La Republica de Platón Resumen

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La Republica de Platón Resumen

Libro I análisis de la justicia para Céfalo, Polemarco y Trasímaco

A lo largo del primer apartado y con tres diálogos a distintos personajes es que Sócrates, el filósofo, aborda el tema
principal de la JUSTICIA., y nos brinda no una definición, pero si su concepción sobre ella.

Tiene tres grandes diálogos: primero con Céfalo, con quien discute la ancianidad, la riqueza, y en donde se presenta
el problema (de qué es la justicia); el segundo con Polemarco; y el tercero con Trasimaco quien pedía a Sócrates
una definición.

Se ve así que las tres definiciones dadas por las otras no so satisfactorias:

“¿es propio definir la justicia haciéndola consistir simplemente en decir la verdad y en devolver a cada cual lo que
de él hemos recibido?¿O no es ello justo o injusto según las circunstancias?”
Es propio de la justicia devolver a cada uno lo suyo.

Justicia es hacer el bienal amigo que es bueno y perjudicar al enemigo que es malo.
“…justicia nos es otra cosa que lo que conviene al mas fuerte.”
Pero ninguna de estas definiciones es tan completa o correcta. A las criticas hechas se puede ver que para Sócrates
la justicia es un concepto complejo y elevado, que no implica lo allí mencionado.

La justicia no es solo útil cuando debe guardarse algo, devolver algo o protegerlo, es útil EN TODO MOMENTO Y
PARA TODAS LAS COSAS.

También es justo aquel que es bueno e incapaz de dañar a otro. Así la justicia es una VIIRTUD propia del hombre.

Si la justicia fuera del mas fuerte –sabiendo que Trasimaco se refería al una tiranía, y el gobierno que solo atiende
sus intereses-, Sócrates dice que el gobierno, y quien gobierna, si bien es pagado como incentivo para que lo haga,
solamente lo hace es favor del pueblo, y no de si mismo. Y este gobernante se dirige a estos para procurarles todo
lo justo y necesario. Además, las artes tienen por el fin el interés del objeto sobre el que se ejercitan o de lo más
débil.

La justicia, y la condición del hombre justo es la más ventajosa. Ya que la justicia es habilidad y virtud, esta rige
sobre toda clase de personas. Así es todo lo contrario la injustita, que es ignorancia y vicio, y que provoca odios,
sediciones o combates. Ser observa así, que en la situación de hombre de bien, estos son mejores, más hábiles y
más fuertes que los malos, y que su situación sin lugar dudas es más dichosa.

Libros II: introducción a la justicia, censura de los poemas inapropiados y posibilidad de la guerra con fines
necesarios

En el libro segundo, se plantea la disconformidad de Glaucón y Adimanto de que Sócrates no haya definido el
término de justicia con claridad. Así, estos proponen dos fuerte argumentos para que Sócrates explicara el suyo.

Ante la pretensión de saber la naturaleza, el origen y la definición de esta virtud, es que el filósofo dice que primero
la englobara dentro de la sociedad y luego en cada individuo.

Plantean así como se conformaría un ESTADI PERFECTO, el cual tiene su origen en la impotencia de cada hombre de
bastarse por si mismo, y ante sus necesidades. Es necesario congregar así a un número variado de personas, que
realicen cada uno actividades diferentes pero en las que se especializan para llegare al perfeccionamiento y lograr
un mayor rendimiento. Teniendo necesidad también de comerciantes, de espacio donde relacionarnos y cómo y
quiénes administrarlos (este seria la plaza publica). La justicia tendría origen en las relaciones mutuas, que nacen
de las diferentes necesidades de los ciudadanos.

Pero si se quiere ampliar este estado, es preciso hacerlo por la guerra, y para esto, se precisa de un ejército. Las
personas que lo conformen deber ser suaves con sus amigos, feroces ante desconocidos y filósofos. Esto último,
pues “el que no distingue al amigo del enemigo, sino porque conoce a uno y no al otro; no teniendo otra regla para
discernir del amigo y del enemigo ¿cómo ha de estar ansioso de aprender?”.

Su espíritu debe de estar formado de una manera especial, debe seguir el ejemplo de los Dioses. Pero solo se le
debe dar a él el ejemplo de los dioses justos y buenos, ya que de dios procede todo bien. Si bien hay en ellos ciertos
actos injustos no conviene mostrarlos por miedo a que se los repita y tome como buenos.

Se dice también que la MENTIRA, es mala para todos, y que es la ignorancia que afecta al alma del que es
engañado. Por ello, se dice que también se prohíbe hablar de los dioses como mentiroso y que intenten
engañarlos.

