ResumendeGrupos Fernandez (Todoslostextos)
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Contenidos:
Presentación de la materia
La elucidación crítica: Un modo de lectura
Los tres momentos epistémicos: un ordenamiento de los saberes grupales
De la antinomia individuo-sociedad a la tensión singular-colectivo
El dispositivo grupal
Los grupos como espacios tácticos
A) El campo grupal
Los discursos respecto a la grupalidad fueron organizando una infatigable torre de Babel. ¿Cómo transitar por ella?
Los múltiples campos de intervención instituidos, las variadas técnicas implementadas, la enunciación de discursos
teóricos de diverso origen dibujaron, en su devenir, un cierto recorte disciplinario. Sin embargo no puede
considerarse –hasta el presente- que sea pertinente hablar de un cuerpo teórico sistemático de lo grupal.
Elucidar es una labor propositiva, una exploración acerca de… inacabada, sujeta a revisiones y ajustes provisorios,
aunque no por eso menos rigurosos; se tratará de pensar sobre lo hecho mientras se buscará conocer con mayor
precisión eso que como hecho deberá ser desecho, para entender su irradiada composición, otorgando a la
actividad de-constructiva un lugar central en la tarea de elucidación.
Analizar, por lo tanto, las condiciones de producción de tales saberes: teóricas y epistémicas, pero también
institucionales e histórico-sociales; en síntesis, no sólo lo que una teoría dice, sino las formas históricas de gestión
de los conocimientos que enuncia; no ya la descripción de sus prácticas, sino más bien el análisis de las demandas
a las que tales prácticas dan respuesta.
Un trabajo de elucidación crítica abre la posibilidad de focalizar entre los cursos y recursos de la Babel de los grupos
aquellas áreas de visibilidad sobre los acontecimientos grupales que determinados dispositivos grupales han
posibilitado y cuales han quedado necesariamente invisibles. Lo invisible dentro de una teoría, es el resultado
necesario y no contingente de la forma en que se ha estructurado dentro de ella el campo de lo visible. Sus
invisibles son sus objetos prohibidos o denegados.
En síntesis, el criterio propuesto no se sostiene en la premura de legitimar lo que ya se sabe, sino en abrir
interrogaciones sobre lo enunciado y sus prácticas que permita, a su vez, pensar los problemas de otro modo.
Para una elucidación crítica necesariamente se debe buscar criterios de lectura que se aparten del texto-verdad, es
decir se distancien del supuesto por el cual la práctica de lectura es un acto de revelación; esta forma “bíblica” de
pensar el texto como continente de una verdad revelada-ahí pone al lector en una única posición: el desciframiento;
su práctica-religiosa, se dirige a la repetición descifrada –con mayor o menos fortuna- de las enseñanzas de un
maestro, poseedor de dicha verdad.
La tradición de la teoría crítica ha evitado la producción de sistemas teóricos cerrados, prefiriendo el contrapunto y la
interrogación con diversos sistemas de pensamiento.
En síntesis, el contrapunto y la interrogación como método para que las teorías mantengan su vigor en la subversión
de aquello que se ha cristalizado como obvio. Al mismo tiempo, y desde esta perspectiva, la legitimación del campo
grupal no pasaría por lograr constituir una Teoría de los grupos sino plantearse tal espacio como un campo de
problemáticas en el seno del cual habría que discutir sus criterios de demarcación, los rigores epistémicos y
metodológicos para que sus contrapuntos locales y no globales puedan operar como “caja de herramientas” y no
como patch-work teóricos y donde –en función de lo anterior- se pueda: “diluir el fantasma que atraviesa las
formaciones grupales, fantasma que confunde las acciones en grupo (dispersivas e intrascendentes) con las
experiencias grupales que se realizan orientadas por una concepción desde la cual se analizan y justifican”.
En la constitución de saberes y quehaceres grupales, tales momentos, más que indicar un sentido cronológico,
expresan ciertas formas características de pensar las legalidades grupales. No puede decirse que unos sucedan a
otros linealmente, sino que si bien es posible delimitarlos con cierta claridad, frecuentemente se pueden encontrar
rasgos de un momento epistémico en los siguientes.
El primer momento epistémico se organiza a partir de pensar al grupo como un todo. La influencia de la
Gestaltheorie hizo posible afirmar que en un grupo, el “todo es más que la suma de las partes”. Hay allí una primera
intuición, aquella que otorga a las pequeños colectivos un plus irreductible a la suma de sus integrantes.
Cobran visibilidad conflictos humanos en la producción económica, en la salud, en la educación, en la familia, y las
instancias organizativas de la sociedad pasan a considerarlos como parte de los problemas que deben resolver. Sin
embargo, pareciera suponerse que tales conflictos no pueden ser abordadas mediante los recursos previamente
existentes; exigen nuevas formas de intervención y especialistas adecuados a tales fines.
Desde diferentes puntos de vista se origina una nueva tecnología: el Dispositivo Grupal, y un nuevo técnico: el
coordinador de grupos. Estos movimientos se sostuvieron desde una convicción: el grupo, en tanto todo, es más
que la suma de las partes. Tal plus grupal hace de los grupos, a partir de allí, espacios tácticos con los que se
intentará dar respuesta a múltiples problemas que el avance de la modernidad despliega.
Desde entonces, teorizar el plus grupal ha sido una preocupación constante de las diferentes corrientes grupalistas.
Todas enfrentan una misma dificultad: el plus grupal es fácil de poner en evidencia, pero se vuelve sumamente difícil
producir enunciados teóricos que den cuanta de él y del orden de legalidades que lo sostienen.
En el interior del campo psicoanalítico, la polémica se centrará en dilucidar si los grupos constituyen un campo de
aplicación del saber y la técnica psicoanalítica, o si exigirán la elaboración de instrumentos teóricos y técnicos
específicos; constituirán sus propios contextos de descubrimiento y –lo que es más- si podrán legitimar sus propias
demarcaciones disciplinarias.
El tercer momento epistémico se perfila, justamente, a partir de las dificultades que presentan las disciplinas de
objeto discreto para abordar ciertas realidades disciplinarias sin caer en algún reduccionismo. Si las lógicas de
objeto discreto fueron necesarias para poder realizar las demarcaciones básicas de las disciplinas mas formalizadas
de las ciencias humanas, hoy muchas de ellas se encuentran preocupadas en concentrar otros instrumentos
metodológicos que permitan dar cuenta de aquellas áreas que resisten abordajes unidisciplinarios.
El campo grupal, en la búsqueda de su legitimidad se despliega hoy en la compleja labor de desmontar dos
ficciones siempre recurrentes: la ficción del individuo, que impide pensar cualquier plus grupal y la ficción del grupo
como intencionalidad que permite imaginar que el plus grupal radicaría en que ese colectivo –como unidad- posee
intenciones, deseos o sentimientos.
En análisis crítico de tales ficciones implica un cambio de paradigmas teóricos y una profunda revisión de las
prácticas grupales instituidas. Así, por ejemplo, habrá de transitar la tensión entre las epistemologías de objeto
discreto y la producción de redes transdisciplinarias que permitan crear nuevos pasajes de lo visible o lo enunciable
en el campo grupal. Esto implica, asimismo, la posibilidad de sostener la tensión entre especialidades disciplinarias
y los saberes transversalizados. En el marco de tales objetivos que se ha propuesto un criterio genealógico en el
análisis de saberes y prácticas que permita referir los mismos a su problematización.
Para ello un par antinómico: Individuo vs. Sociedad exige su elucidación crítica. La de-construcción de este a priori
conceptual abre la posibilidad de realizar un pasaje de un criterio antinómico de individuos vs. Sociedades, hacia
una operación conceptual que pueda evitar una “resolución# reduccionista y se permita sostener la tensión singular-
colectivo.
Capítulo 2: A. Antinomia individuo-sociedad
Se pueden puntuar en ese sentido dos formas típicas de “resolver” tal tensión: el psicologismo y el sociologismo. El
primero más frecuente en el pensamiento liberal, conserva la tendencia a reducir los conceptos sociales a conceptos
individuales y psicológicos; el segundo, más frecuente en el pensamiento socialista, ha ido en sentido contrario:
hacia la reducción de los conceptos individuales a una idea globalizada de la historia y de la sociedad, el primero a
favor de una idea abstracta de individuo, el segundo a favor de una idea abstracta de la sociedad.
El sentimiento que experimentan los individuos y los grupos de sus posiciones respectivas y las conductas que dicta
ese sentimiento, no son determinadas inmediatamente por la realidad de su condición económica sino por la imagen
que de ella se hacen, la cual jamás es fiel, sino que es siempre la inflexión del juego de un conjunto complejo de
representaciones mentales.
Obsérvese como desde este tipo de planteos, quedan en cuestionamiento diversas antinomias simultáneamente, así
no sólo lo singular y lo colectivo sino también lo objetivo y lo subjetivo, lo material y lo ideal, la economía y la cultura,
abriendo nuevas formas de enlace entre lo imaginario y lo social.
Capítulo 2 – B. Espacios
1. Espacio científico-académico
Se ha señalado que los primeros intentos para comprender, en el campo de la psicología, la problemática grupal, se
organizaron en un traslado mecánico de conceptos de la psicología “individual” de la época; en reacción a esta
forma de abordaje de corte “individualista” se ubicaron las tesis que se refirieron al grupo enunciando una
mentalidad grupal. Esta polémica se desarrolla en el cruce de un debate entre dos posiciones doctrinarias
encontradas, la tesis individualista y la tesis de mentalidad de grupo; da cuenta, de alguna manera, de la dificultad
de poder comprender la articulación del funcionamiento de las fuerzas sociales con los actos de los individuos.
Para la tesis individualista, los individuos constituyen la única realidad y tiende a negar realidad a los grupos, en
tanto sostiene que los procesos psicológicos ocurren tan sólo en los individuos y estos constituyen las únicas
unidades accesibles a la observación. Por lo tanto, si los individuos son los únicos actores reales, el término grupo
constituye una ficticia abstracción cuando pretende algo más que referirse a la suma de reacciones recíprocas de
los individuos.
Siguiendo esta línea de reflexión, para comprender los fenómenos sociales debemos rastrearlos hasta llegar a las
propiedades de los individuos; de tal forma en tanto éstos son lo únicos actores sociales, los acontecimientos de un
grupo, las instituciones creencias y prácticas, siguen los principios de la psicología individual y son producto de las
motivaciones individuales. En síntesis, no existe en los grupos, en las instituciones, ni en las sociedades, nada que
no haya existido de alguna manera antes en el individuo.
En oposición a las tesis individualistas, se desarrolló la noción de mentalidad de grupo. A partir de la observación por
la cual cuando los seres humanos viven y actúan en grupos, surgen “fuerzas y fenómenos” que siguen sus propias
leyes y que no pueden ser descritos en términos de propiedades de los individuos que los componen.
Algunos autores como Durkheim se refieren al grupo como una entidad mental: “las mentalidades individuales al
formar los grupos originan un ser que constituye una individualidad psíquica de nueva índole. Consideran al grupo
como una entidad distinta de la suma de los individuos; afirmarán asimismo, el efecto de las fuerzas sociales y de
las instituciones sobre los individuos. De acuerdo con esta tesitura el individuo aislado constituye una abstracción;
fuera del grupo no posee carácter definido, si bien sus potencialidades son necesarias para el funcionamiento del
grupo, no son causa de los acontecimientos del mismo. La noción de mentalidad de grupo intenta explicar la
frecuente observación por la cual muchos acontecimientos colectivos exhiben una dirección definida, se desarrollan
y mantienen a menudo sin relación con las intenciones de los individuos, atribuyendo entonces intencionalidad al
proceso en cuestión; en ese sentido es que Asch puntualizó aquello que denominó “la falacia antropomórfica de la
tesis de mentalidad de grupo” ya que, si bien esta corriente parte de una premisa correcta, por la cual se constata
que la acción de un grupo produce efectos que superan los efectos de los individuos aislados, a partir de ello
deduce la existencia de una mente de grupo que otorgaría dirección e intencionalidad a los momentos grupales.
