Bendicional
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ORIENTACIONES GENERALES
I.- LA BENDICIÓN
EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN
1. La fuente y origen de toda bendición es Dios bendito, que está por encima de todo ,
el único bueno, que hizo bien todas las cosas para colmarlas de sus bendiciones y que,
aun después de la caída del hombre, continúa otorgando esas bendiciones, como un
signo de su misericordia.
6. Dios, del que desciende toda bendición, concedió ya en aquel tiempo a los hombres,
principalmente a los patriarcas, los reyes, los sacerdotes, los levitas, los padres , que
bendijeran su nombre en la alabanza, y en ese mismo nombre colmaran de
bendiciones divinas a los demás hombres y a las cosas creadas.
Cuando es Dios quien bendice, ya sea por sí mismo, ya sea por otros, se promete
siempre la ayuda del Señor, se anuncia su gracia, se proclama su fidelidad a la alianza.
Cuando son los hombres los que bendicen, lo alaban proclamando su bondad y su
misericordia.
Dios, en efecto, imparte su bendición comunicando o anunciando su bondad. Los
hombres bendicen a Dios cantando sus alabanzas, dándole gracias, tributándole culto y
adoración, y, cuando bendicen a otros hombres, invocan la ayuda de Dios sobre cada
uno de ellos o sobre las asambleas reunidas.
9. La Iglesia, movida por la fuerza del Espíritu Santo, expresa de diversas maneras
este ministerio suyo y por esto ha instituido diversas formas de bendecir. Con ellas
invita a los hombres a alabar a Dios, los anima a pedir su protección, los exhorta a
hacerse dignos de su misericordia merced a una vida santa y utiliza ciertas plegarias
para impetrar sus beneficios y obtener un feliz resultado en aquello que solicitan.
A ello hay que añadir las bendiciones instituidas por la Iglesia, que son signos sensibles
que «significan y cada uno a su manera realizan» aquella santificación de los hombres
en Cristo y aquella glorificación de Dios que constituyen el fin hacia el cual tienden
todas las demás actuaciones de la Iglesia.
10. Las bendiciones, en cuanto que son signos que se apoyan en la palabra de Dios y
se celebran bajo el influjo de la fe, pretenden ilustrar y deben manifestar la vida nueva
en Cristo, vida que tiene su origen y crecimiento en los sacramentos del nuevo
Testamento instituidos por el Señor. Además, las bendiciones, que han sido instituidas
imitando en cierto modo a los sacramentos, significan siempre unos efectos, sobre
todo de carácter espiritual, pero que se alcanzan gracias a la impetración de la Iglesia.
11. Con esta convicción, la Iglesia trata de que la celebración de la bendición redunde
verdaderamente en alabanza y glorificación de Dios y se ordene al provecho espiritual
de su pueblo.
Para que esto se vea más claro, las fórmulas de bendición, según la antigua tradición,
tienden como objetivo principal a glorificar a Dios por sus dones, impetrar sus
beneficios y alejar del mundo el poder del maligno.
13. Los cristianos, guiados por la fe, fortalecidos por la esperanza y espoleados por la
caridad, no sólo son capaces de discernir sabiamente los vestigios de la bondad divina
en todas las cosas creadas, sino que también buscan implícitamente el reino de Cristo
en las obras de la actividad humana. Es más, consideran todos los acontecimientos del
mundo como signos de aquella providencia paternal con que Dios dirige y sustenta
todas las cosas. Por tanto, siempre y en todo lugar se nos ofrece la ocasión de alabar a
Dios por Cristo en el Espíritu Santo, de invocarlo y darle gracias, a condición de que se
trate de cosas, lugares o circunstancias que no contradigan la norma o el espíritu del
Evangelio. Por eso, cuando se celebra una bendición se ha de someter siempre al
criterio pastoral, sobre todo si puede surgir un peligro de admiración o extrañeza entre
los fieles o los demás.
14. Esta manera pastoral de considerar las bendiciones está en sintonía con las
palabras del Concilio ecuménico Vaticano II: «La liturgia de los sacramentos y de los
sacramentales hace que, en los fieles bien dispuestos, casi todos los actos de la vida
sean santificados por la gracia divina que emana del Misterio Pascual de la pasión,
muerte y resurrección de Cristo, del cual todos los sacramentos y sacramentales
reciben su poder, y hace también que el uso honesto de casi todas las cosas materiales
pueda ordenarse a la santificación del hombre y a la alabanza de Dios» .
Así, con los ritos de las bendiciones, los hombres se disponen a recibir el fruto superior
de los sacramentos, y quedan santificadas las diversas circunstancias de su vida.
15. «Para asegurar esta plena eficacia, es necesario que los fieles se acerquen a la
sagrada liturgia con recta disposición de ánimo». Por esto, los que piden la bendición
de Dios por medio de la Iglesia han de afianzar sus disposiciones internas en aquella fe
para la cual nada hay imposible ; han de apoyarse en aquella esperanza que no
defrauda ; y sobre todo han de estar vivificados por aquella caridad que apremia a
guardar los mandamientos de Dios . Así es como los hombres que buscan el
beneplácito divino entenderán plenamente y alcanzarán realmente la bendición del
Señor.
16. Las bendiciones son acciones litúrgicas de la Iglesia y, por esto, la celebración
comunitaria que a veces se exige en ellas responde mejor a la índole de la plegaria
litúrgica, y así, mientras la verdad viene expuesta a los fieles por medio de la oración
de la Iglesia, los allí presentes se sienten inducidos a unirse con el corazón y con los
labios a la voz de la Madre.
Para las bendiciones más importantes, que afectan a la Iglesia local, es conveniente
que se reúna la comunidad diocesana o parroquial, presidida por el Obispo o el
párroco.
Pero también en las demás bendiciones es recomendable la presencia de los fieles, ya
que lo que se realiza en favor de un grupo cualquiera redunda de alguna manera en
bien de toda la comunidad.
17. Cuando no esté presente ningún grupo de fieles, tanto el que quiere bendecir a
Dios o pide la bendición divina como el ministro que preside la celebración deben
recordar que ya representan a la Iglesia celebrante, de modo que por su oración en
común y su petición la bendición desciende, «por medio del hombre, aunque no desde
el hombre», en cuanto que es «el deseo de la comunicación de la santificación y de las
gracias».
d) A los acólitos y lectores, que por la institución que se les ha conferido desempeñan
una peculiar función en la Iglesia, con razón se les concede, de preferencia a los
demás laicos, la facultad de impartir algunas bendiciones, a juicio del Ordinario del
lugar.
También los otros laicos, hombres y mujeres, por la eficacia del sacerdocio común, del
que se han hecho partícipes por el bautismo y la confirmación, ya sea en virtud de su
propio cargo (como los padres con respecto a sus hijos), ya sea en virtud de un
ministerio extraordinario, ya sea porque desempeñan una función peculiar en la
Iglesia, como los religiosos o los catequistas en algunos lugares, a juicio del Ordinario
del lugar , cuando conste de su debida formación pastoral y su prudencia en el
ejercicio del propio cargo apostólico, pueden celebrar algunas bendiciones, con el rito y
las fórmulas previstos para ellos, según se indica en cada una de las bendiciones.
Pero en presencia del sacerdote o del diácono, deben cederles a ellos la presidencia.
19. La participación de los fieles será tanto más activa cuanto más profunda sea la
instrucción que se les dé sobre la importancia de las bendiciones. Por esto los
presbíteros y ministros, en las mismas celebraciones, así como en la predicación y en
la catequesis, han de explicar a los fieles el significado y la eficacia de las bendiciones.
Es muy importante, en efecto, que el pueblo de Dios sea instruido acerca del
verdadero significado de los ritos y preces que emplea la Iglesia en las bendiciones,
para que en la celebración sagrada no se introduzca ningún elemento de tipo
supersticioso o de vana credulidad que pueda lesionar la pureza de la fe.
IV. LA CELEBRACIÓN DE LA BENDICIÓN
Estructura típica
22. La segunda parte tiene por objeto alabar a Dios, con los ritos y las preces, y
obtener su ayuda por Cristo en el Espíritu Santo. El núcleo central de esta parte lo
constituye la formula de bendición, u oración de la Iglesia, acompañada con frecuencia
de un signo determinado.
Para fomentar la oración de los presentes, puede añadirse la plegaria común que
normalmente precede a la fórmula de bendición, y a veces la sigue.
24. Por consiguiente, al preparar la celebración, hay que tener en cuenta sobre todo lo
siguiente:
b) hay que atender a las normas generales sobre la consciente, activa y adecuada
participación de los fieles;
c) conviene sopesar las circunstancias de las cosas y de los asistentes , observando los
principios que inspiran la reforma de estos ritos y las normas dadas por la autoridad
competente.
25. Los signos visibles que con frecuencia acompañan a las oraciones tienen la
finalidad principal de evocar las acciones salvadoras del Señor, mostrar una cierta
conexión con los principales sacramentos de la Iglesia, y, de este modo, alimentar la fe
de los allí presentes, captando así su atención para que participen en el rito .
26. Los principales signos que se emplean son los siguientes: extensión, elevación o
unión de las manos, imposición de las manos, señal de la cruz, aspersión del agua
bendita e incensación.
d) En algunos ritos se alude a la aspersión con el agua bendita. En este caso, los
ministros han de exhortar a los fieles a que recuerden el Misterio Pascual y renueven la
fe de su bautismo.
28. Algunas bendiciones incluyen una especial conexión con los sacramentos y por ello
pueden a veces unirse a la celebración de la Misa. En el Ritual de Bendiciones se indica
cuáles son estas bendiciones, en qué parte o con qué rito se han de unir, y para cada
caso se dan unas normas rituales que hay que observar. Las otras bendiciones de
ningún modo han de unirse a la celebración eucarística.
29. Algunas bendiciones pueden unirse a otras celebraciones, como se indica en el rito
correspondiente.
30. A veces puede resultar oportuno efectuar varias bendiciones en una sola
celebración. Al preparar esta bendición hay que tener presente lo siguiente: se emplea
el rito que contiene la bendición principal, añadiendo en la monición y en las preces
aquellas palabras y signos que mejor expresen la intención de dar también las otras
bendiciones.
31. El ministro ha de recordar que las bendiciones miran principalmente a los fieles,
aunque pueden celebrarse también en favor de los catecúmenos y, teniendo en cuenta
las normas del canon 1170, a no ser que obste alguna prohibición de la Iglesia,
también en favor de los no católicos.
En cuanto a las bendiciones que se hayan de celebrar comunitariamente con los
hermanos separados hay que observar en cada caso las normas dadas por el Ordinario
del lugar.
32. El celebrante o ministro, habida cuenta de todas las circunstancias y tras escuchar
también las sugerencias de los fieles, aprovechará según convenga las posibilidades
que ofrecen los diversos ritos, pero respetando la estructura, y sin cambiar en modo
alguno el orden de sus elementos principales.
33. En la celebración comunitaria hay que procurar que todos, tanto ministros como
fieles, cumpliendo su propia función, realicen todo lo que les corresponde, con decoro,
orden y piedad.
34. Se tendrá en cuenta también la índole peculiar del tiempo litúrgico, para que las
moniciones y oraciones de los fieles guarden relación con el ciclo anual de los misterios
de Cristo.
35. El Obispo, cuando preside las celebraciones más importantes, ha de usar las
vestiduras que indica el Ceremonial de Obispos.
37. El color de los ornamentos será el blanco o el que esté en consonancia con el
tiempo o la fiesta litúrgica.
a) Definir las adaptaciones, según los principios establecidos en este libro, respetando
la estructura propia de los ritos.
c) Conservar las bendiciones propias que ya existen en los Rituales particulares, si las
hay, o las del antiguo Ritual romano, si todavía están en uso, a condición de que
concuerden con la mente de la Constitución sobre la sagrada liturgia, con los principios
expuestos en el presente título y con las necesidades del tiempo actual; o bien
adaptarlas.
d) En los diversos ritos de bendición, sobre todo cuando existen varias fórmulas de
libre elección, añadir también otras fórmulas de la misma índole, además de las que
contiene el Ritual romano.
e) No sólo traducir íntegramente las Introducciones de este libro, tanto las generales
como las particulares de cada bendición, sino también, si el caso lo requiere,
completarlas, de suerte que los ministros entiendan más plenamente el significado de
los ritos y los fieles puedan participar en ellos de forma consciente y activa.
f) Completar aquellas partes que se hallen en falta en el libro, por ejemplo, introducir
otras lecturas que se consideren útiles o señalar los cantos más adecuados.
g) Preparar las traducciones de los textos, de modo que se acomoden a la índole de las
diversas lenguas y a la idiosincrasia de las diversas culturas.
h) En las ediciones del libro ordenar el material a tenor de lo que parezca más apto
para el uso pastoral, editar por separado las distintas partes del libro, haciéndolas
preceder siempre de las principales introducciones.
PRIMERA PARTE
BENDICIONES
QUE SE REFIEREN DIRECTAMENTE
A LAS PERSONAS
CAPÍTULO I
41. Para que los esposos y demás miembros de la familia fueran cada vez más aptos
para asumir y realizar más plenamente su propia misión, la Iglesia instituyó también la
ayuda de algunos sacramentales con los que la vida familiar, en determinadas
circunstancias, fuera enriquecida con la proclamación de la palabra de Dios y una
peculiar bendición. Tales son fundamentalmente los Ritos de bendición descritos en
este capítulo.
42. Siempre que una familia cristiana pide la bendición, o también cuando lo aconseja
la atención pastoral, es oportuno impartir esta bendición, con objeto de fomentar la
vida cristiana en los miembros de la familia. Para una mejor consecución de este fin, la
celebración habrá de acomodarse a las circunstancias concretas.
68. Obedeciendo al mandato de Cristo, los pastores, entre los principales deberes de
su actividad pastoral, han de ser solícitos en visitar las familias cristianas y anunciarles
la paz de Cristo, que dio este encargo a sus discípulos: «Cuando entréis en una casa,
decid primero: Paz a esta casa» (Lc 10, 5).
69. Por tanto, los párrocos y sus ayudantes han de considerar que es de su particular
incumbencia visitar cada año a las familias que viven en su territorio, principalmente
durante el tiempo pascual. Es una ocasión magnífica de ejercer la función pastoral,
tanto más eficaz cuanto que les brinda la oportunidad de conocer a cada una de las
familias.
70. Como quiera que la bendición anual de las familias en sus propias casas mira
directamente a la misma familia, esta bendición exige la presencia de sus miembros.
71. No debe hacerse la bendición de las casas sin la presencia de los que en ella viven.
73. Normalmente esta bendición se celebra en cada una de las casas; no obstante, por
razones de tipo pastoral y para reforzar la unidad de las familias que viven en el
mismo edificio o lugar, puede también celebrarse por varias familias a la vez, reunidas
en un lugar adecuado. En este caso se dirá la oración en plural.
92. La bendición de los esposos puede hacerse dentro de la Misa, según los ritos
descritos más adelante, en los núms. 95-107; 108-115, o bien fuera de la Misa, según
los ritos que se indican más adelante, en los núms. 116-132; 133-135.
93. Fuera de los aniversarios, los esposos pueden también pedir la bendición en
determinadas necesidades o circunstancias de la vida, como pueden ser una reunión
espiritual o una peregrinación en común. Si se ha de bendecir a varios esposos a la
vez, la oración de bendición y la bendición final se dirán en plural.
94. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar, de los esposos
y de las familias, pueden adaptarse algunos de los elementos de estos ritos,
respetando siempre los principales.
Las bendiciones se encuentran en Rito de la bendición dentro de la misa con motivo del
aniversario del matrimonio.
116. El rito que aquí se propone pueden utilizarlo también el diácono y el laico, con los
ritos y preces previstos para él.
117. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de los
esposos, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre
los principales.
136. Pueden darse varias ocasiones pastorales en que se ruegue a Dios por los niños
ya bautizados, por ejemplo, cuando los padres solicitan para ellos la bendición del
sacerdote, cuando se celebra alguna fiesta para los niños, cuando se inaugura el curso
escolar, u otras semejantes. Por tanto, esta celebración se ha de acomodar a las
circunstancias de cada caso.
137. Los ritos que aquí se proponen pueden utilizarlos el sacerdote, el diácono y
también el laico, principalmente el catequista y el que tiene ¿i su cargo la educación de
los niños, con los ritos y preces previstos para los laicos.
138. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias de las familias y de los
niños, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre los
principales.
176. Como atestigua el Evangelio, la gente presentaba niños a Jesús para que los
bendijera y les impusiera las manos. Los padres cristianos desean también vivamente
que se imparta a sus hijos una bendición semejante. Más aún, en las tradiciones de los
pueblos es tenida en gran estima la bendición impartida a los hijos por los mismos
padres.
178. Por tanto, el rito que aquí se propone pueden utilizarlo los padres, el sacerdote o
el diácono, los cuales, respetando los principales elementos y la estructura del rito,
adaptarán cada una de sus partes a las circunstancias concretas del momento.
197. Entre los deberes de los esposos cristianos y sus diversas formas de apostolado,
además de la educación de los hijos, tiene no poca importancia el ayudar a los
prometidos a que se preparen mejor para el matrimonio.
Así, pues, los honestos esponsales de los cristianos constituyen para las dos familias
un acontecimiento singular, que conviene celebrar con algún rito especial y con la
oración en común, para invocar la bendición divina y llevar a feliz término lo que
felizmente comienza.
198. Cuando los esponsales se celebran en la intimidad de las dos familias, uno de los
padres puede presidir el rito de la bendición. Pero si se halla presente un sacerdote o
un diácono, entonces a ellos corresponde más adecuadamente el cometido de presidir,
con tal de que quede bien claro ante los presentes que no se trata de la celebración del
matrimonio.
199. Por tanto, el rito que aquí se propone pueden utilizarlo los padres, el sacerdote, el
diácono o un laico. Éstos, respetando los principales elementos y la estructura del rito,
adaptarán cada una de sus partes a las circunstancias.
217. La bendición antes del parto puede darse a una sola mujer, principalmente en
medio de su propia familia, o a varias a la vez en clínicas u hospitales. En este caso,
las fórmulas se dirán en plural.
218. La bendición de la mujer después del parto que aquí se propone, como quiera que
tiene aplicación únicamente en el caso de la mujer que no pudo participar en la
celebración del bautismo de su hijo, se hace en singular.
219. Los ritos que aquí se proponen pueden usarlos el sacerdote, el diácono o también
el laico. Éstos, respetando les principales elementos y la estructura del rito, adaptarán
la celebración a las circunstancias de las mujeres y de los lugares.
260. Los ancianos cuyas fuerzas se van debilitando, tanto si viven en su propia casa
como si conviven juntos en algún hospital o residencia, necesitan de la ayuda fraterna
de los demás, para que sigan sintiéndose plenamente acogidos en la familia y en la
comunidad eclesial.
Esta bendición, tiende a que los ancianos reciban de los hermanos un testimonio de
respeto y de agradecimiento. Al mismo tiempo nosotros, junto con ellos, damos
gracias a Dios por los beneficios que de él han recibido y por las buenas obras que han
realizado con su ayuda.
261. El rito que aquí se propone puede utilizarlo el sacerdote, el diácono o también el
laico, los cuales, respetando la estructura del rito y los principales elementos,
adaptarán la celebración a cada una de las circunstancias.
293. Existe la antiquísima costumbre, que tiene su origen en la manera de obrar del
mismo Cristo y de los apóstoles, de que los enfermos bendecidos por los ministros de
la Iglesia. Los ministros, cuando visitan a los enfermos, deben observar diligentemente
lo que se dice en el Rito de la unción y de la pastoral de los enfermos, núms. 87-90;
pero sobre todo les han de poner de manifiesto la solicitud y el amor de Cristo de la
Iglesia.
295. El rito que aquí se describe puede utilizarlo el sacerdote no y también el laico, con
los ritos y preces previstos para el laico; todos estos, respetando la estructura y los
principales elementos del rito, adaptarán la celebración a las circunstancias concretas
de los enfermos y lugar.
CAPÍTULO III
325. Cuando los discípulos de Cristo —clérigos, religiosos, laicos— son enviados por los
legítimos pastores de la Iglesia para anunciar a las gentes el misterio de la salvación,
es muy conveniente celebrar un rito para, implorar la bendición de Dios sobre los
nuevos predicadores del Evangelio, al tiempo que se recuerda a los fieles la naturaleza
y eficacia de la actividad misionera y se les anima a que con sus oraciones acompañen
a los que, dotados de un carisma especial, han de partir para anunciar el Evangelio.
327. Los ritos que aquí se proponen puede utilizarlos el presbítero, el cual, respetando
la estructura del rito y sus elementos principales, adaptará la celebración a las
circunstancias de los misioneros y del lugar. Si, como es aconsejable, preside el rito el
Obispo, se harán las oportunas adaptaciones.
