ACTITUDES

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CAPITULO - 4.

Las actitudes y sus cambios.


"Poseemos los elementos técnicos necesarios para cambiar
el mundo, pero la mayoría de nosotros no tenemos
lasactitudes que pueden lograr este cambio".
H.C. TRIANDIS
4.1. Introducción al concepto de actitud.
4.2. Concepto de actitud.
4.3. Componentes de las actitudes.
4.4. Características de las actitudes.
4.5. Clasificación de las actitudes.
4.6. Formación de las actitudes.
4.7. Actitudes y cambio de actitudes: introducción al problema.

4.1.- Introducción al concepto de actitud.

En su acepción latina "Attitudine" tiene dos raíces (o dos vertientes); "Apto" y


"acto". La primera, relacionada con propiedad "se es apto", "se posee algo"; la
segunda con "acto", "postura", "acción". Pero más atrás las dos raíces de ACT y
APT son originarias del sánscrito de la raíz "ag", significando "hacer" o "acto".
La raíz "ag" lleva en sí el motor o la forma del ACT y del APT y, de hecho, es el
soporte del concepto presente de la relación entre el acto y los componentes
subyacentes de la "Aptitud" del sujeto.

Así como el concepto "Attitudine" es un homónimo en inglés, en castellano


"actitud" ha sido siempre tomada y tenida como "acto". En tal significado puede
estar el reconocimiento de la primera de sus funciones, o de la primacía de las
mismas como motor, inducción al acto en que los trabajos experimentales de
psicología social se establecen. (1)

Las investigaciones desde la perspectiva psicosocial sobre el tema de la


formación de las actitudes son amplias y reconocidas. Sabido es que las acciones
de los individuos, en gran medida, están gobernadas por sus actitudes. Puesto que
las creencias y actitudes desempeñan un papel tan prominente, es esencial que en
un análisis del pensamiento creativo se tenga en cuenta el concepto de actitud y,
desde esta visión, es muy valioso a propósito de las características de la
creatividad, sobre todo si consideramos, tal como hemos visto al final del
capítulo anterior, que la aptitud ha pasado hacia la actitud de vida.
Si consideramos la actitud creativa como una manera de ser, ¿qué es lo que
diferencia la actitud creativa de una actitud no creativa? ¿Qué podríamos hacer
para fomentar esta potencialidad humana general llamada "actitud de vida" y
contribuir a su desarrollo y expresión más bien que a su atrofia?

Ciertamente, los factores culturales que ya hemos visto fomentan o inhiben la


creatividad. Y hemos visto cómo los sistemas de valores implican una oposición
o, por el contrario, ayuda y soporte de una actitud ante la vida valorativa y
genuina, cual sería la persona autodesarrollada o autorrealizada. Desde este punto
de vista de autorrealización, de madurez, de personalidad adecuada, la actitud
creativa que conduce a la salud mental es la personalidad en pleno
funcionamiento y todos ellos son rasgos de la persona creativa que en su
implicación es capaz de desarrollarse y, por tanto, es capaz de aceptar un cambio.

De las actitudes y del cambio de las mismas me ocuparé en este capítulo.

La creatividad, considerada como actitud, procede de trabajos realizados sobre el


concepto y la teoría del "yo". Lo conocido sobre este tema es ya suficiente como
para sugerir algunos principios que nos ayuden a entender la creatividad como
actitud de vida, síntesis de un conjunto de actitudes facilitadoras, como rasgos y
predisposiciones que confluyen en la actitud de vida creativa.

Parece evidente que ciertas cualidades tienen extrema dependencia con personas
que poseen características como las siguientes; Individuos con confianza en sí
mismos, con actitud para el liderazgo, con madurez en las relaciones sociales,
capaces de pensar por sí mismos, independientes en sus juicios, independientes e
inconformistas, en general, están en agudo contraste con otra imagen de conducta
sistemáticamente conformista cuyo campo de interés es estrecho, con sumisión,
docilidad, aceptación a ultranza de la autoridad, tendencia a hacer todo aquello
que está prescrito, inhibición, tendencia a aplazamiento o supresión de
situaciones gratificantes, incapaces de tomar decisiones, muy sensibles a las
evaluaciones que de ellos hacen otras personas, carentes de visiones claras de su
propia conducta, sugestionables e influenciables, que sería antitético a las
actitudes contrarias, descritas anteriormente.

CRUTCHFIELD, R. (1955), ROKEACH, M. (1960) FRENKEL-BRUNSWIK,


E. (1949), han investigado especialmente sobre actitudes en sujetos creativos y
no creativos.

En realidad, tal como vimos en el análisis de mi concepto del fenómeno pluralista


de las cosas, la percepción y el análisis de los diferentes estilos de conocimiento
son un campo fecundo, puesto que el estilo perceptivo de los individuos está
estrechamente unido a las categorías perceptuales.

El ser perceptivo indica apertura, esto es, una persona que responde de una
manera todavía no estructurada antes de intentar teorizar o interpretar.

PEPINSKY, H.B. (1955) ha estudiado este problema.

ERIKSEN, C.W. (1954) estudió, centrándose en el estilo cognoscitivo, que existe


un tipo cuyas actitudes son el no poder juzgar con independencia de las
similitudes con respecto a otros acontecimientos anteriores, o sea, fijación de las
normas, dificultades para juzgar personas o acontecimientos, es decir,
estereotipados y rígidos, carecen de capacidad crítica, en el fondo muy ligado a
los procesos de categorización. Frente a él estaría el tipo cuyas actitudes son más
amplias y más abiertas a los datos del medio, perciben mejor los posibles
cambios, tienden a exagerarlos y están más alerta a los matices .

WITKIN, H.A. (1954) encontró que había actitudes que iban en la línea de
sujetos perceptores dependientes que tienden a ser más pasivos, manifiestan un
mayor miedo de sus impulsos sexuales y de los agresivos, dan muestra de una
menor autoestimación y autoaceptación, mientras que los independientes suelen
ser sujetos más complejos, más conscientes de sus propias necesidades y
cualidades y tienden a ser más flexibles y fluidos en la esfera cognoscitiva.

En las investigaciones del "Institute for Personality Assessment and Researchs at


the University of California" se ha constatado en los estudios acerca de los
sujetos creadores que en la esfera cognoscitiva tienden a ser más flexibles y
fluidos, sus percepciones y conocimientos son singulares, son intuitivos,
empáticos y perceptivamente abiertos. Prefieren lo complejo, aceptan la
innovación, tienen fuerte deseo de ordenar lo desordenado y no les importan las
imperfecciones aparentes, aceptando el reto de lo ambiguo.