Esta “mente de grupo”, en consecuencia, sería cualitativamente análoga a la “mente individual aunque
cuantitativamente supra individual”
Esta antinomia clásica opera como verdadero a priori conceptual, como premisa implícita desde no sólo se piensa la
articulación de lo singular y lo colectivo, sino también se “lee” el conjunto de acontecimientos grupales.
En las ciencias humanas, los a priori conceptuales forman parte del campo epistémico desde donde se constituyen
las condiciones de posibilidad de un saber, se delimitan las áreas de visibilidad e invisibilidad sus principios de
ordenamiento y sus formas de enunciabilidad.
En las distintas teorizaciones sobre los colectivos humanos denominados pequeños grupos, el a priori individuo-
sociedad constituye una pieza clave en la demarcación de lo posible de ser pensado, en la organización de aquello
que las experiencias grupales demostrarían, como así también en las formas de enunciabilidad de sus
teorizaciones; y lo que es más, el pensar “individuos” vs sociedades” se instituye como una fuerte evidencia, es
decir, como algo natural. En ese sentido, se intenta problematizar, interrogar críticamente los componentes de tal a
priori. Para ello habrá que deconstruir su naturalización, es decir remitir a la Historia.
¿De dónde surge esta concepción antagónica de individuos versus sociedades? Cobra presencia en el escenario
liberal europeo de los siglos XVII y XVIII, pero merece responder hoy a una fuerte revisión por cuanto ¿qué
dimensión es el individuo? ¿Qué dimensión es la sociedad? ¿hasta dónde llegan uno y otra? En realidad, el polo
“individuo” es una perspicaz falacia de las teorías que creen que la sociedad puede definirse como una agregación
de individuos, y a su vez el polo “sociedad” es algo mucho más complejo que su formulación descriptiva. Más aún, lo
más cuestionable consiste, tal vez, en colocar al individuo y a la sociedad en una relación antinómica.
Es entonces que la noción de individuo (sujeto no dividido de la conciencia) que los saberes modernos organizaron
sus reflexiones sobre el Hombre. En forma muy esquemática podría decirse que el a priori conceptual opera en los
diferentes discursos sobre la grupalidad de la siguiente manera:
La especificidad de lo grupal la aportan los individuos que lo forman; habrá que estudiar individuos en
grupos.
La especificidad de lo grupal es aportada por un plus a los individuos agregados; habrá que estudiar
grupos.
Capítulo 2: B. Espacios
2. Espacio ético-pólitico
¿Qué debería priorizarse, los intereses individuales o los intereses colectivos? Puede observarse que también
desde las prácticas y teorías políticas se han ido desarrollando determinadas preocupaciones por los grupos
humanos.
Merece señalarse que uno de los múltiples ejes de debate ha estado centrado en dos concepciones políticas de los
colectivos humanos, bien diferenciadas. Aquella que ha centrado su interés en guiar, concientizar –y por qué no,
muchas manipular- tales colectivos y aquella que ha puesto en énfasis en el protagonismo autogestivo.
Obsérvese que la preocupación con respecto al montaje de dispositivos grupales eficaces en disponer condiciones
de posibilidad para la gestión y la producción colectiva versus la manipulación y la sugestión de tales colectivos
humanos –bien denunciada hace ya tiempo- es un debate teórico-técnico, pero también ético de absoluta vigencia
en el campo grupal. Así por ejemplo, muchos trabajos de elucidación sobre el lugar del coordinador sostienen este
tipo de intereses: como crear, desde la coordinación, condiciones de posibilidad para la producción colectiva, como
vitar deslizarse hacia la sugestión, la manipulación; en síntesis, como no inducir. Estas investigaciones se
despliegan a partir de una convicción, aquella por la cual los pequeños grupos son significados como espacios
virtuales de producción colectiva y por lo tanto portadores de un plus respecto de la producción individual.
La relación grupo-sociedad ha sido tradicionalmente encarada desde una perspectiva de relaciones de influencia,
donde las diferentes posiciones teórico-ideológicas varían según otorguen un mayor o menos grado de influencia de
lo social sobre los movimientos de un grupo: pero, en todas ellas, lo social se ubica como algo exterior al grupo,
sobre el cual recaerá, en mayor o menos medida su influencia. Una variante de esta forma de pensar es plantearse
la relación grupo sociedad en términos de interacción mutua. En realidad, la relación grupo sociedad es un subtema
de la relación individuo-sociedad que tradicionalmente ha sido planteada en términos antagónicos.
En el intento por desdibujar el sentido antagónico de la tensión entre lo singular y lo colectivo, es que resulta
pertinente repensar críticamente aquella noción por la cual los grupos constituyen un campo de mediaciones entre
individuos y sociedades. Solución de compromiso tal vez válida en su momento, frente a la gran dificultad de pensar
las múltiples combinatorias posibles de la tensión antes mencionada, pero que hoy merece revisarse.
La noción de los grupos como campos de mediaciones ha intentado resolver la tensión entre lo singular y lo
colectivo a través de categorías de intermediación. Otra manera de “resolver” la tensión aludida, suele ser la
negación de la especificidad de los acontecimientos grupales; puede encontrarse en aquellas formas de abordaje
donde el dispositivo grupal es visualizado sólo como un espacio-escenario de despliegue de las singularidades, en
sus diversos juegos especulares, pero excluyendo toda posibilidad de especificidad en el agrupamiento en sí mismo.
Esta categorización de los grupos como mediadores, es decir, como espacios intermedios entre “individuos” y
sociedades” lleva implícito cierto concepto operativo, a través del cual dados dos conjuntos diferentes previamente
demarcados habrá que, posteriormente, buscar sus relaciones, sus puentes articuladores.
El pensamiento de lo intermediario (la cualidad de medio) es una de las categorías más pregnantes de la historia de
las ideas. Atraviesa todo el campo de la filosofía occidental: en su apogeo con Platón, se impondrá aun a las
corrientes pre racionalistas y racionalistas y luego volverá con más fuerza en el siglo XIX en las disciplinas cuya
tarea consistirá en dar cuenta de la transformación temporal o de un vínculo entre organizaciones heterogéneas.
Se vuelve necesario un cambio de paradigma; de un criterio antinómico de individuos vs. Sociedades hacia una
operación conceptual que pueda evitar una falsa resolución reduccionista y se permita sostener la tensión singular
colectivo. Singularidad descamada de soportes corporales indivisos. Colectividad que en las resonancias singulares
produce anudamientos-desanudamientos propios.
Singularidad y colectividad que sólo sosteniendo su tensión harán posible pensar la dimensión subjetiva en el
atravesamiento del deseo y la historia.
En un intento, aún provisorio, de superar ciertos impasses que reduccionismos señalados y la categoría de
intermediarios plantean, se enuncia en este trabajo la necesidad de pensar lo grupal como un campo de
problemáticas atravesado por m´pultiples inscripciones: deseantes, históricas, institucionales, políticas, económicas.
Lo grupal en un doble movimiento teórico: el trabajo sobre sus especificidades y su articulación con las múltiples
inscripciones que lo atraviesan. Nueva manera de pensar Lo Uno y Lo Múltiple, intentando superar los encierros que
la lógica del objeto discreto impone, abriendo la reflexión hacia formas epistémicas pluralistas, transdisciplinarias.
Más que buscar los requisitos epistémicos para construir el objeto teórico grupo se presentan los grupos como
nudos teóricos. Nudos constituidos por múltiples hilos de unidades disciplinarias que se enlazan en el pensar lo
grupal. Esto implica un movimiento bascular por el cual se vuelve imprescindible sostener las categorías de análisis
específicas, particulares, de los recortes disciplinarios y, al mismo tiempo, mantener su problematización
permanente atravesándolas con las categorías de otras territorialidades disciplinarias que enlazan los nudos
teóricos grupales.
Estas lógicas de objeto discreto, imprescindibles, seguramente, en los momentos fundacionales de las ciencias
humanas, suelen ocasionar sus propias dificultades para comprender situaciones de transferencias múltiples en
diferentes territorialidades, Podría pensarse que en la actualidad han comenzado a producir un obstáculo epistémico
en la reflexión de lo grupal.
La aparición de propuestas transdiciplinarias da cuenta del surgimiento de otras formas de abordaje de la cuestión,
así como de la necesidad de utilizarse criterios epistemológicos pluralistas. Habla asimismo de la resistencia de
ciertos procesos de simplificación unidisciplinaria y sugiere la oportunidad de desdibujamientos de individuos y
sociedades, en intentos de comprensión que aborden estos problemas desde el centro mismo de su complejidad.
Con su propuesta de atravesamientos disciplinarios, esta tendencia se inscribe en un nuevo intento de superación
de los reduccionismos psicologisistas o sociologisistas. Sin embargo, pareciera abarcar es espectro más amplio de
cuestiones; por un lado pone en jaque las configuraciones hegemónicas de ciertas disciplinas “reinas” o saberes
arquetípicos a los cuales se han subordinado otras territorialidades disciplinarias; tiene como una de sus premisas
más fuertes la implementación de contactos locales y no globales entre los saberes; de tal manera que los saberes
que las disciplinas reinas habían satelizado recobren su libertad de diálogos multivalentes con otros saberes afines.
A) El dispositivo grupal
A. Introducción
Creemos que los grupos constituyen un campo de problemáticas imposibles de abarcar desde una sola disciplina,
en donde se producen múltiples atravesamientos. Estamos en presencia también de nudos teóricos, anudados
campos de problemáticas, necesarios de teorizar en el centro mismo de su complejidad.
Deberemos recurrir a las diferentes disciplinas presentes en tal atravesamientos, operando con ellas como, al decir
de Foucault, con una “Caja de herramientas”.
Consideramos que el llamado contexto, sea institucional y/o social, es en rigor, texto del grupo. Es decir, no hay una
realidad externa que produce mayores o menores efectos de la influencia sobre los acontecimientos grupales, sino
que son parte del propio texto grupal, en sus diversas modalizaciones; son, por ende, fundante de cada grupo, más
que escenografía, drama grupal.
B. El dispositivo Grupal
Dados un tiempo, un espacio, un número de personas y algún objetivo común, se crean las condiciones de
posibilidad para que un agrupamiento se constituya en un grupo. Tiempo, espacio, número de personas y objetivo,
conforman un dispositivo. Esto es una virtualidad, pero específica y propia de ese grupo y no de otro.
Serialidad Grupos
Intentaremos focalizar el proceso grupal más que como juegos tensionales de fuerzas, como una dialéctica de una
totalización en procesos. La vida de los grupos está hecha de una permanente tensión entre estos dos polos
extremos. Por lo tanto esta tensión será la que constituya el motor de la dialéctica de los grupos.
Un grupo se estructura como tal, más que por su tarea, cuando va consolidando un conglomerado de
representaciones imaginarias comunes (red de identificaciones cruzadas, ilusión y mitos grupales, la institución
como disparador de lo imaginario grupal). La tarea es convocante de un grupo, más que estructurante del mismo.
Repetición-reproducción Creatividad-transformación
Determinadas coordinaciones favorecen la tendencia del grupo en uno u otro sentido. Esto se verá ligado a los
objetivos implícitos o explícitos que la institución, real o imaginaria, en que se inscriba tenga planteados, como
asimismo a las ilusiones y mitos grupales en que se estructura el grupo, la red de identificaciones que ligue a sus
miembros, como también los aspectos transferenciales que con la coordinación y la institución establezca.
El grupo se estructura sobre la base del interjuego de mecanismos de asunción y adjudicación de roles. En la
sociedad los roles preexisten a los individuos, bajo formas de conducta a asumir en función de la situación que
ocupen, o sea de la posición.
