS Y COMENTARIOS
1 Estas se producen en el debate contradictorio y es a partir de ellas que el juez adquiere la prueba.
2 Es posible obtenerlas en la situación de flagrancia por la policía.
3 Vid. Caso Vélez Loor vs. Panamá, párr. 194.
Fue fundamental precisar en esta Casación que sin inmediación la producción de la prueba
se afecta las garantías mínimas del justiciable porque la escritura no permite conocer la
prueba. La inmediación4 no sólo eleva el umbral mínimo de garantías sino garantiza que el
juez de conocimiento observe directamente todos los detalles y precisiones que la prueba
personal, documental, técnica o material vislumbre ante sus ojos en la plenaria durante la
actuación probatoria. Es por esta razón que todos los sujetos procesales intervinientes en el
juzgamiento deben ser diligentes en el planeamiento, la postulación y el ejercicio pleno de la
contradicción. Deben despojarse definitivamente de la vieja práctica que prefieren utilizar la
oralización de piezas procesales antes que la actuación de la prueba personal. La inmediación
del juez de conocimiento aspira que la contradicción sea plena y no a medias porque desea
adquirir la mayor cantidad de elementos o afirmaciones probatorias sobre el hecho punible.
La Casación invoco erróneamente el art. 174 del CPP 2004 en el tercer fundamento de derecho;
al respecto, consideramos que no era atinente la referencia a la citada norma porque la
agraviada no tenía la condición de perito. Pero si se pretendió afirmar que el juez realice los
apremios de ley no había necesidad que la víctima sea conducida en forma compulsiva al
juzgamiento de primera instancia dado el cuadro de salud mental que presentaba la menor.
Pero si fue correcta, la posición que si un testigo especial está delicado de salud debe
recepcionarse su declaración en el lugar que se encuentre en observancia del art. 171 numeral
2, lo que fue una llamada de atención y de futura reflexión para jueces y fiscales; los primeros
deben conducir el juzgamiento en estricta observancia de las reglas de procedimiento
y también para los fiscales quienes deben observarlas desde el inicio de la investigación
preparatoria.
4 La inmediación está vinculada intrínsecamente porque conforme el derecho a la prueba. En el Perú la sentencia
Casatoria N° 05-2007-Huaura y que es enfatizada también por la sentencia del Tribunal Constitucional N°
02201-2012-PA/TC en su fundamento 5to. del caso Francisco Virgilio Castañeda Aguilar y otra, señala que “en
la actuación y valoración probatoria el principio de inmediación presenta doble dimensiones: una personal
y otra estructural. La primera, que se refiere a los datos relacionados con la percepción sensorial del Juez:
lenguaje, capacidad narrativa, expresividad de las manifestaciones, precisiones en el discurso, etc., no es
susceptible de supervisión y control en apelación, es decir no puede ser variada. La segunda, cuyos datos se
refieren a la estructura racional del contenido de la prueba, ajenos en sí mismos a la percepción sensorial del
juzgador, si puede ser fiscalizada y variadas. En este contexto el relato fáctico que el Juez asume como hecho
probado no siempre es inmutable, pues a) puede ser entendido o apreciado con manifiesto error o de modo
radicalmente inexacto; b) puede ser oscuro, impreciso, dubitativo, ininteligible, incompleto, incongruente o
contradictorio en sí mismo; c) ha podido ser desvirtuado por pruebas practicadas en segunda instancia...”
5 CPP art. 241.1.d) Declaración de las niñas, niños y adolescentes en su calidad de agraviados por delitos
comprendidos en los artículos 153 y 153-A del Capítulo I: Violación de la libertad personal, y en los compren
didos en el Capítulo IX: Violación de la libertad sexual, Capítulo X: Proxenetismo y Capítulo XI: Ofensas al pudor
público, correspondientes al Título IV: Delitos contra la libertad, del Código Penal. Las declaraciones de las niñas,
niños y adolescentes serán realizadas con la intervención de psicólogos especializados en cámaras Gesell o
salas de entrevistas implementadas por el Ministerio Público. Las declaraciones y entrevistas serán filmadas y
grabadas a fin de evitar la revictimización de los agraviados.
6 Es un medio de prueba personal que debe cumplir todos los parámetros y exigencias formales para ser
calificada como prueba anticipada6 en cuyo procedimiento se debe observar las reglas del examen y contra
examen previstas en el art. 170 y 378 del CPP 2004. La urgencia es una variable constatable por el juez de
investigación preparatoria, de ser verificada, amparara el requerimiento fiscal y podría excepcionalmente
acelerarse los términos para asegurar la práctica de la prueba, incluso, sabiamente la norma adjetiva penal
ha previsto que en caso exista peligro inminente de pérdida del elemento probatorio y su actuación no admita
dilación, a pedido del Fiscal, decidirá su realización de inmediato (art. 242), sin traslado del requerimiento
fiscal, ordenando judicialmente se actúe la prueba anticipada designando defensor público del Ministerio
de Justicia para que cautele los derechos y garantías del imputado a la contradicción pero en este último
supuesto debe estar suficientemente acreditado (debe ser notorio, evidente, no debe ser una presunción, debe
ser irrefutable) que resulta imposible comunicar (p.ej. se encuentra de viaje, se ha comunicado telefónicamente,
tiene descanso médico que justifica su incapacidad para concurrir, etc.) su actuación probatoria al defensor del
imputado. De darse la imposibilidad de citar al defensor de confianza del imputado estimamos que obligatoria
y complementariamente se debe grabar por audio y video toda la actuación de la prueba anticipada a fin de
preservar los derechos del justiciable, la misma que a su culminación será entregada al imputado para que ejerza
sus derechos y otra copia de la evidencia electrónica se anexe al cuaderno de prueba anticipada; rechazamos
cualquier pretexto o argucia o alegación para no entregárselo al ciudadano, sería desconocer su garantía a
la contradicción. Debe quedar claro que por ningún motivo se dejará de notificar la resolución que admite y
ordena la actuación judicial de la prueba anticipada en su término ordinario o por urgencia, lo cual recortaría
su derecho a impugnarla (art. 246). Durante la actuación de la prueba anticipada el testimonio se debe respetar
absolutamente a lo que persiguen los principios de la inmediación, contradicción y oralidad, dado que en la
recepción del testimonio se respetará las reglas procesales del art. 375 y el IX del título preliminar del CPP 2004.
Los otros medios de prueba personal y documental que prescribe el art. 242 del CPP 2004 también pueden ser
objeto de prueba anticipada pero deberán cumplir previamente las exigencias de su respectiva regla procesal.
7 Ortells Ramos, M…. El nuevo procedimiento penal ….. , p.185.
Se advierte que en el caso penal contra Carlos Alfredo Ochoa Rojas, el defensor de la víctima
efectuó la propuesta probatoria más conveniente y adecuada a la teoría del caso de la menor
agraviada en observancia del art. 422 del CPP 2004 al tratarse de una sentencia absolutoria8;
sin embargo, el actuar y control judicial del tribunal fue incorrecto al infraccionar el derecho-
garantía a la prueba.
El Principio de contradicción de la prueba implica que debe garantizarse a cada una de las
partes la razonable oportunidad de conocer, discutir y oponerse a la prueba ofrecida por
su contraria, de fiscalizar su producción, de solicitar su caducidad o acusar su negligencia,
incluyendo lógicamente el derecho a proponer y producir contraprueba. Es decir para que
una prueba sea válida se requiere que haya sido producida con audiencia o intervención
de la parte contraria, de modo que haya tenido la posibilidad de controlarla y ofrecer su
consecuente descargo. Es una manifestación del debido proceso, que no se agota en la pura
bilateralidad entre pretensiones y defensas, sino que se extiende naturalmente a la prueba.
Así como no se concibe un proceso sin debate tampoco puede admitirse que una parte
produzca una prueba sin el riguroso contralor del adversario.9
Por otra parte, compartimos el fundamento cuarto de la Casación que no estuvo de acuerdo
con la absolución del imputado pues el tribunal de segunda instancia fundamentó la
sentencia con información que no fue susceptible de ser contra examinada -y que sometida
a la contradictoriedad quizás habría revelado matices o detalles importantes-. En esa línea
de razonamiento es de recordarse que el testimonio no solamente debe provenir de un buen
testigo, a veces seleccionado cuando se quiere acreditar determinado tema probatorio como
el de la prueba de reputación personal (bien sea de mala o buena reputación) o para una
línea de interrogatorio relacionado al objeto de prueba. Contra el testigo no debe existir
ninguna amenaza que le afecte la confianza de su relato o se aprecie como débil no fiable,
siempre el testimonio debe ser exacto, preciso que genere confianza en el receptor de la
información; de la desconfianza, inexactitud y debilidad pueda aprovechar el adversario
con el objeto de impugnar su credibilidad en el contra examen. Además, calificamos
8 El CPP 2004 prescribe también en el art. 422. 3 que cuando se trate de sentencias absolutorias, se puede
cuestionar el juicio de hecho
9 Vid. Midón, Marcelo Sebastián. Artículo sobre Los Principios del Derecho Probatorio en el libro Principios
Procesales, director Jorge Peyrano. Tomo II editado por editores Rubinzal – Culzoni, primera edición, año 2011,
Santa Fe Buenos Aires, p. 635.
como buen testimonio si lo proferido oralmente es abundante en detalles sobre los temas
probatorios o líneas de interrogación que sea examinado por el interrogador; también si lo
testimoniado es el fiel recuerdo de lo percibido directamente en el lugar de los hechos o en la
escena del crimen o el día del suceso criminal; así mismo que los detalles de sus respuestas
no tengan inconsistencias, incoherencias internas con sus declaraciones previas o falta de
correspondencia con lo que realmente sucedió en el hecho criminal o tenga contradicción con
los otros testimonios de los testigos que estuvieron con él en la misma posición o ubicación
perceptiva que merezca ser nombrado como testigo directo o presencial del evento delictivo.
Un buen testimonio debe generar confianza en quien lo tenga que valorar y enjuiciar su nivel
de credibilidad, quien tendrá en cuenta la exactitud del testimonio, el que debe corresponder
a la realidad de los hechos. Contreras Rojas sostiene10 que la relación entre la confianza y
exactitud puede graficarse de la siguiente manera: cada vez que observamos a otra persona
llevando a cabo el relato de unos hechos tendemos a evaluar la certeza de los que cuenta a
través de la confianza que ella exhibe al narrar la historia. Mientras más segura y confianza
se ve a la persona, más nos inclinamos a estimar que su relato se ajusta a la realidad de lo
que ha acontecido.
La Sala de apelaciones si admitía la declaración de la víctima ¿cuál iba a ser su deber debido a
la sentencia absolutoria? Por inmediación pudo conocer perfectamente la aptitud probatoria
del testimonio para ser prueba fiable: Para que el juez declare judicialmente que no solo
existe confianza y exactitud del testimonio brindada por el testigo, sino que además tiene
aptitud probatoria para ser prueba fiable, es necesario evaluar los siguientes indicadores
que permitan medir objetivamente la veracidad de las afirmaciones aportadas. Serán fiables
los testimonios si tienen correspondencia con lo que realmente percibió sus sentidos en la
realidad de los hechos y no son producto de la imaginación, ficción, interpretación personal,
fantasía, sospecha, etc.
Compartimos los criterios de veracidad11 que deben ser utilizados para darle el calificativo
judicial de fiable, creíble y verosímil, los que son: a) Características generales: Si vinculan
al testimonio completo y analizan la declaración como un todo. Son necesarios para
apoyar la credibilidad de la declaración. 1.- Estructura lógica. Las declaraciones deben tener
consistencia lógica y/o homogeneidad contextual (coherencia contextual), careciendo de
contradicciones internas. La estructura lógica estará presente si la declaración es coherente y
sus diferentes partes encajan entre ellas, sin inconsistencias ni discrepancias. 2.- Elaboración
no estructurada. Se propone que en caso de relatos libres, los testimonios inventados
normalmente se presentan de manera continua, estructurada y cronológica, con claros
10 Contreras Rojas, Cristian. La valoración de la prueba de interrogatorio, p. 189.
11 Óp. Cit. Contreras Rojas, Cristian, p. 258/260.
intentos del testigo por demostrar las conexiones causales, lo que deja la sensación de un
relato aprendido o incluido. Por el contrario una declaración desorganizada o falta de solidez,
siempre que las inconsistencias; carecen de veracidad suficiente de detalles. El número de
detalles iría en relación directa con la credibilidad, lo que se expresa cuando se entregan
bastantes pormenores de la locación, personas, objeto y acciones involucradas en los
hechos. b) Contenidos específicos: Su constelación se considera una señal de veracidad de la
declaración: 4.- Engranaje o encaje contextual. Descripción que anclan el suceso en el tiempo
y espacio. Sin embargo, este criterio no se puede exigir en todos los relatos, especialmente en
episodios cortos. 5.- Descripción de interacciones. En todos los sucesos se produce una relación
entre los participantes, formada por las acciones de unos y las reacciones de los otros. 6.-
Reproducción de conversaciones. No basta con una relación contenido del diálogo, sino que
además debe indicarse la forma, palabras y emotividad con que fueron expresadas. Debe ser
virtualmente una réplica de las declaraciones de al menos una persona. 7.- Complicaciones
inesperadas. Referencia a dificultades imprevistas que se producen durante el desarrollo de
los eventos, las que pueden interrumpir o alterar. c) Peculiaridad del contenido: Se trata de
elementos que aumentan la calidad del contenido de la declaración. 8) Detalles inusuales. 9)
Detalles superfluos. 10) Incomprensión de detalles, relatados con precisión. 11) Asociaciones
externas relacionadas. 12) Relatos del estado mental del agresor. 13) Alusiones al estado
mental del agresor. d) Contenidos relacionados con motivación: 14) Autocorrecciones
espontáneas. 15) Reconocimiento de falta de memoria. 16) Levantar dudas sobre el propio
testimonio. 17) Auto desaprobación. 18) Perdón del acusado. 19) Detalles características del
delito.
Entonces, si seguimos los criterios expuestos es mucho más fácil y racional el juicio de
credibilidad sobre el testimonio de la víctima o de otros testigos en la fase de valoración
judicial de la prueba, ayudará a conocer la verdad material de los hechos qué es lo que al
final interesó y primaba en la Casación. Seguimos a Nieva Fenoll e Igartua Salaverría que la
valoración de la prueba para los diferentes medios de prueba dependa, en la medida de lo
posible, de criterios objetivos y explicables, y no de intuiciones generales cubiertas detrás del
tantas veces incoherente telón de la inmediación.12 Rechazamos aquellos juicios valorativos
que se escuden en el criterio de conciencia, estos deben ser siempre producto del análisis
probatorio basado en criterios objetivos, constatables que guarden correspondencia con
los hechos y las pruebas contrastadas del respectivo caso penal. Al respecto, Nieva Fenoll13
escribe “En realidad, esa pura intuición es víctima de todo tipo de emociones, inclinaciones,
gustos, preferencias y hasta aficiones, elementos que no siempre resultan confesables y
que, de hecho, acostumbran a no confesarse, porque lo cierto es que no deberían formar
parte de la valoración probatoria”. Nunca debe estar rodeado de subjetivismo, presunciones
12 Nieva Fenoll, Jordi. La valoración de la prueba. Marcial Pons, p. 209.
13 Ibídem, p. 209.
Estamos totalmente de acuerdo, cuando la Casación afirmó que el imputado no podría ser
afectado en su derecho de defensa, puesto que luego del examen de la agraviada, tenía el
derecho del contra examen o contrainterrogatorio, incluso de un careo, asegurando de este
modo la igualdad de actuación entre las partes. Es que nuestro CPP 2004 en su art. 378
regla el examen directo y el contra examen para los testigos y peritos; los temas o puntos
probatorios los define el sujeto procesal que tiene interés en el medio de prueba y es quien
inicia el interrogatorio. Tratándose de menores de 16 años y dada su condición de ser testigo
frágil, el interrogatorio lo conduce el juez y es a través de él que se formula las preguntas y
repreguntas, pero si se da la oportunidad que los operadores en la actuación probatoria están
elaborando adecuadamente las preguntas, las pueden realizar ellos en forma directa; ante
cualquier eventualidad que ponga en peligro o riesgo del menor de edad dada la fragilidad
o se le esté revictimizando el juez que dirige el debate retomará el interrogatorio.
Es más, en caso el testigo señale no recuerdo, es posible utilizar las técnicas de refrescamiento
de memoria en declaraciones previas, para lo cual primero se sienta base probatoria, luego,
el testigo lee en silencio la parte específica del documento, al concluir, progresivamente, se
le va interrogando si en el documento leído señala tal situación o tema probatorio y así
sucesivamente, hasta lograr concluir las líneas de interrogatorio.
14 Ibídem, p. 104.
También el art. 378.6 permite utilizar las técnicas de la confrontación CACA que significa
confirmar, acreditar, confrontar y acabar respecto a las declaraciones previas15 que existan
en el expediente judicial que se utiliza en el juicio oral. Sucede es que casi siempre en la
práctica procesal los litigantes, fiscales y jueces preguntan al testigo ¿Señor explique por
qué anteriormente en su declaración ante la policía dijo que el vehículo de placa FG-1595
era color azul y hoy en el juicio oral hace unos instantes le expresó al fiscal que el mismo
vehículo fue color plomo? Debo recordarles en primer lugar que el testigo nunca explica,
siendo así, este tipo de pregunta es objetable por el adversario porque el testigo siempre
declarará lo que ha percibido, escuchado, ha olido, etc. Las preguntas que piden explicación
son argumentativas, las que son objetables. En cada uno de estos espacios interrogativos se
van elaborando preguntas que cumplen determinado fin.
El fin de la prueba judicial es producir la convicción o certeza en el juez, cuestión que debemos
relacionar mucho más con lo que hasta ahora hemos dicho, para lo cual recordamos que:
15 Se entienden conceptualmente no sólo las que se han prestado como testimonios entre la policía o el fiscal, sino
cualquier otra manifestación expresiva del declarante contenida en cualquier clase de soporte que sea factible
de ser interpretado mediante lectura, escucha, o audiovisión; por lo tanto, quedan comprendidas, por ejemplo,
las cartas, misivas, documentos cualquiera, videograbaciones, en suma cualquier manifestación de su intelecto
expresado voluntaria y conscientemente que haya quedado registrado de cualquier forma (Jauchen, Eduardo.
Estrategias de Litigación Penal Oral. Rubinzal-Culzoni Editores, Santa Fe-Argentina, 2014, p. 29-430).
16 Kielmanovich, Jorge. Teoría de la Prueba y Medios Probatorios. Rubinzal – Culzoni Editores. Junio 2004, Santa Fe
Argentina, p. 98.
a) La verificación es la finalidad de las pruebas relativas a los juicios que emanan de las
ciencias fácticas, dentro de las cuales se encuentran las historias, siendo el derecho parte
de las mismas. b) Se trata de la verificación de la veracidad y no de la verdad. c) Recae
sobre juicios de hechos científicos e históricos, que han demandado una precia labor de
averiguamiento y de conocimiento, tanto sensible como intelectual. d) Y esa labor se cumple
a través de la generación de la certeza, del convencimiento en el funcionario judicial. La
cual es un valor que acompaña al valor supremo de la justicia. Así, pues, la prueba judicial
comprende los conceptos de verificación, veracidad, juicio, certeza y está comprometida con
la realización de la justicia.17
17 Óp. Cit. Cuello Iriarte, Gustavo. Derecho probatorio y pruebas penales, p. 385.
04
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 02-2008
LA LIBERTAD
AUTO DE CASACIÓN
CONSIDERANDO:
PRIMERO: Que, esta Sala Suprema, mediante Ejecutoria de fecha quince de febrero de dos mil
ocho, declaró Bien Concedido el recurso de casación en virtud de lo establecido por el inciso
cuarto del artículo cuatrocientos veintisiete del Código Procesal Penal; disponiendo que la
causa permanezca a disposición de las partes por el plazo de ley, a cuyo vencimiento se fije
fecha para la audiencia correspondiente.
la solicitud de control de plazos, se efectuó con la asistencia del Fiscal Superior y del
Abogado defensor; la Sala Penal de Apelaciones mediante resolución de fojas veintiuno, del
veintiuno de noviembre de dos mil siete, revocó el apelado y declaró fundado el control de
plazo, ordenó la conclusión de la investigación preparatoria y dispuso devolver el incidente
al Juez Penal de Investigación Preparatoria para que continúe con el plazo de ley.
TERCERO: Que, contra la aludida resolución, el Fiscal Superior interpuso recurso de casación
al considerar que, aún no se cumplió con el plazo de Investigación Preparatoria, por cuanto,
desde la fecha de notificación de la disposición de formalización y continuación de la
investigación al Juez de Investigación Preparatoria, conforme establece el inciso segundo del
artículo ciento cuarenta y tres del Código Procesal Penal, esto es el dieciocho de septiembre
de dos mil siete, a la fecha de la solicitud de control de plazo que se concretó el treinta de
octubre de dos mil siete, sólo han transcurrido cuarenta y tres días.
CUARTO: Que, de otro lado, la Sala Penal de Apelaciones, fundó su resolución sosteniendo
que en el nuevo Código Procesal Penal existe sólo una fase de investigación, que es la
Investigación Preparatoria, a cargo del Ministerio Público, conforme se establece en el inciso
segundo del artículo trescientos treinta y siete del acotado, en el que se señala, que las
diligencias preliminares practicadas durante la investigación preliminar forman parte de la
Investigación Preparatoria, por existir “unidad de prueba, unidad de investigación y unidad
de investigador”.
SEXTO: Que, el tema fundamental del caso planteado, es el plazo. Al respecto, en doctrina
se hacen alusión a tres clases de plazos: a) el plazo legal (establecido por la ley); b) el plazo
convencional (establecido por mutuo acuerdo de las partes); c) el plazo judicial (señalado
por el Juez en uso de sus facultades discrecionales). De otro lado, en rigor técnico, conforme
se destaca en el Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, de Guillermo Cabanellas, Tomo
VI, página doscientos setenta y uno, la doctrina y la legislación, se sirven como sinónimos,
soslayando sutilezas técnicas, de los vocablos plazo y término; sin embargo, discrepan
en esencia, por cuanto el plazo es comprensivo de todo lapso para actuar, en tanto que
término integra tan solo su vencimiento o final; en ese contexto, en el presente caso, se trata
de analizar el plazo de carácter legal, vale decir, el que es señalado por la ley durante el
desenvolvimiento del proceso; dentro del marco de referencia del sistema de orientación
acusatorio adversarial que regula el Código Procesal Penal, en aplicación gradual en el Perú.
SÉTIMO: Que, en ese sentido, es preciso señalar lo siguiente: a) que el inciso segundo del
artículo trescientos treinta y siete del Código Procesal Penal, establece que las diligencias
preliminares forman parte de la Investigación Preparatoria, y ésta a su vez tiene un plazo
de ciento veinte días naturales, prorrogables por única vez hasta por un máximo de sesenta
días naturales, conforme a lo estatuído por el inciso uno del numeral trescientos cuarenta
y dos del mismo cuerpo de leyes, ello debe aplicarse en concordancia con lo dispuesto por
el inciso segundo del numeral trescientos treinta y cuatro, que prescribe, que el plazo de
las diligencias preliminares, es de veinte días y que no obstante ello, el Fiscal podrá fijar un
plazo distinto según las características, complejidad y circunstancias de los hechos objeto de
investigación; b) en ese orden de ideas, la etapa de la Investigación Preparatoria, presenta a
su vez dos sub etapas: la primera correspondiente a las diligencias preliminares y la segunda
que corresponde a la investigación preparatoria propiamente dicha. En ese contexto, la fase de
diligencias preliminares tiene un plazo distinto, el mismo que está sujeto a control conforme
dispone el inciso segundo del numeral ciento cuarenta y cuatro del Código Procesal Penal;
control que tiene fundamental importancia para una tramitación adecuada y eficiente del
proceso.
OCTAVO: Que, el artículo trescientos treinta y seis del aludido Código, en la parte final del
inciso uno, regula la formalización y la continuación de la Investigación Preparatoria, la
que deberá comunicarse al Juez de la Investigación Preparatoria a tenor de lo dispuesto en
el inciso tres del mismo numeral, en concordancia con el artículo tres del Código Procesal
Penal; interpretándose de todo ello que, el plazo establecido en el numeral trescientos
cuarenta y dos, debe computarse a partir de su comunicación en virtud a lo establecido
en el inciso dos del artículo ciento cuarenta y tres; señalándose, además, a partir de una
interpretación sistemática, que, esa es la razón por la cual en cada una de esas fases,
diligencias preliminares e Investigación Preparatoria, el Código Procesal Penal prevé la
posibilidad de que los justiciables y fundamentalmente el imputado puedan promover
mecanismos de control del plazo de investigación, que se regulan de manera diferenciada
tanto para la fase de las diligencias preliminares como para la investigación preparatoria
propiamente dicha, conforme se desprende de los artículos trescientos treinta y cuatro inciso
segundo y trescientos cuarenta y tres inciso segundo del referido texto normativo.
tales en el proceso para el efectivo ejercicio de sus pretensiones, debiendo tenerse en cuenta,
además, que según dispone el artículo trescientos veintiuno del Código Procesal Penal, la
investigación preparatoria tiene como finalidad reunir los elementos de convicción de cargo
y de descargo.
DÉCIMO: Que, en el caso específico, de los argumentos del recurso de apelación de fojas
diez, interpuesto por el Abogado defensor del inculpado, se advierte que el Fiscal Provincial
formalizó la investigación preparatoria con fecha once de septiembre de dos mil siete; en
consecuencia, computando hasta la fecha de presentación de solicitud de control de plazo
de fojas uno, esto es, el treinta de octubre de dos mil siete, aún no había transcurrido el plazo
establecido en el artículo trescientos cuarenta y dos.
DÉCIMO PRIMERO: Que concluyendo, los plazos para las diligencias preliminares, de veinte
días naturales y el que se concede al Fiscal para fijar uno distinto según las características,
complejidad y circunstancias de los hechos objeto de investigación; son diferentes y no se
hallan comprendidos en los ciento veinte días naturales más la prórroga a la que alude la
norma pertinente, que corresponden a la investigación preparatoria propiamente dicha.
DÉCIMO SEGUNDO: Que, finalmente es necesario precisar que si bien los plazos referidos
son distintos, es fundamental establecer que el plazo de las denominadas diligencias
preliminares y fundamentalmente el plazo adicional al de los veinte días que el artículo
trescientos treinta y cuatro le autoriza al Fiscal en casos que por sus características revistan
complejidad, no debe ser uno ilimitado y, si bien es cierto, en este extremo de la norma no
se precisa de manera cuantitativa cual es su límite temporal, también es verdad que ello
no puede afectar el derecho al plazo razonable que constituye una garantía fundamental
integrante del debido proceso; que por lo demás, deben entenderse como excepcionales,
ponderándose el plazo máximo de duración atendiendo a criterios de orden cualitativos
conforme a los principios de razonabilidad y proporcionalidad, debiendo tenerse siempre
presente que las diligencias preliminares tienen como finalidad inmediata realizar los actos
urgentes o inaplazables conforme dispone el artículo trescientos treinta de la ley procesal
penal y que por estas consideraciones, la fase de diligencias preliminares no podría, en la
hipótesis más extrema, ser mayor que el plazo máximo de la Investigación Preparatoria
regulado en el artículo trescientos cuarenta y dos de la ley procesal penal.
DECISIÓN:
del Distrito Judicial de La Libertad, contra el auto de fojas veintiuno, del veintiuno de
noviembre de dos mil siete, que revoca el auto apelado del siete de noviembre de dos mil
siete, y reformándolo: declara Fundado el control de plazo y ordena que se devuelvan los
autos al Juez Penal de la Investigación preparatoria para que continúe con el plazo de ley;
en consecuencia: ESTABLECIERON: de conformidad con lo previsto en el inciso cuarto del
artículo cuatrocientos veintisiete del Código Procesal Penal, como doctrina jurisprudencial,
que los plazos para las diligencias preliminares, de veinte días naturales y el que se concede
al Fiscal para fijar uno distinto según las características, complejidad y circunstancias de
los hechos objeto de investigación son diferentes y no se hallan comprendidos, en los ciento
veinte días naturales más la prórroga a la que alude la norma pertinente, que corresponden a
la investigación preparatoria propiamente dicha; conforme a los argumentos que se señalan
en la parte considerativa de la presente resolución.
II. DISPUSIERON que la presente resolución casatoria se lea en audiencia pública por la
Secretaria de esta Suprema Sala Penal; y acto seguido, se notifique a las partes apersonadas
a la instancia, incluso a las no recurrentes.
III. MANDARON que cumplidos estos trámites se devuelva el proceso al órgano jurisdiccional
de origen, y se archive el cuaderno de casación en esta Corte Suprema.-
SS.
SIVINA HURTADO
PONCE DE MIER
URBINA GANVINI
PARIONA PASTRANA
ZECENARRO MATEUS
SUMILLA:
1. INTRODUCCIÓN
La implementación progresiva del nuevo Código Procesal Penal (en adelante CPP) (Decreto
Legislativo N° 957) en los distritos judiciales del Perú ha conducido a una heterogeneidad de
interpretaciones de la propia norma.
Así, se ha llegado a identificar que los operadores de las Cortes Superiores de Justicia
ubicadas en el norte del país adoptaban una práctica más acorde a los principios de la
oralidad, en un trabajo menos burocrático y sin caer en las anquilosadas formas heredadas
del vetusto Código de Procedimientos Penales (en adelante C. de P.P.). En el sur, en cambio,
la aplicación de las normas del nuevo Código se ha ido “endureciendo” con la finalidad de
guardar las solemnidades de los actos procesales so fundamento de no generar indefensión
a los imputados o desprotección a las víctimas.
el proceso penal (jueces, fiscales y abogados), pueden calificarse como aspectos favorables
o no a la reforma procesal.
Pero con el crecer de las causas, éstas han llegado por impugnaciones a la capital de la
República y, con ello la Corte Suprema de Justicia ha advertido la necesidad de uniformizar
la aplicación del CPP. Consecuentemente, se están estableciendo criterios de interpretación
de las figuras procesales en sendas Casaciones vinculantes, o vía doctrina legal en Acuerdos
Plenarios. La Corte Suprema busca ordenar las prácticas de los operadores del sistema de
justicia penal; en palabras de Roxin: “el aseguramiento de la unidad del Derecho”3.
Por ello, no es baladí afirmar que con la aplicación del CPP en todo el territorio de la
República, ya sea por delitos de corrupción de funcionarios en el año 20114 o por casos de
criminalidad organizada en el año 20145, los usuarios del servicio de administración de
justicia son testigos de la vorágine de los jueces de la Suprema de sentar criterios vinculantes
de aplicación del CPP a partir de cualquier caso, sin que se tome en cuenta que el uso del
recurso de casación por su propia naturaleza debería ser de uso limitado.
Valga la ocasión, entonces, para analizar en papel una de las primeras decisiones de la
Suprema que uniformizaron las diferentes interpretaciones que se tenían de las diligencias
preliminares y, que llevó a que el 03 de junio de 2008 la Sala Penal Permanente dictara el
auto de la Casación N° 02-2008-La Libertad.
2. EL MOTIVO CASACIONAL
3 ROXIN, Claus. Derecho Procesal Penal. Buenos Aires: Civitas, 2006, p. 468.
4 Desde el 15 de enero de 2011 los delitos tipificados en los artículos 382 al 401 del CP, son conocidos al amparo
de las normas del CPP. Por disposición de la Ley 29574, modificada por la Ley 29648, el legislativo dispuso su
aplicación inmediata para esa pluralidad de delitos para el distrito judicial de Lima, para los distritos judiciales
de Lima Norte, Lima Sur y Callao, el 01 de abril de 2011, y en los demás distritos judiciales en los que el CPP aún
no ha entrado en vigencia integralmente, el 01 de junio de 2011.
5 El artículo 4 de la Ley 30077 (en vigencia desde el 01 de julio de 2014) señala que para la investigación,
juzgamiento y sanción de los integrantes de una organización criminal, personas vinculadas a ella o que actúan
por encargo de la misma, que comentan los delitos señalados en el artículo 3 de la misma Ley, rigen las normas
y disposición del CPP.
por el Fiscal Superior de La Libertad contra el auto que declaraba fundado el control de
plazo y ordenaba la conclusión de la Investigación Preparatoria, para desarrollar doctrina
jurisprudencial respecto al control de plazo de la Investigación Preparatoria.
Atendiendo ello, el tema materia de análisis serán las diligencias preliminares, pero no solo
atendiendo a la Casación en comento, sino a los otros antecedentes relevantes sobre esta
materia: Casaciones N° 318-2011-Lima del 22 de noviembre de 2012 y N° 144-2012-Áncash
del 11 de junio de 2013.
Las diligencias preliminares tienen como finalidad inmediata realizar los actos urgentes o
inaplazables destinados a determinar si han tenido lugar los hechos objeto de conocimiento
y su delictuosidad, así como asegurar los elementos materiales de su comisión, individualizar
a las personas involucradas en su comisión, incluyendo a los agraviados y, dentro de
los límites de la Ley, asegurarlas debidamente. Al respecto, Vásquez señala: “Estos actos
urgentes igualmente tiene un destino, que es el de determinar si los hechos materia
del futuro proceso penal se dieron en la realidad y no son una invención fabulesca del
denunciante; además, una vez comprobados (o por lo menos habiéndose logrado conseguir
indicios razonables de su realización), deberá determinar si estos hechos denunciados
constituyen delito”6.
Esos actos urgentes o inaplazables se pueden ejemplificar en los siguientes supuestos: a) Las
6 VÁSQUEZ RODRÍGUEZ, Miguel Ángel. “Las diligencias preliminares en el nuevo Código Procesal Penal y su
duración. Análisis de la Casación No.02-2008-La Libertad”. En Gaceta Penal & Procesal Penal, Tomo 40, Lima:
Gaceta Jurídica, 2014, p. 276
Los dosajes etílicos como las pruebas de campo para droga son, no cabe duda, actos urgentes
e inaplazables destinados a determinar la delictuosidad de las conductas de conducir en
estado de ebriedad y traficar drogas ilícitas:
La redacción original del artículo 334.2 del CPP establecía que el plazo para realizar las
diligencias preliminares era de 20 días, salvo que se produjera la detención de una persona
o, dependiendo las características, complejidad y circunstancias de los hechos objeto de
investigación el fiscal podía fijar un plazo distinto. Pues se entendía, en los primeros años
de la reforma procesal, que los actos iniciales de la investigación solo estaban destinados a
asegurar los elementos que comprobaran el delito, el descubrimiento del autor del crimen y
otras circunstancias que ayudasen inmediatamente al fiscal a promover una investigación
judicializada (formalizada) en un plazo no muy extenso. En palabras de Zelada: “(…) al
concluir la misma estará convencido si está o no ante un hecho que sea presumiblemente
delictivo, debiendo tener en cuenta que esta averiguación previa, de ningún modo puede
aspirar a realizar todos los actos de investigación que acrediten la responsabilidad del
investigado, esto es coyuntural y dependiendo a cada caso, si se dan de manera colateral
bien, pero si no es así, debe respetar el objeto de estas diligencias, y realizar solo las urgentes
e inaplazables, ello en estricta observancia del derecho a un plazo razonable (…)7”.
7 ZELADA FLORES, René S. “La Etapa de Investigación Preparatoria en el Nuevo Código Procesal Penal”. En Gaceta
Penal & Procesal Penal, Tomo 31. Lima: Gaceta Jurídica, 2012, p. 298
Por su parte el sistema chileno, citando a Horvitz & López, se hablaba de una Investigación
Preparatoria que se inicia cuando un hecho reviste caracteres de delito, en la que el ministerio
público o la policía atribuyen a una persona responsabilidad de un hecho punible. Su
función principal es la recolección de antecedentes probatorios que permitan fundamentar
la formulación de la acusación en contra de una determinada persona por un delito
determinado. Esta etapa carece, salvo excepciones muy estrictas, de todo valor probatorio
y las actuaciones de investigación son controladas por un órgano jurisdiccional, el juez de
garantía9.
8 FIERRO-MÉNDEZ, Heliodoro. Manual de Derecho Procesal Penal – Sistema Acusatorio y Juicio Oral y Público.
Tomo I, Bogotá: Leyer, pp. 183-184.
9 HORVITZ LENNÓN, María Inés & LÓPEZ MASLE, Julián. Derecho Procesal Penal Chileno. Tomo I. Santiago:
Editorial Jurídica de Chile, 2005, pp. 443-444.
La creciente complejidad de los casos que se venían conociendo en Huaura y La Libertad al año
2007, exigían de parte del fiscal estrategias de investigación diferenciadas a las empleadas
para los delitos de insignificancia o bagatela (ej. conducción en estado de ebriedad), o para
los procesos que se originaban de la detención flagrante de su autor (ej. tráfico de drogas).
Los plenos regionales de jueces asintieron rápidamente esa decisión, como el ocurrido el
14 de julio de 2008 en la Corte de La Libertad, a pesar que en ésta se originó el problema
debatido en casación:
A su vez, la doctrina nacional se decantó por la posición de denominar “sub etapa” a las
diligencias preliminares, como Neyra en el año 2010 cuando señala: “Las diligencias
preliminares constituyen la primera sub-etapa, pre-jurisdiccional del proceso, en la
cual el Fiscal está facultado, en virtud de las atribuciones que le otorga la ley procesal,
de seleccionar los casos en los que debe realizarse una investigación formal y para ello
dispone de una investigación preliminar encaminada a reunir los requisitos necesarios para
formalizar la investigación, entre ellos individualizar al autor y reunir la prueba mínima”11.
La propia jurisprudencia también empezó a hacer referencia a la “sub etapa” de las diligencias
preliminares, como en el Recurso de Apelación N° 04-2015 “3”, de fecha 29 de setiembre de
2015, de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia de la República, que señala:
“Décimo segundo. Que debido a que el Fiscal Supremo en lo Penal apelante, como el propio
Juez Supremo de Investigación Preparatoria y el abogado defensor de los investigados
han sido incisivos en sustentar sus pronunciamientos, en la necesidad que la diligencia
cuestionada se realice y en otro caso, que la misma se declare improcedente, es indispensable
hacer mención de la naturaleza y fines de la denominada diligencias preliminares, sub-
etapa de la Investigación Preparatoria en la cual se encuentra la presente investigación.
(…)
Décimo tercero. Que, de la lectura sistémica de los artículos trescientos veintinueve al
trescientos treinta y tres del Código Procesal Penal, se tiene que las diligencias preliminares
son aquellas actuaciones iniciales de investigación con finalidades específicas y que
conforme con el artículo IV del Título Preliminar del acotado Código, no tendrán carácter
jurisdiccional, sino de indagación y propiamente de averiguación realizadas por el Fiscal,
dentro del marco del desempeño de la función persecutora que le asigna la Constitución
Política del Estado, concordante con el Código Procesal Penal, que en su artículo trescientos
10 TABOADA PILCO, Giammpol. Jurisprudencia y Buenas Prácticas en el Nuevo Código Procesal Penal. Lima:
Editorial Reforma, 2010, p. 279.
11 NEYRA FLORES, José Antonio. Manuel del Nuevo Proceso Penal & de Litigación Oral. Lima: Idemsa, 2010, pp.
287-288.
veintinueve, dispone que el Fiscal tiene el deber de iniciar los actos de investigación cuando
tenga conocimiento de la sospecha de la comisión de un hecho que reviste los caracteres
de delito.
Las diligencias preliminares que realiza el Fiscal, con apoyo o no de la Policía, determinarían
si procede emitir una decisión de fondo, que importe el sometimiento de una persona a una
investigación formal de carácter penal o en su defecto, el archivamiento definitivo.
En este enfoque, de acuerdo al Código Procesal Penal, solo aquellas diligencias que
están encaminadas a determinar la existencia o delictuosidad de los hechos objeto de
denuncia; la individualización de las personas involucradas en su comisión; así como el
aseguramiento de los elementos materiales de la comisión del hecho denunciado como
delictivo, serían propias de esta primera sub-etapa, calificada de diligencias preliminares,
esto de conformidad a los alcances del inciso dos, del artículo trescientos treinta del
acotado Código; tanto más, si tendrán que ser justamente aquellas diligencias que urgen
realizarse por necesarias, pues permitirían cumplir las finalidades ya referidas y, por ende,
no pueden dejarse para otro momento procesal”.
12 ALARCÓN SOLÍS, Francisco. “Replanteando un criterio establecido: ¿El plazo de las diligencias preliminares se
computa como días hábiles o naturales?”. En Actualidad Penal N° 3. Lima: Instituto Pacífico, 2014, p. 100.
13 MENDOZA AYMA, Francisco Celis. La Necesidad de una Imputación concreta en la Construcción de un Proceso
Penal Cognitivo. Lima: Ediciones Jurídicas San Bernardo, 2012, p. 107.
De este modo, aquellas actuaciones “urgentes e inaplazables” dejaron de ser tales, pues en
los casos en que lo que no se evidenciaba insignificancia (delitos de bagatela) ni flagrancia
delictiva, el fiscal empezó a emplear más allá del plazo necesario para determinar la
delictuosidad del hecho y la individualización del autor del crimen. Por citar, las denuncias
de corrupción de funcionarios, en las que la noticia criminal llega con escritos del Procurador
Público como resultado de los informes de Contraloría (artículo 201-A del CPP).
Al respecto, la Defensoría del Pueblo señala como excesivo el plazo promedio de las
diligencias preliminares en las fiscalías especializadas anticorrupción: “En este escenario
confuso los fiscales realizaban sus investigaciones. Es probable que la falta de uniformidad
de criterios en este periodo haya generado laxitud al momento de interpretar los plazos
máximos con los que se contaba para realizar las investigaciones por peculado y colusión.
A esta idea abonan las manifestaciones de fiscales recogidas en la investigación respecto
a la extensión de los plazos (“muy cortos”) –de hecho no por nada se ha verificado en la
muestra que los fiscales tardan en promedio en archivar denuncias 58 días para rechazos
liminares y 275 días para rechazos no liminares, es decir, fuera de todos los plazos
interpretables–, y la heterogeneidad respecto del tiempo que los fiscales se toman para
realizar las diligencias preliminares”16.
14 RIVERA NAVARRO, Néstor Raúl. “Las Diligencias Preliminares en el Código Procesal Penal: a propósito de
los delitos cometidos por funcionarios públicos”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 24, Lima: Gaceta
Jurídica, 2011, p. 258.
15 VEGA LLAPAPASCA, Rafael. “El plazo de la investigación preparatoria y su prórroga”. En Actualidad Penal N° 24.
Lima: Instituto Pacífico, 2016, p. 81.
16 DEFENSORÍA DEL PUEBLO. Informe Defensorial Nº 168: El Archivo Fiscal de Denuncias por Peculado y Colusión.
Estudio realizado en distritos fiscales de Lima, Ayacucho y Junín. Lima, 2014, p. 304.
Ante esa disyuntiva de no encajar la finalidad de las diligencias preliminares (artículo 330.2
del CPP) para los casos complejos, como los de corrupción, la Sala Penal Permanente de
la Corte Suprema consideró en la Casación N° 318-2011-Lima del 22 de noviembre de 2011,
en su fundamento 2.8., destacar los tres fines de las diligencias preliminares: i) Realizar
actos urgentes sólo para determinar si los hechos denunciados son reales y si además
configuran uno o varios ilícitos penalmente perseguibles; ii) asegurar la escena del crimen
y la evidencia sensible de la presunta comisión del ilícito, y evitar en lo posible mayores
consecuencias derivadas de la perpetración del delito; e iii) individualizar al presunto
imputado fundamentalmente y al agraviado si es posible.17 En consecuencia, señalaba en su
fundamento 2.9., que cualquier otro tipo de diligencia que tuviera una finalidad distinta a las
antes mencionadas constituiría fuera de los parámetros de las diligencias preliminares, pues
de ser así, se estaría llevando diligencias propias de una Investigación Preparatoria.
La Suprema advierte en esa Casación del 2011 que las actuaciones de investigación que se
estaban llevando en las diligencias preliminares no eran parte de esa etapa. En palabras
de Mendoza: “Una práctica -contra legem- de la fiscalía ha desnaturalizado esta finalidad;
pues, no obstante existir una imputación concreta se dispone, por regla general, Diligencias
Preliminares. Se ha pervertido su objeto y finalidad; su recurrencia acarrea consecuencias
negativas, enerva el contradictorio con sensible afectación del derecho de defensa, y
degenera en dilación”18.
Esa Casación ha sido punto de críticas, en razón que se considera que el plazo debe ser fijado
por el fiscal de acuerdo a las circunstancias fácticas-procesales de cada caso en concreto19.
En palabras de Sánchez: “Hace seis años nuestra Corte Suprema tuvo el mismo problema,
y siendo coherente, no fijó un plazo máximo de las diligencias preliminares. Hoy sí lo ha
hecho, motivando la remisión de la primera casación, en forma congruente. Esperemos que
en futuros recursos nuestro Supremo Tribunal justifique el porqué de su decisión20”.
La problemática se evidencia más con la creación de las fiscalías contra el crimen organizado
(en sus distintas especialidades), como consecuencia de la dación de la Ley 30077 - Ley
contra el Crimen Organizado, puesto que el plazo de las diligencias “urgentes o inaplazables”
se amplía a 60 días o a uno mayor dependiendo la complejidad y circunstancia del hecho
investigado. Así, por ejemplo, el Segundo Juzgado de Investigación Preparatoria Nacional
considera que sus investigaciones son “hiper complejas”, como consta en la Resolución N°
03 del 14 de agosto de 2015, recaída en el Expediente Judicial 91-2014-57: “5.8. Respecto
al primer presupuesto, en esta audiencia se ha demostrado que existe dificultad de la
investigación por el número de procesados y por las diligencias que se han dispuesto y que
no se han materializado, pues no olvidemos que se trata de una investigación que ha sido
calificada21 como de Hiper Compleja (…)”.
19 CALLE LAUREANO, José Martín. “El plazo de diligencias preliminares en casos complejos: una historia
jurisprudencial de contradicciones”. En Actualidad Penal N° 2. Lima: Instituto Pacífico, 2014, p. 291.
20 SÁNCHEZ PONCE, Lyceth Luisa Flor. “La Casación N° 144-2012-Áncash: ¿existe un plazo jurisprudencial?”. En
Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 61. Lima: Gaceta Jurídica, 2014, p. 33.
21 debe decir: ha sido calificada
preliminar o formalizada- y que tienen además una eficacia limitada a las finalidades de
dicha fase, por lo que evidentemente tal solicitud de copias certificadas relacionadas con el
caso para fines de calificación de denuncia no constituyen en sí actos de investigación (…)”.
7. CONCLUSIÓN:
05
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 14-2010
LA LIBERTAD
SENTENCIA DE CASACIÓN
FUNDAMENTOS DE HECHO
Contra dicha resolución el señor Fiscal Provincial y la Parte Civil interpusieron recurso de
apelación por escritos de fojas veinticuatro y treinta y seis respectivamente. Este recurso fue
concedido por auto de fojas cuarenta y tres, del doce de enero de dos mil diez.
III. Del Trámite del recurso de casación del acusado Sánchez Paredes.
Concedido el recurso por auto de fojas ciento setenta y tres, del treinta de junio de dos mil
diez, se elevó la causa a este Supremo Tribunal.
SEXTO: Cumplido el trámite de traslado a las partes recurridas, esta Suprema Sala mediante
Ejecutoria de fojas cuarenta y siete, del cuaderno de casación, del trece de septiembre de dos
mil diez, en uso de su facultad de corrección, admitió a trámite el recurso de casación por los
siguientes motivos: i) los alcances de la diligencias preliminares [artículo trescientos treinta,
apartado uno y dos del nuevo Código Procesal Penal]; ii) la correcta definición del alcance
y ámbito de la acción de tutela ordinaria [artículo setenta y uno, apartado cuatro del nuevo
Código Procesal Penal]; y iii) observancia o no de las garantías de defensa procesal y el
plazo razonable.
OCTAVO: Deliberada la causa en secreto y votada el cinco de julio, esta Suprema Sala
cumplió con pronunciar la presente sentencia de casación, cuya lectura en audiencia pública
-con las partes que asistan- se realizará por el Secretario de la Sala el día veinte de julio de dos
mil once a horas ocho horas con cuarenta y cinco minutos.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO: Conforme ha sido establecido por la Ejecutoria Suprema de fojas cuarenta y siete,
del cuaderno de casación, del trece de septiembre de dos mil diez, los motivos del recurso de
casación son establecer: i) los alcances de la diligencias preliminares [artículo trescientos
treinta, apartado uno y dos del nuevo Código Procesal Penal]; ii) la correcta definición del
alcance y ámbito de la acción de tutela ordinaria [artículo setenta y uno, apartado cuatro del
nuevo Código Procesal Penal]; y iii) observancia o no de las garantías de defensa procesal y
el plazo razonable.
SEGUNDO: El recurrente alega que el Fiscal Provincial al recibir la denuncia de parte -formulada
por la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria [en adelante SUNAT]- dispuso la
realización de diligencias preliminares porque el “informe sobre indicios de defraudación
tributaria” presentado en la denuncia del órgano tributario no era suficiente para formar
causa probable, por lo que ordenó se realice una pericia contable oficial, cuyos resultados
coincidían con el informe aparejado en la denuncia de SUNAT, ante lo cual el encausado
Sánchez Paredes presentó observaciones al documento oficial y a la vez presentó una pericia
de parte refutando las dos primeras, motivo por el cual solicitó que se proceda conforme al
artículo ciento ochenta del Código Procesal Penal, situación que no se llevó a cabo y por el
contrario el Fiscal Provincial emitió la Disposición de Formalización y Continuación de la
Investigación Preparatoria, contraviniendo el artículo sesenta y cinco apartado cuatro de la
citada norma procesal.
A. El nuevo Código Procesal Penal establece un proceso único que está formado por tres
etapas: la investigación preparatoria, la etapa intermedia y el Juzgamiento. El primero de
ellos se encuentra comprendido por dos sub fases: las investigaciones preliminares y la
investigación preparatoria propiamente dicha.
III. Sobre los alcances de las diligencias preliminares [artículo trescientos treinta,
apartado uno y dos del nuevo Código Procesal Penal] y la observancia o no de las
garantías de defensa procesal y el plazo razonable.
El plazo de la investigación preliminar es de veinte días, pero el Fiscal podrá fijar un plazo
distinto según las características, complejidad y circunstancias de los hechos objeto de
investigación, conforme lo preceptúa el artículo trescientos treinta y cuatro inciso dos del
nuevo Código Procesal Penal.
QUINTO: En el presente caso, el Fiscal mediante la Disposición número uno, de fojas setenta y
uno, del cuadernillo de casación, del veinticuatro de junio de dos mil nueve dispuso aperturar
investigación preliminar por el plazo de sesenta días con la finalidad que se realicen varias
diligencias -entre ellas la pericia contable correspondiente-, posteriormente mediante disposición
de fojas setenta y ocho, del veinticinco de septiembre de dos mil nueve se dispuso ampliar
dicho plazo por treinta días; después el dieciséis de noviembre de dos mil nueve, luego que se
emitiera el Informe Contable, se puso a disposición de los sujetos procesales por el término
de cinco días.
SEXTO: Ante ello el abogado del imputado Sánchez Paredes presentó observaciones al
mencionado Informe Contable el veinticinco de noviembre de dos mil nueve -en base al
artículo ciento ochenta del Código Procesal Penal-, además que presentó una pericia de parte que
contradecía al informe oficial, petición que no fue llevada a cabo por el representante del
Ministerio Público, porque el uno de diciembre de dos mil nueve emitió la disposición de
En tal sentido cuando el imputado Sánchez Paredes realiza las observaciones al informe
pericial oficial -el veinticinco de noviembre de dos mil nueve- y solicita se proceda conforme al
artículo ciento ochenta del nuevo Código Procesal Penal, los plazos procesales ya habían
terminado en exceso -luego de la ampliación respectiva el plazo se cumplió el veinticinco de octubre
de dos mil nueve-, por lo que el Fiscal -luego que reuniera los elementos indiciarios o elementos
reveladores de la comisión del delito y la participación de Sánchez Paredes- dispuso formalizar la
investigación preparatoria, que no significa la determinación de la comisión del delito y/o la
responsabilidad penal del imputado, sino sólo la existencia de indicios o sospecha de tales
eventos, porque tal situación se determinará luego del desarrollo de la etapa de juzgamiento.
IV. La correcta definición del alcance y ámbito de la acción de tutela ordinaria [artículo
setenta y uno, apartado cuatro del nuevo Código Procesal Penal].
Además el nuevo Código Procesal Penal establece en beneficio del imputado la audiencia de
tutela de derechos, en ese sentido, cuando se considere que de las diligencias preliminares
o que en la investigación preparatoria no se ha dado cumplimiento a estas disposiciones
(relativas a sus derechos), o que sus derechos no son respetados, o que es objeto de medidas
limitativas de derechos indebidos o de requerimientos ilegales, puede acudir en vía de tutela
al Juez de la investigación preparatoria para que subsane la omisión o dicte las medidas
de corrección o de protección que corresponda según lo establece el apartado cuatro del
artículo setenta y uno del Código adjetivo, esta solicitud la resolverá este mismo Juez previa
audiencia, en la cual el Abogado defensor expondrá los argumentos por los cuales cree
que su patrocinado ha sido afectado en sus derechos, le seguirá en turno el Fiscal con sus
alegaciones de descargo y el Juez resolverá al final.
NOVENO: Esta facultad que le otorga la norma procesal al imputado puede hacerse valer
siempre y cuando se vulnere alguna garantía constitucional, sustantiva o procesal, caso
contrario no procede la acción de tutela de derechos.
DÉCIMO: Si bien en la audiencia de fecha veinte de enero de dos mil diez, cuya acta corre
a fojas sesenta y seis, luego de escuchar a las partes procesales, el Colegiado dispuso dar
por cerrado el debate y suspendió la audiencia para el día veintisiete de enero de dos mil
diez a fin de expedir la resolución que corresponda, esto es, después de siete días, situación
que contraviene el apartado cuatro del artículo setenta y uno del nuevo Código Procesal
Penal -que establece que la solicitud del imputado se resolverá inmediatamente a la realización de
la audiencia-, sin embargo, dicha inobservancia no puede ser causal de nulidad de los actos
procesales subsiguientes, pues esta contingencia en el contexto del proceso no está revestida
de una especial relevancia como sustentar tal consecuencia, sobre todo si como se tiene
dicho en lo actuado no aparecen indicadores que evidencien la vulneración de derechos
fundamentales, aparte que la situación suscitada resulta convalidable en armonía con el
inciso uno punto c) del artículo ciento cincuenta y dos del acotado Código Procesal.
UNDÉCIMO: Con arreglo al artículo cuatrocientos noventa y siete del nuevo Código Procesal
Penal corresponde pronunciarse sobre las costas del medio impugnatorio. El presente
recurso de casación ha sido desestimado [artículos quinientos cuatro apartado dos del nuevo
Código Procesal Penal]. No han existido razones serias y fundadas para promover el recurso de
casación, por lo que no cabe eximirlo del pago de las costas [artículo cuatrocientos noventa y
siete apartado tres, a contrario sensu, del nuevo Código Procesal Penal].
DECISIÓN
II. CONDENARON al pago de las costas del recurso al acusado Fortunato Wilmer Sánchez
Paredes; ORDENARON que el Juez de la Investigación Preparatoria cumpla con su liquidación
y pago, conforme al artículo cuatrocientos diecinueve del Código Procesal Civil.
III. DISPUSIERON que la presente sentencia casatoria se lea en audiencia pública por
el Secretario de esta Suprema Sala Penal; y, acto seguido, se notifique a todas las partes
apersonadas a la instancia, incluso a las no recurrentes.
IV. MANDARON que cumplidos estos trámites se devuelva el proceso al Órgano Jurisdiccional
de origen, y se archive el cuaderno de casación en esta Corte Suprema.
SS.
VILLA STEIN
RODRÍGUEZ TINEO
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
CALDERÓN CASTILLO
SUMILLA:
Fortunato Wilmer Sánchez Paredes interpuso una Tutela de Derechos con la finalidad de que
se declare la nulidad de la disposición de formalización de investigación preparatoria, y el
proceso regrese a la etapa de investigación preliminar. En dicho proceso se realizó primero un
informe sobre indicios de defraudación tributaria, y luego, una pericia contable oficial que
ratificó los resultados hallados en el informe de la SUNAT.
Ante esta situación, Fortunato Wilmer Sánchez Paredes en ejercicio de su derecho de defensa,
en el curso de la investigación preliminar, presentó una pericia de parte respecto del informe
y pericia oficial desfavorables; por lo que solicitó la aplicación del artículo 180 del C.P.P., esto
es que el peritaje de parte se ponga en conocimiento del perito oficial, para que en el término
de cinco días se pronuncie sobre su mérito.
Los argumentos contenidos en el auto de los jueces superiores son los siguientes:
Desde el punto de vista procesal la Tutela de Derechos, según el artículo 71 del C.P.P., es
un mecanismo procesal que tiene como finalidad cautelar los derechos del sospechoso o
imputado frente a las medidas limitativas indebidas o requerimientos ilegales. Su ejercicio
está vigente desde el inicio de las diligencias preliminares hasta la culminación de la
investigación preparatoria.
2 COAGUILA VALDIVIA, Jaime. Los Derechos del Imputado y la Tutela de Derechos en el Nuevo Código Procesal
Penal. Lima, IDEMSA, 2013, Segunda Edición, pp. 42-46.
De lo anterior cabe resaltar dos puntos importantes para el análisis de la Casación N° 14-2010
La Libertad, en primer lugar la posibilidad de que la Tutela de Derechos pueda ser formulada
no sólo por el imputado en la investigación preparatoria, sino incluso por el investigado,
sospechoso o no imputado durante el transcurso de la investigación preliminar; ya que en
dicho período es también probable que se vulneren sus derechos fundamentales por parte de
requerimientos ilegales del Ministerio Público.
“El derecho a ofrecer medios probatorios que se consideren necesarios, a que estos sean
admitidos, adecuadamente actuados, que se asegure la producción o conservación de
la prueba a partir de la actuación anticipada de los medios probatorios y que estos
sean valorados de manera adecuada y con la motivación debida, con el fin de darle el
mérito probatorio que tenga en la sentencia”.
En el caso materia de análisis existen dos asuntos que merecen dilucidarse previamente para
comprender los verdaderos alcances de la Tutela de Derechos planteada, por una parte la
posibilidad de que el sospechoso o no imputado presente medios de prueba en la fase de
diligencias preliminares; y de otro lado, si a dicho ofrecimiento le corresponde el trámite
previsto en el artículo 180 del C.P.P.
dicha protección irradia sus efectos para todas las personas naturales por su condición de
tales a lo largo del proceso en su etapa preliminar o preparatoria.
Sobre este tema en la práctica fiscal se advierte que el sospechoso o investigado se encuentra
en una incómoda situación durante las diligencias preliminares, por cuanto en algunos
supuestos se permite su participación irrestricta presentando documentación u ofreciendo
prueba pericial o testimonial; en tanto en otros casos se restringe la actuación de los mismos
medios de prueba por no tener la condición de imputado en esta etapa.
En cuanto a la aplicación del artículo 180 del C.P.P sobre el procedimiento de la absolución
de las observaciones por los peritos oficiales, en principio es evidente que si el sospechoso
tiene derecho a ofrecer pruebas, entonces también se le confiere el derecho a la admisión de
dichos medios de prueba, sobretodo en el caso de pericias de parte, que por su naturaleza
merecen ser conocidas por los peritos oficiales, para que emitan pronunciamiento sobre el
particular. No obstante aquí entra en juego el Principio de Preclusión Procesal, que limita la
actuación de pruebas en base al estadio procesal en el que se encuentre el proceso.
Pero adicionalmente, existe una razón más poderosa para validar el pronunciamiento de la
Casación N° 14-2010 La Libertad, como es el hecho de que durante las diligencias preliminares
le correspondía a ambos jueces, con la diferencia de que en el nuevo modelo procesal existen
instituciones específicas como la Tutela de Derechos, para lograr una eficaz y abreviada
solución a esta clase de problemas. La raigambre inquisitorial del proceso no determina la
vulneración automática del derecho a probar, puesto que la oportunidad del ofrecimiento y
actuación de pruebas estuvo siempre limitada por el Principio de Preclusión Procesal, como
ocurría en las investigaciones a nivel fiscal antes de la expedición del auto de apertura de
instrucción por el juez instructor en el Código de Procedimientos Penales.
2. CONCLUSIONES
Así queda confirmado que la Tutela de Derechos sólo procede de manera residual cuando
se vulnera el contenido esencial de los derechos fundamentales ante el incumplimiento de
disposiciones, la vulneración o existencia de medidas limitativas de derechos o requerimientos
ilegales, y en tanto no exista otra vía idónea para tramitar el reclamo planteado.
En el caso analizado, el incumplimiento del trámite del artículo 180 del C.P.P. para las
observaciones de una pericia oficial en una investigación preliminar, no trae consigo
necesariamente la transgresión del derecho a probar en su vertiente del derecho a ofrecer y
actuar pruebas, si luego de formalizada la investigación preparatoria aún se puede cumplir
con responder a las observaciones planteadas bajo la vigilancia del juez de garantía.
La parte resolutiva de la Casación N° 14-2010 La Libertad del 5 de julio del 2011 que sintetiza
el pronunciamiento final, ratificando la Improcedencia de la Tutela de Derechos, en su parte
pertinente reza como sigue:
06
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 73-2010
MOQUEGUA
SENTENCIA DE CASACIÓN
FUNDAMENTOS DE HECHO
PRIMERO: El encausado Richard Johel Mamani Gallegos fue procesado penalmente con
arreglo al nuevo Código Procesal Penal. Así consta de la disposición de fojas cuatro, del
dieciséis de marzo de dos mil nueve, que formalizó la investigación preparatoria en su contra
por delito contra la Libertad Sexual - actos contra el pudor de menor previsto en el artículo
ciento setenta y seis - A, inciso uno del Código Penal en agravio de la menor de iniciales
B.B.A.V..
SEGUNDO: Seguido el juicio de primera instancia -véase acta de fojas ciento treinta y cuatro, ciento
cincuenta y cinco y ciento setenta y siete-, el Juzgado Penal Colegiado dictó la sentencia de fojas
doscientos nueve, del veinticuatro de marzo de dos mil diez, que condenó a Richard Johel
Mamani Gallegos como autor del delito contra la libertad sexual – actos contra el pudor de
menor de edad en agravio de la menor de iniciales B.B.A.V. a cuatro años de pena privativa
de libertad suspendida en su ejecución por el plazo de tres años, sujeto al cumplimiento de
reglas de conducta y fijó en seis mil nuevos soles el monto por concepto de reparación civil
a favor de la agraviada; además de haber dispuesto el tratamiento terapéutico a favor del
condenado.
III. Del Trámite del recurso de casación del acusado Mamani Gallegos.
Concedido el recurso por auto de fojas doscientos noventa y siete, del veintidós de junio de
dos mil diez, se elevó la causa a este Supremo Tribunal con fecha doce de julio de dos mil diez.
SEXTO: Cumplido el trámite de traslado a las partes recurridas, esta Suprema Sala mediante
Ejecutoria de fojas treinta, del cuaderno de casación, del veintidós de noviembre de dos mil
diez, en uso de su facultad de corrección, admitió a trámite el recurso de casación por el
motivo de inobservancia de la garantía constitucional de presunción de inocencia.
OCTAVO: Deliberada la causa en secreto y votada el catorce de abril, esta Suprema Sala
cumplió con pronunciar la presente sentencia de casación, cuya lectura en audiencia privada
-con las partes que asistan- se realizará por la Secretaria de la Sala el día veintiocho de abril a
horas ocho y treinta de la mañana.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO: Conforme ha sido establecido por la Ejecutoria Suprema de fojas treinta, del
cuaderno de casación, del veintidós de noviembre de dos mil diez, el motivo del recurso de
casación se centra en la vulneración del precepto constitucional de presunción de inocencia
-artículo dos, apartado veinticuatro, parágrafo e) de la Constitución-.
(ii) Una de las pruebas en las que el Ad quem basó su juicio de condena fue la declaración
referencial de la menor agraviada, sin embargo, dicha prueba había sido excluida del acervo
probatorio en primera instancia.
(iii) Que por tanto, no existía prueba suficiente para que sea condenado.
A. Que la versión de la menor ha sido corroborada por el testigo Luis Eduardo Romero Salas
en la Audiencia de Juzgamiento, oportunidad en la que mencionó que una niña -la agraviada-
salió de una casa llorando y gritando, y al preguntarle por lo ocurrido la niña se le acercó y le
dijo que un hombre que está trabajando en su casa le había tocado sus partes y besado en la
boca, procediendo luego a tomar de la mano al deponente para llevarlo a su casa, en donde
subieron al segundo piso en busca de la persona que le había efectuado los tocamientos
ya mencionados. Según este testigo la niña luego de observar a todos los trabajadores
manifestó que no estaba entre los presentes, subiendo luego al tercer piso y hacia el fondo en
donde estaba una persona que regaba con una manguera y como a dos metros y medio de
distancia, señaló de frente al encausado Mamani Gallegos, como el responsable.
B. Que, el dictamen pericial psicológico de fecha veintiuno de febrero de dos mil nueve,
realizado a la menor agraviada por la Psicóloga Ana María Mamani Chahuayo del Instituto
de Medicina Legal del Perú, expresamente refiere: “según criterio profesional en base a
aplicación de Testimonio de Credibilidad se aprecia consistencia lógica y homogeneidad
a la narración libre y preguntas concretas, gran número de detalles y sucesos con base
temporal y espacial, descripción de interacciones entre la menor examinada y supuesto
agresor, reproduce conversaciones con claridad y precisión, existencia de descripción de
sentimientos ”tenía mucho miedo y pensé en llamar a alguien que me ayude”, se evidencia
coherencia en lo verbalizado (...)”.
C. El sentenciado en la audiencia de apelación, si bien niega los cargos, reconoce que bajó al
primer piso para abrir la llave del agua y también admite que cuando se encontraba en el
techo del segundo piso mojando ladrillos para techar, subió la menor con el testigo Romero
Salas, y entre los varios trabajadores, se acercó, lo identificó y lo señaló con el dedo de su
mano, en presencia de dicho testigo. Ha referido también que ese día acababa de conocer a la
niña y a sus padres, con los cuales no tiene enemistad ni problemas, por lo que se desvirtúa
una posible sindicación falsa por enemistad, odios o rencillas.
Por lo que el Aquo ha realizado una debida valoración y compulsación de la prueba actuada.
Estos son los fundamentos probatorios, en orden al juicio de culpabilidad, que constituyen la
base del motivo de casación constitucional.
CUARTO: El recurrente denuncia que la sentencia de vista lo condenó en base a una evidente
insuficiencia probatoria; que una de las pruebas en las que el Ad quem basó su juicio de
condena fue la declaración referencial de la menor agraviada, sin embargo, dicha prueba
había sido excluida del acervo probatorio en primera instancia; que, por tanto, no existía
prueba suficiente para que sea condenado.
Así expuestos, los medios de prueba invocados y el elemento probatorio que aportan
cumplen el requisito de suficiencia probatoria.
SÉTIMO: Con arreglo al artículo cuatrocientos noventa y siete del nuevo Código Procesal
Penal corresponde pronunciarse sobre las costas del recurso. El recurrente no sólo ha sido
declarado culpable sino que el presente recurso de casación ha sido desestimado [artículos
quinientos apartado uno y quinientos cuatro apartado dos del nuevo Código Procesal Penal]. No han
existido razones serias y fundadas para promover el recurso de casación, por lo que no cabe
eximirlo del pago de las costas [artículo cuatrocientos noventa y siete apartado tres, a contrario
sensu, del nuevo Código Procesal Penal].
DECISIÓN
II. CONDENARON al pago de las costas del recurso al acusado RICHARD JOHEL MAMANI
GALLEGOS; ORDENARON que el Juez de la Investigación Preparatoria cumpla con su
liquidación y pago, conforme al artículo cuatrocientos diecinueve del Código Procesal Civil.
III. DISPUSIERON que la presente sentencia casatoria se lea en audiencia privada por
la Secretaria de esta Suprema Sala Penal; y, acto seguido, se notifique a todas las partes
apersonadas a la instancia, incluso a las no recurrentes.
IV. MANDARON que cumplidos estos trámites se devuelva el proceso al Órgano Jurisdiccional
de origen, y se archive el cuaderno de casación en esta Corte Suprema.- Interviene el señor
Santa María Morillo por licencia del señor Rodríguez Tineo.-
SS.
VILLA STEIN
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
CALDERÓN CASTILLO
SANTA MARÍA MORILLO
1. SUMILLA:
Esta dimensión de “necesidad de la prueba” requiere una regulación específica tratándose del
proceso penal. Esta especifidad del régimen de la prueba penal obedece a la vigencia de una
serie de principios, relacionados con el carácter personalista del sistema penal en un Estado
de derecho constitucional; los principios de la presunción de inocencia, el in dubio pro reo, la
prohibición de tortura como medio de obtención de la prueba, el derecho de no declarar en
contra de uno mismo, la inviolabilidad del domicilio y la prohibición de registros privados.
Estos principios funcionan como criterios de legitimidad de la construcción de la verdad en
el proceso penal2.
El que se haya excluido la declaración de la víctima -con lo cual no ha sido actuada y por
ende valorada- del caudal probatorio, no implica necesariamente que haya insuficiencia
probatoria, cuando existen otros medios con suficiente eficacia probatoria.
2. INTRODUCCIÓN
La Casación en comentario fue recurrida por el condenado por delito contra la libertad
1 Profesor en la Universidad Mayor de San marcos, en la Universidad San Martín de Porres y en la Academia de la
Magistratura.
2 URIBE ÁLVAREZ, Roberth, Elementos para una Teoría de los principios del Derecho Procesal Penal de un Estado
constitucional, en Reflexiones sobre el sistema acusatorio, Librería Jurídica Sánchez, Colombia 2008, pág. 84.
Los hechos, en concreto, se circunscriben en que la menor estando ese día en el primer piso
de un inmueble, donde fue agredida sexualmente al habérsele tocado sus partes y recibir
un beso por parte del imputado, aprovechándose éste que se encontraba solo con la menor.
Sucedido el hecho la niña acude inmediatamente a un vecino donde le cuenta lo ocurrido y
éste la acompaña reconociendo al autor.
A. Que la versión de la menor ha sido corroborada por el testigo Luis Eduardo Romero
Salas en la Audiencia de Juzgamiento, oportunidad en la que mencionó que una niña -la
agraviada- salió de una casa llorando y gritando, y al preguntarle por lo ocurrido la niña se
le acercó y le dijo que un hombre que está trabajando en su casa le había tocado sus partes
y besado en la boca, procediendo luego a tomar de la mano al deponente para llevarlo a
su casa, en donde subieron al segundo piso en busca de la persona que le había efectuado
los tocamientos ya mencionados. Según este testigo la niña luego de observar a todos los
trabajadores manifestó que no estaba entre los presentes, subiendo luego al tercer piso y
hacia el fondo en donde estaba una persona que regaba con una manguera y como a dos
metros y medio de distancia, señaló de frente al encausado Mamani Gallegos, como el
responsable.
SECRETARÍA TÉCNICA - COMISIÓN ESPECIAL DE IMPLEMENTACIÓN DEL CPP 113
Análisis y Comentarios de las principales Sentencias Casatorias
en Materia Penal y Procesal Penal
B. Que, el dictamen pericial psicológico de fecha veintiuno de febrero de dos mil nueve,
realizado a la menor agraviada por la Psicólogo Ana María Mamani Chahuayo del Instituto
de Medicina Legal del Perú, expresamente refiere: “según criterio profesional en base a
aplicación de Testimonio de Credibilidad se aprecia consistencia lógica y homogeneidad a la
narración libre y preguntas concretas, gran número de detalles y sucesos con base temporal
y espacial, descripción de interacciones entre la menor examinada y supuesto agresor,
reproduce conversaciones con claridad y precisión, existencia de descripción de sentimientos
“tenía mucho miedo y pensé en llamar a alguien que me ayude”, se evidencia coherencia en
lo verbalizado (...)”
C. El sentenciado en la audiencia de apelación, si bien niega los cargos, reconoce que bajó
al primer piso para abrir la llave del agua y también admite que cuando se encontraba en el
techo del segundo piso mojando ladrillos para techar, subió la menor con el testigo Romero
Salas, y entre los varios trabajadores, se acercó, lo identificó y lo señaló con el dedo de su
mano, en presencia de dicho testigo. Ha referido también que ese día acababa de conocer a la
niña y a sus padres, con los cuales no tiene enemistad ni problemas, por lo que se desvirtúa
una posible sindicación falsa por enemistad, odios o rencillas.
Estos son los fundamentos probatorios, en orden al juicio de culpabilidad, que constituyen la
base del motivo de casación constitucional.
“De la atenta lectura de las sentencias de primera y segunda instancia se advierte que la
condena se sustentó en el mérito de las declaraciones testimoniales de Luis Eduardo Romero
Salas -persona que auxilió a la menor agraviada instantes después de haber sido víctima
de tocamientos indebidos y que en la audiencia de juzgamiento reconoció físicamente al
encausado Mamani Gallegos-, de los trabajadores que participaron en el techamiento
de la casa en el que se produjo el hecho juzgado: Prudencio Baca Ramírez, Justo Isidoro
Mamani Ayna y Julio Agustín Mamani Cosi -padre del imputado-; así como de Luis Alberto
Apaza Apaza y Yully Melva Velásquez Juárez, progenitores de la víctima y de los policías
intervinientes en el día de los hechos Miguel Albino Quispe Carpió y Wilver Rosendo Mamani
Cuayla -quienes coinciden en señalar que el día de los hechos la menor, indistintamente,
les refirió que momentos previos había sido víctima de tocamientos indebidos y que en
ese mismo acto sindicó e identificó como el autor de tal hecho al imputado-, el dictamen
pericial psicológico de fecha veintiuno de febrero de dos mil nueve, realizado a la niña por
la Psicólogo Ana María Mamani Chahuayo del Instituto de Medicina Legal del Perú y la
propia declaración del encausado.
Así expuestos, los medios de prueba invocados y el elemento probatorio que aportan
cumplen el requisito de suficiencia probatoria.
3.4. Análisis
Del análisis de la siguiente ejecutoria suprema podemos considerar que efectivamente, tal
como así se sustenta, los medios de prueba actuados contienen elementos de prueba que
crean convicción sobre la existencia del delito así como su vinculación con el imputado. Pues,
se puede denominar bajo estos términos al dato o circunstancia debidamente comprobada
mediante la producción de un medio de prueba que lo introduce objetiva y regularmente al
proceso, siéndole útil al juzgador para rechazar o admitir en todo o en parte las cuestiones
sobre las que debe decidir. De manera que es menester que el dato sea “objetivo” en cuanto
ajeno al conocimiento privado del juez, y que sea incorporado al proceso en forma legal,
esto es, respetándose las garantías constitucionales y las reglas procesales de incorporación
de pruebas. Pero su utilidad, entendida como idoneidad probatoria, será meritada por el
juzgador en el momento de dictar sentencia3.
3 JAUCHEN, Eduardo, Tratado de Derecho Procesal Penal, tomo II, Rubinzal – Culzoni Editores, Buenos Aires 2012,
pág. 702.
Cafferata Nores4 dice que elemento de prueba, o prueba propiamente dicha, es todo dato
objetivo que se incorpora legalmente al proceso, capaz de producir un conocimiento cierto o
probable acerca de los extremos de la imputación delictiva.
En esa misma línea de interpretación Cubas Villanueva5 considera que la prueba se nos
presenta como la necesidad de comprobar, de verificar todo objeto de conocimiento, por
tanto, es también una actividad de verificación de exactitud de las afirmaciones realizadas
por las distintas partes procesales, es decir, de que dichas afirmaciones coinciden con la
realidad. La prueba se traduce en la necesidad ineludible de demostración, de verificación o
investigación de la verdad de aquello que se ha afirmado en el proceso.
Por su parte, Rubén A. Chaía6, señala que se llama a los elementos de prueba a los hechos
y circunstancias que fundan la convicción del juez y que pueden ser examinados por todos
los sujetos de la relación procesal, cuestión que hace a la comunidad de la prueba. Estos
elementos se comprueban mediante la utilización de un medio de prueba que lo introduce
objetiva y regularmente al proceso, siéndole útil al juzgador para rechazar o admitir en
todo o en parte las cuestiones sobre las que debe decidir. Incorporados al proceso, significa
que deben existir objetivamente y en conformidad con las garantías dispuestas en la ley.
No han de resultar de simples conjeturas, impresiones, imaginaciones u opiniones carentes
de base externa al juez. Si esta regla es infligida por el juzgador, la fuente de prueba sería
incontrolable e ilegítima.
4 La prueba en el proceso penal, Editorial Lexis Nexis, Buenos Aires 2008, p.16 y ss.
5 El nuevo proceso penal peruano, Editorial Palestra, Lima 2009, p. 264.
6 La prueba en el proceso penal, Editorial Hammurabi, Buenos Aires 2010, cit., p. 88.
Por otro lado, la sentencia condenatoria debe ser una decisión que no deje dudas, o que
se pruebe más allá de toda duda razonable, esto un estándar que actualmente se está
imponiendo para que no se condene a un inocente o se haya superado cualquier duda.
Entonces, ¿Qué significa que la condena penal ha de ir precedida de prueba más allá de toda
duda razonable? La primera idea que se extrae cuando se estudia el tema de los estándares de
prueba es que existe una importante diferencia entre el grado de convicción judicial exigible
para condenar en el proceso penal y es necesario para estimar la pretensión en el proceso civil.
En efecto, cabe distinguir hasta tres estándares o grados de prueba distintos. En el sistema
judicial anglosajón, del cual hemos importado la regla, la declaración de culpabilidad penal
exige la prueba más allá de toda duda razonable (beyond a reasonabledoubt), si bien no
existe una delimitación clara de su alcance. Únicamente hay acuerdo acerca de que más
allá de toda duda razonable no puede entenderse equivalente a “más allá de toda sombra
de duda”, pues en ese caso sería necesario descartar por completo cualquier otra versión
de los hechos distinta a la inculpatoria, mientras que se admite comúnmente que esta
fórmula permite la existencia de otras hipótesis posibles aunque improbables. Frente a este
rígido estándar, en el proceso civil se impone un grado de prueba sensiblemente inferior,
pues resulta suficiente que la pretensión sea acreditada mediante prueba preponderante
(preponderance evidence), esto es, se exige que la existencia del hecho quede más acreditada
que su inexistencia 2. Existe en el ámbito anglosajón un tercer nivel probatorio (que no se ha
importado -todavía- a nuestro país) que se sitúa entre los dos anteriores y al que se alude con
la denominación prueba clara y convincente (clear and convincing evidence), exigido para
la prueba de determinados hechos en el proceso civil, tales como la negligencia profesional,
la impugnación de un matrimonio cuya validez se presume o el fraude7.
El proceso penal merece, desde este punto de vista, un análisis específico, dado que las
tendencias que se fundan en un concepto indeterminado de certeza moral del juez se
contraponen las líneas de pensamiento que sostienen que el juez debería considerar probada
la culpabilidad del imputado sólo si su responsabilidad ha quedado demostrada “más allá
de toda duda razonable”. Como es sabido, la fórmula de la prueba beyondany reasonable
doubt es recurrente desde hace mucho tiempo en los tribunales norteamericanos y ha sido
propuesta también por importantes autores en Italia. A pesar de que pueden presentarse
problemas para ofrecer una definición precisa y analítica de ese estándar, especialmente
si se utilizan criterios cuantitativos inapropiados para la naturaleza del problema, parece
indiscutible la razón moral fundamental -antes aún que jurídica- que está en la base de la
adopción del criterio de la “duda razonable”, esto es, la opción ética según la cual es preferible
que muchos culpables sean absueltos al peligro de condenar a un inocente. Esta opción ética
conlleva diversas consecuencias, una de las cuales, precisamente, consiste en exigir que la
7 FERNANDEZ LÓPEZ, Mercedes, La valoración de pruebas personales y el estándar de la duda razonable, en pág.
Web: http://www.uv.es/cefd/15/fernandez.pdf, consultado el 22 de agosto de 2015.
En cualquier proceso penal, están en juego al menos dos historias o narraciones o conjuntos
relacionados de aserciones: aquella ofrecida por el fiscal y la que ofrece el inculpado. Incluso
cuando el inculpado no ofrece una historia como tal, sigue proponiendo una hipótesis, a
saber, que la forma en que la otra parte da cuenta de los eventos es falsa en gran medida. Al
juez o al jurado no le corresponde decidir cuál de las historias o hipótesis es verdadera, sino
si la parte sobre quien recae la carga de la prueba ha establecido su historia con el nivel de
prueba requerido. Claro está que el acertijo es precisamente cómo deben hacer el Juez o el
jurado para realizar esa determinación. La respuesta conocida en los círculos anglosajones,
desde hace ya un par de siglos, ha sido que dicha determinación debe hacerse preguntando si
la acusación contra el inculpado ha sido probada, en lo que toca a la materia penal, más allá
de toda duda razonable. El problema, especialmente en el contexto penal, es que nadie está
realmente seguro acerca de en qué consiste en probar una hipótesis más allá de toda duda
razonable. Particularmente en la época actual en la que la Corte Suprema de los Estados
Unidos ha decidido arrancar la noción de estándar penal de sus raíces tradicionales ubicadas
en la teoría lockeana de la certeza moral, jueces y jurados por igual muestran señales de una
considerable confusión acerca de aquello en lo que consiste probar más allá de toda duda
razonable9.
Los estándares de prueba son los criterios que indican cuándo se ha conseguido la prueba
de un hecho; o sea, los criterios que indican cuándo está justificado aceptar como verdadera
la hipótesis que lo describe. Teniendo en cuenta que esto ocurrirá cuando el grado de
probabilidad o de certeza alcanzado por esa hipótesis se estime suficiente, la construcción
8 TARUFFO, Michele, La Prueba, Editorial Marcial Pons, Madrid 2008, págs. 273-274.
9 LAUDAN, Larry, El estándar de prueba y las garantías en el proceso penal, Editorial Hammurabi, Buenos Aires
2011, pág. 89 y ss.
de un estándar de prueba implica dos cosas: a) en primer lugar implica decidir qué grado de
probabilidad o certeza se requiere para aceptar una hipótesis como verdadera; b) en segundo
lugar implica formular objetivamente el estándar de prueba; es decir, formular los criterios
objetivos que indican cuándo se alcanza ese grado de probabilidad o certeza exigido10.
Ahora bien, según se ha señalado sobre la exclusión de la declaración de la víctima, que por
alguna razón ha sido despojada del proceso por incumplir algún requisito, y que la Sala de
apelación le habría otorgado alguna valoración, y que muy bien la Corte Suprema acude al
método de la supresión hipotética, esto es, que pese a ello el resto del material probatorio
mantiene su eficacia probatoria. Así el testimonio brindado por Romero Salas quien narró las
circunstancias por los que pasó la víctima y que pudo ser inmediatamente corroborado en el
lugar de los hechos, ya que no solo fue un testigo referencial sino que verificó la imputación
de la víctima al ser reconocido el autor del delito; y, además los otros trabajadores que
se encontraban en dicho lugar certificaron que el imputado se había encontrado en el
primer piso del inmueble, versiones que se han mantenido y que no se han presentado
contradicciones. Esto confieren un grado de convicción al juzgador lo cual se concretiza en
una suficiencia o eficacia probatoria que conlleva a concluir que los hechos imputados han
sido probados. Ello cumpliendo con el Acuerdo Plenario N° 02-2005, según el cual, la versión
debe estar desprovista de cualquier origen espurio, de manera que para ser valorado deben
cumplir con ciertos requisitos como: a) Ausencia de incredibilidad subjetiva, es decir, que no
existan relaciones entre agraviado e imputado basadas en el odio, resentimientos, enemistad
u otras que puedan incidir en la parcialidad de la deposición, que por ende le nieguen aptitud
para generar certeza. b) Verosimilitud, que no sólo incide en la coherencia y solidez de la
propia declaración, sino que debe estar rodeada de ciertas corroboraciones periféricas, de
carácter objetivo que le doten de aptitud probatoria. c) Persistencia en la incriminación, con
las matizaciones que se señalan en el literal c) del párrafo anterior; situaciones que en el caso
en concreto se cumplen.
Bien anota Nieva Fenoll11, al señalar que como se ha dicho, una de las máximas más repetidas
en la jurisprudencia penal es que el testigo de referencia únicamente puede ser tenido en
cuenta como prueba de cargo si ha sido imposible traer al proceso al testigo directo. Con ello,
la jurisprudencia ha fijado un estándar de prueba ciertamente arriesgado, porque no cabe
dudar que esa orientación limita la libre valoración. Ahora bien, lo que hay que analizar es
si dicho estándar es razonable, puesto que en la medida en que sí lo sea, la prohibición de
consideración de esta prueba, si existe el testigo directo, no se separará de los parámetros
10 GASCÓN ABELLÁN, Marina, Sobre la posibilidad de formular estándares de prueba objetivos, en Proceso, Prueba
y Estándar, ARA editores, Lima 2009, pág. 18.
11 NIEVA FENOLL, Jordi, La valoración de la prueba, Marcial Pons, Madrid 2010, pág. 279-280.
Finalmente, podemos apreciar que la decisión de la Sala Suprema contiene las razones que
fundan su decisión, esto es, cumple con los presupuestos de la argumentación, tal como así lo
señala, Pablo Talavera Elguera12 que motivar una sentencia es justificarla o fundamentarla,
es un procedimiento discursivo o justificatorio. La motivación implica siempre dar razones
o argumentos a favor de una decisión. Que la motivación no es solo una herramienta de
comunicación y legitimación política y social, sino que hace posible el control del poder
jurisdiccional que se expresa en las decisiones de los jueces, posibilitando que las mismas
sean revisadas por los tribunales superiores, así como la efectividad de la tutela procesal
efectiva y particularmente del derecho de defensa. De ahí la importancia superlativa de la
motivación de expresar las razones que justifican la decisión adoptada, lo que constituye una
forma de publicidad de los actos de poder en un Estado democrático de Derecho.
4. CONCLUSIÓN
12 La sentencia penal en el nuevo Código Procesal Penal, Academia de la Magistratura, Lima 2010, pág. 12 y ss.
07
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 153-2010
HUAURA
SENTENCIA DE CASACIÓN
ANTECEDENTES
SEGUNDO: El sentenciado Juan José Vargas Ruiz, mediante el escrito de fojas noventa, del
veintidós de abril de dos mil diez, apeló la sentencia condenatoria referida en el primer
antecedente; siendo concedido el recurso mediante resolución de fojas cien, del veintitrés de
abril de dos mil diez.
CONSIDERANDO:
SEGUNDO: Nuestro NCPP acoge el sistema de apelación limitada, pero con algunas
características de la apelación plena, específicamente por permitir introducir pruebas
documentales, al respecto Montero Aroca1 señala que ”...partiendo de los principios de
la realización de la instancia conforme a los principios de la oralidad e inmediación, la
alternativa es clara: o no existe recurso de apelación limitado o ese recurso ha de consistir
en reiterar el juicio oral, de modo que el tribunal del recurso forme su convicción atendiendo
a las pruebas que se han realizado en su presencia”. En ese sentido el artículo 422° del NCPP
establece que entre los medios probatorios que se pueden actuar:
1 MONTERO AROCA, Juan. “Los recursos en el proceso penal Español”. La Reforma de la Justicia Penal. Libro
Homenaje a Klaus Tiedeemann, Coordinadores GÓMEZ COLOMER, Juan Luis y otros. Publicación de la
Universitat Jaume. 1997. p. 375-376.
Al respecto, el inciso 5 del artículo 422 del NCPP establece la posibilidad de citar a aquellos
testigos que han declarado en primera instancia, siempre que la Sala, por exigencias de
inmediación y contradicción, considere indispensable su concurrencia para sustentar el juicio
de hecho de la sentencia, a menos que las partes no hayan insistido en su presencia. Así
también, la regla general es que en la valoración de prueba personal la Sala de revisión
no le puede otorgar diferente valor probatorio, salvo que el mismo haya sido cuestionado
por un medio de prueba actuado en segunda instancia.
QUINTO: En el presente caso, se advierte que la Sala de Apelaciones no actuó prueba, salvo
la declaración del sentenciado, por lo que sólo podía valorar las actuaciones realizadas en
primera instancia, en tanto existan “zonas abiertas”; es decir, sólo podía efectuar un control
de la estructura racional del contenido de la prueba; situación que no se observa en el
presente caso; puesto que, se limita a enumerar una serie de vicios de valoración; es decir,
transgresión del derecho a la prueba en cuanto no se habría admitido medios de prueba
necesarios para el proceso y la falta de actuación de oficio de otros - tales como la citación
de Médicos que determinen de manera concreta el tratamiento médico y sus efectos de la
enfermedad venérea de la cual sufría el sentenciado; siendo el caso que, dichos argumentos
ameritan más que una absolución, la nulidad de la sentencia de segunda instancia.
DECISIÓN
III. MANDARON que cumplidos los trámites pertinentes, se devuelvan los autos al Tribunal
de origen.
SS.
VILLA STEIN
RODRÍGUEZ TINEO
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
CALDERÓN CASTILLO
SUMILLA:
Uno de los tópicos más importantes del proceso penal, es el referido a la actividad probatoria
en segunda instancia -admisión, actuación y valoración-, sin embargo, ha sido poco tratado
por los publicistas nacionales. Por el contrario, las Salas Penales de la Corte Suprema ya
se han venido pronunciado en varias oportunidades, como por ejemplo en la Casación
153-2010-Huaura, el mismo que es materia de nuestro análisis.
Miranda Estrampes2 sostiene que para dar cabal cumplimiento al principio de inmediación
judicial no es suficiente que la actividad probatoria se practique ante la presencia del
cualquier órgano judicial, sino que debe realizarse precisamente ante el juzgador que debe
emitir sentencia. Por tal razón, sostiene que “otra de las consecuencias que derivan de la
vigencia del principio de inmediación consiste en que únicamente el juez o magistrados que
han asistido a la práctica de la prueba, podrán dictar sentencia”.
En buena cuenta, la inmediación importa que el juez de la causa, capte la información que
fluye de los medios de prueba, por sus propios sentidos, sin intermediarios, en forma directa.
Evidentemente ello se hace más palpable cuando se trata de medios de prueba personales
–testigos, peritos-, en atención a que el juez que dirige el juicio oral, además de escuchar a
los órganos de prueba, también los observa, pudiendo percibir determinados aspectos que
pueden resultar relevantes al momento de valorarlos (gestos, movimientos, mirada esquiva,
voz temblorosa, entrecortada, llanto, etc.).
La aplicación de este principio no genera problema alguno en los juicios orales de primera
instancia, sin embargo, la situación varía en segunda instancia puesto que su empleo en esta
otra fase implicaría la repetición de todas las pruebas personales actuadas en el plenario del
primer juicio. Frente a tal situación, se han presentado 02 sistemas, como bien se recuerda
en la casación en comento:
En este caso, el juicio de segunda instancia es uno nuevo e independiente del primero
(novum iudicium), en la práctica se pueden ofrecer nuevamente todos los medios
probatorios que se ofertaron y actuaron en primera instancia, así como los nuevos o
denegados anteriormente, o que no se pudieron practicar.
3 Expediente N° 0849-2011-HC/TC, p. 6.
4 <Incipp.org.pe/archivos/publicaciones/sistemaderecursos.pdf>
5 Véase fundamento Segundo y Tercero de la Casación.
6 El artículo 14.5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos exige que el fallo condenatorio pueda ser
revisada por un Tribunal Superior, en cuyo caso estimamos debe garantizarse una mínima actividad probatoria.
Recuérdese que la etapa intermedia, en tanto preparatoria del juicio oral, por
antonomasia, es la adecuada para que las partes propongan los medios de prueba
que mejor convengan, así tenemos que el fiscal, como titular del ejercicio de la acción
penal, está obligado a ofrecer todos sus medios de prueba en el requerimiento de
acusación como se prevé en el artículo 349.1 literal h) del CPP, mientras que las demás
partes -actor civil, tercero civilmente responsable o la persona jurídica sobre la que
puede recaer una consecuencia accesoria-, pueden ofertarlos una vez tengan acceso
a dicha acusación (dentro del plazo de 10 días computados desde su notificación del
requerimiento acusatorio), en aplicación del artículo 350.1 literal f) del CPP. Y luego
del respectivo debate en audiencia, el Juez establece cuáles son las pruebas admitidas
y cuáles no. Para el juicio oral, es un deber insoslayable de los litigantes, comparecer
debidamente preparadas, lo que implica tener pleno conocimiento, tanto de los hechos
que serán materia de debate como del contenido de los medios de prueba, lo que a
su vez exige a la autoridad judicial que facilite a los usuarios judiciales el acceso a
dicha información, en forma previa y con la debida antelación (plazo razonable) para
armar su estrategia de trabajo. Esta equiparidad -el conocimiento previo, antelado y
compartido por las partes-, se altera cuando se admite un nuevo medio de prueba en
el juicio, sea de primera o segunda instancia, pues una de las partes (el proponente)
estaría en ventaja en relación a la otra (el que no propuso) pues tendría menos tiempo
para procesar esa nueva información, en clara afectación del principio de igualdad
procesal consagrado en el artículo I numeral 3 del T.P del CPP. Pero como ningún
derecho es absoluto, es posible limitarlo, pero sin vaciar por completo en su contenido,
cuando por justicia sea necesario esclarecer la verdad, en forma racional, vale decir en
forma excepcional se puede admitir la actuación de medios de prueba en el juicio de
7 GIMENO SENDRA, Vicente. Los Procesos Penales. Tomo 6. Barcelona, Editorial Bosch, 2000, p. 443.
Ergo, por regla general, concluida la etapa intermedia precluye también la posibilidad
de aportar medios de prueba, y su reapertura excepcional se limitará a aquellos
supuestamente estrictamente establecidos en la ley, preclusión tocada de soslayo en
la Casación 385-2013-San Martín -véase el párrafo 5.12.ii.a-.
ii. El medio de prueba no es nuevo ni está referido a hechos posteriores, pero el oferente
no conocía de su existencia en el juicio de primera instancia -nova reperta-8. Por
supuesto que el interesado debe acreditar la circunstancia excepcional que invoca.
que, en las fases posteriores del proceso, cuando asume competencia otro órgano
jurisdiccional, se pueda plantear el reexamen de la decisión jurisdiccional, u ofrecer
nuevamente el medio probatorio cuando indebidamente ha sido desestimada. Ahora
bien, como una forma extensiva de este control horizontal, en la fase de impugnaciones,
se prevé que el Tribunal de alzada también pueda admitir medios de prueba que
incorrectamente fueron desestimadas tanto por los Juzgados de Investigación, como
los Juzgados de Juzgamiento. Por supuesto que este nuevo ofrecimiento merece una
especial fundamentación, pues se deberá sustentar cuál fue el error o defecto de la
resolución emitida por el Juzgado de primera instancia, y además deberá acreditar que
se reservó el derecho de ofrecerlo nuevamente por no estar conforme con esa decisión.
Por otro lado, si bien se ha hecho énfasis en los supuestos legales para admitir los
medios de prueba en segunda instancia, se tratan de situaciones especiales que no
exceptúan la concurrencia de los requisitos generales que todo medio de prueba debe
cumplir, lo cual resulta necesario recalcar a fin de que no caer en la práctica errónea
de algunos órganos jurisdiccionales. En efecto, la calificación de los medios probatorios
pasa por la verificación de las características previstas en el artículo 352.2 literal b) del
CPP, nos referimos a la pertinencia, utilidad y conducencia, como se ha establecido con
carácter vinculante en la Casación 385-2013-San Martín11.
La pertinencia significa que el medio de prueba tiene relación con el objeto de prueba
(por ejemplo, el acta de nacimiento tiene relación con la edad de la víctima en un
proceso de violación sexual de menor, por tanto es pertinente para probar la situación
etaria). La utilidad, por su parte exige que el medio de prueba no solo sea pertinente, sino
que además no peque de sobreabundante, vale decir que ya se encuentra plenamente
11 Último párrafo del fundamento 5.12.ii: “En ese sentido, no basta que la parte recurrente haya aportado un
medio de prueba en sede de apelación, sino además, éste debe cumplir con aquellos requisitos que garantizan
su posterior eficacia; es decir, el Juez antes de proceder a su actuación o valoración en el proceso deberá
verificar que la prueba esté permitida por el ordenamiento jurídico, que tenga relevancia con el tema debatido
y que el hecho que se busque probar no esté suficientemente demostrado en el proceso con otros medios de
prueba”.
acreditado en el proceso sea por otro medio de prueba o porque el hecho ya ha sido
aceptado por las partes, resultando inútil ofertarse otro medio de prueba (V.gr. ante la
existencia de un certificado médico legal que determina la edad probable de la víctima,
y el acta de nacimiento obtenido posteriormente, el ofrecimiento de la declaración del
médico legista deviene en sobreabundante frente al acta); en cuanto a la conducencia
importa que la obtención de la fuente de prueba no haya vulnerado el ordenamiento
jurídico (se excluye la prueba prohibida o ilícita y la prueba irregular), es idónea para
demostrar lo que se quiere probar y está determinada por la legislación sustantiva o
adjetiva que impone restricciones a la forma como debe celebrarse o probarse12
El artículo 425.2. del CPP establece que “ […] La Sala Penal Superior no puede otorgar
diferente valor probatorio a la prueba personal que fue objeto de inmediación por
el Juez de primera instancia, salvo que su valor probatorio sea cuestionado por una
prueba actuada en segunda instancia”.
César San Martín, en esa misma línea afirma que “la vigencia del principio de
inmediación obliga a matizar las potestades revisoras del Tribunal Superior, al punto
que de que es razonable entender que no cabría una nueva valoración de los hechos
12 Ibidem.
13 Tomado del fundamento 12.4 de la Casación 195-2012-Moquegua.
08
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 367-2011
LAMBAYEQUE
SENTENCIA CASATORIA
I. ANTECEDENTES:
1.1 Que, llevado a cabo el proceso penal, el Fiscal Provincial Penal Corporativo de Jaén,
por requerimiento fiscal del diecisiete de marzo de dos mil once -fojas quince- solicitó se
imponga treinta años de pena privativa de libertad a los encausados Gilberto Castillo
Díaz, como autor y Francisca Correa Montenegro, a título de cómplice primaria por
el presunto delito contra la libertad sexual, violación sexual de menor, ilícito previsto
y sancionado en el numeral dos del artículo ciento setenta y tres del Código Penal,
en agravio de la menor de iniciales R.N.S.R, así como el pago de cinco mil nuevos
soles por concepto de reparación civil de manera solidaria a favor de la menor antes
referida.
1.2 Así, por resolución del veintisiete de mayo de dos mil once -fojas treinta- se dictó auto
de enjuiciamiento, llevándose a cabo el juicio oral contra la encausada Francisca
Correa Montenegro, pues el encausado Castillo Díaz fue declarado reo contumaz y
concluidos los debates orales, se emitió sentencia el trece de julio de dos mil once -fojas
noventa y cuatro-, que falló condenando a la antes referida, como cómplice primaria
del delito contra la libertad sexual, en su modalidad de violación sexual de menor de
edad previsto en el artículo ciento setenta y tres segundo párrafo del Código Penal,
en agravio de la menor de iniciales R.N.S.R, a treinta años de pena privativa de la
libertad, y fijó la suma de cinco mil nuevos soles por concepto de reparación civil a
favor de dicha menor.
1.6 Elevados los autos a este Supremo Tribunal con fecha siete de noviembre de dos
mil once, y cumplido el trámite de traslado a las partes procesales, por Ejecutoria
Suprema del veinticuatro de febrero de dos mil doce -fojas trece del cuadernillo formado
por este Supremo Tribunal-, en uso de sus facultades, declaró inadmisible el recurso de
casación por la presunta causal prevista en el inciso uno del artículo cuatrocientos
veintinueve de Código Procesal Penal y declaró bien concedido el recurso de casación
para el desarrollo de doctrina jurisprudencial, por la causal prevista en el inciso tres
del artículo cuatrocientos veintinueve del Código Procesal Penal.
1.7 Deliberada la causa en secreto y votada el día de la fecha esta Suprema Sala cumplió
con pronunciar la presente sentencia de casación, que se llevará en audiencia privada,
con las partes que asistan.
2.1 Como se estableció por Ejecutoria suprema del veinticuatro de febrero de dos mil once
-fojas trece del cuadernillo formado por este Supremo Tribunal- este Supremo Tribunal declaró
bien concedido el recurso de casación para el desarrollo de doctrina jurisprudencial,
por errónea interpretación de la Ley penal, al considerar un interés casacional a fin
que se determine si el sustento fáctico de la conducta imputada en la acusación
fiscal se enmarca en el delito de violación sexual en grado de complicidad primaria o
secundaria, conforme al inciso cuarto del artículo cuatrocientos veintisiete del Código
Procesal Penal y por la causal prevista en el inciso tres del artículo cuatrocientos
veintinueve del citado texto legal.
3.2 Nuestro Código Penal distingue dos formas de intervención: la autoría y participación.
En torno a la primera caben la figura de la autoría directa, mediata, la coautoría y la
inducción (tradicionalmente conocida como autoría intelectual). En torno a la segunda
sólo caben la complicidad primaria y la complicidad secundaria.
3.3 No existe una diferencia establecida en el Código Penal en torno a que debe entenderse
por autoría y que ha de entenderse por complicidad. De ahí que es necesario acudir a
la doctrina y jurisprudencia para establecer una diferenciación entre ambos niveles de
intervención.
3.4 En primer lugar, puede adoptarse la teoría de injusto único de intervención. Según
esta teoría no existe una distinción, a efectos de la configuración del injusto, entre la
autoría y la participación. Ambas categorías sólo serán diferenciables al momento de
la determinación de la pena, siendo que el autor recibirá una mayor pena y el cómplice
una menor.
3.6 Una consecuencia adicional de adoptar esta teoría es que desaparece la accesoriedad,
como criterio fundamentador de la responsabilidad del partícipe.
3.7 En segundo lugar, tenemos las teorías restrictivas, las cuales han sido acogidas en
este Supremo Tribunal y el Tribunal Constitucional que son las que adoptamos; siendo
ilustrativa al respecto la sentencia Nº 1805-2005-HC/TC, Lima. Máximo Humberto
Cáceda Pedemonte, del 29 de abril de 2005, en el que el Tribunal Constitucional toma
partido por una determinada posición doctrinal acerca de la intervención delictiva,
definiendo quién es autor y quién es partícipe; con este fin, se afilia a la teoría del
dominio del hecho, según la cual, por un lado, es autor quien ostenta el dominio sobre
el resultado del hecho, y, por otro, es partícipe quien contribuye con el actuar del
denominado autor, sin tener el dominio del hecho. En esta línea de desarrollo, el TC se
pronuncia acerca del fundamento de la responsabilidad penal del partícipe, afirmando
que este responde por brindar un aporte accesorio al autor, para la realización del
hecho punible. De esta forma, el Supremo intérprete de la Constitución recoge una
posición doctrinal de larga tradición, y que, ha servido de fundamento para gran
parte de los pronunciamientos judiciales de los últimos años1 2, teoría que conforme
1 Subraya el Tribunal Constitucional que, “No obstante, es menester precisar que si bien la calificación del tipo penal
es atribución del juez penal, la tutela jurisdiccional efectiva se concreta a través de las garantías que, dentro de un
íter procesal diseñada en la ley, están previstas en la Constitución Política del Perú, razón por la cual el Tribunal
Constitucional estima conveniente revisar el marco teórico-jurídico de las formas de intervención delictiva.
El Código Penal reconoce dos formas de intervención delictiva; la autoría y la participación.
El artículo 23.° de Código Sustantivo establece que “[E]l que realiza por sí o por medio de otro el hecho punible y los
que lo comentan conjuntamente serán reprimidos con la pena establecida para tal infracción”. A su vez, distingue tres
formas en que una persona puede cometer un delito (realizarlo) en calidad de autor: a) cuando realiza por sí mismo el
hecho punible; b) cuando realiza por medio de otro el hecho punible; c) cuando realiza el hecho punible juntamente con
otro u otros.
La doctrina precisa que solamente puede hacerse tal delimitación en los tipos dolosos. Así, define como autor de delito
doloso a “[a] aquel que mediante una conducción consciente de fin, del acontecer causal en dirección del resultado
típico, es señor sobre la realización del tipo” (Derecho Penal Alemán. Parte General,. Edición 11° Editorial Jurídica 1976.
p. 143). Es decir, el autor puede manipular sobre el resultado del hecho y puede desistirse inclusive.
En tanto que el participe está supeditado a la actuación del autor, pues su intervención solamente se produce
siempre que el autor, por lo menos, arriba al grado de tentativa, sin el cual no hay complicidad ni instigación.
Consecuentemente, el partícipe no tiene dominio del hecho.
Así, es autor quien tiene el poder para manipular el resultado del hecho, cuya contribución, aun siendo distinta es
considerada como un todo y el resultado total le es atribuible independientemente de la entidad material de su
intervención; y es partícipe aquel cuya intervención está condicionada al resultado obtenido por el autor o aquel cuyo
accionar no contribuye decididamente a la ejecución del delito, sino que su intervención se limita a coadyudar en su
ejecución”.
2 En esta misma línea argumental se tiene la sentencia del 6 de junio de 2005, recaída en el expediente N° 4118-2004-HC/
detallaremos, debe ser considerada, como punto de inicio para el análisis sobre el tópico
sub examine, para luego ser complementada por criterios provenientes de las teorías
normativistas, dada la objeción a la teoría del dominio del hecho al “estar anclad(a)
en una perspectiva ontológica que desconoce el sentido, fundamentalmente social-
normativa”3.
