Impacto y Secuelas Del Abuso Sexual en Adolecentes y Jovenes
Impacto y Secuelas Del Abuso Sexual en Adolecentes y Jovenes
Impacto y Secuelas Del Abuso Sexual en Adolecentes y Jovenes
Secuelas físicas.-
La mayoría de los traumas que ocasiona el abuso sexual en niños, adolescentes y jóvenes son de
naturaleza psicológica debido a que, inicialmente al menos, la mayoría de las víctimas reaccionan con
pasividad ante el abuso. Las razones que explicarían esta no resistencia al abuso pueden ser el miedo
al uso de la fuerza física por parte del agresor, ignorancia, amenazas del abusador hacia su familia,
sentimientos de desamparo, miedo a que sus madres o padres no les crean, o porque el abusador
está en autoridad y dependencia económica. Sin embargo, una proporción de los niños, adolescentes
y jóvenes sufren traumas físicos tales como lesiones, infecciones vaginales, dolor, prurito, lesiones o
heridas, irritación en el área genital, sangrado o goteo inter-menstrual. Otros síntomas conductuales o
psicológicos pueden ser ansiedad, jaquecas, irritabilidad, disturbios del sueño, cambio en los hábitos
del comer, pesadillas, fatigas, quejas somáticas difusas.
El embarazo en la adolescente o joven puede ser el resultado de una situación de abuso sexual. Esta
posibilidad puede ser considerada, particularmente cuando el progenitor de su embarazo es
significativamente mayor. Otro indicador más amplio de esta posibilidad es la renuencia de la
adolescente o de su familia a divulgar la identidad de éste. El descubrimiento del embarazo suele ser
en estos casos, la primera declaración de la existencia de abuso sexual de larga duración.
Otra consecuencia en este aspecto puede ser la aparición de Infecciones de Transmisión Sexual,
incrementándose la posibilidad de infección por VIH. Muchos de los niños, adolescentes y jóvenes que
fueron abusados sexualmente, siguen sintiendo mucho miedo por esta posibilidad aún siendo adultos.
Temen haber sido dañados físicamente por el abuso. Por ejemplo, en una adolescente, la menarquia
tardía puede ser causada como causa psicológica a consecuencia del abuso.(37,38,39)
Secuelas psicológicas.-
Los aspectos psicológicos pueden entenderse como la resultante de complejas interacciones entre
algunos aspectos del adolescente o joven y los factores implicados en el abuso sexual. Si bien algunas
de las experiencias anteceden a la aparición de la adolescencia, es solamente la maduración
cognoscitiva lo que permite la realización y expresión de estos sentimientos.
La depresión es comúnmente vivenciada, en especial por jóvenes mujeres, como resultado del abuso
sexual y se encuentra muy vinculada a la respuesta familiar y social, aún cuando éstas tiendan a
protegerla y apoyarla. La depresión es con frecuencia una respuesta a uno de varios factores. Ellos
incluyen una sensación de maldad y culpa, baja autoestima vinculada a sentimientos de vergüenza,
suciedad y daño; o también una creencia de ser valorada sólo como objeto de abuso sexual para
gratificación de otros; un sentimiento de estar entrampada y falta de apoyo y ayuda frente a estas
sensaciones opresoras.
La acomodación y adaptación psicológica del niño, niña o adolescente es necesaria para sobrevivir
emocionalmente el período abusivo. Este proceso de acomodación a menudo permite que el abuso
siga su curso aparentando una vida normal, con sólo algunos signos de disturbio en el comportamiento
o en la esfera afectiva, que sólo retrospectivamente sean reconocidos como indicadores de este abuso.
El niño, niña o adolescente puede aislar la experiencia abusiva del resto de su vida olvidando o
aparentando que el abuso no ha ocurrido. (40,41,42)
Los adolescentes y jóvenes varones abusados experimentan síntomas muy similares a los
experimentados por las mujeres, como depresión, aislamiento, pobre auto-concepto, dificultad en
establecer relaciones y problemas sexuales. Muchos adolescentes varones son también similares a
las víctimas mujeres ya que también se avergüenzan por lo que les pasó o se ven ellos mismos como
responsables o débiles por permitir que sucediera.
La forma más angustiante que se percibe como mecanismo de evasión de aquella situación intolerable,
son los intentos de autoagresión experimentados por los y las adolescentes víctimas de abuso sexual.
El abusar de otros puede ser una forma de evasión utilizada por los adolescentes varones. Otros
adolescentes se evaden del abuso a través de la huida o fuga del hogar. Sentimientos de culpa, de
inferioridad o sentimientos de desvaloración, son también resultados de haber sido abusado.
