Grishka Holguin Conac
Grishka Holguin Conac
Grishka Holguin Conac
Alejandro Armas
Presidente
Benito Yrady
Director General
Domingo Miliani
Igor Delgado Senior
Vocales Directivos
Antonio López Ortega
Secretario
Dirección General Sectorial de Danza
Andreína Womutt - Directora
D. J. VOGELMAN
Lo esencial: no detenerse jamás. La idea del eterno viaje, del desplaza-
miento continuo hacia un conocimiento vital ha guiado una existencia
personal y creadora. Ni a los Lestrigones ni a los Cíclopes o al fiero Posei-
dón les ha temido, porque como dice el poeta Cavafy, no los ha llevado
dentro de su corazón, ni éste se los ha puesto ante sí. Simplemente, Grish-
ka Holguin no ha encontrado semejantes seres en su camino, tal vez por-
que ha mantenido elevado su pensamiento y ha sido siempre exquisita la
emoción que le ha tocado el espíritu y el cuerpo.
O como lo apunta Belén Lobo: "... lo que trataba era de mostrar al país
un lenguaje coreográfico nuevo que desafiaba las convenciones aca-
démicas por las que tanto apego y fervor sentían aquellos espectado-
res que pocos años antes rechazaron la Mesa Verde de Kurt Joss. Lo
que Grishka Holguin estaba proponiendo era la reinvención del cuer-
po en la medida en que buscaba una gestualidad que, en lugar de
contener o limitar su energía, contribuyera por el contrario a transfor-
marla en fuerza liberadora: en una expresión corporal capaz de de-
volver al torso una elasticidad y un protagonismo que la danza acadé-
mica tiende a negarle...". Blanco inquetante de Grishka
Holguin. Intérpretes: Juan Monzón y
De cualquier modo, pese a las dificultades económicas y la carencia José Ledezma. Fundación Danza
Contemporánea.
de bailarines formados en lo que por entonces se conocía como danza
moderna, Holguin encontró un terreno propicio para desarrollar sus
inquietudes creadoras y convertirse en el Maestro por excelencia, cuya
labor formativa no sólo se extiende hasta las más recientes generacio-
nes de bailarines y coreógrafos venezolanos, sino también a un buen
número de actores y personas comunes y corrientes que recibieron
contemporánea a cualquier per-
sona que quisiera tomarlas. De
hecho, recuerdo que en un deter-
minado momento venía a clases
medio cuerpo diplomático resi-
denciado en Venezuela. Las mu-
jeres de los embajadores llega-
ban con sus choferes a los salo-
nes de La Charneca y en verdad
que era muy divertido verlas ba-
jándose de sus carros, con mu-
cho glamour, en pleno barrio de
la parroquia San Agustín. Pero,
digamos que estaba muy de
moda entonces estar en mis cla-
ses de danza. Para llegar a la es-
cuela -que pertenecía a la gober-
nación y se llamaba "Juan José
Giros negroides, 1959. Gríshka sus enseñanzas de expresión Landaeta"-, caminaba la cues-
Holguin, Conchia Crededio, Alberto corporal o de movimiento escé- ta, porque no tenía carro en ese
de Paz y Mateos, Carlos Ortega
(sentados). Jean Dídier, Juan Monzón, nico. entonces, y siempre me gritaban:
César Gómez, Lourdes Acosta, Rosa ¡Adiós, flaco! Pero más allá de
Bernal (parados). Teatro de la Danza. "Después de presentar Sinfonía eso, nunca me llegó a pasar
en tres movimientos, formé en nada".
1950 el Teatro de la Danza junto a
Conchita Crededio. El nombre lo "También recuerdo -continúa
tomé de la compañía Danza Thea- Grishka- que el único subsidio
trer, de Lester Horton, con quien que recibíamos de la goberna-
tuve mi primer acercamiento a la ción eran los 700 bolívares que
danza contemporánea en Esta- me pagaban por honorarios pro-
dos Unidos. Funcionábamos en fesionales. Pero no era lo único
una escuela situada en La Char- que hacía para vivir. En ese en-
neca que tenía un teatro, donde tonces, ofrecí clases a las seño-
ensayábamos y montábamos los ras y niñas de sociedad en el
trabajos de la agrupación. Ade- Country Club. Pero también a la
más, ahí yo también daba clases actriz Juana Sujo y a muchos de
de expresión corporal y danza sus alumnos, entre ellos Esteban
Herrera y Frank Blanco. Tiempo después, muchos actores conocidos Gríshka Holguin. Foto: Miguel Gracia.
por la televisión como Guillermo González, Martín Lantigua y Héctor
Myerston recibieron de mí clases especiales para saber cómo moverse
en el escenario. Además, por muchos años les di clases a los niños del
Instituto de Educación Integral de Caracas y a los asiduos visitantes del
gimnasio del Hotel Tamanaco, trabajo por el cual mucha gente me cri-
ticó. Pero yo nunca le paré a eso, yo prefería trabajar en el gimnasio del
Tamanaco, donde me pagaban bien por tres mañanas a la semana,
que pedirles limosna a los amigos. Así que la idea de que todo el mundo
haya tomado clases conmigo es algo que me encanta...".