3.8 De estas, es la teoría del dominio del hecho la que mayor acogida ha tenido. Según
esta teoría será autor quien tenga el dominio del suceso delictivo. De otro lado,
el partícipe, será aquel que ayude a la realización del tipo, sin tener el dominio del
hecho. Es necesario resaltar que el partícipe no tendrá un injusto propio, sino que su
intervención se encuentra supeditada a la acción del autor, a la cual accede.
3.10 Desde la perspectiva de este Supremo Tribunal la diferencia entre ambas radica en el
tipo de aporte prestado por el cómplice. Serán susceptibles de ser considerados actos
de complicidad primaria aquellos actos que sean esenciales para que el autor pueda
cometer el delito. Es el caso de aquella persona que proporciona las armas a una
banda de asaltante de bancos.
3.11 De otro lado, la complicidad secundaria se compone por cualquier contribución, que no
sea esencial para la comisión de delito. Se trata de aportes que no son indispensables.
Es el caso de aquel sujeto que tiene la función de avisar a los asaltantes de un banco
de la llegada de la policía.
TC, cuyos criterios en los que se funda esta sentencia: “tienen efectos vinculantes para todos los operadores jurídicos
conforme al artículo 6 del título preliminar del Código Procesal Constitucional”; criterios que sintetizamos a continuación:
i.- “La participación delictiva se encuentra prevista en el capítulo IV. Título Segundo de Libro Primero de nuestro Código
Penal. Las formas de participación reconocidas en nuestro Código Penal son dos: la inducción y la complicidad”; y ii.-
“la participación delictiva es un ilícito penal regulado en la Parte General del Código. Debido a que los tipos penales
suelen estar redactados en función de su autor, la participación delictiva viene a ampliar los alcances del tipo legal
para comprender aquellas conductas delictivas que no corresponden a la autoría, incorporándose la complicidad y la
inducción”.
3 Mir Puig, Derecho Penal. Parte General, cit. p. 366. citado por el Maestro San Marquino Javier Villa Stein en su
obra Derecho Penal – Parte General, Tercera Edición aumentada y actualizada, Grijley. Lima 2008, p. 315.
3.14 Estando a los fundamentos esgrimidos, podemos arribar a la conclusión que existen
conductas desarrolladas por algunos sujetos que si bien pueden evidenciar una forma
de aporte para la perpetración de un hecho, lo cual significaría que estamos ante un
acto objetivo de complicidad; sin embargo, luego de realizado el análisis objetivo, debe
establecerse el análisis subjetivo, buscando concretamente determinar si el aporte fue
realizado de manera dolosa, para los efectos de arribar a la conclusión de si aquel
aporte alcanzan una responsabilidad penal.
4.1. La imputación subjetiva se centra en determinar si el autor actuó con dolo, entendido
como el conocimiento exigido al sujeto según su rol en un caso concreto; y, culpa,
entendida como el no conocer que la acción es delictiva, pero que es posible de exigir
en función a la posición del imputado en el contexto de la acción por él realizada.
4.2. Un error común al momento de evaluar el elemento subjetivo del delito es obviar su
prueba, y dar por supuesto o probado el elemento subjetivo. Ello puede constatarse al
observar una resolución y analizar que el Juzgador centra todos sus argumentos en la
imputación objetiva, descuidando la argumentación en el plano subjetivo.
4.3. La prueba del dolo en el proceso penal va de la mano del concepto que se tenga de dolo.
Si se parte de considerar un concepto eminentemente subjetivo de dolo (que ponga un
énfasis en el elemento volitivo), entonces existirá un serio problema de prueba, porque
no es posible -al menos no con los métodos de la ciencia técnica actual- determinar
que es aquello que el sujeto deseó al momento de realizar la acción.
4.4. El problema de la prueba del dolo será distinto en el caso de que el concepto sea de
4.5. En una concepción normativa del dolo, la prueba buscará determinar si el sujeto,
según el rol que ocupaba en el contexto concreto, tenía o no conocimiento de que la
acción que realizaba era constitutiva de un delito.
4.8. En ese sentido, el dolo del cómplice radica en el conocimiento de la clase del hecho al
cual coopera, saber que es un hecho injusto y la voluntad de prestar la colaboración;
que la ayuda prestada ocasionalmente sin voluntad no es complicidad.
4.9. En consecuencia, estando a los argumentos antes esgrimidos este Supremo Tribunal
considera que debe establecerse como doctrina jurisprudencial que para los efectos
de determinar la responsabilidad penal en grado de complicidad, sea primario o
secundaria, deberá analizarse si la conducta desplegada por el imputado en cada caso
concreto al cooperar o prestar colaboración ha constituido un aporte que contenga el
elemento subjetivo del dolo.
4.10. Siendo así, en el caso de autos se advierte que a Correa Montenegro se le imputó el
delito de violación sexual, en grado de cómplice primario; argumentando que la
menor de iniciales R.N.S.N. fue ultrajada por Gilberto Castillo Díaz (reo contumaz), en
varias oportunidades, entre ellas en su domicilio, en el cementerio y en tres de dichas
4 Ragnés i Valle Ramón, Consideraciones sobre la prueba del Dolo, Revista de Estudios de la Justicia N° 4 año
2004.
Desde nuestra perspectiva, y sobre la base de la teoría del dominio del hecho,
complementada con los criterios provenientes de la imputación objetiva -superando
una perspectiva ontológica-, la conducta objetivamente resulta inocua y neutral para el
derecho penal.
4.11. Por otro lado, desde una perspectiva subjetiva de la conducta, debemos afirmar la
procesada no actuó dolosamente. Efectivamente, no existe prueba suficiente para
determinar que la encausada habría prestado su vivienda con el conocimiento de que
iba a producirse el acceso carnal entre el encausado y la agraviada. La versión de la
menor acredita que dos de las siete ocasiones donde sostuvo relaciones sexuales fueron
en la casa de la encausada Correa Montenegro, mas no que ella tenía conocimiento de
que su vivienda sería utilizada por el encausado para sostener relaciones sexuales con
la menor agraviada.
4.12. En consecuencia, es evidente que en el caso concreto se efectuó una errónea aplicación
del artículo veinticinco el Código Penal, relativo a que tanto el Juzgado Unipersonal
como las Salas Superiores, únicamente deben aplicar el artículo veinticinco del
Código Penal, siempre y cuando de la conducta desplegada por el procesado se
establezca no sólo que prestó algún tipo de auxilio o asistencia para la realización
de un hecho ilícito, sino además que se logre acreditar que aquella contenga como
elemento subjetivo el dolo (conocimiento de que la acción realizada era ilícita).
4.13. Cabe indicar que en el caso sub examine se ha producido una votación en mayoría, por
tanto, se ha resuelto los de la materia, de conformidad con el artículo cuatrocientos
treinta y uno inciso cuarto in fine del Código Procesal Penal.
DECISIÓN:
SS.
VILLA STEIN
PARIONA PASTRANA
PRÍNCIPE TRUJILLO
ROZAS ESCALANTE
PRIMERO: Como se estableció por la ejecutoria suprema del veinticuatro de febrero de dos mil
doce -fojas trece del cuadernillo formado por este Supremo Tribunal-, este Supremo Tribunal declaró
bien concedido el recurso de casación para el desarrollo de la doctrina jurisprudencial, por
errónea interpretación de la ley penal, al considerar de interés casacional que se determine si
el sustento fáctico de la conducta imputada en la acusación fiscal se enmarca en el delito de
violación sexual en grado de complicidad primaria o secundaria. Conforme al inciso cuarto
del artículo cuatrocientos veintisiete del Código Procesal Penal por la causal prevista en el
inciso tres del artículo cuatrocientos veintinueve del citado texto legal.
QUINTO: En ese sentido, la ley distingue dos niveles o grados de complicidad convirtiéndolos
en indispensables y no indispensables8. La calidad del aporte dependerá siempre de su
naturaleza imprescindible y su eficacia en la lesión del bien jurídico; sin embargo, el valor
central del aporte no deja de vincularse al desarrollo del proceso de ejecución del delito. Así,
SÉTIMO: Bajo este contexto, la conducta desplegada por Doña Correa Montenegro si tiene
relevancia penal, toda vez que: “Esencialmente el partícipe no tiene ninguna manera de
dominio del hecho9; siendo así, sus actos no lesionarán el bien jurídico, sin embargo, su
responsabilidad penal se justifica en razón a que contribuye a poner en peligro al bien
jurídico que será lesionado por el autor10”.
DÉCIMO: En el caso concreto se determinó que el hecho delictivo -violación sexual- fue llevado
a cabo en varias oportunidades, dos de la cuales se dieron en la casa de la encausada, por
9 Nilo Bautista, 1979. Pág. 120-121, Concurso da agentes, Editorial Liber Juris, Río de Janeiro.
10 Berdugo, 1999, Pág. 326, citado por Felipe Villavicencio Terreros en Derecho Penal - Parte General. Pág. 493
cuarta reimpresión, enero 2013. Editorial Grijley.
lo que está plenamente acreditado que la conducta desempeñada por ésta si bien no fue
imprescindible para la comisión del delito -ya que se concretó el delito en otras cinco oportunidades
sin su ayuda- aportó causalmente a su ejecución.
DÉCIMO PRIMERO: Por tanto, si bien el hecho delictivo se hubiera podido perpetrar sin su
ayuda o con ayuda de cualquier otra persona; ello no excluye su responsabilidad respecto
de las dos oportunidades en las que se prestó apoyo para la comisión del delito, lo único que
determina es que su participación para cometer el delito era reemplazable (irrelevante) y si
bien la conducta de ayudar al hecho delictivo hubiera podido ser realizado por cualquier
otra persona -ya que cualitativamente podría haber sido reemplazada-, en el presente caso su
participación fue relevante para la consumación del hecho delictivo, ya que con sus acciones
produjo un incremento del riesgo relevante en razón del cual favoreció causalmente la
conducta del autor, incrementando incluso las posibilidades de éxito en la comisión del
delito de violación sexual, por lo que es susceptible de reproche penal a título de cómplice
secundario.
DÉCIMO TERCERO: Que, el artículo quinientos cuatro, inciso dos, del Código Procesal Penal
establece que las costas serán pagadas por quien interpuso un recurso sin éxito, las cuales
imponen conforme al apartado dos del artículo cuatrocientos noventa y siete del aludido
Código Adjetivo, y no existen motivos para su exoneración.
DECISIÓN:
menor de iniciales R.N.S.R., y revocó el extremo que le impuso treinta años de pena privativa
de libertad y reformándola, le impusieron diez años de pena privativa de libertad.
II. CONDENARON al recurrente al pago de las costas por la tramitación del recurso, que
serán exigidas por el Juez de la Investigación Preparatoria.
III. DISPUSIERON que la presente sentencia casatoria se lea en audiencia pública por la
Secretaria de esta Suprema Sala Penal; y, acto seguido, se notifique a las partes procesales.
IV. MANDARON que cumplidos estos trámites se devuelva el proceso al órgano jurisdiccional
de origen, y se archive el cuaderno de casación en esta Corte Suprema.
S.S
BARRIOS ALVARADO
SS
VILLA STEIN
PARIONA PASTRANA
SALAS ARENAS
BARRIOS ALVARADO
TELLO GILARDI
I. SUMILLA:
En este sentido, la Corte Suprema concluye en el caso que motivó la casación, y de modo
general, que pueden darse conductas en algunos sujetos que si bien a nivel objetivo
evidencian un aporte en la realización del hecho punible, esto no es suficiente para atribuir
responsabilidad penal como cómplice a esta persona. Para ello, es necesario demostrar que
el aporte fue realizado de manera dolosa.
1 Máster en Derecho Penal por la Universidad de Alcalá (España). Doctora en Derecho (Doctorado europeo) por
la Universidad de Navarra (España). Profesora de Derecho Penal y Derecho Procesal Penal en la Facultad de
Derecho de la Universidad de Piura. Socia Fundadora de Herrera & Florez Abogados www.herreraflorez.com.
Correo: [email protected]
En segunda instancia, a criterio del ad quem solo fue cómplice secundario, puesto que -según
se afirma- la conducta desplegada por la acusada no fue determinante para la realización
del hecho punible, razón por la cual consideró necesaria la graduación de la pena impuesta
primigeniamente; de esta manera confirmó la sentencia de primera instancia, que condenó a
Correa Montenegro como cómplice y revocó la pena impuesta de treinta años y la reformó,
imponiéndole la pena privativa de libertad de 10 años.
Siguiendo esta lógica, si a todos los intervinientes se les atribuye de forma común el hecho,
en un sentido normativo bien puede afirmarse que todos los que intervienen en el injusto
2 FJ 3.4
3 Vid. ROBLES PLANAS, RICARDO. “Los dos niveles del sistema de intervención en el delito (El ejemplo de la
intervención por omisión). Indret 2/2012, p. 4.
4 Vid. JAKOBS, GÜNTHER. Strafrecht Allgemeiner Teil. Die Grundlagenund die Zurechnungslehre. 2. Auflage,
Walter de Gruyter, Berlin, 1993, Abschn 22, n 6, p. 659.
5 Vid. ROBLES PLANAS, RICARDO. La participación en el delito: fundamento y límites. Marcial Pons, Madrid,
2003, p. 267 y ss. GARCÍA CAVERO, PERCY. Derecho penal. Parte general. Segunda edición, Jurista Editores,
Lima, 2012, p. 702 y ss.
tienen dominio del hecho6. Cuando dos o más sujetos toman parte en un delito, realizan un
solo injusto penal. De tal modo que si bien cada uno responde por su propio aporte (principio
de autorresponsabilidad), pero ello no implica que cada uno realice un injusto propio7.
6 Vid. ROBLES PLANAS, RICARDO. La participación en el delito: fundamento y límites. Marcial Pons, Madrid,
2003, p. 268.
7 Vid. GARCIA CAVERO, PERCY. Derecho penal. Parte General. Segunda edición, Jurista Editores, p. 702 y ss.
8 Vid. ROXIN, CLAUS. La teoría del delito en la discusión actual. Tomo I. Trad. Manuel Abanto Vásquez. Grijley,
Lima, 2016, p. 460 y ss.
9 Vid. ROXIN, CLAUS. La teoría del delito en la discusión actual. Tomo I. Trad. Manuel Abanto Vásquez. Grijley,
Lima, 2016, p. 460
10 Vid. ROXIN, CLAUS. La teoría del delito en la discusión actual. Tomo I. Trad. Manuel Abanto Vásquez. Grijley,
Lima, 2016, p. 476.
11 Cfr. ROXIN, CLAUS. La teoría del delito en la discusión actual. Tomo I. Trad. Manuel Abanto Vásquez. Grijley,
Lima, 2016, p. 476 y ss.
12 En esta línea puede verse la Sentencia de la SALA PENAL PERMANENTE R.N. N° 168-2000: “(…) la participación
en la comisión del delito, supone una conducta accesoria de parte del agente, dependiente de la existencia de
un hecho principal; sin embargo, dicha accesoriedad puede significar dos tipos de participación distinguibles,
de allí que pueda expresarse a través de un aporte esencial para la realización del hecho punible o a través de
un simple acto de colaboración; que, en el primero de los supuestos, estamos ante una participación a título
de complicidad primaria, mientras que en el segundo de ellos, la calificación corresponde a la de complicidad
secundaria”.
La discusión acerca del carácter autónomo o derivado del injusto sigue abierta. A los efectos
de este trabajo, interesa destacar siguiendo a ROBLES PLANAS15 que algunas de estas teorías
no han logrado armonizar la idea de la autonomía con aquella otra, innegable de que el
partícipe interviene en un hecho, y el mismo debe ser típico. Esto es claro, si se considera que
el partícipe puede contribuir en el delito con conductas previas a la fase de ejecución. En otros
términos, nos atrevemos a formular una idea bastante sencilla: no hay partícipe sin autor,
ello no precisamente debido a una “relación de accesoriedad” entre el injusto del partícipe
y del autor, sino fundamentalmente debido a la exigencia del carácter típico del hecho. El
partícipe solo responderá como tal, cuando estamos frente a un hecho típico, y ello no puede
lograrse sin la intervención del autor.
La Sala Penal Permanente de la Corte Suprema en la casación bajo análisis, acoge la teoría
del injusto único de intervención, teoría que consideramos más adecuada. A partir de esa
premisa, la Sala continúa: “Debido a que la autoría y la participación no son relevantes
a efectos de la configuración del injusto, el criterio de diferenciación entre ambas no es
de carácter cualitativo, sino que es cuantitativo. En este sentido, será autor, aquel sujeto
cuyas contribuciones hubieran sido más importantes para la realización del hecho delictivo;
13 Vid. GARCÍA CAVERO, PERCY. Derecho penal. Parte general. Segunda edición, Jurista Editores, Lima, 2012, p.
701.
14 Vid. GARCÍA CAVERO, PERCY. Derecho penal. Parte general. Segunda edición, Jurista Editores, Lima, 2012, p.
700.
15 Vid. ROBLES PLANAS, RICARDO. La participación en el delito: fundamento y límites. Marcial Pons, Madrid,
2003, p. 139.
16 Vid. ROBLES PLANAS, RICARDO. La participación en el delito: fundamento y límites. Marcial Pons, Ediciones
Jurídicas, Madrid, 2003, p. 267 y ss.
asimismo, por contraposición, aquella persona que hubiera realizado aportes menos
relevantes será considerado partícipe (FJ 3.5)”.
Sin embargo, la sentencia incurre en una grave contradicción al señalar que se adopta la
teoría restrictiva la cual ha sido acogida por el Supremo Tribunal y por el TC; es decir, se
acoge la teoría del dominio del hecho, según la cual es autor quien tiene dominio del hecho,
y partícipe quien contribuye con el actuar del denominado autor sin tener dominio del hecho.
Así -se afirma en la casación- será partícipe quien brinda un aporte accesorio al autor (F.J
3.7).
La contradicción reside precisamente en acoger de forma expresa la teoría del injusto único
de intervención, e incluso señalar que la distinción entre autores y partícipes no es de carácter
cualitativo, sino cuantitativo; y luego, afirmar que “sólo el autor tiene dominio del hecho”.
Cabe recordar que conforme a la teoría del injusto único de intervención todos los que
intervienen en el delito tienen un grado de dominio normativo sobre el hecho, precisamente
la diferencia entre autor y cómplice se encuentra en el grado o cantidad de dominio. Ello
desde luego, no significa que el cómplice carezca de dominio o que la obra no sea suya.
Recordemos que la teoría del dominio del hecho formulada por ROXIN y que sigue teniendo
gran acogida, ha sido formulada con base únicamente a la figura del autor o coautor, a tal
punto que constituye un criterio de distinción entre el autor y partícipe. Según esta teoría
será autor quien tenga el dominio del suceso delictivo y el partícipe será aquel que ayude a
la realización del tipo, sin tener el dominio del hecho.
Es cómplice quien contribuye a la realización del delito, de tal forma que la conducta del
tercero tenga cierta eficacia causal -aunque sea mínima- respecto al comportamiento del
autor y reunir además cierta peligrosidad para el bien jurídico, conforme a los criterios de
la imputación objetiva17. En este sentido, es cómplice quien acelera, facilita o asegura la
ejecución del hecho delictivo.
17 Vid. MUÑOZ CONDE, FRANCISCO; GARCÍA ARÁN, MERCEDES. Derecho penal. Parte General. Tirant lo Blanch,
5ta edición, Valencia, 2002, p. 465.
La complicidad puede tener lugar tanto por acción como por omisión. Carece de relevancia
una diferencia de corte naturalista. El factor determinante para calificar una determinada
conducta como complicidad por el delito es la competencia por el riesgo, con independencia
de si los medios utilizados son materiales o psíquicos. En cualquier caso, para que esa
contribución a la creación del riesgo penalmente prohibido le sea atribuibles al sujeto en
cuestión, es preciso aplicar las reglas de la imputación objetiva18.
En sentido similar, la Sala Penal Permanente mediante R.N. N° 648-2009 estableció: “(…) que
la complicidad se fundamenta en el favorecimiento de la comisión de un delito, que según
su magnitud puede ser primaria o secundaria; que la objetivización del favorecimiento debe
estar referida al comportamiento típico, esto es, a la conducta del cómplice, quien en esa
virtud favorece la creación del riesgo no permitido para los bienes jurídicos; por tanto, la
materialización del riesgo es imputable también al cómplice que ayudó a su creación.”
Así, en esta sentencia desde la perspectiva de este Supremo Tribunal la diferencia entre ambas
radica en el tipo de aporte prestado por el cómplice. Serán susceptibles de ser considerados
actos de complicidad primaria19 aquellos actos que sean esenciales para que el autor pueda
cometer el delito. Es el caso de aquella persona que proporciona las armas a una banda de
asaltantes de bancos20.
Así pues, según lo señalado por la Sala Penal Permanente en esta sentencia, la determinación
de la esencialidad o no del aporte sirve para distinguir la complicidad primaria de la
secundaria.
Ahora bien, se establece que el aporte ha de ser valorado a través de los filtros de la
imputación objetiva, para determinar si el mismo constituye o no un riesgo típico. Luego,
habrá de abalizarse si la conducta -objetivamente típica- también puede ser imputada
subjetivamente22.
18 Vid. GARCÍA CAVERO, PERCY. Derecho penal. Parte general. Segunda edición, Jurista Editores, Lima, 2012, p. 713
y ss.
19 Vid. HURTADO POZO, José; PRADO SALDARRIAGA, Víctor, Derecho Penal, PG, II, Lima, 2005
20 FJ 3.10
21 FJ 3.11.
22 FJ 3.12
De tal suerte, que será necesario determinar si el tipo legal ha sido realizado u es obra de
un sujeto determinado. Es decir, a partir de criterios de imputación objetiva determinar
previamente si una persona ha realizado un comportamiento típico24. No obstante, conforme
a la postura aquí defendida este primer nivel de análisis aún no introduce ninguna distinción
en autor y partícipe. Únicamente nos sirve para establecer si la conducta desplegada por
determinado sujeto es jurídico-penalmente relevante.
23 Vid. ROBLES PLANAS, RICARDO. “Los dos niveles del sistema de intervención en el delito (El ejemplo de la
intervención por omisión) en InDret. 2/2012, p. 3
24 Vid. HURTADO POZO, JOSÉ; PRADO SALDARRIAGA, VÍCTOR. Manual de Derecho penal. Parte General. Tomo I,
4ta edición, p. 432.
25 Vid. GARCIA CAVERO, PERCY. Derecho penal. Parte General. Segunda edición, Jurista Editores, p. 706.
26 Vid. GARCIA CAVERO, PERCY. Derecho penal. Parte General. Segunda edición, Jurista Editores, p. 707
27 BRAMONT ARIAS/BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis A., Código Penal Anotado, San Marcos, Lima, 1995, p. 77.
punible28. Los actos posteriores no son ya actos de participación, sino otras conductas que
pueden configurar, según el caso, otros delitos, como el de receptación29.
En el caso de autos, se atribuyó a la acusada ser cómplice primario del delito de violación
sexual, ya que -según la tesis fiscal- la menor fue ultrajada por el acusado en varias
oportunidades, entre ellas en su domicilio. En primera instancia se le condenó a treinta años
de pena privativa de libertad. La Sala Superior determinó que la conducta de la acusada era
de cómplice secundario y no primario. En consecuencia, se reformó el extremo de la pena,
imponiéndole una sanción de 10 años de pena privativa de libertad.
La Sala considera que desde una perspectiva subjetiva de la conducta, la procesada no actuó
dolosamente. No existe prueba suficiente para determinar que la encausada habría prestado
su vivienda con el conocimiento de que iba a producirse el acceso carnal entre el encausado
y la agraviada. La versión de la menor acredita que dos de las siete ocasiones donde sostuvo
relaciones sexuales fueron en la casa de la encausada, más no que ella tenía conocimiento
de que su vivienda sería utilizada por el encausado para tener relaciones sexuales con la
menor agraviada32.
Con ello, concluye en el F.J. 4.12 en el caso concreto se efectuó una errónea aplicación del
artículo 25 del Código Penal, relativo a que tanto el Juzgado Unipersonal como las Salas
Superiores, únicamente deben aplicar el artículo veinticinco del Código Penal, siempre
y cuando de la conducta desplegada por el procesado se establezca no sólo que prestó
algún tipo de auxilio o asistencia para la realización de un hecho ilícito, sino además que
se logre acreditar que aquella contenga como elemento subjetivo el dolo (conocimiento de
que la acción realizada era ilícita).
28 BACIGALUPO ZAPTER, Enrique, Derecho Penal, PG, Ara Editores, Lima, 2004, p. 46.
29 GARCÍA CAVERO, Percy, Derecho Penal, PG, Jurista Editores, Lima, 2012, p. 713.
30 FJ 4.1 y ss.
31 FJ 4.5.
32 Vid. F.J 4.11
Al analizar la tipicidad subjetiva, se concluye que no existe prueba suficiente para concluir
que la procesada no actuó dolosamente. En este sentido, el Ministerio Público no habría
logrado acreditar que la acusada conocía que prestó su vivienda sabiendo que en su interior
iba a producirse el acceso carnal entre el acusado y la agraviada.
09
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 253-2013
PUNO
VISTOS; el recurso de casación interpuesto por el representante del Ministerio Público contra
la sentencia de vista del veintinueve de abril de dos mil trece -fojas doscientos cincuenta-.
Interviene como ponente el señor Juez Supremo Pariona Pastrana.
I. ANTECEDENTES:
1.1.1. Según imputación fiscal el once de marzo de dos mil once, en la carretera Acora –
Puno, se produjo un accidente de tránsito, colisión de dos vehículos, en uno de los cuales
estuvo la ciudadana Ruth Condorena Gonzales, quien fue trasladada a la clínica “Pro
Salud”, siendo que las investigaciones de dicho accidente estuvieron a cargo del Mayor PNP
Guillermo Luis Cahuana Moreyra. El trece de marzo de dos mil once, dos días después, el
citado efectivo policial se apersonó a dicha clínica y solicitó entrevistarse personalmente
con Ruth Condonera Gonzales y le exigió diez mil nuevos soles para no comprenderla en
las investigaciones por el referido accidente de tránsito, indicándole que en la medida que
postulaba al Congreso, no le convendría mermar su imagen y perjudicar su candidatura.
1.1.2. Por sentencia del cuatro de enero de dos mil trece -fojas doscientos veinticuatro-,
se condenó a Guillermo Luis Cahuana Moreyra por la comisión del delito contra la
administración pública, en la modalidad de cohecho pasivo propio, en agravio del Estado
y complementariamente en agravio de Ruth Condorena Gonzales, a nueve años de pena
privativa de libertad.
1.1.3. Elevados los autos a la Sala Penal de Apelaciones de Puno, por resolución del
veintinueve de abril de dos mil trece -fojas doscientos cincuenta- se revocó la resolución del
cuatro de enero de dos mil trece -fojas doscientos veinticuatro-, que condenó a Guillermo
Luis Cahuana Moreyra por la comisión del delito contra la administración pública, en la
modalidad de cohecho pasivo propio, en agravio del Estado y complementariamente en
agravio de Ruth Condorena Gonzales, a nueve años de pena privativa de libertad; reformando
la citada sentencia, absolvió a dicho procesado de la acusación fiscal por el referido delito y
citado agraviado.
1.1.4. Emitida la sentencia de vista, el representante del Ministerio Público interpuso recurso
de casación -fojas doscientos sesenta y nueve- previsto en el inciso 4 del artículo 427 del Código
Procesal Penal, precisando la necesidad de desarrollar doctrina jurisprudencial “respecto
al momento en que debe realizarse el registro personal en una intervención en flagrancia delictiva”;
además, invocó el inciso 3 del artículo 429 del Código Procesal Penal “si la sentencia o auto
importa una indebida aplicación, una errónea interpretación o una falta de aplicación de la Ley penal
o de otras normas jurídicas necesarias para su aplicación”, pues considera que la Sala Penal de
Apelaciones interpretó de manera errónea del inciso 1 del artículo 210 del Código Procesal
Penal, respecto a la inmediatez del registro personal.
1.1.5. Por resolución del diecisiete de mayo de dos mil doce -fojas trescientos ochenta y dos-
la Sala Penal de Apelaciones concedió recurso de casación al representante del Ministerio
Público y ordenó se eleven los actuados a esta Suprema Sala. Mediante resolución del
trece de diciembre de dos mil trece -fojas ciento treinta y cinco del cuaderno de casación- este
Supremo Tribunal declaró bien concedido el recurso de casación para desarrollo de doctrina
jurisprudencial respecto a la inmediatez del registro personal -referente al inciso 1 del artículo
210 del Código Procesal Penal-, vinculado a la causal 3 del artículo 429 del Código Procesal
Penal: “errónea interpretación o una falta de aplicación de la ley penal o de otras normas jurídicas
necesarias para su aplicación”.
2.1.1. Se encomienda al Tribunal de Casación, como cabeza del Poder Judicial, dos misiones
fundamentales en orden a la creación de la doctrina legal en el ámbito de la aplicación e
interpretación de las normas jurídicas: (a) la depuración y control de la aplicación del Derecho
por los Tribunales de instancia, asegurando el indispensable sometimiento de sus decisiones
a la Ley (función nomofiláctica); y, (b) la unificación de la jurisprudencia, garantizando el
valor de la seguridad jurídica y la igualdad en la interpretación y aplicación judicial de las
normas jurídicas (defensa del ius constitutionis); bajo ese tenor, en sede casacional dichas
misiones se estatuyen como fundamento esencial de la misma, en consecuencia, las normas
que regulan el procedimiento del recurso de casación deben ser interpretadas bajo dicha
dirección.
2.2.1. El registro de personas está regulado en el artículo 210 del Código Procesal Penal,
normatividad que presenta los supuestos requeridos para su procedencia; así, el inciso 1 del
referido artículo precisa: “La Policía, por sí -dando cuenta al Fiscal- o por orden de aquél, cuando
existan fundadas razones para considerar que una persona oculta en su cuerpo o ámbito personal bienes
relacionados con el delito, procederá a registrarla. Antes de su realización se invitará a la persona a
que exhiba y entregue el bien buscado. Si el bien se presenta no se procederá al registro, salvo que
se considere útil proceder a fin de completar las investigaciones”. En esa línea, siempre que se dé
cuenta al representante del Ministerio Público, no podrá posponerse o dilatarse el registro
personal cuando haya razón fundada para considerar que el intervenido oculta en su cuerpo
o ámbito personal bienes relacionados al delito.
2.2.2. La referida restricción encuentra sustento, en primer lugar, en que la prolongación del
registro puede contribuir a la desvinculación del citado bien de parte del intervenido, ya
sea por destrucción, ocultamiento o alejamiento, mermando con ello la actividad previa
a dicho registro y el registro mismo. En segundo lugar en que la prolongación del registro
personal puede traer a colación argumentos referentes a que pudo ser un tercero quien puso
el bien registrado al intervenido, en lenguaje sub estándar: “siembra”, mermando la fuerza
probatoria del registro.
2.2.3. La prolongación del citado registro puede ser viable solo si se omite dar cuenta al
representante del Ministerio Público -a excepción de los casos de flagrancia-. No obstante, puede
ocurrir que aun cuando se dé cuenta al representante del Ministerio Público, no concurran
garantías necesarias para practicar el registro, pues éste debe ser realizado en un contexto
de respeto a la dignidad y pudor de la persona, ello en concordancia con el numeral 2 del
artículo 210 del Código Procesal Penal, el cual precisa “El registro se efectuará respetando
la dignidad y, dentro de los límites posibles, el pudor de la persona. Corresponderá
realizarlo a una persona del mismo sexo del intervenido, salvo que ello importe demora
en perjuicio de la investigación”.
2.2.4. Además, existen situaciones, no previstas por la norma, pero que de manera razonada
posibilitan la prolongación del registro personal:
a. Cuando no existan garantías para la integridad del representante del Ministerio Público
y de los efectivos policiales que participan en el registro.
b. Cuando exista exacerbación de parte de un grupo de personas que presencia e impide el
registro, poniendo en riesgo la finalidad del mismo.
c. Cuando existan otras razones suficientes que se sustenten en mantener y conseguir el
objetivo del registro.
2.2.5. Ahora bien, cuando concurra alguno de los supuestos referidos en el considerando
precedente y se efectivice la prolongación del registro personal, el representante del
Ministerio Público garantizará la cadena de custodia hasta el momento en que sea posible
la realización del registro, siendo de aplicación extensiva lo previsto en el artículo 240 del
Código Procesal Penal. Además, el mismo no podrá prolongarse en demasía, sino que el
tiempo debe ser razonado y, tener como fin encontrar el lugar con las garantías necesarias
para su realización.
2.3.1. La Sala Penal de La Corte Suprema no está limitada al conocimiento del proceso sólo
respecto a las causales de casación expresamente invocadas por el recurrente, sino también
puede conocer las cuestiones que sean declarables de oficio en cualquier etapa del proceso,
conforme lo previsto en el inciso 2 del artículo 432 del Código Procesal Penal. En ese sentido,
se advierte que la Sala Penal de Apelaciones incurrió en serias afectaciones al debido proceso,
que se detallan a continuación.
2.3.2. El artículo 425, inciso 2, del Código Procesal Penal, establece que “...Sala Penal Superior
no podrá otorgar diferente valor probatorio a la prueba personal que fue objeto de inmediación por el
Juez de primera instancia, salvo que su valor probatorio sea cuestionado por una prueba en segunda
instancia”. En esa línea, la Sala Penal de Apelaciones, contrario a lo prescrito por dicho
artículo, otorga valor distinto a la prueba personal actuada en juicio, sin que en sede de
apelación se la haya cuestionado con prueba alguna. En principio porque el representante
del Ministerio Público transcribió el video donde se aprecia al encausado Guillermo Luis
Cahuana Moreyra recibiendo dinero de parte de la agraviada -fojas treinta y ocho- y el Juzgado
Unipersonal observando el citado video -fue visualizado en audiencia de juicio oral-, refiere que
dicho video ubica al encausado recibiendo dinero de la agraviada -ver fundamento número 6
de la sentencia de primera instancia a fojas doscientos ochenta-; además, el perito Infante Zapata,
quien analizó dicho video, en juicio oral -conforme precisa la sentencia de primera instancia,
véase fojas doscientos setenta, examen a perito acústico forense Infantes Zapata-, al ser interrogado
por el Juez Unipersonal, refirió que solo el audio no es aprovechable; sin embargo la Sala
Penal de apelaciones refirió que dicho perito sostuvo que tanto imágenes y video no son
aprovechables -véase fojas doscientos catorce, considerando 2.9, numeral tercero-, concluyendo que
nada de lo precisado en dicho video vincula al encausado Cahuana Moreyra con el delito
imputado. En ese sentido, se aprecia que la Sala Penal de Apelaciones, sin haber interrogado
al citado perito ni haber visualizado el citado video, otorga, a la declaración del referido
perito, un valor distinto al otorgado por el Juzgado Unipersonal, variando incluso lo referido
por éste, trasgrediendo el principio de inmediación.
2.3.3. En la misma línea, el Juzgado Unipersonal cita la declaración del testigo Julio Ernesto
Carrera Meza, quien refirió haberse sentado junto a la Fiscal Yesid en el asiento delantero del
vehículo en que fue trasladado el encausado Cahuana Moreyra -véase sentencia de primera
instancia, fojas doscientos sesenta y ocho, apartado examen del testigo Julio Ernesto Carrera Meza-. Sin
embargo, la Sala de Apelaciones otorga un sentido distinto a la citada testimonial y refiere
que quedó acreditado que quien se sentó delante fue la ciudadana Ruth Condorena Gonzales,
conforme refirió el citado encausado, dando por acreditado ello porque nadie se opuso.
2.3.4. En ese sentido, se advierte que la Sala Penal de Apelaciones brindo un valor distinto
a la prueba personal actuada en juicio y afectó el principio de inmediación -causal prevista
en el inciso 1 del artículo 429 del Código Procesal Penal-, por ello, deberá casarse la sentencia de
segunda instancia y ordenarse la emisión de nueva sentencia, la cual deberá respetar los
parámetros establecidos en el inciso 2 del artículo 425 del Código Procesal Penal.
2.4.1. La configuración del delito de cohecho pasivo propio se configura con la sola exigencia
de la ventaja o beneficio y no se requiere para ello la concretización de la entrega de lo
solicitado. Debe precisarse que la acusación se sustenta en el segundo párrafo del artículo
393 del Código Penal, el cual precisa “El funcionario o servidor público que solicita, directa
o indirectamente, donativo, promesa o cualquier otra ventaja o beneficio, para realizar u
omitir un acto en violación de sus obligaciones o a consecuencia de haber faltado a ellas,
será reprimido con pena privativa de libertad no menor de seis ni mayor de ocho años e
inhabilitación conforme a los incisos 1 y 2 del artículo 36 del Código Penal”.
2.4.2. En ese sentido, el delito de cohecho pasivo propio no exige para su configuración la
entrega de la ventaja o beneficio, sino que basta su exigencia, de parte del funcionario público,
para realizar u omitir un acto en violación de sus obligaciones o aceptarlas a consecuencia
de haber faltado a ellas. Por ende, no hay justificación lógica, en la sentencia de vista, de las
constantes llamadas del encausado Cahuana Moreyra, en su condición de efectivo policial
encargado de investigar el accidente de tránsito, a la ciudadana Ruth Condorena Gonzales,
mucho menos de su apersonamiento al domicilio de dicha ciudadana, pues ya la había
visitado en la Clínica y referido se apersonara a la dependencia policial.
2.4.3. En esa línea, la sentencia de vista carece de debida motivación -causal prevista en el inciso
1 del artículo 429 del Código Procesal Penal- y brinda connotación distinta de la configuración
del delito de cohecho pasivo propio, pues sustenta la absolución en que la representante
del Ministerio Público debió realizar el registro personal al momento de la intervención y
no realizarlo en la dependencia del Ministerio Público, pues fue tiempo suficiente para
contaminar la escena del delito, dando a entender, con dicho argumento, que es necesario,
para la configuración del delito de cohecho pasivo propio, que el encausado debía haber sido
intervenido con el dinero recibido. En consecuencia, debe declararse fundado el recurso de
casación, por las causales previstas en los incisos 1 -de oficio- y 3 del artículo 429 del Código
Procesal Penal.
DECISIÓN
S.S.
VILLA STEIN
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
MORALES PARRAGUEZ
CEVALLOS VEGAS
1. SUMILLA:
Palabras claves: Registro Personal, Cacheo policial, Stop and Frisk, Sospecha Razonable.
2. ANÁLISIS Y COMENTARIO
2.1. Caso
El 11 de marzo del 2011, se produjo en la ciudad de Puno, un accidente de tránsito que ocasionó
la muerte de una persona. El efectivo policial a cargo de las investigaciones se presentó ante
la causante, entonces candidata al Congreso de la República y le solicitó dinero a cambio de
no comprenderla en las investigaciones1.
Posteriormente dicha persona fue condenada en primera instancia por delito de cohecho,
pero al interponerse la apelación, fue absuelta en segunda instancia, entre los fundamentos
de esta última decisión se señaló que el registro personal practicado no fue inmediato. Ante
1 Noticia publicada en la edición regional de La República del 05.05.2013 <http://larepublica.pe/05-05-2013/
cuestionan-sentencia-que-libera-de-cargos-mayor-pnp-acusado-de-soborno> Consultado el 05.05.2017.
esta decisión, el Ministerio Público interpuso recurso de casación ante la Corte Suprema que
mediante Casación Nº 253-2013-Puno estableció doctrina jurisprudencial vinculante en
relación al momento en que debe realizarse el registro personal.
En los hechos materia del caso que originó la casación bajo comentario, se puede señalar
claramente que existió fundadas razones que originaron el consiguiente operativo que
permitió revelar la comisión del delito, produciéndose la detención del efectivo policial en
flagrancia, al encontrársele con los efectos del delito. Sin embargo, no en todos los casos
tenemos claro lo que se requiere para proceder a un registro en casos no flagrantes.
Un ejemplo de ello es cuando se producen las llamadas redadas policiales, donde diversas
personas son interceptadas por la policía sin sospecha previa, la cual realiza registros
personales y encuentra droga en su poder, por lo que se produce la detención justificada en
este hallazgo.
Sin embargo ¿Este registro respondió a una corazonada de la policía o respondió a una
sospecha razonable? La respuesta a esta pregunta es pertinente para el futuro proceso
penal que se instaure a efectos de evitar futuras exclusiones probatorias de lo obtenido en
el registro, pues es la sospecha previa lo que debe originar que una persona sea intervenida
y posteriormente registrada y no sólo lo encontrado en una intervención al azar. En nuestro
país existe una marcada tendencia a sustentar detenciones en flagrancia en este tipo de
registros que no comportan una sospecha previa2.
Recordemos que en la década de 1990 en Nueva York y ante la gran cantidad de crímenes en
dicha ciudad, el jefe de policía William J. Bratton3, aplicó la estrategia de las ventanas rotas,
que responde a la idea de que si una ventana de un edificio está rota y se deja sin reparar,
el resto de las ventanas pronto también estarán rotas4, por lo que esta estrategia brinda
2 Vid. QUISPE, Fany. “El registro personal y las intervenciones corporales”. El Proceso Penal, Estudios
Fundamentales, Lima, Palestra editores, 2006 p. 374
3 Vid KELLING George L. y Catherine M. COLES. No más ventanas Rotas. Cómo restaurar el orden y reducir
la delincuencia en nuestras comunidades En <http://www.cubc.mx/biblioteca/libros/Kelling,%20George%20
y%20Coles,%20Catherine%20-%20No%20mas%20ventanas%20rotas.pdf>
4 Vid. WILSON, James Q y George L. Kelling “Ventanas rotas: policía y seguridad en los barrios” En: <http://www.
ucipfg.com/Repositorio/MCSH/MCSH-09/Unidad-04/lecturas/2.pdf>
Sin embargo también con esta forma de actuaciones policiales inmediatas conocida como
stop and frisk se produjeron un gran número de arrestos ciudadanos que incluso conllevó a
una demanda colectiva sobre la constitucionalidad de estas prácticas policiales sosteniendo
que se estaban llevando a cabo sin sospecha razonable y con un sesgo racial.
En 2013, el Juez Shira A. Scheindlin, resolvió que la policía de Nueva York violó la Constitución
de los Estados Unidos por la manera en que llevó a cabo su programa stop and frisk,
señalando que era “una forma de discriminación racial” pues se encontraba dirigida contra
la comunidad afroamericana e hispana5.
Actualmente, la práctica del registro personal sólo puede ser aceptada en un Estado
Constitucional si es que existe sospecha previa, lo que excede de la subjetividad o prejuicios
del agente policial.
La facultad policial de proceder al registro personal o vehicular es conocida como “stop and
frisk”, esto es “parar y registrar” y se fundamenta en la existencia de una sospecha previa
razonable.
Esta sospecha razonable es la misma que faculta a la policía para realizar actuaciones
urgentes.
“Cuando la policía actúa en estos supuestos de urgencia, es claro, que no por ello
desaparecen los recaudos de motivo previo para actuar y de límites a la actuación
policial, la cual debe estar razonablemente relacionada con dicho motivo previo”6.
La sospecha que la origina no puede ser solo subjetiva, sino que debe sustentarse en datos
concretos y objetivos. A fin de determinar si nos encontramos ante una sospecha razonable
se ha desarrollado además lo que se conoce como doctrina del “wholepicture”, esto es la
necesidad de tener en cuenta las circunstancias y el contexto en el que se realiza el registro.
5 Vid. LARKIN, Paul J. “Stops and Frisks, Race, and the Constitution”
<http://www.gwlr.org/wp-content/uploads/2013/09/Larkin_Final.pdf>
6 CARRIÓ, Alejandro. “Requisas policiales, interceptaciones en la vía pública y la era de los standards light”.
Revista Jurídica de la Universidad de Palermo, Año 5, N°1, agosto 2000, Buenos Aires, Recuperado de <http://
www.palermo.edu/derecho/publicaciones/pdfs/revista_juridica/n5N1-2000/051Juridica02.pdf> p. 19 última
consulta 05.06.2017
El estándar de esta sospecha razonable es menor al que se exige para emitir órdenes judiciales
que limitan derechos fundamentales y el que posteriormente se exige para procesar a una
persona, según se estableció en el caso Alabama vs. White7.
En este caso, una llamada telefónica anónima alertaba a la policía que Vanessa White
saldría de su departamento en su vehículo transportando drogas, por lo que la policía
procedió a su intervención y registro, encontrándosele efectivamente la droga. El tribunal
de apelaciones de Alabama revocó su condena por cargos de tenencia, sosteniendo que el
tribunal de primera instancia debió haber suprimido lo incautado pues los oficiales no tenían
la sospecha razonable necesaria y que la llamada telefónica no era suficiente para justificar
el registro personal y vehicular. La Corte Suprema de los Estados Unidos señaló que si bien
este aviso telefónico puede ser insuficiente para una orden de detención, la información
brindaba suficientes “indicios de fiabilidad” que justificó la intervención policial.
De ese modo, quedó establecido que la sospecha razonable es un estándar menos exigente
que la causa probable, pues la sospecha razonable puede establecerse con la información o
datos que son diferentes en cantidad o contenido que la requerida para establecer la causa
probable, lo que nuestra legislación se conoce también como “suficientes elementos de
convicción”.
Nuestro Código Procesal Penal exige “suficientes elementos de convicción” para la orden
judicial que limita derechos fundamentales8 y en caso de restricción de libertad, como en
el registro personal se acude al término “fundadas razones”, tal como se establece en los
Artículos 210º y 250.3º del Código Procesal Penal.
Si bien existe la facultad policial de practicar el registro de las personas (Art. 68.1. C), éste no
puede ser arbitraria menos aún se puede proceder al registro superficial si es que no existe
una sospecha razonable previa y sólo se realizará el registro personal conforme a dicha
norma, si es que existen fundadas razones.
El registro personal es la búsqueda, por parte del personal policial, de los elementos que
se encuentre dentro de ámbito personal del sospechoso de encontrarse relacionado con un
delito.
El concepto de ámbito personal, comprende los elementos que tengan alguna importancia
en la investigación criminal, ya sea que se encuentre en la indumentaria, que la persona
lo porte o que esté en su inmediato alcance o disponibilidad física. El registro personal
comprende tanto la relación de objetos de su propiedad como todo aquello que tiene en
custodia9.
En el sistema legal del commow law se diferencia entre parar (stop), registrar superficialmente
(frisk) y el registro en las pertenencias (search) que plantean diversos niveles de exigencias
para el personal policial.
El stop, se justifica cuando la policía tiene una sospecha razonable de que un crimen ha
ocurrido o está ocurriendo. Para proceder al frisk, se requiere una sospecha razonable de que
la persona está armada lo que representa un peligro para el personal policial y las personas
cercanas, según se estableció en el caso Terry vs. Ohio10.
Básicamente lo que se señala es que se debe permitir a la policía parar brevemente una
persona ante la sospecha de que puede estar relacionado con una actividad delictiva (stop)
y si existe la sospecha de que la persona esté armada se puede proceder, la policía debe tener
el poder de realizar un cacheo (frisk). Si el ‘stop’ y el ‘frisk’ dan lugar a causa probable que el
sospechoso ha cometido un delito, entonces la policía está facultado para hacer un “arresto”
formal y una búsqueda completa (search)11.
El registro superficial frisk es también conocido como “cacheo superficial” que consiste en
una búsqueda de superficial de armas u otros objetos peligrosos que permitan desarmar y
neutralizar al intervenido, lo que permite dotar de seguridad a la diligencia.
9 Vid. ROXIN, Claus Derecho Procesal Penal, Buenos Aires Editores del Puerto. 2003, p. 319
10 Terry Vs. Ohio (1968) consultado en www.law.cornell.edu/supremecourt/text/392/1> fecha 11.05.2017
11 Terry Vs. Ohio (1968): “If the “stop” and the “frisk” give rise to probable cause to believe that the suspect has
committed a crime, then the police should be empowered to make a formal “arrest,” and a full incident “search”
of the person. This scheme is justified in part upon the notion that a “stop” and a “frisk” amount to a mere “minor
inconvenience and petty indignity. Por su parte en Samson v. California, 547 U.S. 843 (2006), La Suprema Corte
estableció las circunstancias en que la sospecha razonable no es necesaria.
Para realizar search esto es una búsqueda o registro de una persona y sus pertenencias,
el funcionario policial debe ser capaz de demostrar que tenía una sospecha razonable que
permitió el stop and frisk, por ejemplo mientras formula el cacheo ha palpado la presencia
de un arma, o como el caso de Alabama vs. White haber recibido una llamada telefónica al
respecto.
“Se podría entender que el cacheo es sólo la palpación externa (registro personal
en definición restringida), mientras que el registro es la búsqueda concienzuda en
la indumentaria, objetos que porta o lo que está a su alcance (registro personal en
definición extendida)”12.
“la policía (…) cuando existan fundadas razones para considerar que una persona
oculta en su cuerpo o ámbito personal bienes relacionados con el delito, procedará a
registrarla”
En nuestro Código Procesal Penal no aparece la diferenciación entre frisk y search, sin
embargo dado que la regulación del art. 210º del Código Procesal Penal señala que se
requiere “fundadas razones” es que podemos afirmar que se encuentra regulado en nuestra
legislación el registro personal extendido o “search”.
Más aun cuando se establece que “antes de su realización se invitará a la persona a que
exhiba y entregue el bien buscado, lo que implica necesariamente que se haya realizado
anteriormente el registro superficial o frisk, más aun de tratarse de sospecha de porte de
armas u objetos peligrosos, sostener que no existe diferencia entre el frisk y el search, pondría
en riesgo la actividad policial.
Por lo que se presume que una vez que se ordena el registro personal extendido es porque
existen fundadas razones para ello, esto es que un estándar mayor que una sospecha
razonable previa.
La práctica policial en nuestro país tiende a señalar que se hizo el registro personal en el
lugar de la intervención, en clara falta de distinción entre el registro personal superficial
(stop and frisk) y el search (registro personal extendido) al que hemos hecho referencia
anteriormente, a pesar de que la realidad del caso exige muchas veces que el sospechoso sea
trasladado a otro espacio para realizar el registro.
De esta manera en la casación 253-2013-Puno se señala que el registro personal debe ser
realizado en un contexto de respeto a la dignidad y pudor de la persona, en concordancia con
el artículo 210.2 del Código Procesal Penal, el cual precisa “el registro se efectuará respetando
la dignidad y, dentro de los límites posibles, el pudor de la persona. Corresponderá realizarlo
a una persona del mismo sexo del intervenido, salvo que ello importe demora en perjuicio
de la investigación”.
Si tal como hemos anunciado la necesidad de un espacio físico privado para realizar un
registro personal extendido, es claro que la mayor parte de ellos, no se podrá realizar en el
mismo lugar de la intervención, si es que este es público, salvo que lo buscado se encuentre al
alcance de la vista o en bolsillos. Lo usual entonces en los casos de una búsqueda extendida
debiera ser el traslado a un espacio físico que permita realizar el registro.
En este caso, el registro personal tiene por objetivo buscar la suma de dinero entregada, esto
es billetes previamente marcados o que contienen los reactivos químicos con los que ha sido
preparados, estos casos no requieren que la persona se desnude o se proceda a la revisión de
cavidades humanas, pues al tratarse de una entrega supervisada de dinero, lo lógico es que
el dinero esté inmediatamente en las manos o en los bolsillos del intervenido.
Según la sentencia casatoria, el artículo 210º del Código Procesal Penal establece que el
registro personal que realiza la Policía Nacional debe ser inmediato, señalando que “siempre
que se dé cuenta al representante del Ministerio Público, no podrá posponerse o dilatarse el
registro personal cuando haya razón fundada para considerar que el intervenido oculta en
su cuerpo o ámbito personal bienes relacionados al delito”.
De ese modo, se presume que el registro personal debió realizarse de manera inmediata,
lo cual no sucedió en este caso. La citada Casación señala que la prolongación del citado
registro puede ser viable si se omite dar cuenta al representante del Ministerio Público -lo
cual no es el caso atendiendo a que todo el operativo fue supervisado por la fiscalía- y
también cuando no se cuenta con garantías para su realización inmediata.
b) Presunción de juridicidad
Asimismo debemos dejar establecido que se presume la juridicidad de los actos realizados
por el funcionario policial que realiza el registro personal o vehicular, sin embargo ante el
cuestionamiento de su accionar corresponderá a los entes persecutores acreditar que existió
una sospecha razonable relacionado a un acto ilícito.
“Por ello se genera “una presunción” a favor de las acciones estatales por el valor
funcional que representa la legitimidad de sus actos, existiendo un interés en mantener
el principio de que el poder público se ejerce conforme a derecho”13.
13 ECHEVARRIA, Marcelo, Aplicación de los principios de “causa probable” y “sospecha razonable” ante la inminente
detención de un sospechoso sin orden judicial.
<http://www.terragnijurista.com.ar/doctrina/detencion_sospechoso.htm> Ultima consulta el 05.06.2017
Esta es entonces una presunción iure tantum, puesto que las actas realizadas gozan de
esta presunción de licitud. Si bien es cierto, que en la sentencia bajo comentario se señala
que posponer el registro conlleva a cuestionamientos de que los bienes no se encontraban
en posesión del registrado, ello no es tal, si es que existe inmediatez y continuidad en la
realización del registro y nos encontramos ante un simple traslado cuando resulte necesario.
La Casación señala que en casos de que se tenga que posponer el registro, el fiscal “garantizará
la cadena de custodia” hasta que sea posible la realización del registro. Este es un supuesto
poco convencional, dado que la cadena de custodia se inicia con el objeto hallado y no
antes, por lo que debemos entender que lo que se quiere con la utilización de esta expresión
es que se garantice el traslado del intervenido al ambiente adecuado bajo supervisión, sin
interrupciones, ni contacto con terceros que hagan presumir que se puede haber deshecho
de los bienes que porta o evitar la exclusión probatoria de lo obtenido en el registro por las
demoras incurridas que cuestionen que los bienes se encontraban en su poder.
3. PARTE RESOLUTIVA
c) Cuando existan otras razones suficientes que se sustenten (que impidan) mantener
y conseguir el objetivo registro.
10
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 626-2013
MOQUEGUA
SUMILLA:
Establecen doctrina jurisprudencial sobre la audiencia,
motivación y elementos (fumus delicti comisi, pena
probable, peligro procesal -peligro de fuga-) de la medida
de prisión preventiva.
Interviene como ponente el señor Juez Supremo José Antonio Neyra Flores.
ANTECEDENTES
Primero: Por disposición de veintiséis de septiembre de dos mil trece, de fojas dos, la Fiscalía
Provincial Penal Corporativa de Mariscal Nieto dispone formalizar y continuar con la
investigación preparatoria contra Marco Antonio Gutiérrez Mamani por la presunta comisión
del delito contra la Vida, el Cuerpo y la Salud - homicidio calificado, previsto en el inciso tres
del artículo ciento ocho de Código Penal, en agravio de Mirian Erika Aucatinco López.
Segundo: Mediante requerimiento del veintiséis de septiembre de dos mil trece, de fojas ciento
cincuenta y tres, también solicitó se declare fundado su requerimiento de prisión preventiva
contra Marco Antonio Gutiérrez Mamani por el plazo de nueve meses.
Tercero: El Segundo Juzgado de Investigación Preparatoria señaló como fecha para audiencia
el veintisiete de septiembre de dos mil trece, a las ocho horas. Producida y registrada a
fojas doscientos veinticuatro, por resolución de fojas doscientos veintiséis, resolvió declarar
fundada la prisión preventiva por el plazo de nueve meses en contra de Marco Antonio
Gutiérrez Mamani.
Sexto: Cumplido el trámite de traslados a los sujetos procesales por el plazo de diez días, se
emitió la Ejecutoria Suprema de calificación de casación del cinco de septiembre de dos mil
catorce, que declaró bien concedido el recurso de casación para el desarrollo de doctrina
jurisprudencial, por la causal de inobservancia de garantías constitucionales de carácter
procesal.
CONSIDERANDOS:
1. Aspectos generales
Primero: Conforme a la Ejecutoria Suprema del cinco de septiembre de dos mil catorce
-calificación de casación-, obrante a fojas setenta y siente del cuadernillo formado en
esta instancia, el motivo de casación admitido está referido al desarrollo de doctrina
jurisprudencial, por la causal de inobservancia de garantías constitucionales de carácter
procesal: sobre el tratamiento que debe dársele a los artículos doscientos sesenta y ocho y
doscientos sesenta y nueve del Código Procesal Penal, modificados y puestos en vigencia en
todo el territorio nacional, el diecinueve de agosto de dos mil trece, por la Ley número treinta
mil sesenta y seis, sobre la configuración del peligro procesal, y que se debe considerar para
calificar el peligro de fuga, además del arraigo en el país del imputado, su comportamiento
durante el procedimiento u otro anterior, la gravedad de la pena y magnitud del daño
causado, aspectos que se presentarían en el presente caso. ii) Para la debida evaluación y
concatenación de los elementos que configuran los presupuestos para el dictado de prisión
preventiva, a efectos de evitar la arbitrariedad en las decisiones judiciales, más si en el
presente caso el Colegiado Superior se sustentaría en argumentaciones no planteadas por
las partes durante la audiencia de apelación de prisión preventiva, lo que vulneraría los
principios de contradicción e imparcialidad judicial.
Segundo: Se imputa al investigado que: i) Entre las veintiún horas del dieciséis de septiembre
de dos mil once y las dos horas con veintinueve minutos del diecisiete del mismo mes y año,
encontrándose la agraviada al interior de un lugar cerrado y privado, desnuda, confiada en
el agresor, a quien le dio la espalda, es tomada por sorpresa por atrás, no dándole tiempo a
defenderse y estando premunido el agresor de un instrumento punzo cortante, compatible con
un cuchillo, procedió a seccionarle la arteria externa, vena yugular externa y vena tiroidea
superior, desgarrando parcialmente la yugular interna. Cortes que fueron ejecutados con
gran fuerza que lograron la sección completa a nivel de cartílago tiroideo, hasta generar una
luxofractura en la columna cervical y fragmentación a nivel del cuerpo vertebral izquierdo,
generándose un shock hipovolémico, a consecuencia de la hemorragia masiva por la lesión
de vasos de gran calibre. ii) Después, el victimario procedió a lavar completamente el
cadáver, lo vistió y una vez colocado el cuerpo en posición de cúbito dorsal, se colocó al lado
izquierdo y premunido de un instrumento procedió a inferirle las heridas punzopenetrantes
que presenta el cadáver en el tórax y abdomen. iii) Finalmente, procedió a abandonar el
cadáver en el fundo de propiedad de Lidia Colque Calisaya -extensión agrícola-, ubicada
en la avenida Paisajista s/n del sector El Rayo del Centro Poblado Los Ángeles, del cercado
de Moquegua, provincia de Mariscal Nieto, departamento de Moquegua (a doscientos
metros del Puente El Rayo). Antes de abandonar el lugar procedió a deslizar el pantalón y
ropa interior de la agraviada hasta la altura del muslo. El agresor dejó la silueta de dedos
de manos reflejadas en el cuerpo de la agraviada con el objeto de simular una supuesta
violación, llevándose consigo su celular. iv) Los hechos son atribuidos al investigado, pues
en su condición de ex enamorado de la agraviada -siendo ella quien habría terminado la relación
sentimental el día catorce de septiembre de dos mil once, por haber iniciado otra relación sentimental
con Julio André Alva Flores-; se negaba a terminar la relación bajo amenazas de “quitarse la
vida” y de “contar a los padres de la agraviada de las relaciones sexuales sostenidas con
Julio André Alva Flores” y la propia presión de seguir frecuentándolo como amigos.
B) Sobre la prognosis de pena, que la sanción para el delito de homicidio calificado superará
los cuatro años de pena privativa de libertad, pues la pena básica es de quince años de pena
privativa de libertad, hasta la cadena perpetua.
C) Sobre el peligro procesal, que no cuenta con arraigo laboral, familiar, ni domiciliario, al
no existir evidencia documental que advierta lo contrario, la gravedad de la pena privativa
de la libertad que se espera, es de quince a treinta y cinco años efectiva, la personalidad y
circunstancias en la intervención policial, la forma como se condujo para desaparecer las
evidencias y esconder la escena primaria del delito, con fines de no ser identificado, la gran
magnitud de daño causado, pues quitó la vida a la agraviada, lo que se magnifica por la
forma como se realizó no mostrando actitud alguna tendiente a reparar el daño ocasionado.
recibió llamadas telefónicas de ella, pero en realidad era el imputado que le obligaba a
decirle “a ti no te amo, amo a Marco Gutiérrez Mamani”. Cuando se vieron y la quiso abrazar
ella le dijo que mientras esto ocurriera quería mantener una distancia, también que el
imputado le había quitado los celulares, la tenía amenazada porque sabía que había
mantenido relaciones con el deponente, por lo que hacía lo que él quería. El día dieciséis ella
le contó que el día anterior, cuando llegó a su casa, encontró al imputado conversando con
su hermana. viii) Octavo, declaración de Ruth Mariela Escobar Masco, quien refiere que el
imputado el día quince había ido al Instituto a recoger a la agraviada, pero esta le comentó
que no quería saber de él, habían terminado la relación el día catorce, pero este no lo
aceptaba y la condicionó para frecuentarse como amigos. El día dieciséis la agraviada estuvo
en clases hasta las veintiún horas con quince minutos, cuando escuchó que el teléfono sonó
y salió de clases para atender la llamada y se retiró, ese mismo día el imputado la había
llamado insistentemente al celular, pero la agraviada no le contestaba. ix) Noveno, la
declaración de Carlos Tumbalobos Reaño, quien indicó que el día dieciséis, a las veintitrés
horas con treinta minutos, vio a la agraviada y al imputado en la esquina de la avenida La
Paz, frente a la empresa Cruz del Sur, ella se encontraba seria con los brazo cruzados y él
trataba de hablarle. x) Décimo, la declaración de Sara Milagros Alfaro Flores, quien señaló
que vio a la agraviada el dieciséis de septiembre al promediar las veintiún horas, subiendo a
un transporte público desde el Instituto hasta la intersección formada de la avenida Balta y
calle Ancash. xi) Décimo primero, el acta de levantamiento de cadáver que señala que la
muerte probablemente ocurrió entre quince a veinte horas. xii) Décimo segundo, el informe
pericial de necropsia médico legal, que advierte que la causa de la muerte es shock
hipovolémico, laceración cardiaca, diecinueve heridas punzocortantes. xiii) Décimo tercero, el
informe pericial ampliatorio de necropsia médico legal, que señala que el shock es a causa
de pérdida del veinte por ciento de volumen normal de sangre. xiv) Décimo cuarto, el informe
pericial ampliatorio de necropsia médico legal, que señala que no puede precisarse la
posición del agresor cuando infiere las lesiones del cuello. xv) Décimo quinto, tomas
fotográficas del levantamiento de cadáver. xvi) Décimo sexto, el informe de inspección
técnico criminal, sobre la ubicación de las manchas de sangre, apreciándose que los hechos
no ocurrieron en el lugar donde se produce el levantamiento de cadáver. xvii) Décimo
séptimo, la pericia de biología forense. xviii) Décimo octavo, la pericia física, sobre los cortes
de la ropa de la víctima. xix) Décimo noveno, el acta de recojo de evidencias. xx) Vigésimo, el
informe de inspección técnico criminal, sobre el lugar donde fue hallado el cadáver, se señala
que una vez posicionado el cadáver, el presunto victimario deslizó el pantalón hacia la parte
inferior para simular una violación. xxi) Vigésimo primero, la declaración de Julio César
Briceño López, quien encontró a Diana Pamela Aucatinco López alterada y a Marco Antonio
Gutiérrez Mamani cansado, con ojos rojos, como si no hubiera dormido. xxii) Vigésimo
segundo, la declaración de Janet Ángela Mamanchura Cuela, vecina de la víctima, señala
que le preguntó al imputado por la víctima y dijo no saber nada, estaba nervioso, con voz
ronca, decaído, tenía ojeras, ojos rojizos, no decía nada. xxiii) Vigésimo tercero, el informe
número doscientos noventa y siete- dos mil once-XI-DIRTEPOL, efectuada a la habitación del
imputado. xxiv) Vigésimo cuarto, el acta de aplicación de reactivo de luminol en el domicilio
del imputado. xxv) Vigésimo quinto, reporte de llamadas telefónicas del celular del imputado.
xxvi) Vigésimo sexto, reporte de llamadas telefónicas del celular de la agraviada. xxvii)
Vigésimo séptimo, el acta de intervención policial de fojas ochenta y cinco. xxviii) Vigésimo
octavo, el informe policial número cero cero ocho-dos mil trece- RPS-DIRTEARE. xxix)
Vigésimo noveno, el informe policial número ciento veinticuatro -dos mil trece- REGPOSUR-
DIRTE-MOQ/DIVICAJ. xxx) Trigésimo, el perfil criminológico contenido en la evaluación
psicológica que señala que el lugar de los hechos es cerrado y se pueden manipular pruebas,
agredió a la víctima en un lugar donde se sentía seguro, protegió su identidad, se apoyó de
terceros para transportar el cuerpo, la víctima se sintió confiada en el agresor, el agresor usó
el factor sorpresa, actuó con brutalidad, sadismo y furor homicida, es celoso, controlador y
manipulador. El relato del imputado no reúne los criterios de credibilidad y posee una
personalidad mixta obsesivo-compulsivo. xxxi) Trigésimo primero, el acta de inspección
técnico policial. xxxii) Trigésimo segundo, el informe número ciento ochenta y seis-dos mil
trece-REGPOSUR-DIRTEPOL-M/OFRICRI. xxxiii) Trigésimo tercero, la declaración testimonial
de Crystian Raúl Valdez Flores. xxxiv) Trigésimo cuarto, la declaración testimonial de Henry
Erickson Cruz Gallegos. xxxv) Trigésimo quinto, la declaración de Marco Antonio Gutiérrez
Mamani. xxxvi) Trigésimo sexto, la ampliación de declaración del imputado.
B) Sobre la prognosis de pena, esta no será menor de quince años de pena privativa de
libertad, al no existir circunstancias que hagan prever una atenuación inferior a cuatro años.
C) Sobre el peligro procesal, luego de resumir lo que dice la Fiscalía y defensa señala que
“por todo ello se tiene la gravedad de la pena, cuyo extremo mínimo es de quince años, lo que
permite establecer que el procesado podría interferir y obstaculizar la investigación judicial y
Fiscal, debiendo restringirse su libertad locomotora por el plazo de nueve meses”.
Quinto: En su recurso de apelación la defensa del imputado alegó que: i) Solo existen indicios
y presunciones sobre su responsabilidad. ii) Las testimoniales no guardan legalidad o firmeza
como medios de prueba. iii) El juez solo se limitó a efectuar una repetición de la exposición
literaria de hechos imaginados por el Ministerio Público, basadas en testimoniales sin valor
y contradictorias; sin considerar la prueba directa e incuestionable, como los resultados
de las pericias biológicas, las muestras de luminol. Por lo que no existe elemento grave de
convicción que determine la responsabilidad penal. iv) Quienes crían gallos en Moquegua
son varias personas, no sólo él, por lo que la “teoría del gallo” no tendría mayor valor. v) No
se tomó en cuenta los documentos adjuntados que acreditan su arraigo familiar, domiciliario
y laboral.
previas, por lo que se concluye que el imputado fue la última persona que vio a la víctima
antes de su desaparición, aún cuando dijo que estuvo en otro lugar, lo que es un indicio
de mala justificación. Como indicio de móvil delictivo se tiene el rompimiento de relaciones
sentimentales, así el propio acusado refirió que estas terminaron porque la encontró con
Julio Alva Flores y descubrió, a leer su celular, que estos mantenían relaciones sexuales. El
padre de la agraviada refirió que su hija Pamela mencionó que el imputado habría dicho que
si terminaban se iba a suicidar. Por su parte Julio André Alva Flores confirmó el encuentro
que tuvieron los tres el ocho de septiembre de dos mil once. Como indicios de personalidad,
la hermana de la víctima resaltó la personalidad posesiva y dominante del investigado con
su hermana, lo que corrobora Alva Flores, pues el imputado le había quitado dos celulares y
“se puso como loco diciendo que se quería matar”, asimismo, los resultados de la evaluación
psicológica concluye que el imputado presenta personalidad mixta obsesivo, compulsivo,
paranoide y que el relato brindado por este no reúne los criterios de credibilidad, es poco
consistente, sin descripción episódica y es contradictoria, lo que es evidente en relación a
la negativa de haber visto a la víctima el día anterior. v) Estos actos vinculan al imputado
con los hechos, pues fue la última persona con la que estuvo la víctima, tiene personalidad
dominante y agresiva con su enamorada, generándole dependencia emocional, que se
tradujeron en rupturas y reconciliaciones, no desprovistas de rencores por la nueva relación
sentimental de la víctima, lo que hacen inclinar la balanza frente a su negativa expresa
de cualquier encuentro previo a la desaparición de la víctima. vi) En cambio, no resulta de
recibo la versión de la defensa respecto a la prueba científica (luminol, ausencia de fluidos
corporales), pues la teoría del Fiscal sugiere que el delito se realizó en lugar distinto donde
esta fue hallada. vii) Las circunstancias previas y el motivo suficiente concurren para poder
vincular al imputado con la comisión del delito con un alto grado de probabilidad estando
en etapa de investigación.
C) En cuanto al peligro procesal señaló que: i) El a quo estimó que existe peligro de
obstaculización por la gravedad de la pena y porque el imputado puede influenciar en
los testigos para que informen falsamente. ii) Las afirmaciones del peligro procesal no
se sustentan en datos objetivos obtenidos en actos iniciales de la investigación, solo en
presunciones, en cambio, la penalidad alta debe estar vinculada a algún dato objetivo.
iii) El arraigo no fue material de pronunciamiento por el a quo, pese a que se presentaron
documentales, de las cuales se obtiene que el imputado vive en el Fundo Quebrada Onda,
en compañía de sus padres y abuelo, actualmente no tiene trabajo, pero con anterioridad
sí, en Angloamerican, Inco Servicios e IST José Carlos Mariátegui. iv) La investigación data
del diecisiete de septiembre de dos mil once, formalizándose el veintiséis de septiembre de
dos mil trece. El diecinueve de septiembre de dos mil once el imputado declaró, a dos días
de ocurrido los hechos, su habitación fue sometida a pericias de aplicación del reactivo
de luminol en la misma fecha. El seis de marzo de dos mil doce se le extrajeron muestras
sanguíneas e hisopado bucal para análisis de perfiles genéticos y cromosomas sexuales, su
secreto telefónico fue levantado el mes de octubre de dos mil once, sin desdén ni negativa
de su parte, lo cual valorado conjuntamente permite inferir una sumisión a la investigación
que ha durado más de dos años, si en este plazo no hubo peligro de fuga, ¿cómo se puede
materializar en ésta oportunidad? v) Sobre la posibilidad de obstrucción en relación a los
testigos, no se cuenta con información de la existencia de amenazas, agresiones o coacciones
que haya realizado el imputado para impedir que declaren con verdad.
Décimo: La libertad ambulatoria puede ser limitada dentro del proceso penal a efectos de
asegurar sus fines. Esta es la justificación de la imposición de una medida cautelar personal
como la prisión preventiva.
Décimo segundo: La prisión preventiva solo se decreta cuando existe peligro que el imputado
se pueda sustraer del proceso y no se llegue a una sentencia de fondo, así como cuando existe
afectación a la actividad probatoria, son los llamados peligro de fuga y de obstaculización
probatoria.
Décimo tercero: El artículo doscientos sesenta y ocho del Código Procesal Penal
regula los requisitos para adoptar esta medida, al señalar que el Juez, a solicitud del
Ministerio Público, podrá dictar mandato de prisión preventiva, si atendiendo a los
primeros recaudos sea posible determinar la concurrencia de los siguientes presupuestos:
A) Que existen fundados y graves elementos de convicción para estimar razonablemente la comisión de
un delito que vincule al imputado como autor o partícipe del mismo.
B) Que la sanción a imponerse sea superior a cuatro años de pena privativa de libertad.
C) Que el imputado, en razón a sus antecedentes y otras circunstancias del caso particular, permita
colegir razonablemente que tratará de eludir la acción de la justicia (peligro de fuga) u obstaculizar la
averiguación de la verdad (peligro de obstaculización).
Décimo cuarto: Los artículos doscientos sesenta y ocho al doscientos setenta y uno del
Código Procesal Penal, desde el veinte de agosto de dos mil trece, se encuentran vigentes
en todo el país por la Ley número treinta mil setenta y seis y traslada la circunstancia de
pertenecer a una organización criminal, ubicándola correctamente como un elemento de
peligro procesal.
Décimo sexto: Es importante la audiencia para tomar una decisión, pues durante la
investigación preparatoria o etapa intermedia las partes sustentan sus pretensiones a
través de los principios citados, y el Juez debe cumplir una función activa en busca de la
mayor información y de la mejor calidad, que le permita la resolución, lo que se aplica en
la audiencia de prisión preventiva, previsto en el inciso uno del artículo doscientos setenta y
uno del Código Procesal Penal.
Décimo octavo: Lo primero que se tratará será sobre los graves y fundados elementos
de convicción. El Fiscal relatará los hechos y argumentará la intervención del imputado,
sobre la base de los elementos materiales obtenidos, que sustentaran sus dichos. El Juez
dará la palabra a la defensa para que exponga lo necesario. Siendo la función del Órgano
Jurisdiccional hacer la audiencia, captar la información y expedir resoluciones orales y
escritas, su labor de dirección es central evitando desvíos en la discusión de derechos que
no corresponden a la naturaleza de la audiencia, proveyendo garantías, pero también
Décimo noveno: Así controlará los tiempos, focalizará que las partes se refieran a un tema
específico, haya la mayor contradicción porque la contraparte recordará íntegramente lo
que se acaba de argumentar y podrá refutarlo y el Juez hacer las preguntas aclaratorias que
estime.
Vigésimo: Una vez agotada la discusión del primer requisito, habiendo el Juez logrado la
información que requiere, dará la palabra al Fiscal para continuar con la prognosis de pena
a imponer, bajo los mismos términos.
solo así es posible evaluar si el Juez Penal ha obrado de conformidad con la naturaleza
excepcional, subsidiaria y proporcional de la medida (sentencias recaídas en los expedientes
números mil noventa y uno-dos mil dos-HC/TC y recientemente en el número mil ciento
treinta y tres-dos mil catorce-PHC/TC), lo que debe cumplirse en todos los actos antes
señalados. iii) En el estudio independencia judicial insuficiente, prisión preventiva deformada.
Los casos de Argentina, Colombia, Ecuador y Perú, que recoge estudios coordinados por Due
Process of Law Foundation, se señala como una recomendación hecho en el marco del
estudio comparativo, que el uso arbitrario o inmotivado de la prisión preventiva debe ser
perseguido y sancionado mediante procesos disciplinarios y, en su caso, procesos penales1.
1 PÁSARA, Luis. “La prisión preventiva y el ejercicio de la independencia judicial. Análisis comparativo”. En: Due
Process of Law Foundation. Independencia judicial insuficiente, prisión preventiva deformada. Los casos de
Argentina, Colombia, Ecuador y Perú. Due Process of Law Foundation, Washington, D.C., 2013, p. 27. Disponible
en: <http://www.dplf.org/es/resources/independencia-judicial-insuficiente-prisión-preventiva-deformada-los-
casos-de-argentina>.
2 Conforme al artículo 122 del Código Procesal Penal, que establece que se deben fundamentar las disposiciones
y requerimientos y el artículo cuatro de la Directiva número dos- dos mil trece- MP-FN (Actuación Fiscal en
la prisión preventiva conforme al Código Procesal Penal del dos mil cuatro, puesto en vigencia mediante
ley número 30076), que indica que el requerimiento de prisión preventiva constará en un documento aparte
debidamente fundamentado.
3 En ese sentido, la Comisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha referido en el informe 2/97, que
la presunción de culpabilidad de una persona no solo es un elemento importante, sino una condición sine qua
non para continuar la medida restrictiva de libertad. LLOBET RODRÍGUEZ, Javier. La prisión preventiva. Límites
constitucionales. Tercera edición. Editorial Jurídica Continental, San José, 2010, pp. 155 y 156.
probatoria, para poder adoptarla es necesario que exista un grado de confirmación sobre la
realidad del delito y la vinculación del imputado.
Vigésimo séptimo: Para la adopción de la prisión preventiva no se exige que se tenga la certeza
sobre la imputación, solo que exista un alto grado de probabilidad4 de la ocurrencia de los
hechos, mayor al que se obtendría al formalizar la investigación preparatoria5; valiéndose de
toda la información oralizada y acopiada hasta ese momento (primeros recaudos).
Vigésimo octavo: Sobre los actos de investigación se debe realizar un análisis de suficiencia
similar al que se hace en la etapa intermedia del nuevo proceso penal6, se deben evaluar
individualmente y en su conjunto, extrayendo su fiabilidad y aporte, a efectos de concluir
si es que la probabilidad sobre el hecho es positiva. En caso que el Fiscal se base en prueba
indiciaria, deben cumplirse los criterios contenidos en la Ejecutoria Vinculante recaída en el
Recurso de Nulidad número mil novecientos doce-dos mil nueve-Piura, de seis de septiembre
de dos mil cinco7.
4 La probabilidad significa un acercamiento plausible al éxito de la acción emprendida, esto es, el juicio de sujeto
cognoscente quien estima haberse acercado al resultado buscado, el conocimiento de la verdad, aunque
reconoce no haberlo alcanzado totalmente; en otras palabras, no está convencido de estar en posesión de la
verdad, pero cree que se ha aproximado bastante a ella. La probabilidad, conforme a su grado es positiva o
negativa, según que los elementos de prueba que confirman la hipótesis superen a aquellos que la rechazan,
aunque sin descartar absolutamente la solución contraria y viceversa. Intuitivamente, certeza o certidumbre
se diferencia cualitativamente de probabilidad, pero la diferencia no es tan notable si exigimos una gran
probabilidad. MAIER, Julio. Derecho Procesal Penal. Fundamentos. Tomo I. Segunda edición, Editores del Puerto,
Buenos Aires, 2004, pp. 843-847.
5 ORE GUARDIA, Arsenio. Manual de Derecho Procesal Penal. Las medidas de coerción en el proceso penal. Tomo
II. Editorial Reforma, Lima, 2014, p. 145.
6 Como señala Asencio Mellado, el fumus boni iuris hace referencia a una apariencia jurídica de responsabilidad
del imputado (…) No basta, pues, aunque la dificultad de concreción de estos criterios subjetivos de valoración
es elevada, la concurrencia en el caso de meros indicios escasamente contrastados o de sospechas genéricas;
se exigen, pues, elementos de convicción, pruebas directas o indirectas que sean plurales, coincidentes en un
mismo resultado y fundadas. Esto tampoco significa que haya de concurrir la misma certeza y datos objetivos
que los necesarios para producir una condena, entre otras cosas porque, en un momento inicial del proceso
no existen pruebas en sentido estricto. Pero si, en definitiva, un juicio de probabilidad razonable y asentado
en criterios objetivos suficientes. ASENCIO MELLADO, José María. “La regulación de la prisión preventiva en el
Código Procesal Penal del Perú”. En: Cubas Villanueva, Víctor; Doig Díaz, Yolanda y Quispe Farfán, Fany Soledad
(coordinadores). El nuevo proceso penal. Estudios fundamentales. Palestra, Lima, 2005, p. 513.
7 La Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República en el citado Recurso de Nulidad,
emitió Ejecutoria Vinculante respecto a la prueba indiciaria señalando que los elementos de esta son las referidas
al indicio y la inferencia lógica, debiendo cumplirse las siguientes reglas: i) Ha de estar plenamente probado por
Trigésimo primero: El artículo cuarenta y cinco-A del Código Procesal Penal, adicionado
por la Ley número treinta mil setenta y seis, establece que la pena se aplica por tercios,
inferior, intermedio y superior; será sobre la base de tres factores: a) Circunstancia generales
atenuantes y agravantes, establecidos en el artículo cuarenta y seis, incisos uno y dos,
incorporado por la Ley citada. b) Causales de disminución o agravación de la punición,
siendo las primeras el error de prohibición vencible (artículo catorce del Código Penal), error de
prohibición culturalmente condicionada vencible (artículo quince del Código Penal), tentativa
(artículo dieciséis del Código Penal), responsabilidad restringida de eximentes imperfecta de
responsabilidad penal (artículo veintiuno del Código Penal), responsabilidad restringida por
la edad (artículo veintidós del Código Penal), complicidad secundaria (artículo veinticinco del
Código Penal), y los segundos agravante por condición del sujeto activo (artículo cuarenta y
seis-A del Código Penal), reincidencia (artículo cuarenta y seis-B del Código Penal), habitualidad
(artículo cuarenta y seis-C del Código Penal)9, uso de inimputables para cometer delitos (artículo
cuarenta y seis-D del Código Penal), concurso ideal de delitos (artículo cuarenta y ocho del Código
Penal), delito masa (artículo cuarenta y nueve del Código Penal), concurso real de delitos (artículo
cincuenta del Código Penal), concurso real retrospectivo (artículo cincuenta y uno del Código Penal).
Asimismo, se debe tener en cuenta la regla establecida en el artículo cuarenta y cinco del
Código Penal y las fórmulas de derecho premial, como confesión, terminación anticipada
los diversos medios de prueba que autoriza la Ley, pues de lo contrario sería una mera sospecha sin sustento real
alguno. ii) Deben ser plurales, o excepcionalmente únicos pero de una singular fuerza acreditativa. iii) Deben ser
concomitantes al hecho que se trata de probar. iv) Deben estar interrelacionados, cuando sean varios, de modo
que se refuercen entre sí y que no excluyan el hecho consecuencia.
8 DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo. La prisión preventiva en el Nuevo Código Procesal Penal. Ara, Lima, 2008, p. 47.
9 Estos últimos (reincidencia y habitualidad), solo pueden valorarse para este elemento, pues en otro supondría un
anticipo de pena o responsabilidad de autor.
del proceso, conformidad del acusado con la acusación y colaboración eficaz. Este listado no
es taxativo, por lo que el Juez puede fundarse en otra circunstancia que modifique la pena,
siempre que lo justifique en la resolución.
Trigésimo segundo: Será desproporcional dictar una medida de prisión preventiva a quien
sería sancionado con una pena privativa de libertad suspendida, estableciendo el artículo
cincuenta y siete del Código Penal que podría ser cuando la pena sea menor de cuatro años
y no hay proclividad a la comisión de delitos.
7.1. Arraigo
Trigésimo sexto: El primer inciso del referido artículo, establece una serie de situaciones de
las que se debe extraer la presencia o no de arraigo. Este elemento exige establecerse de
manera permanente en un lugar, vinculándose a personas y cosas10. El Código Procesal Penal
señala que el arraigo en el país del imputado está determinado por el domicilio, residencia
habitual, asiento de la familia y de sus negocios o trabajo y las facilidades para abandonar
definitivamente el país o permanecer oculto.
Trigésimo séptimo: Toda vez que los criterios para establecer peligro procesal no son
taxativos, tampoco los del arraigo. El Tribunal Constitucional en la sentencia recaída en el
expediente número mil noventa y uno-dos mil dos-HC/TC11, señaló que la posesión de bienes
generaba arraigo12, de ahí que el Juez pueda considerar otro elemento para considerarlo,
siempre que lo justifique en su resolución.
Trigésimo octavo: Como señala del Río Labarthe13 estas especies de arraigo (familiar, laboral,
posesión y titularidad de bienes) son criterios que antes que justificar la prisión preventiva,
en realidad desincentivan la fuga del imputado; sin embargo, su ausencia también permite
valorar, con otros factores, el riesgo de fuga.
10 GUTIÉRREZ DE CABIEDES, Pablo. La prisión provisional. Thomson- Aranzadi, Navarra, 2004, p. 151.
11 STC EXP. Nº 1091-2002-HC/TC, caso Silva Checa, del 12.08.02.
12 La STC EXP. Nº 5490-2007-HC/TC, caso Rodríguez Domínguez, de 27.11.07, expresó que el Juez emplazado no tuvo
en consideración distintos elementos significativos para determinar el grado de coerción personal que debió
imponérsele al recurrente, como fueron sus valores como hombre de Derecho, su producción intelectual, su
ocupación profesional en el campo legal, su manifiesto arraigo familiar y otros que, razonablemente, le hubiesen
permitido al demandado descartar la más mínima intención del actor de ocultarse o salir del país.
13 DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo. “La prisión preventiva en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional”. En
HURTADO POZO, José (Director). Anuario de Derecho Penal. Temas penales en la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2008, p. 112.
Cuadragésimo sexto: La ley citada modifica este criterio, ahora lo que se debe valorar es:
La magnitud del daño causado y la ausencia de una actitud voluntaria del imputado para
repararlo. El contenido de la primera parte de este criterio sigue siendo confuso, pues se
14 DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo. La prisión preventiva en el nuevo Código Procesal Penal. Ob. Cit., p. 58.
podría entender como un referencia a la forma de realización del ilícito penal, a la especial
violencia o gravedad con que se ha cometido, lo que directamente supondría un criterio que
quiere evitar el riesgo de una posible reiteración delictiva15, lo que es inaceptable en una
medida cautelar, que no se orienta en fines preventivos propios de la pena, sino en el peligro
procesal. Esto se agravaría si se considerara que a lo que hace referencia es a la reacción que
el delito produce en la sociedad, la repulsa ante la comisión de ciertos hechos, pues en este
caso la prisión preventiva constituiría una sanción que satisface a la sociedad, a la par de
una medida de seguridad de carácter preventivo16.
Quincuagésimo: La reparación del agraviado poco tiene que ver con el peligro procesal,
sin embargo, atendiendo a una correcta interpretación, la actitud del imputado luego de
cometido el delito ayudará a acreditar su buena conducta en el proceso penal.
15 ASENCIO MELLADO, José María. La prisión provisional. Tesis presentada a la Universitat d’ Alacant, para
optar el grado académico de Doctor. Alicante, 1986, pp. 111 y 112. Disponible en: <http://rua.ua.es/dspace/
handle/10045/3483>
16 Criticando la STC 0791-2002-PHC/TC, vide: DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo. “La prisión preventiva en la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional”. Ob. Cit., p. 115. También: ASENCIO MELLADO, José María. La prisión
provisional. Ob. Cit., p. 113.
Quincuagésimo segundo: También se deben analizar las conductas que fuera del tipo penal
ocurren con inmediatez al hecho, por ejemplo, la persona que luego de cometer el delito,
consciente de ellos fuga del lugar de los hechos.
Quincuagésimo cuarto: La segunda parte de este criterio (en otro procedimiento anterior),
debe ser analizado con mayor rigurosidad, pues se hace la prognosis sobre un comportamiento
anterior y lejano, que debe ser evaluado de conformidad con otros presupuestos del peligro
de fuga. Asimismo, el hecho que en un anterior proceso se le impuso una prisión preventiva
(o mandato de detención), no autoriza al Juez a imponer, por su mérito, una en el actual
proceso.
Quincuagésimo quinto: En el caso de autos, se advierte como hecho imputado por el Fiscal
que el investigado, luego de cometer el delito, procedió a lavar completamente el cadáver,
para luego vestirlo y una vez colocado el cuerpo en posición de cúbito dorsal, se puso al
lado izquierdo y premunido de un instrumento punzocortante procedió a inferirle las heridas
punzopenetrantes que presenta el cadáver en el tórax y abdomen. Finalmente, abandonó el
17 Vide: DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo. La prisión preventiva en el nuevo Código Procesal Penal. OB. Cit., pp. 59
y 60; y, PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rául. Exégesis del Nuevo Código Procesal Penal. Rhodas, Lima, p.
716, citado por PÉREZ LÓPEZ, Jorge. “El peligro procesal como presupuesto de la medida coercitiva personal
de prisión preventiva”. En: Urquizo Videla, Gustavo y Peña Suasnabar, Jony (coordinadores). Estudios sobre
medidas limitativas de derechos y medidas cautelares en el proceso penal. Gaceta Jurídica, Lima, 2011, p. 368
y 369. El Tribunal Constitucional en la STC recaída en el Exp. Nº 03075-2010-PHC/TC señaló que el imputado,
en razón de sus antecedentes y otras circunstancias del caso particular, permite colegir razonablemente que
tratará de eludir la acción de la justicia (peligro de fuga) u obstaculizar la averiguación de la verdad (peligro
de obstaculización), pues el recurrente no ha concurrido a la audiencia de prisión preventiva programada
con fecha 7 de mayo de 2010 a horas 08:30 am, pretendiendo frustrar dicha diligencia impostergable con la
presentación por mesa de partes de un certificado médico particular suscrito por un Gineco Obstetra (especialista
en enfermedades femeninas) mediante escrito firmado por su abogado defensor, el mismo día de la diligencia
a horas 08:45 am, dejando constancia la Sala que dicho escrito ha sido firmado por el recurrente quien habría
tenido tiempo para acudir tanto donde su abogado así como al consultorio médico, siendo descartada su
supuesta enfermedad (infección urinaria) por el médico legista, todo ello aunado a que el recurrente no asiste
a las diligencias como son la visualización de video y tampoco ha pagado la caución impuesta en primera
instancia, así como ha pretendido devolver la cédula de citación de audiencia, lo que evidencia un claro
propósito de entorpecer el curso normal del proceso, constituyendo ello un claro peligro procesal.
18 ORÉ GUARDIA, Arsenio. Ob. cit; p. 59.
Quincuagésimo octavo: Para fundamentar este extremo no basta con indicar que existe una
organización criminal, sino sus componentes (organización, permanencia, pluralidad de
imputados e intención criminal), así como la vinculación del procesado. Asimismo, motivar
qué peligro procesal se configuraría al pertenecer a esta organización.
Sexagésimo primero: El otro agravio del Fiscal se sustenta en que el imputable señaló “haber
sido citado en varios oportunidades”, por lo que la Sala consideró que no habría peligro de
obstaculización probatoria, pero esto no fue alegado por la defensa del imputado, de ahí que
oficiosamente obtuvo información del expediente judicial.
Sexagésimo quinto: Como señala el artículo ciento cincuenta y cuatro del Código Procesal
Penal la nulidad de un acto anula los efectos o actos consecutivos que dependen de él. En ese
sentido, los vicios hallados en las resoluciones cuestionadas tienen directa vinculación con el
requerimiento del Fiscal, por lo que deben acarrear tal consecuencia para ambos y emitirse
un nuevo pedido Fiscal y sustentarse en una nueva audiencia, puesto que la estimación
del recurso de casación solo trae consigo un juicio rescindente -inciso primero del artículo
cuatrocientos treinta y tres del Código Procesal Penal-.
Sexagésimo séptimo: La Sala Penal no valoró toda la información que se desprendía del
caso, como la actitud del imputado de modificar la escena del crimen, tratando de confundir
un caso de homicidio calificado con uno de violación sexual, que, como se indicó, implica
un peligro de obstaculización probatoria que debe ser evaluada con otros elementos
configuradores del peligro de fuga como la gravedad de la pena.
Sexagésimo noveno: Esto implica una motivación aparente de la resolución (que se presenta
cuanto la resolución no da cuenta de las razones mínimas que sustentan la decisión, intentando dar un
cumplimiento formal al mandato de motivación, amparándose en frases sin ningún sustento fáctico o
jurídico), toda vez que no se puede afirmar por el solo mérito de la gravedad de la pena que
el imputado se dispondrá a realizar actos en contra de la investigación, y por ello el Juez de
la investigación Preparatoria no indicó en qué consistiría la posible obstrucción probatoria;
vulnerando de esta forma la motivación de las resoluciones señalado en los considerandos
anteriores, específicamente, lo previsto en el artículo doscientos setenta y uno, inciso tres,
del Código Procesal Penal que señala: “El auto de prisión preventiva será especialmente
motivado, con expresión sucinta de la imputación, de los fundamentos de hecho y de derecho
que lo sustente, y la invocación de las citas legales correspondientes”.
Septuagésimo primero: Esta medida cautelar exige una especial fundamentación, que
justifique pormenorizadamente su adopción, lo que se logra con el método de audiencia
desarrollado.
DECISIÓN
II. ORDENARON que otro Juzgado de Investigación Preparatoria cumpla con dictar nueva
resolución previa audiencia con las garantías conforme a la parte considerativa.
III. DISPUSIERON que la presente sentencia casatoria se lea en audiencia pública por
intermedio de la Secretaria de esta Suprema Sala Penal; y, acto seguido, se notifique a todas
las partes apersonadas a la instancia, incluso a las no recurrentes.
V. ORDENAR se transcriba la presente Ejecutoria a las Cortes Superiores de Justicia del Perú,
para su conocimiento y fines, y se publique en el diario oficial “El Peruano”.
VI. MANDARON que cumplidos estos trámites se devuelvan los autos al órgano jurisdiccional
de origen, y se archive el cuaderno de casación en esta Corte Suprema.
S.S.
VILLA STEIN
RODRIGUEZ TINEO
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
LOLI BONILLA
SUMILLA:
Las medidas de coerción procesal y, sobre todo, la referida a la prisión preventiva ocupa
un lugar especial en la mesa de discusiones del Derecho Procesal Penal. Tan es así que
el magistrado del Tribunal Supremo español ANDRÉS IBÁÑEZ ha calificado a la prisión
preventiva como el verdadero “problema” por antonomasia del proceso penal1. No hay que
olvidar, pues, que, por un lado, los efectos de su imposición son semejantes a los efectos
propios de la pena, ya que produce una innegable afectación del derecho a la libertad del
justiciable que deviene justamente en irreparable –a diferencia de lo que sucede con la
imposición de medidas de coerción procesal de carácter real–; mientras que, por el otro, la
prisión preventiva constituye una medida necesaria para garantizar la consecución de los
fines del proceso2. A razón de esto último, PASTOR considera a la prisión preventiva como
una “amarga necesidad”3.
Esta breve descripción no hace otra cosa que evidenciar la situación de diálogo tensional
entre la prisión preventiva y la presunción de inocencia como regla de tratamiento que asiste
al imputado. Desde hace mucho se escucha la denuncia del uso inadecuado y antojadizo
1 ANDRÉS IBÁÑEZ, Perfecto, “Presunción de inocencia y prisión sin condena”, Cuadernos de Derecho Judicial:
Detención y prisión provisional, 1996/XVIII, p. 17.
2 ORÉ GUARDIA, Arsenio. Op. cit., p. 121.
3 PASTOR, Daniel, “La prisión preventiva. Problemas actuales y soluciones”, en AA.VV., La prueba, reforma del
proceso penal y derechos fundamentales, Lima, Jurista, 2007, p. 166.
Así, un nuevo problema aparece: si bien, por un lado, en el marco de un Estado Constitucional
de Derecho, se exige que la prisión preventiva asuma una regulación legal inspirada
en el principio de la presunción de inocencia que determina su aplicación de manera
residual y excepcional -como expresión clara de los principios constitucionales y de los
diversos tratados internacionales-; por el otro, se ha observado, en la práctica, y pese a
estos estándares mínimos basados en la excepcionalidad de la prisión preventiva, el uso
generalizado, sistemático y muchas veces escasamente motivada de esta figura en diversos
países de Latinoamérica; en donde el Perú no es la excepción.
Esta tensa problemática ha sido recogida y debatida por la Corte Suprema, y ha conllevado
a la emisión de la Casación Nº 626-2013, Moquegua, en la que, como intento de remediar el
uso desmesurado de la prisión preventiva, se ha establecido doctrina jurisprudencial sobre
los elementos sustanciales a tener en cuenta para la legítima imposición de la mencionada
medida cautelar.
El Código Procesal Penal prescribe que, para que el juez, previo requerimiento del Ministerio
Público, pueda dictar mandato de prisión preventiva, tiene que verificar la concurrencia de
4 BINDER, Alberto, ¿Qué significa implementar un nuevo sistema de justicia penal?, http://inecip.org/documentos/
alberto-binder-que-significa-implementar-un-nuevo-sistema-de-justicia-penal/ (última visita, 05 de junio de
2017).
No solo se debe observar los tres presupuestos materiales al momento de requerir –por el
fiscal– e imponer –por el juez– la medida cautelar estudiada; también resulta de significativa
importancia que se observen los principios que guían la imposición de esta medida.
Ambas exigencias no constituyen otra cosa que criterios de valoración que deberán observarse
luego de valorar los tres presupuestos clásicos de la prisión preventiva y que, como ya se ha
indicado, no harían otra cosa que frenar aquella practica tendenciosa a promover el uso
generalizado, sistemático y, muchas veces, escasamente motivada de la prisión preventiva.
Como se puede observar, dado que los principios de proporcionalidad y plazo razonable
se encuentran recogidos en el mismo texto procesal penal, lo único que hace la Sala
Permanente de la Corte Suprema es recordar que estas dos exigencias deben fundamentarse
de manera exhaustiva por el representante del Ministerio Público al momento de presentar
su requerimiento de prisión preventiva. No olvidemos tampoco que lo que se pone en juego
con este requerimiento fiscal es la grave afectación de un derecho fundamental de singular
valía en el desarrollo de la persona, como es la libertad ambulatoria, por lo que ambas
exigencias son, a todas luces, coherentes e insostenible de ser sometidas a discusión. Lo dicho
se corresponde, además, con el art. 203, inc. 2 del CPP de 2004 que establece lo siguiente:
“Los requerimientos del Ministerio Público serán motivados y debidamente sustentados”
(el énfasis es nuestro). En consecuencia, por criterio de especialidad, el requerimiento del
Ministerio Público sobre la imposición de una medida de prisión preventiva también debe
encontrarse “debidamente” motivada y sustentada.
6 Sobre el particular, Barona Vilar sostiene que para la imposición de este tipo de medidas cautelares debe
respetarse el principio de proporcionalidad, entendida ésta como la adecuación de la prisión provisional a los
fines constitucionalmente legítimos (asegurar el normal desarrollo del proceso y la ejecución del fallo, así como
evitar el riesgo de reiteración delictiva), y el sacrificio que a la libertad de la persona se impone sea razonable
en comparación con la importancia del fin de la medida. Vid.: BARONA VILAR, Silvia. “Medidas cautelares
específicas”. En: MONTERO AROCA, Juan, GÓMEZ COLOMER, Juan, BARONA VILAR, Silvia, ESPARZA LEIBAR,
Iñaki y ETXEBERRÍA GURIDI, José. Derecho Jurisdiccional III. Proceso Penal. 24º edición. Valencia (Tirant lo
Blanch), 2016, p. 293.
De este modo, para la Corte Suprema “debe acreditarse mediante datos objetivos obtenidos
preliminarmente y/o propiamente de investigación que cada uno de los aspectos de la
imputación tenga una probabilidad de ser cierta. Este es el llamado fumus delicti comissi,
osea la apariencia de verosimilitud del hecho delictivo y vulneración del imputado”. Esto
supone que, para la imposición de la prisión preventiva, debemos tener en consideración lo
siguiente: a) alto grado de probabilidad de la comisión de los hechos, b) análisis de suficiencia
similar al que se hace en la etapa intermedia y c) sustentación clara de los aspectos fácticos y
su acreditación que fundamentan el requerimiento fiscal de prisión preventiva.
Por otro lado, en cuanto a la afirmación de que el alto grado de probabilidad de ocurrencia de
los hechos para la imposición de esta medida cautelar tiene que ser mayor al que se emplea
para la formalización de la investigación preparatoria, también ya había tenido acogida en
la doctrina, fundamentalmente, porque se entiende que solo con una constatación de un
grado superior de probabilidad que el empleado para la formalización de la investigación
preparatoria se permitiría satisfacer el requerimiento legal de razonabilidad de la prisión
preventiva9. Dicho de otro modo, si se exigiera el mismo grado de probabilidad que el de la
formalización, ya con la mera formalización –momento a partir del cual se puede requerir
la prisión preventiva– se habría cumplido automáticamente con el primer presupuesto que
exige esta medida.
8 En similares términos, Vid.: SAN MARTÍN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima (INPECCP/
CENALES), 2015, pp. 457-458; y CÁCERES JULCA, Roberto. Las medidas de coerción procesal. Sus exigencias
constitucionales, procesales y su aplicación jurisprudencial. Lima (Idemsa), 2008, p. 199.
9 CÁCERES JULCA, Roberto. Op. cit., p. 199.
en estado de libertad-10 y, por tanto, para poder limitar el derecho fundamental a la libertad
ambulatoria debería de existir, en principio, un análisis de similar intensidad que el realizado
en la etapa intermedia, puesto que si los actos de investigación llevados cabo hasta el
momento no permitiesen vislumbrar una probabilidad de la ocurrencia del hecho, fuesen
manifiestamente insuficientes, o en general, pudiesen ser subsumidas dentro de los supuestos
que conducirían a un sobreseimiento -de realizarse este análisis en la etapa intermedia-,
debería de optarse por la imposición de otra medida menos gravosa y descartarse la
imposición de una medida de prisión preventiva.
En lo que respecta al análisis de la “prueba indiciaria”, parece adecuado señalar que, para
la imposición de la prisión preventiva, los indicios deben cumplir con las siguientes reglas:
a) estar plenamente probados; b) exista una pluralidad (de indicios), salvo en el caso de que
exista un sólo indicio que tenga una singular fuerza acreditativa; c) ser concomitantes al
hecho que se trata de probar; y, d) deben encontrarse interrelacionados, reforzándose entre sí.
Al respecto, tal como se sostuvo en los apartados precedentes, existe una necesidad de que
el requerimiento de prisión preventiva formulado por el fiscal se encuentre debidamente
motivado. La necesidad de fundamentación adecuada también es extensible a la sustentación
oral que se realizará en la audiencia de prisión preventiva. En tal sentido, solo cuando el
fiscal exponga claramente el aspecto fáctico y la acreditación que sustentan su pedido, se
brindarán las condiciones necesarias para que la defensa del imputado puede pronunciarse
allanándose o refutando lo dicho.
Ahora bien, consideramos que la refutación que pueda realizar la defensa del imputado
podría tal vez no centrarse en discutir el aspecto fáctico y la acreditación presentada por
Cabe indicar que lo señalado hasta aquí podría devenir en un contradicción con lo fijado en
el décimo octavo considerando –que por cierto no constituye doctrina jurisprudencial– de la
sentencia casatoria, ya que se establece que una de las funciones del órgano jurisdiccional
en la audiencia de prisión preventiva es evitar los desvíos en la discusión de derechos que no
corresponden a la naturaleza de la audiencia, como por ejemplo, que se discuta la “atipicidad
o causa de justificación, garantizados por las excepciones de improcedencia de acción”.
Particularmente, de una lectura conjunta y coherente de los argumentos expuestos por esta
sentencia, entendemos que en la práctica sí sería posible la discusión de aspectos como la
atipicidad de la conducta, por los siguientes fundamentos: a) porque si tal como se pretende,
se debe realizar un análisis de suficiencia similar al que se hace en la etapa intermedia del
nuevo proceso penal, cabría la posibilidad de que la defensa discutiese aspectos vinculados
a la atipicidad, irresponsabilidad, etc., factores que se evalúan también al momento de
determinar si procede o no la emisión de un auto de sobreseimiento; y, b) porque si mediante
la realización de determinados actos de investigación pudiese determinarse la posibilidad de
existencia de algunas de esas circunstancias, debería de tenerse en cuenta, pues no debería
pretenderse restringir derechos fundamentales sin que, según los actos de investigación
llevados a cabo hasta el momento, no haya podido descartarse la concurrencia de dichas
circunstancias, que de mantenerse y no desvirtuarse, conllevaría a que se emitiese un auto de
sobreseimiento o en su defecto, que diesen lugar a una sentencia absolutoria.
Por ejemplo, tener en cuenta factores como la posible responsabilidad penal restringida del
sujeto imputado, permitiría determinar si se le podría imponer una pena inferior al mínimo
legal, que podría ser de cuatro años. Así pues, en dichos casos, la prognosis de pena concreta
podría diferir de la establecida en el mínimo legal (que por ejemplo, podría ser de cuatro años)
y, por tanto, aun cuando el mínimo legal estableciese que la pena a imponer sería superior
a cuatro años, en el caso en concreto la expectativa de sanción penal a imponer podría ser
menor a ésta y en consecuencia, no se cumpliría con la concurrencia de este presupuesto y,
por tanto, no podría dar lugar a la imposición de una medida de prisión preventiva.
5.1.- El arraigo
En cuanto al primer criterio (el arraigo), la Corte Suprema ha recogido en sus trigésimo
noveno y cuadragésimo considerandos los criterios que, desde el 13 de setiembre de 2011,
por exigencias de la Resolución Administrativa Nº 325-2011-P-PJ (Circular sobre prisión
preventiva) se tienen en cuenta para la valoración del arraigo. Y es que la mencionada
circular, en su sétimo considerando, ha afirmado que “… no existe ninguna razón jurídica
ni legal -la norma no expresa en ningún caso tal situación- para entender que la presencia
del algún tipo de arraigo descarta, a priori, la utilización de la prisión preventiva. De hecho,
el arraigo no es un concepto o requisito fijo que pueda evaluarse en términos absolutos.
Es decir, la expresión “existencia” o “inexistencia” de arraigo es, en realidad, un enunciado
que requiere de serios controles en el plano lógico y experimental. Toda persona, aún (sic.)
cuando se está frente a un indigente, tiene algún tipo de arraigo. El punto nodal estriba en
establecer cuando el arraigo -medido en términos cualitativos- descarta la aplicación de la
prisión preventiva. Esto es algo muy distinto a sostener que la presencia de cualquier tipo
de arraigo descarta la prisión preventiva”.
Si bien es cierto que se debe hacer una evaluación conjunta del arraigo, a fin de determinar
si es de tal “calidad” como para evitar la imposición de la prisión preventiva, lo cierto es
que, a nuestro juicio, debe quedar claro que si la fiscalía –quien ostenta la carga de la
prueba– no acredita la ausencia de arraigo –sea laboral o familiar– o, lo que es lo mismo, el
imputado acredita fehacientemente –pese a no tener la carga probatoria– que cuenta tanto
con arraigo laboral como familiar, no cabe la posibilidad de imponer prisión preventiva bajo
el argumento de que hay peligro de fuga. Si se entendiera que el arraigo familiar y laboral
son insuficientes para disipar el peligro de fuga, entonces la pregunta sería, ¿cómo podría
acreditar el imputado que dicho peligro no se presenta?
