Estudio de Lucas 13

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ARREPENTÍOS O PERECERE ÍS (LUCAS 13:1-5)

INTRODUCCIÓN: El Señor enseñó sobre no juzgar y arrepentirse; la parábola de la


higuera; sanó a una mujer enferma; la parábola de la semilla de mostaza y de la
levadura; continuó con su enseñanza y lloró sobre Jerusalén.

Estamos en una sección del Evangelio de Lucas en la que se encuentra mucho material
que sólo este escritor registró sobre el ministerio del Señor en la tierra. Leamos los
versículos 1 al 5, en los que Jesús enseñó sobre el no juzgar y el arrepentirse.

I.- El que no se arrepienta morirá. v. 1-3

Las víctimas de Pilato y los hombres que murieron cuando cayó la torre no habían sido
juzgados por Dios. Él no actúa por despecho o rencor. Pero Cristo les estaba enseñando
a las personas religiosas de Su tiempo que, a menos que se arrepintiesen, ellas también
perecerían.

Este pasaje bíblico tiene lecciones útiles para nosotros. La primera nos enseña que
cuando un cristiano pasa por dificultades más allá de lo que es normal (y muchos sufren
esta situación), ello no significa que él sea más pecador que otros. Los problemas no
siempre vienen sobre una persona porque ésta peque.

II.- No estamos excluidos de los problemas. v. 4-5

La otra cara de la moneda es que solo por convertirse en un cristiano, uno queda como
vacunado contra los problemas. El Señor les dijo a sus discípulos que en el mundo
tendrían aflicciones y sufrimiento, pero les animó a confiar en Él, porque Él había
logrado la victoria sobre el pecado y el poder del mal.

Otra lección que debemos recordar es que cuando las dificultades vienen sobre otra
persona y no sobre uno mismo, ello no indica que somos superior a aquella persona.
Quizás Dios te está permitiendo ver como alguien sufre problemas para acercarte más a
Él.

CONCLUSIÓN: Jesús comenzó a enfatizar el mensaje del arrepentimiento, necesario no


solo para cualquier pecador penitente sino para todos.
PARA BOLA DE LA HÍGUERA ESTERÍL. (Lucas 13:6-9)

INTRODUCCIÓN: La higuera es simbólica de la nación de Israel. El propietario de la


higuera esperaba que ésta diese fruto y se sintió defraudado cuando vio que no había
producido nada. Él tenía el derecho incuestionable de recoger el fruto y, en caso
contrario, de realizar un acto de juicio cortándola.

I.- Lo que Dios demanda de nosotros. v. 6-7

Este pasaje nos enseña, en primer lugar, que Dios exige una fidelidad proporcionada a
los privilegios espirituales que concede.

Nuestro Señor enseñó esta verdad, comparando a la iglesia judaica de su época con "una
higuera plantada en una viña" Tal era exactamente la posición que Israel ocupaba en el
mundo. Las leyes y los ritos mosaicos habían contribuido a la par con la situación
geográfica de su suelo, a separarlos de las otras naciones. Dios se dignó favorecerlos con
revelaciones que no hizo a ningún otro pueblo. Se les concedieron privilegios de que
jamás gozaron Nínive, Babilonia, Grecia o Roma. No era sino justo y razonable que por
medio de sus frutos, es decir, de sus hechos, dieran alabanza a Dios. Naturalmente se
hubiera creído que habría habido más fe, arrepentimiento, santidad y devoción en el
pueblo de Israel que en las naciones paganas; y esto era lo que Dios esperaba. El dueño
de la higuera "vino a buscar fruto".

II.- Lo peligroso de no dar frutos. v. 8-9

Este pasaje nos enseña, en segundo lugar, que es peligroso no dar fruto cuando se goza
de grandes privilegios religiosos. El Señor nos enseña esto de una manera muy notable.
Nos dice como se quejó el dueño de la higuera estéril de que no diese fruto.

Esta parábola implica una amonestación para todas las iglesias cristianas. Si sus
ministros no enseñan sanas doctrinas, y sus miembros no viven santamente, están en
gran riesgo de perderse. Dios los observa constantemente y lleva cuenta de todas sus
acciones. Acaso sean muy fieles en el cumplimiento de ritos y ceremonias. Acaso sean
árboles cubiertos de las hojas del culto, los servicios y los sacramentos. Pero si carecen
de los frutos del espíritu, serán considerados como estorbos en el huerto del Señor.

CONCLUSIÓN: Esta parábola nos enseña, por último, cuánto debemos a la Gloria de
Dios y a la intercesión de Cristo. No es posible inferir otra cosa de la súplica del viñero:
"Señor, déjala aún este año." Ahí se contempla como en un espejo la bondad de Dios, y
la mediación de Cristo.
JESUS SANA A UNA MUJER EN EL DÍ A DE REPOSO. (Lucas 13:10-17)

INTRODUCCIÓN: Esta mujer presentaba uno de los casos más graves de enfermedad registrados en la
Biblia. Sufría de una dolencia muy grave. El problema surgió no porque Jesús la sanó, sino porque la
sanó en el día del reposo. La actitud de Jesús sanando gente en el día del reposo fue una constante
fuente de disputas entre Él y los dirigentes religiosos.