Libros III: estudio de la educación de los guardianes, la analogía del médico y el juez y la elección de los
gobernantes del Estado
Una vez censurado los poemas que versen infamias de los dioses y la muerte, y desterrado a los poetas versátiles
que escriben éstos, es necesario preocuparse acerca de la formación de los guardianes. La educación para Platón
únicamente sería un beneficio de la clase guardiana y no del vulgo, ésta consistiría en formar la mente o el espíritu
por razón de la música, y el cuerpo por razón de la gimnasia. Tanto música (tiene como objeto el amor a la belleza)
como gimnasia (educación física del cuerpo), deben ser combinadas cuidadosamente de modo que mucha música
no afemine al individuo o mucha gimnasia no lo convierta en bruto y temerario.
Una vez educado cuidadosamente el guardián en el alma (de acuerdo a la música), se procederá a educarlo en su
físico (de acuerdo a la gimnasia), prohibiendo a éstos embriagarse, perdiendo así el conocimiento de sus actos y
proporcionándoles una dieta balanceada.
Platón determinaría que cuando un Estado necesita médicos y jueces para remediar los desórdenes del cuerpo y
del alma de sus habitantes, es una señal de que el Estado carece de fuerza. No obstante es necesario aceptar
la medicina en casos de necesidad y a jueces para los casos de diferencias entre unos y otros, pero estos puestos
deben de estar compuestos por ancianos dotados de almas virtuosas y buenas, y así no tendrían dificultad para
arreglar los conflictos.
Acá es necesario hacer un alto, debido a que el autor nos dice que para los cargos de médico y juez se necesitan
ancianos virtuosos, pero estos hombres son diferentes entre sí. Mientras que un buen médico es aquel que se
dedicó desde chico al arte de curar y se familiarizó con las enfermedades, un buen juez es aquel que no se
familiarizó con el crimen. Desde la juventud se tiene que haber mantenido inocente y alejado del vicio, sólo lo tiene
que haber estudiado pero como un vicio ajeno mas no por su propia experiencia, de modo que cuando lo vea le
parezca aberrante y la pueda condenar. Es mediante este razonamiento como el protagonista del libro; Sócrates,
llegaría a la conclusión que el hombre virtuoso, y no el perverso, puede llegar a ser sabio.
Para que este Estado que se está equipando se conserve, es necesario que tenga en él, gobernantes. Los
gobernantes son los ancianos más sabios dentro del grupo de los guardianes, estos ancianos para llegar a sentarse
en la cabeza del Estado deberán de pasar pruebas tanto en el placer como en el dolor. Todos los otros guardianes
que no pasen estas difíciles pruebas se convertirán en ayudantes o auxiliares del gobernante o de los gobernantes.
Platón para evitar que un campesino quiera el poder o para que un guardián, que en su virtud no lo pueda, ostente
el poder, decide que una suerte de fábula ficticia disfrazada en una "mentira piadosa", conduciría a cada clase a
ocuparse de lo que debe. Esta fábula versaría que dios mezcló bronce y cobre en los campesinos y artesanos, plata
en los guardianes y oro en aquellos a los que les correspondería el mando: los gobernantes. De este modo
la seguridad del Estado estaría garantizada, ya que ésta depende de que cada uno haga, lo que en naturaleza de su
metal, pueda hacer, y que cada uno se mantenga en el puesto que le concierne. Si por ejemplo un campesino, cuya
naturaleza es el bronce, obtuviese el poder, el Estado se arruinaría.
Platón continuando el desarrollo de su Estado ideal no sólo establecería la clase de educación que tendría el
guardián, sino también el lugar donde residiría y que limitaciones tendría. Éste conviviría en casas en común donde
cualquiera pudiese entrar y salir cuanto quisiera, el guardián no podría poseer ningún bien, ni siquiera la mujer, la
cual serviría como guardiana desde los 20 hasta los 40 para procrear hijos de los mejores y más hábiles guardianes
hombres, las mujeres y los hijos corresponderían en común evitando toda clase de posesión. Los alimentos serían
suministrados por la clase de los campesinos, artesanos y granjeros, los cuales tendrían el derecho a la familia y a
las posesiones pero no a la educación (propia de la clase gobernante). Los guardianes no podrían manejar nada que
fuese de oro y/o plata, como vasos, utensilios, etc. (tampoco podrían entrar en casa donde los hubiera), y se les
mentiría mediante leyendas y fábulas ya mencionadas, que, como ellos tienen en sus almas oro y plata,
corromperían sus almas al tocar metales terrenales. Y de esta manera lograrían salvarse ellos y ser la salvación de la
ciudad.
En el caso del Estado, la felicidad estaría adecuada al propio deber. A Platón sólo le interesa el bien en conjunto y
no el egoísmo de las partes, es por ello que la "felicidad" del guardián es un tanto incompatible con la del vulgo,
porque su deber es otro.
Libros IV: las virtudes, el Estado ideal y la justicia
Continuando con respecto a la felicidad de los guardianes, el joven Adimanto no queda convencido de que la vida
del guardián sea dichosa y Platón, en boca de Sócrates, le contestaría que quizás puede ser feliz el guardián o no
serlo, pero de todos modos esto no importa. Al constituirlos en guardianes del Estado, no es su felicidad la que se
tiene en cuenta, sino el bien del Estado. Como se ha dicho anteriormente, para Platón el interés de algunos no
merece ninguna consideración cuando se trata del interés general. Tan pronto como éste se halle asegurado, cada
uno gozará, según su ocupación, de la felicidad que esté naturalmente unida a ella. Lo importante es que cada
ciudadano y cada clase se mantengan en su puesto.
Con respecto a las normas, se fijarían leyes contra la opulencia y la pobreza, contra la extensión de los límites del
Estado, contra las innovaciones en la educación y sobre los hábitos y costumbres de los jóvenes. Más aún, aquí se
aclara que una generación bien formada y educada proporcionaría mejores padres para la próxima. Por lo tanto el
autor no presumía necesario dictar leyes sobre el mercado y otras disposiciones menores.
A partir de aquí, Sócrates, anuncia que ha quedado fundada la ciudad y si está bien creada debe tener todas las
virtudes: la templanza, el valor, la prudencia y la justicia, ya que la perfección del Estado reside en la práctica de
estas cuatro virtudes:
La Templanza: es la moderación de los sentidos para que no halla extremos, sino un justo medio. Es el disfrute con
mesura y armonía de los bienesmateriales. Ésta equivale al autocontrol de las acciones. La templanza se aloja en el
vientre del cuerpo y pertenece a la parte del alma concupiscible, por ello su interés es el deseo. Esta virtud es
propia de la clase productora (campesinos, artesanos, granjeros, etc.).
El Valor: consiste en no ceder ante el enemigo, independientemente de que sea mucha la presión que éste infrinja.
El valor se alberga en el pecho del cuerpo y pertenece a la parte del alma irascible, justamente por esto su interés
es el honor. El valor es propio de la clase guardiana.
La sabiduría: es el grado más alto del conocimiento que conlleva a una conducta prudente en la vida, esto quiere
decir; distinguir el mejor camino a la hora de tomar las decisiones. La sabiduría reside en la cabeza del cuerpo
humano y pertenece a la parte del alma racional, teniendo como interés nada más que el conocimiento. La virtud
de la prudencia es propia de la clase gobernante, que deben de estar dotados de buen juicio.
La Justicia: esta virtud es el origen de las otras tres virtudes: la templanza, el valor y la prudencia. La justicia
consiste en que cada hombre se ocupe únicamente de los propios asuntos, sin intervenir para nada en los ajenos,
quiere decir que cada uno haga lo que en su virtud tiene que hacer (que los campesinos y artesanos trabajen para
la producción, los guardianes protejan la libertad y seguridad del Estado y los gobernantes gobiernen sabia y
prudentemente); de ese modo se cumple la justicia. La justicia no vendría a ser igualdad, sino una armonía entre lo
desigual, ésta es propia de todos los ciudadanos, es salud y armonía del alma, mientras que la injusticia
enfermedad y discordia. La injusticia aparece cuando no se cumple con las funciones propias de cada hombre.
 Es forzoso aclarar que la templanza es propia de la clase productora, pero la poseen también los guardianes y
gobernantes, en cambio, el valor lo tienen sólo los guardianes y los gobernantes, y éste último posee templanza,
valor y prudencia. La justicia sería propia de todos, siempre y cuando se conserven en sus posiciones.
Una vez asentado el Estado ideal, en el diálogo, Sócrates se dispone a mostrarle a Glaucón los cinco modelos de
organización política y las cinco formas del alma. En esta organización ideal que se fundó:
 Si un hombre es el que se hubiese distinguido entre los guardianes y adquiere el poder, éste modelo de
gobierno sería una monarquía.
 Pero si de entre todos esos guardianes no hubiese alguien que se haya destacado considerablemente frente a
los otros, se elegiría a los mejores, éste modelo de gobierno sería una aristocracia.
 Para Platón, ambas formas de gobierno son justas, siempre que se sustenten en la educación antes referida y
que sus miembros no se mantengan mucho tiempo en el poder para evitar todos los males que genera la
persistencia en el mando.
Libros V: observaciones sobre la educación de la mujer y los hijos y una analogía entre el filósofo (amante de la
episteme) y el filodoxo (amante de la doxa)
Mientras Sócrates continuaba explicando lo que para él era un buen gobierno (el modelo monárquico o el
aristocrático), Polemarco y Adimanto lo interrumpen con dudas sobre ¿Cómo debería ser la educación de las
guardianas?, ¿Cuáles serían sus deberes? y ¿Cómo ocurriría la procreación de los hijos? Sócrates postergando
brevemente su definición sobre los cinco modelos de organización política, les esclarece que la mujer posee las
mismas capacidades que los hombres, aunque tiene una naturaleza más débil que éste, pero independientemente
de ello, nada se opone a que ambos participen de la educación, la defensa del Estado y el cuidado de los niños.
A los hombres se les tiene que enseñar la música, la gimnasia y el arte de hacer la guerra entre otras cosas, y
también se les tiene que enseñar estas artes a la mujer, ya que así como hay hombres más aptos para defender al
Estado que otros hombres que son por naturaleza inferiores (campesinos), también habrá mujeres más aptas para
la medicina o la música que otras mujeres que carecen de esta suerte de virtud. De esta manera es como el