CAPÍTULO IV
365. El rito de bendición de las personas que en una Iglesia local son destinadas a
impartir la catequesis puede realizarse o en una adecuada celebración de la palabra o
en la celebración de la Eucaristía, como se indica más adelante.
366. El rito que aquí se propone pueden usarlo el sacerdote o el diácono, los cuales,
respetando la estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración
a las circunstancias del lugar.
II. BENDICIÓN DE UN GRUPO REUNIDO PARA LA CATEQUESIS O LA ORACIÓN
385. El rito que aquí se propone pueden emplearlo el presbítero, el diácono, o también,
con los ritos para él previstos, el laico; todos ellos, respetando la estructura del rito,
adaptarán la celebración a las circunstancias del lugar.
CAPÍTULO V
I. BENDICIÓN DE LECTORES
392. Este rito va destinado a aquellas personas que, sin haber recibido la institución de
lectores, cumplen la función de proclamar habitualmente las lecturas bíblicas en la
celebración de la Eucaristía y en las demás celebraciones litúrgicas.
393. El rito que aquí se describe pueden utilizarlo el sacerdote o el diácono, los cuales,
respetando la estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración
a las circunstancias de las personas y del lugar.
394. Si se estima oportuno efectuar esta bendición dentro de la Misa, se hace después
de la homilía, siguiendo el rito descrito a partir de la presentación de quienes van a ser
bendecidos como lectores, suprimiendo la celebración de la palabra de Dios, pues ya
ha tenido lugar anteriormente.
409. Este rito va destinado a aquellas personas que, sin haber recibido la institución de
acólitos, cumplen habitualmente el oficio de ayudar en la celebración de la Eucaristía y
en las demás celebraciones litúrgicas.
410. El rito que aquí se propone pueden utilizarlo el sacerdote o el diácono, los cuales,
respetando la estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración
a las circunstancias de las personas y del lugar.
411. Si se estima oportuno efectuar esta bendición dentro de la Misa, se hace después
de la homilía, siguiendo el rito descrito a partir de la presentación de los candidatos,
suprimiendo la celebración de la palabra de Dios, pues ya ha tenido lugar
anteriormente.
427. Este rito va destinado a aquellas personas que, por vocación y dedicación
especial, se ocupan en las comunidades cristianas de la acción caritativa y social en
pro de los necesitados.
428. El rito que aquí se describe pueden utilizarlo el sacerdote o el diacono, los cuales,
respetando la estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración
a las circunstancias de las personas y del lugar.
CAPÍTULO VI
443. La Iglesia, fiel al Evangelio, fomenta y afianza con su actuación cuanto de bueno
existe en la comunidad humana.
Aunque es tarea común de todo el pueblo de Dios aliviar las desgracias e infortunios en
las necesidades públicas, son muy dignas de encomio aquellas asociaciones que,
aunando sus esfuerzos, pueden prestar una ayuda más eficaz y procuran atraer a otros
socios con el fin de prestar así en un momento de agobio una ayuda más eficaz.
445. El rito que aquí se propone pueden utilizarlo el sacerdote o el diácono. Estos,
respetando la estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración
a las circunstancias de la asociación y del lugar.
CAPÍTULO VII
460. Las peregrinaciones a los lugares sagrados, a los sepulcros de los santos y a los
santuarios, ya se hagan en la forma tradicional o de u modo nuevo, han de ser tenidas
en gran estima en la vida pastoral, ya que estimulan a los fieles a la conversión,
alimentan su vida cristiana y promueven la actividad apostólica.
462. Para conseguir esto más fácilmente, muchas veces será provechoso, con ocasión
del comienzo o del final de la peregrinación, organizar una adecuada celebración en la
que se imparta a los peregrinos una bendición especial.
464. Los ritos que aquí se proponen pueden utilizarlos el sacerdote o el diácono. Éstos,
respetando la estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán las
celebraciones a las circunstancias de la peregrinación y del lugar.
CAPÍTULO VIII
SEGUNDA PARTE
512. Los cristianos, guiados por la fe, fortalecidos por la esperanza y movidos por la
caridad, no sólo son capaces de discernir sabiamente los vestigios de la bondad divina
en todas las cosas creadas, sino que consideran todos los acontecimientos del mundo
como signos de aquella providencia paternal con que Dios dirige y gobierna todas las
cosas. Por tanto, siempre y en todo lugar se nos ofrece la oportunidad de orar, de
confiar en el Señor y de mostrarle el debido agradecimiento.
513. Es conveniente expresar mediante unos ritos peculiares el sentido de nuestra fe,
que nos hace percibir la presencia de Dios en todos los acontecimientos de la vida,
ritos que se realizan en la inauguración de estas cosas o edificios. Así, bendecimos a
Dios y le damos gracias por las nuevas cosas o edificaciones que se llevan a cabo,
pidiéndole principalmente que colme de sus bendiciones a los que van a hacer uso de
ellas.
514. Las bendiciones que figuran en esta segunda parte se refieren a las cosas que se
van a utilizar y a los edificios que se inauguran, cosas y edificios que se relacionan con
las diversas actividades de los cristianos y que, por lo mismo, tienen una importancia
notable en su vida.
CAPÍTULO IX
515. El siguiente rito se emplea cuando se inicia la construcción de una obra o cuando
se bendice la primera piedra de algún edificio de cierta importancia, principalmente si
se destina a una determinada comunidad. La manera de bendecir una primera piedra,
como también la de bendecir el trabajo de edificación de una nueva iglesia se realiza
según el rito indicado en el Ritual de la Dedicación de iglesias y de altares.
516. El rito que aquí se describe pueden usarlo el sacerdote o el diácono, los cuales,
respetando la estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración
a las circunstancias de los presentes y del lugar.
CAPÍTULO X
534. Cuando los cristianos desean inaugurar una nueva casa invocando la protección
divina, el pastor de almas y sus cooperadores accederán de buen grado a este deseo,
ya que con ello se les ofrece una magnífica, ocasión de entrar en contacto con aquellos
fieles. Así, juntos y con alegría, dan gracias a Dios, de quien procede todo bien, por el
don de una nueva vivienda.
535. El rito que aquí se propone pueden utilizarlo el sacerdote, el diácono, y también el
laico, con los ritos y fórmulas previstos para él.
536. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de los que
viven en la casa, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando
siempre la estructura de la celebración y sus elementos principales.
537. No debe hacerse la bendición de la nueva casa sin la presencia de los que en ella
viven.
CAPÍTULO XI
553. Cuando se abre un nuevo seminario o casa donde se forman los candidatos a las
sagradas órdenes, es conveniente disponer de un rito particular de bendición.
554. Como quiera que la apertura de un nuevo seminario influye de algún modo en la
vida espiritual de los cristianos de toda la diócesis, debe comunicarse a su debido
tiempo el día que tendrá lugar la bendición, para que pueda asistir a ella el mayor
número posible de fieles, o al menos se unan espiritualmente por la oración. Para
facilitar la asistencia, como también por razón del carácter del rito, se escogerá un día
festivo, de preferencia un domingo.
556. El rito que aquí se describe lo usa el Obispo o también el presbítero, los cuales,
respetando la estructura del rito, adaptarán la celebración a las circunstancias de los
presentes y del momento.
557. En aquellos lugares donde se hace la bendición de todas las casas en el tiempo
pascual o en otro tiempo determinado, el celebrante, con los elementos indicados en
este Rito, puede preparar una adecuada celebración, que aprovecha al bien espiritual
de los alumnos que en ella participan.
CAPÍTULO XII
577. Puesto que en las casas religiosas se agrupan los que, profesando los consejos
evangélicos, desean seguir e imitar más de cerca a Cristo, el Señor, es conveniente
dotar a estas casas de una peculiar bendición.
578. En el presente Rito, con la denominación de casa religiosa se designan también
los conventos y monasterios. En la celebración, respetando siempre los elementos
principales, se ha de acomodar todo a las circunstancias del lugar y de las personas,
teniendo en cuenta también la índole propia y peculiar del Instituto y de su función
apostólica. Cuando se trata de bendecir una casa de formación, pueden tomarse
algunos elementos, oportunamente adaptados, de la Bendición de un seminario, en
base a lo que se halla descrito en el capítulo XI.
580. El Rito que aquí se presenta puede realizarlo el presbítero. Al Ordinario a cuyo
cuidado está encomendada la casa religiosa compete la bendición del nuevo edificio. Si
él no puede presidir el rito, encomendará esta presidencia al superior de la comunidad.
Si preside el rito un presbítero que no pertenece al Instituto, o el Obispo, debe
adaptarse todo de acuerdo con esta circunstancia.
581. Si la casa religiosa tiene iglesia propia, y ésta se dedica o bendice, en las letanías
o en la oración de los fieles pueden intercalarse, según las circunstancias, algunas
invocaciones o intenciones relacionadas con la casa y las peculiaridades de la vida
religiosa que en ella van a practicar sus miembros.
582. En aquellos lugares donde se hace la bendición de las casas durante el tiempo
pascual o en otro tiempo determinado y se estima oportuno bendecir también las casas
religiosas, el ministro, poniéndose antes de acuerdo con la familia religiosa, preparará
una adecuada celebración, que favorezca el bien espiritual de los participantes.
CAPÍTULO XIII
601. La Iglesia ha patentizado siempre un interés especial por las escuelas, tanto las
de grado inferior como las de superior, ya que en ellas se van abriendo las mentes de
los discípulos hasta alcanzar una eficaz educación. Esto tiene aplicación sobre todo en
aquellas instituciones católicas donde los adolescentes y jóvenes tienen la posibilidad
de adquirir una cultura y una formación humana, al tiempo que van haciéndose
receptivos al espíritu del Evangelio.
602. La bendición que aquí se propone tiene presente tanto al personal docente y a sus
alumnos, como también a todos los que de algún modo. están al servicio de la escuela
o universidad, así como a la misma comunidad en cuyo provecho se erigen. Por eso es
conveniente que todos estén presentes en la celebración, en cuanto sea posible.
603. Este rito pueden usarlo el sacerdote o el diácono, los cuales, respetando su
estructura y sus principales elementos, adaptarán la celebración a las circunstancias
del lugar y de las personas.
604. En aquellos lugares donde se celebra cada año la bendición de las escuelas
durante el tiempo pascual o en otro tiempo, si se utilizan los elementos Indicados en
este rito y también en el rito de la Bendición los niños, capítulo I, núms. 136-157, será
fácil preparar una celebración que tenga en cuenta a un tiempo al personal docente y
al alumnado.
628. Cuando se inaugura una nueva biblioteca, máxime si está destinada al uso de
alguna comunidad, se ofrece una buena oportunidad pastoral de impartirle la adecuada
bendición y recordar a los fieles su significado.
629. Este Rito pueden utilizarlo el sacerdote o el diácono, los cuales, respetando la
estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración a las
circunstancias del lugar y de las personas.
630. En aquellos lugares donde cada año, durante el tiempo pascual o en otro tiempo,
se imparte también la bendición a las bibliotecas u otros lugares similares, podrá
disponerse una adecuada celebración, empleando de manera conveniente los
principales elementos indicados en esta Bendición.
CAPÍTULO XV
647. Todas las casas destinadas al cuidado de los enfermos pueden con razón ser
consideradas como un signo de la fidelidad con que los discípulos de Cristo observan el
mandato evangélico de atender a los enfermos.
En la inauguración de estos establecimientos, se ofrece la oportunidad pastoral de
reunir a la comunidad cristiana y hacer que los fieles comprendan mejor el significado
de la enfermedad y la importancia que reviste la medicina en los designios de la
providencia divina.
648. Esta bendición no se refiere directamente a los enfermos, sino más bien a los que
de algún modo los atienden y los sirven. Por lo mismo, la bendición del hospital no
debe hacerse sin la participación de los médicos y demás personas que están al
cuidado de los pacientes.
649. Este rito pueden utilizarlo el presbítero o el diácono, los cuales, respetando su
estructura y elementos principales, podrán adaptar cada una de sus partes para que la
celebración se acomode mejor a las circunstancias del lugar y de las personas.
650. En aquellos lugares donde se celebra cada año, durante el tiempo pascual o en
otro tiempo determinado, la bendición en los hospitales o casas de salud, se preparará
una celebración que tenga en cuenta a los enfermos, a los médicos y a los enfermeros,
utilizando para ello los principales elementos de este Rito y el de la bendición de los
enfermos, capítulo II, núms. 297-320.
CAPÍTULO XVI
665. El hombre, con el trabajo asiduo de sus manos y el desempeño de sus cometidos,
cuida incesantemente de la creación. Por otra parte, «el progreso de las técnicas de
producción y la mejor organización del comercio y de los servicios han convertido la
economía en un instrumento capaz de satisfacer las nuevas necesidades de la familia
humana que no dejan de acrecentarse».
Existe, pues, motivo más que suficiente para bendecir aquellos lugares donde el
hombre trabaja con empeño en beneficio propio y en provecho de sus semejantes.
666. Esta celebración mira no sólo a la comunidad en cuyo beneficio se construyen los
nuevos laboratorios, talleres y tiendas de comercio, sino también a los que en ellos
trabajan. De ahí que en la celebración de la bendición se requiera la presencia de la
comunidad o, por lo menos de algunos de sus representantes, como también de los
que de un modo u otro trabajarán en los diversos menesteres.
667. Este rito puede utilizarlo el sacerdote o el diácono, los cuales, respetando su
estructura y los elementos principales de que consta, adaptarán la celebración a las
circunstancias concretas del lugar y de las personas.
668. En aquellas regiones donde cada año, durante el tiempo pascual o en cualquier
otro tiempo, parece oportuno impartir también la bendición en dicho locales, se
preparará una adecuada celebración, empleando de manera conveniente los
principales elementos que se indican en esta Bendición.
CAPÍTULO XVII
684. La madre Iglesia acepta y secunda con especial solicitud aquellos inventos de la
técnica que miran principalmente al desenvolvimiento del espíritu humano. Entre estos
inventos, destacan aquellos mecanismos que pueden influir, no sólo en las personas
individualmente consideradas, sino también en las multitudes y en la totalidad de la
sociedad humana, como son la prensa, el cine, la radio, la televisión y otros
semejantes, que con razón se llaman medios de comunicación social. La bendición de
locales y medios destinados a este tipo de comunicación es una forma de patentizar el
interés y la preocupación de la Iglesia por su recta utilización.
686. Este rito puede emplearlo el sacerdote o el diácono, los cuales, respetando la
estructura del rito y sus elementos principales, pueden siempre adaptar algunas de sus
partes para que la celebración se acomode mejor a las circunstancias del lugar y de las
personas.
687. En aquellas regiones donde cada año, durante el tiempo pascual o en cualquier
otro tiempo, parece oportuno impartir también la bendición en dichos locales, se
dispondrá una adecuada celebración, empleando de manera conveniente los
principales elementos que se indican en esta Bendición.
CAPÍTULO XVIII
702. Los ejercicios físicos son útiles para robustecer la salud corporal y conservar el
equilibrio psíquico, no menos que para fomentar relaciones de fraternidad entre los
hombres de cualquier raza, nación o condición. Para recordar estas ventajas, puede
resultar oportuna la celebración de la bendición. Ésta puede tener lugar a raíz de la
inauguración de algún gimnasio u otro local destinado a la práctica de la cultura física,
sobre todo si lo utilizan principalmente los cristianos.
703. Esta celebración afecta tanto a aquellos en cuyo provecho se construyen estos
complejos deportivos como a los que los dirigen o de un modo u otro trabajan en ellos.
De ahí que la bendición no deba hacerse sin su asistencia.
704. Este esquema pueden usarlo el sacerdote o el diácono, los cuales, respetando la
estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración a las
circunstancias del lugar y de las personas.
CAPÍTULO XIX
720. La vida humana encuentra una eficaz ayuda en el uso de aquellos medios o
instrumentos que sirven para acortar las distancias y hacer posible el encuentro, la
unión y la mutua comunicación entre los hombres, y que pueden designarse, de un
modo genérico, como medios relacionados con los desplazamientos humanos. Entre
estas realidades cabe enumerar, por ejemplo, una calle o carretera, una plaza, un
puente, una vía férrea, un puerto, un vehículo cualquiera, una nave y un avión.
Puesto que en el uso de dichos medios se aviva y fomenta la conciencia de las mutuas
obligaciones, ello nos ofrece una buena ocasión de bendecir a Dios y de orar al mismo
tiempo por las personas que los utilizarán en lo sucesivo.
721. El rito que aquí se ofrece puede utilizarse con motivo del estreno o inauguración
de aquellos medios que de un modo u otro, se relacionan con los viajes o los
desplazamientos. No obstante, si en algún lugar es habitual que, en días
determinados, la gente acuda a la Iglesia utilizando coches u otros medios de
locomoción para implorar la bendición divina, como prenda de la protección de Dios en
sus viajes, puede hacerse una bendición especial para este caso, sirviéndose de los
elementos de este rito.
723. Este rito pueden utilizarlo el sacerdote, el diácono y también el laico, con los ritos
y fórmulas previstos para él.
724. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de las
personas, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre
la estructura de la celebración y sus elementos principales.
CAPÍTULO XX
749. El rito de bendición que aquí se propone concierne tanto a la comunidad en cuyo
provecho se ponen en funcionamiento esos instrumentos técnicos (como por ejemplo,
una central eléctrica, un acueducto, un sismógrafo, etc.), como principalmente a todos
los que de algún modo dirigirán o manejarán estos instrumentos. Por eso se requiere
en la celebración la presencia por lo menos de algunos representantes suyos.
750. Este esquema pueden utilizarlo el sacerdote, el diácono y también el laico, con los
ritos y fórmulas para él previstos.
751. Con objeto de adaptar la celebración a las circunstancias concretas del lugar y de
las personas, pueden adoptarse algunos de los elementos de este formulario,
respetando siempre la estructura de la celebración y sus principales elementos.
CAPÍTULO XXI
769. Es posible y conveniente bendecir los instrumentos de cualquier clase, incluso los
de gran tamaño, que utilizan los hombres para su trabajo, como son, por ejemplo, los
motores, las barcas de pesca y otras cosas semejantes. Esta bendición ayudará a que
ellos se mentalicen de que con su trabajo personal se unen a sus hermanos, les sirven,
demuestran una auténtica caridad y pueden colaborar al perfeccionamiento de la
creación divina. Esta bendición puede hacerse en determinadas circunstancias, por
ejemplo, en la celebración de san José, obrero, o de algún santo patrón, o también a
raíz de algún encuentro de obreros en que éstos se reúnan llevando sus instrumentos
de trabajo.
770. Puesto que esta celebración concierne, no a los instrumentos en sí mismos, sino a
las personas que los utilizan, se requiere la presencia de los obreros o, por lo menos,
de algunos representantes suyos.
771. Este rito pueden utilizarlo el sacerdote, el diácono, y también el laico, con los ritos
y fórmulas previstos para él.
772. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de las
personas, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre
la estructura de la celebración y sus elementos principales.
CAPÍTULO XXII
793. En muchos lugares los miembros de algunos grupos religiosos, civiles e incluso
militares, piden la bendición de sus respectivas banderas. Esta práctica puede
admitirse e incluso recomendarse mientras el deseo de esta bendición no incluya
aspectos o matices poco afines al Evangelio.
794. Antes de bendecir una determinada bandera es, por tanto, necesario saber cuál
será el uso de la misma, pues sólo podrán bendecirse las destinadas a las asociaciones
religiosas o las de aquellas otras que prestan su ayuda en las necesidades públicas y
las que son propias de una nación o de un pueblo. Para las banderas de carácter
religioso se usará la primera fórmula; para las de carácter civil la segunda.
795. Como lecturas bíblicas pueden usarse, además de las que figuran en el mismo
rito, otras lecturas bíblicas que aludan al carácter o finalidad de la asociación que va a
servirse de la bandera.
CAPÍTULO XXIII
802. Puesto que muchos animales, según los designios de la divina providencia del
Creador, comparten en cierto modo la vida del hombre, por cuanto le sirven de ayuda
en su trabajo, o le proporcionan alimento y compañía, nada impide que, en
determinadas ocasiones, por ejemplo, en la fiesta de algún santo, se conserve la
costumbre de invocar sobre ellos la bendición de Dios.
803. Este rito pueden utilizarlo el sacerdote, el diácono, y también el laico, con los ritos
y fórmulas previstos para él.
805. Cuando se trata de bendecir uno que otro animal o de la bendición de los
animales con ocasión de alguna celebración, puede emplearse también el Rito breve
que se indica más adelante, núms. 823-826.
CAPÍTULO XXIV
827. Con este rito los fieles manifiestan su agradecimiento a Dios, que con amor
inefable creó el mundo y lo confió al cuidado del hombre, para que éste, con su trabajo
asiduo, proporcione a los hermanos lo necesario para el sustento.
