ENSAYO
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10.0 Conclusión..
11.0 Bibliografía..
1.0 Introducción
“Si vienes mañana a la escuela, te mataremos.”—Una estudiante canadiense de nombre Kristen recibió esta
amenaza por teléfono de una joven anónima.
“No suelo dejarme llevar por las emociones, pero llegó un momento en que sencillamente no quería ir a la
escuela. Me dolía el estómago, y todas las mañanas vomitaba el desayuno.”—Hiromi, una adolescente
japonesa, recuerda así los días en que sufrió hostigamiento.
¿HA TENIDO alguna vez que tratar con un acosador? La mayoría de la gente sí, ya sea en los centros de
estudio, en el trabajo o incluso en el hogar, donde tal abuso de poder se da con increíble frecuencia.
¿A qué nos referimos con acoso, u hostigamiento? A una larga serie de incidentes de poca gravedad que se
producen durante un período de tiempo, no a uno o varios sucesos aislados. Dan Olweus, psicólogo y pionero
en el estudio sistemático del acoso, indica algunas de sus características principales, tales como la agresividad
deliberada y el abuso de poder.
Quizá no haya una sola definición que abarque todos los aspectos del acoso, pero ha sido descrito como “el
deseo consciente de herir a otra persona y someterla a tensión”. Dicha tensión no solo se debe a lo que
realmente ocurre, sino al temor de lo que pudiera suceder. Algunas tácticas a las que recurren los hostigadores
son las burlas crueles, las críticas constantes, los insultos, los chismes y las exigencias imposibles de satisfacer
.
Kristen, la muchacha mencionada en la introducción, fue víctima de intimidación durante casi todos sus años
escolares. Cuando estudiaba en la primaria, unos abusones solían pegarle chicle en el pelo, burlarse de su
aspecto y amenazarla con darle una paliza. En los últimos años de la secundaria, la situación empeoró aún
más, hasta el punto de recibir amenazas de muerte por teléfono. Ahora, con 18 años, dice en tono de lamento:
“Se supone que vas a la escuela para aprender, no para que te intimiden ni te amenacen con matarte”.
Una profesional de la salud mental comenta: “Es triste decirlo, pero es algo habitual en la dinámica humana.
Hay quienes se sienten mejor humillando al prójimo”. Cuando dicho trato se agrava, puede acabar en represalias
violentas e incluso en una tragedia.
2.1 Justificación
2.2 Delimitación
NUESTRA investigación se limita a estudiar el problema que ocasiona el bullying a los niños y adolecentes.
Desde primer grado de primaria hasta su ultimo año en el bachillerato, respectivamente. Y analizaremos el
problema a alcance mundial.
2.3 Limitaciones
ES NECESARIO señalar que la mayor parte de las investigaciones revisadas sobre las que se han analizado y
discutido los datos de esta investigación, pertenecen a culturas y contextos sociales diferentes al español. Por
esta razón, la comparación entre unos y otros resultados es al menos complicada, entendiendo que no sólo
habrá diferencias entre distintas culturas, sino también entre las subculturas presentes en un mismo país.
3.0 Hipótesis
NUESTRO grupo de investigación sostiene la idea de que el acoso escolar es consecuencia de la falta de
atención que ponen los padres en sus hijos. El acosador y la victima, ambas partes necesitan la ayuda de sus
padres y familia, tanto como para controlarlos y brindarles apoyo.
Además creemos que concientizando a los padres de la gravedad de este problema ellos podrían contribuir
en gran manera a disminuir este problema.
Investigación
EL HOSTIGAMIENTO es muy común entre los niños de edad escolar de todo el mundo. Una encuesta publicada
en la revista Pediatrics in Review revela que el 14% de los niños noruegos son o bien acosadores, o bien
víctimas de acoso. En Japón, el 15% de los alumnos de primaria admiten haber sufrido un trato abusivo por
parte de sus compañeros, y en Australia y España, este problema afecta a un 17% de los estudiantes. Según
cálculos de un especialista, en Gran Bretaña hay 1.300.000 niños involucrados.
El profesor Amos Rolider, de la Universidad Emek Yizre’el, entrevistó a 2.972 alumnos de veintiuna escuelas.
Según el periódico The Jerusalem Post, el profesor descubrió que “el 65% [de ellos] habían sido abofeteados,
pateados, empujados o importunados por sus compañeros”.
Una nueva e insidiosa forma de acoso consiste en enviar mensajes amenazantes a través del teléfono celular
o la computadora. Algunos jóvenes también crean páginas en Internet en las que expresan su odio hacia la
víctima e incluyen datos personales de esta. En opinión de la doctora Wendy Craig, de la Universidad Queen’s
(Canadá), este tipo de intimidación es “sumamente dañina para el chico que la sufre”.