EN TORNO AL MAESTRO
Adolfo Ostos, otro joven bailarín formado por Grishka Holguin, quien se
encargó de la coordinación artística de Pisorrojo cuando en 1996 el
maestro dejó la Universidad Central de Venezuela después de dirigir
durante 20 años su Taller Experimental de Danza, comenta sobre los
talentos didácticos del pionero de la danza en el país. "Con él, todo el
mundo aprendía a bailar, hasta los alumnos más desvinculados con el
espacio. Creo que eso se debía a una claridad única en cuanto a su
concepto de lo estético, además de una arraigada vocación para la
enseñanza."
SABIDURÍA VIVENCIAL
Fue en Estados Unidos donde descubrió su pasión por las artes escé-
nicas: primero el teatro, luego la danza. "Siempre me encantó el
teatro y como en los colegios de allá se pueden escoger materias
libres, yo me incliné por la actuación, los deportes y la fotografía.
También a los 10 años tomé clases de Ballet Clásico en el Conserva-
torio de Música y Danza de Hollywood. Claro, adquirí nociones bási-
cas, pero el mundo del ballet no era lo que más me interesaba. En el
ballet los hombres no bailan como hombres, lo que para mí es algo
horrible."
Tomó clases con Horton, a la par que seguía sus estudios de teatro. Al
poco tiempo, al ver que tenía condiciones para la danza, el coreógrafo y
maestro le propuso formar parte de su compañía, pero Holguin tenía
otros planes en mente: volver a sus raíces familiares en México y cristali-
zar el sueño de consolidar su carrera como actor, por lo que rechazó la
oferta. "Cuando llegué a México lo primero que hice fue tomar clases de
teatro con Seky Sano, un japonés muy famoso y reconocido allá, que
enseñaba el método de Stanislavsky. Ricardo Montalbán y Miroslava to-
maban clases conmigo."
"En ese momento había un gran apoyo a las artes y la cultura mexica-
na vivía su gran eclosión. Eso estuvo bien, porque pasaron cosas inte-
resantes, como el estreno de la obra Cuatro soles, de José Limón, un
trabajo basado en el Popol-Vuh que fue todo un acontecimiento. Ade-
más, tuve la oportunidad de tomar clases con el propio Limón, con
seguidores de Martha Graham, con Ana Sokolov y con una antropólo-
ga y coreógrafa étnica, con acento africano, llamada Katherine Dun-
ham, entre otros maestros y personalidades. Por supuesto, en contra-
partida a este boom cultural, también estaba todo el cuento de la
mexicanidad. Waldeen y sobre todo Ana Mérida y Guillermina Bravo
rescataban elementos de la cultura indígena mexicana, así como sus
valores tradicionales e ideológicos para incorporarlos a la danza que
realizaban. Lo mismo sucedía con el muralismo, la literatura y las ar-
tes plásticas que se realizaron por ese entonces, en las que el mensaje
social era también muy importante. No se trata de que a mí no me
gusten las pirámides y el legado artístico de los aztecas, al contrario,
en México hay de dónde sacar cosas fabulosas, sólo que también pen-
saba entonces que estaba en el siglo XX y que quería hacer algo más
universal. Yo tenía una visión del mundo más abierta y eso me traía
problemas, porque a un mexicano jamás se te ocurra decirle nada feo
de María Félix, por ejemplo. Y siempre estuve claro: a mí realmente me
interesaba la danza por otras cosas."
Durante los años que pasan juntos, además del Teatro de la Danza es
imposible obviar que ambos dirigieron la Escuela de Danza Contempo-
ránea, de cuya creación Rosa Bernal escribió en la revista Páginas, en
diciembre de 1958 *: "No fue sino en fecha reciente y después de 10 años
de trabajo ininterrumpido, que el esfuerzo y dedicación de este grupo de
profesionales de la danza ha sido premiado por parte de la Dirección de
Cultura y Bellas Artes, con la creación oficial de una Escuela de Danza
Contemporánea. Actualmente la Escuela tiene 22 alumnos, pero en fe-
cha reciente, al instalarse definitivamente, abrirán inscripciones para
* Según el curriculum de Grishka Hol- todas aquellas personas interesadas en la danza."
guin, la Escuela de Danza Contempo-
ránea comenzó a funcionar en 1960.
Otras fuentes señalan su apertura en Entre los 22 alumnos referidos por Rosa Bernal, se encontraban Chela
1950, a la vez que refieren un funciona- Atencio, Graciela Henríquez, Juan Monzón, Gladys Yovelar, Belén Lobo y
miento paralelo con el Teatro de la
Danza. En cualquier caso, ambos pro- José Ledezma, entre otros. De acuerdo a Laura Nazoa, bailarina y perio-
yectos estuvieron estrechamente vincu- dista: "La Escuela Venezolana de Danza Contemporánea surgió con el
lados y contaron con la dirección con-
junta de Crededio y Holguin, quienes éxito que tarde o temprano corresponde a toda experiencia dirigida por
se separaron definitivamente en 1961. un artista honesto, de planteamientos definidos y con un claro y novedoso
sentido estético, donde la precisión y la limpieza van en busca de lo per-
fecto. Sus coreografías durante este período revelaron una nueva fórmu-
la del lenguaje contemporáneo, puesta en práctica por un creador a la
vez sencillo y profundo."