Marisa Martínez Pérsico - Leopoldo Marechal Entre La Cuerda Poética
Marisa Martínez Pérsico - Leopoldo Marechal Entre La Cuerda Poética
Marisa Martínez Pérsico - Leopoldo Marechal Entre La Cuerda Poética
la cuerda humorística
1
Edizioni Nuova Prhomos - Città di Castello, 2013
Imagen de tapa: © Marcello Avenali, 1956. Composizione tardo-futurista (gentileza familia
Gatti-Riccardi).
2
A María de los Ángeles, como tributo a su labor incansable
de difusión y recuperación de la obra de su padre
3
4
ÍNDICE
Prólogo/ 7
8. Bibliografía/ 197
5
6
PRÓLOGO
8
1. El alejamiento de la intrascendencia vanguardista
9
escritor. De alguna manera, sus producciones maduras pueden ser leídas
como proyecciones de aquel “sarampión de juventud” del que abdicaría el
joven Adán en la espira de los violentos del infierno schultzeano.
Los versos vanguardistas de Marechal se han estudiado menos que
su trilogía novelística por considerárselos un ingrediente curioso de su
prehistoria literaria. Son, en realidad, metatextos de sus obras
fundacionales. Como afirma Nelson Osorio, la historiografía tradicional,
aquejada por taxonomías heredadas, divide para su estudio a la literatura
en poesía, narrativa y teatro, y de esta manera legitima una deformación:
no clasifica la producción literaria sino a los autores en géneros, como
sucedió durante años con Vallejo o Huidobro1. Nos parece necesario
reconciliar al escritor con su obra integral, estudiando las confluencias
polifónicas que podrían establecerse entre géneros practicados.
La novela que abordamos aquí es un ejemplo puro de autoficción
que incorpora la autofabulación, es decir, la proyección del autor en
situaciones imaginarias, procedimiento practicado por Borges, Dante,
Cansinos Assens o Gombrowicz, bajo un contrato de lectura sin dudas
ficcional. La recepción crítica de la misma demuestra a las claras que la
práctica de la autoficción “puede tener consecuencias extraficcionales
serias”2, como sucedió con la novela autobiográfica La tía Julia y el
escribidor, de Mario Vargas Llosa, al recibir juicios y testimonios
contestatarios de la directamente involucrada Julia Urquidi Illanes. Este
tipo de novelas, entre las cuales incluimos la metaficción crítica del
Ultraísmo español El movimiento V.P. (1921), del español Rafael Cansinos
Assens, son propensas a desatar un conflicto entre el nivel intradiegético
(yo/tú narrado y otros personajes) y el nivel extratextual (autor y lector real)
según las modelizaciones de Gerard Genette3, sobre la base de la
correspondencia entre la identidad nominal y ontológica del autor, y la
identidad del personaje4.
1
Nelson Osorio: Manifiestos, proclamas y polémicas de la vanguardia literaria
hispanoamericana, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1988, pp. XXIV-XXIV.
2
Vera Toro et. al. (Eds.): La obsesión del yo. La auto (r) ficción en la literatura española y
latinoamericana. Madrid/Frankfurt am Main, Iberoamericana/Vervuert, 2010, p. 13
3
Gérard Genette: Palimpsestos. La literatura en segundo grado, Madrid, Taurus, 1989.
4
La representación paródica del martinfierrismo crea en la ficción un equivalente de lo que
Lejeune llamaría “espacio autobiográfico” entendiendo por tal aquel en el cual se inscriben
dos categorías de texto, novela y autobiografía, una en relación con la otra; las dos clases
de texto, el retrato novelado y la autobiografía del héroe, configuran un “pacto fantasmático”
por el cual el lector se siente llamado a leer en la ficción las proyecciones reveladoras del
imaginario de la figura de autor, figura que, como ya se vio, remite claramente a la persona
del autor Marechal. Philippe Lejeune: Le pacte autobiographique, París, Seuil, 1975, pp. 23.
10
La primera consecuencia relevante que consideramos vinculada a
la práctica de la autoficción es señalada por Jorge Lafforgue en el estudio
filológico preliminar de Adán Buenosayres: sobre el texto de la primera
edición el autor realizó “una supresión importante: la dedicatoria a sus
camaradas martinfierristas, supresión esta de la cual desconocemos las
razones que pudieron haberla motivado. Sin embargo, constituye de por sí
una considerable variante (la única de esa magnitud) con respecto a la
primera edición”5. Hay un porqué verosímil en el que se fundaría la
erradicación de la dedicatoria. Muchos ex martinfierristas criticaron
álgidamente o ignoraron la novela, de modo que es dable deducir que para
el autor no ameritaban ya el homenaje. Además, con tal dedicatoria, el
propio Marechal explicitaba el carácter autobiográfico de su texto y avalaba
la espinosa pesquisa de semejanzas entre martinfierristas y personajes, no
siempre grata para los aludidos. En Claves de Adán Buenosayres,
Marechal asegura que personas “de clave” solo figuran tres o cuatro en la
novela –aunque veremos que son más– y que estas son fácilmente
reconocibles. Para el escritor villacrespense “El verdadero narrador es un
intérprete y no un fotógrafo de la humanidad: nunca pinta individuos sino
especies o géneros de hombres”. Sin embargo, a menudo “un lector se
reconoce a sí mismo en un género y se cree víctima de un atentado
individual. Verbigracia: cinco personas de mi relación se creyeron
ofendidas en «el petizo tunicado», y juro que al describirlo no tuve in mente
a ninguno de ellos”6.
En general, los críticos –ficcionalizados o no– esgrimieron un arco
de motivos para la descalificación temprana de Adán Buenosayres, que
van desde las diferencias políticas, ideológico-religiosas, estéticas, hasta el
resentimiento por la caricatura específica que les había tocado en suerte.
Otros acentuaron el incómodo procedimiento de la desjerarquización de los
discursos, en el sentido de mezclar niveles de lengua y romper con los
registros lingüísticos con una facilidad escandalosa: la vehemencia lexical
que Marechal derrama en su novela, el desenfado verbal y el toque
coprológico inspirado en Maese Rabelais y Quevedo hizo que Enrique
Anderson Imbert en 1954 la calificase como “bodrio con fealdades y aun
obscenidades que no se justificarían de ninguna manera”7. Otros críticos,
5
Jorge Lafforgue: “Estudio filológico preliminar” en Marechal, Leopoldo, Adán Buenosayres,
Madrid; París; México; Buenos Aires; São Paolo; Rio de Janeiro; Lima; Guatemala; San
José, ALLCA, 1997, pp. XXVI-XXVII.
6
Leopoldo Marechal: “Claves de Adán Buenosayres” en Obras completas. Vol. III “Las
novelas”, Buenos Aires, Perfil, 1998, pp. 671-672.
7
Enrique Anderson Imbert: Historia de la literatura hispanoamericana II, México, Fondo de
Cultura Económica, 1954, p. 86.
11
aunque elogiaron la iniciativa marechaliana y reconocieron su incalculable
valor de precedente para las futuras generaciones, la juzgaron novela de
tema anacrónico, como Noé Jitrik desde el grupo Contorno, o Julio
Cortázar desde la elogiosa reseña incluida en la revista Realidad, quien no
obstante consideró que la novela incluía dos capítulos prescindibles que
conspiraban contra su unidad8.
El principal mérito de Cortázar –vigoroso antiperonista que había
sido estudiante de la Escuela Nacional Normal Superior Nº 2 Mariano
Acosta al igual que Marechal– fue el de haber ignorado las diferencias
partidarias: su postura ideológica no le nubló el juicio, aunque no pocos
sinsabores le haya traído aquel temprano comentario a Adán Buenosayres.
En la carta que envía a Graciela Maturo en 1964 confiesa que: “Hay una
serie de anécdotas divertidas en torno a esa reseña. La primera es la serie
de insultos telefónicos que me tocó escuchar cuando se publicó [...] tuve
que oír anónimas injurias, en que de nazi para arriba me dijeron todo lo
que se les ocurría. En ese coro de ranas grotescas había tema para varios
capítulos más de Adán”9.
Imagen 1. Retrato de
Marechal firmado
por el artista plástico
argentino Juan
Kancepolski (1931-),
inspirado en una
fotografía de Sara Facio.
Original restituido a la
Fundación Leopoldo
Marechal en 2009
8
Julio Cortázar: “Leopoldo Marechal: Adán Buenosayres”, en Realidad Nro. 14, marzo-abril
de 1949, pp. 232-238.
9
Anécdota referida por Pablo José Hernández: Peronismo y pensamiento nacional. 1955-
1973. Buenos Aires, Biblios, 1997, p. 92.
12
Cofundador de la revista Realidad (1947-1949) y exponente capital
del exilio republicano en Argentina, Francisco Ayala consideró que la
principal causa de marginación del Marechal –metaficción aparte– fue
política, pues el peronismo afectó a casi la totalidad de los intelectuales del
país poniéndolos en una actitud de franca hostilidad. Sus colegas y
amigos, “aplicaron a su conducta política un juicio ético, vieron en ella una
defección”10. Aunque para el español la sátira de la novela no resultara
nada cruel, pues no consistía en caricaturas mordaces sino especialmente
en el tono festivo en el que “los muchachos” habían bromeado en la
década del ‘20, el distanciamiento político operado entre el autor y los
protagonistas reales explicaría el exceso vengativo de la reacción crítica
con que Eduardo Gonzalez Lanuza censuró desde las páginas de Sur el
“mal gusto” de Adán Buenosayres11 y la acusó de ser una mala versión del
Ulyses joyceano, secundado desde Montevideo por una reseña crítica de
Emir Rodríguez Monegal12. Paradójicamente, esas mismas aparentes
imperfecciones son leídas hoy como un valor y un aporte de originalidad13.
Señal de mutaciones favorables en el horizonte de recepción.
En la Biblioteca Leopoldo Marechal alojada desde noviembre de
2003 en la Escuela de Letras de la Facultad de Artes y Humanidades de la
Universidad Nacional de Rosario –sobre cuyo catálogo nos
concentraremos más adelante– hemos hallado testimonios bajo la forma
10
Francisco Ayala: “Adán Buenosayres: Peripecia de un libro” en El País (España), viernes
3 de marzo de 1995, p. 13.
11
Eduardo González Lanuza: “Adán Buenosayres” en Sur Nro. 169, año XVIII, noviembre
de 1948, pp. 91.
12
Rodríguez Monegal, Emir: “Adán Buenosayres: una novela infernal” en Narradores de
esta América, Montevideo, Editorial Alfa, 1974. pp. 73-80. A partir de la reimpresión que el
uruguayo efectúa de este texto crítico, en 1969, matizará sus ataques: “mi artículo salió en
un semanario de orientación izquierdista muy definida, y en ese momento Marechal era
funcionatio del régimen peronista. [...] Esa opinión no la he modificado, aunque ahora la he
matizado mucho, porque el Adán Buenosayres que podemos leer veinte años después, es
un libro muy distinto”.
13
Como leemos, por ejemplo, en la prensa italiana: “il libro presenta ben radicato spesore:
per la ricchezza lingüística (su tutti i piani: colloquiale, dottrinale, descrittivo, ecc.)”. Glauco
Felici “La due giorni dell’ Ulisse argentino”, 9 de octubre de 2010, suplemento La Stampa.
Muy tempranamente Juan Carlos Ghiano es uno de los primeros críticos en celebrar la
polifonía de la obra: “Más que novela, Adán Buenosayres debe considerarse una suma de
relatos, de desarrollos líricos, de esquemas dramáticos, de ensayos nacionales y de
poéticas, que explican la obra anterior de Marechal, varias creaciones importantes de las
letras argentinas y las preocupaciones de los martinfierristas. La riqueta temática corre junto
con la verbal, que va desde el más alambicado homenaje amoroso hasta un genial
aprovechamiento de manifestaciones populares como las letras de tangos” en La novela
argentina (1940-1960), Buenos Aires, Dirección General de Relaciones Culturales del
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, 1961, p. 14.
13
de dedicatorias que dan cuenta de cómo la situación política acaecida tras
la Revolución Libertadora del ’55 caló en la recepción de la obra del autor,
quien, al decir de Verónica Abdala, recorrió el itinerario que va “del
Ultraísmo al ostracismo”14. Hay dos dedicatorias significativas al respecto,
de Leónidas Lamborghini. Una de ellas inaugura el libro Las patas en las
fuentes –título de factura peronista que recupera un sintagma incluido en el
cuento “Cabecita negra” de Germán Rozenmacher–, publicado en 1965,
que reza “Para el maestro Leopoldo Marechal, en la misma causa y desde
la misma trinchera de un proscripto (pero el futuro ya está siendo nuestro).
Con la admiración de este elemento adicto”, firmado en 1966. La siguiente
corresponde a La estatua de la libertad (1967): “A don Leopoldo Marechal,
maestro admirado, ejemplo de coraje moral, uno de los pocos en quien las
nuevas generaciones podrán mirarse sin sentirse defraudadas: conciencia
insobornable al servicio de nuestra patria y América, con la adhesión y la
más alta estima”. Otras dos consagraciones, de autores periféricos:
“Marechal, el maestro nunca se olvida, aunque se calle” (Alfredo Andrés,
Cuatro poemas, 1962) y “El silencio es el hábito de Dios. Para Marechal,
silencioso y fuerte” (Clemente Ruppel, Dios a contramano, 1965). El
escritor, en un reportaje publicado en Confirmado, en octubre de 1965,
recuerda su ostracismo como una década de soledad terrible, interrumpida
a partir de la publicación de El banquete de Severo Arcángelo. Muchas
personas, tanto en Argentina como en el extranjero, lo creían muerto.
Cuando viaja a Cuba en el año 1967, invitado por la Casa de las Américas
para formar parte del jurado del certamen anual de literatura junto a Julio
Cortázar, José Lezama Lima, Juan Marsé y Mario Monteforte Toledo, se
encontraba con algunos escritores chilenos, peruanos, mexicanos que,
cuando les era presentado lo miraban como se mira a un espectro, según
testimonios del autor.
En las antípodas del insilio o exilio interior sufrido por el autor, de la
época de auge como funcionario de gobierno peronista encontramos otros
testimonios: la dedicatoria de puño y letra del general Juan Domingo Perón
del Plan quinquenal de gobierno (1947-1951) “Dedicado: al Sr. Director
General de Cultura del Ministerio de J. e I. P. Dn. Leopoldo Marechal con
gran afecto, enero de 1947 por el Pte. Perón”, la de Federico Ibarguren de
su libro Lecciones de historia rioplatense que reza “Para Leopoldo
Marechal, talentoso abanderado de la Restauración Nacional y vate de la
Grande Argentina. Cordialmente. 5 de mayo de 1947” y un ejemplar del
14
Verónica Abdala: “El hombre al que mataron el vida” en Página/12, 11 de junio de 2000,
p. 34.
14
libro Argentina en marcha, de Homero Guglielmini, editado por la Comisión
Nacional de Cooperación Intelectual en 1946.
Dentro de la generación del periódico Martín Fierro no fue Marechal
la excepción peronista: en la elección política lo acompañaron Xul Solar y
Raúl Scalabrini Ortiz, ambos personajes de Adán Buenosayres disfrazados
bajo las máscaras del Astrólogo Schultze y el petizo Bernini
respectivamente. Cuando César Fernández Moreno, en una entrevista, le
pregunta qué lo llevó a colaborar, como funcionario, con el gobierno de
Perón, entre 1946 y 1955, Marechal responde que no fue colaborador de
un gobierno ya instalado sino uno de los muchos que “contribuyó a
instaurar el justicialismo de Perón como forma político-social”15. Hijo del
Alberto Marechal (uruguayo de origen francés por parte paterna y vasco
español por la rama materna), un obrero metalmecánico que murió por
haber sido obligado a regresar a su puesto de trabajo en un aserradero
con una neumonía mal curada, el hijo secundó al peronismo o justicialismo
(en tanto movimiento que favoreció las reivindicaciones de las clases
trabajadoras) desde esa trágica historia personal después de haber sido
simpatizante de otros partidos con banderas populares, como el socialismo
de Justo, o el radicalismo yrigoyenista, de modo que, evidentemente, “la
cuestión de los derechos laborales era para él un punto especialmente
sensible”16. Marechal estaba convencido de que su padre habría
sobrevivido si una convalecencia prudente hubiera respaldado su curación.
“Pero en aquellos años no había leyes sociales que aseguraran licencia a
los trabajadores enfermos por lo cual, y ante los reclamos patronales del
establecimiento donde trabajaba, mi padre volvió a su quehacer, tuvo una
recaída y murió veinte horas después en mis brazos [...] lo lloré
largamente”17. El testimonio de la explotación laboral se tradujo en las
figura del Foguista Enceguecido, el Aserrador Manco y el Tornero
demente, inspirados en obreros que había conocido en la fábrica donde
trabajaba su padre “cuyos espectros dolientes me acompañaron hasta el
Infierno de Adán Buenosayres”18.
15
El escritor continuó su carrera docente iniciada en 1921 en el Ministerio de Educación, a
cuya nómina siguió perteneciento como jubilado.
16
María Rosa Lojo, Marina Guidotti de Sánchez, Ruy Farías: Los “gallegos” en el imaginario
argentino. Literatura, sainete, prensa, Fundación Pedro Barrié de la Maza, 2008, sin ciudad,
pp. 74-75. En tren de desterrar mitos, como señala Córdova Iturburu en La revolución
martinfierrista, un estudio social profundo mostraría que buena parte de los martinfierristas
eran en general –como sus colegas de Boedo– hijos de inmigrantes, y que solo Guiraldes y
Girondo pertenecían efectivamente a la clase alta.
17
Reproducido en Pirí Lugones: Memorias de infancia, Buenos Aires, Editorial Jorge
Álvarez, 1968, pp. 352-353.
18
Ibíd.
15
La primera edición de Adán Buenosayres fue publicada el 30 de
agosto de 1948 por Editorial Sudamericana. Posteriormente, en 1966,
salen a la luz dos ediciones de la misma editorial en su colección Piragua,
con algunas variantes respecto de aquella edición príncipe. En 1997 indica
Jorge Lafforgue que existen “noticias (contradictorias) de la existencia de
otros manuscritos que completarían el corpus de la obra, a los cuales no
hemos tenido acceso y que, muy probablemente, se hayan extraviado”19.
En el último apartado de este libro analizaremos el contenido de un corpus
de fichas inéditas alojadas –y aún descatalogadas– en la biblioteca
rosarina citada párrafos atrás, que podrían enriquecer la lectura de la
novela y ofrecer pistas para identificar los diferentes sedimentos
escriturarios que subyacen en la misma, dada su larga concepción, que
duró más de dieciocho años. El escritor redactó esos materiales con el
objetivo de incorporarlos a su novela, aunque finalmente las descartó
prácticamente en su totalidad. Se trata de coplas, trabalenguas, elencos de
vocabulario, adivinanzas y parlamentos puestos en boca de personajes
como Adán, Del Solar, Bernini, Pereda o Franky –muchos de ellos, el
correlato ficticio de integrantes del Grupo de Florida– así como
parlamentos de personajes simbólicos (el diablo, el duende, la luna, el
brujo).
El “borrador de París” se remontaría al año 1929, cuando Marechal
realizó su segundo viaje a la capital francesa, donde según Jorge B. Rivera
repartió su tiempo entre la Bibliothèque Nationale, la frecuentación de los
pintores vanguardistas, los bailes y la bohemia elegante del Hotel
Hermitage y las lecturas de Santo Tomás, San Agustín y Dante Alighieri.
En este contexto Marechal habría escrito los dos primeros capítulos en una
redacción primigenia que luego abandonaría para retomar la idea del libro
hacia mediados de los ’4020. Desde el punto de vista estilístico y temático
los episodios correspondientes a las tertulias literarias en la casa de los
hermanos Amundsen, las confesiones del Cuaderno de Tapas Azules y
buena parte del Viaje infernal a Cacodelphia no parecen pertenecer a la
misma época de composición.
19
Jorge Lafforgue: “Estudio filológico preliminar” en Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p.
XXII.
20
Jorge B. Rivera: “Revaloración de Marechal: Entre lo sagrado y lo profano” en El País
Cultural Nro. 289, viernes 19 de mayo de 1995, p. 10. Volveremos sobre el argumento de
los diferentes estratos compositivos de la novela en el apartado octavo.
16
2. El tránsito del rumbo generacional al rumbo individual.
Pasión y muerte del martinfierrismo
Desde hace tiempo he dado mis espaldas a las
estéticas flamantes. Un zorzal de llanura me dijo
en su hora: “Siéntate en el umbral de tu casa y
verás pasar el cadáver de tu última estética”
21
Jorge Luis Borges: Los conjurados, Buenos Aires, Alianza Editorial, 1985. En Fervor de
Buenos Aires también había dedicado un poema, “Llaneza”, a Haydée Lange.
22
En alusión al poema “Exvoto (A las chicas de Flores)”.
23
Leopoldo Marechal: “Historia de la calle Corrientes” en Obras completas. El teatro y los
ensayos. Tomo II, Buenos Aires, Perfil, 1998, p. 270. Con el Royal Keller Marechal alude al
café porteño donde tuvo lugar la Revista Oral (1925-1926), dirigida por el poeta peruano
Alberto Hidalgo.
17
gritonas, en el Royal Keller; o de conversaciones amigables, en los
nocturnos regresos de las peñas literarias; o de soliloquios íntimos [...];
recuerdos vinculados a este motivo de combate: Lo autóctono y lo foráneo
en la creación artística”24. Es sintomático que en 1953 Juan José Sebreli, al
texto que se suele considerar como manifiesto de Contorno –la revista más
representativa de las nuevas orientaciones literarias argentinas surgidas en
los ’50–, lo titule “Los martinfierristas, su tiempo y el nuestro”, articulando
una confrontación polémica entre un “ellos” y un “nosotros” con el ya lejano
movimiento vanguardista de los años ’20 y no, por ejemplo, con la
contemporánea Sur (1931-1992). El tránsito por el martinfierrismo resultó
genesíaco: despertó la pulsión textual más allá de sus confines
cronológicos, constituyéndose en disparador imprescindible para la
escritura madura de sus participantes. Como dijera Córdova Iturburu,
después de Martín Fierro se pinta y se escribe de otra manera en el país25.
El martinfierrismo era todavía un elemento residualmente activo
pero no arcaico en el campo literario de los años treinta y cuarenta:
“prueba de su vitalidad sería que proporcionó los temas y recursos de
mayor eficacia para un texto que procede a su propia parodia, como Adán
Buenosayres. Y eso exige un posicionamiento”26. Esta novela no comienza
con los versos del tango “El pañuelito”, sino con dos pasos textuales
anteriores que contienen explícitas referencias a la muerte: en la
dedicatoria a los camaradas martinfierristas ya se alude a los difuntos y en
el “Prólogo indispensable” se comienza con una fórmula típicamente
narrativa donde se narra un entierro. La fecha de ese entierro, 192… es
significativa: señala la década del esplendor de las vanguardias y de la
aventura martinfierrista, pero también la de su final, pues la revista dejó de
publicarse en 1927 (una acotación: la única precisión cronológica de la
novela es la mención a un vino mendocino cosecha 1923, de modo que la
muerte de Adán debería, al menos, ser posterior a tal año27). La primera
secuencia del prólogo retoma la práctica lúdica del Cementerio
martinfierrista: toda ella puede ser leída como una expansión de sus
conocidos epitafios28. Gramuglio interpreta esa muerte como metonímica
24
Leopoldo Marechal: “La poesía lírica: lo autóctono y lo foráneo en su contenido esencial”
en Obras completas. Los cuentos y otros escritos. Tomo V, Buenos Aires, Perfil, p. 143.
25
Cayetano Córdova Iturburu: La revolución martinfierrista, Buenos Aires, Ediciones
Culturales Argentinas, 1962, p. 121.
26
María Teresa Gramuglio: “Retrato del escritor como martinfierrista muerto” en Leopoldo
Marechal: Adán… op. cit., p. 795.
27
Leopoldo Marechal: Obras completas. Las novelas. Tomo III, Buenos Aires, Perfil, p. 552.
28
Para Néstor Ibarra el humorismo de Martín Fierro constituyó su principal anzuelo
comercial, pues allí se estudiaba con respeto y admiración obras de las mismas personas
burladas o insultadas con la más desligada audacia en el Cementerio (no hay que
18
del movimiento: “L.M. debe ser visto como otro paso de la ficción [...] es
necesario que el poeta muera –y con él todo el martinfierrismo– para que
nazca este autor”29. Sea por el deceso del protagonista como por la
condena que reciben los poetas castigados en el infierno de Schultze,
Marechal efectúa un balance tardío de la prehistoria literaria de su
generación y la declara/desea literalmente aniquilada.
Introducimos ahora un planteo dilemático: ¿Qué etiqueta sería más
apropiada para hablar del movimiento argentino? ¿Ultraísmo o
martinfierrismo? Una hipótesis plausible para explicar la convivencia
nominativa en bibliografía de y sobre el movimiento argentino es que la
adopción del rótulo originario habría implicado, para los escritores
involucrados, la aceptación del magisterio hispánico, del que buscaban
distanciarse, aunque la derogación del rótulo no significara sacrificar sus
búsquedas literarias. Como señaló Jorge Luis Borges, la historia argentina
es también la historia de un querer apartarse de España. El periódico
Martín Fierro explicita no pocas veces este imperativo, al punto de afirmar
que “muy particularmente ahora, ser hispanófilo es ser antiargentino”30.
Severo Franco arenga a sus connacionales a fundar “un nuevo 25 de mayo
en el orden moral e intelectual” ante la invasión del hispanismo –en alusión
alegórica al primer gobierno patrio del 25 de mayo de 1810, constituido tras
la expulsión del virrey Cisneros–, ya se trate de elementos étnicos o de la
penetración espiritual por la literatura y arte españoles. Y manifiesta su
rechazo por el “espíritu actual del España”, donde “mientras se destierra a
Unamuno, un notorio pederasta es condecorado con la gran cruz de
Alfonso XII”31. La prédica nacionalista antihispánica con mención de
episodios de carácter político para explicar la voluntaria distancia de la
antigua colonia (por ejemplo “la reconquista”) continúa en las páginas del
periódico, también en el inaugural 1924, cuando se rechazan los juicios de
Federico de Onís sobre el poema gauchesco hernandiano con un remate
burlón que no sorprende en la prosa del movimiento:
disimularse que esta última página satírica es la que más hacía vender la revista). No
obstante queremos señalar un antecedente de los epitafios martinfierristas en Inicial, pues
en el número 4 de la revista (enero-marzo 1924) se insertan epitafios leídos durante la
primera comida de Inicial. Por ejemplo el que el escritor Alfredo Bufano dedica a Méndez
Calzada: “En esta fosa, al frappé,/ Reposa Méndez Calzada,/ Que allá en la vida no fue/ Ni
chicha ni limonada./ Tata Dios, que es muy bromista,/ Le embarulló la receta:/ Méndez
quiso ser poeta/ Y fue un pésimo humorista”, p. 257.
29
María Teresa Gramuglio: “Retrato…” en Adán… op. cit., p. 776.
30
Severo Franco: “La protesta argentina” en Martín Fierro Nro. 2, 20 de marzo de 1924, p.
11.
31
El articulista alude a Jacinto Benavente.
19
El catedrático de Salamanca, Don Federico de Onís, se ha propuesto
reivindicar para España nuestro Martín Fierro, o más propiamente, revelar a
los franceses su españolismo. ¿Españolismo en Martín Fierro? Puede ser:
el idioma, algunos giros del lenguaje, pero jamás el espíritu. [...] el inútil
intento de reconquista sigue, ya sea reclamándonos orígenes de
manifestaciones de nuestra producción artística [...] que nos dejen tranquilo
32
a Martín Fierro o demostraremos que Cervantes es un clásico gauchesco .
35
Jorge Schwartz: Vanguardias latinoamericanas. Textos programáticos y críticos, Buenos
Aires, Fondo de Cultura Económica, 2002, p. 100. Allí Schwartz juzga que del núcleo
responsable de la publicación de la revista ultraísta Proa (1922), en la que “se advierte la
herencia española, principalmente de Rafael Cansinos Assens y Guillermo de Torre”,
nacerá posteriormente la antológica generación martinfierrista. En 1924 se produce la
sedimentación del movimiento y Borges comienza a retirarse estratégicamente de los
ismos.
36
Araceli Ortiz de Urbina. “Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal” en Paul Verdevoye
(Comp.): Identidad y literatura en los países hispanoamericanos. Buenos Aires, Solar, 1984,
pp. 65-86. “Martín Fierro se convierte desde su fundación en un firme baluarte de los
movimientos de vanguardia y en particular del Ultraísmo”, p. 68.