Los estudios centrados en las actitudes propiamente dichas en creatividad


provienen en una gran parte de un estudio clásico en la investigación psicosocial
sobre las mismas. En efecto, ADORNO, T.W y colaboradores (1950), en un
estudio sobre la personalidad autoritaria, y los que le siguieron,

han puesto en evidencia que personas especialmente dependientes de sus


prejuicios suelen tener muchas características actitudinales en común. Creo que,
por el contrario, las personas especialmente independientes o con una actitud de
vida creativa deberían, en principio, ser contrarias a dichas actitudes encontradas
en el prototipo del autoritarismo de ADORNO.
La personalidad autoritaria reuniría un síndrome de rasgos tales como rigidez,
inflexibilidad, nivel concreto de pensamiento, incapacidad para manejar con
facilidad nociones abstractas, conducta conformista y convencional y amantes de
las normatividades. Se muestra reacio, por lo general, a someterse a sí mismo a
observación y someter a examen sus ideas. Huye de la introspección, acentúa
exageradamente la importancia de la masculinidad o de la feminidad, es
sistemáticamente hostil y tiene prejuicios frente a grupos ajenos al suyo propio.

Prefiere los términos absolutos y es rígido en su conciencia. En general, estas


personas- se sienten amenazadas por la vida o en cualquier situación inadecuada
son inseguros y carentes de confianza en sí mismos.

Todo lo que de alguna manera es estrecho y rígido representa, como actitudes


características,

una predisposición a que el comportamiento sea lo contrario de la actitud de vida


creativa. La actitud creativa, en efecto, se caracterizaría no sólo por la antítesis de
lo enumerado, sino por la variedad y riqueza de la percepción. Por el intentar
realizarse en la plenitud de sus potencialidades, tendiendo al cambio en el sentido
de una disposición hacia lo que ocurre en cualquier ámbito generador en su
persona.

Pasaremos a estudiar, puesto que es tan importante el tema, las actitudes y el


cambio de las mismas.

4.2.- Concepto de actitud.

Donde mejor se logra la articulación del planteamiento biológico, psicológico y


sociológico es, a mi juicio, en el concepto de la actitud. Simultanear la idea de
que el hombre posee una naturaleza intrínseca, planteamiento biológico, y la idea
de que la cultura lo es todo, planteamiento sociológico, es incompatible e
imposible si no aceptamos que en el hombre coexisten los ámbitos generadores
que un modelo biopsicosocial integraría, sí no aceptamos que en el hombre
existen como factores la herencia filogenética y factores sociales que se articulan.
Específicamente éste es el campo de estudio donde adquiere sentido el educar la.
creatividad como actitud de vida. Para ello revisaré las aportaciones que la
psicología social, sobre la formación y el cambio de actitudes nos ofrece.
En su acepción corriente, el término de actitud designa un comportamiento o la
manifestación externa de un sentimiento. Y, en el contexto popular, tiene el matiz
peyorativo de simulación o estereotipo

El concepto de actitud, tal como ha sido definido con precisión y puesto a prueba
en numerosas investigaciones, se ha convertido en una palabra clave de la
Psicosociología (DOISE, W. , 1976).

Históricamente la noción de actitud ha tenido innumerables formulaciones, casi


tantas como especialista se ocuparon del tema, haciendo verdad la frase de
ALLPORT, G. (1935):

"Actualmente se pueden medir las actitudes mejor de lo que se las puede


definir".

Una rápida revisión histórica de algunas definiciones permitiría profundizar este


concepto.

En 1918 THOMAS, W.I. & ZNANIECKI. F. definieron la actitud como:

"Los procesos mentales que determinan las respuestas de los individuos,


actuales o potenciales, hacia su medio social".

THURSTONE, L.L. (1928) concibe la actitud como:

"La intensidad de afecto en favor o en contra de un objeto psicológico".

MURPHY, G.. MURPHY, L.B. & NEWCOMB, T.M. (1937), la actitud es:

"Una respuesta afectiva relativamente estable en relación a un objeto".

ALLPORT, G.W. (1935) en su artículo "Attitudes" afirma la existencia de hasta


cien definiciones, algunas de las cuales se recogen a continuación

"La actitud denota un estado neuropsíquico de disponibilidad para la


actividad mental o física".

"La actitud es un grado de afecto a favor o en contra de un objeto o un


valor".

"Las actitudes son procesos mentales individuales que determinan tanto las
respuestas activas como las potenciales de cada persona en el mundo social.
Como la actitud se dirige siempre hacia algún objeto se puede definir como
un estado de la mente de un individuo respecto a un valor".

La definición del propio ALLPORT recoge e influye aún sobre las siguientes
definiciones. Dice así:

"Actitud es un estado mental y nervioso de disposición adquirido a través de


la experiencia, que ejerce una influencia directiva o dinámica sobre las
respuestas del individuo a toda clase de objetos o situaciones con los que se
relaciona".

STOETZEL, J. (1952) la define:

"La actitud es dada como una causa o, al menos, una condición de un efecto
manifiesto, es decir, perceptible, la causa o condición es retardada o
relativamente escondida o. como ya había dicho Bacon, latente".

KLECK, R.E. & WEATON, J. (1957) dice que actitud es:

"Un sistema positivo/negativo de valoraciones positivas/negativas de estados


emotivos y de tendencias a actuar en pro o en contra de un objeto social".

KATZ, D. (1960) dice que:

"Es la disposición del individuo para valorar de manera favorable o


desfavorable algún símbolo, objeto o aspecto de este mundo"."Las actitudes
incluyen el núcleo afectivo o sensible de agrado o desagrado y los elementos
cognoscitivos o de creencias que describen el efecto de la actitud, sus
características y sus relaciones con otros objetos".

Para STOETZEL. J. (1963):

"Designa una preparación específica a la acción, pero sin importar cuál.


Implican una relación objeto-sujeto en el sentido que caracterizan a las
personas y no solamente a sus acciones".

MOSCOVICI, S. (1962) define la actitud no sólo como un concepto explicativo,


sino también como un fenómeno:

"La actitud es un esquema dinámico de la actividad del sistema nervioso.


Más o menos plástico, relativamente autónomo, que, en el curso de la
elaboración de un comportamiento definido, ejerce una función energética
(tónica y afectiva) y hace la regulación sobre
MOSCOVICI, S. (1963) dice:

"La actitud está considerada como una estructura plurifuncional, un


sistema psíquico que regula el intercambio entre el organismo y el medio,
que asegura la coherencia por homeostasis".

