Derecho Civil

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CAPÍTULO I

DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS

ARTICULO 1.- CONCEPTO DE ACTO ADMINISTRATIVO

1.1. Son actos administrativos, las declaraciones de las entidades que,


en el marco de normas de derecho público, están destinadas a
producir efectos jurídicos sobre los intereses, obligaciones o
derechos de los administrados dentro de una situación concreta.
1.2. No son actos administrativos:
1.2.1. Los actos de administración interna de las entidades destinados a
organizar o hacer funcionar sus propias actividades o servicios.
Estos actos son regulados por cada entidad, con sujeción a las
disposiciones del Título Preliminar de esta Ley, y de aquellas
normas que expresamente así lo establezcan.
1.2.2. Los comportamientos y actividades materiales de las entidades.

Elementos del concepto acto administrativo elaborado por el legislador


nacional

La legislación comparada de la materia muestra la tendencia de incorporara en


las normas reguladoras del procedimiento una definición operativa de acto
administrativo, asumiendo una tarea que la doctrina no ha sabido dilucidar a
plenitud. Esta decisión no responde a un prurito de sistematicidad o claridad
normativa, sino a la necesidad ineludible de dar fijeza a la interpretación
operativa y jurisprudencial para determinar que actuaciones administrativas
deben formarse siguiendo la exigencia de procedimentalizarse, cuales
actuaciones podrán ostentar estabilidad, firmeza, presunción de legitimidad,
ejecutividad, entre otras características jurídicas que hacen la naturaleza del
acto administrativo, y la diferencias de los actos de simple administración, a las
operaciones materiales, a los actos reglamentarios o normativos, y simples vías
de hecho.

Como se puede apreciar con nitidez, los elementos del acto administrativo que
esta Ley ha establecido son seis:
1. Una declaración de cualquiera de las entidades

El acto administrativo es el resultado jurídico de un proceso de exteriorización


intelectual que es emanado de cualquiera de los órganos de las entidades,
para concretar en un supuesto especifico la potestad conferida por la ley. Al
constituir el acto administrativo, una típica manifestación del poder público,
conlleva fuerza vinculante por imperio del Derecho.

Este elemento, comprende la naturaleza unilateral de la declaración, puesto


que la decisión se origina y produce por efecto de la convicción única de quien
ejercer la autoridad, siendo irrelevante la voluntad del administrado para
generarla. Aunque el administrado participe promoviendo la decisión, por su
pedido, denuncia o queja, y pese a que la autoridad debe cuidar el debido
procedimiento, la participación del administrado por si sola carece de fuerza
vinculante para generar una declaración de cualquiera de las entidades, nunca
será factor determinante para obtener una decisión, pues para ello se requiere
solo un mandato legal, de la autoridad judicial o la propia convicción de la
Administración.

Comúnmente se reduce el acto administrativo a aquellas actuaciones que


contienen una manifestación de voluntad administrativa, el querer, la intención
consciente y voluntaria de la autoridad -haciendo actuar a la ley-, que se forma
con los elementos de juicio que conoce y el ordenamiento jurídico aplicable. Sin
embargo, también son actos administrativos las certificaciones, las
inscripciones, las constancias, etc., supuestos en los cuales propiamente la
autoridad no posee una manifestación de su querer. Por ello, la Comisión
acordó emplear el término más amplio de “declaraciones de las entidades” en
vez del tradicional “manifestaciones de voluntad”.

Con acierto DROMI (39)1 afirma: que la doctrina considera que las
declaraciones que sirven de base al acto administrativo pueden ser:

 Declaraciones decisorias, cuando contienen una declaración de


voluntad, de deseo o un querer específico de la administración que

1 DROMI, Roberto; El acto administrativo, p. 16.


constituye su finalidad (ej. resolución administrativa, acotación tributaria,
otorgamiento de licencia);
 Declaraciones de conocimiento, cuando la autoridad certifica tanto el
conocimiento de un hecho de relevancia jurídica (ej. acto de transmisión,
como la notificación o la publicación), como la aceptación de
declaraciones particulares de interés administrativo (ej. partidas de
nacimiento, Inscripciones regístrales, certificaciones).
 Declaraciones de opinión, cuando valora y emite un juicio afirmativo o
negativo sobre un hecho comprobado administrativamente (ej.
certificación administrativa de antecedentes, de buena conducta, de
salud, etc.).

La declaración ha de emanar de una persona que posea la condición subjetiva


de entidad, conforme al artículo 1 del Título Preliminar, lo cual incluye a los
otros Poderes del Estado diferentes al propiamente administrativo, e incluso a
entes no estatales, como empresas privadas que asumen servicios públicos, o
funciones públicas, entre otros. De este modo, un acto administrativo puede ser
producido, por los órganos del Poder ejecutivo, autoridades de los Poderes
legislativo o judicial, de órganos autónomos, por autoridades regionales y
municipales, e incluso, por los particulares cuando les hubieren sido atribuidas
funciones administrativas.

La exigencia de la cobertura de una declaración formal de las entidades, para


alcanzar la categoría de actos administrativos, hace que sean excluidos los
comportamientos materiales o simplemente hechos administrativos subjetivos 2
a que se refiere el numeral 1.2.2., esto es toda actuación física u operativa de
los órganos administrativo que produce la adquisición, modificación,
transferencia o extinción de relaciones jurídicas. Por ejemplo, la demolición de
un edificio, la actividad de inspección, la entrega de una notificación, la pérdida
de un expediente, etc.

2 Los hechos administrativos subjetivos se definen en oposición de los hechos


administrativos objetivos, que son el que no concurre voluntad de los órganos
administrativos en su constitución pero conllevan efectos administrativos. Ej. El
tiempo, y el espacio. Nótese que esta ley también regula los efectos de estos hechos
administrativos.
Estos comportamientos no son vías de hecho, que es un término reservado
para aquellos comportamientos materiales de los órganos administrativos,
gravemente antijurídicos, como el comportamiento material lesivo a un derecho
fundamental, o la puesta en ejecución de un acto administrativo cuando no se
encuentre expedito para ello (art. 239. 5).

Como se puede apreciar, la norma se limita a establecer que el


comportamiento material no constituye acto administrativo, pero ello no lo
excluye de su regulación por la Ley, como sucede con el comportamiento
dirigido a la ejecución o a la transmisión de conocimiento de un acto, y en
general los actos Internos que deben respetar las reglas del Título Preliminar.

2. Destinada a producir efectos jurídicos externos

La naturaleza de decisión ejecutoria es sustancial para la configuración del acto


administrativo, pues solo mediante este acto, la autoridad puede crear,
reconocer, modificar, transformar o cancelar intereses, obligaciones o derechos
de los administrados, a partir del contenido del acto que aprueba. La actividad
administrativa productora de efectos jurídicos externos, se caracteriza por
dirigirse hacia el exterior de la organización administrativa que la emita, hacia
los ciudadanos, otras entidades, las autoridades administrativas respecto de
sus derechos como agente público, otros órganos, cuando actúan como
administrados, o cuando posean carácter general.

Los efectos jurídicos que produce un acto administrativo, pueden ser actuales o
futuros, pero siempre directos, públicos y subjetivos. Excluye el ámbito de la
actuación pública que recae al propio interior de las entidades, que caracteriza
a los actos de administración o actos internos de la administración, tales como,
los informes, opiniones, proyectos, actos de trámite, etc.

3. Que sus efectos recaigan sobre derechos, intereses y obligaciones de


los administrados

La calidad de acto administrativo queda reservada para aquellas decisiones


que por si mismas generan efectos jurídicos para los terceros, en sus
derechos, intereses u obligaciones.
El sujeto pasivo o administrado viene a ser calificado por que sobre sus
intereses o derechos de relevancia pública recae el efecto del acto, y van a
verse alterados -sea a favor o en contra- Por ende, resultan excluidos los actos,
que están dirigidos a producir efectos indirectos en el ámbito externo, tales
como los informes aún cuando sean vinculantes o dación de normas técnicas,
aun cuando se expresen bajo forma de resolución.