11 Cabe señalar que el inciso 5 del artículo 269 del CPP ha sido adicionado de conformidad con el artículo 3 de la
Ley Nº 30076, de fecha 19 de agosto de 2013.
Ello es acertado, pues aun cuando la prognosis de pena sea superior a los cuatro años, no
implicará per se que el sujeto imputado se sustraiga del proceso, ya que aquél puede tener un
arraigo sustancial en términos cualitativos, que podría desvirtuar la posibilidad de peligro
de fuga de aquél.
Mediante el artículo 3 de la Ley Nº 30076 se modificó la redacción del inciso 3 del artículo
269 del CPP, se pasó de establecer como criterio a tener en cuenta a “la importancia del
daño resarcible y la actitud que el imputado adopta, voluntariamente, frente a él” por “la
magnitud del daño causado y la ausencia de una actitud voluntaria del imputado para
repararlo”.
En primer lugar hemos de señalar que consideramos que la nueva redacción del inciso
mencionado no ha sido del todo satisfactoria, pues como ya ha apuntado la Sala Suprema en
el cuadragésimo sexto considerando de la casación comentada “[e]l contenido de la primera
parte de este criterio sigue siendo confuso, pues se podría entender como una referencia a
la forma de realización del ilícito penal, a la especial violencia o gravedad con que se ha
cometido, lo que directamente supondría un criterio que quiere evitar el riesgo de una posible
reiteración delictiva, lo que es inaceptable en una medida cautelar, que no se orienta en fines
preventivos propios de la pena, sino en el peligro procesal”.
Así, consideramos que, si bien las interpretaciones propuestas por la Sala Penal Permanente
permiten en parte sobrellevar la mala redacción de la disposición normativa mencionada,
es necesario que se evalúe realizar una modificación de la misma a fin de cumplir con el
principio fundamental de la redacción de las normas jurídicas, el de claridad normativa, que
Así, si el imputado en virtud del derecho a la no autoincriminación opta por guardar silencio,
no debería en principio valorarse esta actitud como una que pudiese lindar con un peligro
procesal de fuga o con un mal comportamiento procesal.
Por otro lado, en cuanto al análisis del comportamiento en otro procedimiento anterior,
la Sala Penal Permanente ha advertido que dicho criterio debe analizarse con mayor
rigurosidad, pues se hace la prognosis sobre un comportamiento anterior y lejano. Asimismo,
se ha sostenido que el hecho que en un anterior proceso se haya impuesto una medida de
prisión preventiva (o mandato de detención), no autoriza al juez a imponer, por su solo
mérito, una en el actual proceso.
De ello podemos desprender que en dicha sentencia casatoria se resalta el carácter referencial
de la conducta procesal del imputado en un procedimiento anterior, pues este se ha producido
en otro contexto y se reconoce implícitamente que el imputado no necesariamente va a actuar
del mismo modo; sin embargo, consideramos que el comportamiento procesal al que se hace
referencia debe ser uno actual, circunstanciado y relacionado al proceso penal específico
que se busca cautelar, pues es necesario que se evite la realización de razonamientos que por
analogía puedan llevar al juzgador a ordenar la prisión preventiva de un imputado, por el
mero hecho de advertir que en otro proceso penal sufrió la misma medida cautelar.
Mediante el artículo 3 de la Ley Nº 30076 se incorporó la redacción del inciso 5 del artículo
269 del CPP, que establecía como criterio a tener en cuenta a “la pertenencia del imputado a
una organización criminal o su reintegración a las mismas”.
6.- CONCLUSIONES
En líneas generales puede observarse que mediante la CAS Nº 626-2013 Moquegua se han
establecido acertadamente importantes criterios interpretativos a tener en cuenta para la
valoración de la concurrencia de los presupuestos para la imposición de la medida cautelar
de la prisión preventiva.
11
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 56-2014
AYACUCHO
SUMILLA:
La violencia en el delito de usurpación por turbación de
la posesión se ejerce tanto sobre las personas como sobre
las cosas, por lo que los jueces de todo el país deben seguir
este criterio vinculante a los casos anteriores a la vigencia
de la Ley número treinta mil setenta y seis.
VISTOS: En audiencia pública; el recurso de casación interpuesto por el señor Fiscal Adjunto
Superior, contra la sentencia de vista expedida por la Sala Mixta Descentralizada Transitoria
de Puquio de la Corte Superior de Justicia de Ayacucho, de fojas ciento veintitrés del cuaderno
de debate, del veintiséis de noviembre de dos mil trece, que revocó la sentencia condenatoria
de primera instancia, de fojas setenta y uno, del dieciocho de junio de dos mil trece, que
condenó a Jorge Cipriano Ccoillo Polanco como autor del delito contra el Patrimonio-
usurpación agravada, en perjuicio de Valbina Quispe de Condori, a cuatro años de pena
privativa de libertad suspendida y fijó en mil nuevos soles el monto que por concepto de
reparación civil deberá abonar a favor de la parte agraviada y reformándola: lo absolvió de
los cargos de la acusación fiscal, con los demás que contiene.
Interviene como ponente el señor Juez Supremo José Antonio Neyra Flores.
ANTECEDENTES
Primero: Por disposición del ocho de agosto de dos mil doce, el Fiscal emitió requerimiento
acusatorio, obrante a foja uno, contra Jorge Cipriano Ccoillo Polanco por la comisión del
delito contra el Patrimonio-usurpación agravada (turbación de la posesión), en perjuicio de
Valbina Quispe de Condori; y solicita se le imponga cuatro años de pena privativa de libertad
y fije una reparación civil de mil nuevos soles.
el dieciocho de octubre de dos mil doce dictó auto de enjuiciamiento contra Jorge Cipriano
Ccoillo Polanco por la comisión del delito contra el Patrimonio-usurpación agravada
(turbación de la posesión), en perjuicio de Valbina Quispe de Condori, delito previsto en el
inciso tres del artículo doscientos cuatro, concordado con el inciso tres del artículo doscientos
dos del Código Penal.
Tercero: Mediante resolución del veintiocho de diciembre de dos mil doce, de fojas
veinticuatro, el Juzgado Penal Unipersonal de la Provincia de Lucanas emitió resolución de
citación a juicio oral, que se fijó para el veintisiete de marzo de dos mil doce, a las diez horas
y se reprogramó, por resolución catorce de mayo de dos mil trece, para el seis de junio de dos
mil trece.
Cuarto: A fojas sesenta y uno obra el índice de registro de audiencia de juicio oral con la fecha
indicada, dándose así inicio a las sesiones de la audiencia de juicio oral, continuándose el
dieciocho del mismo mes y año.
Quinto: Mediante sentencia de dieciocho de junio de dos mil trece, obrante a fojas setenta
y uno, se resolvió condenar a Jorge Cipriano Ccoillo Polanco como autor del delito contra
el Patrimonio-usurpación agravada, en perjuicio de Valbina Quispe de Condori, a cuatro
años de pena privativa de libertad suspendida y fijó en mil nuevos soles el monto que por
concepto de reparación civil deberá abonar a favor de la parte agraviada.
Séptimo: El cinco de noviembre de dos mil trece se inició la audiencia de apelación, tomándose
la declaración del acusado, se continuó el doce del mismo mes y año, en el que se oralizó
documentos, suspendiéndose para el veintiséis de noviembre del mismo año.
Octavo: Por sentencia de vista del veintiséis de noviembre de dos mil trece, obrante a fojas
ciento veintitrés, se resuelve revocar la sentencia de primera instancia que condenó a Jorge
Cipriano Ccoillo Polanco como autor del delito contra el Patrimonio-usurpación agravada, en
perjuicio de Valbina Quispe Condori y reformándola: lo absolvió de las cargos de acusación
fiscal, con lo demás que contiene.
Décimo: Cumplido el trámite de traslados a los sujetos procesales por el plazo de diez días, se
emitió la Ejecutoria Suprema de calificación de casación del treinta y uno de octubre de dos
mil catorce, que declaró bien concedido el recurso de casación.
CONSIDERANDOS:
1. Aspectos generales
Primero: Conforme a la Ejecutoria Suprema del treinta y uno de octubre de dos mil catorce
-calificación de casación-, obrante a fojas treinta y tres del cuadernillo formado en esta
instancia, el motivo de casación admitido está referido a la causal de: i) Si la sentencia ha
sido expedida con inobservancia de algunas de las garantías constitucionales de carácter
procesal o material, o con una indebida o errónea aplicación de dichas garantías. ii) Si la
sentencia incurre o deriva de una inobservancia de las normas legales de carácter procesal
sancionadas con nulidad -incisos uno y dos del artículo cuatrocientos veintinueve del Código
Procesal Penal-; asimismo, ha sustentado la procedencia de dicho recurso en el supuesto
establecido en el inciso cuatro del artículo cuatrocientos veintisiete del citado Cuerpo Legal,
que señala “…Excepcionalmente, será procedente el recurso de casación en casos distintos de los
arriba mencionados, cuando la Sala Penal de la Corte Suprema, discrecionalmente, lo considere
necesario para el desarrollo de la doctrina jurisprudencial…”
C) Luego, el doce de febrero de dos mil diez, cuando se encontraba en la vivienda el inquilino
de la agraviada, Cristóbal Meléndez Díaz, con su familia, el procesado violentó las cerraduras
de la chapa principal de la casa vivienda, para colocar posteriormente dos candados,
impidiendo el normal ingreso, atemorizando al inquilino antes mencionado. Estos actos se
vienen dando de forma constante y sistemática, la última vez ocurrió en el mes de agosto de
dos mil once, cuando volvió a romper los candados de la puerta, para luego sacar del interior
de la casa las cosas y otros enseres que pertenecía a la agraviada.
Tercero: El Juzgado Penal Colegiado condenó al procesado sobre la base que se acreditó que
a través de violencia procedió a irrumpir las cerraduras del predio del jirón Santa Rosa, anexo
de Aucará, procediendo a cambiar las cerraduras del predio y alquilarlo a la Comunidad
para que guarde sus pertenencias.
Cuarto: La Sala de Apelaciones para revocar la condena y absolver al acusado indicó que:
i) En su declaración ampliatoria la agraviada manifestó que en el mes de octubre de dos
mil ocho se encontraba por Huanacopampa, ahí tomó conocimiento que su casa había sido
violentada. Cuando se constituyó al inmueble verificó que la puerta estaba cerrada con
candado, que incluso lo había alquilado a la empresa ENADES, por lo que no es posible que
el imputado Ccoillo Polanco haya podido amenazar a la agraviada, al no haber existido
proximidad física entre ellos, apreciándose que el imputado ya habría despojado de la posesión
a la agraviada, por lo que no se configura el ilícito. ii) No se corroboró que el encausado
haya ejercido amenaza contra la agraviada; pues al narrar los hechos ocurridos en el mes de
febrero de dos mil diez, precisó que cuando se encontraba en la casa de su hija Nancy Condori
Quispe fue avisada por Cristóbal Meléndez López que el imputado estaba cerrando su puerta
con candado, inmediatamente se constituyó a su domicilio encontrándolo con un candado,
le reclamó y él huyó del lugar. En el mes de agosto de dos mil once se encontraba en la
iglesia y al ser informada por un vecino que el imputado estaba rompiendo sus candados
con una barreta, se fue y lo encontró sacando sus cosas al interior de la casa, la agraviada
tomó del hombro al imputado reclamándole, este le respondió en castellano, por lo que tuvo
que soltarlo. No habiendo mencionado la agraviada en qué consistían las amenazas del que
fue víctima. Además, la afirmación que “existe un saldo por la compraventa del terreno”, no
es idónea ni eficaz para considerar que haya logrado intimidar a la agraviada. Más cuando
conforme a lo vertido por la agraviada y testigos el acusado aprovechaba la ausencia
de la agraviada para perturbar la posesión que ejercía, por lo que solo es un conflicto de
naturaleza civil. iii) En cuanto a que en el mes de agosto de dos mil once el acusado vuelve a
romper los candados de la puerta y sacar cosas y otros enseres de la agraviada, se tiene que
existe solo la sindicación de la agraviada y de sus inquilinos, la que es insuficiente para emitir
una sentencia condenatoria, más cuando dicha acción no fue constado por autoridad local.
Este articulado fue modificado por la Ley número treinta mil setenta y seis, del diecinueve
del agosto de dos mil trece, incrementando el margen punitivo con una pena privativa de
libertad no menor de dos ni mayor de cinco años, incorporando a un nuevo supuesto de hecho
sancionado: Ilegítimamente, ingresar a un inmueble, mediante actos ocultos, en ausencia del
poseedor o con precauciones para asegurarse el desconocimiento de quienes tengan derecho
a oponerse. Además, acaba con el debate doctrinal y jurisprudencial referente a que el medio
comisivo “violencia” en los incisos dos y tres del artículo doscientos dos del Código Penal, se
ejerce tanto sobre las personas como sobre los bienes.
Séptimo: Sin embargo, esta se aplica desde su puesta en vigencia, el veinte de agosto de dos
mil trece, los casos anteriores, por el principio de aplicación inmediata de la ley, se siguen
juzgando con la anterior que no había definido este aspecto, por lo que corresponde hacerlo
por vía jurisprudencial.
Noveno: Redacción similar a la nuestra y que, como reconoce la Casación número doscientos
cincuenta y nueve-dos mil trece-Tumbes, del veintidós de abril de dos mil catorce, soporta su
doctrina y jurisprudencia, que pacíficamente ha aceptado que la violencia o la que se refiere
el tipo penal puede recaer tanto sobre las personas como cosas.1
Décimo: Esto es así también en el ordenamiento jurídico nacional, pues como señaló el Pleno
Jurisdiccional Distrital de la Corte Superior de Justicia de Moquegua, realizado el veintiuno
de junio de dos mil cinco: “la violencia también puede darse sobre las cosas que posee la
víctima, aun cuando en el momento del despojo esta no se encuentre presente, pues la
violencia en estos casos está constituida por los actos que realice el agente para evitar que
la víctima recobre su posesión (…) sostener lo contrario equivaldría a que el agente busque
el momento propicio en que la víctima no se encuentra presente para realizar el acto de
desposesión, con lo cual se produciría la impunidad permanente del delito”, criterio que se
aplica a la turbación de la posesión.
1 Vide: CREUS, Carlos. Derecho Penal. Parte especial. Tomo I, Sexta edición, Astrea, Buenos Aires, 1998, pp. 559 y
560. DONNA, Edgardo Alberto. Delitos contra la propiedad. Segunda edición. Rubinzal Culzoni editores, Buenos
Aires, 2008, p. 821. CONSOLI, José. Usurpación de inmuebles. Ediciones La Rocca, Buenos Aires, 1997, p. 51.
Décimo segundo: Estando a que claramente la norma que recoge el delito de usurpación por
turbación de la posesión se refiere a una violencia tanto sobre las personas como sobre las
cosas, los jueces de todo el país deben seguir ese criterio vinculante a los casos anteriores
a la vigencia de la Ley número treinta mil setenta y seis, pues por interpretación histórica
(antecedente argentino y los pronunciamientos del Pleno Jurisdiccional Superior y dos
casaciones citadas) y teleológica esta es la solución que se prefiere para evitar algunas
absurdas de punibilidad.
Décimo cuarto: Este delito no implica el desalojo, sino la realización de actos de perturbación
del normal use y disfrute del ius possesionis por parte del autor, por lo que el bien jurídico lo
constituye el ejercicio efectivo del derecho real de posesión que ve mermado su desarrollo2.
Habiéndose acreditado estos actos de cambio de cerradura, que se realizaron mediante
violencia, el ilícito se habría configurado, pese a ello el acusado fue absuelto al interpretarse
erróneamente que la violencia que señala la norma solo se ejerce contra las personas y no
los bienes, como indicamos.
Décimo quinto: De ahí que este supuesto cabría en el inciso tres del artículo cuatrocientos
veintinueve del Código Procesal Penal (Errónea interpretación de la Ley penal) y no el inciso
dos (inobservancia de normas de carácter procesal).
Décimo sexto: No obstante este constituye un error de derecho que podría llevar a una
decisión casatoria sin reenvío, se advierte que existen serias deficiencias en la sentencia de
vista, pues pese a que no se actuó prueba alguna se cambió el valor probatoria de la prueba
personal, como se advirtió en el considerando cuarto, en ese sentido, los cuestionamientos
probatorios implican un nuevo juicio de apelación para subsanarlos.
Décimo séptimo: Además, existe una falta de motivación, por cuanto para absolver al
procesado se dejó de lado que la norma no solo sanciona la violencia contra las personas,
sino también sobre las cosas centrando su análisis en la falta del elemento amenaza. En
este caso se advierte una motivación aparente que, como señala el Tribunal Constitucional
en la sentencia recaída en el expediente número setecientos veintiocho-dos mil ocho-PHC/
TC, de trece de octubre de dos mil ocho, se da en casos en las cuales el Juez solo intenta dar
2 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Derecho Penal. Parte especial. Tomo II. Idemsa, Lima, 2011, p.497.
DECISIÓN
II. ORDENARON que la Sala de Apelaciones correspondiente, integrada por otro Colegiado,
cumpla con dictar nueva sentencia, previa audiencia de apelación con las formalidades
correspondientes, atendiendo a la parte considerativa de la presente Ejecutoria.
III. DISPUSIERON que la presente sentencia casatoria se lea en audiencia pública por
intermedio de la Secretaria de esta Suprema Sala Penal; y, acto seguido, se notifique a todas
las partes apersonadas a la instancia incluso a las no recurrentes.
V. ORDENARON se transcriba la presente Ejecutoria a las Cortes Superiores en las que rige
el Código Procesal Penal, para su conocimiento y fines, y se publique en el diario oficial “El
Peruano”.
VI. MANDARON que cumplidos estos trámites se devuelvan los autos al órgano jurisdiccional
de origen, y se archive el cuaderno de casación en esta Corte Suprema.
S.S
VILLA STEIN
RODRIGUEZ TINEO
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
LOLI BONILLA
SUMILLA:
I. INTRODUCCIÓN
1 Abogado por la Universidad de San Martín de Porres (Perú). Doctorando en Derecho Penal y Política Criminal por
la Universidad de Granada (España). Experto Universitario de Criminología por la UNED (España).
2 De hecho, ya PEÑA CABRERA señalaba que era la falta de vivienda “el caldo nutricional del fenómeno” de la
usurpación; así en: PEÑA CABRERA, Raúl. Tratado de Derecho Penal. Parte Especial. Tomo II-A, Lima: Ediciones
Jurídicas, 1995, pp. 506-507.
3 Cuestiones examinadas en sus contornos más trascendentes por DE SOTO, Hernando. El misterio del capital. Por
qué el capitalismo triunfa en Occidente y fracasa en el resto del mundo. Barcelona: Península, 2001, pp. 101 ss.
El delito de usurpación se encuentra descrito en el artículo 202° del CP y en sus más de quince
años de rigor solo ha sufrido una modificación, la producida a través del artículo 1° de la Ley
N° 30076, del 19 de agosto de 2013. A efectos de reconocer los efectos de la modificatoria,
efectos que precisamente provocaron la situación controvertida, ubicaremos ambos textos
(texto original y texto vigente) en contraposición:
“Artículo 202°.- Será reprimido con pena privativa “Artículo 202°. Será reprimido con pena privativa
de libertad no menor de uno ni mayor de tres años: de libertad no menor de dos ni mayor de cinco
años:
1. El que, para apropiarse de todo o parte de un
inmueble, destruye o altera los linderos del mismo. 1. El que, para apropiarse de todo o en parte de
un inmueble, destruye o altera los linderos del
2. El que, por violencia, amenaza, engaño o abuso
mismo.
de confianza, despoja a otro, total o parcialmente,
de la posesión o tenencia de un inmueble o del 2. El que, con violencia, amenaza, engaño o abuso
ejercicio de un derecho real. de confianza, despoja a otro, total o parcialmente,
de la posesión o tenencia de un inmueble o del
3. El que, con violencia o amenaza, turba la
ejercicio de un derecho real.
posesión de un inmueble”.
3. El que, con violencia o amenaza, turba la
posesión de un inmueble.
3° del artículo 202° del CP que es el motivo de la Casación N° 56-2014 (Ayacucho) que ahora
se comenta.
Frente a la incorporación de este apartado final en el artículo 202° del CP se generan dos
posibles lecturas o interpretaciones. La primera entiende que su sentido es meramente
pedagógico, destinado a clarificar el sentido de la regulación existente. La segunda entiende
que su sentido es criminalizador al incorporar un supuesto no previsto en el texto original
(el correspondiente a los supuestos de usurpación con violencia sobre los bienes). Para
comprender dichas variables interpretativas corresponde reconocer el debate existente
respecto al reconocimiento del objeto de la violencia en el delito de usurpación, previo a la
promulgación de la Ley N° 30076.
La doctrina nacional que examinó el delito de usurpación tenía opiniones divididas respecto
a si la violencia típica comprendía solo a la ejercida sobre las personas o si era extensible
también a la violencia ejercida sobre las cosas. Esta doctrina, como veremos, es contraria a
la posición asumida por la Jurisprudencia nacional mayoritaria.
(a) La violencia en la usurpación sólo abarca los supuestos en que aquella es ejercida
sobre las personas.
Esta posición fue defendida por autores como PEÑA CABRERA, BRAMONT-ARIAS TORRES/
GARCÍA CANTIZANO, GÁLVEZ VILLEGAS/ DELGADO TOVAR y REATEGUI SÁNCHEZ/ ESPEJO
BASUALDO. Trataremos de examinar sus puntos de vista.
4 PEÑA CABRERA, Raúl. Ob. Cit., p. 517. Es de precisar que el fallecido profesor sanmarquino señalaba expresamente
que dicho razonamiento era aplicable también a los supuestos de turbación de la posesión.
5 Al definir la violencia típica de la usurpación, PEÑA CABRERA señalaba: “es la aplicación de una energía que
puede estar dirigida a anular la capacidad de decisión y resistencia de la víctima, neutralizando su capacidad
discrecional… tal resistencia es indispensable para que exista violencia”; así en: PEÑA CABRERA, Raúl. Ob. Cit.,
pp. 517-518.
Por su parte, BRAMONT-ARIAS TORRES y GARCÍA CANTIZANO, sostienen que “La violencia
se debe entender como la fuerza física que se ejerce sobre la persona, suficiente para vencer
su resistencia, no se incluye, por tanto, la violencia o fuerza sobre las cosas”7. Extraña que
estos autores aleguen una presunta referencia a la posición adoptada por Sebastián SOLER
cuando este autor reconoce la posibilidad de comisión del delito a través de violencia sobre
las personas y las cosas8.
6 “No es cualquier violencia la que requiere el precepto, debe de ser de cierta intensidad para lograr vencer la
resistencia y conseguir despojar a la víctima”; véase PEÑA CABRERA, Raúl. Ob. Cit., p. 518.
7 Idéntica posición se mantiene cuando se examina la usurpación por turbación de la posesión al afirmarse que
“Los medios para realizar la turbación de la posesión son la violencia o amenaza. La violencia se debe entender
como la fuerza física que se ejerce sobre la persona”; véase BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis Alberto y GARCÍA
CANTIZANO, María del Carmen. Manual de Derecho Penal. Parte Especial. Lima: San Marcos, 1998, pp. 376-377.
8 En efecto, SOLER señala “La ley no distingue forma alguna de violencia, de manera que está comprendida la que
se ejerce sobre las personas o sobre las cosas, la violencia física efectiva o tácita. El hecho de que sea punible la
violencia sobre las cosas alarga algo el concepto de usurpación, pues permite que se considere el hecho de quien,
para entrar, ha vencido resistencias predispuestas por el propietario”; así en SOLER, Sebastián. Derecho Penal
Argentino. Tomo IV, Buenos Aires: Tipografía Editora Argentina, 1956, pp. 485-486.
9 GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás y DELGADO TOVAR, Walther. Derecho Penal. Parte Especial. Tomo II, Lima: Jurista,
2012, p. 1156.
10 GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás y DELGADO TOVAR, Walther. Ob. Cit., p. 1157.
descartar un dato ontológico por ellos mismos reconocido (a saber, que la violencia “puede
emplearse contra las personas o contra las cosas”).
Este mismo razonamiento es asumido por REATEGUI SÁNCHEZ quien respecto a la usurpación
mediante despojo afirma “Si seguimos la lógica del legislador patrio en el artículo 202°, inciso
2°, del Código Penal en cuanto a los medios para conseguir el despojo, total o parcial, de la
posesión o tenencia de un inmueble o del ejercicio de un derecho real, debemos entender que
la violencia que realiza el sujeto activo sólo se puede realizar sobre las personas, ya que el
‘engaño’ o el ‘abuso de confianza’ sólo se puede dar entre personas”11 agregando, en relación
a la usurpación por turbación de la posesión, que aunque “a diferencia del inciso anterior, no
hay una lógica secuencial de medios típicos realizado entre personas; sin embargo, como el
concepto de posesión está función a que ‘alguien’ realice precisamente el ejercicio del citado
derecho real, necesariamente debemos concluir que la violencia tendrá que recaer en una
persona determinada o en varias personas pero que puedan ser factibles de individualización,
claro está, que estén ligadas al ejercicio de posesión sobre un bien inmueble”12. Desmerece la
posición de REATEGUI SÁNCHEZ no solo el recurso a una interpretación basada en una “lógica
secuencial” (que ignora el dato fenomenológico asociado a la idoneidad de la violencia sobre
los bienes para afectar el bien jurídico protegido) sino fundamentalmente porque el citado
autor desarrolla su trabajo a partir del texto original del artículo 202° del CP no obstante la
existencia de una modificación legal el año 2013. ESPEJO BASUALDO adopta, en la misma
obra, posición en favor de descartar la cobertura, como medio típico en la usurpación, la
violencia sobre las cosas, sin embargo, la falta de sustento nos obliga a prescindir de mayor
comentario13.
Es conveniente reconocer que esta posición, aunque carece de aceptación jurisprudencial, fue
asumida por el Primer Pleno Fiscal del Distrito Judicial de Puno, del 06 de agosto de 2010,
en la que se adoptó como acuerdo el siguiente: “para que se configure el delito contra el
patrimonio, en la modalidad de usurpación, el medio utilizado violencia física contenido en
los inciso 2 y 3 del artículo 202 del Código Penal debe recaer únicamente sobre la persona”14.
11 REATEGUI SÁNCHEZ, James. En Reategui Sánchez, James y Espejo Basualdo, Carlos. El delito de usurpación
inmobiliaria en el Código Penal Peruano. Lima: Lex Iuris, 2016, p. 57.
12 REATEGUI SÁNCHEZ, James. Ob. Cit., pp. 57-58.
13 ESPEJO BASUALDO, Carlos. En Reategui Sánchez, James y Espejo Basualdo, Carlos. El delito de usurpación
inmobiliaria en el Código Penal Peruano. Lima: Lex Iuris, 2016, p. 184.
14 Referido por REATEGUI SÁNCHEZ, James. Ob. Cit., p. 59.
(b) La violencia en la usurpación abarca los supuestos en que aquella es ejercida sobre las
personas y los bienes.
El autor representativo de esta posición es Luis ROY FREYRE. El reconocido y aún vigente
maestro sanmarquino señala que “por ‘violencia’ debe entenderse, al no hacer la ley
distinción, tanto la que se ejerce sobre personas, como sobre las cosas”15. Esta definición de
la violencia típica en el delito de usurpación por despojo es extendida luego al delito de
usurpación por turbación de la posesión16.
En otros autores la poca profundidad con que examinan la cuestión y la cierta ambigüedad
con la que formulan sus ideas puede permitir lecturas que lleven a comprender tanto a la
violencia sobre las personas como sobre las cosas o bienes. Ese el caso de la posición de VILLA
STEIN que sostiene “La conducta violenta que reclama el tipo debe referirse a la suficiente
para someter a la víctima y despojarla”17. La ausencia de diferenciación (entre violencia sobre
las personas y sobre las cosas) permite entender que se da cobertura a ambos supuestos.
15 ROY FREYRE, Luis. Derecho Penal Peruano. Parte Especial. Tomo III, Lima: Instituto Peruano de Ciencias Penales,
1983, p. 314.
16 ROY FREYRE, Luis. Ob. Cit., p. 320.
17 VILLA STEIN, Javier. Derecho Penal. Parte Especial.Tomo II-A, Lima: San Marcos, 2001, p. 179.
18 El fundamento jurídico octavo de la Casación N° 56-2014 (Ayacucho) señala expresamente “El antecedente de
nuestro tipo penal de usurpación es el artículo ciento ochenta y uno del Código Penal argentino”. Esta referencia
se reconoce también en el caso paradigmático de Máxima Acuña v. Minera Yanacocha S.R.L. (Casación N° 458-
2015, Cajamarca) en el que se señala: “la fuente legislativa del tipo de usurpación se encuentra estipulada en el
artículo 181 del Código Penal argentino” (fundamento jurídico décimo octavo).
19 CREUS, Carlos y BUOMPADRE, Jorge Eduardo. Derecho Penal. Parte Especial. Tomo 1, Buenos Aires: Astrea, 2007,
p. 614.
20 CREUS, Carlos y BUOMPADRE, Jorge Eduardo. Ob. Cit., p. 621.
Edgardo A. DONNA afirma que la violencia en la usurpación viene conformada por “el
despliegue de una energía física, humana o de otra índole, que puede tener por objeto las
personas o las cosas”21. Esta descripción, formulada respecto al delito de usurpación mediante
despojo, es luego hecha extensiva a la usurpación mediante turbación de la posesión22.
Por su parte, aunque la posición de Carlos PARMA23 es de redacción confusa, permite ubicarla
dentro de las posiciones que consideran que la violencia típica en la usurpación recae tanto
sobre las personas como sobre los bienes. En efecto, no obstante que PARMA señala que
la usurpación mediante violencia comprende “la violencia en las cosas” (lo que llevaría a
entender que no comprende aquella ejercida sobre las personas), la referencia previa a que
el despojo, en algunos casos, “se logra expulsando a los ocupantes del inmueble” permite
comprender que la referencia a “las cosas” no es excluyente de aquella ejercida sobre las
personas. Esta posición es mantenida cuando PARMA desarrolla la usurpación por turbación
de la posesión.
Finalmente, podemos citar la posición de Ernesto José GAVIER quien describe la violencia
típica en la usurpación como “la fuerza física desplegada sobre personas o cosas que
defienden la tenencia, posesión o cuasi posesión (v.gr. romper aperturas, paredes, muros,
alambrados, cercas o roturas de candados o cerraduras en general)”24.Esta posición luego es
mantenida cuando se analiza la usurpación por turbación de la posesión.
En efecto, SALINAS SICCHA sostiene que cuando se examina la violencia típica respecto al
artículo 202.2° del CP “está representada por la fuerza material que actúa sobre el cuerpo
de la víctima para arrebatarle o despojarle su inmueble”25, mientras que si se examina la
violencia típica respecto al artículo 202.3° del CP esta viene conformada por aquella que
se ejercita “sobre las cosas que forman parte del inmueble de la víctima… No es posible el
uso de la violencia sobre la víctima con la finalidad de perturbar la pacífica posesión de su
21 DONNA, Edgardo Alberto. Derecho Penal. Parte Especial. Tomo II-B, Buenos Aires: Rubinzal- Culzoni, 2001, p. 735.
22 DONNA, Edgardo Alberto. Ob. Cit., p. 744.
23 PARMA, Carlos. Código Penal de la Nación Argentina Comentado. Tomo 2, Córdoba: Mediterránea, 2005, p. 536.
24 GAVIER, Ernesto José. “Unidad XIII. Delitos contra la propiedad consistentes en defraudaciones, abusos de la
situación, apoderamiento de inmuebles o daños”. En Balcarce, Fabián I. (Director). Derecho Penal. Parte
Especial. Libro de Estudio. Tomo II, Córdoba: Advocatus, 2014, pp. 98-99.
25 SALINAS SICCHA, Ramiro. Derecho Penal. Parte Especial, sexta edición, Lima: Grijley, 2013, p. 1257.
inmueble”26. La posición del magistrado SALINAS SICCHA sin embargo adolece de una escasa
carga argumentativa que permita reconocer los motivos que sostienen esa diferenciación
pese a que la redacción de los incisos dos y tres del artículo 202° del CP es exactamente la
misma respecto a los medios típicos.
Obsérvese, sin embargo, dos deficiencias en la Casación examinada: Una de orden semántico
y otra de tipo argumentativo.
En efecto, la Casación N° 56-2014 (Ayacucho) refiere que la modificación del artículo 202°
del CP a través de la Ley N° 30076 “acaba con el debate doctrinal y jurisprudencial referente
a que el medio comisivo ‘violencia’ en los incisos dos y tres del artículo doscientos dos del
Código Penal, se ejerce tanto sobre las personas como sobre los bienes… Sin embargo, esto se
aplica desde su puesta en vigencia, el veinte de agosto de dos mil trece, los casos anteriores,
por el principio de aplicación inmediata de la ley, se siguen juzgado con la anterior que no
había definido este aspecto, por lo que corresponde hacerlo por vía jurisprudencial”29. La
forma de expresión de la argumentación contenida en la Casación sub examine pareciera
partir de un presupuesto (presunta indefinición del texto original del artículo 202° del CP)
que haría la labor interpretativa desarrollada por el Supremo Tribunal incompatible con
los límites impuestos por el principio de legalidad penal. Es que la forma en que se ha
redactado el texto de la Casación N° 56-2014 (Ayacucho) pareciera evidenciar un estado de
lex incierta (estado extraído de la expresión “no había definido este aspecto” utilizada en la
Casación) que no podría ser solucionado interpretativamente sin que el Tribunal Supremo
invada competencias propias del Poder Legislativo30. Una redacción más propia tendría que
haber hecho hincapié, más bien, a la necesidad de uniformizar criterios jurisprudenciales, de
forma tal que no solo se elude cualquier posible cuestionamiento desde la perspectiva de la
legalidad penal sino que se guardaría consistencia con la redacción del artículo 427.4° del
CPP que alude al “desarrollo de la doctrina jurisprudencial” como causal de procedencia del
recurso de casación31 y que fuera, precisamente una de las invocadas por los impugnantes.
Pues bien, es necesario indicar, como corolario a estos breves comentarios, que a través de la
Casación N° 458-2015 (Cajamarca) la Sala Penal Permanente, esta vez con una conformación
parcialmente distinta que aquella que emitió la Casación N° 56-2014 (Ayacucho), reiteró su
posición sosteniendo que: “el usurpador debe haber realizado esa exclusión -de la posesión-
por medio de actos que lo habiliten a permanecer en la ocupación del predio, en este caso
mediante la violencia que se da sobre las personas y las cosas”33.
V. Conclusión
Todo lo expuesto lleva a la inexorable conclusión de que la modificatoria del artículo 202°
del CP, producida a través de la Ley N° 30076, tuvo un sentido meramente pedagógico o
instructivo. No fue propósito del legislador penal amplificar la cobertura del tipo penal
sub examine, sino simplemente dotarlo de mayor claridad con el propósito de superar la
disociación existente entre doctrina y jurisprudencia. La claridad otorgada por la Ley N°
30076, a partir del 19 de agosto de 2013, se ha visto reforzada, para los supuestos previos a
la vigencia de la mencionada Ley, con la Casación N° 6-2014.
12
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACION Nº 389-2014
SAN MARTÍN
SUMILLA:
La casación de oficio es una especie de casación
excepcional que procede a discreción del Tribunal Supremo,
al advertirse una posible concurrencia de alguna de
las causales del artículo 429 del Código Procesal Penal
-cuando por criterios de fondo y/o forma se declaró
inadmisible el recurso de casación inicial presentado por
alguna de las partes del proceso-. Por tanto, conforme
a la naturaleza y fines de la casación de oficio, la Corte
Suprema pese a la inconcurrencia de las partes siempre
emitirá un pronunciamiento de fondo en el caso concreto
teniéndose como único límite la garantía constitucional de
no reformatio in peius.
SENTENCIA CASATORIA
I. ANTECEDENTES
PRIMERO: Mediante la Ejecutoria Suprema del 23 de febrero de dos mil quince -fojas cincuenta
y nueve del cuaderno de casación- este Supremo Tribunal advierte que el recurso de casación
interpuesto por el actor civil o superaba los requisitos formales regulados en el Código
Procesal Penal -artículo 427, inciso 1 (summa poena), inciso 3 (referido a la reparación civil), y artículo
430, inciso 1 (fundamentación de causales) del Código Procesal Penal-, véase fundamentos jurídicos
del aparatado II (del primero al tercero) del auto de calificación-, razones por las cuales se
declaró inadmisible el recurso de casación interpuesto por el recurrente -actor civil-.
SEGUNDO: Pese a lo señalado, esta Suprema Corte encontró de oficio interés casacional para
desarrollo de doctrina jurisprudencial: la correcta interpretación y aplicación del principio
precautorio (Artículo VII de la Ley General del Ambiente) que rige en materia ambiental, en el
caso concreto y de manera general, para dilucidar la existencia de una posible contravención
con el principio de in dubio pro reo, que rige en materia penal -fundamento jurídico quinto del
apartado II del auto de calificación del recurso de casación a fojas cincuenta y nueve-. Por tanto, en
aplicación del inciso 1, del artículo 432, concordado con el inciso 4 del artículo 427 e inciso
3 del artículo 429 del Código Procesal Penal declaró Bien Concedido de Oficio el recurso de
casación.
TERCERO: Programada la audiencia de casación para el siete de octubre de dos mil quince,
con la debida notificación a las partes procesales, éstas no asistieron. Lo que se debía a que
se declaró inadmisible el recurso de casación del actor civil y estamos en una casación de
oficio, admitida por interés principal de este Tribunal Supremo -conforme los fundamentos
jurídicos precedentes-.
CUARTO: Es necesario realizar precisiones si para la casación de oficio rigen las mismas
reglas aplicables a la casación ordinaria o excepcional -reguladas en el Código Procesal Penal-.
Por tanto, también resulta necesario establecer si corresponde o no, en la presente sentencia
de casación de oficio, realizar algún tipo de pronunciamiento de fondo, entiéndase por ello:
1) el desarrollo de doctrina jurisprudencial planteada, y 2) la aplicación del desarrollo de
doctrina jurisprudencial en el caso concreto.
QUINTO: El recurso de casación de oficio está previsto en el inciso 1 del artículo 432 del Código
Procesal Penal, el cual señala: “(…) sin perjuicio de las cuestiones que sean declarables
de oficio en cualquier estado y grado del proceso.” (Resaltado nuestro); sin embargo, no
se encuentra regulado en forma taxativa, ni se da mayor referencia cómo o cuándo debe
aplicarse, ni bajo qué fundamentos se puede invocar.
SEXTO: La casación de oficio debe ser entendida como una segunda casación excepcional,
toda vez que uno de sus fundamentos radica en el inciso 4, del artículo 427 del Código
Procesal Penal; en la experiencia jurisdiccional se ha observado que los recursos de casación
excepcionales presentados por alguna de las partes de un proceso penal (Ministerio Público,
Imputado, Actor Civil, Tercero civil), se declaran inadmisibles por cuestiones estrictamente
formales; es decir, por no cumplir con disposiciones del inciso 3 del artículo 430 del
Código Procesal Penal -fundamentar respecto al punto que pretende se desarrolle como doctrina
jurisprudencial-.
SÉTIMO: Pero qué pasa, si en efecto, la casación excepcional interpuesta -aunque defectuosa
formalmente- deja ver un tema de interés casacional para la Corte Suprema, por cumplir
alguno de los fundamentos ya citados en la Queja NCPP N°66-2009-La Libertad u otro
debidamente justificado; o cuando interponen recurso de casación ordinaria, mas no invocan
o justifican correctamente conforme a la norma procesal penal -por ejemplo el inciso 1 del
artículo 430 del Código Procesal Penal- declarándose inadmisible; pero la Corte Suprema puede
advertir que sí existe la configuración de alguna de las causales del articulo 429 del citado
Código. En ambos supuestos el recurso debe ser admitido para que el caso en concreto sea
evaluado.
NOVENO: Así, la casación de oficio para que sea admitida para desarrollo de doctrina
jurisprudencial –inciso 4, del artículo 427 del Código Procesal Penal- o por casación ordinaria
-inciso 1, 2, y 3 del artículo 427 del citado Código-, siempre encontrará su fundamento de admisión
en la concurrencia de alguna de las causales del artículo 429 del Código Procesal Penal,
que denotan alguna afectación grave a garantías, o derechos constitucionales de carácter
procesal o material; por tanto, encuentra sus raíces en el principio general del derecho
procesal, iure novit curia –El Juez conoce el derecho-.
1 Cfr. SAN MARTIN CASTRO, César, Derecho Procesal Penal, INPECCP-CENALES, Lima, Perú, 2015, pg. 709.
2 MORENO RIVERA, Luis Gustavo, La Casación Penal, Ediciones Nueva jurídica, Bogotá, Colombia, 2013, pg. 71
DÉCIMO PRIMERO: Ahora desarrollaremos cómo se procede con este tipo de recurso después
de su admisión:
Regla General.- Nuestro Código Procesal Penal regula la interposición y admisión del recurso
de casación en su artículo 431, señalando:
1. Concedido el recurso de casación, el expediente quedará diez días en la Secretaría de la Sala para que
los interesados puedan examinarlo y presentar, si lo estiman conveniente, alegatos ampliatorios.
2. Vencido el plazo, se señalará día y hora para la audiencia de casación, con citación de las partes
apersonadas. La audiencia se instalará con la concurrencia de las partes que asistan. En todo caso,
la falta de comparecencia injustificada del Fiscal, en caso el recurso haya sido interpuesto por el
Ministerio Público, o del abogado de la parte recurrente, dará lugar a que se declare inadmisible el
recurso de casación.
(...)” (Resaltado Nuestro)
DÉCIMO TERCERO: La casación de oficio se promueve por interés del Tribunal Supremo,
que busca más allá del caso en concreto, y las limitaciones formales del recurso, un
pronunciamiento jurídico –de estricto derecho- con dos fines principales: 1) Enriquecer la
jurisprudencia y 2) Evitar que las malas interpretaciones, ambigüedades o vacíos legislativos,
puedan generar la vulneración de derechos o garantías constitucionales.
DÉCIMO QUINTO: La audiencia de casación de oficio se llevará a cabo con o sin la presencia
de las partes, a quienes se cita a fin que realicen las argumentaciones que considere, siempre
garantizando ampliamente el ejercicio del derecho de defensa, pero a las cuales no puede
obligárseles concurrir a una audiencia que si bien fue promovida por alguno de ellos, fue
declarada inadmisible la calificación de su recurso. Es del mismo criterio la Corte Suprema
Colombiana la cual, en su sentencia del 31 de agosto de 2005 con ponencia del magistrado
Jorge Luis Quintero Milanés donde señalo: “(...)el derecho a la prerrogativa que tienen los sujetos
procesales de desistir el recurso extraordinario de casación no puede impedir a la Corte, como órgano
límite de la jurisdicción ordinaria y guardiana de la Constitución Política, enmendar la irregularidades
atentatorias contra los derechos fundamentales, so pretexto de la finalización o culminación de su
competencia por razón del desistimiento, máxime cuando el debido proceso como máxima expresión del
principio de legalidad se erige en garantía fundamental. Lo contrario implicaría una actitud permisiva e
inadmisible frente a una decisión injusta, sin sustento legal y, por lo mismo constitutiva una vía de hecho
(...)”.3 Es de notar que en la regulación de la casación oficiosa en Colombia, no se celebra una
audiencia de casación, por considerarlo innecesario4.
DÉCIMO SEXTO: Por tanto, la Corte Suprema emitirá un pronunciamiento de fondo haciendo
un juicio de estricto derecho en el caso concreto, que sirvan para enriquecer o cubrir espacios
hasta el momento ambiguos o que no han sido tratados, en relación al caso. Mediante la
casación de oficio el Tribunal Supremo puede pronunciarse en el fondo del caso concreto
pese a la inconcurrencia de las partes, encontrando como límite de su pronunciamiento la
garantía constitucional de la prohibición de la reforma en perjuicio. Por tanto, si se trata del
imputado solo se puede arribar a una absolución o a una nulidad de la sentencia recurrida,
nunca a una sentencia condenatoria, y si es el actor civil a fijar, mantener o mejorar la
reparación civil establecida.
DÉCIMO SÉTIMO: Sentado lo anterior, en el presente caso esta Corte Suprema emitirá
pronunciamiento en los siguientes puntos:
2. Asimismo, en esta etapa del proceso la Corte Suprema ha encontrado de interés desarrollar
cuáles son y en qué consisten los elementos objetivos del tipo penal del artículo 310 del
3 RODRIGUEZ CHOCONTÁ, Orlando Alfonso, Casación y Revisión Penal, evolución y garantismo, Temis, Bogotá,
Colombia, 2008, pg. 151.
4 Cfr. MORENO RIVERA, Luis Gustavo, La Casación Penal, Ediciones Nueva jurídica, Bogotá, Colombia, 2013, pg. 73
Código Penal -desbosque-, por advertir que dada su complejidad -por tratarse de una norma
penal que se remite a definiciones en el ámbito del derecho ambiental, administrativo- su aplicación
puede generar erróneas interpretaciones o aplicaciones -inciso 3 del artículo 429 del Código
Procesal Penal-, y teniendo en consideración el poco o nulo desarrollo de dicho tipo penal a
nivel de doctrina y jurisprudencia, es necesario su esclarecimiento.
1.- Modelo Curativo -”el que contamina paga”: Dado el crecimiento de la población y los grandes
avances de la industrialización, el medio ambiente deja de estar en condiciones de curarse a sí mismo;
necesitando, la ayuda para reparar los daños que le infligían las actividades humanas (Tala de árboles,
minería, etc.). Por razones de equidad y de viabilidad, los gobiernos procuraron repartir los costos
económicos de esa intervención exigiendo que los que contaminaban sufragaran el gasto que suponía
la contaminación.
2.- Modelo Preventivo - “más vale prevenir que lamentar”: Entendiendo que el modelo curativo solo
resultaba eficiente al estar acompañado de un modelo preventivo, se marcó una nueva etapa que
busca la protección del medio ambiente, la característica principal de esta nueva etapa es la idea de
que la ciencia es capaz de evaluar y cuantificar los riesgos con precisión, y de que era posible utilizar el
principio de prevención6 para eliminar o disminuir los daños futuros.
3.- Modelo Precautorio: Este tercer modelo surge por la necesidad de proteger al ser humano
y a la naturaleza de riesgos inciertos resultantes de la acción del hombre. El nacimiento
del Principio Precautorio7 marcó el paso de un control de los riesgos posteriores al daño
(responsabilidad civil como instrumento curativo) al nivel de control anterior al daño
(medidas preventivas).
5 Cfr. En Informe del Grupo de Expertos sobre le Principio Precautorio, COMEST, Paris 25 de Marzo de 2005.
6 Regulado en el Artículo VI del Título Preliminar de la Ley General del Ambiente N° 28611.
7 El Principio Precautorio se regula en el Artículo VII del Título Preliminar de la Ley General del Ambiente N° 28611.
DÉCIMO NOVENO: Precaución significa adoptar medidas para proteger el medio ambiente
y como consecuencia al ser humano, de los eventuales peligros de daños insubsanables
-gravísimos-, generados por la actividad del hombre. La idea de precaución, y su aplicación
a políticas medio ambientales y de salubridad no son nuevas, pues éstas datan del siglo XVII,
así lo señala el informe Lessons from Early Warnings (Harremoës y otros, 200)8; y así han
sido desarrolladas a nivel internacional.
Artículo VII.- Del principio precautorio. Cuando haya peligro de daño grave o
irreversible, la falta de certeza absoluta no debe utilizarse como razón para postergar
la adopción de medidas eficaces y eficientes para impedir la degradación del ambiente.
8 “El Dr. John Snow que en 1854 recomendó retirar la manijas de las bombas de agua en Londres para detener
una epidemia de cólera. Las evidencias de la relación causal entre la propagación del cólera y el contacto con
las bombas de agua eran débiles y de ninguna manera había una ‘prueba que no admitiera dudas razonables’.
Sin embargo, esa medida sencilla y relativamente poco onerosa, resultó sumamente eficaz para impedir el
contagio.” Visto en el informe del Grupo de Expertos sobre le Principio Precautorio, COMEST, Paris 25 de Marzo
de 2005, pág. 9
9 Declaración de Londres (Segunda Conferencia Internacional sobre la Protección del Mar del Norte 1987)
10 Declaración de Río (Naciones Unidas 1992)
11 Comunicación de la UE sobre el PP (UE, 2000)
VIGÉSIMO TERCERO: El Principio de In dubio Pro Reo.- El principio de In dubio pro reo, es un
principio de rango constitucional que rige en el Derecho Procesal Penal Penal -inciso 11, del
artículo 139 de la Constitución Política del Perú: “La aplicación de la ley más favorable al
procesado en caso de duda o de conflictos entre leyes penales.”
“ (...) “El indubio pro reo no es un derecho subjetivo. Se trata de un principio de jerarquía constitucional
cuyo fin es garantizar el cabal respeto del derecho fundamental a la libertad individual, sea para
resguardar su plena vigencia, sea para restringirlo de la forma menos gravosa posible, en el correcto
entendido de que tal restricción es siempre la excepción y nunca la regla”. Por lo tanto su aplicación
queda librada a la culminación del proceso penal correspondiente, lo que no ha ocurrido en el caso de
autos.”12 (Resaltado nuestro)
En esa línea argumentativa es que existen sentencias absolutorias dictadas por duda
razonable, pues pese a la existencia de elementos probatorios que acreditarían la
configuración de un delito, no resultan suficientes para demostrar la responsabilidad penal
del imputado, por tanto al no existir certeza jurídica, se declara la absolución.
En primer lugar, no requiere una cualidad especial en el sujeto activo, por lo que cualquier
persona puede cometerlo.
VIGÉSIMO SÉTIMO: El tipo penal antes mencionado establece una limitación del lugar donde
se puede dar la afectación al medio ambiente, como son los bosques u otras formaciones
boscosas que sean naturales o plantaciones.
15 Permiso.- Es el acto de naturaleza administrativa mediante el cual la Autoridad Forestal y de Fauna Silvestre
otorga derechos para el aprovechamiento forestal con fines comerciales o industriales en tierras de propiedad
privada, bosques secundarios y de plantaciones forestales y en bosques locales. Autorización.- Es el acto de
naturaleza administrativa mediante el cual la Autoridad Forestal y de Fauna Silvestre otorga el derecho al
titular, para el aprovechamiento sostenible de los bosques secos de la costa; para el establecimiento de
especies forestales en viveros con fines de propagación, comercialización y conservación o con fines culturales;
para el manejo y aprovechamiento de fauna silvestre en zoocriaderos, zoológicos, centros de rescate y centros
de custodia temporal; el cambio de uso de tierras de aptitud agropecuaria de la selva; y, para la extracción de
recursos forestales y de fauna silvestre con fines de investigación científico cultural (Artículo 3° del Reglamento
de la Ley Forestal y de Fauna Silvestre, aprobado mediante Decreto Supremo N°014-2001-AG).httpttp://
www.osinfor.gob.pe/osinfor/permisos-y-autorizaciones/. Actualmente se encuentran regulados a lo largo de
los artículos 39 (Títulos habilitantes) y 40 (actos administrativos que no constituyen títulos habilitantes) del
reglamento para la gestión forestal, decreto Supremo N° 018-2015 - MINAGRI.
VIGÉSIMO NOVENO: Precisado lo anterior debemos resaltar que sea cual fuese el delito que
se impute en materia ambiental u otra, al estar en el marco de un proceso de derecho penal,
el cual actúa siempre en ultima ratio, dada la fuerte intromisión que puede ocasionar en los
derechos fundamentales de las personas, como el derecho a la libertad -de darse una sentencia
condenatoria, con sanción de prisión privativa de la libertad-, debe regirse bajo los principios de
certeza y seguridad jurídica. En ese sentido, el principio que rige el derecho penal como
anteriormente se señaló es el in dubio pro reo, es decir, para determinar la concurrencia
del delito y más aún la responsabilidad penal del sujeto imputado se necesita certeza
(suficientes elementos probatorios que desvirtúen el derecho constitucional de presunción de
inocencia), de lo contrario se absolverá por duda razonable.
DECISIÓN
del artículo cuatrocientos treinta y tres del Código Procesal Penal. Hágase saber.
SS.
VILLA STEIN
RODRIGUEZ TINEO
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
LOLI BONILLA
1. SUMILLA:
Un tema que genera una serie de preguntas y que origina mucha controversia se dio con la
emisión de la Casación N° 389-2014-San Martín, en el que, en términos generales, se estableció
la casación de oficio, tema que será abordado desde una perspectiva crítica, relacionándolo
con los principios generales que rigen la impugnación, a efectos de aproximarnos a una
respuesta. Sin embargo, antes de ingresar a analizar la casación de oficio es indispensable
tocar los aspectos generales de la casación.
No es fácil definir el recurso de casación pues no se hallaría puntos de encuentro entre los
diversos ordenamientos jurídicos2; empero, una primera aproximación nos permite señalar
que es un medio de impugnación de carácter extraordinario, cuyo conocimiento se atribuye
al Tribunal Supremo, como más alto órgano jurisdiccional del Poder Judicial, recurso que
puede ser interpuesto solamente contra las resoluciones recurribles previstas en la ley y por
los motivos taxativamente establecidos en ella. El fin esencial de la existencia de la casación
es proteger el derecho fundamental de las personas a la igualdad en la aplicación de la ley3.
D. Si bien el recurso de casación tiene lugar a pedido de parte, de ahí su función parciaria,
pues mediante él las partes defienden sus derechos e intereses legítimos –ius litigatoris–,
la función más relevante es la protección o salvaguarda de las normas del ordenamiento
jurídico: nomofiláctica, y unificadora de la jurisprudencia en la aplicación e interpretación
judicial del derecho -ius constitutionis: defensa del derecho objetivo-10.
El artículo 427 del CPP de 2004 estipula cuáles son las resoluciones recurribles en casación.
La admisibilidad objetiva se circunscribe a: 1. Las sentencias definitivas; 2. Los autos de
sobreseimiento; 3. Los autos que ponen fin al procedimiento o extingan la acción penal; y 4.
Los autos que deniegan la extinción, conmutación, reserva o suspensión de la pena. En todos
estos casos las decisiones han de haber sido expedidas en apelación por la Corte Superior (art.
427. 1 del CPP de 2004). Siempre se debe tratar de resoluciones de vista (autos y sentencias).
Lo expuesto en el artículo 427.1 del CPP de 2004 es una regulación numerus clausus que
no permite la extensión a otros supuestos. Es la regla. Se trata de una casación ordinaria.
La casación ordinaria tiene dos limitaciones: la primera determina que el delito objeto de
imputación inicial o de acusación tiene que tener en su extremo mínimo una pena conminada
mayor a 6 años de pena privativa de la libertad (artículo 427.2.a y b del CPP de 2004)11. El
otro presupuesto objetivo, se refiere a la responsabilidad civil (reparación civil): cuando en
la sentencia se fije un monto superior a cincuenta unidades de referencia procesal o, en su
caso, el objeto de restitución no pueda ser valorado económicamente (artículo 427. 3 del CPP
de 2004).
Esta regla tiene una excepción, que se encuentra contemplada en el artículo 427.4 del CPP de
2004: se trata de la denominada casación excepcional.
Argumenta que una de las principales características de la casación de oficio es que procede
a exclusiva “discrecionalidad” por parte del Supremo Tribunal, la misma que debe estar bien
fundamentada (ver décimo fundamento jurídico) y que se promueve por interés del Tribunal
Supremo, que busca, más allá del caso concreto, y las limitaciones formales del recurso,
un pronunciamiento jurídico con dos fines principales: i) enriquecer la jurisprudencia, y ii)
evitar que las malas interpretaciones, ambigüedades o vacíos legislativos puedan generar
la vulneración de derechos o garantías constitucionales (ver décimo tercer fundamento
jurídico).
Sostiene, finalmente, que “la audiencia de casación de oficio se llevará a cabo con o sin la
presencia de las partes, a quienes se cita a fin que realicen las argumentaciones que considere,
siempre garantizando ampliamente el ejercicio del derecho de defensa, pero a las cuales
no puede obligárseles concurrir a una audiencia que si bien fue promovida por alguno de
ellos, fue declarada inadmisible la calificación de su recurso” (ver décimo quinto fundamento
jurídico).
Los fines señalados obligan a la Corte Suprema a superar los defectos formales planteados
en el escrito de casación, incluso el desistimiento no impide a la Corte Suprema, cómo órgano
máximo de la jurisdicción ordinaria y guardián de la constitución, a enmendar irregularidades
atentatorias contra los derechos fundamentales14.
El artículo 432.1 del CPP de 2004 textualmente expresa que: “el recurso atribuye a la Sala
Penal de la Corte Suprema el conocimiento del proceso solo en cuanto a las causales de
casación expresamente invocadas por el recurrente, sin perjuicio de las cuestiones que sean
declarables de oficio en cualquier estado y grado del proceso”.
Existe consenso en entender que los primeros párrafos del mencionado artículo aluden a que
la competencia del Tribunal de Casación se circunscribe a examinar la concepción causal
del fallo, pero dentro de las causales o motivos de casación expresamente invocados por el
recurrente18.
Se puede afirmar, por lo tanto, que la impugnación solo tiene lugar por las resoluciones
recurribles en casación (art. 427 del CPP de 2004) y por las causales consagradas en el
artículo 429 del CPP de 2004. Si el recurrente en su recurso de casación no ajusta su escrito
a las causales normadas y a los contenidos valorativos que caracterizan e identifican cada
causal, no procede la impugnación. Se prohíbe que el casacionista invoque causales no
contempladas normativamente, como hacer pregonación de sustentos valorativos que no
Queda claro que no existe mayor discusión en la interpretación de las primeras frases del
artículo materia de comentario; sin embargo, el problema se presenta cuando se ingresa a
analizar la siguiente frase: “(…) sin perjuicio de las cuestiones que sean declarables de oficio
en cualquier estado y grado del proceso”. Aquí surge otra interrogante: ¿al incorporar este
párrafo el legislador tuvo como objetivo regular la casación de oficio?.
La pregunta debe ser contestada de manera negativa, pues dicha regulación debe entenderse
como un control de oficio, aplicable a las nulidades con defectos absolutos: artículo 150,
primera frase, del CPP de 200420, que procede en casos extremos y comprobados, en que
acredite la infracción del ordenamiento procesal, trascendencia del acto y la indefensión que
se genera. La decisión anulatoria debe darse en un alto grado de certeza, de lo contrario ha
de conservarse el Statu quo ante21. Es de precisar, que la anulación de oficio solo procede en
caso de nulidades absolutas o insubsanables no advertidas por el recurrente, de relevancia
constitucional y a favor de él (artículo 409.1 del CPP de 2004) –excepción al principio
dispositivo–22. Entonces, y a partir de lo expuesto, resulta evidente que nuestro Código
Procesal Penal no regula la casación de oficio.
Ahora bien, es de rigor contrastar la casación de oficio con los principios generales del recurso
para poder determinar si en nuestra legislación es posible aplicar la casación de oficio23.
En segundo lugar, en virtud del principio dispositivo: “Las partes, emitido el fallo, se adueñan
del proceso delimitando las pautas de juego. Rige su voluntad, que condiciona la etapa de
impugnación. Solo ellas pueden impugnar voluntariamente y según sus propias expectativas
procesales”28. La revisión o el reexamen de la resolución que se recurre solo tiene lugar
cuando alguno de los sujetos legitimados interpone recurso. Consecuentemente, el reexamen
de la sentencia o auto impugnado tendrá como límite la pretensión del impugnante29.
Este principio imposibilita al Tribunal de casación a exceder la propuesta formulada por
el recurrente en su escrito de casación, por lo que queda prohibida la posibilidad de suplir,
rectificar o complementar las inconsistencias, imprecisiones o falencias detectas, así como
considerar las causales diferentes a las propuestas30. De allí que la llamada congruencia
recursal derive de este principio, por tal razón, el órgano superior solo puede pronunciarse
con respecto a lo que es objeto o materia de impugnación31. No puede, entonces, prosperar la
casación de oficio en virtud de este principio.
En tercer lugar, es un límite de la extensión del conocimiento del Tribunal revisor el principio
de tantum devolutum quantum appellatum. Es en este aforismo que el Tribunal Superior
encuentra su límite y decisión tanto en la sentencia o auto recurrido como en aquellos
puntos cuestionados en la impugnación, esto es, en los motivos del agravio, aun cuando se
advierta errores no planteados por el recurrente (art. 409.1 del CPP de 2004)32. Lo expuesto
lleva a afirmar que la casación es un recurso limitado33 debido a que el Tribunal revisor,
para absolver el grado, solo puede conocer aquellos temas planteados por el recurrente y la
única excepción en la que se puede pronunciar más allá de lo peticionado por el recurrente
es el caso de las nulidades absolutas. Este principio también permite rechazar la casación de
oficio.
En cuarto lugar, no cabe duda que los recursos deben plantearse conforme lo prescrito
en el Código Procesal, lo que significa que solo pueden interponerse recursos legalmente
establecidos y de conformidad a las reglas establecidas en la ley. El cumplimiento de las
formalidades debe ser asumido por el recurrente –es su carga procesal–; su incumplimiento
Por otro lado, el Tribunal Supremo acude al principio iure novit curia para pronunciarse por
la casación de oficio. Es cierto que el Supremo Tribunal puede desvincularse (por imperio
del mencionado principio) de los motivos alegados por el recurrente –no es posible declarar
inadmisible el recurso de casación cuando la motivación del recurso interpuesto por el
recurrente debe tener otro significado–38. Sin embargo, no se puede invocar dicho principio
fuera de los motivos de casación para casar una sentencia y estimar el recurso interpuesto
pese a que el recurrente no lo invocara39. Entonces, el Supremo Tribunal no puede casar una
sentencia ni declarar bien concedido por motivos que el recurrente “no quiso impugnar” 40.
Comentario aparte, y que guarda relación con el tema materia de análisis, merece lo
afirmado por la sentencia en el extremo que señaló que la audiencia de casación de oficio
puede llevarse a cabo con o sin la concurrencia de las partes, criterio que lo asemeja con lo
resuelto por la Corte Suprema colombiana (ver décimo quinto fundamento jurídico). Sobre
este punto debemos precisar que la misma Sentencia de casación materia de comentario
afirmó “que en la regulación de la casación oficiosa en Colombia, no se celebra una audiencia
de casación, por considerarlo innecesario”. Lo expuesto nos lleva a dos conclusiones: i) que la
Por lo demás, es claro que cada ordenamiento jurídico tiene su propia fisonomía, por tanto,
es imposible utilizarlos por analogía, ni resulta factible aplicarlo a supuestos que no se
encuentren previstos en la Ley41. En consecuencia, queda concluir que no es posible que la
audiencia de casación se lleve a cabo sin la concurrencia de las partes.
4. CONCLUSIONES
4.3. En la casación de oficio el casacionista puede haber planteado una casación ordinaria
o extraordinaria, pero el Tribunal Supremo lo rechaza por diversos motivos: no se ajusta al
material casable, no se ha invocado o fundamentado correctamente la causal adecuada o no
se ha justificado el desarrollo de la doctrina jurisprudencial, pero verifica que algunos temas
planteados en el escrito de casación o situaciones que vulneran derechos fundamentales
41 YAIPÉN ZAPATA, Recurso de casación Penal. Reforma procesal penal y análisis jurisprudencial, p. 143.
contenidas en la resolución impugnada, ameritan ser conocidos por el Supremo Tribunal, con
la finalidad de desarrollar la doctrina jurisprudencial con efectos vinculante.
4.4. La siguiente frase: “(…) sin perjuicio de las cuestiones que sean declarables de oficio en
cualquier estado y grado del proceso” debe entender como un control de oficio, aplicable a las
nulidades con defectos absolutos: artículo 150, primera frase, del CPP de 2004 que procede
en casos extremos y comprobados, en que acredite la infracción del ordenamiento procesal,
trascendencia del acto y la indefensión que se genera. Solo procede en caso de nulidades
absolutas o insubsanables no advertidas por el recurrente, de relevancia constitucional y a
favor de él (artículo 409.1 del CPP de 2004).
13
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 413-2014
LAMBAYEQUE
SENTENCIA DE CASACIÓN
VISTOS; el recurso de casación interpuesto por la defensa del encausado Homero Gonzalo
Duárez Sáenz contra la sentencia de vista de fojas quinientos veinte, del dieciocho de marzo
de dos mil catorce, que declaró nula la sentencia de fojas doscientos ochenta y uno, del
once de noviembre de dos mil trece, que lo absolvió de la acusación fiscal formulada por
la comisión del delito contra la vida, el cuerpo y la salud, en la modalidad de parricidio,
en agravio de María Del Carmen Requejo Chanamé. Interviene como ponente el señor Juez
Supremo PARIONA PASTRANA.
FUNDAMENTOS DE HECHO
PRIMERO: Al encausado Homero Gonzalo Duárez Sáenz se le inculpó como coautor por
delito contra la vida, el cuerpo y la salud, en la modalidad de parricidio, en agravio de Maria
Del Carmen Requejo Chanamé. En la etapa de Juzgamiento, el Ministerio Público formuló
requerimiento acusatorio complementario para que se le juzgue como cómplice primario,
petición amparada por el Juzgado Penal Colegiado por resolución del dieciocho de octubre
de dos mil trece, tal como se aprecia del acta de registro de audiencia de juzgamiento de fojas
doscientos setenta y dos [véase cuaderno de debate].
SEGUNDO: En el curso del Juicio de primera instancia el Juzgado Penal Colegiado Transitorio
de la Corte Superior de Justicia de Lambayeque por sentencia de fojas doscientos ochenta y
uno, del once de noviembre de dos mil trece, absolvió a Homero Gonzalo Duarez Sáenz de los
cargos formulado por el Ministerio Público como coautor del delito contra la vida, el cuerpo
y la salud, en la modalidad de parricidio, en agravio de María Del Carmen Requejo Chanamé.
TERCERO: Contra la referida sentencia, la Parte civil -ver fojas cuatrocientos dieciséis- y el
Ministerio Público -ver fojas cuatrocientos treinta y ocho- interpuso recurso de apelación;
QUINTO: La sentencia de vista declaró nula la sentencia de primera instancia que absolvió
a Homero Gonzalo Duarez Sáenz de los cargos formulados como coautor del delito de
parricidio, en agravio de María del Carmen Requejo Chanamé.
SEXTO: Leída la sentencia de vista, el imputado Homero Gonzalo Duárez Sáenz interpone
recurso de casación mediante escrito de fojas quinientos treinta -del cuaderno de debate-, e
introdujo como motivo el desarrollo de doctrina jurisprudencial en relación al principio
de congruencia procesal, la legitimidad del actor civil para activar una persecución penal
cuando el Ministerio Público no apela una absolución y el derecho de defensa en la audiencia
de apelación.
OCTAVO: Declarado fundado el recurso de queja de derecho por resolución de fojas quinientos
ochenta, del catorce de julio de dos mil catorce, se elevó la causa a este Supremo Tribunal.
NOVENO: Cumplido el trámite de los traslados a las partes recurridas, esta Suprema Sala
mediante Ejecutoria de fojas setenta y ocho, del diez de noviembre de dos mil catorce -del
cuadernillo de casación- admitió a trámite el recurso de casación para determinar la infracción
al principio de congruencia recursal, la legitimidad del actor civil para activar una persecución
penal cuando el Ministerio no impugna una sentencia absolutoria y el ejercicio de derecho de
defensa en la audiencia de apelación y, además, entendió que debía desarrollarse doctrina
jurisprudencial respecto de dichos temas.
DÉCIMO PRIMERO: Deliberada la causa en secreto y votada el mismo día, esta Suprema Sala
cumplió con pronunciar la presente sentencia de casación, cuya lectura en audiencia pública
-con las partes que asistan- se realizará por la Secretaría de la Sala, el martes cinco de mayo de
dos mil quince a horas ocho y treinta de la mañana.
[970959107], tampoco, aludió a la real ubicación del imputado momentos previos o durante
el tiempo en que se habría producido el hecho delictivo como sustento de sus agravios; viii) los
integrantes de Sala de Apelaciones y el representante del Ministerio Público que intervinieron
en la audiencia de apelación, no hicieron mención al reporte de llamadas telefónicas; y, ix) la
defensa absolvió el traslado de todos los puntos alegados como agravios por el actor civil en
su recurso de apelación; no habiéndose efectuado ninguna observación ni planteado nada
referido al informe de reporte de llamadas telefónicas, lo cual lesiona de forma insubsanable
el derecho de defensa; por consiguiente, pretende que se establezca si un Tribunal Superior
puede, en un proceso acusatorio de corte garantista, resolver sin haber dado la posibilidad a
la defensa técnica de pronunciarse sobre el punto que es decisivo en Ia decisión judicial sobre
el fondo.
DÉCIMO TERCERO: La sentencia de vista de fojas quinientos veinte, del cuaderno de debate,
del dieciocho de marzo de dos mil catorce, en su fundamento sétimo, sostiene lo siguiente:
“(...) pese a que el Ministerio Público ofrecía, entre las pruebas de cargo el reporte de llamadas entrante
y saliente y de las celdas respectivas, de los teléfonos celulares, tanto de la agraviada [979932595]
como del acusado [970959107], tal documental no ha sido objeto de análisis y valoración de parte del
A quo, a fin de establecer la real ubicación del acusado en los momentos previos y durante el tiempo
en que se habría producido el hecho delictivo, en horas de la mañana del seis de enero de dos mil
once, máxime si el acusado ofreció en su descargo una pericia de parte para explicar aspecto técnicos
de la comunicación celular y ubicación del móvil (...) cuestión que merece ser debatida y analizada
prolijamente, dada la transcendencia de tal medio de prueba respecto de Ia imputación de coautoría
en el delito (..)”.
DÉCIMO CUARTO: Tal delimitación implicó que el Tribunal de Revisión centrara su censura
en el reporte de llamadas telefónicas entrantes y salientes y de las celdas respectivas, de
los teléfonos celulares, de la agraviada [979932595] y el encausado [970959107], lo cual no
ponía en cuestión las partes procesales, y pese a que, precisamente, ese no era el ámbito
estricto del recurso de apelación, se declaró nula la sentencia absolutoria.
DÉCIMO SEXTO: El derecho a impugnar está consagrado por el inciso sexto del artículo
ciento treinta y nueve de la Constitución Política del Estado, que preceptúa como garantía
del debido proceso, la pluralidad de instancia en cualquier proceso jurisdiccional o
administrativo; sin embargo, la normatividad legal que regula estos procesos, en nuestro
caso, el Código Procesal Penal, señala a los sujetos procesales legitimados para que este
derecho pueda ser ejercido.
DÉCIMO SÉTIMO: El articulo ciento cuatro del Código Procesal Penal establece que las
facultades del actor civil son: deducir nulidad de actuados, ofrecer medios de investigación
y de prueba, participar en los actos de investigación y de prueba, intervenir en el juicio
oral, interponer los recursos impugnatorios que la Ley prevé; correspondiendo precisar que
sin perjuicio de aquellos derechos, también le son atribuidos los derechos que le asiste al
agraviado; así, tenemos que el artículo noventa y cinco de la citada norma señala como
derechos -entre otros en su inciso d)- impugnar el sobreseimiento y la sentencia absolutoria.
DÉCIMO OCTAVO: De lo anotado precedentemente, se tiene que existe una definición clara
del rol protagonista que le corresponde al actor civil. Esta línea jurisprudencial se plasma
en la Casación N° 353-2011-Arequipa, del cuatro de junio de 2013, que en su fundamento
jurídico 4.5, señala que: “(...) el agraviado del delito se encuentra en condiciones de ser
un protagonista del proceso penal, encontrándose facultado por el Código Procesal
Penal para participar activamente en el desarrollo del proceso, siendo necesario que el
agraviado actúe con todos los derechos y garantías que le aseguran la satisfacción de su
pretensión (...)”; por consiguiente, no existe duda que al actor civil le asiste el derecho de
apelar en resguardo de sus intereses, pues bajo ese contexto está legitimado para impugnar
la sentencia absolutoria.
DÉCIMO NOVENO: De otro lado, habiéndose establecido que si es facultad del actor civil el
recurrir una sentencia absolutoria, queda por establecer si existe legitimidad del actor civil
para activar una persecución penal cuando el Ministerio Público no impugna una sentencia
absolutoria.
Fiscal Superior respecto del no ha lugar a juicio y archiva el proceso, se pronunciará en ese sentido,
devolviendo la causa a la Sala Penal para que dicte la resolución de archivo (...)”.
VIGÉSIMO PRIMERO: Estando a lo expuesto, se debe tener en consideración que emitida una
sentencia absolutoria, y leída la misma en audiencia pública o privada (según el caso), cuando
el único impugnante sea el actor civil, y el Fiscal Provincial exprese su conformidad con la
misma, deberá verificarse si, el Fiscal Superior al momento de llevarse a cabo la audiencia
de apelación, reitera su conformidad con la sentencia absolutoria.
VIGÉSIMO SEGUNDO: Siendo ello así, este Supremo Tribunal considera que la Sala de
Apelaciones no tiene más que confirmar la absolución; toda vez que, el inciso cinco del
artículo ciento cincuenta nueve de la Constitución Política del Estado, establece que
corresponde al Ministerio Público ejercitar la acción penal de oficio o a petición de parte,
mientras que el artículo catorce del Decreto Legislativo número cero cinco dos, de la Ley
Orgánica del Ministerio Público, señala que sobre el Ministerio Público recae la carga de la
prueba, y el artículo once de la precitada norma regula que el titular de la acción penal es
el representante del Ministerio Público; aunado a ello, se debe tener presente que el artículo
quinto de la Ley Orgánica aludida, establece la autonomía del Ministerio Público y preceptúa
que están jerárquicamente organizados y deben sujetarse a las instrucciones que pudieren
impartirles sus superiores.
VIGÉSIMO TERCERO: Ahora bien, este Supremo Tribunal considera que no puede sostenerse
el cumplimiento del principio acusatorio cuando el Fiscal Superior en la audiencia de
apelación -sin tener la condición de impugnante, sino parte del proceso- discrepa con la sentencia
absolutoria emitida en primera instancia; en tal situación, el Tribunal de Apelación esta
expedito para analizar el fondo del asunto en los términos de los agravios expresados por las
partes procesales recurrentes en su escrito impugnatorio.
VIGÉSIMO CUARTO: El artículo cuatrocientos nueve del Código Procesal Penal, dispone la
competencia del Tribunal Revisor en los siguientes casos: “(...)1. La impugnación confiere
al Tribunal competencia solamente para resolver la materia impugnada, así como para
declarar la nulidad en caso de nulidades absolutas o sustanciales no advertidas por el
impugnante. 2. Los errores de derecho en la fundamentación de la decisión recurrida que
no hayan influido en la parte resolutiva no la anulará, pero serán corregidos. De igual
manera se procederá en los casos de error material en la denominación o el cómputo de las
penas. 3. La impugnación del Ministerio Público permitirá revocar o modificar la resolución
VIGÉSIMO QUINTO: La razón por la que se estableció esta regla obedece a no afectar dos
garantías básicas del proceso penal. La primera es el derecho de defensa, pues si el Tribunal
Revisor modifica, sea aumentando o retirando parte de los actos procesales no impugnados,
deja en indefensión a una de las partes que no planteó sus argumentos antes que el
pronunciamiento sea emitido. La segunda es el derecho a la seguridad jurídica, pues podría
afectarse resoluciones que tienen el carácter de consentidas, lo que resulta sumamente lesivo
para esta institución.
VIGÉSIMO SEXTO: La presente regla general tiene dos grandes excepciones. La primera,
dispuesta por el art. 409 del C.P.P. en la segunda parte de su numeral 1, respecto a que se trate
de actos procesales que tengan vicios que conlleven a una nulidad absoluta. La segunda es
la declaratoria de nulidad de actos procesales conexos al objeto de impugnación. Ambos
serán tratados en la siguiente sección.
VIGÉSIMO SÉTIMO: Asimismo, el art. 409 del C.P.P. en la segunda parte de su numeral
primero, establece la excepción a la regla general antes mencionada. Esta excepción dispone
que -incluso cuando no hubiere sido advertido por el impugnante- el Tribunal Revisor puede
pronunciarse sobre puntos distintos al objeto de impugnación, si se trata de nulidades
absolutas o sustanciales.
VIGÉSIMO OCTAVO: Al respecto, debe precisarse que la nulidad de un acto procesal implica
que el mismo se encontraba viciado y por tanto debe dejar de existir en el ordenamiento
jurídico; y, en atención a la gravedad de la causal de nulidad es que se puede hablar de
nulidades absolutas y de nulidades relativas.
VIGÉSIMO NOVENO: La diferencia entre ambos tipos radica en la gravedad del vicio
que origina a la nulidad. Si se trata de vicios leves, los cuales naturalmente podrían ser
susceptibles de convalidación, entonces nos encontramos frente a una nulidad relativa.
Por el contrario, si nos hayamos frente a vicios muy graves, no convalidables, entonces nos
encontraremos frente a la nulidad absoluta.
TRIGÉSIMO: El Código Procesal Penal define la nulidad absoluta en su art. 150, en los
términos siguientes: “(...) a) A la intervención, asistencia y representación del imputado
o de la ausencia de su defensor en los casos en que es obligatoria su presencia; b) Al
nombramiento, capacidad y constitución de Jueces o Salas; c) A la promoción de la acción
penal y a la participación del Ministerio Público en las actuaciones procesales que requieran
su intervención obligatoria; d) A la inobservancia del contenido esencial de los derechos y
garantías previstos por la Constitución(...)”. El criterio seguido en esta definición es que la
protección de los derechos fundamentales es parte de la esencia del ordenamiento jurídico y,
por tanto, labor del Magistrado. Entonces podemos señalar que una grave afectación a los
mismos será entendible como un vicio grave que acarrea la nulidad del acto procesal que
la originó.
TRIGÉSIMO PRIMERO: El Magistrado del Tribunal Revisor tiene la capacidad para declarar
de oficio, una nulidad absoluta, incluso cuando la misma no sea parte del ámbito de
impugnación, pues este tipo de nulidad puede conllevar a que otros actos procesales puedan
ser viciados al ampararse en ella. Por tanto, atendiendo al rol de garante que cumple el
Magistrado al interior del proceso penal, está facultado normativamente a intervenir en
estos casos.
TRIGÉSIMO TERCERO: También cabe recordar que el ejercicio de la competencia del órgano
jurisdiccional se encuentra sujeto a determinados límites, siendo uno de ellos, el principio
dispositivo de los medios impugnatorios: TANTUM DEVOLTUM QUANTUM APPELLATUM, es
decir, sólo puede pronunciarse acerca de los hechos alegados por las partes, siempre que
estos hayan sido invocados. De acuerdo con las normas precitadas al resolver una apelación,
el Tribunal de Mérito no puede fundamentar el fallo en temas que no han sido materia de
contradicción oportuna ni alegados por los sujetos procesales, más aún si el Ministerio
Público en lo atinente a la responsabilidad penal consistió tal extremo; pues caso contrario,
se estaría violando el deber de congruencia, con repercusiones en el derecho de defensa de
las partes.
TRIGÉSIMO CUARTO: Los agravios expresados en los recursos impugnatorios van a definir
y delimitar el pronunciamiento del Tribunal Revisor, atendiendo al principio de congruencia
recursal, concebido como encaje o ensamble entre lo impugnado y la sentencia, en el
contexto de exigencia de concordancia o armonía que obliga establecer una correlación
total entre los dos grandes elementos definidores: la expresión de agravios y la decisión
judicial; por tanto, la expresión de agravios determina las cuestiones sometidas a decisión de
este Supremo Tribunal, estando vedado pronunciarse fuera del alcance de las pretensiones
impugnativas que no fueron oportunamente planteadas, en tanto la congruencia es una
exigencia lógica que está presente en todo el proceso, del que dimana que en el presente sólo
se emitirá pronunciamiento respecto a los agravios expresados en los recursos, que fueron
concedidos; toda vez que el libro IV del Código Procesal Penal, referido a la impugnación,
otorga a los justiciables el modo, forma y plazo para fundamentar los concretos agravios
que a su parecer le causó la resolución judicial que cuestiona, lo cual supone el señalar la
insatisfacción total o parcial de cualquiera de sus pretensiones (principales o accesorias),
oposiciones o simples peticiones formuladas en el proceso; de ahí que, admitir y emitir
pronunciamiento sobre nuevos agravios postulados con posterioridad a los expresados en el
escrito de impugnación sería vulnerar el principio de preclusión y de igualdad que debe existir
entre las partes en un proceso, pues significaría modificar el orden preestablecido de los actos
procesales e incorporar nuevas peticiones o argumentos que no podrían ser contradichos por
los otros sujetos procesales.
TRIGÉSIMO QUINTO: En tal sentido, las Salas de Apelaciones y los Tribunal Revisores
deben circunscribir su pronunciamiento respecto a los agravios expresados en los recursos
impugnatorios efectuados en el plazo legal y antes su concesorio y no los efectuados con
posterioridad a ello, mucho menos, evaluar una prueba no invocada; pues de ocurrir ello, se
está vulnerando el principio de congruencia recursal con afectación al derecho de defensa.
derechos e intereses legítimos (Exp. N.° 0582-2006-PA/TC; Exp. N.° 5175-2007-HC/TC, o entre otros)
-el resaltado es nuestro-.
- Ser asistido por un abogado defensor de su elección o de oficio, desde que es citado o
detenido por la autoridad.
- Se le conceda un tiempo razonable para que prepare su defensa.
- Ejercer su autodefensa material.
- A intervenir en plena igualdad, en la actividad probatoria y en las condiciones
previstas por la ley.
- A utilizar los medios de prueba pertinentes.
En el mismo artículo se especifica que el ejercicio del derecho de defensa se extiende a todo
estado y grado del procedimiento, en la forma y oportunidad que la ley señala. Como se
aprecia, el imputado tiene derecho a defenderse desde que se le hace la imputación, con el
inicio de la primeras diligencias de investigación hasta la culminación del proceso penal y
siempre asistido de un defensor de su elección o defensor público; quien puede informarse de
los cargos, intervenir en las iniciales diligencias de investigación, participar de las mismas,
presentar pedidos, ofrecer la actuación de pruebas y demás posibilidades que la ley le
permite en igualdad de condiciones.
la misma, interpuso recurso de apelación, el mismo que fundamentó por escrito de fojas
cuatrocientos treinta y ocho, pero fuera del plazo establecido por ley, razón por la cual se
emitió el auto de fojas cuatrocientos cuarenta y siete, del veintiuno de noviembre de dos
mil trece, declarando inadmisible por extemporáneo la referida impugnación; y elevados
los autos a la Sala Superior, respecto del recurso de apelación del actor civil, llevándose a
cabo la audiencia de apelación conforme el acta de audiencia oída, en la que se advierte
que aun cuando no era parte recurrente el Fiscal Superior expresó en sus alegatos finales
que la sentencia en cuestión debía ser declarada nula por transgresión del inciso cinco del
articulo ciento treinta y nueve de la Constitución Política del Estado respecto a la motivación
de las resoluciones judiciales considerando que la sentencia absolutoria resultaba ser
contradictoria.
infracción al deber de congruencia; así como, vulneración del derecho de defensa a la parte
no impugnante, pues correspondía a la Sala de Apelaciones circunscribirse únicamente al
análisis de los agravios expuestos contra la resolución impugnada, conforme al principio
TANTUM APELLATUM QUANTUM DEVOLUTUM derivado del principio de congruencia que
orienta la actuación del órgano jurisdiccional, y que implica que al resolver la impugnación
el órgano revisor sólo debe pronunciarse sobre aquellas pretensiones o agravios invocados
por el impugnante en el escrito de su propósito, ya que se considera que la expresión de
agravios es como la acción (pretensión) de la segunda instancia.
CUADRAGÉSIMO SÉTIMO: Conviene destacar que en este proceso solo se concedió apelación
al actor civil, y la audiencia de apelación discurrió sin aportación de prueba alguna por
ninguna de las partes procesales; sin embargo, el Superior Jerárquico se pronunció sobre
una prueba documental que no fue invocada en el recurso de apelación [reporte de llamadas
entrantes y salientes], la misma que no pudo ser examinada, discutida o rebatida por el
recurrente, siendo utilizada como motivo para anular el fallo absolutorio, desconociendo
que sólo era materia de cuestionamiento la prueba testifical y no la documental; por tanto,
el fallo de vista transcendió a materia que no fue objeto de contradicción en la audiencia
de apelación, con lo cual extralimitó sus funciones al declarar nulo el fallo absolutorio,
evidenciándose que dicho pronunciamiento no fue acorde ni congruente entre lo
cuestionado por la Parte Civil y lo resuelto por la Sala Penal Superior; por lo que, dentro del
marco de la ley se debe proceder a casar la sentencia de vista.
DECISIÓN
II. En consecuencia, CASARON la sentencia de vista del dieciocho de marzo de dos mil catorce,
obrante a fojas quinientos veinte, y, SIN REENVIO actuando como órgano de instancia y
pronunciándose sobre el fondo: CONFIRMARON la sentencia de primera instancia que
absolvió Homero Gonzalo Duárez Sáenz de la imputación por delito de parricidio, en agravio
de Maria Del Carmen Requejo Chanamé.
III. MANDARON que la presente sentencia sea publicada en el Diario Oficial “El Peruano”, de
conformidad con el inciso cuarto del artículo cuatrocientos veintisiete del Código Procesal
Penal. Hágase saber
S.S.
VILLA STEIN
RODRIGUEZ TINEO
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
LOLI BONILLA
SUMILLA:
Sin embargo, el concepto poder punitivo presenta cierta indeterminación, y dado que
su resultado se expresa materialmente en castigo y dolor del imputado, entonces existe
necesidad de controlar su ejercicio para evitar cualquier atisbo de arbitrariedad; empero,
no se puede controlar lo etéreo, difuso o meras abstracciones; solo se controla lo que tiene
definición o materialidad; de ahí la necesidad de determinar el modo como se configura el
poder punitivo y su ejercicio. En efecto, el ejercicio del poder punitivo se concreta en actos
específicos realizados por personas investidas de titularidad punitiva, que ejercen el cargo
de fiscales y policías, y por personas investidas de jurisdicción para adjudicar castigo. Los
operadores punitivos están vinculados -conforme a su rol- al ejercicio del poder punitivo
y por ello expresan un interés punitivo estatal; pero, ese interés debe tener cobertura legal,
para controlar el desborde del pulsante voluntarismo punitivo individual. Así se manifiesta
la dimensión de la ley procesal como límite garantía; y materializa la tensión entre la ley
procesal como límite-garantía para controlar la pulsión del poder punitivo.
La toma de posición para asumir como postulado, que el principio de legalidad procesal
opera como garantía límite, es central. En ese orden, es cuestionable pretender encontrar el
fundamento y la ratio de la persecución punitiva en la ley procesal. La ley no es fundamento
del proceso punitivo, la ley es su límite; la ley es garantía limitante del proceso punitivo. Esta
es la opción constitucional, y por consecuencia, está prohibida la analogía fundamentada
en la ley penal y en las normas que restrinjan derechos1, pues la ley penal no es fundamento
sino límite. En ese orden, el art VII numeral 3 del Título Preliminar del CPP, establece la
prohibición de interpretaciones extensivas y de la analogía, precisamente porque la ley
penal no es fundamento sino límite; la ley penal solo es fundamento si favorecen la libertad
o los derechos del imputado2 . La ley procesal es una garantía central; es un medio jurídico-
institucional de Derecho Público que la Constitución y la ley contemplan para hacer
posible el ejercicio controlado del poder punitivo y el ejercicio de los derechos y libertades
de los imputados.
La garantía de la ley procesal -legalidad procesal- es el medio por excelencia, que los
operadores jurisdiccionales aplican para impartir castigo. La legalidad procesal modula la
tensión contradictoria entre la pretensión punitiva y la resistencia libertaría del imputado.
Opera como una garantía límite a la emotividad punitivista del operador penal, pues no se
debe impartir castigo fuera de un límite legal como contexto de garantía. La emotividad de
la “malas personas” o “buenas personas”, tienen un límite infranqueable en la garantía de
la legalidad penal. Son ajenos al proceso penal, cualquier tipo de “emotividades punitivas”,
“justicia mediática” “sentimientos de justicia colectiva”, “moralidades críticas” “creencias
religiosas”, “justicia popular”, etc. Los jueces penales son nombrados para decir derecho
conforme a ley procesal penal, no conforme a sus pulsiones o sentimientos intensificados por
vivencias punitivistas, por más intensas que sean estas.
1 Artículo 139 numeral 9 de la Constitución Política, señala: “Son principios de la función jurisdiccional: (…) 9. El
principio de inaplicabilidad por analogía de la ley penal y de las demás normas que restrinjan derechos.”
2 “(…) La interpretación extensiva y la analogía quedan PROHIBIDAS mientras no favorezca la libertad del
imputado o el ejercicio de sus derechos.”
En ese orden, las partes se vinculan procesalmente a uno de los objetos; y, la única forma
de vincularse a estos objetos es conforme al interés y legitimidad procesal atribuida por
la Constitución y por la ley. El Ministerio Público ejerce por mandato constitucional la
legitimación constitucional del objeto punitivo; en efecto, corresponde solo al Ministerio
Público el ejercicio de la acción penal en los delitos de persecución pública; no existe
posibilidad de extender esa legitimación a otros sujetos procesales, pues el artículo 159.5 de
la Constitución prevé que “Corresponde al Ministerio Público (…) Ejercitar la acción penal de
oficio o a petición de parte” y está desarrollada en el art. 11 del Dec. Leg 052 la Ley Orgánica
del Ministerio Público, y establece que “el Ministerio Público es el titular de la acción penal
pública, la que ejercita de oficio o a petición de la parte agraviada o por acción popular, si
se trata de delito de comisión inmediata o de aquellos contra los cuales la ley le concede
expresamente”. Este dispositivo está desarrollado también en el art. IV del Código Procesal
Penal, que establece en el numeral 1 que “El Ministerio Público es titular del ejercicio público
de la acción penal en los delitos y tiene el deber de la carga de la prueba” nuevamente en
el art. 60 del CPP, establece que “El Ministerio Público es el titular del ejercicio de la acción
penal, actúa de oficio, a instancia de la víctima, por acción popular o por la noticia criminal”.
En síntesis, el objeto punitivo es de persecución exclusiva por el Ministerio Público, pues, es
quien tiene el monopolio de la acción penal.
3 Pues cada proposición fáctica está vinculada a un elemento del supuesto de hecho.
4 Además de los otros presupuestos de capacidad procesal, competencia y pretensión propuesto en forma.
El actor civil tiene “facultad” para “interponer los recursos impugnatorios que la ley prevé”,
así se encuentra regulado en el art. 104 del CPP el art. 407.2 del CPP, establece que “el actor
civil sólo podrá recurrir respecto al objeto civil de la resolución”; la legalidad es expresa y no
existe duda que solo está habilitado para impugnar ese extremo. Empero, es con la sentencia
absolutoria o resolución de sobreseimiento que el órgano jurisdiccional se pronuncia respecto
del objeto civil; entonces, obviamente corresponde impugnar la resolución de sobreseimiento
o de la sentencia absolutoria, pero en estricta correspondencia con la legitimidad atribuida
al actor civil, solo respecto del objeto civil5.
Sin embargo, los problemas interpretativos se presentan con relación a los alcances de la
legitimidad del agraviado con la impugnación del sobreseimiento o la sentencia absolutoria.
El agraviado también tiene derecho para interponer recurso de apelación contra la sentencia
absolutoria, así está previsto legalmente en el artículo art. 95 del Código Procesal Penal:
respecto a los derechos del agraviado en el inciso 1 literal “d” señala: el agraviado tendrá
derecho a impugnar el sobreseimiento y la sentencia absolutoria (…)”, claro está solo respecto
del objeto civil, dado que la legitimidad punitiva de manera exclusiva habilita únicamente
al Ministerio Público para que ejercite la acción penal. El agraviado no tiene legitimidad
para impugnar el objeto punitivo. Si bien es cierto, tiene el “derecho a la verdad”, empero,
este derecho no traduce necesariamente en una sentencia condenatoria; es suficiente con
una sentencia, cualquiera sea su sentido, que exprese sus razones para efectos de realizar el
derecho a la verdad.
Una interpretación literal podría hacer considerar que el agraviado tendría legitimidad
para impugnar incluso respecto del objeto penal. Empero, una interpretación sistemática y
conforme a la Constitución permitía superar cualquier duda. Por imperativo constitucional,
quien ejerce el monopolio de la acción penal, dentro de los límites de la legalidad procesal
es el Ministerio Público. En consecuencia, ese ejercicio de la acción penal está delimitado en
oportunidad y tiempo; así el ejercicio de la acción penal tiene sus propios límites establecidos
en la configuración del los presupuestos procesales y los límite legales previstos en la
normatividad penal y procesal del art 339 del CPP.
5 Es necesario diferenciar la resolución como acto continente, de los objetos que se decide; en efecto, son frecuentes
las resoluciones con decisiones múltiples que atienden a objetos distintos; así una sentencia absolutoria, resuelve
tanto el objeto punitivo como el objeto civil.
6 Emitida por la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de la República del 04 de Junio del 2013.
dispone el sobreseimiento del proceso penal; asimismo, señala que “(. . .) se advierte con
claridad que el agraviado del delito se encuentra en condiciones de ser un protagonista
del proceso penal, encontrándose facultado por el Código Procesal Penal para participar
activamente en el desarrollo del proceso, siendo necesario que el agraviado actué con todos
los derechos y garantías que le aseguran la satisfacción de su pretensión7 (. . .)”, añadiendo
que por ello se le faculta a impugnar el auto de sobreseimiento y la sentencia absolutoria.
La Casación desarrolla las facultades del actor civil en un contexto acusatorio; así con
relación que el Código Procesal Penal, señala a los sujetos procesales legitimados para que
este derecho pueda ser ejercido8; y enuncia las atribuciones del actor civil prevista en el art
104 del CPP, precisando que también le son atribuidos los derechos que le asiste al agraviado
conforme al art. 95, entre otros, el derecho a impugnar el sobreseimiento y la sentencia
absolutoria9. Además, se resalta el claro rol protagónico que le corresponde al actor civil
(Casación N° 353-2011-Arequipa)10. En síntesis, se concluye que al actor civil le asiste el
derecho de apelar en resguardo de sus intereses, pues bajo ese contexto está legitimado para
impugnar la sentencia absolutoria11.
(…) habiéndose establecido que sí es facultad del actor civil el recurrir una
sentencia absolutoria, queda por establecer si existe legitimidad del actor
civil para activar una persecución penal cuando el Ministerio Público no
impugna una sentencia absolutoria.
7 Casación Nro. 353-2011-AREQUIPA, Fundamento 4.3.: “ el Estado debe garantizar y establecer las condiciones
mínimas de los derechos de las víctimas y/o agraviado, debiendo de facultar su activa participación dentro del
proceso para lograr el resarcimiento de su pretensión, esto es, resarcimiento del daño causado por parte del
autor de la comisión del delito”.
8 Fundamento Décimo Sexto.
9 Fundamento Décimo Séptimo
10 En su fundamento 4.5, señala que: “ (…) el agraviado del delito se encuentra en condiciones de ser un protagonista
del proceso penal, encontrándose facultado por el Código Procesal Penal para participar activamente en el
desarrollo del proceso, siendo necesario que el agraviado actué con todos los derechos y garantías que le
aseguran la satisfacción de su pretensión (…)”
11 Fundamento Décimo Octavo
primero se indica que emitida una sentencia absolutoria cuando el único impugnante sea el
actor civil, y el Fiscal Provincial exprese su conformidad con la misma: “deberá verificarse
si, el Fiscal Superior al momento de llevarse a cabo la audiencia de apelación, reitera su
conformidad con la sentencia absolutoria”; este trámite es inexistente en el CPP, y tiene
correspondencia con la formula inquisitiva del Código de Procedimientos Penales, que
preveía siempre la posibilidad de la “vista fiscal” para que dictamine; obviamente ese trámite
era coherente con el modelo inquisitorial.
Para comprender el problema es necesario realizar una distinción entre: i) el acto procesal
continente (la resolución de sobreseimiento o sentencia absolutoria) y ii) el acto contenido,
esto es el pronunciamiento respecto del objeto penal o civil; en ese orden, si se expide una
sentencia absolutoria, entonces, esta abarca ambos objetos; por tanto, el actor civil está
facultado para impugnar la sentencia absolutoria, pero respecto del objeto civil.
“Ahora bien, este Supremo Tribunal considera que no puede sostenerse el cumplimiento
del principio acusatorio cuando el Fiscal Superior en la audiencia de apelación -sin
tener la condición de impugnante, sino parte del proceso- discrepa con la sentencia
absolutoria emitida en primera instancia; en tal situación, el Tribunal de Apelación
esta expedito para analizar el fondo del asunto en los términos de los agravios
expresados por las partes procesales recurrentes en su escrito impugnatorio”12.
4.1 El pronunciamiento de segunda instancia se sujeta a los extremos del objeto civil.
Toma como base conceptos procesales básicos, y desde esa perspectiva si solo el actor civil
o el agraviado interponen recurso de apelación de la resolución de sobreseimiento o de la
sentencia absolutoria, entonces, el proceso impugnatorio se limita solo al objeto civil, por
varias razones procesales:
El interés procesal del actor civil o el agraviado, se limita al objeto civil contenida en
la resolución judicial. (art. 405.1.a del CPP)
La legitimidad procesal del actor civil o el agraviado, se limita al objeto civil contenida
en la resolución judicial (art. 404.2 y 407.2 del CPP)
El interés procesal de la fiscalía se extinguió al no impugnar el objeto punitivo
contenido en la resolución judicial.
La legitimidad del Ministerio Público, respecto del objeto penal es exclusiva, y no
habilita a ninguna otra parte procesal a su ejercicio (art.IV del TP, art. 1 del CPP)
La Cosa Juzgada, de la decisión sobre el objeto punitivo, contenida en la resolución
judicial, determinó la extinción del interés punitivo (art. 6.1.c. del CPP)
Principio de congruencia recursal, impide el pronunciamiento ultra petita de los
jueces revisores respecto del objeto penal que no fue impugnado (art.409 del CPP).
El principio de legalidad procesal, que establece que las resoluciones judiciales son
impugnables solo por los medios y en los casos expresamente establecidos por ley
(Art. I.4 del CPP)
civil, no tiene legitimidad punitiva dado que el monopolio del ejercicio de la acción
penal es exclusivo del Ministerio Publico, en ese orden, considerar que el agraviado
puede apelar el objeto punitivo, es darle una legitimidad punitiva que es exclusiva del
Ministerio Publico.
La legitimidad del Ministerio Público, respecto del objeto penal, es exclusiva, y no
habilita a ninguna otra parte procesal a su ejercicio (art.IV del TP, art. 1 del CPP).
Ciertamente el Ministerio Público tiene legitimidad constitucional, para promover la
persecución punitiva pero esta legitimidad requiere de un desarrollo procesal, no puede
plantearse de cualquier forma pues su ejercicio está regulado en el CPP.
La Cosa Juzgada, se afecta la decisión sobre el objeto punitivo, contenida en la
resolución judicial, que quedó firme (art. 6.1.c. del CPP). El interés procesal sobre el objeto
punitivo se extinguió al no impugnar la decisión sobre el objeto punitivo, contenido
en la resolución judicial. En efecto, la decisión sobre el objeto penal -contenida en la
sentencia absolutoria-, quedó firme, pues el Fiscal Provincial consintió con la decisión
sobre el objeto punitivo que es contenida en la sentencia absolutoria; por tanto, el
interés procesal punitivo se extinguió. El Actor Civil sólo tiene legitimidad impugnatoria
respecto del objeto civil; por tanto, su pretensión impugnatoria no tiene la virtud de
recobrar vigencia el interés punitivo con la conformidad del Fiscal Provincial.
El Principio de congruencia recursal, se vería afectado, pues lo jueces superiores
emitirían una resolución ultra petita al abarcar el objeto penal pese, a que no fue
impugnado (art.409 del CPP). Se viola el principio de congruencia recursal, dado que
los jueces de segunda instancia solo están habilitados para pronunciarse respecto del
objeto apelado. Si el Ministerio Público no interpuso recurso de apelación, no tiene
pretensión punitiva que sostener y defender y los Jueces Superiores nada que decidir
El principio de legalidad procesal, es afectado, pues se crea un procedimiento de un
“previo pronunciamiento fiscal”, que no está regulado por ley; pues las resoluciones
judiciales son impugnables solo por los medios y en los casos expresamente establecidos
por ley (Art. I.4 del CPP). Habilitar una adhesión extemporánea al Ministerio Público
es contrariar un principio elemental del proceso: el principio de legalidad procesal,
dado que de manera extemporánea se estaría habilitando al Ministerio Público para
adherirse, en tanto, que los otros sujetos procesales carecerían de esta atribución.
Nótese que corresponde al trámite previsto en el art. 220 del Código de Procedimientos
Penales, que establecía que “si el fiscal opina que no hay merito para pasar a juicio oral, el
Tribunal podrá alternativamente: (c) elevar directamente la instrucción al Fiscal Supremo”,
y con el pronunciamiento del Fiscal Supremo quedan los autos para que el Tribunal expida
la resolución correspondiente. En ese orden, el Tribunal Constitucional estableció que: Si
el Fiscal Supremo coincide con la opinión del Fiscal Superior respecto del no ha lugar a
juicio y archiva el proceso, se pronunciara en ese sentido, devolviendo la causa a la Sala
Penal para que dicte la resolución de archivo (…). Es claro que la cita a la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional no es pertinente, porque está relacionado a otro contexto normativo.
La adhesión recursal está regulado en el art. 404.4 del CPP, prescribe que: “Los sujetos
procesales, cuando tengan derecho de recurrir, podrán adherirse, antes que el expediente
13 El Tribunal Constitucional ha señalado en el Exp. N.° 10612-2006-PHC/TC “(…)que si bien el dictamen emitido
por el Fiscal Provincial tiene contenido absolutorio, dicho pronunciamiento no es suficiente para concluir el
proceso, ya que es necesario tener un dictamen de similar contenido por el órgano jerárquico superior, cosa
que en el presente caso no ocurre. En ese sentido, el órgano jurisdiccional se encuentra facultado legalmente
para elevar en consulta lo actuado al órgano fiscal superior, a efectos de que haga un análisis detallado a
partir de la investigación realizada por la instancia inferior (…)”.
se eleve al Juez que corresponda, al recurso interpuesto por cualquiera de ellos, siempre
que cumpla con las formalidades de interposición”. Empero, esta adhesión tiene sus
límites temporales, dado que la oportunidad procesal para su postulación, es el momento
inmediatamente posterior a la apelación. Sin embargo, cuando el fiscal requiere el
sobreseimiento y el Juez ampara este pedido, entonces es claro que el interés impugnatorio
se extingue para el Ministerio Publico -voluntad impugnatoria-. No se configura el interés
procesal si es el mismo Ministerio Publico quién requirió el sobreseimiento; por tanto, la
ausencia del presupuesto del interés impugnatorio, determinaría la improcedencia de la
pretensión impugnatoria14.
En segunda instancia, no existe posibilidad de una adhesión extemporánea por parte del
Ministerio Publico, no solo porque se trata de una ausencia de interés impugnatorio por el
propio sentido del pedido de sobreseimiento en primera instancia, sino porque además se
ha configurado la autoridad de cosa juzgada respecto del objeto punitivo. En síntesis, así
la Fiscalía Superior pretenda adherirse a los fundamentos impugnatorios del agraviado,
sosteniendo que existe razones para la formulación de la acusación; el pronunciamiento
respecto del objeto punitivo ha quedado firme, y no puede habilitarse por salto una
legitimación extraordinaria que afecte la autoridad de cosa Juzgada.
14 Se pueden presentar casos extremos en los que si bien es cierto las partes pueden estar conformes con el
sentido de la parte resolutiva, sin embargo, no lo están respecto de las razones o considerandos de la resolución
judicial; estimo que en esos supuestos si se puede impugnar el sentido de la decisión precisamente para que los
considerandos sean revisados. Denegar la apelación por que el sentido de la decisión favoreció al impugnante
es una perspectiva formal.
14
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 454-2014
AREQUIPA
SUMILLA:
El tribunal de apelación no puede condenar al absuelto en
primera instancia. Si detecta un error en la aplicación del
derecho objetivo y/o procesal que ameritarían una condena,
sólo podrá anular el fallo de primera instancia a fin que
emita un nuevo pronunciamiento acorde a derecho.
SENTENCIA DE CASACIÓN
FUNDAMENTOS DE HECHO
falso, previsto y sancionado por el segundo párrafo del artículo 427° del Código Penal, en
agravio del Estado.
1.3. Seguido el juicio de primera instancia, el Juzgado Penal Unipersonal de Cerro Colorado
de la Corte Superior de Arequipa dicta la sentencia del doce de septiembre de julio de dos
mil trece a fojas cincuenta y dos, que declaró absolver a Alexis Gamarra Palomino de la
acusación fiscal por delito contra la fe pública en la modalidad de uso de documento falso,
previsto y sancionado por el segundo párrafo del artículo 427° del Código Penal, en agravio
del Estado.
1.4. Contra la referida sentencia el representante del Ministerio Público interpuso recurso de
apelación -fojas ochenta y cuatro-.
2.2. Realizada la audiencia de apelación conforme aparece del acta del trece de junio de
dos mil catorce -fojas ciento cincuenta y cuatro-, se declaró cerrado el debate y suspendió la
audiencia para la expedición y lectura de la sentencia de vista para el veintisiete de junio de
dos mil catorce.