37
Sergio Baur (curador): El periódico Martín Fierro en las artes y en las letras 1924-1927,
Buenos Aires, MNBA, 2012. El camino de Martín Fierro “seguiría por los pasos del
Ultraísmo español”, p. 13. “…se puede considerar que en la prehistoria ultraísta, en
términos de Juan Manuel Bonet, se encuentra sin duda uno de los orígenes de las nuevas
tendencias”, p. 4.
38
Mihai G. Grünfeld: Antología de la poesía latinoamericana de vanguardia (1916-1935),
Madrid, Hiperión, 1995. Allí considera el libro Días como flechas una obra ultraísta.
39
Carlos García (Ed.): Discreta efusión. Alfonso Reyes–Jorge Luis Borges 1923-1959.
Correspondencia y crónica de una amistad, Madrid-Frankfurt, Iberoamericana-Vervuert,
2010. Allí cita una carta de Pedro Henríquez Ureña enviada desde Buenos Aires a Alfonso
Reyes, con fecha 20 de julio de 1925, donde establece un sugerente paralelo entre Evar
Méndez y Rafael Cansinos Assens “Hay muchas revistas y muy costosas, pero solo dos
que se propongan cosas concretas: Proa y Martín Fierro, las ultraístas. En Proa vale
Borges, son muy simpáticos Güiraldes y su mujer, Adelina del Carril, y su cuñada Delia del
Carril, que no escribe; Oliverio Girondo también, y Evar Méndez, el director de Martín
Fierro: como Cansinos es antiguo, pero amigo de los modernos”, p. 74.
40
Emir Rodríguez Monegal: “Macedonio Fernández, Borges y el Ultraísmo” en Número Nro.
19, abril-junio 1952, pp. 171-183.
41
Ibarra, Néstor: La nueva poesía argentina. Ensayo crítico sobre el Ultraísmo. 1921-1929,
Buenos Aires, Imprenta de Molinari e Hijos, 1930.
42
Horacio Salas: “Estudio preliminar” en Martín Fierro… op. cit., p. VIII: “pese a que, como
ortodoxia, en muy poco tiempo la escuela creada por Cansinos Assens pasó al olvido –al
menos durante los primeros tramos de la década del 20– en líneas generales y con los
matices propios de cada creador, varios de los nuevos poetas (el propio Borges, Leopoldo
Marechal, Eduardo González Lanuza, Francisco Luis Bernárdez e incluso Oliverio Girondo)
se atuvieron a ciertos principios ultraístas y la metáfora se convirtió en el signo
característico de la nueva generación.
43
Guillermo Ara: Los poetas de Florida, Buenos Aires, CEAL, 1968. “Hemos querido que
esta sea una muestra de poesía ultraísta, por ello, cada poeta no está representado por lo
mejor que escribió sino por aquellos versos que lo expresan adherido a esa actitud. Para
ese fin se ha recogido de Martín Fierro el mayor número de poemas posible. Todo
movimiento literario tiene una prehistoria y a este no le falta. Esta prehistoria es, para el
caso, paradójicamente europea”, p. 5. Hemos revisado, en el capítulo anterior, la
nomenclatura ultraísta que establece Ibarra. Guillermo Ara establece otra clasificación
“Reverencia e irreverencia” (Héctor Castillo y Pedro de Embeita); “Los jefes inmediatos”
21
que acuña una taxonomía personal de los ultraístas argentinos como
décadas atrás su compatriota Néstor Ibarra– y, comprensiblemente, los
españoles Federico de Onís44 y Rafael Cansinos Assens45. Gloria Videla
fluctúa en la adopción de ambas designaciones, martinfierrista y ultraísta,
con privilegio de la peninsular46. Quienes prefieren hablar de modalidad
creacionista, específicamente para la poesía temprana de Marechal, son
Pedro Luis Barcia47, Gerardo Diego48 y el chileno Antonio de Undurraga49.
Otros estudiosos optan por aplicar un criterio laxo, como el de Generación
de 192250, que sería compatible cronológicamente con una serie de
53
Ibíd., p. 32.
54
“Parnaso satírico” en Martín Fierro Nro. 20, 5 de agosto de 1925, p. 146.
55
“Parnaso satírico” en Martín Fierro Nro. 22, 10 de septiembre de 1925, p. 170.
56
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 594.
57
“Parnaso satírico. Epigrafas y Epitafios” en Martín Fierro Nros. 14-15, 24 de enero de
1925, p. 102.
24
ángulo Borges-Lange/ Hoy con Samet hizo canje/ y se murió
E.G.Lanuza”58. De Norah Lange se desautorizará la producción poética de
sus poemarios publicados hasta el momento, de factura ultraísta: “En verso
y prosa escribió/ Norah Lange. Aquí reposa/ Su verso se evaporó/ Y a
nosotros nos quedó su prosa”59.
Incluso las reseñas –un tipo textual que nos ofrece claves para
interpretar el marco ideológico de la publicación, pues la selección de los
temas, la visibilidad y promoción de ciertos títulos y autores son variables
de gran potencialidad informativa– empezarán a desdeñar el rótulo de
origen hispánico. Francisco López Merino, al reseñar el poemario
Alcándara, destaca que Bernárdez por fin ha “traspuesto la zona de los
ismos” y desdeñado “los recursos pour épater. Es de los que ya vienen de
vuelta y conoce lo ineficaz de las vestiduras literarias. [...] Es innegable que
no ha incurrido en el despropósito de escribir versos ateniéndose al pie de
la letra a lo que prescribe el recetario de los ultras”. López Merino justifica
la personalidad de Bernárdez, “un poeta de verdad y con esto se explica su
emancipación”60. La ironía se colará de cuajo en la reseña que Jorge Luis
Borges hace de Literaturas europeas de vanguardia: “Su pensamiento
traducido a mi idioma (con evidente riesgo de sofisticarlo y cambiarlo) se
enunciaría así: Nosotros los ultraístas ya somos los hombres del viernes;
ustedes rubenistas son los del jueves y tal vez los del miércoles, “ergo”,
valemos más que ustedes… A lo cual cabe replicar ¿y cuando viene el
sábado dónde lo arrinconan al viernes?61. Con este juicio Borges declara el
anacronismo del movimiento español, factible de ser superado (sofisticado)
por el propio martinfierrista.
Promediando 1925 la revista se consolida en su proyecto
nacionalista y se despoja programáticamente de tutelas hispánicas,
operación que alcanzará su punto culminante en 1927, durante la polémica
del meridiano. De manera coherente con esta política, desaparece
definitivamente la denominación ultraísta como etiqueta de identificación
del grupo, que será reemplazada siempre por la de martinfierrista o la de
floridista –otro rótulo con anclaje local–. Se opera una inversión mediante
la cual se bautizará como martinfierrista incluso a escritores extranjeros, en
un movimiento simultáneamente centrífugo y centrípeto, de implosión y
expansión, que confirma la fe del grupo en su propia estética:
58
“Parnaso satírico” en Martín Fierro Nro. 21, 28 de agosto de 1925, p. 154.
59
“Parnaso satírico” en Martín Fierro Nro. 14-15, 24 de enero de 1925, p. 102.
60
Francisco López Merino: “Alcándara” en Martín Fierro Nro. 19, 18 de julio de 1925, p.
130.
61
Jorge Luis Borges: “Literaturas europeas de vanguardia” en Martín Fierro Nro. 20, 5 de
agosto de 1925, p. 142.
25
Martín Fierro se aquerencia, se afirma, echa raíces, era necesario tener
algún rancho adonde atar nuestro pingo, y naturalmente lo hemos buscado
cerquita de las estrellas. Desde el tercer piso de una casa que abre sus
ventanas a la calle Florida, nos asomaremos a la arteria más vital de la
ciudad, para tomarle el pulso y percibir las más leves alteraciones de su
ritmo. [...] tenemos plena conciencia de los compromisos que implica todo
aquerenciamiento [...] el periódico incorpora martinfierristas europeos de
62
primera fuerza .
62
“La dirección” en Martín Fierro Nros. 27-28, 10 de mayo de 1926, p. 196.
63
“Asunto fundamental” en Martín Fierro Nros. 44-45, agosto-noviembre de 1927, p. 375.
64
“Carta a Evar” en Martín Fierro Nros. 44-45, agosto-noviembre de 1927, p. 384.
65
“Respuesta de Evar”, loc. cit.
26
tradición nacional. Así se entiende “que esa nueva realidad fuera asumida
como un desafío y se sintiera la responsabilidad no solo de definir y buscar
un espíritu nacional propio sino también de contribuir a crearlo”66. La
expedición criolli-malevi-funebri-putani-arrabalera que los martinfierristas
emprenden en dirección a Saavedra, en el Libro Tercero de Adán
Buenosayres, puede ser leído como una elaboración, a través del discurso
literario, de aquella porfiada inquietud generacional.
66
Alberto Zum Felde: Índice crítico de la literatura hispanoamericana Vol. 2, México,
Guarania, 1959, p. 70.
67
Carlos García: “Periferias ultraístas: Guillermo de Torre y Roberto A. Ortelli (1923)” en
Fragmentos Nro. 35, julio-diciembre 2008, p. 98.
27
tristeza por él, es claro, y por la juventud española, que puede producir un
tipo de esta clase”. El español, en su epístola, le advierte que lo tratará
amistosamente dado que “es usted, y sus amigos, los necesitados de
amabilidades y benevolencias comprensivas como indubitables epígonos
[!] del Ultraísmo castellano, y no de ninguno de nosotros, los iniciadores”.
Para De Torre “El postrero, el recién llegado, el exento de documentación
[...] trata de alzarse vanamente contra uno de los primogénitos, contra
aquel que posee una auténtica y limpia partida de nacimiento literario, y
tiene en su poder todas las pruebas del proceso, amorosamente
custodiadas, para evitar intromisiones y mistificaciones”68. Es evidente que
la calidad de tales réplicas cruzadas, donde se discute la “primogenitura”
estética, contribuirá a socavar la identificación de los argentinos con el
Ultraísmo.
Por su parte, Marechal juzgó al movimiento ultraísta en dos
oportunidades (excluyendo la ficción alusiva al movimiento): en la
temprana encuesta “La nueva generación literaria”, organizada por la
revista Nosotros en 1923, y en una entrevista tardía con Cesar Fernández
Moreno, en 1967. A la pregunta “¿es ultraísta?”, un joven Marechal de 23
años responde con un juicio indirecto que permite adivinar la negación tras
la crítica de artificiosidad en el método de composición, el argumento
clásico de los incrédulos del movimiento: “Voy a valerme de una figura
para definir el Ultraísmo: un pavo real disecado que deja ver hasta el
alambre que le sostiene la cola”69. En la entrevista con Fernández Moreno
publicada en la revista parisina Mundo nuevo el autor explicita su
predilección por el rótulo nacional; a la pregunta “¿qué nombre te parece
más correcto, y por qué, para designar tu generación literaria:
martinfierrismo o Ultraísmo?” Marechal contesta:
68
Roberto A. Ortelli: “Una curiosa epistola” en Inicial Nro. 3, diciembre de 1923, p. 207.
69
Leopoldo Marechal: “La nueva generación literaria” en Nosotros Nro. 170, julio de 1923,
p. 215.
28
movimientos americanos, el de Chile, por ejemplo, en que Neruda parecía
70
ser aún el Alfa y la Omega de toda la poesía posible .
70
Cesar Fernández Moreno: “Distinguir para entender. Entrevista a Leopoldo Marechal” en
Mundo Nuevo Nro. 18, diciembre de 1967, pp. 59-64.
71
Ibíd., p. 62.
72
El contenido de esta carta, fechada el 15 de marzo de 1927, forma parte del archivo de la
Fundación Leopoldo Marechal. El viaje del escritor, así como el de Sergio Piñero, Antonio
Vallejo y Jacobo Fijman, había sido anunciado desde las páginas de Martín Fierro en el
Nro. 36, 12 de diciembre de 1926, p. 281.
29
entrevista con Fernández Moreno que el primer llamado al vanguardismo
poético le llegó de la revista Proa, y luego de Martín Fierro, ambas
impregnadas de algunas de las búsquedas del movimiento peninsular: “por
aquel entonces, en el ardor de la batalla, escribí y publiqué mis Días como
flechas, un libro de combate, lujurioso de metáforas, que podé más tarde y
reduje a unos diez poemas de tránsito menos difícil”73.
Todas las ideas despersonalizadas que aparecen en Adán
Buenosayres, donde la vocera es una generación, a finales de la década
del ’20 se agotan: la obra individual va hallando su plasmación. Desde la
desaparición de Martín Fierro se fortalecen la producción y la consolidación
literaria y artística de cada integrante, dejando en sus colaboradores
modalidades expresivas que se mantuvieron a través de los años y del
rumbo diferente que cada uno llegó a tener en la vida y en la literatura.
Para el escritor y crítico argentino David Viñas es a partir de las
identidades generadas durante las vanguardias donde hay que buscar los
desvíos creadores: el itinerario arrabalero de Borges es leído “como forma
simétrica de distanciarse de la metáfora ultraísta”, el escritor niega todo lo
que le suene a central e inaugura su marcha arrabalera y pausada.
Andadura y escritura lo irán definiendo: zaguanes, zócalos, patios en
declive, atardeceres diminutos, diminutivos, la infancia, los antepasados y
la Recoleta. El Fervor de Buenos Aires reside ahí: un itinerario escurridizo
para encontrar algún sitio en penumbra; una historia en dos ciudades entre
el malestar y el desquite. “Las alucinaciones de Borges pueden ser
rumiadas, a partir de su distanciamiento de la ideología vanguardista
adscripta al Ultraísmo: de las metáforas, exprimidas y económicas al
máximo hasta trocarse en esencias para tomar vuelo” 74. Viñas interpreta la
articulación de la literatura barrialista de los años ‘20 no solo tras el
agotamiento de la metáfora vanguardista, sino como respuesta a la
abolición del arielismo y la disolución de la torre de marfil modernista, en la
encrucijada de una ciudad que, al dejar atrás su aire de aldea, se va
desplazando por primera vez en metrópoli: Girondo rumbea hacia Flores,
Caballito y las novias, González Tuñón apuesta a la estimulante sordidez
de 25 de mayo y Balcarce, Blomberg –con inquietudes náuticas– se decide
por el puerto, Marechal transita Almagro, Nicolás Olivari y González Tuñón
(Enrique) coinciden por el Bajo, Borges ya declama Villa Ortúzar, Arlt
zigzaguea entre Pueyrredón, San Luis y los rufianes, y Raúl Scalabrini
Ortiz se empecina en el cruce de Corrientes y Esmeralda.
73
Cesar Fernández Moreno: “Distinguir…” loc. cit., p. 64.
74
David Viñas: “Trastorno de la sobremesa literaria” en Tiempo argentino, 10 de marzo de
1985, pp.2-3
30
En la esquina de los ‘30, los otrora martinfierristas –ya también
treintañeros– empezarían a hacer camino propio, a perfilar otro ángulo de
mirada. No es casual que Odas para el hombre y para la mujer (1929) sea
el primer libro en que Leopoldo Marechal reconoce su voz madura, sin
haber envejecido. En sus versos se evidencia una primera embrionaria
manifestación de denuncia política que perfeccionaría décadas más tarde,
a través de la novela, como en su póstuma sátira Megafón o la guerra
(1970). Leopoldo Marechal siente su propio “llamado al orden” en esos
años; practicará una poesía neobarroca (Sonetos a Sophia, El Centauro)
que tomará distancia del vanguardismo anterior.
Por todo lo dicho hasta el momento, el retrato novelado del poeta
muerto en Adán Buenosayres adquiere pleno sentido generacional.
Schultze, Amundsen, Del Solar, Pereda y Tesler son cinco nombres, pero
los que llevan el ataúd, según el Prólogo indispensable, son seis hombres.
El sexto firma al final del prólogo con las iniciales L.M, de modo que la
figura autoral se presenta como el legatario de los manuscritos del poeta
muerto y es concebido dentro del relato enmarcado como estación
mediadora fundamental. La hipótesis de María Teresa Gramuglio es que la
crisis de la subjetividad del héroe, con la dimensión alegórica de su camino
de ascesis, solo pudo ser narrada rodeándola de otra zona narrativa que
tiene como dominante una representación crítica del grupo de pertenencia
sobre el cual se recortó y consolidó el ingreso de Marechal al campo
literario de los años veinte:
75
María Teresa Gramuglio: “Retrato del escritor como martinfierrista muerto” en Leopoldo
Marechal: Adán… op. cit., p. 776.
31
compartido con una tripulación de marineros que alegorizan su antiguo
grupo de pertenencia martinfierrista. En la novela de 1948 Adán
Buenosayres/Leopoldo Marechal se retrata muerto en la década del ‘20, en
un gesto de alejamiento categórico de la estética del grupo de camaradas
que conducen su propio ataúd. Los tres autores eligen una representación
ficcional distinta para reflejar lo mismo: el parricidio necesario del Ultraísmo
como operación indispensable para renovarse y afirmarse en su futura
personalidad literaria.
32
3. Los límites del pacto ficcional en Adán Buenosayres
76
Manuel Alberca: “Finjo ergo Bremen. La autoficción española día a día” en Vera Toro et
al.: La obsesión del yo. La auto(r)ficción en la literatura española y latinoamericana. Madrid-
Frankfurt, Iberoamericana-Vervuert, 2010, pp. 31-49.
77
Así la define Julio Cortázar en “Leopoldo Marechal: Adán Buenosayres” en Realidad Nro.
14, marzo-abril de 1949, pp. 232-238. Javier de Navascués, en un reciente artículo titulado
“¿Discurso satírico o humor angélico? Estrategias del humor en Adán Buenosayres, de
Leopoldo Marechal” distigue seis interesantes niveles de comicidad entre los personajes
más destacados de la novela de acuerdo con la proximidad a lo sublime representado por el
Absoluto: comicidad cero (Solveig Amundsen); comicidad atenuada (Adán Buenosayres);
comicidad relativa (Samuel Tesler y el astrólogo Schultze); comicidad absoluta (Franky
Amundsen, Luis Pereda, el petizo Bernini, Ciro Rossini o el payador Tissone) y comicidad
burlesca (Titania).
33
PARODIA CARICATURA
34
De esta forma, un Marechal adulto reorganiza de manera novelesca
las escenas del archivo que había auscultado durante las tertulias
martinfierristas, en palabras de Norah Lange78, poniendo en práctica una
abismación en el código que le permitirá carearse con el Marechal de la
década del ‘20. Es importante señalar que la identificación de los correlatos
biográficos de los personajes no se agota en el juego gratuito de la
búsqueda de correspondencias, pues lo relevante para nuestro trabajo es
que cada personaje simboliza alguno de los elementos prototípicos de la
vanguardia argentina factibles de denuncia retrospectiva. El efecto de
realidad de la novela viene reforzado no solo por los indicios textuales que
permiten homologar el lugar del autor con el del narrador, sino también por
el procedimiento de transcripción del manuscrito, que funciona como un
“manto de verosimilitud que se tiende sobre el relato”79.
La autoficción se caracteriza por entablar un pacto ambiguo que
implica la problematización de la relación autor/narrador dada la fluctuación
entre la autobiografía y la narración puramente literaria. Posee un estatus
híbrido:
81
Ibíd., p. 20.
82
Manuel Alberca: “Finjo ergo Bremen” en ibíd., p. 37.
83
Este concepto proviene de Sabine Schlickers: “El escritor ficcionalizado o la autoficción
como autor-ficción” en ibíd., p. 64.
84
Con esta afirmación dejamos en claro nuestro alejamiento de la perspectiva retórica
demaniana. El programa retórico de Paul de Man (1986, 1991) parte de la premisa de que
la literatura es ficción no porque niegue la realidad sino porque el lenguaje no funciona
según los principios del mundo fenoménico. Por lo tanto “no es cierto a priori que la
literatura sea una fuente de información fiable acerca de otra cosa que no sea su propio
lenguaje”. Su proyecto se basa en separar radicalmente el mundo del lenguaje del mundo
de los objetos, ya que el único tipo de conocimiento que permite el lenguaje es el
conocimiento acerca de sus propias estructuras, defendiendo así la especificidad del campo
literario. “No es una función estética sino retórica del lenguaje, un tropo identificable (la
paranomasia) que opera al nivel del significante y que no contiene ninguna declaración
responsable sobre la naturaleza del mundo, a pesar de su fuerte potencial para crear la
ilusión opuesta”. De este modo, el crítico belga presenta una visión epistemologizante de la
retórica, que tendría la capacidad de revelar las estructuras del lenguaje en general por
medio de la literatura. La retórica, el estudio de los tropos, único elemento del lenguaje
portador de “significado” implica una vacilación o indecibilidad del sentido. El sentido
36
En la novela marechaliana hay personajes que son “de clave” y
otros que son “asimilaciones deformadoras” de los referentes
extratextuales. Según Adolfo Prieto existiría una desigualdad evidente en
el tratamiento de los personajes, pues el papel de héroe recae sobre
Marechal, mientras que los otros aparecen cada vez que el protagonista
necesita justificar una palabra o contrarrestar una acción:
concebido por la retórica tiene dos instancias: el sentido literal y el sentido figurado. No se
trata para el que analiza un texto retóricamente de inclinarse en favor de alguno de los dos
sentidos, sino de mantener la oscilación entre el sentido literal y el figurado. Entonces, el
sentido literario siempre funciona de manera indecidible. “La función retórica [...] interviene
como elemento decisivo pero desestabilizador [...] la literatura no es un mensaje
transparente [...] la decodificación de un texto deja un residuo de indeterminación”. Citado
de La resistencia a la teoría, Madrid, Visor, 1990, pp. 21-29.
85
Adolfo Prieto: Los dos mundos de Adán Buenosayres. Estudios de literatura argentina,
Buenos Aires, Galerna, 1959, pp. 64-65.
37
tienen tanto valor testimonial en nuestra literatura como la colección
íntegra de Martín Fierro”86. Nosotros hemos preferido llamarla “crónica
novelada” por considerar que en este sintagma se pone en evidencia el
pacto ambiguo del que hablamos ya: la precisión informativa de la crónica
en tanto relato que narra acontecimientos según su organización
cronológica, con pretensión de verdad, y la libertad en la ruptura del pacto
autobiográfico propio de la fabulación novelesca. Advertimos que, no
obstante, Adán Buenosayres no respeta el orden cronológico intrínseco a
la definición de crónica, porque puestos a restablecer la cronología
diegética vemos que el orden factual sería el siguiente: acontecimientos
del libro VI, de los libros I-IV, del final del libro IV, del libro V, del libro VII y
del prólogo indispensable.
88
Ibíd., p. 18.
89
Ibíd., p. 27.
90
Ibíd., p. 296.
39
revisionismo histórico y del pensamiento en torno del ser nacional
argentino. Sus inquietudes se sintetizaron en la creación del movimiento
FORJA, de origen radical, aunque varios de sus integrantes posteriormente
apoyarían fervorosamente a Perón. Vehemente defensor de los intereses
nacionales, se opuso a las políticas imperialistas de Gran Bretaña y los
Estados Unidos. Estas posiciones están claramente reflejadas en sus
obras de investigación, denuncia y ficción, entre las que cabe mencionar:
El hombre que está solo y espera (1931), Política Británica en el Río de la
Plata (1936), Historia de los ferrocarriles argentinos (1940), Tierra sin
nada, tierra de profetas (1946) y, entre otras, Perspectiva para una
esperanza argentina (1950). Colaboró en La Nación, El Mundo, Noticias
Gráficas, editó Señales (1935-1936) y Reconquista (1939). Norah Lange
reconoce el ascendiente del pensamiento de Scalabrini Ortiz en la
generación martinfierrista:
Los títulos de las obras dan la pauta del perfil ideológico del autor,
algunos de cuyos volúmenes los encontramos dedicados a Leopoldo
Marechal en la biblioteca rosarina de la Escuela de Letras. Uno de ellos es
El hombre que está solo y espera, publicado por Gleizer en 1931, en cuyo
colofón se lee “Este libro que compendia los sentimientos que yo he
soñado y proferido durante muchos años en las redacciones, cafés y calles
de Buenos Aires, fue vivido durante los treinta y tres años del autor y
escrito en un mes, a instancias amistosas de Don Manuel Gleizer”. La
dedicatoria reza “A Leopoldo Marechal, gran poeta de Buenos Aires en
humilde testimonio de admiración y cariño”. Otro título presente en los
anaqueles de su biblioteca particular, alojada en Rosario, es Política
británica en el Río de la Plata.
91
Beatriz de Nobile: Palabras con Norah Lange. Buenos Aires, Carlos Pérez Editor, 1968,
p. 16.
40
Imagen 3 y 4. Dedicatoria de Raúl Scalabrini Ortiz: “Para Leopoldo Marechal,
alto espíritu y esperanza de la patria”
92
Patricia Funes: Salvar… op. cit., p. 205.
41
década del veinte y, puntualmente, aludirá a algunos planteos de Política
británica en el Río de la Plata de su camarada Scalabrini –ficcionalizado
como el Petizo Bernini, con semejanza física y fonética incluidas– con el
objetivo de satirizar la retórica nacionalista del grupo. Cuando Pereda
pregunta a Adán en la Glorieta Ciro cuál es su posición de argentino ante
la avalancha inmigratoria, Adán responde que “no pudiendo solidarizarme
con la realidad que hoy vive el país, estoy solo e inmóvil: soy un argentino
en esperanza”. El poeta se apropia aquí de una frase del sociólogo y
parafrasea el título de su primera obra. El ataque al imperialismo inglés
dará lugar a un episodio hilarante –y de notable vigencia– en una de las
tertulias en casa de los Amundsen, cuando los martinfierristas se enfrentan
a Mr. Chisholm y precisamente Bernini oficia de vocero:
93
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., pp. 144-145.
42
Para Julio Cortázar este tipo de episodios desmerecen la fantasía
de la novela, pues se convierten en un ejemplo de resentimiento partidista,
de oposición reaccionaria “arrancada de un editorial de hojita
nacionalista”94. Sin embargo, nosotros consideramos que es gracias a esta
polifonía de discursos contemporáneos e intertextos transparentes que la
novela funciona como crónica novelada del pensamiento de la generación
vanguardista argentina por antonomasia, y retrata con éxito el friso social
de la Argentina de los años veinte.
La retórica del nacionalismo y antimperialismo argentino no nació
con Scalabrini Ortiz, sino con dos antecedentes de la Generación del
Centenario. El primero, Ricardo Rojas, quien diseñó una filosofía de la
argentinidad para aplicar a la educación y a los espacios públicos; su obra
conforma una unidad que va desde Blasón de Plata. Meditaciones sobre el
abolengo de los argentinos, hasta su plan estético plasmado en Eurindia,
en los años veinte. La Restauración Nacionalista es la obra del período
previo a la Guerra en la que Rojas despliega con mayor profundidad el
problema nacional: Patria, patriotismo, nación, nacionalidad y nacionalismo
son objeto de definición y conceptualización, tarea que continúa en La
Argentinidad (1916) y sobre todo en Historia de la Literatura Argentina
(1922). Para Rojas el imperialismo es “paranoia de los pueblos”,
“megalomanía”, “patología de las naciones”, “malformación del espíritu
nacional” –se trata de definiciones volcadas en La guerra de las naciones,
en 1924– y por ello las tareas del nacionalismo deben dirigirse hacia
adentro95. Otro pensador que contribuyó al acervo de reflexiones sobre la
construcción de la nación argentina fue José Ingenieros, enmarcado en la
tradición del positivismo. Concibió a las naciones –al igual que los
organismos– como entidades que luchan por sobrevivir; las que triunfan en
la contienda son mayoritariamente blancas. Su discurso médico
94
Julio Cortázar: “Adán…”, loc. cit., p. 67. Coincide en esto Jitrik, para quien “con
malevolencia ejemplar, Marechal ha sabido encontrar en sus contemporáneos las taras y
defectos personales que mejor le convenían. [...] Más o menos arbitrariamente todos los
personajes, salvo Adán, postulan su teoría; Bernini habla del espíritu de la tierra, para
Tesler todos son mulatos y resentidos, Pereda y del Solar buscan en el taita y en el guapo
la esencia y la explicación de lo argentino [...] Ninguna de ellas es tomada en serio. Su
enunciado goza de la carcajada aprobatoria. Pero Adán no ríe y afirma que nuestra tierra es
corruptora. Como es de lejos la tesis más interesante, es escuchada con respeto, aunque
todo termine después en la hilaridad. [...] Marechal [...] parecería que hubiera querido
crucificar a unos cuantos sin remisión y que en su premura por concluir con ellos hubiera
hecho omisión de ciertos cuidados de primordial importancia”. Noé Jitrik: “Adán
Buenosayres, la novela de Leopoldo Marechal” en Ismael Viñas et. al.: Contorno. Edición
facsimilar, Buenos Aires, Biblioteca Nacional, 2007, pp. 98-105.
