El documento describe el surgimiento del movimiento arquitectónico y urbanístico conocido como la Tendenza en Italia en la década de 1960. La Tendenza, liderada por Aldo Rossi, buscaba refundar el urbanismo y la arquitectura como disciplinas autónomas basadas en principios racionales y el análisis estructuralista de la ciudad. Defendían la ciudad tradicional y su reutilización. Su teoría ganó aceptación en la década de 1970 ante la crisis energética y el auge del conservacionismo. La experiencia de Bolonia of
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El documento describe el surgimiento del movimiento arquitectónico y urbanístico conocido como la Tendenza en Italia en la década de 1960. La Tendenza, liderada por Aldo Rossi, buscaba refundar el urbanismo y la arquitectura como disciplinas autónomas basadas en principios racionales y el análisis estructuralista de la ciudad. Defendían la ciudad tradicional y su reutilización. Su teoría ganó aceptación en la década de 1970 ante la crisis energética y el auge del conservacionismo. La experiencia de Bolonia of
El documento describe el surgimiento del movimiento arquitectónico y urbanístico conocido como la Tendenza en Italia en la década de 1960. La Tendenza, liderada por Aldo Rossi, buscaba refundar el urbanismo y la arquitectura como disciplinas autónomas basadas en principios racionales y el análisis estructuralista de la ciudad. Defendían la ciudad tradicional y su reutilización. Su teoría ganó aceptación en la década de 1970 ante la crisis energética y el auge del conservacionismo. La experiencia de Bolonia of
El documento describe el surgimiento del movimiento arquitectónico y urbanístico conocido como la Tendenza en Italia en la década de 1960. La Tendenza, liderada por Aldo Rossi, buscaba refundar el urbanismo y la arquitectura como disciplinas autónomas basadas en principios racionales y el análisis estructuralista de la ciudad. Defendían la ciudad tradicional y su reutilización. Su teoría ganó aceptación en la década de 1970 ante la crisis energética y el auge del conservacionismo. La experiencia de Bolonia of
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La ciudad de la disciplina
• La refundación "científica" del urbanismo: Aldo Rossi y
la Tendenza En la década de 1960, Europa redescubrió los valores de la ciudad tradicional. A comienzos de dicha década, un grupo de arquitectos milaneses, autodenominado t la Tendenza y tácitamente dirigido por Aldo Rossi, comenzó a cimentar las bases sobre las que se tendría que erigir el pensamiento urbano más influyente del últi- mo tercio del siglo xx en Europa.' Plenamente encuadrable dentro de la visión cul- turalista de la ciudad, nació como parte de un proyecto cultural mucho más amplio: el revisionismo marxista del político italiano Antonio Gramsci y su intento de cons- trucción una nueva cultura de izquierdas. La Tendenza aspiraba a incorporar la arquitectura y el urbanismo en este proyecto, para lo que se plantearon la necesi- dad de redefinir ambas disciplinas. SAINZ GUTIÉRREZ,Victoriano, La cu/tura urbana de la posmodernidadAJdo Rossi y su De hecho, por aquellos años, se abatían sobre ambas disciplinas grandes incerti- contexto. AifanSevilla, 1999. dumbres. La crisis del movimiento moderno las había dejado huérfanas del sopor- te de legitimidad social, política y cultural que el gran metarrelato moderno, para- fraseando aJean-Fran^ois Lyotard, 3 les había garantizado durante décadas. La irrup- ción del pensamiento posmoderno las desvinculó de otros campos del saber con los que tradicionalmente estuvieron conectadas, como la sociología, la filosofía, el arte, la economía, etc. Por tanto, la única manera de integrarlas en los objetivos de la izquierda política era refundarlas como disciplinas autónomas. Nacía así el pro- yecto de repensar la ciudad desde términos estrictamente disciplinares, es decir nacía la ciudad de la disciplina, la primera capa de la ciudad hojaldre. Ello suponía una tarea ingente: elaborar una teoría coherente y articulada que se basara sobre principios exclusivamente disciplinares. La opción que planteó Aldo Rossi fue definir una ciencia urbana construida sobre parámetros únicamente arquitectónicos, es decir un urbanismo donde la ciudad fuera considerada desde el estricto punto de vista de la construcción, de su esencia racional. La identidad ciu- dad-arquitectura quedaba así consagrada como clave de la ciudad de la disciplina. La única área de conocimiento ajena al urbanismo que parecía, no sólo no contra- decir sino ser esencial para reafirmar su autonomía, era la historia, ya que, al ser la ciudad un conjunto de edificios construidos en el tiempo, era un ente indeslindable de su evolución. La ciudad tradicional quedaba, así, deificada, no tanto por sus valo- res sociológicos, sino por ser la fuente de la que manaban los modelos formales y espaciales. LaTendenza aspiraba a articular una teoría rigurosamente racional que otorgase un estatuto científico al urbanismo, al que calificaron como "ciencia urbana". De esta manera, el valor de la razón pura era relanzado en un