razonamiento de Sócrates lo llevará a afirmar que "Por lo tanto, también habrá mujeres capaces de ser guardianes
y otras que no lo serán."
Con respecto a la segunda pregunta de ¿Cuáles serían los deberes de las guardianas?, éstas tendrían la difícil tarea
de la educación de los niños y la procreación de la mejor raza. Como anteriormente se ha establecido, la mujer no
sería un bien particular, sino un bien común al igual que los niños. Los hijos de los guardianes no sabrían cual sería
su padre para evitar los intereses particulares y así mantener el amor en todo el conjunto de los guardianes. Los
infantes serían llevados a barrios determinados de la ciudad dónde recibirían una educación apropiada impartida
por las nodrizas, las cuales amarían a todos como hijos no teniendo preferencia con ninguno.
La procreación, respondiendo a la tercera interrogante, se la llevaría a cabo por medio de orgías en donde ninguna
mujer u hombre podría negarse a entregar su cuerpo a quién de éste estuviese enamorado.
Las orgías podrían bien ser por medio de sorteos, en los cuales los gobernantes las arreglarían para que los mejores
guardianes hombres tengan relaciones sexuales con una mayor cantidad de mujeres (obviamente entre 20 y 40
años de edad). Se las realizaría de este modo para que el guardián que no sea muy virtuoso, le eche la culpa a su
mala suerte de no poder fornicar con cuanta mujer quisiese, y no así a los gobernantes.
Todos los infantes que no naciesen por medio de estos procedimientos y sin el consentimiento de los gobernantes,
se los consideraría ilegítimos, bastardos y producto del libertinaje. Además todos los bebes que por alguna razón
nacieran deformes o con algún tipo de desperfecto físico deberían ser asesinados.
En el diálogo, Sócrates establecería la duración que tiene una mujer para ser fecundada, de 20 a 40 años, pero el
hombre también tendría una edad delimitada para poder fertilizar, yacería entre los 25 a 55 años.
Platón establece una semejanza entre un guardián y un perro de caza, el cual siempre mantiene los ojos abiertos,
está alerta, ataca a los enemigos y reconoce a los amigos (sus conciudadanos). Y como perro de caza saldría a
combatir con su hembra con el fin de proteger al Estado. Los hijos más robustos siguiendo el ejemplo de sus padres
irían también a la guerra para auxiliarlos en lo que puedan, para irse así preparando para lo que en un futuro ellos
también tendrían que hacer. En la guerra ningún guardián abandonaría a otro guardián, ya que abría lazos de
afinidad por poder ser un posible hijo, padre o hermano.
Sócrates, una vez que acabó de cumplir con las dudas de sus espectadores, se propuso a continuar con lo que había
quedado frenado entre el final del libro IV y el principio del libro V. Pero en ese Estado ideal que él había construido
faltaba algo; ya se había establecido como sería la educación, quienes serían los productores y los defensores del
Estado y las leyes por las cuales se regiría ese Estado justo. Faltaba establecer con certeza quiénes y cuáles serían
las condiciones del gobernante o de los gobernantes. Estaba claro que éste debía de haber salido de la clase
guardiana y tener las tres virtudes fundamentales para gobernar, también, que el guardián que fuese sentado en la
cabeza del Estado, haya tenido que pasar por pruebas tanto en el deseo como en dolor. Pero no estaba claro quién
era este.
Sócrates, advirtiendo que lo que él iba a decir se lo pudiese tomar de mala manera, aduce que es imprescindible
dejar sentado que el guardián que tomaría el poder debería ser un filósofo. Para que el Estado platónico coexista
en todas sus funciones logrando la justicia, es necesario que cada quien haga lo que debe, en su naturaleza, hacer,
por lo tanto el filósofo debe, por su naturaleza de "conocedor de lo verdaderamente bueno", ser el jefe supremo
del Estado anteriormente edificado.
En el diálogo, Sócrates nos advierte que el gobernante del Estado ideal debería ser un filósofo, pero no alguien que
dice serlo. Es necesario ante esto, saber quién realmente lo es y quién únicamente piensa o señala que lo es.
El verdadero filósofo es aquel amante de la sabiduría que nunca se cansa de conocer y de aprender, el filósofo
ansía con la sabiduría en su totalidad y no en sus partes, éste contempla la inmutable verdady se aferra al
conocimiento (episteme), mas no se conforma con la opinión (doxa).
Platón distingue el conocimiento en diversos grados:
 La Ignorancia: es la madre de todos los males, ésta carece de ciencia, virtud y de verdad.
 1. La opinión: se divide en la imaginación y creencia, este grado del conocimiento sería un término medio entre
ignorancia y conocimiento, quiere decir que la opinión no hablaría con la verdad, sino la disfrazaría con
supuestos, por ello es una "opinión" en el sentido mismo de la palabra. La opinión versa sobre las imágenes,
quedándose con lo que es superficial.
 2. El conocimiento: es ciencia, se divide en entendimiento y razón, ésta última es el grado más alto de
conocimiento. El conocimiento versa sobre la esencia de las cosas y no en las imágenes como sucede en la
opinión.
El filósofo anteriormente caracterizado es aquél amante fiel de la sabiduría, pero ese que se decía serlo y no
contempla más que lo superficial de las cosas es un filodoxo, un amante de la opinión. El filodoxo, como todo
amante de la opinión, cuando usa el lenguaje le impregna un doble sentido y así no deja que se conozca la verdad,
lo bello, lo justo, sino lo superficial de las cosas.
Sócrates determinaría que el Estado no se confiaría a ciegos, sino a los que posean ideales claros. Adimanto,
entendiendo el razonamiento de su maestro, le parecería que el filósofo se negaría a ejercer el mando, y Sócrates
una vez más pondría de manifiesto que el peor castigo que tendría ese pensador que no quiere ejercer el mando,
sería que fuese mandado por alguien inferior a él. Aparte de ello, tendría que ser el Estado el que busque al filósofo
y no el filósofo el que busque al Estado, al igual que el enfermo, rico o pobre, busca al médico para sanarse y no el
médico al enfermo.
Libros VI: consideraciones sobre los filósofos y la analogía del bien y el sol
Cuando Sócrates, en el libro V, advertía que su pensamiento acerca de que los filósofos deberían ejercer el mando
en su Estado ideal podría ser tomado de mala manera, tenía que ver en torno al contexto histórico de la Grecia del
siglo IV a.C. donde las ciudades habían sido "victimas" de los malos ejercicios de la filosofía. El sabio filósofo
indicaría que la culpa no está en la filosofía, sino en las tentaciones a las que se expone: la riqueza, la belleza, el
halago de la multitud con aplausos desmesurados, etc.
No es más cierto, también, considerar que los vanidosos que se expusieron a estas tentaciones no son verdaderos
filósofos, ya que éstos sólo se dedicaron a complacer los instintos y los placeres del vulgo, el cual es incapaz de
filosofar. Por ello no se pueden llamar filósofos a los que estuvieron ejerciendo el poder y complaciendo al pueblo.
Es así como la filosofía, dejada por los verdaderos sabios, cae en poder de personas indignas e incapaces de poder
hacer buen uso de ella.
Una vez desacreditados los que dicen ser filósofos y la opinión general que deshonra a la filosofía por culpa de los
que decían ser estudiosos de ella, Sócrates se propone a crear una adecuada educación para que los hombres se
puedan consagrar a la filosofía.
No basta con la enseñanza en la música y la gimnasia, el joven que aspire a llegar a la filosofía tiene que haber sido
una persona consagrada a la verdad, alguien que no le hubiese tenido nunca miedo a la muerte, un joven con muy
buena memoria y facilidad para aprender. Desde niños y adolescentes se les impartiría una educación filosófica que
iría con el paso del tiempo aumentándose progresivamente, hasta que el cuerpo de estos, ahora hombres, se hallan
debilitado por completo y por ello no podrían ir a las guerras, de este modo se tendrían que consagrar por
completo a la filosofía.
Ni bien establecido esto por Sócrates, afirmaría que "hasta el día en que los filósofos no tengan autoridad absoluta
sobre la ciudad no habrá remedio para los males de ésta, ni de los ciudadanos, ni podrá llevarse a la práctica la
organización política que hemos imaginado en teoría."
Recapitulando, el filósofo tendría que pasar por pruebas en el placer y el dolor, tener condiciones morales y
espirituales excepcionales y ser conocedor del bien, al cual todos los hombres aspiran a llegar.
Para Platón, el bien es algo que va más allá de lo moral y es muy difícil de explicar, tanto que Sócrates lo explica
gráficamente con una analogía entre el bien y el sol. Acá el sol no exclusivamente ilumina, sino también es el
responsable del conocimiento y la vida. Con la luz que proporciona el sol podemos ver a los objetos (que son la
verdad), y de esta manera se hacen cognoscibles por medio de nuestros ojos (el conocimiento).
La forma del bien aparece en la República como un principio iluminador y creativo. El solrepresenta la forma del
bien a cuya luz se ve la verdad, revela el mundo, hasta entonces invisible y es también una fuente de vida. De esta
manera se hace posible que por medio de la visión se pueda dar el apreciamiento de la verdad, haciendo posible el
conocimiento.
El bien es la base de toda ciencia, ética y política. El filósofo debe conocer el bien y poder explicar lo que es bueno y
lo que no es, éste filósofo tiene que poseer un concepto adecuado del bien, tener la capacidad de definirlo y de
demostrar la superioridad del bien ante cualquier otro argumento.
Volviendo a la enseñanza de los que aspirarían a ser filósofos, el objeto principal de una enseñanza perfecta es
disciplinar la mente para una adecuada comprensión de la idea del bien. La idea del bien se logra en el mundo
inteligible y no en el mundo sensible. Para llegar a ese mundo inteligible se precisa de la dialéctica, que contempla
las ideas puras. Con la dialéctica se puede viajar al mundo inteligible en donde reside la idea pura y eterna del bien.
Los gobernantes del Estado ideal usaran la dialéctica para ir más allá de cualquier hipótesis del mundo sensible y
desdeñar la mismísima verdad.
Libro VII: el "mito de la caverna", ciencias para llegar al uso de la dialéctica y poder servirse del mundo inteligible
y cronología del plan de estudios
Para dar un tinte explicativo al mundo sensible, el mundo inteligible y como es que, por medio de la dialéctica, los