3.2. Elevados el auto a esta Suprema Instancia y cumplido el respectivo trámite de traslado,
esta Sala de Casación mediante auto de calificación del veintiséis de febrero de dos mil quince
-fojas cuarenta y cinco del cuadernillo formado en este Tribunal Supremo- declaró bien concedido
el recurso de casación interpuesta por el encausado Alexis Gamarra Palomino por la causal
excepcional referida al desarrollo de la doctrina jurisprudencial, respecto al contenido del
artículo cuatrocientos veinticinco, apartado tres, literal b) referida a la condena del absuelto
e inobservancia de las normas legales de carácter procesal y demos normas procesales.
3.4. Deliberada la causa en secreto y votada con arreglo a ley, esta Sala Suprema cumple
con emitir la presente sentencia de casación, cuya lectura en audiencia pública se realiza por
la Secretaria de la Sala el veintiuno de octubre de dos mil quince, a las ocho horas con treinta
minutos de la mañana.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
4.3. Sin embargo, conforme lo establece el artículo cincuenta y cinco de nuestra Constitución:
“Los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional”, y en su cuarta
Disposición y Transitoria, prescribe que “Las normas relativas a los derechos y a las libertades
que la Constitución reconoce se interpretan de conformidad con la Declaración Universal de Derechos
Humanos y con los tratados y acuerdos internaciones sobre las mismas materias ratificados por el Perú”.
Perspectiva normativa desde la cual es posible afirmar que el contenido del principio de
la pluralidad de la instancia, regulado así por nuestra Constitución, está integrado con lo
establecido por el artículo catorce, inciso quinto, del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (PIDCP) por cuanto al respecto establece que “Toda persona declarada
culpable de un delito tendrá derecho a que el fallo condenatorio y la pena que se haya impuesto sean
sometidos a un Tribunal Superior, conforme a lo prescrito por la ley”; y lo fijado en el artículo ocho
de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en cuanto sostiene que “Toda persona tiene
derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos
que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley”.
4.4. A lo expuesto en líneas arriba emerge con claridad que específicamente en materia
criminal el principio de la pluralidad de instancia despliega su mayor alcance garantista,
exigiendo más allá de cuál sea la configuración del sistema impugnatorio interno de cada
país que una decisión condenatoria tenga siempre la posibilidad de ser revisadas por un
Tribunal jerárquico superior al que la emitió.
1 Expediente Nº 4235-2010-PHC/TC
h) de la CADH se establece con el fin de que sentencia condenatoria sea revisada por un
Tribunal jerárquicamente superior, así se trate de una condena impuesta en única, primera o
segunda instancia, añadió que para el derecho internacional de los derechos humanos es
irrelevante la denominación o el nombre con el que se designe a este recurso, lo importante
es que cumpla con determinados estándares. En primer lugar, debe proceder antes que la
sentencia adquiera calidad de cosa juzgada y debe ser resuelto en un plazo razonable, es
decir, debe ser oportuno. Asimismo, debe ser un recurso eficaz, es decir, debe dar resultados o
respuestas al fin para el cual fue concebido, esto es, evitar la consolidación de una situación
de injusticia.
4.7. Por otro lado, nuestro ordenamiento jurídico señala en el artículo cuatrocientos
veinticinco, apartado dos, del Código Procesal Penal, que “La Sala Penal Superior sólo valora
independientemente la prueba actuada en la audiencia de apelación, y las pruebas pericial, documento,
pre constituida y anticipada. La Sala Penal Superior no puede otorgar diferente valor probatorio a la
prueba personal que fue objeto de inmediación por el Juez de primera instancia, salvo que su valor
probatorio sea cuestionada por una prueba actuada en segunda instancia”.
4.9. De lo antes expuesto, tenemos que el derecho a recurrir al fallo es una garantía esencial
en el marco del debido proceso, en aras de permitir que una sentencia adversa pueda ser
revisada por un Juez o Tribunal distinto y de superior jerarquía a efectos de otorgar la
posibilidad de una revisión íntegra del fallo condenatorio brindando de esta manera mayor
seguridad y tutela a los derechos del condenado; en consecuencia, la condena del absuelto,
habilitado por las normas procesales no es per se incompatible con la Constitución Política
del Estado.
que previamente había sido absuelta; asimismo, se solicita se convoque a Sala Plena para
adicionar un artículo al rubro del sistema de recursos que habilite el medio impugnatorio de
carácter ordinario que dé lugar a la intervención de dicho órgano.
4.13. Asimismo, la Sentencia de Casación 385-2013 San Martín, se afianzaron las posturas
anteriores, respecto a que una decisión condenatoria debía tener la posibilidad de ser
revisada por un Tribunal jerárquico superior al que lo emitió, enfatizando las facultades
de la Sala Penal Superior, en cuanto a la actuación de nueva prueba en vía de apelación;
asimismo, en la línea interpretativa de que como Estado Parte de la Organización de las
Naciones Unidas - ONU y suscribientes del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
estamos obligados a cumplir con dichos instrumentos de protección de derechos humanos,
razón por la cual se consideró que para no emitir una condena en instancia única se debe
habilitar la revisión del fallo en otra instancia.
4.14. Además, uno de los últimos pronunciamientos sobre este tema específico, lo recoge
la Sentencia de Casación N° 194-2014 Ancash, en el proceso seguido contra Mohamed Raúl
Salazar Eugenio, por delito contra la administración pública, en su modalidad de peculado,
en agravio del Estado, por el cual se precisa que existen pronunciamientos previos
concluyendo que no está en debate si condenar en segunda instancia es posible, sino que
dicha condena pueda tener a su disposición un recurso devolutivo, donde el juzgador tenga
facultadas amplias de control. En consecuencia, debido a que es el recurso de apelación el
medio habilitado para dicho fin, al descartar que dicha posibilidad la satisfice el recurso de
casación, reitera la necesidad de crear Salas Revisoras; por lo que, se concluye que ante la
ausencia hasta la fecha de un órgano jurisdiccional capaz de revisar la condena del absuelto,
la consecuencia jurídica que se desencadena es la nulidad.
4.15. Con lo anterior expuesto, se concluye que si bien esta Sala Suprema tiene mayor jerarquía
y rango que la Sala Penal de Apelaciones, siendo por tal razón un órgano judicial distinto;
sin embargo, esta máxima instancia judicial no tiene competencia para poder realizar una
revisión integral, independientemente de la denominación que se le pueda dar al recurso, ya
que su competencia resolutiva está limitada producto de la interposición y fundamentación
del recurso extraordinario de la casación penal, no siendo este último recurso uno de carácter
eficaz para el caso en concreto por limitarse al análisis de los aspectos formales y legales de
la sentencia expedida, esto es, de control de constitucionalidad y de legalidad, así como
de unificación jurisprudencial.
4.16. Asimismo, bajo la línea jurisprudencial anotado y con el objeto de garantizar el derecho
a impugnar el fallo -toda vez que con ello se protege el derecho de defensa en la medida que otorga
la posibilidad de interponer un recurso para evitar que quede firme una decisión adoptada en un
procedimiento viciado-, mientras no se implemente ninguna de las propuestas dadas por este
Supremo Tribunal -Órgano jurisdiccional capaz de revisor la condena del absuelto-, corresponde
anular el fallo condenatorio dictado en primera y segunda instancia para que si en un nuevo
juicio se le encontrara culpable del delito imputado, tenga la posibilidad de impugnar la
sentencia condenatoria por medio de un recurso de apelación.
5.2. Por tanto, conforme los fundamentos precedentes, la falta de un presupuesto procesal
de existencia impone la anulación de todo el proceso hasta el juicio oral de primera instancia.
De este modo, si el procesado es encontrado responsable del ilícito penal que se le imputa, esa
sentencia condenatoria podrá ser revisada por un tribunal superior con facultades amplias
de control mediante la apelación del fallo condenatorio, respetando de esta manera sus
derechos fundamentales.
DECISIÓN
II. CASARON las sentencias: i) de primera instancia de fojas cincuenta y dos, del doce de
setiembre de dos mil trece en el extremo que absolvió a Alexis Gamarra Palomino por el
delito contra la fe pública, en la modalidad de uso de documento falso, en agravio del Estado;
y ii) la sentencia de segunda instancia, de fojas ciento cincuenta y nueve, del veintisiete de
junio de dos mil catorce, en el extremo que revocó la apelada que lo absolvió del delito
contra la fe pública en la modalidad de uso de documento falso, en agravio del Estado; y,
reformándola lo condenó como autor del delito contra la fe pública en la modalidad de
uso de documento falso, en agravio del Estado, representado por el Procurador Público del
Poder Judicial, y Simón Máximo Cahui Rivero, imponiéndole dos años de pena privativa de
libertad, suspendida a un año y seis meses.
III. ORDENARON la realización de un nuevo juicio oral por un juzgado distinto del que dictó
la sentencia anulada.
IV. ESTABLECIERON como doctrina jurisprudencial los puntos 4.15 y 4.16 de la presente
Ejecutoria Suprema. Se publique en el diario oficial “El Peruano”, conforme al inciso tres del
artículo cuatrocientos treinta y tres del Código Procesal Penal.
V. MANDARON que la presente sentencia casatoria se lea en audiencia pública por la Secretaría
de esta Suprema Sala Penal; y, acto seguido, se notifique a todas las partes apersonadas a
la Instancia, incluso a las no recurrentes. Cumplidos estos trámites se devuelva el proceso al
órgano jurisdiccional de origen; y se archive el cuaderno de casación en esta Corte Suprema.
S.S
VILLA STEIN
RODRIGUEZ TINEO
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
LOLI BONILLA
SUMILLA:
I.- INTRODUCCIÓN
1.- La “condena del absuelto” es uno de los aspectos más controvertidos que trae
consigo el proceso penal peruano, puesto que la situación de la persona que ha sido
absuelta en primera instancia y posteriormente condenada en segunda instancia,
dada la configuración de nuestro ordenamiento jurídico, pone en cuestión la vigencia
de principios y derechos fundamentales que componen el debido proceso, como los
de pluralidad de instancias, plazo razonable y derecho defensa.
1 Abogado. Doctor y Magíster en Derecho por la Universidad de Múnich de Alemania. Profesor en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad de San Martín
de Porres. Socio del Estudio Pariona Abogados – Especialistas en Derecho Penal.
3.- En las líneas que siguen se presentan algunas consideraciones sobre la problemática
de la condena del absuelto y la Casación Nº 454-2014-Arequipa a la luz de los fines
del proceso y las garantías constitucionales que lo envuelven.
4.- La sentencia casatoria in comento fue emitida en el marco del proceso penal que
se siguió contra Alexis Gamarra Palomino a quien se absolvió en primera instancia
y se le condenó en segunda por la comisión del delito contra la fe pública, en la
modalidad de uso de documento falso, previsto en el segundo párrafo del artículo
427° del Código Penal.
5.- El juicio de primera instancia, llevado a cabo ante el Juzgado Penal Unipersonal
de Cerro Colorado de la Corte Superior de Justicia de Arequipa, concluyó con una
sentencia absolutoria. Contra dicha sentencia el Ministerio Público interpuso recurso
de apelación.
9.- Por otro lado, en el marco de esta decisión, la Corte Suprema estableció como doctrina
jurisprudencial los fundamentos jurídicos 4.15 y 4.16 de la Ejecutoria, a saber:
«4.15. Con lo anterior expuesto, se concluye que si bien esta Sala Suprema tiene
mayor jerarquía y rango que la Sala Penal de Apelaciones, siendo por tal razón
un órgano judicial distinto; sin embargo, esta máxima instancia judicial no tiene
competencia para poder realizar una revisión integral, independientemente
de la denominación que se le pueda dar al recurso, ya que su competencia
resolutiva está limitada producto de la interposición y fundamentación del
recurso extraordinario de la casación penal, no siendo este último recurso
uno de carácter eficaz para el caso en concreto por limitarse al análisis de los
aspectos formales y legales de la sentencia expedida, esto es, de control de
constitucionalidad y de legalidad, así como de unificación jurisprudencial».
12.- En la Casación comentada, se señala que la Corte Suprema, pese a tener mayor
jerarquía y rango que la Sala Penal de Apelaciones, no tiene competencia para poder
realizar una revisión integral de la sentencia de segunda instancia, y, por tanto, la
casación no puede ser un recurso de carácter eficaz para resolver la problemática de
la condena del absuelto (Fundamento N° 4.15).
Lo afirmado por la Corte Suprema es correcto, toda vez que el recurso de casación al
constituirse como un medio impugnatorio extraordinario apunta a un control questio
iuris, es decir, de las cuestiones jurídicas, no permitiendo un control total e integral de
la sentencia recurrida (por ejemplo nueva valoración de pruebas). Más aún, porque
mediante la casación se busca la correcta interpretación de la norma (nomofilaxis),
que permita la uniformidad de los pronunciamientos judiciales (unificación de la
jurisprudencia).
13.- La Corte Suprema señala, además, que en tanto no se implementen sus propuestas
(dadas en anteriores pronunciamientos que están orientadas a la necesidad de
implementar una sala que tenga competencia para revisar las condenas de los
absueltos), lo adecuado es anular los dos fallos, es decir, los fallos dictados en primera
y segunda instancia. Según la Corte Suprema, esto permitiría que si en un nuevo
juicio se encontrara culpable al acusado, este tenga la posibilidad de impugnar la
sentencia condenatoria por medio de un recurso de apelación. (Fundamento 4.16).
La solución dada por la Corte Suprema es correcta, sin embargo, resulta insuficiente.
En efecto, si bien con esta medida se estaría tutelando el derecho del condenado por
primera vez en segunda instancia a recurrir la sentencia que lo encuentre culpable
posibilitando, luego de la anulación de las sentencias, un nuevo pronunciamiento de
primera instancia por un nuevo juzgado, sin embargo, el problema que justamente
14.- Esta situación -de dilación del proceso debido a las reiteradas declaraciones de
nulidad- que posibilitaba el art 301 del Código de Procedimientos Penales, fue
justamente la que motivo que en la nueva ley procesal se introdujera la posibilidad de
la condena del absuelto. Lamentablemente, la ley no contempló la implementación
de un mecanismo procesal para posibilitar la revisión de este tipo de sentencias,
situación que ha generado un peligro para la plena vigencia de algunas garantías
procesales. Por ello, ante este escenario, y más allá de la solución “momentánea”
presentada por la Corte Suprema, se hace necesario impulsar una reforma legislativa
orientada a resolver definitivamente el problema.
Sin embargo, si se atiende a los principios procesales y a las ideas políticas que
orientaron la reforma procesal penal, no es viable una apelación ante la Corte
Suprema. En primer lugar, porque supondría la desnaturalización de los cometidos
de la Corte Suprema que debería limitarse a la revisión de las sentencias expedidas
en segunda instancia cuando estas son planteadas mediante recurso de casación a
efectos de cumplir con su fin nomofiláctico y de uniformización de la jurisprudencia.
En segundo lugar, esta propuesta también va en contra de la idea de hacer excepcional
la intervención de la Corte Suprema. Si se habilita una apelación suprema la carga
procesal de esta Corte se incrementaría aún más, pues a la actualidad la Corte
Suprema ya tiene una carga procesal proveniente de la revisión de casaciones,
juzgados y salas para altos funcionarios, además de los Recursos de Nulidad en
virtud de las competencias que emanan del Código de Procedimientos Penales. En tal
medida, adicionar a la Corte Suprema la competencia de revisar las sentencias donde
se ha producido una condena del absuelto, supondría una sobrecarga procesal que
afectaría aún más la celeridad procesal de esta alta instancia.
16.- Según nuestra opinión, una reforma legislativa orientada a resolver esta
problemática, debería partir de las siguientes consideraciones: Primero, no se debería
habilitar mayores competencias a la Corte Suprema, por el contrario, se debe
resguardar sus funciones actuales (de nomofilaxis y unificación de la jurisprudencia),
evitando la sobrecarga procesal. Segundo, la Corte Suprema no debería conocer de
recursos de apelación que posibilitenun re-examen de hecho y de derecho, por el
riesgo que supone de convertir a la Corte Suprema en una instancia ordinaria más.
Tercero, cualquier solución que se presente, debe evitar en absoluto la intervención
de la Corte Suprema, por las razones ya expuestas, pero, además, porque si la Corte
Suprema interviene en la apelación…¿cómo así podría intervenir en un recurso de
casación?, recurso que por su carácter extraordinario y formal, podría correr el riesgo
de ser desnaturalizado. Cuarto, si bien lo que se busca es garantizar la “pluralidad
de instancias”, el reconocimiento de la apelación en sede de la Corte Suprema
podría generar efectos contrarios, incluso, lesivos al mismo principio que se busca
garantizar, pues la Corte Suprema se constituiría como única instancia para conocer
no solo el fondo (en apelación), sino la casación que sobre ella se interponga, en
otras palabras, la suerte del recurrente estaría al conocimiento de una misma y
única instancia. Se presentaría el supuesto donde la Corte Suprema interviene como
tribunal de instancia y luego también como tribunal de casación, con los peligros
que esta situación supone.
17.- Considero que debería consolidarse el criterio que afirma que el tribunal de apelación
no debe encontrarse habilitado para condenar al absuelto en primera instancia.
En caso que el tribunal de apelaciones observe elementos que podría llevar a una
condena, solo debería poder anular la sentencia y ordenar un nuevo pronunciamiento
indicando la atención de los elementos que ameritan una nueva valoración por parte
de juez de primera instancia. De esta manera, el nuevo juzgamiento deberá implicar
necesariamente la absolución de los vicios procesales cuestionados, además de
integrar los elementos de prueba que ameritan nueva valoración. Sin embargo, para
evitar el problema de las nulidades reiteradas, la reforma legislativa debería limitar
el contenido de la apelación de la nueva sentencia de primera instancia para limitar
la revisión a la questio iuris, no pudiendo modificarse los hechos.
es producto de la reforma procesal penal vivida en nuestro país que intentaba así
superar el problema de la dilación del proceso debido a las reiteradas declaraciones
de nulidad en los casos donde el tribunal de segunda instancia al revisar la
sentencia absolutoria de primera instancia, consideraba que había elementos
de responsabilidad. Sin embargo, la puesta en práctica de esta posibilidad se ha
enfrentado con diversas dificultades y ha evidenciado, además, el peligro para la
plena vigencia de las garantías del debido proceso. La solución de la Corte Suprema
dada en la Casación Nº 454-2014 – Arequipa es correcta, sin embargo, no resuelve
el problema, pues deja latente la posibilidad de un círculo vicioso con una reiterada
condena del absuelto, sin límite alguno. La solución de esta problemática pasa
necesariamente por una reforma legislativa que elimine la posibilidad de la condena
del absuelto.
15
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL TRANSITORIA
CASACIÓN Nº 628-2015
LIMA
SENTENCIA DE CASACIÓN
FUNDAMENTOS DE HECHO
PRIMERO: Que tanto la Jueza del Tercer Juzgado Penal Especializado de Lima cuanto la
Sala Penal de Apelaciones de Lima declararon probado que el encausado Aparicio Nosselli
cometió el delito de negociación incompatible y, como tal, le impusieron la pena y reparación
indicadas en el introito de esta Ejecutoria.
Cabe destacar que se condenó igualmente por el referido delito a Raúl Emilio Del Solar Portal
como autor y a Luis Felipe Izaguirre Uribe como cómplice primario. De otro lado, se absolvió
cuatro funcionarios de Banmant del cargo de autoría del aludido delito y a dos extraneus del
cargo de complicidad primaria.
SEGUNDO: Que los hechos declarados probados, en segunda instancia –que son los que
sustentan, desde la perspectiva jurídica, el recurso de casación materia de examen de fondo-,
son los siguientes:
B. Tres días después, el veinte de enero de dos mil cinco, el sentenciado Del Solar Portal,
Gerente de Inversiones y Colocaciones, emitió el Memorando número ciento dos
guión cero cinco guión GIC, con el visto bueno del Jefe del Departamento de Riesgos
del Banco de Materiales -en adelante Banmat- dirigido al encausado recurrente
Aparicio Nosselli, que tenía como asunto “Modificaciones al Procedimiento del
Programa de Vivienda Básica a través de Promotor Inmobiliario”.
D. Todos lo realizado dio lugar a que el cuatro de abril de dos mil cinco se apruebe el
Procedimiento “Programa de Vivienda Básica a través de Promotor Inmobiliario”
con Código P guión cero cero tres guión cero tres diagonal GT. El encausado
Aparicio Mosselli aprobó dicho procedimiento.
F. De otro lado, el acusado Aparicio Mosselli dispuso que el Jefe de Imagen Luis Sigler
Flores proporcione al Consorcio Los Álamos el logo de Banmat para sus impresos
de promoción. Ello ocurrió en marzo de dos mil cinco.
G. El veintiocho de junio de dos mil cinco, mediante Memorando número cinco nueve
dos guión cero cinco guión GICk, Roberto Mc. Farlane Vidal, Gerente de Inversiones y
Colocaciones, por encargo del Gerente General, convocó al Comité de Colocaciones
para el mismo día a las cinco de la tarde a fin de evaluar y aprobar la solicitud
de financiamiento planteada por Consorcio Los Álamos, en relación al referido
Proyecto. En esa fecha, a través del Acta del Comité de Colocaciones número cero
cuatro guión cero cinco, se aprobó el financiamiento del Programa de Construcción
del citado Proyecto, en la modalidad de promotor inmobiliario, hasta por la suma
de diecisiete millones cuatrocientos veinticinco mil sesenta soles, y se dispuso que
la Gerencia General suscriba el convenio de financiamiento correspondiente. Los
titulares del terreno en cuestión eran el Banco de Crédito y el Banco Financiero, con
los que las empresas Contratistas La Unión Sociedad Anónima y R&G Contratistas
–integrantes del Consorcio Los Álamos- con fecha uno de marzo de dos mil cinco
formalizaron un acuerdo preparatorio de venta del terreno, en el que se estipula
que Banmat financiera esa adquisición.
H. Sobre esa base fáctica, se estimó que está acreditado el interés indebido de los
funcionarios de Banmat a favor de Consorcio Los Álamos. El interés indebido
se consideró probado porque se inició desde el proceso de contratación con la
presentación del citado Proyecto en la Mesa de Partes de Banmat el día trece de
mayo de dos mil cinco. La materialización de este interés tuvo como antecedente
las tratativas previas de intervención e injerencia (reuniones, comunicaciones por
correo electrónico, actos de promoción, etcétera).
TERCERO: Que contra la sentencia de vista interpusieron recurso de casación Jorge Ricardo
Aparicio Mosselli, Raúl Emilio Del Solar Portal y Luis Felipe Izaguirre Uribe.
Si bien el Tribunal Superior concedió el recurso de casación de dos de los imputados, como
aparece de la resolución de fojas seiscientos treinta y seis, de tres de agosto de dos mil quince,
este Tribunal Supremo, en la estación procesal correspondiente, con arreglo al artículo
430º apartado 6 del Nuevo Código Procesal Penal, solo aceptó el recurso de casación del
encausado Aparicio Mosselli, según el auto de fojas ciento cincuenta y uno, de veinte de
noviembre de dos mil quince -del cuadernillo de casación-.
CUARTO: Que, si se toma en cuenta el recurso de casación del encausado Aparicio Mosselli
de fojas quinientos cuarenta y siete, de veintiuno de julio de dos mil quince, en concordancia
con lo expresamente aceptado de sus términos por el auto supremo de fojas ciento cincuenta
y uno, de veinte de noviembre de dos mil quince, lo que es materia de dilucidación en sede
casacional es lo que a continuación se expone:
QUINTO: Que instruidas las partes de la admisión del recurso de nulidad, materia de la
resolución anterior, se profirió el decreto de fojas doscientos setenta y uno, de ocho de abril
de dos mil dieciséis, que señaló fecha para la audiencia de casación el día veintiocho de abril
último.
SEXTO: Que realizada la audiencia de casación con la intervención del abogado defensor
del acusado, el señor Fiscal Adjunto Supremo y el abogado de la Procuraduría Pública
Especializada en delitos de corrupción de funcionarios, según el acta adjunta, se celebró
inmediatamente la deliberación de la causa en sesión secreta. Procedida, tras la deliberación,
a la votación respectiva, corresponde dictar la sentencia casatoria pertinente, cuya lectura se
programó en la fecha.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
No existe, pues, motivación en sí, sino aquella referida básicamente a un tipo legal, a sus
exigencias normativas y al juicio de adecuación típica, entre otros. Los hechos que deben
probarse, en un primer ámbito, son aquellos que exige la norma jurídico penal para estimar
el hecho penalmente antijurídico y culpable.
TERCERO: Que, en el caso de autos, según la sentencia de vista, se arribó a una conclusión
condenatoria a partir de prueba indirecta, circunstancial o indiciaria -no medió confesión o
una declaración de un delator o colaborador que exprese haber sido testigo de actuaciones
indebidas, interesadas, de funcionarios de Banmat en coordinación y para favorecimiento
del Consorcio Los Álamos en orden al financiamiento solicitado y posteriormente obtenido
por aquél-. Esto último implica que se estimó acreditados hechos circundantes al hecho
principal o típico -los denominados “hechos indicadores, hechos base o indicios”-, que a partir
de una inferencia -sustentada en máximas de experiencia y/o leyes de la lógica- se arribó al
“hecho indicado o hecho consecuencia”, constitutivo este último propiamente del tipo legal
de negociación incompatible o aprovechamiento indebido del cargo.
En materia de prueba indiciaria, para que la conclusión incriminatoria pueda ser tenida por
válida es preciso: 1. Que los hechos indicadores o hechos-base sean varios y viertan sobre
el hecho objeto de imputación o nuclear -deben estar, por lo demás, interrelacionados y
ser convergentes: deben reforzarse entre sí y ser periféricos o concomitantes con el hecho
a probar-. 2. Que los indicios estén probatoriamente bien y definitivamente acreditados. 3.
Que la inferencia realizada a partir de aquéllos, por su suficiencia, sea racional, fundada
en máximas de experiencia fiables -entre los hechos indicadores y su consecuencia, el
hecho indicado, debe existir una armonía que descarte toda irracionalidad de modo que la
deducción pueda considerarse lógica: el enlace ha de ser preciso y directo-. 4. Que cuente
con motivación suficiente, en cuya virtud el órgano jurisdiccional deberá expresar en la
motivación los grandes hitos o líneas que lo condujeron a la deducción conforme al artículo
158º apartado 3 del Nuevo Código Procesal Penal -tiene que exteriorizar los hechos que están
acreditados, o indicios, y sobre todo que explicite el razonamiento o engarce lógico entre el
hecho base y el hecho consecuencia y, finalmente, que este razonamiento esté asentado en
las reglas del criterio humano o en las reglas de experiencia común o en una comprensión
razonable de la realidad normalmente vivida y apreciada conforme a los criterios colectivos
vigentes (STCE ciento veinticuatro diagonal dos mil uno, de cuatro de junio)-.
A los efectos del presente caso, y del motivo de casación aceptado, es especialmente
importante tanto el sub-punto tercero como el cuarto.
SEXTO: Que, sobre este punto, la sentencia de vista apreció que el interés indebido de Del
Solar Portal y Aparicio Mosselli se produjo cuando se interesaron en el Proyecto Los Álamos
de forma previa a la presentación del Proyecto en el Banmat, ocurrida el día trece de mayo
de dos mil cinco. De esta manera, según el Tribunal Superior, indebidamente permitieron que
el Proyecto “Los Álamos” usara el logotipo del Banmat en su material impreso de promoción
como entidad financista, así como el logotipo del Ministerio de Vivienda, Construcción y
Saneamiento, lo que tuvo lugar el día veintiuno de marzo de dos mil cinco. Igualmente,
el interés indebido se expresó en el hecho de que, a través del Gerente de Inversiones y
Colocaciones, Roberto Mc Farlane Vidal, se convocó al Comité de Colocaciones para evaluar
y aprobar, el día veintiocho de junio de dos mil cinco, la solicitud de financiamiento planteada
por la empresa Consorcio Los Álamos.
El interés indebido se articuló desde antes que el proyecto ingresó a la Mesa de Partes de
Banmat, el trece de mayo de dos mil cinco. Además, en un primer momento Banmat, cuyo
objetivo institucional era otorgar créditos bajo la modalidad de construcción de viviendas a
personas de escasos recursos a promotores privados, tenía establecido que los promotores
debían ser propietarios del terreno donde se iba a realizar el proyecto de construcción de
viviendas (Procedimiento P guión cero cero tres guión cero tres diagonal GT) –el acuerdo
del Directorio de Banmat número veintiocho guión cero cinco guión cero dos, de diecinueve
de marzo de dos mil dos, así lo establecía-. Esa condición, empero, se modificó el cuatro de
abril de dos mil cinco para que Banmat también financie al promotor la adquisición del
terreno –el inicio del procedimiento de modificación tuvo lugar el seis de enero de dos mil
cinco cuando Del Solar Portal solicitó la modificación de las condiciones generales para el
otorgamiento de financiamiento por Banmat-.
SÉPTIMO: Que los hechos indiciarios, indicadores o base, respecto de los cuales no existe
controversia, son: 1. La autorización para figurar el logo de Banmat y del Ministerio de
A partir de estos hechos se entendió que medió un interés indebido en provecho del Consorcio
Los Álamos para otorgarle la aprobación de su proyecto de construcción de viviendas. Se
aplicó máximas de experiencia, generales o comunes, en cuya virtud si se realizan conductas
de coordinación o, en todo caso, de concertación con los promotores antes de la presentación
formal de un proyecto de financiamiento, variando el procedimiento de otorgamiento de
créditos y autorizando la utilización de logos oficiales para la difusión del proyecto, su
carácter indebido resulta manifiesto.
El tema en debate es entonces, primero, ¿son esos todos los indicios terminantes para una
tal conclusión incriminatoria?; y, segundo, ¿son esas las máximas de experiencia a las que
debió acudir?
OCTAVO: Que, al respecto, es importante tener presente que la sentencia de primera instancia
estableció que no se probó: 1. Que el imputado Aparicio Mosselli ordenara la modificación del
Procedimiento P guión cero cero tres guión cero tres guión GT para incluir en él la posibilidad
de financiamiento del terreno en proyectos inmobiliarios. 2. Que dicho encausado se interesó
directamente en la aprobación por el Comité de Colocaciones del proyecto inmobiliario del
Consorcio Los Álamos, obviando el cumplimiento de una serie de requisitos previos. 3. Que el
referido acusado se interesó directamente en firmar las adendas uno, dos y tres del Convenio
de Financiamiento entre el Banmat y el Consorcio Los Álamos.
El fallo de primera instancia solo resaltó las gestiones previas a la aprobación del proyecto,
incluso antes de la presentación formal de la solicitud de financiamiento, las que estimaron
indebidas y significativas de una negociación incompatible con la imparcialidad y objetividad
en la actuación de un funcionarios público.
del Comité de Colocaciones el veintiocho de junio de dos mil cinco, aunque es verdad que
la orden de agendarlo para la sesión del Comité, la realización de la sesión del Comité y la
aprobación ocurrió en un mismo día: veintiocho de junio de dos mil cinco –aunque el convenio
se firmó el once de julio de dos mil cinco-. 3. Que los pasos para modificar el Procedimiento
del “Programa de Vivienda Básica a través de Promotor Inmobiliario” se iniciaron el seis de
enero de dos mil cinco y culminaron con la efectiva reforma el cuatro de abril de dos mil
cinco –antes de la fecha de presentación formal del Proyecto de Vivienda Los Álamos (trece
de mayo de dos mil cinco)-, aunque con anterioridad a la intervención del Banmat en la
celebración del acuerdo preparatorio de compromiso de compra venta del terreno donde se
realizaría el Proyecto de Vivienda –celebrado el día uno de marzo de dos mil cinco-. 4. Que
la autorización para la utilización del logo institucional se produjo el veintiuno de marzo de
dos mil cinco, después de la celebración del acuerdo preparatorio con los Bancos de Crédito y
Financiero y antes de la presentación formal del Proyecto por parte de Consorcio Los Álamos
ante el Banmat.
DÉCIMO: Que, ahora bien, es de precisar que en materia de hechos declarados probados y
no probados en primera instancia, si la sentencia no es absolutoria y no observa o cuestiona
sus términos el Ministerio Público, no cabe al Tribunal de Apelación declarar probados
hechos que fueron excluidos del factum condenatorio por el Tribunal de Primera Instancia.
El juicio histórico del fallo condenatorio recurrido, salvo observaciones puntuales de la
Fiscalía actuante en ese grado, o de error patente, de mero carácter material, o que revelen
ambigüedad o contradicción interna evidente, del órgano jurisdiccional en el relato fáctico,
no puede ser ampliado en lo esencial para incorporar lo que el Tribunal de Primera Instancia
excluyó desde la questio facti.
De otro lado, el Procedimiento del Banmat exigía por parte del promotor privado la
presentación de la solicitud de financiamiento con el cumplimiento de los requisitos fijados;
y, para su concreción –tratándose de una entidad financiera-, era obvio reuniones previas y
coordinaciones constantes entre el promotor y los responsables del Banmat, precisamente
para garantizar que los documentos solicitados no presenten omisiones y contengan todas la
pautas legal y financieramente exigibles. Por lo demás, si era del caso financiar la adquisición
del terreno, el vendedor –dueño del bien- debía asegurar el pago y el Banmat tener firme que
ese terreno se utilizaría para el proyecto y que estaba garantizada la operación de compra-
venta.
DÉCIMO SEGUNDO: Que Banmat es, como quedó expuesto, una entidad financiera. El
financiamiento de proyectos de vivienda tiene sus propias reglas y pautas de gestión;
no se está, en estos casos, ante un proyecto de inversión pública o una licitación para la
adquisición o venta de bienes o servicios por la Administración. El banco debía cumplir sus
metas de colocaciones y financiar proyectos de vivienda de acuerdo a su objeto social. Los
responsables del mismo debían procurar el interés de la institución y el cumplimiento de
los fines públicos o de política social del Estado, luego, no toda reunión o entrevista, previa
a la presentación formal de la documentación, puede tildarse de indebida. Lo será cuando
vulnere sus disposiciones internas, no cuida la corrección de la documentación aportada
por el promotor, se financien proyectos distintos de los fijados institucionalmente, se prefiera
proyectos deficientes en desmedro de otros social y financieramente inadecuado, que por
falta de cuidado o por omisión dolosa se incorporó documentación falsa o deficiente o que
no se incorporó la necesaria información o estudios técnicos para asegurar la viabilidad de la
colocación de fondos, que la ejecución del convenio se interrumpió con perjuicio al Banmat
y que éste quedase imposibilitado de recuperar su acreencia, que existió algún vínculo
mercantil precedente entre los integrantes del Consorcio y los responsables del Banmat.
DÉCIMO TERCERO: Que es verdad que se autorizó, con carácter previo, la utilización del
logo institucional para la difusión de un proyecto de vivienda aún no aprobado, así como
que, antes de formalizar el cambio del procedimiento de otorgamiento de financiamiento,
mediaron reuniones previas con el Banco de Crédito y el Banco Financiero para garantizar el
financiamiento de la adquisición de terreno por parte de Consorcio Los Álamos.
DÉCIMO CUARTO: Que, en consecuencia, los indicios no son lo plural y convergentes para
dar por acreditados los cargos objetos de acusación, delimitados en por la sentencia de
primera instancia, y las máximas de experiencia utilizadas no son las que debían aplicarse
en supuestos de actividades financieras y del sector construcción. Existen, además,
contraindicios no tenidos en cuenta y hechos que en segunda instancia se dieron por probados
cuando en primera instancia se excluyeron por falta de pruebas. Todo ello hace que el juicio
de culpabilidad no se corresponda con las exigencias normativas en materia de reglas de
prueba penal en relación con los elementos del tipo legal de negociación incompatible. La
motivación no es suficiente y el juicio de razonabilidad en orden a la inferencia no supera
el baremo de lo constitucionalmente exigible para justificar que, en efecto, se enervó la
presunción constitucional de inocencia.
Siendo así, la conclusión debe ser absolutoria y hacerlo sin reenvío –juicios rescindete y
rescisorio-. Si las exigencias de la prueba indiciaria no se han cumplido procede la absolución,
no la nulidad del fallo.
El efecto extensivo en lo favorable del recurso de casación para los encausados no recurrentes
-o, por extensión, cuyo recurso fue desestimado por razones formales- se encuentra
contemplado en el artículo 408º numeral 1 del Nuevo Código Procesal Penal.
DECISIÓN
S.S.
SAN MARTÍN CASTRO
BARRIOS ALVARADO
HINOSTROZA PARIACHI
PRÍNCIPE TRUJILLO
NEYRA FLORES
S.S.
SAN MARTÍN CASTRO
BARRIOS ALVARADO
HINOSTROZA PARIACHI
PRÍNCIPE TRUJILLO
NEYRA FLORES
SUMILLA:
I.- El deber de motivación. II.- Motivación y prueba indiciaria. III.- Indicios base plurales. IV.-
Interrelación indiciaria. V.- La Casación N° 628-2015/Lima. VI.- Evaluación de los indicios.
VII.- La Tipicidad Supuesta. VIII.- La Unicausalidad.
I. EL DEBER DE MOTIVACIÓN
En cualquier Estado de Derecho, los funcionarios públicos resultan obligados a motivar sus
pronunciamientos y decisiones, para el efecto de desterrar la arbitrariedad, en relación a
otros servidores públicos o ciudadanos particulares, sobre los cuales recaen esas decisiones.
Los jueces, es decir las autoridades que imparten justicia, en tanto terceros ajenos a las partes,
respecto cualquier conflicto jurídico, resultan sumamente obligados a motivar sus decisiones
y, más aún, las que ponen fin al conflicto. Entre nosotros tal es un mandato constitucional1.
Entre todos los jueces, los de la especialidad penal, son los que más pueden afectar a las
personas en sus derechos fundamentales y, por ende, sus pronunciamientos y decisiones,
deben ser especialmente razonados y motivados.
Ahora bien, toda resolución de fondo, sabemos que debe ser especialmente elaborada en
su motivación y sin menoscabo de las sentencias absolutorias, en tanto pronunciamiento
final de un juez, diríamos que una sentencia condenatoria, debería ser muy rigurosamente
motivada.
1 Artículo 139 de la Constitución vigente, inciso 5: “La motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas las
instancias, excepto los decretos de mero trámite, con mención expresa de la ley aplicable y de los fundamentos
de hecho en que se sustentan.”
Lo referido debemos recalcarlo a partir de la idea que la prueba indiciaria2 no es algo que
se percibe de modo claro y concluyente ab initio, sino que constituye una elaboración de
la inteligencia a partir de elementos indirectos al hecho que se pretende explicar, en su
producción y autoría.
Por tanto, la probanza a través de indicios, obliga a realizar un trabajo del entendimiento,
especialmente detallista y pormenorizado, que debe ofrecerse al auditorio jurídico mediante
una debida motivación, en la que se explicite de modo convincente el razonamiento efectuado
para lograr la conclusión.
Respecto aquello que se motiva3, bien cierto es que resulta parecido en cualquier sentencia
condenatoria. Ello es así puesto que se motivan los hechos probados, en cuanto la realidad
del ilícito penal, también la interpretación y aplicación de las normas que rigen al injusto
penal y lo que atañe a la culpabilidad, la medición de la pena, la imputación civil y la
reparación.
En realidad, puede advertirse que, en los casos de condenas hay coincidencias en la exigencia
de motivación cuando se logró reunir prueba directa o prueba indirecta, en todos los niveles
o rubros mencionados; pero, la exigencia para el segundo caso, se hará a nivel de la prueba
del hecho ilícito y de la que vincule la autoría.
Lo referido es así, puesto que lo usual es que los primeros hechos, que deben probarse son
aquellos que exige la norma jurídico penal para estimar la producción del hecho antijurídico
o culpable. En principio, sin que necesariamente se indique al autor.
El conocimiento del hecho delictivo, generalmente, precede al conocimiento del autor del
mismo. Respecto tal hecho, solo debe quedar claro, inicialmente, que aquél es obra de
2 “También llamada indirecta, circunstancial o conjetural, es aquella que se dirige a demostrar la certeza de unos
hechos (indicios) que no son constitutivos del delito objeto de acusación, pero de los que, a través de la lógica
y de las reglas de experiencia, pueden inferirse los hechos delictivos y la participación del acusado; que ha
de motivarse en función de un nexo causal y coherente entre los hechos probados –indicios- y el que se trate
de probar –delito-. Rives Seva, Antonio Pablo, Director. Colaboradores: Manuel Marchena Gómez, Antonio del
Moral García, Jaime Moreno Verdejo, Pablo Lanzarote Martínez. La Prueba en el Proceso Penal. Editorial Aranzadi
S.A., 2008, p. 233.
3 “El derecho a la debida motivación de las resoluciones importa pues que los órganos judiciales expresen las
razones o justificaciones objetivas que la llevan a tomar una determinada decisión. Esa razones, por lo demás,
pueden y deben provenir no sólo del ordenamiento jurídico vigente y aplicable al caso, sino de los propios
hechos debidamente acreditados en el trámite del proceso.” Exp. N° 03433-2013-PA/TC Lima, Servicios Postales
del Perú, Fundamento 4.4.3
una persona humana. Así, un robo, un homicidio, una falsificación, quedan materialmente
delineados como delitos, antes de conocerse al autor.
Entonces se dice que, en el caso de la prueba indiciaria, debe especialmente darse un esfuerzo
para vulnerar la presunción de inocencia y, ello se hace a partir del razonamiento realizado,
que se expresará como motivación.
Por ende, bien se dice que se debe tomar un triple control: juicio sobre la prueba, juicio sobre
la suficiencia y juicio sobre la motivación y su razonabilidad.
De ser así, se habrá aquilatado la suficiencia de lo reunido como para atribuir la autoría y
declararlo así.
La casación, tuvo una motivación razonable, como es que se concreten las reglas para que se
pudiera tener por configurada la prueba indiciaria.
Así, el hecho es que en lo teórico, para que exista la probanza por indicios, se tienen que dar
ciertas condiciones que vienen a ser: la presencia de datos, que puedan servir de indicios
base, una vez que pueda dárseles por debidamente probados, es decir que no exista duda de
su concreción.
4 “En el caso examinado, el TC, en la fundamentación de la sentencia impugnada, después de afirmar que la
prueba indiciaria o conjetural es muy valiosa y perfectamente valorable, con tal que entre el hecho acreditado
y el que se trata de probar haya el enlace preciso y directo, según las reglas del criterio humano a que se
refiere el artículo 1253 del Código Civil, se limita a enumerar las diligencias de prueba que obran en la causa,
practicadas tanto en la fase sumarial como en el juicio oral. Prescinde por completo de su contenido exculpatorio
o inculpatorio, incluyendo diligencias de contenido intrascendente; no indica qué hechos pueden calificarse de
indicios ni analiza si están suficientemente probados, ya que no cabe construir certezas sobre la base de simples
probabilidades y, finalmente, no hace referencia alguna al proceso mental –que ha de ser razonado- que le habría
permitido apreciar la existencia del enlace preciso y directo que el propio Tribunal se refiere, conduciéndole a
estimar probados los hechos constitutivos del delito y, en consecuencia, a considerar desvirtuada la presunción
de inocencia.
En consecuencia, al no haber verificado el TC si la prueba indiciaria en la que se basa la sentencia condenatoria
satisfacía o no las exigencias constitucionales, es preciso concluir que se ha vulnerado el art. 24.2 de la
constitución.” Sentencia del Tribunal Constitucional 229/1988, de 1 de diciembre de 1988, FJ 1, BOE 23-12-88).
Pastor Alcoy, Francisco; Prueba de Indicios, credibilidad del acusado y presunción de inocencia; Tirant Lo Blanch,
“Abogacía Práctica”, Valencia, 2003, p. 112 y 113.
5 En La Biblia, en el Libro I De los Reyes (3: 16 al 28), se trata del Juicio de Salomón, narrándose que dos mujeres
se disputaban a un niño. Salomón manda partir al niño en dos y entregará al mismo a la mujer que renunció
a él, con tal que no le quitaran la vida. Salomón en tal caso, con su acto de violencia, generó las respuestas de
ambas: tales fueron los indicios y a uno de ellos aplicó una regla de la experiencia: el sacrificio que es capaz de
realizar una madre verdadera, por el bien de su hijo. Del otro lado, la respuesta fue, exactamente lo contrario.
En otras palabras, no podemos hablar de un solo indicio base, que pueda generar una
prueba indiciaria, sino que tienen que presentarse varios indicios consolidados como bases
y, además, tales indicios deben de ser de distinta especie y, por ende, solo sumados aquellos
se tendrá la prueba indiciaria.
Obvio será, además, que cada uno de tales indicios deben vincularse al hecho ilícito penal y
al imputado, vinculándolos en una situación temporal y espacial que podría ser a modo de
antecedente, concomitancia o posterioridad.
Precisamente, se ha establecido que sólo de modo excepcional, un solo indicio base podría
configurar la prueba indiciaria. Tal podría ser el caso de un examen de ADN, en un caso de
violación sexual, cuando el presunto autor negara los hechos.
En tal caso, tenemos un indicio de excepcional fuerza probatoria; pero, lo normal en casos de
prueba indiciaria es que los indicios base deben de ser varios, es decir plurales.
Los indicios deben ser coincidentes al vincular una sola persona o conjunto de personas en su
presunta autoría; siendo por ello que se dice que deben ser convergentes y coherentes (a ello
se llama interrelación indiciaria) e independientes entre ellos.
En tal sentido, si existiera que uno o más indicios de los que fueran base apuntaran hacia
otra persona, ello generará en favor de la primera, un contraindicio, y la divergencia de
los indicios, generará en favor de ambos, contraindicios atendibles, que impedirán que se
configure la prueba indiciaria, en contra de cualquiera de ellas.
Solo cuando los indicios base, se interrelacionen en todas sus posibilidades de modo
coincidente, será que podrá desarrollarse la inferencia, que es el razonamiento deductivo,
capaz de concluir válidamente el vínculo causal y la autoría del imputado.
Así quedará razonablemente motivada la sentencia, en contra del imputado, lo que será
examinado como juicio de razonabilidad.
Ello eliminó la duda y generó certeza. La situación exhibe una gran fuerza de convicción en virtud que la regla de
la experiencia es conocida y aceptada.
En tal caso, cabe recalcar, como se dice en la casación en comento, lo cual es doblemente
válido para la probanza por indicios, que: “no existe, pues, motivación en sí, sino aquella
referida básicamente a un tipo legal, a sus exigencias normativas y al juicio de adecuación
típica, entre otros.”
V. LA CASACIÓN N° 628-2015/LIMA
El favorecimiento consistió en que financiaron su proyecto y para establecer ello, dieron por
acreditados hechos indirectos que presuntamente sirvieron para configurar una negociación
incompatible6 o aprovechamiento indebido del cargo.
La Sala, para tener por probados los hechos, debía razonar los hechos que vinculaban a
los imputados con el ilícito, debiendo exponer los hechos base encontrados, mencionar los
vínculos de aquellos con el ilícito penal y los imputados.
Para ello, se deben exteriorizar o exhibir en la motivación los engarces lógicos, bajo el criterio
humano o a partir de reglas de la experiencia o leyes científicas.
En el caso examinado, se precian los siguientes hechos respecto los cuales puede decirse
que son indicios base: 1. La autorización para que figure el logo de Banmat y del Ministerio
de Vivienda en los folletos y comunicaciones de difusión y propaganda del consorcio Los
6 En el artículo 399 del Código Penal, en la Negociación Incompatible, se indica: “El funcionario o servidor público
que indebidamente en forma directa o indirecta o por acto simulado se interesa, en provecho propio o de tercero,
por cualquier contrato u operación en que interviene por razón de su cargo, será reprimido con pena privativa de
la libertad no menor de cuatro ni mayor de seis años e inhabilitación conforme a los incisos 1 y 2 del artículo 36
del Código Penal y con ciento ochenta a trescientos sesenta y cinco días-multa.” Por lo genérico de la figura, hay
autores que indican que para la comisión del ilícito penal no se requiere necesariamente hacer algo contrario
al desempeño del cargo ni realizar en sí mismo alguna concertación ni la existencia del perjuicio, tal refiere
Salinas Siccha, Ramiro, Delitos Contra la Administración Pública, Editorial Grijley, Lima, 2015, p. 565 citando a
José Luis Castillo Alva, quien a su vez, cita a Luzón Peña, Manuel, en “El Delito de Negociación Incompatible”, en
Cuestiones actuales del sistema penal –Crisis y desafíos-, Ara Editores, Lima, 2008, p. 565.
La pregunta es si los indicios mencionados pueden tenerse como indicios de diferente especie,
los cuales se pudieran tener como indicios base y considerarlos plurales, para seguidamente
analizarlos en su coherencia, concordancia y coincidencia.
También se debería examinar el criterio que les distinguió o las máximas de la experiencia
apreciadas y la razonabilidad de la inferencia y su conclusión.
Adicionalmente, en el caso concreto, la sala superior incurrió en un grave error, por cuanto
habiendo sido condenatoria la sentencia de primera instancia y habiendo excluido ciertos
hechos, al no declararlos probados, de la questio facti; y sin que la fiscalía observara ello,
no cabía que el superior los incorporase, como materia de pronunciamiento, lo cual se hizo.
En ese último sentido, la sentencia de primera instancia estableció que no se probaron tres
cosas: 1. Que el imputado recurrente ordenara la modificación del procedimiento, para
incluir en él, la posibilidad de financiar el terreno para proyectos inmobiliarios. 2. Que el
mismo imputado recurrente se interesó en la aprobación por el Comité de Colocaciones del
proyecto inmobiliario del consorcio Los Alamos, obviando el cumplimiento de requisitos.
3. Que el mismo recurrente se interesó directamente en financiar adendas del Convenio
de Financiamiento. El fallo de primera instancia solo resaltó las gestiones previas a la
apropiación del proyecto y las estimó indebidas y significativas de negociación incompatible.
Como es de verse, de lo apuntado hasta ahora, la sala superior no desarrolló una debida
motivación, por lo siguiente:
d) La “inusual” aprobación del proyecto, no resulta ser un indicio base, pues se dio en el
tiempo, luego de un procedimiento que tampoco fue tan veloz y hubiera requerido de
comprobación; pero, no se había consolidado en tal condición. Es decir, hubo apresuramiento
y confusión en el manejo de tal prueba.
e) La autorización previa, para el uso del logo institucional y la difusión cierto es que no
suele ser lo normal y quizá adecuado; pero, tampoco se revela por sí mismo irregular y
debe indicarse que, en tal momento de ceder al logo, ya se había adelantado un acuerdo
preparatorio.
En todo caso, los citados no bastaban para ser indicios bases del delito. Así pues, no existieron
indicios de diferente tipo o naturaleza que se les pudiera sumar y entender como base
suficiente cada uno.
En el presente caso, se advierte que el mismo hecho delictivo resulta discutido, en cuanto sus
elementos componentes, lo que impide que se pueda decir, inclusive, que hubiera insuficiencia
probatoria, pues el trabajo, desde un comienzo debió intentar configurar primero el hecho
ilícito.
En los casos de prueba mediante indicios, queda claro que lo que ha de demostrarse no es
exactamente la tipicidad que se hace evidente mediante elementos de convicción. Ya hemos
visto que una violación queda demostrada por encontrarse semen y el ADN del imputado en
la vagina de la agraviada, siendo evidente que ello mismo no reproduce la tipicidad de una
violación; pero, se le supone.
Así pues, apreciamos que la tipicidad es supuesta, lo que se condice con lo afirmado por
Javier Sánchez-Vera: “…la prueba de indicios entendida en un sentido clásico trata de
demostrar la certeza de unos hechos (o indicios) que no son los constitutivos del delito (no
son los elementos típicos), pero de los que se entiende que deberían inferirse éstos mediante
un razonamiento basado en el nexo lógico y normativo existente entre los hechos probados
-los indicios-, los hechos típicos, y todos ellos entre sí.”7
También se dice: “La actividad probatoria indiciaria recae, por definición, no sobre los hechos
directamente determinantes de la responsabilidad criminal, sino sobre otros, a partir de los
cuales y mediante un razonamiento lógico puede establecerse la existencia de aquellos.”8
En tal sentido, en la motivación, deben exhibirse y detallarse los indicios a partir de los cuales
se realiza la inferencia, vale decir el salto expreso desde los indicios hacia los elementos
típicos suficientes como para dar por acreditada la comisión del ilícito y su autoría.
Los hechos que se han de presumir, lo han de ser a nivel de certeza, lo cual tiene, evidentemente,
una máxima exigencia, que debe ser satisfecha y exhibida como parte de la motivación, en
cuanto una tipicidad suficiente. Lo que cabe descartar de modo obligado es la ambigüedad
o duda, pues ello impide generar la deducción.
VIII. LA UNICAUSALIDAD
En la probanza por indicios, resulta sumamente relevante para construir la prueba y tiene
que ser parte de la motivación que se exhiba, que un hecho solo pueda haber sido originado
por una causa y no por otra o cualquiera de varias causas indistintamente o un grupo de
algunas en combinación. Las últimas situaciones quitan peso y significado al indicio.
Por lo dicho se dice: “Cuanto más seguro resulte que, según las máximas de la experiencia
correspondientes, un efecto tenga solo una causa, o una causa solo un efecto, más fuerte
será el indicio. Al contrario, cuanto más sencillo sea que un efecto tenga otra u otras causas
distintas al delito (pudo ser sangre porque se manchó al tratar de ayudar), o que una causa
tenga otro u otros efectos no necesariamente delictivos (pudo pedir dinero prestado a un
amigo), menor valor –más debilidad- tendrán esos respectivos pretendidos indicios.”9
7 Sánchez – Vera Gómez – Trelles, Javier; Variaciones sobre la presunción de inocencia. Análisis funcional desde
el derecho penal. Ediciones jurídicas y sociales S.A.; Marcial Pons, Madrid, 2012, p. 67
8 Ovejero Puente, Ana María; Constitución y Derecho a la Presunción de Inocencia; Tirant Lo Blanch, Valencia,
2006, p. 84.
9 Sánchez – Vera; ob. Cit., p. 68.
“El hecho presunto -idea o representación mental-, en este caso y, es una hipótesis que explica
satisfactoriamente los hechos percibidos -indicios- . Dicho de otra manera, nos encontramos
ante una inferencia que supone pasar de una determinada evidencia a una explicación que le
confiere sentido. El hecho pasado u oculto, para nosotros hecho presunto, es explicativo del
hecho observado o percibido, en tanto en cuanto, existe una conexión decisiva entre ambos,
de tal modo que si el hecho pasado u oculto fuera cierto, sería totalmente comprensible y
razonable la presencia del hecho observado o percibido.”10
Lo mismo sucede con la cesión del logo, que prima facie, no puede ser atribuido a un acto ilícito
sin más posibilidad explicatoria. Lo mismo sucede con la modificación del procedimiento de
actuación de los órganos ejecutivos del Banmat en cuanto la única causa atribuible, no era
la ilicitud penal. En todos estos casos eran fórmulas abiertas que no obedecían a indicios
únicos identificables.
10 Miranda Vásquez, Carlos de; La Prueba indiciaria: ¿Deducción? ¿Inducción? ¿Abducción? ¿O inferencia a la mejor
explicación?, artículo en Prueba y Razonamiento Probatorio en Derecho. Debates sobre abducción. Juan Antonio
García Amado y Pablo Raúl Bononino, coordinadores. Editorial Comares, Granada, 2014, p. 199.
16
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL TRANSITORIA
CASACIÓN Nº 631-2015
AREQUIPA
SUMILLA:
Los criterios que el Juez debe tener en cuenta para determinar
el peligro de fuga están vinculados al arraigo, el mismo que
tiene tres dimensiones: 1) La posesión, 2) el arraigo familiar
y 3) el arraigo laboral. De presentarse estas circunstancias,
desincentivan la fuga del imputado. Otro criterio relevante
del peligro de fuga está relacionado con la moralidad del
imputado, esto es, la carencia de antecedentes. La pena
podrá ser relevante, pero si no constan elementos de
convicción respecto del peligrosismo procesal no es posible
dictar automáticamente una medida de coerción personal
de prisión preventiva. Asumir un peligro de fuga por la sola
condición de extranjero del imputado importaría un acto
discriminatorio por razón de la nacionalidad.
SENTENCIA DE CASACIÓN
FUNDAMENTOS DE HECHO
PRIMERO: Que por Disposición Fiscal de fojas ciento siete, del doce de junio de dos mil quince,
complementada por Disposición Fiscal de fojas ciento cincuenta, del siete de agosto de dos
mil quince -del cuaderno de casación-, el Fiscal Supraprovincial Corporativo Especializado
en Delitos de corrupción de funcionarios formalizó investigación preparatoria contra veinte
personas, entre funcionarios del Gobierno Regional de Arequipa y miembros de empresas
privadas, por delito de colusión agravada en agravio del Estado.
SEGUNDO: Que mediante requerimiento fiscal de fojas una, del doce de junio de dos mil
quince, solicitó al Juez de Investigación Preparatoria de Paucarpata dicte mandato de prisión
preventiva contra el encausado Carlos Ríos Sánchez.
El citado Juez de la Investigación Preparatoria por auto de fojas setenta y nueve, del catorce
de junio de dos mil quince, previa audiencia, estimó parcialmente la prisión preventiva por el
plazo de seis meses. Contra esa decisión recurrieron en apelación tanto la Fiscalía Provincial
cuanto el imputado Ríos Sánchez.
TERCERO: Que la Sala Penal Superior por auto de vista de fojas doscientos setenta y nueve,
del nueve de julio de dos mil quince, confirmando en un extremo y revocando en otro el
auto de primera instancia estimó la medida de prisión preventiva pero por el plazo de nueve
meses.
CUARTO: Que el encausado Ríos Sánchez interpuso recurso de casación por escrito de
fojas trescientos veintinueve, del veintitrés de julio de dos mil quince, bajo los motivos de
infracción de precepto constitucional: principio de legalidad penal: artículo 2º.24, literal d),
de la Constitución, y de infracción de la garantía de motivación: artículo 139º, apartado 5,
de la Constitución.
Concedido el recurso de casación por auto de fojas trescientos cuarenta y seis, del treinta de
julio de dos mil quince, se elevó el cuaderno a este Supremo Tribunal con fecha treinta y uno
de agosto de dos mil quince.
QUINTO: Que cumplido el trámite de traslados a las partes recurridas, este Tribunal de
Casación por Ejecutoria Suprema de fojas setenta y ocho, del seis de noviembre de dos mil
quince, solo admitió a trámite el citado recurso por las causales de inobservancia de precepto
procesal y quebrantamiento de la garantía de motivación (artículo 429º, apartados 4 y 2, del
Nuevo Código Procesal Penal).
SÉPTIMO: Que deliberada la causa en secreto y votada el mismo día, este Supremo Tribunal
cumplió con pronunciar la presente sentencia de casación señalándose para la audiencia de
lectura de la misma el día de la fecha.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO: Que, conforme ha sido establecido por la Ejecutoria Suprema de fojas setenta y
ocho del cuaderno de casación, del seis de noviembre de dos mil quince, los únicos motivos
de casación admitidos son inobservancia de precepto procesal y quebrantamiento de la
garantía de motivación. Al respecto, la defensa del encausado Ríos Sánchez en su recurso
formalizado denuncia que medió una motivación aparente acerca del “peligro de fuga” en
relación a los factores que lo determinan y a las razones para aumentar el plazo concreto de
la prisión preventiva.
A. A pesar de que el imputado tiene esposa y dos hijos con residencia en el país, la
vinculación con su país natal: España, y con familiares cercanos que habitan allí,
además del intenso movimiento migratorio que tiene, determinan la facilidad no
solo de salir del país, sino de instalarse en otro.
B. La gravedad de la pena no es suficiente para concluir peligro de fuga. Para el
concreto caso se valoró la facilidad de rehuir a la justicia y la magnitud del daño
causado.
C. Para aumentar el plazo de prisión preventiva, de seis a nueve meses, se limitó
a mencionar que la prisión preventiva no es un adelanto de pena, no tiene por
finalidad generar escarmiento en el investigado, sino únicamente asegurar su
presencia al proceso.
TERCERO: Que el análisis del recurso se centra en los alcances que tiene la norma
procesal respecto de la acreditación y sentido interpretativo del peligro de fuga en orden,
fundamentalmente, al arraigo, esto es, cómo ha de interpretarse el peligro de fuga y qué
lineamientos de acreditación es del caso asumir y cómo aplicarlos en un caso concreto.
Cabe desde ya afirmar que se trata de una circunstancia que rige para la determinación
del riesgo de fuga. En buena cuenta, se trata de datos que la experiencia acredita como
significativos de un mayor o menor peligro, pero datos que abstractamente considerados
nada significan. No se erigen en criterios automáticos que deban ser considerado o valorado
judicialmente al margen de su concurrencia efectiva en el caso concreto, sino meramente
indicativos, nunca vinculantes y han de valorarse de modo individualizado [ASENCIO
MELLADO, JOSÉ MARÍA: Derecho Procesal Penal, Tirant lo Blanch, Valencia, dos mil ocho,
página ciento noventa y dos].
Dentro de los criterios que el Juez debe tener en cuenta para determinar el peligro de fuga
están aquellos vinculados a la situación personal, familiar y económica del imputado,
conocido como ‘arraigo’ -que tiene esencialmente un carácter objetivo, y ni puede afirmarse
con criterios abstractos, sino debe analizarse conforme al caso concreto- (artículo 269º del
Nuevo Código Procesal Penal). El arraigo debe ser entendido como el establecimiento de
una persona en un lugar por su vinculación con otras personas o cosas. El arraigo tiene
tres dimensiones: 1) La posesión, 2) el arraigo familiar y 3) el arraigo laboral. El primero
se refiere a la existencia de un domicilio conocido o de bienes propios situados dentro del
ámbito de alcance de la justicia. El segundo se circunscribe al lugar de residencia de aquellas
personas que tienen lazos familiares con el imputado. El tercero se expresa en la capacidad
de subsistencia del imputado, que debe provenir de un trabajo desarrollado en el país. Todo
ello, visto en su conjunto, acreditaría el establecimiento de una persona en un determinado
lugar. Es claro que estas circunstancias de arraigo de presentarse, desincentivan la fuga del
imputado [DEL RIO LABARTHE, GONZALO: La Prisión Preventiva en la Jurisprudencia del
Tribunal Constitucional. En: Temas penales en la Jurisprudencia del Tribunal Constitucional.
Anuario de Derecho Penal, Lima, dos mil ocho, página noventa y siete]
QUINTO: Que, analizando el caso concreto, está acreditado que el imputado Ríos Sánchez
tiene esposa e hijos con residencia en Perú, y registra actividad laboral conocida, razón de ser
de su presencia en el país. No se trata, por lo demás, de un accionista, administrador -cuando
los hechos- o gerente de la empresa EPYSA-PERÚ, cuyo poder económico y contactos en el
exterior podrían indicar la probabilidad de alejarse del país.
No cabe duda, por tanto, que el imputado tiene arraigo. Los autos de primera instancia y de
vista así lo acreditan. Sin embargo, fundamentan el peligro de fuga en dos aspectos: i) la
vinculación del imputado a su país natal: España, con presencia de familiares cercanos que
hacen viable la posibilidad de abandonar el país, y ii) el intenso movimiento migratorio, que
facilitaría la posibilidad de salir del país.
SEXTO: Que es cierto que los alcances del arraigo en el país también pueden valorarse
desde los lazos familiares que el imputado mantiene en el exterior, más aún si es extranjero,
situación que le permitiría abandonar el país y refugiarse en su localidad de origen cuando
advierte riesgo para sí. Sin embargo, esta situación tiene que ser apreciada caso por caso.
Si se tiene en cuenta que prima facie está consolidado el arraigo del imputado, pues vive en
el país, tiene estatus de residente, su familia nuclear está con él y su centro de labores es una
empresa residenciada en el Perú, sólo podría afirmarse la persistencia del riesgo de fuga si
se toma en consideración otros datos que permitan concluir razonablemente que se alejaría
de la justicia peruana para evitar su procesamiento, enjuiciamiento y, en su caso, la condena
correspondiente.
Estos factores concurrentes deben ser evaluados con suma atención desde que un
acercamiento genérico al problema, asumiendo un peligro de fuga por la sola condición de
extranjero del imputado, importaría un acto discriminatorio por razón de la nacionalidad.
En efecto, cuando se acredite indubitablemente que un procesado extranjero tiene arraigo
en el país, ello permite entender un riesgo menor de peligro de fuga, salvo que conste
razonablemente otros datos de ese orden que vislumbren un sólido riesgo fundado de fuga.
SÉPTIMO: Que un criterio tomado en cuenta para determinar el peligro de fuga fue el intenso
movimiento migratorio del imputado Ríos Sánchez, aunque se trata de viajes por motivos
laborales, vinculados a su labor profesional, de corto alcance y de regreso inmediato al Perú.
Al respecto, la Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos del diez de noviembre
de mil novecientos sesenta y nueve, recaída en el Asunto Stögmüller contra Austria,
estableció que la simple posibilidad o facilidad que tiene el procesado para pasar la frontera
no implica peligro de fuga. De esta forma, no puede estimarse el peligro de fuga en función a
los diversos viajes fuera del país que puede realizar un imputado extranjero o peruano.
No es concluyente, por tanto, los pocos o muchos viajes que un encausado realice al
extranjero. Lo que determina un fundado peligro de fuga es que un imputado no tenga
arraigo laboral, familiar o laboral y tenga contactos en el exterior que le permitan alejarse
del país, a la vez que, concurrentemente, consten otros datos derivados de la naturaleza del
hecho y de la gravedad de la pena -el monto de la pena, tampoco debe ser examinado en
forma aislada, sino debe ser considerado en relación con otras circunstancias, tales como
(i) el comportamiento del imputado durante el procedimiento o en otro posterior, en la
medida que indique su voluntad de someterse a la persecución penal, (ii) la personalidad
del imputado y/o (iii) sus relaciones privadas (sus vínculos familiares, laborales) [LLOBET
RODRÍGUEZ, JAVIER: obra citada, páginas trescientos ochenta y ocho guión trescientos
ochenta y nueve-].
NOVENO: Que otros criterios relevantes del riesgo de fuga, que no cabe presumirlo, están
en relación a la moralidad del imputado, las acusaciones personales y del caso. Éste
carece de antecedentes -así lo han reconocido los autos de mérito-, no huyó al iniciarse las
diligencias preliminares e, incluso, ya abierta éste viajó y regresó al país para someterse al
procedimiento de investigación. No existe otro dato que permita advertir un riesgo de fuga
razonable. La pena podrá ser relevante, pero si no constan elementos de convicción respecto
del peligrosismo procesal no es posible dictar automáticamente una medida de coerción
personal de prisión preventiva.
DÉCIMO PRIMERO: Que es de tener en cuenta que el auto de primera instancia dispuso la
prisión preventiva de Ríos Sánchez por el plazo de seis meses, que a la fecha ya venció -está
preso desde el catorce de junio último-. Ante la ausencia de un presupuesto material de la
prisión preventiva, solo cabe dictar en su reemplazo el mandato de comparecencia y disponer
su inmediata libertad. La privación de libertad sufrida, por su extensión, también impide la
medida de coerción personal de impedimento de salida (véase artículo 296º, apartado 2), del
Nuevo Código Procesal Penal).
DECISIÓN
SS.
SAN MARTÍN CASTRO
PRADO SALDARRIAGA
SALAS ARENAS
BARRIOS ALVARADO
PRÍNCIPE TRUJILLO
SUMILLA:
En el ámbito de las medidas cautelares personales del proceso penal, el arraigo es el criterio
más utilizado, y quizá por eso, el más importante en la valoración del peligro de fuga. Más
que un criterio, acoge un conjunto de nociones de vital importancia para la evaluación
de la relación del imputado con el lugar donde se tramita el proceso. La Casación N°
631-2015-Arequipa es un precedente fundamental para entender el arraigo, sobre todo en el
contexto de la condición de un imputado extranjero. En estos casos no solo es indispensable
valorar las facilidades para abandonar el país o permanecer oculto, también es necesario
analizar el arraigo familiar y domiciliario; que, en el contexto de un ciudadano extranjero,
presentan características especiales.
1. INTRODUCCIÓN
Así lo demuestra un estudio realizado por IDL, que demuestra que el 88% del total de
argumentos utilizados (en una evaluación de 138 casos) en el requerimiento de prisión
preventiva del Ministerio Público, se justifica en el peligro de fuga; y que el 92.5% del total
de argumentos utilizados por la defensa del imputado, constituyen descargos destinados
a descartarlo. Con el resultado de que en el 87% de los casos en los que se aplica la prisión
preventiva, el argumento central de la justificación, es el peligro de fuga.2
específica en el marco del pronóstico del peligro procesal, porque su fortaleza o debilidad
depende totalmente del análisis del caso específico; y, 3) debe ser consecuencia de un debate
procesal en la audiencia de aplicación de la prisión preventiva, con plena contradicción de
las partes.
En el ámbito del peligro de fuga, el CPP establece criterios específicos para su evaluación.
El art. 269 describe en forma expresa, los criterios que el Juez podrá valorar, individual o
conjuntamente, para determinar la existencia de ese peligro. Si bien estos no son criterios
taxativos, constituyen una guía importante para que la jurisdicción pueda utilizar índices
específicos, a fin de justificar una medida tan grave como la prisión preventiva. Entre ellos, el
primer criterio desarrollado por el CPP es el arraigo, que constituye el objeto de este trabajo.
Como paso previo al análisis de los argumentos dispuestos por la Corte Suprema en relación
al arraigo, lo primero que debe señalarse es que no es este un concepto o criterio que pueda
interpretarse en forma unívoca. En realidad, describe un conjunto de factores que deben ser
apreciados en forma conjunta. El art. 269.1 CPP describe los componentes del arraigo en el
país, que podemos identificar en cuatro elementos que presentan distintas características:
El imputado en esta causa, interpuso recurso de Casación bajo los motivos de infracción a
los preceptos constitucionales de legalidad penal (art. 2.24.d) y de la garantía de motivación
de las resoluciones judiciales (139.5). Se trata de un funcionario extranjero de una empresa
residenciada en el Perú, incluido en una Investigación Preparatoria seguida ante la Fiscalía
Supraprovincial Especializada en Delitos de Corrupción de funcionarios, por la supuesta
comisión del delito de Colusión Agravada en agravio del Estado.
El punto central de la resolución impugnada, radica en el hecho que se está ante hecho
grave y que la relación que el imputado mantiene con su país de origen (España), permite
establecer la existencia de un peligro de fuga que sólo puede neutralizarse a partir de la
aplicación de la prisión preventiva. Sin duda alguna el desarrollo más importante de la
Casación se estructura en la fundamentación del concepto de arraigo, cuyo análisis será el
punto central de nuestra exposición.
La Corte Suprema establece varios criterios que es interesante debatir en este trabajo:
Como puede apreciarse, como paso previo al análisis del caso concreto, la Corte Suprema
deja claramente establecido lo que ya se ha dicho en relación a la importancia del peligro
procesal y el carácter de los criterios que lo dotan de contenido: En el caso específico del
peligro de fuga (que es lo que estamos analizando) el art. 269 describe criterios que el Juez
puede valorar, individual o conjuntamente, para determinar la existencia de este peligro.
Estos criterios son de naturaleza enumerativa, no taxativa3.
En el mismo sentido se expresa la Circular sobre prisión preventiva elaborada por la Corte
Suprema, cuando señala que el art. 269 CPP constituye el desarrollo de una guía flexible o
abierta para que la jurisdicción pueda utilizar índices específicos para justificar la imposición
de la prisión preventiva. Por lo que un dato fundamental en relación a estos criterios, es
que el Juez puede incorporar a su análisis, otros criterios que justifiquen o no aconsejen la
aplicación de la prisión preventiva, siempre que respeten la Constitución, la proporcionalidad
y la razonabilidad de la decisión4.
La mención que realiza la Corte, si bien no es relevante en la solución del caso específico,
constituye un pronunciamiento del máximo tribunal en un aspecto fundamental, determinar
que el art. 269 no agota (porque no puede) todos los criterios que pueden ser utilizados en el
ámbito de la evaluación del peligro procesal. Sin que ello desde luego signifique que, cualquier
criterio que se utilice, no esté circunscrito a un estricto análisis de constitucionalidad, que
también debe incorporar los criterios de proporcionalidad y razonabilidad en la justificación
de la decisión.
3 Vid. Del Río Labarthe Gonzalo. Prisión Preventiva y Medidas Alternativas, Instituto Pacífico, 2015, p. 195.
4 Resolución Administrativa N° 325-2011-P-PJ, considerando tercero. Conozco y comprendo perfectamente las
opiniones de un sector de la Doctrina nacional, que cuestiona el carácter vinculante de la Circular. Sin embargo,
sigo insistiendo en que el valor de los argumentos de esta Circular no están en su naturaleza formal, sino, en los
criterios de interpretación que allí se discuten. Los que por cierto podemos seguir debatiendo y cuestionado, a
partir de su fuerza argumentativa y su adecuación a una interpretación válida de nuestro ordenamiento jurídico.
Sobre todo cuando aporta al debate de las instituciones procesales.
El arraigo familiar, en cambio, se refiere al domicilio de las personas con las que el imputado
sostiene lazos familiares. Pero este criterio no debe ser analizado en forma aislada, es
necesario evaluarlo conjuntamente con las condiciones personales del imputado, por
ejemplo, no es necesario que los familiares vivan con el imputado, porque puede existir
arraigo familiar cuando el pariente, a pesar de no vivir bajo el mismo techo, depende de él
para su subsistencia. En este contexto, es fundamental evaluar la edad del pariente y su nivel
de autonomía en torno a su capacidad de subsistencia. Cobran especial relevancia en este
análisis, los hijos menores de edad, sobre todo los recién nacidos, y la estricta situación de
dependencia que existe en el caso específico.
En el sentido opuesto, resta valor en los análisis del arraigo familiar, los parientes con plena
autonomía, mayores de edad que no dependen del imputado para subsistir. Y nótese que
esto es así, porque si bien también resulta fundamental constatar -en el ámbito del análisis
de la proporcionalidad de la medida en sentido estricto- los otros valores en conflicto
-unidad familiar, protección de menores de edad, etc.-, en el ámbito del peligro de fuga lo
fundamental es revisar la “vocación” de fuga de un imputado. Evaluar como el asiento de
la familia (es el criterio que utiliza el art. 269) y la relación específica con el núcleo familiar
del imputado, incide o puede incidir, en la perspectiva del riesgo de fuga. Una persona con
un hijo recién nacido, con hijos en la etapa escolar o con familiares que dependen de él para
subsistencia (es perfectamente posible adecuar también este criterio a personas de la tercera
5 Vid. Del Río Labarthe Gonzalo. Prisión Preventiva y Medidas Alternativas, Instituto Pacífico, 2015, p. 152.
edad o parientes enfermos), representa un riesgo menor de fuga, que alguien que carece de
lazos familiares en este contexto.
Ahora bien, llama la atención que esté considerando no incluya lo que en estricto constituye
la “cuarta dimensión” del arraigo: las facilidades para abandonar el país o permanecer oculto.
Y llama la atención, fundamentalmente, porque termina siendo un criterio fundamental en
la propia Casación, al evaluar (como luego veremos) las conexiones con su país natal y el
intenso tráfico migratorio. En efecto, en este cuarto elemento es indispensable evaluar la
conexión del imputado con otros países, entendida como la relación con personas residentes
en el extranjero y los medios económicos que resultan de vital importancia para evaluar su
capacidad de huida. “Al respecto, el TEDH ha sostenido que la simple posibilidad o facilidad
que tiene el acusado para pasar la frontera, no implica el peligro de fuga, se requiere la
concurrencia de unas circunstancias, especialmente la pena grave que se prevé, o la singular
oposición del acusado a la detención, o la falta de arraigo sólido en el país; que permitan
suponer que las consecuencias y riesgos de la fuga, le parecerán un mal menor que la
continuidad del encarcelamiento”8.
6 Gutiérrez De Cabiedes, Pablo. La prisión provisional. Thomson Aranzadi, Navarra, 2004, p. 152.
7 Caso Letellier, Sentencia del 26 de junio de 1991, párr. 41.
8 Caso Stögmuller, 27 de junio de 1968, párr. 88.
No cabe duda por tanto, que el imputado tiene arraigo. Los autos de
primera instancia y de vista así lo acreditan. Sin embargo, fundamentan
el peligro de fuga en dos aspectos: i) la vinculación del imputado con su
país natal España, con presencia de familiares cercanos que hacen viable
la posibilidad de abandonar el país, y, ii) el intenso movimiento migratorio,
que facilitaría la posibilidad de salir del país.
La Casación acude a un análisis “estático”: “el imputado tiene arraigo”. Este tipo de
razonamiento, cuando estamos frente a un componente dinámico como el arraigo, no es
necesariamente el ideal. Así lo demuestra la Circular sobre prisión preventiva elaborada
por la Corte Suprema, cuando señala que más que valorarse la existencia o inexistencia de
arraigo, lo que se evalúa es la calidad: “Las expresiones existencia o inexistencia de arraigo,
son enunciados que requieren serios controles en el plano lógico y experimental. Toda
persona, incluso un indigente, tiene algún tipo de arraigo, por lo que el punto nodal está
en establecer, cuándo el arraigo -medido en términos cualitativos (calidad de arraigo)-
descarta la aplicación de la prisión preventiva”9.
Tal razonamiento traslada el debate a una estructura normativa de “todo o nada”, perdiendo
de vista que esta situación en realidad responde a la evaluación de un peligro futuro, de
un pronóstico en el que abundan una pluralidad de factores, los cuales sin duda aportan
elementos a favor y en contra de un concepto plural, de muy difícil concreción en el caso
específico.
4) “Que es cierto que los alcances del arraigo en el país también pueden
valorarse desde los lazos familiares que el imputado mantiene en el exterior,
más aún si es extranjero, situación que le permitiría abandonar el país y
refugiarse en su localidad de origen cuando advierte riesgo para sí. Sin
embargo esta situación tiene que ser apreciada caso por caso. Si se tiene en
cuenta que prima facie está consolidado el arraigo del imputado, pues vive
en el país, tiene estatus de residente, su familia nuclear está con él y su centro
de labores es una empresa residenciada en el Perú, solo podría afirmarse
la persistencia del peligro de fuga si se toma en consideración otros datos
que permitan concluir razonablemente que se alejaría de la justicia peruana
para evitar su procesamiento, enjuiciamiento y, en su caso, la condena
correspondiente. Estos factores concurrentes deben ser evaluados con suma
atención desde que un acercamiento genérico al problema, asumiendo un
peligro de fuga por la sola condición de extranjero del imputado, importaría
un acto discriminatorio por razón de su nacionalidad. En efecto, cuando se
acredite indubitablemente que un procesado extranjero tiene arraigo en el
país, ello permite entender un riesgo menor de peligro de fuga, salvo que
conste razonablemente otros datos de ese orden que vislumbren un sólido
riesgo fundado de fuga”.
Más allá que se insista en reconocer la “existencia” de un arraigo, prima facie, que descarto
como opción; la decisión en este caso es correcta. Porque lo que en realidad existe, es una
ponderación de todas las circunstancias en el caso específico, que arrojan un arraigo de
suficiente calidad para comprender que es posible neutralizar el peligro procesal a través de
una comparecencia con restricciones (que es lo que establece en la decisión), sin necesidad
de acudir a la prisión preventiva.
migratorio y las condiciones en que este se expresa. Una vez más, lo determinante es que el
arraigo es un concepto dinámico, el cual exige un análisis de todas las razones consideradas
para establecer su virtualidad práctica. La Corte Suprema arriba a la conclusión que los
viajes del imputado fueron de corto alcance, y con el propósito específico de desarrollar
su actividad laboral, además, con regreso inmediato al Perú. La Corte cita incluso al caso
Stögmüller del TEDH, el cual ha establecido en un supuesto similar, que los viajes con ocasión
del trabajo, cuando son de corto tiempo y de regreso inmediato, no dan visos de un peligro
de fuga. El solo hecho de poder pasar la frontera no basta para calificar el peligro procesal.
En este caso se está ante un movimiento migratorio, que lejos de confirmar la presencia del
peligro de fuga, indica lo contrario. Un ciudadano extranjero que vive y trabaja en el Perú,
con su familia, y que regresa a este país en repetidas ocasiones; es porque tiene como eje
central de vida y residencia al Perú, no a España u otro país extranjero. El intenso movimiento
migratorio existe, pero analizadas las condiciones en las que se materializa, no existen
motivos fundados para pensar en un peligro intenso de fuga.
17
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL TRANSITORIA
CASACIÓN Nº 634-2015
LIMA
SUMILLA
Bajo lo establecido por la Convención Interamericana
contra la Corrupción, a la cual estamos suscritos y vigente
al momento de los hechos objetos de inculpación formal, se
entenderá que el gerente general de EMMSA es funcionario
público para los efectos penales; y las funciones de
regulación y servicios que desarrollaba esa empresa pública
integran la noción de servicios públicos. Siendo así este es
sujeto activo del delito de colusión; así como los cómplices.
SENTENCIA DE CASACIÓN
FUNDAMENTOS DE HECHO
artículo 425, inciso 6, del Código Penal. En tal virtud, no es necesario que la condición de
servidor o funcionario público de las empresas del Estado o Sociedades de Economía Mixta
comprendidas en la actividad empresarial del Estado, conste de manera expresa en nuestra
normatividad penal.
QUINTO: Que, por su parte, el Tribunal Superior en el auto de vista de fojas ochenta y nueve,
de cinco de agosto de dos mil quince, compartió la apreciación del Juez de Investigación
Preparatoria, así como lo sostenido por el Fiscal Superior y el Procurador Público en la
audiencia de apelación. Reitera que no resulta válido afirmar que debe comprenderse a los
trabajadores de las empresas del Estado o Sociedades de Economía Mixta como funcionarios
públicos a partir de la Ley número 30124, ya que teniéndose en cuenta el bien jurídico
tutelado en esta norma penal, concuerda con los lineamientos establecidos en las normas
internacionales antes mencionadas, las mismas que forman parte del derecho nacional, de
acuerdo con lo previsto en el artículo 55 de la Constitución Política del Estado.
SEXTO: Que si se toma en cuenta el recurso de casación del encausado Marcelo Cicconi
de fojas ciento cuatro, de veintiuno de agosto de dos mil quince, en concordancia con lo
expresamente aceptado de sus términos por la Ejecutoria Suprema de fojas cuarenta y ocho
del cuadernillo de casación, de seis de noviembre de dos mil quince, lo que es materia de
dilucidación en sede casacional es lo que a continuación se expone:
C. Como se trata de un acceso excepcional al recurso de casación por la vía del artículo
427 numeral 4, del Nuevo Código Procesal Penal, se aceptó la competencia funcional
de esta Sala de Casación para fijar el alcance de las normas internacionales en el
derecho interno.
SÉPTIMO: Que instruidas las partes de la admisión del recurso de nulidad, materia de la
resolución anterior -sin la presentación de alegato adicional alguno-, se expidió el decreto
de fojas ciento treinta y uno, de uno de junio de dos mil dieciséis, que señaló fecha para la
audiencia de casación el día diecisiete de junio último.
OCTAVO: Que realizada la audiencia de casación con la única intervención de la defensa del
recurrente Marcelo Cicconi, doctor Eduardo Alcocer Povis, según el acta adjunta, se celebró
inmediatamente la deliberación de la causa en sesión secreta. Efectuada, tras la preceptiva
deliberación, la votación respectiva y obtenido el número de votos necesarios, corresponde
dictar la sentencia casatoria pertinente, cuya lectura se programó en la fecha.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO: Que el artículo 384 del Código Penal regula el delito de colusión, en tanto delito
especial. Se trata de un tipo legal alternativo, que en los dos supuestos que contiene, el sujeto
activo es, siempre, un funcionario o servidor público.
Para efectos penales, el artículo 425 del Código Penal incorpora una relación o listado de
numerus apertus para entender los alcances penales de funcionario o servidor público,
bajo el entendido de que el concepto del funcionario público tiene un contorno propio que
reconoce la autonomía funcional del Derecho penal respecto al resto de órdenes jurídicos
especializados, como el administrativo, laboral o constitucional. Esta norma ha sido objeto
de varios cambios legislativos.
B. La Ley número 30124, de trece de diciembre de dos mil trece, estableció, en el inciso
3, de la referida norma: “Todo aquel que, independientemente del régimen laboral en que
se encuentre, mantiene vínculo laboral o contractual de cualquier naturaleza con entidades
u organismos del Estado, incluidas las empresas del Estado o sociedades de economía mixta
comprendidas en la actividad empresarial del Estado, y que en virtud de ello ejerce funciones
en dichas entidades u organismos” [subrayado nuestro].
SEGUNDO: Que, como elemento normativo, el artículo 425 del Código Penal proporciona un
listado, que progresivamente se ha precisado -no sin marchas y contramarchas-, para los
efectos de imputar responsabilidad penal, cuyo contenido esencial estriba, necesariamente,
en que el sujeto activo tiene un título, una cualidad jurídica u otra de naturaleza objetiva
-es un concepto funcional-, cifrado en la participación efectiva en la función pública, es
decir, su contribución a la función estatal -el ejercicio de la función pública, en virtud de
una designación pública-. Ello es así porque el examen de las diferentes infracciones penales
contra la Administración Pública permite afirmar, como bien jurídico protegido categorial,
los servicios que los poderes públicos han de rendir a la comunidad [ORTS BERENGUER.
ENRIQUE. Derecho Penal. Parte Especial. Tercera Edición. Valencia: Editorial Tirant lo Blanch,
1999, p.736]. Lo que aquí importa es proteger, de modo eficaz, la función pública, así como
también los intereses de la Administración en sus diferentes facetas y modos de operar (STSE
sesenta y ocho oblicua cero tres, de veintisiete de enero).
La autonomía propia de ese concepto, en sede penal, y su carácter funcional, determinó que
el artículo 425 del Código Penal contemple una forma abierta. El último numeral, en todas
las normas legales, establece: “Los demás indicados por la Constitución Política y la ley” (incisos
seis o siete, según el caso).
CUARTO: Que como el artículo 425 del Código Penal solo incorpora un listado abierto de
todos aquellos que, para efectos penales, pueden ser considerados funcionarios o servidores
públicos -es, pues, un elemento normativo-, obviamente es pertinente encontrar referencias
para su delimitación en el orden normativo solo en el cual tienen sentido, como su sustrato,
aumentando su dificultad a medida que el orden normativo de referencia es más abigarrado
[CUELLO CONTRERAS, JOAQUÍN. El Derecho Penal Español. Parte general. Tercera edición.
Madrid: Editorial Dykinson, 2002, p.559]. El elemento normativo en análisis contiene
una remisión normativa a otro precepto cuando, en su inciso seis o siete, menciona a la
Constitución y a la Ley.
Es verdad que el origen del cambio legislativo concretado en la Ley número 30124 partió del
entendimiento de que la norma anterior no comprendía expresamente a las empresas públicas
y de economía mixta en el inciso 3 del artículo 425 del Código Penal, como parecía exigirlo
la Convención Interamericana contra la Corrupción. No obstante, esa base histórica basada
en la voluntad del legislador no es de recibo, en la medida en que desde las bases mismas
del Derecho Público y Penal es admisible otra concepción que permite una comprensión más
acabada de la norma penal, en armonía con las obligaciones internacionales del Estado.
Es cierto, igualmente, reconocer esa línea reformista errática del legislador nacional, sus idas
y venidas, respecto a la actividad empresarial del Estado, pero más allá de su intento de
concretar supuestos en línea casuística, siempre admitió que había entidades, instituciones y
organismos públicos que realizaban servicios públicos, y personal que actuaba en ellos, así
como también acogió una descripción abierta de funcionario o servidor público al incorporar
en el listado a otros cargos que indicara la Constitución y la ley.
SEXTO: Que, según el artículo 55 de la Constitución, “Los tratados celebrados por el Estado
y en vigor forman parte del derecho nacional’’. La Convención Interamericana contra la
Corrupción ya estaba en vigencia cuando se produjeron los hechos objeto de inculpación
formal. Si se estima que el numeral 3 del artículo 425 del Código Penal no era aplicable
al sub lite, sí se subsumía, inevitablemente, en el numeral 6, que remitía los alcances del
término “funcionario público’’ a otros preceptos, en este caso, directamente al artículo I de
la citada Convención -ya integrada al ordenamiento nacional-. Aunque, como ha quedado
expuesto, por la propia naturaleza del bien jurídico tutelado y el entendimiento de la noción
de funcionario público como quien desarrolla un rol efectivo en la función pública, era del
caso interpretar que el inciso tercero comprendía a las empresas públicas y de economía
mixta.
Por lo demás, la mención a la aludida Convención, en tanto norma que integra el derecho
nacional, es compatible con el principio de reserva de ley, pues el concepto de funcionario
público es un elemento normativo en el ámbito de los delitos contra la Administración
Pública. No se trata de una aplicación inmediata de una cláusula incriminatoria prevista
en el ordenamiento internacional, sino de la invocación de un elemento técnico normativo
conforme con las fuentes internacionales de obligatoria observancia [CARIO CORIA, DIÑO
CARLOS. Los delitos de tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito y asociación ilícita
para delinquir. Aspectos sustantivos y procesales. Lima: Jurista Editores, 2002, p.168].
SEPTIMO: Que, en consecuencia, cabe entender que el encausado Arenas Lizana, gerente
general de EMMSA, es funcionario público para los efectos penales, y las funciones de
regulación y servicios que desarrollaba esa empresa pública integran la noción de servicios
públicos. Al ser así, es sujeto activo del delito de colusión; y, por ende, los cómplices -como es
el caso, según la imputación, del encausado Marcelo Cicconi-, lo son de ese delito.
Es de aplicación, por lo demás, el artículo 504 numeral 2, del Nuevo Código Procesal Penal:
debe condenarse al recurrente al pago de costas.
DECISIÓN
Por estas razones: I. Declararon INFUNDADO el recurso de casación interpuesto por el
encausado MARCELO CICCONI contra el auto de vista de fojas ochenta y nueve, de cinco de
agosto de dos mil quince, que confirmando el auto de primera instancia de fojas treinta y
cinco, de treinta de abril de dos mil quince, declaró infundada la excepción de improcedencia
de acción que dedujo; en la investigación preparatoria que se le sigue por el delito de
colusión en agravio del Estado; en consecuencia, NO CASARON el auto de vista recurrido. II.
CONDENARON al encausado Marcelo Cicconi al pago de las costas procesales del recurso
de casación, cuya efectividad será reclamada por el Juez de Investigación Preparatoria. III.
S.S.
SAN MARTIN CASTRO
PRADO SALDARRIAGA
SALAS ARENAS
BARRIOS ALVARADO
PRÍNCIPE TRUJILLO
SUMILLA:
1.- ANTECEDENTES:
a) Hechos relevantes:
El Ministerio Público imputa a Marcelo Cicconi, que en su calidad de Gerente de la empresa
RE-LIMA Ambiental Sociedad Anónima, concertó ilegalmente con Juan Arenas Lizana,
gerente general de la Empresa Municipal de Mercados Sociedad Anónima (EMMSA) -en
cuanto empresa del Estado de derecho privado (Municipalidad Metropolitana de Lima)-,
para que la empresa que dirige preste servicios de limpieza en el Gran Mercado Mayorista de
Lima, como en efecto ocurrió.
- Que no es ilegal que las áreas técnicas operacionales de ambas empresas realicen
coordinaciones de cara a la mejor satisfacción de la necesidad del servicio de limpieza
pública, sobre todo si estas se efectuaron luego de un acto de conformidad con el servicio
manifestado por EMMSA.
- Que no ha existido un acuerdo clandestino entre las partes, ni acto de ayuda alguna de su
parte para la comisión del delito
- Que, con relación a la determinación del concepto de funcionario público, los cargos
se sustentan en normas internacionales y se aplicó retroactivamente una norma penal
desfavorable, esto es, la Ley No. 30124, vigente desde el 14 de diciembre de 2013.
c) Recurso de apelación:
Con los mismos argumentos, el imputado interpone recurso de apelación contra la decisión
del Juzgado de Investigación Preparatoria. El mismo que es resuelto por el Tribunal
Superior mediante Auto de vista de fecha cinco de agosto de dos mil quince, compartiendo
la apreciación del Juez de Investigación Preparatoria, así como lo sostenido por el Fiscal
Superior y el Procurador Público en la audiencia de apelación. Reitera que no resulta válido
afirmar que debe comprenderse a los trabajadores de las empresas del Estado o Sociedades
de Economía Mixta como funcionarios públicos a partir de la Ley No. 30124, ya que debe
aplicarse las normas internacionales antes mencionadas, las mismas que forman parte del
derecho nacional, de acuerdo con lo previsto en el artículo 55 de la Constitución Política del
Estado.
d) Casación:
El imputado Marcelo Cicconi interpone recurso de Casación, la cual es admitida y se precisa
que será materia de dilucidación:
- Necesidad de que exista un pronunciamiento acerca del alcance que tienen las normas
internacionales en el derecho interno, tanto para extender los efectos de las normas penales
internas cuanto para determinar la fecha de su vigencia. Se reclama una determinación
acerca del momento en que un servidor de una empresa del Estado esté incluido en las
disposiciones penales sobre colusión.
Al respecto el Supremo Tribunal ha señalado las dos modificatorias realizadas al artículo 425
del CP, mediante la Ley No. 26713 del veintisiete de noviembre de mil novecientos noventa
y seis; y Ley No. 30124 del trece de diciembre de dos mil trece; sin embargo solamente sobre
el inciso tercero. Empero consideramos, que para una mejor ilustración debió considerar el
contenido completo de dichos dispositivos legales, y de esa forma demostrar cómo se fue
expandiendo el concepto de funcionario o servidor público en nuestro ordenamiento jurídico,
incluyendo las incorporaciones realizadas por las normas internacionales.
Es así que el CP, promulgado por Decreto Legislativo No. 635 publicado el ocho de abril de
mil novecientos noventa y uno, consideraba funcionario o servidor público a:
Mediante Ley No. 26713 publicada el veintisiete de diciembre de mil novecientos noventa y
seis, se modifica el artículo 425 del CP de la siguiente forma:
Tratado2 donde en su artículo I define a la “Función pública”, como toda actividad temporal
o permanente, remunerada u honoraria, realizada por una persona natural en nombre del
Estado o al servicio del Estado o de sus entidades, en cualquiera de sus niveles jerárquicos.
Por otro lado, el veintinueve de setiembre de dos mil tres, se aprueba la Convención de las
Naciones Unidas contra la Corrupción -tomando en cuenta la Convención Interamericana
contra la Corrupción y otros tratados multilaterales- la misma que es aprobada por nuestro
país mediante Resolución Legislativa No. 28357 de fecha cinco de octubre de dos mil cuatro,
y ratificada por Decreto Supremo No. 075-2004-RE del veinte de octubre de dos mil cuatro.
Sin embargo, en mérito al artículo 6 de la Ley No. 26647, normas que regulan actos relativos
al perfeccionamiento nacional de los Tratados celebrados por el Estado Peruano, dicha
Convención entra en vigencia el catorce de diciembre de dos mil cinco.
Documento internacional donde se define al “funcionario público” como:
ii) toda otra persona que desempeñe una función pública, incluso para un
organismo público o una empresa pública, o que preste un servicio público,
según se defina en el derecho interno del Estado Parte y se aplique en la
esfera pertinente del ordenamiento jurídico de ese Estado Parte;
iii) toda otra persona definida como “funcionario público” en el derecho interno
de un Estado Parte. No obstante, a los efectos de algunas medidas específicas
incluidas en el capítulo II de la presente Convención, podrá entenderse por
“funcionario público” toda persona que desempeñe una función pública o
preste un servicio público según se defina en el derecho interno del Estado
Parte y se aplique en la esfera pertinente del ordenamiento jurídico de ese
Estado Parte;
Finalmente, con el artículo único de la Ley No. 30124 publicada el trece de diciembre de dos
mil trece, se modifica el artículo 425 del CP de la siguiente forma:
De donde podemos apreciar que resulta apropiado no aplicar la última ley, en el presente
caso, al no estar efectivamente vigente a la fecha de los hechos, sin embargo por imperio del
artículo 55 de la Constitución Política del Estado, que establece que: los Tratados celebrados
por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional; se aplican las definiciones
contenidas en los tratados internacionales al ser parte del ordenamiento jurídico nacional.
Por tanto, se concluye correctamente, que el imputado Juan Arenas Lizana, gerente general
de EMMSA, es funcionario público para los efectos penales, y las funciones de regulación y
servicios que desarrollaba esa empresa pública integran la noción de servicios públicos. Al
ser así, es sujeto activo del delito de colusión; y, por ende, los cómplices –como es el caso,
según la imputación, del encausado Marcelo Cicconi–, lo son de ese delito.
Ramas del Derecho que tienen definiciones o contenidos diferentes, muchas veces son
más restrictivas al haber sido creadas para otros fines; en algunos casos podrían llevar a
confusión, debido a que no fueron creadas para la protección de bienes jurídicos y podrían
incluso ser mal utilizadas indicando que el Derecho Penal es de última ratio, donde se utilizan
normas de remisión. Correspondiendo entonces a los operadores, realizar una interpretación
más allá de lo gramatical o textual, primando la interpretación teleológica y las técnicas
propias del Derecho Penal.
3 Ejecutorias Supremas recaídas en los Exp. 1888-94, Lima del 12 de agosto de 1994, y Exp. 710-95-B, Ica del 12 de
diciembre de 1996. En: ROJAS VARGAS, Fidel. Código Penal, dos décadas de jurisprudencia, Tomo III, Ara editores,
Lima 2012. Pág. 418-419.
4 Ejecutoria Suprema recaída en el Exp. N° 251-98, Loreto; del 3 de agosto de 1998. En: SALINAS SICCHA, Ramiro.
Delitos contra la Administración Pública. Editorial Grijley, Lima 2011. Pág. 7.
Siendo una decisión del Tribunal Supremo, consideramos que se debió de desarrollar con
mayor amplitud las demás definiciones de funcionario o servidor público, y no esperar que
casos similares lleguen a la última instancia para ser resueltas. Tanto más que el concepto
de funcionario público es la piedra angular de los delitos contra la administración pública5.
Pudo haberse desarrollado sobre las características de todo funcionario o servidor público:
5 RODRIGUEZ VÁSQUEZ, Julio. “Caso Aliaga Jacinto locador de servicios DEVIDA – concepto de funcionario
público”. Revista del Proyecto Anticorrupción del Instituto de Democracia y Derechos Humanos (IDEHPUCP),
Boletín No. 31, noviembre de 2013. Pág. 12.
6 MUÑOZ CONDE, Francisco. Derecho Penal, Parte Especial. Editorial Tirant lo Blanch, Valencia 2002. Pág. 930.
7 VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Informe adecuación de la Legislación Penal Peruana a la Convención
Interamericana Contra la Corrupción. Mayo del año 2000. En: REÁTEGUI SÁNCHEZ, James. Delitos contra la
Administración Pública en el Código Penal. Jurista Editores. Lima 2017. Pág. 1244-1245.
8 Sentencia de la Corte Interamericana de Derecho Humanos. Caso Masacre Rochela vs. Colombia.
9 Sentencia de la Corte Interamericana de Derecho Humanos. Caso Ximenes Lopez vs. Brasil.
10 Sentencia recaída en el Exp. 1050-06, Lima emitida por la Tercera Sala de Reos Libres. En: HUAMÁN CASTELLARES,
Daniel. Los delitos de corrupción de funcionarios en la jurisprudencia nacional y en los acuerdos plenarios,
Extractos Sustantivos y Procesales. Palestra Editores, Lima 2014. Pág. 41.
11 Comité de hecho creado por Ley No. 28719, Ley del Boleto Turístico.
4.- CONCLUSIÓN:
Resulta importante que el Supremo Tribunal desarrolle el concepto penal de funcionario
público, tomando en cuenta las normas internacionales ratificadas por el Estado, al ser parte
de nuestro ordenamiento jurídico interno. Precise sobre la Autonomía funcional del Derecho
Penal respecto al resto de órdenes jurídicos especializados, como el administrativo, laboral
o constitucional.
18
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 782-2015
DEL SANTA
ENRIQUECIMIENTO ILÍCITO
SENTENCIA CASATORIA
I. VISTOS
En audiencia pública: el recurso de casación concedido de oficio para el desarrollo de la
doctrina jurisprudencial por infracción normativa -inc. 11 del art. 139 y art. 103 de la Constitución
Política del Estado y art. 25, 26 y 401 del Código Penal-, respecto de la sentencia -fojas 733- del
veintidós de septiembre de dos mil quince, que confirmó la sentencia apelada -fojas 378- del
dos de junio de dos mil quince, que condenó a los citados procesados como autora y cómplice
primario respectivamente, del delito contra la administración pública - enriquecimiento ilícito
en agravio del Estado, y como tales les impuso siete años de pena privativa de la libertad, los
inhabilitó por tres años para ejercer función pública, y fijó en S/. 1 028 703.44 nuevos soles el
monto que por concepto de reparación civil deberán abonar en forma solidaria. Interviene
como ponente el señor juez supremo Villa Stein.
PRIMERA INSTANCIA
SEGUNDA INSTANCIA
4. Contra la citada sentencia, la defensa de los procesados Amelia Victoria Espinoza García
y Wuilmer Agapito Vásquez interpuso recurso de apelación -a fojas 467- solicitando la
absolución de sus patrocinados por no haberse encontrado desbalance patrimonial en
Amelia Victoria Espinoza García, no haberse valorado correctamente la prueba, haberse
5. Primer Juzgado Penal Unipersonal Del Santa por resolución del 12 de junio de 2015 -fojas
525- admitió los recursos de apelación interpuestos por la defensa de los procesados
Amelia Victoria Espinoza García y Wuilmer Agapito Vásquez; mediante resolución del 22
de julio de 2015 -fojas 578- la Sala Penal de Apelaciones Del Santa señaló fecha para la
audiencia de apelación de sentencia, la que se realizó conforme al acta del 24 de agosto
de 2015 -fojas 599- y su continuación -fojas 641- con la intervención del Representante
del Ministerio Público, el actor civil, los procesados Amelia Victoria Espinoza García y
Wuilmer Agapito Vásquez y sus respectivos abogados defensores.
6. El día 22 de septiembre de 2015 -fojas 733-, Sala Penal de Apelaciones Del Santa dictó
sentencia de vista declarando infundados los recursos de apelación interpuestos por los
procesados Amelia Victoria Espinoza García y Wuilmer Agapito Vásquez; confirmaron
la sentencia el 02 de junio de 2014 -fojas 378- que falló condenando a los procesados
Amelia Victoria Espinoza García y Wuilmer Agapito Vásquez, como autora y cómplice
del delito contra la administración pública – enriquecimiento ilícito -art. 401 del Código
Penal- en agravio del Estado, y como tales les impuso siete años de pena privativa de
libertad, los inhabilitó por tres años para ejercer función pública, y fijó en S/. 1 028
703.44 nuevos soles el monto que por concepto de reparación civil deberán abonar en
forma solidaria.
7. El tribunal superior por resolución del 13 de octubre de 2015 -fojas 939- concedió el
recurso de casación interpuesto por la defensa de los Amelia Victoria Espinoza García y
Wuilmer Agapito Vásquez. Este supremo tribunal, mediante el auto de calificación del
recurso de casación del 04 de marzo de 2016 -fojas 189 del cuaderno de casación formado en
esta instancia- declaró de oficio bien concedidos los recursos de casación interpuestos por
la defensa técnica de los procesados Amelia Victoria Espinoza García y Wuilmer Agapito
Vásquez para el desarrollo de la doctrina jurisprudencial por infracción normativa -inc.
3 y 11 del art. 139 de la Constitución Política del Estado y art. 26 y 401 del Código Penal-.
8. Deliberada la causa en secreto y votada el día 06 de julio de 2016, esta sala suprema
emitió la presente sentencia de casación, cuya lectura en audiencia pública -con las
partes que asistan- se realizará por la secretaria de la sala el día 12 de julio de 2016, a las
8:30 horas.
Tema a dilucidar
3. Una de las conclusiones más importantes a las que se arribó en la casación Nº 343-
2012 fue el contenido de la prohibición del delito de enriquecimiento ilícito del artículo
401 del Código Penal, no ha variado en su núcleo esencial a lo largo del tiempo pese a
haberse variado la terminología empleada en sus sucesivas modificatorias2. En buena
1 Sentencia recaída en la casación Nº 343-2012 del 16 de abril de 2013, emitida por la Sala Penal Permanente de
la Corte Suprema de Justicia de la República del Perú. Proceso seguido contra Arturo Ernesto Marquina Gonzáles
por el delito de enriquecimiento ilícito en agravio del Estado. Documento localizable en la página web http//
apps.pj.gob.pe/cejSupremo/ colocando el número y año del recurso de casación y la sala suprema que la dictó.
2 Evolución del artículo 401 del Código Penal.-
“Enriquecimiento ilícito”
Artículo 401.- El funcionario o servidor público que, por razón de su cargo se enriquece ilícitamente, será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de diez años.
Se considera que existe indicio de enriquecimiento ilícito, cuando el aumento del patrimonio y/o del gasto
económico personal del funcionario o servidor público, en consideración a su declaración jurada de bienes
y rentas, es notoriamente superior al que normalmente haya podido tener en virtud de sus sueldos o
emolumentos percibidos, o de los incrementos de su capital, o de sus ingresos por cualquier otra causa lícita
(1)(2)
(1)Párrafo incorporado por el Artículo 7 de la Ley Nº 27482, publicada el 15-06-2001
(2)Artículo modificado por el Artículo 1 de la Ley Nº 28355, publicada el 06-10-2004, cuyo texto es el
siguiente:
Artículo 401.- Enriquecimiento ilícito
El funcionario o servidor público que ilícitamente incrementa su patrimonio, respecto de sus ingresos legítimos
durante el ejercicio de sus funciones y que no pueda justificar razonablemente, será reprimido con pena
4. Ello tuvo especial eco al momento de abordar la locución introducida por la última
modificatoria del 26 de noviembre de 2013, esto es el “abusando de su cargo”. A primera
vista pareciera que se ha condicionado el enriquecimiento ilícito a un uso indebido del
cargo de funcionario público. Sin embargo una interpretación a ultranza de esto podría
concluir en que el supuesto de hecho ahora no se limita al patrimonio del funcionario o
servidor público incrementado de modo injustificado.