Dos dificultades surgen en la sexualidad de adolescentes abusados:
Cuando el abuso es descubierto podría ser muy difícil abandonar los sentimientos de culpa,
impotencia o disociación de la experiencia. Esta experiencia de haber sido víctima
desamparada contribuye a la identidad del o la adolescente o joven,
Algunos adolescentes o jóvenes mantienen el silencio acerca del abuso para proteger a padres,
tutores o familiares de la angustia de saber sobre el abuso. Cuando se devela el abuso, los y
las adolescentes o jóvenes se ven enfrentados a las suposiciones de los adultos de que ellos o
ellas podrían haber encarado activamente el abuso o que el hecho de no haber develado con
anterioridad, implica que éste no fue tan mal recibido por él o la adolescente o joven, estos
puntos de vista, aunque equivocados, hacen consonancia con los sentimientos de culpa de
adolescentes y jóvenes víctimas de abuso sexual. (1,40,41)
Se describe que los y las adolescentes o jóvenes abusados sexualmente son particularmente
vulnerables al abuso, a que éste sea reiterado y que se prolongue en el tiempo. Según Fergusson, el
riesgo de abuso sexual tiende a aumentar en aquellos niñas y niños que provienen de familias que se
caracterizan por disfunción marital, mono parentalidad, pobre relación padres-hijos y problemas de
desajuste parental.(1)
En general, estos son niños que tienen una temprana vida familiar caótica y disfuncional, pobres
modelos parentales, presentan necesidades de afecto y atención no satisfechas, tienen una
inadecuada información de lo que es la sexualidad sana, sufren maltrato físico o emocional, presentan
discapacidad mental o física. No se puede dejar de mencionar que los niños y las niñas
institucionalizados son también víctimas propicias de abuso sexual por parte de guardadores o de
otros niños mayores.(1)
- Indicadores que pueden guiar a detectar cuando un niño o niña ha sido
víctima de abuso sexual.-
Estos indicadores pueden guiar a detectar un abuso sexual especialmente en niños pequeños y
pueden ser útiles para padres, profesores, otros miembros de la familia, profesionales de la salud o
instituciones de menores, vecinos u otros pero deberían ser evaluados cuidadosamente.
- Cuando el niño o la niña declara espontáneamente que el abuso sexual haocurrido o está ocurriendo.
Conductas antisociales tales como fugas del hogar, vagancia, mendicidad o delictivos.
Embarazo en adolescentes muy jóvenes, con progenitor significativamente mayor o renuencia
a divulgar identidad del progenitor del embarazo.
Problemas conductuales, conductas impulsivas, irritabilidad, agresividad, odio y hostilidad hacia
otros.
Conductas sexuales antisociales tales como promiscuidad, prostitución o involucramiento en
comercio sexual.
Autoestima negativa, odio a si mismo.
Problemas escolares notorios, dificultades en la concentración, cimarra, deserción escolar.
Cambios en los patrones del dormir o comer.
Que reporte pobre comunicación con padres o sea objeto de castigos extremos o maltrato.
- Otros indicadores que pueden sugerir la posible necesidad de explorar más profundamente el tema
Los factores de riesgo para la ocurrencia de abuso sexual en niñas o niños dicen relación con que:
Pasos a Seguir Cuando un Niño, Adolecente o Joven le Revela que ha sido Victima de un Abuso Sexual
TENER CALMA, SERENIDAD, TRANQUILIDAD.-
La primera respuesta tendrá gran impacto sobre la niña o adolescente. Ellos lo hacen mejor cuando
las personas en quienes confían tienen calma y aceptación hacia ellos. Si el niño percibe alarma,
disgusto por lo que pasó, tal vez deje de contar. Además, en la medida en que va contando su historia,
poco a poco, va mirando la reacción de la persona, cuando encuentra que no es rechazado se atreve
a seguir contando la peor parte.
CREERLE.-
Es fundamental creerle lo que está revelando, aún cuando puede haber inconsistencias o confusión
en los detalles, y mantener una mente abierta. Si hay partes del relato que puedan ser confusos, decirle
que no se le está entendiendo muy bien y que vuelva a repetir para no sacar conclusiones
equivocadas.
ESCUCHAR.-
Enterarse de los detalles lentamente, sin presionar o confundirlo. Hay que recordar que conversar
acerca de sentimientos y experiencias difíciles, generalmente, se hace lentamente y por etapas.
Escuchar tranquilamente, en forma calmada. Hacer preguntas pertinentes, dirigidas, principalmente,
desde cuando está ocurriendo el abuso, el grado o tipo de abuso, la forma de amenaza a que está
siendo sometido.
