Romance de La Jura de Santa Gadea
Romance de La Jura de Santa Gadea
Romance de La Jura de Santa Gadea
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- Muy mal me conjuras, Cid;
Cid, muy mal me has conjurado; 50
mas si hoy me tomas la jura,
después besarás mi mano.
- Por besar mano de rey
no me tengo por honrado;
porque la besó mi padre 55
me tengo por afrentado.
- Vete de mis tierras, Cid,
mal caballero probado,
Nota: Es evidente que en casos como esta, sería necesario trabajar previamente el contexto histó‐
rico del personaje, el Cid Campeador, para poder después trabajar con una cierta profundidad
algunos de los aspectos del análisis.
No obstante, simplemente con los conocimientos adquiridos tras haber analizado el Poema de Mío
Cid y haber trabajado algunos romances tendríamos más que suficiente para resolver sin proble‐
mas el comentario.
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Lectura comprensiva
He tenido que buscar el significado de:
Do: donde / Hijosdalgo: persona de sangre noble y distinguida que vivía de sus propiedades Ba‐
llesta: arma que se usaba para lanzar flechas / Capuz: capucho (prenda puntiaguda para la cabeza)
o vestimenta de luto larga y con capucha. / Estopa: Parte basta y gruesa de lino o de cáñamo
/Aradas: Campos de labranza. Surcos en la tierra para sembrarla. / Aguijadas: Vara larga con una
punta de hierro / Cachicuernos: Mango de cuerno de una navaja. / Siniestro. Parte izquierda/ Adarga:
Escudo
Localización. El texto en su contexto
Se trata de un romance correspondiente al Romancero Viejo, en concreto en el clasificado de ro‐
mances juglarescos. Según la clasificación de romances, podemos decir que este es un romance de
tema épico‐nacional, ya que se inspira en personajes y hechos cantados ya por la poesía épica, es
decir, el Cid.
La jura de Santa Gadea en Burgos aparece prosificado en las crónicas del siglo XIII (la Primera cró‐
nica general y la Crónica particular del Cid), y parece proceder de un cantar de gesta perdido del
siglo XII, intermedio quizás entre el Cantar de Sancho II y el Cantar del Cid.
Las tres versiones conservadas del romance (la de un manuscrito antiguo, la del Cancionero de
romances sin año y la del Cancionero de romances de 1550) son tres testimonios que nos sirven
para ver y comprobar que de un cantar pueden surgir diferentes versiones del romancero viejo.
Las versiones modernas hacen referencia a la actitud despreciativa de don Rodrigo ante los lazos
de vasallaje que heredó de su padre y del destierro al que lo condenaba Alfonso VI. Es decir, se
centran en los diálogos entablados en el romance entre el Cid y el rey leonés.
Análisis del contenido. Argumento. Tema
El romance recoge el momento en que el Cid le pide a Alfonso, futuro rey castellano, que jure no
haber tenido nada que ver con la muerte de su hermano Sancho (en el cerco de Zamora). Le desea
todo tipo de males si no lo hace y el rey jura, pero como primer acto de su reinado lo destierra por
un año.
El Cid, orgulloso, y dudando de la veracidad del juramento, “se destierra por cuatro”. Pero no se
va solo, se va con trescientos nobles y nos adelanta el romance que no va a tener problemas en el
destierro: Mas no le faltó al buen Cid adonde asentar su campo
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El tema es, pues, la exigencia del juramento a Alfonso que le vale el destierro al Cid. Lógicamente
subyace el tema de su lealtad y fidelidad a Sancho, el origen de la solicitud del juramento puesto
que quiere saber quién lo ha matado. Y desde luego, aparece también el enfrentamiento entre el
rey y el Cid (tú me destierras por uno, yo me destierro por cuatro) que parece venir de antiguo, aunque
ni el en Poema ni en el romance se hace alusión a la historia previa a la jura:
Estructura
Interna
En este poema podemos ver tres partes.
