Yogurt
Yogurt
Yogurt
Presentada por:
VilchezRomero, Javier
Soto Llanos, Francisco.
Alcalde Abanto, Domingo Audiel.
Cortez Silva, Sandra Victoria
Polo Gil, Daysi Jhanet
Zamora Mendoza, Nestor
2018
1. Antecedentes
Se debe considerar la relevancia de los colaboradores como uno de los ejes principales de la
estrategia en el entorno global, en la medida que –como consecuencia de esta– los mismos
demuestren comportamientos positivos, que contribuyan con el logro de las metas
organizacionales. Se ha demostrado que un alto nivel de engagement en los colaboradores
beneficia a las organizaciones, debido a la predisposición que estos demuestran para generar
mejores resultados. Por ello, debe planearse aumentar el nivel de engagement de los
colaboradores desde una perspectiva estratégica que aporte valor (ej. Saks 2006, Schaufeli et al
2008, Gallup Inc. 2013).
Existen factores en el ámbito organizacional que determinan el nivel de engagement. Uno de los
que tiene mayor impacto en el engagement está relacionado con la cultura organizacional,
debido a que los colaboradores se enfrentan a cambios que posiblemente alteren sus niveles de
engagement. Por este motivo, una cultura organizacional que aporte aspectos que contribuyan a
incrementar el nivel de engagement deberá ser una de las metas de las compañías para afrontar
los retos de competir (Omar y Urteaga 2010).
Es importante señalar que, dentro del marco de nuestra investigación, hemos evidenciado que
existen estudios sobre engagement realizados en diferentes sectores y países. No obstante, no se
han encontrado investigaciones que consideren simultáneamente la orientación cultural en un
entorno global como una variable interviniente. Por consiguiente, este estudio proporcionará
una perspectiva distinta, gracias a que profundiza la relación que existe entre la cultura
organizacional y engagement al considerar el rol de la orientación cultural en un contexto
global.
A pesar de que un alto nivel de engagement presenta consecuencias positivas para las
organizaciones, un estudio llevado a cabo por la organización Gallup (2013) demuestra que, a
nivel mundial, existen bajos niveles de engagement promedio y solo un 13% de la población
laboral activa en 142 países está engaged. Esto evidencia que, a través de los años, no se han
logrado progresos importantes en pro de generar colaboradores engaged, y, por el contrario, el
disengagement está posicionándose en los entornos laborales. Sin embargo, este estudio no
establece una correspondencia entre engagement y los factores que se relacionan positiva o
negativamente con esta variable.
Paralelamente, se han realizado investigaciones que han explorado la relación entre cultura
organizacional y engagement en diversas industrias (ej. Sakari et al. 2010). Sin embargo, aún
hace falta entender los antecedentes que explican el nivel de engagement de los colaboradores
en organizaciones que operan a nivel internacional en diferentes contextos culturales, puesto
que este es un reto al que las instituciones que trabajan a nivel global e incluso local, y que
compiten globalmente, se enfrentan a operar en entornos cada vez más complejos y diversos
(Wu 2013). De allí, surge la importancia de entender el rol diferencial de la orientación cultural
(individualismo-colectivismo, específicamente), en las relaciones entre la cultura organizacional
y el engagement. A través de este estudio, vamos a abordar este enfoque para aportar mayor
información que contribuya para futuros estudios.
2
3. Preguntas de investigación
¿Cuáles son los tipos de cultura organizacional que predicen el engagement laboral?
¿Existen diferencias en los tipos de cultura organizacional que predicen el engagement
laboral de acuerdo a la orientación cultural individualismo-colectivismo?