828. Este rito puede emplearse en aquellas ocasiones más adecuadas de la vida
agrícola, de manera que, con la ayuda de la oración, se santifique el trabajo humano, y
la bendición del Señor acompañe las alternativas de las estaciones y sus faenas
correspondientes.
829. Este rito pueden usarlo el sacerdote, el diácono, y también el laico, con los ritos y
fórmulas previstos para él.
830. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de las
personas, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre
la estructura, de la celebración y sus elementos principales.
CAPÍTULO XXV
849. Esta bendición puede efectuarse en la fiesta de la Exaltación de la santa Cruz (14
de septiembre), el día 3 de mayo (antigua fiesta de la Invención de la santa Cruz), o
bien el primer domingo del mes de mayo, u otro día apropiado, según las costumbres
de cada lugar.
La bendición se hará con solemnidad, con participación del diácono, donde sea posible
y con una procesión precedida de la Cruz y del Evangeliario.
CAPÍTULO XXVI
866. Este rito pueden utilizarlo el sacerdote, el diácono, y también el laico, con los ritos
y fórmulas previstos para él.
867. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de las
personas, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre
la estructura de la celebración y sus elementos Principales.
CAPÍTULO XXVII
BENDICIÓN DE LA MESA
883. El cristiano, antes y después de comer, tanto si lo hace solo como si comparte los
alimentos con otros hermanos, da gracias al Dios providente por los manjares que
cada día recibe de su bondad. No deja de recordar, además, que el Señor Jesús unió el
sacramento de la Eucaristía al rito de un banquete y que, una vez resucitado de entre
los muertos, se manifestó a los discípulos al partir el pan.
884. El cristiano, cuando se sienta a la mesa, reconociendo en los manjares que le dan
una señal de la bendición de Dios, no debe echar en olvido a los pobres que
posiblemente carecen del sustento del que él, quizás, disfruta en abundancia. Por eso
debe, con su sobriedad, subvenir en la medida que le sea posible a la necesidad de
aquellos. Más aún, de vez en cuando los invita de buen grado a la mesa en señal de
confraternidad, según las palabras de Cristo en el Evangelio (cf. Lc 14, 13-14).
TERCERA PARTE
929. La Iglesia ha tenido siempre un interés especial en que las cosas relacionadas con
el culto sean dignas, decorosas y bellas, y que, una vez bendecidas, se utilicen
solamente para las celebraciones sagradas, y no para usos corrientes. Esta costumbre
la Iglesia quiere conservarla.
Por lo cual, las cosas destinadas por la bendición al culto divino han de ser tratadas por
todos con respeto y no se han de emplear en usos inapropiados o en actos corrientes.
930. Estas bendiciones para las cosas que en las Iglesias se destinan o erigen para el
uso litúrgico o las prácticas devocionales se añaden aquí con el fin de completar las
que ya figuran en los demás libros litúrgicos.
931. Cuando las iglesias se consagran a Dios con el rito de la dedicación, o cuando se
bendicen debidamente, todo lo que hay en ellas, exceptuando el altar, se ha de tener
por bendecido y erigido por el mismo rito de la dedicación o bendición, de modo que
no necesita una nueva bendición o erección.
CAPÍTULO XXVIII
BENDICIÓN DEL BAPTISTERIO O DE LA NUEVA PILA BAUTISMAL
933. Entre las partes principales de la iglesia destaca con razón el baptisterio o el lugar
donde está situada la pila bautismal. Allí, en efecto, se celebra el bautismo, primer
sacramento de la nueva Alianza. Por él los hombres, adhiriéndose a Cristo por la fe y
recibiendo el espíritu de hijos adoptivos, se llaman y son hijos de Dios; unidos a Cristo
en una muerte y resurrección como la suya , forman con él un mismo cuerpo ; ungidos
con la efusión del Espíritu, se convierten en templo santo de Dios y miembros de la
Iglesia, en «una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo
adquirido por Dios ».
934. Puesto que el bautismo es el principio de toda la vida cristiana, todas las iglesias
catedrales y parroquiales deben tener su baptisterio o lugar donde está colocada la
fuente o pila bautismal. Sin embargo, por razones pastorales, con el consentimiento
del Ordinario del lugar, también en las demás iglesias u oratorios puede erigirse un
baptisterio o colocarse una pila bautismal.
935. Al construir un nuevo baptisterio o instalar una pila bautismal, debe atenderse,
antes que nada, a que pueda allí celebrarse digna y ade cuadamente el rito del
bautismo tal como se describe en el Ritual del Bautismo de niños o en el Ritual de la
Iniciación cristiana de adultos.
937. El baptisterio separado de la nave de la iglesia ha de ser digno del misterio que
allí se celebra y se ha de reservar para el bautismo, como conviene al lugar donde los
hombres nacen de nuevo, como del seno de la Iglesia, por el agua y el Espíritu Santo.
938. La pila bautismal, sobre todo en el baptisterio, debe ser fija, estéticamente
elaborada con un material adecuado, limpia, y apta también, si se da el caso, para la
inmersión de los catecúmenos. La pila, para que sea un signo más expresivo, puede
construirse también de manera que brote de ella agua corriente, como de un
verdadero manantial. Se ha de procurar asimismo que el agua, según las necesidades
de cada lugar, pueda calentarse.
RITO DE LA BENDICIÓN
939. Cuando se edifica un nuevo baptisterio o se construye una nueva pila bautismal,
es conveniente que se celebre el rito peculiar de bendición. Pero no debe emplearse
este rito si se trata de un recipiente movible «en que se prepara el agua cuando, en
algunos casos, se celebra el sacramento en el presbiterio ».
940. Puesto que la administración del bautismo constituye el origen de aquella vida
espiritual que en cierto modo deriva y depende del Obispo, el gran sacerdote de sus
fieles en Cristo , conviene que el Obispo en persona bendiga los nuevos baptisterios o
pilas bautismales que se construyan en su diócesis; sin embargo, puede encomendar
esta tarea a otro obispo o a un presbítero, principalmente a uno que sea como
colaborador y ayudante suyo en la cura pastoral de aquellos fieles para los cuales se
ha erigido la pila bautismal o el nuevo baptisterio. Si preside un Obispo, deberá
adaptarse de modo conveniente todo lo que aquí se indica.
941. Con el fin de expresar más claramente la índole pascual del bautismo y fomentar
la asistencia de los fieles, se escogerá normalmente, para la bendición del baptisterio,
un domingo, principalmente del tiempo pascual, o bien el domingo o fiesta del
Bautismo del Señor.
El rito de la bendición del baptisterio no puede celebrarse el miércoles de Ceniza,
durante la semana Santa y en la Conmemoración de todos los fieles difuntos.
PREPARACIÓN PASTORAL
942. La erección de un nuevo baptisterio o de una pila bautismal tiene una gran
importancia en la vida espiritual de la comunidad cristiana. Por esto los fieles no sólo
deben ser informados a su debido tiempo de la bendición del nuevo baptisterio sino
que también se les ha de preparar con esmero para que asistan activamente al rito.
Conviene que se les instruya acerca del sentido y significación de la pila bautismal, de
modo que queden imbuidos de veneración y amor hacia el bautismo y su signo, que es
esa misma pila bautismal.
944. En este rito se usarán vestiduras sagradas de color blanco o festivo. Debe
prepararse:
— (para el Obispo: alba, cruz pectoral, estola, pluvial, o casulla si celebra también la
Misa, mitra, báculo pastoral);
— para los presbíteros: albas y estolas, o las vestiduras requeridas para la Misa;
— para los diáconos: albas, estolas (dalmáticas);
— para los demás ministros: albas u otras vestiduras legítimamente aprobadas.
CAPÍTULO XXIX
978. Todas las cosas relacionadas con la celebración litúrgica, que se hallan ya en su
lugar en la iglesia cuando ésta es dedicada o bendecida, se consideran ya bendecidas
junto con la iglesia. Pero cuando se estrena o se renueva alguna de ellas, como la
cátedra episcopal en la iglesia catedral, la sede presidencial, el ambón para la
proclamación de la palabra de Dios, el lugar de la reserva del santísimo sacramento o
sagrario o la sede para la celebración del sacramento de la penitencia, puede ser una
buena oportunidad para mentalizar a los fieles sobre su importancia, mediante una
adecuada celebración.
979. Todos deben observar estrictamente los principios y normas que establecen los
libros litúrgicos respecto a la elaboración y adecuada colocación de estas partes de la
iglesia.
980. Las bendiciones que aquí se describen puede utilizarlas el sacerdote, el cual,
respetando la estructura de los ritos, adaptará oportunamente la celebración a las
circunstancias del lugar.
983. Aunque resulta más adecuado unir este rito a la celebración de la Misa, no hay
inconveniente en que, si se da el caso, se haga junto con una celebración de la palabra
de Dios.
1002. El ambón o lugar desde el que se proclama la palabra de Dios debe responder a
la dignidad de esta palabra y ha de recordar a los fieles que la mesa de la palabra de
Dios está siempre dispuesta. Esta bendición sólo puede impartirse cuando se trata de
un verdadero ambón, es decir, que no sea un simple atril movible, sino un ambón
estable y destacado por su dignidad. Sin embargo, teniendo en cuenta la estructura de
cada iglesia, también puede bendecirse un ambón movible, a condición de que sea
algo realmente pronúnente, adecuado a su función y estéticamente elaborado.
1003. Este rito puede unirse a la celebración de la Misa, o también, según las
circunstancias, puede emplearse en una celebración de la palabra de Dios.
CAPÍTULO XXX
BENDICIÓN DE UNA NUEVA PUERTA DE LA IGLESIA
1049. La construcción de una nueva puerta de la iglesia puede brindar una ocasión
propicia para recordar a los fieles un acontecimiento externo de cierta relevancia, pero
al mismo tiempo y sobre todo para evocar en ellos el significado íntimo y profundo de
todo lo que es y representa el recinto sagrado al que da acceso la puerta.
De ahí que resulte oportuno dirigir a Dios una oración peculiar para cuando se celebra
la bendición de las puertas de las iglesias, y con tal motivo reunir a los fieles,
aprovechando así esta coyuntura para que escuchen la palabra de Dios y eleven a él
sus plegarias.
1066. Entre las sagradas imágenes, ocupa el primer lugar «la representación de la
valiosa y vivificante cruz» , ya que es el símbolo de todo el Misterio pascual. Para el
pueblo cristiano ninguna otra imagen es más querida, ninguna más antigua. La santa
cruz representa la pasión de Cristo y su triunfo sobre la muerte, y también, como
enseñaron los santos Padres, anuncia su segunda y gloriosa venida.
1069. El rito que aquí se describe puede usarlo el presbítero, el cual, respetando la
estructura del rito y sus elementos principales, adaptará la celebración a las
circunstancias de las personas y del lugar. Si, como es aconsejable, preside el rito el
Obispo, se harán las oportunas adaptaciones.
1070. La bendición de la nueva cruz puede hacerse en cualquier día y hora, excepto el
miércoles de Ceniza, el Triduo pascual y la Conmemoración de todos los fieles difuntos;
pero debe elegirse un día en que los fieles puedan acudir en gran número. Se ha de
preparar oportunamente a los fieles para que asistan activamente al rito.
1071. El rito que se describe en este capítulo se refiere únicamente a dos casos:
CAPÍTULO XXXII
1091. Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Esta imagen divina el hombre, al
pecar, la mancilló tristemente en sí mismo, pero Cristo, que es plena y perfecta
«imagen del Dios invisible», la restauró misericordiosamente con su muerte. En Cristo
sus discípulos se convierten en una criatura nueva y, por la acción del Espíritu Santo,
se van transformando en imagen del mismo Cristo.
1092. Para que los fieles puedan contemplar más profundamente el misterio de la
gloria de Dios, que fue reflejada en la faz de Jesucristo y que resplandece en sus
santos, y para que estos mismos fieles sean «luz en el Señor», la madre Iglesia los
invita a venerar piadosamente las imágenes sagradas. Estas, además, han sido
realizadas a veces con gran arte y gozan de una religiosa nobleza, con lo que vienen a
ser un resplandor de aquella belleza que procede de Dios y a Dios conduce. Las
imágenes, en efecto, no sólo traen a la memoria de los fieles a Jesucristo y a los
santos que representan, sino que en cierta medida los ponen ante sus ojos: «Cuanto
mayor es la frecuencia con que se miran las imágenes tanto más los que las
contemplan se sienten atraídos hacia el recuerdo y deseo de sus originales».
Por todo ello, la veneración de las sagradas imágenes figura entre las principales
formas de la veneración debida a Cristo, el Señor, y, en modo distinto, a los santos,
«no porque se crea que en ellas hay alguna divinidad o poder que sean el motivo del
culto que se les da», sino «porque el honor que se les tributa está referido a los
prototipos que representan».
1093. Cuando se expone a la pública veneración de los fieles una nueva imagen
sagrada, sobre todo en las iglesias, a tenor de lo establecido en la Constitución
litúrgica Sacrosanctum Concilium, núm. 125, es conveniente bendecirla con el rito
peculiar que aquí se propone. Esta bendición no debe hacerse dentro de la Misa. En
cambio, si se trata de una imagen destinada a ser venerada sólo en casas particulares,
se ha de bendecir con el rito descrito más adelante en el capítulo XLIII.
1095. Estos ritos puede utilizarlos el presbítero, el cual, respetando la estructura del
rito y sus elementos principales, puede adaptar alguno de estos elementos, para que la
celebración se acomode mejor a las circunstancias del lugar y de las personas. Si,
como es aconsejable, preside el rito el Obispo, se harán las oportunas adaptaciones.
CAPÍTULO XXXIII
1143. Por la íntima relación que guardan las campanas con la vida de la comunidad
cristiana, arraigó la costumbre —que ha ido prevaleciendo y se ha querido conservar—
de bendecirlas antes de colocarlas en el campanario.
1145. Según las circunstancias del momento y del lugar, la campana se bendice en día
festivo, fuera de la iglesia o también dentro de ella, con el rito descrito en los núms.
1147-1161. Si se estima oportuno bendecirla dentro de la Misa, la bendición tiene
lugar después de la homilía, a tenor de lo que se dice en el núm. 1162.
1146. Este rito puede utilizarlo el presbítero, el cual, respetando su estructura y los
elementos principales de que consta, puede adaptar cada una de sus partes para que
la celebración se ajuste mejor a las circunstancias del lugar y de las personas. Si,
como es aconsejable, presidie el rito el Obispo, se introducirán las oportunas
adaptaciones.
CAPÍTULO XXXIV
BENDICIÓN DE UN ÓRGANO
1165. La bendición del órgano puede hacerse cualquier día, excepto en los tiempos en
que el derecho restringe su uso.
CAPÍTULO XXXV
1180. Entre las cosas pertenecientes al culto, las hay que por su naturaleza merecen
una atención especial. Por eso es aconsejable bendecirlas antes de empezar a hacer
uso de ellas.
1183. Los objetos que se han de bendecir para los oficios litúrgicos deben responder a
las normas establecidas por la autoridad legítima; o sea, que han de ser bellos y
confeccionados con exquisita elegancia, aunque evitando siempre la mera suntuosidad.
1184. Es recomendable bendecir varios objetos con un solo rito, ya sea dentro de la
Misa ya sea en alguna celebración en la que los fieles participen oportunamente. Si se
trata de bendecir un solo objeto, puede entonces emplearse el Rito breve fuera de la
Misa.
1188. Cualquier sacerdote puede bendecir el cáliz y la patena con tal que estén
fabricados según las normas indicadas en los núms. 290-295 de la Ordenación general
del Misal romano.
CAPÍTULO XXXVI
1225. Cuando la bendición del agua tiene lugar fuera de la celebración de la Misa, el
sacerdote o el diácono usarán el formulario que aquí se propone, de modo que,
respetando su estructura y los elementos principales, adapten la celebración a las
circunstancias del momento.
CAPÍTULO XXXVII
CAPÍTULO XXXVIII
1244. Para dar más sentido religioso o para significar su inauguración puede hacerse
un rito de bendición, que signifique el comienzo de las solemnes fiestas navideñas.
Este rito es introductorio de los misterios que se celebran en la Liturgia.
1264. La bendición del Belén que acostumbra colocarse cada año en la iglesia durante
las fiestas de Navidad, si se une a las I Vísperas o a la primera Misa de Navidad tiene
una estructura propia, por cuanto en estas celebraciones ya se incluyen los elementos
que habitualmente se incorporan a las otras bendiciones (lectura de la palabra de Dios,
preces, etc.) y que, por ello, no conviene repetir en la bendición.
1269. El ministro dispone a los presentes con estas palabras u otras semejantes:
Hermanos: Con la celebración de la Eucaristía (de las Vísperas) vamos a dar comienzo
(hemos dado comienze) a las solemnes fiestas de Navidad de este año.
La imagen de Jesús en el pesebre nos ayudará a recordar los misterios que celebramos
estos días en la liturgia. Pidamos, pues, a Dios Padre, que la contemplación de este
Belén o nacimiento avive nuestra fe en su Hijo, que se ha hecho hombre para hacernos
partícipes de su Pascua.
CAPÍTULO XXXIX
1273. Conviene, pues, invitar a los fieles a que vean en este árbol, lleno de luz, a
Cristo luz del mundo, que con su nacimiento nos conduce a Dios que habita en una luz
inaccesible.
CAPÍTULO XL
1279. Cuando en una iglesia u oratorio se erigen las estaciones del vía crucis, conviene
que la bendición y erección se haga con la celebración instituida para este fin, y que
esta celebración la realice el rector de la iglesia u otro presbítero, con participación del
pueblo, y de tal manera que dicha celebración preceda inmediatamente al piadoso
ejercicio del vía crucis. Si las estaciones del vía crucis están ya colocadas en la iglesia
que se ha de dedicar o bendecir, no necesitan ningún rito especial de erección.
1280. Las imágenes de las estaciones con las cruces, o las cruces solas, se dispondrán
adecuadamente a la vista de los fieles o estarán ya colocadas en su lugar propio.
1281. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de los
presentes, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando
siempre la estructura de la celebración y sus elementos principales.
CAPÍTULO XLI
BENDICIÓN DE UN CEMENTERIO
1299. Conviene que sea el Obispo de la diócesis quien celebre el rito; esta función
puede el Obispo delegarla en la persona de un presbítero, especialmente el que tenga
como ayudante en el cuidado pastoral de aquellos fieles que se han preocupado de la
edificación del cementerio.
Si preside el Obispo, se harán las oportunas adaptaciones.
1300. La bendición del camposanto puede hacerse cualquier día y a cualquier hora,
excepto el miércoles de Ceniza y la semana Santa; pero debe elegirse de preferencia
un día en que los fieles puedan acudir en gran número, especialmente el domingo, ya
que la conmemoración semanal de la Pascua del Señor expresa mejor el sentido
pascual de la muerte cristiana.
1301. Si en alguna parte la autoridad civil o una comunidad cristiana —es decir,
hermanos separados y católicos— construyen un cementerio destinado a la inhumación
de difuntos de comunidades fundamentalmente cristianas, es conveniente inaugurar el
cementerio con una celebración ecuménica, cuyos elementos se distribuirán de común
acuerdo entre las partes interesadas. Esta celebración, por lo que respecta a los
católicos, debe ser organizada por el Ordinario del lugar.
CUARTA PARTE
1320. La Iglesia, con el fin de promover y fomentar la piedad de los fieles en sus
múltiples manifestaciones, tiene por norma secundar los piadosos ejercicios del pueblo
cristiano cuando se ajustan a las leyes y normas dadas en esta materia. Al realizar las
preces litúrgicas o al practicar ciertos ejercicios de piedad suelen utilizarse algunas
cosas u objetos, como la corona o el rosario de la Virgen u otros semejantes. Entonces
es recomendable que esos mismos objetos, antes de ponerlos en manos de los fieles,
sean objeto de una bendición peculiar.
1321. Además, entre los fieles, ha adquirido fuerza de costumbre el hecho de llevar
consigo determinados objetos de devoción, o de usar otros para la plegaria, de
exponer en sus casas imágenes sagradas para venerarlas en familia y también guardar
en sus hogares cosas bendecidas, como por ejemplo, ciertas bebidas y alimentos.
Con el fin de atender de algún modo a estas formas de piedad se proponen en esta
parte algunos esquemas de bendiciones que pueden celebrarse para tales
circunstancias.
CAPÍTULO XLII
1324. Si hay que bendecir varios comestibles a la vez, no se han de multiplicar los
ritos, sino que se bendecirán todos con un mismo rito, empleando la fórmula
correspondiente.
1325. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de las
personas, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre
la estructura de la celebración y sus elementos principales.