Para Pichón Riviere el rol “es un modelo organizado de conducta relativo a una cierta posición el individuo en una
red de interacción ligado a expectativas propias de los otros.”
Estos mecanismos hacen referencia a la posición en que cada uno de los integrantes de un grupo se ubica en esta
red de interacciones; dicha red estará íntimamente referida a la historia de ese individuo, tanto como a su forma de
inserción en el grupo. La tarea que dicho grupo realice constituye su finalidad y va a estar basada en:
Lo implícito: en la elaboración de dos ansiedades básicas, el miedo a la pérdida y el miedo al ataque. (Estas
ansiedades configuran la resistencia al cambio).
En el interjuego de roles se pueden destacar tres de ellos: El portavoz, el chivo emisario y el líder. Son roles
funcionales y rotativos, dependiendo de la situación grupal.
El portavoz es el miembro que un momento denuncia el acontecer grupal, las fantasías que lo mueven, las
ansiedades y necesidades de la totalidad del grupo.
El chivo emisario, entiende la depositación en un miembro del grupo de los aspectos negativos o atemorizantes del
mismo o de la tarea.
Por líder entiende la depositación en un miembro del grupo los aspectos positivos.
Reformulaciones
Nos resulta más preciso abordar la estructuración del grupo desde la producción de sus formas propias, esto es, las
formaciones imaginarias grupales.
Transversalidad: en tanto delimitamos grupos como campo de problemáticas, estos están atravesados
permanentemente por múltiples inscripciones: deseantes, institucionales, ideológicas, socio históricas, etc.
Los procesos imaginarios dentro de un grupo no constituyen la suma de los imaginarios individuales. Un grupo
produce formas imaginarias propias. Dentro de las formaciones imaginarias incluimos:
La red de transferencias.
La red de identificaciones es una red móvil y es a su vez una matriz de identificaciones y una matriz identificatoria;
es decir es lo que identifica a este grupo de otro grupo; es lo que diferencia de los demás grupos, es lo que habla de
la subjetividad grupal.
Los procesos identificatorios que se producen en los grupos van a funcionar como motor de la vida de los mismos.
Así como las identificaciones son el motor de la vida de los grupos, las transferencias son las posibilidades de que
dichas identificaciones se den, brindando el campo propicio para que se realicen.
Nosotros pensamos que los coordinadores entran, quiéranlo o no, dentro del circuito libidinal del grupo. Más aún,
pensamos que el grupo se dinamiza, se recrea y se torna más productivo cuanto más jueguen dentro de él los
distintos vértices de la redes de identificaciones y de la transferencia, formas estrictamente grupales que le dan
movilidad y perfil propio al grupo.
La ilusión Grupal
Una ilusión no es lo mismo que un error, ni es necesariamente un error. Es una creencia engendrada por el impulso
de satisfacción de un deseo prescindiendo de su relación con la realidad.
Para Anzieu, la ilusión grupal es un estado psíquico particular que se observa tanto en grupos naturales como en
terapéuticos o de formación y que se expresa en frases tales como “Estamos bien juntos”, “somos un buen grupo”.
Nosotros entendemos por ilusión grupal aquello que un grupo dado cree que es, cree que puede realizar, todo grupo
necesita creer que es lo que desea ser, para poder lograr sus objetivos, sólo desea una ilusión obtendrá la fuerza
necesaria para lograrlos, para enfrentar sus adversidades, sostener sus creencias. La ilusión creará las condiciones
para llegar a un “nosotros”, desarrollar una pertenencia, organizar un código común.
Existe una estrecha relación entre las ilusiones grupales y los mitos del grupo. A su vez, estas dos formaciones en
su conjunto integran lo que denominamos novela grupal, que da cuenta de la modalidad típica de las
escenificaciones fantasmáticas que ese grupo ha construido a lo largo de su historia.
Mito Grupal
El mito está inscripto necesariamente en el origen novelado del grupo mientras que la ilusión tiene siempre un
referente prospectivo. Definimos mitos grupales como aquellas producciones imaginarias que conforman el
imaginario grupal, dando cuenta de la historia del origen fantasmático de un grupo; apoyadas en la historia real y
entrecruzada a su vez con la ilusión grupal. Los mitos son siempre relatos, se refieren a la narración de un origen, la
eficacia simbólica del mito opera siempre en virtud de su repetición.
El grupo se inscribe en un sistema institucional dado, de la misma manera que la institución sólo vive en los grupos
humanos que la constituyen. El coordinador, junto con las normas formales explicitadas para la organización del
grupo, serán los elementos que indicarán el sistema institucional en el que el grupo se inscribe.
El campo grupal – Capítulo 1
Reconoce su origen en el italiano groppo o grupo, que aludía a un conjunto de personas esculpidas o pintadas,
pasando hacia el siglo XVIII a significar reunión de personas.
B. Líneas de Significación
Pareciera que una de las primeras acepciones del término italiano grupo aludía a nudo.
Círculo Cohesión
El vocablo grupo, en su acepción actual, se produce en aquel momento histórico que vuelve necesaria tal palabra
para las producciones del mundo social.
B) ¿Legitimar lo grupal? Hegemonía y Contrato público (Instituciones estalladas)
De algún servicio hospitalario o centro de salud me solicitan asesoramiento sobre “grupos”. Al explorar el encargo,
se evidencia que el grupo se haya dividido entre quienes impulsan la actividad propuesta y quienes se niegan a ella.
Ante nuestra propia pregunta “¿por qué aparece en ustedes la inquietud de trabajar con grupos?”. La respuesta
suele ser “no damos abasto con los tratamientos individuales, dada la cantidad de pacientes que concurren al
servicio”.
En general, en la mayoría de los equipos de trabajo que nos consultan el interés de trabajr con grupos surge por esa
cantidad de pacientes. Más allá de que esta situación nos parezca una condición suficiente para trabajar con
grupos, la lógica del planteo parecería ser la siguiente:
1) Se realizan las adaptaciones mínimas e indispensables del contrato privado, para trabajar en el espacio público.
Diván por entrevista cara a cara, encuentros semanales de media hora, etc.
2) Cuando aún así el servicio queda desbordado, comienza a pensarse la posibilidad de dispositivos grupales,
modificando lo menos posible las formas privadas de trabajo grupal.
Así las cosas, ¿no deberemos repreguntarnos por el significado de palabras tales como asistir, atender, apciente,
tratamiento, sobre todo en esta hora de reconstrucción de las instituciones del Estado mientras tengamos tiempo?
La queja tan repetida de “no damos abasto con la cantidad de pacientes creo que deberíamos desglosarla:
3) No damos abasto
En este sentido, poco hace a la diferencia si el servicio amplia sus ofertas trabajando con grupos psicoterapéuticos,
sin re-pensar también para ellos sus dispositivos y contratos al pasar del espacio privado al espacio público.
Pero ¿y si tratamos de cambiar el punto de mira, esto es, si tratamos de pensar el espacio público en su positividad?
Cambiar la óptica significaría poder imaginar qué particularidades pueden generarse en el espacio público no
pensables en el espacio privado. Poder pensar cómo trabajar allí “en positivo” implicaría analizar tal compleja
realidad institucional y, desde allí elaborar colectivamente estrategias asistenciales diversas; ampliar la noción de
asistencia de tal manera que, en tanto los servicios realicen abordajes comunitarios previos, trabajen con instancias
institucionales intermedias en la zona, produzcan multiplicadores asistenciales, etc, lleguen al mismo la menor
cantidad de pacientes.
Clase 2 El campo grupal – Capítulo 7
Contenidos:
El criterio de operar en una sola línea de organizadores se vuelve restrictivo para pensar lo grupal. Se plantea la
necesidad de abrir el pensamiento de lo grupal hacia lógicas pluralistas que legitiman epistemológicamente
atravesamientos disciplinarios.
Un criterio transdisciplinario supone replantear varias cuestiones. En primer lugar, un trabajo de elucidación crítica
sobre los cuerpos teóricos involucrados, que desdibuje una intención legítimamente de lo que ya se sabe para poder
desplegar la interrogación de hasta dónde sería posible pensar de otro modo. Implica asimismo el abandono de
cuerpos nocionales hegemónicos de disciplinas “reinas” a cuyos postulados se subordinan disciplinas satelizadas.
Se piensa que el llamado contexto es en rigor texto del grupo. Es decir que no hay una realidad externa que produce
mayores o menores efectos de influencia sobre los acontecimientos grupales, sino que tal realidad es parte del
propio texto grupal, en sus diversas modalizaciones; es por ende fundante de cada grupo; más que escenografía,
drama grupal.
El texto grupal tiene un poder generador de sentidos. Implica un juego infinito donde el sentido que en algún
momento de lectura se le otorga, no agota su productividad. El texto mismo es un permanente generador de
sentidos, que en virtud de sus atravesamientos se inscriben en múltiples significaciones.
Estas consideraciones intentan desdibujar el adentro y el afuera grupal en tanto entidades sustancializadas y
pensadas en partes de opuestos, es refutado este criterio antinómico.
La dimensión institucional no se agota en sus aspectos funcionales. Tiende a normativizar el tipo de enunciados que
es pertinente en cada una de ellas autorizando algunos y excluyendo otros. En ese sentido una institución es una
red simbólica socialmente sancionada en la que se articula a su componen funcional un componente imaginario.
Ejemplo: Cuando en 1984 al retomar la democracia a la universidad se propuso como primera consigna de clase
que los alumnos formen un círculo y se presenten, esto generó efectos de confusión y pánico. Durante la dictadura
el anonimato era la forma de conservar la vida en las aulas. El peligro real había pasado, sin embargo en lo
imaginario institucional operaba manteniendo determinadas significaciones imaginarias que impedían cualquier
agrupamiento, identificación individual, etc.
Ahora bien, lo imaginario institucional puede promover o incentivar la producción grupal. Y en sentido contrario hay
grupos que alcanzan sus momentos de mayor despliegue productivo desde utopías grupales fuertemente contra
institucionales.
La inscripción institucional de los grupos constituye su impensado, lo invisible. Se piensa grupo se inscribe en un
sistema institucional dado, de la misma manera que la institución sólo vive en los grupos humanos que la
constituyen.
G. Algunos impensables
1) Niveles de funcionamiento
Se está haciendo referencia a los efectos implícitos que laten – insisten, produciendo significaciones imaginarias
donde se atraviesan diversas inscripciones (identificatorias, transferenciales, transgresivas, ideológicas, juegos de
poder, etc).
2) La coordinación
Se toma en consideración otro descubrimiento que se opera en la actualidad demarcando otro espacio para el lugar
de la coordinación y la función interpretante. Forma de interpretación que puntúa insistencias, interroga rarezas,
resalta sinsentidos y paradojas. Lugar de coordinación que renuncia a un saber de certezas, evita el cierre de
sentidos.
Por otro lado en la figura del coordinador no sólo se transfieren imagos familiares, sino también transferencias
institucionales; así muchas veces éste es vivido como “el representante” de la institución. Este criterio amplio de
transferencia suele quedar en invisibilidad en la lectura de los acontecimientos grupales. De tal forma, se cran las
condiciones para des contextuar al grupo. Pero si el contexto es texto del grupal, en realidad, de-textúan, es decir,
vacían al grupo de la dimensión socio-institucional que late en él permanentemente.
3) El contrato
Nunca está todo dicho en un contrato. Sus dimensiones no dichas, implícitas, operan sus efectos en latencia. A
partir de allí se puede inferir que en el contrato grupal se instala también una cierta concepción de las cosas que no
son las mismas fuera de ese mundo, es decir se produce un sistema de significaciones que construye –y da sentido-
al contrato grupal.
A - Contribuciones del psicodrama a la psicoterapia - Albizuri de García
El teatro de la espontaneidad y el teatro terapéutico son los antecesores del psicodrama como ciencia. En el caso
del psicodrama, si bien el público resuena con lo representado, es el protagonista el que logra una catarsis pues
representa su propio drama.