ROLLE, P. (1962) dice que la actitud es el carácter del sujeto, sus implicaciones
en el contexto social percibido como elemento de un sistema con el cual está en
relación por su estructura.

STAATS, A.W. (1867) concibe la actitud como "respuesta emocional a un


estímulo".

WUKMIR, V.J. (1967) entiende que:

"La actitud es manifestación de la postura vital".

MUCHIELLI, R. (1968):

"La actitud significa estructura latente de la personalidad".

TRIANDIS, H.C. (1971) propone la siguiente definición:

"Actitud es una idea cargada de emotividad que predispone una clase de


acciones a una clase particular de situaciones sociales".

DAWES, R.M. (1972) considera que, en general, la actitud es:

"Un afecto o disponibilidad para responder de cierta manera frente a un


objeto o fenómeno social que está relacionado con un componente
valorativo. Con el afecto se está en pro o en contra de algo y con
disponibilidad se acepta o se rechaza".

GRISEZ, J. (1975):

"Actitud es el sistema dinámico de una representación que incluye el objeto


como elemento".

RODRÍGUEZ, A. (1978) en su "Psicología Social" dice de la actitud:

"Es la organización duradera de creencias y cogniciones en general, dotadas


de carga afectiva en favor o en contra de un objeto social definido, que
predispone a una acción coherente con las cogniciones y afectos relativos a
dicho objeto".

JAVEAU, C. (1978) habla de la actitud como:

"Una manera crónica de vivir la experiencia cotidiana y de responder o


rehusar a las solicitaciones del mundo, es el "factor de intensidad" de las
reacciones psicológicas".

Comparemos lo dicho hasta ahora con el concepto de actitud definido por


WUKMIR, V.J. (1967)

"Actitud es manifestación de la POSTURA VITAL".

Lo que nos lleva a postura vital.

POSTURA VITAL: Sistematización de la postura en el curso de la


maduración de la persona.

y a POSTURA, definida como

"coeficiente ontogenético con el cual se manifiesta normalmente a través de


la experiencia en la persona el potencial energético del "patior" en el ajuste
convergente de la integración factorial y en la relación de la valoración-
acto".

Retengamos, pues, que con nuestras actitudes manifestamos las valoraciones


cognoscitivas-emocionales en actos comportamentales o intenciones de
comportamiento, todo lo cual depende de la interacción del individuo y su medio
ambiente.

Si todo comportamiento es una respuesta a una situación estimular, la actitud no


es el comportamiento, sino una variable intermediaria que permite explicar el
paso de la situación estimular a la respuesta. No es ni respuesta ni estímulo, sino
una predisposición o preparación-valorada para actuar de un modo determinado
con preferencia a otro.

A diferencia de los comportamientos o de los elementos de una situación, la


actitud no se presta a la observación directa y, menos aún, puede ser aislada.
Debe, por tanto, ser inducida a partir de sus manifestaciones. De ahí que todo
análisis de las actitudes deba realizarse indirectamente en términos de
probabilidad de aparición de un comportamiento dado en un determinado tipo de
situación.

Una definición de actitud debe contar siempre con los siguientes elementos:

1.- La actitud es una predisposición.

2.- Es un principio de organización de los comportamientos en relación con un


objeto o situación.

3.- Se forma y puede modificarse. Es plástica, aunque es una disposición


relativamente persistente.

4.- Actúa sobre el estímulo con un papel motor constituyéndose con relación al
objeto.

5.- En general, puesto que se sitúa en un nivel superior de la organización


cubriendo comportamientos que van desde lo biológico a lo más estructural. Es
una realidad psicosocial.

4.3.- Componentes de las actitudes.

ROSEMBERG, M.J. & HOVLAND. C.I. (1960) sugieren cono componentes de


las actitudes:

1) Lo cognoscitivo.
2) Lo afectivo.
3) La predisposición a actuar.

También para WUKMIR, V.J. (1967) la orexis consta de tres fases: (2)

1) La cognitiva.
2) La emocional valorativa.
3) La reactiva que conlleva al acto.

Las constantes de pensamiento, entendimiento y atención, en un análisis


estructural, descubre en las actitudes tres tipos de componentes:

1) El cognoscitivo o perceptivo.
2) El afectivo.
3) El conativo o de conducta.
Los tres componentes de la actitud ínter actúan entre sí y tienden a relacionarse y,
si alguno de ellos varía, también los demás cambiarán.

En general, los componentes perceptivos, afectivos y de comportamiento son


compatibles, de aquí que podamos, conociendo los estímulos «(individuos,
interacciones, asuntos sociales o cualquier objeto de actitud), medirlos por las
variables dependientes o respuestas fisiológicas, declaraciones verbales, de
afecto, de creencia o respecto al comportamiento. (3) Respuestas perceptuales o
acciones abiertas que sugieren la existencia de una actitud y caracterizan las
actitudes sociales como variables intencionales (ROSEMBERG, M.J. &
HOVLAND. C.I., 1960).

4.3.1.- El componente cognoscitivo o perceptivo.

El componente cognoscitivo o perceptivo es la idea, la categoría utilizada, al


pensar valorada cognoscitivamente, y a él pertenecen primordialmente los
conjuntos de opiniones, las categorías, los atributos, los conceptos.

El componente perceptivo, potencialmente infinito en el medio ambiente,


necesitaría una atención tan alta que, para simplificarla, se han de categorizar los
estímulos. Como es sabido, la nieve es blanca, para los idiomas en cuyo hábitat la
nieve no significa supervivencia. Donde esto ocurre, evidentemente existen más
denominativos. Lo que se gana en simplicidad al categorizar se pierde en
información.

Con el ejemplo propuesto podemos observar que, en la categorización, el


lenguaje tiene una notable importancia, como demostró KLINEBERG, O.
(1954).

El contenido de las categorías se ve muy influido por la cultura. Cultural es


también la centralidad de los conceptos (ROKEACH, M. , 1967, 1968) en cuya
base se apoyan las creencias. Determinadas creencias son centrales por el apoyo
social unánime. Estas son más difíciles de cambiar, porque resultan muy
implicadoras. (4)

Las creencias están constituidas por la información que aceptamos de un objeto,


un concepto o un hecho, tanto si la información es precisa como si no lo es.

Muchas creencias están compuestas simplemente por una proposición que se


considera ampliamente como verdadera, pero, tanto si son verdaderas como
falsas, tienen una intensa influencia en las personas que las mantienen. Son en sí
mismas irrebatibles.