Los actos que se agotan en el ámbito intern de la propia Administración, son


actos del poder público, pero que por su alcance no requieren ser recubiertos
de las garantías, y recelos propios de la Actuación externa. Como tal, se
orientan exclusivamente a la búsqueda de la eficacia de los resultados de la
gestión pública.

4. En una situación concreta

Característica del acto administrativo, es que los efectos subjetivos que


producen son concretos, de materia y situación jurídico-administrativa
específica, lo que los diferencia de los reglamentos que son abstractos,
generales e impersonales.

La exigencia de concreción para configurar un acto administrativo, no es


sinónimo de individualidad del administrado concernido con el acto, puesto que
un acto también puede ser dirigido a un número incierto de personas pero
dentro de una situación jurídico administrativa perfectamente concreta (ej.
convocatoria a una licitación pública, o a una audiencia pública).

5. En el marco del Derecho Público

La actuación pública que califica como acto administrativo ha de estar sujeta a


los preceptos del Derecho Público o lo que es lo mismo realizada en ejercicio
de la función administrativa. No se trata de calificar al apto, por el órgano que
es su autor, sino por la potestad pública que a través de ella se ejerce 3. En ese
mismo sentido, no resulta necesario que para ser calificado como acto
administrativo que la actuación pública sea expresión de una potestad

3Lo actos administrativos también pueden ser producidos por entes no públicos,
como las empresas concesionarias de servicios públicos, universidades privadas, etc.
exorbitante, ya que la misma capacidad ejecutiva y vinculante del acto, lo
convierte en acto administrativo.

La exigencia del marco de derecho público, no debe conducir al equívoco que


en cada caso deba analizarse si se trata de una relación jurídica administrativa
o no, pues esta subyace a la naturaleza misma de las entidades. La huida del
derecho público, o la sustracción de este marco jurídico debe ser expresa, para
poder excluir a sus decisiones de la calificación de acto administrativo.

Esta exigencia excluye de la posibilidad de calificar como acto administrativo


las actuaciones de las entidades, que bajo marco legal especifico y habilitante,
se sujetan al derecho común, despojándose la entidad de sus potestades
públicas, como por ejemplo sucede cuando una entidad pública concerta un
contrato de estabilidad jurídica con un particular, o se somete a arbitraje para
definir las controversias que pudiera suscitar su actuación. En el mismo
sentido, se encuentran fuera de la calificación de acto administrativo, las
declaraciones que realicen las entidades, bajo personería empresarial, dentro
de un proceso judicial, etc.

6. Puede tener efectos individualizados o individualizares4 (artículo 29)

La Comisión precisó, que un acto administrativo puede tener efecto


individualizado o individualizadle al momento de su dación, pues lo importante
es que al momento de su ejecución, ya este individualizado perfectamente. Así,
fue precisado por la Comisión para la interpretación correcta de sus alcances5.

La regla de la tipicidad o normatividad de los actos administrativos

La doctrina europea ha desarrollado la noción de la Tipicidad o normatividad de


los actos administrativos como una forma adicional de reforzar la sujeción de la
administración a la legalidad, cumpliendo la función de límite a las posibilidades
decisorias de la administración, en modo similar como los derechos reales y los
contratos nominados operan para los sujetos de derecho privado.

4 Este elemento ha sido adicionado en el artículo 29 de la Ley, en una no muy buena


técnica legislativa.
5 Sesión del 31 de enero 1998.
Por esta regla se considera que todos los actos administrativos deben
responder formalmente con la hipótesis legal prevista previamente, esto es, ser
típicos. Con ello se pretende que la Administración no pueda crear nuevas
formas de actos administrativos, pues solo puede hacerlo utilizando las
modalidades, categorías y esquemas previstos en una norma expresa6. De
este modo, los actos administrativos aparecen como actos típicos, sujetos a
esquemas previamente fijados por alguna norma expresa.

De este modo, la Administración no puede aplicar una clase o tipo de actos


administrativos que no se encuentren previamente admitidos y disciplinados
expresamente por normas generales (leyes o reglamentos), o que existiéndolo
se cree una modalidad ad hoc o se genere un acto atípico. Como se puede
apreciar, con esta regla se retira la posibilidad que la Administración cree a su
arbitrio alguna clase de actos administrativos, o sustituya categorías
predispuestas con otras distintas (Ej. emita un acto de liberalidad cuando
corresponda la figura de la concesión, o cree un tipo innominado de licencia
para eludir la categoría especifica de licencia cuyos requisitos están en la ley).

Cuando sucede cualquiera de estas contravenciones, estaremos frente a un


caso en el que la administración ha escogido un objeto inhábil para su acto
administrativo. En principio, se deriva de esta regla la “inoperancia de la
calificación que se le de al acto, pues despliega los efectos de su tipicidad,
aunque los vocablos utilizados sean distintos”7. Y, en casos flagrantes,
estaremos ante actos afectados de nulidad.

Como se puede apreciar, la regla de la tipicidad del acto administrativo


contiene un núcleo claro derivado directamente del ordenamiento
expresamente por norma expresa, y una zona de penumbra, referido a la
presunción de que el acto está autorizado, cuando sus motivos o contenidos
puedan referirse aun cuando sea imprecisamente a algún dispositivo legal.

En verdad, no podía ser de otro modo, puesto que la regla “si bien tiene una
importancia cualitativamente enorme, cuantitativamente se reduce a una

6 GARCÍA-TREVIJANO Y FOS, José Antonio, Los actos administrativos. Editorial


Civitas. 1991, p. 108 y ss.
7 GARCÍA-TREV1JANO y FOS. Ob. cit, p. 108.
categoría especifica de actos administrativos”8, dado que de generalizarse la
regla estaríamos frente a una administración sin posibilidad de apreciar
contextos, necesidades, valorar circunstancias, constreñida legalmente a ser
un mero ejecutante autómata de las prescripciones legales. Estaríamos frente a
lo que RONDÓN DE SANSO, denomina la exacerbación del principio de
legalidad administrativa9.

Nuestra Ley N° 27444 no ha acogido en toda su extensión la regla de la


tipicidad de los actos administrativos, y más bien parecería optar por el camino
adverso si anotamos que la única exigencia para la regularidad de los objetos
de los actos administrativos es que en ningún caso pueda asumir un contenido
prohibido por el ordenamiento jurídico, con lo que pone a la autoridad en la
condición de llenar de contenido libremente a sus actos, en tanto no contradiga
el texto de alguna norma prohibitiva (art. 5.2.).

No obstante ello, en verdad, el legislador se ha aproximado bastante a esta


regla en dos momentos:

• Cuando ha consagrado a su interior una serie de categorías de actos


administrativos que configuran una clasificación más o menos variable, y
la sujeción que hace de cada una de ellas a exigencias, requisitos,
calidades, etc. En estos casos, se trata de supuestos típicos a los cuales
apareja el legislador un régimen jurídico propio, que no puede evitarse
por la administración. Por ejemplo, a lo largo de la norma se encontraran
disposiciones en específicos para los actos administrativos firmes, para
los actos administrativos de mero trámite, para los actos complejos, para
los actos simples, entre otros, que ciertamente significan la indudable
intención legislativa de vincular la conducta administrativa imponiéndole
la utilización de ciertos tipos de actos administrativos para el ejercicio de
las potestades, adhiriéndoles un régimen jurídico propio que no puede
ser obviado por la autoridad.
 Cuando ha reforzado la legalidad de determinados actos previstos en la
norma, mediante la exigencia de que para su ejercicio por la autoridad

8 RONDÓN DE SANSO, Hildegard; Teoría general de la actividad administrativa;


Librería Alvaro Nora, Venezuela 1995; p. 75.
9 Ob. Cit, p. 74.
administrativa deban contarse con una ley habilitante en particular que le
indique no solo la posibilidad de realizarlo sino también cuales serán sus
objetivos y de que manera lo hará. De este modo, no basta que la ley
prevea un régimen jurídico para estos actos administrativos, sino que
exista una norma autorizante en los procedimientos especiales y los
supuestos en los cuales operaran. Así sucede al prever la tipicidad para
las modalidades de los actos administrativos de condición, modo y cargo
(art. 2), para la potestad sancionadora (arts. 229 y ss), para la exigencia
de la comparecencia personal (art. 58 y siguiente), para la adopción de
medidas cautelares (art. 146.1), para la aplicación de multas coercitivas
(art. 199), y la compulsión contra las personas (art. 200), ¡a potestad
revocatoria (art. 203.2.1.), entre otros.