8. A simple vista parecería que todo es claro. Cuando el incremento del patrimonio
sea de un tercero distinto al funcionario o servidor público investigado, el delito no
se configura. Sin embargo una solución así de tajante podría resultar demasiado
simplista y ajena a la realidad. Lo cierto es que la experiencia nos enseña que si alguien
se enriquece abusando de su cargo público, tendrá la inclinación a no permitir que el
una prohibición (norma de prohibición), en la medida que proscribe la realización de determinadas conductas
lesivas”. García Cavero, Percy. Derecho Penal. Parte General. Segunda edición. Lima: Jurista editores, 2012, p.
73.
4 En esta línea, Salinas Siccha indica que: “Se entiende por abuso de cargo aquella situación que se produce
cuando el sujeto público hace mal uso del cargo que la administración pública le ha confiado con la finalidad
de obtener beneficio patrimonial indebido”. Salinas Siccha, Ramiro. Delitos contra la administración pública.
Segunda. Lima: Grijley, 2011, p. 608.
9. En esta hipótesis lo que tenemos es que el autor del enriquecimiento ilícito estaría
realizando de mano propia el delito de enriquecimiento ilícito por cuanto en realidad
incrementa sus bienes disimulándose como no propietario. Por tanto, en estos supuestos
se tendrá que probar dicha simulación. La pregunta que inmediatamente nos asalta es
qué tipo de intervención delictiva es atribuible al testaferro.
10. El artículo 26 del Código Penal5 recoge la tesis de la ruptura del título de imputación6.
Esto significa que en los delitos especiales, el status del autor impide que se pueda
imputar responsabilidad penal a otra persona distinta de él. La razón estriba en que los
delitos especiales criminalizan conductas que sólo pueden desplegar ciertos sujetos, y
de hecho el disvalor de la conducta está en función a esa condición especial que tiene
la persona. Si lo que permite sancionar es esa condición particular del agente, todo
aquel que no la tenga escapa al radio punitivo de la norma por aplicación del principio
de legalidad.
11. Así las cosas, el artículo 25 del Código Penal7 que prevé la complicidad para quien
realiza un aporte esencial, en el caso del cómplice primario; u no esencial, en el caso
del cómplice secundario, resulta de imposible aplicación al delito de enriquecimiento
ilícito. La razón hunde sus raíces en lo ya expresado, nadie más que el sujeto con status
puede quebrantar la norma de conducta, y todo apoyo aporte que reciba escapará
al radio punitivo de la norma que sólo pretende alcanzar a un sujeto con condiciones
especiales. La misma lógica se puede aplicar a la inducción.
12. Finalmente, llama la atención que en la redacción actual del artículo 401 del Código
Penal, se dice que el aumento del patrimonio o del gasto del funcionario público son
indicios de enriquecimiento ilícito. Esta parte del tipo penal no configura la conducta
típica, lo que ha hecho es introducir como indicio notable el incremento del patrimonio
o el gasto del funcionario. Sin embargo de la literalidad de esta norma, se desprende
que como indicio que es, no es prueba de enriquecimiento ilícito, sino que tendrá que
reunir todas las reglas de la prueba indiciaria para desplegar eficacia probatoria.
5 Artículo 26 del Código Penal.- “Las circunstancias y cualidades que afecten la responsabilidad de algunos de los
autores y partícipes del mismo hecho punible”.
6 Cfr. Villa Stein, Javier. Derecho Penal. Parte General. Cuarta edición. Lima: Ara editores, 2014, p. 394.
7 Artículo 25 del Código Penal.- “El que, dolosamente, preste auxilio para la realización del hecho punible, sin el
cual no se hubiera perpetrado, será reprimido con la pena prevista para el autor”.
13. Cabe precisar al respecto, que el indicio de incremento patrimonial o del gasto es
indicio si se predican de un funcionario o servidor público. Y en su condición de indicio8,
no prueba los hechos, sino que abre la posibilidad a su posterior investigación y
ahondamiento con pruebas capaces de confirmar los hechos materia de imputación.
Ello debido a que el derecho constitucional a la presunción de inocencia se mantiene
imponiendo la carga de la prueba al Ministerio Público9. Este indicio solo se le puede
aplicar al funcionario o servidor público, no operará cuando se trate de un tercero que
pudiera tener algún tipo de relación con el funcionario o servidor público investigado
por el delito de enriquecimiento ilícito.
15. El caso que nos ocupa presenta una imputación fáctica relativamente simple, Amelia
Victoria Espinoza García habría incrementado su patrimonio abusando de su cargo
como regidora, teniente alcaldesa y alcaldesa, pero habría disimulado dicho superávit
empleando a su pareja sentimental Wuilmer Agapito Vásquez a quien habría utilizado
a modo de testaferro. Por tanto corresponde determinar, desde la verdad judicial ya
establecida en el presente proceso, si los hechos se subsumen o no en el artículo 401 del
Código Penal y si se puede atribuir intervención delictiva a los procesados.
8 Conviene tener una definición del mismo: “Indicio es la circunstancia o antecedente que autoriza fundar un
opinión sobre la existencia del hecho”. Ferreyra, Juan José. Indicios y presunciones judiciales. [aut. libro]Marcelo
Sebastián Midón, y otros. Tratado de la prueba. Argentina: Librería de La Paz, 2007, p. 697. Nótese que a lo que
da pie el indicio es a la formación de una opinión.
9 Esto también fue señalado, con gran acierto, por la sala penal superior en la sentencia impugnada.
los bienes (sobre todo dinero) que figuraban en el patrimonio de Wuilmer Agapito
Vásquez.
17. La tesis que se ha esgrimido para condenar a estos procesados es que su relación, de
la cual tuvieron como fruto una hija, nos permite inferir que el incremento injustificado
del patrimonio de Wuilmer Agapito Vásquez es en realidad de Amelia Victoria Espinoza
García. Una propuesta así supone un enorme riesgo para la seguridad jurídica del país
en tanto de los vínculos que tienen los funcionarios y servidores públicos no se puede
inferir todo lo negativo.
18. En el caso que nos ocupa los procesados tenían una relación sentimental y de allí es
que la sala superior entiende que el desbalance patrimonial de quien no es funcionario
público proviene de un abuso del cargo de quien sí fue funcionaria pública. Las
relaciones entre las personas, y ello incluye las amicales, no prueban nada distinto
el vínculo mismo. Deducir otra cosa a partir de ellas es un salto lógico que vulnera las
reglas de la sana crítica en su manifestación de reglas de la lógica.
19. En consecuencia, la verdad judicial que se ha alcanzado esto es que Agapito Vásquez
incrementó su patrimonio injustificadamente, no es el supuesto de hecho criminalizado
en el artículo 401 del Código Penal. Y en la medida en que no se ha probado que el mismo
haya sido testaferro de Amelia Victoria Espinoza García, no existe otra posibilidad de
subsumir los hechos en la norma penal imputada. Por lo tanto no es posible atribuir
responsabilidad a los procesados Amelia Victoria Espinoza García y Wuilmer Agapito
Vásquez.
20. En relación a la reparación civil fijada, se debe señalar que la misma tiene como
fundamento, en el caso concreto, el daño causado a la administración pública producto
del enriquecimiento ilícito. Esto significa que la conducta ilícita de los procesados era lo
que permitía sostener la existencia de un daño indemnizable. Al haberse descartado el
carácter ilícito de su proceder, debe también descartarse la posibilidad de que se genere
responsabilidad civil a partir del mismo.
III. DECISIÓN
II. CASARON la sentencia -fojas 733- del veintidós de septiembre de dos mil quince, que
confirmó la sentencia apelada -fojas 378- del dos de junio de dos mil quince, que condenó
a Amelia Victoria Espinoza García y Wuilmer Agapito Vásquez como autora y cómplice
primario respectivamente, del delito contra la administración pública – enriquecimiento
ilícito en agravio del Estado, y como tales les impuso siete años de pena privativa de libertad,
los inhabilitó por tres años para ejercer función pública, y fijó en S/. 1 028 703.44 nuevos
soles el monto que por concepto de reparación civil deberán abonar en forma solidaria;
actuando en sede de instancia y emitiendo pronunciamiento sobre el fondo REVOCARON la
sentencia del dos de junio de dos mil quince que condenó a Amelia Victoria Espinoza García
y Wuilmer Agapito Vásquez por el delito contra la administración pública - enriquecimiento
ilícito en agravio del Estado; reformándola, ABSOLVIERON a los citados procesados por el
delito y agraviado en mención.
IV. MANDARON que la Sala Penal de Apelaciones Del Santa y las demás cortes superiores
de los distritos judiciales que aplican el Nuevo Código Procesal Penal, consideren
ineludiblemente como doctrina jurisprudencial vinculante lo señalado en los fundamentos
jurídicos contenidos en los numerales dos (2) al trece (13) –motivo casacional: infracción
normativa de los artículos 25, 26 y 401 del Código Penal y del inciso 11 del artículo 139 y 103 de la
Constitución Política del Estado- de la presente sentencia suprema, de conformidad con el inciso
3 del artículo 433 del Código Procesal Penal; y se publique en el diario oficial “El Peruano”.
S.S.
VILLA STEIN
RODRÍGUEZ TINEO
PARIONA PASTRANA
HINOSTROZA PARIACHI
NEYRA FLORES
SUMILLA:
1. CUESTIÓN PREVIA
Cuando participan más de dos personas en la comisión de los delitos especiales como lo
constituyen la mayoría de los delitos contra la administración pública2, siempre resulta
problemático determinar quién es autor y quién es cómplice o instigador. Teniendo como
punto de partida la consolidación de una política criminal estatal de hacer frente a las
conductas de corrupción que en el caso más extremo desintegran las sociedades, el objetivo
de este trabajo es plantear algunas ideas razonables y coherentes para lograr una mejor
interpretación y aplicación de los delitos funcionariales en nuestro sistema jurídico.
concepto de la autoría directa o inmediata en todos los Códigos Penales3. De ahí que se
afirme, según la teoría del dominio del hecho, que es autor quien domina el evento delictivo.
Es autor quien tiene las riendas del acontecimiento criminal. Luego, el dominio ejercido sobre
otros en la autoría mediata y el dominio común mediante división de tareas en la coautoría,
son expresiones del concepto tipológico (typus) de la teoría del dominio del hecho4.
En tanto que si bien el partícipe interviene e influye en la comisión del delito, carece del
dominio del hecho. La contribución del partícipe no es determinante para la realización del
delito. Es lugar común, sostener que la teoría del dominio del hecho sirve para saber quién
es autor y quién es cómplice en los delitos comunes o también denominados de dominio, sin
embargo, no sirve para tal finalidad en los delitos especiales, pues en estos no necesariamente
el que tiene las riendas del acontecimiento delictivo es el autor. Ello es así debido a que el
principio de legalidad se opone, como luego veremos.
De modo que para los delitos especiales, desde nuestra perspectiva dogmática, para saber
quién es autor y quién es cómplice, sirve la teoría de infracción de deber introducida en el
Derecho Penal por Claus Roxin en 19635.
Ejemplo de los delitos de infracción de deber son la mayoría de delitos que se tipifican en
nuestro Código Penal con el título de “delitos contra la administración pública”, en los
3 Cfr. SCHÜNEMANN, BERND, El dominio sobre el fundamento del resultado, traducido por Mariana Sacher, en
Cuestiones básicas del derecho penal en los umbrales del tercer milenio, IDEMSA, Lima, 2006, p. 286.
4 Cfr. SCHÜNEMANN, BERND, El dominio sobre el fundamento del resultado, ob.cit., 2006, p. 287. Aquí se sostiene
tal como enseña Roxin, que son los tipos penales de la Parte Especial de los Códigos Penales que describen el
hecho y que, de ese modo, caracterizan como autor a quien pertenece a esa descripción.
5 Véase: Taterschaft und Tatherrschaft, primera edición, 1963, octava edición, Berlín, 2006, p. 26. Obra que fue
traducida al español por Cuello Contreras y Serrano Gonzales de Murillo, con el título Autoría y dominio del
hecho en Derecho Penal, Barcelona, 2000. Véase: SCHÜNEMANN, BERND, El dominio sobre el fundamento
del resultado, traducido por Mariana Sacher, en Cuestiones básica del derecho penal en los umbrales del
tercer milenio, IDEMSA, Lima, 2006, p. 287; PARIONA ARANA, “La teoría de los delitos de infracción de deber,
fundamentos y consecuencia”, en Gaceta Penal, Nº 19, enero 2011, p. 69; CARO JOHN, “Delito de infracción
de deber: fundamento y significado”, en Normativismo e imputación jurídico penal: dogmática penal 5, Ara
editores, 2010, p. 64 y La autoría delictiva del funcionario público, en rev. Ius Puniendi, año I, Vol. 2,
segundo trimestre 2015, p. 24; ABANTO VÁSQUEZ, Dogmática penal, delitos económicos y delitos
contra la administración pública, Grijley, 2014, p. 386; SUÁREZ GONZALES, “Los delitos consistentes en
la infracción de un deber. Particular referencia a los delitos cometidos por funcionarios públicos”, en La
dogmática penal frente a la criminalidad en la administración pública, Grijley, 2001, p. 152.
cuales autor es aquel sujeto que ha participado en la comisión del delito infringiendo o
incumpliendo un deber especial que, obviamente, no le alcanza a todas las personas que
intervienen en la realización del evento criminal. La figura central del evento delictivo en
el que intervienen varias personas será siempre quien lesione o incumpla el deber especial
previsto en el tipo penal y, de esa forma, contribuya al resultado de lesión o puesta en peligro
del bien jurídico por acción u omisión: “Aquí son irrelevantes el dominio del hecho o la medida
de la contribución que se hace al resultado”6. “En estos delitos lo relevante no es -aunque lo
haya- el dominio sobre un suceso, sino la infracción de un deber específico que sólo incumbe
al autor, a saber, el deber impuesto por una institución positiva”7 estatal. De ahí que podemos
conceptualizar a los delitos de infracción del deber como aquellas conductas en las cuales
la autoría se ve caracterizada por el hecho de que alguien abusa o descuida el deber especial
que surge de su rol social, y de ese modo, ocasiona una puesta en peligro o lesión típica
de determinados bienes jurídicos8. En concreto, son conductas en las cuales el autor por no
cumplir con las exigencias impuestas por su rol social especial, lesiona o pone en peligro un
bien jurídico protegido representado por principios y deberes funcionales.
6 Roxin, Claus, Derecho Penal, parte general, T. I, Editorial Civitas, Madrid, 1997, p. 338; también en Autoría y
dominio del hecho en Derecho penal, 6a edición, traducido por Cuello-Serrano, Marcial Pons, Madrid, 1998, pp.
383-385. En el mismo sentido, JAKOBS, quien este aspecto lo grafica con el siguiente ejemplo: “El autor que da
a un tercero un consejo exitoso de cómo esta tercera persona puede sustraer el patrimonio que aquél tutela,
es autor de administración desleal, aun cuando, en el momento de la sustracción, a él le faltara el dominio
del hecho”. Cfr. Derecho Penal, 2da. edición, 1991, sección 29, n. marg. 57 y ss. De igual modo, ROXIN, citado
por PARIONA ARANA, “La teoría de los delitos de infracción de deber, fundamentos y consecuencia”, en Gaceta
Penal, Nº 19, enero 2011, p. 72.
7 SÁNCHEZ-VERA, “Delito de infracción de deber”, en: Eduardo Montealegre Lynett (Coord.), El funcionalismo
en Derecho Penal. Libro Homenaje al Profesor Günther Jakobs, Tomo I, Universidad Externado de Colombia,
Bogotá, 2003, p. 275.
8 Antes de expresar este concepto, el profesor Roxin insiste en “continuar desarrollando la denominación originaria
que hiciera de los delitos de infracción de deber de un modo que se renuncie a tomar como referencia reglas
extrapenales como requisito necesario y que destaque su fundamento social, pero manteniendo la idea de la
lesión de deberes especiales en su importancia para fundamentar la autoría”. Cfr. ROXIN, La teoría del delito en
la discusión actual, traducido por Abanto Vásquez, T. II, ob. cit., 2016, p. 323.
Este delito no puede ser cometido por un servidor público, obviamente debido a que no tiene
autoridad.
En los delitos especiales, la figura central (autor) del evento delictivo se encuentra vinculada
por un deber especial de carácter penal9. Autor será quien interviene en la comisión del delito
infringiendo o incumpliendo aquel deber especial; y partícipe quien interviene en la comisión
del delito, pero sin infringir o incumplir deber especial alguno, toda vez que no lo tiene. Por
ejemplo, al no trabajar para la administración pública no tienen deber especial alguno. Aquí
resulta necesario precisar que aquellos deberes especiales de carácter penal no surgen solo
y directamente del tipo penal, que es el que desencadena la sanción penal prevista en la ley.
Estos deberes están antepuestos en el plano lógico a la norma penal y que se originan en
otras ramas del derecho. Estos deberes especiales para los delitos contra la administración
pública nacen del derecho constitucional, más específicamente, de la teoría general del
Estado. Son deberes y principios sobre los cuales se fundamenta la existencia misma del
Estado. Recuérdese que administración pública no es otra cosa que el Estado mismo. El Estado
solo se puede organizar con base en principios y deberes funcionales que los funcionarios y
servidores públicos deben cumplir y materializar. De ahí que si no se protegen estos deberes
y principios por medio del derecho penal, el Estado mismo es inviable.
11 En este sentido, las Salas Penales de la Corte Suprema, en el Acuerdo Plenario N° 4-2005/CJ-116, respecto del
delito especialísimo de peculado, estableció como doctrina legal que “para la existencia del delito de peculado
no es necesario que sobre los bienes que se le haya confiado por razón de su cargo en cualquiera de las formas y
que constituyan el objeto material del hecho ilícito, el agente ejerza una tenencia material directa. Es suficiente que
el sujeto activo tenga la llamada disponibilidad jurídica, es decir, aquella posibilidad de libre disposición que en
virtud de la ley tiene el funcionario o servidor público; debe tener, por lo tanto, competencia funcional específica.
La disponibilidad a que se hace referencia se encuentra íntimamente ligada a las atribuciones que el agente ostenta
como parte que es de la administración pública”. Véase el fundamento 6 del citado Acuerdo Plenario dictado el 30 de
setiembre de 2005.
12 Es más, según el profesor CARO JOHN, que se adhiere a la concepción de Jakobs enseña que en este modelo que
rige el principio de autoría única, en todos “los supuestos, el intraneus responde como autor directo de un delito
de infracción de deber. La posición que ocupe en el hecho sea como hombre de adelante o como hombre de atrás
es irrelevante, basta que el actuante esté sujeto a una relación de deber institucional, y que lo infrinja, para
convertirse en autor”. “Delito de infracción de deber: fundamento y significado”, en Normativismo e imputación
jurídico penal: dogmática penal 5, Ara editores, 2010, p. 87.
13 No hay inconveniente en hablar aquí por motivos meramente didácticos de autoría mediata, es decir, de autoría
mediata también para los delitos de infracción de deber. Solo para fines didácticos, toda vez que si un obligado
especial (intraneus) utiliza a un tercero, extraneus, para cometer la infracción de deber, responderá como autor
igual que si hubiese omitido impedir el hecho. En otros términos, el obligado especial es siempre autor directo
con independencia de la responsabilidad del hombre de adelante. Cfr. SÁNCHEZ-VERA, “Delito de infracción de
deber”, ob. cit., Bogotá, 2003, p. 284.
14 PARIONA ARANA, ob. cit., 2011, p. 71.
15 Cfr. ROXIN, La teoría del delito en la discusión actual, traducido por Abanto Vásquez, T. II, ob. cit., 2016, p. 306.
16 SÁNCHEZ-VERA, “Delito de infracción de deber”, ob. cit., Bogotá, 2003, p. 282.
17 Para los interesados en hacer siempre Derecho penal comparado, se les indica que esta teoría de la infracción
del deber sustentada por Roxin es dominante en la jurisprudencia penal española. Allí se ha establecido que los
extranei solo pueden ser partícipes (cooperadores necesarios, cómplices e inductores). Véase: FEIJOO SÁNCHEZ,
Bernardo, cit., 2013, p. 29.
18 Cfr. PARIONA ARANA, “Participación en los delitos especiales”, en el Libro homenaje al profesor Raúl Peña
Cabrera, Ara editores, Lima, 2006, p. 770.
19 Cfr. ABANTO VASQUEZ, Dogmática penal, delitos económicos y delitos contra la administración pública,
Grijley, Lima, 2014, p. 408.
En estos delitos la posición del autor consiste en una posición de garante penal. Según las
reglas generales, todo aquel que asume de modo fáctico la relación de dominio se coloca en
posición de garante. Así, por ejemplo, sostiene Schünemann, no se trata de quién posee la
posición de dueño de un perro peligroso, sino de quién saca a pasear al perro y no interviene
cuando este se lanza contra un transeúnte. Según el citado profesor, con el ejemplo se puede
demostrar el parentesco entre los delitos impropios de omisión con los delitos comunes por
un lado, y con los delitos especiales por el otro. Cuando el perro muerde a un transeúnte,
quien ha asumido del dueño la tarea de vigilar al animal, y no lo detiene cuando ataca,
comete lesiones corporales por omisión. Este es un delito especial del dueño del perro, pero es
evidente que lo decisivo en este delito no es el deber de Derecho Público, sino el ejercicio del
dominio efectivo sobre el perro al sacarlo a pasear. Quien, por tanto, a pedido del dueño saca
a pasear al perro que muerde y no le pone bozal, posee el dominio sobre el perro a raíz de que
ha asumido su vigilancia22. Así, es autor idóneo, -sigue afirmando el profesor Shünemann- lo
que es asegurado en el sistema penal mediante las reglas de la responsabilidad por el actuar
en lugar de otro.
Por eso, el criterio de autor en los delitos especiales no debe ser buscado en la infracción de un
deber, sino en una relación de dominio sobre el suceso, tipológicamente comparable con el
de dominio del hecho en los delitos de comisión. Esto es evidente en los delitos funcionariales,
porque el funcionario público ejerce un control cualificado sobre el suceso en el marco de
su competencia, a raíz del poder estatal del que dispone23. De ahí que, para Shünemann, se
encuentra libre el camino para lograr una unidad sistemática en la teoría del autor. El criterio
del dominio sobre el fundamento del resultado logra los fines también en su aplicación a los
delitos especiales. Esta categoría se subdivide en el dominio sobre la situación de desamparo
del bien jurídico (con las posiciones de garante en particular, de la comunidad de vida,
comunidad de riesgos y la asunción de la vigilancia) y el dominio sobre una causa esencial
20 Cfr. ROXIN, La teoría del delito en la discusión actual, traducido por Abanto Vásquez, T. II, Grijley, Lima, 2016, p.
313. En este trabajo, Roxin precisa que se trata tan solo de variantes fundamentadoras –que por cierto no dejan
de tener importancia práctica- y que necesitan mayor discusión, p. 323.
21 Cfr. SCHÜNEMANN, BERND, El dominio sobre el fundamento del resultado, ob. cit., 2006, p. 293.
22 Cfr. SCHÜNEMANN, BERND, El dominio sobre el fundamento del resultado, ob. cit., 2006, p. 294.
23 Cfr. SCHÜNEMANN, BERND, El dominio sobre el fundamento del resultado, ob. cit., 2006, p. 295.
del resultado (el dominio sobre el propio cuerpo en los delitos de comisión, y más allá, en
los delitos de omisión las posiciones de garante en particular de los deberes en el tráfico,
provenientes del control de fuentes de peligro, del dominio sobre personas o instalaciones
peligrosas y, finalmente, la responsabilidad de quien dirige la empresa). El mismo estado
de cosas se encuentra también en la mayoría de los delitos especiales que tipifican una
relación de dominio como presupuesto de la autoría y, por tanto, pueden denominarse
delitos especiales de garantía. Aquí hallamos, por un lado, el dominio sobre la situación
de desamparo del bien jurídico, por ejemplo, en caso de infidelidad del administrador del
patrimonio, y por otro lado, también hallamos el dominio sobre una fuente de peligro como
causa esencial del resultado, como por ejemplo, el dominio que existe al dirigir una empresa
o al utilizar instalaciones peligrosas (por ejemplo, el dueño de una instalación peligrosa que
daña el medio ambiente). Aquí no es el deber del Derecho Público el criterio decisivo, ello
solo representa una cuestión accesoria al dominio en el ámbito del Derecho Público, sino la
posesión del dominio mismo, que puede trasmitirse a quien dirige la empresa y lo convierte
en autor idóneo. De este modo sigue afirmando Shünemann, queda abierta la vía para una
sistemática del concepto de autor de los delitos dolosos basada en un principio unitario,
que está caracterizada en los delitos de comisión por el dominio del hecho, en los delitos
impropios de omisión y los delitos especiales de garantía por un dominio preestablecido
sobre el suceso, en el sentido del control sobre un ámbito social24. Ambos son formas de
manifestación del dominio sobre el fundamento del resultado como la estructura general
de la autoría.
Si bien podemos coincidir con Shünemann que es plausible su razonamiento cuando se trata
de conductas omisivas como el propuesto del perro peligroso, sin embargo, cuando estamos
frente a conductas de comisión, aquel razonamiento no rinde, pues cuando el funcionario
público sustrae los fondos estatales, o acuerda o pacta con los interesados para defraudar al
Estado o da, o dispone para un destino diferente definitivo a los caudales que administra, por
ejemplo, difícilmente podrá interpretarse que el agente público actuó con falta de vigilancia
de una fuente de peligro que él dominaba, o como dominio sobre el desamparo de un objeto
del bien jurídico. Se tratan más bien de conductas de comisión en las cuales la autoría está
limitada a personas que están vinculadas con deberes en su condición de sujetos públicos25
y no necesariamente al dominio sobre el suceso como para equipararle al dominio del hecho
de los delitos de comisión. En este tipo de delitos, no es suficiente el dominio sobre el suceso
sino aparte de tener aquel dominio, se exige la vulneración o afectación de algún deber
especial de carácter penal.
24 Cfr. SCHÜNEMANN, BERND, el dominio sobre el fundamento del resultado, ob.cit., 2006, p. 298.
25 Véase con ejemplos diferentes: ROXIN, La teoría del delito en la discusión actual, T. II, ob. cit., 2016, p. 319.
En efecto, por la estructura misma de los delitos especiales, en los casos donde determinada
persona (sujeto público por ejemplo) no cumpla por completo con los requisitos de control
de una fuente de peligro o de una relación de protección, responderá siempre como autor de
la conducta, solo si se verifica que con su actuar lesionó un deber especial penal que surge
precisamente del dominio del control. De ahí que el profesor Roxin26 concluya que el dominio
sobre la causa del resultado no es por sí mismo el elemento fundamentador de la autoría,
sino solo un presupuesto de la realización típica que, por su parte, consiste en una lesión
de los deberes que resultan del dominio del control. El siguiente ejemplo, citado por Roxin,
grafica lo expuesto: cuando en un taller resulta lesionado por imprudencia un trabajador, el
propietario del taller solo responderá como autor de las lesiones, si se llega a verificar que
parte de tener el control del negocio, infringió algún deber especial como por ejemplo, no dar
el mantenimiento oportuno a la maquinaria, no entregar la ropa adecuada a su trabajador,
etc. En cambio, si se verifica que el propietario del negocio cumplió con todos sus deberes al
interior del negocio, es imposible que en nuestro sistema jurídico responda penalmente por
las lesiones imprudentes ocurridas, así se verifique que tuvo el pleno control del dominio
sobre la causa del resultado. El dominio sobre la situación de desamparo de un bien jurídico
o el dominio sobre una causa esencial del resultado, por sí mismos no son suficientes para
establecer autoría en los delitos especiales, es necesario algo más. Y ese plus no es otra cosa
que verificar si en el caso en concreto, el agente infringió algún deber especial27.
En los delitos funcionariales, es cierto que como sostiene Shünemann, los sujetos públicos
tienen el poder estatal a su disposición, y por tanto, ejercen control calificado sobre los
sucesos en el marco de sus competencias y, en consecuencia, ellos mismos están sometidos
a un control penal más estricto, no obstante, también es cierto que por el solo hecho de tener
el poder estatal, tener el dominio o tener competencia funcional sobre el objeto del delito, no
responden penalmente como autores si previamente no se verifica la infracción a algún deber
especial de carácter penal. Si no se lesiona algún deber, por más que se verifique el dominio
sobre la situación de desamparo de un bien jurídico o el dominio sobre una causa esencial del
resultado, no hay forma de fundamentar la autoría. En efecto, si en una institución pública
existen dos administradores de los fondos públicos, solo será autor del delito de peculado,
por ejemplo, aquel funcionario que aparte de tener dominio sobre la situación de desamparo
de un bien jurídico o el dominio sobre la causa esencial del resultado, lesionó su deber de no
lesionar el patrimonio del Estado, apropiándose de parte o del total de los fondos públicos.
26 ROXIN, La teoría del delito en la discusión actual, T. II, ob. cit., 2016, p. 320.
27 De ese modo, el profesor Roxin, concluye que el elemento del dominio del control no es superfluo, sino que es
desplazado del centro de la fundamentación de la autoría. Véase en La teoría del delito en la discusión actual, T.
II, ob.cit., 2016, p. 320.
En cambio, el otro funcionario con igual dominio no será posible hacerle responder en
calidad de autor por delito alguno, debido a que no lesionó aquel deber al no participar
en la apropiación de los fondos. En otros términos, se sabe que en las municipalidades
normalmente existen dos administradores de sus caudales, el alcalde que se constituye en
el titular del pliego y el jefe de economía (tesorero). En un caso en concreto, luego de la
investigación del delito se llega a la conclusión que el titular del pliego se ha apropiado
de parte del patrimonio de la municipalidad con total desconocimiento del tesorero. Aquí
solo responderá como autor de peculado el titular del pliego. Y esto es así debido que si
bien los dos (tanto alcalde como tesorero) en la municipalidad tenían o tienen el dominio
sobre la situación de desamparo de un bien jurídico o el dominio sobre la causa esencial del
resultado, solo el alcalde realizó la conducta prohibida por el artículo 387 del Código Penal,
lesionando de ese modo el deber impuesto por la ley penal cual es el deber de no lesionar el
patrimonio estatal.
En parecido sentido ocurre con el delito de colusión. En efecto, tres funcionarios públicos
conforman la comisión especial de licitación, por ejemplo, si luego de la investigación se
determina que solo uno de ellos se concertó o pacto con el tercero interesado para defraudar
patrimonialmente al Estado, solo él responderá como autor del delito de colusión previsto en
el artículo 384 del CP, los otros dos no responderán por delito alguno, pese a que es evidente
que en tanto miembros de la comisión de licitación tuvieron objetivamente el dominio sobre
la situación de desamparo de un bien jurídico o, en todo caso, el dominio sobre la causa
esencial del resultado. Por supuesto, solo el que se concertó con el tercero interesado será
autor, debido que aparte de tener alguno de los dominios que alega el profesor Shünemann,
lesionó sus deberes funcionales de carácter penal de imparcialidad, transparencia y dar trato
justo a los proveedores.
Finalmente, debe precisarse que los deberes duran más o van más lejos que la relación de
dominio sobre la causa del resultado. Dos ejemplos citados por el profesor Roxin28 grafican
lo expresado: cuando una madre emprende un viaje alrededor del mundo y deja a su bebé
lactante solo en su casa cerrada con llaves, en caso que el niño muriera de hambre, ella
será responsable de homicidio por omisión, aun cuando ya no tenía el dominio del control
sobre el niño. El otro caso es el de los padres que se van al cine, mientras que sus hijos se
quedan solos en casa. ¿Qué sucede si necesitan ayuda? ¿quién es responsable?. Lo decisivo
para cualquier autoría por omisión de los padres tendrá que ser el que todavía subsiste su
deber de vigilancia y que ellos deben cumplir con este deber así estén lejos del dominio sobre
una causa esencial del resultado. Por supuesto, el cumplimiento de estos deberes excluye de
responsabilidad alguna a los padres, mientras que su incumplimiento puede fundamentar su
autoría del resultado dañoso producido.
28 Véase: ROXIN, La teoría del delito en la discusión actual, T. II, ob. cit., 2016, pp. 321-322.
Por otro lado, bien sabemos que aparte de Roxin y Shünemann, el profesor Jakobs29 también
ha desarrollado la teoría de los delitos de infracción de deber pero con contenido totalmente
diferente. Para efectos del presente trabajo, no se sigue, los planteamientos de Jakobs, pese
a que como sostiene el profesor Caro John30 la evolución de dicha categoría es impensable
sin el tratamiento dogmático dado por este autor, quien, en el marco de un pensamiento
funcional-normativista del Derecho Penal, en los últimos veinte años, ha orientado su
potencia dogmática a una fundamentación amplia de los delitos de infracción de deber.
En efecto, esta concepción difiere de los planteamientos efectuados por Roxin en varios puntos,
pero para efectos del presente trabajo podemos invocar los siguientes: Primero, no reconoce
como delitos de infracción de deber a aquellos en los cuales se restringe el círculo de autores
solo porque al autor “le sería posible un actuar típico o de manera prácticamente relevante”,
o porque otra persona “es única... que puede atacar un bien de una manera especialmente
fácil o prácticamente relevante”. Aquí se encontrarían tipos penales como los de “frustración
de una ejecución forzada” o “la huida del lugar del accidente”. Segundo, para Jakobs, la
lesión del deber es el fundamento penal de los delitos de infracción de deber. La equiparación
de delito con lesión de bienes jurídicos fracasaría, “principalmente en los delitos con un
deber especial proveniente de una competencia institucional”31. Tercero, finalmente, solo
pueden ser atribuidos los delitos de infracción de deber a aquellos que tienen competencias
institucionales, los demás intervinientes en el delito responderán por un delito común o de
dominio, ya sea como autores o cómplices.
29 Quien reconoce que el grupo delictivo de los delitos de infracción de deber fue desarrollado por Roxin. Cfr.
JAKOBS, Strafrecht (derecho penal), 2da. edición, 1991, sección 21a., n. marg. 119.
30 CARO JOHN, ob. cit., 2010, p. 71. También en La autoría delictiva del funcionario público, en rev. Ius Puniendi, año
I, Vol. 2, segundo trimestre 2015, p. 25.
31 Respecto de estas diferencias, véase: ROXIN, La teoría del delito en la discusión actual, traducido por Abanto
Vásquez, T. II, ob. cit., 2016, pp. 315-316.
bañista o del protegido respectivamente, solo podrán ser sancionados penalmente como
cómplices del delito por omisión. En cambio, según Jakobs, tienen competencia institucional,
por ejemplo, la policía que es la institución garante en la protección ante la delincuencia. De
modo que si el policía no impide la inducción a un delito, responderá como autor del delito32.
En otro extremo, según la concepción normativa pura del Derecho Penal, la infracción del
deber fundamenta el injusto, esto es, constituye la razón de la punición del comportamiento
delictivo34. La razón de la imputación es la infracción de deber, la que trae consigo el
contenido material del injusto, pues la lesión de una institución positiva fundamenta siempre
la punibilidad del autor. En suma, en la infracción del deber radica el fundamento de la
imputación jurídico-penal. La infracción de deber siempre fundamenta la punibilidad35. El
profesor Sánchez-Vera36 sostiene que una de las características de los delitos de infracción de
deber es que la base de la responsabilidad es la lesión de un deber específico al punto que
existe ya un delito de infracción de deber completo, por tanto punible, cuando por ejemplo, “la
madre facilita un arma al asesino para que mate a su hijo (de la madre), con independencia
de que el asesino llegue a la consumación del hecho o al menos lo haya intentado”. Según
esta forma especial de concebir y explicar los delitos de infracción de deber, por ejemplo, se
perfeccionará el delito de peculado previsto en el artículo 387º del Código Penal, cuando
el sujeto público infringiendo o incumpliendo su deber funcional de administrador decide
y planifica apropiarse de los bienes públicos sobre los cuales tiene relación funcional. Para
32 Cfr. JAKOBS, Derecho penal, 2da. edición, 1991, sección 29, n. marg. 106.
33 En parecido sentido, véase: ROXIN, La teoría del delito en la discusión actual, traducido por Abanto Vásquez, T. II,
ob. cit., 2016, p. 332.
34 Cfr. JAKOBS, Derecho Penal, 2da. edición, 1991, sección 2, n. marg. 16.
35 VILLAVICENCIO TERREROS, citando a SÁNCHEZ-VERA GÓMEZ-TRELLES, Derecho Penal, parte general, Grijley,
Lima, 2006, p. 307
36 SÁNCHEZ-VERA, “Delito de infracción de deber”, ob. cit., Bogotá, 2003, p. 282.
Parecida postura sostiene Pariona Arana38, cuando argumenta que por la manera como están
construidas las fórmulas legislativas de los tipos penales que recoge nuestro Código Penal
en su parte especial, no es posible sostener que la sola infracción del deber sea ya razón
suficiente de la imputación jurídico-penal. Según las fórmulas legislativas de la mayoría de
los delitos contra la administración pública, por ejemplo, aparte de la infracción del deber
se exige que el sujeto público realice una acción u omisión de peligro o lesión a un bien
jurídico determinado para completar el injusto penal. La sola infracción de un deber especial
no es suficiente, se necesita la concurrencia de otros elementos objetivos y subjetivos. La
punibilidad de un delito no puede agotarse en la infracción de la norma o del deber especial,
pues aquella requiere también un contenido material definido por la lesión o puesta en
peligro del bien jurídico protegido por el tipo penal, tal como lo exige el artículo IV del Título
Preliminar de nuestro Código Penal.
En los delitos de infracción de deber tan igual como en los delitos de dominio, la razón de
su sanción o punición es al menos el inicio de la lesión o puesta en peligro de determinado
bien jurídico. Las instituciones fundamentan una obligación especial de preservar los bienes
jurídicos que han sido incluidos en esa relación. El obligado es autor, porque se sitúa más
cerca de los bienes jurídicos a diferencia de lo que ocurre con personas que están fuera de la
vinculación de deberes. Debido a su especial posición social, el perteneciente a la institución
37 ROXIN, La teoría del delito en la discusión actual, traducido por Abanto Vásquez, T. II, ob. cit., 2016, p. 335.
38 PARIONA ARANA, ob. cit., 2011, p. 73.
tiene acceso directo a cada uno de los bienes jurídicos y puede perjudicarlos de manera
sencilla y considerable que los que están situados fuera de la institución39.
En este extremo, siguiendo lo expuesto por el profesor Caro John40, la postura de Sánchez-
Vera tiene que ser cuestionada, debido a que ubica la lesión del deber únicamente en el
nivel de lo abstracto, si se quiere, de lo formal, más no en el nivel de lo material, como
corresponde identificar a toda conducta que reúne un significado de relevancia penal. Los
delitos de infracción de deber necesitan una objetivización de la lesión acorde a la semántica
del tipo penal, a la que se llega cuando se da comienzo a la realización típica. Es imposible
-sigue sosteniendo el citado profesor- que pueda ya hablarse de una realización típica del
delito de peculado en el momento que el tesorero dejó abierta la caja municipal para que
terceros, con quienes lo ha planificado todo, se apropien de los caudales públicos a pesar
que estos todavía no han dado inicio a la tentativa. Puede darse el caso que el funcionario
agotó todo lo que le tocaba realizar dentro del plan conjunto de hurtar la caja del municipio,
sin embargo, mientras no se inicie la realización típica de sustracción, la lesión no se produce
en toda su plenitud penal. En concreto, el infringir o incumplir un deber especial solo tiene
sentido jurídico penal cuando se traduce en una realización típica, como mínimo en el grado
de una tentativa. La lesión del deber expresa su sentido únicamente en su vinculación con
la realización de un tipo penal. La infracción de deber no tiene trascendencia penal si no va
acompañada cuando menos con el inicio de la acción típica que describe el tipo penal de
que se trate.
39 Cfr. ROXIN, La teoría del delito en la discusión actual, traducido por Abanto Vásquez, T. II, ob. cit., 2016, p. 336.
40 Cfr. CARO JOHN, La autoría delictiva del funcionario público, en rev. Ius Puniendi, año I, Vol. 2, segundo trimestre
2015, pp. 31-33.
un extraneus (un obligado con un no obligado), este responderá por un delito diferente al
cometido por el intraneus. Por ejemplo, si en la sustracción de los caudales públicos participan
un sujeto público encargado de su custodia junto a un particular, el primero responderá por
el delito de peculado por haber infringido su deber funcional, en cambio, el particular o
extraño a la administración responderá por el delito de hurto que viene a constituir un delito
de dominio41. Se propicia que a un solo hecho se le realice doble calificación jurídica. Esta
posición tiene su fundamento jurídico en la teoría de la ruptura del título de imputación42.
Solo es autor del delito especial, los que tienen competencia institucional y los que no la
tienen responden por otro delito de dominio o común43. Según esta postura doctrinaria, en
el caso de los delitos especiales de infracción de deber, el castigo de los partícipes adquiere
características distintas. La razón radica en la circunstancia que la competencia institucional,
sobre la que se fundamenta el delito de infracción de deber, solamente puede atribuirse a
los intranei al tipo. Los extranei no pueden asumir esta competencia y, por lo tanto, su
responsabilidad penal no podrá determinarse con base en el delito de infracción de deber. En
consecuencia, los partícipes no podrán ser sancionados con el marco penal establecido para
los delitos de infracción de un deber44.
Para graficar este aspecto, el profesor Caro John, luego de afirmar que en los delitos de
infracción de deber puede participar un extraneus, pone los siguientes casos: “Una de las
partes que redacta la sentencia que luego el Juez la ejecuta, o el vendedor de colchones
que, luego de entregar un centenar de ese producto a los pobladores de una zona afectada
por algún desastre natural, incrementa la factura haciendo constar un incremento
considerablemente superior al precio real, porque el alcalde corrupto así se lo ha solicitado.
Tanto el vendedor de colchones, como la parte del proceso que redacta la sentencia,
contribuyen de manera esencial a la comisión del delito; no obstante, por no poder infringir
un deber de carácter institucional (no son funcionarios), sino el deber general de no lesionar
neminem laedere (pues, solo son personas), ellos solo podrán responder como autores o
partícipes (la diferenciación será de acuerdo con la envergadura de la intervención), pero
en un delito de dominio o de organización, para lo cual se precisa de una regulación típica
41 Véase, GARCÍA CAVERO, “Responsabilidad penal del partícipe Extraneus, en los delitos especiales cometidos
por funcionario públicos”, en Nuevo Proceso Penal y Delitos contra la administración pública, (coordinadora
CASTAÑEDA OTSU, Susana), Jurista Editores, Lima, 2014, p. 637.
42 Para saber más sobre las diferencias entre esta teoría y la de unidad del título de imputación, así como sus
consecuencias prácticas, véase: PARIONA ARANA, Participación en los delitos especiales, ob. cit., Lima, 2006,
pp. 760-761.
43 La teoría de Jakobs sostiene la ruptura del título de imputación, la misma que plantea que solo el funcionario
o servidor público responde como autor del delito especial cometido, en tanto que los extraneus que participan
en la comisión del mismo delito especial, responden penalmente por un delito común. Cfr. GARCÍA CAVERO, cit,
2008, p. 600; también cit., 2014, p. 639.
44 GARCÍA CAVERO, citando a Heiko Lesch, cit., 2014, p. 634.
diferenciada a fin de no incluir a los extranei en el mismo grupo de responsabilidad por los
delitos de infracción de deber cometidos por el Juez y el Alcalde (obligados especiales)”45.
Consideramos que seguir la teoría de infracción de deber desde la óptica del profesor Jakobs,
y en consecuencia, aplicar la teoría de la ruptura del título de imputación en el análisis
e interpretación de los delitos que lesionan o ponen en peligro el bien jurídico general
denominado correcto funcionamiento de la administración pública, no es la forma más
adecuada y eficaz, toda vez que resulta cuestionable que se diferencie el tratamiento de la
participación delictiva en los delitos especiales. No resulta razonable que los participantes
en la comisión de un delito de peculado o colusión por ejemplo, unos respondan por el delito
realmente realizado, esto es, peculado o colusión y otros, por un delito diferente pero paralelo
al anterior, esto es, apropiación ilícita, hurto o estafa. Asimismo, no resulta razonable para
nuestro sistema jurídico, que un solo hecho delictivo tenga doble calificación jurídica por
la calidad del agente. Igual no resulta razonable que los participantes en la comisión de
un delito especial propio, unos respondan por la comisión del delito especial, y otros no
respondan por delito alguno, debido a que no existe ilícito penal subyacente o paralelo.
En efecto, en los delitos especiales impropios donde existe una figura delictiva paralela
común o subyacente, podría explicarse esta posición aun cuando luego del debido proceso
se originen sentencias contradictorias, como por ejemplo, condenando al sujeto público y
absolviendo al particular en proceso penal diferente, debido a que normativamente el
bien jurídico solo existe en una estructura social de los delitos contra la administración
pública.46
Generando impunidad respecto de los que ayudan o auxilian a la comisión de
un delito especial cometido por un funcionario público47. Esto es más evidente en los delitos
especiales propios48 donde en nuestro catálogo penal no existe delito subyacente o paralelo,
como por ejemplo, en el prevaricato, enriquecimiento ilícito, malversación de fondos, abuso
de autoridad, etc. Aquí para graficar cabe citar como ejemplo el delito de prevaricato. Si un
La teoría de la ruptura del título de imputación, en los inicios del sistema anticorrupción en
el Perú, tuvo cabida a nivel jurisprudencial50. No obstante, tomando en cuenta el principio
procesal de unidad de la investigación y los principios sustantivos de la participación de
unidad del título de imputación y accesoriedad, en nuestra patria jurisprudencialmente se
venía imponiendo la posición de considerar a los particulares o extraneus como cómplices
de los sujetos públicos que cometen en calidad de autores algún delito especial51. Todos
los que participan en la comisión de un delito especial propio o impropio responden por el
mismo delito y en un solo proceso penal. Algunos responderán en calidad de autores y otros
en calidad de cómplices. Incluso, así se dejó establecido como doctrina legal vinculante
49 Igual planteamiento formula el profesor ALCOCER POVIS, Introducción al Derecho Penal, Parte General, Instituto
de Ciencia Procesal Penal, Lima, 2014, p. 152.
50 Al inicio de la lucha contra la corrupción en nuestra patria, la posición de JAKOBS, desde su enfoque institucional,
tal como lo precisa el profesor Caro John, logró una amplia acogida en la doctrina y jurisprudencia penal
nacional, especialmente en el campo de los delitos funcionariales. Cfr. La autoría delictiva del funcionario
público, en rev. Ius Puniendi, año I, Vol. 2, segundo trimestre 2015, p. 26. Posición que es asumida todavía en
algunos pronunciamientos de las Salas Penales de la Corte Suprema, en cuanto a su terminología. En efecto,
como ejemplo, cabe citar las ejecutorias supremas R.N. N° 636-2008-Lima del 01 de julio de 2008 y R.N. N°
954-2007-Amazonas, del 07 de marzo de 2008. Allí se sostiene que el delito de colusión “no es de dominio… sino
un delito de infracción de deber integrado por un deber positivo o deber institucional específico que delimita
el ámbito de competencia del actuante, circunscribiéndolo al rol especial de funcionario o servidor público...”.
En parecido sentido, tenemos la sentencia casatoria del 06 de julio de 2016. Allí se sostiene que “así las cosas,
el artículo 25° del Código Penal que prevé la complicidad para quien realiza un aporte esencial, en el caso del
cómplice primario; y no esencial, en el caso del cómplice secundario, resulta de imposible aplicación al delito de
enriquecimiento ilícito. La razón hunde sus raíces en lo ya expresado, nadie más que el sujeto con status puede
quebrantar la norma de conducta, y todo apoyo aporte que reciba escapará al radio punitivo de la norma que
sólo pretende alcanzar a un sujeto con condiciones especiales. Cfr. Casación N° 782-2015 -Del Santa- Sala Penal
Permanente.
51 Parecida impresión tiene Alcocer Povis, ob. cit., Lima, 2014, p. 151.
en el Acuerdo Plenario N° 2-2011/CJ-11652, donde entre otros aspectos se precisó que “los
extraneus se regirán por la pena correspondiente al delito ejecutado por el autor, pero para
los efectos del cómputo de la prescripción no se les extenderá el término del plazo previsto
para los autores”. Y como obiter dicta de la citada doctrina legal establecida en el citado
acuerdo plenario, en los considerandos 11 y 12 se precisó que “este tipo de delitos restringe
el círculo de autores, pero se admite la participación del “extraneus” que no ostenta esa
obligación especial, como partícipe: inductor o cómplice. Para fundamentar esta perspectiva
-en torno a la accesoriedad de la participación- en la jurisprudencia nacional actual se
considera dominante y homogénea la tesis de la unidad del título de imputación para
resolver la situación del “extraneus”. Esta posición sostiene lo siguiente: A. Un mismo hecho
no puede ser reputado bajos dos tipos penales diferentes. B. El extraneus puede participar en
delitos funcionariales y responderá por el injusto realizado por un autor que infringe el deber
especial. Por tanto, la participación del extraneus no constituye una categoría autónoma
de co-ejecución del hecho punible, sino que es dependiente del hecho principal. Esto es, no
posee autonomía y configuración delictiva propia a pesar de que aquél toma parte en la
realización de la conducta punible. Desde esta posición subsidiaria, serán partícipes los que
sin infringir el deber, formen parte del hecho referido a la acción del infractor del deber -el
hecho punible está unido esencialmente al autor y constituye un imputación única-. Esta
posición guarda absoluta concordancia con el artículo 26° CP que regula las reglas de la
incomunicabilidad de las circunstancias de participación. Esta fórmula ratifica la opción
dogmática y jurisprudencial que sostiene la imposibilidad de la punibilidad del extraneus
como autor de un delito de infracción de deber. Lo expuesto significa, además, que el partícipe
sólo merece ser sancionado si existe un hecho antijurídico por parte del autor”.
Así, por ejemplo, en nuestra patria, en los inicios del sistema anticorrupción, se realizaron
diversos procesos penales, en los cuales el sujeto público era procesado por peculado o
colusión, en tanto que a los terceros (extraneus) que habían participado con ellos en la
comisión del delito especial y de infracción de deber funcional, se les seguía procesos
penales diferentes como partícipes de los delitos de hurto o apropiación ilícita53, los mismos
que al final eran absueltos debido al uso del argumento siguiente: es imposible que existan
cómplices de hurto, apropiación ilícita o estafa sin la existencia de un autor de estos delitos,
trayendo como lógica consecuencia que muchos casos judicializados pasaran a formar parte
de la cifra negra de la criminalidad.
Sin embargo, la situación cambió drásticamente cuando las Salas Penales de nuestra Corte
Suprema comenzaron a interpretar adecuadamente los delitos funcionariales y se dió inicio
52 De fecha 6 de diciembre de 2011 (nuevos alcances de la prescripción). Firmado por los jueces supremos Villa
Stein, Lecaros Cornejo, Prado Saldarriaga, Rodríguez Tineo, Pariona Pastrana, Barrios Alvarado, Neyra Flores,
Villa Bonilla, Calderón Castillo y Santamaría Murillo.
53 Claro está siguiendo la posición de JAKOBS que aquí no se sigue.
De igual modo, en la ejecutoria suprema del 14 de noviembre de 2003, la Sala Penal Transitoria
de la Corte Suprema precisó que “en cuanto a la calidad de cómplice del coprocesado Bedoya
de Vivanco en el delito de peculado, debemos de manifestar que nuestro Código Penal recoge
la tesis de la accesoriedad de la participación y la teoría del dominio del hecho para efectos
de determinar la autoría, mientras que la complicidad es dependiente de un hecho principal,
careciendo de autonomía y estructura delictiva propia [...] por consiguiente la conducta
desplegada por el procesado Bedoya de Vivanco, persona particular, se encuentra bajo la
calidad de cómplice del delito de peculado”56. En esta ejecutoria, nuestros jueces supremos
innecesariamente hacen alusión a la teoría del dominio del hecho.
54 Acerca del fundamento penal de la participación, véase ROXIN, Claus, ob. cit., 2007, p. 483. En el mismo sentido
GIMBERNAT ORDEIG, Autor y Cómplice, 1966, p. 2015.
55 Exp. Nº 3203-2002-Lima.
56 R.N. Nº 1813-2003-Lima.
57 R.N. Nº 375-2004-Ucayali (Revista Peruana de Doctrina y Jurisprudencia Penales, Nº 6, Grijley, Lima,
2005, p. 545). En el mismo sentido, se pronuncia la ejecutoria suprema del 30 de diciembre de 2004, R.N.
Nº 2976-2004-Lima, en la misma revista jurídica, p. 548.
Otro ejemplo del cambio jurisprudencial que se realizó para sancionar actos de corrupción, es
la ejecutoria suprema del 30 de diciembre de 200458. Aquí se consideró que “aun siendo el tipo
penal de enriquecimiento ilícito un delito especial -propio, en este caso- es absolutamente
posible el concurso de terceros para su efectiva consumación, sin que tal condición implique
la ruptura del título de imputación; que la intervención de terceros en delitos especiales,
más allá incluso de la entidad de la contribución material concreta de cada uno de ellos,
solo puede ser a título de partícipes en tanto no son funcionarios o servidores públicos,
que es lo que el tipo exige para la autoría -el autor en este caso es quien infringe un deber
específico o especial que el tipo penal asume-; accesoriedad que en todo caso no puede
negar la consideración general que los partícipes -como todas las personas- tienen el deber
de evitar la lesión del bien o interés jurídico-penal en cuestión; es claro, entonces, que el
cómplice no necesita tener la calificación jurídica que determina la autoría del hecho punible,
sencillamente porque no es un autor, sino un simple partícipe”.
Desde nuestra perspectiva jurídica, la teoría de la unidad del título de imputación supera
en muchos aspectos a la teoría de la ruptura de la imputación y llega a soluciones jurídicas
más razonables y satisfactorias, y evita caer en la ficción de considerar conductas de
complicidad o participación en delitos que en realidad no se han producido60. Esta postura es
más convincente debido a que, en primer término, la idea rectora decisiva para la tipicidad
de los delitos especiales contra la administración pública es la infracción penal de un deber
58 R.N. Nº 2976-2004-Lima (SAN MARTÍN CASTRO, Jurisprudencia y precedente penal vinculante. Selección
de ejecutorias de la Corte Suprema, cit., p. 652). También en Revista Peruana de Doctrina y Jurisprudencia
Penales, Nº 6, Lima, 2005, p. 546.
59 Cfr. R.N. N° 2659-2011-Arequipa – Sala Penal Transitoria.
60 Cfr. PARIONA ARANA, Participación en los delitos especiales, ob. cit., 2006, p. 762.
Ante las críticas efectuadas a la teoría de infracción de deber desde la postura del
funcionalismo radical, Sánchez-Vera63 ha ensayado una posición interesante pero no
necesaria. Sostiene que dentro de esta categoría, no hay sitio para una diferenciación entre
delitos de infracción de deberes propios e impropios (delitos especiales propios y delitos
especiales impropios, en la terminología tradicional). La punibilidad se fundamenta en la
infracción del deber positivo; si, además el autor posee el dominio del hecho sobre el suceso
ello es, como sabemos, irrelevante para la fundamentación de su punibilidad como autor
de un delito de infracción de deber. No es correcta, por tanto, si tan siquiera la afirmación de
que hay un delito común subyacente, en los delitos de infracción de deber impropios que han
sido llevados a cabo por acción. La suposición de que el injusto -continúa el citado autor-
de un delito de infracción de deber impropio sería distinto -“más débil”- que el de un delito
de infracción de deber propio no calza con la teoría del delito de infracción de deber. En
ambos casos, se trata, de igual manera, del incumplimiento de los deberes que impone una
institución positiva.
no lo tiene. La regla es aplicada tanto para delitos especiales propios como impropios. En los
delitos contra la administración pública, el tercero, extraño o extraneus que participa junto
a un intraneus en la comisión de un peculado por ejemplo, no tiene el deber especial de no
lesionar el patrimonio del Estado, debido a que no tiene la condición especial de funcionario
o servidor público que exige el tipo penal 387 del Código Penal.
En otro extremo, debemos precisar que de modo alguno se violenta el contenido del
artículo 26º del CP64 que establece que las circunstancias y cualidades que afecten las
responsabilidades de algunos de los autores y partícipes no modifican las de los otros
autores o partícipes del mismo hecho punible, toda vez que resulta claro que la circunstancia
especial que califica a los autores de los delitos contra la administración pública, cual
es infringir un deber especial de carácter penal, de modo alguno modifica ni menos se
traspasa a los extraneus que ayudan o auxilian en la comisión de un delito especial. De
ahí que se afirme en forma tajante que un particular o extraño, jamás puede ser autor de
un delito funcionarial, debido a que la condición de funcionario o servidor público no se le
puede traspasar ni transferir. La circunstancia o cualidad de sujeto público que afecta la
responsabilidad del autor no modifica la responsabilidad del partícipe del hecho punible.
Solo es autor aquel que tiene las condiciones o circunstancias especiales (sujeto público) que
exige el tipo penal. Aquellos que también participan en la comisión del delito, pero sin reunir
aquellas condiciones o circunstancias especiales, no pueden ser autores sino simplemente
responderán como cómplices del delito. La teoría de la unidad del título de imputación es
coherente con tal principio. Y esta es la plausible interpretación efectuada por las dos Salas
Penales de la Corte Suprema en el Acuerdo Plenario N° 2-2011/CJ-116 ya citado.
64 Como sugiere GARCÍA CAVERO, al señalar que no se puede admitir tal como lo proscribe el artículo 26 del
CP, que las circunstancias o cualidades que afectan la responsabilidad penal de un autor cualificado se
amplíen a los partícipes que no tienen una relación institucional. Precisamente en el caso de agravantes
por el abuso de la calidad de funcionario o servidor público para cometer el delito, tiene lugar una
incomunicabilidad de la circunstancia agravante. Si este deber se comunicase a los partícipes, dejarían de
ser partícipes para convertirse en autores, pues en estos casos no interesa el grado de dominio del riesgo que
lesiona el bien jurídico, sino la infracción de un deber de preservación de un bien jurídico. cit. 2008, p. 601;
también: cit., 2014, p. 637. En el mismo sentido, VILLA STEIN, Derecho Penal, parte general, 4ta. Edición, Lima,
Ara editores, 2014, p. 394.
65 Casación N° 782-2015-Del Santa- Sala Penal Permanente
66 Y se necesitaba la explicación del cambio de postura, toda vez que esta última casación fue firmada por los
jueces supremos Villa Stein, Rodríguez Tineo, Pariona Pastrana y Neyra Flores, firmantes del Acuerdo Plenario
N° 2-2011/CJ-116.
en los delitos especiales, el status del autor impide que se pueda imputar responsabilidad
penal a otra persona distinta de él. La razón estriba en que los delitos especiales criminalizan
conductas que sólo pueden desplegar ciertos sujetos, y de hecho el desvalor de la conducta
está en función a esa condición especial que tiene la persona. Si lo que permite sancionar es
esa condición particular del agente, todo aquel que no la tenga escapa al radio punitivo de
la norma por aplicación del principio de legalidad”67.
Desde nuestra perspectiva, en los delitos especiales se criminalizan conductas que solo
pueden desplegar ciertos sujetos como autores. Nadie más que ellos pueden ser autores. Si
lo que permite sancionar es esa condición particular del agente (sujeto público), todo aquel
que no tenga tal condición escapa al radio punitivo de la norma en su calidad de autor, solo
podrá constituirse en un cómplice si se llega a acreditar que también participó en la comisión
del delito especial de que se trate. Este razonamiento de modo alguno lesiona el principio
de legalidad, por el contrario, lo consolida y lo que es más importante, se evita dejar en la
impunidad conductas delictivas graves debidamente probadas68.
67 Parecida posición adoptó la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema en la ejecutoria suprema del 16 de
agosto de 2016. R. N. N° 615-2015-Lima. Caso Diarios Chicha.
68 Como al parecer sucedió en el caso judicial objeto de la sentencia casatoria de fecha 06 de julio de 2016. En
efecto, allí, los hechos se resumen en lo siguiente: “Se imputa a la señora Amelia Victoria…., que en su condición
de regidora, teniente alcaldesa y alcaldesa entre los años de 1999 al 2002 y del 2007 al 2010 haberse enriquecido
valiéndose de una relación o núcleo familiar y en la cuenta de su presunto esposo en la cantidad de S/.
1´028,703.44 nuevos soles, que se tiene la prueba de las cuentas del señor Wilmer Agapito…, para ocultar la
sociedad económica que mantenían y que no pudieron ocultar el dinero que apareció repentinamente en las
indicadas cuentas bancarias, cuando la imputada ejercía el cargo de regidora y después de alcaldesa”. Utilizando
la teoría de la ruptura del título de la imputación, la Sala Permanente casó la sentencia condenatoria y actuando
en sede de instancia y emitiendo pronunciamiento sobre el fondo, revocaron la sentencia condenatoria,
reformándola absolvieron a los procesados por el delito de enriquecimiento ilícito. Cfr. Casación N° 782-2015-
Del Santa- Sala Penal Permanente. También sucedió en el caso denominado Diarios Chicha en el cual los hechos
se resumen en lo siguiente: “Alberto Fujimori Fujimori, en su condición de Presidente de la República, ordenó
entre los años 1998-2000, sin ningún sustento legal, el desvío de fondos de la Fuerza Aérea del Perú y del Ejército
Peruano al Servicio de Inteligencia Nacional- SIN por un monto de S/ 122´000000 (ciento veintidós millones de
soles), bajo la denominación de “Gastos Reservados”, que fueron utilizados para comprar los titulares de los
denominados “Diarios Chicha”, para su campaña de reelección presidencial del periodo 2000-2005, con lo que
manipuló a la opinión pública, denostando a sus adversarios políticos”. Invocando la teoría de la ruptura del
título de la imputación, la Sala Permanente declaró nula la sentencia condenatoria y reformándola, absolvió al
acusado de los graves hechos imputados.
19
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 147-2016
LIMA
SUMILLA:
Establecen doctrina jurisprudencial sobre la inexistencia
de la prórroga de la prisión preventiva, interpretación de
la congruencia en el recurso de apelación y requisitos de la
prolongación de prisión preventiva.
SENTENCIA DE CASACIÓN
VISTOS; los recursos de casación excepcional interpuestos por el representante del Ministerio
Público y por la defensa técnica del investigado Gregorio Santos Guerrero contra la resolución
número ocho del primero de setiembre de dos mil quince -fojas ciento noventa y dos- que
revocó la resolución del catorce de agosto de dos mil quince, en el extremo que declaró
infundado el requerimiento de prórroga de prisión preventiva contra el referido investigado por
el plazo de cuatro meses, y reformándolo declaró improcedente el extremo del requerimiento
de prórroga de prisión preventiva solicitada por el Ministerio Público; y confirmó dicha
resolución en el extremo que declaró fundado el requerimiento de prolongación de prisión
preventiva contra Gregorio Santos Guerrero; y, revocaron el extremo del plazo de dieciocho
meses de prolongación de prisión contra el citado investigado, reformándolo se le otorga el
plazo de onces meses de prolongación de prisión preventiva contra el citado investigado.
Interviene como ponente el señor Juez Supremo Pariona Pastrana; y, CONSIDERANDO:
I. ANTECEDENTES
1.1.2. Esta organización criminal estaría integrada por una pluralidad de personas,
organizadas estructuradamente en función a criterios de jerarquía, liderada por el Presidente
Regional de Cajamarca Gregorio Santos Guerrero [quien a su vez se desempeñaba como
Presidente del Comité Directivo de PRO-REGIÓN- e integrada por su ex director ejecutivo José
Panta Quiroga, su ex administrador Juan Ricardo Coronado Fustamente, el jefe de la Unidad
de Ingeniería Herbert Wilderd Bravo Saucedo, el jefe de la Oficina de Asesoría Legal Fuadd
Abdala Samhan Graham, el jefe de la Unidad de Tesorería Aristides Atilo Narro Mirando,
el jefe de la Unidad de Adquisiciones Segundo Rudecindo Calua Gamarra, el trabajador
de la oficina de programación y presupuesto Percy Martín Flores del Castillo; así como los
particulares Wilson Manuel Vallejos Díaz, Crysti Soledad Varas Langle y su trabajador Johan
Jerry Zavala Ledezma. Asimismo, existiría una distribución funcional donde cada integrante
desempeñaba un rol concreto, ya sea aprovechándose de su calidad de funcionario público
o de extraneus vinculado a las personas jurídicas que participan en procesos de selección.
También existiría una vocación de permanencia, pues dicha organización actúa desde el
dos mil once, incluso posteriormente, durante el tiempo que se ejecutó y liquidó los diversos
procesos de selección adjudicados al grupo de empresas vinculadas a la asociación ilícita.
1.2.2. Por otro lado, la medida cautelar de prisión preventiva se dictó por catorce meses,
desde el veinticinco de junio de dos mil catorce hasta veinticuatro de agosto de dos mil
quince. El Fiscal mediante un escrito presentado el seis de agosto de dos mil catorce -fojas
uno-, requirió una prolongación de la prisión preventiva, esto es, antes de su culminación,
solicitando una prórroga de cuatro meses (para completar los dieciocho meses del plazo
ordinario) y una prolongación de dieciocho meses más.
1.2.4. Decisión que fue apelada tanto por el investigado Santos Guerrero y por el representante
del Ministerio Público, emitiéndose la resolución que obra a fojas ochocientos dieciocho,
del uno de setiembre de dos mil quince, considerando que “El Colegiado considera que
1.2.5. Tal decisión fue impugnada por el representante del Ministerio Público y el investigado
Gregorio Santos Guerrero, quienes interpusieron sus recursos de casación, sosteniendo cada
uno lo siguiente:
desarrollo de doctrina jurisprudencial, señalando que: “Fije los alcances del principio de
congruencia procesal consagrados en el artículo 409º.1 del Código Procesal Penal, lo que
permitirá responder a los supuestos de si la Sala Superior puede resolver más allá del
objeto de apelación, el mismo que solo está delimitado a las partes”.
1.2.6. En mérito a ello, este Tribunal Supremo emitió la Ejecutoria Suprema del veintidós de
abril de dos mil dieciséis -fojas sesenta y siete del cuadernillo- declarando bien concedido
los recursos de casación [descritos líneas arriba] señalando que es necesario desarrollar
jurisprudencialmente y también respecto al Plazo de la investigación preparatoria: “Si la
entrada en vigencia de una norma procesal, se debe de aplicar en casos perpetrados con
anterioridad de su vigencia, aun cuando colisione con el derecho fundamental a la libertad
imputado, teniendo en cuenta que su interpretación y aplicación debe ser restrictiva,
conforme lo prevé el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Penal”.
interpretación de las normas jurídicas: (a) la depuración y control de la aplicación del Derecho
por los Tribunales de instancia, asegurando el indispensable sometimiento de sus decisiones
a la Ley (función nomofiláctica); y, (b) la unificación de la jurisprudencia, garantizando el
valor de la seguridad jurídica y la igualdad en la interpretación y aplicación judicial de las
normas jurídicas (defensa del ius constitutionis); bajo ese tenor, en sede casacional, dichas
misiones se estatuyen como fundamento esencial de la misma, en consecuencia, las normas
que regulan el procedimiento del recurso de casación deben ser interpretadas bajo dicha
dirección.
2.2.2. El artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Penal regula la legalidad de
las medidas limitativas de derecho, con el que concuerdan los artículos 253º, inciso 1, 2 y
3 del mismo texto legal, señalando que los derechos fundamentales, entre ellos la libertad
individual, solo pueden ser restringidos en el marco del proceso penal y si la ley lo permite
y con las garantías previstas en ella. Para ello, se requiere expresa autorización legal, con
respeto al principio de proporcionalidad y siempre que existan suficientes elementos de
convicción.
2.3.3. El recurrente plantea los límites del recurso en su petitorio. “Así, en materia procesal
penal el hecho de interponer un medio impugnatorio determina la competencia y alcances
de conocimiento del órgano jurisdiccional superior en aplicación del principio de limitación
que determina que no puede pronunciarse más allá de lo pedido por las partes, salvo los
casos de “nulidades absolutas o sustanciales no advertidas por el impugnante”3.
2.3.4. La regla es que el recurso se desenvuelve según los marcos planteados por el recurrente.
Esto implica que la Sala de Apelaciones se encuentra vinculada a los marcos fácticos y
jurídicos planteados por quien recurre, determinando los efectos de su admisión, fijando los
términos sobre los que gira y debe dictarse la sentencia.
2.3.5. Rige el principio tantum devolutum quantum appellatum, tanto devuelto como
apelado. Siendo importante que: “El Tribunal de alzada asume jurisdicción dentro de los
límites del agravio mostrado por el impugnante, por aplicación de dicha regla, límite que
deberá superar si corresponde declarar una nulidad absoluta, aunque la vía impugnativa no
1 SAN MARTÍN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal. Lecciones. INPECCP-CENALES, Lima, 2015, p. 464.
2 Se refiere al pronunciamiento emitido por el Tribunal Superior el cual no puede exceder lo pedido por el
impugnante.
3 CÁCERES JULCA, Roberto E. Los medios impugnatorios en el proceso penal. Lima: Jurista Editores, 2011, p. 43.
haya sido motivada en aquélla, siempre que esté abierta la vía del recurso, pues es sabido
puede ser declarada de oficio en cualquier estado y grado del proceso”4.
2.3.6. El Tribunal Constitucional señaló que “El principio de limitación, aplicable a toda la
actividad recursiva, le impone al superior o Tribunal de alzada la limitación de sólo referirse
al tema del cuestionamiento a través de un medio impugnatorio, es decir el superior que
resuelve la alzada no podría ir más allá de lo impugnado por cualquiera de las partes. De lo
que se colige que en toda impugnación el órgano revisor solo puede actuar bajo el principio
de limitación (tantum apelatum quantum devolutum) que a su vez implica reconocer la
prohibición de la reformatio in peius, que significa que el superior jerárquico está prohibido
de reformar la decisión cuestionada en perjuicio del inculpado más de los términos de la
impugnación”5.
2.3.7. Si bien la segunda instancia tiene tal limitación al momento de pronunciarse sobre el
objeto litigioso [constituido por dos elementos que la doctrina denomina pedido (petitum)
y la causa que se pide (causa petendi)] propuesto por los recurrentes; existen casos en los
cuales la pretensión no resulta clara y evidente, o está planteada de manera incorrecta, o
se ha invocado erróneamente la norma de derecho aplicable, frente a lo cual el Juez, luego
de un análisis fáctico, tiene el deber de reconocer el trasfondo o el núcleo de lo solicitado y
pronunciarse respecto de él, sin que ello represente una extralimitación de sus facultades,
conforme al principio iura novit curia6.
2.3.8. Este criterio ha sido utilizado por la Sala Penal Especial de la Corte Suprema apelación
03-2015 “22”, caso Torrejon Guevara citado, de nueve de junio de dos mil dieciséis, siempre
que se cumpla con los principios de congruencia y derecho de defensa, y asumido como
doctrina jurisprudencial en la Casación número 430-2015-Lima, Sala Penal Transitoria de la
Corte Suprema, de veintiocho de junio de dos mil dieciséis, publicado en la página web del
4 AYÁN, Manuel N., AROCENA A., Gustavo, BALCARCEL, Fabián, BARBERÁ DE RISO, María. Medios de Impugnación
en el proceso penal. Córdova: Ediciones Alveroni, 2007, p. 78.
5 Véase Exp. Nº 05986-2008-PHC/TC, fundamento jurídico número 5.
6 Este principio ha sido recogido por el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Civil, estableciendo
que el Juez debe aplicar el derecho que corresponde al proceso, aunque no haya sido invocado por las partes o lo
haya sido erróneamente. Sin embargo, no puede ir más allá del petitorio ni fundar su decisión en hechos diversos
de los que han sido alegados por las partes, lo que ha sido ratificado en la Casación Nº 1944-2009-Piura, expedido
por la Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República el primero de octubre de dos mil diez.
Otro caso donde se aplica esta consideración es la nulidad procesal, pues el artículo 150° del Código Procesal
Penal, admite la no solicitud de nulidad peticionado por algún sujeto procesal y, pese a ello, se declare de oficio
cuando se presenten los siguientes defectos: a) A la intervención, asistencia y representación del imputado o de
la ausencia de su defensor en los casos en que es obligatoria su presencia. b) Al nombramiento, capacidad y
constitución de Jueces o Salas. c) A la promoción de la acción penal, y a la participación del Ministerio Público
en las actuaciones procesales que requieran su intervención obligatoria. d) A la inobservancia del contenido
esencial de los derechos y garantías previstos por la Constitución”.
Poder Judicial, que señala que en cualquier resolución judicial, y sin contravenir el principio
de legalidad, el Juez debe determinar el derecho, debe moldearlo para adaptarlo al caso
concreto.
2.3.9. Los principios que guían la interpretación de las medidas de coerción son las que se
ubican en el artículo VI del Título Preliminar del citado Código, que señala que sólo podrán
dictarse por la autoridad judicial, en el modo, forma y con las garantías previstas por la Ley.
Se impondrán mediante resolución motivada, a instancia de la parte procesal legitimada.
La orden judicial debe sustentarse en suficientes elementos de convicción, en atención a la
naturaleza y finalidad de la medida y al derecho fundamental objeto de limitación, así como
respetar el principio de proporcionalidad.
2.3.7. Por ello, el artículo 253° de la ley procesal señala que la restricción de un derecho
fundamental solo tendrá lugar cuando fuere indispensable, en la medida y por el tiempo
estrictamente necesario, para prevenir, según los casos, los riesgos de fuga, de ocultamiento
de bienes o de insolvencia sobrevenida, así como para impedir la obstaculización de la
averiguación de la verdad y evitar el peligro de reiteración delictiva.
2.3.8. No obstante el juez considere que existen razones para estimar fundado el requerimiento
del fiscal, puede no estar de acuerdo con el tiempo de la medida por no ser proporcional ni
indispensable, pues este principio busca que las medidas adoptadas por la autoridad sean
las menos perjudiciales para los derechos e intereses de los ciudadanos7.
2.3.9. En ese sentido, el juez como garante de los derechos del ciudadano no puede afectarlos
más allá de lo proporcional, teniendo en cuenta los principios de adecuación, necesidad y
proporcionalidad en sentido estricto, que la Casación número 626-2013-Moquegua, de la
Sala Penal Permanente de treinta de junio de dos mil quince, recogió como fundamento de
esta medida.
2.3.10. De ahí que frente al requerimiento del fiscal, del cual se defiende la parte investigada,
el juez puede modificar el plazo que otorga a su inicial pedido si es que es excesivo, lo que no
es una afectación al principio de congruencia, defensa u otro, pues se opone y discute el plazo
pedido y de cualquier otro.
7 FLEINER, F. Instituciones de Derecho Administrativo. Barcelona, 1933, p. 312, citado por: PEDRAZ PENALVA,
Ernesto. Derecho Procesal Penal. T.I. Colex, Madrid, 2000, p. 142.
señala sobre las medidas de coerción procesal, que los autos que se pronuncian sobre estas
son reformables aun de oficio, cuando varíen los supuestos que motivaron su imposición o
rectificación.
2.3.12. Es importante atender que el imputado Gregario Santos nunca estuvo conforme con la
prolongación de la prisión preventiva; por lo que tampoco está de acuerdo con plazo alguno,
aunque se reduzca; en consecuencia, su recurso debe ser interpretado conforme al artículo
siete inciso tres del Título Preliminar del Código Procesal Penal, que prevé que la ley que
coacte la libertad o el ejercicio de los derechos procesales de las personas, así como la que
limite un poder conferido a las partes o establezca sanciones procesales, será interpretada
restrictivamente. La interpretación extensiva y la analogía quedan prohibidas mientras no
favorezcan la libertad del imputado o el ejercicio de sus derechos; toda vez que se le favorece
al dictarse una medida restrictiva menor a la pedida por el fiscal.
2.4.2. Está institución está prevista en el numeral 1 del artículo 274° del Código Procesal
Penal, el cual requiere acumulativamente dos presupuestos: i) Una especial dificultad
o prolongación de la investigación o del proceso. Por especial dificultad se entiende la
concurrencia de circunstancias que obstaculizan la realización de determinada diligencia,
la práctica de alguna pericia o alguna circunstancia propia de la conducta del imputado8,
elementos de juicio objetivos posteriores al dictado de la prisión preventiva primigenia y su
impugnación. La ley no establece que deban excitar nuevos elementos o actos que sustenten
este requisito, pues el juez al momento de determinar el plazo de prisión preventiva pudo no
tener en cuenta en su real dimensión estas particularidades que le dan complejidad al caso.
ii) Que el imputado pudiera sustraerse a la acción de la justicia u obstaculizar la actividad
probatoria, que no se establece en función a un reexamen de lo ya resuelto en la prisión
preventiva a propósito del peligro procesal, sino sobre la base del análisis sobre si dichas
condiciones subsisten o se mantienen.
8 SÁNCHEZ VELARDE, Pablo. Código Procesal Penal Comentado. LIMA: IDEMSA, 2013, p. 272.
2.4.3. El Tribunal de Mérito, al momento de emitir el auto recurrido del 1 de setiembre de dos
mil quince -fojas cientos noventa y dos-, consideró que el representante del Ministerio Público
alegó que el requerimiento de prórroga de prisión preventiva no fue tomado en cuenta por el
Juzgado de Investigación Preparatoria por cuatro meses para que se computen los dieciocho
meses de plazo ordinario de prisión preventiva para casos complejos al presentarse nuevas
circunstancias de especial relevancia para la investigación, y que la defensa del investigado
Santos Guerrero arguyó que dicho Juzgado no indicó los fines ni principios de las medidas
cautelares que llevan a concluir la prolongación; además, que el Fiscal no acreditó la
especial dificultad que invoca.
2.4.4. Sin embargo, la Sala Penal de Apelaciones Nacional determinó que toda medida
coercitiva personal tiene que ser proporcional9 y razonable no solo porque se va a privar
del derecho a la libertad del procesado y concurran los requisitos para la prisión preventiva,
sino también porque el plazo otorgado inicialmente [plazo ordinario de catorce meses] por el
Juzgado de investigación preparatoria resultó menor al plazo de prolongación de dieciocho
meses [plazo extraordinario] dado por el Segundo Juzgado de Investigación Preparatoria
Nacional; por lo que, la Sala de oficio disminuyó el plazo a once meses, conforme al artículo
255º del Código Procesal señalado líneas arriba.
9 Este principio funciona como el presupuesto clave en la regulación de la prisión provisional en todo estado de
derecho, y tiene la función de conseguir una solución de conflicto entre el derecho a la libertad personal y el
derecho a la seguridad del individuo, garantizada por las necesidades ineludibles de persecución penal eficaz.
2.5.2. La invocación del inciso dos del artículo trescientos cuarenta y dos del Código Procesal
Penal, conforme a las modificaciones incorporadas por la ley número treinta mil setenta
y siete, crimen organizado, vigente desde el uno de julio de dos mil catorce, en un proceso
en trámite, tiene sustento en el principio previsto en el inciso uno del artículo VII del Título
Preliminar del Código Procesal Penal que establece la aplicación inmediata de la ley que
rige al tiempo de la actuación procesal. La interpretación de este principio permite concluir
que el plazo ordinario de ocho meses primigeniamente establecido para la investigación
preparatoria no puede ser adecuado a la citada modificatoria, pues es un plazo empezado o
en giro; pero sí con la prórroga de plazo de investigación preparatoria, que es una institución
autónoma, con su propio estatuto y que constituye un nuevo acto procesal; de ahí que, no se
da ningún supuesto de excepción a la aplicación inmediata de la ley procesal, prevista en la
segunda parte del inciso uno del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Penal,
porque cuando se solicita tal prórroga, ya estaba vigente la ley número treinta mil setenta y
siete; por lo que, debe ser aplicada.
2.5.4. Dentro de las premisas legales citadas y al no haberse variado el plazo de prisión
preventiva en la ley Nº 30077, no resulta necesario mayor pronunciamiento al respecto.
III. DECISIÓN
S.S.
VILLA STEIN
PARIONA PASTRANA
HINOSTROZA PARIACHI
PRÍNCIPE TRUJILLO
NEYRA FLORES
Respecto al fundamento jurídico 2.5.2 de la presente Sentencia, página 15, debo puntualizar
que en la Sentencia Casatoria número 309-2015 del 29 de marzo de 2016, establecí como
doctrina jurisprudencial lo siguiente:
i) Si bien la Ley número 30077 entró en vigencia el 1 de julio de 2014, que modificó el plazo
de la investigación preparatoria a 36 meses en las investigaciones de delitos perpetrados
por imputados integrantes a organizaciones criminales; sin embargo, dicho plazo no puede
ser tomado en cuenta en el caso sub examine, toda vez que la misma norma procesal en el
artículo VII del Título Preliminar señala que si bien rige el principio Tempus regit actum, no
obstante éste tiene sus excepciones al indicar, entre otras, que se regirán con la Ley anterior,
los medios impugnatorios ya interpuestos, los actos procesales con principio de ejecución
y los plazos que hubieran empezado, siendo este último aplicado en el caso concreto, ya
que el inicio de la investigación preparatoria se dio el 13 de mayo de 2014, transcurriendo el
plazo del mismo para su culminación que es de 8 meses, pues la referida etapa procesal tiene
como una de sus características esenciales que está sujeta a control judicial y a plazos dentro
de un nuevo proceso penol garantista que protege no solo las garantías constitucionales
del debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva que tiene el justiciable, sino también el
respeto de sus derechos fundamentales; tanto más, si el nuevo plazo previsto en la citada
Ley no le es favorable. Por el contrario, el Juez de Investigación Preparatoria, que es un juez
garantista, cuya función es controlar la investigación, atender a la afectación de un derecho
fundamental y prestar tutela cuando lo requieren, no tuvo en cuenta que dicha decisión
vulneró la garantía al debido proceso que le asiste a los recurrentes, puesto que el plazo
establecido en la acotada Ley no le son favorables.
ii) Aunado a ello, cabe precisar que la Ley número 30077, en su segunda disposición
“Para las investigaciones y procesos en trámite a la fecha de entrada en vigencia de la presente Ley
seguidos contra integrantes de una organización criminal, personas vinculadas a ella o que actúan por
encargo de la misma, se respetan las siguientes reglas:
1. En los casos que se encuentren a cargo del Ministerio Público, en la etapa de investigación
preliminar y pendientes de calificación, es de aplicación inmediata la presente Ley bajo la
vigencia del Código Procesal Penal aprobado por el Decreto Legislativo número 957.
2. En los casos seguidos bajo la vigencia del Código de Procedimientos Penales, en la que el fiscal
haya formalizado la denuncia penal pero el Juez aún no la haya calificado, se procede a la
devolución de los actuados al Ministerio Público a fin de que se adecuen a las reglas del Código
Procesal Penal aprobado por el Decreto Legislativo número 957.
iii) En tal sentido, el caso sub judice se rige bajo las normas ya establecidas en el nuevo
Código Procesal Penal, puesto que no se encuentra en diligencias preliminares, sino en la
etapa de investigación preparatoria, es decir, ya se inició el proceso penal instaurado contra
los recurrentes, el mismo que debe regirse bajo las normas que estaban vigentes al momento
en que el representante del Ministerio Público formalizó la investigación preparatoria, que
fue el 13 de mayo de 2014, por lo que el plazo de la misma es de 8 meses en caso de procesos
complejos, prorrogable por 8 meses, conforme lo establece el inciso 2 del artículo 342º de
la norma adjetiva; tanto más, si la acotada Ley se refiere al principio de favorabilidad que
deben regir en determinados procesos, como presente caso.
S.
PARIONA PASTRANA
I. SUMILLA:
1 SALAS BETETA, Christian. El proceso penal común, Lima, Gaceta, 2004, p. 184.
2 SAN MARTIN CASTRO, César. Derecho procesal penal. Lima, Editorial Grijley, 2014, p. 943
3 Idem, p. 948.
Las medidas de coerción se rigen por ciertos principios, que se detallan a continuación:
De conformidad con lo prescrito por el artículo 268 del NCPP, los presupuestos para que se
imponga la medida coercitiva de prisión preventiva son los siguientes:
• Que la sanción a imponerse sea mayor a 4 años, es decir, que antes de emitir un
pronunciamiento respecto a la posible imposición de la prisión preventiva el Juzgador
debe realizar una prognosis de la pena aplicable al caso, para lo que deberán tenerse
en cuenta el principio de legalidad (en cuanto al tipo de pena aplicable y a los
límites mínimos o máximos de la pena a imponer), el principio de proporcionalidad
de la pena, a los criterios para la individualización de la pena y a los agravantes y
atenuantes previstos en la ley; y
• Que sea previsible que el imputado por sus antecedentes u otras circunstancias del
caso particular, permita colegir razonablemente que tratará de eludir la acción de
la justicia (peligro de fuga) u obstaculizar la averiguación de la verdad (peligro de
obstaculización). En la doctrina este requisito es conocido como el periculum in mora
o peligro por la demora procesal, y en el ámbito del CPP se orienta a evitar el peligro
de fuga y el peligro de obstaculización.
El requerimiento fiscal de prisión preventiva, debe tener una motivación sencilla, pues
tratándose de una medida coercitiva que se adopta por audiencia, el fundamento del
requerimiento se hace oralmente y luego se debate. Por ello el objeto de la audiencia de
prisión preventiva consiste en debatir la concurrencia o inconcurrencia de cada uno de los
presupuestos de la prisión preventiva antes indicados.
Luego de la audiencia de prisión preventiva se emite el auto que resuelve el pedido de prisión,
el mismo que es impugnable mediante recurso de apelación, formulado por el imputado y
por el Fiscal.
En cuanto a la duración de la prisión preventiva, el artículo 272 del CPP establece que la
prisión preventiva no durará más de nueve meses; y tratándose de procesos complejos, el
plazo límite de la prisión preventiva no durará más de dieciocho meses; sin embargo, el
artículo 274 del CPP7 establece la posibilidad de alargar el plazo de la prisión preventiva
mediante la institución jurídica denominada “prolongación de la prisión preventiva”.
Según esta norma, la prolongación de prisión preventiva procede en dos supuestos: por
especiales circunstancias que importen una especial dificultad o prolongación de la
investigación o del proceso; y por impugnación de la sentencia condenatoria de primera
instancia; siendo que el primer supuesto se encuentra regulado en los tres primeros incisos
del artículo 274 del CPP; en tanto que el segundo supuesto se encuentra regulado únicamente
en el inciso 4 del referido dispositivo legal.
Por otro lado, respecto al segundo supuesto de prolongación de prisión previsto en el inciso
4 del artículo 274 del CPP, una vez condenado el imputado, la prisión preventiva podrá
prolongarse hasta la mitad de la pena impuesta, cuando ésta hubiera sido recurrida.
Además del supuesto antes desarrollado, el CPP regula otro tipo de prolongación de la
prisión preventiva, que opera en aquellos casos en los que el imputado sujeto a una prisión
preventiva es condenado y la sentencia es recurrida, en cuyo caso la prisión preventiva
podrá prolongarse hasta la mitad de la pena impuesta.
El artículo 255 inciso 2 del CPP, prescribe lo siguiente: “Los autos que se pronuncien sobre
estas medidas son reformables, aun de oficio, cuando varíen los supuestos que motivaron su
imposición o rechazo”.
establecido en los párrafos precedentes, si existe base legal para la variación del auto de
prisión en el extremo del plazo, y se solicitaría para que se fije lo máximo del plazo básico de
prisión (Plazo sin prolongación), que en los procesos complejos alcanzaría hasta los 18 meses
y en los casos de procesos comunes hasta 9 meses.
Finalmente, se señala que este criterio ha sido utilizado por la Sala Penal Especial de la
Corte Suprema, en la apelación 03-2015 (Caso Torrejón Guevara), que en resumen señala:
“Siempre que se cumpla con los principios de congruencia y derecho de defensa, ... el Juez
debe determinar el derecho, debe moldearlo para adoptarlo al caso concreto”.
En el CPP se han regulado distintos recursos, tales como: el recurso de reposición, apelación,
casación, queja por denegatoria del recurso de apelación, y queja por denegatoria del
recurso de casación.
El artículo 409 del CPP establece que la impugnación confiere al Tribunal, competencia para:
La norma antes citada nos permite afirmar que en el sistema de recursos impugnatorios
establecido por el CPP, rigen dos reglas o principios importantes:
A partir de estos aspectos relativos a los recursos impugnatorios, podemos afirmar que la
Jurisdicción o potestad para afirmar o decir el derecho, también se encuentra delimitada
por aspectos funcionales relativos a las facultades conferidas a los jueces en las diferentes
instancias del proceso penal; de manera que en materia de medidas coercitivas, los jueces
de apelación se encuentran limitados por la pretensión impugnatoria de cada caso y por las
causales de nulidad absoluta que define el artículo 150 del CPP.
Entre las normas relativas a la competencia funcional, es necesario prestar atención a los
artículos 27 y 29 del CPP, referidos a la competencia funcional de las Salas Penales de las
Cortes Superiores y de los Juzgados de Investigación Preparatoria, respectivamente. Siendo
lo relevante de estas normas, que el artículo 29 inciso 2, establece que, es competencia de
los Juzgados de Investigación Preparatoria, imponer, modificar, o hacer cesar las medidas
limitativas de derecho durante la investigación preparatoria; en tanto que el artículo
27, no faculta a las Salas de Apelaciones para este mismo proceder, sino que tan solo le
da competencia para conocer de los recursos de apelación; pero esta última facultad
debe circunscribirse a las facultades que le confieren las normas referidas a los recursos
impugnatorios.
Que si bien el artículo 27 inciso 4 del CPP establece que las Salas Penales de las Cortes
Superiores pueden dictar medidas limitativas de derechos a solicitud del Fiscal Superior;
debe entenderse que se trata de una facultad positiva (de imponer), que solo opera a solicitud
del Ministerio Público, y que se limita a los casos en los que la Sala Penal Superior realiza la
función de primera instancia, ya que el Fiscal Superior actúa como órgano requiriente.
El artículo 268 establece la necesidad de que sea el Juez quien dicte la prisión preventiva;
sin embargo, no resulta claro a qué Juez se refiere la norma, ya que esta medida se puede
solicitar en diferentes estados del proceso donde intervienen distintos Jueces, tales como el
Juez de Investigación Preparatoria, el Juez de Juzgamiento o el Juez de Apelación.
8 IBERICO CASTAÑEDA, Luis. La impugnación en el proceso penal. Lima, Editorial Pacífico, 2016, p. 126.
Si restringimos el análisis a la interpretación del artículo 268 del CPP, vemos que este
dispositivo utiliza la expresión genérica “EL JUEZ”, que admite comprender a todos aquellos
Jueces (unipersonales o colegiados), que participan en diversas fases del proceso, y que
pueden necesitar de esta cautelar personal para asegurar su desarrollo y lograr el fin
mediato del mismo; sin embargo, si nos fijamos en lo prescrito por los artículos 271, 274, 278
y 279 del CPP, podremos apreciar que en todos ellos existe una mención expresa al Juez de
Investigación Preparatoria.
Por otro lado, en las normas sobre competencia funcional, vemos que los Jueces de
Investigación Preparatoria (Artículo 29.2 del CPP) están facultados para imponer, modificar,
hacer cesar las medidas limitativas de derechos durante la investigación preparatoria; y en
el artículo 27 inciso 4 del CPP se establece que las Salas Penales de las Cortes Superiores
pueden dictar medidas limitativas de derechos a solicitud del Fiscal Superior.
Del análisis de las normas antes mencionadas podemos concluir que el Juez competente
para imponer la medida de prisión preventiva es el Juez de Investigación Preparatoria; salvo
el supuesto del artículo 399 inciso 5 del CPP, en cuanto establece que el Juez (refiriéndose al
Juez de Juicio), una vez leído el fallo condenatorio podrá disponer Prisión preventiva, si el
acusado se encuentra en libertad, siempre que se estime que el condenado no se someterá a
la ejecución de la pena una vez firme la sentencia9.
9 DEL RIO LABARTE, Gonzalo. “La prisión preventiva en el nuevo Código Procesal Penal”, Lima, Ara Editores,
2008, p. 48.
10 Casación N° 328-2012-ICA, publicada el 17 de marzo del año 2014.
Que si bien el artículo 27 inciso 4 del CPP establece que las Salas Penales de las Cortes
Superiores pueden dictar medidas limitativas de derechos a solicitud del Fiscal Superior;
debe entenderse que se trata de una facultad positiva (de imponer, más no de reducir), que
solo opera a solicitud del Ministerio Público (y no de oficio), y que en consecuencia se limita a
los casos en los que la Sala Penal Superior realiza la función de primera instancia; pero esta
norma, de ninguna manera puede servir de sustento para que en el trámite de una apelación,
las Salas Penales disminuyan de oficio el plazo de prolongación de prisión preventiva
-facultad negativa-, sin someterlo al debate de la audiencia de apelación.
La otra norma que podría servir de sustento para que las Salas Penales de las Cortes
Superiores pueden resolver de oficio la reducción del plazo de prolongación, está contenida
en el inciso 1 del artículo 27 del CPP, que le faculta a las Salas de Apelaciones para conocer
de los recursos de apelación; sin embargo, esta facultad se deberá ejercitar conforme a las
normas y principios que rigen los recursos impugnatorios, en donde existe la limitación legal
prevista por el artículo 409 del CPP.
Para hacer frente a esta limitación, la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema señala
que, si bien la segunda instancia tiene la limitación del principio tantum devolutum quantum
appellatum al momento de pronunciarse sobre el objeto litigioso; existen casos en los cuales
la pretensión no resulta clara y evidente, o está planteada de manera incorrecta, o se ha
invocado erróneamente la norma de derecho aplicable; y que en esos casos, atendiendo al
principio iura novit curia, el Juez tendría el deber de reconocer el núcleo de lo solicitado y
pronunciarse respecto de él, sin que ello signifique una extralimitación de sus facultades; sin
embargo, en el caso concreto la defensa del investigado Gregorio Santos Guerrero se opuso
a la prolongación del plazo de la prisión preventiva, y en tal sentido, no se aprecia falta
de claridad en la pretensión de la defensa del investigado, tampoco es incorrecto formular
una solicitud de improcedencia de la prolongación de la prisión, ni mucho menos la defensa
solicita la reducción del plazo de prolongación invocando erróneamente una norma de
derecho aplicable.
Lo que permite el principio iura novit curia es rectificar o subsanar defectos en la invocación
del derecho aplicable, pues como lo señala CARLOS ALBERTO ETALA, cuando se refiere a
este principio: “El tribunal conoce el derecho”11; pero, en el caso concreto la Sala Penal de
Apelaciones introduce una pretensión que la defensa no ha solicitado y para ello valora
la razonabilidad del plazo atendiendo a las características del caso concreto, y estas
cuestiones ya no son de puro derecho, sino que tienen una índole fáctica. Por lo que, el
recurso argumentativo del principio de iura novit curia contenido en la casación, constituye
una falacia de conclusión inatingente, que se comete cuando un razonamiento que se
supone dirigido a establecer una conclusión particular es usado para probar una conclusión
diferente12.
Luego de estudiar y analizar las normas aplicables al problema planteado (Artículos 255
inciso 2, 27 inciso 1 y 4, y 409 del CPP), concluimos que en virtud al “principio de limitación”, no
es posible que la Sala Penal de la Corte Superior modifique de oficio el plazo de prolongación
de prisión en la instancia de apelación.
11 ETALA, Carlos. Diccionario jurídico de interpretación y argumentación, Madrid, Marcial Pons, 2016, p. 197.
12 Idem, p. 143.
20
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 336-2016
CAJAMARCA
SUMILLA:
La inaplicación de la prohibición contenida en el artículo
22°, segundo párrafo, del Código Penal, vía control difuso,
para los delitos sexuales, es compatible con la Constitución,
toda vez que vulnera el principio derecho de igualdad
garantizado en el artículo 2°, inciso 2, de la Constitución
Política del Estado.
SENTENCIA DE CASACIÓN
VISTOS; en audiencia el recurso de casación planteado por la defensa técnica del sentenciado
Yeyson Alexander Cabrera Ocas contra la sentencia de vista del dieciséis de marzo de dos mil
dieciséis -fojas ciento setenta y cinco-. Interviene como ponente el señor Juez Supremo PARIONA
PASTRANA.
I. HECHOS FÁCTICOS
1.1. Conforme la acusación fiscal -fojas uno del cuaderno de debate-, se atribuye al encausado
Cabrera Ocas, que el 08 de diciembre de 2014, a horas 07:00 de la mañana aproximadamente,
cuando la menor de iniciales K.S.O.T. [11 años] se dirigía a su centro educativo, el encausado
en una mototaxi la comenzó a seguir y a la altura del jirón Cáceres de la provincia de
Celendín la abordó, obligándola a subir a su mototaxi, jalándola y besándola a la fuerza; sin
embargo, inmediatamente fue impedido por la madre de la menor, quien los venía siguiendo
sigilosamente, y quien propinó bofetadas al sentenciado; luego, la menor le contó que éste
la había ultrajado sexualmente en dos oportunidades cuando tenía diez años de edad y no
comunicó el hecho porque estaba siendo amenazada.
2.2. Seguido el juicio de primera instancia, el Juzgado Penal Colegiado de la Corte Superior de
Justicia de Cajamarca, mediante sentencia del dieciséis de setiembre de dos mil quince -fojas
noventa y cinco-, condenó a Yeyson Alexander Cabrera Ocas como autor del delito contra la
libertad, en su modalidad de violación de la libertad sexual de menor de edad, en perjuicio de
la menor de iniciales K.S.O.T., imponiéndole la pena de cadena perpetua; y, fijaron en veinte
mil soles el monto que por concepto de reparación civil deberá abonar el sentenciado a favor
de la menor agraviada.
2.3. Contra esta decisión el referido sentenciado Cabrera Ocas interpuso recurso de apelación,
la misma que cumplió con fundamentar su defensa dentro del plazo de ley, lo que determinó
que mediante resolución del treinta de marzo de dos mil dieciséis, se conceda el recurso y se
eleven los autos al superior jerárquico.
4.2. Los autos fueron recibidos en esta instancia el veintidós de abril de dos mil dieciséis,
y cumplido el trámite de traslado a los sujetos procesales por el plazo de diez días, este
Tribunal Supremo, mediante auto de calificación de recurso de casación, ejecutoria suprema
del quince de agosto de dos mil dieciséis -fojas cincuenta y siete del cuaderno de casación-, declaró
bien concedido el recurso de casación por la causal 3 del artículo 429° del Código Adjetivo,
sobre la posible expedición de sentencia con indebida aplicación de la ley penal -artículo
173°, último párrafo, del Código Penal, y falta de aplicación de la ley penal -artículo 22° del
citado Código-.
V. FUNDAMENTOS DE DERECHO
5.1. LA INDEBIDA APLICACIÓN, ERRÓNEA INTERPRETACIÓN O FALTA DE APLICACIÓN
DE UNA NORMA PENAL.- Antes del análisis del caso concreto, es necesario precisar que el
proceso penal está revestido de diversas garantías de reconocimiento constitucional que
buscan no sólo otorgar al encausado un marco de seguridad jurídica, sino en última instancia
mantener el equilibrio entre la búsqueda de la verdad material y los derechos fundamentales
del imputado, los cuales constituyen un límite al poder punitivo estatal, cuya protección y
respeto no pueden ser ajenos a una justicia penal contemporánea.
5.2. En este marco, las garantías constitucionales del proceso penal se erigen coma limite
a la actuación de la justicia penal, y se reconocen dos bloques de garantías procesales:
las genéricas, que engloba el derecho a la presunción de inocencia, la tutela jurisdiccional
efectiva, el derecho de defensa y el debido proceso; y, las específicas, que se derivan de las
genéricas y tienen al derecho a la igualdad de armas, igualdad ante la ley, inmediación,
inviolabilidad de domicilio, derecho a un juez natural, prohibición de valoración de prueba
prohibida.
5.3. Así, la afectación a la indebida aplicación o errónea interpretación de una Ley penal,
engloba las siguientes situaciones: a) La aplicación de una norma derogada, salvo que
sea favorable al reo (ultractividad), pues en este caso la ley estaba vigente al momento
de la comisión de los hechos, pero posteriormente es derogada, encontrándose pendiente
el pronunciamiento del órgano jurisdiccional; b) La aplicación retroactiva de una norma,
salvo cuando favorece al reo (retroactividad), pues la ley se emitió con posterioridad al
momento de la comisión de los hechos, sin embargo resulta más benigna para el reo que
la ley que se encontraba vigente en dicha circunstancia; c) La aplicación de una norma
inexistente o foránea; y, d) La aplicación indebida del principio relativo a la jerarquía de las
normas, es decir, cuando las normas inferiores, vía interpretación, transgreden las normas
superiores1.
1 YAIPEN ZAPATA, Víctor Pastor. Recurso de casación penal. Reforma procesal penal y análisis jurisprudencial.
Lima, editorial ideas, 2014, p. 279.
2 Sala Penal Permanente, Casación N° 403-2012 Lambayeque, del 18 de julio de 2013.
5.6. Además, este principio exige que las penas se orienten a la reeducación, rehabilitación
y reincorporación del penado a la sociedad -consagrado en el artículo 139°, inciso 22, de la
Constitución-. Si bien el referido precepto constitucional se describe al régimen penitenciario,
sin embargo, no puede considerarse al margen del sistema penal ni de la actividad legislativa
en materia penal. Para que cumpla con los fines constitucionales debe haber primero leyes
que permitan y promuevan la resocialización, en consonancia con el artículo 5.6 de la
3 Sala Penal Transitoria, Recurso de Nulidad N° 701-2014 Huancavelica, del 13 de enero de 2015.
4 Sala Penal Permanente, Casación Nº 335-2015 Del Santa, del 01 de junio del 2016.
Convención Americana de Derechos Humanos, que precisa: “Las penas privativas de la libertad
tendrán como finalidad esencial la reforma y la readaptación social de los condenados”; así, sin leyes
penales compatibles con el fin preventivo especial de la pena, el mandato resocializador
sería una fantasía. Por tanto, su interpretación debe ser sistemática.
5.8. LA CADENA PERPETUA.- El Capitulo V. Título II. Del Código de Ejecución Penal, estableció
el procedimiento de revisión de la cadena perpetua, transcurrido treinta y cinco años de
privación efectiva de la libertad, quedando claro que ello fue con la finalidad de hacerla
compatible con el principio resocializador de la pena, previsto en el artículo 139°, inciso 22,
de la Constitución Política del Estado; así como también, con los principios de dignidad de
la persona y de libertad; por ello, la determinación judicial de la pena debe ser producto de
una decisión debidamente razonada y ponderada, ajena de toda consideración subjetiva,
toda vez que la pena implica una sanción por la comisión de un hecho punible, y no existe
retribución por sí misma, en razón que el artículo IX del Título Preliminar del Código Penal
se sitúa en la línea de las teorías preventivas modernas y postula que se tiene que atender
a la probable resocialización del penado y su reinserción a la sociedad; por consiguiente, la
pena debe reflejar la aplicación del principio de proporcionalidad que prevé el artículo VIII
del Título Preliminar del citado texto penal, que es principal estándar que debe considerar el
Juez para determinar una pena concreta [recurso de nulidad N° 1843-2014/Ucayali5, fundamento
décimo tercero].
5 Sala Penal Permanente, Recurso de Nulidad Nº 1843-2014/Ucayali, del 04 de junio del 2015.
advirtiendo que los medios probatorios recopilados en el proceso solo sirven para contrastar
o verificar las razones expuestas, mas no para ser objeto de una nueva evaluación; conforme
a la naturaleza extraordinaria del recurso de casación, pues no le incumbe el mérito de la
causa, sino el análisis externo de la resolución judicial.
6.2. Respecto a la indebida aplicación del artículo 173°, último párrafo, del Código Penal.-
La citada sentencia, en la parte correspondiente a sus fundamentos, esto es en el considerando
2.3 y 2.4 la Sala Penal de Apelaciones, sustentó que la conducta del recurrente se configura
en el precepto normativo señalado en el artículo 173º, último párrafo, del citado Código,
donde se precisa que: “en el caso del numeral 2, la pena será de cadena perpetua si el agente tiene
cualquier posición, cargo o vínculo familiar que le dé particular autoridad sobre la víctima o le impulse
a depositar en él su confianza” [el resaltado es nuestro], en razón a que existe el vínculo familiar
cercano para que la menor agraviada haya depositado su confianza en el sentenciado, por
ser hijo de la hermana del padre de la menor agraviada (primo hermano); además, viven en
casas contiguas, y se aprovechó sexualmente de la menor.
6.3. Así, para este Tribunal de Casación la configuración de dicha agravante depende de
dos supuestos diferenciados: en el primero, cuando el agente activo tiene alguna autoridad
sobre su víctima por cualquier posición, cargo o vínculo familiar, por ejemplo: padre, tutor,
curador, hermano, tío, padrastro, etc.; y, el segundo cuando el agente activo realiza actos
tendientes a lograr la confianza de su víctima, y aprovechándose tal situación, le practica
el acto sexual; no obstante, si no se verifica la relación de confianza, la agravante no se
configura6.