95
Patricia Funes: Salvar…op. cit., p. 92.
43
biologicista, influido por el pensamiento de su maestro José María Ramos
Mejía, lo llevó a considerar a la nación como patrimonio de unos pocos,
jamás del pueblo, especie de Volkgeist, por lo que se opuso a la
ampliación del sufragio, llegando a afirmar que “el constructo civilizatorio
es patrimonio exclusivo de las mentes conspicuas [...] en esos pocos está
la nacionalidad” (en El hombre mediocre, 1913). El único personaje en el
que cuaja el papel temático de antagonista en Adán Buenosayres es Lucio
Negri, asistente a las tertulias literarias, pretendiente de Solveig Amundsen
y desencadenante de la angustia amorosa de Adán, a quien se nombra
como “el medicucho”, “laureado en medicina”, “orondo y joven escolapio”,
representante de “la ciencia moderna” o, irónicamente, símbolo de la
“dirección ascendente del Progreso”. En la novela, el ateo Negri atribuye
los conocimientos místicos y las visiones a la acción de las secreciones
internas o de las patologías nerviosas, y confiesa haber buscado el alma
con bisturí en la sala de disecciones, sin éxito. Será uno de los
condenados en el infierno schultzeano, en la Ciudad del Orgullo. Este
personaje parece ser la contrafigura de José Ingenieros, único médico
positivista que efectivamente asistió a las tertulias organizadas por la
familia Lange en su casa de la calle Tronador, aunque el trasfondo
romántico de la pareja Negri-Amundsen aparenta formar parte de la
fantasía novelesca.
Imagen 5. Imagen de
una de las tertulias de
la calle Suipacha,
organizadas por el
matrimonio Girondo-
Lange (Gentileza
Susana Lange)
44
clausuraban el pasado. En ambas, las pertenencias a la nación eran más
excluyentes que inclusivas. En esta década el pensamiento latinoamericano
buscó fórmulas para ensanchar la nación: en el tiempo (apelando al pasado,
las tradiciones y los orígenes) y en densidad social (al considerar al “otro”
antes excluido) [...] la metáfora del “mestizaje espiritual” es recurrente en los
discursos intelectuales de los años veinte: Belaúnde con su “síntesis
viviente”, Vasconcelos con su “Raza Cósmica”, Genius Loci para Rojas o
96
“clases medias” para Molina Enríquez .
96
Ibíd., p. 204.
97
Raúl Scalabrini Ortiz: “El hombre que está solo y espera” en Ensayos argentinos, Buenos
Aires, Presidencia de la Nación, 2001, p. 53.
45
—pontificó—, bochinches en las canchas de fútbol, refriegas políticas en los
comités. ¿Qué son al fin y al cabo? Las válvulas de escape que utiliza un
pueblo sexualmente reprimido. [...] —¡Ríanse! —los amonestó Bernini—.
Las estadísticas de la ciudad revelan una inquietante desproporción entre
98
hombres y mujeres .
Desde hacía rato el petizo Bernini estaba que se salía solo de la vaina:
hombre de intelección y de pasión, su naturaleza dual presagiaba un
estallido.
98
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 135.
99
Datos aportados por Funes, p. 181.
46
—El país no necesita buscar su alma en el extranjero —anunció al fin—.
Hay alguien que se la dará, y sin pedírsela.
—¿Quién? —le preguntó Adán.
—¡El Espíritu de la Tierra!
Samuel Tesler volvió a dejar oír su risa peligrosa.
—¡Naturalmente! —dijo—. Un buen día la pampa se abrirá de piernas y
parirá una metafísica.
—Hablará el Espíritu de la Tierra—insistió el petizo, atorado de misterio—.
¡Hablará, no lo duden!
—Y hará un papelón —dijo Franky—. Soltará un mugido de vaca.
Pero Del Solar no admitía ya componenda ninguna.
—Con o sin Espíritu de la Tierra —exclamó—, ¡que nos dejen en paz los
extranjeros! Esto ya no es un país: es una factoría.
La posición de uno y otro bando era irreductible: una guerra civil parecía
100
inminente .
102
Saad, Gabriel: “Tradición popular y producción de ideología en Adán Buenosayres de
Leopoldo Marechal” en Rosalba Campra (Ed.): La selva en el damero. Espacio literario y
espacio urbano en América Latina. Pisa, Giardini Editori, 1989, p. 235.
103
Continúa Saad con sus acusaciones peligrosamente infundadas refiriéndose a la novela
en estos términos: se publicó en 1948, tres años después del final de la Segunda Guerra, y
el mundo entero “estaba ya enterado de las consecuencias del nazismo, de los millones de
muertos que el racismo había costado a la humanidad. La ideología que transpira de
muchas páginas de Adán Buenosayres es el racismo y, más claramente aun, el
antisemitismo. Y como todo esto aparece envuelto en un lirismo católico-nacionalista, con
guiños permanentes a la cultura popular, nos parece importante estudiar la emergencia de
estos aspectos de la obra y la manera cómo, envueltas en este ropaje crístico-tanguero, la
novela nos descerraja sus municiones ideológicas. Porque el deber crítico que nos lleva a
denunciar hoy el mensaje antisemita”.
48
veces hasta emocionado, lo que constituye casi una constante que
acentúa el ambiente de juego y evita las posiciones tajantes y definitivas:
“así, por ejemplo, si con respecto a los inmigrantes Adán Buenosayres
asume seriamente su defensa, en otras oportunidades se reconoce con
tono humorístico el problema que la inmigración plantea al país” 104. Al
ignorar el contexto de enunciación, Saad anula la reflexión intelectual de
toda una generación. También tacha la novela de antisemita por la
composición del personaje del judío Fijman, con atributos poco
halagüeños: en este mismo apartado veremos que Adán Buenosayres
expande mediante la alusión intertextual un epigrama del Parnaso Satírico
martinfierrista en el que Evar Méndez se burló de Fijman, según la práctica
usual del grupo de autosatirizarse mutuamente en las páginas del
periódico. Marechal reformula y homenajea ese epigrama, adaptándolo a
las necesidades de la novela. Por último, tampoco es información fidedigna
que Marechal nunca se haya apartado de la Iglesia católica: sin abandonar
su fe cristiana, a fines de la década del ’50 se convirtió al evangelismo,
ingresando a la comunidad de la Iglesia Evangélica Pentecostal de
Ciudadela, situada a cinco cuadras de la Avenida General Paz, donde
conoció al Hermano Pedro que inspiraría el personaje protagónico de su
novela El banquete de Severo Arcángelo105. En la biblioteca rosarina
encontramos el libro del ex sacerdote católico Luis Padrosa,
significativamente titulado ¿Por qué dejé el catolicismo?
104
Ortiz de Urbina, Araceli. “Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal” en Paul Verdevoye
(Comp.): Identidad... op. Cit., pp. 83-84.
105
Pareciera como si al autor del artículo el único nacionalismo que le incomodara fuera el
argentino, pues no pierde ocasión de desparramar juicios de reivindicación nacionalista
uruguaya: desde el epígrafe sugiere la procedencia franco-uruguaya de Carlos Gardel,
eludiendo la mención de la nacionalidad del cantante, voluntariamente argentina; menciona
a Gardel grabando sus primeras canciones “junto al uruguayo Razzano” olvidando
mencionar que a los dos años este viaja a Buenos Aires y allí vive hasta su muerte; sin
venir a cuento del tema tratado presenta a Idea Vilariño como una “excelente poesía
uruguaya”; evoca a Ángel Rama, “que fue, sin duda, el crítico literario más inteligente y
mejor informado de América Latina”; señala que “Hombre de la esquina rosada” del very
british Borges es un vibrante poema de salutación tanguística “que el uruguayo Enrique
Amorim supo contradecir en su tiempo”. La arbitrariedad y parcialidad de sus aseveraciones
atraviesa el artículo de principio a fin.
49
Imagen 6 y 7.
Ejemplar del libro de
Luis Padrosa, ex
sacerdote católico y
ex religioso de la
Compañía de Jesús,
que integra la
colección rosarina
indagar las modalidades del alma porteña actual. Y digo actual, porque se
me ocurre una irreverencia macabra la de andar desenterrando tipos criollos
ya fenecidos –el gaucho, el porteño colonial, el indio, el cocoliche– cuya
privanza inalienable, aquella que no es mera caricatura o pintoresco
señuelo de exotismos, pervive y revive en la auscultación clarividente de la
107
actualidad .
106
Adolfo Prieto: Los dos mundos… op. cit., p. 65.
107
Raúl Scalabrini Ortiz et. al: Ensayos… op. cit., p. 45
50
El criollo prototípico, de linaje patricio, carece de la influencia
inmigratoria y por ende es un modelo anacrónico e inservible para explicar
la sociedad argentina de primera mitad del Novecientos. Pereda, que
representa la estirpe del argentino viejo, será caricaturizado en Adán
Buenosayres como portavoz de un discurso obsoleto:
109
Ibíd., pp. 140-141.
110
Ibíd., p. 593.
111
Ibíd.
52
sugieren fuentes para la elaboración de sus personajes”112. Lafforgue
señala que hay anotaciones autógrafas de Marechal debajo del nombre del
personaje Del Solar donde se lee “Willy” (por ejemplo, en la página 483 de
su edición crítica). Sabemos que Willy, o su variante Willie, era el apelativo
de confianza de Guillermo Juan, como podemos corroborar, por ejemplo,
en la correspondencia epistolar mantenida entre Borges y Macedonio
Fernández:
Yo quisiera tomar una casita exclusiva con círculo interno (incluso vos y
Willy y asociados externos contribuyentes, de Buenos Aires, como
Bernárdez, Marcelo, Scalabrini, Pérez Ruiz, Brandán u otros que te
parezcan bien a vos y con algunas camas para que los festejados se
113
quedaran un día o más (Macedonio a Borges ¿Morón? ¿1926?)
Mientras el filósofo hablaba, Del Solar iba poniéndose de todos los colores.
En su memoria desfilaban las imágenes de sus antepasados, héroes que
vestían la chaqueta de los ejércitos libertadores o el chiripá de los feudales
estancieros; hombres de barba dura y tierno corazón, allá, en las pampas
nativas y entre orgullosos caballos. Al mismo tiempo, el señor Johansen y
mister Chisholm se unían al grupo, atraídos por la violencia de las palabras
que Samuel Tesler acababa de proferir.
—La devoción al recuerdo de las cosas nativas —tartamudeó Del Solar,
pálido como la muerte— es ya lo único que nos va quedando a los criollos,
desde que la ola extranjera nos invadió el país. ¡Y son los mismos
112
Jorge Lafforgue: “Estudio preliminar” en Adán… op. cit., p. XXXII.
113
Carlos García: Fernández, Macedonio / Borges, Jorge Luis. Correspondencia 1922-
1939, Buenos Aires, Corregidor, 2000, p. 6.
114
Ibíd., p. 109.
53
extranjeros los que todavía se burlan de nuestro dolor! ¡Si es para llorar a
115
gritos!
115
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 141.
116
Noé Jitrik: “Adán Buenosayres, la novela de Leopoldo Marechal” en Ismael Viñas et. al.:
Contorno edición facsimilar, Buenos Aires, Biblioteca Nacional, 2007, pp. 98-105.
117
Jorge Luis Borges: Cartas del fervor. Correspondencia con Maurice Abramowicz y
Jacobo Sureda (1919-1928), Barcelona, Galaxia Gutemberg-Círculo de lectores-Emecé,
1999, p. 41.
118
No obstante, Borges escribió varios textos sobre él, mayormente prólogos a catálogos
de exposiciones y lo recordó con afecto y respeto en varias entrevistas, designándolo como
“nuestro William Blake”. Le dedicó su ensayo “El idioma infinito” (1925).
54
que muchos fueron objeto de persecuciones ideológicas –además de
Borges y Pettoruti, Julio E. Payró y Jorge Romero Brest, por nombrar solo
algunos– parece todavía hoy dificultar una mirada objetiva sobre esos años
y, en particular, en lo que se refiere a Xul Solar”119.
Adán Buenosayres plantea una opción superadora del criollismo
anacrónico de Pereda/Del Solar, que estaría representada por el
neocriollismo ideado por el Astrólogo Schultze/Xul Solar. Su alias literario
es transparente pues se trata de una derivación del primer apellido del
pintor (el nombre completo era Oscar Agustín Alejandro Schultz Solari)
adicionado a su interés por el estudio de los astros (Xul Solar se declaraba
a sí mismo como “muy estudioso de las bases de la cultura, y en especial
del simbolismo y la religión, ayudado por su compresión filosófica de la
astrología”120). El seudónimo artístico del pintor martinfierrista se explica
porque “Xul” era su versión del apellido alemán Schulz, y “Solar” del
italiano Solari.
El neocriollo fue una nueva lengua en la que desde
aproximadamente 1920 había estado trabajando el artista plástico, que se
correspondía con una propuesta de escritura silábica. Se trata de una
lengua artificial mixta inicialmente compuesta por la reunión del portugués
y del español y que había sido uno de los puntos clave de su proyecto
latinoamericano de los años veinte con el objetivo de incorporar al Brasil y
romper con las tradicionales fronteras idiomáticas que lo separaban del
resto de Hispanoamérica. Coincide con la definición de Umberto Eco para
el Volapük (lengua mixta): no se trata realmente de una lengua a priori
porque toma prestadas las raíces de las lenguas naturales, pero tampoco
119
Patricia Artundo: Xul… op. cit., p. 31.
120
Patricia Artundo (Ed.): Alejandro Xul Solar. Entrevistas, artículos y textos inéditos,
Buenos Aires, Corregidor, 2006, p. 7. Señala Artundo la influencia de Aleister Crowley
(Inglaterra 1875-1947) en el pensamiento del artista plástico argentino. Crowley fue uno de
los ocultistas más importantes e influyentes del siglo XX, quien luego de participar de la
Orden de Golden Dawn fundó su propio grupo, la Astrum Argentinum (A.A.). Durante toda
su vida, su anticristianismo, sus actitudes no limitadas por la lógica o la razón y el uso y
abuso de sexo y drogas en sus rituales ocultistas lo vieron rodeados de escándalos y
persecuciones. Aunque este perfil es cierto en muchos sentidos, en la actualidad Crowley
es considerado como un intelectual racional en posesión de un gran conocimiento sobre las
religiones de Oriente, la Cábala y uno de los difusores del I Ging en Inglaterra. Crowley y
Xul se habían conocido en París en mayo de 1924 y durante un mes Crowley había
asumido el rol de Hierofante para guiar a Xul en el proceso de Iniciación. El pintor tuvo que
cumplir con un currículo derivado de la Orden de la Golden Dawn que incluía la práctica de
yoga, meditación budista y magia. Durante todo ese mes también cumplió con otro
requerimiento impuesto: el de llevar un registro diario de las prácticas y comentarios que
tuvieron lugar entonces. Crowley también le comisionó el estudio de los cinco Libros
sagrados con el objeto de traducirlos al español y crear una rama de la A.A. en Argentina.
55
es una lengua a posteriori, porque somete estas raíces a deformaciones
sistemáticas, decididas a priori121. El neocriollo luso-hispánico es una
iniciativa emparentada con la propuesta de “ortografía indoamericana” del
vanguardista peruano Francisqo Chuqiwanka Ayulo y con el menos
experimental proyecto de reforma ortográfica de Borges y Lanuza ya
mencionado. Según Xul, el neocriollo nace porque el castellano se halla
atrasado varios siglos. Es un idioma de palabras demasiado largas,
cacofónico122. Detrás de esta iniciativa lingüística existe un fundamento
político, como deja entrever Xul Solar en la siguiente entrevista:
125
Se trata de un sintagma acuñado por el crítico argentino Miguel Dalmaroni en La palabra
justa, Santiago de Chile, RIL-Melusina, 2004.
126
Xul Solar: “Despedida de Marechal” en Martín Fierro Nro. 37, 20 de enero de 1927, p. 8.
127
Xul Solar: “Apuntes de neocriollo” en Azul. Revista de ciencias y letras Nro. 11, agosto
de 1931, pp. 201-205.
128
Xul Solar: “Visión sobre el trilíneo” en Destiempo Nro. 2, noviembre de 1936, p. 4.
129
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 423.
57
anacrónico gaucho Juan sin Ropa se convierta en Cocoliche, en inmigrante
español, en imperialista británico, en plutócrata norteamericano, en judío
de la diáspora y concluya su evolución en esta especie de superhombre
argentino. Esta idea se desprende de las palabras de Schultze:
130
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., pp. 117-118.
58
3.3. Los boedistas, o la parodia del realismo socialista
131
Horacio Salas (Ed.): “Prólogo” en Martín Fierro… op. cit., p. XIII.
132
Recomendamos los estudios recientes de Sergio Baur (Ed.): Claridad.la vanguardia en
lucha, Buenos Aires, MNBA, 2012.
59
—¡No me venga con pamplicnas! —contestó el Príncipe—. Yo pongo mi arte
al serviccio de las macsas [...]
—¡El muy bructo! —susurró Franky en la oreja de Adán.
—Ahí tienen mis déccimas: «Noche de Julio», que apareccieron en «El
Alma que Canta». Describo a un micserable, muriéndose de frío en el
umbral de un lujocso palaccio, mientras adentro los burguecses derrochan
el oro en infacme orgía.
—¡Bravo! —exclamó Adán—. ¡Muy verdadero, Príncipe, muy exacto! Pero
vea: el arte no se propone lo verdadero, en tanto que verdadero, sino en
tanto que hermoso.
—Permitíame —le retrucó el Príncipe—. Yo no la voy con gramácticas. ¡Al
público hay que hablarle dereccho viejo! [...] —¡Burguecses!—refunfuñó el
Príncipe, magnífico en su desdén.
—Sin embargo —dijo Pereda, encarándose con Ciro—, usted lo tiene
contratado al Príncipe. Y alguna razón habrá.
—¡Peste! —admitió Ciro—. Cuando el Príncipe habla del hambre, lo pinta
con tanta veritá que al público le agarra un apetito furioso. Y la parrilla no da
133
abasto .
133
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., pp. 261-262.
60
—¡Eso es invertir las jerarquías! —rezongó el petizo angélico—. Entre las
actividades humanas existe un orden jerárquico de valores que sería
peligroso destruir. En razón de su trascendencia y universalidad, lo
metafísico es superior a lo artístico, y lo artístico es superior a lo político. El
arte puede servir a lo metafísico sin rebajarse, ya que, al hacerlo, sube a
una esfera superior, en cambio, sirviendo a cualquier actividad que le sea
inferior en jerarquía, el arte deja de ser libre para caer en la servidumbre de
lo inferior.
—¡Pamplinas! —exclamó el tunicado rojo—. [...] Es un fifi de la nueva
generación que iba todas las noches a Boedo para reírse de la musa
134
libertaria .
134
Ibíd., p. 587.
135
Horacio Salas: El periódico… op. cit., p. XII.
136
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 581.
61
Otro personaje “de clave” y de primer orden en el elenco de Adán
Buenosayres es Samuel Tesler, inspirado en Jacobo Fijman (1898-1970),
escritor nacido en Besarabia, Rusia137. En la novela –y en la vida real– fue
un judío converso al catolicismo. Se lo llama “filósofo villacrespense” y
cumple una función de contrapeso del agnosticismo de varios personajes.
Ángel Núñez señala su doble valencia en la novela: “privilegiado y a la vez
reiteradamente ridiculizado es Samuel Tesler [...] la carga humorística con
que fue trabajado ese personaje es máxima, trazándose de él un perfil
bufonesco ya desde el Prólogo indispensable. Incorpora la tradición y el
saber hebreos, así como Adán el cristianismo”138. El título de su primer
poemario, Molino rojo (1926), carece de la connotación bolchevique de los
primeros poemas de Borges o de Gerardo Diego incluidos en el primer
capítulo, pues las imágenes cromáticas se relacionan con el estado de
demencia y vértigo: “la locura está trabajada como el camino doloroso que
permitirá el acceso al conocimiento. El conocimiento de Dios se logra por
medio del éxtasis poético”139. Fijman terminó sus días internado en el
Hospital Borda, con el diagnóstico de megalomanía y locura mística. En
Megafón o la guerra Marechal evocará a su antiguo camarada y dará
noticia de su reclusión hospitalaria (además de informar el deceso del
Astrólogo Schultze). Fue también personaje de la novela de Abelardo
Castillo, El que tiene sed (1985), ficcionalizado como Jacobo Fiksler.
Buenosayres presenta de la siguiente manera a Samuel Tesler, en
el libro primero, cuando el poeta va a despertarlo al dormitorio de la
pensión donde conviven:
137
Se conserva en la biblioteca de la Escuela de Letras de la UNR un ejemplar de Molino
rojo (Buenos Aires, Talleres Gráficos El Inca, 1926, con ilustraciones de P. Audivert y J.
Planas). Lleva dedicatoria: “Para Leopoldo Marechal, poeta bárbaro. Fraternalmente.
Jacobo Fijman”.
138
Ángel Núñez: “Desmesurado Adán Buenosayres” en Leopoldo Marechal: Adán… op. cit.,
p. 676.
139
Andrés Allegroni: La construcción del imaginario nacional, Buenos Aires, Longseller,
2003, p. 43.
140
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 35.
62
Son estos pasajes de la novela los que empujan a Gabriel Saad a
verter afirmaciones extremas como “Duele observar que el mismo año en
que las Naciones Unidas sancionan una nueva Declaración de los
Derechos Humanos, Leopoldo Marechal teoriza un retorno a los valores de
la raza”. En su novela la “siniestra palabrita raza” cobra un “repugnante
contenido”, puesto que no faltan ni la avaricia, ni la nariz ganchuda, ni los
labios sensuales, ni la crueldad “ni, claro está, la maldición teológica de
que hoy se nos había hablado y que ha sido la consecuencia del deicidio
perpetrado en la figura de Jesús”. La novela se publicó en 1948, tres años
después del final de la Segunda Guerra, y el mundo entero estaba “ya
enterado de las consecuencias del nazismo, de los millones de muertos
que el racismo había costado a la humanidad [...] la ideología que transpira
de muchas páginas de Adán Buenosayres es el racismo y, más claramente
aun, el antisemitismo. [...] el deber crítico nos lleva a denunciar hoy el
mensaje antisemita de Adán Buenosayres”141. Ignora Saad que en su
primera novela Marechal expande y reelabora epigramas del Parnaso
Satírico martinfierrista, por ejemplo, aquel donde Evar Méndez caricaturiza
la falta de aseo de Jacobo Fijman: “ya estoy en París, al fin [...] un presagio
me inquieta: / si el barco naufragara/ en el camino a Europa/ sufriría dos
tragedias:/ el cambiarme las medias / y lavarme la ropa” Jacobo Fijman.
POR LA COPIA E.M142. Nuevamente, Saad no toma en cuenta que el autor
reelaboró –y homenajeó– una práctica generacional basada en la
caricatura colectiva, ejercitada mucho antes de la aparición del nazismo.
Javier de Navascués identifica otras parodias intertextuales del
Modernismo argentino o de la Generación del Centenario: cuando se
menciona a Ruth, la actriz aficionada, que recita los versos del
postmodernista Arturo Capdevila en su obra Melpómene, que a Adán le
parecen vanos y retóricos; la referencia irónica al engolamiento expresivo
de Ricardo Rojas, cuyo estilo es satirizado por Samuel Tesler, o la
inserción de la imagen de los gallos telepáticos de un gran enemigo de la
juventud literaria de Marechal, Leopoldo Lugones143.
141
Saad, Gabriel: “Tradición popular y producción de ideología en Adán Buenosayres de
Leopoldo Marechal” en Rosalba Campra (Ed.): La selva... op. cit., pp. 245-246.
142
“Parnaso satírico” en Martín Fierro Nro. 37, 20 de enero de 1927, p. 302.
143
Javier de Navascués: “La intertextualidad en Adán Buenosayres” en Leopoldo Marechal:
Adán… pp. 757-758. Capdevila le dedicará un ejemplar de su libro Adolescencia y voluntad,
alojado en la biblioteca rosarina con la siguiente dedicatoria: “A Leopoldo Marechal, gran
poeta y gran amigo, este libro nacido en la Inspección de Enseñanza. Cordialísimo
recuerdo. Buenos Aires, noviembre 1947”.
63
Existe en Adán Buenosayres una permanente intertextualidad con
páginas del periódico Martín Fierro. Tras una escena de contornos crísticos
entre Tesler y Adán, el narrador augura la creación de una ciudad utópica,
la nueva sociedad del Neocriollo, o Philadelphia: “Philadelphia levantará
sus cúpulas y torres bajo un cielo resplandeciente como la cara de un niño.
Como la rosa entre las flores, como el jilguero entre las avecillas, como el
oro entre los metales, así reinará Philadelphia, la ciudad de los hermanos,
entre las urbes de este mundo”144. En el número 41 de Martín Fierro
correspondiente al 28 de mayo de 1927, Nicolás Olivari y Raúl González
Tuñón escriben un “Canto a Filadelfia” donde se burlan de los valores de la
ciudad estadounidense pero lo hacen en un poema con estructura de loa,
utilizando vocativos y admiraciones, a la manera whitmaniana:
Filadelfia, ciudad final de los globe trotter, de los raidistas y de los filatélicos
y donde hasta los crepúsculos se desaman como los automóviles Ford.
[...]
Tus universidades son amplias como garajes
y sacan diez puntos tus alumnos más musculosos
[...]
Mienten los que dicen que eres una ciudad exclusivamente práctica
eres una ciudad mística, una ciudad de evangelistas y de aventureros
[...]
145
Filadelfia: Buenos Aires que es tu Villa Crespo .
144
Leopoldo Marechal: Adán… p. 322.
145
Nicolás Olivari y Raúl González Tuñón: “Canto a Filadelfia” en Martín Fierro Nro. 41, 28
de mayo de 1927, p. 342.
64
146
—¡Chist! —volvió a protestar el señor Johansen—. ¡Las niñas!
146
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 110.
147
“Parnaso satírico” en Martín Fierro Nro. 22, 10 de septiembre de 1925, p. 162.
148
Herni Bergson distingue entre el cómico de situación y el puramente lingüístico. El
primero se manifiesta a través de las formas, actitudes y movimientos en general, mientras
que el cómico verbal va expresado por el lenguaje. Según Bergson la primera clase de
comicidad podría traducirse a otro idioma, aunque perdería la mayor parte de su relieve al
pasar a otra sociedad que fuese distinta por sus costumbres, por su literatura, y sobre todo
por sus asociaciones de ideas. La segunda clase de comicidad es generalmente
intraducible.
65
más tarde a los quehaceres de la patria; y a la de Oliverio Girondo, que
149
siempre fue un caballero de las letras .
149
Leopoldo Marechal: “Claves de Adán Buenosayres” en Obras… op. cit., p. 671.
150
Así presenta Adán a sus amigos: “El señor Schultze, astrólogo; el señor Amundsen,
globe trotter; el señor Tesler, filósofo dionisíaco; el señor Pereda, criollósofo y gramático; el
señor Bernini, moralista, polígrafo y boxeador”.
151
“Oliverio Girondo en misión intelectual” en Martín Fierro Nro. 7, 25 de julio de 1924, p 47.
152
“Misión intelectual de Girondo” en Martín Fierro Nros. 8-9, septiembre de 1924, p. 64.
153
“Oliverio Girondo en México” en Martín Fierro Nros. 14-15, 24 de enero de 1925, p. 92.
154
Leopoldo Marechal: “Oliverio Girondo” en Martín Fierro Nro. 17, mayo de 1925, p. 117.
155
Guillermo de Torre: “Carta abierta a Evar Méndez” en Martín Fierro Nro. 19, 18 de julio
de 1925, p. 136.
156
“Martín Fierro” en Martín Fierro Nro. 35, 5 de noviembre de 1925, p. 271.
157
“Parnaso satírico. ¿A qué va usted a Europa”? en Martín Fierro Nro. 37, 20 de enero de
1927, p. 302.
66
porteña: “Recuerdo que yo estaba en el jardín de Saavedra, con el amigo
que me había presentado y las mujeres de la casa, jóvenes todas y de
gracioso talante. [...] apareció la extraordinaria criatura de mis desvelos [...]
las ya maduras de sus hermanas [...] No se hallaba todavía en la flor de
sus años”158. En la construcción del personaje de Franky opera una
asimilación deformadora de los vínculos familiares: Franky/Girondo es el
único hermano de las chicas Amundsen, y no el esposo y cuñado de la
vida real, ocupando el lugar biográfico de Juan Carlos Lange. Se asimila
metonímicamente a Franky/Girondo con el mundo nórdico pues se lo
describe como “descendiente de aquellos vikings famosos que antaño se
mamaban con absoluta dignidad”159, o se dice que “Franky abatió su
cabeza roja”160.