NO JUZGAR Y ASEGURAR QUE LO QUE PASO NO FUE SU CULPA.-
Nunca acuse o dé la impresión de acusar. Recuerde que el abuso sexual no es una falta del niño o
niña, adolescente o joven, la culpa y responsabilidad es siempre del abusador, aún cuando algunas
reglas no fueron seguidas por la niña o niño (ejemplo salir sin permiso o el tipo de vestuario usado). El
miedo al rechazo, al castigo o a que no le van a creer es la principal razón para no revelar el abuso a
que está siendo sometida/o y el agresor puede haberle amenazado de que este tipo de respuesta o
reacción es la que obtendrá si lo cuenta a alguien.
DARLE APOYO.-
Permanecer cerca del niño o niña cuando esté conversando acerca de lo que le pasó y acerca de sus
sentimientos. Más aún tomarle la mano puede asegurarle que el profesional está ahí para protegerlo/a.
Asegurarle que es digno de amor y apoyo, aún cuando algo malo le haya sucedido. Se le debe dar
mucha fuerza, decirle que ha sido muy valiente por atreverse a contarlo.
SER AMABLE.-
Ser amable para que el niño, adolescente o joven confíe lo suficiente para contar esta experiencia
extremadamente desagradable. Asegurarle que hizo lo correcto en contar y hacerle saber que tiene
todo el derecho de conversar acerca de sus sentimientos de incomodidad, tristeza, miedo, rabia, odio,
vergüenza, dolor, etc.
RECORDAR QUE ES EL NIÑO O NIÑA, ADOLESCENTE O JOVEN QUIEN HA SIDO HERIDO/A O
DAÑADO/A.-
Algunas veces los sentimientos de dolor, angustia, vergüenza o rabia experimentados por el
profesional hacen olvidar temporalmente quién es la víctima principal. Se debe atender a las
necesidades de la víctima primero, aún cuando el profesional pueda estar muy afectado también.
RESPETAR LA PRIVACIDAD Y CONFIDENCIALIDAD.-
Discutir y comentar el problema solamente con aquellas personas que necesitan conocerlo. Ser
abusada/o sexualmente no es un secreto sucio, pero tampoco es una información pública que todo el
mundo deba conocer. No se le debe forzar que el niño, niña o adolescente o joven cuente a quien no
quiere. Pero es muy importante hacerle saber que hay que contarle a alguien más, a algún adulto de
su familia, o de su entorno para que pueda brindarle ayuda, porque si esto permanece en silencio el
abusador va a continuar haciéndole daño y puede hacerle daño a otros niños adolescentes o jóvenes.
En este punto no se debe imponer la persona a quien la niña o niño debería contar. Muchas veces se
piensa que debería recurrir a la madre, pero no siempre la madre es el recurso más efectivo, pues tal
vez ella también se encuentre atrapada en este círculo de violencia. Se tiene que preguntar quién es
esa persona cercana en quién confiar y que podría ayudarla.
NO CREAR FALSAS EXPECTATIVAS.-
No se debe prometer algo que no se va a cumplir. Es importante preguntar qué espera el niño, niña o
adolescente o joven del profesional, qué quiere que haga y luego establecer juntos hasta donde llegará
su ayuda.
BUSCAR AYUDA PROFESIONAL ADECUADA.-
Es necesario y conveniente, que llegado un cierto momento y si es posible con el acuerdo de la/el
adolescente o joven y sus familiares, referir el caso a instituciones o profesionales especializados en
el tema. Hay fuertes sentimientos que deben ser tratados por expertos en salud mental y es necesario
tratamiento psicológico para curar las heridas causadas por el abuso sexual. Secuelas a largo plazo
como depresión, enfermedades psicosomáticas o dificultades serias en el plano de las relaciones
interpersonales pueden perdurar si no son debidamente tratadas. Persistir hasta encontrar una
organización, grupo especializado en la atención de víctimas de abuso sexual, en hospitales, clínicas
de atención de salud mental de la comunidad.
POSIBILIDAD DE ACOMPAÑAR.-
Una vez que el caso sea referido a otros profesionales del área psicológica o legal, es conveniente no
desentenderse totalmente del niño, niña o adolescente o joven, manteniendo de alguna manera el
espacio de comunicación logrado.
COMPARTIR EL IMPACTO QUE PRODUCE.-
El profesional debería buscar ayuda, pues el hecho de encontrase ante una situación de abuso sexual
impacta, genera sentimientos de temor, de indignación o de mucha impotencia, por lo que es muy
importante que se hable con alguien más para compartir esos sentimientos.
EL PROFESIONAL DEBE RECONOCER SU LIMITACION.-
Lo que muchas veces asusta es ser depositario/a de un secreto, de un problema, se sabe que algo se
debe hacer, pero hay que reconocer las limitaciones que se puede tener y la ayuda que se pueda
ofrecer al adolescente, tiene que ser posible de cumplir. La solución de muchos aspectos del problema
no va a estar al alcance de un sólo profesional, pero lo mucho o poco que se pueda hacer con la
intención de ayudar va a ser muy importante y válido.(30,44,53,54,55,56)
Se debe hablar con el o la adolescente o joven y sus familias acerca de la posibilidad de realizar una
denuncia judicial. Es un delito.