6.0 El Cyber-Bullying
CIBERACOSO (también llamado cyberbullying por su traducción al inglés) es el uso de información electrónica
y medios de comunicación tales como correo electrónico, redes sociales, blogs, mensajería instantánea,
mensajes de texto, teléfonos móviles, y websites difamatorios para acosar a un individuo o grupo, mediante
ataques personales u otros medios. Puede constituir un delito penal. El ciberacoso es voluntarioso e implica un
daño recurrente y repetitivo infligido a través del medio del texto electrónico. Según R.B. Standler el acoso
pretende causar angustia emocional, preocupación, y no tiene propósito legítimo para la elección de
comunicaciones. El ciberacoso puede ser tan simple como continuar mandando e-mails a alguien que ha dicho
que no quiere permanecer en contacto con el remitente. El ciberacoso puede también incluir amenazas,
connotaciones sexuales, etiquetas peyorativas (p.ej., discurso del odio).
El término ciberacoso fue usado por primera vez por el educador canadiense Bill Belsey. Otros términos para
ciberacoso son “acoso electrónico,” “e-acoso,” “acoso sms”, “network mobbing”, “acoso móvil” “acoso en línea”,
“acoso digital”, “acoso por internet”, “acoso en internet” o “internet acoso”.
intimidación.
Sin embargo, la doctora Pepler opina que es de crucial importancia que alguien intervenga. Ella señala: “Los
niños son incapaces de resolver el problema porque es una cuestión de poder; cada vez que uno de ellos se
mete con otro, su poder se refuerza”.
Entonces, ¿por qué no se denuncian más casos de hostigamiento? Porque las víctimas están convencidas de
que si lo hacen, la situación se agravará. Por ello, hasta cierto punto, muchos jóvenes han pasado sus años
escolares en un constante estado de ansiedad e inseguridad. ¿Con qué consecuencias?
[Nota] Las chicas suelen recurrir a otras formas de acoso, tales como la exclusión social y la difusión de
rumores. No obstante, parece que cada vez hay más muchachas que también recurren a la violencia.
Mantén la calma; no cedas a la ira. La Biblia da este sabio consejo: “Depón la cólera y deja la furia”
(Salmo 37:8). Si pierdes los estribos, el acosador te controlará, y es probable que hagas cosas de las que luego
te arrepientas (Proverbios 25:28).
Intenta no abrigar deseos de venganza. Las represalias a menudo tienen un efecto contrario al
deseado. De todos modos, desquitarse no reporta verdadera satisfacción. Una joven a la que golpearon cinco
chicas cuando tenía 16 años recuerda: “Me prometí a mí misma que me vengaría. Así que pedí ayuda a mis
amistades, y les dimos un escarmiento a dos de las muchachas que me habían atacado”. ¿Qué efecto tuvo
dicha acción en ella? “Sentí un gran vacío en mi interior”, comenta. A partir de entonces, su propia conducta
empeoró. Recuerda, pues, estas sabias palabras de la Biblia: “No devuelvan mal por mal a nadie” (Romanos
12:17).
Si la situación comienza a ponerse muy tensa, márchate enseguida. Las Escrituras dicen: “Antes
que haya estallado la riña, retírate” (Proverbios 17:14). Y de ser posible, procura evitar a quienes tienden a
acosar a los demás. Proverbios 22:3 señala: “Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse, pero
los inexpertos han pasado adelante y tienen que sufrir la pena”.
Si el acoso persiste, quizás tengas que hablar claro con tu agresor. Escoge un momento en el que
estés tranquilo, mírale a los ojos y dirígete a él en un tono firme y calmado. Dile que no te gusta lo que está
haciendo, que no es divertido y que te causa dolor. No lo insultes ni lo provoques (Proverbios 15:1).
Habla con un adulto responsable y comprensivo acerca de tu problema. Sé específico y pídele que
te ayude. Haz lo mismo cuando le ores a Dios, quien puede ser una maravillosa fuente de consuelo y ayuda
(1 Tesalonicenses 5:17).
Reconoce tu valía como persona. El agresor quizá desee que pienses que no vales nada y que te
mereces que te traten así. Pero él no es tu juez, lo es Dios, y él busca lo bueno que hay en cada uno de nosotros.
De modo que es tu hostigador el que se rebaja con este tipo de comportamiento.
10.0 Conclusión
La sociedad no puede permanecer ajena al acoso escolar, un maltrato que se da en uno de los ámbitos
fundamentales para la socialización de los niños. Una vez desenmascarado el problema se ha de poner en la
agenda de los poderes públicos para asegurar su prevención, detección e intervención eficaces.
Una intervención adecuada que tiene que empezar y ser liderada por la comunidad educativa y la familia,
culminando en la actuación judicial en los casos en que se requiera. Pero es la sociedad en su conjunto la que
tiene que responsabilizarse de que los niños se eduquen en un contexto de libertad, igualdad y justicia.