TFI - Fabián Chiaramello
TFI - Fabián Chiaramello
TFI - Fabián Chiaramello
Licenciatura en Periodismo
1
ÍNDICE
CAPÍTULO I
A modo de introducción ............................................................................................................. 5
Propósito del trabajo .................................................................................................................. 7
CAPÍTULO II
La investigación .......................................................................................................................... 12
Metodología ............................................................................................................................... 12
Marco teórico ............................................................................................................................. 13
Gatillo fácil y represión estatal. Historia y conceptos ............................................................... 16
CAPÍTULO III
Los medios .................................................................................................................................. 20
Los casos ..................................................................................................................................... 22
Conclusiones parciales ............................................................................................................... 40
CAPÍTULO IV
Los trabajos y los días ................................................................................................................ 49
Conclusiones parciales ............................................................................................................... 59
CAPÍTULO V
A modo de conclusión ............................................................................................................... 65
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................................. 70
ANEXO ........................................................................................................................................ 72
2
«El periodista debe manejarse por la ética,
cuidar la verdad y estar siempre del lado de los que sufren»
-Osvaldo Bayer
A mediados de 1990, una seguidilla de casos de gatillo fácil en la provincia de Buenos Aires
llegaron a los medios de comunicación masivos, poniendo en el ojo de la tormenta el accionar
policial. No era la primera vez que la opinión pública se hacía eco, al menos por un tiempo, de la
violencia de las fuerzas de seguridad del Estado: a principios de la década, varios casos
emblemáticos —como el de Walter Bulacio o la “Masacre de Wilde”— habían instalado el
debate en las noticias. No fue casualidad, detrás estaban los familiares y las organizaciones que
denunciaban las muertes de pibes fusilados con total impunidad o asesinados en cárceles y
comisarías.
La situación que se vivía en 1996 obligó a los responsables jerárquicos y a funcionarios políticos
a dar explicaciones frente a los medios. Las primeras respuestas intentaron instalar que se
trataba de “excesos”, que eran “casos aislados” o “manzanas podridas”, “errores” y “accidentes”.
Hubo otros que fueron más originales. El entonces jefe de la Policía Bonaerense, Pedro
Klodczyk, atribuyó la situación a un infortunio: “La seguidilla de casos de gatillo fácil se debe a
una dosis de mala suerte”. Siendo menos creativo, cuando trascendió el malestar por la
brutalidad policial —llegando, incluso, al New York Times— descargó la responsabilidad a
organismos de derechos humanos, como el Centro de Estudios Legales y Sociales: “Lo que
quieren es desprestigiar a la Policía”.
La vuelta de tuerca a las explicaciones recurrentes la instaló nada menos que el entonces
presidente Carlos Saúl Menem. “Es condenable tanto el policía de gatillo fácil como el periodista
de pluma fácil que mancilla la dignidad de las personas y no tiene ningún tipo de pruebas”,
disparó, con lengua fácil, igualando a quienes realizaban coberturas de los casos con asesinos de
uniforme. Un mes más tarde, el discurso tuvo su repercusión en otro jefe policial. El titular de la
3
Policía Federal Adrián Pelacchi tildó de delincuentes a los denunciantes: “Lamentablemente se
ha instalado la noticia fácil, no el gatillo fácil, y entonces, de golpe, cualquier episodio de un
aventurero que es un verdadero delincuente, que denuncia presuntos excesos del personal
policial, ocupa las primeras planas como si fuera una noticia importante” 1.
Si a la tesis esgrimida por el funesto ex presidente Menem le oponemos esta antítesis —la
noticia difícil—, es lógico concluir que la síntesis no debe ser otra que la de un periodismo
comprometido con una de las grandes problemáticas de su tiempo y de su sistema democrático
que, a la vez, es una de las más invisibilizada, cuando no justificada: los cientos de jóvenes que
son asesinados año a año por las fuerzas de seguridad del Estado.
1
Las declaraciones —todas de 1996— fueron extraídas del libro Represión en democracia. De la “primavera
alfonsinista” al “gobierno de los derechos humanos”, de la abogada María del Carmen Verdú y del trabajo Violencia
policial. De las prácticas rutinarias a los hechos extraordinarios, de la antropóloga Sofía Tiscornia.
4
CAPÍTULO I
A modo de introducción
José Luis Franco fue detenido la noche del 24 de diciembre de 1983 por el Comando
Radioeléctrico y trasladado a la comisaría 11ª de la ciudad de Rosario. Un habeas corpus tuvo
resultado negativo horas más tarde. Tiempo después, la policía provincial comunicó que el
joven de 23 años resultó “muerto en un enfrentamiento con la policía” 2, una explicación
incongruente y recurrente frente a hechos de estas características.
El asesinato del joven es el primer caso registrado al inicio de la era democrática post dictadura
genocida. Habían pasado apenas dos semanas de la asunción de Raúl Alfonsín y en la ciudad ya
había un detenido en un procedimiento irregular que luego fue hallado sin vida. Todo un
símbolo de lo que vendría: desde aquella nochemala, los muertos a manos de miembros de
distintas fuerzas de seguridad del Estado superan los 4900.
La Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) elabora desde hace dos
décadas el Archivo de personas asesinadas por el aparato represivo estatal. Hasta su última
actualización, publicada en diciembre de 2016 3, la lista acumula la infausta cifra de 4960
muertes en las que los victimarios son miembros de alguna de las agencias represivas del
Estado (Policía Federal, policías provinciales y comunales, Gendarmería, Prefectura, Policía de
Seguridad Aeroportuaria, Servicio Penitenciario, Fuerzas Armadas, entre otras). La principal
modalidad de estos asesinatos corresponde a casos de gatillo fácil4: el 46 por ciento del total. Le
siguen las personas que estaban privadas de su libertad al momento de su muerte (39 por
ciento), la mayor parte luego de detenciones arbitrarias. La mayoría de las víctimas no superaba
2
VERDÚ, María del Carmen. 2009. Represión en democracia. De la "primavera alfonsinista" al "gobierno de los
derechos humanos". Buenos Aires, Herramienta.
3
Archivo de personas asesinadas por el aparato represivo estatal (1983-2016), elaborado por Correpi. Recuperado
de http://correpi.lahaine.org/?p=1847. Otros trabajos, como el del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS),
aplican distinta metodología para el relevamiento de casos, pero el resultado de las estadísticas sigue siendo
alarmante.
4
En el siguiente capítulo abordaremos el concepto y la modalidad represiva del gatillo fácil.
5
los 35 años (el 86 por ciento, de los cuales el 49 corresponde a un segmento que va de los 15 a
los 25 años).
La provincia de Buenos Aires es la que acumula la mayor cantidad de casos (el 45 por ciento),
seguida por Santa Fe (11 por ciento). Pero, teniendo en cuenta la cantidad de habitantes de
cada jurisdicción, la segunda supera ampliamente al resto del país: Santa Fe es la provincia con
el índice más alto (178 asesinatos por cada millón, mientras que Buenos Aires registra 144). La
represión es inherente a la provincia con forma de bota y Rosario acapara la mayor parte de
esas muertes. En los últimos tres años se contabilizan más de treinta casos de gatillo fácil y otras
muertes bajo la tutela estatal, como la desaparición forzada y torturas en cárceles o comisarias.
Solamente en 20155 podemos relevar, al menos, quince casos de jóvenes asesinados por balas
policiales: Jonatan Herrera, de 23 años; Alexis Rosales, de 23; Nelson Fuentes, de 24; Jonathan
Belotti, de 22; Dante Fiori, de 25; Carlos Godoy, de 25; Maximiliano Zamudio, de 16; Facundo
Rivas, de 22; Lucas Matías Segovia y Ezequiel Marcelo Fiori, ambos de 24; Marcelo Cañete, de
36. Elías Martínez, de 18; Facundo Cárdenas, de 20; Jonatan Ojeda, de 17; Martín Taborda, de
27.
La abogada María del Carmen Verdú, una de las fundadoras de Correpi, señala que “el gatillo
fácil es, a la vez, el saldo más gravoso y el de menos visibilidad del conjunto de políticas
represivas del Estado”6. La invisibilización se explica, por un lado, porque las víctimas son los
que menos recursos tienen para hacerse ver y oír; la otra parte responde a la naturalización de
la violencia policial que existe en los sectores medios y altos, pero también en las propias
“víctimas potenciales” de esa represión.
5
Se elige este año porque es por el que transcurren tres de los cuatro casos tomados para este trabajo.
6
VERDÚ, María del Carmen. Op. cit.
6
Propósito del trabajo
¿Por qué hacer esta investigación? Responder a ese interrogante no es sencillo. Los estudios
sobre comunicación explicaron hace ya mucho tiempo la influencia que ejerce el periodismo
sobre la opinión pública —y su retroalimentación constante—, la constitución de sentidos en el
ámbito político, las representaciones y construcciones de identidades e, inclusive, el rol que
cumplen en la organización cotidiana de la vida. Por todo esto, es redundante aclarar la gran
responsabilidad social que tienen los medios masivos. La postura positivista que alegaba cierta
objetividad y neutralidad en los medios fue rebatida y superada por el propio devenir de la
profesión y su análisis.
Las empresas mediáticas, como cualquier otro negocio, tienen intereses y compromisos dentro
de un orden social que les garantiza sustentabilidad y ganancias. Para mantener ese status quo,
el Estado —y los distintos poderes locales y globales, entre ellos las propias compañías 7— se
sirve de varias herramientas. Una de ellas, las más dura, evidente y efectiva en momentos de
crisis o agitación social, son los diferentes aparatos represivos. Otra, menos visible —pero no
por eso menos práctica—, la podemos ubicar en el plano ideológico: los discursos, los mensajes,
los significantes. Los medios juegan un papel central en esta etapa: “Desde un punto de vista
ideológico no se puede dejar de considerar que las noticias promueven implícitamente las
creencias y opiniones dominantes de grupos de elite en la sociedad” 8.
Muchas veces vemos como estos planos se atraviesan y quedan expuestos. Por ejemplo, cuando
una empresa mediática, a través de la cobertura periodística, justifica, minimiza u oculta una
represión o un reclamo. También, cuando se instalan discursos que apuntan a exigencias
represivas más que preventivas para la resolución de cierto tipo de delitos; utilizando, incluso,
conceptos y argumentos propios de las agencias represivas. Uno de ellos, el más recurrente, es
7
Véase un ejemplo reciente: por un conflicto que mantiene el Grupo Clarín con un sector de trabajadores gráficos
despedidos de la imprenta AGR, el Estado envió a distintas fuerzas —Gendarmería principalmente— a custodiar los
intereses de la empresa antes que los derechos de los obreros.