4. Marco teórico
4.1. Engagement
La traducción del vocablo «Engagement» al idioma español es compleja, debido a que no existe
un término que abarque la totalidad del concepto, pues este representa un estado
multidimensional afecto-cognitivo. Las investigaciones sobre engagement todavía están en
pleno desarrollo y manifiestan la influencia de la psicología positiva basada en los aspectos
positivos y motivacionales del ser humano en el contexto laboral (Grau et al. 2000, Schaufeli et
al. 2005). A diferencia del enfoque centrado en los déficits de las personas, esta tendencia trata
de encontrar las fortalezas y virtudes de las personas para lograr mayor productividad en el
trabajo y una mejor calidad de vida. Dentro de este contexto, destaca el engagement como
concepto clave del capital psicológico positivo (Grau et al. 2000; Bakker et al. 2006). En
términos generales, podemos entender el engagement como la fuerza que motiva a los
colaborares a proveer un esfuerzo voluntario adicional a nivel psicológico, físico y emocional
en su trabajo, lo cual conlleva a obtener a mejores resultados (ej. Hayday et al. 2004).
A partir de ello, los investigadores han desarrollado algunos conceptos principales. Por un lado,
definen el engagement como un constructo, según el cual los empleados pueden estar
emocional, cognitiva o físicamente engaged (Kahn 1990, Buckingham y Coffman 1999,
Lluthans y Peterson 2001). En este caso, las dos dimensiones principales del engagement son la
dimensión emocional (que se relaciona con lograr establecer un vínculo personal,
experimentando empatía y preocupación por los demás) y la dimensión cognitiva (que se
vincula con ser consciente de la misión y rol en la organización) (Kahn 1990). Por otro lado, el
engagement es entendido como un enfoque multidimensional compuesto de energía,
involucramiento y eficacia, opuesto al burnout, cuyos componentes son el agotamiento, el
cinismo y la ineficacia, antítesis de los componentes del engagement (Maslach, Leiter y
Schaufeli 2001).
Factores organizacionales
8
Factores individuales
Modelo del impacto de Este modelo plantea una relación recíproca entre las emociones
Ouweneel et positivas y los recursos personales; es decir, los empleados que
los recursos personales
al. (2012) experimentan emociones positivas desarrollan mejores habilidades
en el engagement (2012)
relacionadas con el trabajo.
Con respecto al modelo JD-R, este es el modelo teórico más citado y ampliamente utilizado en
la literatura. Es uno de los modelos que más se ha tomado en cuenta en relación con el
desarrollo de engagement en las organizaciones. Ha sido aplicado en diferentes contextos,
sectores y entornos, y ha mostrado una alta confiabilidad (Shaufeli y Bakker 2004, Bargagliotti
2013). Este modelo ha sido elegido para efecto del presente estudio. A continuación, se
describirá el modelo JD-R (Demerouti et al. 2001, Bakker et al. 2006).
Este modelo plantea la clasificación de dos categorías: recursos laborales y demandas laborales,
los primeros se constituyen como motivacionales, mientras que los segundos son factores
estresores. Las demandas laborales hacen referencia a aquellos aspectos físicos, psicológicos y
organizacionales que requieren un esfuerzo sostenido, y conllevan costes fisiológicos y
psíquicos. Por su parte, los recursos laborales aluden a los aspectos que están relacionados con
los factores psicológicos, organizacionales o sociales del trabajo, que pueden reducir las
exigencias, y costos físicos y psíquicos asociados al trabajo. Estos pueden ser decisivos en la
consecución de los objetivos de trabajo, o pueden estimular el crecimiento personal, el
aprendizaje y el desarrollo (Bakker y Demerouti, 2006; Bakker, et al. 2001).
9
Gráfico 1. Modelo de demandas y recursos laborales
De acuerdo con el modelo JD-R (Demerouti et al. 2001, Bakker y Demerouti 2006, 2013), las
demandas y recursos laborales constituyen dos tipos de condiciones de trabajo en el que
intervienen dos vías psicológicas distintas: los procesos motivacionales (por ejemplo, el
engagement laboral) y el estrés relacionado con el trabajo (por ejemplo, el burnout) (Demerouti
et al. 2001; Bakker y Demerouti 2006). A pesar de que las demandas y recursos laborales
inician procesos independientes, los recursos amortiguan el impacto de las demandas y, por ello,
tienen una influencia positiva, mientras que las demandas amplifican el impacto de los recursos
laborales en el camino de la motivación (Albrecht 2012, Hakanen et al. 2005).