6.4. En el caso de autos, el segundo supuesto de dicha agravante se configura, toda vez que
se advierte que el recurrente defraudó la confianza que el sujeto pasivo -menor agraviada-
tenía depositada en el procesado, esto es, el sujeto activo aprovechando que la menor
confiaba que no le sucedería nada, le practicó el acto sexual “en su casa y moto”, conforme
lo señaló la menor agraviada en el plenario -fojas cuarenta y nueve-, indicando también que
antes de los hechos no odiaba a su primo hermano -el procesado-, pero ahora sí; además, el
recurrente en juicio oral -fojas ochenta y nueve- señaló que durante todo el tiempo fue como un
hermano para la menor agraviada, e incluso indicó que le ha servido a su tía -madre de la
agraviada-, y tienen domicilios colindantes. Por tanto, dicho cuestionamiento no es de recibo.
6.5. Respecto a la falta de aplicación del artículo 22° del Código Sustantivo sobre
la responsabilidad restringida.- El Colegiado impuso al recurrente la pena de cadena
perpetua conforme a lo solicitado por el representante del Ministerio Público en su dictamen
6 SALINAS SICCHA, Ramiro. Derecho penal. Parte especial. Sexta edición. Vol. II. Lima, editorial Iustitia, 2015, p. 835
y ss.
acusatorio -fojas uno del cuaderno de debates- por la comisión del delito contra la libertad, en la
modalidad de violación sexual de menor de edad, en agravio de la menor de iniciales K.S.O.T.,
[tipo penal previsto en el artículo 173°, primer párrafo, inciso 2, concordante con el último párrafo del
mismo artículo del Código Penal]; no obstante, el Colegiado en la dosificación de la pena no se
pronunció respecto a la responsabilidad restringida del recurrente.
6.6. Así, el Colegiado omitió pronunciarse sobre la reducción de la pena por su condición
de agente con responsabilidad restringida [condición que configura una circunstancia atenuante
privilegiada], sustentado en que su aplicación se encuentra excluida para agentes que hayan
incurrido en delito de violación de la libertad sexual, conforme lo señala el segundo párrafo
del artículo 22° del Código Penal7 -véase el auto de enjuiciamiento a fojas quince-, vulnerándose,
en el presente caso, el principio - derecho de igualdad garantizado en el artículo 2°, inciso 2,
de nuestra Constitución.
6.7. Aplicación del control difuso.- Este Tribunal Supremo advierte la incompatibilidad entre
la norma constitucional y la norma legal, a fin de cautelar la garantía constitucional de
igualdad ante la ley, prevista en el inciso 2 del artículo 2° de la Constitución del Estado; en
uso de la atribución del control difuso, establecido en el artículo 138° de la Constitución, está
legitimado para inaplicar el segundo párrafo del artículo 22° del citado Código; precisando,
además, que resulta válido recurrir en el caso concreto a la responsabilidad restringida
-conforme el artículo 22°, primer párrafo, del Código Penal- para dosificar la pena.
6.8. Ello, en concordancia con el artículo 14° del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del
Poder Judicial, donde precisa que por razones e inaplicación de una norma legal, deberá ser
elevado en consulta a la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de la República;
sin embargo, en el presente caso resulta innecesario, al tener igual jerarquía este Supremo
Tribunal, integrado por Magistrados de la especialidad penal, que obviamente comprende
el conocimiento del Derecho Constitucional -especialmente en penal al que corresponde el tema
en conflicto- y de las Ciencias Penales. Y también están respaldados por la jurisprudencia
emitida por este órgano jurisdiccional, en el recurso de nulidad N° 701-2014/Huancavelica,
casación N° 403-2012/Lambayeque, recurso de nulidad N° 1843-2014/Ucayali y la Casación
N° 335-2015/Del Santa.
7 Modificado por el Artículo 1 de la Ley N° 30076, publicada el 19 agosto 2013. Vigente al momento de los hechos
25/06/2014, y señala: “Artículo 22°. Responsabilidad restringida por la edad (...) Está excluido el agente (...) que
haya incurrido en el delito de violación de la libertad sexual, (...)”. (El subrayado es nuestro).
irracionalmente, el que en sentido contrario castiga de forma racional, castiga, no por lo injusto ya
cometido, porque ya no es posible que lo que ya ha sucedido deje de suceder, sino por las faltas que
puedan sobrevenir, para que no reincida el propio autor ni los otros que observan coma es castigado”8.
Tal invocación de autoridad contempla que “no se debe castigar en forma pasional, sino de
forma reflexiva, bien para la mejora o aseguramiento del autor -en una línea preventiva especial- o
para la mejora o aseguramiento de los otros -en una línea preventivo general-”9. La referida reflexión
Platoniana cobró fuerza en la evolución del Derecho penal, concretamente en su vertiente
de las teorías que fundamentan la pena, incluso en la actualidad, aun cuando han pasado
más de dos milenios, la referida reflexión se encuentra plasmada en los pilares que sirven
de fundamento de la pena a los ordenamientos jurídicos con raigambre romano germánica.
6.10. En ese orden se encuentra nuestro ordenamiento jurídico penal, el cual prevé, en
el artículo IX del Título Preliminar, que la pena tiene función preventiva, protectora y
resocializadora, en concordancia con el inciso 22 del artículo 139° de la Constitución Política
del Estado y conforme el Tribunal Constitucional, donde precisa que: “las teorías preventivas,
tanto la especial como la general, gozan de protección constitucional directa, en tanto y en cuanto,
según se verá, sus objetivos resultan acordes con el principio-derecho de dignidad, y con la doble
dimensión de los derechos fundamentales; siendo, por consiguiente, el mejor medio de represión del
delito, el cual ha sido reconocido por el Constituyente como un mal generado contra bienes que resultan
particularmente trascendentes para garantizar las mínimas condiciones de una convivencia armónica
en una sociedad democrática”10. [Fundamento jurídico treinta y ocho].
6.11. En ese contexto, las exigencias que determinan la dosificación de la pena no se agotan
en el principio de culpabilidad, sino que además debe tenerse en cuenta el principio de
proporcionalidad contemplado en el artículo VIII del Título Preliminar del Código Penal,
límite al Ius Puniendi, que procura la correspondencia entre el injusto cometido y la pena
a imponerse, y que estas en rigor deben cumplir los fines que persigue la pena –preventiva,
protectora y resocializadora-, conforme lo prevé el numeral 6 del artículo 5° de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, el mismo que ha sido recogido en el numeral 21 y 22
del artículo 139º de la Constitución Política del Estado.
6.12. De la revisión de autos se aprecia que el encausado Cabrera Ocas, que para efectos
de graduar la pena no se valoró la categoría de la responsabilidad restringida, pues el
encausado al momento de los hechos, contaba con tenía 19 años y 07 meses, conforme se
aprecia de la copia de su documento nacional de identidad -fojas veinte- advirtiéndose un
8 Véase, Diálogos de Platón-Protágoras citado por Gunther Jakobs, en: El fundamento del sistema jurídico penal.
Lima, Ara Editores, 2005, p. 15.
9 Gunther Jakobs. El fundamento del sistema juridíco penal. Lima, Ara Editores, 2005, p. 15.
10 Tribunal Constitucional, Expediente N° 0019-2005-PI/TC, del 21 de julio de 2005.
supuesto de responsabilidad restringida, regulado por el artículo 22° del Código Sustantivo,
circunstancia privilegiada que este Tribunal Supremo aplica a favor del encausado Cabrera
Ocas, y lo conduce a que reduzca prudencialmente la pena -conforme los fundamentos esgrimidos
en los considerandos 6.5. al 6.8. de la presente Ejecutoria Suprema-.
DECISIÓN
II. Declararon FUNDADO el recurso de casación por la causal 3 del artículo 429° del Código
Adjetivo, sobre la falta de aplicación de artículo 22° del Código Penal, sobre la responsabilidad
restringida; en consecuencia:
III. CASARON la sentencia de vista del dieciséis de marzo de dos mil dieciséis, en el extremo
que condenó a Yeyson Alexander Cabrera Ocas a la pena de cadena perpetua por delito de
contra la libertad sexual, en la modalidad de violación de la libertad sexual de menor de
edad [previsto en el artículo 173°, inciso 2, y último párrafo del citado artículo, del Código Penal], en
agravio de la menor de iniciales K.S.O.T.; en sede de instancia y emitiendo pronunciamiento de
fondo; y, REFORMÁNDOLA impusieron treinta y cinco años de pena privativa de libertad,
la misma que con el descuento de carcelería que viene sufriendo desde el diez de diciembre de
dos mil catorce vencerá el nueve de diciembre de dos mil cuarenta y nueve; manteniéndose
la propia sentencia en el extremo que fijo en veinte mil nuevos soles el monto por concepto
de reparación civil; con lo demás que contiene al respecto.
S.S.
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
CALDERÓN CASTILLO
SEQUEIROS VARGAS
FIGUEROA NAVARRO
I. SUMILLA:
El Derecho penal es integral. La orientación política del sistema coercitivo del Estado
está delineado por la Constitución y por los principios que expresan el interés de proteger
a la persona humana y permitir su desarrollo en la comunidad. Por ello, toda norma
restrictiva debe ser interpretada conforme a dicho criterio garantista. En esta oportunidad,
por invitación del Ministerio de Justicia, se me sugirió realizar un breve comentario sobre
una de las resoluciones casatorias que, precisamente, resalta con firmeza la necesidad de
tutelar principios medulares de nuestro sistema democrático, en especial, los principios de
proporcionalidad y el de igualdad, ante la prohibición legal de reducir la pena por razones
de edad en los delitos sexuales (art. 22 del CP).
III. ANÁLISIS
A. EL CASO
2. Se anota en la resolución emitida por la Corte Suprema los siguientes datos que nos
permitirá acercarnos al caso objeto de su decisión: “Conforme la acusación fiscal −fojas uno
del cuaderno de debate−, se atribuye al encausado Cabrera Ocas, que el 08 de diciembre de
2014, a horas 07:00 de la mañana aproximadamente, cuando la menor de iniciales K.S.O.T.
1 Profesor de Derecho Penal en la PUCP. Doctor en Derecho por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona,
España.
[11 años] se dirigía a su centro educativo, el encausado en una mototaxi la comenzó a seguir
y a la altura del jirón Cáceres de la provincia de Celendín la abordó, obligándola a subir a su
mototaxi, jalándola y besándola a la fuerza; sin embargo, inmediatamente fue impedido por
la madre de la menor, quien los venía siguiendo sigilosamente, y quien propinó bofetadas
al sentenciado; luego, la menor le contó que éste la había ultrajado sexualmente en dos
oportunidades cuando tenía diez años de edad y no comunicó el hecho porque estaba siendo
amenazada”.
De esta forma, conforme al art. 173.2 del CP y al último párrafo del mencionado tipo
penal (el agente es primo hermano de la víctima), se sancionó en primera instancia con
cadena perpetua al autor de dicho delito. Esta decisión fue confirmada por la Sala Penal de
Apelaciones. Finalmente, presentado el recurso de Casación, la Corte Suprema advirtió, entre
otras cosas, la “falta de aplicación de la ley penal −artículo 22° del Código Penal− sobre la
responsabilidad restringida”2. Se atenuó la sanción y se le condenó a treinta y cinco años de
pena privativa de libertad.
B. LA ATENUANTE PRIVILEGIADA
3. La determinación de la pena es un proceso amplio y complejo. Ésta tiene tres fases, la
legislativa, la judicial y la ejecutiva. En la etapa judicial, la pena se fija según las circunstancias
del caso concreto, conforme con el merecimiento y su necesidad. Las circunstancias del
delito han sido definidas como “factores objetivos o subjetivos que influyen en la medición
de la intensidad del delito (antijuridicidad o culpabilidad), haciéndolo más o menos grave”
(Acuerdo Plenario N° 1-2008-CJ/116). Se tratan de “elementos accidentales nominados
o innominados dentro de la estructura del delito que influyen en la determinación de la
pena” (Acuerdo Plenario N° 8-2009-CJ/116). En esa línea, MUÑOZ CONDE sostiene que las
circunstancias son “situaciones que rodean (circum-stare: ‘estar alrededor’) a la realización
del hecho o que suponen especiales condiciones del autor, determinando la modulación
de la pena aplicable. Por lo tanto, su toma en consideración exige, obviamente, la previa
comprobación de la existencia del delito con todos sus elementos”3.
de aquellas5. Por ejemplo, será razonable sustentar una sanción más grave en base a la
valoración de los móviles execrables que tuvo el agente para cometer el hecho criminal o del
uso de una violencia exacerbada en el momento de su ejecución6. Con ello, se incrementará
la posibilidad de que la respuesta penal por el hecho cometido no sea sólo justa, sino también
necesaria.
4. En el art. 22 del CP se regula una atenuante privilegiada por razones de edad: “Podrá
reducirse prudencialmente la pena señalada para el hecho punible cometido cuando el
agente tenga más de dieciocho y menos de veintiún años o más de sesenta y cinco años, al
momento de realizar la infracción (…)”. El mensaje que se extrae de esta figura es que una
determinada cantidad de edad resulta ser una circunstancia, en tanto factor objetivo, que
incide en el grado de reprochabilidad del agente7 (no anula la culpabilidad, pero disminuye
su intensidad)8. El considerar menos desaprobada la conducta de una persona que comete
un delito teniendo entre dieciocho y veintiún años o más de sesenta y cinco años de edad es
finalmente una decisión político criminal que se encuentra vinculada, entre otros principios,
con los de proporcionalidad y culpabilidad (sobre este tema volveré más adelante).
Con relación a esta última disposición, aprecio razonable que la Corte Suprema la haya
considerado inconstitucional. Mediante la resolución materia de comentario se hizo
eco no sólo de la jurisprudencia penal como refuerzo de su posición (vid., la Casación Nº
403-2012-Lambayeque, el R.N. Nº 701-2014-Huancavelica y la Casación Nº 335-2015-Del
Santa), sino también de la constitucional (se citó la STC Nº 751-2010-PHC/TC). Asimismo, se
realizó un análisis de fondo acerca de la legitimidad de dicha norma.
5 Con mayor detalle, ALCÓCER POVIS, Eduardo, La reincidencia como agravante de la pena, en prensa, pp. 16 y
ss.
6 ZIFFER, Patricia, Lineamientos de la determinación de la pena, Buenos Aires 1996, p. 107
7 Cfr. MARTÍNEZ GARAY, Lucía, La imputabilidad penal, Valencia 2005, p. 415.
8 Sobre el tiempo y sus efectos normativos, SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María, “Identidad en el tiempo y responsabilidad
penal”, en GARCÍA VALDÉS, Carlos; CUERDA RIEZU, Antonio Rafael; MARTÍNEZ ESCAMILLA, Margarita; ALCÁCER
GUIRAO, Rafael y VALLE MARISCAL DE GANTE, Margarita (coords.), Estudios penales en homenaje a Enrique
Gimbernat, tomo I, Madrid 2008, p. 678 y DÍAZ-MAROTO Y VILLAREJO, Julio, “La circunstancia atenuante de la
responsabilidad criminal por dilaciones indebidas en el proceso penal”, en DÍAZ-MAROTO Y VILLAREJO, Julio
(dir.), Estudios sobre las reformas del Código Penal. Operadas por las LO 5/2010, de 22 de junio y 3/2011, de 28
de enero, Pamplona 2011, pp. 25-50.
La Corte Suprema señala que la prohibición de atenuar la pena por razones de edad en
los casos de delitos sexuales resulta desproporcional9. De modo general, se define en la
resolución al principio de proporcionalidad como aquél mediante el cual se exige “a los
poderes de Estado −Poder legislativo, Poder judicial y Poder Ejecutivo−, como mandato
obligatorio, que haya una relación entre el hecho ilícito y las consecuencias jurídicas que
se imponen y que en el campo penal reclama que toda pena criminal, sea pena privativa
de libertad o no, guarde relación con la gravedad del delito”. En esa línea, en la doctrina se
ha definido al principio de proporcionalidad como un límite al poder coercitivo del Estado10,
pues obliga al legislador y al juzgador a determinar una pena que se corresponda con la
gravedad globalmente considerada del hecho11. En efecto, con dicho principio se pretende
garantizar que el legislador realice un adecuado equilibrio entre la reacción penal y sus
presupuestos en el momento de individualizar positivamente la pena12 (proporcionalidad
abstracta13). También –en virtud del reconocimiento de dicho principio– se espera que el juez,
al declarar culpable a una persona, determine una sanción que resulte cuantitativamente
proporcional al injusto culpable cometido (proporcionalidad concreta14)15.
Con todo, a partir del desarrollo doctrinal y jurisprudencial del principio de proporcionalidad,
el criterio costo-beneficio utilizado para el cálculo de la proporcionalidad de la medida estatal
ha sido tomado en cuenta en el examen de idoneidad, necesidad y proporcionalidad en
sentido estricto, considerados sub-principios que ayudan a determinar la legítima proporción
de la sanción. La necesidad de que en el ejercicio del poder penal se realice una adecuada
ponderación, ha sido reconocida por el TC peruano en diversas resoluciones (SSTC N° 2192-
2004-AA/TC, 2235-2004-AA/TC, 0045-2004-PI/TC, entre otras sentencias). Considero que la
prohibición de atenuar la pena por razones de edad en los delitos sexuales no es necesaria
(por lo tanto, desproporcional). Existen alternativas menos gravosas a las que puede optar
el juez a fin de garantizar el respeto a la libertad y a obtener resoluciones justas. Una de estas
Señala que el cálculo de la proporcionalidad abstracta de la pena tiene lugar en el momento de la creación de
la ley penal, “tenemos que si se admite la necesidad de castigar alguna conducta, tendrá que precisarse el tipo de
pena y la cantidad de la misma que sean proporcionales al hecho”. En esa medida “la lesión de un bien jurídico
debe castigarse más gravemente que su sola puesta en peligro, la lesión cumulativa de bienes jurídicos más que
la lesión de uno sólo de ellos, la comisión dolosa más que la culposa”, entre otros criterios.
14 Cfr. BERDUGO GÓMEZ DE LA TORRE, Ignacio; ARROYO ZAPATERO, Luis; GARCÍA RIVAS, Nicolás; FERRÉ OLIVÉ,
Juan Carlos y SERRANO PIEDECASAS, Ramón, Lecciones de Derecho penal. Parte General, 2a edición, Barcelona
1999, p. 61. Indica que en lo pertinente a la proporcionalidad concreta, el juez podrá aplicar la pena que estime
conveniente dentro del marco dado por la ley penal. GARCÍA CAVERO, Percy, “[Comentarios] al Art. VIII”, p.
220. Afirma que los criterios de determinación de la pena podrán elevar la sanción al máximo establecido o
dirigirla hacia el límite mínimo. Debe tenerse en cuenta que dicha operación aritmética [penal] debe realizarse
de acuerdo con los parámetros de un Estado social y democrático de Derecho, esto es, de acuerdo con un sistema
garantista en donde la pena sea la derivada de un juicio sobre la globalidad del hecho.
15 Se trata de un principio transversal al Derecho penal, visto de modo sistémico. Por ejemplo, a nivel procesal el
principio de proporcionalidad obliga al juez a restringir la libertad personal durante la investigación sólo en
los casos en que fuera absolutamente indispensable, en la medida y por el tiempo necesario para asegurar la
averiguación de la verdad, el desarrollo del procedimiento y la aplicación de la ley.
16 HÖRNLE, Tatjana, “La concepción anticuada de la culpabilidad en la Jurisprudencia y doctrina tradicionales de
la medición de la pena” (trad. Martín Lorenzo), en Determinación de la pena y culpabilidad, Buenos Aires 2003,
p. 47.
De otro lado, la Corte Suprema también sustenta su posición en torno a los fines de la pena.
En concreto, relaciona al principio de proporcionalidad de las penas con el fin preventivo
especial positivo de la sanción: “la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado
a la sociedad”. Se indica que si bien el referido precepto constitucional “se describe al
régimen penitenciario, sin embargo, no puede considerarse al margen del sistema penal ni
de la actividad legislativa en materia penal. Para que cumpla con los fines constitucionales
debe haber primero leyes que permitan y promuevan la resocialización, en consonancia
con el artículo 5.6 de la Convención Americana de Derechos Humanos”. De esta forma,
se considera que la prohibición de atenuar la pena (como se regula en el art. 22 del CP)
a sujetos condenados por delitos sexuales limita sin razón suficiente las posibilidades de
resocialización. Al respecto, anota SILVA SÁNCHEZ que la resocialización “no es entendida
como imposición de un determinado esquema de valores, sino como creación de las bases
de un autodesarrollo libre (…). Tal finalidad debe entenderse en el sentido a una garantía
individual, y no a un derecho de la sociedad ni del Estado”17. En esa medida, aprecio que
correctamente la Corte Suprema señala que la prohibición indicada en el art. 22 del CP (de
no atenuar la pena por razones de edad en los delitos sexuales) no debe aplicarse porque
no permitirá la valoración de las posibilidades del sujeto de reincorporarse a la sociedad a
través de una pena que permita alcanzar ese propósito.
Ahora bien, aunque no fue abordado por la Corte Suprema, su decisión también pudo
haberse sustentado en virtud de otros principios como el de la culpabilidad. Este principio es,
a su vez, una garantía individual, que se halla dentro del conjunto de postulados esenciales
a todo Estado constitucional de derecho y opera como límite de la potestad punitiva18.
Se trata de una de las condiciones necesarias tanto para la atribución penal, como para
la cuantificación de la pena19. Sólo mediante la vinculación de la pena, con la existencia
de un “reproche” y de la gravedad de la pena aplicable con la entidad del “reproche”, es
17 SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María, Aproximación al Derecho penal contemporáneo, 2ª edición, Buenos Aires-
Montevideo 2010, p. 421.
18 En el art. VII del Título Preliminar del CP peruano se regula el denominado principio de culpabilidad de la
siguiente manera: “La pena requiere de la responsabilidad penal del autor. Queda proscrita toda forma de
responsabilidad objetiva”.
19 MIR PUIG considera que bajo la expresión “principio de culpabilidad”, se pueden incluir diferentes límites del ius
puniendi, que tienen en común exigir como presupuesto de la pena que pueda culparse a quien la sufre del hecho
que la motiva. MIR PUIG, Santiago, Derecho penal. Parte General, p. 134.
20 Cfr. HÖRNLE, Tatjana, “La concepción anticuada de la culpabilidad en la Jurisprudencia y doctrina tradicionales
de la medición de la pena”, p. 49: “la pena adecuada a la culpabilidad tiene que orientarse a la gravedad del
hecho y al grado de culpabilidad personal del autor”.
21 Anota SILVA SÁNCHEZ que la culpabilidad, en realidad, expresa “una síntesis de fines preventivos, otros fines
utilitarios opuestos a la intervención y fines garantísticos”. SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María, Aproximación al
Derecho penal contemporáneo, pp. 466-467.
22 Cfr. ZUGALDÍA, José Miguel, Fundamentos de Derecho penal, 4ª edición, Valencia 1993, p. 279.
23 Las otras atenuantes privilegiadas que se regulan en nuestro Código son las siguientes: la omisión impropia (art.
13 del CP), el error de prohibición vencible (art. 14 del CP), el error de comprensión culturalmente condicionado
vencible (art. 15 del CP), la tentativa (art. 16 del CP), las eximentes incompletas (art. 21 del CP) y la complicidad
secundaria (art. 25 del CP).
24 Sobre este tema, AVALOS RODRÍGUEZ, Constante Carlos, Determinación judicial de la pena. Nuevos criterios,
Lima 2015, p.153. En contra, PRADO SALDARRIAGA, Víctor, La determinación judicial de la pena en la Ley nº
30076, Lima 2015, p. 60.
25 En el Pleno Jurisdiccional celebrado en Moquegua en junio de 2017 se llegó al siguiente acuerdo: el juez debe
tener la “posibilidad de imponer penas por debajo del mínimo legal o abstracto previsto por el legislador”
cuando se presenten las circunstancias atenuantes privilegiadas.
26 Con relación a las circunstancias agravantes cualificadas, en el derecho comparado se optó por dejar de lado
aquellas normas que obliguen al juez a aplicarlas cuando se hayan cumplido los requisitos formales. Así,
allá de la mera prohibición legal, en el caso que un sicario de diecinueve años de edad mate
a su padre, no debería atenuarse la pena (a menos que se presente alguna otra circunstancia
que amerite reducir el marco de la sanción conforme al grado de reprochabilidad).
6. La edad del agente es un factor objetivo que en determinados casos puede influir en la
cantidad de pena a imponérsele en virtud de la comisión de un hecho delictivo. Lo resuelto
por la Corte Suprema, mediante la resolución casatoria Nº 336-2016-Cajamarca, resalta
dicho factor al dejar de aplicar la prohibición de atenuar la pena en virtud de la edad del
sujeto responsable en los delitos sexuales (art. 22 del CP). Se trata de una posición que tiene
sustento en la tutela de los principios de proporcionalidad y culpabilidad. Asimismo, dicha
postura está orientada a que la pena cumpla con sus fines. Entre ellos, el de resocialización
(fin preventivo especial positivo). Por lo tanto, se da al juez un amplio margen de libertad
para crear e imponer una sanción que en términos generales sea considerada como justa.
21
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 661-2016
PIURA
SUMILLA:
En el delito de colusión agravada se requiere que el agente
perjudique o defraude de modo efectivo el patrimonio del
Estado; es decir, se trata de un delito de resultado lesivo,
donde el desvalor de la acción, esto es, la concertación
idónea, no es suficiente para configurar el delito, pues aquí
se exige la efectiva lesión o perjuicio al patrimonio del
Estado -desvalor del resultado-. Una prueba idónea que
permite establecer el perjuicio patrimonial concreto en una
determinada entidad viene a ser la pericia contable, en tanto
esta sea concreta y específica.
SENTENCIA DE CASACIÓN
I. HECHOS IMPUTADOS:
PRIMERO: Conforme a la acusación fiscal –fojas uno del Tomo I- se atribuye a la procesada
Aura Violeta Ruesta de Herrera, a título de autor, y a los procesados José Castro Pisfil, Javier
Enrique Salas Zamalloa, Jimi Silva Risco, Nilton Carlos Andrés Ramos Arévalo, Pablo Javier
Girón Gómez, Luis Neptalí Olivares Antón, Tulio Ulixes Vignolo Farfán y Luis Alberto Granda
SEGUNDO: Así, el once de mayo de dos mil once, la Municipalidad Distrital de Castilla
expidió la Resolución de Alcaldía N° 443-2011-MDC, aprobando el expediente técnico de la
citada obra; por ello, el cinco de julio de dos mil once, la procesada Aura Violeta Ruesta
de Herrera, en su condición de Alcaldesa, expidió la Resolución de Alcaldía N° 628-2011-
MDC, designando al Comité Ad Hoc integrado por: José Castro Pisfil -Gerente de Desarrollo
Urbano-, Nilton Ramos Arévalo -Sub Gerente- y Jimi Silva Risco -Sub Gerente de Logística-.
Asimismo, por Resolución de Alcaldía N° 658-2011, del ocho de julio de dos mil once, la
procesada Ruesta de Herrera, en su calidad de Alcaldesa, aprobó las Bases del Proceso
de Licitación para la Adjudicación de la citada obra, con una inversión ascendente a US$
31’000,000.00 dólares americanos.
El once y dieciocho de julio, y el dos de agosto de dos mil once, el ciudadano Carlos Manuel
Valdivia Vizcarra, hizo llegar a la procesada Ruesta de Herrera (Alcaldesa) las cartas N°
CVV/MDC N° 201011, N° CVV/MDC N° 23-2011 y N° CVV/MDC N° 24-2011, respectivamente,
señalando que el citado proceso de licitación permitía la participación de consorcios con
poca capacidad económica, exigiendo sin necesidad alguna la inclusión de un arqueólogo
en nómina de quienes concursarían en la adjudicación de la obra. El cinco de agosto de
dos mil once, el ingeniero Luis Ruiz Valencia, mediante oficio N° 39-2011-AMP, solicitó a la
procesada (Alcaldesa) la nulidad de la licitación, alegando la vulneración de derechos de
otros postores y por el cobro por derecho de registro (S/. 2,000.00); sin embargo, no se hizo
nada al respecto. El diez de agosto de dos mil once, el Comité Ad Hoc procedió a integrar
las Bases, consignadas en un acta en el SEACE, estableciendo los siguientes requisitos: 1) el
precio requerido, 2) la acreditación de un profesional de arqueología y un técnico automotriz,
y 3) el no adelanto de dinero para la compra de materiales e insumos.
CUARTO: El trece de octubre de dos mil once, mediante Acuerdo de Consejo N° 042-2011-
CDC, la procesada Ruesta de Herrera, en su condición de Alcaldesa, encarga a la Gerencia
de Asesoría Jurídica, representada por el procesado Girón Gómez, que se pronuncie sobre la
validez o nulidad del contrato suscrito con el consorcio H&B, solicitando acciones de control
para solucionar dicha situación. El diecisiete de noviembre de dos mil once, el consorcio
H&B, a través de la Carta N° 039-2011-GA, solicita a la referida Municipalidad un adelanto de
más de S/. 5’000,000.00 soles para la compra de materiales, adjuntando dos cartas fianzas
emitidas por el Banco Continental, advirtiéndose que una vencía el veinticuatro de febrero
de dos mil doce y la otra vencía el seis de diciembre de dos mil once; sin embargo, no se
consignaban el nombre de todas las empresas que conformaban el consorcio H&B. Ante
dicha circunstancia se emitieron los siguientes informes: 1) Informe N° 04-2011-CCNME/MDC,
suscrito por el ingeniero José Ulloque Rodríguez, representante de la empresa supervisora
de la obra, señalando que según las Bases del contrato no cabía adelanto de dinero para la
compra de materiales; 2) Informe N° 939-2011-MDC-GDUR, suscrito por José Castro Pisfil, quien
refiere que el citado adelanto de dinero debería ser denegado, pero no lo rechaza en forma
categórica; 3) Informe N° 1139-2011-MDC-GAJ, suscrito por Pablo Girón Gómez, indicando
que debía entregarse dicho adelanto de dinero, a fin de evitar el “costo social”; 4) Informe N°
18-2011-MDC-GT, emitido por el procesado Granda Tume, en su condición de Coordinador de
la Obra, afirmando que el adelanto de dinero debía ser entregado. El dieciséis de diciembre de
dos mil once, Salas Zamalloa -Gerente Municipal- y Barboza Nieto -representante del citado
consorcio-, suscribieron la Adenda al mencionado contrato de ejecución de la obra, a fin de
otorgar el adelanto del 20% del total de la obra al consorcio H&B. Posteriormente, se emitió
la Factura N° 0001-0006, a nombre de la Municipalidad Distrital de Castilla, por la suma de
S/. 5’787,776.00 soles, expidiéndose el Comprobante de Pago N° 9674-2, a fin de proceder al
pago mediante la Oficina de Tesorería.
QUINTO: Luego de producido los debates orales, el Primer Juzgado Penal Unipersonal de
la Corte Superior de Justicia de Piura, mediante sentencia del primero de febrero de dos mil
quince -fojas trescientos noventa y ocho-, falló: 1) absolviendo a los acusados Aura Violeta
Ruesta de Herrera, José Castro Pisfil, Javier Enrique Salaz Zamalloa, Jimi Silva Risco, Nilton
Carlos Andrés Ramos Arévalo, Pablo Javier Girón Gómez, Luis Neptalí Olivares Antón, Tulio
Ulixes Vignolo Farfán, y Luis Alberto Granda Tume, por delito contra la administración
pública, en su modalidad agravada, en agravio de la Municipalidad Distrital de Castilla;
2) absolviendo a los acusados Javier Enrique Salas Zamalloa, José Castro Pisfil, Jimi Silva
Risco, Nilton Carlos Andrés Ramos Arévalo, Pablo Girón Gómez, Luis Neptalí Olivares Antón,
Tulio Ulixes Vignolo Farfán y Luis Alberto Granda Tume, por delito contra la administración
pública, en la modalidad de omisión de actos funcionales, en agravio de la Municipalidad
Distrital de Castilla; 3) absolviendo a los acusados Billi Negrón Luna, por delito contra la fe
pública, en la modalidad de uso de documento público falso, en agravio de la Municipalidad
Distrital de Castilla; y, 4) condenando a los acusados Aura Violeta Ruesta de Herrera, José
Castro Pisfil, Javier Enrique Salas Zamalloa, Jimi Silva Risco, Nilton Carlos Andrés Ramos
Arévalo, Pablo Javier Girón Gómez, Luis Neptalí Olivares Antón, Tulio Ulixes Vignolo Farfán,
y Luis Alberto Granda Tume, como autores del delito contra la administración pública, en
su modalidad de colusión simple -primer párrafo del artículo 384 del Código Penal-, en agravio
de la Municipalidad Distrital de Castilla; 5) condenando al acusado Edwar Barboza Nieto, a
título de cómplice primario, por delito contra la administración pública, en su modalidad de
colusión simple, en agravio de la Municipalidad Distrital de Castilla.
reformándola condenaron a Aura Violeta Ruesta de Herrera, José Castro Pisfil, Javier Enrique
Salas Zamalloa, Jimi Silva Risco, Nilton Carlos Andrés Ramos Arévalo, Pablo Javier Girón
Gómez, y Tulio Ulixes Vignolo Farfán, como autores del delito contra la administración
pública en su modalidad de colusión agravada; y condenaron a Luis Alberto Grande Tume
y Luis Neptalí Olivares Antón, como cómplices secundarios del citado delito; 2) declararon
inadmisible la apelación interpuesta por el procesado Edwar Fernando Barboza Nieto, en
aplicación del inciso tercero del artículo 423° del Código Procesal Penal.
SÉTIMO: Emitida la sentencia de vista, los procesados Tulio Ulixes Vignolo Farfán y Luis
Neptalí Olivares Antón -fojas ochocientos diecisiete-, José Castro Pisfil -fojas ochocientos
veintisiete-, Pablo Javier Girón Gómez -fojas ochocientos cuarenta y dos-, Aura Violeta Ruesta
de Herrera -fojas ochocientos ochenta-, Javier Enrique Salas Zamalloa -fojas ochocientos noventa
y nueve-, Jimi Silva Risco y Nilton Carlos Andrés Ramos Arévalo -fojas novecientos dieciocho-,
Edwar Fernando Barboza Nieto -fojas novecientos treinta y seis-, y Luis Alberto Granda Tume
-fojas novecientos cuarenta y cinco-, interpusieron sus recursos de casación, los cuales fueron
elevados a este Supremo Tribunal.
OCTAVO: Por resolución del veinticuatro de noviembre de dos mil dieciséis -fojas ciento sesenta
y cuatro del cuaderno de casación- esta Suprema Sala Penal declaró: 1) BIEN CONCEDIDO
para desarrollo de doctrina jurisprudencial los recursos de casación interpuesto por Tulio
Ulixes Vignolo Farfán y Luis Neptalí Olivares Antón; Pablo Javier Girón Gómez; Aura Violeta
Ruesta de Herrera; Javier Enrique Salas Zamalloa; Jimi Silva Risco y Nilton Carlos Andres
Ramos Arévalo (todos por el inciso 3 del artículo 429 del CPP); y Luis Alberto Granda Tume
(por los incisos 1 y 3 del artículo 429 del CPP); 2) BIEN CONCEDIDO el recurso de casación
ordinaria de Aura Violeta Ruesta de Herrera y Javier Enrique Salas Zamalloa (ambos por la
causal 4 del artículo 429 del CPP); 3) INADMISIBLE el recurso de casación interpuesto por
José Castro Pisfil y Edwar Fernando Barboza Nieto.
V. FUNDAMENTOS JURÍDICOS
se imputan a los recurrentes se suscitaron en el año dos mil once. Así, desde la entrada
en vigencia con el Código Penal de 1991, el artículo 384° que regula el delito de colusión
ha sido objeto de diversas modificaciones. La primera modificación se efectuó en 1996,
mediante Ley N° 26713, publicada el veintisiete de diciembre de mil novecientos noventa y
seis, que establecía: “Artículo 384.- El funcionario o servidor público que, en los contratos,
suministros, licitaciones, concurso de precios, subastas o cualquier otra operación
semejante en la que intervenga por razón de su cargo o comisión especial defrauda al
Estado o entidad u organismo del Estado, según ley, concertándose con los interesados en
los convenios, ajustes, liquidaciones o suministros será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de tres ni mayor de quince años”.
9.1. Asimismo, el diez de junio de dos mil once, se aprobó la Ley N° 29703, que modificó la ley
anterior agregando el término “patrimonialmente”; así, precisó la norma: “Artículo 384.- El
funcionario o servidor público que, interviniendo por razón de su cargo o comisión especial
en cualquiera de las contrataciones o negocios públicos mediante concertación ilegal
con los interesados, defraudare patrimonialmente al Estado o entidad u organismo del
Estado, según ley, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de seis ni mayor
de quince años”. Es de precisarse que la citada norma debe entenderse como inexistente,
dado que mediante el Expediente N° 00017-2011-PI-TC del tres de mayo de dos mil doce,
fue declarado inconstitucional en el extremo que declara nulo y carente de todo efecto la
expresión “patrimonialmente”, siendo posteriormente modificada.
9.2. Por ello, el veintiuno de julio de dos mil once se publicó la Ley N° 29758, que regula
el delito de colusión en dos modalidades: “Colusión simple – primer párrafo” y “Colusión
agravada – segundo párrafo”:
9.3. Dicha modificación trajo consigo una nueva estructura típica del delito de colusión,
que serán desarrollados en acápites posteriores. Debiendo precisarse que posterior a esta
modificatoria, el delito de colisión sufrió algunas modificatorias orientadas a determinar la
pena de multa e inhabilitación. Así, se tiene la Ley N° 30111, del 26 de noviembre de 2013, y el
D. Leg. N° 1243 del 22 de octubre de 2016.
DÉCIMO: Conforme a los hechos materia de análisis el delito de colusión que se imputa a los
recurrentes, conforme el apartado “I” de la presente ejecutoria, se inició el 8 de julio de 2011
con la emisión de la resolución de Alcaldía N° 658-2011-MDC, mediante la cual la procesada
Ruesta de Herrera, en su condición de Alcaldesa, aprueba las bases del proceso de licitación
para la adjudicación de la obra. En ese sentido, la norma vigente al momento de los hechos
habría sido el tipo penal de colusión regulado en la Ley N° 29703, publicada el 10 de junio
de 2011; sin embargo, como se precisó, la citada regulación fue declarada inconstitucional,
configurándose como inexistente. Así, la ley vigente al 8 de julio de 2011 sería el tipo de
colusión regulado en la Ley N° 26713.
DÉCIMO PRIMERO: En esa línea, el tipo penal de colusión regulado en la Ley N° 26713,
no distingue –como es en la actualidad- entre colusión simple o agravada, por lo que la
materialización de un perjuicio patrimonial como criterio de configuración del ilícito de
colusión se desarrolló a nivel de la jurisprudencia. Así, se advierte diversa jurisprudencia
emitida por este Supremo Tribunal donde pese a la ausencia de un perjuicio patrimonial
concreto se daba por configurado el injusto de colusión, pues se entendía que la expectativa
normativa que protegía el delito de colusión era el correcto funcionamiento de la esfera de la
Administración Pública; por tanto, “defraudar al Estado” no debía entenderse exclusivamente
como una mera disminución del patrimonio del Estado, siendo suficiente la producción de
un perjuicio potencial o peligro de perjuicio. [Vid. Al respecto el fundamento N° 3.4 del R.N.
2617-2012 del 22 de enero 2014; fundamento jurídico Nº 3.1.2 del R.N. 1199-2013 del 06 de
agosto de 2014]. En ese sentido, independientemente del perjuicio patrimonial, el delito de
colusión se configuraba con la materialización del acuerdo colusorio con potencialidad de
defraudación, considerando muchas veces la existencia de un perjuicio patrimonial solo
como un criterio para la determinación judicial de la pena.
DÉCIMO SEGUNDO: Conforme a lo señalado, se puede advertir que con la norma vigente al
tiempo de la comisión del acto delictivo -Ley N° 26713- el delito de colusión sancionaba con
una pena de 3 a 15 años, independientemente del perjuicio patrimonial que pueda existir. Sin
embargo, al haberse emitido posteriormente la Ley N° 29758 que regula una nueva estructura
típica del delito de colusión -simple y agravada- la cual prevé que en el supuesto que no
exista un perjuicio patrimonial se configura el acto como una colusión simple, cuya pena
privativa de libertad puede ser de 3 a 6 años. Estando a ello, se tiene que la Ley N° 29758 es
una norma más favorable -por tanto es de aplicación al caso el principio de retroactividad benigna1,
en virtud al inciso 11 del artículo 139 de la Constitución y el artículo 9 de la Convención Americana de
Derechos Humanos-, pues en caso exista un acuerdo colusorio pero no un perjuicio patrimonial
la sanción a imponer tendrá un límite máximo de 6 años de pena privativa de libertad.
DÉCIMO CUARTO: Debe precisarse que en ambos supuestos el núcleo del comportamiento
típico es defraudar al Estado mediante la concertación con los interesados en los procesos
de contrataciones y adquisiciones de bienes, obras o servicios para el Estado. En ese sentido,
el marco para el acuerdo defraudatorio -colusión- es el ámbito de la contratación pública.
Así también lo ha precisado el Tribunal Constitucional en el fundamento jurídico 18 de la
sentencia del 3 de mayo de 2012, recaída en el Exp. N° 0017-2011-PI/TC, en la cual señala
que: “(…) El delito de colusión se desenvuelve en el ámbito de la contratación pública (…)”.
DÉCIMO QUINTO: Asimismo, la diferencia que existe entre colusión simple y agravada, estriba
en que: “si la concertación es descubierta antes que se defraude patrimonialmente al Estado,
estaremos ante una colusión consumada, pero por voluntad del legislador será simple; en
cambio, si la concertación es descubierta, luego que se causó perjuicio patrimonial efectivo
al Estado, estaremos ante una colusión consumada, pero por voluntad del legislador será
agravada”2. Así, la colusión simple se consuma con la sola concertación, sin necesidad
que la administración pública sufra perjuicio patrimonial ni que se verifique la obtención
de ventaja del funcionario, pues el peligro de afectación al patrimonio estatal es potencial,
siendo suficiente que la conducta colusoria tenga como propósito defraudar.
Mientras que para configurarse la colusión agravada es necesario que mediante
1 El principio de retroactividad benigna significa que un hecho se retrotrae a los efectos de la ley vigente durante
la determinación de la sentencia que es más favorable que la ley que estaba vigente al momento de la comisión
del hecho. Cfr. Villavicencio Terreros, Derecho Penal Parte General, Grijley, Lima, 2013, p. 175.
2 Vid. Salinas Siccha, Ramiro, Delitos cometidos por funcionarios públicos, Lima, Grijley, 2011, p. 251
DÉCIMO SEXTO: Además, es de precisar que la colusión simple exige para su concurrencia
dos elementos típicos: a) la concertación ilegal entre el funcionario público y el particular
interesado, y b) el peligro potencial para el patrimonio estatal, generado por tal concertación
ilegal. Así, la modalidad simple de colusión, constituye un delito de peligro potencial, pues
exige una aptitud lesiva de la conducta –“para defraudar”-. Por ello, es necesario que el juez
compruebe en el caso concreto ese elemento de peligrosidad típica o idónea de la conducta
para producir un determinado efecto. En los delitos de peligro potencial, la imposibilidad de
afectar el bien jurídico excluye, por tanto, la tipicidad de la conducta3.
DÉCIMO SÉPTIMO: Así, también, en la colusión agravada se requiere que el agente perjudique
o defraude de modo efectivo el patrimonio del Estado, es decir, se trata de un delito de
resultado lesivo, donde el desvalor de la acción, esto es, la concertación idónea, no es suficiente
para configurar el delito, pues aquí se exige la efectiva lesión o perjuicio al patrimonio del
Estado –desvalor de resultado-. Ahora bien, una prueba idónea que permite establecer el
perjuicio patrimonial concreto en una determinada entidad es la pericia contable, en tanto
sea concreta y específica. La importancia de la pericia contable para determinar la efectiva
afectación del patrimonio estatal ha sido resaltado en la jurisprudencia del Corte Suprema;
así, se estableció en la Casación N° 1105-2011/SPP –fundamento jurídico N° 7- que señala:
“la necesidad de una prueba directa como el informe pericial contable para establecer el
perjuicio patrimonial en el delito de colusión”.
DÉCIMO NOVENO: Conforme a lo citado -énfasis en lo resaltado-, las acciones que pueda
realizar un sujeto a fin de ser considerado cómplice -primario o secundario- son acciones
anteriores o simultáneas a la comisión del hecho delictivo perpetrado por el autor4. En ese
sentido, las acciones posteriores a la comisión del delito pese a ser reprochables no pueden
ser considerados parte del delito precedente.
VIGÉSIMO PRIMERO: En ese sentido, el participe (cómplice) en el delito de colusión solo podrá
ser aquel que designe el propio tipo penal. En el supuesto del delito de colusión, regulado en
el artículo 384 del Código Penal, el cómplice será, conforme a la norma, el o los interesados
que conciertan con los funcionarios públicos. Así, no se podrá hablar de complicidad fuera de
la citada esfera que abarca al particular interesado que concertó con el funcionario público
para defraudar al Estado.
D. De la reparación Civil
VIGÉSIMO SEGUNDO: El derecho a la debida motivación de las resoluciones en el derecho
penal ampara los autos y las sentencias. En ese sentido, previo a la emisión de una sentencia
penal, el desarrollo de las audiencias se concentra en el análisis de la pretensión penal y
civil de la causa que se debate, toda vez que el objeto de este proceso es doble: penal y
civil -véase Acuerdo Plenario N° 06-2006/CJ-116, fundamento jurídico sexto-; más aún si
“nuestro sistema procesal penal se ha adherido a la opción de posibilitar la acumulación
de la pretensión resarcitoria, de naturaleza civil, en el proceso penal (...) [por lo que, esta]
acumulación de la acción civil al proceso penal, responde sencillamente a un supuesto de
acumulación heterogénea de pretensiones, con fines procesales estrictos. Esta tendencia
encuentra un beneficio en el hecho de que, con el mejor desgaste posible de jurisdicción, se
pueda reprimir el daño público causado por el delito y reparar el daño privado ocasionado
por el mismo hecho” -véase Acuerdo Plenario N° 05-2011/CJ-116, fundamento jurídico
4 Cfr. García Cavero, Percy, Derecho Penal Parte General, 2 ed., Lima, 2012, p. 712
décimo; por tanto, una sentencia penal deberá pronunciarse sobre la responsabilidad penal
y civil del procesado, pues solo así se estaría cumpliendo y respetando el derecho a la debida
motivación de las resoluciones penales.
A. Recurso de casación de Tulio Ulixes Vignolo Farfán y Luis Neptalí Olivares Antón
VIGÉSIMO TERCERO: El imputado Tulio Ulixes Vignolo Farfán fue condenado como autor
del delito de colusión agravada, pues conforme se advierte de la resolución recurrida –véase
a fojas 709-, el imputado en su calidad de Sub Gerente de tesorería tenía la labor de control
de las cartas fianzas; sin embargo, no controló que la carta fianza emitida por COOPEX,
otorgada por el consorcio H&B no estaba autorizada ni avalada por la Superintendencia de
Banca, Seguros y AFP, tampoco cauteló la vigencia de las cartas fianza del Banco Continental
que no consignaban los nombres de los integrantes del consorcio H&B, conformado por
varias empresas, y en caso de un reclamo o demanda de la entidad no se hubieran podido
ejecutar con eficacia.
VIGÉSIMO CUARTO: De lo señalado se puede advertir claramente que los hechos que se
imputan a Vignolo Farfán no encajan en la configuración típica del delito de colusión –simple
o agravada-. Debe recordarse que este tipo penal solo puede ser ejecutado por el funcionario
público que en razón de su cargo o de su comisión especial, interviene en la operación
defraudatoria (véase R.N. N° 2617-2012, fj. 3.4). Siendo esto así, no se advierte cómo pueden
las acciones imputables a Vignolo Farfán configurar el delito imputado, pues el cargo que
ostentaba dentro de la municipalidad no le permitió intervenir en la contratación pública;
más aún si se debe apuntar que las acciones imputadas al recurrente son posteriores a la
emisión de las Bases o a la firma del contrato o su Adenda –acciones que conforme a la acusación
serían manifestaciones de un acuerdo colusorio-; no existiendo vinculación típica. Por lo que,
corresponde su absolución por delito de colusión.
VIGÉSIMO SEXTO: Se debe advertir que el citado imputado, pese a ser funcionario de la
Municipalidad Distrital de Castilla, no participó en razón de su cargo en un acto colusorio.
Si bien se afirma en la sentencia recurrida que el recurrente participó en la cancelación del
adelanto solicitado por la empresa H&B; no obstante, ello era propio de su función como
Gerente de Administración y Finanzas, debiendo advertirse que al tiempo del accionar
que se imputa al presente recurrente ya existía una adenda en el contrato que permitía el
adelanto para la compra de materiales. Por tanto, los hechos imputados al recurrente, no se
encuentran subsumidos en el tipo penal de colusión, correspondiendo su absolución.
VIGÉSIMO NOVENO: Es decir, el informe emitido por Girón Gómez independientemente de sus
recomendaciones o conclusiones -favorables a que se suscriba la Adenda y se permita el adelanto
solicitado-, no influenciaron en la decisión de brindar el adelanto cuestionado, pues se advierte
que el informe se emitió un día después de que mediante memorándum se ordenara proceder
con el trámite para brindar el adelanto de dinero solicitado. Por tanto, corresponde absolver
al imputado de los cargos atribuidos.
C. Recurso de casación de Jimi Silva Risco y Nilton Carlos Andrés Ramos Arévalo
TRIGÉSIMO: Ambos recurrentes fueron condenados como autores del delito de colusión
agravada, pues fueron integrantes del Comité Especial que llevó a cabo el concurso
público, quienes redactaron las Bases del concurso estableciendo requerimientos técnicos
específicos sin haber realizado previamente un estudio de mercado para determinar la
TRIGÉSIMO SEGUNDO: En ese sentido, en el caso concreto se advierte que las bases
elaboradas por el Comité Especial fueron cuestionadas razonablemente: i) primero, por
las especificaciones que se requerían en ciertos profesionales, las cuales en función de la
obra a realizar resultaban innecesarios -véase al respecto la declaración de Valdivia Vizcarra,
Consejero Municipal, citado en la sentencia a fojas 409-, generando con ello un indicio razonable
de direccionamiento. ii) En segundo lugar, se cuestiona haber consignado en las Bases la
prohibición de adelantos, buscando con ello disuadir la participación de demás postores; y,
en efecto, si bien más de un postor adquirió las bases de la licitación pública, no obstante,
solo un postor se presentó -el consorcio H&B-, generándose así un indicio más de que se había
direccionado las Bases a un determinado postor; por último, se debe señalar que posterior
a la firma del contrato, el procesado Castro Pisfil -quien fue miembro del Comité Especial- emite
el Informe N° 0939-2011-MDC-GDUR el 12 de diciembre 2011, refiriendo que por cuestiones
de emergencia social debía admitirse el otorgamiento de un adelanto -véase a fojas 450 citado
en la resolución recurrida-, y, si bien el citado hecho es posterior a la existencia y vigencia de
funciones del Comité Especial, sin embargo, refuerza la imputación respecto a que éste
direccionó las bases a una empresa determinada.
TRIGÉSIMO QUINTO: Por último, el perjuicio generado, típico del delito de colusión agravada,
no puede ser identificado con el riesgo que se crea al infringir un deber funcionarial. La
norma exige que el perjuicio que se genera al Estado sea de carácter patrimonial, y como tal
debe encontrase probado fehacientemente mediante pruebas de carácter objetivo -ejemplo:
pericia contable, véase fundamento jurídico 17 de la presente ejecutoria-. En el caso concreto
no se ha demostrado el citado perjuicio patrimonial; por lo que, no se puede hablar de un
delito de colusión agravada, sino de un delito de colusión simple.
TRIGÉSIMO OCTAVO: Asimismo, debe precisarse que el accionar que se imputa al recurrente
es la elaboración de un informe que justificaría la necesidad de brindar un adelanto -que
estaba prohibido en las bases-; sin embargo, el citado informe N° 18-2011-MDC-GT-CO fue
emitido el 15 de diciembre de 2011; es decir, fue expedido posterior a la concretización del
pacto colusorio -que como se señaló se efectivizó con la emisión de bases-; asimismo, el citado
informe fue posterior al memorándum N° 713-2011-MDC-GM del 14 de diciembre de 2011 -un
día antes del citado informe- donde se permite brindar el adelanto del dinero solicitado. Es decir,
las acciones imputadas al recurrente no solo son posteriores a la materialización del delito,
sino que no tuvieron mayor implicancia a efectos de brindar o no el adelanto cuestionado.
Por tanto, al estar frente a un extraneus, que no tiene la facultad de materializar los actos
típicos del delito de colusión, corresponde por tanto su absolución.
TRIGÉSIMO NOVENO: En el presente caso se ha dilucidado que los hechos que se imputan,
solo a determinados procesados, configuran el delito de colusión, en su modalidad simple,
en tanto no se ha acreditado un perjuicio de carácter patrimonial. En ese sentido, dicha
interpretación a nivel de la Corte Suprema conforme a lo señalado en la Casación vinculante
421-2015, que en su fundamento jurídico N° 33, que dice:
39.1. Ello debe ser extendida en virtud del artículo 408, inciso 2, del CPP a los demás
procesados del caso concreto que no hayan accedido a la presente instancia extraordinaria;
nos referimos en el caso concreto a los procesados José Castro Pisfil y Edwar Fernando
Barboza Nieto, quienes fueron condenados a nivel de segunda instancia como autor y
cómplice primario -respectivamente- del delito de colusión agravada.
DECISIÓN
I. FUNDADO el recurso de casación interpuesto por los recurrentes: Tulio Ulixes Vignolo
Farfán y Luis Neptalí Olivares Antón; Pablo Javier Girón Gómez; Jimi Silva Risco y Nilton
Ramos Arévalo y Luis Alberto Granda Tume (todos por el inciso 3 de artículo 429 del CPP).
II. INFUNDADO el recurso de casación de Luis Alberto Granda Tume (solo por el inciso 1 del
artículo 429 del CPP).
III. CASARON la sentencia de vista del seis de junio de dos mil dieciséis -fojas 666- SIN
REENVÍO actuando en sede de instancia revocaron la sentencia de primera instancia en
el extremo que condenó como autores del delito de colusión simple a Pablo Javier Girón
Gómez, Luis Neptalí Olivares Antón, Tulio Ulixes Vignolo Farfán y Luis Alberto Granda Tume;
y, Reformándola ABSOLVIERON a los citados imputados por el citado delito.
IV. ORDENARON respecto a los citados procesados se elimine sus antecedentes penales, y
ORDENA la inmediata libertad de Tulio Ulixes Vignolo Farfán que se ejecutará siempre y
cuando no existe mandato de detención o prisión preventiva emanada de autoridad judicial
competente. Asimismo, se ORDENA el levantamiento de orden de captura que pesa sobre
los imputados.
VI. CASARON de oficio la sentencia de vista del seis de junio de dos mil dieciséis que condenó
a José Castro Pisfil y la sentencia integrada del catorce de junio de dos mil dieciséis que
condenó a Edwar Fernando Barboza Nieto por efecto de recurso extensivo en aplicación del
artículo 408 inciso 1 del Código Procesal Penal.
VIII. Respecto de Aura Violeta Ruesta de Herrera y Javier Enrique Salas Zamalloa se ha
producido discordia conforme a los votos que se adjuntan; debiendo llamar al Magistrado
habilitado dirimente.
SS.
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
CALDERÓN CASTILLO
SEQUEIROS VARGAS
FIGUEROA NAVARRO
1.- SUMILLA:
La Casación materia de análisis realiza un desarrollo sobre los elementos principales del
delito de colusión, desde el bien jurídico penalmente protegido, diferencia entre colusión
simple y agravada, la participación del tercero interesado y la complicidad. Además,
desarrolla la importancia de la Pericia contable como requisito para determinar la Colusión
agravada. Así, el presente trabajo trata de aportar un análisis crítico sobre los elementos
del delito de colusión indicados en la Casación, a fin de salvaguardar los posibles vacíos de
impunidad que podrían surgir.
2. ANÁLISIS Y COMENTARIOS
2.1. Introducción
1 Mg. Raúl Ernesto Martínez Huamán. Máster en Derecho Penal y Política Criminal en la Universidad de Málaga
(España). Profesor de Derecho penal en la Universidad de San Martín de Porres y en la Maestría de Derecho
Penal y Procesal Penal de la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann (Tacna). Ha sido profesor en la
AMAG, UIGV y la Maestría en Ciencias Penales de la UNPRG (Chiclayo). Becado por el Max-Planck-Institut für
ausländisches und internationales Strafrecht (Alemania) para una estancia de investigación. Fiscal Adjunto
Provincial Penal Titular de la Segunda Fiscalía Provincial Corporativa Especializada en Delito de Corrupción de
Funcionarios de Lima.
2 Conforme las estadísticas del Latinobarómetro, uno de los problemas más importantes para el peruano es la
Corrupción con un 10%; muy por encima de la tasa promedio de Latinoamérica que es de 4%. En Informe de
Prensa 1995-2010 Perú. Para el año 2016, se aprecia en el Latinobarómetro que el segundo problema del peruano
es la corrupción, después de la delincuencia.
3 En una encuesta realiza por IPSOS Perú (Encuesta pública en el diario El Comercio, el lunes 17 de febrero de
2014, http://www.ipsos-apoyo.com.pe/Encuesta_corrupcion_febrero_2014), en febrero de 2014, cuando se le
pregunta a los encuestados cuál es el principal problema que enfrentan las instituciones públicas y que impiden
lograr el desarrollo del país, el 58% respondieron que la corrupción de funcionarios y autoridades, en tanto que
el 22% señalaron que la falta de eficiencia de los funcionarios y autoridades. Asimismo, a la pregunta de cuál
será la situación de la corrupción en el Perú dentro de cinco años, el 50% de los encuestados considera que
continuará igual, y un 33% que aumentará.
del mercado tienen sobre ellas, pues la corrupción genera una grave desconfianza en las
instituciones públicas4, tan importante para un Estado. Al respecto, señala Mario CACIAGLI5
que: “La tolerancia con la corrupción genera o aumenta la desconfianza hacia el Estado
de Derecho, impide la maduración de una conciencia participativa y destruye cualquier
percepción de los intereses colectivos”.
No debemos olvidar que la corrupción afecta de manera severa el desarrollo del país, que es
un factor adverso para el adecuado y satisfactorio avance de una sociedad, no importando
el país donde se desarrolle, daña a todos por igual; siendo a nuestra consideración los
efectos más dañinos la erosión de los valores básicos de la sociedad, las expectativas de los
ciudadanos, la estabilidad de las instituciones estatales y el desarrollo económico6.
Así, el contexto social en que actualmente vivimos y las, cada vez mayores, demandas al
Estado de satisfacer las necesidades básicas y primordiales de sus ciudadanos (construcción
de carreteras, inversión en la educación, salud, etc.) a través de la administración pública,
hacen que la sociedad exija al mismo un control más eficiente y una respuesta más enérgica
sobre los actos de corrupción que se desarrollan dentro de la administración; específicamente
en el ámbito de los procesos de contrataciones públicas al ser uno de los espacios más
sensibles y donde mayor incidencia de corrupción existe7.
Ello se debe a que la contratación pública es uno de los ámbitos donde mayor presupuesto
público se introduce, lo que hace que los agentes corruptos focalicen sus actuaciones en la
misma. En ese sentido, se aprecia que la sociedad reclame al sistema penal -incluyendo en
el mismo sus mecanismos de prevención y represión- una actuación más eficaz sobre los
posibles actos desleales de los funcionarios o servidores públicos en sus funciones vinculadas
a contrataciones de bienes o servicios -sean para o dados por el Estado- con terceros.
4 Así se señala que uno de los principales problemas que genera la corrupción es la creciente desconfianza en las
instituciones del Estado, SALAS, Luis. “La normativa y el papel del Ministerio Público y la Contraloría en la lucha
contra la corrupción en la América Latina”. En: La reforma de la justicia penal (Estudio en homenaje al Prof.
Klaus Tiedemann). Castello de la Plana: Universitat Jaume I, 1997. p. 203.
5 Vid. CACIAGLI, Mario. “Clientelismo, corrupción y criminalidad organizada. Evidencias empíricas y propuestas
teóricas a partir de los casos italianos”. En: Cuadernos y debates. N° 60. Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1996, pp. 84 y 91.
6 En el mismo sentido, PRIETO DEL PINO, Ana María. “Aspectos criminológicos y político-criminales de la
corrupción urbanística. Un estudio de la Costa del Sol”. En: Cuadernos penales José María Lidón. Corrupción y
Urbanismo. Núm. 5. Bilbao, Universidad de Deusto, 2008, p. 409.
7 Sobre la incidencia de la corrupción en las contrataciones públicas en el Perú, véase a MARTÍNEZ HUAMÁN, Raúl
Ernesto. “Corrupción en el Perú: ¿Es la contratación pública el ámbito donde más se desarrolla la corrupción?”
En: Estudios de Política criminal y Derecho penal. Actuales tendencias. GASPAR CHIRINOS, Ángel y MARTÍNEZ
HUAMÁN, Raúl Ernesto. Lima, Gaceta jurídica, 2015, p. 383.
En tal sentido, se afecta los principios por los cuales el Estado se rige en el marco de
contrataciones de bienes o servicios como son la transparencia, la promoción del desarrollo
humano, la eficiencia, entre otros. Es por ello que el legislador penal, consciente de la
trascendencia de las contrataciones públicas en el Perú, ha tipificado como delito la conducta
del funcionario o servidor público que, interviniendo directa o indirectamente, por razón de su
cargo, se concierta con los interesados en cualquier etapa de las modalidades de adquisición
o contratación pública de bienes, obras o servicios, concesiones o cualquier operación a cargo
del Estado, para defraudarlo. Precisamente, tenemos que la indicada conducta se encuentra
regulada en la legislación peruana en el art. 384° CP (colusión). De lo mencionado en este
apartado, podemos indicar que realizar un análisis del delito de colusión y sus distintas
problemáticas, en nuestra realidad peruana, resulta de por sí justificada, lo cual queda
respaldada con las distintas casaciones emitidas por la Corte Suprema de Justicia, de entre
ellas la Casación N° 661-2016-Piura, donde se desarrollan una serie de elementos del delito
de colusión, la cual será analizada en el presente trabajo.
Los hechos sobre los que se circunscriben la Casación materia de análisis consistieron,
básicamente, en lo siguiente: “Conforme a los hechos materia de análisis el delito de
colusión que se imputa a los recurrentes, conforme el apartado “I” de la presente ejecutoria,
se inició el 8 de julio de 2011 con la emisión de la resolución de Alcaldía N° 658‑2011-MDC,
mediante la cual la procesada Ruesta de Herrera, en su condición de Alcaldesa, aprueba
las bases del proceso de licitación para la adjudicación de la obra. En ese sentido, la norma
vigente al momento de los hechos habría sido el tipo penal de colusión regulado en la Ley
N° 29703, publicada el 10 junio de 2011; sin embargo, como se precisó, la citada regulación
fue declarada inconstitucional, configurándose como inexistente. Así, la ley vigente al 8 de
julio de 2011 sería el tipo de colusión regulado en la Ley N° 26713”. Así, distintos funcionarios
de la Municipalidad Distrital de Castilla se concertaron con representantes de la empresa H&B
a fin de favorecerlos en el Proceso de Licitación para la Adjudicación de la obra denominada
“Ampliación y Mejoramiento del Sistema Integral de Agua Potable y Alcantarillado de los
Asentamientos Humanos del Sector Noroeste de Castilla”.
En el décimo primer considerando, la Corte Suprema sienta posición sobre el bien jurídico
penalmente protegido, señalando que: “Así, se advierte diversa jurisprudencia emitida
por este Supremo Tribunal donde pese a la ausencia de un perjuicio patrimonial concreto
se daba por configurado el injusto de colusión, pues se entendía que la expectativa
normativa que protegía el delito de colusión era el correcto funcionamiento de la esfera
de la Administración Pública; por tanto, “defraudar al Estado” no debía entenderse
exclusivamente como una mera disminución del patrimonio del Estado, siendo suficiente la
producción de un perjuicio potencial o peligro de perjuicio”. Al respecto, podemos observar
que a nivel metodológico la Corte Suprema asume la posición funcionalista normativista,
posición que hemos asumido en otro artículo relacionado al bien jurídico penalmente
protegido en el delito de colusión8, donde consideramos que el Derecho penal no protege
directamente bienes jurídicos (objetos), sino expectativas de conductas institucionalizadas9,
las cuales son básicas para el desarrollo personal en sociedad.
En ese sentido, para el caso del delito de colusión, no se protege propiamente el bien
patrimonio estatal, debido a que dejaría sin sustento la represión de aquellas situaciones en
las que el funcionario público encargado de la contratación pública se concierta con la mejor
empresa concursante (técnica y económicamente) sin ocasionar un daño patrimonial al
Estado; empero, del tipo penal se aprecia que la citada conducta sí tendría que ser sancionada,
puesto que la defraudación se sustenta en la infracción del rol de funcionario en el marco de
la contratación pública, lesionando la expectativa que la sociedad tiene sobre su actuación
en las contrataciones públicas. Esta expectativa social cuenta con respaldo constitucional,
si tenemos en cuenta que el artículo 76º de la Carta Magna establece la relevancia del
procedimiento para obras y adquisiciones de suministros con utilización de fondos o recursos
públicos a través de la contratación pública, lo cual debe ser adecuadamente protegido.
Por ende, lo que propiamente se protege es la expectativa de conducta de que los intervinientes
(funcionario y particular) en el proceso administrativo de contratación pública no abusarán
de las facultades que le son conferidas por su posición, para concertarse ilícitamente
defraudando al Estado. De esta forma, el funcionario público tiene que procurar que dentro
del cumplimiento de sus deberes en el ámbito de la contratación pública no se derive ningún
8 Extensamente MARTÍNEZ HUAMÁN, Raúl E. “El bien jurídico penalmente protegido en el delito de colusión”. En:
Revista de Gaceta Penal & Procesal Penal. Nº 79. Lima: Gaceta Jurídica, 2016, p. 90.
9 Por todos JAKOBS, Günther. “Sociedad, Norma y Persona en una teoría de un derecho penal funcional”. En: Bases
para una Teoría Funcional del Derecho Penal. Lima: Palestra, 2002, p.90.
output que afecte al Estado (el adecuado y normal desarrollo de todas las fases del proceso
de contratación pública), así como evitar que terceras personas pongan en peligro el regular
desarrollo del ámbito de la contratación pública a su cargo, fomentando la relación jurídica
con el espacio institucional puesto a su disposición10. En tanto que el particular, tiene el deber
de participar del proceso administrativo de contratación pública sin infringir los deberes que
adquiere con la calidad de concursante, específicamente de no formar pactos ilícitos con los
funcionarios para defraudar al Estado en las contrataciones públicas.
Así, los deberes que pesan sobre los intervinientes del delito de colusión son de dos formas:
para el particular los deberes generales (deberes negativos) y para el funcionario los deberes
especiales (deberes positivos). El primero (tercero interesado) tiene toda la libertad de
administrar su ámbito de libertad de la mejor forma, pero procurando no dañar las esferas
de libertad de otras personas: “la libertad de uno termina donde comienza la del otro”. En
cuanto al funcionario o servidor público, no sólo tiene el deber de no dañar otro ámbito
de libertad (al Estado), sino además, en base al vínculo que nace con el bien, fomentar el
desarrollo del mismo, protegerlo de ataques de terceros.
Por ello, el Derecho penal no protege el patrimonio del Estado en el delito de colusión,
sino la expectativa normativa de conducta de que los intervinientes (funcionario público
y particular interesado) en los procesos de contratación pública no abusarán de sus
facultades o incumplirán los deberes que emanan de su participación, a través de la
concertación ilícita, para defraudar al Estado. Con el delito de colusión se defrauda la
señalada expectativa normativa de conducta, siendo la función de la pena devolver la
vigencia a la norma infringida11. Ello consideramos se debe a que el funcionario tiene como
facultad decidir -en alguna medida- sobre el desarrollo de la contratación pública en
cualquiera de sus distintas fases, que hoy resulta de gran importancia para nuestra sociedad,
a la cual también pertenece el funcionario. En el artículo que desarrollé sobre la incidencia
de los delitos de corrupción en el marco de las contrataciones públicas, se apreció el papel
dañino del mismo para la consolidación de las instituciones en el Perú y la necesidad de
su protección a través de la vigencia de las expectativas que se tiene sobre la actuación de
los funcionarios y terceros en el proceso de contratación pública12. Es a partir de la realidad
peruana que se establece que la expectativa sobre la actuación de funcionario público no se
10 La posición especial que ocupa el funcionario lo obliga (deberes) a no dañar al objeto (contrato público)
sometido a su esfera de protección, así como a fomentar o favorecer “la relación jurídica que une al funcionario
con el segmento de la función pública confiado a su esfera personal”. CARO JOHN, José Antonio. “La autoría
delictiva de funcionario público”. En: Ius Puniendi. Sistema integral. Año I. Vol. 2. Lima: Ideas solución editorial,
2015, p. 30.
11 Vid. GARCÍA CAVERO, Percy. Aspectos dogmáticos esenciales del delito de colusión desleal”. En: El delito de
colusión. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis. Lima: Grijley, 2008, p. 22.
12 MARTÍNEZ HUAMÁN, R. E. Ob. cit. p. 383.
Debo descartar aquellas posiciones que sustentan a través del segundo párrafo del artículo
384º del CP (“defraudare patrimonialmente al Estado”), que el bien jurídico protegido en
el delito de colusión es el patrimonio. Sobre el particular, no resulta acertado partir de la
agravante para establecer el sentido del injusto penal del tipo base del artículo mencionado,
que para el delito de colusión se encuentra en el primer párrafo del artículo 384º del CP, pues
la lógica de las agravantes, y por ende de su mayor reprochabilidad, se debe a la afectación
de distintos ámbitos de protección de la norma, en el caso del delito de colusión agravada
sería: 1) la expectativa social que pesa sobre el actuar del funcionario en las contrataciones
públicas y 2) la expectativa de que no se afecte el patrimonio del Estado en el marco de las
contrataciones públicas. En tal sentido, así como el legislador ha establecido el perjuicio
patrimonial como forma agravada del delito de colusión, también pudo establecer como
agravante que la contratación pública se circunscriba a fines asistenciales, programas de
apoyo o inclusión social. En consecuencia, la agravante no puede determinar el sentido de
protección de la norma penal de colusión.
13 Crítico de que se proteja el patrimonio estatal bajo cualquier delito vinculado con la administración pública, vid.
a MEINI MÉNDEZ, Iván. “El marco normativo internacional anticorrupción”. En: La Lucha contra la Corrupción
en el Perú. El Modelo Peruano: La Experiencia de las Procuradurías Anticorrupción. Lima: MINJUS, 2012, p. 329.
En tanto que para la configuración de la colusión agravada “es necesario que mediante
concertación con los interesados, se defraude patrimonialmente al Estado, esto es,
causando perjuicio real o efectivo al patrimonio estatal”. Igualmente, señala que la
colusión agravada es un delito de resultado lesivo, donde el desvalor de la acción, esto es, la
concertación idónea, no es suficiente para configurar el delito, pues aquí se exige la efectiva
lesión o perjuicio al patrimonio del Estado -desvalor de resultado-.
Referente a lo señalado, se puede apreciar que para la configuración del delito de colusión
simple sólo se requiere la concertación, pero no cualquier concertación, sino una con potencial
para afectar el patrimonio. Sobre lo indicado, consideramos que un elemento trascendental
para la configuración de la colusión simple es la idoneidad del acuerdo para generar un
riesgo al proceso de la contratación pública14, lo que supone desviarse de la defensa de los
intereses públicos encomendados15 y de los deberes que informan la actuación pública en
el marco de las contrataciones. Tal idoneidad debe ser analizada desde una perspectiva ex-
ante; por lo que resultaría jurídico-penalmente relevante llegar a un acuerdo a fin de que el
funcionario ejecute una actividad que perjudique el correcto desarrollo de sus funciones en
el marco de las contrataciones públicas, como por ejemplo actuar de forma menos ventajosa
para los intereses del Estado en la contratación pública16.
14 Ya la Corte Suprema de Justicia del Perú, en lo penal, señaló en la Ejecutoria Suprema sobre el Recurso de
Nulidad Nº 1464-2004-Cusco, de 17 de febrero de 2005, que bastaba para la configuración del ilícito penal
la concertación, y siempre que ésta sea idónea para afectar el patrimonio público. Igualmente tenemos lo
establecido por la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia del Perú, en el caso “Mobetek”, Exp. N°
20-2003-AV, al señalar: “[…] es que deben darse conciertos colusorios que tengan idoneidad para perjudicar el
patrimonio del Estado y comprometer indebida y lesivamente recursos públicos”.
15 Vid. SALINAS SICCHA, Ramiro. “Delito de colusión según la Ley N° 29758”. En: Revista Gaceta penal y procesal
penal. T. 29. Lima: Gaceta jurídica, 2011, p. 131.
16 En un sentido similar ABANTO VÁSQUEZ, Manuel A. Los Delitos contra la Administración pública en el Código
Penal peruano. 2da. Ed. Lima: Palestra Ed, 2003, p.313. GARCÍA CAVERO, Percy. Ob. cit. p.40, al indicar: “[…] el
acuerdo al que se llega con el particular debe ser idóneo para perjudicar el patrimonio del Estado”.
Así, la actividad funcional tiene que ser la más adecuada para su representada (Estado) en
la contratación pública, no sólo en el sentido cuantitativo (económico), sino también en el
sentido cualitativo (el mejor servicio). De acuerdo con lo dicho, cuando hacemos referencia
al riesgo que la conducta tiene que englobar, aludimos a la capacidad para afectar la
expectativa normativa protegida, cual es la expectativa sobre el adecuado comportamiento
del funcionario en el ámbito de las contrataciones públicas, debido a que es el marco de
las contrataciones lo que genera la relevancia de la intervención del Derecho penal, y en
dicho marco se exige de los participantes (funcionario y particulares) que no defrauden la
expectativa que pesa sobre ellos nacida de los deberes inherentes que genera la actuación
en la contratación pública. Ingresar a dicho marco les produce una serie de deberes que
tendrán que cumplirlas, siendo la primordial la de no coludirse ilícitamente. Por ejemplo,
el funcionario y particular interesado que acuerdan direccionar el proceso de contratación
pública a fin de otorgar la buena pro a la empresa que representa el particular, a pesar de
no cumplir con las especificaciones técnicas, lo cual resulta idóneo para afectar el proceso
administrativo de contratación.
Al respecto, debemos indicar que somos de la posición que la idoneidad del acuerdo no debe
estar vinculada a la afectación del patrimonio del Estado, pues como hemos señalado lo
protegido por la norma penal es la expectativa que se tiene por parte de la sociedad en cuanto
a los deberes que posee el funcionario en la contratación pública, y no el patrimonio, por lo
que la idoneidad tendrá que relacionarse con la afectación al adecuado desarrollo del proceso
de contratación pública. De este modo, pesan sobre el funcionario público distintos deberes
en el desarrollo de la contratación pública (transparencia, imparcialidad, económica, elegir
la mejor propuesta técnica y económica, etc.), por lo que la concertación será idónea si afecta
cualquiera de las normas que regulan el correcto desarrollo del proceso de contratación
pública. Por ello, no consideramos acertado que la idoneidad de la concertación se centre
solo en el aspecto patrimonial de la contratación, sino que la concertación debe estar
vinculada a la afectación del apropiado desarrollo del proceso de contratación pública, lo
cual -como hemos indicado- parte de la comprensión del bien jurídico penalmente protegido
(expectativa normativa) señalada ut supra. Si no existe idoneidad en la concertación no será
jurídico-penalmente relevante, sin menoscabo de que pueda serlo administrativamente.
Estado17. Cabe señalar sobre este punto, que propiamente el perjuicio patrimonial no forma
parte el centro de comprensión del delito de colusión, sino que debido a su mayor lesividad,
por su carácter pluriofensivo (el acuerdo ilícito y el patrimonio), genera un mayor grado
de reprochabilidad sobre el autor, al no sólo afectar la expectativa de no concertarse en el
marco de una contratación pública, sino que además afecta al patrimonio estatal, generando
un mayor grado de dañosidad social, y por ende la aplicación de una pena mayor.
Además, debemos indicar que la defraudación patrimonial debe ser entendido no sólo
como la disminución del patrimonio estatal, sino también como la posibilidad de aumento
del patrimonio del Estado, pues en los casos que el Estado venda un bien o realice una
prestación (p.e. una subasta) se busca el beneficio acorde con los parámetros que el mercado
establezca18.
Otro punto desarrollado por la casación es el referente a la pericia contable como medio
probatorio para acreditar el perjuicio económico en el delito de colusión agravada, así
señala: “una prueba idónea que permite establecer el perjuicio patrimonial concreto en
una determinada entidad es la pericia contable, en tanto sea concreta y específica. La
importancia de la pericia contable para determinar la efectiva afectación del patrimonio
estatal ha sido resaltada en la jurisprudencia de la Corte Suprema; así, se estableció en la
Casación N° 1105-2011-SPP -fundamento jurídico N° 7- que señala: “la necesidad de una
prueba directa como el informe pericial contable para establecer el perjuicio patrimonial
en el delito de colusión”.
En tal sentido, la pericia contable servirá para supuestos en los cuales se puedan establecer
una sobrevaloración del bien materia de contrato. Sobre el mencionado punto, si bien
consideramos adecuado el uso de la pericia contable para determinar el quantum del
daño patrimonial, debemos señalar que el mismo no siempre es indispensable, pues existe
casos donde el daño puede ser apreciado a través de las máximas de la experiencia; así,
p.e., si el contrato consiste en la entrega de determinados bienes, los cuales nunca fueron
entregados al Estado, se colige que -efectivamente- hubo un perjuicio patrimonial para el
Estado, configurándose así la agravante del delito de colusión. De este modo, si bien en
determinados supuestos no se podrán establecer los montos específicos del perjuicio, ello no
restringe que no se configure el delito de colusión agravada al tener la certeza de un efectivo
17 Ello conforme a la Sentencia del Tribunal Supremo español N° 189/1995, citada por MARTÍNEZ MORA, Gema.
Fraudes Ilegales. En: Código Penal. Parte Especial. T. II. V. II. AMADEO GADEA, Sergio (Coord.). Madrid: Factum
Libri Ediciones S.L, 2011, p. 629.
18 Así lo ha entendido en el Perú SALINAS SICCHA, Ramiro. Ob. cit. p. 129, al señalar: “[…] pero también se concreta
cuando un perjuicio se da con relación a las expectativas de mejoras, de ventajas, entre otras”.
perjuicio patrimonial. Empero, no establecer el monto del perjuicio de forma específica tendrá
implicancias sobre la determinación de la reparación civil a favor del Estado.
Sobre el particular, si bien consideramos acertado que el tercero interesado pueda responder
penalmente como cómplice (primario) o instigador, debemos indicar que no se puede
limitar la participación en el delito de colusión solo al tercero interesado, sino que también
deberá considerarse como partícipe (complicidad o instigación) al sujeto que aporte con su
conducta en la comisión del hecho delictivo. Debo indicar que el delito de colusión ha sido
configurado como un delito especial propio, donde sólo aquellos sujetos que posean las
cualidades objetivas requeridas por el tipo penal pueden cometer el hecho delictuoso19. La
edificación de esta forma del tipo penal tiene como fundamento la cercanía que mantienen
los funcionarios con el objeto del delito, que para el presente estudio sería la proximidad
al Estado mediante la participación en los contratos públicos. Por tanto, en principio, sólo
el funcionario en razón de su cargo (intraneus) será autor del delito en estudio, lo cual ha
sido entendido por la jurisprudencia peruana: “Sujeto activo. Pueden ser autores de este
delito, los funcionarios o servidores públicos que en razón de su cargo intervengan en las
contrataciones o adquisiciones estatales20”.
No obstante, dada la connotación especial del delito de colusión como un delito convergente
también, de lege ferenda, debería ser autor el particular interesado21, quien deberá
19 Vid. a MUÑOZ CONDE, Francisco. Derecho Penal Parte Especial. 13ra ed. Valencia: Tirant lo Blanch. 2001,
p.503,quien señala: “Nos encontramos ante delitos especiales, lo que supone que sujeto activo de estos delitos
sólo puede ser la persona que además de realizar la acción típica tenga las cualidades exigidas en el tipo”.
DEMETRIO CRESPO, Eduardo. “Corrupción y delitos contra la Administración pública”. En: Fraude y corrupción
en la administración pública. FERRÉ OLIVÉ, Juan Carlos & AAVV. Salamanca: Ediciones Universidad Salamanca,
2002, p. 187.
20 Vid. Recurso de Nulidad Nº 2543-2013-Ancash, de fecha 12 de diciembre de 2014.
21 De esta posición, al señalar al funcionario y al particular interesado como codelincuentes. RODRÍGUEZ DE
MIGUEL RAMOS, Joaquín. “Fraudes y Exacciones ilegales”. En: Código Penal. Comentado y con jurisprudencia.
RODRÍGUEZ RAMOS, Luis (Dir.). Madrid: La Ley, 2009, p. 1264. Con más detalles sobre nuestra posición vid.
MARTÍNEZ HUAMÁN, Raúl E. “El delito de colusión: consideraciones sobre los sujetos intervinientes en el delito”.
En: Revista de Gaceta Penal & Procesal Penal. Nº 96. Lima: Gaceta Jurídica, 2017, p. 113.
De otro lado, respecto a terceros que carecen de los elementos especiales del tipo (extraneus)
a lo más serán partícipes (inductores, cómplice primario o secundario), por más que para el
tercero sea un funcionario o tenga el dominio del hecho en la comisión del delito de colusión,
puesto que no pesa sobre él el deber especial que emana de la posición social que ocupa el
funcionario a cargo del proceso de contratación pública22. En tal sentido, a diferencia de lo
establecido por la Casación, consideramos que sí existe la posibilidad de la participación en
el delito de colusión.
Por lo tanto, sólo pueden ser autores del delito en estudio los funcionarios que posean
tal status y que además tenga, por razón de su cargo, que participar en el proceso de
contratación pública23; contando con la potestad de disponer sobre el desarrollo del proceso
de contratación. Se tratan de sujetos con cierta capacidad para la toma de decisiones o influir
en el proceso de contratación pública (informes técnicos, por ejemplo) dentro del seno de la
administración pública; y que, por tanto, al realizar los comportamientos descritos incumplen
deberes que tienen asignados como consecuencia de su status en la administración pública.
Por ello, por más que un tercero posea el “domino del hecho” (p.e. un ministro o alcalde), pero
carezca de los elementos exigidos por el tipo penal, es decir no sea considerado propiamente
funcionario que participe por razón de su cargo en la contratación pública, tendrá que ser
sancionado a lo más como partícipe del delito, lo cual no impide que pueda ser sancionado
con la misma pena (quantum) que el autor, conforme a los art. 24º y art. 25º del CP, ello
22 Vid. SUÁREZ GONZÁLEZ, Carlos J. “La dogmática penal frente a la criminalidad en la administración pública y
otros problemas actuales del derecho penal”. SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María & SUÁREZ GONZÁLEZ, Carlos J. Lima:
Grijley, 2001, p.155, quien indica: “Los delitos consistentes en la Infracción de un deber. Particular referencia a
los delitos cometidos por funcionarios”.
23 Así, lo decisivo no es sólo la calidad de funcionario, sino el deber específico -por razón de su cargo- que se deriva
de la posición especial que ocupa en la administración pública. En este sentido, SUÁREZ GONZÁLEZ, Carlos J.
Ob. cit. p. 151, al señalar: “[…] lo determinante para la autoría no es “la condición formal de funcionario”, ya
que si así fuera, cualquier delito cometido por quien ostenta dicha condición habría que considerarlo delito de
funcionarios. Lo relevante es el deber específico de tener encomendado un cometido concreto”.
en base a la unidad del título de imputación24. Por ejemplo, el funcionario o particular que
instiga al funcionario encargado del contrato a concertarse con el empresario o el sujeto que
facilita las gestiones para llegar al acuerdo ilícito.
No obstante, del otro lado, tenemos que en el Código Penal peruano no se encuentra
tipificada de forma específica la autoría del particular interesado, lo cual consideramos una
omisión relevante, que sólo puede ser rescatada a través de la comprensión correcta del
sentido normativo del tipo penal; es decir, centrándonos en la concertación, como un acto
que sólo puede realizarse a través de la aportación de dos sujetos (funcionario – particular)
para la configuración del hecho delictivo, como unidad de sentido. Sólo de esta forma se
puede entender el desvalor del injusto penal, que la sociedad considera inadmisible en la
interrelación intersubjetiva, y específicamente en la administración pública vinculada a
contratos administrativos o civiles; por lo que considero que se debe modificar el artículo
384º CP, de tal forma que se pueda sancionar al tercero interesado como autor.
24 De la posibilidad de sancionar a terceros como participes en delitos de infracción de deber a través de la teoría
de la unidad del título de imputación, vid. GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino. El delito de enriquecimiento ilícito.
Lima: Instituto Pacífico, 2017, p. 150 y ss.
22
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPUBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 760-2016
LA LIBERTAD
SUMILLA:
La acusación fiscal puede ser objeto de control formal: a) Que esté debidamente motivada y,
b) Que sea completa en los elementos taxativamente exigidos en el artículo 349 CPP.
SENTENCIA DE CASACIÓN
VISTOS; en audiencia pública, el recurso de casación interpuesto por la defensa del encausado
Cesar Acuña Peralta contra la resolución de vista, de fojas cuatrocientos treinta y ocho,
del veinte de abril del dos mil dieciséis, emitida por la Segunda Sala Penal de Apelaciones
de la Corte Superior de Justicia de La Libertad, en el extremo que resolvió: i) Revocar la
resolución N° 17, de fecha diecisiete de setiembre del año dos mil quince, en el extremo
que declara Fundado el sobreseimiento planteado por la defensa del acusado Cesar
Acuña Peralta, en relación al delito de Falsedad Genérica, en agravio del Jurado Nacional
de Elecciones, y Reformándolo declararon Infundado el sobreseimiento y dispusieron la
continuación del proceso según en el estado que se encuentre; y, ii) Confirmaron la referida
resolución en el extremo que declara Infundada la excepción de improcedencia de acción,
en relación al delito de Inducción al Voto, seguido contra los acusados Cesar Acuña Peralta y
Tania Soledad Baca Romero, en agravio del Jurado Nacional de Elecciones.
Interviene como ponente el Señor Juez Supremo Aldo Figueroa Navarro.
FUNDAMENTOS DE HECHO
Primero: La Señora Fiscal Provincial Titular de la Tercera Fiscalía Provincial Penal Corporativa
de Trujillo, mediante requerimiento, de fojas doscientos once, formuló acusación contra Cesar
Acuña Peralta como coautor del delito contra el Derecho de Sufragio en la modalidad de
Inducción al Voto y como autor del delito contra la Fe Pública en la modalidad de Falsedad
Genérica, ambos en agravio del Estado -Jurado Nacional de Elecciones, solicitando se le
imponga, por la comisión de ambos delitos, cinco años de pena privativa de libertad y cinco
mil nuevos soles por concepto de reparación civil a favor de la parte agraviada. Así mismo,
se formuló acusación contra Tania Soledad Baca Romero como coautora del delito contra
el Derecho de Sufragio en la modalidad de Inducción al Voto, en agravio del Estado- Jurado
Nacional de Elecciones y como tal solicita se le imponga dos años de pena privativa de
libertad y tres mil nuevos soles por concepto de reparación civil a favor de la parte agraviada.
Tercero.- El Procurador Público encargado de los asuntos judiciales del Jurado Nacional
de Elecciones interpone recurso de apelación en el extremo del sobreseimiento del delito
de falsedad genérica -fojas trescientos siete-. Así mismo, el Procurador Público de la
Municipalidad Provincial de Trujillo, en calidad de Procurador delegado en la defensa
del Jurado Nacional de Elecciones, interpone recurso de apelación en el extremo del
Sobreseimiento del delito de Falsedad Genérica y en el extremo que se dispuso no emitir Auto
de Enjuiciamiento hasta que la resolución se encuentre firme o ejecutoriada -fojas trescientos
treinta y siete-. Por su parte, la Fiscal Provincial del Despacho de Investigación de la Tercera
Fiscalía Provincial Penal Corporativa de Trujillo interpone recurso de apelación, en el extremo
que declaró Fundado el Sobreseimiento del delito de Falsedad Genérica -fojas trescientos
cuarenta y ocho-. La defensa legal de Cesar Acuña Peralta interpone recurso de apelación
en el extremo de la resolución que declaró Infundada la Excepción de Improcedencia de
Acción -fojas trescientos cuarenta y ocho-. En tanto que la defensa legal de Tania Soledad
Baca Romero interpone recurso de apelación contra el extremo de la resolución que declara
Infundada la Excepción de Improcedencia de Acción e Improcedente el Ne Bis In Idem -fojas
trescientos cincuenta y cuatro-. Mediante auto, de fecha dos de octubre de dos mil quince, el
Noveno Juzgado de Investigación Preparatoria dispone conceder los respectivos recursos
de apelación, con efecto suspensivo sin calidad de diferida; reservar la emisión del Auto de
Enjuiciamiento hasta que sea devuelto por la instancia superior y elevar los autos a la Sala
de Apelación respectiva.
Quinto: La resolución de vista resolvió, por mayoría, revocar el auto de primera instancia
de fecha diecisiete de setiembre del dos mil quince en el extremo que declara fundado el
Sobreseimiento respecto del delito de Falsedad Genérica, reformándolo declararon Infundado
el Sobreseimiento y dispusieron la continuación del proceso según en el estado que se
encuentre; y, confirmaron la referida resolución en el extremo que declara improcedente
el Ne Bis In Idem, Infundada la Excepción de Improcedencia de Acción e Infundado el
Sobreseimiento en relación al delito de Inducción al Voto.
Sexto: Notificada la resolución emitida por el Superior Tribunal, la defensa legal de Cesar
Acuña Peralta interpone recurso de casación -fojas quinientos cuatro- proponiendo desarrollo
de doctrina jurisprudencial, a efectos que se declare Fundado su recurso y en tal virtud se
disponga confirmar el auto de primera instancia, de fecha diecisiete de setiembre del dos
mil quince, en el extremo que declara Fundado el Sobreseimiento respecto del delito contra
la Fe Pública - Falsedad Genérica; y, se revoque el auto antes indicado en el extremo que
declara Improcedente la excepción de improcedencia de acción en relación a la imputación
Sétimo: Elevado el expediente a esta Suprema Sala, mediante auto de calificación, de fecha
siete de octubre de dos mil dieciséis, se declara bien concedido el recurso de casación para
desarrollo de doctrina jurisprudencial, vinculada a la causal de errónea interpretación de la
Ley penal o de otras normas jurídicas necesarias para su aplicación, respecto de la aplicación
artículo 344, inciso 2, del Código Procesal Penal, sobre la naturaleza jurídica de los elementos
de convicción que justifiquen un auto de enjuiciamiento y del artículo 356 del Código Penal
sobre la temporalidad del delito de Inducción al Voto.
Octavo: Instruidas las partes procesales de la admisión del recurso de casación -notificación
a fojas 92 a 94 del cuadernillo formado en esta Suprema instancia-, señalada fecha para la
audiencia de casación el día ocho de marzo del dos mil diecisiete. Instalada la audiencia de
casación con la presencia de la representante del Ministerio Público, Fiscal Adjunta Suprema
Titular de la Segunda Fiscalía Suprema en lo Penal y la defensa legal del recurrente y
culminada la misma, se produjo la deliberación de la causa en sesión secreta. En virtud de
la cual, tras la votación respectiva, el estado de la causa es la de expedir sentencia, cuya
lectura en audiencia pública -con las partes que asistan- en concordancia con el artículo 431,
numeral 4, del Código Procesal Penal, tendrá lugar para el veintiuno de marzo del dos mil
diecisiete.
Noveno: La defensa del encausado Acuña Peralta fundamenta su recurso de casación a fojas
quinientos cuatro, argumentando lo siguiente: i) El Ad Quem, en contra del contenido esencial
del Derecho a la presunción de inocencia, -en su aspecto referido a la necesidad de prueba
suficiente para formular requerimiento acusatorio-, ha declarado, infringiendo el derecho a
la legalidad procesal (por indebida interpretación de los artículos 344.2 y 352.4 del Código
Procesal Penal), haber mérito para pasar a juicio oral por el delito de Falsedad Genérica,
solo sobre la base de simples conjeturas y, absolutamente, al margen de elementos de
convicción propiamente dichos, en los términos exigidos por la ley para efectos de establecer
si el Ministerio Público puede solicitar fundadamente el enjuiciamiento del imputado. ii)
El órgano Ad Quem en contra de la garantía del principio de legalidad -en su expresión
procesal referida al Derecho a no ser procesado por un hecho que no constituye delito- y en
La Fiscalía presenta como hechos anteriores: i) En el año 2010 ostentaba el cargo de Alcalde
de la Municipalidad Provincial de Trujillo; ii) En el mismo año se programaron las elecciones
Municipales y Regionales a nivel nacional; iii) El investigado postuló como candidato para la
reelección por el partido Alianza por el Progreso; y iv) El partido Alianza por el Progreso tiene
como siglas APP y sus colores de representación son azul con blanco”.
Igualmente, precisa como hechos concomitantes: “Los hechos atribuidos a los acusados
sobre ventaja electoral ilegal, se inicia con las afirmaciones realizadas por el investigado
Cesar Acuña Peralta, en una reunión realizada con fecha 18 de marzo de 2010, con un
grupo de personas pertenecientes al Partido Político Alianza Para el Progreso (APP) y
de la Municipalidad Provincial de Trujillo. Reunión en la que presentó y detalló su ilícita
estrategia política, para enfrentar el proceso electoral municipal del año 2010; acción ilícita
que consistía en comprar votos de los ciudadanos más pobres de la ciudad de Trujillo para
lograr su reelección como alcalde. Señala que, en su condición de Presidente y fundador del
Partido APP, tenía decidido participar en los comicios electorales municipales del año 2010
para la elección de Alcaldes Distritales de Trujillo, con tal propósito debería inscribirse la lista
conteniendo los candidatos, la misma que ya la tenía confeccionada, sin embargo, debió
simular la realización de elecciones internas en la agrupación política a la cual pertenece,
para de esa manera cumplir con la ley”.
En cuanto a los hechos posteriores refiere: “(...) Lo que se concretizó con la entrega de dichos
víveres por el periodo de seis meses, tal como se advierte de la información brindada por
las personas de Faustina Bautista Peralta, Cristina Margarita Arqueros Izquierdo, Martha
Miriam Horna Enriquez, Santa Elena Acosta Muñoz, Emerita Gamarra Aguilar, y Nancy
Marlene Díaz Ponce quienes refieren haber sido beneficiadas con la entrega de bienes
condicionándolos a la firma de documentos en apoyo de APP y que les decían que debían
votar por APP (...) Posteriormente, se desarrollaron las elecciones municipales y regionales
del año 2010 y se reeligió al acusado Cesar Acuña Peralta, logrando el objetivo inicial fijado
en la reunión realizada con fecha 18 de marzo de 2010”.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
Décimo tercero: Ahora bien, durante el desarrollo del proceso penal, desde que se realizan
diligencias preliminares, se formaliza la investigación preparatoria, se formula un pedido
de prisión preventiva y se formula una acusación fiscal, se producen diversos grados de
convicción, en el fiscal, de la existencia de un hecho punible y de la vinculación probable
del imputado, como autor o partícipe. El grado de convicción que es objeto de examen, en la
presente sentencia casatoria, es el que se debe verificar en la etapa intermedia, y que debe
evidenciarse con una de las dos únicas opciones posibles: el pedido de sobreseimiento o la
formulación de una acusación fiscal. En otros términos, durante el desarrollo del proceso, en
cada una de sus etapas, se requieren distintos y ascendentes estándares de convicción,
i) El inicio del proceso, para el inicio de diligencias preliminares, basta con el aviso inicial,
conocido también como noticia criminal, el cual va a generar el primer grado de convicción
requerido: La sospecha. ii) El avance a la formalización y continuación de la investigación
preparatoria requiere como elemento adicional el descubrimiento de indicios reveladores, los
cuales conllevan a un nivel de convicción superior: La posibilidad. iii) La acusación requiere
Por otro lado, se establece en el artículo 349.1, literal c), bajo la sumilla “contenido” [de la
acusación], lo siguiente: “1. La acusación fiscal será debidamente motivada y contendrá: [….]
c) Los elementos de convicción que fundamenten el requerimiento acusatorio [….]”.
Para una mayor delimitación de sus alcances pueden plantearse los siguientes criterios; a)
Los elementos de convicción son los que sirven de base para la formulación de una acusación
fiscal; b) No pueden tener la misma intensidad incriminatoria que la prueba, obtenible solo
en juicio, pues solo genera certeza en el fiscal que es quien sostiene sus acusación; c) Por juicio
a contrario del artículo 344.2; d) Los elementos de convicción deben ser suficientes, para
acusar, pues en situación inversa solo daría lugar al sobreseimiento; e) Quienes determinan,
por regla general, la suficiencia de los elementos de convicción, son los fiscales, pues son
ellos los titulares de la acción penal; f) Solo cuando la insuficiencia de elementos de
convicción sea evidente o cuando no exista la posibilidad razonable de incorporar al juicio,
elementos de prueba -que en realidad son de convicción- puede instar el sobreseimiento, la
defensa, o el juez decretarlo de oficio.
En este sentido, se establece que la acusación será debidamente motivada. De esta manera,
los fiscales al igual que los jueces deben fundamentar suficientemente, de manera lógica e
integral su pretensión persecutoria. Con el nuevo sistema procesal penal ya no es más posible
que los fiscales presenten acusaciones incompletas, enrevesadas, ilógicas o contradictorias,
deben satisfacer un mínimo estándar de suficiencia que permita a la defensa preparar su
teoría del caso, en juicio.
Pero, además, la acusación fiscal debe contar con un conjunto de requisitos fácticos y
jurídicos que son mencionados de manera taxativa e independiente, uno de los cuales son
los elementos de convicción.
Décimo sétimo: Ahora bien, fijadas estas dos exigencias, con relación a la acusación
(motivación e integralidad), ¿cuál es el control que puede ejercerse respecto de ella? La
respuesta está en función, otra vez, del estadio en que se formula y el rol de quien, como
titular exclusivo, la realiza.
Décimo octavo: En este contexto, inicialmente, las partes y en particular la defensa solo
tienen la posibilidad de hacer un control formal de la acusación; dar cuenta por ejemplo
de omisiones relevantes en la acusación; indefinición en el título de imputación; insuficiencia
o contradicción en la identificación de los acusados; insuficiente individualización de los
acusados con relación a los hechos objeto del proceso o confusión en los tipos penales
invocados. Se trata por tanto de errores o insuficiencias en la debida motivación de la
acusación.
Décimo noveno: Se evidencia la necesidad de interpretar el artículo 352, inciso 4, del Código
Procesal penal para definir el grado de convicción necesario para considerar la suficiencia de
elementos de convicción y el alcance del control jurisdiccional del requerimiento acusatorio
durante la etapa intermedia, todo ello desde la perspectiva de las funciones del Ministerio
Público y del Juez de Investigación Preparatoria.
Vigésimo primero.- Es decir, tanto la decisión del Ministerio Público como la solicitud que
puede realizar el acusado o su defensa de sobreseer la acción penal se encuentra regulada
por la misma norma adjetiva. Sin embargo el presupuesto de aplicación entre uno y otro
sujeto procesal descansa en un fundamento diferente pues por mandato constitucional el
Ministerio Público es el único encargado de desempeñar la acción penal, mientras que, en
contraparte, el procesado y su defensa pueden únicamente cuestionarla ante el Juez
de Investigación Preparatoria, en ese sentido, considerando quien únicamente tiene, en esta
etapa del proceso, fundamentalmente, como función el control judicial y de garantías.1
en el delito en cuestión, de cara a la puesta en peligro del bien jurídico tutelado; esto es,
salvaguarda del principio de afectación al bien jurídico protegido, contenido en el artículo IV
del Título Preliminar del Código Penal.
Vigésimo cuarto: El tipo penal mencionado presenta las siguientes características típicas:
a. El sujeto activo es designado mediante la locución pronominal “El que” por lo que
puede ser cualquiera. Se trata de un delito común y de organización. No se requiere por
tanto ninguna cualidad particular.
b. El sujeto pasivo es la sociedad que, en el ámbito electoral, está representada por toda
la comunidad política de ciudadanos. Estos tienen la expectativa que la elección de
sus autoridades, nacionales, regionales, municipales o sus representantes dentro de
las organizaciones políticas, sean la directa, transparente, igual y libre expresión de la
voluntad popular;
c. La acción típica está constituida por los verbos conjugados “trata de inducir”. Inducir, en
el sentido común del lenguaje es instigar o incitar. El tratar de inducir es procurar incitar
al elector hacia un resultado. Al respecto caben dos aclaraciones. El sentido común del
término instigación no puede confundirse con su sentido jurídico. La instigación que
2 Sentencia del Pleno del Tribunal Constitucional del 02 de febrero del 2006. EXP. N.° 0030-2005-PI/TC.
Fundamentos Jurídicos 22-23.
d. La finalidad del inductor es la de buscar que el elector, como destinatario del acto
inductor, no vote o vote en el sentido que desea el sujeto activo. Pero estos fines
alternativos son en realidad elementos subjetivos distintos al dolo; se trata de un delito
de tendencia interna trascendente. Es irrelevante para fines típicos que el elector haya
efectivamente sido inducido a no votar o a hacerlo en determinado sentido. El delito
en cuestión es de pura actividad. Se agota con la entrega de los medios calificados,
señalados expresamente en el tipo penal.
e. Los medios que puede utilizar el sujeto activo pueden ser: i) La entrega de dádivas; esto
es, donativos o bienes que se dan gratuitamente; ii) El otorgamiento de ventajas;
vale decir, cualquier utilidad o beneficio que se reciba de carácter inmaterial (empleos,
tratos preferentes, becas) y, c) La promesa o el ofrecimiento de recibir beneficios, bienes
o cualquier utilidad.
f. El sujeto sobre el que recae físicamente la acción debe necesariamente ser un elector.
3 Ejecutoria Suprema Casación N° 348 - 2015 - Huanúco - Sala Penal Transitoria. Fundamento Jurídico Cuarto,
apartado b).
Estos tres elementos están imbricados dado que debe considerarse que el bien jurídico
protegido debe ser afectado de algún modo, a través de conductas cuya entidad y fin han de
traducirse en un aumento del riesgo a dicho bien jurídico relevante, y ello con injerencia sobre
las personas a quienes se quiere influenciar con la conducta inductora.
Vigésimo sexto: El bien jurídico protegido se expresa en dos niveles. Como criterio axiológico
general se tiene que el delito de inducción al (no) voto atenta contra la voluntad popular;
como expresión de la soberanía del pueblo en la elección de sus representantes en los
diversos estamentos de una sociedad democrática representativa. La voluntad popular se
forma con la conjunción de la libre elección de los ciudadanos. Pero al mismo tiempo, un
segundo nivel de protección, se relaciona con el derecho que tiene todo ciudadano a sufragar
-objeto jurídico específico de protección- sin presión, coacción o inducción alguna.
Vigésimo sétimo: Precisados los alcances del bien jurídico, la cuestión que surge a
continuación es ¿cuál es el ámbito de afectación que debe exigirse para que se entienda
que estamos ante un riesgo intolerable y, por ende prohibido, al bien jurídico? Para su
delimitación se han aportado dos criterios extremos con relación al comienzo de afectación
del bien jurídico. Una primera posición que sostiene que en realidad el delito en cuestión solo
puede cometerse, el día convocado para la elección misma; esto es, solo podría afectarse al
bien jurídico tutelado, durante el proceso de votación, y durante las horas en que es posible
sufragar. Una segunda posición, que considera que la condición de ciudadano y, por ende, de
elector es permanente, por lo que se puede inducir al voto en cualquier momento.
Vigésimo octavo: Ambas posturas son extremas y, por tanto, no delimitan racionalmente el
ámbito de intervención del derecho penal. La primera postura interpretativa reduce a la nada
o torna en inoperativo el tipo penal. Supone que el delito se pueda cometer solo mediante la
repartición de medios inductores, ad portas del local de votación, el día en que está prohibido
todo tipo de propaganda electoral, y cuando estadísticamente se sabe que el elector ya ha
decidido su voto. En realidad, los actos evidentes y destinados a viciar la voluntad del elector
tienen expresiones típicas más graves, como las previstas en el delito de impedimento, por
violencia o amenaza, del derecho al sufragio (art. 355) o los atentados al derecho al sufragio
(art. 359). Por el contrario, el delito cuyos alcances estamos analizando es de características
más sutiles y más extendido en su ámbito temporal de realización.
Vigésimo noveno: Pero tampoco puede ser un delito que sea realizable en cualquier momento
de la vida social. Primero, porque tal postura convertiría al derecho penal es un instrumento
omnicomprensivo en la defensa de los bienes jurídicos. Sería incluso una expresión
expansiva del derecho penal de riesgo, que deja de lado el principio de fragmentariedad
y subsidiaridad. No se ocuparía en efecto de las conductas más graves, y la gravedad
tiene que ver ciertamente con la proximidad del acto electoral. Sería el primer instrumento
de control social, dejando sin objeto al derecho electoral sancionatorio o al control social
informal. Por lo demás, tal visión maximalista en el fondo subestima la capacidad misma de
los ciudadanos, y de su madurez cívica, porque deja trasuntar la idea que los ciudadanos son
personas manipulables. Por lo que debe ser desestimada.
Trigésimo primero: Es dentro de este contexto que adquiere sentido el concepto de elector.
