Personajes Principales

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Personajes principales

Doña Felicia:

Descripción física: Era de edad avanzada, usaba lentes.

Descripción sicológica: Le gustaba resolver casos, según sus amigos un poco chiflada.

Arthur Henry Williams


Descripción física: Es un fantasma tenia patillas, canas, bigotes y una pequeña barba.

Descripción sicológica: Era tímido, era un detective, resolvía casos.

Personajes secundarios
Raimundo
Descripción física: Solo quería que le dieran dinero, es alto y tenia 20 años.
Descripción psicológica: era incrédulo, jugaba bien tenis.

Ana
Descripción física: flaca, vivía con dos gatos
Descripción psicológica: era Profesora de lenguaje, coleccionaba de todo.

Isadora
Descripción física: era viuda, tenía una pensión que apenas le alcanzaba para comer,
tenía una sola hija.
Descripción psicológica: amable

Teresita
Descripción física: tiene 20 años, tiene dedos muy finos y largos
Descripción psicológica: frívola, bastante floja y aparentaba lo que no era.

Dorita
Descripción física: rubia, perfumada, trabajada, según ella sus dedos parecía canuones
Descripción sicológica: amable
Analizis de Mi querido fantasma
El fantasma del caserón de Ñuñoa era el secreto de doña Felicia. Lo había visto por primera vez
hacía veinte años, cuando colgaba el vestido de terciopelo en el closet de su dormitorio.
Así comienza la historia de una singular pareja de detectives: una anciana —considerada por
mucho como una vieja chiflada y Arthur Henry Williams, su querido fantasma inglés.
Once casos en los que el lector tendrá todos los datos para dilucidar quién es el culpable.
Santiago, La Serena, Valdivia, Frutillar y también el tren de París a Madrid sirven de escenarios a
distintos y entretenidos episodios que pondrán a prueba el poder de deducción de los lectores.
Para resolverlos, sólo tendrán que leer con mucha atención y ser tan sagaces como doña Felicia.

El caso de los billetes en el jarrón:


Un extraño robo donde el ladrón se encargó de desordenar y amarrar a la dueña de casa, ocurrió a una de
las vecinas de doña Felicia. El jefe de hogar llega a buscar a la anciana rápidamente, pues ella es amiga de
uno de los más renombrados detectives de Santiago, así que le pide ayuda para contactarlo. Pero doña Felicia
le dice que ella se encargará del caso. El señor, incrédulo frente a la que todos llaman vieja chiflada, acepta a
regañadientes, pues el robo fue del dinero que él guardaba tan recelosamente en aquel jarrón de su esposa.
Una empleada sin modales, un sobrino vividor, la esposa que fue asaltada y el jefe de hogar son los
principales sospechosos. Doña Felicia observa todo junto al fantasma que se encuentra a su lado en todo
momento —y que las personas son sólo capaces de escuchar—, descifran quién fue y con una hábil frase,
hace que confiese su robo.

—El caso con muchos dedos:


Una de las sobrinas de doña Felicia va a casarse, es por eso —y también porque quiere compartir con
algunas amistades— que realiza una reunión en su casa. A ella asisten dos amigas y una va con su hija,
además de su sobrina que llega un poco después mostrando su reluciente joya que acaba de adquirir como
señal del compromiso con su novio.
El anillo pasa de mano en mano mientras toman té y comen pastelitos que cocina Arthur Henry, hasta que
después de varios minutos, la sobrina de doña Felicia, pide que se lo devuelvan. Gran es su asombro cuando
ninguna de las presentes dice tenerlo.
Doña Felicia junto al siempre atento fantasma, comienzan con las típicas preguntas, así el culpable se
delata solo y luego de la frase esclarecedora, todo queda resulto y cada uno feliz se va a su hogar, menos uno
que se queda a rendir cuentas y a llevarse un susto.