10
1.3 Factores que influyen sobre el engagement laboral
El presente estudio presenta un análisis que sigue el modelo de demandas y recursos laborales
JD-R desde la perspectiva motivacional generada por los recursos laborales relacionados con el
engagement. Se centrará en los factores organizacionales que influyen en las organizaciones y
en los que, como responsables de la gestión humana, podemos generar cambios a partir del
funcionamiento de las personas y su gestión en las organizaciones; en este marco, nos
enfocaremos en mejorar el desempeño y los resultados. A continuación, presentamos un
resumen de los recursos organizacionales que generan engagement y que se han determinado
previamente a través de varios estudios científicos:
11
Tabla 2. Recursos organizacionales
Recursos organizacionales
Recurso Desarrollo
Constituye uno de los factores que impulsan el engagement en los colaboradores
Cultura organizacional (McBain 2007). Una cultura organizacional de apertura proporciona un impacto
positivo en la creación de engagement de los colaboradores (Suharti y Suliyanto
2012).
La autonomía se describe como la variación del estado engagement que se produce
en cada persona. La autonomía en el trabajo puede ser crucial para la salud de los
Autonomía empleados y el bienestar, porque una mayor autonomía se asocia con más
oportunidades para hacer frente a situaciones de estrés (Jenkins 1991, Karasek
1998).
La relación de los trabajadores con sus supervisores tiene un impacto directo sobre
Liderazgo y relación con los resultados. Estudios indican que el engagement tiende a estar basado en el tipo
los supervisores de relación establecida entre los trabajadores y sus supervisores o gerentes (Blizzard
2003)
Los compañeros juegan un rol importante en el desarrollo de las actividades
laborales y en la obtención de logros comunes. Es así como aquellas personas que
forman parte de equipos de trabajo altamente engaged, y que establecen relaciones
Soporte de los interpersonales basadas en confianza y apoyo reportan altos niveles de
colaboradores, relaciones compenetración en el trabajo y presentan un estado psicológico de seguridad, lo
interpersonales y relaciones
sociales cual produce un ambiente generalizado «altamente engaged». La percepción de
contar con apoyo por parte de los colegas genera engagement al satisfacer la
necesidad de pertenencia al grupo de trabajo (Hakanen et al. 2006, Cufaude 2004 –
citado en Lanphear 2004–, Kahn 1990, Maslach et al. 2001).
La comunicación efectiva a lo largo de las organizaciones determina el nivel de
Participación y divulgación
engagement en los colaboradores al considerar que cuentan con la información
de la información
requerida para realizar bien su trabajo (Hewitt 2011).
Varios autores han señalado que uno de los factores principales que impulsan el engagement es
la cultura de la organización (ej. McBain 2007, Krog 2014). Este es el eje principal de los
recursos organizacionales y una variable cuyo propósito más importante es la fijación de
criterios para establecer la disponibilidad de recursos en la organización. Por lo anterior,
12
centraremos la atención de este estudio en la cultura organizacional como el factor específico
que va a predecir el engagement.
2. Cultura organizacional
En general, la cultura organizacional se define como una percepción compartida por los
miembros de un grupo sobre los valores, creencias, principios y normas que influyen en los
aspectos de la vida laboral y rigen la toma decisiones (ej. Cameron y Quinn 1999, Ivancevich
2008, Schein 1985, Soemaryani y Rakhmadini 2013).
Existen investigaciones que establecen tres posiciones teóricas que revelan diferentes filosofías
sobre la cultura organizacional (Divan 2012, Higuita 2012, Hatch y Schultz 1997).
13
conflicto o indiferencia entre ellas. Estas subculturas pueden estar, además, integradas,
gracias a lo cual existe consenso y claridad sobre las normas, valores y metas generales
dentro de los límites de cada una. A lo anterior se le denomina «cultura diferenciada»
(Divan 2012, Martin 2004, Rainey 2009). Por el contrario, una cultura organizacional
fragmentada es ambigua, multifacética y cambia constantemente, debido a que las
actitudes y normas del grupo son resultado de eventos específicos o cambios externos
(Divan 2012, Higuita 2012, Martin 2004).