8
VAN DIJK, Teun. Citado en MARRO, Mabel y DELLAMEA, Amalia. 2005. Producción de textos. Estrategias del
escritor y recursos del idioma. Editorial Docencia, Buenos Aires.
7
el del “delincuente” y todas sus acepciones. Ese otro —resabio del ideario positivista— que
cuando es eliminado, como en los casos de gatillo fácil, tiene una justificación previa construida,
en parte, por el discurso mediático de la inseguridad —o de la falta de seguridad—. Por esta
razón —y por otras que responden al ámbito judicial— casi la totalidad de las ejecuciones
arbitrarias son presentadas como muertes en enfrentamientos, pese a que muchas veces ese
relato es imposible de sostener.
En las últimas dos décadas y, principalmente desde finales del gobierno de Carlos Saúl Menem,
se instaló con más fuerza que nunca en la agenda pública la problemática de la “inseguridad
urbana” o “inseguridad ciudadana” —comprendiendo exclusivamente hechos delictivos
callejeros, por decirlo de alguna manera, y escindiendo otros delitos como los casos de
corrupción, por ejemplo— y los pedidos de un sector importante de la sociedad por endurecer
medidas que apuntan al “combate de la delincuencia” —o al menos una parte de ella—, como
los reclamos manoduristas, de pena de muerte y de mayor control y vigilancia. Es decir, ceder
derechos en pos de una supuesta seguridad. Esto no es casual, el modelo neoliberal instalado a
fuerza de sangre y plomo por la última dictadura militar llevó al país a vivir una de las peores
crisis de su historia9; con la pauperización de la vida de millones de argentinos sumidos en la
pobreza extrema, la marginalización y exclusión fueron moneda corriente. Las violencias
estructurales propias del sistema capitalista —población sobrante, pobreza, falta de acceso a
viviendas, educación, salud, y un largo etcétera— se profundizaron y plantaron una bomba que
requirió de todos los artilugios para que no estalle. Estrategia que tuvo un éxito parcial ya que la
crisis desatada en 2001 puso en jaque a la clase política argentina.
Es en ese contexto cuando se instaló un discurso hegemónico sobre el delito que, por supuesto,
fue reflejado por los medios que le dieron un papel preponderante en sus agendas. Así, la
cobertura de las noticias sobre diferentes crímenes adquirió explicaciones alarmistas con el
toque sensacionalista de antaño. Ese tipo de cobertura, que desde inicios del periodismo fue
casi exclusivo de la prensa popular —presente en la crónica de tinta roja—, fue penetrando en
9
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), en 2002 más de la mitad de los argentinos estaba
bajo la línea de pobreza (54,3%) y la tasa de desempleo fue la más alta de la historia (21,5%).
8
las agendas y estilos de la “prensa seria” 10. Este cambio de piel no fue azaroso: la opinión
pública, el contexto político-económico-social y los datos duros de la realidad —el aumento de
los delitos— marcaron ese rumbo. Con esa metamorfosis se instalaron lugares comunes y vicios
que el periodismo policial repite a diario: la expansión de las geografías y los tiempos del crimen
—la imagen de que ningún lugar es seguro, que el delito no descansa y acecha a toda hora—,
estilos discursivos “sostenidos en la exposición de la victimización y en la reiteración de
metáforas como 'ola', 'escalada', 'espiral' de violencia” 11 que colaboran en la reproducción de un
clima de paranoia y miedos colectivos. El crimen, además, es despojado de su contexto, lo que
reduce las explicaciones —las secciones Policiales se entienden en esa fragmentación— sobre
un sistema que por un lado excluye y por el otro reprime a los excluidos.
Si el delito pasó a ser noticia obligatoria para los medios masivos —cualquiera sea su público y
su contrato de lectura, todos respetan esa temática en su agenda—, ¿dónde se ubican los
crímenes cometidos por policías o agentes de otras fuerzas de seguridad estatales? La cobertura
noticiosa de estos casos es bastante singular, muchas veces irresponsable, cómplice o ambigua.
En los años noventa logró instalarse en los medios, al menos por momentos, la problemática del
gatillo fácil y las prácticas más oscuras de la policía. Esto tampoco fue casual, casos
paradigmáticos como el de Walter Bulacio en 1991 —un joven que fue víctima de una razzia
policial en las inmediaciones de un show de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, luego
torturado y asesinado en una comisaría— o la “Masacre de Wilde” en 1994 —cuatro personas
fueron asesinadas por agentes de la Policía Bonaerense— pusieron el tema en la agenda
mediática. La lucha de los familiares y de las organizaciones antirrepresivas contra la impunidad
y la naturalización de la violencia estatal explican gran parte de ese interés periodístico. El
discurso oficial y el de muchos medios es el conocido hasta hoy: se trató de “casos aislados”,
“manzanas podridas” o “loquitos sueltos” dentro de las propias fuerzas represivas. Salvando
excepciones, el periodismo de los medios masivos no logró ver un accionar sistemático dentro
de esas fuerzas ni logró contextualizar esa violencia, saliendo del simple relato de los hechos. En
10
MARTINI, Stella. 2007. Prensa gráfica, delito y seguridad. Recuperado de http://library.fes.de/pdf-files/bueros/c3-
comunicacion/07327.pdf
11
Ibídem. El trabajo de la autora se centra en dos medios, Clarín y La Nación, pero da cuenta de un cuadro general
en la prensa gráfica.