La primera va des del primer verso (“En Santa Gadea de Burgos...”) hasta “...en la muerte de tu
hermano...”, del verso 38. Aquí nos sitúa en la acción, en el lugar y en el momento: el Cid hace ju‐
rar al rey utilizando un tono amenazante, describiendo a la vez la forma indigna y poco honrosa de
la muerte del rey anterior. También, en la mayoría de estos versos, hace una comparación entre
términos lujosos y términos pobres para hacer notar la indigna manera en que ha de morir Alfonso
si ha tenido algo que ver en la muerte de Sancho:
“mátente con aguijadas, no con lanzas ni con dardos;
con cuchillos cachicuernos, no con puñales dorados;
abarcas traigan calzadas, que no zapatos con lazo;
capas traigan aguaderas, no de contray ni frisado;
con camisones de estopa, no de holanda (bordats) ni labrados;”
La segunda parte va desde del verso 39 (“... las juras eran tan fuertes...”) hasta el verso 64 (“...yo me
destierro por cuatro...”). Aquí, el narrador‐juglar, habla de lo duro que es el juramento, y tanto lo
hace que el rey se enfada desterrando al Cid por un año. Éste, en vez de irse sin más, y con el obje‐
tivo de demostrar que no va a cumplir al pie de la letra sus órdenes y que le va a llevar la contraria,
le dice que no se va solamente por un año, sino que por más tiempo.
En esta parte, el romance contradice claramente la actitud del Campeador en el Poema de Mío Cid:
en el poema se preocupa siempre por hacer llegar al rey la parte de ganancia que le corresponde en
cada victoria, cumpliendo así lo que la ley le obliga si quiere recuperar sus tierras.
La tercera parte va desde del verso 65 (“...Ya se parte el buen Cid...”) hasta el final (“...adonde
asentar su campo”). Momento en que vemos como Cid se va, cumpliendo su destierro, junto a to‐
dos sus vasallos fieles. Eso sí, sin haber besado la mano del rey, tal como éste le había dicho que el
Cid haría. En el último verso nos dice claramente que el Cid, al marcharse de su tierra, no tuvo
problema en ser acogido y aceptado por los de otro lugar (“Mas no le faltó al buen Cid adonde
asentar su campo”.).
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Externa. Métrica
Se trata de un romance. Como sabemos, una de las teorías es que el romance procede de los canta‐
res de gesta, dividiéndose sus versos de 16 sílabas, con cesura en medio, en dos versos de ocho sí‐
labas, por lo que pasan de ser tiradas de 16 monorrimas a una sucesión de versos de ocho sílabas,
con rima asonante los pares, , en este caso: ‐ao
Se producen, naturalmente, numerosas sinalefas Algunas de ellas:
En el tercero: jura a Alfonso
En el cuarto. Muerte de su hermano
En el quinto: tomaba el
Etc.
Estudio de la forma
Este romance es claramente un romance de carácter popular, para ser recitado, hecho que pode‐
mos ver en el lenguaje utilizado por el juglar, haciendo mucho uso del estilo directo, cómo por
ejemplo en “...villanos te maten, Alonso...”.
El estilo de la primera parte es muy nominal y, por lo tanto, muchas veces se suprime el verbo, ‐
versos 17 al 20‐ cómo por ejemplo en “...no con puños dorados...”. En la segunda parte, además, se
usa mucho el diálogo directo entre el rey y el Cid.
La sintaxis es muy sencilla. Predominan las oraciones enunciativas:
le tomaban jura a Alfonso
Tomábasela el buen Cid,
capas traigan aguaderas,
todos son hombres mancebos
…
aunque también hay alguna subordinada causal (“...porque la besó mi padre...”), alguna coordina‐
da adversativa (“...pero allí hablará el rey...”) y, finalmente, alguna coordinada copulativa (“...y no
vuelvas más a ella...”).
Aunque predomine el tiempo presente, el llamado presente histórico, (Jura, toma, mate, sean...)
podemos ver también la presencia de otras formas verbales, cómo el imperfecto del modo indicati‐
vo (era, había...) y del modo subjuntivo (fuera, hablara...), el pretérito perfecto simple (alló, besó...),
el futuro (será, besará...) y el infinitivo (besar).
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En el primer caso, es evidente la intención del juglar de actualizar, hacer visual en el momento del
recitado, el hecho histórico que está narrando. Y dado que es una narración, lógicamente han de
aparecer tiempos verbales propios del pasado.