1326. Estas bendiciones pueden celebrarse dentro de la Misa únicamente en las fiestas
de santa María Virgen y de los santos, donde esté en vigor la tradición popular y los
fieles acostumbren asistir a la Misa, empleando para ello el rito indicado más adelante,
núms. 1341-1345. Cuándo la bendición se celebra dentro de la Misa, sólo puede
hacerse una vez al día.
CAPÍTULO XLIII
1348. Este rito pueden utilizarlo el sacerdote y el diácono, los cuales, respetando su
estructura y elementos principales, adaptarán la celebración a las circunstancias del
momento y de las personas.
1349. Si la bendición se celebra para un solo objeto, el ministro puede emplear el Rito
breve indicado al final de este capítulo, núms. 1363-1366, o, en determinadas
circunstancias, sólo la fórmula breve descrita en el núm. 1367.
CAPÍTULO XLIV
1370. Este rito pueden utilizarlo el sacerdote y el diácono, los cuales, respetando su
estructura y elementos principales, adaptarán la celebración a las circunstancias del
momento y de las personas.
1371. Si se trata de bendecir un solo rosario o unos pocos rosarios, el ministro puede
emplear el Rito breve descrito al final de este capítulo, núms. 1388-1392, o, en
determinadas circunstancias, sólo la fórmula breve indicada en el núm. 1393.
CAPÍTULO XLV
1394. La bendición e imposición del escapulario debe hacerse, siempre que sea
posible, dentro de una celebración comunitaria. Cuando se trata de una imposición del
escapulario por la que los fieles son admitidos a la cofradía de algún Instituto religioso,
tal admisión debe hacerla un miembro o un ministro debidamente delegado por la
autoridad competente del mismo Instituto.
1396. Para el ingreso en una cofradía en la cual uno se hace partícipe espiritualmente
de algún Instituto religioso, hay que tener en cuenta las normas peculiares
determinadas por cada Instituto y observarlas íntegramente.
CAPÍTULO XLVI
BENDICIÓN DE UN HÁBITO
1412. Este rito se usa para bendecir el vestido o hábito que se lleva en honor de
Jesucristo (v. gr.: el Señor de los Milagros), de la Santísima Virgen (v. gr.: Nuestra
Señora del Carmen) o de un santo (v. gr.: san Francisco, san Antonio, etc.).
QUINTA PARTE
CAPÍTULO XLVII
1418. Los cristianos, cuyo principal empeño consiste en prolongar a lo largo de la vida
cotidiana la gracia de la celebración eucarística, tratan de vivir siempre en actitud de
acción de gracias. Dios, en efecto, con sus dones nos invita constantemente al
agradecimiento; pero esto vale sobre todo en aquellas situaciones en que Dios concede
algún beneficio especial a sus fieles, los cuales, por lo mismo, se sienten movidos a
reunirse para alabar y bendecir al Señor en justa correspondencia, por los dones
recibidos.
CAPÍTULO XLVIII
1437. Se ofrece aquí un rito de celebración destinado a santificar con una bendición
especial todas aquellas circunstancias de la vida que en los ritos precedentes no se
indican de manera expresa (por ejemplo, una reunión de los miembros de alguna
familia o grupo para celebrar un acontecimiento determinado, o un conjunto de cosas
destinadas a los pobres, etc.). Este rito, al proponer varios textos de libre elección,
puede acomodarse fácilmente a las diversas circunstancias.
1439. El rito que aquí se describe pueden utilizarlo el sacerdote, el diácono, o un laico,
con los ritos y preces previstos para el bandera
BENDICIONES
Mesa
Nuevos frutos
Cementerio
Viajeros
Términos o Campos
Vía Crucis
Peregrinos
Animales
Árbol de Navidad
Caridad
Bandera
Belén
Ministros
Técnica y Trabajo
Corona Adviento
Catequistas
Desplazamientos
Agua
Misioneros
Gimnasios
Ornamentos
Enfermos
Comunicación
Vasos sagrados
Ancianos
Laboratorio
Órgano
Mujer
Hospital
Campana
Prometidos
Biblioteca
Imágenes
Hijos
Escuela o Universidad
Cruz
Hábito
Niños
Casa religiosa
Puerta Iglesia
Escapulario
Esposos
Seminario
Cátedra o Sede
Rosarios
Familia (anual)
Casa nueva
Sagrario-Ambón
Objetos piedad
Ocasionales
Familia
Estructuras
Baptisterio
Comestibles
Acción de gracias
PERSONAS
CONSTRUCCIONES
COSAS RELIGIOSAS
OBJETOS DE DEVOCIÓN
CIRCUNSTANCIAS
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO I
40-41.
V. Hijos
A. Rito
B. Con Misa
C. Con comunión
D. Rito breve
42-43.
A. RITO DE LA BENDICIÓN
Con Misa
44. El rito que aquí se propone pueden utilizarlo tanto el sacerdote como el diácono, y
también el laico, pero con los ritos y preces previstos para el laico.
45. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de los
miembros de la familia, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito,
respetando siempre los principales.
RITOS INICIALES
Tú que llenaste con la fuerza del Espíritu Santo la casa donde estaban
reunidos los discípulos,
— envía el mismo Espíritu a esta família, para que goce de su paz y de
su alegría. R.
83. O bien:
Fuera del tiempo pascual
Queridos hermanos, al implorar la bendición del Señor sobre vuestra
familia, tengamos presente que la unión familiar sólo puede mantenerse
y crecer cuando tiene por autor al mismo Señor. Invoquémoslo, pues,
diciendo:
R. Santifícanos, Señor.
Padre santo, que eres llamado fiel, y que pides y premias la observancia
de tu alianza,
—llena de tus bendiciones a estos servidores tuyos, que recuerdan el
aniversario (vigésimo quinto, quincuagésimo, sexagésimo) de su
matrimonio. R.
El Espíritu Santo
alimente vuestras vidas con su amor.
R. Amén.
Finalmente bendice a todos los presentes, añadiendo:
Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes,
os bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.
R. Amén.
B. RITO DE LA BENDICIÓN DENTRO DE LA MISA EN OTRAS
CIRCUNSTANCIAS
108. En la liturgia de la palabra, de conformidad con las rúbricas, pu(
den tomarse las lecturas del Leccionario por los esposos o de la Misa e
acción de gracias .
109. Después de la lectura del Evangelio, el celebrante, basándose en el
texto sagrado, debe exponer en la homilía el misterio y la gracia de la
vida matrimonial cristiana, teniendo en cuenta las diversas
circunstancias de las personas.
110. Luego, según la oportunidad, el celebrante invita a los esposos a
que oren en silencio y renueven ante Dios el propósito de vivir
santamente en el matrimonio.
111. Sigue la oración de los fieles, en la forma acostumbrada en la
celebración de la Misa, o la plegaria común en la forma aquí propuesta:
Invoquemos la misericordia de Dios, Padre todopoderoso, que en su
providente designio quiso que la historia de la salvación
—quedara significada en el amor, la fidelidad conyugal (y la fecundidad),
y digámosle:
El Espíritu Santo
alimente vuestras vidas con su amor.
R. Amén.
Finalmente bendice a todos los presentes, añadiendo:
Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes,
bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.
R. Amén.
C. RITO DE LA BENDICIÓN FUERA DE LA MISA
116-117.
RITOS INICIALES
118. Reunida la comunidad, puede cantarse el salmo 33 (34) u otro
canto adecuado. Terminado el canto, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén.
119. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los presentes,
diciendo:
La gracia y la paz de Dios Padre,
que dignificó el matrimonio
haciéndolo sacramento de Cristo y la Iglesia,
estén con vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada
Escritura.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
Te rogamos, óyenos.
Te rogamos, óyenos.
Te rogarnos, óyenos.
Te rogamos, óyenos.
Te rogamos, óyenos.
Te rogamos, óyenos.
Te rogamos, óyenos.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
152. El ministro, si es sacerdote o diácono, imponiendo, según las
circunstancias, las manos sobre los niños, dice la oración de bendición:
Señor, Dios nuestro, que de la boca de los niños
has sacado la alabanza de tu Nombre,
mira con bondad a estos niños (a este niño/a esta niña)
que la fe de la Iglesia encomienda a tu providencia
y, así como tu Hijo, nacido de la Virgen,
al recibir con agrado a los niños,
los abrazaba y los bendecía,
y nos los puso como ejemplo,
así también, Padre, derrama sobre ellos (él/ella) tu bendición,
para que, cuando lleguen a mayores (llegue a mayor),
por su buena conducta entre los hombres,
y con la fuerza del Espíritu Santo,
sean testigos (sea testigo) de Cristo ante el mundo
y enseñen y defiendan (enseñe y defienda)
la fe que profesan (profesa).
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
153. Si el ministro es laico, con las manos juntas, dice:
Señor Jesucristo, tanto amaste a los niños
que dijiste que quienes los reciben te reciben a ti mismo;
escucha nuestras súplicas en favor de estos niños
(este niño/esta niña)
y, ya que los (lo/la) enriqueciste con la gracia del bautismo,
guárdalos (guárdalo/guárdala) con tu continua protección,
para que, cuando lleguen a mayores (llegue a mayor),
profesen (profese) libremente su fe,
sean fervorosos (sea fervoroso/sea fervorosa) en la caridad
y perseveren (persevere) con firmeza
en la esperanza de tu reino.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
154. Después de la oración de bendición, el ministro puede rociar a los
niños con agua bendita, diciendo, según las circunstancias:
Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en Cristo,
que nos redimió con su muerte y resurrección.
CONCLUSIÓN DEL RITO
155. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo:
Jesús, el Señor, que amó a los niños,
os bendiga y os guarde en su amor.
Todos responden:
Amén.
156. Si el ministro es laico, concluye el rito, santiguándose y diciendo:
Jesús, el Señor, que amó a los niños,
nos bendiga y nos guarde en su amor.
Todos responden:
Amén.
157. Es aconsejable terminar la celebración con un canto adecuado.
B. RITO DE LA BENDICIÓN DE UN NIÑO AUN NO BAUTIZADO
158. Con ocasión de algún grupo que se reúne para preparar la próxima
celebración del bautismo, puede resultar oportuno invocar una peculiar
bendición sobre el niño aún no bautizado, igual que sobre un
catecúmeno. De, este modo, en la práctica pastoral puede proyectarse
con más claridad él significado de la cruz que el ministro y los padres
trazan sobre el niño: con este gesto se expresa que el niño es protegido
con la señal de la salvación, queda consagrado a Dios y se dispone a
recibir el bautismo.
159. El rito que aquí se propone pueden utilizarlo también el diácono y el
laico, principalmente el catequista, con los ritos y preces previstos para
él.
RITOS INICIALES
160. Reunida la familia, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén.
161. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda al niño y a os
presentes, diciendo:
La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre,
de Jesucristo, su Hijo,
que mostró su amor por los niños,
estén con vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada
Escritura.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
O bien:
Bendito seas por siempre, Señor.
O de otro modo adecuado.
162. Si el ministro es laico, saluda al niño y a los presentes, diciendo:
Hermanos, alabemos y demos gracias al Señor, que abrazaba a los niños
y los bendecía.
Todos responden:
Bendito seas por siempre, Señor.
O bien:
Amén.
163. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas
palabras u otras semejantes:
El Hijo de Dios, nuestro Señor, cuando vino al mundo, asumió la
condición de niño, e iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia
ante Dios y los hombres. Más tarde, recibió benignamente a los niños y
los bendijo, resaltó su dignidad, más aún, los puso como ejemplo para
los que buscan de verdad el reino de Dios.
Pero los niños necesitan la ayuda de los adultos para el desarrollo de sus
cualidades naturales, de sus facultades morales e intelectuales, e incluso
físicas, para que alcancen así la madurez humana y cristiana.
Invoquemos, pues, sobre ellos la bendición divina, para que nosotros
atendamos con diligencia a su formación y ellos acepten de buen grado
la debida instrucción.
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
164. Luego uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un texto de la
sagrada Escritura, seleccionado de preferencia entre los que se indican
en los Rituales del Bautismo de niños y de la Iniciación cristiana de los
adultos y en el Leccionario del Misal romano . Se elegirá la lectura que
parezca más apta para que los padres se preparen adecuadamente para
el bautismo de su hijo.
Mc 10, 13-16: Jesús bendecía a los niños
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Marcos.
Le acercaban niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos les
regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
—«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que
son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el
reino de Dios como un niño no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor.
165. El que preside, según las circunstancias, exhorta brevemente a los
presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el
significado de la celebración.
166. Después de la lectura o de la alocución, según las circunstancias, se
canta un salmo, un himno u otro canto.
Salmo responsorial Sal 150, 1-2. 3-4. 5 (R.: 5c)
Jesús, Señor, que quieres que los nuevos hijos de la Iglesia sean
engendrados, no de la carne ni de la sangre, sino de Dios,
— haz que este tiempo de preparación para el bautismo sirva para una
más plena celebración de este sacramento. R.
Todos responden:
Amén.
C. RITO BREVE
172. El ministro dice:
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Todos responden:
Que hizo el cielo y la tierra.
173. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un texto de la
sagrada Escritura, por ejemplo:
Mc 10, 14: Dejad que los niños se acerquen a mí: no se le impidáis; de
los que son como ellos es el reino de Dios.
Mt 18, 3: Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis
en el reino de los cielos.
Mt 18, 5: El que recibe a un niño como éste en mi Nombre me recibe a
mí.
1Co 14, 20: Hermanos, no tengáis actitud de niños; sed niños para lo
malo, pero vuestra actitud sea de hombres hechos.
174. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, imponiendo las manos
sobre el niño, de lo contrario con las manos juntas, dice la adecuada
oración de bendición:
a) Para un niño ya bautizado
Señor Jesucristo,
tanto amaste a los niños
que dijiste que quienes los reciben te reciben a ti mismo;
escucha nuestras súplicas
en favor de este niño (esta niña)
y, ya que lo (la) enriqueciste con la gracia del bautismo,
guárdalo (guárdala) con tu continua protección,
para que, cuando llegue a mayor,
profese libremente su fe,
sea fervoroso (fervorosa) en la caridad
y persevere con firmeza en la esperanza de tu reino.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
b) Para un niño aún no bautizado
Dios, Padre todopoderoso,
fuente de bendición y defensor de los niños,
que enriqueces y alegras a los esposos
con el don de los hijos,
mira con bondad a este niño (esta niña)
y, ya que ha de nacer de nuevo
por el agua y el Espíritu Santo,
dígnate agregarlo (agregarla) a los miembros de tu grey,
para que, una vez recibido el don del bautismo,
sea partícipe de tu reino
y aprenda a bendecirte con nosotros en la Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
FÓRMULA BREVE
175. Según las circunstancias, el sacerdote o el diácono pueden emplear
la siguiente fórmula breve de bendición:
Jesús, el Señor,
que amó a los niños,
te bendiga, + N.,
y te guarde en su amor.
R. Amén.
V. BENDICIÓN DE LOS HIJOS
176-180.
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
181. Reunida la familia, el que preside dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén.
182. Luego, si el que preside es sacerdote o diácono, saluda a los
presentes, diciendo:
La gracia de Dios Padre,
que nos ha hecho sus hijos adoptivos,
esté con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada
Escritura.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
183. Si el que preside es laico, saluda a los presentes, diciendo:
Hermanos, alabemos a Dios Padre,
que nos ha hecho sus hijos adoptivos.
Todos responden:
A él la gloria por los siglos de los siglos.
O bien:
Amén.
En aquel tiempo, le acercaron unos niños a Jesús para que les impusiera
las manos y rezara por ellos, pero los discípulos les regañaban. Jesús
dijo:
—«Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son
como ellos es el reino de los cielos.»
Les impuso las manos y se marchó de allí.
Palabra del Señor.
186. O bien:
Tb 4, 5-7. 19: Hijo, recuerda estas normas
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro de Tobías.
Padre lleno de amor, que tanto amaste a los hombres que entregaste a
tu Hijo único,
— protégenos y defiéndenos a nosotros, tus hijos, nacidos de nuevo por
el bautismo. R.
Confirme tu fe,
robustezca tu esperanza,
aumente cada vez más tu caridad.
R. Amén.
Conserve a tu hijo,
le dé la salud del cuerpo
y la sabiduría del entendimiento.
R. Amén.
Finalmente bendice a todos los presentes, diciendo:
Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes,
os bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.
R. Amén
Tú que, por medio de tu Hijo, prometiste alivie y paz a todos los que
están cansados y agobiados,
— haz que estos servidores tuyos carguen con Paciencia su cruz cada
día. R.
Tú que, por medio de tu Hijo, prometiste alivio y paz a todos los que
están cansados y agobiados,
— haz que estos servidores tuyos carguen con paciencia su cruz cada
día. R.
CAPÍTULO II
I. RITO DE LA BENDICIÓN
A. PARA LOS ADULTOS
RITOS INICIALES
297. Reunida la comunidad, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén.
298. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los enfermos
y a los presentes, diciendo:
La paz del Señor a esta casa y a todos los aquí presentes.
O bien:
La paz del Señor sea siempre con vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada
Escritura.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
299. Si el ministro es laico, saluda a los enfermos y a los presentes,
diciendo:
Hermanos, bendigamos al Señor,
que pasó haciendo el bien y curando a todos.
Todos responden:
Bendito seas por siempre, Señor.
O bien:
Amén.
300. El ministro dispone a los enfermos y a los presentes a recibir la
bendición con estas palabras u otras semejantes:
Jesús, el Señor, que pasó haciendo el bien y curando todas las dolencias
y enfermedades, encomendó a sus discípulos que cuidaran de los
enfermos, que les impusieran las manos y que los bendijeran en su
Nombre. En esta celebración, encomendaremos a Dios a nuestros
hermanos enfermos, para que los ayude a soportar con paciencia los
sufrimientos del cuerpo y del espíritu, sabiendo que si son compañeros
de Cristo en el sufrir, también lo serán en el buen ánimo.
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
301. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro, lee un
texto de la sagrada Escritura, seleccionado de preferencia entre los que
se indican en el Ritual de la unción y de la pastoral de los enfermos y en
el Leccionario de las Misas por los enfermos . Se elegirán aquellos textos
que parezcan más directamente relacionados con las condiciones tanto
espirituales como corporales de aquellos enfermos.
2Co 1, 3-7: Dios del consuelo
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Corintios.
Tú que, llamando a los niños, dijiste que de los que son como ellos es el
reino de los cielos, escucha con piedad nuestra oración por estos niños.
R.
Tú que dijiste que los misterios del reino se revelan, no a los sabios y
entendidos, sino a los sencillos, manifiesta a estos niños los signos de tu
amor. R.
CAPÍTULO III
325-327
I. En la celebración de la Palabra
I. En la celebración de la Misa
N. N., presbítero,
a la Iglesia que está en N.
N. N., diácono,
a la Iglesia que está en N.
N. N., laico,
para el servicio de la Iglesia que está en N.
337. Cuando el diácono los llama, los misioneros responden con alguna
expresión adecuada (por ejemplo: Presente) o con algún signo (por
ejemplo, poniéndose de pie).
338. Leído el Evangelio, el celebrante hace la homilía, en la cual explica
las lecturas bíblicas y el significado de la celebración.
339. Terminada la homilía, los misioneros se levantan, se acercan al
celebrante y se colocan de modo que todos puedan ver el rito.
PRECES
340. Sigue la plegaria común, en la que todos piden por los misioneros
que han de partir y por las Iglesias a las que son enviados. Entre las
invocaciones que aquí se proponen, el celebrante puede seleccionar las
que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente
relacionadas con las circunstancias del momento o de los misioneros.
Invoquemos a Dios, Padre misericordioso, que ungió a su Hijo con el
Espíritu Santo para que evangelizara a los pobres, vendara los corazones
desgarrados y consolara a los afligidos. Digamos confiados:
N. N., presbítero,
a la Iglesia que está en N.
N. N., diácono,
a la Iglesia que está en N.
N. N., laico,
para el servicio de la Iglesia que está en N.
351. Si entre los misioneros que han de partir figuran religiosos o
religiosas., entonces, en lugar del diácono, el superior o la superiora del
Instituto notifica a los fieles sus nombres y cargos, así como el lugar al
que son enviados, diciendo, por ejemplo:
De nuestro Instituto de N.,
impulsados por la caridad y la obediencia,
parten para anunciar el Evangelio:
Salmo 95 (96)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su Nombre,
proclamad día tras día su victoria. R.
CAPÍTULO IV
I. Bendición de catequistas
A. En la celebración de la Palabra
B. En la celebración de la Misa
Si tus labios profesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios
lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón
llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación.
Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no
hay distinción entre judío y griego, ya que uno mismo es el Señor de
todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca
el Nombre del Señor se salvará». Ahora bien ¿cómo van a invocarlo, si
no creen en él?, ¿Cómo van a creer: si no oyen hablar de él?; y ¿cómo
van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar, si no los
envían? Lo dice la Escritura: « ¡Qué hermosos los pies de los que
anuncian el Evangelio!»
Palabra de Dios.
371. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo
responsorial u otro canto adecuado.
Salmo responsorial Sal 95 (96), 1-2a. 2b-3. 7-8a. 10 (R.: 3)
Haz que todo el mundo conozca que tú, Padre, eres el único Dios
verdadero
— y que Jesucristo, tu Hijo, es tu enviado. R.
Haz que todo el mundo conozca que tú, Padre, eres el único Dios
verdadero
— y que Jesucristo, tu Hijo, es tu enviado. R.
Cristo, Hijo de Dios, que viniste al mundo para proclamar el amor del
Padre a los hombres,
— auméntanos la fe, para que recibamos tus palabras como un signo de
su bondad paternal. R.
Cristo, que con tu palabra eres lámpara para nuestros pasos y luz en
nuestro sendero,
— haz que, oyéndote, corramos con el corazón ensanchado por el
camino de tus mandatos. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
389. El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si
es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Te damos gracias, Señor, y te bendecimos,
porque en distintas ocasiones y de muchas maneras
hablaste antiguamente a nuestros padres por los profetas,
pero ahora, en esta etapa final, nos has hablado por tu Hijo,
para mostrar a todos en él
la inmensa riqueza de tu gracia;
imploramos tu benignidad,
para que quienes nos hemos reunido
para estudiar las Escrituras,
consigamos un conocimiento perfecto de tu voluntad
y, agradándote en todo,
fructifiquemos en toda clase de obras buenas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
CONCLUSIÓN DEL RITO
390. El ministro concluye el rito, diciendo:
Dios, Padre misericordioso,
que envió su palabra al mundo
y, por medio del Espíritu Santo,
nos guía hasta la verdad plena,
nos haga heraldos del Evangelio
y testigos de, su amor en el mundo.
R. Amén.
391. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.
CAPÍTULO V
I. Bendición de Lectores
Rito
I. BENDICIÓN DE LECTORES
392-394
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
395. Reunida la comunidad, se entona, según las circunstancias,'un
canto adecuado, terminado el cual, el celebrante dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del. Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén
396. Luego el celebrante saluda a los presentes, empleando alguna de
las fórmulas que propone el Misal romano.
397. El celebrante dispone a los que han sido presentados a recibir la
bendición, con estas palabras u otras semejantes:
Queridos hermanos y hermanas (jóvenes), que vais a desempeñar en la
comunidad cristiana el servicio de leer la palabra divina en las
celebraciones litúrgicas: Vuestra misión, que os hace como el último
eslabón entre el Dios que se ha revelado en las sagradas Escrituras y el
hombre a quien éstas están destinadas, contribuirá a que los fieles
crezcan en la fe, alimentados por la palabra de Dios.
Cuando proclaméis la palabra, sed vosotros mismos dóciles oyentes de
ella, conservándola en vuestros corazones y llevándola a la práctica
guiados por el Espíritu Santo.
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
398. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un
texto de la sagrada Escritura.
Hch 8, 26-40: Tomando pie de este pasaje, le anunció el Evangelio de
Jesús
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro de los Hechos de los
apóstoles.
CAPÍTULO VII
I. Al emprender el camino
II. Antes o después de la peregrinación
Padre santo, que antiguamente fuiste guía y camino para el pueblo que
peregrinaba en el desierto,
— protégenos ahora que vamos a emprender este camino y haz que,
superando todo peligro, regresemos felizmente a nuestro hogar. R.
Tú que nos diste a tu Hijo único como el camino para llegar a ti,
— haz que lo sigamos con fidelidad y perseverancia. R.
Tú que nos diste a María siempre Virgen como modelo y ejemplo del
seguimiento de Cristo,
—haz que, teniéndola ante nuestra mirada, andemos siempre en una
vida nueva. R.
Tú que nos enseñas que en los caminos de la vida hay que discernir los
signos de tu presencia,
— haz que también nosotros tengamos a tu Hijo por compañero de
camino y de mesa en la fracción del pan. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
486. El celebrante, con las manos extendidas, añade:
Bendito. seas, Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que de entre todas las naciones
te elegiste un pueblo consagrado a ti,
dedicado a las buenas obras;
tú que has tocado con tu gracia
el corazón de estos hermanos
para que se unan a ti con más fe
y te sirvan con mayor generosidad,
dígnate colmarlos de tus bendiciones,
para que, al regresar a su casa con alegría,
proclamen de palabra tus maravillas
y las manifiesten ante todos con sus obras.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
CONCLUSIÓN DEL RITO
487. El celebrante concluye el rito, diciendo:
El Señor de cielo y tierra,
que ha estado con vosotros en esta peregrinación,
os guarde siempre.
R. Amén.
CAPÍTULO VIII
Padre santo, cuyo Hijo único se nos ofreció como el camino para llegar a
ti,
— haz que lo sigamos con fidelidad y perseverancia. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
504. El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas,
de lo contrario, con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Si él no ha de partir con los demás:
Dios omnipotente y misericordioso,
que a los hijos de Israel los hiciste atravesar
a pie enjuto el mar Rojo,
y a los Magos, que iban a adorar a tu Hijo,
les mostraste el camino por medio de una estrella,
protege a nuestros hermanos y concédeles un buen viaje,
para que, con tu ayuda y compañía,
lleguen felizmente al término de su viaje
y puedan finalmente arribar
al puerto de la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
505. O bien, cuando él también parte con los demás:
Dios todopoderoso y eterno,
que hiciste salir a Abrahán de su tierra
y de la casa de su padre
y lo guardaste sano y salvo
en los caminos de su peregrinación,
protégenos también a nosotros, tus servidores;
sé para todos, Señor, apoyo en la preparación del viaje,
compañía y solaz durante el camino,
y ayuda en las dificultades,
para que, guiados por ti,
lleguemos al término de nuestro viaje
y regresemos felizmente a nuestro hogar.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
CONCLUSIÓN DEL RITO
506. El que preside, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo:
El Señor os (nos) acompañe siempre
y, con su beneplácito,
dirija amorosamente vuestro (nuestro) camino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
SEGUNDA PARTE
BENDICIONES QUE ATAÑEN A LAS CONSTRUCCIONES Y A LAS
DIVERSAS ACTIVIDADES DE LOS CRISTIANOS
512-514.
Casa nueva
Seminario nuevo
Nueva casa religiosa
CAPÍTULO IX
515-517.
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
521. Según las costumbres del lugar, después del saludo, unos
representantes de los responsables de la construcción pueden hacer de
algún modo la presentación de la obra.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Corintios.
Palabra de Dios.
526. O bien:
PRECES
Tú que por tu Hijo, nuestro Señor, has querido edificar tu santa Iglesia
sobre piedra firme. R.
Tú que, como piedras vivas, nos labras y pulimentas golpe a golpe, para
formar parte de la Jerusalén celestial. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
530. O bien:
R. Amén.
532. Luego el celebrante, con las manos extendidas sobre los presentes,
concluye el rito, diciendo:
CAPÍTULO X
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Todos responden:
Amén.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Lucas.
Dijo el Señor a sus discípulos:
545. O bien:
PRECES
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
Todos responden:
Amén.
CAPÍTULO XI
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Y con tu espíritu.
O bien:
R. Amén.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Corintios.
567. O bien:
Sal 99 (100), 2. 3. 4. 5
R. (Jn 15, 14) Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Mateo.
O bien:
O bien:
Tú que, como sumo sacerdote escogido entre los hombres, hiciste del
pueblo redimido por ti un reino de sacerdotes de Dios, tu Padre,
— haz que con nuestra palabra y nuestra vida, demos testimonio de lo
que hemos creído al meditar tu ley. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
575. O bien:
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
CAPÍTULO XII
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
O bien:
Oremos.
R. Amén.
588. Luego los lectores o los diáconos leen uno o varios textos de la
sagrada Escritura, de los que se indican en el Leccionario de la Misa por
los religiosos o en la consagración de vírgenes y en la profesión religiosa
, intercalando los convenientes salmos responsoriales o bien espacios de
silencio. La lectura del Evangelio ha de ser el acto más relevante.
Palabra de Dios.
590. O bien:
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Juan.
592. O bien:
Tú que te hiciste hombre de la Virgen María por obra del Espíritu Santo y
quisiste habitar entre nosotros;
— agradecidos, te recibimos en nuestra casa. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
596. O bien:
Señor Jesucristo,
tú aseguraste que quienes profesan los consejos evangélicos
tienen preparada una morada en el cielo;
guarda y rodea con el muro de tu protección
esta casa religiosa que ahora bendecimos,
para que cuantos han de vivir en ella
se mantengan unidos por la caridad fraterna,
en actitud de servicio generoso a ti y a los hermanos;
sean, con su vida, testigos del Evangelio
y fomenten la piedad cristiana.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
599 O bien:
R. Amén.
Cristo, el Señor,
habite por la fe en vuestros corazones
y os transmita el reino en la casa de su Padre.
R. Amén.
El Espíritu Santo
viva con vosotros y esté con vosotros,
para que el gozo que ahora experimentáis
llegue a su feliz cumplimiento.
R. Amén.
Finalmente bendice a todos los presentes, diciendo:
R. Amén.
CAPÍTULO XIII
I. RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Mateo.
Salmo responsorial Sal 118 (119), 97-98. 99-100. 124-125 (R.: cf. 105)
612. O bien:
PRECES
Señor, Dios, nuestro, que nos amas tanto que has querido que nos
llamemos y seamos hijos tuyos,
— haz que también las ciencias humanas nos ayuden a ver con más
claridad y vivir con plenitud nuestra vocación cristiana. R.
Tú que en Cristo, tu Hijo, nos diste el modelo del hombre nuevo, que va
creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia,
— haz que, a medida que aumentan nuestros conocimientos humanos,
crezca también nuestro aprovechamiento espiritual. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
616. O bien:
R. Amén.
R. Amén.
Luego el celebrante, con las manos extendidas sobre los presentes, los
bendice, diciendo:
El Dios de sabiduría
os sostenga con su bendición.
R. Amén.
R. Amén.
625. O bien:
Oh Dios, que nos concedes hoy
inaugurar bajo tu protección
este local destinado a la enseñanza,
concédenos, por tu favor,
que todos los que acudan a él
para enseñar o aprender
busquen siempre la verdad
y te reconozcan a ti como su única fuente.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Luego el celebrante, con las manos extendidas sobre los presentes, los
bendice, diciendo:
El Dios de sabiduría
os sostenga con su bendición.
R. Amén.
CAPÍTULO XIV
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Col 3, 16-17: Todo lo que realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando
gracias a Dios Padre por medio de él
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Colosenses.
Palabra de Dios.
639. O bien:
PRECES
Dios, nuestro Señor, nos hace ver en la misma naturaleza sus palabras,
hechos y prodigios y nos los da a conocer en los, libros sagrados, leídos
con fe; invoquémoslo, diciendo unidos de corazón:
Haz que todos los que acudan a este lugar vayan progresando en el
conocimiento de las cosas divinas y humanas y en tu amor.
R. Señor, ten piedad.
R. Amén.
644. Después de la oración de bendición, el celebrante rocía con agua
bendita a los presentes y el local.
R. Amén.
CAPÍTULO XV
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Jesús, el Señor,
que recomendó a sus discípulos
que atendieran a los enfermos
y les proporcionaran alivio,
esté con todos vosotros.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Mateo.
Recorría Jesús toda Galilea, ensefiando en las sinagogas y proclamando
el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.
Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos
aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados,
lunáticos y paralíticos. Y él los curaba. Y le seguían multitudes venidas
de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.
655. Pueden también leerse: Si 38, 1-14; 2Co 1, 3-7; Mt 25, 31-46; Lc
10, 30-37.
Salmo responsorial Is 38, 10. 11. 12abcd. 16b-17 (R.: cf. 17a)
657. O bien:
PRECES
659. Sigue la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se
proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más
adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las
circunstancias del momento o de las personas.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
661. O bien:
R. Amén.
R. Amén.
CAPÍTULO XVI
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
673. O bien:
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Marcos.
En aquel tiempo, se marchó Jesús de allí y fue a su pueblo en compañía
de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la
sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
—«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han
enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el
hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus
hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»
Y esto les resultaba escandaloso.
676. O bien:
PRECES
Bendito seas, Señor, que nos has dado la ley del trabajo, para que, con
nuestra inteligencia y nuestros brazos, nos dediquemos con empeño a
perfeccionar las cosas creadas. R.
Bendito seas, Señor, que quisiste que tu Hijo, hecho hombre por
nosotros, trabajara como humilde artesano. R.
Bendito seas, Señor, que has hecho que en Cristo nos fuera llevadero el
yugo y ligera la carga de nuestro trabajo. R.
Bendito seas, Señor, que te dignas aceptar nuestro trabajo como una
ofrenda y como una penitencia saludable, motivo de alegría para los
hermanos y ocasión de prestar ayuda a los pobres. R.
Oremos.
ORACIÓN DE BENDICIÓN.
a) Bendición de un laboratorio
R. Amén.
b) Bendición de un taller
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
Luego dice:
Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes,
os bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.
R. Amén.
CAPÍTULO XVII
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Marcos.
694. O bien:
PRECES
Bendito seas, Señor, qué a través de las realidades visibles nos animas a
escrutar las invisibles. R.
Bendito seas, Señor, que has querido reunir en Cristo a tus hijos
dispersos a causa del pecado, para que formen todos una sola familia. R.
Bendito seas, Señor, que quieres que el Evangelio del reino sea
anunciado a todos los hombres, para que te reconozcan a ti como único
Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. R.
Oremos.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
Humildemente te bendecimos,
Señor, Dios todopoderoso,
que nos iluminas y nos animas
a descubrir los misterios de la naturaleza, creada por ti,
y a esforzarnos, en perfeccionar tu obra;
mira con bondad a tus servidores, Señor,
que usarán estos instrumentos de la técnica,
fruto de un largo y cuidadoso esfuerzo;
haz que comuniquen la verdad,
defiendan la justicia,
fomenten la caridad,
extiendan la alegría
y hagan crecer entre todos la paz
que nos trajo del cielo Cristo, el Señor,
que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
R. Amén.
R. Amén.
Luego dice:
R. Amén.
CAPÍTULO XVIII
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Dios nos ha dado las fuerzas para que le sirvamos con alegría,
ayudemos a los hermanos y nuestro cuerpo, sujeto a la ley de Dios, esté
dispuesto para toda obra buena. Por tanto, Dios aprueba que
dediquemos un tiempo al descanso del espíritu y al ejercicio corporal,
que nos ayudan a mantener el equilibrio interior y a comportarnos
fraternal y amistosamente con los demás.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Corintios.
Ya sabéis que en el estadio todos los corredores cubren la carrera,
aunque uno sólo se lleva el premio. Corred así: para ganar. Pero un
atleta se impone toda clase de privaciones. Ellos para ganar una corona
que se marchita; nosotros, en cambio, una que no se marchita. Por eso
corro yo, pero no al azar; boxeo, pero no contra el aire; mis, golpes van
a mi cuerpo y lo tengo a mi servicio, no sea que, después de predicar a
los otros, me descalifiquen a mí.
Palabra de Dios.
710. Pueden también leerse: 1Co 3, 16-17; 1Co 6, 19-20; Flp 3, 12-15.
712. O bien:
PRECES
Oremos.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
Luego dice:
R. Amén.
CAPÍTULO XIX
I. RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Bendigamos concordes
a Jesucristo, el Señor,
que es el camino, y la verdad, y la vida.
Todos responden:
Amén.
Cristo, el Hijo de Dios, vino al mundo para reunir a los dispersos. Por
consiguiente, todo aquello que contribuye a que los hombres se unan
entre sí es conforme a los designios de Dios, ya que la construcción de
nuevas vías de comunicación y el progreso técnico en los transportes
acortan las distancias existentes y suprimen la separación que existe
entre los pueblos a causa de las montañas o los mares.
Pidamos al Señor que bendiga a los que han trabajado en la
construcción de esta obra (este medio de transporte) y proteja con su
ayuda a los usuarios
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Juan.
731. O bien:
732. Pueden también leerse: Is 40, 1a. 3-5; Hch 8, 27-39; Mc 4, 35-41;
Lc 3, 3-6; Jn 1, 47-51; Jn 14, 1-7.
734. O bien:
PRECES
Oremos.
Y, según las circunstancias, todos oran durante algún tiempo en silencio.
Luego dice la oración de bendición.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
O bien:
R. Amén.
c) Bendición de un avión
R. Amén.
O bien:
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
Luego dice:
Todos responden:
Oremos.
Dios todopoderoso, creador del cielo y la tierra,
que, en tu gran sabiduría,
encomendaste al hombre hacer cosas grandes y bellas,
te pedimos por los que usen este vehículo:
que recorran su camino con precaución y seguridad,
eviten toda imprudencia peligrosa para los otros,
y, tanto si viajan por placer o por necesidad,
experimenten siempre la compañía de Cristo,
que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
R. Amén.
R. Amén.
CAPÍTULO XX
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Todos responden:
Amén.
755. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas
palabras u otras semejantes:
Palabra de Dios.
757. O bien:
Jn 4, 5-14: El que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Juan.
Llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que
dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús,
cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era
alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y
Jesús le dice:
—«Dame de beber.»
Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana
le dice:
—«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy
samaritana?»
Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó:
—«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le
pedirías tú y él te daría agua viva.»
La mujer le dice:
—«Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el
agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este
pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
Jesús le contestó:
—«El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del
agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se
convertirá dentro de él en una fuente de agua que salta hasta la vida
eterna.»
760. O bien:
PRECES
Dios eterno, que creaste todas las cosas y las sometiste al dominio del
hombre,
— concédenos utilizar sabiamente las fuerzas de la naturaleza para
gloria tuya y utilidad de los hombres. R.
Oremos.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
R. Amén.
c) Bendición de un acueducto
R. Amén.
765. Después de la oración de bendición, se pone en funcionamiento por
primera vez el instrumento técnico. Puede interpretarse, según las
circunstancias, un canto adecuado.
Luego dice:
CAPÍTULO XXI
I. RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Todos responden:
Amén.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses.
Acerca del amor fraterno no hace falta que os escriba, porque Dios
mismo os ha enseñado a amaros los unos a los otros. Os exhortamos a
seguir progresando: esforzaos por mantener la calma, ocupándoos de
vuestros propios asuntos y trabajando con vuestras propias manos,
como os lo tenemos mandado. Así vuestro proceder será correcto ante
los de fuera y no tendréis necesidad de nadie.
Palabra de Dios
781. O bien:
PRECES
Oremos.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
786. O bien:
R. Amén.
787. Según las Circunstancias, el ministro rocía con agua bendita a los
presentes y los instrumentos de trabajo.
Cristo, el Señor,
que, para realizar su obra salvadora,
asumió la ley del trabajo,
nos alivie con su consuelo
y nos conceda su paz.
R. Amén.
Todos responden:
Si 38, 31. 34: Todos los artesanos se fían de su destreza y son expertos
en su oficio. Mantienen la vieja creación, ocupados en su trabajo
artesano.
2Ts 3, 7-8: Imitad nuestro ejemplo: nadie nos dio de balde el pan que
comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no
ser carga para nadie.
R. Amén.
CAPÍTULO XXII
RITO DE LA BENDICIÓN
Todos responden:
Palabra de Dios.
798. O bien:
799. O bien:
Aquel día,
brotará un renuevo del tronco de Jesé,
y de su raíz florecerá un vástago.
Sobre él se posará el espíritu del Señor:
espíritu de prudencia y sabiduría,
espíritu de consejo y valentía,
espíritu de ciencia y temor del Señor.
Le inspirará el temor del Señor.
No juzgará por apariencias
ni sentenciará sólo de oídas;
juzgará a los pobres con justicia,
con rectitud a los desamparados.
Herirá al violento con la vara de su boca,
y al malvado con el aliento de sus labios.
La justicia será cinturón de sus lomos,
y la lealtad, cinturón de sus caderas.
Habitará el lobo con el cordero,
la pantera se tumbará con el cabrito,
el novillo y el león pacerán juntos:
un muchacho pequeño los pastorea.
La vaca pastará con el oso,
sus crías se tumbarán juntas;
el león comerá paja con el buey.
El niño jugará en la hura del áspid,
la criatura meterá la mano
en el escondrijo de la serpiente.
No harán daño ni estrago
por todo mi monte santo:
porque está lleno el país
de ciencia del Señor,
como las aguas colman el mar.
Aquel día, la raíz de Jesé
se erguirá como enseña de los pueblos:
la buscarán los gentiles,
y será gloriosa su morada.
