Como Superar El Miedo A Testificar
Como Superar El Miedo A Testificar
Como Superar El Miedo A Testificar
“¿Por qué no me dijiste? Por culpa tuya no iré al cielo.” Imagina que alguien te dice la frase de
arriba. Creo que no sería una sensación muy agradable recibir tal acusación. Fuimos llamados para
testificar del amor de Dios, y no nos gustaría que alguien no fuese salvo por nuestro miedo de
hablar.
Y éste es el problema. Tenemos miedo de testificar. Y miedo que impide que hablemos incluso con
personas que ya conocemos hace años, como nuestros familiares. ¿Por qué este temor?Muchos
dirán que son tímidos, otros que no tienen el don, otros dirán que aún no están listos. Pero ¿serán
estos los motivos verdaderos? ¿o será simplemente miedo? Si este fuese el caso, creo que juntos
podemos aprender algunos secretos. Lee esto:
¿QUÉ ES MIEDO?
¿Te has detenido a pensar qué es el miedo? Todo el mundo ha tenido miedo, pero pocas personas
saben explicar qué es esta sensación. Tal vez entendamos mejor si dividimos el miedo en
categorías.
Miedos objetivos Son aquellos miedos que muchas personas sienten cuando se encuentran en
riesgo, como el miedo de estar en un automóvil a alta velocidad, miedo de atravesar un puente
elevado, miedo de alguien armado. Este tipo de miedo es bueno en ciertos casos, porque puede
evitar que nos lastimemos o que suframos graves consecuencias.
Miedos subjetivos – Son los tipos de miedo que existen dentro de nosotros. Por ejemplo, miedo de
dañar a alguien o a uno mismo, miedo de estar solo, miedo de no superar un desafío.
En su gran mayoría, estos miedos no traen consecuencias corporales, y algunas veces sólo traen
consecuencias a nuestra mente. Casi en su totalidad estos miedos se van así como aparecen, sin
dejar rastros, son sólo proyectos no realizados y no vividos. Estos miedos, incluso, pueden tener
un lado positivo, pero para eso deben ser bien dosificados y controlados, en vez de controlarnos.
En los miedos objetivos la causa siempre proviene de afuera, y no siempre está bajo nuestro
control, pero en los subjetivos, hay muchas cosas que podemos hacer para mejorar nuestra
relación con el miedo.Desde este punto de vista, el miedo es simplemente un condicionamiento,
que puede ser inducido por el ambiente o por nuestra propia voluntad y forma de ver el mundo. Y
hay más…
MIEDO Y FE
En el caso del miedo subjetivo, ¿puedes establecer alguna relación con la fe? Es muy interesante
notar que estos tipos de miedo pueden ser considerados como el lado opuesto de la fe.
Pablo lo dice en uno de sus libros. La fe es la certeza de cosas que no vemos, pero que esperamos
que suceda (Hebreos 11:1). Es una forma positiva de anticipación, de confianza en algo que nos
fue prometido por Dios. Así, no vemos la salvación, no sabemos cuando será el día, pero
confiamos y vivimos de acuerdo a esa confianza. El miedo es justamente lo contrario. Miedo es la
certeza de cosas que no vemos y esperamos, pero negativamente. Por ejemplo, no sé lo que va a
suceder mañana, pero espero que alguien me lastime, que otro me asalte, que me encuentre con
un monstruo en la oscuridad, y como creo que eso va a suceder, siento miedo y vivo de acuerdo a
esa sensación.
Si la fe nos hace avanzar y por fe podemos obtener grandes victorias, este tipo de miedo nos
puede condenar a una vida de baja productividad y baja ganancia espiritual.
MIEDOS ESPECÍFICOS
Si te das cuenta, verás que la mayoría de las personas le temen a algo específico. Algunos le temen
a las baratas y no a las serpientes, otros le temen a la altura pero se sienten tranquilos a gran
velocidad. Hay personas que tienen miedo de hablar en público, sin embargo se paran a cantar
frente a cualquier auditorio.El miedo aparece cuando desconocemos algo, o cuando creemos que
no lo hacemos bien, o cuando, a nuestro juicio, no tenemos dominio sobre algo.