Esta categoría no pertenece al ámbito penal sino que es de origen y concepción del Derecho
Electoral. La Ley Orgánica de Elecciones al referirse al elector lo hace únicamente en términos
de la persona que asiste a votar, sin embargo ello no implica que dicha concepción sea
transferible sin más al Derecho Penal. Esta noción restrictiva de elector es concebible en
la medida que durante el proceso electoral los principales intervinientes son las pertinentes
entidades del Estado - Organismo Nacional de Procesos Electorales, Jurado Nacional de
Elecciones y Registro Nacional de Identificación y Estado Civil - y los candidatos, por lo que
la Ley Orgánica de Elecciones regula su participación durante el proceso electoral; empero,
el elector únicamente participa durante el escrutinio por lo que la Ley Orgánica de Elecciones
lo concibe en dicho ámbito.
Trigésimo segundo: El concepto de elector, desde una perspectiva social, está vinculado al
concepto de ciudadano. La adquisición de la mayoría de edad conlleva consigo Deberes y
Derechos, entre ellos está la adquisición de la ciudadanía, esta última no solo puede ser
adquirida con el nacimiento en un ámbito territorial sino también puede ser solicitada y
otorgada por el Estado. Por ello, desde una perspectiva constitucional toda persona no es un
ciudadano, pero el adquirir la categoría de ciudadano conlleva consigo el Derecho al voto. Así
también, el hecho de ser ciudadano no habilita a desempeñar este derecho indistintamente,
sino que este solo puede ser desempeñado en un ámbito territorial especifico. En ese sentido el
concepto de elector se encuentra vinculado al concepto de ciudadano antes que al concepto
de sufragio. Empero el concepto de elector contenido en el tipo penal nos permite ubicar su
interpretación en el marco del proceso electoral, lo cual es una primera delimitación del
momento en que es factible vulnerar o poner en peligro el bien jurídico del tipo penal.
Trigésimo cuarto: Si bien ambas normas guardan similitud, el ámbito de protección es distinto.
La sanción administrativa se encuentra en la Ley de organizaciones políticas, específicamente
como parte del Título VI, respecto del Financiamiento de Partidos Políticos. En ese sentido,
dicha norma administrativa se encuentra orientada a regular la interacción de los partidos
políticos en el marco de un proceso electoral con el objetivo de que, indistintamente de la
capacidad económica que independientemente ostente cada partido, esta no se tradujera en
una competencia no igualitaria en razón de la capacidad de gasto que tiene, o cual a su vez
distorsionaría los objetivos democráticos del proceso electoral. Puntualmente, dicha norma
administrativa tiene la finalidad de salvaguardar que la propaganda electoral sea realizada
conforme a los principios de igualdad, equidad y competitividad. Situación distinta es el caso
del tipo penal de inducción al voto. Si bien se tutela el Derecho al sufragio, esta protección
significa que se desea salvaguardar la capacidad del elector de determinar libremente su
voto. Mientras que la sanción administrativa está orientada a proteger el proceso electoral
-específicamente la igualdad de condiciones en la justa electoral- el tipo penal está orientado
a proteger el derecho del elector. Ergo, si bien ambas vertientes forman, en sentido amplio,
parte del derecho al sufragio, son, en sentido estricto, bienes jurídicos particularmente
diferentes.
En los delitos de peligro abstracto, la sola peligrosidad típica de una acción es motivo para
su penalización, sin que en el caso concreto se haga depender la punibilidad de la producción
real de un peligro, mientras que en los delitos de peligro concreto la realización del tipo
presupone que el objeto de la acción se haya encontrado realmente en peligro en el caso
individual, o sea que, si no se produce la afectación, la conducta sea relevante desde el punto
de vista penal.
En el tipo penal, motivo de análisis, considerando que el bien jurídico tutelado es de carácter
general, cualquier nivel de interacción podría, de modo abstracto, afectarlo, lo cual en
virtud del principio de lesividad no es admisible. En ese sentido, se requiere que la conducta
desempeñada por el autor no solo ponga en peligro el bien jurídico sino que, en el caso
individual, la propuesta de ventaja, dadiva o promesa tenga la entidad suficiente de modo
que sea idónea para inducir la determinación del voto en un sentido estipulado.
Trigésimo sétimo: Respecto del sobreseimiento del delito de falsedad genérica, en su recurso
de casación el recurrente cuestiona la existencia de suficiencia probatoria, y asevera que: i)
Únicamente existen meras suposiciones; y ii) Contra cualquier medio probatorio propuesto
persistirá como contraindicio la conformidad administrativa formulada por los órganos
estatales destinado al control del proceso democrático partidario.
4 Roxin, Claus. Derecho Penal- Parte General, Tomo I; Civitas; Madrid, 1997; p. 336
Trigésimo noveno: Este criterio también forma parte del análisis de la Sala Superior, la que
en el fundamento jurídico veinticuatro de la resolución recurrida precisa que asumir los
argumentos de la defensa legal del recurrente, implicaría evitar que los elementos objetivos
propuestos en el requerimiento acusatorio sean sometidos al contradictorio, por lo que se
realizaría un análisis sesgado, que no es propio de la etapa intermedia, concluyendo que no
se encuentran ante la certeza absoluta de que no obren indicios racionales de delictuosidad
del hecho imputado.
Más aun cuando de la revisión de los cuestionamientos realizados por la defensa legal
del recurrente no se advierte que discuta la postulación o admisión de medios de prueba,
tampoco discute su pertinencia, conducencia o utilidad. Así como no extiende argumento
alguno en torno a una situación de evidente insuficiencia de elementos de convicción y
tampoco se advierte ello de la revisión del requerimiento acusatorio.
5 Ejecutoria Suprema Casación N° 348-2015-Huanko- Sala Penal Transitoria. fundamento Jurídico Cuarto,
apartado b).
“En el caso de autos, lo que el acusado Guile Alipazaga, expresó en unas declaraciones
públicas en los marcos de una reunión proselitista y en el curso de un proceso
electoral en giro, vulnerando, eso sí, la neutralidad electoral a que están obligados los
funcionarios públicos por elección o por nombramiento importo un apoyo explícito a
un candidato a congresista resaltando que si se vota por él las obras seguirían. No se
trata de una promesa concreta a un elector o grupo de electores determinados sino de
un ofrecimiento vago o genérico de las supuestas bondades y mejoras que importó
el voto favorable a un candidato, expuesto en una conferencia de prensa realizada en
ese acto político y en presencia del candidato en cuestión. No se indica que obras se
realizarían y a que sectores se beneficiarían. La conducta del imputado es desde luego
censurable desde el Derecho electoral pero no es típica, El Derecho penal no puede
intervenir en este caso.”
Como se aprecia, difiere sustancialmente con la imputación que el Ministerio Público hace
en el presente proceso.
Cuadragésimo cuarto: El apartado dos del artículo 504 del Código Procesal Penal
establece que las costas serán pagadas por quien interpuso un recurso sin éxito, las cuales
se imponen de oficio, conforme lo preceptuado por el apartado 2 del artículo 497 del
Código acotado, y no existen motivos para su exoneración.
DECISIÓN
II. IMPUSIERON el pago de las costas por la tramitación del recurso de casación interpuesto
por el acusado Cesar Acuña Peralta, las que serán exigidas por el Juez de la Investigación
Preparatoria, de conformidad con el artículo 506 del Código Procesal Penal.
S.S.
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
SEQUElROS VARGAS
FIGUEROA NAVARRO
CHÁVEZ MELLA
I. SUMILLA:
Para sobreseer un caso tiene que existir evidente certeza de la concurrencia de un supuesto
de sobreseimiento y, en su caso, la imposibilidad altamente probable que no se podrá
incorporar nuevos elementos de prueba, es decir, deben tratarse de casos límites, notorios o
aprehensibles por cualquiera.
La casación bajo análisis nace de un proceso seguido contra Cesar Acuña Peralta, Alcalde
de la Municipalidad Provincial de Trujillo, quien en el año 2010 había decidido postular a
la reelección de dicha comuna. Es así que el 18 de marzo de 2010 se reúne con personas de
su partido político así como de la Municipalidad Provincial de Trujillo en donde presentó y
detalló su estrategia política para enfrentar el proceso electoral la misma que consistía en la
compra de votos de los ciudadanos más pobres de la ciudad de Trujillo, concretizando dicha
estrategia con la entrega de dichos víveres por el periodo de seis meses, tal como se advierte
de la información brindada por seis testigos quienes refirieron haber sido beneficiados con la
entrega de bienes condicionándolos a la firma de documentos en apoyo de APP ya que les
decían que debían votar por APP. Asimismo, como presidente y fundador del partido político
APP, tenía decidido participar en los comicios electorales municipales del año 2010 para
la elección de Alcaldes Distritales de Trujillo, con tal propósito debería inscribirse la lista
1 Magister en Derecho Penal por la Universidad Privada Antenor Orrego y docente universitario en la misma
universidad. Actualmente Fiscal Adjunto Provincial del Distrito Fiscal de Santa asignado a la Fiscalía
Especializada de Lavado de Activos y Pérdida de Dominio.
conteniendo los candidatos, la misma que ya la tenía confeccionada, sin embargo, debió
simular la realización de elecciones internas en la agrupación política a la cual pertenece,
para de esa forma cumplir con la ley.
El señor Cesar Acuña Peralta fue acusado por el Ministerio Público como coautor del delito
de inducción al voto y como autor del delito de falsedad genérica. Ante ello la defensa
técnica plantea: a) excepción de improcedencia de acción por el delito de inducción al voto;
b) sobreseimiento de la causa por el delito de inducción al voto; y, c) sobreseimiento de la
causa por el delito de falsedad genérica.
Resolución judicial
El caso llega a la Corte Suprema y ésta declaró bien concedido el recurso de casación para
el desarrollo de doctrina jurisprudencial vinculada a la causal de errónea interpretación
de la Ley penal o de otras normas jurídicas necesarias para su aplicación, respecto de: a)
Aplicación del artículo 344°, inciso 2°, del Código Procesal Penal2, sobre la naturaleza jurídica
de la suficiencia de los elementos de convicción que justifiquen un auto de enjuiciamiento; y,
b) Aplicación del artículo 356° del Código Penal sobre la temporalidad del delito de inducción
al voto.
El comentario estará referido únicamente al desarrollo del primer motivo de casación, esto
es, conocer qué se entiende por elementos de convicción en etapa intermedia y la posibilidad
de poder sobreseer una causa invocando alguna de las causales regulada en el artículo 344°
inciso 2°. Es decir, a fin de ser más específicos, conoceremos la cualidad especial que deben
2 En adelante CPP
presentar las causales de sobreseimiento así como también la fuerza acreditativa que deben
tener los elementos de convicción plasmados en un requerimiento acusatorio -como soporte
para pasar a la siguiente etapa procesal- y en su defecto hasta qué punto dichos elementos
de convicción pueden convertirse en sustento para el sobreseimiento de la causa cuando ha
sido planteado por la defensa. Es por ello que la Corte Suprema en este pronunciamiento
también analiza la existencia o no de una errónea interpretación de los artículos 349° inciso
1° literal “c” y artículo 352° inciso 4° del CPP.
Al respecto el artículo 349° inciso 1° literal “c” prescribe: “La acusación fiscal será debidamente
motivada, y contendrá: c) Los elementos de convicción que fundamenten el requerimiento
acusatorio”.
Por su parte el artículo 352° inciso 4° prescribe: “El sobreseimiento podrá dictarse de oficio
o a pedido del acusado o su defensa cuando concurran los requisitos establecidos en el
numeral 2) del artículo 344°, siempre que resulten evidentes y no exista razonablemente
la posibilidad de incorporar en el juicio oral nuevos elementos de prueba. El auto de
sobreseimiento observará lo dispuesto en el artículo 347°. La resolución desestimatoria no
es impugnable”.
La defensa manifestó que el Ad Quem, en contra del contenido esencial del derecho a la
presunción de inocencia (en su aspecto referido a la necesidad de prueba suficiente para
formular requerimiento acusatorio) ha declarado haber mérito para pasar a juicio oral por
el delito de falsedad genérica, solo sobre la base de simples conjeturas y, absolutamente, al
margen de elementos de convicción propiamente dichos, en los términos exigidos por la Ley
(…).
Como podemos apreciar lo que la defensa cuestiona es el hecho de que el Ministerio Público
ha acusado a su patrocinado por el delito de falsedad genérica en base a elementos de
convicción que no son suficientes al no presentar las cualidades que el CPP ha exigido para
pasar a la siguiente etapa procesal. Ahí radica la importancia de conocer cuál es la verdadera
exigencia que deben cumplir los elementos de convicción planteados en un requerimiento
acusatorio y asimismo que cualidad deben cumplir las causales para sobreseer una causa
cuando ha sido planteada por la parte acusada.
Producción u
obtención Proposición Recepción Admisión Actuación Valoración
S
Inves gación Intermedia Juicio Oral
ELEMENTOS DE MEDIOS DE PRUEBA
PRUEBA PRUEBA SUFICIENTE
Sospecha Posibilidad Probabilidad Certeza
El gráfico antes mostrado refleja toda la actividad probatoria dentro de un proceso penal.
Cuando hacemos mención a la actividad probatoria, nos referimos a las diferentes fases
que debe comprender la prueba, desde su producción u obtención hasta su actuación y
valoración en juicio, ello con la única finalidad de demostrar la averiguación de la verdad de
un hecho3 y consecuentemente generar en el Juez un elevado grado de convicción respecto a
las afirmaciones realizadas por las partes.
Esta convicción es la que estará presente en todo el proceso penal –por ello que existen
grados o niveles de convicción- e ira de la mano con la obtención de elementos de prueba
que tienen como finalidad construir una verdad formal respecto al acontecimiento sujeto a
investigación, claro está, con una adecuada obtención, incorporación, actuación y valoración
de los mismos, pues de nada vale obtener adecuadamente un elemento probatorio si éste no
ha sido introducido al proceso penal de manera válida.
MIXÁN MÁSS, citado por Rosas Yataco, realiza una clasificación respecto a los actos
del proceso: a) mandatos de oficio: destinados a concretar una actividad probatoria
inteligentemente programada y de acuerdo con las exigencias del caso; b) actos de
postulación: o petitorios de los sujetos procesales para que se admitan los medios probatorios
que presentan o proponen; c) resolución de admisión o de denegación a las peticiones de
los sujetos procesales, u ordenando de oficio la actuación probatoria; d) resoluciones de
3 En el mismo sentido ALBERTO BOVINO, al indicar que la literatura perteneciente a la tradición continental afirma
que la averiguación de la verdad es el objetivo del procedimiento penal. Si bien la meta última del procedimiento
penal reside en la realización del derecho penal, se afirma que esa meta sólo puede ser alcanzada si, a través del
procedimiento, se determina la verdad del acontecimiento histórico que funda la imputación de responsabilidad
y, a la vez, torna necesaria la respuesta punitiva. En: ALBERTO BOVINO. Problemas del Derecho procesal penal
contemporáneo. Editores del Puerto. 1998. Buenos Aires. Pág. 212; CLARIA OLMEDO indica que el proceso tiene
por fin inmediato el descubrimiento de la verdad. Le interesan todas las consecuencias del hecho incriminado,
aunque éstas puedan también repercutir en sede civil o disciplinaria. Esa finalidad absorbe la actividad de todos
los intervinientes en una enorme proporción. En: JORGE A. CLARIA OLMEDO. Actualizado por JORGE VÁSQUEZ
ROSSI. Derecho Procesal Penal. Tomo I. Rubinzal – Culzoni Editores. Buenos Aires. p. 225
La Suprema realza la exigencia de una prueba suficiente como parte del derecho a la
presunción de inocencia regulada en el artículo 2° inciso 24° de la Constitución Política del
Perú, concordado con el artículo II del Título Preliminar del Código Procesal Penal, precisando
a su vez que la prueba suficiente es el punto culminante de la actividad probatoria y solo
puede generarse en el juicio, y expresa una convicción en los jueces de la responsabilidad del
acusado (Fundamento décimo segundo).
Otro punto importante que desarrolla esta casación, son los diferentes “grados de conviccion”
que tiene un Fiscal en un proceso penal sobre la existencia de un hecho punible y de la
vinculación probable del imputado, como autor o partícipe. Estos grados de convicción se
presentan desde las diligencias preliminares, pasando por la formalización de la investigación,
prisión preventiva y acusación. El grado de convicción que se genera en la etapa intermedia
es el que va a determinar si el Fiscal decide por acusar o por sobreseer la causa (Fundamento
décimo segundo). Incluso en caso el Fiscal decida acusar, el defensor tendrá la opción de
plantear el sobreseimiento por considerar que los elementos de convicción no son suficientes
para enjuiciar a una persona determinada, como así ha ocurrido en el caso concreto donde
la defensa de Cesar Acuña Peralta cuestionó la suficiencia de los elementos de convicción
planteados en el requerimiento acusatorio respecto al delito de falsedad genérica.
La Suprema ha precisado que durante el desarrollo de un proceso, en cada una de sus etapas,
se requieren distintos y ascendentes estándares de convicción6:
4 ROSAS YATACO, Jorge “Manual de Derecho Procesal Penal” Editorial. Lima Grijley, 2003, p. 596
5 SAN MARTÍN CASTRO, César “Derecho Procesal Penal” Volumen II. Lima. Editorial Grijley, 1999, p. 583.
6 Estos niveles de convicción también son aplicados para el Juez penal ya que para llegar a emitir una opinión
contundente respecto a la responsabilidad o no de una persona imputada en la comisión de un hecho delictivo,
debe formarse una convicción clara respecto a los hechos acontecidos. Por medio de la prueba se buscará
impactarlo en su conciencia y este proceso tiene diferentes fases. Cafferata Nores desarrolla como fases a la
verdad, certeza, duda y probabilidad; en: CAFFERATA NORES, José I. “La prueba en el proceso penal,” 3º Edición.
Buenos Aires, Ediciones Depalma, 1998, p. 4.
a) SOSPECHA: es parte del inicio del proceso o de las diligencias preliminares. Para llegar
a este primer grado de convicción basta con el aviso inicial, conocido también como
noticia criminal.
b) POSIBILIDAD: el avance a la formalización y continuación de la investigación
preparatoria requiere como elemento adicional el descubrimiento de indicios reveladores,
los cuales conllevan a un nivel de convicción superior.
c) CERTEZA FISCAL: la acusación requiere un nivel de convicción completo, para el Fiscal,
respecto de la responsabilidad penal del autor o partícipe y de sus circunstancias
personales.
Particularmente considero que el Juez (incluso el Fiscal) desde que toma conocimiento de un
hecho punible siempre inicia con una duda respecto a la comisión del mismo. Luego se arriba
a una sospecha, a la que se ha llegado luego de la realización de diferentes actos urgentes
o necesarios. Adicionalmente, conforme avanza la investigación, sobre todo cuando se ha
ingresado a una investigación formalizada, se van obteniendo elementos graves, fundados
y contundentes que dan lugar a concluir por una alta posibilidad de la existencia de un
hecho punible y de la vinculación del imputado. Asimismo, en caso se emita el requerimiento
acusatorio y consecuentemente el respectivo auto de enjuiciamiento nos encontramos ante
una alta probabilidad del hecho. Finalmente luego que el caso ha pasado a juzgamiento
se tendrá que determinar la responsabilidad del acusado, lo que va a conllevar a obtener
una certeza definitiva sea positiva o negativa, a la que se alcanzará luego del debate y
valoración probatoria7.
7 Siguiendo a MIRANDA ESTRAMPES, existen condiciones que debe reunir toda prueba para que la misma pueda
ser valorada por el Tribunal y poder estimar destruida la presunción - iuris tantum - de inocencia. Así, en
primer lugar debe tratarse de verdaderos actos de prueba practicados en el acto de juicio oral, no pudiendo
el Juez utilizar su conocimiento privado o extraprocesal para formar su convicción acerca de los hechos. Deben
excluirse o descartarse todos aquellos elementos que no tenga la condición de verdadera prueba. El material
objeto de valoración judicial debe tener, por tanto, la condición de prueba. A todo esto es lo que se denomina
“concurrencia de prueba”. En segundo lugar, la prueba debe ser de cargo, es decir, debe tener un contenido
objetivamente incriminatorio para el acusado, no siendo suficiente la simple presencia formal de pruebas sino
que es imprescindible que las mismas tengan un contenido incriminatorio y que sea congruente con los hechos
introducidos en el proceso. En tercer lugar, debe hablarse de la legitimidad y licitud de la prueba, pues la
presunción de inocencia exige que las pruebas se practiquen con todas las garantías y se obtengan de forma
lícita, caso contrario las pruebas quedarán excluidas. La regla de la exclusión se aplicará no solo cuando la
infracción de derechos fundamentales se produzca durante la actividad de búsqueda y recolección de fuentes
de prueba sino también durante la incorporación al proceso de las fuentes de prueba y durante la practica en él
de los medios de prueba debidamente propuestos y admitidos. Finalmente, otra condición para una adecuada
valoración de la prueba es que la misma sea suficiente, es decir debe existir suficiencia probatoria para
fundamentar una declaración de culpabilidad del acusado. Así, conforme lo establecido por el código procesal
penal, la presunción de inocencia requiere, para ser desvirtuada, de una suficiente actividad probatoria de cargo
obtenida y actuada con las debidas garantías procesales. En: MIRANDA ESTRAMPES, Manuel. “La valoración de
la prueba a la luz del nuevo Código Procesal Penal Peruano de 2004” [en línea] [Consultado el 25 de mayo de
2014]. disponible en: www.incipp.org.pe
Los elementos de convicción, hoy en día, vienen a constituir un nuevo concepto que forma
parte de toda la actividad probatoria8, concepto que según nuestro CPP se evidencia con
mayor nitidez cuando se pretende imponer medidas limitativas de derechos, formalizar una
investigación preparatoria así como cuando se emite un requerimiento acusatorio, conforme
lo establece el artículo VI del título preliminar, artículo 336° inciso 1°, así como el artículo
349° inciso 1° literal “c” del CPP.
En tal sentido los elementos de convicción deben ser definidos como aquella data, información
o indicios recabados durante la investigación preliminar o preparatoria que tienen como
destino final lograr convicción en el juzgador para la imposición de una medida limitativa de
derechos, para una adecuada formalización de investigación preparatoria o en su caso para
el respectivo requerimiento acusatorio.
SAN MARTÍN CASTRO señala que los elementos de convicción integran una de las
nociones esenciales del derecho probatorio peruano, en sentido amplio, pero solo en sede
de investigación preparatoria e intermedia. La aludida expresión es utilizada por el CPP en
diferentes artículos. Distintas son las expresiones cuando las referencias legales se ubican en
la etapa de enjuiciamiento, empleándose como sinónimos a los medios de prueba, medios
probatorios o prueba. Lo que se busca de los elementos de convicción es que el Juez se
convenza de determinada información y que sobre esa base y en función a las exigencias
legales dicte una decisión determinada9.
Es así que en mérito a la casación bajo análisis la Suprema ha realizado una interpretación
sistemática de los elementos de convicción así como ha explicado la lógica de los mismos,
sobre todo cuando ha servido de sustento para plantear una acusación. En su fundamento
décimo quinto ha establecido que los elementos de convicción -por la etapa en que son
utilizados, luego de realizados los actos de investigación, durante la investigación
preparatoria- son los fundamentos o las razones suficientes que tiene el Fiscal para tener la
certeza o convencimiento que se puede imputar un hecho punible al imputado, como autor o
partícipe y, por ende, formularle una acusación e ir al juicio.
Asimismo se han fijado determinados criterios o pautas que son de suma importancia para
que el operador jurídico los tenga en cuenta y así se pueda diferenciar claramente con otros
8 Como parte de los conceptos básicos de la actividad probatoria tenemos a la fuente de prueba, objeto de prueba,
elemento de prueba, órgano de prueba, medio de prueba y prueba propiamente dicha.
9 Exposición dictada con fecha 10 de agosto de 2017 en la Sala Penal Nacional del Poder Judicial - La Catedra de
los Jueves. Información recuperada de https://www.youtube.com/watch?v=TY8hTOKCFfE&t=2630s
- Los elementos de convicción son los que sirven de base para formular una
acusación fiscal.
- Los elementos de convicción deben ser suficientes, para acusar, pues en situación
inversa solo daría lugar al sobreseimiento.
Estos criterios, si bien es cierto han sido expuestos a propósito de los elementos de convicción
que se presentan en un requerimiento acusatorio, lo cierto también es que pueden aplicarse
en la etapa de investigación preparatoria, toda vez que muchas veces -por ejemplo- sirven
para requerir una medida limitativa de derechos.
Que los elementos de convicción sean suficientes significa que los mismos deben ser
necesarios y tener una proyección de fuerza probatoria en juicio para de esa forma poder
vulnerar la presunción de inocencia del acusado, es decir, los elementos tienen que ser claros,
objetivos, contundentes y pertinentes.
Así, el entendimiento adecuado de los elementos de convicción servirá como un límite para
la fiscalía ya que tendrán que analizar adecuadamente si los elementos con los que cuenta
son suficientes para emitir un requerimiento acusatorio, pues de lo contrario tendrían que
decidir por el sobreseimiento. De no ser así estarán expuestos a un válido control por parte
de la defensa ya que con el nuevo sistema penal ya no es posible que los Fiscales presenten
acusaciones incompletas, enrevesadas, ilógicas o contradictorias, sino que deben satisfacer
un mínimo estándar de suficiencia que permita a la defensa preparar su teoría del caso, en
juicio (Fundamento décimo sexto).
Ahora bien, independientemente del control que se hagan a los elementos de convicción,
lo cierto es que la defensa también puede realizar un control sustancial argumentando
la configuración de alguna de las causales establecidas en el artículo 344° inciso 2°. Sin
embargo no cualquier oposición sustancial es suficiente para que el caso este destinado
al sobreseimiento sino que -como bien se ha explicado en la casación bajo análisis- dicho
control debe circunscribirse exclusivamente a los casos en el que el juicio de suficiencia (que
les está permitido hacer a las partes) tenga por resultado lo siguiente: “evidente certeza” de
la concurrencia de un supuesto de sobreseimiento y, en su caso, la “imposibilidad altamente
probable” que no se podrá incorporar nuevos elementos de prueba.
Lo que la Suprema ha resaltado es que para sobreseer un caso tiene que existir evidente
certeza de alguna causal de sobreseimiento, es decir, no debe existir ni un mínimo de duda
sobre la configuración de alguna causal sino que deben tratarse de casos límites, notorios
o aprehensibles por cualquiera, como por ejemplo: la inexistencia del objeto del proceso, la
imposibilidad de que el imputado haya estado presente en el lugar de los hechos, que el hecho
investigado es evidentemente atípico, existencia de evidentes elementos que hagan notar
eximentes de responsabilidad, muerte del imputado, prescripción, o una evidente u objetiva
ausencia de elementos de convicción. De no presentarse notoriedad en la concurrencia de
alguna causal para sobreseer o de presentar elementos de convicción que generen duda en
la comisión del delito o en la responsabilidad del imputado, el caso tendrá que dilucidarse en
juicio oral (Fundamento vigésimo).
De la lectura y análisis de la presente casación hemos podido advertir que los fundamentos
constituyen un lineamiento central para los operadores del derecho ya que los Fiscales
podrán decidir con una mejor condición si los elementos de convicción recabados durante la
investigación preparatoria son suficientes para pasar a la siguiente etapa o por el contrario
es necesario sobreseer la causa.
Asimismo, los abogados podrán controlar cualquier decisión fiscal pero no solo por tener
un amparo legal sino porque el control debe obedecer a estos lineamientos descritos, como
por ejemplo que las causales de sobreseimiento alegadas sean evidentes o certeras, pues
de lo contrario las oposiciones no tendrían razón de ser ya que ante la mínima duda de
responsabilidad el caso debe pasar a juicio oral, pues esa línea de interpretación se aplicó
en el caso concreto en donde la Suprema ha precisado que no existe argumento alguno en
torno a una situación de evidente insuficiencia de elementos de convicción y tampoco se
advierte ello de la revisión del requerimiento acusatorio, muy por el contrario, la Suprema
advierte que de la revisión de la acusación se han precisado adecuadamente los elementos
de convicción, reuniendo las características necesarias como son suficiencia aparente y
motivación, que habilitaría a la acusación para que sea sustentada en juicio. Menciona la
suprema que es cuestión distinta –y que no corresponde evaluar- si dichos elementos podrán
convertirse en actos de prueba, cuestión que se dilucidará en la etapa de juicio (Fundamento
Trigésimo sétimo segundo párrafo).
Se establece un criterio delimitador para que los jueces de investigación preparatoria tengan
claridad en la valoración que hagan de los elementos de convicción pues no pueden realizar
un análisis respecto de indicios que pudieran extraer de los medios probatorios, ni establecer
indicios que se opusieran a ellos para finalmente otorgar un valor probatorio preponderante
a alguno del conjunto de indicios, sean convergentes o divergentes. En caso realicen toda esa
valoración, nos encontraríamos ante un proceso de valoración probatoria que no es propio
de la etapa intermedia sino del juzgamiento, constituyendo una vulneración al principio
acusatorio10 y una extralimitación de las funciones de control de un Juez de investigación
10 La casación N° 626-2013-MOQUEGUA del 30 de junio de 2015 en su décimo quinto considerando señala que
el Decreto Legislativo novecientos cincuenta y siete establece un sistema acusatorio contradictorio de origen
euro continental (...). Asimismo, la casación 318-2011-Lima, ha señalado en su fundamento 2.2 que el nuevo
modelo del proceso penal en el Perú además de la nominación de acusatorio y garantizador, es de tendencia
adversativa; porque remarca la naturaleza principal del juicio público y oral, la trascendencia del contradictorio
y la responsabilidad que en materia de actuación probatoria le corresponde al Ministerio Público, como
titular de la pretensión punitiva, y al imputado y su defensor técnico a cargo de la pretensión libertaria. En el
mismo sentido la casación N° 215-2011 del 12 de junio de 2012 resalta que el principio acusatorio forma parte
de las garantías básicas del proceso penal e implica la existencia de una contienda procesal entre dos partes
contrapuestas, constituye además una garantía fundamental de la imparcialidad del órgano jurisdiccional,
propia de un Estado democrático de Derecho, siendo una de sus características esenciales la distribución de
las funciones de acusación y decisión, por el cual se presupone que la acusación sea previamente formulada
III. CONCLUSIONES
1. La sola oposición al control de acusación, basado en alguna de las causales del artículo
344° inciso 2°, no es suficiente para que la causa penal este destinada al sobreseimiento.
2. Es necesario que exista una “evidente certeza” de la concurrencia de un supuesto de
sobreseimiento y, en su caso, la “imposibilidad altamente probable” que no se podrá
incorporar nuevos elementos de prueba.
3. Los elementos de convicción son aquellos indicios, data o información recabados
durante la investigación preliminar o preparatoria cuyo objetivo es lograr convicción en
el juzgador para la imposición de una medida limitativa de derechos, para una adecuada
formalización de investigación o en su caso para formular el respectivo requerimiento
acusatorio.
4. Que los elementos de convicción sean suficientes significa que los mismos deben ser
necesarios y tener una proyección de fuerza probatoria en juicio para de esa forma
vulnerar la presunción de inocencia del acusado. Es decir los elementos tienen que ser
claros, objetivos, contundentes y pertinentes.
5. Conocer la naturaleza jurídica de los elementos de convicción y su suficiencia en
la acusación fiscal, como base para pasar a la siguiente etapa procesal, es de suma
importancia ya que de esa manera se impondrán límites al ente persecutor como
a la defensa de los procesados. A la fiscalía, porque acusará únicamente casos que
contengan un sólido respaldo probatorio; o, decidirá por el sobreseimiento al advertir
la configuración evidente de alguna de las causales del artículo 344° inciso 2°. De otro
lado, el límite a la defensa radica en que sólo cuestionarán acusaciones cuando las
causales de sobreseimiento sean certeros y cuando los elementos de convicción sean
verdaderamente vagos, escuetos o que no tengan mínima fuerza acreditativa para
pasar al juicio oral. De no presentar dichas características las causas deben dilucidarse
en juicio oral.
6. Los Jueces de investigación preparatoria deben realizar una adecuada valoración de
los elementos de convicción, sin pretender extralimitarse de sus funciones al realizar
valoraciones propias de una etapa de juzgamiento.
y conocida, así como el derecho del imputado a ejercer su defensa y consiguientemente, la posibilidad de
contestar o rechazar la acusación. Es por ello que la figura del Fiscal se relaciona necesariamente con el sistema
acusatorio, según el cual no puede haber juicio sin acusación.
23
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CASACIÓN Nº 842-2016
SULLANA
SENTENCIA DE CASACIÓN
que confirmando la sentencia de primera instancia de fojas treinta y tres, de quince de febrero
de dos mil dieciséis, lo condenó como autor del delito de violación sexual de menor de edad
en agravio de M.B.A.A. a cadena perpetua y tratamiento terapéutico, así como al pago de
cinco mil soles por concepto de reparación civil; con lo demás que contiene.
Interviene como ponente el señor SAN MARTÍN CASTRO.
FUNDAMENTOS DE HECHO
PRIMERO: Que por escrito de fojas una el Fiscal Provincial de la Primera Fiscalía Provincial
Penal Corporativa de Sullana, culminada la investigación preparatoria, formuló acusación
contra Maximiliano Benites Rodríguez por delito de violación sexual de menor de edad en
agravio de M.B.A.A., de siete años de edad. El Tercer Juzgado de Investigación Preparatoria
de Sullana mediante auto de fojas diecinueve, de veinticuatro de enero de dos mil dieciséis,
declaró la procedencia del juicio oral bajo los trámites del proceso especial inmediato.
SEGUNDO: Que los hechos declarados probados en las sentencias de instancia son los
siguientes:
A. El día diecinueve de enero de dos mil dieciséis, como a las once de la mañana, en
circunstancia que la menor agraviada de iniciales M.B.A.A., de siete años de edad, se
encontraba sola en su domicilio, ubicado en el caserío Mallares, Calle Sáenz Peña -
Sullana, llegó al mencionado inmueble el encausado Benites Rodríguez -vestía uniforme
de ENOSA, camisa azul con pantalón jean azul y zapatos negros- para reconectar la luz
eléctrica. Al advertir que la menor se encontraba sola, le pidió que verifique la luz. En
ese momento, sin embargo, la agarró de los brazos, le dio un beso en la boca y luego
la soltó, pero nuevamente le solicitó que prendiera la luz y la volvió a tomar de los
brazos, así como a tocarle todo su torso, meter su mano dentro del short de tela que
tenía puesto e introducir un dedo dentro de su vagina, el mismo que le produjo lesiones
traumáticas genitales en la mucosa introito vaginal.
B. Al día siguiente, veinte de enero de dos mil dieciséis, aproximadamente a las nueve
horas -luego de veintidós horas de ocurrido el hecho-, en circunstancias que la menor
agraviada y su madre Mercedes Alburquerque Roa de Albán se dirigían en un vehículo
policial, conjuntamente con tres efectivos policiales, a la Segunda Fiscalía Provincial
de Sullana, esta última observó al encausado cuando se desplazaba por la carretera
Panamericana Norte en una motocicleta, por lo que, ante la sindicación de la madre de
la agraviada, la policía detuvo al imputado Benites Rodríguez.
CUARTO: Que, la defensa del encausado Benites Rodríguez en su recurso de casación de fojas
ciento doce, de quince de julio de dos mil quince, introduce como motivos los de inobservancia
de precepto constitucional y quebrantamiento de la garantía de motivación (artículo 429,
incisos 1 y 4 del Código Procesal Penal).
QUINTO: Que cumplido el trámite de traslados a las partes recurridas, este Tribunal de
Casación, por Ejecutoria Suprema de fojas cuarenta y ocho, de veinticinco de noviembre de
dos mil dieciséis, del cuadernillo formado en esta instancia Suprema, declaró bien concedido
el citado recurso, aunque -en aplicación de la concepción de la “voluntad impugnativa”-
exclusivamente por la causal de quebrantamiento de precepto procesal (artículo 429,
apartado 2 del Nuevo Código Procesal Penal), a fin de examinar la legalidad de la incoación
del proceso inmediato y la corrección jurídica del procedimiento subsiguiente.
SÉPTIMO: Que deliberada la causa en secreto y votada el mismo día, se acordó por
unanimidad dictar la correspondiente sentencia de casación en los términos que a
continuación se consignan. Se programó para la audiencia de lectura de la sentencia el día
de la fecha.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
SEGUNDO: Que, según el auto de incoación del proceso inmediato de fojas doce, de veintiuno
de enero de dos mil dieciséis, se declaró procedente ese proceso especial porque se estimó que
el imputado Benites Rodríguez fue detenido en flagrancia delictiva. La Fiscalía Provincial
acompañó a estos efectos la denuncia verbal, la declaración de la víctima y de su madre,
la declaración del imputado -quien negó los cargos-, actas de reconocimiento en rueda,
fotografías, documentos y actas de inspección [requerimiento fiscal de fojas siete, de veinte
de enero de dos mil dieciséis].
Es de precisar, como dato esencial, el mérito del acta denominada de “intervención policial”,
de fecha veinte de enero de dos mil dieciséis, acompañada por el recurrente en esta sede
y al que las sentencias de mérito han hecho mención. Allí se indica que cuando la menor
agraviada, su madre y personal policial en una unidad policial se dirigían a la Fiscalía
Provincial de Sullana, “…la madre de la menor logró visualizar al presunto autor del delito
contra la libertad sexual (actos contra el pudor), quien se desplazaba por la carretera
Panamericana Norte […] en un vehículo menor […], siendo intervenido e identificado
tratándose de la persona de Maximiliano Benites Rodríguez…”.
Estos son los hechos procesales relevantes y definidos en las sentencias de mérito. Por ende,
sobre esa base es que debe examinarse si correspondía o no el proceso inmediato y si en su
actuación se vulneraron derechos básicos de carácter procesal del imputado, al punto que
las sentencias de condena emitidas no pueden sostenerse por carecer de eficacia procesal.
TERCERO: Que el artículo 446, numeral 1), literal a), del Código Procesal Penal, estatuye
que el proceso inmediato procede cuando, entre otros supuestos, “el imputado ha sido
sorprendido y detenido en flagrante delito, en cualquiera de los supuestos del artículo 259”.
La norma de remisión (artículo 259 del citado Código), en el inciso tercero, dispone que existe
flagrancia, y permite la detención por la Policía, cuando: “3. El agente ha huido y ha sido
identificado durante o inmediatamente después de la perpetración del hecho punible, sea
por el agraviado o por otra persona que haya presenciado el hecho, […], y es encontrado
dentro de las veinticuatro (24) horas producido el hecho punible”.
En estos casos, como es obvio por tratarse de un proceso que restringe plazos procesales
y elimina o reduce fases procesales –la flagrancia, como institución procesal, tiene un
objetivo instrumental para facilitar la actuación de la autoridad policial o para instituir
procedimientos simplificados y céleres-, la interpretación de las normas que lo autorizan, por
sus efectos, debe ser restrictiva, es decir, dentro de la esfera de su ordenamiento, en el núcleo
de su representación o significación del texto legal.
Lo últimamente expuesto, de uno u otro modo, se recoge en el citado artículo 259, apartado
3 del Código Procesal Penal, más allá de la dudosa extensión en la captura del delincuente
de hasta veinticuatro horas después del hecho delictivo. Se trata de la denominada cuasi
flagrancia, en cuya virtud el delincuente, sorprendido en plena comisión del hecho punible
o cuando inmediatamente acaba de cometerlo -pero siempre en el mismo teatro de los
hechos-, por diversos factores o circunstancias, logra huir de la escena del delito, no obstante
lo cual ha sido reconocido o identificado por la propia víctima, por la policía o, en todo caso,
por un testigo presencial -este último puede ser el acompañante del agraviado o un tercero
que se encontraba por el lugar de los hechos-.
Ser testigo presencial del delito -verbigracia: víctima, policía, sereno u otra persona-
importa que directamente y a través de sus sentidos expone acerca de lo que observó y
esta observación está referida, precisamente, a la comisión de un delito. No cumple con
este requisito la institución del testigo de oídas o de referencia, pues solo puede mencionar
lo que alguien le contó acerca de un suceso determinado -su información es indirecta, la
obtiene a través de manifestaciones o confidencias de terceras personas [Diccionario del
Español Jurídico, RAE-CGPJ, Madrid, 2016, páginas 1575/1576]-; y, por tanto, en tanto prueba
indirecta -al no haber sido percibidos los hechos con sus sentidos-, su información debe ser
contrastada por el testigo fuente, que sería el presencial.
Cabe acotar, desde ya, por su carácter de medio de prueba subsidiaria, sirve (i) para identificar
a la persona que realmente tiene conocimiento directo de las circunstancias sobre las que
declara, (ii) para valorar la credibilidad y fiabilidad de otro testigo -presencial o de referencia
inclusive-, o (iii) para probar la existencia o no de corroboraciones periféricas -por ejemplo,
para coadyuvar a lo que sostiene el testigo único- (SSTSE de treinta de abril de dos mil trece
y de treinta de septiembre de dos mil dos).
QUINTO: Que, en el presente caso, los policías captores no presenciaron la comisión del
delito. Tampoco lo hizo la madre, ni siquiera la tía de la niña. Ambas se limitaron a expresar
lo que la niña, luego del suceso, les dijo, cuando ni siquiera el imputado se encontraba en la
vivienda de aquélla.
Con independencia de lo que mencionó la niña agraviada y del valor probatorio que
puede otorgársele a su testimonio, lo cierto que el delito sub-judice no puede calificarse de
flagrante. Nadie, excepto la propia víctima, presenció la violación que ha sido objeto de
denuncia, procesamiento, acusación, enjuiciamiento y sentencia. Ni siquiera se recogió en ese
acto, o inmediatamente después, algún vestigio material. Todo queda circunscripto al relato
directo de la víctima, a la versión de oídas de sus familiares -que afronta una problemática
en orden a su veracidad y credibilidad-, y a la negativa del imputado, sin perjuicio de la
prueba pericial recabada.
causal de nulidad prevista en el artículo 150, literal d), del aludido Código. Ello determina a
su vez que debe ser amparada la causal de casación procesal establecida en el inciso 2) del
artículo 429 del Código citado.
SÉPTIMO: Que, de otro lado, en los marcos de la petición impugnativa se solicita que la
nulidad alcance al mandato de prisión preventiva y, por tanto, que se dicte la inmediata
libertad del imputado Benites Rodríguez.
Sobre el particular es de rigor puntualizar lo que estableció el Acuerdo Plenario número 02-
2016/CIJ-116, fundamento jurídico 23-D, de uno de junio de dos mil dieciséis. La desestimación
de la incoación del proceso inmediato no trae consigo necesariamente la anulación de la
prisión preventiva; y, la modificación de esta medida de coerción personal, requiere petición
de parte, unida a un debate sobre los presupuestos materiales correspondientes.
DECISIÓN
S.S.
SAN MARTÍN CASTRO
BARRIOS ALVARADO
PRÍNCIPE TRUJILLO
SÁNCHEZ ESPINOZA
CHÁVEZ MELLA
SUMARIO
1. Introducción. 2. Flagrancia delictiva. 3. Control de legalidad de la detención policial. 4.
Audiencia de incoación de proceso inmediato con detenido. 5. Conclusiones.
SUMILLA:
1. INTRODUCCIÓN
1.1. La Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de La República con
fecha 16/03/2017 expidió la Casación N° 842-2016-Sullana (ponente Juez Supremo
César San Martín Castro), declaro fundado el recurso de casación por quebrantamiento
de precepto procesal interpuesto por el imputado Maximiliano Benites Rodríguez,
en consecuencia se declaró nula la sentencia de vista e insubsistente la sentencia de
primera instancia que lo condenó como autor del delito de violación sexual de menor
de edad en agravio de M.B.A.A. a cadena perpetua y tratamiento terapéutico, así como
el pago de cinco mil soles por reparación civil.
1.2. La sentencia casatoria anotada declaró sin efecto todo lo actuado desde la incoación
del proceso inmediato, sin perjuicio de la validez de la prueba documental, los informes
1 Juez Superior Titular de la Corte Superior de Justicia de La Libertad, Doctor en Derecho y Docente de la Academia
de la Magistratura.
1.3. Como hecho concomitante al delito, las sentencias consideraron probado que el día
19/01/2016, a las 11 a.m., cuando la menor agraviada de iniciales M.B.A.A. de 7 años
de edad, se encontraba sola en su domicilio ubicado en el caserio Mallares, calle Sáenz
Peña, Sullana, llegó el imputado Maximiliano Benites Rodríguez -vestía uniforme de
ENOSA, camisa azul con pantalón jean azul y zapatos negros- para reconectar la luz
eléctrica. Al advertir que se encontraba sola, la agarró de los brazos, le dio un beso en
la boca, le tocó todo su torso y metió la mano dentro de su short e introdujo un dedo
dentro de la vagina, lo cual le produjo lesiones traumáticas genitales en la mucosa
introito vaginal.
1.4. Como hecho posterior al delito, se probó que al día siguiente 20/01/2016,
aproximadamente a las 9 horas -luego de 22 horas de ocurrido el hecho-, cuando la
menor agraviada y su madre Mercedes Alburquerque Roa de Albán se dirigían en un
vehículo policial conjuntamente con tres efectivos policiales a la Segunda Fiscalía
Provincial de Sullana, ésta última observó al imputado cuando se desplazaba por la
carretera Panamericana Norte en una motocicleta, por lo que, ante la sindicación de la
madre de la menor agraviada, la policía detuvo al imputado.
1.5. Como hechos procesales, se tiene que el fiscal formuló requerimiento de incoación
de proceso inmediato, el cual fue declarado procedente por el juez de investigación
preparatoria mediante auto -no impugnado-. En la audiencia única de incoación del
proceso inmediato, el fiscal solicitó mandato de prisión preventiva y el juez lo declaró
fundado por un plazo de 5 meses. Luego de seguida la causa conforme a sus respectivas
reglas de procedimiento, se emitió sentencia condenatoria contra el imputado como
autor del delito de violación sexual de menor de edad a la pena de cadena perpetua,
siendo confirmado el fallo por sentencia de vista.
parte afectada, en tanto exista inobservancia del contenido esencial del derecho al
debido proceso; sin embargo, omite pronunciarse sobre la obligación de efectuar un
control judicial de legalidad de la detención en la audiencia única de incoación de
proceso inmediato, sobre la verificación de un hecho delictivo cometido en una situación
de flagrancia, así como el respeto a los derechos del imputado y al plazo estrictamente
necesario de la detención.
2. FLAGRANCIA DELICTIVA
2.1. La flagrancia debe entenderse como una evidencia del hecho delictuoso, por lo que solo
se constituirá cuando exista un conocimiento fundado, directo e inmediato del hecho
punible que se viene realizando o que se acaba de realizar (STC Nº 3325-2008-PHC/
TC del 07/07/2009, caso Paula Orfelinda Arévalo Ortiz, fj. 10). La mera existencia de
sospechas o indicios no es un elemento suficiente para constituir la flagrancia (STC Nº
5423-2008-PHC/TC del 01/06/2009, caso Segundo Miguel López Aybar, fj. 10). Lo que
justifica la excepción al principio constitucional de la reserva judicial para privar la
libertad en los supuestos de flagrancia es la inmediatez temporal y personal del hecho
delictuoso, lo que supone la imposibilidad de obtener una orden judicial previa (STC Nº
5423-2008-PHC/TC del 01/06/2009, caso Segundo Miguel López Aybar, fj. 10.).
2.2. Por delito flagrante debe entenderse aquel -y solo aquel- que es tan evidente e
inconfundible que cualquiera es capaz de apreciarlo por los sentidos y llegar a la
convicción de que se está en presencia de una conducta calificada como delito; de ahí
que, tanto particulares como autoridades puedan apreciar la comisión del delito y
proceder a la detención del sujeto activo del delito. La flagrancia en la comisión de un
delito es una condición que concurre antes de la detención y presenta dos requisitos
insustituibles: a) inmediatez temporal, es decir, que el delito se esté cometiendo o se
haya cometido instantes antes; b) inmediatez personal, que el presunto delincuente se
encuentre ahí, en ese momento en situación y con relación al objeto o a los instrumentos
del delito, que ello ofrezca una prueba evidente de su participación en el hecho delictivo
(STC Nº 2096-2004-PHC/TC del 27/12/2004, caso Eleazar Jesús Camacho Fajardo, fj. 4).
2.3. Las notas sustantivas de la flagrancia delictiva son: a) La inmediatez temporal, que la
acción delictiva se esté desarrollando o acabe de desarrollarse en el momento en que se
sorprende o percibe; y, b) La inmediatez personal, que el delincuente se encuentre en el
lugar del hecho en situación o en relación con aspectos del delito (objetos, instrumentos,
efectos, pruebas o vestigios materiales), que proclamen su directa participación en la
ejecución de la acción delictiva (AP N° 2-2016/CIJ-116 del 01/06/2016, fj. 8.A). El hecho
de que haya participado en la investigación policial un representante del Ministerio
2.4. Las notas adjetivas que integran el delito flagrante son: a) la percepción directa y
efectiva: visto directamente o percibido de otro modo, tal como material fílmico o
fotografías (medio audiovisual) -nunca meramente presuntiva o indiciaria- de ambas
condiciones materiales; y, b) la necesidad urgente de la intervención policial, la cual
debe valorarse siempre en función del principio de proporcionalidad, de tal suerte que
evite intervenciones desmedidas o la lesión desproporcionada de derechos respecto
al fin con ellas perseguidas (AP N° 2-2016/CIJ-116 del 01/06/2016, fj. 8.A). En este
sentido, una llamada telefónica de una tercera persona que denuncia la posesión
de objetos o elementos ilícitos en el interior de un domicilio no puede comportar el
conocimiento fundado, directo e inmediato de la realización del hecho punible (que se
viene realizando o que se acaba de realizar instantes antes) que habilite a la autoridad
pública a prescindir del mandato judicial correspondiente pretextando la configuración
de la situación delictiva de la flagrancia (STC N° 3691-2009-HC/TC del 18/03/2010,
caso Luz Emérita Sánchez Chávez, fj. 22.a).
2.6. La flagrancia en cualquiera de sus tipos, supone, primero, que todos los elementos
necesarios para evidenciar la comisión del delito se encuentren presentes en el lugar
de la detención y sean recabados durante la captura; y, segundo, que al efectuarse
la detención de hecho se impide la continuación de la acción delictiva y de este
modo se protegen los intereses de las víctimas del delito. En todo caso, la flagrancia
delictiva se ve, no se demuestra, y está vinculada a la prueba directa y no a la indirecta,
2.7. Para compatibilizar la flagrancia delictiva regulada por el artículo 259° del CPP,
con el proceso inmediato, en la noción de evidencia, siempre ha de primar: claridad
de la comisión del delito por el imputado y lógica concluyente de lo que se aprecia y
observa -incluso a través de medios audiovisuales-, con descarte razonable de alguna
duda o información incompleta que fluye de los actos de investigación provisionales
realizados inmediatamente o con carácter de urgencia y tiempo imprescindible, que es
a lo que se denomina “diligencias policiales de prevención”. La flagrancia, en el caso
del proceso inmediato, constituye una circunstancia que hace solamente más segura la
determinación del autor del delito y permite, por tanto, un procedimiento más rápido
en la investigación y en la celebración del juicio. Pero cuando a través de la flagrancia
se pretende fundamentar una excepción al contenido de un derecho fundamental como
la entrada y registro domiciliario, la interpretación debe ser más restrictiva (AP N°
2-2016/CIJ-116 del 01/06/2016, fj. 8.A).
2 En la STC Nº 818-1998-PHC/TC del 14/01/1999, caso Rafael Leonardo Carpio Castro, se consideró que ninguna
investigación preliminar sobre tráfico ilícito de drogas puede legitimar la detención de cualquier persona si no se
acredita con hechos evidentes la configuración de los elementos constitutivos del delito. El hecho de encontrar
droga fuera del inmueble del investigado no acredita la existencia de flagrante delito porque falta el nexo de
causalidad entre el lugar de ubicación de la droga y el detenido, como se da en el presente caso, máxime cuando
la propia autoridad policial emplazada afirma que al detenido no se le encontró droga alguna en sus bolsillos,
que la droga se halló en la parte posterior del inmueble intervenido, adicionalmente, conforme al certificado
médico legal se acredita que el detenido no presenta signos de farmacodependencia. Ni la presencia del fiscal en
la intervención judicial, ni la orden de allanamiento domiciliario decretado por un juez legitiman las detenciones
arbitrarias [fj.1].
3 En la STC Nº 5423-2008-PHC/TC del 01/06/2009, caso Segundo Miguel López Aybar se consideró que no existía
cuasi flagrancia en la detención sólo por tener la condición de dirigente del denominado “Frente de Defensa de
los Intereses de Madre de Dios”, para presumir la responsabilidad del detenido como autor mediato por dominio
del hecho, respecto de las manifestaciones y hechos de violencia ocurridos el 09/07/2008 en la sede del Gobierno
Regional de Madre de Dios; sin que exista prueba o indicio alguno que justifique la detención en flagrancia del
dirigente, puesto que lo único que tenía era el dicho de la fiscalía que tenía supuestamente identificados a los
responsables de los hechos, sin aportar prueba testimonial, audiovisual, o algún instrumento o medio empleado
en la realización del hecho delictivo [fj. 13].
3.1. El artículo 9.3º del PIDCYP, -concordante con el artículo 7.5º de la CADH-, garantizan
que toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal será llevada sin
demora ante un Juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones
judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en
libertad. Así mismo, el artículo 9.4º del PIDCYP y el artículo 7.6º de la CADH reconocen
que toda persona que sea privada de libertad en virtud de detención o prisión tendrá
derecho a recurrir ante un tribunal, a fin de que éste decida a la brevedad posible sobre
la legalidad de su arresto o prisión y ordene su libertad si el arresto o la prisión fueran
ilegales. Por su parte, el artículo 19.2º de la Reglas Mínimas de las Naciones Unidas
para la Administración de la Justicia Penal (“Reglas de Mallorca”), precisa que toda
persona detenida por sospecha de haber cometido un delito deberá ser presentada,
a la mayor brevedad, ante la autoridad judicial. Esta autoridad deberá, después de
escucharla, resolver inmediatamente respecto de su libertad.
3.2. El artículo 2.24.f de la Constitución Política -modificado por la Ley Nº 30558 publicada
el 09/05/2017-, prescribe que: “Nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito
y motivado del juez o por las autoridades policiales en caso de flagrante delito. La
detención no durará más del tiempo estrictamente necesario para la realización de las
investigaciones, y en todo caso, el detenido debe ser puesto a disposición del juzgado
correspondiente, dentro de las 48 horas o en el término de la distancia”. La interpretación
de este derecho fundamental a la libertad y seguridad personal, debe ser integrada y
complementada con las demás garantías reconocidas ante toda forma de detención
por las normas internacionales antes anotadas, como lo manda la Cuarta Disposición
Final y Transitoria de la Constitución4.
3.6. Una garantía elemental del Estado Constitucional de Derecho es que las medidas que
limitan derechos fundamentales, salvo las excepciones previstas en la Constitución,
sólo podrán dictarse por la autoridad judicial, en el modo, forma y con las garantías
previstas por la Ley (artículo VI del CPP). La detención policial en flagrancia delictiva al
constituir una excepción al principio de reserva judicial para privar la libertad, debe ser
objeto de un riguroso control por el juez al tener la función de garantizar los derechos
fundamentales de quienes intervienen en el proceso, para evitar de ésta manera todo
acto de arbitrariedad en el ejercicio directo del poder punitivo por las agencias policiales
sobre personas concretas -proceso de criminalización secundaria-5.
5 La selección criminalizante no la realizan los jueces, a quienes las agencias ejecutivas les llevan los candidatos
cuando ya ellas comenzaron el proceso de criminalización (secundaria) desde el punto de vista de la realidad
(detención de la persona, incautación de objetos). Las agencias jurídicas reciben el producto de la selección
policial y sólo pueden decidir si la criminalización sigue adelante o se interrumpe, y en el primer caso la cantidad
de poder punitivo que puede ejercerse sobre la persona. Esto muestra claramente que el poder punitivo no es
ejercido por las agencias jurídicas del sistema penal, sino por las policiales, y las jurídicas lo único que pueden
hacer en la práctica y hasta cierto punto es contenerlo (ZAFFARONI, Eugenio Raúl y otros. Manual de Derecho
Penal. Parte General. Segunda reimpresión. Buenos Aires, Ediar, 2006, pp. 14-15).
4.1. Cuando se trata de un imputado que ha sido detenido por la policía en flagrancia
delictiva, el juez de investigación preparatoria en la audiencia única de incoación de
proceso inmediato, se pronunciará oralmente en el siguiente orden de debate: 1) La
procedencia de la incoación del proceso inmediato por el supuesto de delito flagrante;
2) La confirmación de medidas restrictivas conexas a la detención por exigencia del
artículo 203.3º del CPP; 3) La celebración del principio de oportunidad, acuerdo
reparatorio o terminación anticipada; y, 4) La imposición de la medida coercitiva.
Este orden de debate ha sido establecido por el artículo 447.4º del CPP, modificado
6 FERNÁNDEZ LEÓN, Whanda. Procedimiento Penal Acusatorio y Oral. Volumen I. Bogotá D.C., Editorial ABC,
2005, pp. 76-83.
4.2. El primer debate entre las partes a realizarse en la audiencia única instalada por
requerimiento fiscal del proceso inmediato, basado en el supuesto específico de delito
flagrante, implica realizar el control judicial de legalidad de la detención policial en
flagrancia, como además lo prevé el artículo 2.24.f de la Constitución, concordante con
el artículo 9.4º del PIDCYP y el artículo 7.6º de la CADH, lo cual abre la posibilidad de
examinar íntegramente la detención a partir del material probatorio acopiado en las
diligencias preliminares y disponible para su revisión en el expediente fiscal. El control
de legalidad de la detención policial implica la discusión por las partes y la decisión por
el juez de los siguientes temas en un orden lógico necesario: 1) La realización del delito;
2) La flagrancia del delito; 3) Los derechos del detenido y; 4) El plazo estrictamente
necesario de la detención.
4.3. Cada aspecto del control de la detención policial generará diversos efectos jurídicos
que impactarán con distinta intensidad en el proceso penal, según la afectación sea
de un derecho de contenido constitucional o legal. Si el juez verifica que el hecho no es
delito o no hay flagrancia en cualquiera de sus modalidades (artículo 259º del CPP),
se rechazará el proceso inmediato e incluso podrá declararse como prueba ilícita, la
evidencia obtenida de la restricción del derecho fundamental basada en un hecho que
no configura como delito flagrante. De otro lado, si el hecho es delito y hay flagrancia,
pero no se respetaron los derechos del detenido o el plazo estrictamente necesario
de la detención, el proceso inmediato continuará, correspondiendo en lo posible la
subsanación de la omisión o el defecto incurrido en la detención. La inexistencia de
delito flagrante o la ejecución manifiestamente defectuosa de la detención policial en
flagrancia, advertida en la audiencia de incoación del proceso inmediato, habilitará
que el juez proceda a comunicar a las autoridades competentes, las posibles
responsabilidades penales y/o administrativas-disciplinarias contra los funcionarios
que intervinieron en la detención de marras.
4.4. El control de realización del delito, significa que el comportamiento del agente tiene
que encontrarse previamente tipificado como delito en el Código Penal o en las leyes
penales especiales, esto es, deben concurrir todos los elementos descriptivos del tipo
objetivo en la actuación dolosa o culposa del delincuente, lo contrario, daría lugar a
una detención policial manifiestamente ilegal. El control de la flagrancia, significa
que el agente haya sido descubierto y detenido en plena ejecución del delito para la
flagrancia estricta, o incluso, después de haber sido consumado, siempre que no haya
transcurrido más de 24 horas de realizado el mismo para la cuasi flagrancia o presunción
de flagrancia. El control del cumplimiento de los derechos del detenido, significa que
tanto el policía que detiene como el fiscal que dirige la investigación, deben asegurarle
al detenido todos sus derechos previstos en la Constitución y la ley. El control del plazo
de la detención, significa que el detenido debe ser puesto a disposición del juez en el
plazo estrictamente necesario de la detención que puede ser menor o igual al plazo
máximo legal de 24 horas para delitos comunes.
4.5. Una vez que el juez declara la procedencia del proceso inmediato al haber verificado
la legalidad de la detención policial, recién podrá debatirse a pedido de las partes, las
salidas alternativas al juicio de carácter consensual, como los criterios de oportunidad
para los delitos de bagatela o la terminación anticipada del proceso para todos los
demás delitos (artículo 446.3° del CPP). Sólo ante la negativa del imputado a concluir
tempranamente el proceso, quedará habilitado al final de la audiencia única, el debate
sobre las medidas coercitivas requerida por el fiscal para asegurar la presencia del
imputado en la continuación del proceso inmediato, que no necesariamente será la
de prisión preventiva del imputado que fuera detenido en delito flagrante, pudiendo
peticionarse e imponerse otra medida alternativa que le permita afrontar en libertad
el proceso.
5. CONCLUSIONES
5.1. Aunque el imputado no apele el auto de procedencia del proceso inmediato, no es posible
sostener como regla jurídica pétrea que operó la preclusión de ese momento procesal
y, por tanto, que tal declaración jurisdiccional ya no se pueda cuestionar en las demás
etapas procesales, al comprometerse una garantía constitucional vinculada al debido
proceso, como es la “interdicción de ser desviado de la jurisdicción determinada por ley”
reconocida en el artículo 139.3 de la Constitución. La convalidación y el saneamiento
procesales no caben cuando el vicio procesal configura una nulidad absoluta o
insubsanable que comprometen derechos y garantías fundamentales (artículo 150.d
del CPP), sino únicamente cuando no se observan las formalidades previstas en la Ley
para el desarrollo de un acto procesal -se circunscribe a los defectos no absolutos-.
supone que todos los elementos del hecho están presentes y no cabe elaborar un
proceso deductivo más o menos complejo para establecer la realidad del delito y la
participación del delito como fue precisado en el Acuerdo Plenario N° 2-2016/CIJ-116
del 01/06/2016, fj. 8-A.
5.3. Por la cuasi flagrancia, el delincuente es sorprendido en plena comisión del hecho
punible o cuando inmediatamente acaba de cometerlo -pero siempre en el mismo
teatro de los hechos-, pero que por diversos factores o circunstancias, logra huir de
la escena del delito, no obstante lo cual es reconocido o identificado por la propia
víctima, por la policía, o en todo caso, por un testigo presencial, éste último puede ser el
acompañante del agraviado o un tercero que se encontraba por el lugar de los hechos.
Ser testigo presencial de los hechos importa que directamente y a través de sus sentidos
exponer acerca de lo que observó sobre la comisión de un delito. No cumple con este
requisito la institución del testigo de oídas o de referencia, pues solo puede mencionar
lo que alguien le contó acerca de un suceso determinado, su información es indirecta, la
obtiene a través de manifestaciones o confidencias de terceras personas.
24
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA
CASACIÓN Nº 1027-2016
ICA
SUMILLA
La cosa juzgada civil, en este caso, por expreso mandato
legal –del Código Penal específicamente–, no solo se refiere
a las mismas partes de un eventual proceso penal, sino
que se extiende, por excepción, erga omnes, a sujetos no
litigantes, frente a la licitud de un hecho, relación o conducta
declarada por la jurisdicción civil. Su imperatividad –como
nota esencial de la cosa juzgada, proyectada de un fallo
civil al ámbito penal– está en función al hecho objeto de
decisión firme, por lo que si en esa sede se declara lícito es
obvio que, bajo ninguna circunstancia, puede dar lugar a un
proceso en sede penal, que como es patente exige, desde su
objeto o límite objetivo, un hecho penalmente relevante, el
cual si se declaró lícito no puede ser materia de un proceso
jurisdiccional penal. La autorictas iudicati sobre cuestiones
de hecho son pues factibles.
SENTENCIA DE CASACIÓN
FUNDAMENTOS DE HECHO
PRIMERO: Que por Disposición de fojas setenta y dos, de veintinueve de mayo de dos mil
quince, el Fiscal Provincial de la Segunda Fiscalía Provincial Penal Corporativa de Ica
formalizó Investigación Preparatoria contra Mario Alberto Ferrari Quiñe, Pedro Bordarampe
Jeri, José Pablo Miñan Galarza, en su condición de Representantes Legales del Banco de
Crédito del Perú, y contra Guillermo Dávila Jaramillo y Sergio Bernardo Othoniel Galindo
Neumann, en su condición de representantes de Owens Illinois Perú S.A, por delitos de
falsedad ideológica y uso de documento público en agravio del Estado, representado por el
Procurador Público del Ministerio de Justicia y el Procurador Público del Poder Judicial, y de
Luis Octavio La Rosa Degregori e Ida Martínez de la Rosa.
SEGUNDO: Que se atribuye a Mario Alberto Ferrari Quiñe, Pedro Bordarampe y José Pablo
Miñan Galarza, en su condición de funcionarios del Banco de Crédito del Perú, haber celebrado
con los funcionarios de Owens Illinois Perú Sociedad Anónima, Guillermo Dávila Jaramillo
y Sergio Bernardo Othoniel Galindo Neumann, la escritura pública número dieciséis mil
novecientos once sobre cesión de derechos, de fecha quince de diciembre de dos mil ocho,
mediante la cual la aludida entidad financiera cede a Owens Illinois Perú Sociedad Anónima
los derechos de la deuda que tienen los esposos Luis Octavio La Rosa Degregori e Ida Martínez
de La Rosa con el referido banco por el monto de sesenta mil dólares americanos.
TERCERO: Que, con fecha diez de junio de dos mil quince, la defensa del imputado Ferrari
Quiñe dedujo excepción de cosa juzgada, que fue declarada infundada por auto de fojas
treinta y ocho, de diez de setiembre de dos mil quince, confirmada por el auto de vista de
fojas noventa, de veinticinco de abril de dos mil dieciséis. El referido encausado interpuso
el recurso de casación de fojas ciento dos, de nueve de mayo de dos mil quince, el cual fue
declarado inadmisible por resolución de fojas ciento veinticinco, de veintisiete de mayo de dos
mil dieciséis, por lo que promovió recurso de queja, que fue declarado fundado por Ejecutoria
Suprema de fojas ciento cuarenta y ocho, de uno de julio de dos mil dieciséis. En tal virtud, la
Primera Sala de Apelaciones y Flagrancia de Ica emitió la resolución de doce de setiembre de
dos mil dieciséis, de fojas ciento cincuenta y seis, que concedió el recurso de casación.
CUARTO: Que cumplido el trámite de traslado a las partes recurridas, este Tribunal de
Casación expidió la Ejecutoria Suprema de fojas cincuenta y cinco, de nueve de diciembre
de dos mil dieciséis, que declaró bien concedido el recurso de casación interpuesto por el
procesado Ferrari Quiñe por infracción de precepto constitucional (artículo 429, numeral 1,
del Código Procesal Penal) en relación con la institución de la cosa juzgada –ne bis in ídem:
no dos veces sobre lo mismo– (artículo 139, numeral 13, de la Constitución) y el marco legal
descrito en el artículo 79 del Código Penal, bajo el acceso excepcional previsto en el artículo
427, numeral 4, del Código Procesal Penal.
SEXTO: Que deliberada la causa en secreto y votada el mismo día, este Supremo Tribunal
cumplió con pronunciar la presente sentencia de casación, y señaló para la audiencia de su
lectura el día de la fecha.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
SEGUNDO: Que el artículo 79 del Código Penal instituye uno de los supuestos de eficacia o
función refleja de la cosa juzgada –desde luego, de la cosa juzgada civil al proceso penal–.
Dispone la citada norma que: “Se extingue la acción penal si de la sentencia ejecutoriada
dictada en la jurisdicción civil, resulte que el hecho imputado como delito es lícito”. La cosa
juzgada civil, en este caso, por expreso mandato legal –del Código Penal específicamente–,
no solo se refiere a las mismas partes de un eventual proceso penal, sino que se extiende, por
excepción, erga omnes, a sujetos no litigantes (extensión ultra partes de la cosa juzgada),
frente a la licitud de un hecho, relación o conducta declarada por la jurisdicción civil. Su
imperatividad –como nota esencial de la cosa juzgada, proyectada de un fallo civil al ámbito
penal– está en función al hecho objeto de decisión firme, por lo que si en esa sede se declara
lícito es obvio que, bajo ninguna circunstancia, puede dar lugar a un proceso en sede penal,
que como es patente exige, desde su objeto o límite objetivo, un hecho penalmente relevante,
el cual si se declaró lícito no puede ser materia de un proceso jurisdiccional penal. La
autorictas iudicati sobre cuestiones de hecho son pues factibles [CARNELUTTI, FRANCISCO.
Cuestiones sobre el proceso penal, 2001, pp. 120-124].
Precisamente, por todo ello, la cosa juzgada material es un determinado efecto de algunas
resoluciones firmes, consistente en una precisa y determinada fuerza de vincular, en otros
procesos, a cualesquiera de los órganos jurisdiccionales (el mismo que juzgó u otros distintos),
respecto del contenido de esas resoluciones (de ordinario, sentencias) [DE LA OLIVA, ANDRÉS:
Derecho Procesal Civil. El Proceso de Declaración, 2003, p. 492]. La perspectiva amplia de
esta institución puede entenderse reconocida por el artículo 78, numeral 2, del Código Penal,
cuando preceptúa que: “La acción penal se extingue: 2. Por autoridad de cosa juzgada”.
Luego, si se trata de un impedimento procesal –impide una sentencia de mérito sobre un
hecho ya juzgado–, si constituye un óbice procesal, puede plantearse como excepción y,
precisamente, excepción de cosa juzgada.
TERCERO: Que, resuelto el problema previo en el sentido de que la invocación del artículo
79 del Código Penal, procesalmente, se plantea a través de la excepción de cosa juzgada,
por lo que las decisiones en contrario del Juez y de la Sala Superior incurrieron en una
inobservancia del indicado dispositivo del Código Penal. Y, como se trata de un asunto de
puro derecho que no requiere de un nuevo debate, un mero juicio de subsunción desde las
afirmaciones y decisiones jurisdiccionales civiles invocadas y presentadas por las partes, en
especial por la parte acusada, es del caso examinar si la excepción es fundada o infundada
(artículo 433, apartado uno, del Código Procesal Penal). Están superadas las cuestiones de
admisibilidad y procedencia.
CUARTO: Que los hechos previos al hecho penal incriminado por la Fiscalía Provincial de Ica,
son los siguientes:
A. Con fecha veintiséis de julio de mil novecientos noventa y uno, ampliado con fecha
veintitrés de noviembre de mil novecientos noventa y dos, el Banco de Crédito se comprometió
a otorgar un crédito en cuenta corriente a los agraviados Luis Octavio La Rosa Degregori e
Ida Martínez de la Rosa por sesenta mil dólares americanos [fojas cuatrocientos cuarenta
y cuatrocientos treinta y cinco]. Por ese contrato se constituyó una hipoteca sobre el predio
rústico “Estancia Santa Lucía”.
C. Esta deuda fue materia de una demanda de ejecución de garantía por sesenta mil dólares,
por la que se presentó como título de ejecución el Pagaré numero doscientos veinticuatro mil
novecientos noventa y seis por ante el Segundo Juzgado Civil de Ica. Ante el cuestionamiento
de los deudores, el indicado Juzgado y la Sala Superior resolvieron que la acción de cobro
es lícita, el título valor no es nulo y la obligación es exigible. Así aparece de los autos de
fecha trece de diciembre de mil novecientos noventa y cinco y veintidós de enero de mil
novecientos noventa y seis, de fojas nueve y doscientos cuatro, respectivamente; el auto de
vista quedó firme porque los agraviados se desistieron de interponer recurso de casación
[fojas siete y ocho].
D. El Banco de Crédito con fecha quince de diciembre de dos mil ocho suscribió una escritura
pública de cesión de derechos a favor de Owens Illinois Perú Sociedad Anónima, respecto de
la deuda puesta a cobro por ante el aludido Segundo Juzgado Civil de Ica, como consta de su
cláusula segunda [fojas doscientos sesenta y cuatro].
E. A raíz de una demanda interpuesta por los agraviados contra el Banco de Crédito sobre
indemnización por daños y perjuicios, en vista de que el Banco no proporcionó los sesenta
mil dólares del crédito al que se comprometió por el aludido contrato de veintiséis de julio de
mil novecientos noventa y uno, se declaró fundada dicha demanda y se ordenó que el Banco
pague a los agraviados la suma de treinta y cinco mil soles más los intereses legales desde
el siete de marzo de dos mil [sentencia de primera instancia de fojas trescientos diecinueve,
sentencia de vista de fojas trescientos veintisiete y sentencia de casación de fojas trescientos
treinta y ocho].
H. Tal situación generó a su vez la excepción de cosa juzgada interpuesta por el encausado
Ferrari Quiñe, que intervino en el contrato de cesión de derechos.
QUINTO: Que, siendo así, es evidente, primero, que el título valor y la exigibilidad de la
deuda materia del proceso seguido ante el Segundo Juzgado Civil de Ica ha sido establecido
por resolución judicial firme –ante la posición procesal de los agraviados, el órgano
jurisdiccional, bajo trámite contradictorio, declaró la validez de esa deuda y del título valor
correspondiente–; segundo, que la deuda es previa, la decisión jurisdiccional recaída en el
proceso sobre indemnización incoado por los agraviados no la invalida, pues se refiere al
crédito ulterior, de sesenta mil dólares americanos, finalmente no otorgados por el Banco de
Crédito; y, tercero, el hecho, calificado de delictivo por el Ministerio Público: consignar una
deuda inexistente en un contrato de cesión de derechos, empero, ha sido calificado de lícito
por la jurisdicción civil. Por ende, no puede construirse un cargo penal sobre un hecho cuya
licitud ya fue decidida por la jurisdicción civil. La excepción de cosa juzgada es fundada.
SEXTO: Que el artículo 6, apartado 2, del Código Procesal Penal establece que si se declara
fundada la excepción de cosa juzgada, entre otras, el proceso será sobreseído definitivamente.
De otro lado, el artículo 8, apartado 6, del aludido Código, preceptúa que las excepciones
deducidas a favor de uno de los imputados beneficia a los demás, siempre que se encuentren
en igual situación jurídica -efecto extensivo en lo favorable de las excepciones-. En el caso de
autos, se encuentran en la misma situación jurídica tanto los encausados Bordarampe Jerí y
Miñán Galarza, que al igual que el procesado Ferrari Quiñe actuaron en el contrato de cesión
de derechos como representantes legales del Banco de Crédito, como los encausados Dávila
Jaramillo y Galindo Neumann, quienes intervinieron en ese contrato por la empresa Owens
Illinois Perú Sociedad Anónima.
DECISIÓN
Por estas razones: I. Declararon FUNDADO el recurso de casación por infracción de precepto
constitucional interpuesto por el encausado MARIO ALBERTO FERRARI QUIÑE contra el auto
de vista de fojas noventa, de veinticinco de abril de dos mil dieciséis, que confirmando el
auto de primera instancia de fojas treinta y ocho, de diez de setiembre de dos mil quince,
declaró infundada la excepción de cosa juzgada que dedujo; en el marco del proceso penal
que se le sigue por delitos de falsedad ideológica y uso de documento público en agravio
del Estado; en consecuencia: CASARON el auto de vista de fojas noventa, de veinticinco de
abril de dos mil dieciséis. II. Actuando como órgano de instancia: REVOCARON el auto de
primera instancia de fojas treinta y ocho, de diez de setiembre de dos mil quince, declaró
infundada la excepción de cosa juzgada que dedujo el encausado Mario Alberto Ferrari
Quiñe; reformándolo: declararon FUNDADA la referida excepción de cosa juzgada; y, por
tanto, SOBRESEYERON la causa incoada en su contra. III. EXTENDIERON la fundabilidad
de la excepción de cosa juzgada a los encausados Pedro Bordarampe Jerí, José Pablo
Miñán Galarza, Guillermo Dávila Jaramillo y Sergio Bernardo Othoniel Galindo Neumann,
a quienes también se les sobresee definitivamente la causa. IV. ORDENARON se archive el
proceso definitivamente, se anulen sus antecedentes policiales y judiciales por estos hechos,
y se levanten todas las medidas de coerción dictadas en su contra. V. DISPUSIERON se remita
la causa al Tribunal Superior para los fines de ley. Hágase saber a las partes procesales
personadas en esta sede suprema. Interviene el señor juez supremo Aldo Martín Figueroa
Navarro por licencia del señor juez supremo Víctor Prado Saldarriaga.
S.S.
SAN MARTÍN CASTRO
SALAS ARENAS
BARRIOS ALVARADO
PRÍNCIPE TRUJILLO
FIGUEROA NAVARRO
SUMILLA:
La cosa juzgada civil, en este caso, por expreso mandato legal -del Código Penal
específicamente-, no solo se refiere a las mismas partes de un eventual proceso penal, sino
que se extiende, por excepción, erga omnes, a sujetos no litigantes, frente a la licitud de un
hecho, relación o conducta declarada por la jurisdicción civil. Su imperatividad -como nota
esencial de la cosa juzgada, proyectada de un fallo civil al ámbito penal- está en función al
hecho objeto de decisión firme, por lo que si en esa sede se declara lícito es obvio que, bajo
ninguna circunstancia, puede dar lugar a un proceso en sede penal, que como es patente
exige, desde su objeto o límite objetivo, un hecho penalmente relevante, el cual si se declaró
lícito no puede ser materia de un proceso jurisdiccional penal. La autorictas iudicati sobre
cuestiones de hecho son pues factibles.
ANÁLISIS Y COMENTARIOS:
1. Cabe iniciar el presente análisis señalando en primer término -al igual como lo expone
el profesor Antonio María Lorca Navarrete1-, que el Derecho procesal no garantiza el
logro de la “justicia” ni de la “verdad”, pues sólo le justifica la norma constitucional y la
función jurisdiccional, esto es, que el Derecho procesal regula el proceso de la función
jurisdiccional mediante la aplicación de garantías procesales por parte de los jueces, a
fin de lograr tutela jurisdiccional efectiva ante un conflicto de intereses o incertidumbre
jurídica; que asimismo el “concepto de justicia” deberá ser el resultado de un proceso
justo que ha de ser garantía de la aplicación de las garantías procesales.
1 Vid. LORCA NAVARRETE, Antonio María. Simplemente un Proceso Justo. Edición Instituto Vasco de Derecho
Procesal. San Sebastián 2014, pp. 1-18.
3. En esta línea de análisis que combina ambos términos, el profesor Antonio María
Lorca Navarrete señala que “partiendo de la tesis de que la única justicia que está en
disposición de garantizar el proceso civil es la de la existencia de un proceso justo, la
sentencia que se pronuncia en el proceso civil quedaría afectada en tal contexto, por
la denominada autoridad de cosa juzgada (…) que sólo cuenta con la derogación del
supuesto en que sea recurrida y que cuando así no suceda adquiere, de pleno derecho,
fuerza ejecutiva.”2
4. Teniendo en cuenta lo anotado podemos señalar que la cosa juzgada no condensa bajo
ningún supuesto una “presunción de verdad”, ni absoluta ni relativa, ya que ningún
juez -tenga el nivel jerárquico que tenga- puede modificar los hechos (tal como se
presentaron en la realidad) a través de su sentencia, es decir no puede declarar la verdad
en mérito a los efectos legales de dicha sentencia, sino lo que hace el juez a través de
su sentencia es darle efectos jurídicos a los hechos que considera acreditados por medio
de la valoración probatoria, que generaron en él un convencimiento; por tanto, al no
existir la verdad -sea ésta denominada material, formal o judicial- sino la existencia del
convencimiento judicial, es aquel el que le otorga el efecto real a la cosa juzgada.
2 LORCA NAVARRETE, Antonio María. Litigación Civil. Edición Instituto Vasco de Derecho Procesal. San Sebastián
2014, p. 345.
3 LORCA NAVARRETE, Antonio María. Litigación Civil. Edición Instituto Vasco de Derecho Procesal. San Sebastián
2014, p. 347.
4 Ibídem.
6. Por tanto, la cosa juzgada formal implica que una vez emitida la sentencia por el juez,
éste ya no puede variarla, permaneciendo inmutable siempre que las partes dejen
transcurrir el plazo para recurrir, considerando la excepción de ser modificada por el
superior jerárquico en mérito a un recurso impugnatorio.
7. Por otro lado, la cosa juzgada material lo constituye la vinculación que la sentencia
definitiva de fondo produce en otro proceso diferente5, pudiendo tener una función
positiva y otra negativa, en atención a la primera se exige al juzgador a reconocer la
validez de dicha resolución judicial en todas las demás resoluciones que presupongan lo
juzgado, mientras que la función negativa será viable a través de la excepción (de parte o
de oficio) que tiende a impedir una nueva sentencia sobre lo sentenciado anteriormente.
8. Respecto a la cosa juzgada material PIQUERAS VALLS señala que “la función negativa
de la cosa juzgada se proyecta en la exclusión de un proceso posterior cuyo objeto
sea idéntico al del proceso en que se produjo la cosa juzgada” 6, mientras que CUENCA
GARCÍA indica que “tiene por finalidad evitar que terminado un proceso en el que se
hayan ejercitado un derecho absoluto, puede plantearse otro que pretenda una nueva
resolución sobre idéntica cuestión, en la medida en que de aceptarse tal posibilidad se
quebraría uno de los pilares del Estado de Derecho, y se podría dar lugar a resoluciones
contradictorias de imposible o difícil ejecución” 7.
5 Basado en estos lineamientos podemos afirmar que la cosa juzgada formal constituye requisito necesario
para la cosa juzgada material, por cuanto el efecto de la cosa juzgada formal implica la inmutabilidad de la
sentencia o resolución judicial definitiva (resolución firme) en mérito a lo cual el contenido de la misma no puede
postularse en otro proceso.
6 Citado por LORCA NAVARRETE, Antonio María. En Litigación Civil. Año 2014. Edición Instituto Vasco de Derecho
Procesal. San Sebastián 2012, pag. 348.
7 Citado por LORCA NAVARRETE, Antonio María. En Litigación Civil. Año 2014. Edición Instituto Vasco de Derecho
Procesal. San Sebastián 2012, pag. 348.
8 “Nuestra Constitución ha previsto en su artículo 139º un amplio catálogo de principios, que a juicio de este
Colegiado constituyen verdaderos derechos fundamentales, los que se erigen como un conjunto de garantías
mínimas que el propio constituyente ha creído conveniente incorporar dentro de nuestra norma para poder
afirmar la pulcritud jurídica de las actividades de orden jurisdiccional y prejurisdiccional que realicen las
autoridades.
Así, en su inciso 2) reconoce el derecho de toda persona que es sometida a proceso judicial a que no se deje sin
efecto las resoluciones que han adquirido la autoridad de cosa juzgada, disposición constitucional que debe
ser interpretada a la luz del principio de unidad de la Constitución, de conformidad con el inciso 13 del artículo
139º de la Ley Fundamental, que prescribe “Son principios y derechos de la función jurisdiccional: …13. La
prohibición de revivir procesos fenecidos con resolución ejecutoriada. La amnistía, el indulto, el sobreseimiento
definitivo y la prescripción producen los efectos de cosa juzgada…”.
conocer si estamos o no ante la presencia del principio de ne bis in ídem hay que verificar
en ambos casos la concurrencia de tres presupuestos9:
10. Queda claro entonces que la triple identidad anotada líneas arriba se refiere al ámbito
penal, ya sea para garantizar el derecho a no ser sancionado dos o más veces por un
mismo hecho (vertiente material) o para garantizar el no ser sometido a juzgamiento
dos o más veces por un mismo hecho (vertiente procesal); sin embargo, el principio ne
bis in ídem en el campo penal no se limita solo a las decisiones penales, sino que como
en el presente caso a la validez que puede mantener una sentencia civil dentro de un
proceso penal.
11. En este sentido, conviene recordar que la cosa juzgada formal llega a ser tal porque la
sentencia emitida ya no puede ser atacada, ni por el juez que la dictó ni por las partes
que dejaron transcurrir el plazo para impugnar, es decir, constituye una sentencia firme;
por lo que a decir del pronunciamiento de los jueces supremos en la casación bajo
análisis, lo expuesto respecto a la cosa juzgada formal otorgaba a lo resuelto por el juez
civil la condición de resolución firme, inmutable e inatacable, pero con la salvedad de
que se daban dentro del mismo proceso en el cual se emitió dicha sentencia.
12. Por otro lado -tal como se dijo líneas arriba-, respecto a la cosa juzgada material que se
refería a la inatacabilidad de la sentencia en otro proceso, podemos advertir que en la
casación bajo análisis, en su Fundamento de Derecho Primero -con el cual coincidimos-
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL del 24 de setiembre de 2010. Exp. Nº 1887-2010-PHC/TC LIMA
(HIPOLITO GUILLERMO MEJIA VALENZUELA), Fundamentos 9 y 10.
9 SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL del 16 de abril de 2014. Exp. Nº 02493-2012-PA/TC LA LIBERTAD
(JORGE ADALBERTO VÁSQUEZ PAULO), Fundamento 5.
se señala que “desde su efecto o función negativa: ne bis in ídem -respecto del efecto o
función positiva, prejudicial, la cosa juzgada impide que se desconozca o contradiga
las situaciones declaradas o reconocidas en resolución judicial firme-”; sin embargo,
no podemos dejar de señalar que el principio ne bis in ídem no es un principio absoluto o
ilimitado, tal es así que el Tribunal Constitucional en el Exp. Nº 02493-2012-PA/TC (Caso
JORGE ADALBERTO VÁSQUEZ PAULO) ha establecido dos excepciones que constituyen
restricciones que deben superar los niveles de razonabilidad y proporcionalidad, siendo
éstas:
13. Asimismo, en el ámbito civil existe la posibilidad de cuestionar la cosa juzgada a través
de la revisión civil cuando ésta ha sido dictada por error en el juzgamiento, el dolo de
una o ambas partes, la falsificación documentaria y otro aspectos que constituyen una
actuación fraudulenta, en el Perú se puede solicitar la ineficacia de la sentencia con
calidad de cosa juzgada a través de un proceso denominado Nulidad de Cosa Juzgada
Fraudulenta, establecido en el artículo 178º del Código Procesal Civil.
14. Ahora bien hay que considerar que los procesos civiles ejecutivos, como el de la
casación bajo análisis, está referida a un trámite rápido y con poca o restrictiva
actividad probatoria, ya que la actuación jurisdiccional está destinada a constatar la
existencia de un “título” a ser ejecutado que muchas veces se centra en la formación del
mismo; más aún cuando, conforme a la legislación del sistema bancario y financiero
así como la legislación de títulos valores, muchos de éstos títulos -especialmente letras
de cambio y pagarés, que aparejan mérito ejecutivo- son firmados en blanco para ser
llenados posteriormente con las obligaciones generadas por las operaciones bancarias.
15. Por lo expuesto, considerando como se señaló anteriormente, que si bien la verdad
no existe en un pronunciamiento judicial sino el procedimiento justo que refleja el
convencimiento del juez ante los medios de prueba, resulta razonable y proporcional
relativizar la cosa juzgada cuando del analizar de la causa penal existan motivos
fundados para establecer que la sentencia civil constituye un fin ilícito, sea porque la
actuación procesal fue deficientemente realizada, sea porque los nuevos elementos
probatorios no conocidos con anterioridad revelan una verdad distinta a la declarada
por el juez civil, sea porque se generó indefensión del vencido, o sea porque hubo
desconocimiento de dicho proceso civil, entre otras razones.
16. En el análisis de la presente casación podemos señalar que de los hechos previos al
hecho penal incriminado por la Fiscalía Provincial de Ica (Considerando Cuarto punto G
de la Casación bajo análisis) se habría establecido que la demanda de indemnización,
estimada parcialmente por el órgano jurisdiccional, y del contrato de cesión de derechos,
los agraviados formularon denuncia por delitos contra la fe pública; entendiéndose
que el hecho consignado en el contrato de cesión de derechos –existencia de la deuda
que los agraviados tenían con el Banco- era falso, y que el mencionado contrato fue
utilizado para perjudicar a los agraviados; por tanto, considero que sí podría haberse
dado la posibilidad de que en el proceso penal se verifique la existencia o no de actos
ilícitos que habrían generado la emisión de una sentencia, y se pudiera a través de un
eventual proceso penal corregir la ilicitud de dicha resolución judicial.
17. Es cierto que peligra la seguridad jurídica, la inmutabilidad de las resoluciones que
tienen la calidad de cosa juzgada y la inatacabilidad de las mismas; pero, no podemos
mantenernos inactivos frente a un hecho ilícito que ha encontrado a través del
pronunciamiento judicial una patente de corso para obtener impunidad.
25
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SEGUNDA SALA PENAL TRANSITORIA
CASACIÓN Nº 92-2017
AREQUIPA
SUMILLA:
I. El delito fuente es un elemento normativo del tipo objetivo de los tres subtipos penales
del delito de Lavado de Activos, previstos en los artículos 1°, 2° y 3° del Decreto Legislativo
N° 1106, modificado por el Decreto Legislativo N° 1249. Por tanto, para que una conducta sea
típica, debe reunir todos los elementos descriptivos y normativos del tipo penal. Si faltare
alguno de ellos, la conducta será atípica; y, en consecuencia, procederá la excepción de
improcedencia de acción. II. El delito fuente de Lavado de Activos, en nuestra legislación,
se basa en el principio de legalidad; es decir, debe estar taxativamente determinado por la
ley, conforme lo prevé el segundo párrafo del artículo 10° del Decreto Legislativo 1106, que
establece un sistema numerus clausus. III. El delito de Fraude en la Administración de las
Personas Jurídicas, no constituye delito fuente del delito de Lavado de Activos; por no estar
contemplado expresamente en dicha disposición; no siendo posible su subsunción dentro de
la fórmula abierta «o cualquier otro con capacidad de generar ganancias ilegales», por no
revestir gravedad. En consecuencia, el hecho denunciado por el Ministerio Público resulta
atípico, por faltar un elemento normativo del tipo objetivo; esto es, el delito fuente. IV. Para
incluir un determinado delito [como delito fuente] en la cláusula abierta «o cualquier otro con
capacidad de generar ganancias ilegales» -prevista en el segundo párrafo del artículo 10°
del Decreto Legislativo N° 1106-, se tendrá en cuenta los siguientes factores: i) La descripción
del suceso fáctico; mencionando a su presunto autor o partícipe, con indicación de la fecha
y lugar en que ocurrió; ii) El conocimiento o presunción de conocimiento del agente, sobre
dicho delito previo; iii) Su capacidad para generar ganancias ilegales; y, iv) la gravedad del
delito, en atención a la pena conminada en el tipo penal correspondiente; los mismos que
serán materia de una motivación cualificada.
SENTENCIA DE CASACIÓN
VISTOS; en audiencia pública, el recurso de casación interpuesto por la defensa técnica del
investigado JADER HARB RIZQALLAH GARIB, contra el Auto de Vista N° 259-2016, de fecha
siete de noviembre de dos mil dieciséis -obrante a folios tres del cuadernillo supremo-; emitido
FUNDAMENTOS DE HECHO
PRIMERO: Se tiene de los actuados que, mediante Disposición Fiscal N° 09-2016, de fecha
19 de abril de 2016, la Fiscalía Provincial Especializada en Delitos de Lavado de Activos y
Pérdida de Dominio de Arequipa; dispuso formalizar investigación preparatoria en contra de
JADER HARB RIZQALLAH GARIB, por la presunta comisión del delito de Lavado de Activos,
en agravio del Estado, representado por el Procurador Público del Ministerio del Interior
Especializado en delitos de Lavado de Activos y Procesos de Pérdida de Dominio. De acuerdo
con la imputación fáctica del Ministerio Público, el procesado JADER HARB RIZQALLAH
GARIB, realizó cuatro actos de transferencia bancaria, típicos de Lavado de Activos,
conforme a lo previsto en el artículo 1 del Decreto Legislativo N° 1106. Asimismo, en relación
al delito fuente o delito precedente, el Ministerio Público postula que el dinero objeto de las
diferentes transferencias, podría provenir de actividades vinculadas con el Fraude en la
Administración de Personas Jurídicas. Los cuatro actos de transferencia objeto de imputación
fiscal son los siguientes:
SEGUNDO: Mediante escrito obrante a folios dos -del incidente de excepción de improcedencia
de acción-, Ia defensa técnica de JADER HARB RIZQALLAH GARIB, deduce la excepción de
improcedencia de acción ante el Primer Juzgado de Investigación Preparatoria de Arequipa;
alegando que la imputación efectuada contra su patrocinado, por parte del Ministerio
Público, mediante Disposición Fiscal de Formalización de Investigación Preparatoria N° 09-
2016, de fecha 19 de abril de 2016, se sustenta en hechos atípicos respecto del delito de lavado
de activos; en consecuencia, la defensa sustenta la excepción deducida, de conformidad con
lo previsto en el artículo 6° inciso 1 literal b, del Código Procesal Penal; esto es, cuando el
hecho no constituye delito o no es justiciable penalmente.
i. La aplicación del principio de prohibición de regreso; esto es, que las transferencias
de dinero realizadas por parte del procesado JADER HARB RIZQALLAH GARIB,
a favor del Club FBC Melgar; se efectuaron dentro del ámbito eminentemente
SÉPTIMO: Contra el Auto de Vista N° 259-2016, de folios ciento trece, la defensa técnica
del procesado JADER HARB RIZQALLAH GARIB, a folios ciento cuarenta y tres, interpuso
recurso de casación -ampliado en esta sede suprema mediante escrito de fecha 20 de
marzo de 2017-; sosteniendo que el Auto de Vista: i) Se aparta de la doctrina jurisprudencial
OCTAVO: Este Supremo Tribunal, mediante Ejecutoria Suprema de fecha 22 de marzo de 2017,
obrante a folios setenta y tres, en el presente cuadernillo; declaró bien concedido el recurso
de casación, solo por las causales previstas en los incisos 3 [indebida aplicación o errónea
interpretación de la Ley penal] y 5 [apartamiento de la doctrina jurisprudencial] del artículo
429° del Código Procesal Penal. Mientras que fue declarado inadmisible por las causales
previstas en los incisos 1 [inobservancia de la garantía constitucional de carácter procesal
denominada “motivación de las resoluciones judiciales”] y 2 [inobservancia de los artículos
6.1.b y 336.2.b del Código Procesal Penal] del artículo 429° del Código Adjetivo acotado. En
este sentido, lo que es materia de dilucidación en sede casacional se restringe a lo siguiente:
NOVENO: Instruidas las partes procesales de la admisión del recurso de casación, se expidió
el decreto de folios ochenta y nueve en el presente cuadernillo; señalándose fecha para la
audiencia de casación el dieciocho de julio de dos mil diecisiete. La audiencia de casación
se realizó con la intervención del señor Fiscal Supremo en lo Penal, la Procuraduría Pública
y, la defensa técnica del procesado impugnante. Culminada la misma, de inmediato, se
produjo la deliberación de la causa en sesión secreta; en virtud de la cual, tras la votación
respectiva, corresponde pronunciar la presente sentencia de casación, cuya lectura se dará
en audiencia pública, en concordancia con el inciso 4 del artículo 431°, del Código Procesal
y Penal; señalándose para el ocho de agosto de dos mil diecisiete.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
DÉCIMO: La represión penal del lavado de activos en nuestro país, vino de la mano
de la intensificación de la lucha contra el tráfico ilícito de drogas1. Así, en el marco de
la Convención contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas,
aprobada por las Naciones Unidas en diciembre del año 1988, en la ciudad de Viena -
la misma que fuera ratificada por nuestro Congreso de la República mediante Resolución
Legislativa N° 25352, del 23 de diciembre de 1991- la tipificación del delito de lavado de
activos en el Perú, aparece vinculada únicamente a este delito; esto es, se tenía como única
conducta previa o generadora del activo ilícito, al delito de tráfico ilícito de drogas2. Es así
que, inmerso en un conglomerado de decretos legislativos que fueron promulgados por el
Poder Ejecutivo durante el mes de noviembre de 1991, se incluyó al Decreto Legislativo 736
(Promulgado el 8 de noviembre de 1991), que adicionaba dos artículos a la Sección II del
Capítulo III, del Título XII del Código Penal, sobre tráfico ilícito de drogas. Dichos dispositivos
signados como artículo 296°A y 296ºB, tuvieron por función político-penal, criminalizar los
actos de lavado de dinero provenientes del narcotráfico3.
1 GARCIA CAVERO, Percy, Derecho Penal Económico. Parte Especial, 1ra ed., Lima: Grijley, 2007, p. 479. ÉL
MISMO, «El delito de lavado de activos en el contexto de la lucha contra la criminalidad organizada», en
ZÚÑIGA RODRIGUEZ/MENDOZA LLAMACPONCCA (Coord.), Ley Contra el Crimen Organizado (Ley N° 30077).
Aspectos sustantivos, procesales y de ejecución penal, 1ra ed., Lima: Instituto Pacifico, 2016, p. 391: «El origen
criminológico del lavado de dinero se remonta al desarrollo del lucrativo negocio del tráfico ilícito de drogas a
partir de los años sesenta, aunque existen también datos ciertos sobre su vinculación con el ocultamiento de
beneficios obtenidos ilícitamente por funcionarios públicos corruptos».
2 GALVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino, El delito de Lavado de Activos. Criterios sustantivos y procesales. Análisis
del Decreto Legislativo N° 1106, 1ra ed., Lima: Actualidad Penal, 2014, p. 31.
3 PRADO SALDARRIAGA, Víctor, El delito de lavado de dinero en el Perú, En Línea: [http://perso.unifr.ch/
derechopenal/assets/files/articulos/a_20080526_63.pdf], p. 7.
DÉCIMO SEGUNDO: Así, el entonces incorporado artículo 296°-A del Código Penal,
establecía: «El que interviene en la inversión, venta, pignoración, transferencia o posesión de
las ganancias, cosas o bienes provenientes de aquellos o del beneficio económico obtenido
del tráfico ilícito de drogas, siempre que el agente hubiese conocido ese origen o lo hubiera
sospechado, será reprimido con pena privativa de la libertad no menor de ocho ni mayor
de dieciocho años, y con ciento veinte a trescientos días-multa e inhabilitación, conforme
al artículo 36°, incisos 1, 2 y 4. El que compre, guarde, custodie, oculte o reciba dichas
ganancias, cosas, bienes o beneficios conociendo su ilícito origen o habiéndolo sospechado,
será reprimido con la misma pena». Mientras que, a su turno, el artículo 296°-B del Código
Penal, señalaba: «El que interviene en el proceso de lavado de dinero proveniente del tráfico
ilícito de drogas o del narcoterrorismo, ya sea convirtiéndolo en otros bienes, o transfiriéndolo
a otros países, bajo cualquier modalidad empleada por el sistema bancario o financiero o
repatriándolo para su ingreso al circuito económico imperante en el país, de tal forma que
ocultare su origen, su propiedad u otros factores potencialmente ilícitos, será reprimido con
pena de cadena perpetua. La misma pena de cadena perpetua, se aplicará en los casos
en que el agente esté vinculado con actividades terroristas, o siendo miembro del sistema
bancario o financiero actúa a sabiendas de la procedencia ilícita del dinero».
DÉCIMO TERCERO: A principios del nuevo milenio se observó, en los procesos contra distintos
miembros del gobierno saliente, que los tipos de lavado de activos tenían una serie de vacíos
que hacían necesaria una profunda reforma. En lo referido al delito fuente, por ejemplo,
se advirtió la falta de conexión de los bienes “lavados” con delitos de corrupción (en los
procesos se aplicaban por ello los tipos de “encubrimiento real” o “receptación”). Por lo que,
finalmente, el Congreso de la República aprobó la Ley N° 27765, Ley Penal contra el Lavado
de Activos, promulgada el 26 de junio de 20025.
4 GARCÍA CAVERO, Percy, Derecho Penal Económico. Parte Especial, 1ra ed., Lima: Grijley, 2007, p. 480.
5 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, «Evolución de la criminalización del lavado de activos en la doctrina y práctica de
Perú y Alemania», en AMBOS/CARO CORIA/MALARINO (Coord.), Lavado de Activos y Compliance. Perspectiva
internacional y derecho comparado, Lima: Jurista Editores, 2015, p. 60 y ss.
efectos o ganancias cuyo origen ilícito conoce o puede presumir, con la finalidad de evitar
la identificación de su origen, su incautación o decomiso, será reprimido con pena privativa
de libertad no menor de ocho ni mayor de quince años y con ciento veinte a trescientos
cincuenta días multa»; mientras que, en el artículo 2°, los actos de ocultamiento y tenencia;
bajo el siguiente tenor: «El que adquiere, utiliza, guarda, custodia, recibe, oculta o mantiene
en su poder dinero, bienes, efectos o ganancias, cuyo origen ilícito conoce o puede presumir,
con la finalidad de evitar la identificación de su origen, su incautación o decomiso, será
reprimido con pena privativa de la libertad no menor de ocho ni mayor de quince años y con
ciento veinte a trescientos cincuenta días multa». Ahora bien, ¿cuáles debían ser los delitos
fuente que den lugar a los activos de origen ilícito, en los artículos 1° y 2° de la Ley 27765?
El legislador de aquella época, incurriendo en una deficiente técnica legislativa, desmembró
el delito fuente -elemento normativo del tipo objetivo del delito de Lavado de Activos- de su
lugar originario y, lo reguló en un artículo independiente, esto es, en el artículo 6° de la Ley
acotada; donde se señaló que: «El conocimiento del origen ilícito que debe conocer o presumir
el agente de los delitos que contempla la presente ley, corresponde a conductas punibles en
la legislación penal como el tráfico ilícito de drogas; delitos contra la administración pública;
secuestro; proxenetismo; tráfico de menores; defraudación tributaria; delitos aduaneros u
otros similares que generen ganancias ilegales, con excepción de los actos contemplados en
el Artículo 194 del Código Penal».
DÉCIMO SEXTO: A su turno, el vigente Decreto legislativo N° 1106, Decreto de Lucha Eficaz
contra el Lavado de Activos y otros Delitos relacionados a la Minería Ilegal y Crimen
Organizado; “consagró” la deficiente técnica legislativa de las anteriores normas. Es decir,
continuó sin incluir el delito fuente -elemento normativo del tipo objetivo- en la misma
disposición que tipifica la figura delictiva -esto es, en los artículos 1° [actos de conversión
y transferencia], 2° [actos de ocultamiento y tenencia] y 3° [transporte, traslado, ingreso
o salida por territorio nacional de dinero o títulos valores de origen ilícito]-; y mantuvo la
técnica de regularlo en una disposición independiente; esto es, en el artículo 10°, donde se
señala que: «El conocimiento del origen ilícito que tiene o que debía presumir el agente de los
delitos que contempla el presente Decreto Legislativo, corresponde a actividades criminales,
como los delitos de minería ilegal, el tráfico ilícito de drogas, el terrorismo, los delitos contra
la administración pública, el secuestro, el proxenetismo, la trata de personas, el tráfico ilícito
de armas, tráfico ilícito de migrantes, los delitos tributarios, la extorsión, el robo, los delitos
aduaneros o cualquier otro con capacidad de generar ganancias ilegales, con excepción de
los actos contemplados en el artículo 194° del Código Penal».
§. EL DELITO FUENTE COMO ELEMENTO NORMATIVO DEL TIPO OBJETIVO DEL DELITO
DE LAVADO DE ACTIVOS
DÉCIMO OCTAVO: Negar que el delito previo constituye elemento normativo del delito de
Lavado de Activos; implicaría defender «una interpretación formal y asistemática de los arts.
1, 2 y 3 del D. Leg. N° 1106, sin ninguna vinculación con el art. 10, segundo párrafo (de dicha
norma)»6. Con la referencia, en los artículos 1°, 2° y 3° del Decreto Legislativo N° 1106, a
un “origen ilícito” de los bienes (dinero, efectos, ganancias o títulos valores), el legislador
simplemente quiso «evitar el casuismo excesivo que supone incorporar, en cada uno de los
referidos dispositivos legales, la referencia expresa de todos los posibles delitos fuente. Por lo
que se ha precisado su contenido en la cláusula general prevista en el segundo párrafo del
artículo 10»7. En este último artículo, precisamente, es la propia norma la que se encarga de
señalar una lista ejemplificativa de delitos fuente.
DÉCIMO NOVENO: La primera función dogmática del delito previo, consiste, justamente, en
dotar de contenido al objeto material del delito de Lavado de Activos. Así, los artículos 1°,
6 MENDOZA LLAMACPONCCA, Fidel, El delito de lavado de activos. Aspectos sustantivos y procesales del tipo
base como delito autónomo, 1ra ed., Lima: Instituto Pacífico, 2017, p. 264.
7 IBÍDEM, p. 264.
2° y 3° del Decreto Legislativo N° 1106, señalan que el dinero, bienes, efectos o ganancias,
deben tener un origen ilícito; lo cual -a partir de consideraciones irrenunciables del carácter
fragmentario del Derecho Penal, el principio de unidad del ordenamiento jurídico, y el principio
de legalidad-, implica, necesariamente, que provengan de un delito fuente [no de una falta,
ni de un ilícito civil o administrativo]8. Por el contrario, una interpretación meramente literal
de los artículos 1°, 2° y 3° de la norma acotada, «traería como necesaria consecuencia, que
mediante la incriminación del lavado de activos se habría de reprimir actos de legitimación
aparente efectuados sobre cualquier ‘origen ilícito’, lo cual es inaceptable y aflictivo del
principio de legalidad»9.
8 Al respecto, véase, GARCIA CAVERO, Percy, Derecho Penal económico. Parte Especial, vol. I, 2da ed., Lima:
Instituto Pacífico, 2015, p. 576.