9
la actualidad, hasta que algún caso paradigmático no quiebra la “armonía”, la naturalización de
estos crímenes y la liviandad de su cobertura es un sello del periodismo que pone su mirada
sólo sobre algunos delitos12.
Ese periodismo policial que pasó a ser tan masivo —que ocupa páginas enteras en los diarios y
horas de radio y televisión— crea y reproduce discursos, mensajes y significados que justifican
distintos grados de represión, estigmatizan a sectores juveniles y pobres y, tantas veces,
invisibilizan los crímenes cometidos por el aparato represivo del Estado. Con una fluidez natural,
se presenta a una víctima de gatillo fácil como “delincuente” —no persona, joven, adolescente,
niño o niña— que muere en un enfrentamiento —siempre según versiones oficiales— y se le
abren las puertas al tristemente célebre “algo habrá hecho”.
Volvamos a la pregunta inicial. Por qué hacer, entonces, este trabajo. Siguiendo los lineamientos
y exigencias del Trabajo Final Integrador de la Licenciatura en Periodismo de la Universidad
Nacional de Rosario (UNR) —y en un contexto en el que se contabilizan cada año de a decenas
las muertes a manos de efectivos de distintas fuerzas represivas del Estado en Rosario y se
intensifican e instalan día a día voces y discursos más represivos—, resulta indispensable
investigar cómo se construyen las noticias que involucran a agentes del sistema penal en estos
crímenes13. Para lograr ese objetivo es necesario indagar en la práctica profesional de los
periodistas de medios gráficos locales acerca del tratamiento de las fuentes, cómo se redactan
estas noticias y, por supuesto, cuáles son las influencias o factores que atraviesan la rutina
productiva e influyen en el trabajo.
Ir contra el sentido común, los discursos del garrote y la mano dura, las representaciones bélicas
—la imagen del otro como enemigo a eliminar: el delincuente, el malhechor, el que rompe el
orden social—, la demagogia punitiva que asoma la nariz año a año —ya sea para distraer con
un debate recurrente y oportunista o porque se aproxima una contienda electoral— y la
desinformación que gira en torno al paradigma de la inseguridad es imprescindible para
desnaturalizar la violencia de las fuerzas represivas y poner en jaque los argumentos que la
12
En los noticieros de televisión, el caso más extremo, la cobertura sensacionalista llega a ser vergonzosa en
muchos casos.
13
Esto explica, también, los datos duros desplegados al inicio del trabajo.
10
blindan y justifican desde el nacimiento de los estados nacionales. Si bien —por cuestiones que
exceden la extensión y los fines de este trabajo— la investigación no puede abarcar semejante
abanico de problemáticas y temas, intenta ser una aporte para pensar cuál es el rol del
periodismo frente a la violencia estatal.
CAPÍTULO ll
La investigación
11
El Tema de este trabajo es el tratamiento de las muertes a manos de fuerzas policiales en los
medios gráficos de Rosario.
El Interrogante central es el siguiente: ¿Cómo construyen las noticias sobre casos de gatillo fácil
y otros asesinatos a manos de fuerzas de seguridad estatales los periodistas de medios gráficos
y cuáles son las condiciones e influencias que atraviesan a las distintas fases de la rutina
productiva?
El Objetivo general del estudio es producir conocimiento acerca de las rutinas productivas que
hacen a la construcción de las noticias especificadas arriba y dar cuenta de las influencias que
atraviesan el trabajo periodístico.
Metodología
La investigación contiene dos partes o fases y de ese modo fue estructurada su presentación. La
primera —abordada en el siguiente capítulo— comprende el relevamiento noticioso de cuatro
casos —ocurridos en el período de un año, de octubre de 2014 al mismo mes de 2015— en el
que efectivos policiales están involucrados en distintos crímenes. La desaparición forzada
seguida de muerte de Franco Casco, el asesinato de Gerardo Escobar y dos casos de gatillo fácil:
Jonatan Herrera y Jonatan Ojeda. Los tres primeros ya son paradigmáticos y explican, en parte,
su elección. El último constituye uno de los tantos asesinatos invisibilizados a los que hacemos
referencia. Los medios seleccionados son los tres principales diarios de la ciudad: La Capital, El
Ciudadano y Rosario/12.
12
La búsqueda de notas y artículos sobre los casos referidos se organizó en base a las tiempos
particulares de cada caso —no sólo la noticia del hecho, sino cuando hubo avances judiciales,
manifestaciones, etcétera— y se realizó mediante un relevamiento de las ediciones impresas de
los medios14.
La segunda parte es la que responde al objetivo principal del trabajo. A partir de entrevistas
realizadas a seis periodistas de los tres medios gráficos impresos, y teniendo en cuenta la
elaboración teórica seleccionada, abordamos el tratamiento de estos casos tan particulares —
en los que nada menos que una institución del propio Estado está involucrada en un crimen— y
damos cuenta de la construcción de esas noticias, sus influencias, limitaciones y posibilidades
dentro de los periódicos.