Para que a través del drama representado se produzco un efecto catártico, tiene que existir una verdadera
espontaneidad y creatividad, dice Moreno, pues de lo contrario será una mera repetición.
b) La teoría de los roles: Para Moreno, el rol es el conjunto de posiciones imaginarias asumidas por el individuo
durante su infancia, en la relación con los demás. Es el yo que emerge de los roles. Algunos roles quedarán
inhibidos, necesitando posteriormente ser rescatados (función del psicodrama).
c) La psicoterapia grupal: La psicoterapia de grupo es un método para tratar conscientemente, en el marco de una
ciencia empírica, las relaciones interpersonales y los problemas psíquicos de los individuos de un grupo.
El método del psicodrama toma la representación dramática, la escena, como núcleo del abordaje y la exploración
del ser humano y sus vínculos. En la escena el individuo puede representar sus conflictos pasados y presentes, y
también volcar sus temores, expectativas, proyectos y dudas sobre el futuro, explorando sus relaciones con el
presente y pasado.
2) Escena dramática: Es la representación propiamente dicha. Los yo-auxiliares serán los encargados de encarnar
los personajes que el protagonista eligió.
3) El compartir: Lugar donde el grupa participa terapéuticamente. El grupo devuelve, comparte, sus sentimientos y
vivencias, tolo lo que les fue sucediendo durante la escena, las resonancias que esta produjo.
Las diversas técnicas dramáticas utilizadas por Moreno fueron tomadas en relación a su teoría de la evolución del
niño. Algunas de ellas son la técnica del doble, del espejo e inversión de roles.
Escenario: Es el espacio vital que brinda la posibilidad de nexos y conexiones entre lo imaginario, lo simbólico y lo
real.
Protagonista: Es quien protagoniza su propio drama. Se representa a sí mismo y sus personajes son parte de él.
Director: Esta atento a toda información o dato que da el protagonista para incluirla en la escena guía y ayuda a
llegar a la escena con espontaneidad (a través del caldeamiento).
Yo-auxiliar: Dramatiza los roles que le indique el protagonista y que necesita para realizar la escena.
El público: es el grupo terapéutico. Este resuena con lo que recibe desde la escena, aportando opiniones,
expresando efectos, asociando con su propia historia.
Psicodrama psicoanalítico
La teoría moreniana, si bien resulta poco sólida comparada contra la psicoanalítica, tiene aspectos que se
complementan con esta. La escena dramática para nosotros es leída desde el psicoanálisis. La valorizamos como
una vía de abordaje a lo inconsciente.
B – Psicodrama psicoanalítico. Reflexiones sobre el movimiento francés y argentino – Pavlovsky
Clase 3
Contenidos:
La dramatización inicial paciente era denominada texto escrito y la producción dramática texto dramático. Este sería
la suma global de lo dramatizado. El texto dramático era el atravesamientos de la escena original por las múltiples
subjetividades de los integrantes a través de la multiplicación dramática.
Sosteníamos que en la escena original del protagonista están inscriptas las posibilidades de las multiplicaciones
grupales y decíamos que la escena original era una escena abierta.
La escena original contiene en su misma estructura las futuras escenas improvisadas y las escenas de la
multiplicación dramática también contienen la singularidad de la original, pero organizada de otro modo, vista desde
otros ángulos, mirada desde otro punto de vista.
Siniestro es aquello que me posee sin saberlo. Patético es el reconocimiento de esa posesión. Pero el
reconocimiento se transforma es un gesto liberador. Dramatizar en un grupo es también patetizar los fantasmas.
Jugar con ellos y entre ellos. Exorcizarlos. Como los niños elaboran sus ansiedades más terroríficas jugando con
sus propios fantasmas.
A – La multiplicación dramática – Kesselman y Pavlovsky
Capítulo 1
Es importante aclarar que la multiplicación dramática no la consideramos una técnica sino una nueva forma de
pensar el dispositivo grupal.
-Las improvisaciones que cada integrante del grupo realizará en forma de escenas por el efecto de resonancia que
en cada integrante produce la escena inicial.
No culminar una escena dramáticamente elaborada previamente por un grupo es una forma de RESISTENCIA,
frente a otra escena no visible a la que se resiste.
La dramatización es fallida por el fenómeno de la ROSTRIDAD TATO que impide que las fantasías circulen
libremente en el “juego” creado por el grupo. La circulación se atasca en Tato. Deleuze da un ejemplo de la rostridad
como aquello que captura toda la energía circulante y no la expande.
La multiplicación dramática son líneas de desarrollo, rizomas, raíces de raíces, historias y no una historia central,
historias que se entrecruzan vertiginosamente y que producen flujos y cortes. Una multiplicación de una escena
original (perdida) da origen a una multiplicación de otra multiplicación que da lugar a una serie de otras
multiplicaciones que crecen de ellas mismas, no siempre de la primera escena original, sino de ellas mismas. Son
arborizaciones que no crecen de una raíz (escena central) que dará un tallo (multiplicación) que dará un follaje.
Las multiplicaciones no son siempre metáforas, remiten a otro tipo de significantes, imágenes que se ponen en
movimiento a través de la multiplicación dramática en el grupo como retornos de sentido en forma de escenas de
imágenes…. No es que esa multiplicación signifique algo… retornan los múltiples sentidos en forma de imágenes,
trozos de escenas, esbozos de diálogos posiciones corporales que a su vez den lugar a otras multiplicaciones.
Capítulo 2
La leyenda tiene como función transmitir encubridoramente, los designios del destino del mito de origen. Lo que no
estaba aparentemente presente en la escena primera, ¿una escena faltante? A la que podríamos llamar escena
oculta, o trozo oculto de la escena es la que se podría amplificar en el camino de retorno hacia las raíces, hacia el
mito, es decir, en una hipótesis curativa que a través de la amplificación estética permite desandar la leyenda hasta
encontrarse con el mito. Esto sería la desmitificación y esta desmitificación, camino de desilusión de la novela
personal del terapeuta, es nuestra definición de cura.
Lo íntimo no se devela indagando cada vez más al otro “dentro del otro” sino subjetiva y proyectivamente
consonando y resonando con el otro, en los otros y cuyas intimidades resonantes son trozos que completan como
un puzzle la propia intimidad y viceversa. Esta es, para nosotros, la base de la Multiplicación Dramática.
Cuando la Multiplicación sobre lo personal de una escena traumática no culmina a su tiempo dando lugar a la
próxima Multiplicación es que se está dando en el taller una nueva forma de resistencia: la multiplicidad, que no es
ya la resistencia a dramatizar sino la resistencia a multiplicar. Parecería que se multiplica o se sigue multiplicando
porque los integrantes siguen proponiendo escenas, pero en realidad sigue siendo un poco más de la misma cosa.
Capítulo 3
Así el trabajo sobre “Escenas temidas” del coordinador de grupo permite internarse en el tema de la exploración y
resolución de la contratransferencia en dinámica de grupos, colocando el foco de atención sobre la persona del
coordinador, sus miedos básicos y sus formas defensivas durante su actuación en el proceso grupal. La escena
temida es una vía regia para el estudio de la psicopatología vincular.
Cada escena propuesta por un individuo de un grupo de formación alcanza su máxima significación o totalización a
través de las múltiples subjetividades con que consuena y resuena en cada uno de los integrantes del grupo. Algún
personaje, gesto de los participantes, el mismo clima grupal de la escena inicial propuesta, provocan –en los que
observan y protagonizan- una sensación de “haber sido tocado” que llamamos CONSONANCIA, a través de la cual
la persona puede construir otra escena grupal o realizar un gesto personal que “multiplica” la escena inicial. A esto
llamamos RESONANCIA.
Capítulo 4
Ritornelo: Conjunto de materias de expresión que traza un territorio, y que se desarrolla en motivos territoriales, en
paisajes territoriales. El concepto de ritornelo incluye un esbozo de un centro estable y tranquilo, estabilizante y
tranquilizante, en el seno del caos. Lo ordena. Le organiza a quien lo traza, una andadura y lo orienta a cerrarlo o a
abrirlo a nuevos territorios.
Estar molecular: Para el coordinador, en su estar molecular, el eje de su actividad no está centrado en la
comprensión sino en la percepción de líneas que se van trazando y van surgiendo a partir del diálogo y de los
diferentes códigos corporales de los participantes. Una escena sería vista no sólo como representación de algo sino
una línea más a desanudar, de un territorio a otro territorio, las escenas son líneas de fuga que permitirían pasar de
un territorio a otro o aquellas líneas que nos llevarían a otra escenografía y a otras intensidades.
Estar Molar: En cambio en el proceso de contratransferencia molar, la escenografía del coordinador aparece como
más recortada de los actores del drama, más limitado por el escenario social dramático. Está más pendiente de las
puntuaciones y cortes que lo hacen intervenir y las líneas –que en un primer momento podían bocetarse sin
orientación de sentido alguno- ahora intentan ordenarse según líneas de sentido posible. Adquiere gran rostridad
haciendo interpretaciones y dando consignas según le indica su experiencia y sus esquemas referenciales.
B - Escena, drama proyecto de instituciones – Kononovich
B - Contexto de referencia y sentidos del término institución – Montenegro
Clase 4
Se refiere al conjunto de significaciones por las cuales un colectivo – un grupo, una institución, una sociedad- se
instituye como tal.
Es decir que una sociedad es también un sistema de interpretación del mundo, de construcción, de creación,
invención de su propio mundo.
Estas significaciones son imaginarias porque están dadas por creación o invención, es decir, no corresponden a
elementos estrictamente reales, y son sociales porque sólo existen siendo objeto de participación de un ente
colectivo o anónimo.
Castoriadis distingue entre imaginario social efectivo (instituido) e imaginario social radical (instituyente). Al principio
pertenecerían aquellos conjuntos de significaciones que consolidan lo establecido; en esta dimensión los universos
de significaciones operan como organizadores de sentido de los actos humanos estableciendo líneas de
demarcación de lo lícito y lo ilícito, de lo permitido y lo prohibido, lo bello y lo feo, etc.
Los nuevos organizadores de sentido y las prácticas sociales que los hacen posibles refieren a lo imaginario social
no instituido, radical, instituyente siempre, utópico a veces, que da cuenta de la existencia de deseos que no se
anudan al poder, que desordenan las prácticas, desdisciplinan los cuerpos, deslegitiman sus instituciones y en algún
momento instituyen nueva sociedad.
Es decir que la producción de significaciones de un pequeño grupo se hallan presentes como un verdadero
anudamiento, líneas de significación propias y específicas de ese grupo, atravesadas por la dimensión institucional y
socio-histórica. Lo que tradicionalmente se ha denominado contexto de un grupo, es en realidad texto grupal.
Si esta dimensión de lo Imaginario Social es lo que mantiene unida a una sociedad cobra especial relevancia una
cuestión histórica: la génesis de sentido, es decir la producción de nuevos sistemas de significación. Se alude aquí a
los procesos de transformación –en el plano de la subjetividad- de una sociedad.
Ubicar la naturaleza social del poder supone interrogar sobre la inscripción de sus dispositivos no sólo en la
organización de una sociedad y sus inscripciones, sino también su inscripción en la subjetividad de hombres y
mujeres; supone, por ejemplo, indagar cómo operan en tal registro las tecnologías sociales de manipulación de los
deseos, temores, esperanzas, anhelos, amenazas, etc.
Los dispositivos de poder exigen como condición del funcionamiento y la reproducción del poder no sólo de
sistemas de legitimación, enunciados, normativas y reglas de justificación, sanciones de las conductas no deseables
(discursos del orden) sino también prácticas extra discursivas: necesita de de soportes mitológicos, emblemas,
rituales que hablen a las pasiones y en consecuencia disciplinen los cuerpos.
Más que a la razón, el imaginario social interpela a las emociones, voluntades, sentimientos, sus rituales promueven
las formas que adquirirán los comportamientos de agresión, de temor, de amor, de seducción que son las formas en
que el deseo se anuda el poder.