I.- Cuando Jesús nos llama. vs. 10-14

Esta mujer tenía un espíritu de enfermedad que la había estado atormentando por 18 años. No es fácil
traducir la terminología médica que Lucas, como profesional, utilizó para describir su condición. Se
trataba de una enfermedad crónica que la había dejado encorvada y no podía enderezarse para nada. Su
condición era desesperada y miserable y, lógicamente, inspiraba compasión. Probablemente fue uno de
los casos más graves de enfermedad con los que Jesús tuvo que enfrentarse en su ministerio.

II.- Regocijándonos de las cosas hechas por Dios. vs. 15-17

No se entiende por qué esta mujer había sido esclavizada por un demonio. Aparentemente no era una
persona inmoral y, a pesar de su condición lastimosa, asistía regularmente a la sinagoga. Y fue en la
sinagoga que el gran Médico divino le dijo: "Eres libre de tu enfermedad".

Puso sus manos sobre ella y, al momento, la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios. El toque de
las manos del Señor no era esencial, pero fue una ayuda para la fe de ella. Fue un contacto personal, y
ese tipo de contacto personal con Jesús es algo muy importante también para nosotros.

El jefe de la sinagoga la reprendió con dureza, sin embargo esta mujer no había acudido a la sinagoga
con la intención de que la sanasen. Por ello, la reacción de ese líder religioso fue verdaderamente
extraña. Estaba más interesado en el cumplimiento de una regla, que por el hecho de que esta pobre
mujer esclavizada durante 18 años por tan dolorosa enfermedad hubiese sido sanada.

Aunque la gente le escuchaba con alegría, pareció no llegar más lejos en cuanto a su aceptación de Él.
Parece que es posible que uno se convierta en una persona religiosa y, al mismo tiempo insensible,
capaz de excluir a Jesús de su vida.

CONCLUSIÓN: Uno puede presumir de conocer todas las respuestas y de ser un experto en rebatir
argumentos contrarios, pero podemos hacernos las siguientes preguntas:

¿Has permitido alguna vez que Cristo entre en tu corazón, en tu vida? No hay nada que pueda sustituir
esa realidad.

¿Estamos lleno de dudas? ¿Te encuentras confundido o preocupado?

¿Estamos, como aquella mujer, encorvado bajo el peso de las cargas de la vida?

Si es así, ven al Señor Jesucristo con tus cargas y pecados. Puedes acudir a Él en cualquier momento y
lugar. Jesús está dispuesto a intervenir en tu vida. Está esperándote para satisfacer tu necesidad
personal.
PARA BOLA DE LA SEMÍLLA DE MOSTAZA Y LA LEVADURA (Lucas 13:18-21)

INTRODUCCIÓN: Nada más chico que un grano de mostaza para expresar el crecimiento del
Reino de Dios que había venido, que no tenía territorio, que no tenía ejércitos, ni constitución, ni
instituciones, etc. Pero el reino de Dios se extendería a todo el mundo y finalmente cubriría la
tierra.

I.- Para nosotros ¿A que es semejante el Reino de Dios?. vs. 18-19

El Reino de los cielos incluye en el día de hoy a personas de todo el mundo, está diseminado por
doquier. No es una institución humana, es un cuerpo espiritual que abarca a personas reales que
viven en países grandes y pequeños en todo el mundo.

Se ha desarrollado y multiplicado y su accionar se ve en las leyes, en los colegios, en la actitud de


la gente, se ve el reino de Dios en la necesidad de limpieza, en la justicia, en el desarrollo de la
ciencia.

La multiplicación de la Iglesia de Jesucristo es algo incontenible, que sigue desarrollándose cada


vez más, pero comenzó con un grano de mostaza, con la vida de un hombre, el Hijo de Dios hecho
hombre.

II.- El Señor Jesucristo dijo: ¿A qué compararé el reino de Dios?. vs. 20-21

La parábola del “fermento,” con igual procedimiento, acusa la vitalidad y expansión del Reino.
Puesto en Israel y en el mundo, su vitalidad lo va extendiendo y “fermentando” en Cristo.

Ambas parábolas se introducen con la forma usual en la literatura rabínica. La parábola de la


mostaza hace ver que, siendo algo muy pequeño, llega a hacerse tan grande, que se convierte en
árbol, y las aves del cielo se cobijan en él. La imagen se usa en el A.T. para hablar de los grandes
imperios que protegen a sus súbditos. Aquí es el desarrollo del reino.

Al comienzo pequeño y casi inadvertido, llega, a la hora de la composición del Evangelio, a ser la
grande y visible Iglesia de Dios. Se acusa preferentemente su fuerza expansiva.