filósofos han llegado a la idea del bien, la verdad, lo justo, etc., en este libro Sócrates ilustra a sus oyentes sobre un
mito, el mito de la caverna.
El mito de la caverna versa sobre unos hombres que desde que nacen viven en una caverna, atados en sus cabezas
mirando a una pared, detrás de ellos hay luz que proyecta objetos, generando de este modo sombras en la pared
donde los presos tienen fija la mirada. Este mito propone resaltar que cuando uno de ellos salga de la posición en
que está y se de cuenta de las cosas que de verdad son y de las cosas que aparentan ser, habrá visto el mundo
inteligible; que es eterno y en donde residen las cosas perfectas e inmutables, y los hombres que todavía
permanecen atados en la caverna, regocijándose algunos de su sabiduría, no harían más que ver sombras,
imágenes superficiales, cambiantes e imperfectas que no darían resultados verdaderos, sino opiniones.
Con este mito, Sócrates, da a entender que en la ciudad ideal no deben gobernar los que ven los objetos sensibles,
sino los filósofos que han podido ver la verdad, el verdadero sol. Los filósofos que hayan percibido la verdad, tienen
que descender a la caverna en el mundo sensible por amor a la comunidad y participar con sus ciudadanos.
Gracias al amor que tiene el filósofo a la comunidad es que desciende de ese mundo perfecto para ayudar a sus
ciudadanos, por ello no se entiende que un verdadero filósofo aspire al mando con vistas al provecho, si éste ha
renunciado a un lugar mejor para poder ayudar a los que están ciegos por la oscuridad.
Las ciencias que los hombres utilizarán para poder reflexionar y desarrollar la facultad de concebir abstracciones
para la captura del bien, son: la aritmética y las relacionadas con la aritmética; la geometría y la astronomía. Estas
tres ciencias no sólo hacen posible una intensa reflexión, sino también desarrollan las capacidades de los que las
ejercitan llevándolos gradualmente al mundo de las abstracciones (el mundo inteligible). Estos estudios son
preparatorios hasta llegar a la dialéctica, que corona la educación propia del filósofo. La dialéctica es la que
proporciona una visión de todo saber y la que captura las ideas perfectas del mundo supraceleste, la dialéctica es la
ciencia que busca la verdad por sí misma, la esencia de las cosas. El filósofo tiene que ser capaz de escapar de las
hipótesis del mundo sensible y capturar las verdaderas ideas de la razón: la justicia, la moral, etc. y la más elevada
de todas, el bien. Pero para que la filosofía no sea subestimada y difamada tiene que ser enseñada a los más
capaces.
En la niñez, por medio de juegos se irá viendo quienes son los infantes más capaces. Durante los años consagrados
a la gimnasia, se procederá a incrementar la dificultad de los estudios. A los 20 años se llevará a cabo una selección
de los mejores discípulos. Concluyentemente a los 30 años se hará una selección definitiva en donde surgirán los
que se consagrarán por 5 años a la dialéctica. Siguiendo este proceso selectivo, no se correrá peligro de perturbar
la moral y la religión de los jóvenes procesados. A los 35 años, los que hayan completado dichosamente sus
estudios "descenderán a la caverna" y por 15 años se consagraran a las tareas de paz y guerra del Estado. Los que
salgan vivos de estas delicadas tareas, a los 50 años, serán los verdaderos gobernantes, dedicándose a la filosofía y
participando de las actividades del Estado. Una vez muerto el gobernante, se le rendirá tributo y homenaje para
incentivar a nuevos ciudadanos del Estado.
Libro VIII: los cinco modelos de organización política y las cinco formas del alma
Este libro retoma lo que había quedado, de alguna manera, paralizado al término del libro IV, cuando Sócrates se
desvió de la conversación detallando la educación de las guardianas, la procreación de los hijos y estableciendo así
su Estado ideal y el alma que gobierna a ese Estado. Pero aún faltaba que determinase las formas malas de
gobierno, que son cuatro, y las almas que se encuentran en estos sistemas desviados.
El Estado ideal en donde permanecía la justicia, siempre y cuando se continuase con la división correcta del trabajo
y una educación específica ya detallada, era el modelo monárquico y/o aristocrático de organización política. A
juzgar por Sócrates, este modelo era justo y quién ejercía el mando en él, también lo era, por ser el Estado reflejo
del carácter de sus habitantes.
Pues ahora ya era tiempo de dar a conocer las formas desviadas de organización política. Sócrates las acomoda en
una línea decreciente de mérito, o como en sus palabras él las llama, "en orden de alabanzas". La primera forma
errónea de gobierno es la Timocracia o Timarquía, éste sistema es comparado con el de la Creta y Lacedemonia del
siglo IV a.C.; la segunda es la Oligarquía, el sistema vicioso por excelencia; la tercera, y tercera también en orden
decreciente, es la Democracia, el sistema completamente opuesto a la oligarquía; y a continuación la Tiranía,
cuarta y última enfermedad de la ciudad y que supera a todas las demás.
Continuando con la idea de ir desde lo general para desembocar en lo particular (con el que se había dado inicio el
libro II a fin de demostrar la felicidad del hombre justo) y estableciendo el paralelismo entre la ciudad y el alma de
quien habita esa ciudad, Sócrates caracteriza los cuatro sistemas políticos y los propios cuatro ciudadanos que
habitan en él, todo ello mezclado con ese proceso gradual de aparición de los Estados.
Timocracia: este errado sistema político se da cuando el Estado ideal (Sistema que no puede durar para siempre)
cae debido a la corrupción. Los gobernantes que organizan la procreación de los guardianes fallarían en el cálculo
del ciclo indicado para la fecundidad y esterilidad, y los guardianes engendrarían hijos cuando no debieran, siendo
éstos no favorecidos por la naturaleza y la fortuna. Independientemente de este descuido, se escogerían a los
mejores guardianes para suceder a los gobernantes que hubiesen estado en ese entonces en el poder, pero éstos
que sucederían a los filósofos o al filósofo rey, no serían dignos de substituirle. Una vez estos ineptos en el poder,
subordinarían, por encono, la música a la gimnasia volviéndose más violentos, brotarían altercados entre la misma
clase guardiana que lucharía consigo misma y terminarían por acordar entre ellos la repartición de bienes y poder.
La timocracia sería, por entonces, un término intermedio entre aristocracia y oligarquía, un sistema que ya no se
ocuparía de procurar el poder para aquellos de naturaleza racional, sino pretendería a la cabeza del Estado a un
hombre de temperamento irascible, bueno para la guerra e inútil para la paz. Un sistema subordinado a lo irascible,
con hambre de triunfo y sed de honores.
El hombre timocrático: una vez bosquejado el sistema timocrático, un sistema belicoso y ambicioso de gloria y
honor, es necesario explicar el carácter del hombre que habita en este sistema, un hombre a semejanza de su
ciudad. Éste, cuando en su juventud tenía un padre de bien (hombre del sistema monárquico o aristocrático) veía
como su padre humildemente rehuía de los honores y las dignidades que trae consigo la actividad pública y,
también, escuchaba a su madre lamentarse que su marido no perteneciera a la clase gobernante, se lamentaba de
no ser tan estimada como otras mujeres porque su esposo no se ocupaba en enriquecerse y le regañaba a éste de
sólo pensar en sí mismo y nunca hacerle caso a ella. Es así mismo como el joven escucha la versión racional de su
padre y la colérica de su madre y es puesto en una encrucijada de partidos extremos, alimentando su soberbia y su
ambición de honores, llega a adoptar un término medio entre razón y ambición.
Una vez instaurado de pleno este sistema de gobierno, empieza a decaer por la acumulación creciente de riquezas
de la clase gobernante, tras las batallas ganadas y otras aventuras. Aún teniendo suficientes "honores" los
gobernantes, no se saciarían y aumentarían su afán de enriquecerse asignándole más valor a los objetos que brillan
que a la virtud. De este modo los ciudadanos se volverían codiciosos y sedientos de honores, admirarían más al rico
que al hombre virtuoso, y elevarían al primero al poder. La timocracia, entonces, engendraría la oligarquía.
Oligarquía: Platón la caracteriza como "gobierno de unos pocos", este sistema político dividiría a la misma ciudad
en dos: una la de los ricos y otra la de los pobres, ambas conspirarían entre sí y serían enemigas declaradas. Este
modelo acrecentaría las diferencias económicas entre los ciudadanos en progreso de unos pocos beneficiados.
El modo en que llegarían los más ricos al poder, ocurriría porque los gobernantes elegirían a sus sucesores por
intereses y según el censo de sus fortunas más no por sus virtudes. Éstos una vez en el mando, asegurarían sus
riquezas por medio de las armas y tratarían de no abusar en exceso de su situación para que el pueblo no se les
revelase.
El hombre oligarca: el hombre oligarca, en su juventud, teniendo como padre a un hombre timocrático, ve en él un
claro ejemplo a seguir, pero posteriormente advierte a su padre amordazado contra la ciudad, arrastrado a los
tribunales, atacado, desterrado y hasta condenado a muerte. Cuando lo ve sufrir de este modo a su padre, sufre
también él, quien echando abajo los valores de su padre (el honor, la gloria, etc.) y humillado en la pobreza, poco a
poco logra fuerzas para realzarse hacia la fortuna.
Viéndose instaurado por fin su organización política, el oligarca es guiado por su avaricia y su individualismo, con el
cual se alzó desde la pobreza, y son las mismas características del oligarca lo que lo llevaría a su caída. Cuando los
pobres, observando el modo acaudalado de vida del oligarca, se alzan en la revolución en beneficio de una igualdad
de condiciones, eliminan a los oligarcas y obligan a todos a vivir en pie de igualdad. De este modo exitoso se
establece la democracia, por una revolución armada liderada por el pueblo o por el miedo que obliga a los pocos
ricos a retirarse voluntariamente del poder.
Democracia: es "el gobierno del pueblo", el mismo pueblo que habría despojado del poder a los pocos que estaban
antes en el sistema oligárquico, por ello se dice que esta organización política es contraria al sistema oligarca ("el
gobierno de unos pocos").
Para Platón, la democracia no es más que un sistema de libertad y libertinaje, en donde cada uno hace lo que se le