Instituido-Instituyente
Una sociedad es también un sistema de interpretación del mundo: es decir de construcción, creación, invención de
su propio mundo; en tanto tal puede percibir como peligro cualquier desmentida a su sistema de interpretación del
mundo: estas situaciones suelen ser vividas como ataques a la identidad y las diferencias son entonces imaginadas
como amenazantes.
Los mitos que una sociedad instituye son cristalizaciones de significación que operan como organizadores de
sentido del accionar, pensar y sentir de los hombres y mujeres que conforman una sociedad, sustentando a su vez
la orientación y legitimidad de sus instituciones.
Esta invisibilización de lo diverso no sólo deja sin lugar a la singularidad, sino que, a través de estos discursos
molares, universalistas, se invisibiliza el proceso socio-histórico de su construcción presentando como realidades
naturales y a-históricas y-por lo tanto inmodificables- aquello que es producto, efecto de su eficacia.
Estas cristalizaciones de sentido, los mitos sociales, al instituir un “real” pero vivido por los actores sociales como la
realidad objetiva organizan las formas de los lazos sociales, es decir que institucionalizan tanto las relaciones
materiales como las subjetivas de las personas. Por lo tanto, prescriben en forma explícita e implícita cómo deben
ser desde los contratos laborales hasta las relaciones sentimentales entre géneros sexuales: son, por ende, una
verdadera fuerza material del campo social.
A - Los imaginarios sociales: del concepto a la investigación… - Fernandez
Se indagó qué tematizan (los estudiantes) y a qué hacen referencia los discursos y las prácticas relevadas en los
dispositivos sometidos a indagación. En otras palabras, qué denotan y qué connotan. Se identificaron recurrencias,
excepciones y relaciones de combinación y transformación. Estos conjuntos heterogéneos son la base de la
operación conceptual para el estudio de las producciones de los imaginarios sociales en las instituciones, partiendo
de entender que estos actúan como una potencia enunciativa en la producción de subjetividad.
En el caso de las Jornadas de Cátedra, el diseño crea condiciones para poner de relevancia la diversidad.
Diversidad de producciones en los talleres. Así el dispositivo dispone para romper la unidad de palabra y concepto y
crea condiciones de posibilidad para los deslizamientos de significantes a lo largo de todo el taller y los habilita para
circular al modo de flujos y dispone a lo múltiple, al disparate, el sin sentido. Cada elemento así jugado abre a un
devenir insospechado y en un modo rizomático disparando a su vez líneas de fuga.
Distinguir y puntuar insistencias, estas son las operatorias puestas en juego en el trazado de líneas de sentido. Algo
insiste en sucesivas y salteadas escenas.
A - Imaginarios estudiantiles y producción de subjetividad – Fernández
A – Políticas – Deleuze
Individuos o grupos estamos hechos de líneas, de líneas de muy diversa naturaleza. Un primer tipo de línea sería
segmentaria, de segmentariedad dura. En resumen, todo tipo de segmentos bien determinados, en todas
direcciones, cortándonos en todos los sentidos: paquetes de líneas segmentarizados. Pero al mismo tiempo
tenemos unas líneas de segmentariedad mucho más flexibles, en cierta medida moleculares. Son líneas que trazan
pequeñas modificaciones, se desvían, esbozan caídas o impulsos, sin que por ello sean menos precisas, puesto
que incluso llegan a dirigir procesos irreversibles.
Pero aún tenemos un tercer tipo de línea, que todavía es mucho más extraña: como si algo nos arrastrara a través
de nuestros segmentos, pero también a través de nuestros umbrales, hacia un destino desconocido, imprevisible, no
preexistente. Esta línea es simple, abstracta y sin embargo es la más complicada de todas, la más tortuosa: es la
línea de gravedad o de celeridad, la línea de fuga y de mayor pendiente.
1 y 2) Principios de conexión y de heterogeneidad: Cualquier punto del rizoma puede ser conectado con cualquier
otro, y debe serlo. Eso no sucede en el árbol ni en la raíz, que siempre fijan un punto, un orden. En un rizoma, por el
contrario, cada rasgo no remite necesariamente a un rasgo lingüístico: eslabones semióticos de cualquier
naturaleza. Se conectan en el con formas de codificación muy diversas, eslabones biológicos, políticos, económicos,
etc…, poniendo en juego no sólo regímenes de signos distintos, sino también estatutos de estados de cosas.
3) Principio de multiplicidad: Las multiplicidades son rizomáticas y denuncian las pseudo multiplicidades
arborescentes. Una multiplicidad no tiene ni sujeto ni objeto, sino únicamente determinaciones, tamaños,
dimensiones que no pueden aumentar sin que ella cambie de naturaleza. Un agenciamiento es precisamente ese
aumento de dimensiones en una multiplicidad que cambia necesariamente de naturaleza a medida que aumenta sus
conexiones. En un rizoma no hay puntos o posiciones, como ocurre en una estructura, un árbol o raíz. En un rizoma
sólo hay líneas.
4) Principio de ruptura a-significante: Un rizoma puede ser roto, interrumpido en cualquier parte, pero siempre
recomienza según esta o aquella de sus líneas, y según otras. Es imposible acabar con las hormigas, puesto que
forman un rizoma animal que aunque se destruya en su mayor parte no cesa de reconstruirse. Todo rizoma
comprende líneas de segmentariedad según las cuales está estratificado, territorializado, organizado, significado,
atribuido; pero también comprende líneas de desterritorialización según las cuales se escapa sin cesar. Hay ruptura
en el rizoma cada vez que de las líneas de segmentarias surge bruscamente una línea de fuga, que también forma
parte del rizoma. Esas líneas remiten constantemente unas a otras.
5 y 6) Principio de cartografía y de calcomanía: La lógica del árbol, de la estructura, es una lógica del calco y de la
reproducción. Muy distinto es el rizoma, mapa y no calco. El mapa es abierto, conectable en todas sus dimensiones,
desmontable, alterable, susceptible de recibir constantemente modificaciones. Contrariamente al calco, que siempre
vuelve a lo mismo, un mapa tiene múltiples entradas.
Un rizoma no está hecho de unidades, sino de dimensiones o más bien de direcciones cambiantes. No tiene ni
principio ni fin, siempre tiene un medio por el que crece y desborda. Constituye multiplicidades lineales de n
dimensiones, sin sujeto ni objeto.
El rizoma está relacionado con un mapa que debe ser producido, construido, siempre desmontable, conectable,
alterable, modificable con múltiples entradas y salidas con sus líneas de fuga. El rizoma es siempre un sistema a-
centrado, no jerárquico y no significante. Una meseta no está ni al principio ni al final, siempre está en el medio. Un
rizoma está hecho de mesetas.
Nosotros llamamos meseta a toda multiplicidad conectable con otras por tallos subterráneos superficiales, a fin de
formar y extender un rizoma.
Tanto para los enunciados como para los deseos, lo fundamental no es reducir el inconsciente, ni interpretarlo o
hacerlo significar según un árbol. Lo fundamental es producir inconsciente y con él, nuevos enunciados, otros
deseos: el rizoma es precisamente esa producción de inconsciente.
B - Madres en más mujeres en menos: Los mitos sociales… - Fernández
B - La institución imaginaria del Encuentro – Fernández
¿Para qué sirve un diseño de intervención? Cuando este se realiza en el marco de un análisis institucional tiene por
función crear condiciones de visibilidad y/o de enunciabilidad de aquellas cuestiones que al quedar desalojadas en
una institución perturban o generan malestar.
¿Cuándo una línea de significación instituye imaginario social? De los diversos mecanismos por los que se instituye
sentido, podrían recordarse para esta ocasión dos de ellos:
En primer lugar, cuando opera por repetición insistente de sus narrativas, donde a través de diferentes discursos, en
distintos focos, y con pequeñas variaciones en su enunciabilidad sostiene al infinito una misma trama argumental.
Repetición argumental y múltiples focos crean su eficacia simbólica. Producen un real.
En segundo lugar, las líneas de significación se instituyen como universos totalizadores y en tanto tales
homogeneízan y violentan lo diverso. Producen un real: naturalizan aquello que, en rigor, es necesario interrogar.
Clase 5
Las primeras intervenciones que luego darán lugar al estudio de los pequeños grupos, fueron la del Elton Mayo, en
los talleres Hawthorne. Aquí se encuentra una embrionaria idea de grupo asociada a un conjunto de personas en
intercambio informal afectivo; comienza a vislumbrarse la noción de un plus que tendrá el grupo con respecto a la
simple sumatoria de sus integrantes; dicho plus se evidenciará por sus efectos: mayor rendimiento.
B. La dinámica de grupos
La teoría de la Gestalt puso en evidencia que “el todo es más que la suma de las partes”. Kurt Lewin utiliza en 1938
método experimental para trabajar la noción de campo dinámico. Da fundamento científico a la valoración del ideal
democrático al demostrar que en los grupos conducidos democráticamente la tensión es menor. A partir de allí Lewin
comienza a desarrollar sus hipótesis centrales sobre los grupos: el grupo es un todo cuyas propiedades son
diferentes a la suma de las partes. El grupo y su ambiente constituyen un campo social dinámico, cuyos principales
elementos son los subgrupos, los miembros, los canales de comunicación, las barreras. Modificando un elemento se
puede modificar la estructura.
El grupo es un campo de fuerza en “equilibrio casi estacionario”. Este equilibrio no es estático, sino dinámico,
resultante de un juego de fuerzas antagónicas: por un lado, las fuerzas constituyes las partes en un todo; por otro
las fuerzas que tienden a desintegrar al conjunto.
Kurt Lewin así se dedica a estudiar así las relaciones dinámicas entre los elementos y las configuraciones de
conjunto. Ha nacido la Dinámica de Grupos.
La concepción lewiniana del grupo como un todo significa el abandono de la posición que coloca al individuo en
primer plano. Señala, sin embargo, que si bien Lewin acentúa la interdependencia de los miembros, mantiene
invisible los presupuestos sobre los que se funda tal interdependencia.
Hasta aquí, para Kurt Lewin un grupo es un conjunto de personas reunidas para realizar algo en común y que
establecen relaciones entre sí; conformarán de esa manera una totalidad que produce mayores efectos que los
mismos individuos asilados. Es decir que el grupo es irreductible a los individuos que lo componen, en tanto estos
establezcan un sistema de interdependencia.
Deleuze y Guatari acentúan el carácter que posee lo múltiple: irreductible a la unidad. De tal manera piensan el todo
como producido, como una parte al lado de las partes que ni las unifica ni las totaliza sino que aplica a ellas
organizando relaciones transversales entre elementos que mantienen toda su diferencia en sus propias
dimensiones.
El grupo imaginado como un todo más que la suma de las partes, constituye un primer momento epistémico en la
institucionalización de saberes y grupales.
E. Análisis de la demanda
Se comenzaba a ver que detrás del efecto humano (la holgazanería del obrero según Taylor) había una respuesta
que el operario dirigía a un sistema de relaciones impersonales frustrantes. Surge así el encargo a Elton Mayo,
demanda social que pone en evidencia un vacio: la carencia técnico-social frente a los problemas que, en este caso,
las nuevas formas de producción generan.
Por otro lado, los técnicos capaces de incidir sobre los cambios de hábitos, orientación al consumo, es decir, los
técnicos de grupo, se volverán cada vez más imprescindibles.
Desde Elton Mayo y Kurt Lewin se organiza una disciplina: la Dinámica de Grupos; desde un inicio acoplará campo
de análisis y campo de intervención; las primeras investigaciones surgen en respuesta a una demanda económico-
política, dando lugar al “Dispositivo Grupal”.