Esta puede ser presentada en la comisaría o unidad de Investigaciones más cercana al domicilio.
También puede iniciarse en el Servicio Médico Legal, dónde hay un policía de menores de turno, para
tomar la declaración. Luego la denuncia deberá ser ratificada en el Juzgado del Crimen
correspondiente. El hecho de presentar una denuncia a la policía, es una decisión muy difícil, que tiene
un costo social y afectivo importante para la víctima y su familia.
Con frecuencia, una vez efectuada la denuncia por un abuso sexual intrafamiliar, se separa al niño o
niña del grupo familiar, como una medida de protección pero esto puede provocarle más daño y dolor
aunque sea una medida temporal. Por lo tanto, no siempre la primera medida a tomar deberá ser
separar a la niña o niño adolescente o joven de su entorno familiar y comunitario. Se debe tratar de
resolver el conflicto con los recursos con que se pueda contar en su propio ambiente.
Lo fundamental, es que el niño o niña, adolescente o joven, víctima de abuso sexual ya no esté en
contacto con el abusador, que la familia se haga cargo y la proteja. Si la familia está enterada y no ha
hecho nada para cambiar la situación y el peligro continúa, una institución de protección de menores
debería encargarse de dar protección y seguridad.
Por otro lado, es necesario preparar a la niña/o, adolescente o joven para los peritajes médico-legales
e interrogatorios a que será sometido y éstos suelen ser traumáticos. Hay que indicarles que las
preguntas son necesarias para tipificar el delito e identificar al agresor, para que éste pueda ser
sancionado de acuerdo a la legislación vigente y ayudar así a que hechos de esta naturaleza no
puedan volver a repetirse.
Finalmente, es necesario recordar que por la naturaleza misma del sistema judicial, por lo careos con
el inculpado, por la actuación de funcionarios no preparados para interrogar a menores, sin privacidad
en los lugares de toma de declaración, expuestas en las salas de espera, a la intimidación del agresor
o de familiares de éste y sintiendo que no se les cree, una niña o adolescente o joven, víctima de
abuso sexual puede sufrir una segunda victimización esta vez por el sistema judicial.(30,49,50)
Cualquier programa de prevención que se implemente debe considerar tres niveles: los niños ,
adolescentes y jóvenes; la familia y la comunidad.
- En niños, niñas, adolescentes y jóvenes
Estas acciones de prevención deben estar centradas en el fortalecimiento de los factores que pueden
protegerlos y ayudarlos a construir positivamente a pesar de las situaciones adversas que puedan
ocurrirles. Es lo que se llama resiliencia. De acuerdo a varios autores cinco serían los ámbitos en que
se debería trabajar.
- En las familias
Las acciones de prevención deberían estar centradas en la pesquisa de familias en riesgo para
fomentar en ellas:
- En la Comunidad
ntroducción
La preocupación por el tema está alcanzando cada vez mayor importancia para las autoridades, como
para las diversas instituciones tanto públicas como privadas que se relacionan con el tema. Existe
cada vez mayor información acerca de las severas repercusiones físicas, psicológicas, sociales y
familiares que sufre una niña, adolescente o joven que es víctima de Violencia Sexual desde el Acoso
Sexual hasta la Violación y por lo tanto es más evidente la necesidad de que sea atendida en forma
adecuada por profesionales de la salud, de protección de menores, policiales y otros.
La Violencia Sexual es un problema que afecta en grados variables a mujeres, niñas y niños, de todos
los estratos socio-económicos y en todos los países. Sin embargo, los casos que más se denuncian
corresponden a mujeres y de éstas, aquellas que provienen de sectores socio-económicos más
pobres.(1,2,3)
Que el abuso sexual sea más frecuente en mujeres que en varones puede explicarse por concepciones
culturales según las cuales la sexualidad de la mujer, sin importar la edad que tenga, es propiedad de
los varones. El abuso sexual, en este contexto, es entonces una relación de poder en donde la
sexualidad de una mujer es manipulada, agredida, irrumpida por un agresor varón, ya sea que use la
fuerza , la intimidación o el poder en el ámbito de la instituciones educacionales o laborales.