place y genera, ante esto, anarquía y desorganización. No se exige educación para gobernar y ejercer cargos
públicos, basta con decirse ser amigo del pueblo y el sistema te echa a la suerte un cargo público. Es un sistema que
no respeta la ley y se lanza hacia sus deseos tergiversando los vicios llamándolos virtudes.
El hombre demócrata: el hombre demócrata, en su juventud, fue criado en la ignorancia y en el afán de lucro, su
alma va sufriendo contradicciones y se desata una lucha al interior del joven en donde emerge el cambio de
oligarca a demócrata. En el joven, por causa de un Estado desorganizado y vicioso como lo es el oligarca, empieza a
asimilar deseos creyéndolos necesarios, como la riqueza, la anarquía, la insolencia y desvergüenza, etc. y los
confunde como si fuesen virtudes: la riqueza, llamándola honor; la anarquía, como libertad; la insolencia y la
desvergüenza, como hombría, etc. De tal modo pasa cada día de su vida satisfaciendo el primer deseo que se le
cruce por la cabeza: un día es político, al otro día envidia a un guerrero y se transforma en tal. En suma, no hay
orden en su conducta y sigue el caprichoso curso de esta vida que considera agradable, libre y dichosa. El mal
enseñado joven demócrata trataría a su padre como un igual y desconociendo su autoridad, así su padre llegaría
hasta a temerle.
Una vez que la democracia está instalada en el seno del Estado, empieza a tambalear por aquella característica que
la hizo surgir: la libertad. La libertad para la democracia es lo más importante, pero es la que le daría fin, ya que los
hombres beberían demasiado del vino de la libertad y llegarían a emborracharse, castigarían a sus propios
gobernantes acusándolos de oligarcas por no darles aún más libertad. El exceso de libertad traería consigo un
exceso de esclavitud, tanto para el individuo como para la ciudad.
La ciudad democrática lleva consigo tres clases de hombres:
 1. Los hombres que nacen en la ciudad democrática por el exceso de libertad y que es tan numerosa como la
ciudad oligárquica. La clase mandante.
 2. Una segunda clase minoritaria que es la de los ricos, la cual es la que tiene más bienes en el Estado.
 3. El pueblo es la tercera, es el más numeroso y el más poderoso cuando se reúnen en asamblea las tres clases,
viven del trabajo de sus manos, disponen de pocos bienes y se hallan alejados de las actividades públicas.
El pueblo en la ciudad democrática es quien iniciaría el conflicto entre las clases, ya que querría más igualdad y que
los bienes de las otras dos clases sean repartidos, de esta manera pondría a la cabeza de su clase a un líder
carismático y ejemplar a quien le darían poder y lo protegerían. Este "caudillo del pueblo" tendría al pueblo a su
disposición y en un principio se mostraría generoso, benévolo y haciendo mil promesas, pero sólo tendría como fin
deshacerse de sus enemigos en el Estado y hacer guerras a por doquier con tal de que el pueblo siempre sienta la
necesidad de un jefe. Este líder, no sería más que un tirano que eliminaría toda oposición para con él, siendo de
este modo posible alzarse él mismo con el mando, apareciendo la tiranía.
Tiranía: la ciudad en la que reine la tiranía será la ciudad más degradada y la peor, según la escala decreciente de
los modelos de organización política de Platón. Para el autor, es una ciudad en guerra constante y miedo, en donde
el exceso de libertad ha terminado esclavizando a los ciudadanos ante los caprichos del "caudillo del pueblo", ahora
convertido en el tirano de la ciudad. Esa persona a quien antes le habían encomendado el estandarte de la libertad,
sería la misma que sellaría las esposas de sus ciudadanos ganándose a todos como enemigos.
Continuando con el paralelismo entre la ciudad y el alma de quien habita esa ciudad, Sócrates propone en el
próximo libro, continuar con el carácter de esta persona tan peculiar y paradójica: el tirano.
Libro IX: el tirano y el hombre feliz
El hombre tiránico: el hombre tirano se habría generado en su juventud cuando no sólo se contentaba con ser una
carga para sus padres, sino que los utilizaba como esclavos haciendo que lo atiendan a él y a los incapaces que los
rodeaban. Sus padres ya no se convertirían en iguales como pretendía el joven democrático, sino que poco a poco
se irían convirtiendo en esclavos de su propio hijo. Este malcriado hombre que se encumbraría al poder, sería
alguien que en un principio se mostrase piadoso, humano y defensor de la libertad del pueblo, pero que una vez en
el poder, tergiversaría esa consigna de la libertad por su mero capricho, ganándose a los suyos como enemigos. No
contento con la oposición en su propio Estado, mataría a todos los que se les impondrían en su camino, tanto
dentro del Estado como fuera. Internamente para que su voz y capricho sean verdad y orden y externamente para
que el pueblo sintiera que necesitase de un jefe para no perder eso por lo que habían luchado y eso por lo que
habían alzado a este líder; la libertad. Este peculiar jefe de Estado, por ser tan odiado entre los suyos, se
mantendría vivo y en el poder gracias a mercenarios guardaespaldas. Los guardaespaldas se convertirían en la
guardia del tirano y en sus únicos "amigos", el autócrata les pagaría con las mismas riquezas de los ciudadanos,
generando así una paradoja muy impotente para el pueblo. La guardia que se encargaría de la seguridad del tirano
frente al pueblo sería pagada con los bienes del mismo pueblo, quiere decir que el pueblo no sólo generaría al
tirano, sino lo alimentaría a él y a toda su banda.
El tirano viviría de fiesta en fiesta y de banquete en banquete, pero solo y encerrado entre cuatro paredes por el
miedo de recibir muerte departe de sus mismos súbditos, los que estarían en esas fiestas no serían verdaderos
amigos del tirano, sino aduladores interesados en poder u otros bienes. La figura de este personaje aparecería
como privado de libertad y sin amigos, un déspota silencioso un ser totalmente infeliz al igual que su ciudad.
 Entre los modelos de organización política, se puede ver como la principal característica de cada modelo de
gobierno (en la Timocracia, el honor; en la Oligarquía, la riqueza; en la Democracia, la libertad) es la cual la alza
al poder, pero es la misma por la cual, excedida en su uso, le hace perder el mando (en la Timocracia, cuando se
desvirtúan los primeros valores elevando al poder al que posee más riquezas; en la Oligarquía, cuando el uso
desmesurado de su poder y riqueza exalta al pueblo y obliga a la revolución; en la Democracia, cuando
sedientos de más y más libertad, van contra su propio gobierno elevando al poder al "caudillo del pueblo" para
que vele por sus intereses).
Introduciéndonos en la idea de que el hombre justo es feliz, Platón establece un paralelismo entre la virtud y la
felicidad que posee un hombre, equiparada a la de la ciudad en la que éste reside. La ciudad del tirano sería
entonces la más inmoral y la más infeliz, en cambio la ciudad del filósofo, la más moralmente aceptable y la más
feliz. Esto se demuestra porque el tirano vive todo el tiempo con miedo, no tiene amigos, no puede salir a la ciudad
sin que intenten asesinarlo, no sabe lo que quiere y su alma está sometida a las peores pasiones, él es esclavo de sí
mismo e incapaz de gobernarse por sí solo, más aún se ve obligado a gobernar a otros. Examinada la condición de
cobarde y esclavo del tirano, se logra distinguir el grado de felicidad más elevado que posee el monarca o el
aristócrata, ya que son dueños de sí mismos y capaces de autogobernarse, estableciendo un justo medio entre los
deseos de las tres partes de sus respectivas almas.
Con respecto al alma, el hombre justo es feliz porque, por ejemplo, no robaría oro de alguien, ya que si lo haría
sometería lo mejor de sí mismo a la parte más miserable y así se condenaría a los peores vicios. Con este esquema,
Sócrates le explica a Glaucón el porque es deshonroso el trabajo del artesano, ya que el mismo, tiene por mejor
parte de sí al trabajo manual, que es débil por naturaleza.
Libro X: Consideraciones sobre la poesía y el destino final de las almas
Este libro remarca lo antes dicho en el libro II acerca de la debida censura a las poesías que desvirtuaban la
verdadera realidad de las cosas y desencaminaban las almas de los niños y jóvenes. Ya no tomando férreamente los
nombres de los poetas Hesíodo y Homero, Sócrates se propone a atacar a la poesía en todo su conjunto.
Para Sócrates, la poesía sólo mostraría la copia de otra copia, siendo su objeto totalmente imperfecto y erróneo,
pero introduciéndose como "verdadero" en las almas de los ignorantes, debido al agradable ritmo y colorido con el
que se presentan sus cuestiones, haciendo pensar que el poeta lo sabe todo, mas no es así.
Sócrates da el ejemplo de una cama, la cama en el mundo inteligible es perfecta, inmutable, atemporal y obra de la
divinidad, pero aquel artesano que construya una cama basándose en la idea de una cama, construirá una copia de
la original, siendo así imperfecta, mutable y temporal, ahora, si bien esta cama es una copia, el artista se propone
pintar esa cama imperfecta, lo que genera que su producción sea la copia de otra copia, una producción totalmente
esquivada de la verdad. Eso es lo que hace el poeta, tergiversar la verdad e introducirla en los corazones de los
jóvenes que todavía no alcanzan el poder distinguir lo alegórico de lo que es real, mediante palabras, ritmo y
armonía, así de este modo los desorientan.
Para el viejo filósofo, lo que se les debe permitir a los poetas, son los himnos a los dioses y héroes y las fábulas en
donde se elogia la justicia, las virtudes y todos los otros valores éticos.
Al final del diálogo, Sócrates le indica a Glaucón que no sólo el justo tendrá disfrute de su accionar en la vida
terrenal, sino también en la inmortalidad, éste sería el premio final para el alma del justo y virtuoso. Para que
resulte comprensible ello, Sócrates cuenta el mito de Er, quien muere en una batalla, pero a los pocos días de
morir, resucita y cuenta como en el otro mundo hay un lugar en donde se recompensa al hombre de acuerdo a la
vida que tuvo en el mundo mortal y donde se juzga y castiga a todos los tiranos e injustos que obraron mal en este
mundo.
Dando por finalizadas las conjeturas metafísicas de la trascendencia del alma al otro mundo, se puede distinguir
como los justos recibirían una vida con toda clase de premios de los hombres y de los dioses, tanto en este espacio,
como en el eterno, siendo los más dichosos y felices en todo el cosmos.