Por estas razones es importante realizar una apreciación global de los distintos
actos administrativos previstos en la norma y de su respectivo tratamiento
normativo.

Clases de actos administrativos

Las clasificaciones de los actos administrativos reflejan diversas


contraposiciones de expresiones la autoridad administrativa según varias
perspectivas. Acaso ninguno de los tipos llegue a dar cobertura suficiente al
universo posible de actos administrativos, sino que aparezcan como
complementarios para mejor comprender la compleja realidad de la actuación
administrativa. Tampoco cada par será perfectamente excluyente de los otros,
sino más bien superpuestos o confluentes. Pero todas ellas tienen un indudable
efecto didáctico para la identificación de diversos regímenes paralelos 10.

No es nada nuevo decir que existen tantas clasificaciones cuantos doctrinantes


del derecho administrativo, o como posiciones jurisprudenciales se han
planteado. Pero sí resulta importante convencerse que la ley contiene
tratamiento diferente para diversos actos administrativos, como por ejemplo en
las siguientes materias:

10Al respecto puede consultarse VANDELLI, Luciano; "La Clasificación de los actos y
de los procedimientos administrativos". En: IV Jomadas Internacionales de Derecho
Administrativo, Caracas Venezuela, 1988, p. 237 y ss. Fundación de Estudios de
Derecho Administrativo.
 Si son o no procedentes las acciones o pretensiones contencioso-
administrativas.
 Si es o no procedente el agotamiento de la vía administrativa.
 Si son o no procedentes los recursos administrativos contra
determinados actos.
 Si son transmitidos al conocimiento los interesados mediante notificación
o publicación.
 Si deben documentarse por escrito para su existencia.
 Si pueden ser revocados o no.

La utilidad de la sistematización de los actos administrativos en clasificado, no


radica en buscar esquemas abstractos e irreales o agotar las posibilidades de
imaginación, sino más bien dar coherencia a las diversas categorías típicas de
actos acogidas por el ordenamiento.

Algunas de las clasificaciones tradicionales de los actos administrativos


originadas en los albores del derecho administrativo carecen actualmente de
valor y utilidad contemporánea. Así sucede, con la clasificación desde el punto
de vista del poder utilizado para su expedición, que diferencia entre actos de
poder o autoridad y actos de gestión, tomando como criterio histórico el
surgimiento de las teorías francesas de la impugnabilidad o no de los actos y
basados en la teoría del “poder público”. Conforme a este criterio, los actos de
poder, son recurribles ante la justicia especial y los actos de gestión son actos
recurribles ante la justicia ordinaria o común.

En la misma manera, cuando desde el punto de vista de la vinculación con el


servicio Público, se diferenciaba entre actos de servicio público y actos ajenos
al servicio, basado en las teorías francesas del “servicio público”.

Para efecto de tener un panorama completo de los distintos actos


administrativos que han sido objetos de regulación en la ley del procedimiento
Administrativo General, debemos revisar los siguientes:

 Los actos administrativos generales e individuales.


 Los actos administrativos terminales, definitivos o resolutivos y los actos
de trámite, preparatorios o actos del procedimiento.
 Los actos administrativos favorables o ampliatorios, los actos de
gravamen y los actos denegatorios.
 Los actos administrativos personales y los actos administrativos reales.
 Los actos administrativos expresos, tácitos e implícitos.
 Los actos administrativos impugnables, los actos consentidos y los actos
firmes.
 Los actos administrativos constitutivos y los actos administrativos
meramente declarativos.
 Los actos administrativos de incoación, instrucción, ordenación,
intimación, resolutorios y de ejecución.
 Los actos administrativos individuales y los actos administrativos en
masa.
 Los actos administrativos de órgano unipersonal y de órgano colegiado.
 Los actos administrativos simples y los actos administrativos complejos.
 Los actos administrativos originarios y los actos administrativos
confirmatorios.

a. Los actos administrativos según sus destinatarios: actos


administrativos generales e individuales:

Los actos administrativos generales son aquellos que interesan a una


pluralidad de sujetos de derecho, sea formado por un número indeterminado o
determinados de personas.

Es decir, existe diferencia entre un acto administrativo de efectos generales, y


el acto normativo de efecto general (reglamento). El acto administrativo es
general porque interesa a una pluralidad de destinatarios identificados o
identificadles, y no porque tenga necesariamente un contenido normativo,
como sucede en los reglamentos, (ej. convocatoria a un concurso, a una
licitación pública, o la fijación administrativa de una tarifa para prestación de
servicios públicos).

El acto individual o singular, ai contrario, es el acto destinado en específico una


o varias personas, identificadas nominativamente o por su pertenencia a un
colectivo objetivo e inequívoco, el cual es, además, un acto de efectos
particulares, de acuerdo a la clasificación anterior, (ej. resolución de un recurso
administrativo, designación de un funcionario).

La diferencia identificada es importante a efectos de definir la modalidad de


transmisión de conocimiento aplicable a cada uno de ellos.

La Ley consagra un tratamiento homogéneo para los actos reglamentarios


(normativos), y para los actos administrativos generales, al establecer que
ambos deben ser publicación en vía principal11.

La publicación en vía principal está pensada como el medio idóneo y suficiente


para transmitir decisiones de la autoridad que no tienen debidamente
identificado y circunscrito un grupo de administrados interesados. Las
decisiones objeto de publicación son: disposiciones de alcance general y, por
ende, no particularizadas en el ámbito de uno o varios administrados, tales
como normas reglamentarias; y además, aquellos actos administrativos que
interesan a un número indeterminado de administrados pero que no se han
apersonado al procedimiento y siempre que no se tenga domicilio conocido.

Por su parte las decisiones administrativas individuales se siguen por la


modalidad de la notificación (arts. 20 y ss.), aun cuando se trate de una
notificación a una pluralidad de interesados (art. 22).

b. Los actos administrativos según su contenido:

b.1. Actos terminales, definitivos o resolutivos y actos de trámite,


preparatorios o actos del procedimiento

En primer lugar, puede distinguirse el acto que pone fin al asunto


administrativo, en cuyo caso estamos ante un acto definitivo, del acto de
trámite, que no pone fin al procedimiento ni al asunto, sino que, en general,
tiene carácter preparatorio.

La distinción, según el contenido de la decisión, se refiere a que el acto


administrativo definitivo es el que pone fin a un asunto en cualquiera de las

11 “La publicación procederá (...) en vía principal, tratándose de disposiciones de


alcance general o aquellos actos administrativos que interesan a un numero
indeterminado de administrados no apersonados al procedimiento y sin domicilio
conocido” (art 23.1.1.).
instancias del respectivo procedimiento administrativo. La forma usual de poner
fin al procedimiento es la resolución terminal pronunciándose sobre el fondo del
asunto, sea estimando o desestimando el petitorio, o definiendo el tema de
oficio. Pero también se reputan como acto definitivo la resolución que acepte
un desistimiento, declare el abandono, o cualquier otra modalidad legalmente
prevista para corcel procedimiento regularmente.