Palabra de Dios.
800. Seguidamente el ministro, con las manos extendidas, dice una las
siguientes oraciones de bendición:
Oh Dios,
que con la sangre preciosa de tu Hijo,
consagraste el estandarte santo de la cruz
y quisiste que el árbol santo
fuera para los fieles
el signo de la salvación;
bendice + esta bandera
que hoy te presentan tus hijos,
y concede a cuantos confiesan a Jesucristo
como su Dios y su Señor, avanzar,
guiados por esta bandera,
por las sendas del Evangelio
y ser para sus hermanos
ejemplo de justicia,
de fraternidad y de amor.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén
Oh Dios,
que has hecho de todas las naciones
un solo pueblo consagrado a ti;
bendice + esta bandera
que hoy te presentan tus hijos
y haz que, bajo tu protección,
cuantos se sirvan de ella casa
R. Amén
801. Según las circunstancias, el ministro rocía con agua bendita a los
presentes y la bandera.
CAPÍTULO XXIII
I. RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Proclamemos la grandeza
del Señor, nuestro Dios,
que todo lo hizo con sabiduría.
Todos responden:
Amén.
Palabra de Dios.
811. O bien:
El Señor modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los
pájaros del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les
ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera. Así,
el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros
del cielo y a las bestias del campo.
Palabra de Dios.
814. O bien:
PRECES
Bendito seas, Señor, que creaste a los animales y los pusiste bajo
nuestro dominio, para que nos ayudaran en nuestro trabajo. R.
Bendito seas, Señor, que para rehacer nuestras fuerzas nos das como
alimento la carne de los animales. R.
Bendito seas, Señor, que, para entretenimiento de tus hijos, nos das la
compañía de los animales domésticos. R.
Bendito seas, Señor, que en las aves del cielo alimentadas por ti nos das
una señal de tu providencia paternal, según las palabras del mismo
Jesús. R.
Bendito seas, Señor, que nos has dado a tu Hijo como Cordero y has
querido que en él nos llamáramos y fuéramos de verdad hijos tuyos. R.
Bendito seas, Señor, que por medio de las más humildes criaturas nos
atraes también a tu amor. R.
Oremos.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
819. O bien:
R. Amén.
820. Según las circunstancias, el ministro rocía con agua bendita a los
presentes y a los animales.
CONCLUSIÓN DEL RITO
Todos responden
Cf. Sal 8, 7-9a: Señor, diste al hombre el mando sobre las obras de tus
manos, todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y
hasta las bestias del campo, las aves del cielo y los peces del mar.
R. Amén.
826. Según las circunstancias, el ministro rocía con agua bendita a los
presentes y a los animales.
CAPÍTULO XXIV
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Todos responden:
Amén.
Gn 1, 1. 11-12. 29-31: Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy
bueno
Palabra de Dios.
836. O bien:
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 103 (104), 1-2a. 14-15. 24. 27-28 (R.: 24c)
PRECES
R. Te rogamos, óyenos.
Tú que multiplicas el trigo, con el cual nos das el pan nuestro de cada
día y el alimento de la Eucaristía,
— concédenos cosechas abundantes con el rocío del cielo y la fertilidad
de la tierra. R.
Tú que alimentas a los pájaros del cielo y vistes a los lirios del campo,
— enséñanos a no estar agobiados pensando qué vamos a comer o con
qué nos vamos a vestir, sino a buscar sobre todo tu reino y tu justicia.
R.
Oremos.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
844. O bien:
R. Amén.
R. Amén.
CAPÍTULO XXV
RITO DE LA BENDICIÓN
V. ¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza! Jamás el bosque dio mejor
tributo en hoja, en flor y en fruto.
R. ¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la vida empieza con un peso tan
dulce en su corteza! (T. P. Aleluya.)
V. Tú, solo entre los árboles, crecido para tender a Cristo en tu regazo.
R. ¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la vida empieza con un peso tan
dulce en su corteza! (T. P. Aleluya.)
Oremos.
R. Amén.
Oremos.
Dios todopoderoso y eterno,
autor y conservador de todos los bienes,
ante quien se dobla toda rodilla
en el cielo, en la tierra y en el abismo;
confiados en tu misericordia,
te suplicamos humildemente
que apartes de nuestros términos todas las tormentas
y disperses las tempestades,
para que, libres de estas calamidades,
demos gracias a tu majestad
y tengamos el ánimo mejor dispuesto
para poder servirte.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
V. ¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la vida empieza con un peso tan
dulce en su corteza!
R. Tú, solo entre los árboles, crecido para tender a Cristo en tu regazo.
(T. P. Aleluya.)
V. Esta señal de la cruz brillará en el cielo, cuando venga el Señor para
juzgar.
R. Tú, solo entre los árboles, crecido para tender a Cristo en tu regazo.
(T. P. Aleluya.)
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de
Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado
José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre
las mujeres.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
—«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás
en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será
grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de
David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino
no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
—«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
—«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá
con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido
un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para
Dios nada hay imposible.»
María contestó:
—«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
Oremos.
Señor y Dios nuestro,
dígnate conceder y conservarnos
los frutos de la tierra,
para que nos alegremos con tus beneficios temporales
y sintamos el aumento de los dones espirituales.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Oremos.
Te rogamos, Señor y Dios nuestro,
que mires nuestros términos
con ojos serenos y rostro alegre,
y envíes sobre ellos tu bendición,
para que el granizo no los afecte,
la fuerza de la tempestad no los arrase,
la sequía no los debilite,
las plagas no los dañen,
ni el exceso de lluvia los malogre,
sino que lleves a madurez sus frutos íntegros
y sean abundantes para nuestra utilidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
R. Amén.
CAPÍTULO XXVI
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
El Dios Altísimo, que creó el cielo y la tierra, esté con todos vosotros.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Todos responden:
Amén.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro de los Hechos de los
apóstoles.
Dios hizo el cielo, la tierra y el mar y todo lo que contienen. En el
pasado, dejó que cada pueblo siguiera su camino; aunque siempre se
dio a conocer por sus beneficios, mandándoos desde el cielo la lluvia y
las cosechas a sus tiempos, dándoos comida y alegría en abundancia.
Palabra de Dios.
873. Pueden también leerse: Dt 27, 1a; 28, 1-12b; Jl 2, 21-24. 26-27;
1Tm 6, 6-11. 17-19; Lc 12, 15-21.
875. O bien:
Sal 125 (126), 4-5. 6
R. (3) El Señor ha estado grande con nosotros.
PRECES
Tú que deseas que tus hijos participen por igual de todos los bienes,
— haz que los necesitados puedan gozar de una vida sin angustias ni
preocupaciones y vivan entregados a tu alabanza. R.
Oremos.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
880. O bien:
R. Amén.
R. Amén.
CAPÍTULO XXVII
viajeros
TERCERA PARTE
CAPÍTULO XXVIII
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Oremos.
Y todos oran un rato en silencio. Luego el celebrante, con las manos
extendidas, dice:
Oh Dios, que en el sacramento del nuevo nacimiento
multiplicas sin cesar el número de tus hijos,
concédenos, te pedimos,
que todos los que renazcan de esta fuente de salvación
con su manera de vivir glorifiquen tu Nombre
y aumenten la santidad de la madre Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos:
Amén.
958. El celebrante bendice a las madres, con sus hijos en brazos, a los
padres, al pueblo, diciendo:
II. Bendición de una nueva pila bautismal, sin celebración del bautismo
RITOS INICIALES
Oremos.
Y todos oran durante algún tiempo en silencio. Luego el celebrante, con
las manos extendidas, dice:
Oh Dios,
que en el sacramento del nuevo nacimiento
multiplicas sin cesar el número de tus hijos,
concédenos, te pedimos,
que todos los que renazcan
de esta fuente de salvación
con su manera de vivir
glorifiquen tu Nombre
y aumenten la santidad de la madre Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos:
Amén.
Tú que quisiste que del costado de Cristo crucificado brotara el agua del
Espíritu Santo,
— haz que bebamos de esta fuente de vida, para que se convierta
dentro de nosotros en un surtidor de agua que salta hasta la vida
eterna. R.
Tú que en el baño del nuevo nacimiento has hecho de nosotros una raza
elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada,
— haz que, como exige nuestra condición de cristianos, proclamemos tus
hazañas ante los hombres. R.
CAPÍTULO XXIX
A. En la celebración de la Misa
Amén.
Hoy se destina por primera vez esta nueva cátedra (sede) al uso
litúrgico. Alabemos, queridos hermanos, a nuestro Dios y Señor, que se
digna hacerse presente en sus ministros, dedicados a las funciones
sagradas, para enseñar, dirigir y santificar a los fieles, y pidámosle que
haga cada vez más dignos a los que ejercen tan santo ministerio.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
987. Terminada la monición, él celebrante dice:
Oremos.
R. Amén.
Hoy se destina por primera vez esta nueva cátedra (sede) al uso
litúrgico. Alabemos, queridos hermanos, a nuestro Dios y Señor, que se
digna hacerse presente en sus ministros, dedicados a las funciones
sagradas, para enseñar, dirigir y santificar a los fieles, y pidámosle que
haga cada vez más dignos a los que ejercen tan santo ministerio.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
Oremos.
R. Amén.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Lucas.
994. Pueden también leerse: Ne 8, 1-4a. 5-6. 8-10; Is 40, 9-11; Hch 10,
34-38; Hch 13, 15-32.
996. O bien:
Sal 1813 (19B), 8-9. 10. 15
R. (cf. Jn 6, 63c) Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
PRECES
998. Luego se hace la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí
se proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más
adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las
circunstancias del momento.
Bendito seas, Señor, que, por medio de los maestros de la fe, continúas
enseñándonos tu Evangelio. R.
Bendito seas, Señor, que, por medio de los pastores que tú has elegido,
nos das sin cesar el alimento espiritual, a nosotros, ovejas de tu rebaño.
R.
Bendito seas, Señor, que, por medio de tus pregoneros, nos llamas y
nos invitas a cantar las alabanzas del Padre. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
Señor Jesucristo,
que enseñaste a los pastores de tu Iglesia
a servir a los hermanos y no a ser servidos,
te pedimos que hagas con tu gracia
que todos los que vengan a esta cátedra (sede)
proclamen siempre tu palabra
y administren dignamente tus sacramentos,
y así, junto con el pueblo a ellos confiado,
te alaben sin cesar en la sede eterna del cielo.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
1000. El celebrante concluye el rito, diciendo, con las manos exten das
sobre los fieles:
El Señor os bendiga
con todas las bendiciones del cielo
y os mantenga siempre santos y puros en su presencia;
que él derrame sobre vosotros, con abundancia,
las riquezas de su gloria,
os instruya con la palabra de la verdad,
os oriente con el Evangelio de la salvación
y os haga siempre ricos en caridad fraterna.
R. Amén.
R. Amén.
A. En la celebración de la Misa
Todos responden:
Amén.
Oremos.
R. Amén.
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
Palabra de Dios.
1014. Salmos responsoriales: Sal 18B (19B), 8-9. 10. 15 (R.: cf. Jn 63c)
1015. O bien:
PRECES
1018. Luego se hace la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí
se proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más
adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las
circunstancias del momento.
Hermanos, Dios Padre nos ha dado su Palabra hecha carne para que la
escuchemos y encontremos en ella el alimento de nuestra fe. Pidamos
juntos:
Haz, Señor, que los discípulos de Cristo, tu Hijo, sientan hambre intensa
de tu palabra y sean en el mundo fieles testigos de ella. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
R. Amén.
Oremos.
R. Amén.
Con el salmo 33 (34), 2-3. 4-5. 6-7. 8-9, o un canto apropiado, por
ejemplo, Salve, Cuerpo verdadero, nacido de María Virgen, u otro
adecuado.
Salmo 33 (34), 2-3. 4-5. 6-7. 8-9
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Mateo.
En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a
su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo
la fe que tenían, dijo al paralítico:
—«¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados.»
Algunos de los letrados se dijeron:
—«Éste blasfema.»
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo:
—«¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: “tus pecados están
perdonados”, o decir “levántate y anda”? Pues para que veáis que el Hijo
del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados.»
Dijo dirigiéndose al paralítico:
—«Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa.»
Se puso en pie, y se fue a su casa.
Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los
hombres tal potestad.
Salmo responsorial Sal 129 (130), 1-2. 3-4. 5-6b. 6c-8 (R.: 7bc)
PRECES
1044. Luego se hace la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí
se proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más
adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las
circunstancias del momento.
Bendito seas, Señor, que has dado a la Iglesia santa las llaves del reino
de los cielos, para que las puertas de tu misericordia queden abiertas
para todos. R.
R. Amén.
CAPÍTULO XXX
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Salmo 23 (24)
Amén.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Oremos.
R. Amén.
Ap 21, 2-3. 23-26: Vi la ciudad santa, que descendía del cielo, enviada
por Dios
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 117 (118), 1 y 4. 15-16. 19-20. 22-23 (R.: 26)
1058. O bien:
Sal 99 (100), 2. 3. 4. 5
R. (2b) Servid al Señor con alegría.
PRECES
1060. Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede
hacerse la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen,
el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o
añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias del
momento.
Nosotros, que somos. como piedras vivas edificadas sobre Cristo, piedra
escogida, invoquémoslo en favor de su amada Iglesia y proclamemos
nuestra fe firme en ella, diciendo:
R. Aquí está la casa de Dios y la puerta del cielo.
Jesús, Señor, que, con el Padre y el Espíritu Santo, haces morada en los
que te aman,
— lleva a tu Iglesia a su perfección por el amor. R.
Jesús, Señor, que nunca echas afuera a los que vienen a ti,
— recibe a todos los pecadores en la casa de tu Padre. R.
Queridos hermanos,
hemos venido aquí con alegría,
para inaugurar con la bendición divina
la nueva puerta de esta iglesia.
Invoquemos humildemente a Dios,
pidiéndole que nos asista con su gracia.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
Te bendecimos, Señor,
Padre santo, que enviaste a tu Hijo a este mundo
para reunir, con la efusión de su sangre,
a los hombres,
dispersos por la fuerza disgregadora del pecado,
y para que fuera el Pastor y la Puerta
de los que están agrupados en un solo redil,
de manera que quien entre por ella se salvará,
y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
Te suplicamos, Señor,
que tus fieles, al entrar por esta puerta,
por medio de Jesucristo, tu Hijo,
puedan acercarse a ti, Padre, con un mismo Espíritu,
y, al acudir a tu iglesia,
confiados, por la fe en Cristo,
manteniéndose constantes en la enseñanza de los apóstoles,
en la comunión de la fracción del pan
y en las oraciones,
crezcan siempre para edificación de la Jerusalén celeste.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
CAPÍTULO XXXI
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
1072. Si ello es factible, conviene que la comunidad de los fieles se dirija
procesionalmente desde la iglesia u otro lugar adecuado al lugar donde
se ha erigido la cruz que se ha de bendecir. Si la procesión no puede
hacerse o no parece oportuna, los fieles se reúnen en el lugar donde se
ha erigido la cruz que se ha de bendecir.
1073. Reunido el pueblo, el celebrante saluda a los fieles, diciendo:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
que por nosotros colgó del madero,
esté con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada
Escritura.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
1074. Luego el celebrante habla brevemente a los fieles para disponer su
ánimo a la celebración y explicar el significado del rito; puede hacerlo
con estas palabras u otras semejantes:
Al bendecir solemnemente esta cruz, queridos hermanos, veneremos con
fe el designio eterno de Dios, según el cual el misterio de la cruz se ha
convertido en el signo de la misericordia divina. Siempre que miremos la
cruz, recordaremos que en ella culminó el misterio del amor con el que
Cristo amó a su Iglesia. Siempre que saludemos la cruz, acordémonos
de que Cristo, suprimiendo con su sangre toda división, hizo de todos los
hombres un solo pueblo.
Siempre que veneremos la cruz, pensemos que somos y nos declaramos
discípulos de Cristo y, cargando todos cada día con la propia cruz,
sigámoslo con generosidad.
Esforcémonos, pues, por asistir atentamente a esta celebración, para
que el misterio de la cruz brille ante nuestros ojos con un nuevo fulgor y
podamos sentir con más fuerza su eficacia.
Oremos.
Todos:
Amén.
Marchemos en paz.
Salmo 97 (98)
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Filipenses.
Palabra de Dios.
1080. Pueden también leerse: Nm 21, 4-9; 1Co 2, 1-5; Hb 4, 12-16; Jn
3, 13-17; Jn 19, 25-27.
1081. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo
responsorial u otro canto adecuado.
Salmo responsorial Sal 30 (31), 2 y 6. 12-13. 15-16. (R.: Lc 23, 46)
1082. O bien:
Sal 21 (22), 8-9. 17-18a. 23-24b
R. (2a) Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Sal 54 (55), 5-6. 13. 14-15. 17-18. 23
R. (23ab) Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará.
1083. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los
presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el
significado de la celebración y el poder de la cruz del Señor.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
1084. Terminada la homilía, el celebrante, de pie ante la cruz, con las
manos extendidas, dice la oración de bendición:
Te bendecimos, Señor, Padre santo,
que, en el exceso de tu amor,
nos procuraste el remedio de la salvación y de la vida
en el árbol,
de donde el primer hombre había sacado ruina y muerte.
Porque, cuando llegó la hora de su Pascua,
Jesús, el Señor, sacerdote, maestro y rey,
ascendió voluntariamente al árbol de la cruz
y lo convirtió en trono de su gloria,
en altar de su sacrificio, en cátedra de la verdad.
Allí, elevado sobre la tierra, venció al antiguo enemigo
y, vestido con la púrpura de su sangre,
atrajo hacia sí, lleno de amor, a todos los hombres;
allí, con los brazos extendidos,
te hizo, Padre, la ofrenda de su vida
e infundió una fuerza salvadora
a los sacramentos de la nueva alianza;
allí, enseñó con su muerte
lo que antes había anunciado de palabra:
que el grano de trigo, cuando muere,
produce fruto abundante.
Así, pues, te suplicamos, Señor,
que tus fieles, al venerar este signo de salvación,
reciban los frutos de redención
que Cristo Jesús mereció con su pasión;
que en la cruz den muerte a sus pecados
y que, por el poder de esta cruz, dominen la soberbia
y fortalezcan su debilidad;
que en ella encuentren consuelo en sus aflicciones
y seguridad en sus peligros;
y que, protegidos por su poder,
recorran sin daño los caminos de este mundo,
hasta que tú, Padre, los recibas en el hogar del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1085. O bien:
Señor, Padre santo,
que quisiste que la cruz de tu Hijo
fuera la fuente de toda bendición
y el origen de todos tus beneficios,
atiende generoso a nuestras súplicas,
ya que hemos alzado esta cruz
como un testimonio de nuestra fe,
y concédenos que, viviendo, aquí en la tierra,
unidossiempre al misterio de la pasión de Cristo,
alcancemos el gozo eterno de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1086. El celebrante pone incienso en el incensario e inciensa la cruz.
Después se canta la antífona:
Tu cruz adoramos, Señor,
y tu santa resurrección
alabamos y glorificamos;
por el madero
ha venido la alegría al mundo entero.
O bien:
Por la señal de la santa cruz,
de nuestros enemigos
líbranos, Señor, Dios nuestro.
U otro canto adecuado en honor de la santa cruz.
1087. Terminado el canto, si puede hacerse cómodamente, el
celebrante, los ministros y los fieles veneran la nueva cruz: se acercan a
ella ordenadamente uno tras otro y le hacen alguna señal de veneración,
según las costumbres del lugar. Si esto no es posible, el celebrante, con
unas breves palabras, invita al pueblo a venerar la santa cruz, y éste la
venera, guardando algún tiempo de silencio o profiriendo una adecuada
aclamación, por ejemplo:
Cristo, tú que fuiste levantado sobre todo por Dios, que te concedió el
«Nombre-sobre-todo-nombre»,
— concede a tus fieles la perseverancia hasta el fin en tu servicio. R.
Cristo, a quien toda lengua proclamará Señor, para gloria de Dios Padre,
— recibe a nuestros hermanos difuntos en el reino de la felicidad eterna.
R.
Todos:
Padre nuestro...
CAPÍTULO XXXII
BENDICIÓN DE LAS IMÁGENES QUE SE EXPONEN A LA PÚBLICA
VENERACIÓN
DE LOS FIELES
1091-1096.
RITOS INICIALES
Amén.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Colosenses.
Palabra de Dios.
1103. O bien:
Ap 15, 3. 4
R. (14, 7) Respetad a Dios y dadle gloria.
1104. El celebrante, según las circunstancias, hace la homilía, en la cual
explica las lecturas bíblicas y el misterio del Señor representado en la
imagen, para que el significado de la celebración sea percibido por la fe.