momento en que su vigen- cia comenzaba a cuestionarse desde numerosos ámbitos del saber En su libro La construcción lógica de la arquitectura,' 1 Giorgio Grassi propuso recuperar técnicas de sistematización e investigación racionalistas que habían sido aplicadas a la arquitec- tura a lo largo de la historia. Buscaba en ellas generalidades, elementos constantes, normas, etc. Contemplado desde las actuales incertidumbres intelectuales, el "ansia de certeza" al que apelaba Grassi puede causar perplejidad. Las llamadas a la obser- vación, la comparación, la descripción, la clasificación, etc., como actividades necesa- rias para construir un sistema de normas; la cultura de los tratados y manuales que laTendenza intentaba resucitar remitían al añejo positivismo decimonónico. Establecida la base racional de la refundación del urbanismo, el siguiente paso con- sistió en definir una metodología de análisis que permitiese un conocimiento cier- to, constante y general de la ciudad. Ésta nunca se hubiera materializado si la cultu- LYOTARD, Jean-Francois, La Condition postmoderne. Ropporl sur le savoir, Editions de Minuit París, 1979; (versión castellana: La condición posmoderna. Informe sobre ei saber, Ediciones Cátedra, Madrid, 1994, págs.9-12). GRASSI, Giorgio, La costruzione lógica delta architettura, Marsilio Editori, Padua, 1967; (versión castellana: La construcción lógica de la arquitectura, La Gaya Ciencia, Barcelona, 1973). ra urbanística italiana no hubiera confluido con la corriente de pensamiento domi- nante en la década de 1960: el estructuralismo. Concebido por Ferdinand de Saus- sure en la primera década del siglo xx como un método de análisis lingüístico, y aplicado por Claude Lévi-Strauss a la antropología en la década de 1940, el estruc- turalismo acabó convirtiéndose en un amplio movimiento cultural que se infiltró en campos tan dispares como la psicología, la crítica literaria o el psicoanálisis. El reto que asumía laTendenza era trasladarlo al estudio de la ciudad y la arquitectura. El análisis urbano estructuralista se desarrolló como un examen formal basado en la historia. Dando por hecho que la ciudad tenía una estructura, su objetivo era comprender las leyes que la regulaban. Previamente era necesario conocer las letras, y morfemas que componían el texto urbano, sus elementos primarios. Para llevar a cabo esta labor; los autores de laTendenza recuperaron el concepto de "tipo", inaugurado por Quatremére de Quincy a mediados del siglo xix y recien- temente redescubierto por Giulio Cario Argan. El tipo había sido definido como un elemento urbano irreducible y permanente en una determinada continuidad histórica, es decir; una especie de "letras" del texto urbano. Aislados, definidos y clasificados los tipos, el siguiente paso en el camino de la reve- lación de la estructura de la ciudad exigía indagar en las relaciones entre tipología arquitectónica, las "letras", y morfología urbana, las "palabras" y las "frases". Este estudio lo asumió Cario Aymonino en una investigación sobre Padua publicada en 1970/' donde concluyó que la tipología residencial era el factor que garantizaba la permanencia formal de la estructura urbana, dado su carácter estable, y a la vez amoldable a las cambiantes circunstancias históricas y morfológicas. Por tanto, la relación entre tipología edilicia y morfología urbana era operativa, si bien consistía en un vínculo variable en el tiempo, y que dependía de los parámetros que la socie- dad adoptara para organizarse y expresarse, es decir; de su evolución cultural. AYMONINO, Cario, Lo studio dé fenomeni urbani, Officina Edizioni. Roma, 1977. ROSSI, Aldo, Architettura della dtía, Marsilio Editori, Pádua, 1966; (versión castellana: La arquitectura de la ciudad, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1999'°). Junto con la reivindicación de la disciplina y la apelación al estructuralismo como método de análisis, el tercero de los pilares sobre los que se asentó el pensamien- to urbano de Aldo Rossi fue el argumento de la identidad. Para la Tendenza, la tipología no era simplemente una cuestión formal, sino, también, la manifestación de una manera de vivir En La arquitectura de la ciudad, 6 el libro más emblemático de este movimiento, Rossi se refería a la ciudad como una expresión social, un pro- ducto de la colectividad, lo cual le llevó a hablar del "alma de las ciudades" al refe- rirse a la esencia y el modo de ser que las particulariza. La ciudad de la disciplina cuadraba así su compromiso con la visión culturalista. Estas eran las premisas intelectuales que sustentaban la ciudad de la disciplina a comienzos de la década de 1970, década en que recibió un fuerte espaldarazo ava- lado por argumentos de carácter económico. La devastación desatada por la Cri- sis del Petróleo propició la proliferación de los discursos conservacionistas y la des- calificación de los desarrollistas. La fe ciega en el progreso, el convencimiento de que la renovación de la ciudad era algo implícitamente positivo, se vino abajo. La convulsa sociedad posindustrial, que en aquellos años comenzaba a