Otro Lado de La Cruz
Otro Lado de La Cruz
Otro Lado de La Cruz
“Reconoce, por tanto, que el Señor tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel, que
cumple su pacto generación tras generación, y muestra su fiel amor a quienes lo
aman y obedecen sus mandamientos” (Deuteronomio 7:9).
Habíamos notado un patrón entre nuestros amigos que no habían recibido los
principios de los pecados y las maldiciones generacionales y, por tanto, están
caminando en la mezcla de bendiciones y maldiciones en la que han nacido.
Nuestros amigos creyentes, nacidos en familias cristianas que se casaron con
creyentes que también tenían una herencia cristiana, han tenido buenas vidas.
Han pasado por algunas dificultades pero, básicamente, están limitadas a un
área de sus vidas cada vez, ya sea económica, física, de relación o emocional.
Quienes se han casado siendo la primera generación de creyentes, no importa lo
dedicados y sinceros que sean, todos han luchado con toda clase de dificultades
físicas, económicas, emocionales, en la iglesia, en la empresa y en la familia. Cada
paso hacia delante que consiguen ha sido a base de sangre, sudor y lágrimas;
nada les llega nunca de una manera fácil.
Las buenas noticias son que no importa la herencia que hayas recibido,¡ puedes
pasar una buena herencia a tus hijos y a los hijos de tus hijos! Tú puedes ser
quien aplique la fe en la cruz de Jesús para poner fin a los pecados y maldiciones
que han plagado tu familia. Empezando contigo, se puede plantar un nuevo
árbol genealógico que sea fuerte y saludable, y cuyos frutos sean una vida de
gozo y paz para todos los que vengan después. Tus hijos no tienen que sufrir por
los pecados de sus padres, ni tú tampoco. Han sido redimidos de la maldición de
la ley y, si escuchas diligentemente y obedeces la voz del Señor tu Dios, las
bendiciones te seguirán y te perseguirán en cada área de tu vida.
“Todas las promesas que ha hecho Dios son “sí” en Cristo” (II Corintios 1:20).
¡Esa es la herencia que tú puedes establecer hoy para tus hijos! Puedes dejar la
pizarra limpia, librarles del castigo de generaciones pasadas, para que puedan
entrar en el pacto con Dios sin ningún equipaje pesado que les debilite. Podrán
ser libres para tomar sus propias decisiones sin temor de las energías de pecado
negativas de sus antepasados. Qué gran libertad puedes ofrecerles a tus hijos y,
también, qué gran responsabilidad. Nunca serán capaces de utilizar la excusa de
una debilidad familiar para justificar su pecado, y tú tampoco. Todos serán
capaces de recibir la gracia de Dios tan libre y ávidamente como deseen. Su éxito
y sus fallos serán solo los que cometan ustedes.