Una mujer puede ser víctima de abuso sexual desde el período de lactancia hasta las últimas décadas
de su vida. La edad de mayor frecuencia está entre los 15 a 19 años (37%), sigue el grupo de 20 a 29
años (29%), no deja de ser preocupante el grupo de 10 a 14 años (21%). Un estudio muestra que las
víctimas de violación entre 13 a 19 años constituyen el 35% de los casos informados.(3,4)
En relación al estado civil, otro estudio indica que el 80% de las víctimas de abuso sexual son solteras,
las mujeres jóvenes y solteras son atacadas con mayor frecuencia porque son más manejables y se
les puede inmovilizar con mayor facilidad por medio de la amenaza y el miedo.(4,5)
Con frecuencia los adolescentes cumplen adecuadamente con las tareas del desarrollo y entran en la
adultez bien en el límite de lo esperado. Sin embargo, para los adolescentes que han sido abusados
sexualmente y que no han sido tratados, este período puede ser "un disparador" del desarrollo dando
como resultado la reactivación de eventos no resueltos y la reinstalación o uso continuo de
comportamientos desajustados.
Considerando que la adolescencia es un período de formación de la identidad y de su autonomía,
identificar un abuso sexual y tratarlo precozmente, puede ofrecer un mejor futuro para quienes han
sufrido este daño.(5,6,7).
Sufrir violencia sexual durante la adolescencia es una de las experiencias más traumáticas, dolorosas
e invalidantes que pueden vivir los jóvenes. Muchas personas creen que cuando las chicas y los chicos
llegan a la adolescencia el riesgo de violencia sexual es menor para ellos porque ya son capaces de
defenderse. Pero eso no es cierto, las estadísticas dicen que precisamente la adolescencia es la edad
de mayor riesgo.
Violencia o abuso sexual es cualquier acto de naturaleza sexual al que se obliga a una persona, en
este caso a un o una adolescente. Cuando a un adolescente se le obliga a mantener relaciones
sexuales o cualquier tipo de contacto sexual sin que él o ella lo desee, cuando se le toca o se le obliga
a tocar a alguien. También cuando se le obliga a desnudarse o a acariciarse íntimamente, aunque el
agresor no le toque, eso es un abuso sexual. O cuando el que se desnuda o se acaricia sexualmente
ante el adolescente es el agresor. Igualmente es abuso sexual cuando el agresor acosa verbalmente,
con palabras, llamadas, etc… de contenido sexual a un menor. Y también es abuso sexual cuando se
obliga a alguien a mantener relaciones sexuales sin protección. Las violencia sexual se ejerce tanto
sobre chicos como sobre chicas aunque son estas las que la padecen en mayor medida.
Es muy importante que las adolescentes y los adolescentes sepan sin ningún género de dudas que
violencia sexual no es solo la penetración no deseada si no cualquier acto de naturaleza sexual en el
que se les obligue a participar en contra de sus deseos, tanto físico como psicológico o verbal.
Tampoco es imprescindible para que se considere abuso sexual que el adolescente esté junto a su
agresor.
Son cada vez más frecuentes los casos de abuso sexual a través de internet. También los chicos y
chicas deben tener muy claro esto.
Las consecuencias para los adolescentes varían mucho en función de cómo haya sido el abuso, de
quién lo haya cometido sobre ellos y, lo que es muy importante, del tiempo durante el que se haya
estado cometiendo esa violencia sexual sobre ellos.
Generalmente es díficil detectar que un o una adolescente está sufriendo este tipo de violencia. Pero
sus consecuencias son terribles. Por eso ante cualquier duda sobre la conducta de un adolescente
habrá qué indagar qué le está pasando para descartar que esté siendo víctima de violencia sexual.
Las consecuencias de la violencia sexual sobre un adolescente pueden ser múltiples y pueden afectar
a todos los aspectos de su vida.
Salud física:
Heridas. En ocasiones, los agresores además de maltratar sexualmente a sus víctimas también
las golpean.
Embarazos no deseados. Otra de las posibles consecuencias terribles para las adolescentes
es que fruto de la violación se produzca un embarazo.
Enfermedades de transmisión sexual. Ese es otro de los riesgos posibles tras la violencia
sexual, que el agresor contagie a la víctima de alguna enfermedad sexual.
Salud mental
Depresión. Sufrir violencia sexual es con frecuencia motivo para que la víctima se hunda en
la depresión.
Miedos. Tras haber sufrido violencia sexual suelen aparecer miedos diversos, a la muerte, al
contacto con otras personas, a estar en lugares abiertos, etc…
Ansiedad. Otra de las consecuencias frecuentes es la aparición de episodios de ansiedad.
Baja autoestima. Muchas de las víctimas de violencia sexual se sienten culpables, sucias,
marcadas… y eso hace que su autoestima descienda, lo que provoca la aparición de nuevos
problemas mentales.
Trastornos de la alimentación. También la percepción de la propia imagen sufre distorsiones
en ocasiones y eso puede provocar a la vez la aparición de enfermedades como la anorexia o la
bulimina.
Estrés postraumático. Esta afección mental que sufren muchas de las personas que han
pasado por un episodio traumático en su vida por el que se sienten o han sentido amenazados
también aparece en muchas víctimas de violencia sexual.