ANÁLISIS final acoplando los libros de “LA REPÚBLICA” DE PLATÓN antes nombrados entiendo lo siguiente:

La fecha aproximada en la que Platón empezó a escribir la República fue entre 390-385 a.C. (en el periodo de
transición de sus escritos), y fue terminada con los capítulos II al X presumiblemente entre 385-370 a.C. La República
es uno de los diálogos más importantes que escribió Platón, en donde expresa su concepción del arte, lo político, la
sociedad, la justicia, la inmortalidad, la virtud, el bien y el mal. Encuentro la lectura del mismo, atemporal, como obra
es una de las más importantes de Platón, pues en ella esta resumida toda la filosofía política. En la cual se discute el
problema de que es la justicia. Se identifica la moral individual con la teoría de la Constitución Civil que integrara el
concepto de la ciudad, al igual que el alma humana, se compone de tres partes, que vienen a ser las clases sociales a
saber: el pueblo, la autoridad y los filósofos, que en términos de valores éticos su equivalente se presentaría como
la templanza, la fortaleza y la sabiduría. La República expone el Estado ideal de Platón, lo que debería ser para que
el hombre encuentre felicidad y desarrolle su moralidad. El lugar en donde transcurre el diálogo escrito por Platón,
es en casa de Polemarco, hijo de Céfalo, en el Pireo en los cuales interactúan: Sócrates:(470-399 a.C.) es el personaje
principal del diálogo, fue maestro de Platón y creador del método denominado mayéutica (o arte de “alumbrar” los
espíritus) por el que lograba que sus interlocutores descubrieran la verdad a partir de ellos mismos. Céfalo: padre de
Lisias, Polemarco y Eutidemo. Lisias Orador, Lisias se ganó la vida escribiendo discursos para los litigantes y continuó
con los negocios de su padre. Se cree que Lisias no contó con la simpatía de Platón. Polemarco: aficionado a la filosofía
y a la política. Eutidemo: hijo de Céfalo. Trasímaco: Sofista y orador. Lo político y lo moral solo le preocupaba
incidentalmente. Este pensador poseía múltiples cualidades y tenía conocimientos muy firmes Carmántides: discípulo
de Sócrates e hijo de Queréstrato. Clitofonte: discípulo crítico de Sócrates e hijo de Aristómino. Adimanto: Éste era
el hermano mayor de la familia de Platón. Glaucón: hijo de Aristón y Perictione y hermano menor de Platón.