9 MENDOZA LLAMACPONCCA, Fidel, El delito de lavado de activos. Aspectos sustantivos y procesales del tipo
base como delito autónomo, 1ra ed., Lima: Instituto Pacífico, 2017, p. 264; en el mismo sentido, GARCIA CAVERO,
Percy, Derecho Penal económico. Parte Especial, vol. I, 2da ed., Lima: Instituto Pacífico, 2015, p. 576; para quien,
si se sigue una interpretación literal, «habría que concluir que la conducta de lavado de activos podría recaer no
sólo sobre activos de procedencia delictiva, sino también sobre los originados por cualquier ilícito en general. En
ese orden de ideas, la introducción al mercado legal de activos que provienen de una infracción civil, mercantil
o administrativa, podría ser considerada igualmente un delito de lavado de activos. Lo mismo habría que
decir si se procede a legitimar activos cuya fuente generadora es la comisión de una falta. Pese a la amplitud
del tenor literal, la procedencia ilícita de los activos debe circunscribirse necesariamente a un delito previo,
pues el artículo 10 del Decreto Legislativo 1106 establece que el origen ilícito de los activos se corresponde a
“actividades criminales” con capacidad de generar ganancias ilegales. Por lo tanto, si bien la redacción de los
tipos penales exige únicamente el origen ilícito de los activos, una interpretación sistemática con lo establecido
en el artículo 10 del Decreto Legislativo 1106, limitará el objeto material del delito a las ganancias que provienen
de actividades criminales».
10 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, El delito de Lavado de Activos. Análisis crítico, Lima: Grijley, p. 149.
11 PARIONA ARANA, Raúl, «La ilusión de la ‘Autonomía’ del delito de lavado de activos. Después de la dación del
Decreto Legislativo N° 1249. ¿Se puede condenar a una persona por lavado de activos sin probar que los bienes
objeto del delito provienen de la comisión de un delito previo?», en Actualidad Legal, Boletín N° 3, p. 1.
12 HINOSTROZA PARIACHI, César, El delito de Lavado de Activos. Delito Fuente, 1ra ed., Lima: Grijley, 2009, p. 32.
VIGÉSIMO PRIMERO: La segunda función dogmática del delito previo, consiste en especificar
el ámbito de la imputación subjetiva. Así, los artículos 1°, 2° y 3° del Decreto Legislativo N°
1106, hacen hincapié en que debe tratarse de bienes «cuyo origen ilícito conoce o debía
presumir [el agente]»; texto, sin embargo, a todas luces innecesario; por cuanto, por regla
general, el dolo del autor debe abarcar el conocimiento de todos los elementos objetivos del
tipo [y el delito fuente lo es]. Es como si en el delito de hurto, o en el de robo, el legislador
hubiese señalado expresamente en la descripción típica, que el agente debía conocer el
carácter ajeno del bien mueble. En ese sentido, al tener el delito fuente la calidad de elemento
normativo del tipo objetivo, el delito de Lavado de Activos no podrá imputarse al agente, si
es que éste no conocía dicho elemento normativo. Sin embargo, y pese a la técnica legislativa
empleada, el legislador no ha hecho más que resaltar que un aspecto esencial del injusto del
Lavado de Activos, es la procedencia delictiva de los bienes; esto es, el delito fuente. Tan
es así que, en el artículo 10° de la norma acotada, el legislador también especifica que: «El
conocimiento del origen ilícito que tiene o que debía presumir el agente de los delitos
que contempla el presente Decreto Legislativo, corresponde a actividades criminales como
los delitos de minería ilegal, el tráfico ilícito de drogas, el terrorismo, los delitos contra la
administración pública, el secuestro, el proxenetismo, la trata de personas, el tráfico ilícito de
armas, el tráfico ilícito de migrantes, los delitos tributarios, la extorsión, el robo, los delitos
aduaneros o cualquier otro con capacidad de generar ganancias ilegales, con excepción de
los actos contemplados en el artículo 194° del Código Penal. El origen ilícito que conoce o
debía presumir el agente del delito podrá inferirse de los indicios concurrentes en cada caso».
VIGÉSIMO SEGUNDO: Del mismo modo, la importancia del delito fuente en la imputación
subjetiva del delito de Lavado de Activos, se constata también en la exigencia legal de que
el agente actúe «con la finalidad de evitar la identificación de su origen, su incautación o
decomiso»; lo que no debe interpretarse como la finalidad psicológica de cada autor del
delito; sino, más bien, como la proyección de una sucesión de hechos en una determinada
dirección13. Esto es, en la práctica, esta intencionalidad debe apreciarse de la propia
secuencia de los acontecimientos o de la proyección de la direccionalidad que se da a los
hechos (una sucesión de hechos en determinada dirección)14. Tal es la importancia de la
función que cumple el delito fuente, que la regulación penal del delito de Lavado de Activos,
se ha hecho tipificando los actos de colocación dirigidos a ensombrecer el origen de los
activos o ciertas conductas periféricas de preparación; pero siempre teniendo en cuenta la
fase final de integración de capitales de origen delictivo en el sistema económico15. Se trata,
13 GARCÍA CAVERO, Percy, Derecho Penal económico. Parte Especial, vol. I, 2da ed., Lima: Instituto Pacífico, 2015,
p. 608.
14 GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino, El delito de Lavado de Activos. Criterios sustantivos y procesales. Análisis
del Decreto Legislativo N° 1106, 1ra ed., Lima: Actualidad Penal, 2014, p. 229.
15 GARCÍA CAVERO, Percy, Derecho Penal económico. Parte Especial, vol. I, 2da ed., Lima: Instituto Pacífico, 2015,
p. 608.
16 PÉREZ BEJARANO/MÁRQUEZ ROSALES, El Ejercicio de la abogacía y sus riesgos respecto al delito de Lavado de
Activos en el Perú, 1ra ed., Lima: Márquez Editores, 2017, p. 104.
17 Sobre esta problemática, POLAINO ORTS, Miguel, «Normativización de los títulos de imputación en el Blanqueo
de Capitales: cuestiones problemáticas fundamentales de la Parte General», en AMBOS/CARO CORIA/
MALARINO, Lavado de Activos y Compliance. Perspectiva internacional y Derecho Comparado, Lima: Jurista
Editores, 2015, p. 271 y ss.
18 HINOSTROZA PARIACHI, César, El delito de Lavado de Activos. Delito Fuente, 1ra ed., Lima: Grijley, 2009, p. 32.
tipo objetivo, del delito de Lavado de Activos; sino que constituye, además, un aspecto
esencial y gravitante del injusto material de dicho delito. Precisamente, en el fundamento
§5.32 del Acuerdo Plenario N° 3-2010/CJ-116 de las Salas Penales de la Corte Suprema, se
estableció que: «El delito fuente, empero, es un elemento objetivo el tipo legal -como tal
debe ser abarcado por el dolo- y su prueba condición asimismo de tipicidad». Doctrina
jurisprudencial que se mantiene vigente; al resultar concordante con la legislación vigente,
con la jurisprudencia y con los desarrollos de la dogmática jurídico-penal; conforme se ha
expuesto anteriormente. En consecuencia, la Sala Superior, en el Auto de Vista N° 259-2016,
de fecha siete de noviembre de dos mil dieciséis, se apartó indebidamente de la doctrina
jurisprudencial establecida por la Corte Suprema en el Acuerdo Plenario N° 3-2010/CJ-116;
incurriéndose, con ello, en la causal de casación prevista en el inciso 5 del artículo 429° del
Código Procesal Penal.
VIGÉSIMO SEXTO: La Sala Penal Superior, en el Auto de Vista N° 259-2016 (p. 15), sostuvo
que el delito de Lavado de Activos es un delito autónomo, cuya acreditación no depende
del refrendo de un delito previo; sino que «es suficiente con que existan indicios razonables
que vinculen a los activos can la actividad criminal previa, como lo señala la doctrina, la
normatividad nacional e internacional, así como Ia jurisprudencia y acuerdos vinculantes
de nuestra Corte Suprema». Si bien es cierto, un sector de la doctrina nacional entiende la
autonomía del delito de Lavado de Activos, como una “autonomía absoluta”; sin embargo,
es preciso determinar si tal posición, defendida por la Sala Superior, es la recogida por el
Decreto Legislativo 1106 y por la doctrina jurisprudencial vinculante de la Corte Suprema en
los Acuerdos Plenarios N° 3-2010/CJ-116 y N° 7-2011/CJ-116.
VIGÉSIMO SÉPTIMO: Previamente, es importante precisar que el Decreto Legislativo 1106, fue
modificado por el Decreto Legislativo N° 1249, publicado en el Diario Oficial El Peruano, con
fecha 26 de noviembre de 2016. Así, esta última norma modificó el artículo 10° del Decreto
Legislativo 1106, añadiendo el término “sanción”; esto es que: «El lavado de activos es un
delito autónomo por lo que para su investigación, procesamiento y sanción no es necesario
que las actividades criminales que produjeron el dinero, los bienes, efectos o ganancias,
hayan sido descubiertas se encuentren sometidas a investigación, proceso judicial o hayan
sido previamente objeto de prueba o condena». Esta modificación legal, sin embargo, no
resulta aplicable retroactivamente a los hechos materia de imputación del presente proceso;
toda vez que, según la tesis del Ministerio Público, los actos de transferencia realizados por el
procesado JADER HARB RIZQALLAH GARIB se realizaron en el periodo comprendido entre el
mes de julio del 2013 a marzo de 2014; por lo que, en aplicación de lo dispuesto por el artículo
6° del Código Penal, corresponde aplicar la norma de lavado de activos vigente, antes de
la modificatoria efectuada por el Decreto Legislativo N° 1249.
VIGÉSIMO OCTAVO: Una vez aclarado lo anterior; cabe señalar que, en cuanto a la
«autonomía»; el artículo 10° el Decreto Legislativo N° 1106 -en su texto vigente antes de la
modificatoria efectuada por el Decreto Legislativo N° 1249-, establecía que el delito de Lavado
de Activos es autónomo en el sentido de que, «para su investigación o procesamiento, no
es necesario que las actividades criminales que produjeron el dinero, los bienes, efectos o
ganancias, hayan sido descubiertas, se encuentren sometidas a investigación, proceso
judicial o hayan sido previamente objeto de prueba o de sentencia condenatoria»; con lo cual,
es el propio texto de la norma el que deja en claro que la autonomía del delito de Lavado de
Activos, es tan solo una autonomía procesal; esto es, para la investigación o procesamiento
por delito de Lavado de Activos, no es necesario que las actividades criminales que produjeron
el dinero, los bienes, efectos o ganancias, hayan sido descubiertas, se encuentren sometidas a
investigación, proceso judicial o hayan sido previamente objeto de prueba o de sentencia
condenatoria; empero -de acuerdo con una interpretación a contrario sensu-, para la condena
por Lavado de Activos, la prueba del delito fuente si será necesaria. En consecuencia, para
desvirtuar la presunción de inocencia, la prueba del delito fuente deberá ser acreditada -ya
sea mediante prueba directa o indiciaria; la que deberá ser debidamente motivada en la
respectiva sentencia.
19 Ejecutoria Suprema dictada en el Recurso de Nulidad N° 2868-2014/Lima (Sala Penal Transitoria), del 21 de
diciembre de 2016, F.J. Décimo». Ponente: SAN MARTÍN CASTRO.
probatorio requerido para obtener certeza, respecto del origen ilícito de los bienes en el delito
de Lavado de Activos20.
TRIGÉSIMO: La línea jurisprudencial antes descrita, ha sido consolidada por esta Segunda
Sala Penal Transitoria; al haberse señalado, en reciente pronunciamiento jurisprudencial que:
«En el proceso penal por lavado de activos debe estar suficientemente probada la realización
del delito fuente, así como que los activos generados por este delito, son los que constituyen
objeto del lavado de activos» [GARCIA CAVERO, Percy, Derecho Penal Económico. Parte
Especial, vol. I, 2da ed., Lima: Instituto Pacífico, 2015, p. 596]. En ese sentido, para arribar a
una condena por lavado de activos, bastará con acreditar los extremos indispensables que
hagan a la materialidad del hecho previo -esto es, sus efectos lesivos y las circunstancias de
tiempo y lugar-, a su dominabilidad por parte del autor y a su condición de evento originante
de los bienes sometidos a maniobra del lavador [Orsi, Omar G., Lavado de dinero de origen
delictivo, 1ra ed., Buenos Aires: Hamurabi, 2007, p. 623 y ss]. Por otra parte, en cuanto al
grado de realización del delito previo, se exige por lo menos la tentativa, también se aceptan
los actos preparatorios punibles, siempre en la medida que de ellos deriven bienes idóneos
para ser objeto de blanqueo [CARO CORIA, Dino Carlos, «Sobre el tipo básico de lavado de
activos». Disponible en línea: (http://www.cedpe.com/centro_info/archivos/ainteres/doc06.
pdf) p.20]. No satisface el principio de imputación necesaria la vinculación con una actividad
delictiva en general. (...) Al tratarse -el origen ilícito de los bienes- de un elemento constitutivo
y necesario del tipo penal de Lavado de Activos, resulta menester que su estándar probatorio
sea concordante con las garantías constitucionales y procedimentales, que tienen que ver
con el Principio de Presunción de Inocencia, Derecho de Defensa e Imputación Necesaria. No
se cumple con estas exigencias, si la prueba de este elemento normativo se agota en una
referencia vaga y genérica a una “actividad criminal previa”, sin mayores especificaciones
[HERRERA GUERRERO, Mercedes, «El delito de lavado de activos y la prueba de la procedencia
delictiva de los bienes», en Revista Ita Ius Esto, Universidad de Piura, p. 7]. Por ello, la
alegación de que ‘únicamente se debe probar el origen ilícito de los bienes y no la actividad
criminal previa que produjo dichos bienes’, resulta ilógica y contradice flagrantemente el
principio de legalidad y las garantías de la prueba [PARIONA ARANA, Raúl, «La ilusión de
la ‘Autonomía’ del delito de lavado de activos. Después de la dación del Decreto Legislativo
N°1249. ¿Se puede condenar a una persona por lavado de activos sin probar que los bienes
objeto del delito provienen de la comisión de un delito previo?», en Actualidad Legal, Boletín
N° 3, p. 2]; pues resulta materialmente imposible probar el “origen ilícito” de un bien, sin tener
20 En ese sentido, también en la Ejecutoria Suprema dictada en el Recurso de Nulidad N° 3091-2013/Lima (Sala
Penal Permanente), del 21 de abril de 2015, F.J. Cuarto». Ponente: PARIONA PASTRANA; se señaló que: «para
poder hablar de un delito de lavado de activos ha de tenerse indicios de delitos cometidos previamente, los
cuales hayan producido ganancias ilícitas que lavan».
certeza de qué hecho delictivo concreto -idóneo para producir cierta cantidad de ganancias-
provienen»21.
TRIGÉSIMO SEGUNDO: Ahora bien, incluso a partir del nuevo texto del artículo 10° del
Decreto Legislativo N° 1106 -modificado por el Decreto Legislativo N° 1249-; es posible seguir
manteniendo la autonomía únicamente procesal del delito de Lavado de Activos. Así, con
la modificación del artículo 10° del Decreto Legislativo N° 1106, se buscó hacer compatible
el texto de dicha norma, con lo previsto por el Acuerdo Plenario N° 7-2011/CJ-11; en cuyos
puntos 9, 10 y 11, se desarrollan aquellos casos específicos donde puede configurarse delito
de Lavado de Activos, antes de la realización del delito fuente [v.gr. Que el pago por la venta
ilícita se haga antes de la entrega o pago por adelantado]; esto es, se trata de casos en los
cuales podría haber ganancia ilícita antes de la ejecución del delito fuente. A estos casos,
precisamente, es que se refiere la modificatoria del artículo 10° del Decreto Legislativo N°
1106, efectuada por el Decreto Legislativo Nº 1249; a fin de hacer compatible el texto de
la ley, con este tipo de casos específicos, ya contemplados con anterioridad por el Acuerdo
Plenario N° 7-2011/CJ-11.
21 Ejecutoria Suprema dictada en el Recurso de Nulidad N° 3036-2016/Lima (Primera Sala Penal Transitoria), del 10
de Julio de 2017, Fs.Js. Décimo octavo y Décimo noveno». Ponente: HINOSTROZA PARIACHI.
22 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, «Evolución de la criminalización del Lavado de Activos en la doctrina práctica
de Perú y Alemania», en AMBOS/CARO CORIA/MALARINO, Lavado de Activos y Compliance. Perspectiva
internacional y Derecho Comparado, Lima: Jurista Editores, 2015, p. 74 y ss.
23 GARCÍA CAVERO, Percy, Derecho Penal. Parte General, 2da ed., Lima: Jurista, 2012, p. 141
24 STC dictada en el Exp. 0010-2002-AI/TC, F.J., §8.1.
sancionada y la pena aplicable. Por último, el principio de legalidad -en su vertiente de lex
stricta-, impide que el juzgador recurra a la analogía in malam partem, para sancionar una
conducta; tal como lo dispone el artículo 139° inciso 9 de la Constitución Política y el artículo
III del Título Preliminar del Código Penal.
25 YACOBUCCI, Guillermo, El sentido de los principios penales, Buenos Aires: B de F, 2014, p. 456.
26 Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso “Baena, Ricardo y otros”, parágrafos 108 y 115; “Cantoral
Benavides”, parágrafo 157, y “Castillo Petruzzy y otros”, parágrafo 121.
27 YACOBUCCI, Guillermo, El sentido de los principios penales, Buenos Aires: B de F, 2014, p. 457.
TRIGÉSIMO NOVENO: Nada le impedía al legislador, haber utilizado una fórmula legal
más respetuosa de la exigencia de lex certa; v.gr. «y todos los demos delitos dolosos
contemplados en el Código Penal y leyes penales especiales»; o, «y todos los demás
delitos dolosos previstos en el Código Penal y leyes penales especiales, que contemplen
una pena privativa de libertad superior a los seis (o cuatro) años», etcétera; con lo cual,
cuando menos, el destinatario de la norma hubiese tenido certeza del contenido de la
prohibición del delito de lavado de activos. No obstante, cabe advertir que, si el legislador
hubiese querido excluir como delito fuente del delito de Lavado de Activos, únicamente, al
delito de receptación; entonces, fácilmente hubiese utilizado una fórmula como «y todos los
demás delitos previstos en el Código Penal y leyes penales especiales, con excepción de
los actos contemplados en el artículo 194° del Código acotado». Al no haberse empleado
esta última fórmula, queda claro que el delito de receptación, previsto en el artículo 194°
del Código Penal, no es el único delito excluido del catálogo de delitos fuente del delito de
Lavado de Activos; puesto que, como acabamos de señalar, a partir del propio tenor literal
de la ley se descarta dicha posibilidad.
28 Cfr. ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, El delito de Lavado de Activos. Análisis crítico, Lima: Grijley, p. 140.
29 GARCÍA CAVERO, Percy, «Dos cuestiones problemáticas del delito de Lavado de Activos: El delito previo y la
cláusula de aislamiento», en ABANTO VÁSQUEZ/CARO JOHN/MAYHUA QUISPE, Imputación y Sistema Penal,
Lima: Ara Editores, 2012, p. 421 y ss.
30 Cfr. ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, El delito de Lavado de Activos. Análisis crítico, Lima: Grijley, p. 140.
31 GARCÍA CAVERO, Percy, «Dos cuestiones problemáticas del delito de Lavado de Activos: El delito previo y la
cláusula de aislamiento», en ABANTO VÁSQUEZ/CARO JOHN/MAYHUA QUISPE, Imputación y Sistema Penal,
Lima: Ara Editores, 2012, p. 422.
32 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel, El delito de Lavado de Activos. Análisis crítico, Lima: Grijley, p. 224 y ss.
33 IBÍDEM, p. 224.
34 GARCÍA CAVERO, Percy, Derecho Penal económico. Parte Especial, vol. I, 2da ed., Lima: Instituto Pacífico, 2015,
p. 578.
35 IBÍDEM, p. 577.
36 YACOBUCCI, Guillermo, El sentido de los principios penales, Buenos Aires: B de F, 2014, p. 466.
37 GARCÍA CAVERO, Percy, Derecho Penal. Parte General, 2da ed., Lima: Jurista Editores, 2012, p. 286.
38 Cfr. YACOBUCCI, Guillermo, El sentido de los principios penales, Buenos Aires: B de F, 2014, p. 462.
QUINCUAGÉSIMO: Por otra parte, de acuerdo con una interpretación histórica del delito de
Lavado de Activos; es importante resaltar que en la ley penal contra el lavado de activos
anterior (Ley N° 27765), el artículo 6° hacía una enumeración de la clase de delitos previos
que podían dar lugar a un delito de lavado de activos (tráfico ilícito de drogas, delitos contra
la Administración Pública, secuestro, etc.), pero había la posibilidad de considerar también
a otros delitos “similares”42. La exigencia de una “similitud” con los delitos expresamente
mencionados, permitía concluir que, no cualquier delito podía ser considerado un delito
previo, sino solamente aquellos que eran similares en cuanto a la gravedad con los delitos
expresamente mencionados43. Esta conclusión se correspondía, además, con lo establecido
en el fundamento §5.30 del Acuerdo Plenario N° 3-2010, donde -a partir de una interpretación
sistemática y teleológica-, se concluyó que, por delitos “similares”, debía entenderse a los que
estaban sancionados con penas privativas de libertad significativas y habían sido realizados
tendencialmente en delincuencia organizada.
39 IBÍDEM, p. 576.
40 HINOSTROZA PARIACHI, César, El delito de Lavado de Activos. Delito Fuente, 1ra ed., Lima: Grijley, 2009, p. 186
y ss.
41 GARCÍA CAVERO, Percy, Derecho Penal económico. Parte Especial, vol. I, 2da ed., Lima: Instituto Pacífico, 2015,
p. 577.
42 GARCÍA CAVERO, Percy, Derecho Penal económico. Parte Especial, vol. I, 2da ed., Lima: Instituto Pacífico, 2015,
p. 577.
43 IBÍDEM, p. 577.
por lo que es necesaria la concurrencia del requisito de gravedad del delito fuente; conforme
a los criterios establecidos en el considerando precedente.
QUINCUAGÉSIMO SEXTO: Al respecto, este Supremo Tribunal, considera que para incluir
un determinado delito [como delito fuente] en la cláusula abierta «o cualquier otro con
capacidad de generar ganancias ilegales» -prevista en el segundo párrafo del artículo 10°
del Decreto Legislativo N° 1106-, se tendrá en cuenta los siguientes factores: i) La descripción
del suceso fáctico, ocurrido en un tiempo y lugar determinado; mencionando a su presunto
autor o partícipe. ii) El conocimiento o presunción de conocimiento del agente, sobre dicho
delito previo; iii) Su capacidad para generar ganancias ilegales; y, iv) la gravedad del delito,
en atención a la pena conminada en el tipo penal correspondiente; los mismos que serán
materia de una motivación cualificada. De esta forma se evitará la vulneración del principio
de legalidad, en su vertiente de lex certa.
46 Sala Penal Transitoria [hoy Primera Sala Penal Transitoria]; Casación N° 407-2015/Tacna, del 07 de julio del
2016; F.J. Cuarto. (Ponente: San Martín Castro)
SEXAGÉSIMO TERCERO: Dada la naturaleza del asunto objeto de decisión, este Supremo
Tribunal dispone que los fundamentos décimo séptimo, quincuagésimo segundo y
quincuagésimo sexto, constituyen doctrina jurisprudencial vinculante para los órganos
jurisdiccionales penales, diferentes a la propia Corte Suprema, de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 433°, inciso 3, del Código Procesal Penal.
47 Véase, Sala Penal Transitoria [hoy Primera Sala Penal Transitoria]; Casación Nº 407-2015/Tacna, del 07 de julio
del 2016; F.J. Quinto. (Ponente: San Martín Castro)
DECISIÓN
S.S.
HINOSTROZA PARIACHI
VENTURA CUEVA
FIGUEROA NAVARRO
CEVALLOS VEGAS
CHÁVEZ MELLA
SUMILLA:
“Para que exista una condena por lavado de activos, debe ser acreditado indiciariamente el
origen ilícito de los activos y no un delito precedente. En nuestra opinión, entre los indicios
para acreditar el origen ilícito, puede encontrarse algún nivel de vinculación a un delito
precedente capaz de generar ganancias ilegales, respecto del cual no se puede exigir un
estándar probatorio similar que el utilizado para acreditar un delito en general, sino
indicios de menor intensidad probatoria”.
Debemos partir por señalar que para que exista una condena por lavado de activos, debe
ser acreditado indiciariamente el origen ilícito de los activos y no un delito precedente. En
nuestra opinión, entre los indicios para acreditar el origen ilícito, puede encontrarse algún
nivel de vinculación a un delito precedente capaz de generar ganancias ilegales, respecto
del cual no se puede exigir un estándar probatorio similar que el utilizado para acreditar
un delito en general, sino indicios de menor intensidad probatoria. Esta conclusión se extrae
de los Convenios Internacionales de Antilavado de Activos y contra la Financiación del
Terrorismo, la doctrina y jurisprudencia extranjera, así como parte importante de la doctrina
y jurisprudencia nacional, como veremos a continuación.
• Las 40 Recomendaciones del GAFI5: establecen los requisitos mínimos que deben implementar
los países para luchar contra el lavado de activos y la financiación del terrorismo. La primera
versión de las Recomendaciones se remonta al año 1990, experimentando una serie de
actualizaciones posteriores, la última de las cuales se efectuó en febrero de 2012. Estas 40
Recomendaciones del GAFI establecen los requisitos mínimos que deben implementar los
países para luchar contra el lavado de activos y la financiación del terrorismo. La primera
versión de las Recomendaciones se remonta al año 1990, experimentando una serie de
actualizaciones posteriores, la última de las cuales se efectuó en febrero de 2012.
A su vez, varios instrumentos soft law, hacen mención de esta alternativa. Por ejemplo, el
“Modelo de Legislación de las Naciones Unidas sobre Lavado de Dinero del 2009” sostiene
que:
4 http://www.unodc.org/documents/treaties/UNTOC/Publications/TOC%20Convention/TOCebook-s.pdf
5 Ver http://www.gafilat.org/UserFiles/documentos/es/Las_Nuevas_40_Recomendaciones.pdf.
“Para poder probar el origen ilícito de los activos, no será necesario que exista una sentencia que
condene el delito que los haya generado”6.
En esta misma línea, el art. 6 del Modelo Regulatorio de la OAS-CICAD (por sus siglas en
inglés), dispone que el delito de Lavado de Activos será definido como: “investigado, enjuiciado
y sentenciado por un tribunal o autoridad competente, como una figura autónoma y distinta de
cualquier otra ofensa penal. No será necesario establecer un procedimiento penal con respecto a la
existencia del posible delito [previo] grave”7.
• Isidoro Blanco Cordero10, al analizar el Código Penal Español, artículo 301 CP, respecto
al hecho, de que se requiere acreditar que los bienes supuestamente blanqueados proceden
de una actividad delictiva; precisa que esta modificación “actividad delictiva”, corresponde
mejor con la autonomía del delito de blanqueo y con la no exigencia de una resolución
judicial que se pronuncie sobre un delito antecedente concreto conforme a lo establecido
también por la doctrina de la Sala Segunda del TS (STS 115/2007 de 22 de enero de 2007).
El citado autor, precisa también, respecto al delito de blanqueo de capitales, que la doctrina
jurisprudencial española, desde hace años, se ha pronunciado de manera rotunda en el
sentido de que no es necesario que exista una condena por la actividad delictiva previa de
la que proceden los bienes. Es paradigmática la STS 1704/2001, de 29 de setiembre, a la que
se refieren otros posteriores, en la que advierte que en la definición del delito de blanqueo no
se exige la previa condena por el delito del que proceden los bienes que se ocultan. Esto es
lógico, sigue, desde una perspectiva político - criminal, puesto que, tratándose de combatir
6 Art. 3 (8) del “Modelo de Legislación sobre Lavado de Dinero del 2009” (Informe, abril 2009) 16
7 OAS-CICAD, “Regulación Modelo respecto del delito de Lavado en relación al tráfico de drogas y otros delitos
graves” (Informe, diciembre 2005).
8 GAFI, “Metodología para el cumplimiento de las 40 Recomendaciones y las 9 Recomendaciones Especiales del
GAFI” (Informe, 27 de febrero de 2004, actualizado en febrero de 2009) 11.
9 Ver Recomendación 3 de la versión 2012 de las 40 Recomendaciones del GAFI y sus notas interpretativas (Feb.
2012).
10 Blanco Cordero, Isidoro; El delito de Blanqueo de Capitales; Thomson Reuters - Aranzadi; 3ra Edición 2014
(Primera Edición en esta colección); pág. 246.
eficazmente el tráfico de drogas en todos los tramos del circuito económico generado por
dicha delincuencia, carecería de sentido esperar a que se declarase la responsabilidad de los
partícipes en el tráfico para perseguir penalmente tales conductas11. Se considera bastante
con acreditar simplemente la presencia antecedente de una actividad delictiva de modo
genérico, que permita en atención a las circunstancias del caso concreto la exclusión de
otros posibles orígenes, sin que sea necesaria ni la demostración plena de un acto delictivo
específico generador de los bienes ni de los concretos partícipes en el mismo12.
Señala también, que respecto a la vinculación del delito de blanqueo de capitales con la
actividad delictiva previa, basta con que exista una acción típica y antijurídica sin necesidad
de que concurra la culpabilidad; es decir no es necesario que el autor o el cómplice en el
delito previo sean culpables o hayan sido efectivamente penados13.
• Diana Patricia Arias Holguín, al tratar el tema del delito previo o subyacente del delito
de lavado de activos, precisa que, es necesario que el hecho previo constituya un injusto,
es decir, que se esté en presencia de una conducta típica y antijurídica, atendiendo a que
en este precepto se afirma la procedencia de las figuras post - delictivas aunque el autor o
el cómplice del hecho previo fuesen irresponsables o estuviesen personalmente exentos de
pena15.
Ahora bien, afirmar que el delito previo constituye un elemento del tipo penal de lavado
de activos, carece de sustento; si bien las recientes modificaciones del texto de blanqueo
de capitales en la legislación española, no exigen que los bienes tengan su origen en un
delito, es decir, en una acción típica, antijurídica, culpable y punible, sino que es suficiente
con que los bienes procedan de una actividad delictiva; pero este cambio consagra la
línea seguida por la jurisprudencia del Tribunal Supremo. En efecto, pese a que la anterior
11 En la misma línea las SSTS 575/2003, 14-4; 8288/2003, 19-12; 1239/2004, 25-2; 8120/2004, 15-12; 141/2006, 27-1;
3932/2007, 4-6 y 772/2007, 8-4-2008; 1426/2005, 13-12; 115/2007, 22-1.; citado por Blanco Cordero, Isidoro; cit.,
pág. 247.
12 Zaragoza Aguado; Comentario al art. 301 CP; citado por Blanco Cordero, Isidoro; cit., pág. 247.
13 Blanco Cordero, Isidoro; El delito de Blanqueo de Capitales; op. Cit.; pág. 281.
14 Blanco Cordero, Isidoro; op. Cit.; pág. 282.
15 Arias Holguin Diana Patricia; Aspectos Políticos - Criminales y Dogmáticos del Tipo de Comisión Doloso de
Blanqueo de Capitales (Art. 301 CP); Iustel - 1ra Edición 2011; pág. 314.
Estos criterios inferenciales permiten la explicación con racionalidad del elemento cognitivo
del delito -el conocimiento de la relación del bien sobre el que se actúa con una actividad
delictiva-, no requiriendo un concreto delito sino su conexión con una actividad delictiva,
que requiere la existencia de una acción típica y antijurídica, sin ser necesario elementos de
culpabilidad y punibilidad.
16 Martínez - Arrieta Márquez de Prado, Ignacio; El Autoblanqueo - El Delito Fiscal como Delito Antecedente del
Blanqueo de Capitales -; Tirant lo Blanch; 107 “Colección Delitos” - Valencia 2014; pág. 32.
• Zaragoza Aguado17, por su parte, sostiene que “la determinación de la procedencia criminal
de los bienes que son objeto de los actos típicos de blanqueo no requerirá otras exigencias
que la presencia antecedente de una actividad delictiva de modo genérico, que permita en
atención a las circunstancias del caso concreto la exclusión de otros posibles orígenes, sin
que sea necesaria ni la demostración plena de un acto delictivo específico generador de los
bienes ni de los concretos partícipes en el mismo”. Ya que “Si la característica fundamental
de esta figura delictiva, a los efectos de su aplicación práctica, es su naturaleza autónoma
e independiente, sin accesoriedad respecto al delito previo, en buena lógica no cabe exigir
la plena probanza de un ilícito penal concreto y determinado generador de los bienes y
ganancias que son blanqueados, sino la demostración de una actividad delictiva”.
• Prado Saldarriaga sostiene que el delito de Lavado de Activos, sin más “es un delito
autónomo de aquel al que se le vincula los capitales objeto de la actividad específicamente
tipificada”19; en todo caso como sostiene Caro Coria, se debe mencionar el delito fuente de
modo genérico, y que esta se puede acreditar en el proceso mismo de Lavado de Activos,
señalando concretamente que “(...) la mínima actividad probatoria exigible debe orientarse a
acreditar la presencia antecedente de una actividad delictiva de modo genérico”20.
17 Zaragoza Aguado, Javier Alberto. “Investigación y Juzgamiento del Blanqueo de Capitales (II)”. En: BLANCO
CORDERO, Isidoro et. al., Combate al Lavado de Activos desde el Sistema Judicial. Tercera Edición, Washington
D.C.: OEA, República Bolivariana de Venezuela, Banco Interamericano de Desarrollo, 2007, p. 396.
18 Gálvez Villegas, Tomás Aladino, El Delito de Lavado de Activos, Criterios Sustantivos y Procesales, Análisis del
Decreto Legislativo N° 1106, Pacífico Editores, Lima, 2014, p. 87.
19 Prado Saldarriaga, Víctor, Criminalidad Organizada y Lavado de Activos, Editorial Idemsa, 2013, p. 216.
20 Caro Coria, Carlos, “Lavado de Activos Provenientes del delito Tributario”, en Lavado de Activos y Compliance,
Editorial Juristas, Lima, 2015, p. 176.
21 Abanto Vásquez, Manuel, “Evolución de la Criminalización del Lavado de Activos en la Doctrina y Práctica del
Perú y Alemania”, en Lavado de Activos y Compliance, Editorial Juristas, Lima, 2015, p. 77.
• Acuerdo plenario 3-201022, en primer lugar define el delito de lavado de activos (...) todo
acto o procedimiento realizado para dar una apariencia de legitimidad a los bienes y capitales que
tienen un origen ilícito ( ...). En cuanto a su tipicidad, considera al delito fuente como elemento
objetivo del tipo en el que no es necesario (...) que conste acreditada la comisión mediante
sentencia firme, ni siquiera que exista investigación en trámite ni proceso penal abierto23. Asimismo,
respecto a tipicidad subjetiva, señala que la ley exige una conducta dolosa en la que (...)
el agente sabe o puede presumir que el dinero o los bienes que son objeto de las operaciones de
colocación, trasferencia, ocultamiento o tenencia que realiza tienen un origen, ni mucho menos
quienes intervinieron en su ejecución, ilícito (...)24. Sin embargo no es exigencia del tipo penal que el
agente conozca de que delito previo se trata, ni cuando se cometió éste cuando menos el agente pueda
inferir de las circunstancias concretas del caso (...)25. Mientras que en su fundamento 35°, con
realción a la acreditación del conocimiento del delito fuente y el conjunto de los elementos
objetivos del delito de lavado de activos precisa que: “El tipo legal de lavado de activos sólo
exige la determinación de la procedencia delictiva de dinero, bienes, efectos o ganancias que permita
en atención a las circunstancias del caso concreto la exclusión de otros posibles orígenes. No hace
falta la demostración acabada de un acto delictivo específico, con la plenitud de sus circunstancias,
ni de los concretos partícipes en el mismo26 -lo contrario implicaría, ni más ni menos, a concebir este
delito como de imposible ejecución-; es suficiente la certidumbre sobre su origen, conocimiento de la
existencia de una infracción grave, de manera general. Ha de constatarse algún vínculo o conexión
con actividades delictivas graves -las previstas en el artículo 6° de la Ley- o con personas o grupos
relacionados con la aplicación de este tipo legal”.
Es decir, en este acuerdo plenario. Si bien se define el delito fuente, como un elemento
objetivo de la tipicidad, su probanza acerca de su conocimiento y elementos objetivos del
Lavado de Activos, primordialmente descansará en la prueba indiciaria27; es por ello que el
22 Emitido el 16 de noviembre de 2010, por las Salas Penales Permanentes y Transitorias de las Corte Suprema de
Justicia de la Republica, con la finalidad de concordar criterios jurisprudenciales respecto al delito de Lavado de
Activos.
23 Segundo párrafo del fundamento 32
24 En su Fundamento 17.
25 En su Fundamento 18
26 El sombreado es nuestro.
27 La prueba indiciaria es idónea y útil para suplir las carencias de la prueba directa. La existencia de los elementos
del tipo legal deberá ser inferida a partir de un razonamiento lógico deductivo, apoyado en reglas de inferencia
que permiten llegar a una conclusión a partir de determinadas premisas, datos externos y objetivos acreditados,
conforme se estableció en la Ejecutoria Suprema Vinculante N° 1912-2005/Piura, del 6 de setiembre de 2005
(Acuerdo Plenario N° 1-2006/ESV-22, del 13 de octubre de 2006. Fundamento 33).
citado acuerdo plenario, precisa que (...) La Prueba sobre el conocimiento del delito fuente y el
conjunto de los elementos objetivos del lavado de activos será normalmente la prueba indiciaria, no
es habitual la existencia de prueba directa, ya que en esta clase de actividades delictivas son propias
de la criminalidad organizada.
Al referirse a la tipicidad objetiva del delito de lavado de activos, luego de desarrollar las
conductas que la comprenden, esto es, los de conversión y transferencia, ocultamiento
y tenencia, y transporte y traslado, resalta que a éstas se integran (...) el origen ilícito o la
conexión directa o derivada de las actividades criminales de los activos (...), tales activos, constituyen
en el delito de lavado de activos, un elemento normativo del tipo, siendo de aclarar que en pureza
elemento típico no es el delito previo sino el origen criminal o la procedencia delictiva de los activos
lavados (...)30, (sombreado es nuestro).
En cuanto a la acreditación de éste como elemento normativo del tipo, enfatiza (...) que es
obvio que no hace falta la existencia de una sentencia previa que haya declarado el delito precedente,
pues de lo contrario no sería posible en la mayoría de los casos aplicar el tipo de lavado de activos
-son razones de política criminal las que autorizan a atender de esta forma los alcances del referido
elemento normativo del tipo- (...), resaltando que lo que realmente se exige es la creditación
necesaria -como elevada probabilidad objetiva- de que los bienes inicialmente bajo sospecha simple
-que es lo que se precisa para la legitimidad de la investigación preparatoria en fase preliminar-
y, luego, bajo sospecha suficiente -en que, a nivel de prognosis, se requiere que la condena resulte
probable (probabilidad de condena), y que a su vez justifica la acusación y el auto enjuiciamiento-,
tuvieron su origen en una actividad delictiva previa31.
28 De fecha 27 de diciembre de 2016, en mérito al recurso de nulidad presentada por el Ministerio Público y la
Procuraduría Pública Especializada.
29 Primer numeral del décimo fundamento.
30 Tercer numeral del décimo fundamento
31 Idem
Ahora bien, conforme con estas posiciones jurisdiccionales, para determinar la vinculación
del objeto del delito de lavado de activos con la actividad criminal previa, así como
para determinar la propia existencia de ésta, es suficiente que existan indicios razonables
al respecto, tal como uniformemente señala la doctrina, la normatividad nacional e
internacional, así como la jurisprudencia.
Ahora bien, en el caso de que se hubiera individualizado un delito previo, pudiera ser que
éste, ni siquiera se hubiese investigado o que se hubiera absuelto al agente por el delito
previo, por ejemplo, por no haberse acreditado su participación en los hechos, por causal
de inculpabilidad o alguna causal de exención de pena, o por la aplicación del principio del
in dubio pro reo, o por una mala apreciación o valoración de los medios de prueba, en el
proceso seguido para el supuesto delito fuente; sin embargo, ello no desvirtúa la vinculación
del objeto del delito (bienes, dinero, efectos o ganancias de origen ilícito) con la actividad
criminal previa.
Casación 92-2017, en la cual bajo la justificación de interpretación adecuada del delito fuente
del delito de lavado de activos, previstos en los artículos 1°, 2° y 3° del Decreto Legislativo N°
1106, modificado por el Decreto Legislativo N° 1249, sostiene: El delito fuente o delito previo es
el que permite asignar la característica de ilicitud al objeto material del delito: al cual, precisamente,
por esta razón, se ha denominado “lavado de activos”. Si no existiera un delito previo, no habría aún
ningún injusto con los actos de conversión, ocultamiento, etcétera, de los bienes” 32, planteando que
el delito de lavado de activos debe considerarse (...) un delito de conexión; esto es, que se exige un
32 Vigésimo fundamento
En el ámbito de la imputación subjetiva del delito de lavado de activos, considera que (...) al
tener el delito fuente la calidad de elemento normativo del tipo objetivo, el delito de lavado de activos
no podrá imputarse al agente, si es que éste no conocía dicho elemento normativo (...)34.
En cuanto a la autonomía del delito de lavado de activos, precisa que ésta se refiere a una
autonomía procesal, esto es, (...) para la investigación o procesamiento por delito de Lavado de
Activos, no es necesario que las actividades criminales que produjeron el dinero, los bienes, efectos
o ganancias, hayan sido descubiertas, se encuentren sometidas a investigación, proceso judicial o
hayan sido previamente objeto de prueba o de sentencia condenatoria, empero -de acuerdo con una
interpretación a contrario sensu- para la condena por lavado de activos, la prueba del delito fuente
si será necesaria (...). En ese sentido para arribar a una condena por delito lavado de activos, bastará
con acreditar los extremos indispensables que hagan a la materialidad del hecho previo -esto es, sus
efectos lesivos y las circunstancias de tiempo y lugar-, a su dominabilidad por parte del autor y a su
condición de evento originante de los bienes sometidos a maniobra del lavador (...)35.
Finalmente, esta casación resulta igualmente contradictoria con la autonomía del delito de
lavado de activos y su acreditación a través de prueba indiciaria, reconocida legalmente
(antes de que se emita la Casación en cuestión) en el Decreto Legislativo N° 1249 que modifica el
artículo 10° del Decreto Legislativo N° 1106 - Lucha Eficaz contra el Lavado de Activos y otros
delitos relacionados a la minería ilegal y crimen organizado, que textualmente señala: El
lavado de activos es un delito autónomo por lo que para su investigación, procesamiento y sanción no
es necesario que las actividades criminales que produjeron el dinero, los bienes, efectos o ganancias,
hayan sido descubiertas, se encuentren sometidas a investigación, proceso judicial o hayan sido
previamente objeto de prueba o condena.
33 Idem
34 Vigésimo Primer fundamento
35 Vigésimo Octavo Fundamento
La citada sentencia plenaria reafirma que el delito de lavado de activos es un delito autónomo
por lo que para su procesamiento y sanción, no es necesario que las actividades ilícitas
que generaron los efectos y ganancias, hayan sido conocidas, descubiertas, procesadas o
condenadas.
ANEXO
* Se anexa a la presente publicación la Sentencia Plenaria Casatoria indicada y el voto discordante de los
Jueces Supremos César Hinostroza Pariachi, Aldo Figueroa Navarro y Luis Alberto Cevallos Vegas. Versión
completa disponible en: https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/3aa99480431a4dd198899ee6f9d33819/
I+Pleno+Jurisdiccional+Casatorio.pdf?MOD=AJPERES&CACHEID=3aa99480431a4dd198899ee6f9d33819
Base legal: Artículo 433.4 del Código Procesal Penal
Asunto: Alcances del delito de lavado de activos: artículo 10 del
Decreto Legislativo 1106, modificado por el Decreto Legislativo
1249; y, estándar de prueba para su persecución procesal y
condena.
Los jueces supremos de lo Penal, integrantes de las salas penales Permanente y Transitorias
de la Corte Suprema de Justicia de la República, reunidos en Pleno Jurisdiccional, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 433, apartado 4, del Código Procesal Penal, han
pronunciado la siguiente:
I. ANTECEDENTES
señor Presidente de la Corte Suprema, en mérito del requerimiento del señor Fiscal de la
Nación, mediante el oficio número 287-2017-MP-FN, de 29 de agosto último, para que se
aborde en Pleno Casatorio la contradicción que representó la Sentencia Casatoria vinculante
92-2017/Arequipa, de 8 de agosto del presente año, con sentencias anteriores de la propia
Corte Suprema de Justicia, entre ellas las signadas con los números 2071-2011/Lima, 4003-
2011/Lima, 244-2013/Lima y 399-2014/Lima. Segunda, la resolución de convocatoria de 11
de septiembre para la reunión preparatoria del día miércoles trece de ese mes, y la resolución
general del mismo día 13 de septiembre que ratificó la convocatoria al Pleno Jurisdiccional
Casatorio.
En esta última resolución se fijó como puntos objeto de la sentencia plenaria casatoria, los
siguientes:
B) La necesidad de la noción de “gravedad” en los delitos que generan activos ilegales que
serán objeto de operaciones de lavado de activos y su relación con la fórmula legal “…
cualquier [delito] con capacidad de generar ganancias ilegales”, establecida en el segundo
párrafo del artículo 10 del Decreto Legislativo 1106, modificado por el Decreto Legislativo
1249.
C) El estándar de prueba del delito de lavado de activos y su relación con el “origen delictivo
del dinero, bienes, efectos o ganancias” o de la “actividad criminal que produce dinero,
bienes, efectos o ganancias” (artículos 1 y 2 del Decreto Legislativo 1106, modificado por el
Decreto Legislativo 1249), así como los ámbitos e intensidad que, en su caso, debe comprender
su probanza, tanto en sede de investigación preparatoria y de acusación –enjuiciamiento–,
como de sentencia.
28. Miguel Ángel Augusto Falla Rosado, docente de la Universidad Católica Santo Toribio
de Mogrovejo.
29. Justo Fernando Balmaceda Quiroz, docente de la Universidad San Ignacio de Loyola.
4.° La tercera etapa residió, primero, en la sesión reservada de análisis, debate, deliberación
de las ponencias; y, segundo, en la votación y obtención del número conforme de votos
necesarios, por lo que, en la fecha, se acordó pronunciar la presente Sentencia Plenaria
Casatoria.
El resultado de la votación fue de once votos de la ponencia de los señores Prado Saldarriaga
y Neyra Flores, con la intervención del señor San Martín Castro, y tres votos a favor de la
ponencia de los señores Hinostroza Pariachi y Figueroa Navarro.
No intervino en la sesión la señora Chávez Mella, por vacaciones.
5.° Esta Sentencia Plenaria Casatoria se emite conforme a lo dispuesto en el artículo 433,
apartados 3 y 4, del CPP, que autoriza a resolver una discrepancia de criterios y declarar,
en su consecuencia, la doctrina jurisprudencial uniformadora sobre las materias objeto del
Pleno Casatorio.
6.° Intervienen como ponentes los señores PRADO SALDARRIAGA y NEYRA FLORES, con la
intervención del señor SAN MARTÍN CASTRO.
7.° Sobre el origen, la fuente y la función del artículo 10 del Decreto Legislativo 1106, se
ha debatido mucho en la doctrina nacional y en decisiones recientes emitidas por algunas
Salas Penales de este Supremo Tribunal. Por lo general se le ha pretendido vincular, explicar
o cuestionar, en base a referencias sobre lo regulado en instrumentos internacionales
multilaterales de relevancia global, como (i) la Convención de las Naciones Unidas contra el
Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas de 1988 (Convención de Viena); (ii)
la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional de
2000 (Convención de Palermo); (iii) la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción
de 2003 (Convención de Mérida); y, (iv) también en programas estratégicas de prevención
y control de aplicación asociada internacional como las Cuarenta Recomendaciones del
Grupo de Acción Financiera internacional-GAFI de 2012.
por el tribunal o la autoridad competente como delito autónomo de los demás delitos de
tráfico ilícito o delitos conexos”. Dicho mandato normativo, pese a las sucesivas reformas
producidas en la redacción original, ha sido conservado en lo fundamental por la fórmula
legal actualmente vigente del mismo Reglamento de 2010, la cual reitera lo siguiente: “Los
delitos mencionados en este artículo, serán tipificados, investigados, enjuiciados, fallados
o sentenciados por el tribunal o la autoridad competente como delitos autónomos de
cualquier otro crimen, no siendo necesario que se sustancie un proceso penal respecto a
una posible actividad delictiva grave”.
9.° El citado Reglamento Modelo constituye, en suma, una norma rectora que regula y
orienta el modo, la técnica y el desarrollo práctico que debe aplicarse en la criminalización
primaria o secundaria de las conductas, operaciones y transacciones que constituyen lavado
de activos. De allí, pues, que el ordenamiento penal peruano recepcionó, acató y asimiló de
modo expreso sus contenidos esenciales desde la promulgación de la Ley 27765, a fin de que
ella sea aplicada por el legislador y por los operadores de la justicia penal nacional al tratar
todo lo relativo a la descripción legal, procesamiento y sanción de los delitos de lavado de
activos.
Es por ello que en ese precedente legislativo el párrafo cuarto del artículo 6 prescribió lo
siguiente: “En los delitos materia de la presente ley, no es necesario que las actividades
ilícitas que produjeron el dinero, los bienes, efectos o ganancias se encuentren sometidas
a investigación, proceso judicial o hayan sido objeto de sentencia condenatoria”. Es más,
en el Proyecto de Ley de la Congresista Susana Higuchi Miyacawa, que fue el antecedente
directo de dicha disposición legal, ya se proponía incorporar el delito de lavado de activos
con total autonomía, incluso incorporando una inédita Sección II A, en el Capítulo III, del
Título XVIII, del Código Penal, destacando, además, en el párrafo segundo del artículo 406,
la siguiente advertencia normativa: “El delito de lavado de activos conforme a esta Sección
es independiente y diferente del delito del cual se deriva”.
10.° Con la entrada en vigor del Decreto Legislativo 1106 se volvió a ratificar el contenido
básico y la inserción nacional de la antes mencionada disposición rectora regional. En el
artículo 10, párrafo primero, de su redacción inicial, se estatuyó lo siguiente: “El lavado
de activos es un delito autónomo por lo que para su investigación y procesamiento no
es necesario que las actividades criminales que produjeron el dinero, los bienes, efectos
o ganancias, hayan sido descubiertas, se encuentren sometidas a investigación, proceso
judicial o hayan sido previamente objeto de prueba o de sentencia condenatoria”. Además,
por vez primera en la evolución legislativa nacional, se introdujo en ese mismo artículo una
sumilla ideográfica alusiva a su contenido y que lo designaba como relativo a la “Autonomía
del delito y prueba indiciaria”. Cabe agregar que en la Exposición de Motivos del citado
Decreto Legislativo se dejó muy en claro que el artículo 10 era una disposición meramente
declarativa y de reconocimiento, esto es, una advertencia legal dirigida al Juez para que
gestione mejor y resuelva los casos que llegue a conocer por delitos de lavado de activos,
respetando tal autonomía. Es de mencionar que este tipo de disposiciones declarativas están
también presentes en otras leyes penales, como por ejemplo en el artículo 123 del Código
Penal, para orientar al juzgador al momento de evaluar y resolver lo concerniente a las
denominadas lesiones con resultado fortuito: “Cuando el agente produzca un resultado
grave que no quiso causar, ni pudo prever, la pena será disminuida prudencialmente hasta
la que corresponda a la lesión que quiso inferir”.
Por ende, el artículo 10 no es un tipo penal o un tipo complementario que regule algún
numerus clausus o listado abierto, cerrado, mixto de posibles, exclusivos o necesarios delitos
precedentes. Esto último ha sido puesto de manifiesto por la propia Exposición de Motivos
del Decreto Legislativo 1106 en los siguientes términos: “De igual modo, se ha reformulado
el supuesto contemplado en el artículo 6 de la Ley N° 27765, que será consignado ahora
como artículo 10, para evitar que este siga siendo distorsionado en su función de norma
declarativa, que reconoce la autonomía absoluta del delito, tanto para su configuración
típica, como para lo atinente a la actividad probatoria que demanda desplegar para su
acreditación judicial […]. Se deja en claro que dicha disposición no es un catálogo de delitos
precedentes ni mucho menos una comunicación, exhaustiva o cerrada de los orígenes
ilegales que el autor del delito conoce o debía presumir”.
11.° Las posteriores reformas puntuales que introdujo en el Decreto Legislativo 1106 el Decreto
Legislativo 1249, tampoco han cambiado la opción político criminal asumida por el artículo
10 sobre la autonomía, sustantiva, procesal y punitiva del delito de lavado de activos. Es
así que su texto reformulado y actualmente vigente, persiste en resaltarlo con el siguiente
enunciado: “El lavado de activos es un delito autónomo por lo que para su investigación,
procesamiento y sanción no es necesario que las actividades criminales que produjeron el
dinero, los bienes, efectos o ganancias, hayan sido descubiertas, se encuentren sometidas
a investigación, proceso judicial o hayan sido previamente objeto de prueba o condena”.
Igualmente, en torno a los agregados realizados en el citado artículo 10 por el Decreto
Legislativo 1249, la Exposición de Motivos formula las siguientes explicaciones: “Por otro
lado, en el artículo 10 del Decreto Legislativo N° 1106 si bien se señala expresamente la
autonomía del delito de lavado de activos, una interpretación literal de la norma puede
llevar a concluir que dicha autonomía se circunscribe al ámbito de la investigación y
procesamiento, más no al ámbito de la sanción. En consecuencia, se introduce la expresión
sanción para clarificar que la autonomía del lavado de activos abarca a los tres ámbitos:
investigación, procesamiento y sanción”.
12.° Tomando en cuenta los antecedentes reseñados, no es posible, rechazar o poner en duda
la autonomía declarada del delito de lavado de activos en nuestro sistema penal. No cabe,
por tanto, merced a prácticas hermenéuticas de reducción teleológica negativa que resultan
afectando el principio de legalidad [José Hurtado Pozo – Víctor Prado Saldarriaga: Manual
de Derecho Penal, 4ta. Edición, Editorial IDEMSA, Lima, 2011, p. 224], obstruir o evitar la
investigación, juzgamiento y sanción de un delito de relevante significado político criminal
como el lavado de activos, colocando como condición necesaria y previa la identificación
específica de la calidad, circunstancias, actores o destino jurídico que correspondan a los
delitos precedentes que pudieron dar origen o de los cuales derivaron los bienes objeto de
posteriores operaciones de colocación, intercalación o integración. Optar por una forzada
interpretación de esas características, conllevaría vaciar de contenido el objetivo y la utilidad
político criminal del artículo 10, debilitando con ello el efecto preventivo general que hoy
tiene la criminalización nacional e internacional del delito de lavado de activos; lo cual,
además, deviene en incoherente e inoportuno en un contexto evidente de preocupación social
por el rebrote generalizado de la corrupción de sistema atribuidas a personas expuestas
políticamente y su potencial impunidad.
Por consiguiente, resulta, pues, oportuno concluir precisando que para admitir judicialmente
una imputación por delito de lavado de activos y habilitar su procesamiento, sólo será
necesario que la misma cumpla los siguientes presupuestos:
de una actividad criminal. Para este último efecto tendrán idoneidad los informes
analíticos circunstanciados que emita al respecto la Unidad de Inteligencia Financiera
del Perú, así como el acopio de la documentación económica, tributaria, financiera o
afín que sea útil y relevante para ello.
14.° El artículo 10 hace expresa referencia a que el origen ilícito de los activos objeto de las
operaciones de lavado de activos, es un componente normativo que debe ser abarcado por
el dolo del autor de tales actos. Como bien califica la doctrina histórica y contemporánea
un elemento normativo es aquel que exige “una comprensión lógica o intelectual” donde
“predominan las valoraciones” [cfr.: José Luis Díez Ripollés: Derecho Penal Español. Parte
General en Esquemas, 3ra. Edición, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2011, p. 156. Felipe
Villavicencio Terreros: Derecho Penal. Parte General, Editorial Grijley, Lima, 2013, p. 314].
La formulación legal requiere, pues, de una valoración que debe construirse en función a
hechos y circunstancias concomitantes, precedentes o concurrentes, que aquél conoce
o puede advertir sobre la condición maculada de los bienes involucrados en las acciones
de lavado de activos que ha decidido ejecutar. Esto es, corresponde al autor del delito
inferir que los bienes que someterá a acciones de colocación, intercalación o integración,
fueron producidos o han derivado del ejercicio de actividades criminales, lo que los hace
de circulación o posesión antijurídica. Pero, además, la misma disposición legal explica con
solvente claridad que dicho origen ilícito debe corresponder necesariamente a actividades
criminales que tengan la capacidad justamente de generar ganancias ilícitas. Lo cual es una
exigencia del todo coherente con la función y el modus operandi que le son propios a las
Consecuentemente, la referencia que hace el artículo 10 de “…o cualquier otro con capacidad
de generar ganancias ilegales” resulta ser semánticamente omnicomprensiva de toda
actividad criminal que pueda producir también –como aquellas que a modo de ejemplo
señala el precepto aludido– réditos económicos de cualquier forma y en cualquier proporción
o magnitud. Al respecto cabe mencionar que hay, entre otras, tres clases recurrentes de
actividades criminales que tienen esa capacidad lucrativa ilícita que considera el citado
artículo:
15.° En mérito a lo expuesto, la limitación o exclusión de esa útil posición político criminal
asumida por el artículo 10, exigiendo una condición de gravedad delictiva, basada sólo en
el límite máximo de la penalidad conminada, constituye también una reducción teleológica
negativa y contraria al principio de legalidad. Pero, además, este tipo de exclusión
hermenéutica resulta incoherente con los criterios y umbrales internacionales que también
ejercen eficacia vinculante sobre la configuración de la legislación penal nacional, como es
el caso de las Cuarenta Recomendaciones del Grupo de Acción Financiera Internacional –
GAFI, a las cuales el Perú está formalmente adherido a través de su condición de integrante
formal del GAFILAT.
En efecto, sobre el estándar de penalidad mínima de las actividades criminales que deben
ser abarcadas por las leyes penales contra el lavado de activos, que el GAFI exige regular
a los países que se han sometido a sus Recomendaciones y Evaluaciones Periódicas de
Cumplimiento, resulta pertinente lo estipulado por la Recomendación 3: “Los países deben
aplicar el delito de lavado de activos a todos los delitos graves, con la finalidad de incluir la
mayor gama posible de delitos determinantes”. Además, para esclarecer mejor la condición
Cabe destacar que en el Código Penal nacional coexisten muchas actividades criminales que
como la apropiación ilícita (artículo 190), la estafa (artículo 196), el estelionato (artículo
197), la administración fraudulenta (artículo 198) o la insolvencia fraudulenta (artículo 209),
superan ampliamente los estándares mínimos de penalidad que el GAFI demanda para
que sean afectadas por las disposiciones contra el lavado de activos, pero que, además,
en concordancia con lo dispuesto en el artículo 10, tienen una clara “capacidad de generar
ganancias ilegales”.
El Juez está liberado de las obligaciones legales de la prueba tasada, pero no de las reglas
del pensamiento o de la razón. La valoración de las pruebas es discrecional, pero el Juez debe
respetar esquemas racionales [Michele Taruffo: Proceso y Decisión, Editorial Marcial Pons,
Madrid, 2012, pp. 75 y 180].
El párrafo final del apartado 1 del artículo II del Título Preliminar del CPP, en esa misma
perspectiva normativa, indica: “En caso de duda sobre la responsabilidad penal debe
resolverse a favor del imputado”; al igual que el artículo 398, apartado 1, del mismo
Código, que apunta: “la motivación de la sentencia absolutoria destacará especialmente
[…] la declaración de que […] los medios probatorios no son suficientes para establecer su
culpabilidad, que subsiste una duda sobre la misma…”. Luego, cuando reste incertidumbre
en la apreciación de las pruebas inculpatorias aportadas al proceso, debe dictarse sentencia
absolutoria; cualquier duda acerca de la culpabilidad del acusado debe interpretarse a su
favor (STEDH Telfner vs. Austria, de 20 de marzo de 2001).
18.° Respecto del juicio histórico, sobre el que recae esta regla jurídica de máxima jerarquía, es
claro que el cumplimiento del estándar de prueba se refiere, de modo relevante, de un lado,
a los elementos objetivos y subjetivos del tipo penal –objeto de acusación y enjuiciamiento–;
y, de otro lado, a la vinculación del imputado con éstos, a título de autor o de partícipe
(artículos 23, 24 y 25 del Código Penal). Estos elementos típicos y la intervención delictiva
–que procesalmente constituyen el objeto o tema de prueba– deben probarse más allá de
toda duda razonable. Cabe acotar que no existe prueba en sí sino prueba de un tipo penal,
de un suceso histórico jurídico-penalmente relevante afirmado por la acusación –el supuesto
fáctico por el que se acusa–.
19.° En lo atinente al punto materia de análisis por este Pleno Jurisdiccional Casatorio, cabe
enfatizar que lo que debe acreditarse en el delito de lavado de activos, entre otras exigencias
típicas, es el origen ilícito del dinero, bienes, efectos o ganancias (artículos 1 y 2) o del dinero
en efectivo o instrumentos financieros negociables emitidos “al portador” (artículo 3); esto es,
propiamente, de los activos –que tienen su origen en actividades criminales antecedentes–,
respecto de los cuales el sujeto activo conoce o debía presumir su ilicitud. Recuérdese que el
objetivo político criminal de este delito estriba en hacer posible la intervención del Derecho
penal en todos los tramos del circuito económico de los delitos con capacidad para generar
ganancias ilegales; responde a la tendencia internacional de abarcar todas las posibles
conductas ilícitas con el fin de reprimir cualquier obtención de beneficios generados por las
indicadas actividades criminales; y, por ello, se erige en un delito autónomo, que tipifica y
describe conductas concretas distintas a las que integran la conducta delictiva antecedente,
del que trae causa los bienes objeto de lavado.
Las “actividades criminales” (artículo 10) –de aquellos delitos con capacidad de generar
ganancias ilegales–, vista incluso la propia dicción de la citada disposición legal, no puede
entenderse como la determinación de la existencia concreta y específica de un precedente
delictivo de determinada naturaleza, cronología, intervención o roles de diversos agentes
individualizados y objeto. No es un requisito indispensable para que pueda formularse
acusación y emitirse condena por este delito de lavado de activos. Por lo demás, la
Esta misma sentencia indicó en el aludido fundamento jurídico que: “La actuación contra
este género de actividades pasa fundamentalmente por la investigación sobre los bienes
que afloran en poder de determinadas personas y es suficiente con una referencia genérica
al origen de los mismos para después, casi siempre por la vía de los indicadores o indicios,
llegar a la conclusión racional y motivada de su procedencia”. No se requiere, en suma,
la identificación de las concretas operaciones delictivas previas; basta la acreditación de
la actividad criminal de modo genérico –de un injusto penal–. Como no se necesita una
condena anterior de la actividad antecedente de la que procede el activo maculado, es
suficiente establecer la relación con actividades delictivas y la inexistencia de otro posible
origen del mismo, en función de los demás datos disponibles; o, dicho de otra forma, que
dados los indicios, la conclusión razonable sea su origen delictivo (conforme: STSE 154/2008,
de 8 de abril).
En esta misma tesitura –con mayor fuerza desde la exigencia en nuestro país de un precepto
legal declarativo y de reconocimiento que es el artículo 10– es la que postula Isidoro Blanco
Cordero, al enfatizar: “En definitiva, basta con acreditar la existencia de una actividad
delictiva de modo genérico, que en atención a las circunstancias del caso permita excluir
otros posibles orígenes de los bienes, no siendo necesaria una probanza plena de un acto
delictivo específico ni de los intervinientes en el mismo” [Principios y Recomendaciones
A los efectos de una sentencia condenatoria, ninguno de estos elementos, como, por ejemplo,
explica la STSE 220/2015, de 9 de abril, se puede “presumir”, en el sentido de que se pueda
escapar de esa certeza objetivable –no es de aceptar suposiciones o meras conjeturas–. No
basta con una probabilidad o sospecha más o menos alta. Específicamente, los elementos
subjetivos han de ser inferidos normalmente de datos o fenómenos exteriores que deben ser
analizados con el mismo rigor y cautela con que lo son los indicios de los que se infiere, en
muchas ocasiones, la realidad del tipo objetivo de un delito (conforme: STSE 586/2006, de
29 de mayo).
22.° El artículo 10, en la última oración de su párrafo final, menciona expresamente que: “El
origen ilícito que conoce o debía presumir el agente del delito podrá inferirse de los indicios
concurrentes en cada caso”. Esta regla, meramente declarativa por cierto, solo ratifica que,
por la realidad criminológica de esta modalidad criminal, es menester acudir a la prueba por
indicios (reconocida expresamente por el artículo 158, apartado 3, del CPP, y por la Ejecutoria
Suprema Vinculante RN 1912-2005/Piura, de 6 de septiembre de 2005, y Acuerdo Plenario
1-2006/ESV-22, de 13 de octubre de 2006), pues en muy escasas ocasiones se cuenta con
prueba directa –como sería la confesión del interviniente en el delito de lavado de activos–.
La prueba directa prácticamente será de imposible existencia dada la capacidad de camuflaje
y hermetismo con que actúan las redes clandestinas de comisión de actividades criminales
con capacidad para generar ganancias ilegales así como de lavado de activos procedente
de aquéllas, por lo que la prueba indirecta o por indicios será la más usual (conforme: STSE
433/2000, de 10 de enero). O, en otros términos, la indispensable prueba del origen ilícito del
activo que se “lava” en la práctica totalidad de los casos sólo puede alcanzarse por medio
de indicios, ante el riesgo en otro caso de que queden en la impunidad la totalidad de tales
conductas, al posibilitarse y ser lo más frecuente en la práctica que semejantes infracciones
se persigan independientemente del delito origen del activo, alcanzándose su sanción de
manera autónoma y proclamándose la ausencia de accesoriedad entre ambos (conforme:
STSE 1061/2002, de 6 de junio).
La prueba por indicios –que, por lo demás, es clásica y no solo es exclusiva de esta modalidad
criminal– aparece, entonces, como el método más idóneo y, en la mayor parte de las
ocasiones, como se anotó, único posible para tener acreditada su comisión (verbigracia: STSE
738/2006, de 4 de julio). Ello, en ningún caso, puede entenderse como una relajación de las
exigencias probatorias, sino como otra forma de probanza que puede conducir al siempre
exigible grado de certeza objetiva preciso para un pronunciamiento penal condenatorio
(verbigracia: STSE 247/2015, de 28 de abril). Cada uno de los indicios, como tales, deben
estar plenamente probados y no es admisible que sean simples productos de una cadena
de conjeturas o sospechas, es decir de suposiciones no corroboradas a plenitud (verbigracia:
STSE 928/2006, de 5 de octubre).
Muchos pueden ser los indicios ciertos, graves, interrelacionados que, a partir de una
inferencia precisa y argumentalmente sólida –con pleno respeto de las reglas de la sana
crítica (principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos científicos:
artículo 393, apartado 2, del CPP)–, y sin prueba de lo contrario –no desvirtuados por otras
pruebas, entre los que se incluyen los contraindicios–, pueden establecer la comisión del
delito de lavado de activos. Es pertinente destacar lo que sobre este punto, en orden a la
inferencia, señaló la Casación Colombiana: “Es de singular importancia verificar en el
proceso de valoración conjunta de su articulación, de forma tal que los hechos indicadores
[los indicios] sean concordantes, esto es, que ensamblen entre sí como piezas integrantes
de un todo, pues siendo éstos fragmentos o circunstancias accesorias de un único suceso
histórico, deben permitir su reconstrucción como hecho natural, lógico y coherente, y las
deducciones o inferencias realizadas con uno de aquellos han de ser a su vez convergentes,
es decir, concurrir hacia una misma conclusión y no hacía varias hipótesis de solución”
(Sentencia de Casación de 3 de diciembre de 2009, radicado número 28.267).
Algunos de los indicios, los más habituales, se han citado en el Acuerdo Plenario número
2-2010/CJ-116, de 16-11-2010, párrafo 33. Y, si se trata de los procedimientos irregulares más
utilizados en el sistema financiero internacional, no solamente a través de las facilidades
que proporciona internet sino también en operaciones convencionales, es del caso acudir,
en la línea descripta en el párrafo 12 de esta Sentencia Plenaria, a los dictámenes y estudios
realizados por el Grupo de Acción Financiera (GAFI), que detallan las prácticas corruptas para
montar un entramado a partir del cual se intenta dar apariencia de licitud a las actividades
de lavado de activos, así como las diversas orientaciones de la CICAD.
En todo caso, puede concebirse –a título meramente enunciativo, sin que necesariamente
se califiquen de obligatorios requisitos legales ni que deban concurrir juntos, pues lo más
relevante son los datos concretos de la causa– un triple pilar indiciario –o elementos
incriminatorios– sobre el cual edificarse una condena por el delito de lavado de activos (por
ejemplo: STSE 345/2014, de 24 de abril):
Tercero, la constatación de algún vínculo o conexión con actividades delictivas con capacidad
de generar ganancias ilegales o con personas o grupos relacionados con los mismos.
En este ámbito también se utiliza insistentemente el vocablo “indicios”, respecto del que debe
aclararse la existencia de una noción técnica y otra común del mismo. La primera significación
hace mención al hecho base que permite enlazar con el hecho consecuencia o hecho presunto
como consecuencia de un razonamiento lógico causal del juzgador en la prueba por indicios.
La segunda significación –común o procedimental– lo identifica con aquel indicador de la
producción de ciertos hechos que a priori son delictivos; se trata de una primera plataforma
de la investigación criminal y es la que es materia de este análisis [Francisco Ortego Pérez: El
A. La sospecha inicial simple –el grado menos intensivo de la sospecha– requiere, por parte
del Fiscal, puntos de partida objetivos, es decir, un apoyo, justificado por hechos concretos
–solo con cierto nivel de delimitación– y basado en la experiencia criminalística, de que
se ha cometido un hecho punible perseguible que puede ser constitutivo de delito –en este
caso de lavado de activos– [Cfr.: Claus Roxin, Obra citada, p. 329]. Se requiere de indicios
procedimentales o fácticos relativos -aunque con cierto nivel de delimitación-, sin los cuales
no puede fundarse sospecha alguna –esto último, por cierto, no es lo mismo que prueba
indiciaria o por indicios, objeto de la sentencia–.
Las sospechas (vocablo utilizado, por ejemplo, en el artículo 329, apartado 1, del CPP),
en todo caso, en función a los elementos de convicción que se cuentan, conforme a la
jurisprudencia germana, solo aluden a un hecho presuntamente delictivo, de momento nada
debe indicar sólidamente aún un autor en concreto (BGH StV 1988, 441). Si no está claro si
las circunstancias conocidas hasta el momento ponen de manifiesto una conducta punible,
cabe una indagación preliminar. Desde esta perspectiva, para incoar diligencias preliminares
solo se precisa de la posibilidad de comisión de un hecho delictivo. Es, pues, un juicio de
posibilidad que realiza el Fiscal, que es el que funda el ius persequendi del fiscal, y que exige
una valoración circunstanciada de su parte [Francisco Ortego Pérez: Obra citada, p. 53].
De otro lado, es de resaltar, como no podía ser de otro modo, que el paso de las diligencias
preliminares a la investigación preparatoria formal está regulada legalmente (artículos 334
y 336 del CPP), incluso cuando corresponda la reapertura de las actuaciones investigativas
del fiscal, la que en virtud al valor seguridad jurídica está sometida, para su eficacia procesal,
al cumplimiento previo y razonado de los presupuestos materiales estipulados en el artículo
335, apartado 2, del CPP.
Efectivamente, el nivel de fijeza de la actividad criminal previa, siempre presente por estar
incorporada al tipo penal de lavado de activos, es intermedio. Se debe indicar de qué
actividad, genéricamente advertida, se trata y señalar, a partir de esos datos, la ilicitud de
los activos objeto de las conductas de lavado por el agente delictivo. Para esta inculpación
formal, propia de la disposición de formalización, se requiere probabilidad de intervención
del imputado en un hecho punible. Los elementos de convicción han de ser racionales,
descartándose por ello de vagas indicaciones o livianas sospechas, de suerte que la aludida
disposición debe apoyarse en datos de valor fáctico que, representando más que una
posibilidad y menos que una certeza supongan una probabilidad de la existencia de un delito
–no se exige un inequívoco testimonio de certidumbre– (conforme: STCE de 16 de febrero de
1983).
C. La sospecha suficiente, idónea para la acusación y para la emisión del auto de enjuiciamiento
–el grado relativamente más sólido de la sospecha–, en la evaluación provisoria del hecho
exige, a partir de los elementos de convicción acopiados hasta el momento, una probabilidad
de condena (juicio de probabilidad positivo) –que ésta sea más probable que una absolución.
Esto es, que consten datos de cargo, desfavorables al imputado y que prevalezcan respecto
de los datos que lo favorezcan o de descargo, que fundan el progreso de la persecución penal
[Julio B. J. Maier: Derecho Procesal Penal, Tomo I, 2da. Edición, Editores del Puerto, Buenos
Aires, 1996, p. 496]–. El Fiscal y, en su día, el Juez tienen la responsabilidad de realizar una
provisional ponderación de la verosimilitud de la imputación; probabilidad racionalmente
determinada [Francisco Ortego Pérez: Obra citada, p. 54].
D. La sospecha grave, propia para dictar mandato de prisión preventiva –el grado más
intenso de la sospecha, más fuerte, en términos de nuestro Código Procesal Penal, que la
sospecha suficiente y que resulta necesaria para la acusación y el enjuiciamiento–, requiere
de un alto grado de probabilidad de que el imputado ha cometido el hecho punible y de que
están presentes todos los presupuestos de la punibilidad y de la perseguibilidad (alto grado
de probabilidad de una condena) [Claus Roxin: Obra citada, p. 259]. Ésta es una conditio
sine qua non de la adopción y el mantenimiento de esta medida de coerción personal. El
elemento de convicción ha de ser corroborado por otros elementos de convicción o cuando
por sí mismo es portador de una alta fiabilidad de sus resultados, y además ha de tener un
alto poder incriminatorio, esto es, vincular al imputado con el hecho punible. Esta exigencia
probatoria, sin duda, será superior que la prevista para inicio de actuaciones penales pero
inferior al estándar de prueba establecido para la condena: descarte de duda razonable
[Jordi Ferrer Beltrán: Presunción de inocencia y prisión preventiva. En: AA.VV, Colaboración
eficaz, prisión preventiva y prueba, Editorial Ideas. Lima, 2017, pp. 128 y 130].
No se exige, por ello, prueba plena de la autoría ni una definitiva calificación jurídica de la
conducta, sino únicamente la existencia de indicios o elementos de convicción fundados y
graves de la comisión de una actividad delictiva y de los demás presupuestos de punibilidad
y perseguibilidad, y a partir de ellos de su responsabilidad penal. El juicio de imputación
judicial para la prisión preventiva exige un plus material respecto a los dos anteriores niveles
de sospecha, pues debe contener un elevado índice de certidumbre y verosimilitud acerca
de la intervención del encausado en el hecho delictivo [Cristina Guerra Pérez: La decisión
judicial de prisión preventiva, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2010, p. 138].
Desde luego, no serán susceptibles de reproche constitucional las resoluciones judiciales que
expresen los hechos que se estiman provisionalmente acreditados y las fuentes –elementos
de convicción– que les han conducido a estimar que existen indicios fundados y graves de
responsabilidad penal del sujeto sometido a prisión preventiva, siempre que esa inferencia de
responsabilidad criminal no puede calificarse de ilógica, o de argumentalmente insuficiente
[Rafael Bellido Penadés: La prisión provisional y las medidas alternativas. En: Reflexiones
sobre el nuevo proceso penal (Víctor Moreno Catena: Director), Editorial Tirant lo Blanch,
Valencia, 2015, p. 410. STCE 164/2000, de 12 de junio].
25.° En conclusión, los elementos de prueba y, antes, los elementos de convicción deben
ser idóneos y necesarios en cada fase o etapa del procedimiento penal para justificar las
diligencias preliminares, el procesamiento penal a través de la disposición de formalización
de la investigación preparatoria, la acusación y el auto de enjuiciamiento, y, finalmente,
la sentencia –que requiere, esta sí, elementos de prueba–. Los actos de aportación de
hechos deben recaer tanto en los elementos de la figura delictiva cuanto en los factores que
determinan la intervención delictiva del imputado –en este caso, del delito de lavado de
activos–. Racionalmente los datos de hecho deben acreditar, según los grados de convicción
exigibles en cada fase o etapa procesal, los hechos objeto de imputación.
26.° Si, como quedó establecido, el delito de lavado de activos, por lo común, se acredita
mediante prueba por indicios, éstos han de ubicarse, identificarse, asegurarse y enlazarse
entre sí -formar una cadena de indicios-, para inferir, con arreglo a las reglas de la sana crítica,
la realidad de los actos de lavado de activos objeto del proceso penal. Es de tener presente,
sobre el particular, los aportes de los estudios y trabajos criminológicos y de la experiencia
criminalística de los órganos especializados en su prevención y detección -nacionales,
extranjeros e internacionales-, que progresivamente vienen identificando las prácticas ilícitas
que desarrolla la delincuencia, especialmente la organizada, a fin de orientar correctamente
la investigación y el enjuiciamiento de esta modalidad delictiva.
III. DECISIÓN
ACORDARON
29.° ESTABLECER como doctrina legal, al amparo de los criterios expuestos en los
fundamentos precedentes –que se asumirán como pautas de interpretación en los asuntos
judiciales respectivos–, los siguientes lineamientos jurídicos:
B. El artículo 10 del Decreto Legislativo 1106, modificado por el Decreto Legislativo 1249, es
una disposición meramente declarativa y de reconocimiento. No es un tipo penal o un tipo
complementario.
F. Para iniciar diligencias preliminares solo se exige elementos de convicción que sostengan
una “sospecha inicial simple”, para formalizar la investigación preparatoria se necesita
“sospecha reveladora”, para acusar y dictar el auto de enjuiciamiento se precisa “sospecha
suficiente”, y para proferir auto de prisión preventiva se demanda “sospecha grave” –la
sospecha más fuerte en momentos anteriores al pronunciamiento de una sentencia–. La
sentencia condenatoria requiere elementos de prueba más allá de toda duda razonable.
29.° PRECISAR que los principios jurisprudenciales que contiene la doctrina legal antes
mencionada tienen el carácter de vinculantes y, por consiguiente, deben ser invocados por
los jueces de todas las instancias.
30.° PUBLICAR la presente Sentencia Plenaria Casatoria en la Página Web del Poder Judicial
y en el diario oficial El Peruano y en la Página Web del Poder Judicial. HÁGASE saber.
S. S.
SAN MARTÍN CASTRO
LECAROS CORNEJO
PRADO SALDARRIAGA
SALAS ARENAS
BARRIOS ALVARADO
PRÍNCIPE TRUJILLO
NEYRA FLORES
CHAVES ZAPATER
SEQUEIROS VARGAS
PACHECO HUANCAS
CALDERÓN CASTILLO
2. Para ello, debemos partir por establecer su ubicación, sentido e identificación en la teoría
del delito. Al respecto, es conteste la posición dogmática que el delito es acción típica,
antijurídica y culpable. Una primera consecuencia de esta definición estructural es que
los conceptos de tipo y acción no son diferenciables o escindibles. Los tipos penales se
construyen en función de acciones típicamente relevantes. En un Estado Constitucional
de Derecho, estas acciones seleccionadas responden a las exigencias de un derecho penal
de acto, y no de autor. La selección se realiza de acuerdo a los principios democráticos
de un derecho penal constitucionalizado, esto es, bajo los principios de legalidad,
subsidiariedad, fragmentariedad, responsabilidad y proporcionalidad.
3. Así las cosas, los elementos de la acción son, como sostiene Jakobs1, elementos del tipo
penal. Pero el tipo penal no es exclusiva o diferenciadamente objetivo o subjetivo; como
reflejo de la realidad social presupone a un sujeto cognoscente y un objeto cognoscible.
Por razones teóricas -no ontológicas- se divide el tipo en objetivo (aspecto externo del
delito) y en subjetivo (actitud interna del sujeto), pero ello no significa la inexistencia de
una relación de correspondencia entre ambos. Ergo, asumir unilateralmente que el tipo
subjetivo se estructure sin correspondencia en el tipo objetivo es caer en subjetivismo,
por la inexistencia de afectación del bien jurídico (ausencia de imputación objetiva); por
el contrario, acentuar el enfoque exclusivamente en el tipo objetivo sin referencia al tipo
subjetivo, es desembocar en objetivismo, no requiriéndose la configuración del dolo o la
culpa (inexistencia de imputación subjetiva). Como estructura de acción única, entonces,
el tipo penal -no la norma subyacente- debe configurarse conjunta y equilibradamente
para constituir un injusto penal.
1 Jakobs, Günther: Derecho Penal. Parte General. Fundamentos y Teoría de la Imputación; Marcial Pons ed.;
Madrid 1995; p., 200.
4. Ahora bien, en la descripción de los tipos penales, el tipo objetivo no se compone solo por
meras descripciones perceptibles sensorialmente. La relevancia penal de la descripción
requiere muchas veces de datos susceptibles de valoración jurídica o prejurídica. Los
elementos del tipo objetivo que requieran de una integración valorativa se denominan,
por ende, elementos normativos del tipo. Su significado es trascendente porque dota de
contenido al injusto, condición sin la cual la descripción típica de la conducta, carecería
de relevancia penal, pues se incardinan con el bien jurídico y, con ello, con la imputación
objetiva. Esta connotación valorativa de un elemento del tipo objetivo requiere además
ser abarcada por el tipo subjetivo, o más precisamente por el dolo del sujeto. El mero
conocimiento del objeto del delito -por ejemplo de un bien en el hurto- no es suficiente
para su configuración, es necesario considerar la ajenidad respecto del objeto material. El
dolo del sujeto activo debe abarcar entonces este último aspecto (elemento normativo del
tipo objetivo) mediante una “valoración paralela en la esfera del lego” (Paralellwertung
der Laiensphäre).
6. La verificación de la relación entre los tipos objetivos y los tipos subjetivos correspondientes,
dejan entrever que se trata de un tipo congruente, en el caso del tipo penal del artículo
2°; esto es “[…] la parte subjetiva de la acción se corresponde con la parte objetiva.
Es el caso normal de los delitos dolosos, en que la voluntad alcanza a la realización
objetiva del tipo” 2. Y en los casos de los tipos penales de los artículos 1° y 3°, de tipos
incongruentes o, como se les rotula en la doctrina, con exceso subjetivo, condicionados
por la existencia de un elemento subjetivo distinto al dolo. El dolo es descrito, en todos
los casos, mediante la frase “[cuyo origen ilícito] conoce o debía presumir”. Por su
2 Mir Puig, Santiago: Derecho Penal. Parte General; cuarta edición; ed. Reppertor; Barcelona 1996; p. 205.
parte, el elemento subjetivo distinto del dolo se evidencia “con la finalidad de evitar la
identificación de su origen, su incautación o decomiso”. Pero en los tres casos, el dolo
debe abarcar la totalidad de los elementos objetivos de los tipos penales.
7. Ahora bien, el tipo objetivo en los tres delitos ha sido construido sobre la base del objeto
material de los mismos; vale decir “el dinero, bienes, efectos, ganancias o instrumentos
financieros”, sobre los que recaen las actividades típicas señaladas en dichos tipos penales;
esto es, el “convertir, transferir, administrar, custodiar, recibir, ocultar, mantener en su
poder, transportar o trasladar consigo”. Pero estas actividades, relacionadas con esos
elementos fundamentalmente descriptivos, son irrelevantes penalmente hablando; son
conductas neutras y hasta funcionales al sistema económico y sus instituciones. Así las
cosas, no podría satisfacer la exigencia de ser conductas típicas. Es necesario entonces
interpretar su sentido conjuntamente con la finalidad de protección subyacente en la
norma. En otros términos, su contenido de injusto debe establecerse conforme al bien
jurídico protegido en el lavado de activos. En este sentido, debe considerarse el carácter
de delito complejo del lavado de activos. Mediante su represión se protege directamente,
según la modalidad típica, el correcto funcionamiento del sistema económico y sus
instituciones, y la eficacia de la función jurisdiccional, e indirectamente la sostenibilidad
de los sistemas económico, social y político, socavado por el funcionamiento del crimen
organizado y la influencia negativa de la corrupción sistémica3, cuyas ganancias
constituyen su soporte y son fuentes de desintegración económica, política y social,
mediante un proceso de criminalización del Estado4.
8. A su vez, la determinación precisa del bien jurídico protegido, sirve para delimitar
el ámbito del riesgo permitido y, por ende, del riesgo prohibido al mismo, como
consecuencia de las actividades económicas. Esta delimitación es fundamental, en el
contexto de una economía prevalentemente informal como la nuestra5. Esto significa
que en la determinación de los límites de la imputación objetiva se debe considerar
que los actores económicos desarrollan sus actividades en un contexto de prevalente
informalidad. Por tanto, una conducta económica informal no necesariamente traspasa
los límites del riesgo permitido. En concreto, las actividades de conversión, transferencias,
ahorro al margen del sistema financiero, posesión, transporte de activos pueden revelar
3 Resulta ilustrativa la descripción de la relación que existe entre el lavado, crimen organizado y corrupción, en
Hurtado Pozo, José: El blanqueo de capitales para la realización de operaciones transnacionales delictivas.
http://perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/articulos/a_20140708_02.pdf
4 Cfr. respecto a la incidencia del crimen organizado como factor de riesgo en el proceso de criminalización del
Estado en: Aa.Vv; Convergence illicit networks and national security in the age of globalization, editado por
Michael Miklaucic y Jacqueline Brewer, Washington 2013: NDU Press.
5 CEPLAN: Economía Informal en Perú. Situación actual y perspectivas; mayo 2016.
https://www.ceplan.gob.pe/wp-content/uploads/2013/09/economia_informal_en_peru_11-05-2016.pdf
9. Por otro lado, a nivel del tipo subjetivo, es de señalar que este debe tener correspondencia
con el tipo objetivo. El conocimiento -potencial- o la presunción del origen ilícito de los
activos (cognición subjetiva) ha de coincidir con el objeto material calificado de ilícito
en su origen (objeto cognoscible). El que la mención de la condición de ilicitud del objeto
material del delito haya sido trasladada al ámbito subjetivo del sujeto activo no despoja
al objeto material de su característica ilícita. Desde esta perspectiva, la configuración
del dolo en los tipos penales de lavado de activos debe abarcar el conocimiento
potencial directo o eventual de los activos maculados, como objeto material, pero con la
característica de ilicitud que le da contenido al injusto (tipo de injusto). Se trata entonces
que el sujeto activo deba conocer (dolo directo) o presumir (dolo eventual) el origen ilícito
de los activos, en sus diversas variantes típicas. La presunción equivocada de la ilicitud
de un activo no maculado, puede revelar una actitud proterva pero, en modo alguno,
es un acto de lavado. No se puede argüir la inexistencia de un elemento normativo del
tipo bajo la afirmación que la ilicitud del origen delictivo no está mencionada en el tipo
objetivo, pues implicaría incurrir en solipsismo6.
10. Por tanto, una primera lectura lógica y dogmática de los tipos penales previstos en los
artículos 1°, 2° y 3° del Decreto Legislativo nos permite colegir que los únicos activos que
son objeto de lavado son los que tienen un origen ilícito y cuyo conocimiento directo
o presunto debe quedar plenamente abarcado por el autor. Conforme señala Hurtado
Pozo “si el adjetivo ilícito […] se refiere a algún elemento singular del tipo legal (por
ejemplo, art. 196 “el que se procura para sí o para otro un provecho ilícito”) […] se trata
de un verdadero elemento del tipo” 7. La naturaleza de la ilicitud es normativa, requiere
una valoración paralela en la esfera del profano. La cuestión que debe determinarse a
continuación es a) el tipo de ilicitud, b) su identificación como delito fuente y, por tanto
circunstanciado, y c) su relación con el lavado de activos.
6 Esto es, asumir la postura filosófica que consiste en asumir que, en la realidad, solo existe el sujeto,
independientemente del objeto.
7 Hurtado Pozo, José: Manual de Derecho Penal. Parte General I; tercera edición; editorial Grijley; p. 411.
11. Con relación a la primera cuestión no hay mayor objeción en que el ilícito al que se
alude, como elemento normativo del tipo, es uno de carácter penal. Dos razones abonan
a esta afirmación. Primero, conforme al principio de fragmentariedad, el control penal
debe centrarse en la sanción de las conductas más graves. Como criterio de prelación
es evidente que la realización de actos de lavado que deben castigarse son los
provenientes de un ilícito penal, ostensiblemente más relevantes que los de un ilícito civil
(enriquecimiento indebido, por ejemplo) o de un ilícito administrativo (no rendición de
cuentas de viáticos, por ejemplo). Segundo, recurriendo al criterio sistemático, los tipos
penales se complementan con el listado de delitos señalados en el artículo 10 del Decreto
Legislativo N° 1106. Al respecto se menciona que “[el] conocimiento del origen ilícito que
tiene o que debía presumir el agente de los delitos que contempla el presente Decreto
Legislativo, corresponde a actividades criminales como los delitos de minería ilegal,
el tráfico ilícito de drogas, el terrorismo, el financiamiento del terrorismo, los delitos
contra la administración pública, el secuestro, el proxenetismo, la trata de personas, el
tráfico ilícito de armas, tráfico ilícito de migrantes, los delitos tributarios, o cualquier
otro con capacidad de generar ganancias ilegales”. Este listado de delitos, forma parte
de los tipos penales, como auténticos elementos del tipo objetivo, y que, por razones de
técnica legislativa, son denominador común a los tres tipos penales8. No es aceptable
señalar que esta norma es de carácter declarativo o de reconocimiento. Si así lo fuera, ni
siquiera formaría parte del cuerpo normativo de un Decreto Legislativo. Lo declarativo
está vinculado con una pretensión explicativa, orientadora, pero no se condice con las
características de una norma jurídica, que por su naturaleza es imperativa, implica un
mandato de hacer o no hacer, y no tiene una función meramente explicativa o referencial.
12. En lo que concierne a la naturaleza jurídica del ilícito penal debe dilucidarse si este
concepto es asimilable a lo que normalmente se identifica en la doctrina como el “delito
previo”, “delito precedente” o “delito fuente” o, en los términos de la Convención de
Palermo, “delito determinante”. Un error conceptual recurrente en el que se puede incurrir
y del cual derivan conclusiones improvisadas o extremas es equiparar la materialidad
8 En otras legislaciones se opta por considerar los ilícitos fuente en los mismos tipos penales. Es el caso de la
legislación colombiana: “El que adquiera, resguarde, invierta, transporte, transforme, custodie o administre
bienes que tengan su origen mediato o inmediato en actividades de tráfico de migrantes, trata de personas,
extorsión, enriquecimiento ilícito, secuestro extorsivo, rebelión, tráfico de armas, delitos contra el sistema
financiero, la administración pública, o vinculados con el producto de los delitos objeto de un concierto para
delinquir, relacionada con el tráfico de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias sicotrópicas, o les de
a los bienes provenientes de dichos actividades apariencia de legalidad o los legalice, oculte o encubra la
verdadera naturaleza, origen, ubicación, destino, movimiento o derecho sobre tales bienes o realice cualquier
otro acto para ocultar o encubrir su origen ilícito […]” (art. 8, Ley N° 747).
13. Ahora bien, una vez reconducido el concepto de “delito fuente” o “delito determinante”
al de “ilícito fuente” o “determinante”, ha de verificarse cuál es su entidad o esencia. El
Fiscal de la Nación sostiene, a través de sus representantes, que se trata de una actividad
criminal abstracta. Justifica su posición jurídica en el hecho que lo que es materia de
conocimiento por el lavador es el origen ilícito del activo, mas no del acto de lavado.
La cuestión que debe establecerse es si se está considerando por “actos criminales” a
los generadores de los activos, como conducta de vida de quien entrega los activos
maculados o, más aun, a la sola referencia típica del delito. En este ámbito, es necesario
primero descartar que no puede considerarse el sustento determinante de los activos en
una mera referencia normativa (atribución abstracta de “acto criminal”). Ningún evento
fáctico posterior se sustenta en una imputación jurídica abstracta. En la Casación N°
92-2017-Arequipa, se puede evidenciar que el Ministerio Público sostuvo la imputación
por lavado respecto a una presunta actividad defraudadora de una persona jurídica,
pero no se delimitó mínimamente el hecho histórico precedente (autolavado). Queda
entonces por evaluar si el lavado de activos, se configura a partir de la verificación de
una actividad criminal abstracta, que este Pleno debe entender por indeterminada en
el tiempo, o como sostiene el representante del Ministerio Público, no circunstanciado.
En realidad, esta tesis no es aceptable en el contexto normativo nacional. Al parecer, su
sostenedor parte de una interpretación incompleta del artículo 10 del Decreto Legislativo
N° 1106. En efecto, en dicho artículo se dice “El conocimiento del origen ilícito que
tiene o que debía presumir el agente de los delitos que contempla el presente Decreto
Legislativo, corresponde a actividades criminales como los delitos de minería ilegal,
el tráfico ilícito de drogas, el terrorismo, el financiamiento del terrorismo, los delitos
contra la administración pública, el secuestro, el proxenetismo, la trata de personas, el
9 Este error conceptual parece reproducirse en el Decreto Supremo Nº 018-2017-JUS cuando define al lavado
de activos como “[…] delito autónomo que tiene su origen en un delito precedente y que consiste en darle
apariencia de legalidad a los fondos o activos ilícitos producto de dicho delito, a fin de que circulen sin
problema en el sistema económico-financiero”.
http://busquedas.elperuano.com.pe/normaslegales/aprueban-politica-nacional-contra-el-lavado-de-activos-
y-el-decreto-supremo-n-018-2017-jus1565834-4/
tráfico ilícito de armas, tráfico ilícito de migrantes, los delitos tributarios, la extorsión,
el robo, los delitos aduaneros o cualquier otro con capacidad de generar ganancias
ilegales”.
14. Si el legislador hubiera querido convertir el delito de lavado en uno vinculado únicamente
a la conducta criminal precedente de quien entrega los activos, no habría recurrido al
listado de delitos que señala a continuación. Los tipos penales se habrían estructurado
como actos de lavado provenientes, por conocimiento directo o presunto, de la actividad
criminal del transferente o de quien produce la tradición del activo. El Fiscal de la Nación
sostiene -a través de sus representantes- que lo relevante, a efectos típicos del lavado, es
el conocimiento -se entiende abstracto- del origen ilícito del activo, no el acto generador.
Hay, sin embargo, una contradicción lógica en esta afirmación. El origen (Arqué) ilícito
del activo responde a una situación concreta, pero este es producto de una actividad
criminal abstracta. Lo concreto no puedo surgir de lo abstracto, ni lo abstracto puede
generar algo concreto, al menos en el sentido de los principios de legalidad y culpabilidad
(por el acto).
15. La dotación de sentido de los elementos del tipo penal de lavado de activos debe hacerse
igualmente en concordancia tanto con los tratados internacionales (Hard Law), como con
las recomendaciones o modelos internacionales (Soft Law), asumidos por nuestro país.
Ahora bien, los Tratados suscritos por el Perú tienen fuerza normativa directa, conforme se
establece en el artículo 55° de la Constitución Política del Estado. En el ámbito, del delito
de lavado de activos, nuestro país es Estado Parte de la Convención de Naciones Unidas
contra el Tráfico Ilícito de Drogas (Viena 1988). Al respecto, desde aquel instrumento
internacional se establecía que debía castigarse “La conversión o la transferencia de
bienes a sabiendas de que tales bienes proceden de alguno o algunos de los delitos
tipificados [en el Tratado]”. Lo mismo se señalaba con relación a “[La] ocultación o el
encubrimiento de la naturaleza, el origen, la ubicación, el destino, el movimiento o la
propiedad reales de bienes, o de derechos relativos a tales bienes, a sabiendas de que
proceden de alguno o algunos de los delitos tipificados”. Con mayor claridad se expresa
la Convención de Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional
(Palermo 2000). En el artículo 3.1.b.i se establece la obligación de los Estados signatarios
de tipificar como delitos “La conversión o la transferencia de bienes a sabiendas de que
tales bienes proceden de alguno o algunos de los delitos tipificados de conformidad con
el inciso a) del presente párrafo, o de un acto de participación en tal delito o delitos,
con objeto de ocultar o encubrir el origen ilícito de los bienes o de ayudar a cualquier
persona que participe en la comisión de tal delito o delitos a eludir las consecuencias
16. Queda entonces por delimitar qué es el “delito fuente” o “delito determinante”. Respecto al
primer término debe acotarse su significado, en función de los estándares internacionales
provenientes de los Tratados y de sus Recomendaciones. En puridad cuando se habla de
“delito” se está designando el injusto típico (material) que constituye el origen del dinero,
bienes, efectos o ganancias. Ello se puede deducir de lo que se establece en el artículo 2.e
de la Convención de Palermo cuando define lo que es el “producto del delito”. Al respecto
en este instrumento se señala que “Por ‘producto del delito’ se entenderá los bienes de
cualquier índole derivados u obtenidos directa o indirectamente de la comisión de un
delito”. A su vez, cuando define los “bienes” en la Convención de Palermo se dice que por
esta categoría “se entenderá los activos de cualquier tipo, corporales o incorporales,
muebles o inmuebles, tangibles o intangibles, y los documentos o instrumentos legales
que acrediten la propiedad u otros derechos sobre dichos activos” (artículo 2.d). Por
último, cuando en la Convención se alude al “delito determinante” se señala que por este
término “[…] se entenderá todo delito del que se derive un producto que pueda pasar
a constituir materia de un delito definido en el artículo 6 de la presente Convención”
(artículo 2.h)10. Por tanto, conforme a un criterio de convencionalidad, debe entenderse
que cuando se hable de un “delito fuente” o un “delito determinante” ha de entenderse
una acción capaz de generar un producto concreto, y evidenciado en bienes, de acuerdo
a los alcances de dicho instrumento internacional. Esta concepción restrictiva no es
arbitraria. Se sustenta en la propia naturaleza de un Tratado Multilateral, en el que su
negociación se hace con la concurrencia de una gran cantidad de Estados, con sistemas
jurídicos diferentes. Por lo demás, no cabe sostener que entre los tratados se dé un orden
de prelación, según el alcance regional o multilateral de los mismos. Los tratados, de
acuerdo a la Convención de Viena, obligan a las partes y deben ser cumplidos por ellas de
buena fe (art. 26, pacta sunt servanda). En este sentido, es de considerar que, de acuerdo
al artículo 32.b del citado Tratado, la interpretación de los tratados debe hacerse de tal
manera que esta, “no conduzca a un resultado manifiestamente absurdo o irrazonable”.
10 De acuerdo a la sistemática de la Convención de Palermo, el artículo 6 se refiere precisamente a la “Penalización
del blanqueo producto del delito”.
Lo absurdo sería que, en un Tratado que pretende maximizar los esfuerzos de la lucha
contra la delincuencia organizada transnacional, se exija la configuración de un delito
acabado en todas sus categorías conceptuales. En realidad, de las definiciones glosadas
precedentemente, puede inferirse que la Convención se está refiriendo al injusto del cual
derivan productos que generan bienes producto de una actividad criminal concreta pues
lo que es objeto de lavado lo es, en los términos del Tratado el “ […] producto del delito”.
18. Por otro lado, similar postura se asume en el Grupo de Acción Financiera GAFI. En
efecto, mediante las Recomendaciones elaboradas por este Grupo de Trabajo se fijan
los estándares internacionales que deberían cumplir los países en materia de lavado de
activos12. Al respecto, el GAFI parte de la consideración previa que los países tienen diversos
marcos legales, administrativos y operacionales y diferentes sistemas financieros por lo
cual no pueden tomar todos medidas idénticas contra estas amenazas. En ese entendido,
las Recomendaciones del GAFI fijan un estándar internacional que los países deberían
11 http://www.cicad.oas.org/lavado_activos/esp/Reglamento_modelo_esp12_02/REGLAMENTO%2LAVADO%
20-%20ESP.pdf
12 GAFI: Estándares Internacionales sobre la lucha contra el Lavado de Activos y el Financiamiento del Terrorismo y
la Proliferación; febrero del 2012. http://www.aranzadi.es/blanqueodecapitales/pdf/4.40recomendacionesgafi.
pdf
13 En 2003, las Recomendaciones del GAFI se revisaron por segunda vez y junto con las Recomendaciones Especiales
fueron avaladas por más de 180 países, y son reconocidas universalmente como el estándar internacional
contra el lavado de activos y el financiamiento del terrorismo (ALA/CFT).
20. En el caso del lavado por terceros, ciertamente, no se puede asumir tal grado de
concreción, pero por lo menos los actos de lavado deben conectarse con un marco de
imputación genérico, por lo menos reconducible a la identificación de una actividad
criminal concreta. En modo alguno significa desconectar fácticamente los actos de
lavado de la conducta ilícita concreta originadora de los activos, pues forma parte de
los tipos penales de lavado, como elemento normativo del tipo. Asumir una postura que
se acerque a la no justificación de activos presuntamente maculados, implicaría crear un
tipo penal de enriquecimiento ilícito de particulares14.
22. El delito de lavado de activos siempre estuvo vinculado a otros delitos relevantes. En un
inicio se le vinculó exclusivamente al tráfico ilícito de drogas. En la actualidad, y como
consecuencia de la evolución legislativa internacional se estableció como tendencia
legislativa internacional que los estados se comprometan a tipificar el delito de lavado
de activos, en conexión con la mayor cantidad de delitos graves. En el Convenio de
Palermo, por ejemplo, se circunscribió el objeto de aplicación del Tratado a los casos de
delitos graves que, de acuerdo al glosario de términos previstos en el artículo 2°, hace
alusión a delitos que merezcan una pena privativa de libertad mayor a cuatro años.
Sostener que otros instrumentos internacionales prevén un límite menor, es meramente
referencial, no vinculante ni corresponde a una política criminal que se focalice en la
persecución de lo relevante y lo directamente vinculado con el bien jurídico protegido. El
peligro de querer abarcar cualquier conducta, independientemente de su relevancia, es la
de consolidar el control penal simbólico, sustentado más en la cantidad de procesos que
en la importancia de lo perseguido y sancionado.
23. En el propio Reglamento Modelo de la CICAD se rotula dicho Reglamento como el referido
a “[….] delitos de lavado de activos relacionados con el tráfico ilícito de drogas, y otros
delitos graves” y considera como delitos graves los “[….] determinados por la legislación
de cada estado, incluyendo el tráfico ilícito; acciones relacionadas con el terrorismo
y la financiación del terrorismo, actos terroristas y organizaciones terroristas; tráfico
ilícito de armas; desvío de sustancias químicas; tráfico ilícito de humanos y tráfico de
órganos humanos; prostitución, secuestro; extorsión; corrupción y fraude”.
24. El legislador nacional siguiendo esta tendencia optó por delimitar la aplicación del delito
de lavado de activos a una lista de delitos que, por la penalidad abstracta con las que
están conminados, en efecto son delitos de especial dañosidad social. Se ha interpretado
literalmente la frase “y otros [delitos] capaces de generar ganancias ilegales” como
cualquier conducta delictiva que directa o indirectamente genere activos. Sin embargo,
por el bien jurídico protegido en el lavado de activos no puede considerarse como idónea
para producir activos cualquier conducta independientemente de su gravedad. Esta
debe relacionarse a conductas que por su entidad puedan en efecto lesionar el bien
jurídico protegido, mediante los actos de lavado. Como se reconoce en el propio Plan
Nacional contra el Lavado de Activos y el Financiamiento del Terrorismo, el sentido de
la protección contra este delito radica en “27. […] tiene como finalidades principales
proteger la integridad y estabilidad del sistema económico-financiero, reducir el
poderío económico del crimen organizado y el terrorismo, y contribuir a la lucha
25. La Exposición de Motivos es solo un criterio referencial que debe ser considerado con los
otros aspectos de la labor de interpretación. Para arribar a una conclusión que dé sentido
a la disposición, tal como lo ha establecido el Tribunal Constitucional, y no como se
afirma que la interpretación nace de la norma –con sentido- debe recurrirse a todos los
métodos, y no unilateralmente a uno. Esa es la postura hermenéutica que se asumió en el
Pleno Jurisdiccional del 2006, cuando se fundamentó el voto en minoría, con ocasión de
la determinación de la combinación de leyes. En el voto en minoría se dijo: “La invocación
de la exposición de motivos del Código Penal vigente, no es de recibo, primero porque
si bien es válido utilizarla como un criterio que ayuda a la interpretación jurídica, en sí
misma no es una fuente formal del ordenamiento jurídico, la que se circunscribe a los
preceptos de la propia ley, a su sentido literal posible; y segundo, por cuanto en el caso
concreto en la exposición de motivos, en puridad, no se refiere al texto, tal como fue
aprobado, del artículo 6°del Código Penal17. Como señala Hurtado Pozo “[…] el recurso
a los criterios de interpretación no significa seguir un orden de prioridad determinado.
El hecho de dar prioridad a uno de ellos en detrimento de los demás, supone tomar
partido por una ideología determinada”18. Pero ello no significa que se reduzca la
actividad interpretativa al uso unilateral de un solo método, pues “[el] intérprete debe
recurrir a todos los medios que le permitan escoger, entre los posibles sentidos que
puedan adscribirse al texto legal, el que le parezca más conforme al caso a resolver”19.
Por tanto, la invocación unilateral y excluyente de la exposición de motivos, y aislada de
los métodos sistemáticos, literales y teleológicos, es una interpretación limitada.
26. Por otro lado, es ilógico que se formule un listado de delitos -que por la pena conminada-
sean considerados graves, para que a continuación se prevea una cláusula abierta
que, como cajón de sastre, incluya cualquier otro delito capaz de generar ganancia,
independientemente de su gravedad. Hubiera bastado que el legislador formulase una
redacción general, asociada a la capacidad de generar ganancias, con exclusión del
supuesto típico del artículo 194 -receptación-.
28. DECLARAR
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