tomar cuerpo aprestándose a despedirse de tres décadas doradas de Estado del Bienestar; recla- maba estabilidad y sensatez. A todo ello se sumó la irrupción de los movimientos ecologistas, que entendían la demolición de edificios para construir otros en su lugar como un despilfarro inaceptable. La alternativa pasaba por reutilizar la ciudad tradicional. Varías Cartas internacionales habían ido definiendo criterios y recomendaciones legales que insistían en esta idea. En 1964 se había firmado la Carta de Venecia, que consagraba la extensión del concepto de patrimonio de los edificios al ambiente urbano e introducía la noción de "reutilización", en el convencimiento de que la conservación de la ciudad tradicional, por sí sola, no garantizaba su futuro. En 1975, la Carta de Amsterdam propuso que esta conservación-reutilización estuviera guiada por un espíritu social, defendiendo que los habitantes originarios permane- cieran en los cascos históricos renovados. Finalmente, estos argumentos acabaron por concienciar a las administraciones públicas europeas, que se aprestaron a faci- litar los recursos económicos, legales y técnicos necesarios para proteger la ciudad tradicional. La ciudad de la disciplina, que llevaba casi veinte años defendiéndola y se había dotado de un sólido bagaje teórico, se consolidó así como uno de los dis- cursos urbanos predominantes en el amanecer del tardocapitalismo. La experiencia de Bolonia Fue Pier Luigi Cervellati, 7 alcalde comunista de Bolonia, quien ofreció a laTenden- za la posibilidad de hacer confluir análisis y proyecto urbano. En 1971 se aprobó el Plan Regulador del Centro Histórico de Bolonia, cuyo fin era la restauración inte- gral de 450 ha de ciudad donde habitaban 89.000 personas. Dos años más tarde, el Plan Operativo para el Restablecimiento y la Restauración de la Edificación Eco- nómica y Popular vino a aportar un objetivo más: sanear y consolidar el sector resi- dencial en las zonas más degradadas. Ambos planes surgían de aquella cultura de izquierdas con la que estaba comprometida laTendenza, que reclamaba que el cen- CERVELLATI, Pier Luigi; SCANNAVINI, Roberto, Bolonia: política y metodología de la restauración de centros históricos, Editorial Gustavo Gili, Barcelona. 1976. tro histórico fuera considerado, no sólo como un patrimonio cultural, sino también como un patrimonio socioeconómico que debía recuperarse para la residencia social, para las clases populares que tradicionalmente lo ocuparon y garantizaron su vitalidad. Materializar esta máxima, enunciada por la Carta de Amsterdam, sólo era posible si su transformación era sustraída de los intereses del mercado inmobilia- rio y se ponía en manos del sector público. Para alcanzar sus propósitos ideológicos, estos planes siguieron al pie de la letra los postulados de la ciudad de la disciplina. En primer lugar; se investigó Bolonia desde presupuestos estructuralistas. El análisis urbano comenzó con un profundo estudio histórico que abarcaba la edad del bronce, la ciudad romana, las expansiones medie- vales, las transformaciones renacentistas y barrocas, el desarrollo decimonónico y el vertiginoso crecimiento del siglo XX. Finalizada la investigación histórica, el protago- nismo pasó a la tipología. El desmenuzamiento tipológico de la ciudad tuvo como objeto la definición de cada forma urbana total a partir de las formas particulares de cada edificio, es decir, confirmar la relación entre morfología urbana y tipología arqui- tectónica. Finalmente, Bolonia fue proclamada como el resultado de un proceso his- tórico unitario y articulado que había desembocado en una estructura que tras- cendía la variación de usos que se habían producido a lo largo del tiempo. Culminada la fase de análisis se acometió la de proyecto. La mediación entre inves- tigación e intervención se confió al concepto de "restauración integral". Se trataba de recuperar el casco histórico originario de la ciudad tal como había sido antes de haberse "contaminado" por las intervenciones contemporáneas, lo que suponía la demolición previa de todo lo que comprometiera su supuesta unidad morfológica y figurativa. A continuación, y dado que uno de los objetivos del plan era revitalizar funcionalmente el centro histórico, se planteó la cuestión de la relación existente entre forma arquitectónica y usos compatibles tal como reclamaba la Carta de Venecia. Esta cuestión se resolvió individualizando cuatro categorías tipológicas a las que se asociaron usos permitidos: centros de investigación y cultura en los gran- des monumentos, funciones representativas en los palacios señoriales, residencias sociales en las casas convencionales y otras residencias en tipos arquitectónicos no tradicionales. Con estas medidas se pretendía evitar la construcción de macro- complejos terciarios y potenciar las funciones universitarias, culturales, turísticas, representativas, artesanales y, sobre todo, residenciales. Finalmente, los planes para Bolonia no olvidaron la apelación a la identidad y la memoria colectiva que Aldo Rossi lanzó en La arquitectura de la ciudad. Para agru-