Herramienta de gestión: Bajo este enfoque, la cultura se concibe como una variable
manipulable en pro del desempeño, y la influencia se ejerce a través de las normas y
valores que se orientan de acuerdo con los comportamientos deseados (Hatch 1997,
Higuita 2012).
14
2.2 Modelos de cultura organizacional
Desde el punto de vista del management, existen dos perspectivas que son parte del enfoque de
la cultura organizacional. La perspectiva orientada al desempeño-procesos y la perspectiva
orientada al ser humano-valores (Aktouf 1990, Morcillo 2006, Apospori et al. 2008). Por un
lado, la orientación al desempeño es el grado en el que una organización alienta y premia a los
miembros del grupo con el fin de alcanzar altos estándares, mejores rendimientos y excelencia
operativa. Este enfoque ve la cultura como una herramienta para fomentar el compromiso y
alcanzar los objetivos (Javidan 2004, Soemaryani y Rakhmadini 2013). Por otro lado, la
orientación al ser humano es el grado en el que una organización alienta y premia a los
miembros del grupo por su forma de ser y el buen trato hacia los demás. Los valores
corporativos son propuestos por la organización y se alinean con los valores personales de los
miembros de la organización (Qubein 1999, House et al. 2004). A continuación, presentamos un
cuadro resumen de los modelos relacionados con estos enfoques.
15
Fuente: Elaboración propia, 2015.
Tabla 4. Enfoque orientado al desempeño
16
Enfoque orientado al desempeño
F
u Autor Modelo Descripción
e Este modelo identifica los rasgos fundamentales de la cultura
n organizacional. Sostiene que la cultura organizacional se puede
t describir por cuatro dimensiones generales: Misión, Adaptabilidad,
e Participación y Consistencia. Cada una de estas dimensiones contiene
: tres subdimensiones.
La Participación posee las subdimensiones de empoderamiento,
E orientación del equipo y desarrollo de capacidades. La Consistencia
l cuenta con las subdimensiones de núcleo de valores, acuerdo,
a coordinación e integración. La Adaptabilidad posee las
b Estudio de la cultura subdimensiones creando cambio, enfoque en el cliente y aprendizaje
o Denison (1990) organizacional de organizacional. Por último, la Misión cuenta con las subdimensiones
r Denison de dirección e intención, metas y objetivos, y visión.
a El modelo de Denison también permite describir ampliamente las
c culturas tanto de manera externa como de manera interna, y se ha
i utilizado típicamente para diagnosticar problemas culturales en las
ó organizaciones. Este modelo concibe a la cultura no como orgánica y
n natural, sino como un activo competitivo manipulable y manejable.
Asimismo, se debe considerar que este modelo explora la relación
p entre la cultura organizacional y la efectividad, analizando las
r características culturales que tienen un impacto positivo en la
o organización.
p
ia, 2015.
Para el desarrollo del presente estudio, partiremos del enfoque de la cultura organizacional
orientada al desempeño, debido a que entendemos que la cultura organizacional incide sobre la
efectividad de los resultados de una organización, lo cual la convierte en un componente de
importancia estratégica y diferenciadora para aquellas empresas que buscan una ventaja
competitiva (ej. Naranjo y Ruiz 2012).
Nuestro trabajo se centrará en el modelo Denison (1990), puesto que ha sido ampliamente
validado en diferentes países y diversos sectores de la industria. Este modelo ha determinado
correlaciones positivas entre la cultura organizacional y los factores motivacionales en los
empleados, tales como el engagement, lo cual permite que su aplicabilidad trascienda un
entorno de negocios real. Este modelo articula apropiadamente la teoría y la práctica, lo que lo
convierte en una herramienta de gestión muy útil para las organizaciones que enfrentan
diferentes retos que requieren gestión de cambio a partir de modificaciones de la cultura de la
organización (Baker 2004, Denison y Mishra 1995, Denison y Neal 2003, Denison 2010).
17
engaged, puesto que se ha demostrado que los trabajadores con altos niveles de engagement son
aquellos que demuestran mayor involucramientos emocional, intelectual y físico con sus
laborales; mayor actitud positiva; y mayor predisposición para ejecutar sus labores o para
generar mejores resultados y satisfacción para el cliente, entre otros (ej. Harter et al. 2002,
Sacks 2006, Schaufeli et al. 2002, Shaufeli 2013).