Otro elemento que permite correlacionar a Girondo con la
construcción del personaje de Franky Amundsen se presenta en el
episodio infernal donde Franky dialoga con un muñeco de su creación,
bautizado Homo Sapiens. Este muñeco se podría interpretar como un
trasunto del espantapájaros que da nombre al libro homónimo de Girondo.
De acuerdo con el testimonio de Norah Lange, el muñeco se trataría de un
“académico trasnochado”, vestido de negro, rígido y acartonado como el
saber que representa, análogo al catedrático que menciona en el
manifiesto de Martín Fierro. Girondo buscaba la eficacia propagandística
de sus obras promocionándolas de una forma poco ortodoxa; la anécdota
de la publicidad del libro cuenta que el autor recorrió la ciudad de Buenos
Aires con un espantapájaros de papel maché en una carroza funeraria.
Adán Buenosayres reelabora así el episodio del espantapájaros,
acompañado de un discurso plagado de hipérboles, asociaciones
incoherentes, tecnicismos médicos y sustantivos abstractos caros a la
158
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., pp. 393-394. Los hijos de la familia Lange, en la vida
real, se llamaban Irma, Haydée, Chichina, Norah, Ruth y Juan Carlos. Hemos hablado ya
de la inspiración de Marechal en Norah Lange para la construcción de Solveig Amundsen,
aunque en nuestra opinión existen cualidades de la escritora ficcionalizadas en el
personaje de Ethel Amundsen, con lo que el referente real ha sufrido un procedo de
“asimilación deformadora” y de desdoblamiento narrativo. Así se entiende el desconcierto
de Solveig al recibir el cuaderno de manos de Adán: “¿Y Adán Buenosayres?
Incomprensible. ¿Por qué le había dejado a ella ese Cuaderno de Tapas Azules? No lo
entendía: ella no era una «intelectual» como su hermana Ethel”, o la descripción física de
Ethel Amundsen agitando en el aire “su fuerte cabeza de Palas en cuyos bucles
relampagueó la luz como en un casco de guerrero”, o cuando la señora de Amundsen
observa a los jóvenes de la tertulia y los identifica como “los intelectuales amigos de Ethel”
o se menciona al “grupo que dirigía Ethel Amundsen”.
159
Leopoldo Marechal: Adán…op. cit., p. 238.
160
Ibíd., p. 138.
67
escritura girondiana como la “dignidad”, la “solemnidad” o la
“honorabilidad” del público:
161
Ibíd., p. 633. En la Glorieta Ciro Franky inventa la siguiente imagen: “El exquisito
anacoreta le pegó un botón adolescente a la llanura de tres pisos”, que guarda cierta
similitud léxica (y lúdica) con un pasaje de Espantapájaros 22: “Es inútil que nos aislemos
como un anacoreta o como un piano”.
68
pretextos para desencadenar y promover un lirismo dotado del máximo de
autonomía imaginativa, que salta por encima de todas las sujeciones, que
desbarata el mundo de afuera y lo recrea según sus propias pautas162.
Indica Yurkievich que el humor en Girondo es aquel que André Breton
consideraba como principio de superación de las limitaciones de la realidad
empírica. Es un instrumento para operar sobre lo azaroso, absurdo,
caótico, encauzándolos como energías superadoras de la razón analítica y
de la imaginación reproductora. “Este humor es un removedor, un
descolocador que perturba la seguridad semántica proponiendo
conexiones insólitas; Girondo nos hace ingresar en el reino mitológico
donde todas las metamorfosis resultan factibles”163. La elección de un
autómata como personaje risible se explica en la medida en que “es
cómico todo arreglo de hechos y acontecimientos, que encajados unos en
otros nos den la ilusión de la vida y la sensación clara de un ensueño
mecánico”, como el diablillo de resorte, las marionetas, los fantoches que
se mueven por puro automatismo. Allí nacen los procedimientos usuales
de la comedia clásica, como el empleo de la repetición en la obra de
Moliére164.
Desde las páginas de Inicial, Francisco Luis Bernárdez ofreció una
interpretación sociohistórica para explicar los primeros tanteos serios del
humorismo en la década del ’20 en Argentina, acudiendo a la comparación
con el auge de las manifestaciones humorísticas en otras latitudes.
Recuerda que la novela picaresca española, que tanta influencia ejerció
sobre los humoristas rusos, nació de intensas inquietudes políticas y
económicas: desangrada Castilla en la penosa aventura ultramarina y en
vísperas de volcarse sus tesoros americanos en las voraces arcas de los
mercachifles venecianos, la sociedad española vio avecinarse la
decadencia y la descomposición. Y la novela picaresca asomó, con
decisiones de moraleja jesuítica, en la literatura española. Para Bernárdez
aquella época gestó “una conciencia colectiva del humorismo” al reiterar el
mismo fenómeno popular que se había manifestado, primero, en la Edad
162
Saúl Yurkievich: Fundadores de la nueva poesía latinoamericana, Barcelona, Edhasa,
2002, p. 205. Por ejemplo, en: “Abandoné las carambolas por el calambur, los madrigales
por los mamboretás, los entreveros por lo entretelones, los invertidos por los invertebrados.
Dejé la sociabilidad a causa de los sociólogos, de los solistas, de los sodomitas, de los
solitarios. No quise saber nada con los prostáticos. [...] Fui célibe, con el mismo amor propio
con que hubiese sido paraguas. A pesar de mis predilecciones, tuve que distanciarme de
los contrabandistas y de los contrabajos; pero intimé, en cambio, con la flagelación, con los
flamencos”. En: Trinidad Barrera (Ed.): Oliverio Girondo, Calcomanías. Poesía reunida
1923-1932, Sevilla, Renacimiento, 2007, p. 141
163
Saúl Yurkievich: Fundadores… op. cit., pp. 206-207.
164
Henri Bergson: La risa, Madrid, RBA, 1984, pp.76-77.
69
Media y, después, en la España de Orozco, de Villarroel, de Quevedo y de
Mateo Alemán. Como en aquel tormentoso momento, para Bernárdez la
Primera Guerra Mundial había aparejado un disloque vital y económico,
una completa subversión de valores morales: “Estos siete años últimos han
levantado siete siglos entre los millones de muertos en la guerra y nuestro
embotado recuerdo. [...] Esta suma de inquietudes necesita fatalmente su
compensación: una conciencia colectiva de humorismo”165. El primer
síntoma de esa necesidad casi catártica para contrapesar una realidad
trágica fue, según Bernárdez, el Dadaísmo, la más desinteresada actitud
humorística que se haya adoptado por aquellos días166. A través de un
argumento por analogía, el escritor hispano-argentino explica el incipiente
humorismo argentino como corolario del fortalecimiento de la identidad
nacional:
165
Francisco Luis Bernárdez: “Eduardo Wilde a través de Prometeo & Cia” en Inicial, 9 de
enero de 1926, pp. 654-655.
166
Para el escritor hispano-argentino Dadá fue la primera cristalización de una conciencia
colectiva de humorismo, pues el verdadero humorismo nace de íntimos desequilibrios
religiosos, económicos o morales de una época. Por ello el humorismo de Eça de Queiróz,
como arquetipo del que se cultivó en Francia en el siglo anterior, con Anatole France a la
cabeza, era falso, desde el momento “en que obedecía a una premeditada e interesada
manera intelectual, y no a una disposición anímica espontánea o a un reclamo del pueblo”.
167
Francisco Luis Bernárdez: “Eduardo Wilde a través de Prometeo & Cia”, loc. cit., pp.
655-656.
70
en nuestra opinión la propuesta marechaliana presenta un fundamento
metafísico superador del humorismo conceptual de su precursor
Macedonio, pues este había fomentado el juego con el ingenio y la
agudeza idiomática dislocando las categorías más firmes del racionalismo,
de la lógica tradicional y las relaciones que el sentido común acepta como
básicas. El “artificio humorístico” macedoniano trabajó, como señala Ana
Camblong, con el saber y el pensamiento, y su “chiste conceptual” buscó
precipitar al receptor en una caída al vacío mental a través de un humor
basado en el placer de disparatar despojándose de toda lógica, de la
causa efecto, del tiempo, del espacio, de la inducción y la deducción, es
decir, de las mismas nociones que se niegan desde la metafísica168.
Leopoldo Marechal, en su madurez, va un paso más allá del admirado
maestro de la juventud y funda la teoría del no disparate, con la cual
rechaza la práctica del disparate gratuito, oponiéndose a la propuesta de
Macedonio Fernández, quien sostuvo que “lo fundamental es la invención
de un absurdo, que es una ingeniosidad, y en segundo término el hacer
creer que es voluntad de juego”169.
En el prólogo indispensable de Adán Buenosayres se presenta por
vez primera el concepto de humor angélico como parte de una advertencia
y autojustificación anticipada por el albacea de los manuscritos, L.M.:
168
Ana Camblong: “Prólogo” en Macedonio Fernández: Textos selectos, Buenos Aires,
Corregidor, 2012, p.11. En el campo de Belarte Macedonio distinguió tres géneros con la
misma jerarquía estética: la Novela o Prosa, la Metáfora y la Humorística, cada uno de los
cuales supuso un desarrollo de particulares características.
169
Macedonio Fernández: “Un átomo de doctrina” en Textos… op. cit., p. 91.
170
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., pp. 6-7.
171
Noé Jitrik: “Adán Buenosayres, la novela de Leopoldo Marechal” en Ismael Viñas et. al.:
Contorno… op. cit., p. 99. Todo esto no difiere casi del concepto romántico del humorismo
71
evocación no pierde cordialidad, “y aunque cargue las tintas en uno o en
otro personaje, el conjunto de la experiencia descripta no se siente como
odiosa o desdeñable”172. Podría interpretarse la dedicatoria de la historia
limpia a los camaradas martinfierristas vivos y muertos como una
declaración de carecer de dobles intenciones (historia limpia, sincera, sin
dobleces) o, como lo hace Ángel Núñez, como una observación para
contrarrestar posibles acusaciones de coprología173.
La filosofía que subyace al humor angélico entronca con algunas
cualidades de la comedia clásica. En la Grecia antigua, frente a los
trágicos que escogían a dioses y reyes para protagonizar sus obras, los
dramaturgos cómicos optaban por seres normales o con características
animales para recordarles a los héroes con aspiraciones divinas su
“parentesco” con estas criaturas irracionales. Asimismo, Shakespeare
elegía sus tragedias para describir los asuntos de reyes y reinas, príncipes
y princesas, y sus comedias para reflejar el mundo de los comerciantes,
los prestamistas, etc. El modo cómico, pues, se centra en las
preocupaciones básicas y simples y, por tanto, universales de la vida
diaria. Señala Aída Díaz Bild que la palabra comedia deriva probablemente
del nombre del dios griego Comus, que no era precisamente uno de los
más significativos del Olimpo griego.
enunciado por Richter: “melancolía de un espíritu superior que llega hasta a divertirnos con
aquello que lo entristece”.
172
Adolfo Prieto: Los dos mundos… op. cit., p. 65.
173
Ángel Nuñez: “Desmesurado Adán Buenosayres” en Leopoldo Marechal: Adán… op. cit.,
p. 662.
174
Díaz Bild, Aída: Humor y literatura. Entre la liberación y la subversión, Santa Cruz de
Tenerife, Servicio de Publicaciones de la Universidad de La Laguna, 2000, pp. 33-40.
72
participación. En las Claves de Adán Buenosayres confiesa que desde su
juventud, habiendo sido un adolescente melancólico, admiró la alegría que
se traduce por un humorismo sin venenos del alma, por lo que, en
adelante, meditó sobre lo cómico a la luz de Aristóteles, hasta concebir la
posibilidad de una “catarsis por la risa”175. Para el escritor la catarsis es la
beatitud o el reposo del alma, una purga personal tras haber cumplido
siquiera virtualmente una experiencia dolorosa. Gracias al humor se da
“una catarsis que consiste en la experiencia del propio ridículo, actual o
posible, la toma de conciencia de propios defectos o limitaciones para
llegar a una paz interior”176. Esta concepción de la purificación de las
pasiones es la base de la metafísica del humor marechaliano. Así, la
ontología risible del hombre explicaría los incómodos episodios que
traspasan las fronteras del decoro –en la opinión de varios críticos que han
puesto el acento en este aspecto de la novela– como la abundante
mención a excrementos, inmundicias, falta de higiene, olores
nauseabundos o flatulencias. Marechal lleva hasta la hipérbole la
afirmación de la inferioridad humana como emanación imperfecta de un
origen divino:
¿Era dado lograr una catarsis por la risa? [...] si era dable una transposición
de las mismas a la comedia, pregunta que habría hecho reír (o llorar) al
propio Aristóteles [...] ¿de dónde proviene “lo cómico”? El mismo Estagirita,
en el capítulo quinto de su Poética, nos dice que “lo ridículo tiene por causa
una privación y una fealdad no acompañadas de sufrimiento y no
perniciosas”. ¿Una privación de qué? De la verdad (y damos en la mentira),
de la belleza (y damos en lo feo), del bien (y damos en el mal). Por
extensión lo cómico se daría en las contingencias y limitaciones de toda
criatura. Y entendiendo que solo el Creador está libre de privaciones o
defectos, llegué a sostener aquella noche, con admirable frescura, lo que
recogí luego en mi Poema de Robot: “Todo lo que se instala fuera del Gran
Principio / ya es cómico en alguna medida razonable”. [...] el espectador
compadece o “padece con” los actores la misma experiencia ridícula, ya que
reconoce sus propios defectos y contingencias en los que, bajo formas
risibles, desnudan los comediantes en el escenario. Y esa experiencia de su
propio ridículo (actual o posible) suscita en él, no ya el “terror”, como en la
tragedia, sino la “risa”. [...] se da luego en la comedia una catarsis: la
“catarsis por la risa” [...] con que acepta el espectador aquella toma de
175
Leopoldo Marechal: “Claves de Adán Buenosayres” en Adán…op. cit., pp. 669-670.
176
Rolando Camozzi Barrios: Marechal, el humor angélico, Corrientes, Editorial universitaria
de la Universidad Nacional del Nordeste (EUDENE), 1997, p. 71.
73
conciencia de sus propios defectos [...] una carcajada puede ser el arranque
177
de una metafísica .
177
Leopoldo Marechal: “Breve tratado de lo ridículo” en Leopoldo Marechal: Obras
completas II… op. cit., pp. 542-543.
178
María Rosa Lojo: “La metáfora, ruptura de límites ontológicos, en ‘Días como flechas’ de
LM”. Revista de Estudios Filológicos N. 22, 1987, p. 52.
179
Henri Bergson: La risa… op. cit., pp. 27-28.
180
Para Fernanda Elisa Bravo Herrera “es posible descender y ascender por el arte y por lo
cómico tanto en el plano divino como en el humano, aunando belleza y risa, como puentes
re-ligantes con la causa, con el Donante, con la Unidad” en AA.VV.: Cincuentenario de
Adán Buenosayres, Buenos Aires, Fundación Leopoldo Marechal, 2000, p. 49.
74
causticidad, a la distinción entre humor satírico y humor-panacea181, que
implicaría la ampliación del repertorio de especies cómicas inventariadas
en el primer capítulo. En la misma línea de Podeur, el crítico canadiense
Norman Cheadle considera que Marechal emplea la ironía y la parodia
pero casi nunca la sátira correctiva, o en tal caso cabría sostener que el
escritor concibe la sátira no en el sentido clásico –presentar bajo un
aspecto cómico los vicios y defectos con una clara intención de denuncia–
sino, contrariamente, como una paradójica manifestación de generosidad
moral182.
El humor angélico o trascendente se materializa en la escritura de
una sátira no agresiva. Frente a otras concepciones del humor, que
establecen una cruel distancia entre el sujeto que ríe y el objeto de burla, o
concluyen en un pesimismo amargo ante la falibilidad humana, el humor
marechaliano se presenta como “humorismo angélico” que restaura el
desgarramiento y compensa la humillación. “En este sentido el humor
efectúa, como la poesía, una función vinculante, aunque no ya entre las
cosas, sino entre los sujetos (el sujeto consigo mismo, el sujeto y sus
prójimos)”183. Un aforismo declarado por Samuel Tesler sintetiza la actitud
indulgente de esta sátira angélica: “reírse dramáticamente del prójimo y
llorarlo cómicamente, he ahí dos aspectos iguales de la compasión”184
aunque es en el Prólogo Indispensable donde se perciba con claridad la
metamorfosis de la definición de sátira tradicional:
181
J.F. Podeur: “Superación de lo lírico en imaginación en Adán Buenosayres” en Leopoldo
Marechal: Adán… op. cit., p. 824.
182
Norman Cheadle: The ironic apocalypse in the novels of Leopoldo Marechal, Londres,
Tamesis, 2000, pp. 1-7. Para Cheadle “one of the principal targets of his parody is the
Revelation to John, the final book of the Christian scriptural canon, as well as the grand
apocalyptic narrative in which it is inscribed. It is the working hypothesis of this study that
John’s Revelation is the principal intertext of an (ironically) cycle of novels [...]. My reading of
Marechal emphasizes the elements of irony and parody, finding satire only occasionally. For
that 3 matter, Marechal’s own concept of satire seems to admit the possibility of moral
generosity. [...] Marechal novels appropriate the text of Revelation and make it function in
new ways [...] parody is itself metaliterary”.
183
María Rosa Lojo: “La metáfora, ruptura de límites ontológicos”, loc. cit., p. 56.
184
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 60. El escritor formula una especie de doctrina
humorística de la participación, de corte neoplatónico, que veremos luego que impregna el
tratamiento tan personal y original que el autor hace de la imagen poética: “si el narrador no
está presente como agonista de su obra, lo está en todos y cada uno de los personajes que
describe y que se dan entonces como otros tantos desdoblamientos del propio narrador,
mediante los cuales realiza él sus destinos posibles o en potencia de ser. De tal manera, si
el narrador hiere, se hiere” en Alfredo Andrés: Palabras con Leopoldo Marechal, Buenos
Aires, Carlos Pérez Editor, 1968, pp. 105-108.
75
...podría suceder que alguno de mis lectores identificara a ciertos
personajes de la obra, o se reconociera él mismo en alguno de ellos. En tal
caso, no afirmaré yo hipócritamente que se trata de un parecido casual, sino
que afrontaré las consecuencias: bien sé yo que, sea cual fuere la posición
que ocupan en el Infierno de Schultze o los gestos que cumplen en mis
cinco libros, todos los personajes de este relato levantan una “estatura
heroica”; y no ignoro que, si algunos visten el traje de lo ridículo, lo hacen
graciosamente y sin deshonor, en virtud de aquel “humorismo angélico” (así
lo llamó Adán Buenosayres) gracias al cual también la sátira puede ser una
forma de la caridad, si se dirige a los humanos con la sonrisa que tal vez los
185
ángeles esbozan ante la locura de los hombres .
185
Rolando Camozzi Barrios: Marechal… op. cit., p. 75.
186
Leopoldo Marechal: “Claves…” op. cit., p. 670.
187
Fernanda Bravo Herrera, apelando a herramientas de la sociocrítica bajtiniana, señala
que dentro de los intertextos que funcionan como soportes convalidadores y legitimadores
para construir “lo cómico” en Adán Buenosayres desde una concepción metafísica o una
lectura cristiana se encuentran los de Aristóteles, Rabelais y Macedonio Fernández. Su
optimismo trascendente se enriquece con la propuesta rabeleasiana de la alegría utópica
del carnaval y con el aprovechamiento de ciertos procedimientos carnavalescos de
organización de la voz, del discurso, de los actores y de los valores e imágenes del mundo
como soportes o camouflages de un sentido más profundo a fin de usarlos como anticlímax
o máscaras en el itinerario metafísico. Así es posible leer en la producción marechaliana
procedimientos de gigantismo e hipérbole, destronamientos o descuartizamientos
grotescos, excesos y escándalos, deformaciones del cuerpo, predominio del principio bajo
material, descensos a “infiernos”, “lupanares” y zonas marginales, irreverencias, banquetes,
fiestas públicas y populares, disfraces, máscaras, payasos, lenguajes hiperbólicos y
escatológicos, optimismo por la regeneración y la movilidad utópicas, satirizaciones y
parodias, en fin, estrategias que conforman la “apariencia externa de lo paródico”
enmascarando “el simbolismo épico de la legislación interna”. El relato de la crisis de la
humanidad: -la automatización, incongruencias y rigidez de los payasos, máscaras y dobles
76
Rolando Camozzi Barrios sostiene que el humor sirve a Marechal
no solo como soporte de realidades más hondas, sino que despista al
lector y lo enreda en risa para distanciarlo. Lo contrario del humor no es lo
serio, pues la seriedad es un fundamento último. Lo contrario es el
acartonamiento y la solemnidad: “el que no se acepta como riente y risible
ha perdido su verdadera ubicación en la ontología jerárquica de los seres,
se ha perdido como hombre”188. La doble valencia humano/divino que
identificamos en Adán Buenosayres está encarnada en Samuel Tesler, en
el que se sintetizan y amalgaman tanto las facetas rientes como
trascendentes: “ridiculez y sublimidad, bufonería y poesía, mística y burla,
teología y lógica, grandilocuencia y profecía, ironía y ternura, comicidad y
mordacidad, para convertirlo en prototipo”189. Tesler representa el
monstruo dual, el compositum de cuerpo y alma que constituye al hombre.
Por su naturaleza corporal está sujeto a dos condiciones limitativas, el
espacio y el tiempo, que ya anticipan contingencia y tropiezo; sin embargo
su origen es divino, fue creado a imagen y semejanza de Dios, según la
narración bíblica, y por lo tanto su naturaleza es noble y elevada. Otra
sentencia de Tesler que compendia el dualismo patente en Adán
Buenosayres, a caballo entre lo lírico y lo humorístico, o entre lo terrestre y
lo celeste, es que para lograr la sofrosine –es decir, la templanza –, es
necesario “Ir de cuerpo y de alma todos los días”190. También en Megafón
o la guerra Marechal condensará sus sarcásticos lirismos en las siguientes
sentencias: “El mono es ridículo por su imitación y sublime por la
naturaleza de lo que imita”, o de forma más prosaica: “Para todo bicho que
anda sobre sus dos pies o vuela en sus plumas hay un tiempo del símbolo
y un tiempo de la cagada”191.
194
Es evidente la semejanza entre el Cuaderno de Tapas Azules –por el léxico y la
formación de imágenes– y la poesía marechaliana de la década del ’20, especialmente
Odas para el hombre y para la mujer. Como ha estudiado Barcia, el universo poético de
Marechal a partir de este poemario se concentra reiteradamente en torno a treinta figuras
simbólicas: el hombre, la mujer, el buey, el árbol, el niño, la tierra, el agua, el aire, el fuego,
el caballo, el río, el mar, el otoño, la primavera, el pájaro, el barro, el metal, la muerte, el
corazón, la canción, el baile, la sal, el día, la noche, la rosa, la guerra, la patria, el sonido y
el color. En Pedro Luis Barcia: Leopoldo Marechal o la palabra trascendente. Poesía (1924-
1950), Buenos Aires, Del Ochenta, 1984, pp. 18-19.
195
Javier de Navascués: “La intertextualidad…” op. cit., p. 766.
196
María Teresa Gramuglio: “Retrato…” op. cit., p. 782.
79
formas en que se manifiesta la “voluntad nominativa” de Marechal197. Para
calibrar con precisión la discrepancia que postula Adán Buenosayres en
relación con la metáfora vanguardista será útil pasar revista a las
reflexiones incluidas en el periódico más representativo de su generación.
En relación con este particular cobra especial relevancia el artículo
publicado en dos entregas por Eduardo González Lanuza, que remeda un
manifiesto programático de la metáfora:
197
Oscar Grandov (Ed.): Antología poética Leopoldo Marechal, Buenos Aires, Kapelusz,
1969, p. 26.
198
Eduardo González Lanuza: “Química y física de las metáforas” en Martín Fierro Nro. 25,
14 de noviembre de 1925, p. 182.
199
Ibíd.
80
ensanchamiento del mundo operado por la metáfora química fue entendida
como un plus, mientras que el factor emotivo resultó indiferente al
programa huidobriano.
A diferencia de las físicas, las metáforas químicas son aquellas en
las que los elementos que la integran reaccionan con tal potencia que dan
lugar a la formación de nuevas naturalezas, provocadas por sus energías
latentes. González Lanuza las ejemplifica con un verso de Francisco M.
Piñero: “Claros como el perdón los ojos de la tarde campesina”, juzgada
como un perfecto caso de metáfora múltiple química donde “los términos
establecidos reaccionan entre sí dando lugar a nuevos conceptos que en
ellos dormían al estado latente”. Si las viejas metáforas físicas son
consideradas un mero amontonamiento de palabras, “el inquieto
dinamismo de nuestras metáforas químicas implica un perpetuo
desequilibrio, un prolongado esfuerzo, un continuo vigor de creación, una
renovada posibilidad de vida”200. En la segunda entrega del artículo se
percibe con mayor claridad la semejanza del planteo martinfierrista con la
pulsión genesíaca de la imagen creacionista clásica:
De Sergio Piñero: “El viento con su goma de borrar limpia las huellas del
203
polvo que las cubre” .
200
Ibíd.
201
Eduardo González Lanuza: “Química y física de las metáforas. Segunda parte” en Martín
Fierro Nro. 26, 29 de diciembre de 1925, p. 187.
202
Keller Sarmiento: “París” en Martín Fierro Nros. 5-6, 15 de mayo de 1924, p. 35.
203
Sergio Piñero: “Las tranqueras” en Martín Fierro Nros. 14-15, 24 de enero de 1925, p.
93.
81
De González Lanuza: “Lazo de las miradas/ nidos tibios/ para los pájaros del
ansia”; “Mis brazos taladraban el silencio/ ansiosos de robar los horizontes/
para collares de tu cuello”; “Toda cosa es un grumo de amargura/ empozada
en el fondo del silencio”; “La noche se delíe/ en el rumor del agua / de la
204
fuente”; “Todo el paisaje pensativo/ calla” .
204
Eduardo González Lanuza: “Poemas” en Martín Fierro Nros. 8-9, 6 de septiembre de
1924, p. 62, y Nro. 19, 18 de julio de 1925, p. 137. “Nocturno” se trata de un poema que el
autor presenta como “un ensayo de polifonía poética” que busca la “orquestación de un
estado de ánimo”. Está escrito para ser recitado por cuatro voces alternativas que realice
cada una de ellas un poema total simultáneamente con la integración del poema orgánico.
205
María Rosa Lojo: “La metáfora…” loc. cit., p. 47.
82
publicados en revistas de la década del ‘20, muchos de los cuales
recibieron tratamiento paródico en la novela que nos ocupa:
83
“Ensartaré en el hilo de mi plegaria sorda/ las cuentas de cien días y
de cien noches/ ¡y haré un collar de tiempo que te ciña!”206;
206
Para Néstor Ibarra, Marechal cae con frecuencia en lo que para el crítico son “las
trampas retóricas” y “las más trilladas mentiras ultraístas” como el silencio pisable por un
casco o agujereable por un mosquito, las alusiones permanentes al espacio y al tiempo en
imágenes como “libros de tiempo”, “distancias arrodilladas” o en la misma comparación del
título de su segundo poemario, “días como flechas”. En Néstor Ibarra: El Ultraísmo… op.
cit., p. 60.
207
José María Alonso Gamo estudia los muchos casos en que metáfora e imagen se
entrelazan en el poema vanguardista marechaliano, dando lugar a un complicado juego de
transmutaciones: “Y estela del arado, entre las rotas/ pampas te siguen un hambre de
gaviotas”. Donde el arado es el navío del amplio mar de tierra, y esa estela que deja no es
seguida, como en el auténtico mar, por auténticas gaviotas, sino por un deseo insatisfecho:
el hambre. Gamo identifica las estrategias implementadas por Marechal para equilibrar lo
que en su intención ontológica llevaría a una poesía demasiado abstracta y conceptual,
como por ejemplo el sustantivo adjetivado mediante la construcción de genitivo que le
posibilita para el logro de imágenes casi gongorinas, como “quebranto de plumas” o la
adjetivación tópica: lo sonoro (sonora chusma, profundos tambores), lo ardiente (caliente
metal, metal de violencia), lo brillante y lumínico (luminosa guerra, brillo de níquel), o
también la potenciación del adjetivo, su jugosidad (filoso diente, bigotes fluviales). En José
María Alonso Gamo: Tres poetas argentinos Marechal, Molinari y Bernárdez, Madrid,
Ediciones Cultura Hispánica, 1951.