Ideas de suicidio. Otra de las graves consecuencias de la violencia sexual es la aparición
frecuente de la idea de suicidio.
La existencia de un indicador no necesariamente significa que una persona haya sido víctima de abuso
sexual. Además, los indicadores de abuso sexual pueden variar en gran medida de una persona a
otra.
Esta página detalla los indicadores generales de:
Un niño o niña que ha sido víctima de abuso sexual.
Un adolescente que ha sido víctima de abuso sexual.
Otro adulto que ha sido ha sido víctima de abuso sexual.
Alguien que pueda abusar sexualmente de un niño o niña.
Si sospecha que ocurre un abuso sexual, consulte la sección Ayuda y apoyo del sitio web.
Stop It Now! desarrolló una hoja de consejos de señales de advertencia para ayudar a identificar
las posibles señales de advertencia. La existencia de una de estas señales no significa que un niño
haya sido víctima de abuso sexual, pero la presencia de varias sugiere que usted debería comenzar
a hacer preguntas y considerar buscar ayuda.
Existen muchas reacciones que los sobrevivientes de violación y agresión sexual pueden
experimentar. Para eventos traumáticos en general, es importante darse cuenta de que no existe
un patrón “estándar” de reacción al estrés extremo provocado por experiencias traumáticas.
Algunas personas responden inmediatamente, mientras que otras tienen reacciones retardadas que
aparecen, con frecuencia, meses o, incluso, años después. Y mientras que algunas experimentan
efectos adversos por un período prolongado, otras se recuperan con bastante rapidez. Las
reacciones pueden cambiar con el paso del tiempo.
Algunas personas que han sufrido un trauma se sienten con energías inicialmente para asumir el
reto de enfrentar la situación, para luego sentirse desanimadas o deprimidas. 2 El impacto del abuso
sexual varía de persona a persona y puede ocurrir en varios niveles, física, emocional y
mentalmente.
¿Se siente confundido(a) sobre lo que pasó? ¿Lo que le pasó es agresión o abuso sexual? La
RAINN cuenta con una página web para describir los diferentes tipos de violencia sexual.
Señales de advertencia que pueden indicar que alguien está abusando sexualmente de
un niño 1volver al principio
RReferencia
Diversos autores han coincido en señalar que el tratamiento para víctimas de violencia
sexual debe hacerse con apoyo de un equipo interdisciplinar (Assis et al., 2009; Bernik,
Laranjeiras & Corregiari, 2003; Menicucci et al., 2005). La necesidad de un trabajo
combinado para estas personas se hace aún más evidente cuando son diagnosticadas con
Trastorno de Estrés Postraumático. El TEPT requiere de tratamientos de alta calidad para
ser afrontado, pues la complejidad de sus manifestaciones y la gravedad de su impacto
genera fuertes alteraciones en la salud mental de las personas (Vallejo & Terranova,
2009). Se recomienda la combinación de técnicas como la relajación para reducir el nivel
de estrés psicofisiológico, la reestructuración cognitiva, la psicoterapia psicodinámica, el
uso de psicofármacos, la hipnosis, entre otras. Los autores aconsejan en los casos leves
de TEPT el uso de psicoterapia, y en los casos moderados y graves el uso de tratamiento
farmacológico y psicoterapéutico combinados por lo menos durante un período de doce
meses, y con un seguimiento posterior (Foa, Davidson & Frances, como se cita en Mingote,
Bogoña, Isla, Perris & Nieto, 2001).
Valker y Nash, citados por Mingote et al. (2001), afirman que el psicoanálisis está
contraindicado para las personas con TEPT. Sin embargo, estos mismos autores validan
las psicoterapias dinámicas derivadas del psicoanálisis y señalan que es fundamental
cuidar la alianza terapéutica con la persona afectada a través de un buen encuadre y la
interpretación de las resistencias y la transferencia.
Otra investigación con enfoque psicodinámico que trabajó el análisis de cinco casos de
psicoterapia grupal heterogénea de mujeres con y sin trauma de abuso sexual, encontró
que el tratamiento grupal proporciona un medio apropiado para identificar y corregir el
problema de aislamiento y estigmatización; genera un espacio adecuado para reparar
vínculos dañados por el trauma; se constituye en una herramienta para reconocer y
corregir los desequilibrios que permiten el abuso y las proyecciones que lo fomentan;
permite el reconocimiento de culpas y responsabilidades en las situaciones de abuso; y,
beneficia tanto a los miembros traumatizados como a aquellos que no padecen el trauma
(Nicolas & Forrester, 1999). La psicoterapia interpersonal-psicodinámica ha sido definida
por Callahan, Price y Hilsenrothe (2004) como la serie de tratamientos que hacen un
énfasis particular en la expresión de afectos y la exploración de patrones de relaciones,
sentimientos o ideas en el presente y pasado de la persona, que contribuyen a la etiología
y mantenimiento de los conflictos psicológicos. Una investigación desarrollada por estos
autores indagó la efectividad de la terapia interpersonal-psicodinámica en personas
abusadas sexualmente y concluyó que este tipo de tratamiento reduce la sintomatología
e incrementa los aspectos relacionados con el ajuste social y el funcionamiento
interpersonal saludable en las personas.