Figuras retóricas
De nuevo hemos de hacer alusión a su carácter popular y a su transmisión oral, al revisar algunas
de las figuras literarias, de repetición, del romance y que le dan mayor dinamismo:
Paralelismos:
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Anáforas:
y el hierro acicalado,
y llevan sendas adargas
Si bien en este caso las repeticiones no se dan en versos seguidos sino alternando
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Anadiplosis:
Hay algún encabalgamiento suave, por ejemplo en el verso “...el Cid al rey castellano. Las juras
eran tan fuertes que al buen rey ponen espanto; sobre un cerrojo de hierro y una ballesta de palo...”
Una antítesis temporal “… entre hoy y mañana...” y una anáfora “...y el hierro acicalado, y llevan
sendas adargas...”
Hay pocos adjetivos, pero la mayoría de ellos son usados con un epíteto (“...siniestro costado...”,
“...malamente ennojado...”), algunos hacen referencia a la persona (honrado, afrentado, privado) o
a objetos (hierro acicalado y borlas de colorado)
Y sin que aparezcan epítetos épicos, en parte así podría considerarse como tal el buen Cid, con el que
el juglar se refiere al Cid en distintos momentos del romance.
Sí es fácil encontrar a lo largo del poema numerosos sustantivos que, como cabe esperar de acuerdo
con el tema, podrían agruparse en distintos campos (semánticos):
Aludiendo a familiares, estamento, edad: rey, hijosdalgo, padre, hombre, hermano, caballe‐
ro, mancebo, villanos
Instrumentos de la guerra: ballestas, dardos, puñales, estoque, adargas
Vestimenta: calzada, zapatos, camisones, capas, calzado.
Animales e instrumentos para ellos: burras, caballos y mulas, frenos, cordel, cuero
Nombres propios y topónimos: Alfonso y Cid, Burgos, Gadea, Asturias, Oviedo
Nombres comunes: cerrojo, hierro, lazo, evangelios, crucifijos… y abstractos: juramento, ju‐
ra y muerte.
Relación del texto con el autor y la época. Contexto histórico
Muestra de ese intento de conservación está la elección del tema del romance, centrado en un per‐
sonaje histórico cuyas hazañas habían sido objeto de un cantar de gesta dos siglos antes, el Cid
Campeador y que ahora se retoma con una forma nueva, la del romance.
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El personaje ya sabemos que es histórico: Rodrigo Díaz de Vivar, conocido mejor como El Cid
(1043‐1097), era un conocido militar español. Nacido en el seno de una pequeña familia de la noble‐
za castellana, es uno de los mitos más sobresalientes de la cultura hispana. Sirvió, hasta su muerte,
a Sancho II de Castilla y a su servicio luchó contra el hermano de Sancho, el futuro Alfonso VI.
Tras la muerte de Sancho II, la Corona de Castilla pasó al monarca leonés Alfonso VI, sobre quien
recaía la sospecha de haber participado en el asesinato del rey anterior. Por ello, Alfonso VI fue
obligado a prestar un juramento en Santa Gadea de Burgos delante del Cid, y este es el tema central
del romance.
Sabemos que si el destierro fue cierto, no fue este el motivo, porque el Cid histórico no sería una
figura marginada por el rey Alfonso en el plano jurídico, sino todo lo contrario, contó con la simpa‐
tía del monarca. Sin embargo, como político y militar no le asignó Alfonso ningún puesto impor‐
tante, ya que le costó olvidar los triunfos que ganó contra su hermano.
Conclusión
El romance presenta una serie de dificultades derivadas fundamentalmente de la necesidad de co‐
nocer el contexto histórico del personaje que lo protagoniza. Conviene, además, conocer el cantar
de gesta con el que se relaciona, el Poema de Mío Cid.
Pero subsanadas esas dificultades, permite completar los textos literarios en torno a la figura del
Cid, pues si bien en el Poema no aparece la Jura de Santa Gadea, el romance nos sitúa en medio de
una escena que transcurre ante nuestros ojos –esa sin duda es una de las intenciones del anónimo
juglar‐, en la que una figura heroica, ya conocida por el auditorio, nosotros en este caso, no se do‐
blega ante el poder establecido sino que se enfrenta a él con la única fuerza de su verdad.