Este Dispositivo tiene una función estratégica dominante, teniendo como función principal responder a una urgencia,
mantener y mejorar el nivel de producción de la gran empresa, estimulando las relaciones informales entre los
operarios; la futura disciplina de las Relaciones Humanas ha construido aquí uno de sus pilares fundacionales. (En
realidad en el surgimiento de toda disciplina hay una urgencia histórica que la hace posible y necesidades sociales
que orientan su desarrollo).
F. El nacimiento de lo grupal
Desde diferentes puntos de iniciación se inventa una nueva tecnología: el Dispositivo de los Grupos; aparece un
nuevo técnico: el coordinador de grupos; se gestiona una nueva convicción: los abordajes grupales pueden operar
como espacios tácticos con los que se intentará dar respuesta a múltiples problemas que el avance de la
modernidad despliega.
En cambio, cuando se utiliza la expresión dispositivos grupales se hace referencia a las diversas modalidades de
trabajo con grupos que cobraron cierta presencia propia en función de las características teórico-técnicas elegidas,
como también de los campos de aplicación donde se han difundido.
La micro sociología al instituir dispositivos grupales localizó uno de los nacimientos a lo grupal. Antes de ella, los
grupos estaban ahí, en una inmediatez tal, que no se veían.
Las primeras formas de psicoterapia colectiva tienen un tronco común, caracterizado por su dinámica, que consiste
en la actuación por las emociones del grupo. Todavía no se plantea tratar de comprender su naturaleza ni modificar
la estructura que subyace a las mismas; en líneas generales, tienen a estimular lo que popularmente se designa
como “buenos sentimientos del grupo”.
Estos primeros dispositivos grupales terapéuticos que instrumentaron “las emociones del grupo” como resorte
curativo, desde un nivel empírico comprobaron que el grupo ofrecía cierto resorte de eficacia terapéutica mayor que
los tratamientos individuales.
Esta corriente introdujo la interpretación en la situación colectiva, aplicando al grupo el “setting” psicoanalítico; a
través de estos recursos crea las condiciones para descentrar coordinación de liderazgo y para superar el
procedimiento sugestivo propio de las terapias “por” el grupo. Al pasar del análisis “individual” al “colectivo”,
inmediatamente se presenta un problema ¿a quién interpretar?
En un primer momento la solución de a quién interpretar se solucionó agrupando a personas con un mismo
problema. Otra solución fue concebir al grupo como una totalidad, considerando que la conducta de cada uno de
sus miembros siempre se ve influida por su participación en ese colectivo. Este enfoque considera que lo individual
debe ser siempre contemplado dentro del marco colectivo donde se manifiesta.
C. El todo no lo es todo
Con respecto a la relación todo-partes, planteos estructuralistas posteriores puntualizaron que no alcanza con
afirmar que el todo es más que la suma de las partes, si no puede enunciarse el sistema de relaciones de las partes
entre sí, de las partes con el todo y del todo y las partes. Este todo-grupo que en un primer momento se constituyó
en principio de demarcación comienza así a transformarse en “obstáculo epistemológico” para pensar lo grupal. El
grupo –que en realidad resultó ser un gran individuo- es siempre posible de ser visualizado como un organismo vivo;
analogías como: gran organismo, cuerpo que siente, piensa, se angustia, se defiende, etc., operan en realidad como
cuerpos nocionales o representacionales destinados a suplir vacíos teóricos. El problema radica en que estos vacíos
teóricos se mantuvieron como “necesarios” en tanto se operó un pasaje del campo psicoanalítico al campo grupal
sin reformular ninguna área del primero.
Introducción
Para que aquello que se universalizó pueda particularizarse es necesario realizar por lo menos dos operaciones en
estrecha interrelación:
Caja de herramientas
Jaques Derrida ha propuesto la estrategia general de la de-construcción. Afirma que esta no es una crítica
destructiva de la tradición filosófica, sino una intervención activa de su ámbito problemático. De-construir es
desmontar, problematizar la relación inmediata y natural del pensamiento (logos) unido a la verdad y el sentido.
Supone una rigurosa problematización de los supuestos hegemónicos que legitiman la búsqueda y garantía del
origen como fundamento último de la razón.
El modo de-constructivo provisto por Derrida articula la inversión y el desplazamiento de las oposiciones binarias, de
manera tal de hacer visible la interdependencia de términos aparentemente dicotómicos y cómo su significado se
relaciona con una historia genealógica y particular y construidos para propósitos particulares en contextos
particulares.
Otra herramienta es el análisis genealógico que permite encontrar los puentes entre las narrativas teóricas y los
dispositivos históricos-sociales-políticos-subjetivos que sostienen.
Pero ¿qué pueden tener en común la de-construcción de Derrida, el análisis genealógico de Foucault y la
elucidación crítica de Castoriadis? Con las tres herramientas se puede operar críticamente respecto de:
Problematizar es decir abrir a la crítica: desde sus respuestas reconstruir sus preguntas, para poder así indagar sus
impensables. Desde sus enunciados teóricos inferir las condiciones de posibilidad. “Elucidar es una labor
propositiva, una exploración acerca de… inacabada, sujeta a revisiones y ajustes provisorios, aunque no por eso
menos rigurosos; se tratará de pensar sobre lo hecho mientras se buscará conocer con mayor precisión eso que
como hecho deberá ser deshecho, para entender su irradiada composición, otorgando a la actividad de-constructiva
en lugar central en la tarea de elucidación”.
Necesariamente se debe buscar criterios de lectura que se aparten de los de texto-verdad, es decir se distancien del
supuesto por el cual la práctica de lectura es un acto de revelación; esta forma “bíblica” de pensar el texto como
continente de una verdad revelada pone al lector es una única posición, la de repetición de las enseñanzas de un
maestro, poseedor de la verdad.
Varias son las consecuencias de esta manera de leer, una de las más relevantes es la dogmatización del cuerpo
teórico; este proceso posibilita en el plano teórico mismo la gestión de una ilusión: la teoría completa; a partir de
esta ficción ninguna invisibilidad será posible de ser pensada.
Un criterio transdisciplinario supone replantear varias cuestiones. En un primer lugar, un trabajo de elucidación
crítica sobre los cuerpos teóricos involucrados, que desdibuje una intención legitimadora de lo que ya se sabe para
poder desplegar la interrogación hasta donde sería posible pensar de otro modo. Implica asimismo el abandono de
cuerpos nocionales hegemónicos de disciplinas “reinas”.
De esta manera los cuerpos teóricos funcionan como “cajas de herramientas”, aportando instrumentos y no
sistemas conceptuales: instrumentos teóricos que incluyen en su reflexión una dimensión histórica de las
situaciones que analizan.
A- El niño y la tribu
Las sociedades disciplinarias instituyeron en la Modernidad occidental un modo histórico de subjetivación muy
particular, inédito hasta entonces: el individuo. Este nuevo personaje del universo social irá inseparablemente
acompañado de:
Sujetos de contrato
El nuevo poder de la época será el poder disciplinario que parte del principio de que será más efectivo vigilar que
castigar, es decir domesticar, normalizar y hacer productivos a los sujetos en vez de segregarlos o eliminarlos.
Más que castigar o sancionar, se trata de comprender los motivos de la conducta de un niño/a indisciplinado/a. o
algo irrespetuoso. Indagar las motivaciones de su accionar. Se produce un desinvestimiento de lo público a favor de
lo personal (lo íntimo), concomitantemente con una desustancialización del yo, del cuerpo y los valores; el consumo
es el nuevo modo de disciplinamiento social, aún para los que no pueden consumir.
Clase 6
Bion enunció que el comportamiento de un grupo se efectúa en dos niveles, el de la tarea común y el de las
emociones comunes; el primer nivel es racional y consiente.
Observaba que cuando se agrupa gente que individualmente puede comportarse de manera razonable frente a un
problema, basta con agruparlos para que se vuelvan difícilmente capaces de una conducta racional colectiva. Llega
de esta manera a la conclusión de que la cooperación consciente entre los miembros de un grupo, necesaria para el
éxito de sus actividades, requiere de una circulación emocional y fantasmática inconsciente entre ellos.
Esta circulación emocional y fantasmática son producciones grupales que tienden a evitar las frustraciones
inherentes al aprendizaje por experiencia, en tanto esto implica esfuerzo, dolor y contacto con la realidad. Los
denominó supuesto básico de dependencia, supuesto básico de ataque y fuga y supuesto básico de apareamiento.
Supuesto básico de dependencia: Sustenta el argumento por el cual el grupo está reunido para que alguien, de
quien éste depende en forma absoluta, provea la satisfacción de todas sus necesidades y deseos; implica la
creencia colectiva de que se alguien tendrá por función proveer seguridad al grupo; es la creencia de una deidad
protectora cuya bondad, potencia y sabiduría no cuestionan.
Supuesto básico de ataque y fuga: Es la convicción que tiene el grupo de que existe un enemigo y que es necesario
atacarlo o huir de él.
Supuesto básico de apareamiento: Creencia colectiva e inconsciente por la cual un hecho futuro o un ser no nacido
resolverá sus problemas; constituyen una esperanza de tipo mesiánico.
La necesidad masiva de asistencia: de aquí en más será una de las razones habituales en los países de significativo
desarrollo de la cultura “psi”, para implementar dispositivos grupales con fines psicoterapéuticos.
El campo grupal – Capítulo 5 – Los organizadores fantasmáticos
Los autores de esta corriente ponen el acento en el grupo como objeto –en el sentido psicoanalítico del término- y
como proceso psíquico; el grupo como objeto de investiduras pulsionales, de representaciones imaginarias y
simbólicas, de proyecciones y de fantasías inconscientes.
Es interesante como consideran esta cuestión, puntualizando “el encuadre psicoanalítico debe favorecer la
emergencia, la elaboración y la interpretación de las formaciones y de los procesos psíquicos imbrincados en la
situación de grupo”. De tal modo afirman que “la situación grupal se desarrolla a partir de las características del
dispositivo: la enunciación de a regla fundamental, cimiento de todo trabajo psicoanalítico, es el acto que instituye el
dispositivo, hablar de libre y abstinencia entre los integrantes del grupo y el analista de toda otra relación que no sea
la exigida por la escucha y la palabra psicoanalítica.”
Es importante advertir que para estos autores –en su punto de partida- el grupo es un contexto de descubrimiento
de las formaciones de lo inconsciente, y no, estrictamente, contexto de descubrimiento de la grupalidad.
Anzieu se propone analizar a la luz de la teoría psicoanalítica los principales procesos psíquicos inconscientes que
se desarrollan en los grupos humanos. En primer lugar la ilusión grupal, refiriendo aquel sentimiento de euforia
compartido por los integrantes por pertenecer al grupo.
Pone su atención en la amenaza de pérdida de la identidad personal producida por la situación de grupo; considera
que ésta constituye un desafío a la integridad y la autonomía relativa del yo: el yo de cada participante se encuentra
amenazado.
Planteará así que el vínculo primario entre las personas es la circulación fantasmática: “sólo existen fantasmas
individuales, y es un abuso del lenguaje el hablar de fantasmas de grupo o un fantasma común” Es fantasma es
posiblemente la realidad psíquica individual por excelencia.
Es esta organización grupal interna del fantasma individual, lo que fundamenta la posibilidad del fenómeno de
resonancia fantasmática.
La resonancia fantasmática es el reagrupamiento de algunos participantes alrededor de uno de ellos, el cual hace
ver o da a entender a través de sus actos, su manera de ser o sus palabras, su fantasma individual inconsciente.
Luego de esta clasificación Anzieu reconocerá que todo no se reduce a la psicología y que sin duda existen
organizadores económicos, sociológicos, históricos, etc.
B. Problemas de demarcación
Se refuta de esta manera la idea de una mente -ahora inconsciente- grupal, y se afirma la hipótesis de fantasmas
“individuales” que entran en resonancia fantasmática.
¿En qué radica la posibilidad de resonancia fantasmática? En la grupalidad del fantasma; esto es que, en tanto el
fantasma es una escenificación que se desarrolla entre varios personajes, es siempre una imagen colectiva y posee,
por tanto, una “estructuración grupal interna”; de allí su carácter organizador en los grupos. Es claro entonces, el
fantasma individual es grupal, que es diferente a decir que hay un fantasma de grupo.