Sin embargo debemos ser cuidadosos para no confundir el miedo con otra sensación: la de
desagrado. Muchas mujeres dicen tenerle miedo a las baratas, pero saben que las baratas no les
causarán un tremendo daño. En realidad, sienten repugnancia. Muchas veces, cuando dices tener
miedo de hablar en público, en realidad es porque no quieres o no te gusta hacerlo. Hay una gran
diferencia, y como conclusión no vas a poder tratar ese miedo, pues de hecho no existe.
Si sientes miedo y deseas acabar con él, es necesario conocer la causa de tu miedo y lo más
importante, saber si lo que sientes es miedo realmente.
¿Qué nos hace temer? Un conjunto muy grande de factores. Vamos a hablar especialmente de los
motivos del miedo subjetivo. ¿Por qué tenemos miedo de hacer algunas cosas? Veamos:
Por no conocer adecuadamente lo que está delante de nosotros – Muchas veces, y en su mayoría,
tenemos miedo de lo desconocido. De esta forma, una entrevista de trabajo es asustadora para
algunos, pues no tienen idea con que se encontrarán.
Por anticipar consecuencias – Nos quedamos pensando en las cosas que pueden suceder, y en
cómo esas cosas nos causarán mal. Comenzamos a creer que las consecuencias serán negativas, y
acabamos olvidando que puede suceder lo contrario, o sea, pueden ser positivas.
Por apego a lo común – Nos gustan las cosas como son. Si lo que voy a hacer no da resultado (o
aunque dé resultado), ¿qué pasará con aquellas cosas con las que estaba acostumbrado? ¿Todo va
a cambiar? Esto nos traerá cosas nuevas y desconocidas, y siento miedo por ello, así, el miedo de
actuar me paraliza nuevamente.Por falta de preparación – Considero que no estoy lo
suficientemente preparado para hacer algo, en consecuencia, tengo miedo a equivocarme, a no
tener éxito. Si hubiese personas más preparadas que yo ¿qué pensarían de mi mediocre
desempeño?
Por no visualizar los premios – Nos programamos para pensar en lo peor que puede pasar, y muy
pocas veces pensamos en la posibilidad de que ocurran cosas fantásticas.
Por causa de las personas – Nuestro pensamiento está íntimamente ligado con lo que piensan las
demás personas. De esta forma lo que ellas piensen o digan cuando hacemos algo equivocado
tiene gran influencia, lo que naturalmente produce miedo.
Por esperar al héroe – Siempre creemos que aparecerá alguien mejor y más capacitado que
nosotros. Alguien que no le tenga miedo a nada. Entonces ya que ese héroe va a aparecer, ¿por
qué hacerlo nosotros? Esperar que otros lo hagan es más cómodo y no asusta tanto.
¿Y EL TESTIMONIO?
Todo eso afecta nuestro desempeño en una tarea cristiana muy importante: testificar. Nuestros
miedos subjetivos, y algunos hechos reales que estos miedos generan, nos impiden llevar el
mensaje de Cristo a muchas y muchas personas.
Cuando digo hechos reales que los miedos subjetivos generan, me estoy refiriendo a algunas cosas
que hacemos por causa del miedo. Por ejemplo:
Disculpas – Cuando siento miedo, enseguida busco disculpas con las cuales justificarme. Si soy un
buen conocedor de la Biblia, puedo testificar. Luego, por miedo, acabo no estudiando. Esto es una
buena disculpa, ¿no crees?
Baja autoestima – El miedo nos hace perder la confianza propia y por eso nuestro testimonio se
transforma de testimonio no existente a testimonio negativo, lo cual es peor que no testificar.