El prejuicio es una creencia y, por lo general, no tiene base de hechos adecuados


y está lleno de falsas suposiciones, aunque exista un mínimo de veracidad en
ellos. Así, según TRIANDIS, H.C. (1971) el componente cognoscitivo se
encuentra definido por la categorización de la información. Respondemos a
acontecimientos similares como si fueran idénticos y los atributos serían
categorías definidas por otras categorías o por la centralidad, que equivaldría a la
vinvulación "íntima y profunda" de la persona con la creencia. (5)

4.3.2.- El componente afectivo.

El componente afectivo sería la emotividad que impregna los juicios. La


valoración emocional, positiva o negativa, acompaña a las categorías
asociándolas a lo agradable o a lo desagradable. Cuando decimos, "no me gustan
las reuniones multitudinarias", estamos expresando un rechazo. Es el componente
más característico de las actitudes. Una actitud estará, por lo tanto, muy en
relación con las vivencias afectivas y sentimientos de nuestra vida. El
sentimiento afectivo le da carácter de cierta permanencia.

En esto las actitudes difieren, por ejemplo, de las opiniones y de las creencias, las
cuales, aunque muchas veces se interpreten en una actitud provocando un efecto
positivo o negativo en relación a un objeto y creando una predisposición a la
acción, no necesariamente se encuentran impregnadas de una connotación
afectiva. Este componente de tipo sentimental ha de verse desde su intensidad y
su posición en la predisposición que tiene el sujeto de que le guste o no en su
valoración del objeto de las actitudes.

La intensidad depende del sujeto y de la situación: "Importa o no, mucho o


poco", y hasta qué punto y grado es cuestión de la valoración afectivo-emocional.

La valoración cognoscitiva-emocional positiva o negativa se refiere al "grado de


expectativa agradable o desagradable, o al grado de acercamiento entre el gustar
o no gustar.

Las actitudes sociales, en su forma más primitiva, pueden ser teñidas de


afectividad.
GUTTMAN, L.S. & SUCHMAN, E.A. (1947) sugieren que la posición y la
intensidad están permanentemente relacionadas.

4.3.3.- El componente conativo o de acción.

El componente conativo o de acción es aquel en el que, cuando el individuo cree


o piensa una determinada cosa, siente una vivencia positiva/negativa hacia la
misma, actúa de una manera determinada ante ese objeto. La actitud es la
inclinación o predisposición a actuar de un modo determinado si el
comportamiento tiende a bidimensionarse respecto a:

1) Cierto volumen de búsqueda o evitación de contacto.

2) Cierto volumen de afecto positivo o negativo.

Las actitudes poseen este componente activo que con la valoración cognoscitiva
nos predispone emocionalmente al acto, sea éste efectivamente realizado o
admitido en el ámbito intrapersonal, dependiendo siempre de la facilitación u
obstaculización social .

Es el componente instigador de conductas coherentes con las condiciones y los


afectos relativos a los objetos actitudinales. Llamado también reactivo, sería la
inclinación a actuar de un modo determinado ante un objeto, un sujeto o un
acontecimiento. Es el resultado de la sucesión de los aspectos cognoscitivo y
emocional.

Por efecto de las valoraciones no siempre una emoción positiva nos llevaría
forzosamente a normas de acercamiento y una emoción negativa a normas de
hostilidad. Lo cual nos plantea el problema de la normativa. (6)

Las actitudes implican lo que se piensa, se siente y cómo gustaría comportarse


respecto de un objeto de actitud. Pero el comportamiento no es siempre lo que
gustaría., sino también lo que creemos que debemos hacer, es decir, por las
normativas sociales, costumbres o consecuencias que se esperan del
comportamiento, pese a que los "tonus" afectivos reactivos sean agradables o
desagradables. En realidad, norma es al par "lo que es" y "lo que debe ser".

Generalizando, la posición aceptada por los psicólogos es aquella, según la cual,


las actitudes poseen un componente activo, instigador de conductas coherentes
con las condiciones y los afectos que se refieren a los objetos de la actitud. La
relación que existe entre el aspecto afectivo de la actitud y la conducta ha sido,
desde siempre, motivo de especial atención para los psicólogos sociales.

Sin embargo, no existe unanimidad en cuanto al papel psicológico desempeñado


por las actitudes en relación a la conducta vinculada con las mismas.

NEWCOMB, T.M. (1961) cree que las actitudes son capaces de propiciar un
estado de atención que, al ser activado por una motivación específica, dará como
resultado una conducta determinada.

Otros, como CRECH, D. & CRUTCHFIELD, R.W. (1948) ven en las actitudes la
propia fuerza motivadora de la acción.

Las actitudes sociales crean un estado de predisposición a actuar que, al


combinarse con una situación activadora específica, desemboca en una conducta,
pero no siempre se manifiesta una absoluta coherencia entre los componentes
cognitivos, afectivos y conductuales de las actitudes.

Podemos resumir diciendo que las actitudes sociales comportan:

1) Un elemento cognoscitivo (el objeto tal y como es conocido). En él entraría la


percepción que en co-reidad y en co-reidea son valoradas cognoscitivamente.

2) Un elemento afectivo (el objeto hacía el cual se proyecta un sentimiento en pro


o en contra). Valorados emocionalmente como agradables o desagradables.

3) Un elemento relativo a la conducta (la combinación de la cognición y el afecto


como instigadora de conductas en una determinada situación). El papel de la
valoración cognoscitivo-emocional con su correspondiente "tonus" positivo
anticipado imaginativamente.

4.4.- Características de las actitudes.

Estos tres componentes intervienen en distinta-medida dentro de una actitud.


Cada actitud posee varias características, de las que retendré sólo la valencia o
dirección, intensidad y consistencia.

4.4.1.- La valencia.
La valencia o dirección refleja el signo de la actitud. Se puede estar a favor o en
contra de algo. En principio, estar a favor o en contra de algo viene dado por la
valoración emocional, propia del componente afectivo.

El componente cognoscitivo intervendrá en las razones de apoyo hacia una u otra


dirección.

El conativo adoptará, en congruencia, la dirección ya prevista hacia el acto.

4.4.2.- La intensidad.

La intensidad se refiere a la fuerza con que se impone una determinada dirección.


Se puede ser más o menos hostil o favorable a algo, se puede estar más o menos
de acuerdo con algo. La intensidad es el grado con que se manifiesta una actitud
determinada.

4.4.3.- La consistencia.