Con respecto a los organizadores, Anzieu reconoce que si bien existen otros organizadores, éstos no son de su
incumbencia. ¿Por qué no son de su incumbencia? Pues porque ha definido su interés dentro del campo
psicoanalítico y ha reconocido como su intención formular una teoría psicoanalítica de los grupos; de todos modos
se impone aquí una interrogación: ¿Es esta una estricta delimitación de campo disciplinario, o una limitación de los
abordajes de objeto discreto?
Es decir que no se propone centralmente investigar grupos, sino que implementa dispositivos colectivos para
investigar formaciones inconscientes.
Kaës reconoce enfrentarse con la dificultad que significa trabajar desde un solo campo disciplinario y no por ello
dejar de tomar en consideración aquellos organizadores socio-culturales que Anzieu había anunciado como
posiblemente existentes. Puntualiza que el grupo, como objeto representado, es una imagen cutos referentes son a
la vez endopsíquicos y externos, es decir, correspondientes a la realidad material y social.
Interesa destacar el camino que se abre a partir del pospósito de sostener visibilidad de otros organizadores, más
allá de los fantasmáticos ya trabajados.
Por otra parte, tal articulación no podrá evitar los reduccionismos señalados en tanto no se abandone la
epistemología de las ciencias positivas, en la cual aun hoy se fundamentan las Ciencias Humanas, ya que dicha
epistemología supone un objeto discreto, autónomo, reproducible, no contradictorio y unívoco; implica una lógica de
lo Uno, donde la singularidad del objeto teórico no debe verse afectada, dado su aislamiento metodológico por las
condiciones de posibles aproximaciones con otros campos disciplinarios.
Sin duda, la lógica del objeto discreto ha demostrado ocasionar problemas para comprender las trasferencias
mutuas entre los distintos niveles ya que desde ella no puede pensarse la articulación de las formaciones de lo
singular y lo colectivo.
Interesa resaltar el esbozo de apertura epistemológica que a partir de estas consideraciones podría iniciarse al
hacer visible una suerte de agotamiento de las lógicas de objeto discreto para pensar lo grupal. De ser así, queda
planteado un desafío en la indagación de los nudos teóricos grupales: reflexionar sobre la pertinencia de enfoques
epistemológicos transdisciplinarios.
A. Para pensar a Pichon ¿tiene vigencia el grupo operativo? Woronowsky
La técnica operativa del grupo tiene por finalidad que sus integrantes aprendan a pensar en una coparticipación del
objeto de conocimiento, entendiendo que pensamiento y conocimiento no son hechos individuales sino
producciones sociales.
¿Por qué llama Pichón a estos grupos, operativos? Porque son grupos que definen su especificidad en una relación
con el obrar, con el hacer. Este abordaje de la tarea explícita requerirá de la elaboración de las ansiedades que
surjan en el grupo.
Ahora bien, allí donde cada uno habla su propio idioma, paradigma de la repetición, las dos construcciones (tareas)
se tornan imposibles; el grupo no puede trabajar ni trabajarse, pierde el sostén de lo que Pichón habrá de
designar como los dos organizadores grupales.
El grupo será realmente operativo si y sólo si adviene a la elaboración de las ansiedades que configuran la situación
básica de resistencia al cambio, proceso de esclarecimiento de las condiciones de producción de dicha situación.
Interpretar entonces, no será revelar, mucho menos explicar, sino, nuevamente, problematizar. De modo tal que
ambos polos de la disociación se reconozcan en una mutua implicancia, y que el obstáculo excluido del discurso
grupal, fantasma de la repetición, sea obstáculo incluido, objeto de conocimiento. El coordinador será para
Pichón un co-pensador, alguien cuya tarea será pensar con el grupo acerca de los obstáculos que
operan en la relación de los integrantes entre sí y con su tarea. Y en la medida en que estos obstáculos
estén operando desde la latencia, desde lo no dicho, la interpretación se incluirá con una función reestructurarte que
aporte al grupo un escenario en el cual puedan problematizar estereotipos.
“Grupo operativo” es el nombre de una utopía política: es la apuesta a la construcción de sujetos cada vez más
conscientes y más autónomos, en el único marco posible: el despliegue, en la gestión colectiva, de las diferencias
puestas en juego por la tarea común. Gestión colectiva que implica la producción de un sujeto colectivo de esa
gestión.
“Grupo operativo” es también el nombre de un programa terapéutico: es efecto, apunta a devolver a la gente la
capacidad de sostener el sufrimiento del otro y a convertir ese encuentro en un interrogante acerca de las
condiciones de su producción.
Presentaré a Pichón con herramientas de otros autores, que ni próceres ni biblias, nos permitan crear las
condiciones para construir los múltiples instrumentos que permitan realizar nuestros trabajos colectivos y singulares
de producción de nuevo pensamiento.
Hemos gritado muchas veces “Madres el pueblo las abraza”. Ellas también nos abrazan. Ética de lo imposible, que
en su máxima postura más que dar cuanta de alguna loca insistencia en militancias de la inviabilidad, pone a la luz
del día la trama de complicidades por las cuales lo obvio, lo básico, lo elemental, se construye políticamente como
imposible.
Los movimientos llamados revolucionarios no lo son meramente por el grado de radicalidad de sus consignas, o por
el monto de violencia de sus acciones, sino cuando pueden inventar en la radicalidad de su imaginación nuevos
modos de producción de la política.
Lo siniestro, la angustia y la muerte, para Pichón operan en una tensión permanente en la creación de lo
maravilloso, de la belleza. Caos, desorganización, confusión, locura, como condiciones de posibilidad de la creación
estética. Esta tensión siniestro-maravilloso, atraviesa toda la obra de Pichón.
En política, podemos atravesar de lo siniestro a lo maravilloso cuando las potencias de radicalización de un colectivo
no son apropiadas por unos pocos, burocratizando y vaciando de sentido la maravillosa estética de una revuelta
social.
Pichón poseía una fuerte certidumbre cuando pensaba que la locura podía psicoanalizarse si devenía enfermedad a
condición de desarmar el dispositivo clásico. Escritorios y divanes no protegían al profesional. Se creaban
dispositivos grupales, abordajes familiares, intervenciones institucionales que hicieran posible, crearan condiciones
de posibilidad para que la palabra circule.
Pichón comprendía la necesidad de abordajes con una particular disposición a articular las teorías y las prácticas,
algo que hoy llamaríamos “atravesamientos disciplinarios”. Pichón iba a las instituciones a “armar quilombo”. Es
decir, a crear las condiciones de posibilidad para que lo silenciado tenga palabra.
Un dispositivo de escucha puede hacer posible que ese colectivo reformule sus agenciamientos de deseo y de –de
lo siniestro a lo maravilloso- encuentre nuevos modos de articular sus deseos y sus historias, es decir, invente sus
políticas.
Políticas que permitan a las instituciones inventar nuevos sentidos y las hagan funcionales a las nuevas realidades.
¿Cómo puede ocurrir que de un pensamiento innovador, trasgresor, de una práctica instituyente y desviente se
hiciera un dogma, un sistema de creencias a repetir con fervor y una práctica ritualizada vuelta muchas veces
inoperante?
¡Estemos advertidos! Esto no significa negarse a instituir instituciones, sino a inventar dispositivos que operen como
alertas permanentes frente a los procesos de burocratización.
a) Suponen que en un texto-autor hay una verdad a descifrar. Así se abandona la lectura hermenéutica y se
transforma en lectura bíblica.
c) Ritualizan las prácticas: A una sola verdad corresponde una sola práctica válida, sea el grupo operativo, el diván o
la huelga general.
Criticar el dogmatismo es de-construir, genealogizar, desarmar los sistemas de pensamiento de los maestros-
fundadores, para que –al desfetichizarse- recuperen su potencia suvbertidora, la radicalidad que alentó sus
producciones de origen. Desarmar la dogmatización es recuperar lo no pensado de un campo de saber.
B. Los aspectos terapéuticos desde el grupo operativo – Buleo
Lo operativo también señala un deslizamiento del por qué al para qué. No sólo se apunta sobre las motivaciones de
la participación en un grupo sino cuales son las fantasías grupales de su futuro. No hay grupo sin tarea, decía
Pichón, señalando la imposibilidad de existencia de una organización grupal sin finalidad. En la terapia la tarea
incluye las fantasías por las cuales se asiste al grupo.
La modificación en el texto grupal produciría (esta es la hipótesis terapéutica) una modificación y transformación en
la estructura de la personalidad.
Pienso que la psicología social ofrece una mayor posibilidad de hacerle accesible el análisis a grupos de personas
que no podrían de otra manera. Es una democratización del psicoanálisis.
La psicología que postulamos tiene como objeto el estudio del desarrollo y transformación de una realidad dialéctica
entre formación o estructura social y la fantasía inconsciente del sujeto, asentada sobre sus relaciones de
necesidad.
Clase 8
Se descubrió que los pacientes de una organización psiquiátrica y otras, establecían múltiples transferencias con
sus iguales, con el equipo de enfermeras, de médicos, etc. Y también con la Organización como un todo. Todas las
características de la transferencia freudiana ocurrían también con la institucional. Hay una tentativa de repetición de
lo igual que funcionaba como resistencia propiciada, favorecida por las características autoritarias, cerradas, pre-
establecidas, dominantes, que se establecía entre la transferencia institucional de los usuarios, entendida como
resistencia y la contratransferencia institucional conservadora de toda Organización, sus agentes, sus ideologías;
una especie de pacto para la enfermedad: de tal manera que los usuarios repetían su patología provocados por la
Organización.
Se descubrió también que cuando se permitía a los usuarios asumir activamente el gerenciamiento de su existencia
dentro de la Organización, la producción de su vida artística, deportiva, sexual, etc, se formaba un proceso de
potenciación de la transferencia positiva amistosa, tanto en la forma paralela entre los usuarios, como entre el
equipo y los usuarios. Esta transferencia amistosa provocada por la autogestión se volvía altamente terapéutica.
Esto es lo que dio el origen a la psicoterapia institucional.
Todas las tendencias contemporáneas toman en consideración, en mayor o menor grado, la teoría psicoanalítica del
sujeto psíquico, la existencia del inconsciente, y el fenómeno de “poner en acto” de poner en movimiento, la realidad
del inconsciente, que es la transferencia.
Deleuze y Guattari tal vez sean una excepción, por haber producido un nuevo concepto, la TRANSVERSALIDAD.
Consiste en postular la existencia de una capacidad de transferencia en cada dispositivo o agenciamiento social.
Significa un retorno de la diferencia pura, de lo que definen como DESEO. No es un deseo narcisista, edípico,
repetitivo, insistente, sino un deseo de producción, de libertad, de novedad, que se origina en lo que podría ser la
transferencia colectivas permanente de singularidades pre-subjetivas, que atraviesa todo el campo social y es
responsable por las grandes transformaciones históricas revolucionarias. La propuesta del esquizoanálisis consiste
en poder detectar la existencia de transversalidad y propiciar su devenir y su desarrollo en todo y cualquier espacio
de la vida social, natural y técnica.
Para Deleuze y Guattari el deseo no es el deseo freudiano que intenta restaurar el narcisismo perdido. El deseo es
sinónimo de producción. Producción y deseo son flujos generadores que propician encuentros “creadores”. El deseo
es un devenir productivo “en acto”.
A. Cultura de la mortificación y proceso de manicomialización – Ulloa
La cultura de la mortificación es una matriz del sufrimiento social contemporáneo que afecta a sectores aún no del
todo sumergidos en la mudez sorda y ciega de la mortificación. Las gentes en esta situación son testigos
amenazados por esa mortificación.
Le asigno el término mortificación por la falta de fuerza, apagado, sin viveza, en relación con un cuerpo agobiado.