En cambio, la denominación acto administrativo de trámite, sirve para calificar a


todos aquellos actos instrumentales y preparatorios del acto definitivo,
comprendiendo un conjunto de decisiones administrativas concatenadas
dirigidas a preparar la materia y dejarla expedita para la decisión final. A
diferencia del acto definitivo que posee una declaración de voluntad
propiamente, los actos de trámite contienen por lo general, declaraciones de
conocimiento o de juicio, y solo excepcionalmente de voluntad administrativa
(ej. medida cautelar).

Los actos de trámite pueden ser:

a. Actos de trámite en sentido estricto o de mero trámite (como los califican


expresamente ¡os artículos 6.4.1. y 132.2) que consisten en actos de
gestión del expediente, pero sin impacto directo trascendente en los
administrados (actos de iniciación, petición de informes, disposición de
actuación de pruebas, la convocatoria a audiencia pública, etc.).
b. Medidas cautelares.
c. Actos pendientes de aprobación.
d. Decisiones sobre incidentes (queja, abstención, solución de conflictos de
competencia administra).

La separación entre estos actos resulta capital para la aplicación de las reglas
de la impugnación en la vía administrativa.

Conforme al artículo 206 de la Ley, son recurribles directamente en la vía


administrativa los actos administrativos terminales o definitivos, sin necesidad
de ningún requisito adicional. Mientras que para la impugnación de los actos de
trámite, solo podrán ser cuestionados autónomamente en aquellos supuestos
excepcionales, cuando por su contenido determinen la imposibilidad de
continuar un procedimiento o produzcan indefensión al administrado, esto es
asuman para los intereses o derechos de algún administrado los efectos de
una decisión terminal12.

Por imperio de la ley se ha definido como actos impugnables a los siguientes:

• Actos definitivos o resoluciones.- Son los actos que deciden el


procedimiento y concluyen la instancia administrativa, cualquiera que
sea su contenido. No obstante este consenso doctrinario, debe dejarse
establecido que también se permite la impugnación de algunos de estos
actos cuando por la naturaleza del estado del procedimiento o situación
particular del administrado, le produzcan indefensión (por ejemplo, la
denegación de la vista, declaración de reserva de alguna parte del
expediente, denegación de oportunidad para aportar pruebas o realizar
alegatos, acto de ejecución sin apercibimiento previo, etc.) o tengan
como efecto, directo o indirecto, imposibilitar la continuación del
procedimiento.
• Actos de trámite que determinen la imposibilidad de continuar el
procedimiento.- Se asimilan estos actos de trámite, atendiendo a la
importancia que para el procedimiento reportan. Por ejemplo, una
resolución que suspenda un procedimiento, que declare el abandono, o
declare la falta de subsanación de requisitos para el inicio del trámite.
• Actos de trámite que produzcan indefensión.- Aquellos actos que aun
sin tener la cualidad de definitivo, coloquen al administrado en
imposibilidad de defenderse de otro modo, Por ejemplo, la denegación
de una prueba o rechace a un tercero el ingreso al procedimiento que le
afecte, etc.

b.2. Actos favorables o ampliatorios, actos de gravamen y actos


denegatorios

12 La pregonada irrecurribilidad de los actos de trámite, debe ser entendida rectamente


como la irrecurribilidad autónoma, esto es, que no procede presentar recursos
administrativos independientemente contra cada uno de ellos, y no confundirse con
que se trata de actos exentos de control administrativo o judicial. Pues, su regularidad
siempre podrá ser alegada y controlada con ocasión del recurso que se interponga
contra el acto definitivo que concluye el procedimiento, como una irregularidad del
procedimiento administrativo seguido para dar origen al acto final.
Esta clasificación adopta como criterio los efectos de la decisión administrativa
en la esfera jurídica del destinatario del acto, según sea la incidencia favorable
(creando- un derecho, una facultad, o una posición de ventaja o beneficio,
suprimiendo una limitación o desventaja, etc.), desfavorable (imponiendo
deberes, gravamen, limitaciones o prohibiciones, etc.), o negativa pero neutral
(actos denegatorios de una pretensión).

Son ejemplos de actos administrativos favorables, conformadores o


ampliatorios: la admisión, la autorización, la licencia, los permisos, la
concesión, etc. A su vez, son ejemplos, de actos administrativos de gravamen:
las ordenes, los actos extintivos de derechos (revocación, nulidad,
confiscación, decomiso, etc.), las sanciones y en general, todos los actos
administrativos que imponen cargas, obligaciones, limita derechos, o contiene
declaraciones perjudiciales a los administrados.

Resulta importante porque uno y otro va a seguir reglas e intensidades


distintas, en cuanto a su vinculación con la legalidad, motivación, garantías,
niveles de discrecionalidad, etc.

Por ejemplo, en cuanto a la eficacia del acto, la Ley prevé que los actos
favorables o ampliatorios pueden tener eficacia anticipada a la notificación o
publicación del acto, conforme a las condiciones que establece el artículo 17 de
la norma.

Por el contrario, la figura de la alegación conclusiva ha sido regulado como


requisito indispensable solo para aquellos procedimientos de gravamen para
los administrados (ej. sancionadores, fiscalización, tributarios, etc.), en los que
la autoridad deberá otorgar vista de la causa por un lapso no menor de cinco
días para presentar su alegato a manera de descargo; así mismo el legislador
ha consagrado a favor del administrado su derecho a moderación de actos de
gravamen (art. 55.10), por el que los actos de gravamen, tienen aquí un
tratamiento limitante a favor dé los administrados. Aquí se dice que, todos
estos actos deben ser llevados a cabo en la forma menos gravosa posible, para
los administrados, en una proyección del principio de razonabilidad establecido
en el Título Preliminar.
Finalmente el Título Preliminar de la Ley, contiene el principio de razonabilidad
(art. IV, 1.4.) que ha sido concebido, con una regla adicional y particularizada
para las decisiones de gravamen sobre los administrados, ya que se entiende
que estas medidas convergen en afectaciones admitidas sobre los derechos y
bienes de los administrados.

En tal sentido, teniendo como ámbito protector a la persona humana y


arbitrando razonablemente con el interés público, la Ley mediante este principio
da una pauta fundamental a la autoridad que tiene ia competencia para
producir actos de gravamen contra los administrados: producirla de manera
legítima, justa y proporcional.

La norma contempla que para cumplir con el principio de razonabilidad una


disposición de gravamen, de cumplir con:

• Adoptarse dentro de los límites de la facultad atribuida. Esto es cumplir y


no desnaturalizar la finalidad para la cual fue acordada la competencia
de emitir el acto de gravamen.
• Mantener la proporción entre los medios y fines. Quiere decir que la
autoridad al decidir el tipo de gravamen a emitir o entre los diversos
grados que una misma nación puede conllevar, no tiene plena
discrecionalidad para la opción, sino que debe optar por aquella que sea
proporcional a la finalidad perseguida por la norma legal.

Finalmente, tenemos los actos denegatorios que son aquellos que, como su
designación lo expresa, constituyen un rechazo de las pretensiones planteadas
por un administrado. Estos actos constituyen la voluntad declarada
expresamente por la autoridad de no actuar en determinado sentido.

b.3. Actos administrativos personales y actos administrativos reales

Los actos administrativos personales son aquellos que regulan de modo directo
y concreto la posición jurídica o la conducta de los administrados, por lo cual
para su construcción inciden las características personales del administrado (ej.
otorgamiento de una pensión, designación en un cargo, adjudicación de una
buena pro, o una sanción administrativa).
El acto administrativo real, está dirigido de modo directo e inmediato a
concretar situaciones jurídicas patrimoniales, por medio de las cuales se
califican la regularidad de una actividad, o constituyen aptitudes jurídicas de
bienes o actividades y no de personas. Por ejemplo son actos administrativos
reales, un permiso de circulación de vehículos, una autorización de
exportación, la afectación de bienes al dominio público, la calificación de
patrimonio histórico de algún bien, la transferencia de bienes
interadministrativos, una licencia de construcción, etc.