PRECES
1105. Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede
hacerse la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen,
el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o
añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias de la
comunidad o del momento.
Invoquemos a Dios Padre, que nos ha dado por salvador y redentor a su
Verbo, por quien todo fue creado y en quien todo se mantiene, y
digámosle:
Padre, que quisiste que Cristo fuera para nosotros un maestro manso y
humilde de corazón,
— haz que con docilidad aprendamos de él la mansedumbre y la bondad.
R.
R. Amén.
1108. O bien:
R. Amén.
RITOS INICIALES
1112. Reunido el pueblo, se entona oportunamente un canto adecuado,
terminado el cual, el celebrante dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén.
1113. Luego el celebrante saluda a los presentes, diciendo:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
nacido de la Virgen María,
el amor del Padre
y la comunión del Espíritu Santo
estén con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada
Escritura.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
1114. Luego el celebrante exhorta brevemente a los fieles para disponer
su espíritu a la celebración y explicar el significado del rito; puede
hacerlo con estas palabras u otras semejantes:
Llenos de alegría, nos hemos reunido aquí, queridos hermanos, para
bendecir una imagen de la santísima Virgen. Esta efigie con el título de
N. será un signo de cuán grande y profunda es la relación de la
santísima Virgen con Cristo y su Iglesia. Santa María, en efecto, es la
madre de Cristo, imagen visible de Dios invisible, y ella misma es
imagen, figura y modelo de la Iglesia: imagen en que la Iglesia
contempla con gozo lo que ella, en su totalidad, espera ser; figura en
que reconoce elcamino y la norma para llegar a la plena unión con
Cristo; modelo en que se apoya la Esposa de Cristo para cumplir su
misión apostólica. Asistamos con atención y fervor a esta acción
sagrada.
1118. O bien:
PRECES
ORACIÓN DE BENDICIÓN
1122. El celebrante, con las manos extendidas, dice la oración de
bendición:
Te alabamos, Señor, Dios inefable,
que antes de la creación del mundo
constituiste a Cristo principio y fin de todas las cosas
y, en tu admirable designio de bondad,
uniste a él a la santísima Virgen,
para que fuera Madre y cooperadora de tu Hijo,
imagen y modelo de la Iglesia,
madre y protectora de todos nosotros:
ella es, en efecto, la mujer nueva,
que reparó los estragos de la antigua Eva;
la excelsa Hija de Sión,
que, uniendo su voz suplicante a los gemidos de los patriarcas,
asumió en su corazón las esperanzas del antiguo Israel;
la servidora pobre y humilde,
de quien salió el Sol de justicia,
tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Padre santo, te pedimos que tus fieles,
que han elaborado esta efigie de la santísima Virgen,
gocen siempre de su protección
y graben en su corazón la imagen
que contemplan con sus ojos.
Que tengan una fe inquebrantable
y una firme esperanza,
así como una caridad diligente y una sincera humildad;
que tengan fortaleza en el sufrimiento, dignidad en la pobreza,
paciencia en la adversidad, donación en la prosperidad;
que trabajen por la paz y luchen por la justicia,
para que, después de recorrer los caminos de este mundo
en el amor a ti y a los hermanos,
lleguen a la Ciudad permanente,
donde la santísima Virgen intercede como Madre
y resplandece como Reina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1123. O bien:
R. Amén.
O bien:
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
RITOS INICIALES
Amén.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Mateo.
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R.
Dios, fuente de santidad, que has hecho brillar en tus santos las
maravillas de tu gracia multiforme,
— concédenos celebrar tu grandeza en ellos. R.
Tú que has dado a las santas vírgenes el don insigne de imitar a Cristo
virgen,
— haz que reconozcan la virginidad a ti consagrada como una señal
particular de los bienes celestiales. R.
R. Amén.
1138. O bien:
R. Amén.
CAPÍTULO XXXIII
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Éste es para nosotros un día de gran alegría, porque esta iglesia desde
hoy tiene una nueva campana, hecho que nos da la ocasión de bendecir
a Dios con esta celebración. Las campanas están en cierto modo
relacionadas con la vida del pueblo de Dios: su toque, en efecto, nos
señala los momentos de la oración, reúne al pueblo para las
celebraciones litúrgicas, advierte a los fieles cuando se produce algún
suceso importante que es motivo de alegría o de tristeza para esta parte
de la Iglesia (para esta población) o para cualquiera de los fieles.
Asistamos, pues, con devoción a estos ritos, para que siempre que
oigamos la voz de la campana nos acordemos de que formamos todos
una misma familia, y, obedientes a su voz, nos reunamos todos, como
signo visible de nuestra unidad en Cristo.
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Marcos.
1151. Pueden también leerse: Nm 10, 1-8. 10; 1Cro 15, 11-12. 25-28;
16, 1-2; Is 40, 1-5. 9-11; Hch 2, 36-39. 41-42; Mt 3, 1 -11; Mc 1, 1-8.
1153. O bien:
Sal 150, 1-2. 3-4. 5
R. (2b) Alabad al Señor por su inmensa grandeza.
1154. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los
presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban el
significado de la celebración y la finalidad de la campana.
PRECES
Señor y Dios nuestro, que siempre nos llamas a la unidad, para que,
animados por un mismo Espíritu, recorramos el único camino de
salvación. R.
Señor y Dios nuestro, que quieres que nosotros, tu pueblo, seamos una
señal cada vez más cierta de tu presencia entre los hombres. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
1158. O bien:
R. Amén.
R. Cantad al Señor
y bendecid su Nombre. Aleluya.
R. Amén.
Él os conceda misericordioso
que, al ser convocados en la iglesia
por el solemne toque de esta campana,
escuchéis atentamente su palabra.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
CAPÍTULO XXXIV
BENDICIÓN DE UN ÓRGANO
1163-1165.
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
O bien:
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Colosenses.
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia
entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos
mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El
Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y, por encima de todo
esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de
Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; en ella habéis sido
convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo
habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con
toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de
corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de
palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando
gracias a Dios Padre por medio de él.
Palabra de Dios.
1170. Pueden también leerse: Nm 10, 1-10; 1Cro 15, 3. 16. 19-21. 25;
2Cro 5, 2-5a. 11-14; Ef 5, 15-20; Lc 1, 39-47; Lc 10, 21-22.
1172. O bien:
Sal 97 (98), 1. 2-3. 4-6
R. (cf. 5 y 6) Aclamad y tocad para el Señor.
1173. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los
presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban el
significado de la celebración y la finalidad del órgano.
PRECES
1174. Sigue, según las circunstancias, la plegaria común. Entre las
invocaciones que aquí se proponen, el celebrante puede seleccionar las
que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente
relacionadas con las circunstancias de los presentes o del momento.
Santa Trinidad un solo Dios, principio y fin de todas las cosas, a quien el
cielo y la tierra cantan un cántico nuevo, te adoramos por tu insondable
felicidad. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
CAPÍTULO XXXV
BENDICIÓN DE OBJETOS QUE SE USAN EN LAS CELEBRACIONES
LITÚRGICAS
1180-1185.
PRIMERA LECTURA
Palabra de Dios.
1192. Puede también leerse: 1Co 11, 23-26.
1193. A continuación se dice o se canta un salmo responsorial.
Salmo responsorial Sal 22 (23), 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 5a. d)
R. Preparas una mesa ante mí, y mi copa rebosa.
1194. O bien:
Sal 15 (16), 5 y 8. 9-10. 11
R. (5a) El Señor es el lote de mi heredad y mi copa.
EVANGELIO
1195.
Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos
bebieron
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 14, 12-16. 22-26
1196. O bien:
Mt 20, 20-28: Mi cáliz lo beberéis.
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos...
1197. Después de la lectura de la palabra de Dios, el sacerdote hace la
homilía, en la cual explica las lecturas bíblicas y el sentido de la
bendición del cáliz y de la patena que se usan en la celebración de la
Cena del Señor.
1198. Terminada la oración de los fieles, los ministros, o los delegados
de la comunidad que ofrece el cáliz y la patena, los colocan sobre el
altar. Luego, el sacerdote se dirige al altar. Mientras tanto, se canta la
antífona siguiente u otro canto adecuado:
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.
Oremos.
Todos responden:
El pueblo contesta:
Y con tu espíritu.
Oremos.
Todos responden:
Señor Dios,
que por la muerte y resurrección de tu Hijo
redimiste a todos los hombres,
conserva en nosotros la obra de tu amor,
para que, venerando constantemente el misterio de Cristo,
consigamos el fruto de nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Podéis ir en paz.
Todos:
Queridos hermanos: Los objetos que ahora han sido traídos aquí reciben
una bendición especial, para significar con ello que se destinan de modo
exclusivo al culto divino. Pidamos al Señor que nos bendiga también a
nosotros, y así, él, que es Santo, nos haga también a nosotros santos y
dignos de celebrar los sagrados misterios con piedad y devoción.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
Oremos.
Y todos oran durante algún tiempo en silencio. Después el celebrante,
con las manos extendidas, prosigue:
R. Amén.
R. Amén.
B. RITO BREVE
Todos responden:
O bien:
Todos responden:
Y con tu espíritu.
1219. El celebrante, según las circunstancias, dispone a los presentes
para la celebración de la bendición.
1220. Uno de los presentes, o el mismo celebrante, lee algún texto de la
sagrada Escritura:
Rm 12, 1: Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a
presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios;
éste es vuestro culto razonable.
Ga 3, 26-27: Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Los que
os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de
Cristo.
Hch 2, 42: Los discípulos eran constantes en escuchar la enseñanza de
los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las
oraciones.
Jn 4, 23: Se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar
culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre
desea que le den culto así.
1221. Luego el celebrante dice:
Oremos.
R. Amén.
R. Amén.
CAPÍTULO XXXVI
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Con esta bendición del agua, recordamos a Cristo, agua viva, así como
el sacramento del bautismo, en el cual nacimos de nuevo del agua y del
Espíritu Santo. Siempre, pues, que seamos rociados con esta agua o que
nos santigüemos con ella al entrar en la iglesia o dentro de nuestras
casas, daremos gracias a Dios por su don inexplicable, y pediremos su
ayuda para vivir siempre de acuerdo con las exigencias del bautismo,
sacramento de la fe, que un día recibimos.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
Oremos.
R. Amén.
1232. O bien:
CAPÍTULO XXXVII
MONICIÓN INTRODUCTORIA
Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con
que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos
recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la
vida y la esperanza.
El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe
significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad.
1239. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de
la sagrada Escritura, por ejemplo:
Is 60, 1: ¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del
Señor amanece sobre ti!
1240. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos
extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de
bendición:
Oremos.
La tierra, Señor, se alegra en estos días,
y tu Iglesia desborda de gozo
ante tu Hijo, el Señor,
que se avecina como luz esplendorosa,
para iluminar a los que yacemos en las tinieblas
de la ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida,
tu pueblo ha preparado esta corona
con ramos del bosque
y la ha adornado con luces.
Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación
para la venida de tu Hijo,
te pedimos, Señor,
que, mientras se acrecienta cada día
el esplendor de esta corona, con nuevas luces,
a nosotros nos ilumines
con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo,
iluminará todas las oscuridades.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Y se enciende el cirio que corresponda según la semana de Adviento.
CAPÍTULO XXXVIII
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Lucas.
PRECES
En este momento en que nos hemos reunido toda la familia para iniciar
las fiestas de Navidad, dirijamos nuestra oración a Cristo, Hijo de Dios
vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana; digámosle: Por
tu nacimiento, Señor, protege a esta familia
.
Oh Cristo, por el misterio de tu sumisión a María y a José enséñanos el
respeto y la obediencia a quienes dirigen esta familia. R.
Tú que amaste y fuiste amado por tus padres, afianza a nuestra familia
en el amor y la concordia. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
O bien:
R. Amén.
Cristo, el Señor,
que se ha aparecido en la tierra
y ha querido convivir con los hombres
nos bendiga y nos guarde en su amor.
Todos responden.
Amén.
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
Todos responden:
O bien:
Amén.
1256. El ministro dispone a los presentes para la bendición con estas
palabras u otras semejantes:
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Lucas.
PRECES
ORACIÓN DE BENDICIÓN
R. Amén.
O bien:
R. Amén.
Todos responden:
Amén.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
Oremos.
Señor Dios, Padre nuestro,
que tanto amaste al mundo
que nos entregaste a tu Hijo único
nacido de María, la Virgen,
dígnate bendecir + este nacimiento
y a la comunidad cristiana que está aquí presente,
para que las imágenes de este Belén
ayuden a profundizar en la fe
a los adultos y a los niños.
Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo amado,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
O bien:
Oremos.
R. Amén.
1271. Concluida la bendición, los fieles pueden adorar la imagen del Niño
Jesús.
CAPÍTULO XXXIX
RITO DE LA BENDICIÓN
1275. El ministro, al comenzar la celebración, dice:
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Todos responden:
Que hizo el cielo y la tierra.
1276. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de
la sagrada Escritura, por ejemplo:
Is 60, 13: Vendrá a ti, Jerusalén, el orgullo del Líbano, con el ciprés y el
abeto y el pino, para adornar el lugar de mi santuario y ennoblecer mi
estado.
1277. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos
extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de
bendición:
Oremos.
Bendito seas, Señor y Padre nuestro,
que nos concedes recordar con fe
en estos días de Navidad
los misterios del nacimiento de Jesucristo.
Concédenos, a quienes hemos adornado este árbol
y lo hemos embellecido con luces,
vivir también a la luz
de los ejemplos de la vida santa de tu Hijo
y ser enriquecidos con las virtudes
que resplandecen en su santa infancia.
Gloria a él por los siglos de los siglos.
R. Amén.
1278. Según las circunstancias, el ministro rocía con agua bendita a los
presentes y el árbol.
CAPÍTULO XL
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
1282. Reunida la comunidad, puede cantarse el himno Vexilla Regis
prodeunt u otro canto adecuado.
1283. Terminado el canto, el celebrante dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén.
1284. Luego el celebrante saluda a los presentes, diciendo:
Jesús, el Señor,
que murió por nosotros
y nos redimió por su misterio pascual,
esté con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada
Escritura.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
1285. El celebrante dispone a los presentes para la bendición y para
realizar el piadoso ejercicio, con estas palabras u otras semejantes:
Dios misericordioso ha salvado a los hombres por la muerte y
resurrección de su Hijo. Él se anonadó a sí mismo y tomó la condición de
esclavo, rebajándose hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte
de cruz.
Al recordar este inmenso amor de Cristo, nos sentimos movidos a
recorrer con la mente y el corazón el camino de la cruz, llenos de
agradecimiento hacia el Señor, que murió por nosotros en la cruz, y con
el propósito de morir también nosotros al pecado y andar en una vida
nueva.
Palabra de Dios.
1289. O bien:
Sal 30 (31), 2 y 6. 12-13. 15-16
R. (Lc 23, 46) Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
1290. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los
presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el
significado de la celebración.
PRECES
1291. Sigue la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se
proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más
adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las
circunstancias de los presentes o del momento.
Glorifiquemos a Cristo, que nos ama y nos ha redimido con su sangre, y
a él, que por nosotros murió y resucitó, démosle gracias, diciendo:
Tú que por la sangre de tu cruz hiciste la paz con todos los seres,
— reúne junto a ti a todos los hombres, para que, superada toda
división, formen un solo rebaño y te reconozcan como único pastor. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
1292. El celebrante, con las manos extendidas, dice la oración de
bendición:
Oh Dios, cuyo Hijo
murió y resucitó por nosotros
para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia,
ayuda con la gracia de tu bendición a tus fieles
que recuerdan devotamente los misterios de su pasión,
para que los que siguen a Cristo
llevando con paciencia su cruz
rebosen de gozo cuando se manifieste su gloria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1293. O bien:
Señor, Padre santo,
tú dispusiste que la cruz de tu Hijo
fuera origen de toda bendición
y causa de todas las gracias,
haz que, adhiriéndonos en la tierra a la pasión de Cristo,
alcancemos el gozo eterno de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1294. Después de la oración de bendición, el celebrante, según las
circunstancias, pone incienso e inciensa todas las cruces o imágenes,
mientras se canta la antífona:
Tu cruz adoramos, Señor,
y tu santa resurrección alabamos y glorificamos;
por el madero ha venido la alegría al mundo entero.
U otra antífona o canto adecuado, por ejemplo, La Madre piadosa
estaba.
1295. Luego sigue el piadoso ejercicio del vía crucis, según las
costumbres del lugar.
CONCLUSIÓN DEL RITO
1296. Es conveniente entonar un canto adecuado, por ejemplo, el himno
Ad cenam Ágni próvidi, en recuerdo de la resurrección. Después el
celebrante bendice al pueblo, diciendo:
Dios, que por la muerte y resurrección de su Hijo
se dignó redimir al género humano,
os conceda que,
recordando con piedad la pasión de Cristo,
sigáis al Señor crucificado,
y así, en el cielo,
gocéis de su presencia gloriosa.
R. Amén.
Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes,
os bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.
R. Amén.
1297. O bien:
La bendición de Dios,
que por la cruz y la sangre de su Hijo
se ha dignado redimirnos y salvarnos,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.
Él os conceda que, con todos los santos,
logréis abarcar lo alto y lo profundo
del amor de Cristo manifestado en la cruz.
R. Amén.
Que acoja complacido vuestras piadosas acciones
y se digne atender benignamente
nuestras peticiones.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.
CAPÍTULO XLI
BENDICIÓN DE UN CEMENTERIO
1298-1302.
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
1303. Cuando sea posible, conviene que la comunidad de fieles se dirija
ordenadamente desde la iglesia u otro lugar adecuado hasta el
cementerio que se ha de bendecir. Si la procesión no puede hacerse o no
parece oportuna, los fieles se reúnen en la entrada del cementerio.
El celebrante saluda a los fieles, diciendo:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
dador de la vida y triunfador de la muerte,
esté con todos vosotros.
U otro saludo semejante.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
1304. Luego el celebrante dispone oportunamente el espíritu de los
fieles para la celebración, con estas palabras u otras semejantes:
Queridos hermanos, movidos por la piedad cristiana, hemos venido para
bendecir este cementerio, en el cual reposarán los cuerpos de nuestros
hermanos, hasta que resplandezca el día del retorno glorioso del Señor.
Desde este lugar de dormición, preparado para nuestros hermanos
difuntos, levantemos la mirada hacia la ciudad celestial y contemplemos
allí a Cristo, muerto y resucitado por nosotros, para que él nos acoja
bondadoso cuando resucitemos, ya que nos encarga que estemos ahora
en vela aguardándolo.
1305. Terminada la monición, el celebrante dice:
Oremos.
Y todos oran durante algún tiempo en silencio. El celebrante, con las
manos extendidas, prosigue:
Oh Dios, que haces de tus fieles
la Iglesia que peregrina en la tierra,
para recibirlos un día como habitantes definitivos en el cielo,
mira a esta familia tuya,
que ha venido piadosamente al cementerio,
y haz que este lugar,
preparado para la inhumación de los cuerpos,
le recuerde la vida futura en Cristo,
el cual transformará nuestro cuerpo humilde,
según el modelo de su cuerpo glorioso.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
1306. Terminada la oración, el diácono hace la monición:
Marchemos en paz.
Y se organiza la procesión hacia el cementerio de la siguiente manera:
precede el crucífero en medio de dos ministros con los ciriales
encendidos; sigue el celebrante con los otros ministros, finalmente los
fieles.
1307. Mientras avanza la procesión, se canta la antífona:
R. Que mi lote, Señor, sea el país de la vida.
O bien la antífona:
R. Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
O bien la antífona:
R. Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Con el salmo 117 (118), u otro salmo tomado preferentemente del Ritual
de Exequias (35), u otro canto adecuado.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte. R.
Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
1318. El celebrante bendice al pueblo, diciendo:
CUARTA PARTE
RITOS INICIALES
CAPÍTULO XLIII
RITOS INICIALES
1350. Reunido el pueblo, el celebrante dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén.
1351. Luego el celebrante saluda a los presentes, diciendo:
La gracia, la misericordia y la paz
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo
estén con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada
Escritura.
Todos responden:
Y, con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
1352. El celebrante dispone a los presentes para la celebración de la
bendición, con estas palabras u otras semejantes:
Los objetos piadosos que habéis traído para bendecir muestran, cada
uno a su manera, vuestra fe, ya que sirven para recordar el amor de
nuestro Señor, o también para aumentar vuestra confianza en la ayuda
de la santísima Virgen María y de los santos.
Al pedir la bendición del Señor sobre estos objetos e imágenes, lo que
hemos de procurar ante todo es dar el testimonio de vida cristiana que
de nosotros exige el uso de estos objetos.