Es estas condiciones disminuye y aun desaparece el accionar crítico y mucho más el de la autocrítica. En su lugar
se instala una queja que nunca asume la categoría de protesta, como si el individuo se apoyara más en sus
debilidades, para buscar piedad de aquellos que los oprimen.
Aparecen así los tratamientos que cortan por lo sano, vale decir, cortan todo lo sano. El encierro comienza por ser
diagnóstico y pronóstico y termina manicomial.
Este acontecer de la locura provocando maltrato, el que a su vez acrecienta la locura, es un hecho central en el
proceso de manicomialización.
Los encierros de esta naturaleza ocurren en la familia, la escuela, el trabajo, las relaciones políticas y en toda
mortificación más o menos culturalizada, extendiendo la mancha hacia una práctica político-administrativa que
perfecciona los dos lugares clásicos de marginadores y marginados.
Ahora bien, es un hecho la cantidad de intentos desmanicomializantes válidos que se realizan, aun en pleno centro
del maltrato manicomial, pero también es un hecho el carácter fragmentario y aislado de esas acciones. Es que en
la cultura de la mortificación, la intimidación apaga la intimidad necesaria para que un discurso y un accionar válidos
sean escuchados. Por eso es tan importante restablecer la resonancia íntima en quienes se atreven a enfrentar la
intimidación manicomial.
La encerrona trágica, por su frecuencia en muchos ámbitos de la cultura –y en especial de la cultura institucional-
puede analogarse a una suerte de virus epidemiológico causante de la mortificación.
La constitución de toda cultura institucional supone cierta violentación legítimamente acordada, que permita
establecer las normas indispensables para el funcionamiento de las actividades de esa institución. Las personas que
conviven con esta violentación verán notablemente afectados la modalidad y el sentido de su trabajo.
En esas condiciones es difícil que alguien a cargo de un paciente, cualquiera que sea su rango y el tipo de
prestación que brinde, pueda considerar la singularidad personal y la particular situación de quien lo demanda
sufriente, cuestión fundamental para que los cuidados de un tratamiento se ajusten a lo que denominado “buen
trato”.
Esta violentación institucional implica la presencia de una intimidación, más o menos sorda en función del
acostumbramiento, que conspira contra la imprescindible intimidad para investir de interés personal la tarea que
desarrolla. Frente a este desinterés por lo propio, mal puede alguien prestar atención considerada a la actividad y al
decir de los otros.
Debe entenderse por encerrona trágica toda la situación donde alguien para vivir, trabajar, recuperar la salud,
incluso pretender una muerte asistida, depende de algo o alguien que lo maltrata o que lo destrata, sin tomar en
cuenta su situación de invalidez. Son múltiples las ocasiones que pueden confirmar esta situación.
El afecto específico de toda encerrona trágica es lo siniestro, como amenaza vaga o intensa, que provoca una forma
de dolor psíquico, en la que se termina viviendo familiarmente aquello que por hostil y arbitrario es la negación de
toda condición familiar amiga. Este dolor siniestro es metáfora del infierno, no por la magnitud del sufrimiento sino
por presentarse como una situación sin salida.
B- Psicodrama freudiano – Zambrini y Thaysen
El grupo terapéutico es el lugar donde se instala la demanda. Por el hecho de la presencias del otro, del semejante,
hay alguien a quien pedir. Se intercambian fantasías, pretextos, quejas, emociones.
El objeto de una demanda es siempre el objeto de una fantasía y como tal sirven estos intercambios para llenar,
ocultar, velar el lugar de la falta, el lugar de la ausencia.
En psicodrama se trata de intervenir sobre la demanda para interrogar el deseo que la sostiene, qué se pide, qué
cosa y a quién. Intervenir para invitar al paciente a que se descentre de su discurso consiente, ir más allá del
episodio anecdótico: dar cuenta de qué se está hablando y cómo lo siente.
El coordinador es como un espejo que refleja una mirada diferente, no aquella que compone ortopédicamente una
imagen anhelada, sino aquella que va permitiendo que se refleje en las dialécticas de las intersubjetividades algo del
orden de la castración simbólica: que es tematizar la falta. Así se desilusiona pues cae la ilusión del ideal. En ese
sentido rompe espejos, pero ofrece otros: el logro de identificaciones secundarias.
En Psicodrama, por el efecto de la mirada, la falta se presentifica. La escenificación dramática al operar ese pasaje
de la repetición al recuerdo hace que la falta sea evocada y se le muestre al paciente el porqué de su repetición
pero también el para qué repite.
Clase 10
El carácter numerable del grupo introduce peculiaridades de los procesos identificatorios, en tanto los cuerpos de los
otros se hacen discernibles. Algo hace nudo. La distribución circular del dispositivo opera efectos más allá de lo
espacial. Todos están expuestos a la visión de los otros y pueden, a su vez, ver a todos y cada otro; esta situación
particular genera condiciones de “mirada”.
Juegos de mirada que desencadenarán resonancias fantasmáticas y harán posibles, o no, procesos identificatorios
y transferenciales; juegos de mirada que afectan y desafectan los cuerpos en sus juegos productivo de deseo y
poder. Tal peculiaridad identificatoria en red hace del pequeño grupo un nudo. Nudo que se constituye en las
alternancias de enlaces y desenlaces de subjetividades.
Resonancia fantasmática, condición estructural para que el sujeto haga nudo. Fantasma: escena donde repite una
posición insistente. Repetición recreada en el espacio grupal. ¿Qué acontece cuando un número numerable de
personas hace nudo? Se producen redes de procesos identificatorios y transferenciales propios y únicos de ese
grupo.
En síntesis, un grupo inventa sus formaciones, es decir inventa las formas o figuras de sus significaciones
imaginarias. Estas sostienen la tensión de inventarse en su singularidad y en su atravesamiento socio-histórico-
institucional. Es en este cruce donde despliega sus acontecimientos, actos, relatos, intervenciones, producciones
materiales, actings, afectaciones, etc.
Los mitos grupales suelen ser elaboraciones noveladas de su origen, del porqué de su existencia, pero vividos por
sus integrantes como su momento fundacional; junto con sus utopías harán posible la novela grupal.
Las significaciones imaginarias grupales, por ejemplo las ilusiones, mitos y utopías de un grupo, operan como
cristalizaciones o puntos de condensación en la producción de múltiples sentidos, constituyendo el camino obligado
por donde los flujos productivos del grupo transitan la construcción de su historia.
D. Latencia grupal
Todo está ahí, latiendo. Es frecuente pensar lo latente como lo que está debajo, en las profundidades. Desde tal
perspectiva la función de intervención interpretante es llevar a la superficie las verdades que emergen de las
profundidades.
Se intenta reflexionar esta cuestión desde otro lugar. Pensar lo latente como lo que late ahí todo el tiempo,
insistiendo en la escena grupal; una latencia en los pliegues de la superficie más que en las profundidades.
A partir de la figura del grupo como nudo, se pretende problematizar el adentro y el afuera, el arriba y el abajo
grupal; sus múltiples hilos se entrecruzan y lo que resalta no son ya los hilos fundantes sino el nudo que han
formado: ¿cómo delimitar ahora arriba-abajo y adentro-afuera? Todo ahí, latiendo-insistiendo en los pliegues de la
superficie del nudo grupal.
El coordinador sólo podrá puntuar algún sentido, interrogar alguna rareza, indicar alguna insistencia, y ya no será
quien descubra la verdad de lo que en el grupo acontece.
Actualmente otro descentramiento es posible en tanto la función interpretante se propone puntuar insistencias,
interrogar rarezas, resaltar sinsentidos. El coordinador, desde su implicancia, sólo registra alguno de ellos. Por ende,
función interpretante realizada desde un lugar de ignorancia. De tal modo, otro requisito se agregará: la renuncia al
saber de certeza.
Clase 11
El campo grupal se despliega en la compleja labor de desmontar dos ficciones, siempre recurrentes: la ficción del
individuo (sujeto indiviso de consciencia) que impide pensar cualquier plus grupal, y la ficción del grupo como
intencionalidad que permite imaginar que tal plus grupal radicaría en que ese colectivo, como unidad, posee
intenciones, deseos y sentimientos.
Cuando los dispositivos grupales trabajan con montajes de escenas (psicodrama psicoanalítico) se vuelve
imprescindible un trabajo que evite la escena como catarsis, expresión de sentimientos y/o exhibición, es decir, es
necesario desmontar aquellas significaciones que vuelven sinónimos cura y descarga.
La preocupación con respecto al montaje de dispositivos grupales eficaces en disponer condiciones para la gestión
y la producción colectiva versus la manipulación y la sugestión de los colectivos humanos, es un debate teórico-
técnico, pero también ético, de absoluta vigencia en el campo grupal.
Orto punto que interesa abordar se refiere a la implementación de dispositivos grupales clínicos en servicios
hospitalarios. Dicha implementación no se agota con “abrir grupos psicoterapéuticos”. Los grupos en serie o serie de
grupos resuelven sólo un problema: la cantidad de pacientes abordados, pero no la calidad y continuidad de las
prestaciones.
b) tal oferta y tal organización diseñan sus dispositivos, sus necesidades de formación, a partir de la especificidad de
la institución donde inscriben sus prácticas.
A. Laberintos institucionales – Fernandez
El requerimiento de intervención provino de psicólogos, médicos, asistentes sociales, integrantes del servicio de una
sala de un hospital neuropsíquiatrico.
2. Condiciones de la demanda
La iniciativa es impulsada y sostenidas por personas integrantes de pequeños grupos que registran en lo cotidiano
de la institución situaciones conflictivas; las mismas pocas veces son comunicadas a las instancias directivas y,
cuando lo son, no se obtienen de ellas respuestas satisfactorias.
El requerimiento de intervención fue presentado como una desición autónoma de los integrantes del colectivo
respecto de su jefe, el cual había presentado la renuncia al cargo sin haberla efectivizado aún.
¿Qué nos pasa como grupo? Esta pregunta insiste en las reuniones preliminares de contrato. Es interesante el
trabajo de despliegue de la misma, ya que puntúa varias cuestiones. Les preocupaba que siento tan amigos y con
relaciones tan lindas dentro y fuera del hospital se pelearan tanto.
3. Lastres
Los aspectos técnicos, agresivos, violentos, eróticos, que se desprendían de la experiencia laboral, eran
rápidamente resueltos por la intervención directa del jefe que operaba como amortiguador y sofocador de angustias,
de la misma manera que resultaba “filtro” de cuanta situación institucional conflictiva se suscitase.
En la conjunción de estas dos conductas, la de la jefatura y la de la aceptación de las mismas por los integrantes del
grupo, se construía la fina, firme y resistente pared de la burbuja.
Las dudas eran muchas, pero una certeza circulaba: los costos pagados por la burbuja y su contracara inseparable:
la jefatura modernosa paternalista. El equipo iniciaba aquí un desafío: salir del efecto masa del “dulce montón”.
Iniciar un proceso de particularización de sus integrantes. Recién ahora se abrían las condiciones para formar un
grupo.
5. Interrogantes institucionales
A la naturalización de la violencia había que oponerle la consolidación organizativa del equipo, la construcción de un
espacio de crítica institucional y el establecimiento de relaciones de alianza con otros sectores del hospital.
Comenzaron un trabajo de elucidación de las diferencias, de respeto por todas las voces en los pequeños y amplios
grupos. Esgrimieron ideologías que alientan proyectos en el campo de la salud pública, en los que se privilegia el
bien común y el trabajo solidario producidos por una gestión colectiva, de apropiación de los genuinos y legítimos
recursos de salud.
7. Recurrencias
Se espera del especialista que recomponga los lazos cariñosos entre los integrantes, es decir, s ele solicita que
ofrezca condiciones ilusionales de un agrupamiento privado, sentimental; en suma se le pide qye levante el muro
amoroso que los proteja de la intemperie institucional.