La utilidad de la diferencia, radica en la transmisibilidad del estatuto que


produce el acto administrativo, de tal suerte que los actos administrativos
personales al haber sido otorgados en función de los sujetos, le siguen a estos,
durante la vigencia del acto; a diferencia de los actos administrativos reales,
que al estar dispuestos en función de los bienes, son separables de las
personas que sean los destinatarios del acto.

c. Los actos administrativos según la forma de exteriorización de la


declaración: actos administrativos expresos, tácitos e implícitos:

El criterio diferenciador de esta clasificación es la forma o modo como se


documenta y se da a conocer la voluntad administrativa al exterior. No
queremos plantear con ello que exista un acto administrativo formal y uno sin
forma, sino identificar que tipo de forma es aquella que conforme a ley es válida
para ser exteriorizada válidamente por la autoridad13.

Por lo general, la declaración que contiene el acto administrativo debe ser


expresa y formal, para ser reconocible por terceros y poderles vincular con su
eficacia. La exigencia de tener una expresión formal, generalmente se asimila
con el requisito de escrituriedad del acto, por el cual se conceptúa que la

13 No podemos dejar de reconocer que en algunos ordenamientos y doctrina


administrativa, como la alemana, en que se diferencia entre aquellos actos que
jurídicamente se hayan vinculados a una forma determinada (actos formales),
mientras que en otros no están sujetos a forma impuesta y, queda al arbitrio de la
autoridad escoger la modalidad que considere adecuada para documentarla, estando
vinculada a la legalidad solo por el contenido y ya no por la forma (actos sin forma).
Nuestro sistema administrativo no ha admitido esta categoría. Puede revisarse al
respecto MtRKL, Adolfo; Teoría General del Derecho Administrativo", Editorial Revista
de Derecho Privado, Madrid; p. 234.
principal forma de documentación de los actos administrados, es el carácter
escrito, o escrituriedad14.

El profesor HUTCHINSON, afirma que el carácter escrito de los actos del


procedimiento se sustenta en la conveniencia evidente a favor del administrado
por las siguientes razones:

• Impide ejercer presiones sobre el particular


• Obliga a fundar las decisiones.
• Exige decidir todas las peticiones, y,
• Permite una mejor apreciación de los hechos por parte de los órganos
superiores, con el siguiente control de la actuación de los inferiores15.

Como se aprecia, la regla es que las resoluciones administrativas se


documenten bajo la forma escrita y, luego, se genera un documento
administrativo adicional (oficio, carta, etc.) de notificación. No obstante ello,
resulta muy común en nuestras entidades que la autoridad administrativa
comunique decisiones mediante oficios, sin que exista un acto administrativo
formalmente elaborado por separado.

Para algunos, estas cartas, oficios o cédulas de notificación, son documentos


administrativos que no son actos administrativos, y que como tal no son
impugnables, anulables, etc. Para otros, en la corriente a la cual nos afiliamos,
no podemos admitir esta situación peligrosa de dejar librados en las manos de
la propia administración la naturaleza de las decisiones que emite, y por ende
las posibilidades de acción del administrado. En tal sentido se impone
reconocerles condición de acto administrativo, aunque siendo escritos,
prescinda de las formas propias de las resoluciones de desdoblar el acto
administrativo mismo del acto de la notificación.

Como bien estableció la Procuraduría del Tesoro de la Nación de Argentina, En


caso de ausencia de un acto administrativo expreso, la nota de la

14 “Los actos administrativos deberán expresarse por escrito, salvo que por la
naturaleza y circunstancias del caso, el ordenamiento jurídico haya previsto otra
forma, siempre que permita tener constancia de su existencia" (art. 4.1.).

15HUTCHINSON,'Tomas. Ley nacional de procedimientos Administrativos, Tomo 2, p.


95.
administración que hace saber al destinatario de la decisión de la misma reúne
la condición de acto decisorio y la de acto de notificación. Reúne estos dos
aspectos ya que es una declaración de voluntad administrativa y porque,
además, comunica, hace saber el partículas interesado dicha declracion16.

Por otro lado, como la escrituriedad importa proceder contra la celeridad, en


algunos casos el derecho administrativo prevé que algunos actos
administrativos expresos sean exteriorizados por medios gestuales, signos y
señales, como por ejemplo, las decisiones de las autoridades en materia de
tránsito. En estos casos, junto con las decisiones escritas, conformarán la
categoría de actos expresos.

Los actos administrativos también pueden ser exteriorizados tácitamente,


cuando ante una determinada conducta de la autoridad (un acto expreso, un
hacer o un no hacer), se puede deducir racionalmente y conforme a lo indicado
por la ley expresamente, la existencia de una decisión en determinado sentido
(arts 10 3 33, 34, 188).

Finalmente, tenemos la categoría de los actos administrativos implícitos son


“aquellos comportamientos de los que se desprende una declaración de
voluntad de un órgano administrativo sin seguir el procedimiento 17 o la forma
regular para su emisión regular o común. La nueva ley ha acogido esta
modalidad como la forma regular de concluir un procedimiento iniciado por una
petición graciable del ciudadano18.

d. Los actos administrativos según su impugnabilidad: los actos


administrativos impugnables, consentidos y los firmes:

Otra clasificación de los actos administrativos que resulta de la Ley, se refiere a


la impugnabilidad o no de los actos administrativos, y así se distingue el acto
administrativo firme de aquel que no es firme, porque aún puede ser
impugnado.

16 Citados por David HALPERIN y Beltrán GAMBIER; en: La notificación en el


procedimiento administrativo, pp. 65 y 66.
17 ESCUIN PALOP; Vicente; El acto administrativo implícito, p. 13. Cuadernos Civitas,

1999.
18 “Frente a esta petición, la autoridad comunica al administrado la calidad graciable

de lo solicitado y es atendido directamente mediante la prestación efectiva de lo


pedido, salvo disposición formal para su aceptación’ (art. 112.2.).
El acto que no es firme es el que puede ser impugnado, sea por vía
administrativa a través de los recursos administrativos. En cambio, el acto
firme, es el acto que ya no puede ser impugnado por las vías ordinarias de
recurso,

El acto administrativo firme es aquel que ya no puede ser impugnado por las
vías ordinarias del recurso administrativo o contencioso administrativo, al
haberse extinguido los plazos fugaces para ejercer el derecho de contradicción,
o habiéndolo hecho, se ha desistido del recurso19.

Vencidos estos plazos, sin presentar recursos o habiéndolos presentados en


forma incorrecta sin subsanarlos, el administrado queda sujeto a estos actos,
sin poder alegar petitorios, reclamaciones o instrumentos procesales análogos.
Se distingue del acto no firme, que es aquel que aún puede ser cuestionado en
cualquiera de las dos vías. La firmeza es un carácter del acto frente a los
administrados que están sujetos a él, pero no para la administración que
siempre mantiene la posibilidad de revisarlo vía anulación de oficio, revocación
o corrección de errores materiales.

La firmeza de los actos administrativos es una característica propia de los actos


administrativos expresos, por lo que el no acto o presunción de acto
denegatorio nunca puede considerarse como firmes. El no ejercicio del recurso
inmediato siguiente contra el silencio administrativo no implica que el acto tácito
pueda alcanzar firmeza, pues como se esclareció en su oportunidad el
administrado tendrá siempre la oportunidad para presentarlo en cualquier
momento, sino que pueda oponérsele una inexistente firmeza.