Respecto a este tipo de terapias grupales, una de las metas más importantes a lograr es
la recuperación de los sentimientos de control y estabilidad que se vieron afectados tras
la violación (Van der Kolk, 1987, 2002). Cuando una persona que ha sufrido una situación
traumática asiste a una psicoterapia de grupo, es necesario que recupere la confianza
básica en el otro como ser humano y confíe en un proceso que le permita re-experimentar
el sentimiento de seguridad hacia los demás como parte de la reconstrucción de su vida
y de la elaboración del hecho traumático (Orengo & Sabbah, 2001). Como bien enfatizan
los autores mencionados, el trauma producto de la crueldad humana rompe la confianza
que el sujeto tiene en el otro como ser humano.
En otro estudio con 40 niños y adolescentes entre los 9 y 16 años abusados sexualmente,
de la región metropolitana de Porto Alegre, se evaluó el modelo de grupo de terapia
cognitivo comportamental. Se realizaron 16 sesiones semiestructuradas y se utilizó como
instrumentos la entrevista semiestructurada, la Children's Attributions and Perceptions
Scale, el Inventario de Depresión Infantil (CDI), la Escala de Estrés Infantil (ESI), el
Inventario de Rasgos de Ansiedad Rasgo- Estado para Niños (IDATE-C), y la entrevista
para evaluar síntomas de estrés postraumático. Los síntomas de depresión y ansiedad
presentaron reducción significativa, los síntomas de estrés infantil mostraron reducción
en las subescalas de síntomas físicos, psicológicos, depresivos y psicofisiológicos.
Respecto a las distorsiones cognitivas sobre el episodio de abuso se dieron modificaciones
por medio de técnicas de reestructuración cognitiva. En conclusión la terapia grupal
contribuyó con cambios positivos a nivel de la percepción de culpa, confianza y relación
con pares, y hubo reducciones significativas en los síntomas del TEPT, sobre todo en
revivencia del trauma, evitación e hipervigilancia (Habigzang et al., 2009).
Terapia farmacológica
Una investigación a través de grupos focales comparó a mujeres que fueron violadas en
la infancia y que, además de haber desarrollado TEPT, presentaban personalidad limítrofe,
con otras que no presentaban este último diagnóstico. Se concluyó que hubo una mejoría
significativa en las mujeres del primer grupo en los síntomas del desorden de estrés
postraumático. Se encontraron cambios significativos en variables como ansiedad,
depresión, problemas interpersonales e índices de agresividad después de haber recibido
el tratamiento (Cloitre & Koenen, 2001).
Otra investigación con niñas adolescentes víctimas de abuso sexual que asistían a grupos
focales de temas estructurados y diseñados para evocar material inconsciente, encontró
mejorías en los síntomas del TEPT, en el manejo de las crisis en el grupo y en las
habilidades de las participantes para tolerar el tema. Gracias a la terapia, las adolescentes
dejaron de ver el hecho traumático en sí mismo, y empezaron a escuchar y comprender
por primera vez la situación en su total magnitud (Heiman & Ettin, 2001).
Un estudio con grupos focales para mujeres abusadas utilizó técnicas de programación
neurolingüística en la narración de las experiencias vividas para mejorar la autoestima.
Los temas que más trabajaron estas mujeres fueron la repugnancia, el miedo, el fruto de
la violación, la violación en el hogar, la culpa, la imagen, el miedo a la muerte, el placer
de la venganza, entre otros. Estos investigadores concluyeron que, aunque el trauma no
es sanado del todo, ocurre una transformación gracias al soporte y el apoyo, y los talleres
fueron una oportunidad para reflexionar, cambiar actitudes e identificar nuevas soluciones
(Carneiro & Teodoro, 2006).
Un estudio realizado entre mayo del 2005 y abril del 2006 tuvo por objetivo identificar
procesos que ayudaran a mujeres abusadas sexualmente en la infancia a atenuar y evitar
los efectos negativos de esa experiencia en la vida adulta. Se utilizó como método el
estudio de caso de una mujer de 36 años y otra de 40, cuyos datos fueron recolectados a
través de entrevistas semi-estructuradas. La investigación encontró que la red de soporte
social, es decir, los recursos formales como la familia y el Estado, e informales como
personas de la comunidad, ayuda en el soporte y en el enfrentamiento de la experiencia
de abuso sexual (Hendler & Santos do Silva, 2006).