84
ultraísta: la abundante utilización de imágenes enfiladas así como la
metaforización sobre el verbo cópula. La costumbre de componer poemas
mediante imágenes enfiladas la hemos estudiado en la poesía ultraísta
española en el primer capítulo (con Isaac del Vando Villar, Adriano del
Valle, Gerardo Diego, Cansinos Assens/Juan Las, entre otros) y en los
poemarios ultraístas de Lange, especialmente La calle de la tarde, donde
se presenta un conjunto de imágenes paratácticas, sin nexos, ensartadas
una tras otra. Marechal procede según estos principios en Días como
flechas y en otros poemas publicados en Martín Fierro, como “Jazz
band”208. Por otra parte, el escritor villacrespense hereda la insistencia en
metaforizar sobre el eje del verbo cópula, que para Eduardo Romano
constituye un hábito ultraísta caro a las greguerías ramonianas: así
Marechal dirá “Mi canción es un perro que se tira a tus pies y te besa las
manos”; “Eres un racimo de uva negra”; “La visión es un alce que galopa
en tus rutas”209, etc.
La prehistoria imaginística de Marechal impacta en numerosos
pasajes de Adán Buenosayres, que es una novela donde conviven la prosa
poética de iniciación vanguardista con su propia parodia. Así lo atestiguan
numerosas descripciones (con guiños metapoéticos incluidos) como: “Y el
viento anda también entre las hojas muertas, llevándose a carradas —oro
y bronce— la rica metalurgia del otoño. ¡Sí, otra metáfora!”210; “comenzó a
decir, como si ordeñase perezosamente la vaca de su memoria”; “una
ráfaga traidora llegó de pronto y alborotó la melena de los árboles
callejeros”; o la Calle Gurruchaga es descrita como “un túnel abierto en la
misma pulpa de la noche y alargado entre dos filas de paraísos tiritantes”;
Maipú es evocada a partir de sonidos como “ El rascarse del caballo
nochero en el palenque [...] la música de los bicharracos lacustres que
hacían oír en el cañadón sus guitarritas de cristal o sus violines de
agua”211; se rememora al abuelo Sebastián diciendo que “su risa era un
elogio de la mañana que se había venido desnuda”. De la misma manera,
poco antes de morir Adán recordará versos de Días como Flechas: “La
Tierra es un antílope que huye”, “Mundo, piedra zumbante de los siete
colores” y “moscardón ebrio” (del “Poema de veinticinco años”).
Las imágenes poéticas son celebradas en los libros I y V de la
novela; su parodia tiene lugar en el libro VII, donde se penaliza la
208
Leopoldo Marechal: “Jazz Band” en Martín Fierro Nros. 27-28, 10 de mayo de 1926, p.
198.
209
Eduardo Romano: “La poesía de Leopoldo Marechal y lo poético en Adán Buenosayres”
en Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., pp. 618-653.
210
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 326.
211
Ibíd., p. 22.
85
apelación excesiva a la metáfora, en especial las “metáforas pedestres” –
que corresponden a la metáfora descendente definida en el primer
capítulo– compuestas por imágenes que buscan “comparar el wáter closet
con el cielo”. Esta imagen funciona como hipérbole paródica de la
proclama de Prisma en la que Borges, Guillermo Juan, González Lanuza y
De Torre promulgan haber sintetizado la poesía en su elemento primordial:
la metáfora que ofrece visiones inéditas, superadora de comparaciones
fáciles entre cosas de forma semejante como un circo y la luna212. En el
infierno de la novela, la Falsa Euterpe sugiere recluir a Adán en la espira
de los violentos junto a Pereda/Borges por haber compartido idénticos
excesos metafóricos (“¿no deberíamos agregarlo a mi cortejo?”), a lo que
el alter ego de Marechal responde, asustado, retractándose de sus
antiguos furores estéticos: “¡un sarampión de juventud! [...] ¿y quién no lo
tiene? Créase o no, al relacionar entre sí las cosas más heterogéneas yo
quería emanciparlas de sus estrechos límites ontológicos”213. En este
alegato poético de Adán se vislumbra la reelaboración madura de la
trascendencia de la imagen que Marechal explicitará en “Las cuatro
estaciones del arte”, un capítulo de Cuaderno de Navegación. Allí
Marechal dirá que el poeta sería un tramposo si, “escamoteándose a las
empresas íntimas de su alma, se entregase al vano ejercicio de las
palabras en libertad, como quien juega con vidrios de colores; y supón
hasta dónde llegaría el malentendido si ese juego se constituyese en una
Estética”214. El escritor rechaza explícitamente el paroliberismo
marinettiano, la composición de poesía automática sin un sustento
metafísico y sin una ética de la creación. Rechaza la idea de la metáfora
que propone la correlación de lejanía, la identificación de términos
aparentemente incompatibles en una unidad poética sorprendente. La
controversia que se desata en el infierno entre Adán y el Tunicado Violeta
–un poeta de factura ultraísta, a juzgar por las imágenes que se le
atribuyen– sirve para condenar retroactivamente la producción de las
metáforas químicas que había detallado Borges en Alfar y para
212
Jorge Luis Borges, Guillermo Juan, Eduardo González Lanuza, Guillermo de Torre:
“Proclama”, en Prisma. Revista mural Nro. 1, Buenos Aires, diciembre de 1921, y en Ultra
Nro. 21, Madrid, enero de 1922. Reproducción de manifiestos y proclamas del movimiento
en el capítulo dedicado al Ultraísmo: Celina Manzoni (Ed.): Vanguardistas en su tinta.
Documentos de la vanguardia en América Latina, Buenos Aires, Corregidor, 2007, pp. 23-
59.
213
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 596.
214
Leopoldo Marechal: “Las cuatro estaciones del arte” en Leopoldo Marechal: Obras
completas Tomo II, op. cit., pp. 518-519.
86
desautorizar los versos vanguardistas del propio Marechal, puestos en
boca del tunicado gracias al recurso narrativo de la autotextualidad:
215
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., pp. 594-595. La autoparodia de la temprana
obsesión metafórica de Marechal se concentra en otro pasaje del capítulo IX (libro séptimo),
cuando Adán y Schultze se topan con un dragón enano que les impide el acceso a otra
parte del infierno. Schultze, para sedarlo, dice entonces al poeta “Es un bicharraco de
aguante. Ahora recítele usted alguno de sus poemas. Obedecí, haciendo llover sobre el
dragón un pavoroso diluvio de metáforas; y tuve la suerte de observar que los párpados del
monstruo se abatían un instante como vencidos de un sopor irresistible”.
87
no tiene autoridad para aleccionar al prójimo, puesto que él ha incurrido
exactamente en los mismos actos poéticos, o antipoéticos216. No obstante,
Marechal ofrece una justificación metafísica de esta heterodoxia metafórica
a partir del rechazo del disparate químicamente puro y de la diferenciación
entre el disparate poético y el disparate cómico. Según Cortázar en el
artículo citado, entre otros elementos notables de la novela, la teoría del no
disparate que el joven Adán esgrime en la Glorieta de Ciro Rossini
constituiría un avance memorable de la novelística argentina.
El metatexto de Adán sobre la creación poética es desencadenada
justamente por los versos de un grupo de humoristas que cantan en la
glorieta, llamados Los bohemios, que sus propios autores juzgan
disparatados: “La pampa tiene un ombú/ y el puchero el caracú/ Sacudime
la persiana/ que allá viene doña Juana” y que desata el comentario de
Pereda de que ¡eso es Dadaísmo puro!217. Tal comentario da origen a la
reflexión sobre la imposibilidad del disparate químicamente puro por parte
de Adán, quien esgrime así una nueva teoría de la metáfora correctiva de
la vanguardista:
216
María Rosa Lojo: “La metáfora…” loc. cit., p. 50.
217
Ibíd., pp. 47-58.
88
—El estornudo a pedal no es indigno del armario soluble con dentadura
postiza... ¡Hum! Tampoco.
—Ergo —concluyó Adán—, el disparate no es de este mundo.
218
—¿Y por qué? —le interrogó Bernini con mucha gravedad .
218
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 263.
219
Es probable que Marechal haya conocido a los escoliastas e intérpretes medievales de
las teorías estéticas de la tríada Platón, Plotino y Aristóteles a través de Marcelino
Menéndez y Pelayo. En la biblioteca privada del escritor alojada en Rosario (UNR) se
encuentran los siete tomos de Historia de los Heterodoxos Españoles.
220
Plotino, Enéadas I y II, Madrid, Gredos, 1985. En la sexta Enéada, Plotino pondrá de
manifiesto que “por virtud de Aquel la Inteligencia adquiere fulgor de límpido acto inteligible
con el que ella a su vez vuelve radiante a la misma naturaleza inferior. Por virtud de Aquel
el alma se hace con fuerza para vivir, pues le llega con Aquel la plenitud misma de vida: el
alma se hace una con Dios. Siéntese entonces el alma levantada; y Allá, con Aquel,
permanece, dichosa de estar con Él”. Esta es la definición de la experiencia plotiniana del
éxtasis.
89
terrestres, no se separa de sí mismo –esta era precisamente la crítica que
el aristotelismo efectuaba a la teoría de las Ideas platónica en Per Ideon–
ya que el Bien es “aquello de lo que están suspendidas todas las cosas [...]
debe, pues, permanecer fijo, mientras que las cosas todas deben volverse
a él como el círculo al centro del que parten los radios”221. En la sexta
Enéada Plotino lo explica por medio de una analogía:
221
Ibíd., p. 253.
222
Ibíd., p. 239.
223
Dos ejemplos poéticos que explican paradigmáticamente la experiencia del éxtasis
místico, el deseo de unión con el Creador y la vivencia de la existencia terrenal como
cárcel, lo constituyen Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz. Todos aquellos
conceptos que recibimos de Plotino de modo teórico, con un esquema argumentativo y
terminología heredada del platonismo (por ejemplo, los conceptos “participación”,
“comunicación” y reflejo” para graficar la relación entre las entidades sensibles y su origen
eidético) los recibimos de los poetas místicos renacentistas como testimonio. No existe
mejor manera de explicar la sensibilidad mística neoplatónica que analizando el corpus más
representativo de esta poesía, en especial de Santa Teresa. Plotino expresa que “Allá está
el verdadero Amado, con el que podemos unirnos, participando de Él y poseyéndolo y no
abrazándolo por fuera carnalmente [...] el alma entonces está en posesión de una vida
distinta desde el momento en que se acerca a él y se une ya a Él y participa de Él”
(Enéadas VI 9,10). Las cosas “de acá”, objetos de nuestro amor, son caducas y
deleznables; y nuestros amores, amores por apariencias; y todo ello tornadizo, porque no
es lo amado en realidad-de-verdad, ni nuestro bien de-verdad ni lo que en-verdad
buscamos, sostiene el filósofo. Allá se encuentra el Amado, en su realidad-de-verdad, y no
vestido de carne exteriorizadora; con Él puede el alma convivir, poseyéndolo. Todas las
cosas se tornan bellas por virtud de Aquel que a todas precede; y por su virtud también
vuélvense todas resplandecientes. Santa Teresa, en el mismo sentido, escribe. Aquí el Dios
cristiano coincide con el Uno plotiniano, que se alberga en cada ser cuya alma desea volver
90
Dice Plotino, comentando esa odisea del alma: “Si es dado mirar las
bellezas terrenales, no es útil correr tras ellas, sino aprender que son
imágenes, vestigios y sombras (de la Hermosura Primera). [...] de ir
conociendo lo invisible por lo visible; el de ir atisbando el rostro de la
Divinidad a través de las imágenes y símbolos que la revelan y esconden a
la vez; el de remontarse a la contemplación de la Unidad creadora y eterna,
224
por la escala de lo múltiple, creado y perecedero” .
—Nómbreme, por ejemplo, dos cosas que nada tengan que ver entre sí, y
asócielas mediante un vínculo que sabemos imposible en la realidad. De
primera intención, en esos dos nombres la inteligencia ve dos formas reales,
bien conocidas por ella. Luego viene su asombro al verlas asociadas por un
vínculo que no tienen en el mundo real. Pero la inteligencia no es un mero
cambalache de formas aprehendidas, sino un laboratorio que las trabaja, las
relaciona entre sí, las libra en cierto modo de la limitación en que viven y les
restituye una sombra, siquiera, de la unidad que tienen en el Intelecto
Divino. Por eso la inteligencia, después de admitir que la relación
establecida entre las dos cosas es absurda en el sentido literal, no tarda en
hallarle alguna razón o correspondencia en el sentido alegórico, simbólico,
moral, anagógico... [...]
a formar parte de su origen, retornar a una vida más verdadera, por eso Santa Teresa se
llama “un alma en Dios escondida”. El alma que no pierde la memoria de su origen
espiritual ni de su destino no se deja engañar por las apariencias de este mundo plural y
cambiante, considerándolo solo como el último reflejo del Bien. El concepto de belleza que
Plotino expone en su doctrina se nutre de la concepción platónica que aparece en El
banquete, donde Sócrates sostiene que amar lo bello es desear apropiárselo y poseerlo
siempre, para ser dichoso. El Cuaderno de Tapas Azules lleva a la ficción este sustrato
filosófico: se narra allí el itinerario del alma que no encuentra su círculo entre los círculos de
las criaturas, su ensimismamiento y su llanto, en medio del cual se le revelará la existencia
y la ausencia del Amado y la posibilidad de llegar a Él a través de un viaje, y asimismo la
construcción de la mujer celeste (Solveig Amundsen ideal) como puente para acceder al
Amado.
224
Leopoldo Marechal: “Descenso y ascenso del alma por la belleza” en Obras completas
Tomo II… op. cit., pp. 345-346. Muchas de estas ideas las completará en su ensayo “Del
poeta, el monstruo y el caos” incluido en Cuadernos de navegación.
91
—¡Un ejemplo! —exigió Franky.
—Per Boceo—lo apoyó Ciro—. ¡Un ejemplo!
Adán reflexionó un instante.
—Si ustedes comparan un pájaro con una cítara —dijo al fin—, la cítara,
rompiendo sus límites naturales, entra en cierto modo a compartir la esencia
del pájaro, y el pájaro la esencia de la cítara. Vean: si no es un disparate
absoluto, la poesía es casi un disparate.
225
—¡Está justificando sus escandalosas metáforas! —gritó Franky .
225
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., pp. 264-265.
226
María Rosa Lojo: “La metáfora…” loc. cit., p. 51.
227
El Cuadernos de navegación (1966) revela con claridad la metamorfosis estética de
Marechal ocurrida entre la década del ’20 y los años ’60. Precisamente en su ensayo “Las
cuatro estaciones del arte” condenará aquellos poemas que buscan dar la mera sensación
de poesía, ofreciendo al lector una “mentirosa «ilusión» de la poesía” debida “a dos factores
engañosos: a la presencia de un ritmo verbal (mero fruto de taller) y sobre todo al «prestigio
poético» que los vocablos tienen de por sí, aunque se hallen libres y solo expresen la
hermosura individual de la forma que representan y no la hermosura del «concepto poético»
92
trascendente y no gratuita distinguiría al poeta auténtico (que transmite
esencias verdaderas) del embaucador de masas (que trasmite esencias
verosímiles). En este último caso, el poeta fracasado se convertiría en un
cómico involuntario por no haber dado con el nexo exacto que figura en el
abanico de “músicas posibles” reunidas en el Principio:
que deberían expresar colectivamente si el artífice hubiera elaborado ad intra ese concepto
antes de pasar a los trabajos ad extra del idioma. [...] La vanguardia en lo artístico, desde
mis años de Martín Fierro ¿no giró y gira en torno del malentendido a que acabo de
referirme? [...] De los «ismos» que [...] me gustaron a su tiempo: Son experiencias de taller,
ensayos de la posibilidad creadora [...] sucesión de equilibrios y desequilibrios que se
armonizan y concuerdan en la unidad de una suma equilibrante [...] desequilibrios
necesarios en el “círculo vital”.
228
María Rosa Lojo: “La metáfora…” loc. cit., p. 51. De esta manera el trabajo metafórico
aparece como tarea de intención o tensión que engendra un nuevo significado y una forma
nueva para reproducir analógicamente (por “razón o correspondencia”) la Unidad original de
lo existente. 48: A la referencia de la metafora se le adjudica aquí la privilegiada misión de
de-velar un nivel transmundano: el Caos primero, anterior al Tiempo y a la separación, que
es una forma de orden mucho más complejo y prodigioso que el de la manifestación en la
materia signata quantitae. 49: Esta reconstrucción intelectual de lo transmundano tiene un
fuerte acento de violación y transgresión del orden natural. Los verbos y adverbios que el
narrador utiliza son explícitos: “Jugar con las formas, arrancarlas de su límite natural y
darles milagrosamente otro destino”, “rompiendo sus límites naturales”. Pero esta ruptura
no es solamente destructiva, no es para violencia iconoclasta sino transgresión
revolucionaria que busca instaurar la libertad: “emancipar las cosas de sus estrechos límites
ontológicos para que tuviesen otras formas y otros destinos” según justifica Adán, libertador
y restaurador, en el infierno. La imagen no obedece al automatismo ni a un paroliberismo
gratuito, sino a la conciencia de reproducir en palabras una imitación imperfecta de la
unidad primordial divina.
93
ha faltado a la verdad ontológica que implica la auténtica visión de la
Unidad [...] por ende la condena a la confinación junto con todos los
violentos”229.
En el periódico Martín Fierro identificamos un posible intertexto
sobre el disparate poético que pudo nutrir la discusión en la Glorieta Ciro.
Se trata del artículo “Introducción al disparate” escrita por Antonio Vallejo,
que podría haber sido el puntapié inicial para la elaboración de Marechal
de una teoría de rechazo del disparate puro y un intento de desmarcarse
de ese “chaleco de fuerza”:
229
Ibíd., p. 51.
230
Marechal se ocupará de refutar una opinión semejante, aparecida en Martín Fierro. Se
trata de “Introducción al disparate” de Antonio Vallejo, en el Nro. 36, 12 de diciembre de
1926, p. 279.
231
Señala Barcia que “hasta 1929 predominó en él una concepción definidamente
creacionista. En 1984, con motivo de editar el volumen Poesía (1924-1950) que contiene su
obra lírica de ese período, señalé que nuestro autor era el único argentino que había
asumido la poética del chileno Vicente Huidobro, o del francés Pierre Revedy, si se quiere
continuar con una estéril polémica de precedencias estéticas. Días como flechas, publicado
en 1926, es un libro de neto y definido creacionismo. Nadie lo había señalado hasta
entonces. Hoy, es un lugar común de la crítica”. En Pedro Luis Barcia: “La estética
inédita…”, loc. cit, p. 77. También para Gloria Videla el cubismo creacionismo se proyecta
en otros ámbitos hispanoamericanos, ya a través del Ultraísmo español, ya por lecturas
directas de la obra de Huidobro y Reverdy: “Dias cómo flechas tiene puntos de contacto con
dichos movimientos literarios”, en Direcciones… op. cit., p. 49. Esta vinculación fue captada
tempranamente por Borges, en la reseña con la que saludó la aparición del libro desde el
periódico Martín Fierro: “Este libro añade días y noches a la realidad. No se surte de ellos
94
Undurraga se propone rastrear la huella del creacionismo huidobriano en
Buenos Aires y las encuentra en la Exposición de la actual poesía
argentina de Pedro Juan Vignale y Cesar Tiempo: la halla en la poesía de
Oliverio Girondo, Conrado Nalé Roxlo, Brandán Caraffa, Amado Villar,
José Pedroni, Francisco Luis Bernárdez y, especialmente, en imágenes de
Días como flechas como “de picotear estrellas estarán ebrios tus pájaros-
moscas” ; “con mi remo al hombro he visto zarpar cien días”; “hay un pavor
de soles que naufragan sin ruido/la noche se cansó de enterrar a sus
mundos”; “¿Cómo arriar el velamen / de las mañanas?”; “En una tierra
impúber desnudarás tu canto/junto al arroyo de las tardes” o “En tu mirar,
oh Reina, se posan las golondrinas cansadas”232. Gerardo Diego incluirá al
escritor villacrespense en las filas creacionistas, según se desprende de un
fragmento testimonial233.
La distinción fundamental es de origen ontológico: mientras la
imagen hierofánica surge por emanación, la imagen creacionista lo hace,
valga la redundancia, por creación; una es de origen metafísico-religioso y
la otra de base retórica. En Marechal el poeta es el encargado de descubrir
los vestigia Dei, las huellas de Dios en la armonía de lo creado. Adán
hablando con Pereda da cuenta de este proceso. “ya dije que, por trabajar
con formas dadas, el poeta no es un creador absoluto”234. El poeta, aunque
mediador privilegiado, nunca es demiurgo absoluto: es el imitador del
Verbo divino, y “su concepción de la secreta unidad cósmica, bajo las
apariencias espacio-temporales, se fundamenta en la Unidad de Dios, que
a la poesía le es concedido atisbar y reconstruir”235. Para Huidobro el poeta
es, literalmente, “un pequeño Dios” (“Arte poética”, 1916), pero Marechal
no será tan egotista con la creación y considerará al poeta como un
creador en segunda potencia, un mero amanuense divino. Como dijera
Dante, padre poético de Marechal, el arte es nieto de Dios porque es hijo
en el recuerdo, los inventa: es tan inventivo como los amaneceres y los ocasos. Es
agrandador del mundo” en Martín Fierro, 12 de diciembre de 1926.
232
Antonio de Undurraga: “Teoría del creacionismo” en Vicente Huidobro: Poesía y prosa.
Antología. Madrid, Aguilar, 1967, p. 132.
233
Undurraga reproduce la siguiente declaración de Gerardo Diego: “Entre nosotros, si la
madurez de Cansinos-Assens pudo encontrar en su trato un estímulo estético, y si la
adolescencia de Eugenio Montes le debe mucho, la plenitud de nuestro profundo Juan
Larrea le declara mentor y guía esclarecido. Directamente o a través de Larrea o de algún
otro discípulo directo, algo de lo mejor de Fernando Villalón, de Rafael Alberti, de Pablo
Neruda, de Leopoldo Marechal, de Federico García Lorca, de otros poetas de lengua
española y de otras lenguas procede de fuente huidobriana”. En: Ibíd., pp. 122-123.
234
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 277.
235
María Rosa Lojo: “La metáfora…” loc. cit., pp. 54-55.
95
del hombre236. También Gloria Videla señaló las diferencias notables entre
ambas poéticas:
236
Referido por Pedro Luis Barcia: “La estética inédita…” loc. cit., p. 84.
237
Gloria Videla de Rivero: Direcciones del vanguardismo hispanoamericano, Pittsburgh,
Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 1994, pp. 61-62. Para Videla los
aspectos del cubismo creacionismo son recepcionados por Marechal en la obra que
comentamos, si bien coherentemente integrados en sus preocupaciones metafísicas, en su
poética, en su búsqueda expresiva: la visión del poeta cósmico, vencedor del tiempo y del
espacio; la poesía como producto independiente del referente objetivo y a la vez
instrumento del poeta creador (o creacionista) y, en el plano del significante, las “visiones”,
las técnicas simultaneístas, las “superposiciones” o “condensaciones” temporales y
espaciales. Hay, además, otros puntos de contacto, como la índole de las imágenes, la
presencia del humor o del espíritu lúdico.
238
María Teresa Gramuglio: “Retrato…” op. cit., p. 783.
96
poema narrativo publicado en París que suele ser considerado el que
clausura el período inicial de la formación de Huidobro, Adán (1916).
El “Arte poética” de Marechal, incluida en Heptamerón (1966),
revela el diferente posicionamiento del poeta-imitador en relación con el
poeta-creador de Huidobro:
239
Leopoldo Marechal: “Arte poética” en Obras completas I, Buenos Aires, Perfil, 1998, p.
365.
97
autobiográfico: Vientos contrarios, de 1926240. Huidobro dedica su Adán a
la memoria de Emerson, que habría amado este humilde Poema. Sostiene
Tovar que el creacionismo recogerá los ecos emersonianos procedentes
de Ensayo sobre la Naturaleza, “El poeta”, “Confianza en sí mismo” y
“Poesía e imaginación”. Las referencias emersonianas de Huidobro, sin
excluir matices que proporcionan al universo estético del segundo
significados particulares, confirman la sintonía entre dos formas de un
pensar esencialmente romántico, donde la Naturaleza, el individuo, el
poeta y la creación, forman parte de un solo proceso, aunque la rebeldía
de Huidobro frente a la Naturaleza sea un rasgo acentuado. Mayor
acuerdo se descubre entre Huidobro y Emerson cuando ambos valoran las
acciones creadoras. En cualquier caso, el idealismo filosófico de Emerson,
aun a falta de una mayor carga científica, calaría hondo en la estética de
Huidobro. Este recreará en Adán el modelo mítico de la cosmogonía y lo
entenderá como una ruptura del decir poético, abandonando el uso
tradicional de las formas poéticas y defendiendo el verso libre241. Concluye
Tovar que, a tenor de los dicho, no cabe defender que Vicente Huidobro
inició su proyecto creacionista al tomar contacto con la vanguardia
europea, o que concluyera, como afirma David Bary entre otros, con
Ecuatorial: el origen del creacionismo es esencialmente romántico,
balbuceó con el Modernismo y comenzó su historia con su Adán, sentando
así las pautas de un proceso donde el yo evoluciona desde un primer
héroe cultural de perfiles religiosos “para alcanzar su última apariencia
como verdadero artificio literario, pasando por las fases del héroe
legendario y aventurero, todos caras distintas de una sola realidad
caleidoscópica”242.
Si el Adán huidobriano vestía aún ropajes románticos y se
encaminaba hacia la ruptura esencial de la vanguardia, el Adán
marechaliano emprendía el camino inverso. El abandono de los principios
poéticos vanguardistas en la obra de Leopoldo Marechal no puede leerse
como un fenómeno independiente de la conversión en un poeta cristiano,
240
Paco Tovar: “El Adán poético de Vicente Huidobro: pautas de un proceso creacionista”
en Quaderni Iberoamericani Nro. 92, diciembre de 2002, p. 15.
241
Señala el crítico español que solo resta añadir a esas apreciaciones un hecho que afecta
al proceso creativo huidobriano, no tanto en el orden formal o en la dimensión de los
registros, sino en relación a la esencia de su pensamiento estético: Adán es el primero de
los cuatro poemas extensos donde con la tradición a cuestas se identifica Huidobro,
iniciando así la creación de las diferentes caras como un solo héroe, ordenando las
historias de este al compás del orden cronológico objetivo y el propio orden literario,
creando así un universo nuevo a imagen y semejanza del poeta, que habrá de organizarlo
con su voz total.
242
Ibíd., p. 17.
98
vinculada a la crisis espiritual acaecida a Marechal al regresar de su
segundo viaje a Europa, tamizado por las lecturas parisinas y florentinas, y
asociada en cierto modo con la enfermedad (hemoptisis) de su amigo
Bernárdez:
248
Luis Martínez Cuitiño y Norma Carricaburo: Una manifestación… op. cit., p. 501.
249
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 268.
250
Javier de Navascués: “Un lugar en el mundo. La ensoñación geográfica en Leopoldo
Marechal” en Critica del testo Nro. 2, 1998, p. 656.
251
Ibíd., p. 657.
100
será ajeno a la reflexión sobre las coordenadas espaciotemporales cuando
el poeta protagonista evoca:
252
Leopoldo Marechal: Adán…op. cit., p. 28.
253
Gaspar Pío del Corro: “Los primeros libros de Marechal: un proceso hacia el símbolo” en
Revista Megafón Nro. 2, Buenos Aires, Centro de Estudios Latinoamericanos, diciembre dc
1975, pp. 121-134.
254
Oscar Grandov: Antología… op. cit, p. 34.
101
simbólico heredado de los fedeli d’amore italianos reelaborado en Adán
Buenosayres a través de la figura femenina de Solveig Amundsen
constituirán la coronación de un itinerario lírico de cimientos,
paradójicamente, vanguardistas.
102
gentilmente facilitadas por María de los Ángeles Marechal, primogénita del
escritor). Hemos tomado en consideración, como punto de partida de
nuestro examen in situ, las preciosas anotaciones dejadas por quien, en
nuestra opinión, ha sido el precursor en el estudio de esta colección
particular escasamente consultada: el recientemente desaparecido
bibliotecario Horacio Víctor Zabala255.
255
Horacio Zabala (1930-2005) fue un destacado bibliotecario e investigador porteño,
egresado de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires.
Profesor de Bibliotecologia en la Universidad Católica Argentinaro y de Historia Moderna y
Contemporánea de las Bibliotecas y Archivos en la Universidad Nacional de la Plata. Ha
dictado numerosos cursos sobre Historia de la Escritura y el Libro, Bibliotecología y
Referencia Especializada. Planificó, organizó y puso en marcha la Biblioteca del Instituto de
Estudios Preuniversitarios de la Universidad Católica Argentina y la Biblioteca Central de la
Universidad Nacional de Mar del Plata, entre otras.