Al efecto, tenemos los artículos 212 y 190.2:

“Artículo 212.- Acto firme.-

Una vez vencidos los plazos para interponer los recursos administrativos
se perderá el derecho de articularlos quedando firme el acto”.

“Artículo 190.- Desistimiento de actos y recursos administrativos.-

19No se le debe identificar al acto firme necesariamente con el acto consentido, por
cuanto si bien este puede converger en aquel, el consentido también comprende el
acto cumplido espontáneamente por el administrado concernido sin objeción alguna.
190.2. Puede desistirse de un recurso administrativo antes que se
notifique la resolución final en la instancia, determinado que la resolución
quede firme (…)”

Es distinto del acto definitivo (que es que simplemente el acto que decide una
cuestión de fondo) y del que causa estado, (es el que, por haberse seguido la
vía administrativa hasta agotarla, es susceptible de ser recurrido en vía
contencioso administrativa). De ahí que tengamos dos posibilidades: un acto
definitivo cuando no es recurrido en la vía judicial, deviene en firme; y a su vez,
un acto no definitivo que no se recurra en vía ordinaria administrativa también
puede derivar en firme.

La firmeza del acto no es erga omnes, sino en función del administrado que
deja transcurrir los plazos.

El administrado que no ha sido citado en el procedimiento, pero cuyos


intereses o derechos pueden verse afectados por su resolución final, podría
impugnarlo no obstante que hubiere adquirido firmeza respecto de quienes
fueron partícipes del procedimiento.
El derecho al debido procedimiento respecto de quien no participó ni concurrió
a su emisión, no puede ser conculcado inaudita pares, sobretodo porque el
plazo para la impugnación no puede iniciar su cómputo respecto de él, dado
que no ha sido notificado. Distinto es si hubiese sido notificado, u objeto de una
publicación sustitutiva.

Finalmente es digno de resaltar dentro de nuestro sistema administrativo no se


ha acogido la tesis de los actos políticos o actos institucionales, que son
concebidos en otros regímenes comparados para excluirlos de las exigencias
garantista del acto administrativo y de la revisibilidad de su contenido. Para
nosotros siempre serán actos administrativos impugnables.

e. Los actos según la incidencia en el contenido de situaciones jurídicas:


actos constitutivos y meramente declarativos:

Los actos pueden diferenciarse en actos constitutivos, cuando crean,


modifican, o extinguen relaciones o situaciones jurídicas, innovando la situación
anterior (ej. otorgamiento de una concesión, ejecución coactiva, etc.) y, los
actos declarativos, que se limitan a acreditar relaciones o situaciones
preexistentes, dotándola de eficacia o reconocimiento jurídico sin alterarlas (ej.
inscripción registral, reconocimiento de tiempo de servicios a un trabajador,
etc.).

El acto declarativo no es otra cosa que la verificación o constatación con fuerza


de certeza jurídica de un hecho o de un derecho.

Para la ley, es claro que la potestad revocatoria de la administración no puede


ser ejercida para privar de sus efectos a decisiones constitutivas o declarativas
de derechos e intereses legítimos.

f. Los actos administrativos por su funcionalidad en el procedimiento


administrativo: actos de incoación, instrucción, ordenación, intimación,
resolutorios, y de ejecución:

Como se expuso anteriormente desde la doctrinaria, la estructura del


procedimiento administrativo se muestra como una integración coordinada y
racional de actos procedimentales -fundamentalmente recepticios- dirigidos a
un fin unitario: decidir la voluntad de la Administración en resguardo de los
intereses públicos, con la participación de los diversos sujetos partícipes del
proceso.

Conforme a este criterio, los actos que se producen durante el ciclo


procedimental pueden ser individualizados según la función que cumplan en:
actos de incoación, de instrucción, de ordenación, de intimación, actos
resolutorios y actos de ejecución.

f.1. Los actos de incoación: son los actos dirigidos a abrir el procedimiento,
cumpliendo su deber de oficialidad o principio inquisitivo inherente a la función
pública, con el objetivo de tutelar el interés público, realizar una actividad
investigadora, inspectora, sancionadora o satisfacer una necesidad propia de la
Administración. Aun cuando se trata de procedimientos que requieran la
instancia de parte para iniciarse (ej. otorgamiento de una licencia, pensión o
permiso) o sean procedimientos propiamente de oficio, donde el particular
oficie de denunciante o promotor del procedimiento (ej. procedimiento
sancionador), estamos frente a la necesidad que la administración emita un
acto de incoación especifico.

El acto de incoación de un procedimiento de oficio tiene como requisitos


objetivos, a modo de antecedente de la razonabilidad de su inicio, los
siguientes:

• Iniciativa propia de la autoridad superior con competencia para dictarlo.


• Orden superior, en caso de autoridades inferiores.- Se trata de la
orden superior impartida por quien mantiene una relación de jerarquía
con quien va a iniciar el procedimiento.
• Petición razonada de otros órganos.- En el supuesto que un órgano
administrativo que no sea el competente considere oportuna la incoación
de un procedimiento, debe formular al órgano competente la
correspondiente solicitud, debidamente fundamentada para justificar el
inicio del procedimiento. El órgano competente, puede iniciar o no el
procedimiento, pero en todos los casos será una decisión
fundamentada.
• Denuncia- En este supuesto la voluntad unilateral del administrado no
es decisiva para el inicio de una actuación jurídicamente catalogada de
oficio, aunque si merece ser examinada como antecedente para
compulsar lá conveniencia de iniciarla.

Las autoridades administrativas son las que dan origen al procedimiento de


oficio, mediante un acto administrativo de incoación (acuerdo, resolución, etc.)
que se dirige al interior de la administración para activar sus competencias
propias y se notifica a los administrados concernidos con el objeto del
procedimiento. La norma exige que el acto de inicio de un procedimiento de
oficio sea notificado inmediatamente a los administrados determinados cuyos
intereses o derechos protegidos puedan ser afectados por los actos a ejecutar,
como una medida previsora y de advertencia al contribuyente, al servidor
procesado disciplinariamente, o al auditado; para que con posterioridad no
pueda ser sorprendido sin haber podido expresar sus argumentaciones en
torno a los hechos. Pero ello no implica la posibilidad de habilitársele a
impugnar la decisión administrativa por el mero hecho de haberse dictado, ya
que como queda dicho por sí sola no genera perjuicio.

En los actos de incoación de procedimientos de oficio resulta necesario tener


una mayor precisión para resguardar los intereses de los administrados.
Cuando se trata de la incoación de procedimientos de parte, basta que la
normativa proteja al administrado exigiendo la información general
descendente y la necesidad de entregar aquella información que el propio
administrado juzgue como importante para sus intereses y pretensiones.

Pero ello no basta, tratándose de la incoación de procedimientos de oficio que


la administración inicia por su propio interés, (que por lo general derivan en
actos de gravamen sobre los administrados, tales como procedimientos de
fiscalización tributaria, coactivo, sancionador, disciplinario, auditoría, etc.). En
estos casos, la normativa exige un plus de información a la Administración:
poner en conocimiento de los administrados involucrados en el procedimiento,
toda aquella información referida a:

 La naturaleza del procedimiento de oficio. (Expresar su origen, objetivo,


base legal, antecedentes)
 Alcance-del procedimiento de oficio. (Expresar que se persigue con el
procedimiento, la extensión material o temporal del procedimiento)
 Plazo estimado de su duración, de ser previsible. (Expresar el plazo de
la actividad procedimental)
 Sus deberes y derechos en el procedimiento específico. (Expresar las
facultades y compromisos específicos que el administrado debe cumplir
en este procedimiento)

La oportunidad de la entrega de esta información es importante, por lo que


debe tenerse presente que debe hacerse conjuntamente con la notificación de
acto de incoación del procedimiento, y hacerlo de la manera más clara,
comprensible y concreta posible, a fin que el administrado tenga claro su
estatuto.

f.2. Los actos de instrucción: son los actos administrativos dirigidos por la
autoridad a acopiar los elementos necesarios para formarse convicción de la
verdad material indispensable para decidir el derecho aplicable al caso.
Comprenden los actos dirigidos aportar datos al expediente (solicitud de
informes legales o documentos a otras autoridades, etc.) y los actos que
disponen la ejecución de determinada actividad probatoria propiamente.