En el primer libro nos muestran la vejez como un estado de reposo y libertad de los sentidos al tener la tranquilidad
en su vida por la riqueza obtenida en el transcurso de la vida. Aclara que la posesión de riquezas ayuda a no engañar
involuntariamente ni a mentir, pudiendo así pagar todas las deudas a los dioses y a los hombres para salir libres y
justos del mundo terrenal. Es en este momento donde empieza el problema de la justicia, si acaso o, posiblemente,
no. Sócrates analiza de la justicia y diría que, si la justicia consistiese en decir la verdad y dar a cada uno lo que le
corresponde, entonces estamos siendo justos, en un caso hipotético, al negarle a quien confió en nosotros en su
sano juicio, su arma al verlo histérico por una pelea y nos reclama su arma. ¿Sería justo devolverle el arma, habiendo
éste enloquecido? Sócrates diría que toda persona racional convendría en que devolverle las armas a este loco amigo
sería injusto, y mucho más decirle a éste la verdad. Polemarco habla sobre la idea de , pero Sócrates le explicaría que
podemos considerar en un momento dado, a alguien un amigo y hacerle justicia, pero en otro tiempo esa justicia
podría estar en nuestra contra al ya no ser amigos, ya que es visto que el enemigo engaña a una persona haciéndose
pasar como amigo, a su vez, expone el filósofo, la justicia es una perfección humana que no puede, mediante su
acción, convertir a los hombres en injustos, porque si una persona hace “justicia” y crea mal a un enemigo, nos
exponemos a volverlo injusto; de modo que la justicia daría origen a la injusticia. En conclusión, el hombre justo no
puede hacer mal a otro. Trasímaco pretexta que la justicia es , Sócrates concuerda, pero no es solo, para el más
fuerte. Trasímaco nos da un ejemplo que ha prevalecido en los tiempos y expone que al hombre justo le va peor en
todo lugar, en cambio, el hombre injusto siempre saca provecho de todo. Trasímaco indica que los que reprochan la
injusticia no lo hacen por miedo de cometerla, sino por temor a sufrirla. De esta manera nos alega que la justicia no
se practica en beneficio de los demás, sino de uno mismo. “Los buenos no apetecen el gobierno por las riquezas ni
por la honra, porque no son ambiciosos. Ahora bien, el mejor castigo para un hombre que no se decide gobernar, es
de ser gobernado por otro inferior que él, y el temor a ese castigo determina a los hombres de bien a intervenir en
los asuntos públicos, y se mezclan a ellos, no por interés personal, ni por placer, sino por necesidad”. Sócrates añade
que la justicia es sabiduría y virtud, en cambio, la injusticia es un vicio que implica ignorancia. Al final de la disputa
Sócrates, como acostumbraba humildemente, sellaría que sólo ha llegado a la conclusión; de que nada sabe.