256
Horacio Zabala: El expolio del legado de un escritor argentino, Buenos Aires, Folletos de
la Peña del libro Trenti Rocamora, octubre de 2005, p. 4.
103
llamativa la ausencia de títulos de Borges, Cortázar, Arlt o Girondo, en su
mayoría editados por el respetado librero y editor Manuel Gleizer, así como
la presencia de una traducción de La puerta estrecha, de André Gide, que
habría contado aparentemente con una dedicatoria que fue cortada pero
que dejó rastros de tinta en la página opuesta.
257
El saludo va acompañado por un dibujo de Marechal por el artista plástico Juan
Esplandiú.
104
corrompida al llegar al país, con consecuencias nocivas para sus
descendientes:
258
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., pp. 142-143.
259
María Rosa Lojo se concentra en el estudio de los rasgos arquetípicos adscritos al
colectivo de gallegos y españoles en obras literarias argentinas, entre las que Adán
Buenosayres no constituye una excepción. “El concepto de estereotipo refleja la tensión
existente entre una realidad cognitiva, ligada a la percepción y categorización individual de
los sujetos, y otra afectiva, vinculada a la atribución de valores y cualidades a esas
categorías. Se trata de un conjunto de creencias compartidas sobre las características de
los miembros de una categoría social o un colectivo humano en sentido amplio, que atañen
tanto a los atributos y trazos personales, como a las conductas predecibles y a la ubicación
socioespacial de los miembros de ese colectivo” (Núñez Seixas, 2002, citada por Lojo, p.
33). Una reflexión sobre la jerarquía axiológica popularmente asignada a los inmigrantes
según su proveniencia étnica permite de algún modo explicar por qué resulta tan difícil
(como un pecado contra la verosimilitud) introducir en la literatura imágenes de gallegos
cultivados, artistas, pensadores. La antigua animadversión contra España sostenida ya
desde la generación del ’37 refuerza la idea de que ningún aporte ilustrado puede
esperarse de una nación considerada retardataria, y menos aun, de Galicia. Después de la
Revolución de 1910 las obras toman un tinte político, se difunde la ideología antihispánica,
comienzan a exaltarse los héroes nacionales a través del relato de sus virtudes patrióticas.
Lucio V. Mansilla (1831-1913), escritor canónico sobrino de Rosas, llama a los españoles
105
En el infierno del último libro se volverá a hacer hincapié en la corrupción
del español inmigrante cuando el Virgilio criollo (Schultze) juzgue al
Conductor Gallego de la línea 38 por su perniciosa metamorfosis: “arabas
tu tierra, podabas tu viña, matabas tu chancho, cantabas los villancicos de
tu madre y profesabas la sabiduría de tus abuelos. ¡Confesá, gaita, que
tenías entonces una dignidad maravillosa! [...] Te dejaste crecer una
melena de compadrito [...] ¡Así perdiste la inocencia de los tuyos y el
sentido alegre de la vida!260.
El primer viaje transoceánico del escritor incluye una estancia en
Madrid, donde frecuenta a Ramón Gómez de la Serna, conoce a José
Ortega y Gasset en una “visita corta y glacial”, establece contacto con los
redactores de la Gaceta Literaria –con quienes mantendrá un futuro
intercambio epistolar–, difundirá su recientemente publicado Días como
flechas y el periódico Martín Fierro en las tertulias de Pombo. De esta
época Marechal indica que “los que se hicieron mis íntimos y me
acompañaron como guías en mis exploraciones de la ciudad fueron los
poetas ultraístas Pedro Garfias y Rivas Panedas”261. Existen pocas huellas
bibliográficas de este viaje en la colección rosarina, pero destacamos como
posible la adquisición de la edición príncipe de La nueva literatura III. La
evolución de la poesía (1917-1927) de Rafael Cansinos Assens, editada en
Madrid por la editorial Páez.
Marechal se muda luego a París –ciudad natal de su abuelo
paterno, tocayo Leopoldo Marechal–, donde se encuentra con Paco
Bernárdez e inicia una vida de fiestas cotidianas, en el barrio de
Montparnasse. Allí se acerca a Pablo Picasso, a Miguel de Unamuno, a los
escultores españoles Mateo y Gargallo y estrecha lazos con los argentinos
262
Carta de Leopoldo Marechal a Horacio Schiavo fechada el 15 de marzo de 1927. El
contenido de la epístola fue facilitado por María de los Ángeles Marechal.
263
Estas precisiones figuran en Carlos García: “Borges y Macedonio: Un incidente de 1928”
en Cuadernos Hispanoamericanos Nro. 585, marzo de 1999, pp. 59-66.
264
David Viñas: Literatura argentina y realidad política, Buenos Aires, Santiago Arcos
Editor, 2005, p. 50.
265
Estas precisiones figuran en: María de los Ángeles Marechal: “Bio-cronología”,
http://www.marechal.org.ar/Vida/Vida/cronologia.html [10-12-2011]
107
más tarde se trasladará a Sanary Sur Mer –cuya experiencia será evocada
en el primer capítulo del Libro Quinto de la novela–. Más tarde viaja a Italia
y, durante un mes entero, en absoluta soledad, se dedica a estudiar la obra
de Dante Alighieri en Florencia y a develar su sentido trascendental. “Mi
segunda estadía en París me lanzó al estudio ordenado de las epopeyas
clásicas y a la lectura de los filósofos griegos (Platón y Aristóteles) en su
relación con los Padres de la Iglesia (San Agustín y Santo Tomás de
Aquino), todo lo cual inició una crisis espiritual que dio a mi existencia su
orientación definitiva”266. El último impulso para la metamorfosis interior
será el “influjo definitorio de Dante”, pues la llegada a Italia constituirá la
culminación de un vuelco espiritual a través de la clausura de su
vanguardismo literario (Ultraísmo-martinfierrismo) y de un replanteo moral
(retorno a las prácticas cristianas, sacramento del matrimonio, cursos de
cultura católica). Así vuelca esta experiencia de cambio en el Cuaderno de
Tapas Azules:
Tras aquella dispersión alegre de Sanary, en que tu ser contestó a las mil
solicitudes de la hermosura, iniciabas ahora un movimiento de repliegue
sobre ti mismo. Bien conocías ya las cuatro estaciones de tu espíritu. Y sus
dos movimientos ineluctables: el de la expansión loca y el de la reflexiva
concentración [...] Estabas en Roma, solo y en soliloquio: aquella mañana
recorrías la Vía Apia, entre abatidos monumentos. Acababas de abandonar
la catacumba de San Calixto, donde sangres y llantos resecos, hedores
terrestres y celestiales aromas, cánticos y sollozos eternizaban su invisible
presencia. Y tu corazón había iniciado allí el camino de angustia que
recorres aún y cuyo término acaso no sea de este mundo. [...] Remontabas
luego la vía de los Cesares, en cuya soledad y ruina tu imaginación evocaba
tantos arreo de guerra, tanta música en el aire, tanto broncíneo carro, tanta
caballería de orgulloso pescuezo. Y sobre la disolución de aquel mundo, tu
alma, como tantas otras veces desde tu niñez, oía la lección del tiempo y le
replicaba con su viejo grito de rebeldía lanzado —lo sabes ahora— desde
267
su esencia inmortal .
266
Alfredo Andrés: Palabras… op. cit., p. 32.
267
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 328.
108
Spirituel de Saint Jean de la Croix, Docteur de L'Eglise publicada en la
misma ciudad en 1930268, tres tomos de las Oeuvres Complètes de Platón
traducidas por Auguste Dies y Albert Rivaud publicadas en París entre
1924 y 1925 por Les Belles Lettres.
Del periplo italiano la colección alberga obras capitales que
impactarían en la futura obra marechaliana. Basta señalar los cinco tomos
con la obra del estudioso de Dante, el crítico y poeta Luigi Valli: Il
linguaggio secreto di Dante e dei Fedeli d'Amore Vol I (Roma, Biblioteca di
Filosofia e Scienza, 1928) con numerosos subrayados y notas marginales
de Marechal; Il linguaggio secreto di Dante e dei "Fedeli d'Amore Vol. II
(Roma, Biblioteca di Filosofia e Scienza, 1930), Il secreto della Croce e
dell'Aquila nella Divina Comedia (Bologna, Nicola Zanichelli, 1922), Ritmi
(Roma, Optima, 1929) y un quinto título publicado con posterioridad a la
estancia italiana de Marechal: La struttura morale dell'Universo Dantesco
(Roma, Tipográfica Sallustiana, 1935). En su entrevista con Alfredo
Andrés, confiesa Marechal haber descubierto el sentido trascendente de la
obra dantesca a través de sus lecturas parisinas e italianas de Rossetti y
Aroux, mientras que los tomos de Valli se los habría donado años más
tarde la esposa del mismo269. Son estos dos primeros viajes los que
proporcionan la materia prima de la ficción de Adán Buenosayres y la
abundancia del datos, nombres y anécdotas que remiten al correlato
autoral –señala Gramuglio– pero lo que nos interesa destacar es que más
allá de las semblanzas anecdóticas, los citados títulos recolectados en las
dos primeras estancias europeas constituyen substratos ideológicos o
formales de Adán Buenosayres –y de la obra completa de Marechal–
funcionando como fructíferos insumos culturales que le permitieron
reelaborar sus antiguas propuestas vanguardistas.
El tercer viaje a Europa fue un viaje político. Tras la publicación del
Adán Buenosayres se embarca a España como representante oficial del
gobierno peronista junto a Jorge Arizaga, Secretario de Educación. Su
llegada a la Península fue recibida con un “Saludo a Marechal” firmado por
Gerardo Diego en el vespertino La tarde, el 18 de noviembre de 1948.
Marechal resume el viaje así:
268
En la biblioteca se halla también la versión en español de San Juan de la Cruz: Avisos y
sentencias espirituales, Buenos Aires, Edición de los Cursos de Cultura Católica-Francisco
Colombo, 1932. Contiene diversos subrayados y notas con letra de Marechal,
prácticamente en todas las páginas.
269
Alfredo Andrés: Palabras… op. cit., p. 36.
109
en Europa lo diría en nombre del movimiento. [...] Reanudé mis viejas
relaciones con los poetas de España, Gerardo Diego, Aleixandre, Dámaso
Alonso, Rosales, los dos Panero. En la universidad de Madrid expuse a los
alumnos mis experiencias sobre la metafísica de lo bello, me
recompensaron con un almuerzo en Alcalá de Henares cerca de su histórica
universidad [...] los poetas españoles me despidieron con un banquete al
que asistieron todos y en el cual, repudiando los discursos, decidimos que
270
cada uno de nosotros, a los postres, recitara un poema de su cosecha .
Imágenes 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20 y 21. Dedicatoria
colectiva de poetas españoles a Marechal en 1948 y del poemario
ultraísta Los gozos del río, de Adriano del Valle
270
Ibíd., pp. 43-46. De este viaje procede la anécdota que Marechal inserta en su
conferencia “La poesía lírica: lo autóctono y lo foráneo en su contenido esencial” (1949):
“Hace poco tiempo, durante una corta residencia en España, comprobé que el más
conocido y gustado de mis poemas es el que yo dediqué A un domador de caballos.
Inspirado en la figura del domador pampeano, y construido con elementos puramente
autóctonos, ese poema trasciende, sin embargo, a lo universal [...] el poeta español
Gerardo Diego ha dicho de ese poema «solo podía ser escrito por un argentino». Y, a mi
entender, es el mayor elogio que he recibido en mi vida” en Leopoldo Marechal: Obras
completas tomo II, op. cit., p.145.
110
111
Excepto la primera, las demás dedicatorias corresponden al libro
Poesía española actual, prologado y compilado por Alfonso Moreno y
publicado en Madrid por Editora Nacional en 1946. En la dedicatoria
general se adivina la firma, entre otros invitados, de Eugenio D’Ors. La
biblioteca cuenta, además, con otros ejemplares de poetas españoles:
Alondra de verdad, de Gerardo Diego, cuya dedicatoria reza “A Leopoldo
Marechal, poeta y amigo de verdad. Madrid, 1949”; un ejemplar de Poesía
1940-1943 de José García Nieto, dedicado “A Leopoldo Marechal, poeta y
maestro, con devoción y amistad. Madrid, diciembre 1948”; La casa
encendida de Luis Rosales, dedicado “A Leopoldo Marechal. Muy
112
afectuosamente. Luis Rosales, Madrid, junio 1949”; la Antología poética
(1933-1948) de Agustín de Foxá dedicada “Para Leopoldo Marechal, al
más grande poeta argentino el más gordo poeta español con un abrazo,
setiembre 1949” y La espera de José María Valverde, dedicado “Para
Leopoldo Marechal, con el recuerdo grato y devoto”.
Sin que hayamos encontrado una sola línea en la que Leopoldo
Marechal asumiera de puño y letra una militancia filofascista, la presencia
de numerosas dedicatorias y de libros de autores españoles pro-
franquistas –o de funcionarios del régimen– ofrece una pauta del ambiente
intelectual e ideológico en el que se movió Marechal durante su tercer viaje
europeo. El escritor debe ser considerado plenamente integrado a la
corriente hispanófila que caracterizó al nacionalismo católico argentino
desde 1931, año en que entra a formar parte del grupo de intelectuales
cursillistas vinculados a los Cursos de Cultura Católica (CCC) fundado por
Cesar Pico, y empieza a participar activamente en las reuniones del grupo
Convivio. María Teresa Gramuglio interpreta presencia y ausencia de
Marechal en las revistas argentinas de la época como directamente
emparentadas con su alineamiento ideológico:
271
María Teresa Gramuglio: “El escritor…” op cit., p. 794.
113
periódico español El Mundo272, que explicaría la división de aguas con la
dirección de la republicana revista Sur:
272
Reproducimos el texto: “Provoca la protesta de escritores argentinos la situación de
España. Un numeroso núcleo de escritores argentinos acaba de dar a la publicidad un
manifiesto protestando por los crímenes, destrucción de templos y obras de arte y
crueldades que en la actual y penosa guerra civil española vienen perpetrando los
partidarios de la república comunista. El mencionado documento dice así: Los escritores
que suscribimos, argentinos nativos de distintas ideologías, protestamos –sin inmiscuirnos
en la política de un país extranjero– por los crímenes, incendios de templos, destrucción de
obras de arte y crueldades inicuas que en la lucha por la implantación del sistema soviético
en España realizan los partidarios de la república comunista llegando hasta a amenazar la
seguridad y la vida del embajador argentino. Acompañamos con nuestra simpatía a los que
reivindican heroicamente la nacionalidad, la religión y las gloriosas tradiciones de su patria.
Firman el manifiesto: Carlos Ibarguren, Leopoldo Díaz, Delfina Bunge de Gálvez, Atilio
Chiappori, Arturo Cancela, Margarita Abella Caprile, Pedro Miguel Obligado, Ignacio S.
Anzoátegui, Susana Calandrelli, Carlos Obligado, Enrique Loncán, Alfonso de Laferrere,
Sofía Molina Pico, Francisco Luis Bernárdez, Ataliva Herrera, Héctor Olivera Lavié, Rómulo
D. Carbia, Leopoldo Marechal, José Fernández Coria, Alberto Casal Castel, Ramón Doll,
Rómulo Amadeo, Leopoldo Longhi, Josué Quesada, Arturo Vázquez Cey, Alfredo R.
Bufano, Homero M. Guglielmini, Rafael Jijena Sánchez, Ricardo del Campo, Augusto
González Castro, Alcira Obligado, Sigfrido A. Radaelli, Armando Tagle, Juan Carlos
Moreno, Rómulo Zabala, Pilar de Lusarreta, Juan Oscar Ponferrada, Osvaldo Horacio
Dondo, Benigno Herrero Almada, Juan Alfonso Carrizo, Vicente D. Sierra, Carlos Dalmiro
Viale, Alberto Franco, José A. Oría, Armando Cascella, Ismael Bucich Escobar, Miguel
Ángel Etcheverrigaray, Miguel A. Camino, Eduardo Keller”.
114
En el caso de Marechal se trató de una adhesión nominal, pasiva,
sin compromiso ideológico militante. El eclecticismo marechaliano en
materia política lo llevó a escribir años más tarde un poema encomiástico a
Ernesto Guevara (“Palabras al Che”273) y a viajar en 1967 a Cuba como
invitado del régimen de Fidel Castro para integrar el jurado del Premio
Casa de las Américas, gestos incompatibles con el anticomunismo
intrínseco al franquismo o a la “tercera posición” que implicó el peronismo.
Por otra parte, el escritor continuó manteniendo una estrecha amistad con
algunos antiguos camaradas que se decantaron claramente por el bando
republicano, como Oliverio Girondo, y fue cercano a algunos exiliados
durante la Guerra Civil como Francisco Ayala, director de la revista
Realidad, que como vimos impulsó la primera reseña favorable de Adán
Buenosayres por creerlo un libro de muy considerable envergadura
literaria: “yo, como editor de la revista, no estaba dispuesto a que otras
consideraciones distintas de las literarias prevalecieran en una publicación
independiente”274.
En la colección particular se encuentra el libro de Cesar Pico sobre
la colaboración de los católicos en los movimientos de tipo fascista con la
réplica a Maritain, dedicado a Marechal “A Leopoldo Marechal, con todo
afecto. Cesar E. Pico. Buenos Aires, 3 de agosto de 1937” junto con tres
títulos del propio Maritain: Religion et Culture, Reflexions sur l'intelligence,
et sur sa vie propre y Art et Scolastique, publicados todos en Francia entre
1927 y 1930. También las obras completas de José Antonio Primo de
Rivera publicadas en Madrid en 1945.
273
En Testigo Nro.5, Buenos Aires, enero-marzo de 1970, pp. 71-72.
274
Ayala, Francisco: “Adán…” loc. cit., p. 13.
115
Imagen 23 y 24.
Una dedicatoria
de Cesar Pico,
fundador de los
CCC
Imágenes 25, 26, 27, 28, 29, 30 y 31. Más autores españoles en la
colección Marechal: Pemán, Panero (padre), Valverde, Giménez
Caballero, Castillo-Elejabeytia
275
9: “Entrar por Buenos Aires o Montevideo es demasiado simplemente volver a Europa.
Por Valparaíso o Santiago de chile sería demasiado exactamente volver a España. Entras
por Río de Janeiro es quedar cumplido, de golpe, con todos los compromisos literarios, con
todas las metáforas y lugares comunes de la verde y jugosa litografía tropical”. 12.
importación profundamente española: Las grandes ciudades de Hispanoamérica, núcleos
de su arbutrario parcelamiento posteriore, son otras tantas terquedades obsesionadas,
regadas por los conquistadores.
116
117
Ernesto Giménez Caballero dedica a Marechal otro título de
impronta nacionalista (“El genio de España en América”) que recuerda la
línea de la polémica del meridiano intelectual desatada en la Gaceta
Literaria por él dirigida veintiún años antes. La dedicatoria reza: “Al
magnífico poeta Leopoldo Marechal este recibimiento de Amor a Argentina
118
que le dedica su antiguo amigo y admirador”. En el recuerdo quedará la
caricatura del epitafio martinfierrista incluido en el Parnaso Satírico donde
figuran las iniciales L.M.: “Para lelos del meridiano: Este del cráneo huero /
que bajo el humus vegetal reposa / fue, en vida, Don Giménez Caballero. /
(De los dos apellidos, el primero/ bastó para nombrar tan poca cosa)”276.
Recordemos que tras haber sido mecenas de la vanguardia en la década
del ’20, los años treinta convertirán a Giménez Caballero en un ardiente
defensor de la causa franquista277.
Señala Gramuglio que el modelo de la poesía española como base
insoslayable para la constitución de una lengua poética americana y la idea
de una síntesis futura que se hallaría en plena gestación ofrecen nexos
significativos con toda la vertiente hispanófila del nacionalismo católico
argentino y difieren, en otro plano, de los programas estéticos del
Modernismo y las vanguardias. Esta verificación proporciona un indicio
para rastrear la colocación de Marechal en el interior de las tendencias que
en ese momento se perfilan en el campo intelectual, y nos debería llevar,
por lo tanto, a reflexionar “sobre las complejas redes de relación de ese
campo en los años treinta, redes que hacen posible que varios de sus
artículos –muchos de ellos, de corte religioso– se publiquen en Sur, revista
inscripta en las tendencias modernizadoras y que por entonces ya estaba
inclinada hacia posiciones antifranquistas”278.
La influencia de la literatura española clásica en la obra
marechaliana ha sido señalada por numerosos críticos y se comprueba
con la cantidad de títulos de su colección: constituyen el segundo corpus
más numeroso después del conjunto de volúmenes correspondientes a la
literatura argentina, por delante del italiano y del francés.
Javier de Navascués ha estudiado el ascendiente del teatro español
palpable en el lenguaje dramático de gran elaboración de Marechal, con
recuerdos del teatro poético lorquiano; un marcado juego de luces y
sombras en el escenario; la inclusión de canciones, así como la interacción
con los demás géneros literarios, por medio de una red de alusiones y
276
“Parnaso satírico” en Martín Fierro, Nros 44-45, 31 de agosto-31 de noviembre de 1927,
p. 395.
277
Un ejemplar de su obra La nueva catolicidad (1933) figura entre los libros conservados
de la biblioteca de Adolf Hitler, con su dedicatoria.
278
Según Eduardo Romano, Laberinto de amor (1936) certifica que liberales y católicos
convivieron amistosamente en la revista Sur hasta la guerra civil española y el
enfrentamiento internacional entre partidarios de los Aliados y del Eje. Las citas de
Guillaume de Lorris –autor de la primera parte del Roman de la rose– y de San Dionisio
Aeropagita, eslabón indispensable de la estética neoplatónica, nos revelan a un Marechal
cada vez más empeñado en acogerse al legado medieval romántico, de modo similar al de
su amigo Francisco L B desde El buque.
119
menciones intertextuales, con las que el autor nos quiere recordar la
indisoluble unidad de sus preocupaciones metafísicas, estéticas y políticas:
“como en los autos sacramentales del Siglo de Oro español, a Marechal le
interesa proponer una verdad teológica a la consideración del espectador,
y para ello se sirve de un entramado alegórico y simbólico muy complejo,
plagado de referencias filosóficas, teológicas, artísticas y literarias”279. En
relación con Adán Buenosayres, si bien Marechal ha tomado algunos
recursos novelísticos de Joyce como el monólogo interior, la simultaneidad
del relato, los largos pasajes incluidos entre paréntesis o la creación de un
vocablo proteico, para Adolfo Prieto no es verdad que el uso del lenguaje
coprológico tenga alguna conexión con la obra del irlandés. El antecedente
hay que buscarlo en la tradición literaria española del Barroco,
puntualmente en Francisco de Quevedo y en la ficción alegórica de
Baltasar Gracián.
Un somero repaso de la presencia española en los anaqueles de la
colección Marechal arrojan títulos del presbítero hispano-cubano Ángel
Gaztelu, la Vida de Santa Teresa de Jesús, los Ejercicios espirituales de
San Ignacio de Loyola, el Libro del ascenso y del descenso del
entendimiento de Raimundo Lulio, dos tomos de Poesía religiosa española
y poesía del amor español antologados por Roque Esteban Scarpa, el
citado Cántico espiritual de San Juan de la Cruz, antologías poéticas de
Rafael Alberti y de Pedro Salinas, los Sueños morales de Quevedo,
poemas de Garcilaso y de Góngora, numerosas obras de Cervantes –entre
ellas una perla anticuaria: una edición de la primera parte del Quijote
publicada en 1608 por la Casa de Francisco de Robles– así como las
Novelas ejemplares y La Galatea, cinco tomos de teatro de García Lorca,
el Arcipreste de Hita, varias antologías de poesía flamenca, el Oráculo
manual de Gracián, obras de Pérez Galdós, Juan Valera, Enrique Jardiel
Poncela, los seis tomos de El teatro español, historia y antología editados
por Federico Carlos Sáinz de Robles, siete tomos de Historia de los
heterodoxos españoles de Marcelino Menéndez y Pelayo, la Antología de
la poesía española e hispanoamericana de Federico de Onís, la selección
de poesía española de la Edad Media y de tipo tradicional de Dámaso
Alonso, títulos de Ignacio Anzoátegui dedicados y focalizados en la
producción literaria y filosófica española, una novela de Cayetano Rosell,
cuatro textos de Juan Ruiz de Alarcón, varios números de Revista de
Occidente, entre otros. Este inventario es solo un botón de muestra del
peso específico de la literatura española en los circuitos de lectura del
279
Javier de Navascués: “Réquiem por un teatro incompleto” en Leopoldo Marechal: Obras
Completas Tomo II… op. cit., p. 23.
120
autor; como señalamos al inicio de este subcapítulo, la colección de la
Escuela de Letras amerita una investigación de índole cuantitativa que
afine la información aquí bosquejada precisando una estadística del corpus
bibliográfico según criterios temáticos, lingüísticos, cronológicos,
geográficos, u otros.
122
5.1. Irrupción del mundo aborigen en los bocetos
descartados
María Rosa Lojo, en “El origen y lo aborigen en la narrativa de
Leopoldo Marechal” se pregunta qué sucede con los habitantes originarios
del país en la obra del escritor, por qué “la figura del indígena aparece en
la prosa marechaliana muy raramente”282. En Adán Buenosayres aflora
raudamente durante la gesta de los excursionistas a Saavedra, a
continuación del sabio y grotesco Gliptodonte, y lo hace como un cacique
ranquel claramente elaborado sobre el molde del famoso texto de Lucio V.
Mansilla, construido sobre el patrón de imágenes cristalizadas –el ser
demoníaco, el salvaje desnudo y desaforado– propias de la plástica y
también de la literatura predominante en el siglo XIX (se describe su
“desnudez hercúlea”, se lo compara con un “demonio gesticulante”). Pero
este cacique, a diferencia de los inmigrantes, y de los ranqueles que visitó
Mansilla, no está ya vivo. Su nombre, significativamente, es Paleocurá,
híbrido del griego y del araucano que equivaldría a “antigua piedra”.
Concluye Lojo que la composición del personaje:
282
María Rosa Lojo: “El origen y lo aborigen en la narrativa de Leopoldo Marechal” en
AA.VV.: Cincuentenario… op. cit., p. 119
283
Ibíd.
123
personaje de Paleocurá en la novela está signada por la adopción del
cliché y del anacronismo, pues se pone en su boca repetidas veces la
palabra winca (¡Winca! ¡Matando! ¡Winca!) de origen mapuche, un término
despectivo equivalente a “usurpador” con que se bautizó al conquistador
español en el siglo XVI. La misma palabra en construcción de gerundio se
reitera en boca de los indios ranqueles de Mansilla (“winca engañando”),
de modo que el homenaje se hace aún más claro.
Corrientes y Chaco. El robo del fuego: Los indios no tenían fuego en que
cocer sus alimentos. El carancho (cañagadí en toba) compadecido se ofrece
para ir a buscarlo a un pueblo donde unas viejas palomas lo usan. La
iguana (kaliguisak) se opone a la idea, diciendo que si lo hace se acabará el
124
mundo. Propone que todos “pelechen” como ella, para evitar el frío,
rejuvenecer y evitar el fin del mundo. El carancho prefiere el fin del mundo a
sufrir frío, y remonta el vuelo. Se dirige a las palomas, no sin aguardar un
día de frío que justificara su demanda, les pide calor, y así lo hace una de
las ancianas palomas (dokotó). El carancho, en un descuido, roba el mejor
tizón y emprende vuelo perseguido por el mundo de las palomas. Las tiene
a raya, pues el tizón, al rozar los árboles, despide chispas. Llega el
carancho y lo entrega a los indígenas, que desde entonces lo usan. (Ficha
10)
287
Luis Gusman: Adán… op. cit., p. 738.
288
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 658.
128
describe, enquistado como un verdadero monstruo de lenguaje. En la ficha
30 figura el elenco completo con los treinta dichos recopilados de entre los
cuales Marechal escogió los doce definitivos.
Respecto de las máximas y proverbios desperdigados en la novela
y presentes en los bocetos pre-textuales, proponemos que sean leídos
como otro de los numerosos homenajes a las prácticas martinfierristas.