En tal sentido, bajo el término de actos de instrucción podemos referimos en


puridad a dos tipos diferentes de decisiones procedimentales: aquellas dirigidas
a aportar datos al expediente y aquellas que constituyen actividad probatoria.

Por la primera actividad de aportación de datos, se incorporan al procedimiento


y al expediente determinadas informaciones, datos o normas preexistentes al
caso, que serán evaluadas por la autoridad en su momento. Son tales los
requerimientos de informes legales (art. 172), solicitud de documentos a las
autoridades (art. 167), y la solicitud de información a los administrados (art.
169).

Por la segunda actividad, que es la propiamente probatoria, se trata de


aquellos medios que permiten demostrar la veracidad de las informaciones y
documentos aportados. Tales como los actos que ordenan la actuación de
pruebas testimoniales, declaraciones, inspecciones, peritajes, etc.

f.3. Los actos de ordenación: Son aquellos dirigidos a que el procedimiento


administrativo se desarrolle de acuerdo con las pautas establecidas en la ley.
Comprenden los actos de impulso (ej. acto de acumulación de procesos,
decisión sobre la queja, etc.), los actos de dirección, por los que la autoridad
dispone las actuaciones de los administrados y otras autoridades (ej.
notificación, intimación, citaciones, emplazamiento, etc.).

Estos actos se refieren al conjunto de decisiones interlocutorias que conforman


la actividad encaminada a que el procedimiento se desarrolle de acuerdo con
las pautas establecidas en la ley, hasta antes del acto final o resolución. Son
actos que comprenden diversas declaraciones de conocimiento de la autoridad
que crean situaciones jurídicas del procedimiento.

La doctrina reconoce que los actos de trámite o de ordenación son por lo


general de tres tipos:
 Actos de impulso que actuando hacia el futuro tienden a hacer avanzar
el procedimiento (ej. acumulación, decisión sobre alguna queja, etc.);
 Actos de dirección, por los que la autoridad gobierna las actuaciones de
los administrados y la de otras autoridades (ej. notificación, ordenar la
comparecencia de! administrado, etc.); y,
 Actos de constancia, que se dirigen a documentar actuaciones
realizadas, de modo que permita su conocimiento en cualquier momento
posterior.

f.4. Actos de intimación: Estamos refiriéndonos a actos que restringen la


libertad del administrado, pero en situaciones concretas al interior de un
procedimiento administrativo.

Son actos de intimación: los que la doctrina conoce como las advertencias, el
requerimiento, los emplazamientos, las citaciones, etc., sin embargo por los
finos matices que pueden establecerse entre ellos y la unidad de su régimen
jurídico aplicable, su tratamiento es unitario. Aun cuando la doctrina reconoce
la naturaleza diferente de estas figuras y de todos con la notificación misma, es
de orden práctico indudable sujetarlas a un mismo régimen, ya que todos son
actos administrativos que imponen deberes u obligaciones perentorias a sus
destinatarios y que se comunican vía la notificación20.

En general se trata de situaciones en las cuales la administración informa de


algo ai administrado, llamándole la atención para el cumplimiento de alguna
prestación o actividad que debe hacer, exponiéndole además las desventajas
que le importará su incumplimiento o inactividad.

En doctrina se diferencia -aunque en la práctica la diferencia es muy sutil- la


intimación-orden, de la intimación-invitación. Por la primera, la intención de la
administración es coaccionar al administrado a que cumpla con aquello que
constituye el objeto de la intimación (por ejemplo, la presentación de un
documento original, como prevé el artículo 127.4 de la Ley, la ratificación de
firma, en el artículo 129 de la Ley, y el requerimiento de cumplimiento

20 “Artículo 20.3 Tratamiento igual al previsto en este capítulo corresponde a los


citatorios, los emplazamientos, los requerimientos de documentos o de otros actos
administrativos análogos" (regulación de las modalidades de la notificación
administrativa).
espontáneo de prestación antes de la ejecución forzosa previsto en el artículo
.194.4 de la Ley).

Por otro lado, tenemos la intimación-invitación, que es el medio exigido por ley
a la Administración para advertir al administrado de aquellas situaciones que
pueden afectar sus derechos e intereses, sin embargo la administración
propiamente no ordena su cumplimiento sino, invita a subsanar la situación,
bajo el apercibimiento de perder un estatus o una ventaja jurídico (ej. el
requerimiento para la mejora de la solicitud prevista en el artículo 129.3, la
exigencia de subsanación documental prevista en el artículo 126, y la regla
general de advertencia establecida en el artículo 148.7 de la Ley, etc.).

f.5. Los actos resolutorios: son las resoluciones definitivas que atendiendo al
fondo del asunto las autoridades emiten. Para efectos prácticos se identifican
con el término resolución, (arts. 187 y 217)

f.6. Los actos de ejecución: son los actos administrativos que realizan las
autoridades administrativas con la finalidad de llevar a cabo en la práctica
material la decisión ejecutiva de la Administración. En puridad, la apertura del
inicio de ejecución previsto en el artículo 195 es el acto típico de esta fase, al
cual siguen algunas decisiones de ejecución material excepcional, como las
resoluciones de multas coercitivas. Las demás actuaciones llevadas a cabo por
la autoridad en la ejecución, son generalmente operaciones materiales y no
actos administrativos.

Esta actuación encaminada a la realización del acto administrativo está sujeta a


los cauces formales de un procedimiento, puesto que el poder público no
puede actuar si no es sujeto a determinadas formalidades que conforman la
garantía del administrado.

Las actuaciones en que se concreta el procedimiento administrativo ejecutivo,


como tienden a la realización de lo dispuesto en un acto administrativo anterior
que a su vez presupone otro procedimiento, su validez está subordinada a la
del acto que pretende ejecutar, de modo que la afectación de la eficacia al
primero, deriva su incidencia en la ejecución. De tal modo, el procedimiento de
ejecución es un procedimiento conexo con el anterior, que es en el cual se ha
instruido la materia, y cuyo acto de conclusión precisamente determina su
fundamento.

Pero por otro lado, si se produce alguna infracción del procedimiento ejecutivo,
esta es autónoma siendo impugnables por sí mismas, sin afectar al acto que
pretende ejecutar (art. 15).

g. Los actos según su forma de producción: actos individuales y actos en


masa: Producto de la demanda de resoluciones administrativas la legislación
ha previsto la posibilidad que las autoridades acudan a fórmulas tecnológicas
que le permitan resolver expedientes repetitivos bajo la forma de actos
administrativos en masa.

Con ello, ha producido una nueva clasificación de actos administrativos, en la


que sin perjuicio del número de administrados concernidos por un determinado
procedimiento, se diferencia entre los actos individuales tradicionales en los
que la autoridad emite una sola declaración para cada caso contenido en un
expediente administrativo; y los actos administrativos en masa, donde existe
solo una declaración de voluntad administrativa pero resuelve varios
procedimientos, estableciéndose por ficción legal que se trata de varios actos
administrativos distintos.

Por un lado, se encuentran los actos homogéneos que son producidos de


modo independiente cada uno individualmente, sin relación entre ellos (actos
individuales o aislados), que siguen el régimen común de los actos
administrativos ordinarios.