Marco teórico
Para adentrarnos en los objetivos de este trabajo y abordar las rutinas productivas en la
construcción de las noticias especificadas, es necesario definir cómo un acontecimiento se
convierte en noticia. Eliseo Verón utiliza el neologismo de semantización para referirse al
“proceso por el cual un hecho 'X' ocurrido en la realidad social es incorporado, bajo la forma de
significaciones, a los contenidos de un medio de comunicación de masas” 15. Este proceso es
resultado de dos operaciones realizadas por el emisor del mensaje: la selección, “dentro de un
repertorio de unidades disponibles”, y la combinación de las unidades seleccionadas. El
mensaje, entonces, puede ser representado “como el producto de este doble sistema de
decisiones por parte del emisor”. El semiólogo define a cada operación como
metacomunicación por combinación y metacomunicación por selección. Más adelante, aclara
que en el mensaje, su contenido no es lo único que significa: “Cuando digo algo, el modo en
que lo digo y lo que no digo y podría haber dicho son aspectos inseparables de lo que digo. La
información transmitida (...) depende del conjunto del cual proviene” 16.
14
El archivo se puede visitar en la Hemeroteca de la Biblioteca Argentina, en Rosario.
15
VERÓN, Eliseo. 1971. Ideología y comunicación de masas. La semantización de la violencia política. Publicado en
VV.AA. Lenguaje y comunicación social. Nueva Visión, Buenos Aires.
13
El trabajo de Verón profundiza acerca del mensaje y la ideología en el campo de la
comunicación, ambas cuestiones superan el alcance metodológico del trabajo. Sin embargo, es
necesario tener en cuenta algunas nociones para avanzar en el marco teórico de la investigación
—no haremos un análisis sobre los signos pero sí tendremos en cuenta su importancia—. La
ideología comprende uno de los niveles de organización de los mensajes; por eso, para
descubrir su significación, propone descomponer los mensajes para estudiar los mecanismos de
selección y combinación ya que puede ser sometido a una multiplicidad de lecturas: “El punto
de vista del análisis ideológico se define por la búsqueda de las categorías semánticas en
términos de las cuales es 'construida' en la comunicación social, la información socialmente
relevante. Y el análisis será ideológicamente significativo cuando las estructuras de significación
descritas puedan ser vinculadas con los procesos de conflicto a nivel de la sociedad global”.
En el mismo sentido que Verón, Stella Martini afirma que el pasaje del acontecimiento a la
categoría de noticia es “la cuestión clave en la descripción e interpretación de la información”
en los medios masivos. Mediando ese proceso se encuentran las rutinas productivas. Los
estudios sobre el newsmaking (o construcción de la noticia) fueron reconociendo —según la
autora— que en todo trabajo periodístico se produce una “distorsión involuntaria”
directamente relacionada con las rutinas de producción y con los valores e imaginarios
periodísticos compartidos entre periodistas e instituciones. “Las noticias serían el producto de la
selección y el control de las formas de procesamiento que responden a 'instrucciones' (más o
menos explicitadas) de la empresa y a actitudes y valores consensuados o al menos aceptados
(la distorsión consciente) y de la articulación de prejuicios, valores compartidos con el medio y
con la sociedad, representaciones del propio trabajo y que están implícitos (la distorsión
inconsciente o involuntaria)”17.
16
Este proceso está plasmado y ejemplificado en otra investigación de Verón: Construir el acontecimiento. Los
medios de comunicación masiva y el accidente en la central nuclear de Three Mile Island.
17
MARTINI, Stella. 2000. Periodismo, noticia y noticiabilidad. Norma, Buenos Aires.
18
Wolf utiliza este concepto para definir un componente de la noticiabilidad.
14
las fases principales que están presentes en la producción de la información cotidiana, las que
se dan en todos los medios y que más inciden en la calidad informativa. Las rutinas productivas
son tres: la recolección, la selección y la presentación19.
En sintonía con Wolf, Martini sostiene que la presión del tiempo —el teórico habla de escasez
de tiempo y medios— y la complejidad de la propia profesión explican la organización y la
coordinación basada en prácticas rutinarias, “con la flexibilidad necesaria para ocuparse de
sucesos extraordinarios, imprevisibles o extemporáneos”. La investigadora señala la carga
ideológica de esas rutinas de producción, ya que “no sólo se incluyen las formas organizativas
del trabajo cotidiano, sino también una forma de pensar la realidad, una visión del mundo. (...)
Esta naturalización de un discurso sobre el mundo se basa en un acuerdo o consenso (real o
aparente) acerca de la realidad, de los imaginarios de la sociedad y sobre el propio trabajo y de
los valores, que hace a la selección y clasificación de la información y a las maneras en que se la
interpreta y se construyen las agendas y las noticias”20.
A partir de los aportes teóricos de los autores, dejando en claro que ni la organización de
rutinas productivas es aséptica y recortando temas no menos relevantes —como los criterios de
noticiabilidad o el análisis ideológico de los mensajes—, continuamos por la vía medular del
trabajo. La construcción de las noticias, las rutinas productivas y sus influencias constituyen el
eje de esta investigación.
15
cometidos por miembros de las fuerzas policiales. Su concepción alude a la liviandad o facilidad
con que la policía mata o hiere 22, en situaciones que van desde el “uso desmedido de la fuerza”
hasta “ejecuciones-extralegales”, “falsos enfrentamientos” y “disparos accidentales” 23 (también
tiene su equivalente en otros países: el easy trigger norteamericano, el dedo frouxo brasilero y
gâchette facile francés).