Donde hay Espíritu del Señor hay libertad. Y nosotros todos, que
llevamos la cara descubierta, reflejamos la gloria del Señor y nos vamos
transformando en su imagen con resplandor creciente; así es como
actúa el Señor, que es Espíritu. Por eso, encargados de este ministerio
por misericordia de Dios, no nos acobardamos; al contrario, hemos
renunciado a la clandestinidad vergonzante, dejándonos de intrigas y no
adulterando la palabra de Dios; sino que, mostrando nuestra sinceridad,
nos recomendamos a la conciencia de todo hombre delante de Dios.
Palabra de Dios.
1354. Pueden también leerse: Rm 8, 26-31; 1Co 13, 8-13; 1Co 15, 45-
50; 2Co 4, 1-7; Ga 1, 1. 3-5; 2, 19b-20; Ef 3, 14-21; Col 3, 14-17; Lc
11, 5-13; Lc 18, 1-8.
1355. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo
responsorial u otro canto adecuado.
Salmo responsorial Sal 99 (100), 2. 3. 4. 5 (R.: 5b)
FÓRMULA BREVE
1367. En determinadas circunstancias, el sacerdote o el diácono pueden
emplear la siguiente fórmula breve:
En el nombre del Padre, y del Hijo, + y del Espíritu Santo.
R. Amén.
CAPÍTULO XLIV
1368-1371.
I. RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
1372. Reunido el pueblo, el celebrante se dirige hacia él, mientras se
canta oportunamente el himno Te gestientem gaudiis («Rezar el santo
Rosario») u otro canto adecuado.
1373. Terminado el canto, el celebrante dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo
Todos se santiguan y responden:
Amén.
1374. Luego el celebrante saluda a los presentes, diciendo:
La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre,
de quien, por el Hijo nacido de la Virgen,
procede todo bien,
estén con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada
Escritura.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
1375. El celebrante dispone a los presentes para la celebración de la
bendición, con estas palabras u otras semejantes:
La santísima Virgen, predestinada desde toda la eternidad, junto con la
encarnación del Verbo divino, para ser Madre de Dios, fue aquí en la
tierra la santa madre del Redentor y cooperó de un modo singular a su
obra.
Esta disposición de la divina providencia es puesta de relieve, de manera
muy apropiada y admirable, en aquella forma de oración que se llama el
rosario; por esto los pastores de la Iglesia han tenido siempre en gran
aprecio y han recomendado vivamente el rezo del rosario. Con razón,
pues, la Iglesia concede una especial bendición a los rosarios y a los
que, rezando el rosario, recuerdan y meditan los misterios de nuestra
redención, para que, con María y por medio de María, Dios reciba
nuestra alabanza.
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
1376. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee
un texto de la sagrada Escritura, seleccionado principalmente entre los
que propone el Leccionario del Misal romano en el Común de santa María
Virgen , o bien entre los que se proponen a continuación.
Lc 2, 46-52: La madre de Jesús conservaba todo esto en su corazón
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san
Lucas.
Palabra de Dios.
1378. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo
responsorial u otro canto adecuado.
Salmo responsorial Lc 1, 46-47. 48-49. 50-51. 52-53. 54-55 (R.: 49)
R. Haz, Señor, que, por María, nos unamos más íntimamente a Cristo.
Tú que diste el Espíritu Santo a los apóstoles cuando estaban orando con
María, la madre de Jesús,
— concédenos que, dedicados a la oración, así como vivimos por el
Espíritu, marchemos tras el Espíritu. R.
El celebrante dice la oración de bendición, como se indica más adelante.
1382. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición el
celebrante dice:
Oremos.
Y todos oran durante algún tiempo en silencio. Luego el celebrante dice
la oración de bendición.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
1383. El celebrante, con las manos extendidas, dice:
Bendito sea Dios, Padre nuestro,
que nos concede recordar
y celebrar con fe
los misterios de su Hijo.
Él nos dé su gracia,
para que, sostenidos por la piadosa súplica del rosario,
nos esforcemos por meditar
y conservar continuamente en nuestro corazón
los gozos, los dolores y la gloria de Jesús,
junto con María, su madre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1384. O bien:
Te pedimos, Dios todopoderoso,
que tus fieles, al recitar devotamente el rosario,
imploren confiadamente la protección de la Virgen María
y, meditando asiduamente los misterios de Jesucristo,
los reproduzcan en su vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1385. O bien:
Dios todopoderoso y lleno de misericordia,
que, por el gran amor que nos tienes,
quisiste que tu Hijo se hiciera hombre
en el seno de la Virgen María,
por obra del Espíritu Santo,
que sufriera la muerte de cruz
y que resucitara de entre los muertos,
dígnate bendecir a todos los que hagan uso de estos rosarios
en honor de la Madre de tu Hijo,
orando con los labios y el corazón,
para que aumente su devoción
y, en la hora de su muerte,
la misma Virgen María los lleve a tu presencia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1386. Luego sigue la piadosa recitación del rosario, según las
costumbres del lugar.
CONCLUSIÓN DEL RITO
1387. Después del canto de una antífona, por ejemplo, Dios te salve,
Reina y Madre, u otro canto adecuado, el celebrante concluye el rito,
diciendo:
Dios, que, por medio de santa María Virgen,
ha llenado el mundo de alegría,
se digne colmaros de su bendición.
R. Amén.
Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes,
os bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.
R. Amén.
FÓRMULA BREVE
1393. En determinadas circunstancias, el sacerdote o el diácono puede
emplear la siguiente fórmula breve:
En el nombre del Padre, y del Hijo, + y del Espíritu Santo.
R. Amen.
CAPÍTULO XLV
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
1397. Reunido el pueblo, o por lo menos los miembros de la cofradía, el
celebrante se dirige hacia ellos, mientras se canta oportunamente algún
himno relacionado con la celebración. Terminado el canto, el celebrante
dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén.
1398. Luego el celebrante saluda a los presentes, diciendo:
La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre,
de quien, por el Hijo nacido de la Virgen,
procede todo bien, estén con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada
Escritura.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
1399. El celebrante dispone a los presentes para la celebración del rito,
con estas palabras u otras semejantes:
Dios se vale de unos signos humildes para manifestar su gran
misericordia para con nosotros. También el hombre adopta estos signos
tan humildes para expresar sus sentimientos de gratitud, para mostrar
su voluntad de servir a Dios y su propósito de ser siempre fiel a su
consagración bautismal.
Este escapulario, que es considerado como un signo de ingreso en la
confraternidad con la Orden religiosa de N., aprobada por la Iglesia,
expresa una voluntad definida de participar del espíritu de dicha Orden.
Esto equivale a renovar el propósito bautismal de revestirnos de Cristo,
con la ayuda de la Virgen María, que desea en gran manera que seamos
imitadores de Cristo, para alabanza de la santísima Trinidad, hasta que,
vestidos con el traje de bodas, seamos introducidos en la patria celestial.
Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por
eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo
que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y
nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más
reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios. Por
eso, no nos desanimamos. Aunque nuestro hombre exterior se vaya
deshaciendo, nuestro interior se renueva día a día. Y una tribulación
pasajera y liviana produce un inmenso e incalculable tesoro de gloria. No
nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve. Lo que se ve es
transitorio; lo que no se ve es eterno.
Es cosa que ya sabemos: Si se destruye este nuestro tabernáculo
terreno, tenemos un sólido edificio construido por Dios, una casa que no
ha sido levantada por mano de hombre y que tiene una duración eterna
en los cielos; y, de hecho, por eso suspiramos, por el anhelo de
vestirnos encima la morada que viene del cielo, suponiendo que nos
encuentre aún vestidos, no desnudos. Los que vivimos en tiendas
suspiramos bajo ese peso, porque no querríamos desnudarnos del
cuerpo, sino ponernos encima el otro, y que lo mortal quedara absorbido
por la vida.
Dios mismo nos creó para eso y como garantía nos dio el Espíritu.
En consecuencia, siempre tenemos confianza, aunque sabemos que,
mientras sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejos del
Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe. Y es tal nuestra
confianza, que preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor.
Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarle.
Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo para
recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho mientras teníamos
este cuerpo.
1402. El celebrante hace la homilía, en la cual explica a los presentes el
significado de la celebración.
PRECES
1403. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se
proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más
adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las
peculiaridades de los fieles o las circunstancias del momento.
Apoyados en la intercesión de María, que entretejió la vestidura de
nuestra condición mortal para el Verbo, encarnado por nosotros en ella
por obra del Espíritu Santo, para que nosotros pudiéramos participar de
la gracia del que es nuestro hermano primogénito y vivir la alabanza de
Dios, invoquemos al Padre, diciendo:
Tú que por boca del Apóstol nos exhortas a ser en el mundo la fragancia
de Cristo,
— haz que reconozcamos en los hermanos el signo de la presencia de
Cristo. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
1404. El celebrante, con las manos extendidas, añade:
Oh Dios, inicio y complemento de nuestra santidad,
que llamas a la plenitud de la vida cristiana
y a la perfección de la caridad
a los que han renacido del agua y del Espíritu Santo,
mira con bondad a estos servidores tuyos,
que reciben con devoción
este escapulario para alabanza de la santísima Trinidad
(en honor de la pasión de Cristo /
en honor de santa María Virgen),
y haz que sean imagen de Cristo, tu Hijo,
y así, terminado felizmente su paso por esta vida,
con la ayuda de la Virgen Madre de Dios,
sean admitidos al gozo de tu mansión.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
IMPOSICIÓN DEL ESCAPULARIO
1405. Luego el celebrante impone el escapulario a los candidatos,
diciendo las siguientes palabras u otras semejantes del Ritual propio:
a) Para el escapulario en honor de la santísima Trinidad o de los
misterios de Jesucristo
Recibe este hábito,
por el cual quedas admitido en la cofradía
de la familia religiosa de N.,
dedicada a la santísima Trinidad
(a la pasión de Jesucristo /
al misterio de... de Jesucristo),
y compórtate de tal manera que,
con la ayuda de la santísima Virgen,
para gloria de la santísima Trinidad
y para el bien de la Iglesia y de los hombres,
te esfuerces cada día más en vestirte de Cristo,
que nos redimió con su sangre.
R. Amén.
b) Para el escapulario en honor de santa María Virgen
Recibe este hábito,
por el cual quedas admitido en la cofradía
de la familia religiosa de N.,
dedicada a santa María Virgen
y compórtate de tal manera que,
con la ayuda de la santísima Virgen,
para gloria de la santísima Trinidad
y para el bien de la Iglesia y de los hombres,
te esfuerces cada día más en vestirte de Cristo
y hacer que su vida se manifieste en la tuya.
R. Amén.
1406. Según las circunstancias, el celebrante pronuncia en voz alta la
fórmula de imposición una sola vez para todos.
Todos a la vez responden: Amén, y se acercan al celebrante para recibir
el escapulario.
1407. El celebrante, vuelto hacia los nuevos cofrades, les dice:
Por la bendición de este escapulario,
habéis sido admitidos en la familia religiosa de N.,
para que podáis servir con mayor dedicación
a Cristo y a su Iglesia,
dentro del espíritu de la misma Orden.
Para que lo consigáis con más perfección,
yo, con la potestad que se me ha concedido,
os admito a la participación de todos los bienes espirituales
de esta familia religiosa.
1408. El celebrante, después de haberlos instruido sobre los deberes y
obligaciones de la cofradía, los rocía a todos con agua bendita, sin decir
nada.
CONCLUSIÓN DEL RITO
1409. El celebrante concluye el rito, diciendo:
El Dios todopoderoso os bendiga con su misericordia
y os llene de la sabiduría eterna.
R. Amén.
Él aumente en vosotros la fe
y os dé la perseverancia en el bien obrar.
R. Amén.
Atraiga hacia sí vuestros pasos
y os muestre el camino del amor y de la paz.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.
U otra fórmula de bendición, relacionada con el título del escapulario.
1410. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.
CAPÍTULO XLVI
BENDICIÓN DE UN HÁBITO
1411-1412.
RITO DE LA BENDICIÓN
1413. El celebrante, al comenzar la celebración, dice:
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Todos responden:
Que hizo el cielo y la tierra.
1414. Uno de los presentes, o el mismo celebrante, lee un breve texto
de la sagrada Escritura, por ejemplo:
Ef 4, 23-24: Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva
condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad
verdaderas.
1415. Luego el celebrante, con las manos extendidas, dice la oración de
bendición:
Oremos.
Dios todopoderoso y eterno,
que en el bautismo
nos has despojado del pecado
y nos has revestido de la dignidad de hijos tuyos;
te pedimos que bendigas este hábito de penitencia
y a quien lo va a llevar
por amor a tu Hijo (v. gr.: el Señor de los Milagros),
O bien:
por amor a la Santísima Virgen (v. gr.: del Carmen),
O bien:
por amor a san N. (v. gr.: Francisco, Antonio),
y concédele que, recordando su compromiso de cristiano,
rechace todo pecado y cumpla tus mandamientos,
y alcance la plenitud de los méritos
de la muerte y resurrección de tu Hijo Jesucristo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
1416. Según las circunstancias, el celebrante rocía con agua bendita el
hábito y a los presentes.
QUINTA PARTE
CAPÍTULO XLVII
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
1421. Reunida la comunidad, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén.
1422. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los
presentes, diciendo:
Dios, rico en misericordia,
que hace maravillas para con su pueblo,
esté siempre con vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada
Escritura.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
1423. Si el ministro es laico, saluda a los presentes, diciendo:
Palabra de Dios.
1426. Pueden también leerse: 1Co 1, 4-9; Col 3, 15-17; 1Ts 5, 12-14;
1Tm 2, 1-10; Lc 17, 11-19.
1427. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo
responsorial u otro canto adecuado.
Salmo responsorial Sal 65 (66), lb-2. 8-9. 10-11. 13-14. 16-17. 19-20
(R.: 16)
R. Venid a escuchar,
os contaré lo que Dios ha hecho conmigo.
Tú que con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te
suplican,
— concédenos cantar siempre con el corazón y con la boca tus
maravillas. R.
Tú que enseñaste a tus discípulos a compartir sus bienes con los demás,
— haz que nuestros hermanos se beneficien también de tus dones, para
que puedan participar de nuestra alegría. R.
1431. En lugar de la plegaria común, se puede cantar el himno Te Deum
laudamus (A ti, oh Dios, te alabamos), o el cántico «Criaturas todas del
Señor, bendecid al Señor», o el cántico Magníficat (Proclama mi alma la
grandeza del Señor), o un salmo.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
1432. El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas,
si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Padre todopoderoso,
magnánimo dispensador de todos los bienes,
te damos gracias por los beneficios que nos has otorgado,
y te pedimos humildemente que,
habiendo sido preservados por ti,
nos escondas y protejas siempre
a la sombra de tus alas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1433. O bien:
Oh Dios, cuya misericordia no tiene límites
y cuya bondad es un tesoro inagotable,
te damos gracias por los beneficios que nos has concedido,
implorando de tu bondad
que no abandones a quienes has escuchado
y que nos dispongas para los bienes futuros.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
CONCLUSIÓN DEL RITO
1434. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo:
Dios Padre, con el Hijo y el Espíritu Santo,
que ha actuado con vosotros
según la grandeza de su misericordia,
os proteja siempre con su bendición.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso
Padre, Hijo + y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.
1435. Si el ministro es laico, concluye el rito santiguándose y diciendo:
Dios Padre, con el Hijo y el Espíritu Santo,
que ha actuado con nosotros
según la grandeza de su misericordia,
sea bendito ahora y por siempre.
R. Amén.
CAPÍTULO XLVIII
1437-1439.
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
1440. Reunida la comunidad, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén.
1441. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los
presentes, diciendo:
Dios, fuente de todo bien,
esté con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada
Escritura.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
1442. Si el ministro es laico, saluda a los presentes, diciendo:
Bendigamos, hermanos, a Dios,
fuente de todo bien.
Todos responden:
Amén.
1443. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con
estas palabras u otras semejantes:
Todo lo que Dios ha creado y sustenta, todos los acontecimientos que él
dirige con su providencia, así como las buenas obras de los hombres que
induzcan al bien, son motivo para que los fieles bendigan, de corazón y
de palabra, a Dios, origen y fuente de todo bien. Con esta nuestra
celebración, nosotros profesamos nuestra fe en el hecho de que a los
que temen y aman a Dios todo les sirve para el bien, así como nuestra
convicción de que siempre y en toda situación debemos buscar la ayuda
divina para que, uniéndonos a la voluntad de nuestro Padre, podamos
hacerlo todo para gloria de Dios en Cristo.
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
1444. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro lee un
texto de la sagrada Escritura.
Col 1, 9b-14: Fructificad en toda clase de obras buenas
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Colosenses.
Palabra de Dios.
1445. O bien:
Rm 8, 24-28: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los
Romanos.
Palabra de Dios.
1446. O bien:
1Tm 4, 4-5: Todo lo que Dios ha creado es bueno
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a
Timoteo.
Todo lo que Dios ha creado es bueno; no hay que desechar nada, basta
tomarlo con agradecimiento, pues la palabra de Dios y nuestra oración lo
consagran.
Palabra de Dios.
1447. Pueden también leerse: Nm 6, 22-27; Dt 33, 1. 13b-16a; Sb 13,
1-7; Si 18, 1-9.
1448. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo
responsorial u otro canto adecuado.
Salmo responsorial Sal 104 (105), 1-2. 3-4. 5 y 7. 8-9 (R.: 43)
R. El Señor sacó a su pueblo con alegría.
Tú que por la muerte y resurrección de tu Hijo nos has escogido para ser
tu pueblo y tu heredad,
— acuérdate de nosotros en nuestras necesidades y bendice tu heredad.
R.
El celebrante dice la oración de bendición, como se indica más adelante.
1452. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición el
celebrante dice:
Oremos.
Y todos oran durante algún tiempo en silencio. Luego el ministro dice la
oración de bendición.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
1453. El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas,
si es laico, con las manos juntas, dice:
1454. a) Para las cosas creadas
Bendito seas, oh Dios, Creador del universo,
que hiciste buenas todas las cosas
y confiaste la tierra al hombre para que la cultivase;
haz que usemos siempre con agradecimiento
de las cosas que tú has creado
y que, conscientes de que son un don tuyo,
sepamos compartirlas con los necesitados,
en la caridad de Cristo, nuestro Señor,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
1455. O bien:
Te bendecimos, Señor, Padre santo,
por cuya palabra y poder fue hecho todo,
y por cuya donación recibimos
todo lo necesario para nuestra subsistencia;
te pedimos que nosotros, tus fieles,
obedeciendo de buen grado a tu voluntad,
usemos siempre con agradecimiento de estas criaturas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1456. O bien:
Dios todopoderoso y eterno, que creaste al hombre
adecuadamente provisto de los bienes de esta vida,
para que pudiera aspirar a los dones eternos,
atiende a nuestras súplicas y concédenos que,
fortalecidos con el consuelo de los bienes terrenales,
dispongamos de lo suficiente para nuestra subsistencia
y alcancemos finalmente la herencia que tú nos prometes.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1457. b) Para las cosas hechas por mano de hombre
Dios todopoderoso y eterno,
que sometiste al hombre el mundo creado
para que nos ayudáramos mutuamente por la caridad,
dígnate atender a nuestras súplicas,
con las cuales imploramos tu bendición
sobre los que usarán de estas cosas según su necesidad,
para que siempre te reconozcan a ti como el bien supremo
y amen a sus hermanos con sincero corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1458. c) Para determinadas circunstancias de la vida
Concede, Señor, a tus fieles
encontrar seguridad y riqueza
en la abundancia de tus misericordias
y haz que, protegidos por tu bendición,
se mantengan en continua acción de gracias
y te bendigan rebosantes de alegría.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1459. O bien:
Concede, Señor, que tus fieles,
por la fuerza de tu bendición,
se dispongan interiormente al bien,
para que realicen todas sus obras
fortalecidos y movidos por tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1460. O bien:
Conforta, Señor, a tus fieles
con la bendición que imploramos de ti,
para que nunca nos apartemos de tu voluntad
y siempre podamos agradecer tus beneficios.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1461. O bien:
Señor, bendice a tu pueblo
que espera siempre en tu misericordia
y concédele recibir de tu mano generosa
todo lo que tú mismo le impulsas a pedir.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1462. O bien:
Señor, que tu pueblo reciba los frutos
de tu generosa bendición
para que, libre de todo pecado,
logre alcanzar los bienes que desea.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
CONCLUSIÓN DEL RITO
1463. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito diciendo
Dios, bendito a través de todo,
os bendiga por Cristo en todo,
para que todo os sirva para el bien.
R. Amén
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.
1464. Si el ministro es laico, concluye el rito santiguándose y diciendo:
Dios, bendito a través de todo,
nos bendiga por Cristo en todo,
para que todo nos sirva para el bien.
R. Amén.