Guillermo Juan y Jorge Luis Borges ejercitaron una ingeniosa inversión
paródica de proverbios donde contradijeron jocosamente la aparente
sabiduría encerrada en tales alocuciones generalizadoras. “Moderación de
los proverbios” fue publicado en el número 42 del periódico Martín Fierro:
289
Guillermo Juan Borges y Jorge Luis Borges: “Moderación de los proverbios” en Martín
Fierro Nro. 42, 10 de julio de 1927, p. 359. Percibimos una semejanza noticia entre algunas
sentencias alógicas macedonianas y las inversiones humorísticas puestas en boca de
Samuel Tesler, como “el mundo es un yoísmo al pedo”; “ir de cuerpo y de alma todos los
días”; “Reírse dramáticamente del prójimo y llorarlo cómicamente, he ahí dos aspectos
iguales de la compasión; “En general, no; en particular, sí”; “Dormid con las mujeres, pero
soñad con las diosas” o “Amo a los niños porque todavía no son hombres, y a los ancianos
porque ya no lo son”.
129
—¿Y qué sentido hay en el salpicón de fabulitas que usted acaba de
hacerme ingerir?
—Los investigadores de mañana —sentenció el astrólogo con modestia—se
pelarán el culo por desentrañar el sentido admirable que se oculta en esas
290
fabulitas .
Vocabulario: truje – vide – velay (ved ahí) – los naguas – suebro – ruempe –
mesmo – jiede – no se precitripe – redotao (ficha 12)
290
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 486.
130
Señalamos por último que los modos rurales conviven en la novela
con las voces lunfardas (abundan vocablos como tirifilo, cajetilla,
canyengue, bufoso, sonso) y con juegos lingüísticos a nivel fónico como
trabalenguas (el de la cabra ética pelética, el de la copa garlada, etc.) o
jerigonzas (dosbo-cobososbo).
...el habla popular entre nosotros viene sufriendo en los últimos años un
empobrecimiento intensivo, originado tal vez por la influencia de ciertos
lenguajes técnicos como el periodístico [...] Las expresiones coloridas, las
comparaciones pintorescas, los refranes de añeja y oportuna sabiduría bien
pueden cobrar nuevas vigencias en los labios infantiles, si la enseñanza del
folklore da todo lo que se espera de ella. [...] la obra personal del maestro y
291
el uso inteligente que haga del material folklórico serán definitivos .
291
Leopoldo Marechal: “El folklore nacional en nuestras escuelas primarias” en La Nación,
31 de marzo de 1941, p. 8.
131
En el año 1944 Ignacio Braulio Anzoátegui lo invita a colaborar, a
su lado, en la recién creada Secretaría Nacional de Cultura, siendo
designado Director General de Cultura. El 17 de octubre de 1945, Día de la
Lealtad peronista, encontró al escritor en ese cargo, en el que fue
confirmado por el primer gobierno peronista. Tras la muerte de su esposa
María Zoraida Barreiro, el 8 de junio de 1947, confiesa Marechal que “yo
salía de un infierno y regresaba poderosamente a la vida. [...] Retomé mi
cien veces postergado Adán Buenosayres, lo rehice casi todo y le di fin.
[...] Porque mi personaje había evolucionado conmigo y realizado todas
mis experiencias”292, de modo que es fácil colegir que en tal reescritura se
hayan colado estratos ficcionales más cercanos en el tiempo.
Cuando todavía era Director General de Cultura, en 1948 Marechal
funda junto a Antonio Barceló y su mujer Alida la Escuela Nacional de
Danzas Folclóricas –constituida legalmente por Decreto del Poder
Ejecutivo Nacional Nro. 227.860 del 13 de Septiembre de 1948– en la que
más tarde aprenderá a bailar el gato, la chacarera y la zamba. Esta
Escuela, tras sucesivas transformaciones curriculares e institucionales,
integrará hasta el día de hoy el Área Transdepartamental de Folklore del
prestigioso Instituto Universitario Nacional de Arte (el IUNA). En este
contexto Marechal escribió el texto de la “Chacarera de los árboles
nuevos”, musicalizada por Alida Otharan de Barceló.
En 1947, una declaración de principios sobre el folklore evidenció
los mecanismos que puso en práctica Marechal en calidad simultánea de
creador (escritor), difusor (político), educador (maestro) e investigador
(ensayista):
292
Alfredo Andrés: Palabras… op. cit., p. 44.
132
exaltarlas, por el arte, hasta el plano universal de lo trascendente. Obra del
293
creador .
293
Leopoldo Marechal: “Proyecciones culturales del momento argentino” en Argentina en
Marcha, Buenos Aires, Comisión Nacional de Cooperación Intelectual, 1947, pp. 121-136.
294
Ibíd., p. 125.
295
Alfredo Andrés: Palabras… op. cit., p. 43.
133
36 y podría haberse inspirado en el Minué Federal, una adaptación criolla
de la especie barroca europea efectuada en tierras argentinas a principios
del siglo XIX; las indicaciones del baile del pericón con sus
correspondientes “coronaciones” danzadas hasta formar el pabellón
argentino que constituye la ficha 38 (aunque calibramos la posibilidad de
que este material corresponda a la composición casi simultánea de la obra
teatral Don Juan, como veremos luego).
Otras alusiones a especies musicales nacionales figuran en boca
de personajes, como sucede en la ficha 1: “Amalaya fuera perro mi
palomita, Para no saber sentir, ¡adiós, vidita!” (Del Solar) o “no hay rama
en el monte/ Vidalita/ que florida esté/ todos son despojos/ vidalita/ desde
que se fue” (Adán, ficha 4). Estos pasajes son incorporados, con variantes,
en el episodio de la expedición del Libro III, aunque fueron descartadas la
copla erótica de Samuel Tesler y la lograda copla de la perdiz con peineta
puesta en boca del petizo Bernini. La exclamación “¡vidita!” se trata de un
vocativo común en las letras de canciones pertenecientes a especies
folklóricas argentinas como el gato, el cielito y la cueca. Es habitual en el
noroeste del país el empleo de vocablos híbridos español-quechua, por
ejemplo, “viditay”: al lexema vidita se agrega el posesivo quechua y, por lo
que significa mi vidita. Los ejemplos nos numerosos en la obra teatral Don
Juan (1948) de Marechal.
En la ficha 35 figura el repertorio completo de las danzas del
neocriollo:
296
Leopoldo Marechal: Adán… op. cit., p. 365.
134
pañuelito, por considerarlos una iniciativa de reivindicación identitaria
vinculada con el concepto de obertura nacional:
297
Javier de Navascués: “Un lugar…” loc. cit., p. 655.
298
Cabe señalar que en América del Sur, especialmente en la zona cordillerana y litoral, se
conoce como Salamanca a los aquelarres con intervención de brujas y demonios. El origen
de esta tradición se remonta a las leyendas orales hispánicas sobre la Cueva de
Salamanca, antro situado en la ciudad homónima –en la cripta de la desaparecida Iglesia
de San Cebrián– donde según el saber popular el Diablo enseñaba sus artes oscuras.
135
metales, piedras preciosas o derivados de los cuatro elementos– sino que
ofrecen una clave original sobre la técnica de composición. En las fichas
44 a 59 tales listados están encabezados por dos vocales entre paréntesis
que ofician de guía para la selección de palabras donde estos sonidos
figuren en ese estricto orden de aparición, independientemente del tipo de
consonante intervocálica o de inicio de palabra. Por ejemplo, si las vocales
entre paréntesis son la u y la o, el repertorio podrá contar con vocablos
como adusto, brujo, columpio, diluvio, etc. Si las vocales entre paréntesis
son la u y la a, el elenco podrá formarse con palabras como furia, grupa o
injuria. Esto nos lleva a concluir que la selección léxica de la obra
marechaliana –poesía o prosa– está regida no solo por criterios
semánticos (paradigmáticos) sino por estrictos criterios fonéticos
(sintagmáticos): el autor emprende una rigurosa pesquisa del efecto de
musicalidad a través de la cadencia interior del discurso y de la
condensación de recursos aliterativos.
Hemos dicho ya que el principal aporte del material presentado
radica en la posibilidad de hipotetizar los diferentes sedimentos de
escritura de la novela objeto de nuestro estudio para hacer tangible el
esfuerzo prolongado del autor en la construcción progresiva de la obra y la
captación plena del proceso creador desde su origen hasta su culminación,
a lo largo de dieciocho años. El valor estético secunda el valor documental.
Es oportuna la apreciación de María Teresa Gramuglio acerca de
los efectos del aplazamiento en la escritura de una obra: entre los
contemporáneos de Marechal, solo Macedonio Fernández hizo del tiempo
largo de la escritura, con sus estrategias de anuncio, de espera y de
postergación, un factor constructivo del texto novelístico299. Adán
Buenosayres es una novela compleja, en parte, por los diferentes
sedimentos cronológicos que la componen. Hemos hablado del material
folklórico y musical como una de las “capas tardías” de composición, que
incluiría también, para nosotros, el vasto repertorio de tipos textuales
pertenecientes a la tradición oral. Por el contrario, creemos que los
episodios metaficticios desplegados en la tertulia de los Amundsen y varias
escenas intercaladas en la excursión a Saavedra corresponden a una
etapa temprana, en coincidencia con una afirmación de Jorge B. Rivera,
para quien “a la vieja etapa de París pertenece seguramente la textura
humorística y explícitamente profana y secular de la novela” 300. Lo mismo
vale para la composición del Cuaderno de Tapas Azules, que en nuestra
opinión fue el corolario lírico-metafísico de las lecturas aprovechadas
299
María Teresa Gramuglio: “Retrato…” op. cit., p. 788.
300
Jorge B. Rivera: “Revaloración…” loc. cit., p. 10.
136
durante el tramo final del primer viaje a Europa (Francia) y el segundo viaje
(Francia-Italia), de acuerdo con el itinerario geográfico-bibliográfico trazado
en el apartado anterior. También para Graciela Maturo el breve tratado de
metafísica amorosa titulado Cuaderno de Tapas Azules fue escrito “sin
duda entre los años ‘26 y ‘28, pues se revela contemporáneo de
composiciones poéticas incluidas en Odas para el hombre y la mujer, y
es el antecedente más visible de la teorización del poeta”301. Ambas
constelaciones argumentales constituirían sedimentos antiguos datables a
finales de la década del ’20 y principios del ’30. Por otra parte, no creemos
que sea casualidad el hecho de que no existen huellas de estos dos
últimos núcleos temáticos en las fichas estudiadas. Estos materiales pre-
textuales corresponderían a la década del ’40. Fueron hallados en la última
vivienda del autor, situada en Avenida Rivadavia al 2.300, a la que se
había mudado con su esposa María Zoraida en el año 1938 y en la que
residiría con Elvia R. de Paoloni hasta su muerte.
301
Graciela Maturo: “La poética órfica de Leopoldo Marechal” en Cincuentenario… op. cit.,
p. 133.
137
6. Epílogo a modo de balance
138
prehistoria ligada a dicho movimiento302. No solo Gerardo Diego o Juan
Larrea (pero también Salvador Dalí, Federico García Lorca y Dámaso
Alonso) acusan influencias o contactos iniciáticos con el movimiento
ultraísta, previos a su madurez artística. La misma aseveración se aplica al
campo intelectual argentino: vale para la trayectoria de Norah Lange, los
hermanos Borges, Eduardo González Lanuza o Leopoldo Marechal, entre
otros.
En más de un aspecto, el Ultraísmo manifestó una actitud
inaugural.
Nuestra investigación se propuso el estudio de una novela escrita
en clave, Adán Buenosayres, que podríamos calificar de exofórica o
abismada, pues en ellas se ficcionalizan –de manera más transparente o
más solapada– las polémicas, los integrantes, las tertulias, las
preocupaciones estéticas o la asunción de roles de poder, femeninos y
masculinos, dentro del Ultraísmo argentino. Aunque Marechal la dio a
imprenta en 1948, lo cierto es que empezó a redactarla durante su
estancia parisina, en invierno de 1930.
¿Qué datos nos reveló esta obra sobre nuestro movimiento de
vanguardia? ¿Qué dosis de estilización y distorsión la alimenta? Habida
cuenta del fenómeno que Paul de Man (1991) en “La autobiografía como
desfiguración” calificó como ilusión referencial, nos propusimos ensayar un
abordaje comparatista de la ficción con algunos documentos de época:
fotografías, epistolarios, revistas, manifiestos y poemas ultraístas, con el
objetivo de iluminar ángulos menos conocidos del movimiento, siempre en
diálogo con su representación novelesca.
Al analizar los rasgos prototípicos del Ultraísmo en el ámbito
rioplatense lo hicimos partiendo de la concepción de una cultura
asincrónica o analogía de contextos (Osorio, 1988), es decir, desarrollada
en diferente tiempo y espacio, y no de cultura o modernidad periférica
(Sarlo, 1988) por incorporar un adjetivo connotado que sugiere una
relación de subordinación. Este último calificativo fue forjado inicialmente
en el marco del discurso económico y politológico por la escuela
desarrollista, que funcionó de sustento ideológico a la Teoría de la
Dependencia hacia la década del ’50, pero resulta inapropiado para su
aplicación a los objetos culturales. Creemos más adecuado hablar de
302
Juan Manuel Bonet: “Francisco Bores, sobre fondo de Madrid ultraísta” en Eugenio
Carmona et. al.: El Ultraísmo y el ambiente literario madrileño 1921-1925. Madrid,
Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 1999, p. 123.
139
policentrismo o de puntos de religación (Rama, 1984), pues los centros de
poder no siempre casan con los focos culturales. Fue en Nueva España
donde escribió Sor Juana Inés de la Cruz, no en la metrópoli, y sin
embargo la calidad de su obra la avala a ser considerada la poeta –que no
poetisa– más lograda del Barroco. Idéntico caso el del lanzamiento del
manifiesto Non Serviam por Vicente Huidobro en el Ateneo de Santiago de
Chile, en el temprano 1914.
Parte de esta investigación se basó en una tarea de relevamiento
de los inventarios bibliográficos de colecciones privadas, algunas de ellas
donadas a instituciones públicas, con el objetivo de documentar
intercambios intelectuales entre escritores argentinos y españoles. Las
dedicatorias de libros de autores hispánicos destinadas a Leopoldo
Marechal (como es el caso de Adriano del Valle, Vicente Aleixandre,
Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Ernesto Giménez Caballero, Eugenio
D’Ors, entre otros), cuyas imágenes ilustran los dos últimos capítulos del
presente trabajo, han sido tomadas en la Biblioteca de la Escuela de Letras
“Leopoldo Marechal”, de la Facultad de Artes y Humanidades de la
Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Allí también se encuentran las
numerosas fichas inéditas, autógrafas, que el escritor redactó con el
objetivo de incorporar a su novela Adán Buenosayres, y que finalmente
descartó.
En 1968 Guillermo de Torre aplaudió la publicación del libro de
Gloria Videla, El Ultraísmo (1963) desde las páginas de Ultraísmo,
Existencialismo y Objetivismo en Literatura, no sin juzgar que la autora se
había detenido en la puerta de lo que hubiera supuesto una gran novedad:
la búsqueda de las huellas ultraístas en la literatura de las generaciones
posteriores. En parte guiados por esta lejana petición, en nuestro trabajo
nos propusimos dos objetivos: exponer el estado de la cuestión en lo
tocante al movimiento ultraísta en Argentina a la luz de las numerosas
exhumaciones documentales recientes (epistolarios, ediciones facsimilares
de revistas) así como rastrear los vestigios de las experimentaciones
ultraístas en la obra madura de Marechal mediante un estudio diacrónico
que registrara variaciones, influencias, homenajes, balances o parodias
intertextuales desde la década del ’20 en adelante. Es, todavía, una tarea
incompleta, acotada a un corpus restringido de textos, que nos
proponemos incrementar en futuras investigaciones.
Como dijera Carlos García, el intercambio epistolar entre escritores
es una pródiga fuente de información sobre la obra, la personalidad y la
vida de los protagonistas, así como sobre el momento histórico y literario
que les tocó vivir. A menudo permiten las cartas vislumbres en la trastienda
de la producción, en los aspectos materiales de la creación o en los
140
procesos editoriales, o bien suministran huellas que conducen al
descubrimiento de textos perdidos. Son, por esas y otras razones,
documentos irreemplazables al momento de pasar revista a una época
literaria o de ocuparse de un autor. Es por ello que hemos dedicado un
lugar de privilegio en nuestra investigación al género epistolar, casi tanto
como el espacio conferido al estudio de las publicaciones periódicas, pues
estas canalizaron el espíritu de acción y operaron como prolíficas
plataformas de difusión de las manifestaciones de la vanguardia
hispanoamericana.
Existieron numerosos motivos que abonaron el descrédito del
movimiento ultraísta. Para nosotros, se resumen en siete las razones
esgrimidas habitualmente por la crítica: escasez de libros publicados y
mistificaciones bibliográficas; hostilidad manifiesta contra el público y
voluntaria impopularidad; antipasatismo expresado a través de un lenguaje
radicalmente nuevo; integrantes arrepentidos de su adhesión al
movimiento y generación de polémicas internas y externas; insolvencia
creativa de sus escritores; balance perjudicial de la Generación del ’27 en
España y de ex–martinfierristas en Argentina; eclecticismo estético e
inconcreción; prestamos de corrientes extranjeras sin aportes originales.
Emprendimos la reconstrucción del campo intelectual
contemporáneo del Ultraísmo –entendiendo por campo intelectual un grupo
más o menos homogéneo de letrados que lograron hegemonía sobre lo
cultural por medio de la institucionalización de su producción artística y
literaria– y esto nos llevó a mencionar las pautas constitutivas de “dos
ultraísmos” con diferente fisonomía, como consecuencia de la asincronía
temporal por desarrollarse en distinto tiempo y espacio. La llamada
“Generación de Plata” española dio un giro veloz hacia el neopopularismo,
aunando tradición y vanguardia al acoplar su técnica a un repertorio
tradicional y folclórico –especialmente en la obra de Alberti, Lorca o Diego–
, y la “Generación de Martín Fierro” adoptó una dirección criollista y
nacionalista. Efectuar un abordaje conjunto del Ultraísmo español y del
argentino sin distinguir los atributos intrínsecos a cada modalidad
comportaría un descuido histórico, puesto que en América Latina las
actividades vanguardistas cuentan con condiciones previas en parte
diferentes –la Revolución Mexicana y la Reforma Universitaria de Córdoba
sirvieron de acicate estético e ideológico– que contribuyeron a dar una
fisonomía peculiar al discurso vanguardista, el cual emergió más
criollizado, politizado y nacionalizante que en el Viejo Continente, con un
espíritu influido por el arielismo y la moral juvenil reformista universitaria.
Otra relevante disimilitud es el desarrollo, entre algunos ultraístas
argentinos, de la imagen subjetiva de corte expresionista, así como el
141
alejamiento de la modernolatría futurista, dos operaciones evidentes en los
poemas que integran las trilogías porteñas de la década del ’20 de Norah
Lange (La calle de la tarde, Los días y las noches, El rumbo de la rosa) y
de Jorge Luis Borges (Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente,
Cuaderno San Martín).
En consonancia con la adopción de una política de descolonización
cultural, algunos escritores argentinos identificaron una genealogía de
precursores rioplatenses para el Ultraísmo, de modo de matizar –y mitigar–
la influencia hispánica. A la hora de estudiar la evolución del Ultraísmo en
Argentina no es posible disociar la definición de identidad estética de la
definición de identidad nacional. Hispanismo selectivo y anticasticismo
creciente fueron fenómenos subyacentes a la reforma de la ortografía
propuesta por la revista mural Prisma en 1921, al enfrentamiento entre
Roberto Ortelli y Guillermo de Torre en 1923 en las páginas de la revista
Inicial y a la polémica del meridiano intelectual mantenido en 1927 entre la
Gaceta Literaria y el periódico Martín Fierro.
En nuestro trabajo no adherimos al criterio crítico según el cual la
postrimera voluntad de un escritor debería ser la interpretación más
ajustada que prime como juicio sobre la producción intelectual anterior,
sino que intentamos dilucidar el eventual impacto de las experimentaciones
poéticas tempranas sobre la obra ulterior. En Lange, Borges y Marechal se
ha tomado con demasiada seriedad el rechazo o menosprecio que los tres
escritores han manifestado por sus iniciativas juveniles. No obstante la
denuncia de insolvencia creativa y cultural, existen anticipos del mundo
literario de Borges en su prehistoria ultraísta (como la imagen dinámico-
metafísica, la adjetivación antitética del tipo hipálage o enálage, el cultivo
sistemático de formas retóricas o sintácticas concisas como el oxímoron),
también en la obra madura de Norah Lange (la imagen subjetiva) y en la
obra de Leopoldo Marechal (el humor angélico, la imagen hierofánica que
evoluciona hacia la alegoría y el símbolo de su obra madura, según hemos
estudiado).
Vimos de qué manera el humor y la imagen poética fueron
sometidos a un proceso de reformulación original en la obra madura de
Leopoldo Marechal, así como las estrategias implementadas en la novela
autoficcional Adán Buenosayres para parodiar o caricaturizar los bastiones
ultraístas-martinfierristas: el criollismo urbano, el nacionalismo
antimperialista, el dogma de la metáfora, la taxonomía de imágenes
poéticas ultraístas, las herencias del Futurismo. Adán Buenosayres se
esmera en mostrar la intrascendencia y la gratuidad de aquel eufórico
programa de juventud con un balance lapidario ensayado a distancia de
casi dos décadas.
142
También nos hemos detenido con detalle en el estudio del periódico
Martín Fierro, cuyos contenidos no dejaron de colarse en homenajes
intertextuales de sus otrora integrantes (por ejemplo, vimos que Adán
Buenosayres expande y reelabora epigramas del Parnaso Satírico).
Además, problematizamos el rótulo del movimiento en la orilla argentina,
repasando la nomenclatura crítica que lo designa con la etiqueta
peninsular (Ultraísmo), la nacional (Martinfierrismo o Floridismo), la
latinoamericana (Creacionismo, si hacemos caso omiso de la polémica
sobre la prelación estética entablada entre el chileno Vicente Huidobro y
Pierre Reverdy) o la generacional (Generación del ’22). Hemos analizado
el titubeo en la adopción de los rótulos nacionalistas o hispanizantes en los
órganos de difusión del movimiento.
Leopoldo Marechal fabrica en Adán Buenosayres un prolijo aparato
alegórico en el que acopla la parodia del discurso de los núcleos estético-
ideológicos del Ultraísmo argentino con la caricatura de los personajes
emisores de los enunciados correspondientes a tales núcleos estético-
ideológicos, inspirados en referentes verídicos: parodia del criollismo,
nacionalismo, imaginismo, humorismo y politización mediante la caricatura
de Jorge Luis Borges, Guillermo Juan, Raúl Scalabrini Ortiz, Oliverio
Girondo, el propio autor, los boedistas y otros ultraístas puros. De esta
forma, un Marechal adulto reorganiza los discursos vanguardistas de
manera novelesca poniendo en práctica una abismación en el código que
le permitirá confrontar al Marechal de la década del ‘20. Es importante
señalar que la identificación de los correlatos biográficos de los personajes
no se agota en el juego gratuito de la búsqueda de correspondencias, pues
lo relevante para nuestro trabajo es que cada personaje simboliza alguno
de los elementos prototípicos de la vanguardia argentina factibles de
denuncia retrospectiva. Hemos estudiado cómo Marechal, sin caer en el
maniqueísmo o en la novela de tesis, comunica una ideología a cada
personaje, de modo que la novela revela una polifonía donde cada voz
representa una franja social de la Argentina de la época: el descendiente
del criollo viejo (Pereda/Borges y Del Solar/Guillermo Juan), del inmigrante
europeo (Adán Buenosayres/Leopoldo Marechal), de una raza milenaria
como la judía (Samuel Tesler/Jacobo Fijman), del homo urbanus
(Bernini/Scalabrini Ortiz).
Estudiamos cómo la novela plantea una opción superadora del
criollismo anacrónico de Pereda/Del Solar que estaría representada por el
neocriollismo ideado por el Astrólogo Schultze/Xul Solar, y alegoriza con el
personaje de Franky Amundsen un tipo de humor gratuito e intrascendente
que se agota en su propia manifestación de hilaridad, anteponiendo un
humor angélico o trascendente, antivanguardista. La risa tiene una doble
143
función catártica y didáctica, de allí el carácter anagógico de la producción
literaria marechaliana, donde la risa debe ser entendida como vía de
conocimiento.
Hemos repasado, además, los principios que rigen la producción de
imágenes poéticas postulados en Adán Buenosayres y visto la coherencia
con que la obra marechaliana trasvasa elementos de la doctrina cristiana y
de la corriente neoplatónica con el objetivo de invalidar las bases de la
lírica vanguardista. El inédito tratamiento de la imagen que Marechal
presenta en 1948 será idéntico al del humor: para que el poeta no fracase
en su tarea el humor deberá ser angélico –no agresivo, polémico o
superficial– y la imagen trascendente –no lúdica ni artificiosa–. La
imaginería de corte ultraísta-creacionista que Leopoldo Marechal había
practicado en la década del ’20 será sustituida por lo que hemos
denominado imagen hierofánica, que se distingue de la imagen
creacionista propugnada por Vicente Huidobro en tanto la primera surgiría
por emanación y la segunda por creación.
Analizamos en el poemario Días como Flechas la puesta en
práctica de los nueve tipos de imagen ultraísta que Borges había
sistematizado en 1924 en la revista coruñesa Alfar así como la
incorporación de dos hábitos frecuentes de la poesía ultraísta: la
abundante utilización de imágenes enfiladas y la metaforización sobre el
verbo cópula, que nos permitirían incluir a Marechal en las filas ultraístas a
pesar del rechazo del autor por la adopción del rótulo hispánico.
Examinamos, además, cómo esta prehistoria imaginística de Marechal
impacta en numerosos pasajes de Adán Buenosayres y postulamos la
conjetura de que la temprana imagen aislada, paratáctica, productora de
metáforas ingeniosas se fue colmando de contenidos religiosos o políticos
y pasó a componer la alegoría y el símbolo característicos de la obra
madura de Leopoldo Marechal, ahora impelida por una ética de la
trascendencia.
Finalmente –y, quizás, aquí radique el aporte más original de
nuestra investigación– hemos presentado algunos datos cualitativos
recolectados durante el análisis in situ de la biblioteca privada de Leopoldo
Marechal alojada en la Escuela de Letras de la Facultad de Humanidades
y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Leopoldo Marechal hizo
tres viajes a Europa que han sido documentados. Hemos interpretado los
desplazamientos del escritor al Viejo Continente como hitos sintomáticos
de su trayectoria vital: el primero como un viaje de autoconocimiento, útil
para la elaboración de una teoría sociológica de la inmigración europea
corrompida al llegar al país; el segundo viaje estético y bohemio, de
instrucción cultural, en el que Francia e Italia fueron codiciados destinos de
144
formación donde redactará el primer boceto de Adán Buenosayres y cuya
estadía florentina desatará una crisis espiritual que dará culminación a su
vanguardismo literario. De este segundo viaje cultural de retour a l’ordre
rastreamos numerosas huellas en su biblioteca, tanto del periplo francés
como del italiano; títulos que constituyen substratos ideológicos o formales
de Adán Buenosayres –y de la obra completa de Marechal– y que
seguramente funcionaron como fructíferos insumos culturales que le
permitieron reelaborar sus antiguas propuestas vanguardistas. El tercer
viaje a Europa fue un viaje político, de primer contacto personal o de
reencuentro en España con un nutrido grupo de poetas españoles ex–
ultraístas, de la Generación del ’27 y de la Generación del ’36, que se
tradujo en numerosas dedicatorias y títulos de su biblioteca particular.
Destinamos también un capítulo a estudiar materiales pre-textuales
inéditos de Adán Buenosayres conservados en 62 fichas por el momento
inéditas y autógrafas, aún pendientes de catalogación e inaccesibles al
público investigador, que se encuentran en la Biblioteca Leopoldo
Marechal. Allí se presentan líneas maestras de su novela Adán
Buenosayres en una instancia de reelaboración tardía que suponemos
podría datarse a mediados de la década del ’40. Hemos podido acceder a
su contenido gracias al recupero efectuado por María de los Ángeles
Marechal en el año 2009 en la citada biblioteca, a quien agradecemos que
nos facilitara copia de las fotocopias de 62 fichas obtenidas (sobre un total
de 68). En el apéndice del presente trabajo hemos incorporado la
transcripción de las mismas. Gran parte de este material pre-textual resultó
descartado, otro fue efectivamente integrado con variaciones.