Las investigaciones que han utilizado terapia de soporte en combinación con terapia
enfocada en el trauma para ayudar a mujeres abusadas sexualmente, han encontrado
entre los logros la reducción del aislamiento, la disociación, los pensamientos intrusivos y
la autoculpa; el aumento en las habilidades sociales, la autoconfianza y la confianza en
otros; una mejor capacidad para reconocer en ellos mismos los síntomas comunes; la
integración de sentimientos con el evento traumático, entre otros (Vandensen & Carr,
2003).
En el año 2005 se realizó una investigación sobre los efectos de la escritura expresiva en
mujeres que sufrieron violencia íntima de su pareja y que presentaban síntomas
depresivos y de TEPT. Se halló que la terapia de escritura expresiva resultó ser curativa
en estados patológicos como la ansiedad y la depresión; generó procesamientos cognitivos
que beneficiaron el incremento de reflexión sobre el significado, el sentido y la coherencia
del evento traumático; y, logró reducir los síntomas depresivos en mujeres que han
experimentado violencia íntima (Koopman et al., 2005).
Otro estudio se enfocó en talleres dirigidos a mujeres que fueron violadas y a profesionales
de la salud que asistían a las sobrevivientes en la Casa de Apoyo a la Mujer Profesor Dr.
Domingos Deláscio de la Universidad Federal de Sao Pablo, Brasil. Se encontró que los
ejercicios basados en la Programación Neurolinguística ayudaron a las participantes a
hablar de las situaciones preocupantes, y que la comprensión, aceptación y apoyo por
parte de novios, esposos, padres y el resto de la familia hizo que fuera más sencillo
recuperar su vida y reconstruir su autoestima (Vianna, Bomfim & Chicone, 2006).
Otra investigación, esta vez sobre el uso de la hipnosis en el tratamiento de los trastornos
postraumáticos, concluyó que las personas con este diagnóstico tienen una mayor
respuesta a la sugestión, lo cual permite que las técnicas hipnóticas funcionen mejor,
siendo más factible inducir experiencias disociativas en forma controlada y estructurada.
En estos casos hay un beneficio en términos de la reexperimentación del trauma, para
nuevas interacciones adaptativas con el mismo. En general, se concluyó que la hipnosis
puede incrementar la eficacia de otras terapias con las que se integre (Cardena,
Maldonado, Galdon & Spiegel, 1999).
Los grupos de apoyo constituyen una buena alternativa para el trabajo con sobrevivientes
de abuso sexual. Ofrecen información y educan a los sobrevivientes en materia de
violencia sexual, derechos humanos, sexualidad, violencia intrafamiliar, abuso en el
noviazgo, entre otras. Sin embargo, tienen desventajas respecto a la cohesión grupal y la
continuidad de los temas, por ser grupos de participación abierta (Claramunt, 2002).
Finalmente, existen nuevas propuestas de tratamiento que parten del enfoque de los
derechos humanos y tienen perspectiva de género. La terapia de sobrevivencia propuesta
por Walker (1995) es una de ellas, y se basa en la teoría del trauma y la teoría feminista.
Sus principales postulados se asocian con el enfoque en las fuerzas antes que en las
debilidades de las mujeres, la auto-revelación, el poder compartido, la aproximación
holística y la salud mental positiva.
Discusión
El abuso sexual debe ser asumido por los servicios de sanidad de los estados como un
asunto de seguridad pública, más aun en países donde la violencia de género y la violencia
sociopolítica son pan de cada día. Los datos encontrados en la revisión del estado del arte
de tratamientos y servicios a sobrevivientes de violencia sexual indican deficiencias en la
atención a estas personas en países en vías de desarrollo (Brasil, Chile, Colombia, India).
Se hace necesario ofrecer una buena atención primaria en salud en los centros de servicios
y las áreas de urgencias, ya que ella constituye el puente de acceso y adhesión a
tratamientos de mayor seguimiento y continuidad. La víctima requiere de apoyo
profesional que la guíe en los procesos. Las fallas en este apoyo generan baja adhesión a
los tratamientos terapéuticos y farmacológicos en los centros de salud, lo que no facilita
la elaboración del trauma, tema que aparece reiteradamente en la bibliografía (Freire,
Guimares, Ribeiro & Macedo, 2007).
Las terapias más utilizadas para el tratamiento psicológico del abuso sexual son las
terapias individuales y grupales con enfoque psicodinámico y psicoanalítico; las terapias
cognitivo comportamentales que utilizan técnicas como la desensibilización sistemática,
inundaciones, reestructuración cognitiva, entre otras; la farmacoterapia con el uso
predominante de los antidepresivos y ansiolíticos; y, las terapias alternativas con
modalidades terapéuticas como la programación neurolingüística, los grupos focales, las
terapias de escritura y las terapias con enfoques de género.