Desde el punto de vista de los factores organizacionales que forman parte de los recursos
laborales, la cultura organizacional es un impulsador del engagement, dado que las acciones y
comportamientos de los individuos no se determinan de manera individual, sino –por el
contrario– son producto de una cultura dada, determinada por valores, normas y creencias
compartidas (Deshpandé y Webster 1989, Hobfoll 2001, McBain 2007, Siehl y Martin 1984).
En esta línea, varios autores coinciden en que la cultura organizacional predice el nivel de
engagement, pues impacta en la medida en que los empleados demuestran o crean un ambiente
engaged consensuado como parte de un poderoso sistema de valores transmisible a los
miembros de la organización. Es así como la cultura organizacional brindará apoyo para la
creación del engagement en los colaboradores, lo cual la convierte en un factor impulsador del
mismo (Krog 2014, McBain 2007, Robinson et al. 2004). Cabe anotar que estudios han
demostrado relaciones positivas entre cultura organizacional y engagement. Se entiende que el
engagement es el resultado de una cultura organizacional saludable, al mismo tiempo que se
sostiene que organizaciones con culturas fuertes cuentan con personal altamente engaged
(Denison 2010).
Organizaciones con una visión convincente, con una misión clara que permita a los
colaboradores sentir que pueden hacer la diferencia y a los líderes ser coherentes entre lo que
dicen y lo que realizan, tendrán más probabilidades de tener personal altamente engaged.
Cuando la cultura organizacional provee a los trabajadores de recursos motivadores –tales como
la oportunidad de ser autónomos e innovadores, propios de culturas de apoyo, aprecio e
innovación– la organización contribuye a crear engagement en los empleados (Bakker et al.
2007; Crawford et al. 2010, Denison 2010, Hackman y Oldman 1976, Saks 2006, Suharti y
Suliyanto 2012).
18
organizacional sobre el engagement. Sin embargo, estas investigaciones son muy recientes, y se
requiere un análisis mayor y más amplio con el fin de establecer una relación directa que
involucre una variable de alto nivel como un predictor de engagement (Krog 2014, Moshref y
Ahmadi 2013, Soemaryani y Rakhmadini 2013).
Varios autores argumentan que las relaciones entre la cultura organizacional y el engagement no
son necesariamente directas, sino que involucran factores a nivel contextual, individual y
organizacional (ej. García 2005, Hofstede 1979). En específico, estudios han determinado que
las empresas que operan globalmente y –en consecuencia– cuentan con una fuerza laboral de
distintas nacionalidades en diversas regiones están expuestas a enfrentarse con diferencias en las
características de los valores culturales de las personas, denominadas también «orientación
cultural» (Hidalgo et al. 2007; Kirkman et al. 2006, Omar y Urteaga 2008, Tsui et al. 2007). Es
así que las diferencias en la orientación cultural podrían intervenir en la dinámica al interior de
las organizaciones que operan internacionalmente, puesto que esta orientación cultural guía u
orienta las creencias, valores, preferencias y normas de las personas. Como consecuencia,
influyen en la manera que interpretan y procesan información y toman decisiones (cognición),
así como en sus sentimientos y en sus motivaciones (emociones), actitudes, comportamientos y
la forma de interrelacionarse con los demás. Ello se traduce y materializa en todas aquellas
acciones que llevan a cabo en el entorno organizacional (Garibaldi de Hial 2006, Omar y
Urteaga, 2009, Oyserman et al. 2002).
La orientación cultural ha sido analizada a través de tres aspectos principales, de los cuales se
derivan principalmente cinco dimensiones básicas: (i) relación con las personas –vinculada con
tres dimensiones: la distancia de poder, masculinidad versus feminidad, el individualismo
versus colectivismo–; (ii) relación con la naturaleza –de la cual deriva la dimensión control de la
incertidumbre–; y (iii) relación con el tiempo –de la que deriva la dimensión orientación en
tiempo (pasado, presente y futuro)– (Hofstede 1980, Trompennars 1993).