Organizamos este material en seis subgrupos: variantes de episodios
(ocho fichas), alusiones al mundo aborigen latinoamericano (cinco fichas),
dichos, refranes, máximas, trabalenguas, adivinanzas, jerigonzas, versos
de conjuro, fábulas y leyendas de tradición oral o de propia invención
(diecinueve fichas), alusiones a música vernácula argentina (once fichas),
inventarios de palabras (diecisiete fichas), material pre-textual que se
supone no correspondiente a Adán Buenosayres (dos fichas). Hemos
corroborado que este corpus pre-textual tiene una clara impronta localista,
en tanto se concentra en temas como el folklore musical argentino, los
mitos y leyendas aborígenes o el repertorio lingüístico de tradición oral
argentino. Marechal manifiesta una obstinada voluntad de preservar la
memoria oral a la manera de un amanuense contemporáneo y esto lo
induce a plasmar por escrito un nutrido reservorio de canciones, coplas,
trabalenguas, tonadillas infantiles, fábulas, frases cristalizadas del habla
coloquial rioplatense, muchas de las cuales fueron incorporadas a la
textura polifónica de la novela. Si en la década del ’20 el Marechal
145
vanguardista manifestaba su voluntad renovadora en una poesía de
asociaciones insólitas, el Marechal de los ’40 parece empeñado en
preservar la tradición. Las claves biográficas detalladas a lo largo de este
último capítulo nos inducen a considerar las numerosas alusiones al
folklore como materiales vecinos a la fecha de publicación de la novela, por
lo que constituirían un sedimento tardío de la composición de la misma.
146
7. Leopoldo Marechal. Bocetos no incorporados en Adán
Buenosayres.
A) Variantes de episodios
Ficha 1303
arribita
Amalaya fuera perro, De mi pago me he venido El pañuelo que te truje
mi palomita, mi palomita, ¿Por qué no te lo has ponido?
Para no saber sentir Pisando sobre las flores Si yo lo hubiera supido
¡adiós, vidita! ¡adiós, vidita! No te lo hubiera trujido
El perro no siente agrabios Como soy mocito tierno
mi palomita, mi palomita, (Franky)
Todo se le va en dormir Vengo rendido de amores
¡adiós, vidita! ¡adiós, vidita! Una vieja estaba meando
debajo de una carreta
y los bueyes dispararon
creyendo que era tormenta
303
Variantes de las coplas cantadas por los excursionistas en el libro III
147
Ficha 2
148
Ficha 3
Baile de angelito
Lo visten de blanco – dos alitas le ponen – ramo de flores en la mano – una flor en la boca
y otra en la frente. Sobre una mesa: hacen un cielo raso de flores y cintas, del cual cuelgan
pajaritos de papel que se mueven con el viento. El episodio del angelitazo está en legajo 5º
Caja 1ª de Santiago del Estero.
Hombre: Mujer
304
Con numerosas variaciones, torneo de folklore que se desarrolla tras ingresar Adán y
Schultze en el infierno del libro VII.
149
Ficha 4
Adán Buenosayres
Cap. 5º (en el desierto)
305
Inserto con variaciones en el episodio de la expedición a Saavedra.
150
Ficha 5
Adán Buenosayres
Brujerías y curanderías
-Para dejarlo a uno ciego, che, agarrá una víbora negra y coséle los ojos con hilo colorado.
-¿Querés curar a un mamado? Dale en el vino leche de chancha recién parida.
-¿Te duelen las muelas? Pasate por la cara la panza de un sapo.
-¿Te meas en la cama? Comete un ratón asado.
-¿Rumatismo? Grasa de peludo macho.
-¿Tenés un caballo enfermo de la verga? Colgále del pescuezo un sapo vivo.
-¿Querés que gane tu gallo de riña? Untalo con grasa de zorro y dale de comer carne de
gavilán.
-¿Almorranas? Colgate un higo maduro del fleco del calzoncillo.306
306
Doña Tecla, “vieja bruja” que aparece en el libro III, capítulo II, en el velorio de Juan
Robles, el pisador de barro. Curandera del reumatismo, reaparece en el Infierno
schultzeano.
151
Ficha 6
A. Bayres
Cap. 6º (Descripción de Velorio de angelito)
Truco
I Angelito, te moriste
con una gota de sangre; El tigre tiene su amor,
en el cielo y en la tierra gloria el cariño la paloma,
rezares por padre y madre. la rosa brinda su aroma
y hasta el cardo tiene ¡flor!
II Angelito, te moriste
con una gota de vino; Por el río Paraná
en el cielo y en la gloria viene navegando un piojo
rezares por tu padrino. con un hachazo en un ojo
y una ¡flor! en el ojal.
III Angelito, te moriste
con una cruz en la frente; Cuando Urquiza en Caa-guazú
en el cielo y en la gloria arrió la correntinada
rezares por tus parientes. llevó como marejada
la ¡flor! de la juventud.307
307
Solo se incorporan algunos versos durante el velorio del niño, en Maipú ( Libro I).
152
Ficha 7
Brujería
–Para que pierda el caballo enemigo: matar un sapo; formar una cruz con crines arrancadas
de la cruz del caballo propio; enterrar al sapo, panza arriba, con la cruz de crines encima, en
el camino donde correrá el caballo enemigo. En el momento de la carrera, al llegar el
enemigo al lugar del maleficio, se le aflojan las patas traseras y sufre retraso, que da ventaja
al caballo propio.308
Ficha 8
Bruj. i curand.
Para conquistar las mujeres: el corazón del sapo y el de la paloma, disecados, junto con un
pedazo de plata. Todo se lleva como escapulario.
Dar mala suerte a una casa. Se toma un preparado de sal, aceite, alquitrán, lacre y tierra
sacada un día viernes de los cuatro rincones de un cementerio. Con ello se traza una cruz en
la puerta de la casa, el día viernes a las 12 de la noche.
Para hacer que una persona dormida refiera en voz alta sus secretos, se le colocará sobre el
pecho el corazón y el pie derecho de un búho.
Para hacerse invisible se llevará sobre el brazo derecho el corazón de un murciélago, el de
una gallina negra y el de una rana.
308
Se mencionan brujerías al final de la expedición (libro III), en boca de Adán
Buenosayres.
153
B) Alusiones al mundo aborigen latinoamericano
Ficha 9
Leyenda de la luna
–Un niño estaba robando uvas y pedía protección a la luna diciéndole: Luna, linda luna,
mientras yo robe la uva, alúmbrame, y después llévame si quieres. La luna le alumbra y
luego se lo llevó; y por eso en la faz de la luna se ve a un niño con una cesta de uvas.
–El cuervo vio a un burro que al rebuznar levantaba desmesuradamente la cola. Curioso el
cuervo metió la cabeza debajo de la cola, apretó el burro, y el cuervo se quedó sin su
sombrerito de plumas.
El maíz: (Avatí: nariz de indio) Los cazadores: viven de la caza y de la pesca. Uno de ellos
se preguntó por qué Ñandegara, que envía pájaros y peces, no pondrá sobre la tierra un
alimento más fácil de cazar. Pasan días de prueba, por falta de caza y pesca: se alimentan de
raíces. Hasta que se les presenta un guerrero, enviado por Ñandegara, que dice les dará el
alimento que piden siempre que combatan con él y sucumba el más débil en bien de los
demás. Muere Avati: es enterrado de noche, sobresale la nariz. Al año siguiente, nace de su
tumba la planta de maíz. (¿toba?)
154
Ficha 10
Corrientes y Chaco
El “carau”: (ave de plumaje oscuro y canto tétrico). Mozo que, hallándose su madre
enferma sale en busca de remedio, se demora en un baile, recibe chasquis que le anuncian
la gravedad de su madre, se resiste a abandonar el baile y el amor de una moza. Muere su
madre y el carau es convertido en ave, tras un largo sopor.
El robo del fuego: Los indios no tenían fuego en que cocer sus alimentos. El carancho
(cañagadí en toba) compadecido se ofrece para ir a buscarlo a un pueblo donde unas viejas
palomas lo usan. La iguana (kaliguisak) se opone a la idea, diciendo que si lo hace se
acabará el mundo. Propone que todos “pelechen” como ella, para evitar el frío, rejuvenecer
y evitar el fin del mundo. El carancho prefiere el fin del mundo a sufrir frío, y remonta el
vuelo. Se dirige a las palomas, no sin aguardar un día de frío que justificara su demanda, les
pide calor, y así lo hace una de las ancianas palomas (dokotó). El carancho, en un descuido,
roba el mejor tizón y emprende vuelo perseguido por el mundo de las palomas. Las tiene a
raya, pues el tizón, al rozar los árboles, despide chispas. Llega el carancho y lo entrega a los
indígenas, que desde entonces lo usan.
155
Ficha 11
Canto de la Asunción
(sigue)
156
Ficha 12
Curiosidades y coplas
Vocabulario: truje – vide – velay (ved ahí) – los naguas – suebro – ruempe – mesmo – jiede
– no se precitripe – redotao –
Curiosidades: Pito, pito, colorito, ¿adónde vas tan solito? A la era verdadera, pin, pon,
¡fuera!
Obra: Pin, pon, Saravia, cuchillito de metal, manda el agua redonda que esconda su pie tras
la puerta de San Miguel. Mariquita la fonda que rasca y esconda. BORROSO
Quichua: Aleluya, aleluya – Yana taco sapin hay – Aleluya, aleluya – Damajuana siquin
huya –
Traducción: Alegría, alegría – Tu cara es como raíz de árbol negro – Alegría, alegría – Tu
cara es como el fondo de la damajuana.
Quichua: Dios yayayta rogaskani – breya pampa bañamanta – tucuy viejas tantanarus –
pantanacus huañunampas. Traducción: He rogado a Dios que inunde el campo de la brea,
que se reúnan todas las viejas y mueran empantanadas.
Quichua: Lechucita gran humalilla – chaquisitun medias nioj – hanchan sajutan parecen –
huarmi sujlla naguas nioj. Traducción: Lechucita cabezona, las patas con medias: muy fea
parece una mujer con una sola enagua.
Quichua: Kayna tuta lojsirani – añatuya caballupi – Sacha lazo riendas nioj – Tacof cavan
jergas nioj –
Traducción: Ayer noche salí – a caballo de un zorrino – con risadas de sunchó y cáscaras de
algarrobo por jergas.
157
Ficha 13
Calchaquí
158
C) Dichos, refranes, máximas, trabalenguas, adivinanzas,
jerigonzas, versos de conjuro, fábulas y leyendas de tradición
oral o de propia invención
Ficha 14
159
Ficha 15
El diablo: mientras el duende es un pobre enamorado de las niñas lindas, sobre todo de las
que tienen lindos cabellos, el diablo es la encarnación del mal: es un hombre alto, delgado,
siempre monta en briosos caballos, espuelas de plata, montura blanqueada. Muy
enamoradizo de mujeres: dicen que es difícil distinguirlo de una persona, pues a veces las
enamora, se prometen amor, fidelidad y discreción, y al montar él en su caballo, ella por
admirarle las ricas espuelas de plata, le ve la “pata de gallo”.
El duende: hombrecito de un metro de alto – gordito y grandes ojos risueños: siempre
aparece con un gran sombrero de paja fabricado por él mismo, pues según dicen, mora en
los trigales y teje sombreros en sus momentos de ocio. Elige una niña y se enamora –solo es
visible a ella– si ella se “ennovia” el duende cambia amor en odio: si antes lo veía debajo
de su cama, sonriente y guiñándole, ahora le hace mil diabluras molestas. Son abortos de
mujeres: por no ser bautizados, el cielo no los quiere: la tierra tampoco, puesto que la
vieron. Su morada es el “limbo”, que son grandes habitaciones suspendidas en el aire y
privadas de luz; allí permanecen 7 años maldiciendo a sus madres, y luego bajan a tierra en
forma de duendes. (Una mano de lana y otra de hierro).
160
Ficha 16
Muy importante
Velorio de la luna: (Ocurrió en Sargento Cabral. Saladas. Prov. Corrientes) Para agradecer
a la luna el milagro de una buena cosecha. En el patio, a la sola luz del satélite, una mesa
cubierta de telas blancas; unos cajones en torno, formando gradas, a guisa de altar. Sobre la
mesa altar un espejo que refleje la imagen de la luna, como ubicada en el altar. Los
concursantes-invitados, en torno de la mesa, toman mate, refieren cuentos de la Luna,
milagrosa señora, tejidos con los milagros de la Virgen que tuvo al niño Jesús para salvar al
mundo. (¡Asombrosa relación de la Luna con N. Señora. ¡Ojo!).
Se oye música, pero no se baila. Los concursantes pasan horas de indecible felicidad.
(Legajo 8º de Chaco)
161
Ficha 17
Fábulas (Salta)
–El zorro maestro de escuela, que se comía a los alumnos. Venganza del águila. ¡Pongan
colchones! ¡Pongan colchones!
–Jerigonza–
162
Ficha 18
163
Ficha 19
Ficha 20
– Trabalenguas – (Introdution aux enfers)
– El que diga tres veces boriquín crespín, crespa la cola, crespa la crin, ganará tres
boriquines crespines, crespas las colas, crespas las crines.
164
Ficha 21
Leyenda de San Francisco: cuando el Santo recorría las selvas de Santiago del Estero dejó
una vez la mula en la selva y un uturunco se la mató y la comió. Volvió el santo, vio al
uturunco junto a la mula muerta: le sacó el freno, se lo puso al uturunco y se fue hasta La
Rioja, sin que el animal opusiera resistencia.
Ficha 22
Salamanca.
165
Ficha 23
Adivinanzas y dichos
Adivinanza: “Fui al mercado – compré una moza – le alcé las polleras – y le toqué la cosa.”
(coliflor)
Otra: “Mamá panzona, tata barbudo, el mete y saca, y salen hijos menudos.” (horno, pala y
panes)
Otra: “Con el pico picotea, con el culito tironea” (Aguja).
166
Ficha 24
167
Ficha 25
Versos de conjuro:
Conjuros de tormenta:
Ídem:
168
Ficha 26
Trabalenguas
169
Ficha 27
Fábula 1ª
El tigre y el grillo
Eran amigos – se pelean, una mañana, después de una tormenta, en sus campos de labranza,
pues el grillo se esconde al tigre para hacerle una broma y el tigre, enojado, lo pisó. Se
desafían: el tigre fue con su ejército de animales de uña y el grillo con animales de flecha
(agujas). Día de batalla: el tigre manda al zorro, como espía, y este es maltratado por una
avispa que sale de un “porongo” que tiene el grillo a su lado. El zorro, no queriendo ser él
solo castigado, vuelve y dice al tigre que ataque, pues sus enemigos son tan pocos que
caben en un “porongo”. Se produce la batalla, con la derrota del ejército de uña. No hay
enemigos pequeños.
170
Ficha 28
Trabalenguas
Tengo una copa, garlada, gallarda, garlipitajada. Al que la garlase, gallase, garlipitajase, le
pagaría una gallada, gallardura, garlipitajadura.
Versos quichuas
171
Ficha 29
Coplas -Trabalenguas-
Los gallos cantan al alba, Una cabra ética, pelética, peleticúa, con niática y hocicúa,
yo canto al amanecer: Tuvo un chivo ético, pelético, peleticúo, con niática y hocicúa
Ellos cantan porque saben Si la cabra no hubiera sido ética, pelética, peleticúa, con niática
yo canto por aprender. y hocicúa,
No hubiera tenido un chivo ético, pelético, peleticúo, “
Amor de un forastero
no vale nada: =
Ensilla hoy su caballo, Señor dos Pontiniste,
se va mañana. Bájese del pontistato,
póngase los chirlomenos
y también los carabitates
que el ave que esfila ratas
está vestida de experiencia
y si no corre con telioros
se le quebrará el bitoque
172
Ficha 30
Dichos
–El que no llora no mama – Veremos, dijo un ciego – Perro que ladra no muerde –
–Lindo fuego, decía una vieja, y se le quemaba el rancho.
–El que quiere celeste que le cueste – Como pedrada en ojo tuerto – Por la plata baila el
mono.
–Más fiero que costalada de chancho – Como peludo en bandeja (patas arriba) –
–Nunca falta un buey corneta que descomponga la tropa – Todo va en gustos, decía una
vieja, y se comía los mocos.
–Le llora la vista al tigre de ver la carne cerquita.
–Le trina la voz – Por el culo pican las avispas – Más serio que bragueta de fraile –
–La lengua va donde el diente duele – ¡Qué culo para ganar el truco!
–¡Qué dos: la pulmonía y la tos! – Arrugao como verija de viejo –
–No tiene dedos para guitarrero – El sartén le dijo a la olla, retiráte, no te tiznés –
–Al trote, como el peludo – Más vueltas que caballo de noria – Los ojos como el “dos de
oros” – Parece tuerto por lo desconfiado – Pura espuma como el chajá –
–Cayó piedra… y no llovió – Como pato de gallinero – Después del trueno Santa Bárbara,
o a acordarse de Santa Bárbara cuando truena – No es mal año cuando las viejas paren.309
309
Elenco completo de refranes y dichos enumerados por Adán en el capítulo XIII del Libro
Séptimo, al ver al Paleogogo en la Gran Hoya.
173
Ficha 31
174
Ficha 32
653
175
D) Alusiones a música vernácula argentina
Ficha 33
Buenosayres
La loca de Bequeló
176
Ficha 34
El pañuelito blanco
que yo te di
bordado con mi pelo,
fue para ti.
Lo has despreciado
y en llanto empapado
rodó por el suelo
delante de ti.310
310
Incluido con variantes en el Libro I, en boca de Irma.
177
Ficha 35
Danzas de Neocriollo (5º libro)
Juego del ángel: (Calle Gurruchaga 3er. Libro) El caramba – la cueca – el gato –
Ángel (golpes): Tan, tan El escondido – la Huella – El bailecito
Jardinero: ¿Quién es? El palito – el triunfo – La Zamacueca
Ángel: El ángel La zamba resbalosa – La remesura –
Jard.: ¿Qué busca? El cuando – El malambo – El marote –
Ang.: Una flor. Los aires – La chacarera – La firmeza –
Jard.: ¿Qué flor? El pericón –311
Ang: La rosa (Sale la rosa y el ángel se la lleva)
Diablo: Tan, tan.
Jard.: ¿Quién es?
Diab: El diablo.
Jard.: ¿Qué busca?
D: Una flor.
J: ¿Qué flor?
D: El jazmín.
J: No hay (se va el diablo)
Ángel: Tan, tan, etc. 312
311
Baile del neocriollo en el libro III.
312
Incluido con variaciones en el libro II, cuando las chicuelas, junto a la vieja Cloto, juegan
al Ángel y al Demonio, en la calle Gurruchaga. Se retoma el motivo durante la caminata de
Adán en el libro V, por la calle Gurruchaga, antes de morir.
178
Ficha 36
El minué (de un manuscrito antiguo)
1º Cuatro pasos adelante y balance; cuatro pasos con media vuelta a quedar en frente, y
cuatro pasos atrás. Cuatro compases haciendo un ocho a quedar de frente en media
sala, cuatro pasos adelante y cuatro con media vuelta sobre la izquierda quedando tras
de la mujer, a quedar hombro con hombro. Cuatro pasos con media vuelta a quedar de
frente, y cuatro pasos atrás. Balance dos medias piruetas con dos compases y balance.
2º Contra tiempo sobre la izquierda y 4 pasos con media vuelta sobre la izquierda,
atravesando la sala; 8 pasos sobre la izquierda. Contratiempo y 4 pasos sobre la
izquierda con media vuelta a quedar en media sala. Contratiempo braceado para dar la
mano y dar la mano derecha con 4 pasos y media vuelta. 4 pasos sobre la derecha y
contratiempo braceado. Dar la mano izquierda con 4 pasos y balance; 4 pasos sobre la
izquierda y balance, tomándose de las manos. 4 pasos sobre la izquierda y 4 adelante.
179
Ficha 37
Ronda (para 3º capítulo)
180
Ficha 38
Indicaciones de pericón (para la Salamanca 5º C)
1º A la voz de aura, ¡aura!: las mujeres rodilla en tierra, los hombres a coronar.
2º Va por la segunda, a la voz de aura, ¡aura!: los hombres rodilla en tierra, las mujeres a
coronar.
3º Va por la tercera: las mujeres las manos sobre los hombros de los hombres.
4º Va por la cuarta: ¡a formar el pabellón argentino!
Ficha 39
Este es el remate
de la peña blanca:
pa cantar un par de coplas
no es preciso Salamanca.
181
Ficha 40
Décima para el payador Tissone
Mi rebenque
182
Ficha 41
Carnaval
183
Ficha 42
El escondido
184
Ficha 43
185
E) Inventarios de palabras
Ficha 44
(a – e)
Ficha 45
(u-o)
186
Ficha 46
u–a
Ficha 47
(u – o)
g gusto –
h humo – hirsuto – hubo – hurto –
i infortunio – insepulto – insulto –
j junio – jugo – junco – júbilo – junto
l lujo – luto – lucro
m musgo – mundo – muro – murmullo – maduro – mercurio – mucho
187
Ficha 48
(a – e)
Ficha 49
o–o
u) unicornio
v)
y) yodo –
z) zorro –
188
Ficha 50
o–o
n) nosotros –
o) otoño – oro – odio – oprobio – ojos – otros – ocio –
p) pimpollo – plomo – próspero – poros – polvo – piadoso – potro –
r) retoño – rescoldo – roto – remoto – rojo – robo – rostro – repaso – respondo – ronco –
redondo – responso –
s) soto – soplo – socorro – sonoro – solo – sollozo – sordo –
t) tesoro – tronco – trono – todo – toro – tosco –
Ficha 51
u–a
189
Ficha 52
(a – e)
Ficha 53
(o – o)
190
Ficha 54
(a – e)
a) animales – altares – arte – abre – arde – ángel – aire – ave – admirable – ágil – acre –
alfanje – árboles – arden – arcángel – abordaje – amable – abre – ancle – alce – alarde –
amante – atabales – audaces – afanes – arenales – ayes – antes – arrayanes – azahares –
b) baile – brillante – barbarie – baluarte –
c) cárcel – carne – ciudades – coraje – cordaje – cadáver – carmen – cáncer – cáliz – cauce
– combate – cabe – cobarde – capitanes – caudales – calles – cristales –
d) desarme – donaire – dance – durable – diamante – Dafne –
e) estandarte – esmalte – edades – estambres – engarces – enjambre – estanque – enlace –
estivales – festivales –
ales (al)
ares (ar)
ades (ad)
aces (az)
anes (an)
ases (as)
ante
able
191
Ficha 55
(u – o)
u uso – último – uno – único –
v velludo – vetusto – vulgo – vagabundo –
y yugo –
z zumo –
Ficha 56
(o – o)
oro
oso
192
Ficha 57
Ficha 58
u–a
193
Ficha 59
(u – o)
Ficha 60
Piedras preciosas
194
F) Material pretextual no correspondiente a Adán
Buenosayres
Ficha 61
Inteligencia argentina: inteligencia clásica – inteligencia romántica
Hay y hubo una inteligencia argentina – ¿Qué inteligencia? – Por origen (raza, credo, etc.)
es una inteligencia hispánica, mediterránea, clásica, ecuménica o católica.
Caracteres esenciales de la inteligencia clásica: 1º Recto ejercicio de la facultad intelectiva
por acatamiento de sus leyes naturales. – 2º La inteligencia, así ejercida, llega a inteligir los
primeros principios. – 3º Inteligencia realista, y 4º Jerárquica, capaz de puntuar las cosas,
abstraer su esencia y clasificarlas en un orden jerárquico. – 5º Inteligencia anterior y rectora
de la acción.
Inteligencia romántica: La anterior a la forma clásica de abocarse el hombre al mundo que
le rodea. Pero hay otra: una actitud antimental, irracional, instintiva; una verdadera
antinteligencia. Sus caracteres son: por instinto o sentimiento, individualista; por instintiva,
pasional; por irracional, despreciativa y destructora de la inteligencia. Platón señala ya la
diferencia de ambas, llamando a la 1ª verdad del filósofo y a la 2ª opinión del vulgo. En
cuando la 1ª rige al mundo, tenemos una época clásica (gobierno de la verdad del sabio); si
rige la 2ª tenemos una edad democrática (gobierno de la opinión del vulgo) = Los pueblos
de origen mediterráneo tienen una mentalidad esencialmente clásica (sus desviaciones hacia
la antinteligencia suelen ser pasajeras); los pueblos de origen bárbaro tienen una mentalidad
esencialmente romántica (sus conversiones al entendimiento clásico no suelen ser
durables). = Fenomenología: Las dos actitudes suelen sucederse una a la otra, según cierto
ritmo: la inteligencia clásica tiene un espíritu y una letra; cuando se pierde el espíritu y
quedan las fórmulas vacías, se produce una decadencia que llamaríamos académica,
seguida generalmente por una devaluación de cuño romántico. Sigue una época romántica,
generalmente corta, que por basarse en lo instintivo e irracional no tarda en labrar su
destrucción, por el desorden. Como evolución, se vuelve entonces a la inteligencia clásica y
se inaugura otra época clásica. = Este fenómeno puede observarse en el arte, en la política,
en la ética y en la filosofía313.
313
El contenido de esta ficha es un boceto de “Sobre la inteligencia argentina”, publicado en
Nueva política, Buenos Aires, 4 de septiembre de 1941.
195
Ficha 62
La Salamanca: lugar de deleites, de orden diabólico: los novicios deben sufrir las pruebas
siguientes: dejarse envolver por una enorme serpiente, lamer de un chivo, montar 12 cañas
y palos, blasfemar de Dios y los Santos.
La Salamanca
314
Probable boceto del final de la obra teatral Don Juan (1948).
196
8. Bibliografía de Leopoldo Marechal
a) Narrativa
b) Poesía
----: Obras completas Vol I: La poesía. Buenos Aires, Perfil Libros, 1998.
c) Teatro
----: Obras completas Vol II: El teatro y los ensayos. Buenos Aires, Perfil Libros,
1998.
197
Andrés, Alfredo: Palabras con Leopoldo Marechal, Buenos Aires, Carlos Pérez
Editor, 1968.
Antelo, Raúl: “Veredas de enfrente: martinfierrismo, Ultraísmo, Modernismo” en
Revista Iberoamericana, Vol. LVIII, julio-diciembre, Nros. 160-161, 1992, pp. 860-
861.
Arlt, Roberto et. al.: “Selección de páginas para definir perfiles de épocas y
protagonistas: Leopoldo Marechal” en Clarín Cultura y Nación, jueves 26 de junio
de 1980, pp. 4-5.
Asís, Roxana: “Las claves simbólicas de Adán Buenosayres” en Leopoldo
Marechal. Entre símbolo y sentido, Córdoba, Ediciones del Copista, 2004, pp. 55-
77.
Ayala, Francisco: “Adán Buenosayres: Peripecia de un libro” en El País (España),
viernes 3 de marzo de 1995, p. 13.
Barcia, Pedro Luis: “La obra dispersa: unidad en la diversidad” en Leopoldo
Marechal: Obras completas Vol V: Los cuentos y otros escritos. Buenos Aires,
Perfil Libros, 1998, pp. 9-18.
-------------------------: “La poesía de Marechal o la plenitud del sentido” en Leopoldo
Marechal: Obras completas Vol I: La poesía. Buenos Aires, Perfil Libros, 1998, pp
ix-xviii.
-------------------------: “La estética inédita de Marechal: Didáctica por la huella del
Hermoso Primero” en Ana González de Tobía (Ed.): Ética y Estética. De Grecia a
la Modernidad, La Plata, Centro de Estudios de Lenguas Clásicas de la
Universidad Nacional de la Plata, 2004.
-------------------------: “Introducción biográfica y crítica” en Leopoldo Marechal: Adán
Buenosayres, Madrid, Castalia, 1994, pp. 9-135.
-------------------------: Leopoldo Marechal o la palabra trascendente. Poesía (1924-
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Barna, Tomás: “Marechal o el hechizo de Villa Crespo y Villa Ortúzar” en Club de
tango. Buenos Aires, octubre de 1994, pp. 11-15.
Barrientos, María. “Leopoldo Marechal: soy un arquero a mi modo” en Revista
Nueva Generación Literaria Nro. 2, Buenos Aires, septiembre de 1995.
Bernárdez, Francisco: “Varias estéticas y un libro” en La Nación, domingo 13 de
diciembre de 1925.
Bravo Herrera, Fernanda Elisa: “La risa antropofágica como sostén de relatos del
mundo: estrategias de carnavalización y efecto polifónico en la producción de
Leopoldo Marechal” en AA.VV.: Cincuentenario de Adán Buenosayres, Buenos
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---------------------------------------: “Espacio, huella y ausencia de la cultura indígena
en la escritura de Leopoldo Marechal” en Carlos García-Bedoya (comp.):
Memorias de JALLA 2004 Lima. Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana,
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Jitrik, Noé: “Adán Buenosayres: la novela de Leopoldo Marechal” en Contorno
Nros. 5-6, septiembre de 1955, pp. 98-105.
Kurlat Ares, Silvia: “Máquinas infernales: medios de transporte en la cultura
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199
Lafforgue, Jorge: “Hacia el Adán Buenosayres” en Leopoldo Marechal: Obras
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