La levadura no representa al Evangelio sino al principio del mal. La levadura, tal como se la
expone en la Biblia, nunca representa nada bueno. Se repite unas 98 veces en el texto bíblico -
alrededor de 75 veces en el Antiguo Testamento y unas 23 veces en el Nuevo Testamento. Siempre
se utiliza en un sentido negativo. Y muchas personas sinceras, que piensan que representa al
Evangelio que se extenderá por todo el mundo para convertirlo al cristianismo, van a acabar
decepcionadas. No habrá ningún reino ni paz hasta que Cristo regrese para establecer Su reino en la
tierra. En Su propio tiempo, en el momento más oportuno, Cristo mismo vendrá a instaurar Su
Reino.

CONCLUSIÓN: La vida que se tiene es la del Espíritu Santo, que al partir el Señor Jesucristo,
derramó en el día de Pentecostés sobre sus seguidores, los discípulos, esta vida está vigente, llega a
todos los términos de la tierra, su avance es incontenible, casi explosivo.
LA PUERTA ESTRECHA. Lucas 13:22-30

INTRODUCCIÓN: Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, mientras se


encaminaba a Jerusalén. Vemos que Jesús continuó su viaje en dirección a Jerusalén.
Lucas ya nos había informado anteriormente, en 9:51, lo siguiente: Cuando ya se
acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a
Jerusalén. Y allí le vemos, de camino a Jerusalén donde le esperaba la muerte. Este sería
el último viaje de nuestro Salvador.

I.- Esforzaos a entrar por la puerta angosta. vs. 22-24

Les explicaba que debían esforzarse por entrar por la puerta angosta, mucho menos
transitada que la ancha, por esta puerta se renuncia a sí mismo, se deja de hacer la propia
voluntad. El que entra en esta puerta se humilla y luego es ensalzado, en esta puerta
entran los que no tienen orgullo, los que no se dejan llevar por las tradiciones, los que
renuncian a todo lo que poseen, por esta puerta entran los que ponen prioritariamente al
Reino de Dios antes que todas las otras cosas. Los que renuncian a la vanagloria, los que
no sirven a Dios según su propio gusto sino el de Él.

II.- Saber el número no interesa. vs. 25-30

Lo que les dice es que para salvarse, para entrar en el Reino, han de esforzarse, han de
“luchar”, pues han de ingresar por una “puerta estrecha”. El Reino mesiánico era
representado frecuentemente bajo la imagen de un banquete. Esta es la imagen
subyacente.

Muchos buscarán entrar y no podrán, no por falta de capacidad en la sala, sino porque no
se amoldan a entrar por esa alegórica “puerta estrecha.” Además, en un momento
determinado, el dueño de la casa se levantará y cerrará la puerta.

CONCLUSIÓN: El reino de Dios está compuesto por ciudadanos que valientemente se


negaron a sí mismos y entraron por la puerta angosta.
LAMENTO DE JESU S SOBRE JERUSALEN. Lucas 13:31-35

INTRODUCCIÓN: Ya quedaba poco camino para llegar a Jerusalén, los fariseos, como
siempre, querían alejar a Jesús de su misión, y aunque era cierto que Herodes quería
verlo, los que realmente querían matarlo eran ellos mismos. Los religiosos, los doctores
de la ley, los saduceos, quienes parecían tener la franquicia de la representación de Dios
entre los hombres.

I.- No se puede evitar la llegada del Señor. vs. 31-33

Ante esta advertencia de los Fariseos, el Señor Jesús calificó a Herodes como una zorra.
El ser humano no tiene su ascendencia en los animales, pero a veces desciende al plano
animal en su forma de vivir. Nuestro Señor presentó aquí, de manera velada, Su
programa de redención y resurrección.

Hay algo en las palabras de nuestro Señor que llama la atención de todo cristiano
verdadero. En ellas se trasluce un modo de ser que haríamos bien en imitar. Nuestro
Señor habló, sin duda, con labios proféticos de lo que había de suceder después.

II.- Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas. vs. 34-35

Nuevamente el Señor expresó Su amor y preocupación por Jerusalén, la ciudad en la que


iba a morir. También pronunció un juicio contra la "ciudad del gran Rey", como Él
mismo la llamó. Y finalmente anunció que vendría otra vez. Su futura llegada a
Jerusalén sería la verdadera Entrada Triunfal.

Cuando Jesús se acercaba a Jerusalén se lamentaba sobre ella de una manera muy tierna,
hablando sobre su historia y desde el punto de vista de quien era, Dios, hablaba sobre la
forma sangrienta en que en muchas oportunidades había tratado a los profetas.

También desde ese mismo punto de vista, de Dios, se lamentaba sobre las veces que
había tratado de unir bajo su dominio a todo el pueblo que Dios estaba formando, pero la
rebeldía de sus corazones, impedía los propósitos divinos para la ciudad en más de una
ocasión.

CONCLUSIÓN: Termina diciendo que a partir de los momentos que se producirían en


los próximos días, no volverían a verlo hasta que digan “¡Bendito el que viene en el
nombre del Señor!”.

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