En nuestro país encontramos la raíz en una serie de seis artículos publicados por Rodolfo Walsh
durante 1968 y 1969 en el semanario de la CGT de los Argentinos 24. El precedente que sentó el
periodista es de una actualidad reveladora: la primera de las notas —titulada La secta del gatillo
alegre—recorre distintas prácticas represivas que daban cuenta de la brutalidad policial —
disfrazando de enfrentamientos o accidentes sus crímenes—, la impunidad con la que actuaban
y el encubrimiento judicial. En las publicaciones siguientes —varias de ellas tituladas La secta de
la picana— investiga con la lucidez característica de un periodista comprometido con su tiempo
el resto de los “métodos preferidos” por las fuerzas represivas: el uso de la picana eléctrica y
todo tipo de tortura, los apremios y exacciones ilegales, la extorsión y otras herramientas
utilizadas para “aclarar” delitos. Con su mordaz estilo, Walsh también cuestionó a la crónica
policial del momento por reproducir acríticamente las versiones oficiales 25.
María del Carmen Verdú ubica la popularización del término hacia finales de la década de 1980.
Fue en ese momento cuando otro abogado, León Zimmerman, retomó la expresión de Walsh
para referirse al asesinato de tres jóvenes cometido por policías en lo que se conoció como la
“Masacre de Budge”, en 1987. Tanto Verdú como la antropóloga e investigadora María Victoria
22
PITA, María Victoria. 2010. Formas de morir y formas de vivir. El activismo contra la violencia policial. Del
Puerto/CELS, Buenos Aires. Recuperado de
23
CELS, Centro de Estudios Legales y Sociales. 1998. La inseguridad policial. Violencia de las fuerzas de seguridad en
Argentina. Eudeba, Buenos Aires. Recuperado de
24
WALSH, Rodolfo. 2015. El violento oficio de escribir. Obra periodística (1953-1977). Ediciones De La Flor, Buenos
Aires.
25
«Así como hay apenas media decena de chistes básicos que admiten infinitas variaciones, la crónica policial
bonaerense registra medio docena de historias que pueden tomarse de modelo. Una de ellas es la siguiente: "En
horas de la noche de ayer, una comisión de la comisaría primera de tal lugar observó a varias personas en actitud
sospechosa. Al acercarse a interrogarlos, fueron recibidos por una descarga cerrada, generalizándose un tiroteo a
cuyo término encontraron heridos de muerte a NN, con antecedentes por robo, y XX, cuya identidad se procura
establecer. Junto al cadáver de uno de los malhechores se halló un revólver 38 con dos cápsulas servidas". Si
admitimos que los antecedentes los pone la policía, y el revólver también, esta historia cotidianamente admitida
por todo el mundo es la misma historia de (...)» (Walsh, 2015: 298).
16
Pita señalan que en el uso popular, el término se volvió genérico, abarcando también a casos
que responden a otras modalidades represivas (desapariciones forzadas, torturas), cuyas
víctimas son generalmente jóvenes que provienen de los sectores más pobres. Desde entonces,
la expresión fue introducida y utilizada también en el ámbito académico26.
Como queda demostrado, los hechos de violencia policial no son novedosos en el país; sin
embargo, su espacio en la agenda pública tiene poco más de dos décadas. Esto es resultado, en
gran medida, de la confluencia de organismos de derechos humanos y organizaciones
antirrepresivas, familiares de víctimas y un importante colectivo social que acompañó y
acompaña esa lucha27. Al mismo tiempo, el creciente interés por el tema de la “seguridad
ciudadana” —presente en todas las campañas políticas y en los grandes medios de
comunicación— que hegemoniza la agenda desde finales de los noventa fue propiciando un
escenario cada vez más tolerante con la violencia policial, reclamando —incluso— políticas más
duras; es decir, más represión.
Por qué hablar de represión estatal. Tanto Lenin, como Foucault o Benjamin —a pesar de sus
notables diferencias teóricas e ideológicas— coinciden en que el nacimiento de las fuerzas
policiales, las cárceles y otros elementos represivos están ligados al propio establecimiento de
los estados modernos; así sea para fines del “derecho” o, en palabras de Lenin, para custodiar la
división de clases propia del Estado burgués28.
Desde distintos sectores que van de la militancia a la academia, hay acuerdo en que cada uno
de estos crímenes son responsabilidad del Estado; incluso algunos definen a las muertes como
políticas —aunque las víctimas no sean activistas ni militantes políticos 29—. Verdú sostiene que
“la noción de que el gatillo fácil sea parte de una política de estado, no implica, como lo podría
sugerir un análisis superficial, que todos y cada uno de esos hechos sean, uno a uno, decididos y
planificados por el presidente, gobernador o intendente de turno” 30. También señala que el
26
Véase, por ejemplo, en la extensa producción del Equipo de Antropología Política y Jurídica del Instituto de
Ciencias Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires.
27
PITA, María Victoria. Op. cit. El trabajo citado indaga en profundidad este proceso.
28
LENIN, Vladimir Ilich Ulianov. 2012.El Estado y la revolución. Arte Gráfico Editorial, Buenos Aires.
29
PITA, María Victoria. Op. cit.
30
Continúa Verdú: «Tampoco significa que esos chicos fusilados por la espalda sean conscientemente eliminados
por el policía de turno porque él mismo comprende, siempre y en cada caso, el alcance de la política de estado que
17
tratamiento preferencial en materia de libertad que reciben los victimarios y la sucesión de
casos impunes, “son prueba irrefutable del carácter sistémico de la represión”. Dando cuenta de
todo esto, sintetiza: “La impunidad no es una categoría jurídica, sino política; es un atributo del
poder, una cualidad intrínseca al poder del estado, cuyos beneficios se extienden, naturalmente,
a sus perros guardianes”.