Comodidad – Dicen que la mejor defensa es un buen ataque. Para defenderme de aquello que
tengo miedo, muchas veces uso a otras personas como escudo. Entonces la culpa ya no es mía,
sino de los demás, la responsabilidad es de los demás, mientras yo estoy cómodamente protegido
en mi refugio, donde no tengo miedo.
¿QUÉ HACER?
Si el miedo nos impide actuar, si a veces no nos deja crecer, es necesario SUPERARLO. Pensemos
juntos en algunas cosas que podemos hacer para superar el miedo de testificar, específicamente:
No confundir – No siempre testificar y hablar son sinónimos. Tu estilo de vida, las cosas que haces
por los demás, la manera en que te vistes, son testimonio fuerte. Si no te gusta hablar, trata de ser
un ejemplo en los lugares por donde andas. Eso es testificar.
Predica y practica – Muchas veces el problema no es hablar. Muchas personas no testifican porque
no viven de acuerdo a la voluntad de Dios. El miedo de hablar sobre algo que no se vive y más
encima, ser descubierto, es una fuerte barrera. Tu estilo de vida tiene que ser modificado, de esta
manera, podrás hablar y vivir testificando. ¡Arregla tu vida con Dios ahora!
Considera lo que perderías – Si las personas escuchan hablar de Cristo ¿qué estás perdiendo?
¡Absolutamente nada! Entonces, cuando el miedo ataque, considera lo peor que puede pasar.
Cuando descubras que no perderás un brazo, ni matarás a alguien, el miedo se irá.
Usa las armas del miedo – Una de esas armas es la frase “¿qué van a pensar los demás?” Si te da
miedo el “qué dirán” si fallas, imagina el “qué dirán” si triunfas. Adiós miedo…
No pienses convencer – Testificar no es convencer. Cuando eres llamado a testificar, eres llamado
a mostrar un estilo de vida diferente, a decir lo que Cristo hizo por ti. A raíz de esto las personas
comenzarán a pensar y tal vez a dar una opción para que el Espíritu Santo actúe. Tu
responsabilidad consiste en hablar, demostrar y orar. Convencer a la persona de su necesidad de
Cristo siempre fue trabajo del Espíritu Santo.
Ten argumentos – Un testigo es alguien que vivió una situación, que vio lo que ocurrió, que pasó
por una experiencia. Si quieres testificar de Cristo, es necesario que vivas, conozcas y veas lo que
él hace. ¿Quieres testificar sin tener miedo? Ten argumentos firmes en los que apoyarte. Lee,
conversa, ora y discute la Palabra de Dios.
Sé espontáneo - ¿Por qué caer en tu propia trampa? No te quedes imaginando el lugar apropiado,
el día correcto, la mejor hora, con qué persona. Deja que el testimonio salga naturalmente de tus
labios o de tus acciones. El testificar (para quien está íntimamente ligado a Cristo) es como
respirar: simplemente ocurre, sin que nos demos cuenta.
Conoce a las personas – Para la gran mayoría, es más fácil hablar con conocidos que con extraños.
Cada vez que puedas, entra en contacto con alguien. Puede ser en el ómnibus al ir al lugar de
trabajo, en la panadería cerca de casa, en el correo al llevar las cartas, o en cualquier lugar donde
regularmente encuentres a otras personas. Entra en contacto y la oportunidad del testimonio
vendrá, y sin miedo.
Entrena – Puede parecer mecánico, sin embargo entrenar da buenos resultados. Entrénate
hablando frente al espejo. Acostúmbrate a usar los argumentos aprendidos. Asiste a los cursos y
seminarios de la iglesia. Forma pareja con algún amigo. Mientras más te prepares utilizando los
recursos de quienes ya han aprendido a testificar, menos miedo vas a tener.
Confía en Dios – Si él te pidió que hicieras algo, él te concederá lo que necesitas. Dios siempre
actúa de esa forma. Adelante. Testifica sin miedo