La consistencia es el grado de relación que guardan entre sí los distintos


componentes de la actitud. Si los tres componentes están acordes la consistencia
de la actitud será máxima. Si lo que sabes, sientes y haces o, presumiblemente
harías, están de acuerdo, la actitud adquiere categoría máxima de consistencia.

La suposición básica es que existe una relación entre los motivos, creencias y
hábitos que se asocian con un objeto único de actitud.

CAMPBELL. D.T. (1950) comprobó que las correlaciones promedio entre los
tres componentes fueron entre 0.50 y 0.65, indicando una tendencia hacia la
consistencia en un experimento sobre actitudes raciales.

Con relación a lo anteriormente expuesto, LA PIERE, R.T. (1934), KUTNER, B.,


WILKINS, C. & YARROW P.R. (1952), CAMPBELL, D.T. (1963), muestran la
relación que puede existir entre actitudes y acciones de los sujetos.

4.5.- Clasificación de las actitudes.

Las actitudes pueden, a su vez, clasificarse de diversas maneras, de las que


veremos algunas de ellas.

4.5.1.- Según el ámbito en que las situemos.


Por el ámbito en que las situemos, pueden ser individuales y colectivas. Aunque
la tendencia actual es situarlas en lo psicosocial, sobre todo la "escuela europea"
en psicología (PAGES, R., MOSCOVICI, S., DOISE, W., etc.)

4.5.2.- Según el objeto.

Según el objeto, en actitudes relativas a elementos no humanos (los edificios u


otros objetos físicos), y actitudes sociales relativas a valores o problemas
culturales como en la creatividad.

4.5.3.- Según la organización.

Según la organización de las actitudes pueden clasificarse en sistemas y


centralidad (NEWCOMB, T.M. (1965).

Las actitudes pueden formar sistemas si están relacionadas entre sí (STOUFFER,


S.A. y col. (1949), si comparten conceptos comunes o similares, creencias,
motivos y hábitos.

En la organización de las mismas algunas actitudes forman núcleos más centrales


por su incidencia en los procesos psicosociales. Intervienen aquí las creencias y
las ideologías. Las creencias centrales son difíciles de modificar (DECONCHY, J
.P. , 1971), justamente porque configuran la estructura del individuo o del grupo
y su modificación implicaría la desarticulación de la persona o grupo.

La ideología aparece como un sistema de coherencia variable que expresa,


explica o justifica las actitudes del hombre hacia el mundo en que vive y es
también una incitación a actuar en tal o cual dirección siguiendo un juicio de
valor de la sociedad. En tal sentido, la ideología estaría más cerca de la
organización de las actitudes como sistema racionalizado y abstracto. Mientras
que las creencias serían más emocionales, ocupando un puesto central en la
organización de las actitudes.

En la formación de las actitudes suele insistirse en el aprendizaje de las mismas


(KATZ, D. 1960; TRIANDIS, H.C., 1974). KATZ sugiere que la dinámica de la
formación de las actitudes es diferente según la base motivacional de las mismas.
Distingue cuatro:

1) Utilitaria.
2) De expresión de valores.
3) Defensivas del Yo.
4) Con base en el conocimiento.
La actitud con una base motivacional utilitaria se adquiriría a través de la
experiencia con un objeto relacionado con la supervivencia.

Una actitud de expresión de valores está basada en el motivo de la persona por


autoestimación y autorrealización. Dependen de la percepción del individuo.
Forman parte del proceso de identificación (HOROWITZ, E.L. & HOROWITZ,
R.C. (1938); REMMERS, H.H. (1960); JENNINGS, M.K. & NIEM1. R.G.
(1968)) y en ellas interviene la influencia parental .

Las actitudes defensivas del Yo están también relacionadas con el motivo de


autoestimación, pero defendiendo el Yo de una manera negativa. En ellas
encontraríamos los prejuicios. Están en conjunción con los mecanismos de
defensa y defienden a la persona de sus propias ansiedades (CAMPBELL, D.T.
1967); FRENKEL, BRUNSWICK & SANFORD , 1945).

4.6.- Formación de las actitudes.

Con base en el conocimiento se adquieren específicamente para obtener una


imagen clara, estable y consistente. Están en conjunción con los motivos de
competencia. Con ellos se suele categorizar.

Otro planteamiento más globalizado de la formación de las actitudes sitúa a dicha


formación como una síntesis entre la experiencia individual (fundamentalmente
la experiencia de sus necesidades de todo orden y expectativas) y el medio social
en el que está inmerso el sujeto. Este esquema permite dar cuenta a la vez de los
diversos factores personales y sociales que confluyen en la formación de las
actitudes y de los límites mismos de esta influencia. Teniendo los dos polos,
individual y social (valoración y valores), la misma entidad en la relación.

Conforme este esquema, a las necesidades y expectativas básicas del sujeto


responde el medio social satisfaciéndolas en una determinada dirección y con
ello prefijando las actitudes que el sujeto se verá obligado a interiorizar
progresivamente para acomodar su sistema de adaptación con las necesidades y
expectativas que la sociedad tiene de él. De este modo las actitudes son síntesis
selectivas y simplificadas de las informaciones del medio producidas por la
conjunción de la adaptación de los valores sociales con las valoraciones
personales. Conjunción en un principio asimétrica, dado que las valoraciones
personales en la infancia están en inferioridad frente a la imposición de valores
sociales. Esta influencia forma las actitudes y adapta la valoración genuina a
factores normativos. En este sentido son muchos los canales a través de los
cuales esta influencia se produce. Familia, escuela, etc. una vez cristalizadas las
actitudes en formaciones reactivas funcionan como sistemas autónomos, que se
valoran como verdaderos. Desconectados de la valoración real y verídica del
sujeto, sustituyen dicha valoración categorizándose propia o impropiamente, ya
que según dice TRIANDIS, H.C. (1974):

"Cuanto más nos ayudan, en el sentido de que nos permiten simplificar


nuestros problemas, más probable es que nos hagan percibir el mundo de
manera incorrecta".

produciendo un estilo de vida sobre el cual el individuo opta por variantes


singulares, que darían el estilo genuino de vida.

El medio social, al tiempo que ofrece la satisfacción y realización de necesidades


primarias y de ciertas potencialidades del sujeto, constriñe e hipertrofia otras
características y potencialidades también existentes y necesarias para el sujeto,
pero que permanecen en sustratos más profundos.

Con el tiempo y, frente a requerimientos nuevos, lo que sirvió en un primer


momento para desarrollarse y crecer, funciona como sistema frenador y
aprisionador del crecimiento personal, es decir, de la actitud creativa de vida.