En el concepto político de Platón quienes deben dirigir el Estado

Expedir las leyes y educar a todas las clases sociales, son los filósofos. Los militares deben vigilar el cumplimiento de
lo dispuesto por los estos y el Pueblo debe acatar las decisiones de las dos clases y sostenerlas económicamente,
recibiendo a cambio la educación, defensa y protección así como la dirección que requieran. A partir de aquí,
Sócrates, anuncia que ha quedado fundada la ciudad y si está bien creada debe tener todas las virtudes: la templanza,
el valor, la prudencia y la justicia, ya que la perfección del Estado reside en la práctica de estas cuatro virtudes: La
Templanza: es la moderación de los sentidos para que no halla extremos, sino un justo medio. El Valor: consiste en
no ceder ante el enemigo, independientemente de que sea mucha la presión que éste infrinja. La sabiduría: es el
grado más alto del conocimiento que conlleva a una conducta prudente en la vida La Justicia: consiste en que cada
hombre se ocupe únicamente de los propios asuntos, sin intervenir para nada en los ajenos Sólo existe la propiedad
privada para la tercera clase, pues quienes están al servicio directivo de la comunidad no debe tener intereses
distintos al de realizar un buen gobierno. La educación es el factor que decide a que clase pertenece el individuo,
según sus méritos y aptitudes. Quienes reciben la máxima educación son los filósofos que, por lo tanto, deben llevar
sobre sus hombros la responsabilidad del manejo del Estado. La República es un ejemplo de subordinación del
individuo al interés de la comunidad, bajo un régimen que hace cumplir la justicia, virtud, para Platón de suma
importancia en la Polis Griega de la época. Platón consideraba que el Estado y la sociedad griega se estaban
desmoronando por culpa de la desobediencia a la Ley y porque la corrupción se había generalizado, había permeado
en todas las áreas de la polis. Entonces pensó que, para establecer un orden necesario debía intervenir la filosofía
con una ética política que proveyera una luz en lo jurídico así como en las costumbres de la población convirtiéndose
así en un filósofo político. La estrategia de Platón es la de explicar la noción primaria de la sociedad, la justicia para
después llevarla a la justicia individual que correspondería a cada ciudadano de la polis. En los libros II, III y IV Platón
identifica la justicia política como una harmonía en un cuerpo político integrado por los tres órdenes antes
mencionados en donde cada grupo debe cumplir con su función y solo esa función en la que ninguno de esos grupos
estuviese por encima de los otros, por el contrario debían guardar un equilibrio correcto y preciso para que la justicia
pudiera funcionar.

Al finalizar con el libro IV, Platón intenta mostrar que la justicia individual refleja justicia política. Establece que lo
individual puede ser definido por analogía con la justicia social. Platón considera que el alma de cada individuo tiene
una estructura de tres partes análoga a las tres clases de la sociedad. Señala que existe una parte racional del alma
humana que se inclina a la búsqueda de la verdad y es responsable de nuestra inclinación filosófica. Existe otra parte
del alma, que desea el honor y que es responsable de nuestros sentimientos de la ira y la indignación; Esta parte del
alma se inclina por los apetitos materiales de cualquier especie como son el dinero. Un individuo simple, puede ser
relacionado con una sociedad simple. El paralelismo entre la sociedad misma con el ser individual Platón la lleva a un
grado más profundo aún. Cada una de las tres clases de la sociedad, es dominada por una de las tres partes del alma.
El pueblo, está dominado por sus apetitos, por sus necesidades materiales de dinero, lujos y placeres. La Autoridad
o ejército está dominada por sus deseos de honor y valentía y los Filósofos están dominados por sus facultades
racionales y la necesidad de la justicia. En los libros V a VII Platón dedicara sus reflexiones a las normas y quehaceres
de los filósofos. Un elemento igualmente importante para el autor de La República, es el de la educación pero no
como condición para llevar el conocimiento al alma humana, sino para colocar en ella los deseos correctos que lo
llevaran de un mundo visible aun de carácter inteligible, es decir a la condición máxima de él bien. El Estado ideal en
donde permanecía la justicia, siempre y cuando se continuase con la división correcta del trabajo y una educación
específica ya detallada, era el modelo monárquico y/o aristocrático de organización política. A juzgar por Sócrates,
este modelo era justo y quién ejercía el mando en él, también lo era, por ser el Estado reflejo del carácter de sus
habitantes. A su vez existen formas desviadas de organización política. Sócrates las acomoda en una línea decreciente
de mérito, o como en sus palabras él las llama, “en orden de alabanzas”. Entre los modelos de organización política,
se puede ver como la principal característica de cada modelo de gobierno (en la Timocracia, el honor; en la Oligarquía,
la riqueza; en la Democracia, la libertad) es la cual la alza al poder, pero es la misma por la cual, excedida en su uso,
le hace perder el mando (en la Timocracia, cuando se desvirtúan los primeros valores elevando al poder al que posee
más riquezas; en la Oligarquía, cuando el uso desmesurado de su poder y riqueza exalta al pueblo y obliga a la
revolución; en la Democracia, cuando sedientos de más y más libertad, van contra su propio gobierno elevando al
poder al “caudillo del pueblo” para que vele por sus intereses).

En el libro IX, Platón presenta tres argumentos hacia la conclusión que es deseable lograr en el ser humano, después
de comparar a los filósofos con los hombres más despreciables representados por la tiranía, hombres injustos que se
determinan por sus propios apetitos irracionales. Mediante un bosquejo psicológico sobre la tiranía, platón
determina que la injusticia tortura la psique de los hombres, en donde por el contrario un el alma debe ser feliz, sana,
en clama y en paz consigo misma. Más tarde señala que aun cuando los tres conceptos del carácter, amor al dinero,
amor a el honor y amor a la verdad tienen su propio concepto del placer y su propio entendimiento de la buena vida
y que cada uno se elige como el más placentero y el mejor, solo el filósofo puede juzgar acertadamente sobre el valor
de la vida como el único y verdadero. Platón trata de demostrar que solo el placer filosófico es el único verdadero
placer y que todos los demás placeres no son más que pretextos para el interrumpir el dolor que nos da la vida.
Platón termina La República con una sorprendente reflexión, Una vez definido el concepto de lo justo y de la justicia
como el supremo bien al que todos deben aspirar, destierra a los poetas de la ciudad, Los poetas son, indulgentes
con el concepto de la injusticia, porque nos permite aceptar emociones y simpatías hacia ella. La poesía, en suma
dice Platón, nos hace injustos. El autor de La República, nos relata el mito de Er, el armenio originario de Panfilia
quien describe su trayectoria de su alma después de su muerte y de cómo las almas nobles que buscan el bien y lo
viven son recompensadas por mil años de paz, mientras que las almas injustas, aquellas que dieron la espalda al bien,
son castigadas a sufrir esa misma cantidad de tiempo. Es deber de cada alma, nos dice Platón, elegir qué tipo de vida
será la que quiera vivir. En los tiempos en que vivimos no se puede negar la influencia de este filósofo en todo
pensamiento espiritualista, en la epistemología del idealismo objetivo, en su metafísica, su ética y su sistema político.
Especialmente Platón se hace presente en la importancia de la razón en el conocimiento y a través del concepto de
ideas puras de la Razón. “La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser.” Platón

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