De otro lado, tenemos aquellos actos por ser de una misma naturaleza se
repiten por las autoridades administrativas, de oficio o a pedido de parte, en
manera sucesiva o simultáneamente, como por ejemplo, licencias, permisos,
nombramiento de funcionarios, y, que pueden ser resueltos como actos en
masa. De este modo, mediante los actos administrativos en masa, cuando en
vez de emitirse varios actos administrativos de la misma naturaleza, para
resolver varios expedientes y procedimientos, podrá integrarse la decisión, en
un solo documento bajo una misma motivación, siempre que se individualice a
los administrados sobre los que recaen los efectos del acto, presumiéndose
para todos las consecuencias subsiguientes, que estamos ante actos
diferentes. La única limitante es que con esta forma de resolución no se
lesionen las garantías de los administrados, tales como el derecho al debido
proceso, o a la recurrencia.

Precisamente, para contribuir a la celeridad de la gestión publica, la Ley otorga


un régimen especial para la producción de actos administrativos en masa, para
su eximencia de motivación recurrente y para su comunicación a los
administrados (Arts. 4.4., 6.4.3. y 148.5)(59)21.

h. Los actos según el órgano del que emanan:

El órgano que emite el acto administrativo puede ser unipersonal o ser


colegiado. Si se trata de un órgano unipersonal el acto es denominado
comúnmente, resolución, o decisión administrativa; mientras que si se trata de
un órgano colegiado, el acto adopta la denominación de acuerdo.

El régimen general de la ley ha sido pensado en función de los actos


emanados de órganos unipersonales, de suerte que los requisitos comunes de
competencia, objeto, finalidad pública, motivación y procedimiento regular, son
comunes a la validez de todos los actos administrativos, cualquiera sea su
naturaleza, origen o alcance.

Por su lado, para la validez de los actos de órganos colegiados deben


satisfacerse no solo los requisitos comunes, sino también los requisitos
especiales de sesión, quorum y deliberación, conforme al artículo 3.1. de la
Ley, cuyo desarrollo procedimental se encuentra en los artículos 95 y ss, de la
misma norma.

i. Los actos según el número de órganos intervinientes: los actos simples y


complejos.

21 Artículo 4.4. Cuando deban emitirse varios actos administrativos de la misma


naturaleza, podrá ser empleada firma mecánica o integrarse, en un solo documento
bajo una misma motivación, siempre que se individualice a los administrados sobre
los que recaen los efectos del acto. Para todos los efectos subsiguientes, los actos
administrativos serán considerados como actos diferentes. Artículo 148.- reglas para
la celeridad.
5. Cuando sea idéntica la motivación de varias resoluciones, se podrán usar medios de
producción en serie, siempre que no lesione las garantías jurídicas de los
administrados, sin embargo se considerará cada uno, como acto independiente".
El acto simple es aquel cuya declaración de voluntad proviene de una sola
instancia u órgano administrativo entendido como unidad estructural de la
Administración, sea individual o colegiado. A los efectos de esta clasificación es
indiferente que el acto proceda de un órgano unitario o colegiado: ambos
originan un acto simple, aun cuando en el caso de los órganos colegiados, el
proceso de formación de la voluntad siga caminos más gravoso y posea
exigencias adicionales a los actos emanados de autoridades individuales.

Por el contrario, lo regulares que los actos administrativos, provengan del


concurso de dos o más órganos administrativos, de uno o varios organismos,
donde cada uno de ellos aporta elementos dirigidos a obtener una unidad
decisoria común integrada en un solo acto (informes, proyectos, pruebas, etc.).
Estos actos son los denominados complejos.

Las declaraciones pueden ser uniformes con la decisión final, en cuya virtud la
decisión es la fusión de diversos elementos coincidentes. Pero, las
declaraciones también pueden ser desiguales, y resultaren un solo acto
administrativo en función de la posición, la jerarquía o competencia de la
instancia decisoria.

Podemos citar de este criterio el caso por ejemplo de los actos administrativos
universitarios, que por regla general, comienzan en una decisión del Consejo
de Facultad (un acto de trámite llamado “proposición”), para que mediante un
“acuerdo” (acto preparatorio) para que finalmente deje en manos del rector de
la institución el reconozca mediante una “resolución” (acto administrativo
definitivo).

j. Los actos administrativos originarios y confirmatorios:

La categoría de actos administrativos originarios es meramente formal, pues en


verdad todos actos administrativo que se dictan por la autoridad son originarios.
La utilidad de esta categoría únicamente sirve para caracterizar a contrario
sensu los denominados actos confirmatorios.

Son denominados actos confirmatorios, aquellos actos administrativos que


reiteran el contenido de otro acto anterior, recaído en el mismo procedimiento o
en otro anterior, y que -por lo general deniegan pretensiones a los
administrados-.

La utilidad de esta clasificación, es establecer la inimpugnabilidad de estos


actos confirmatorios, en la medida que solo significan la reiteración de algo ya
decidido válidamente por la autoridad con anterioridad. Si esta regla no
existiera, sería muy fácil eludir la firmeza del acto administrativo, mediante la
impugnación del acto que confirma un acto consentido o que agota la vía
administrativa, o presentar nuevamente la petición inicial renovando
sucesivamente un procedimiento administrativo sobre el mismo tema.

Las categorías de actos confirmatorios y los que reproducen otros anteriores


son actos de interpretación restrictiva que requieren para alegarse perfecta
identidad entre los actos objetos de comparación (acto original y el que lo
confirma o reproduce). Por lo general, se deberá exigir la igualdad de las
circunstancias procedimentales que las que se dicta el acto inicial y el
confirmatorio o que lo reproduce, reflejar tos mismos fundamentos jurídicos, el
segundo acto debe tener por objeto las pretensiones ya resueltas por el
anterior, y que no contenga declaraciones esenciales distintas de las
efectuadas en el primero. Por ejemplo, el artículo 64.2. contiene un específico
caso de acto confirmatorio tratándose de una inhibición de autoridad
administrativa.

Actos públicos excluidos

La norma establece expresamente dos actuaciones públicas, con el objetivo de


ayudar a delimitar mejor el contenido del concepto acto administrativo. La
distinción efectuada no implica que existan otras actuaciones públicas distintas,
como son el reglamento administrativo, ni que las propias actuaciones incluidas
en este artículo como diferenciadas del acto administrativo, sean reguladas en
sí mismas o en sus efectos por esta ley.

a. Actos de administración interna

Los actos que se agotan en el ámbito interno de la propia Administración, son


actos del poder público, pero que por su alcance no requieren ser recubiertos
de las garantías, y recelos de la externa. Como tal, se orientan exclusivamente
a la búsqueda de la eficacia de los resultados de la gestión pública.

b. Los comportamientos materiales (hechos administrativos subjetivos)

Los comportamientos materiales o simplemente hechos administrativos


subjetivos22 a que se refiere el numeral 1.2.2. se refieren a toda actuación
física u operativa de los órganos administrativos que producen la adquisición,
modificación, transferencia o extinción de relaciones jurídicas. Por ejemplo, la
demolición de un edificio, la actividad de inspección, la entrega de una
notificación, la pérdida de un expediente, etc.

Estos comportamientos no son vías de hecho, que es un término reservado


para aquellos comportamientos materiales de los órganos administrativos,
gravemente antijurídicos, como el comportamiento material lesivo a un derecho
fundamental, o la puesta en ejecución de un acto administrativo cuando no se
encuentre expedito para ello (art. 239. 5).

Como se puede apreciar, la norma se limita a establecer que el


comportamiento material no constituye acto administrativo, pero ello no lo
excluye de su regulación por la Ley, como sucede con el comportamiento
dirigido a la ejecución o a la transmisión

22 Los hechos administrativos subjetivos se definen en oposición de los hechos


administrativos objetivos, que son el que no concurre voluntad de los órganos
administrativos en su constitución pero conllevan efectos administrativos. Ej. El
tiempo, y el espacio. Nótese que esta ley también regula los efectos de estos hechos
administrativos.

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