—El caso de las pistas en verso:


Doña Felicia va a visitar a un sobrino que vive en La Serena. Justo en la época en que se realiza una
actividad a nivel comunal de detectives para los más pequeños, sus tres sobrinos nietos deciden apuntarse
junto con ella, así tienen la certeza que ganarán.
El juego consiste en ir resolviendo varios acertijos, donde el primero llevará a un lugar que se encuentra el
segundo y así sucesivamente. Arthur Henry y doña Felicia no sirven más que acompañantes porque esas cosas
son demasiados fáciles para ellos y son los niños los que deben resolverlos.
Como premio obtendrán libros de detectives reconocidos a nivel mundial.
En el camino deben «pelear» contra los otros equipos contrincantes que por unos momentos piensan que
no están descifrando los acertijos, sino que los andan siguiendo.
Aquí no habrá culpable, sólo un libro por descubrir.
—El caso del robo en el supermercado:
Como toda buena ama de casa, doña Felicia debe salir a realizar sus compras al supermercado para tener
para los días o para el mes. Pero en esta compra ocurre un accidente, por estar ayudándole a una señora con
los precios, un señor pide permiso para poder pasar y una chica con un carro en mal estado hace que todo se
vaya al suelo.
En el tumulto y desesperación por ordenar, la chica deja su cartera sobre unas cosas que llevaba en el
carro. Cuando va a cancelar —y donde todos los protagonistas del accidente se vuelven a reunir— se da
cuenta que la billetera con todo el dinero desapareció. Culpan al señor, culpan a doña Felicia, pero como
siempre el culpable saldrá a la luz por sí mismo y gracias a la pequeña ayuda de las frases típicas de la
anciana.

—El caso del bizcocho «arena»:


La anciana detective es invitada a pasar unos días con su sobrina en el sur, ésta es una persona que le gusta
tener todo en orden y limpio. Tiene tres pequeños diablillos que serán los protagonistas de este caso.
La sobrina de doña Felicia decide hacer una reunión, para eso cuando acaba con todo el aseo de la casa se
va a la peluquería dejando a la anciana con los niños que dijeron harían un bizcocho de arena para la
convivencia.
Pero desaparece justo un poco antes que la dueña de casa llegue. Ahora le toca a doña Felicia averiguar
quién de los tres niños fue el culpable.

—El caso de los escritores confundidos:


Doña Felicia es invitada a participar de un encuentro entre escritores de misterio. Arthur Henry, con
muchos ánimos se invita solo, a lo que la anciana responde que no podrá llevarlo. Enojado le entrega un libro
que él escribió, único en su especie.
Ella lo lleva a la convención y allí llama mucho la atención por los detalles que tiene, además de ser un
libro que dice cómo debe escribir y ser un buen detective. Pasa de mano en mano, todos lo miran, todos lo
ojean, pero cuando lo piden para que alguien que sepa inglés lo lea en voz alta, el libro ya no está.
Doña Felicia regresa a casa, habla con el fantasma y juntos se dirigen a la casa del culpable. Donde para
descifrar quién fue, ella nos da la pista con su típica frase.

—El caso de la casa de campo amarilla:


Como otros años, doña Felicia va a Frutillar a pasar unos días de vacaciones, allí se hospeda en una
residencial que dirige una alemana que cocina muy bien.
Mientras está tomando el fresco con algunos residentes, uno de ellos saca un encendedor un tanto costoso,
que al hacerlo funcionar toca un vals de Strauss. Todos los presentes se juntan para observarlo de más cerca,
pues el aparato llamó la atención de aquellos curiosos, pero luego todo eso se disuelve y cada uno se dirige a
hacer sus cosas, quedando el encendedor sobre la mesa a la vista y paciencia de cualquiera.
Obviamente desaparece, y nuestra ancianita acompañada de su querido fantasma, deberán resolver el caso
antes que el lector deduzca quién fue.