Con una producción teórica extensa que da cuenta de la responsabilidad estatal, en el trabajo se
utiliza la idea/concepto de represión del Estado y no la de Violencia Institucional. Actualmente,
se está dando un debate que involucra a diversos organismos de derechos humanos,
organizaciones antirrepresivas, familiares de víctimas y a propias instituciones estatales. Desde
un sector se esgrime que utilizar el concepto de Violencia Institucional es insuficiente y que
oculta el carácter represivo del Estado, entendiendo que existen muchas violencias
institucionales —la falta de acceso a los derechos más básicos, como la salud o la vivienda— y
que es preciso diferenciarlas y señalarlas. Considerado ésto y para evitar extendernos en el
debate, aludimos genéricamente a la represión estatal —que son todos los casos que nos
interesan— y especificamos la modalidad represiva de cada uno.
ejecuta al apretar el gatillo. Pero lo que sí sabe el policía es que está cumpliendo con "su deber" al detectar y
eliminar al "sospechoso", y que todo el aparato oficial, desde sus propios camaradas cuando lleguen a la escena
hasta los jueces de la Corte Suprema, lo defenderán y harán lo posible para "que la saque barata"» (Verdú, 2009:
108).
También podríamos citar a Marx: “No lo saben, pero lo hacen”.
18
CAPÍTULO III
Los medios
El diario La Capital es uno de los más antiguos del país —fue fundado en 1867 por Ovidio Lagos
—, es el periódico santafesino de mayor tirada y tiene llegada en varias provincias argentinas. El
matutino es un instalador de opinión en la sociedad, en las instituciones y en los demás medios
masivos; es un agente y agencia de noticias —como analizó Martini para Clarín y La Nación31—.
Es decir, es formador de opinión e influye en las agendas de otros medios.
31
MARTINI, Stella. 2007. La prensa gráfica argentina: reflexiones sobre la calidad periodística, la información
"socialmente necesaria" y la participación ciudadana en las agendas sobre el delito.
19
El Ciudadano es el segundo en importancia para la ciudad. El periódico nació a finales de los
noventa y, luego de atravesar varias crisis, llegó a la situación actual en la que es producido por
la cooperativa de trabajo La Cigarra que formaron los propios trabajadores 32. Por otro lado,
Rosario/12 se publica junto al diario Página/12 desde hace 25 años, como un suplemento local
dentro del mismo.
Estos tres periódicos, con sus diferencias evidentes y alcances disímiles, son los medios gráficos
impresos más importantes de la ciudad. Como dijimos más arriba, las empresas mediáticas
masivas tienen una gran responsabilidad social porque —entre otras cosas— son el acceso a la
información de interés público e influyen en la organización de la opinión y la participación
ciudadana, pero también en la propia vida cotidiana y en la instauración de representaciones
sobre la propia identidad y la de los otros33.
Para continuar, retomamos un interrogante planteado por Verón: ¿qué sistema de clasificación
utiliza cada medio para fraccionar el universo social del cual se ocupa o sobre el cual informa?34.
Los medios ordenan y clasifican las noticias en diversas secciones fijas en los diarios: “Al ordenar
los materiales según criterios tipificados, las secciones de los medios arman recorridos de
lecturas posibles, y construyen versiones de una clasificación de la realidad, responden a la
vigencia de determinadas agendas de problemas y al contrato de lectura que el medio
mantiene con su público”, explica Martini35. Esta articulación es —junto con los títulos y
subtítulos, según Verón— un mecanismo para establecer una clasificación inicial de los hechos.
Este sistema clasificatorio determina las lecturas y significados de las noticias. Así, muchas
veces, se las despoja de su contexto o directamente son una vía a la desinformación y el
encubrimiento de diferentes hechos. Un ejemplo que grafica a la perfección este cuadro lo
plasmó el Subjefe de la sección Policiales del diario La Capital, Sergio Naymark: “'Diciembre de
2001' fue un hecho netamente social, político; en cualquier diario eso lo hubiese llevado la
32
El grupo Indalo, encabezado por el empresario Cristóbal López, administró el diario durante dos años hasta que
anunció su cierre en octubre de 2016. Los trabajadores decidieron autogestionarse y seguir con la publicación.
http://www.elciudadanoweb.com/desde-hoy-caminamos-solos/
33
MARTINI, Stella. 2007. Ibídem.
34
VERÓN, Eliseo. Op. cit.
35
MARTINI, Stella. 2000. Op. cit.
20
sección Política o una sección Sociedad si existiese. Acá lo llevó Policiales de entrada. ¿Por qué?
Porque la versión de entrada que se recibía era la policial, entonces había que analizarlos como
delitos. También tenía que ver con la línea editorial del diario, ¿no?” 36. Dentro de esta lectura
podemos decir que, además de encubrir responsabilidades, es considerada una sección “menos
seria” que otras como Política o Economía37, a pesar de que “la noticia policial ha sido siempre,
de modo más o menos explícito, una noticia política construida desde acontecimientos
diversos”, según Martini.
Dentro de esas secciones que, claramente, determinan la noticia y su lectura, se inscriben los
casos y hechos que nos interesan.