Similar fenómeno se da en toda la escala evolutiva en una dialéctica entre


especialización y supervivencia .

De aquí cabe deducir que las actitudes, como tales, existirán siempre, puesto que
son necesarias y obedecen a un principio de simplificación. Pero la realidad es
fluyente y en el fenómeno reidad puede cambiar, y esto es generalizable.

Si las actitudes no se modifican con cierta regularidad adecuándose al cambio,


las percepciones están mediatizadas y filtradas por las mismas. Se produce
inadecuación entre los cambios actitudinales y las valoraciones que permitirían el
cambio. En esta situación, al individuo le es más fácil suprimir las valoraciones
personales que cambiar las actitudes. Al límite se despersonalizarían los sujetos.
Por ello, junto a la actitud ha de proponerse el cambio de las mismas.
Entendiéndose cambio como nueva adecuación de las valoraciones personales
que en la reidad estaban latentes. Por eso el cambio de actitud se muestra
indisolublemente ligado a las actitudes como contrapeso.

Si las actitudes son aprendidas su posibilidad de cambio es real. La actitud de


cambio es también una actitud posibi1ítadora de nuevas valoraciones. Es una
actitud de sistema abierto, generadora en sí misma de actitudes creativas,
definiéndose entonces como actitud de vida creativa.

La Creatividad como actitud de vida no podría darse sin la actitud favorable del
cambio, posibilitadora del crecimiento personal.

4.7.- Actitudes y cambio de actitudes: Introducción al problema.

En la formación de actitudes intervienen las categorías de la sociedad y las


normativas a través de las actitudes de los adultos que instauran los modelos. En
cada edad, es decir, en el tiempo que comúnmente la influencia es decisiva, se
marcan unos principios de cambio estereotipados. A tal edad tienes que hacer o
dejar de hacer determinadas cosas. La expresión genuina se constriñe obligando a
los cambios y se construye el adulto normalmente dentro de determinados
patrones. La relación entre adultos y menores es un modelo de obligaciones en
que el respeto a la expresión equivale a "desadaptar" a los niños. Todo ello se
traduce en un comportamiento deseado y la interiorización de las normas se
cumple. El sujeto estará siempre afectado por las mismas.

De hecho, "afectar" a los demás, es decir, la capacidad de hacerlo es un modo de


influencia. Sabiendo al respecto que la influencia está en relación con el concepto
de obediencia, su opuesto sería la libertad.

Para actuar de manera distinta a las propuestas se necesita un cambio de actitud.


Se aprende pronto el cambio de actitudes. Si la educación creadora se propugna
desde una actitud de cambio, el niño cambiará por sus necesidades. Si podemos
ayudarles en la toma de decisiones generadas desde el sujeto, habremos
conseguido un cambio de actitud. Cambio de actitud significa ya innovación.
Pero en el problema de que me ocupo, el cambio o innovación, además, ha de ser
creador.

Desde una actitud de vida creativa el proceso de innovación puede ocurrir y


ocurre siempre en el ámbito intrapersonal. Es en el interior de cada persona
donde el germen de lo nuevo surge. Como necesidad de explicitarlo la cosa
nueva llega al acto que implica el ámbito interpersonal e intragrupal. El grupo
minoritario, que se adhiere al proceso de cambio social, es el medio en el cual,
con un clima adecuado, fructifica, a su vez, como generador en el ámbito
intergrupal.
El cambio se produce en este giro biopsicosociológico con espirales
interminables, si no se detiene obstaculizado en cualquier ámbito el proceso
innovador. No es de extrañar que se observen cambios según las edades de los
sujetos testados por los tests de creatividad, coincidiendo con periodos donde el
cambio impositivo se produce.

TORRANCE. E.P. (1972) lo constata. Las curvas del desarrollo en la cultura


norteamericana desde los tres años hasta los cuatro y medio, aproximadamente,
primero se acrecienta el grado de creatividad. Un cambio negativo en relación a
lo obtenido en dicha curva de creatividad ocurre hacia los cinco años. Más o
menos cuando el niño entra en la escuela, acrecentándose de nuevo hasta
alrededor de los nueve años en que el descenso es radical. Se recupera, aunque
poco, y decrece nuevamente en la pubertad.

La teoría de SULLIVAN, H. (1953) sirve para interpretar estos cambios


coincidentes con las etapas del desarrollo de las habilidades personales:

a) De la infancia a la edad juvenil en el primer momento.

b) En el comienzo de la preadolescencia o etapa de identificación con las normas


de los semejantes.

c) Y en la temprana adolescencia en que las ansiedades y la aprobación del otro


sexo restringe e impone nuevas normativas.

Coincidiendo con periodos donde el cambio impositivo se da, el sujeto rechaza


cada vez más el propio proceso de cambio personal, con la paradoja que este
cambio se realiza, bien para normativizarse, bien para revelarse contra ello
negativamente. Interviniendo aquí las actitudes individualistas a ultranza,
destructivas, sin nuevos valores. Minorías anémicas desviantes. Dándose en el
último periodo el fenómeno de los puntos de vista fijos, por su misma
inmovilidad niegan hechos nuevos o los solucionan impidiendo que el sujeto
progrese Y no porque esto sea el fin u objeto básico, sino porque las personas
transmisoras del saber modélico, independientemente de su verdad o falsedad, no
suministran términos y relaciones, sino porque su estilo de comportamiento, su
actitud vital o, si se quiere, su actitud de vida sin desarrollar los hacen precarios y
los vacía en el agotamiento.

La actitud es un proceso vital solidificado en la historia, lo cual presupone que su


formación está regida por el medio social del individuo. Una vez estructurada se
cristaliza dentro de las normativas vigentes, buscando de este modo los sujetos su
identidad social.
Puede ocurrir que, una vez adoptadas las actitudes, ya al sujeto en su momento le
permitieron encuadrarse en el ámbito intragrupal, se solidifiquen. Lo que en un
momento evolutivo fue necesario para situarse (el valor personal frente a los
valores institucionalizados) aprovechando las distonías de soledad, inferioridad,
inseguridad, insatisfacción, a la larga se convierten en corazas que impiden el
fenómeno de crecimiento personal. Lo que fue miedo y adopción válida para
vivir adecuándose se convierte en impedimento de la genuina expresión del valor
personal y creativo. Se lo impiden las actitudes.

La posibilidad de la creación de un clima permisivo-tolerante con dicha


expresión del sujeto hace reblandecer las viejas rigideces en un proceso de
flexibilidad en que la valoración personal tiene la posibilidad de emerger sin
antiguos miedos.