19
La dimensión de valores individualismo-colectivismo, denominada también como la orientación
colectivista, es considerada como una de las estructura más profundas de las diferencias
culturales (Nazarian et al. 2014, Triandis y Suth 2002). En esta línea, estudios han demostrado
que este constructo produce importantes conocimientos acerca de los procesos psicológicos de
los individuos, así como también se han identificado otros valores culturales que pueden estar
relacionados conceptual y empíricamente con este valor. Varias investigaciones han
evidenciado relaciones entre el individualismo-colectivismo, y los resultados psicológicos, tales
como la autoevaluación y los procesos cognitivos, entre otros. Esta dimensión ha sido, además,
la más analizada en relación con los valores asociados al entorno laboral (Alavi y McCormick
2004, Blondel y Inoguchi 2006, Oyserman et al. 2002). Por ello, en el presente estudio, nos
centraremos en el análisis de esta dimensión.
Según el proceso motivacional propuesto en el modelo JD-R de Demerouti et al. (2001), la cultura
organizacional es concebida como un recurso laboral a nivel organizacional y está relacionada con el
engagement en el trabajo, en la medida en que puede crear un ambiente engaged consensuado como
parte de un poderoso sistema de valores, normas y creencias compartidas transmisible a los
miembros de la organización (Krog 2014, McBain 2007, Robinson et al. 2004). Por otro lado, la
orientación colectivista de una persona, conceptualizada como un recurso personal, podría
afectar la manera en que las personas sienten, comportan, desenvuelven y controlan las diversas
situaciones que enfrentan en la organización (ej., Kristof-Brown et al. 2005). Este acercamiento,
20
también, es congruente con la teoría de ajuste entre la persona y su entorno, o teoría persona-
entorno –o Person-Environment fit literature (P-E)– (Kristof-Brown et al. 2005), que sugiere
que los valores de las personas podrían alterar el impacto de las características del trabajo. Es
así que, conforme más se ajustan los recursos puestos a disposición por la organización y los
recursos personales, podría existir una mayor contribución en la dinámica en pro de un óptimo
funcionamiento y cumplimiento de los objetivos por parte de los colaboradores (Edwards y
Shipp 2007).
En esta línea, Hobfoll (2002) plantea la teoría de conservación de recursos (COR), según la cual
los recursos personales (por ejemplo, la orientación colectivista) son fundamentales e incluyen –
además de objetos, condiciones y energías– las características personales como recursos
potenciales. De acuerdo con la teoría COR, las características personales pueden ser recursos
importantes, en la medida en que sean valorados por la persona y faciliten el acceso a otros
recursos valiosos (ej., cultura organizacional), por lo que pueden ser definidos como aquellos
recursos personales que apoyan a los individuos a controlar, manejar e influir de manera exitosa
en su entorno (Hobfoll et al. 2003).
De este modo, de acuerdo con la teoría COR (Hobfoll 2002), y en relación con los recursos
personales, se plantean tres principios para mantener altos niveles de engagement, dentro de la
dimensión del valor de la orientación colectivismo: (i) evitar la pérdida de recursos, (ii) invertir
recursos para promover la generación de nuevos recursos y (iii) considerar la ganancia o pérdida
de recursos como parte de un ciclo que puede dificultar o mejorar las capacidades de las
personas para adquirir recursos en el futuro (Gorgievski y Hobfoll 2008).
Tomando en consideración el modelo JD-R (Demerouti et al. 2001), la teoría COR (Hobfoll
2002) y el modelo de ajuste P-E (Kristof-Brown et al. 2005), se puede inferir que la orientación
colectivismo podría explicar las diferencias en las relaciones entre la cultura organizacional y el
engagement, en la medida en que el individuo perciba que dicho recurso personal se ajusta o no
con las características de la cultura organizacional y, en consecuencia, esté motivado a tener
mayores niveles de engagement. A partir de lo expuesto anteriormente, planteamos la siguiente
hipótesis: H2: La orientación cultural colectivismo explica las diferencias en las relaciones entre
los tipos cultura organizacional y engagement.
21