—El caso del admirador anónimo:


Doña Felicia acoge a una sobrina de una amiga que viene del sur en su casa mientras consigue una
pensión, ya que viene a estudiar a la capital. Esto tiene alterado al fantasma inglés que no está acostumbrado
al bullicio de la chica, aunque se tiene que aguantar porque la casa es de doña Felicia y a ella le encanta la
juventud.
Pero como no todo es bullicio, les llega un pequeño problema, a la chica le llega una carta anónima y está
decidida a descubrir quién se la mandó, así que cita a los cuatro posibles candidatos y comienza el
interrogatorio, a pesar que no le resultara como quería…
Ya en la noche, cuando estaba a punto de ir a dormir, doña Felicia revela el nombre, ¿podrás adivinarlo tú
antes que esta intrépida ancianita?

—El caso de las dos carteras:


En un centro comercial, con todo el bullicio y la gente de un lado a otro, a doña Felicia no le resulta para
nada incómodo pasear del brazo de un fantasma que sólo ella puede sentir. Siempre la miraron raro porque
hablaba sola, pero en lugares tan atiborrados de gente ¿quién se percata de aquello? Por ese motivo paseaba
de lo mejor de un lugar a otro en la enorme tienda.
No obstante, mientras bebían un jugo y café, ocurre un asalto. Se roban una cartera de unas señoras
sentadas cerca del fantasma y la anciana. Ésta, inmediatamente, envía a Arthur Henry en busca del malhechor,
aunque no logran capturarlo. Lo que sí encuentran son las pistas suficientes para dar con su paradero.
Aunque, quizás no las notes al primer intento.

—El caso de las cuatro viudas:


El mejor detective de Santiago llega en busca de doña Felicia para que la ayude con un caso. Ella,
completamente alegre por ser tratada como detective, acepta. Todo consistía en encontrar a la esposa de un
ladrón que había robado —hace años atrás— y que luego de salir de la cárcel volviera a repetir el robo.
La dichosa mujer a quien tienen que encontrar, es una de las cuatro viudas que vive en las cercanías de la
casa de doña Felicia, así que ésta prepara una mini reunión en donde revelándole lo que hace, es decir que les
cuenta que busca a la viuda, les sonsaca la información necesaria para darse cuenta cuál es la persona
indicada.
Tan hábil como siempre, sólo le bastó una respuesta para saber el disfraz de la mujer.

—El caso del robo en el tren español:


Doña Felicia se ha ganado unos pasajes para ir a Europa gracias a un programa de detectives que
trasmitían por televisión, logró —junto con el fantasma— descifrar el misterio y se fue a recorrer un poco de
Londres, París y Madrid.
Viajaba en el tren París-Madrid y debía compartir habitación con tres personas, una señora y dos chicas.
En el transcurso de la noche le roban una importante joya que le regaló su difunto marido, pero como ella es
una hábil detective, logra averiguar quién es con la ayuda de su querido fantasma.
Aunque por poco y se equivoca.

Opinión personal:
Son once cuentos para descubrir misterios, son once cuentos infantiles que de seguro te sacarán una
sonrisa mientras lees, sin importar la edad que tengas. Además el hecho que sea un fantasma tu fiel amigo y
acompañante detectivesco, le da un toque cómico y bastante divertido. Sobre todo cuando ambos discuten o
cuando los vecinos preguntan de quién es esa voz de hombre que aparece de pronto o por qué habla sola.
Cada uno de los cuentos hace que el lector interactué tratando de descifrarlos, algunos bastante fáciles,
otros no tanto, pero aquel que sea tan hábil como la señora Felicia de seguro los descubrirá todos.
Si quieres pasar un rato agradable leyendo algo más antiguo y que no es de lo típico que se escribe hoy en
día —dígase seres sobrenaturales de toda índole—, éste es un libro ideal para aquello, además que te hará
funcionar un poco las neuronas, si las tienes dormidas, intentando descubrir al malhechor.

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