Paradójicamente, si esto ocurre, el medio social va a incrementar las distonías. Y


es cierto que, en estas dudas y ante estas dudad, muchas actitudes creativas
quedarán en estado embrionario. No obstante, el germen está allí. Sí , por el
contrario, el vivirse le da al sujeto la experiencia de su unicidad innovadora como
actitud de vida, las distonías internamente disminuyen. Nos sentimos ya más
seguros, menos inferiores y lucharemos por ser más comprendidos y estar menos
solitarios en el ámbito intragrupal. Porque si así no fuese, la expresión de nuestro
genuino ser, una vez establecido el reencuentro con nosotros mismos a través de
auto-conocimiento, iría al encuentro del otro.

Por eso creamos el producto, nos creamos. Por eso es posible el cambio de
actitud y la posibilidad de la expresión creadora.

4.7.1.- El cambio.

Si el problema de las actitudes es importante en sí mismo, más lo es en función


de la posibilidad del cambio de las mismas. Sin este cambio las actitudes
cosificadas determinarían y limitarían el comportamiento individual y social a tal
extremo de no permitir la movilidad necesaria para la evolución psicosocial. Las
actitudes se convertirían en armadura férrea que mantendría una cultura, pero al
par la incapacitaría con su peso y rigidez para andar, que será en definitiva la
función de la actitud.

De la importancia de este problema dan cuenta los numerosos estudios que se


han realizado. Desde ALLPORT, G. (1924) comparando los cambios de juicios
sobre la evaluación de giros en sujetos aislados y luego en situación grupal, hasta
los estudios recientes de DO1SE. W. y MOSCOVICI, S. (1973-1975) etc., el
problema del cambio ha sido reformulado y profundizado en diversas líneas.
Tradicionalmente la escuela americana, ALLPORT, G.W. (1924); SHERIF, M.
(1935); NEWCOMB, T.M. (1961); KOGAN, N.K. & WALLACH, M.A. (1967),
planteó el cambio desde la perspectiva del efecto normalizador del grupo sobre
las opiniones individuales y sobre las decisiones colectivas, aportando con sus
experimentos la idea del efecto de convergencia moderadora del grupo sobre los
juicios individuales.

Así, a través de la co-presencia y del intercambio de información se hacen


evolucionar las respuestas extremas en la dirección de un valor central. Esto
permite salvar la cohesión del grupo llevando a los individuos a rechazar de su
actitud todo aquello que puede ser singular y original:

1) Al individuo, frente a estos estímulos ambiguos, le interesa atenerse a una


"verdad" definida colectivamente.

2) A través del comportamiento social el grupo como tal preserva su integridad


evitando la exclusión de miembros divergentes. La idea subyacente del
marginado como a-normal, a-típico, prevalece.

3) El grupo hace que sus miembros actúen por concesiones recíprocas,


reduciendo la diferencia con la ideología democrática. A la vez, consigue obtener
las condiciones para su supervivencia.

Esta idea ha marcado las planificaciones prácticas en la línea del cambio por la
influencia (publicidad, organizaciones, instituciones sociales, elecciones
políticas, medios de difusión de masas, etc.) insistiendo siempre en las variables:

1) Fuente.
2) Mensaje.
3) Canal .
4) Naturaleza del auditorio.

a través de la secuencia del proceso de cambio:

5) Atención
6) Comprensión
7) Cesión
8) Retención
9) Acción (7)
1) Fuente: HOVLAND, C.I. & WEIS, W. (1952)
2) Mensaje: SILVERMAN, I. (1968)
3) Canal; KLAPER, J.T. (1949, 1960. 1967) sobre comunicación masiva. KATZ,
E. (1957) factores de canal.
4) Naturaleza del auditorio: HARVEY, O.J. (1965) KLECK, R.F. & WHEATON,
J. (1967)
5) Atención: FREEDMAN, J.L. & SEARS, D.O. (1965)
6) Comprensión: KENDALL, P.L. & WOLF, K.M. (1949)
7) Cesión; KELMAN, H.C. (1958)
8) Retención: GUILFORD, J.P. (1967)
9) Acción: SINGH, Y.P. & PAREEK, U.I. (1967)

Resulta ilustrativo que las investigaciones sobre el cambio de actitud se hagan


con fines prácticos y por organizaciones e instituciones: El ejército, la
universidad, las compañías de publicidad, las grandes compañías de radio y
televisión. La mayor parte de estas se realizan como estudios de campo.

En la universidad, por el contrario, se hacen estudios experimentales. Los


resultados, en general, también difieren.

HOVLAND, C.I. (1959) comparó lo obtenido como resultado por las


investigaciones de campo y encontró muy poca modificación en la cantidad de
cambio observado. Al parecer, los medios de comunicación de masas no influyen
demasiado sobre el comportamiento político, por ejemplo, las votaciones, o sus
efectos son minimizados. No obstante, esto no ocurre en el cambio observado por
medio de investigaciones experimentales efectuadas en ámbitos y ambientes
universitarios, pues se encontraron grandes diferencias.

LAZARSFELD, P.F., BERELSON, B. & GAUDET, H. (1948) estimaron que


sólo un 5 % del electorado cambia en una campaña publicitaria, mientras que en
el ámbito universitario los resultados obtenidos señalan del 35 % al 50 % de
diferenciación frente al mismo motivo.

El punto de vista que primero hemos de adoptar es, en principio, el del estudio
del mecanismo del proceso del cambio de actitud en sí. Con ello veremos
también cómo la psicología social, al tratar de progresar" como tal ciencia,
plantea a los diferentes fenómenos registrados soluciones provisionales.

Había apuntado previamente las características valorativas que indican el valor


que el objeto tiene para las personas y la capacidad de valorar de las mismas. El
punto de vista que añado al ya enriquecedor de la psicología social para
encuadrar los análisis tradicionales es el de la Valoración individual, en clara
conexión con las características de las valoraciones sociales; criterio, no obstante,
capaz de romper el círculo de los valores sociales adaptativos y creando nuevos
criterios ya que de la creatividad nos ocupamos.

Para romper con los sistemas de valores imperantes ha de producirse, en primer


lugar, un cambio de actitud. Esta aserción no es gratuita. Los cambios de
situaciones, de necesidades, de percepciones, etc., son múltiples y existe un gran
número de posibles influencias modificantes si consideramos la actitud como "el
motor".

Del mismo modo que una actitud es aprendida - nace y se desarrolla - con las
interacciones que afectan a sus tres componentes cognoscitivos, afectivos y
comportamentales con un objeto social, al exponerse a un nuevo objeto social
puede modificarse. Es decir, una actitud, por muy estable que sea, es por
definición una variable dinámica y así, aun cuando esté estabilizada, permanece
expuesta a una nueva aportación de informaciones, de experiencias emocionales
y comportamentales relativas al mismo objeto o a la misma categoría de objetos
(persona, valor, etc.) y puede cambiar. En realidad, una actitud no puede
formarse, desarrollarse y cambiar sí no se da una valoración cognoscitiva-
emocional.

Pese a que STONER, J.A.F. (1961), estudiando la toma de decisiones, descubre


que los sujetos tendían a arriesgarse más en situación grupal que
individualmente, el cambio se interpretaba como convergencia.

TEGER, A.I. & PRUITT, D.G. (1967) dicen que LEWIN preconizó el cambio
hacia la divergencia por el grupo. No obstante, sus conclusiones quedaron
aisladas.

De estos planteamientos han surgido investigaciones en dos ámbitos:

1) De orden práctico
2) Experimentos de laboratorio

al parecer con diferentes resultados.

En los estudios de campo la cantidad de cambio observado es pequeña. No ocurre


lo mismo en los experimentos de laboratorio, donde la cantidad de cambio
observada es grande (HOVLAND, C.I. 1959).

Se cree que las diferencias son debidas al cambio de algunas variables que
intervienen de distinto modo y que afectan al resultado. Así, por ejemplo, la
variable "naturaleza del auditorio" en el caso de universitarios variaba en su
motivación, en el intento de complacer al investigador, en la adaptación a las
expectativas teóricas y otras.

Han sido numerosas las críticas a este tipo de planteamiento sobre el cambio
social, sobre todo provenientes de la "escuela europea", tanto en lo referente a un
cierto tipo de Psicología Social, su punto de vista, la finalidad de su
investigación, como en el modo de definir el problema.

En lo que concierne a la situación grupal ha sido percibida de un modo


reduccionista como variable suplementaria actuando sobre el comportamiento del
individuo como si éste fuera ajeno a toda influencia social antes del experimento.
Con ello se ha producido la negación de fenómenos específicos de los grupos, en
particular la interacción y el marco referencial de códigos sociales interiorizados
que el individuo posee como sujeto social. Olvidando algo fundamental y
esencial en el ser viviente:

La relación del animal y su medio, del hombre y su mundo. En esta relación se


basa toda actitud y todo movimiento.

También es criticada su metodología. (8) So pretexto de "pureza" metodológica


atomizan y simplifican la realidad social sujeta a la observación y manipulación,
quitando así a los fenómenos sociales prestancia y dinámica "reales".

Desaparece el fenómeno co-reidad de la experimentación hasta extremos


insospechados. No se trata tanto de abandonar la precisión científica, como de
combatir las desnaturalizaciones de los fenómenos. Obviamente sucederá como
en el cuentecillo del elefante visto en trozos por distintos observadores a ojos
cerrados.

Son muchas las variables intervinientes en todo fenómeno de estudio psicosocial:


Efectos de experimentador, expectativas, marco de laboratorio, muestra de
sujetos, etc., para que parezca conveniente diseñar nuevas estrategias de
investigación más cercanas a situaciones "naturales" y "globales", en los que sin
excesiva pérdida de rigor, buscaremos el contenido del fenómeno de una forma
global, sin tanta merma de su sustancia (WEICK, K. 1967; MCGUIRE, W.J.
1968 b; TAJFEL, H. 1971).

NOTAS:
( 1 ) BULL, N. (1951, p. 129) comenta que en el "Dictionary of English
Etymology" de 1859, actitud significa directamente acto.

( 2 ) En la obra "Emoción y sufrimiento" (WUKMIR, V.J. 1967, p. 122) ofrece


una síntesis detallada del sistema oréctico en un esquema gráfico del modelo.

( 3) Estas nociones son de hecho interdependientes y el uso de técnicas


específicas para el estudio de los fenómenos y de la organización de los mismos
que ellas designan, tienden a dar a estos una autonomía que no tienen (GRISEZ,
J. 1975, p. 50).

( 4) Representaciones, creencias, opiniones y prejuicios son conceptos que


ocupan un lugar central en la psicología social teórica y aplicada. Tanto por la
amplitud y generalidad de los fenómenos que designan como por los métodos y
técnicas que su estudio ha suscitado. Su relación con el concepto de actitud ha
quedado de manifiesto.

( 5) FRENKEL-BRUNSWIK, E (1978, T.I., p. 3) afirma que existen fundamentos


psicológicos de la actitud autoritaria y antidemocrática basadas en determinadas
creérmelas e ideologías. Junto a LEVINSON, D. entienden por ideología "un
conjunto de opiniones, actitudes y valores".

( 6) IBAÑEZ, T. (1980, p. 88):

"La sociedad disciplinaria y el mecanismo de la norma enunciados por


FOUCAULT, no son otra cosa que el sutil retorno a la osmosis entre ley
humana y ley natural. Sólo que se prescinde de lo sagrado y se apunta la
ciencia como nueva legitimación de la norma. Transgredir la norma que se
limita a enunciar lo natural y lo monstruoso, negándose a decir el bien y el
mal, es tan absurdo como trasgredir la ley de Dios. Ningún látigo es
necesario para impedirlo. La sociedad altamente tecnificada ha buscado en
los tesoros del arcaísmo, la clave de un progreso decisivo en el orden del
poder".

Hago notar que este artículo recoge algunos de los aspectos interesantísimos
expuestos en IBAÑEZ, T. (1979), tesis doctoral mecanografiada "Hacia una
analítica del poder".

( 7) DEWEY, J. (1910) describe cinco niveles lógicos en el acto del


pensamiento:

1) Encuentro de una dificultad.


2) Localización de la misma.
3) Planteamiento de una posible solución.
4) Desarrollo lógico de las consecuencias.
5) Aceptación o rechazo de la solución.

Puede hacerse un paralelismo individuo grupo en estas fases. La diferencia


entre estas dos entidades "ente" ser y "ente" grupal se aúnan
armonizándose en la articulación biopsicosociológica. Los ámbitos de
pertenencia se dan en los individuos y son, a la par, modos de ser y de hacer
comportamentales por el proceso referencial.

( 8) BARRIGA, S. (1980) ofrece una síntesis de la crítica a la metodología


establecida por diferentes autores, en los pros y en los contras, a propósito de
la misma.

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