El diario La Capital cuenta con una sección Policiales en la que trabajan ocho personas:
“Muchos en comparación a otras secciones que tienen menos gente dentro del diario y que
tienen otro tipo de producción. Pocos si lo analizamos desde la perspectiva de qué tipo de
periodismo queremos hacer, que es un periodismo lejos de los escritorios y con mayor
presencia en los lugares de los hechos”, explica Naymark. La estructura es la siguiente: Jefe,
Segundo jefe, dos periodistas abocados al seguimiento de causas en Tribunales y otros cuatro
que hacen trabajo territorial o “de calle”.
En El Ciudadano son cuatro las personas que llevan adelante la sección Policiales: un periodista
cubre Tribunales por la mañana, otro que hace “la calle” y otros dos por la tarde. Además,
cuenta con una Jefa que comparten con la sección Ciudad.
Rosario/12 tiene ocho páginas y no tiene una sección Policiales como los anteriores. Las páginas
2, 3 y 4 corresponden a Ciudad; las noticias sobre asesinatos, violencia policial y temas judiciales
se inscriben dentro de esa sección que tiene una agenda más amplia. Los casos policiales son
trabajados, principalmente, por dos periodistas.
Los casos
36
Entrevista realizada para este trabajo. Ver Entrevistas en el Anexo.
37
Así lo expresan, también, los propios periodistas consultados.
21
La construcción —muy resumida para la ocasión— de las causas seleccionadas para el trabajo se
realizó en base al seguimiento de cada una de ellas, a los expedientes judiciales y a fuentes y
artículos personales publicados en diferentes medios.
Caso Casco
Franco Casco tenía veinte años, un hijo y trabajaba de albañil con su padre en Florencio Varela.
Había viajado a principios de octubre de 2014 para visitar a familiares en el barrio Empalme
Graneros. El lunes 6 salió de la casa de sus parientes para ir a tomar el tren que lo dejaría en
Retiro; pero Franco no bajó en el andén de esa estación, donde lo esperaba su madre. Desde
ese momento, su familia supo que algo había pasado.
Una tía comenzó a buscarlo en Rosario y luego llegó su padre, Ramón Casco, que recorrió
dependencias policiales. En la comisaría 7ª les confirman que Franco había estado detenido y
que había sido liberado el mismo lunes 6 por falta de antecedentes y por orden del fiscal Álvaro
Campos. Días más tarde llegó su madre, Elsa Godoy, quien percibió las irregularidades desde el
primer momento: a ella le informaron que había sido detenido el martes 7. El propio comisario
de esa seccional, Diego Álvarez, le recomendó lugares donde buscar a su hijo, sin considerar que
la mujer no conocía la ciudad. Godoy denunció el ninguneo de la policía y la situación que vivió
dentro de esa dependencia cuando exigió ver el cuaderno de actas donde debían estar los datos
de su hijo y su firma a la hora de la liberación. “Me leyeron el libro, no me mostraron la firma de
mi hijo”, denunciaba. Las fotos con el rostro de su hijo, que habían sido pegadas en las
inmediaciones de esa comisaría, fueron arrancadas.
El 14 de octubre, el caso recién llegó a la Fiscalía y fue tomado por Guillermo Apanowicz, quién
delegó la responsabilidad al entonces secretario de Gestión Penal Leandro Trangoni y al área de
Asuntos Internos. La primera versión oficial fue que Franco había sido detenido por resistencia a
la autoridad. En el primer encuentro, le dijeron a su madre que estaba drogado y borracho y fue
detenido por “desacato” y por “agredir a la autoridad”. Su mamá, desde el primer momento, fue
clara: “No creo en la policía”.
22
Cuando habían pasado unos veinte días sin noticias de Franco y el caso trascendió en los
medios, cambió el trato. Elsa pudo ver por primera vez la supuesta firma de su hijo y la foto de
legajo tomada en la comisaría. Según ella, la firma no era la del joven y en la foto se lo veía muy
golpeado. A pesar del relato y la denuncia la mujer, el Fiscal siguió insistiendo en que no
existieron irregularidades en el accionar de la policía. Las cámaras de seguridad de la seccional y
la zona también generaron sospechas ya que poseían un sistema de autoborrado de pocos días.
Luego llegó la intervención del defensor general de Santa Fe, Gabriel Ganón, quien tomó el caso
para asistir al joven. El 30 de octubre, luego de un encuentro entre Ganón y la Procuraduría de
Violencia Institucional (Procuvin), se presentó un habeas corpus ante el juez Federal Carlos Vera
Barros y se denunció el accionar de la policía. En esa fecha, también, se realizó una
manifestación hacia la Comisaría 7ª. La marcha, encabezada por los familiares de Franco, fue
acompañada por organizaciones sociales, partidos políticos y cientos de personas que se
solidarizaron con la búsqueda y el reclamo de justicia. Todas las denuncias apuntaban a la
policía y se hablaba de desaparición forzada. Ese mismo día, por la mañana, apareció una
versión que aseguraba que tres testigos habían visto al joven días atrás mendigando en una
iglesia evangélica. El insostenible relato fue presentado por el entonces secretario de Control de
las Fuerzas de Seguridad, Ignacio Del Vecchio.
Horas más tarde se llevó a cabo una audiencia judicial en la que el jefe de Prefectura informó el
hallazgo de un cadáver. El cuerpo encontrado en el Paraná, a la altura de Parque España, parecía
ser el de Franco. Al día siguiente se conoció la peor noticia: se confirmó que la persona muerta
era el joven buscado. Desde el Instituto Médico Legal determinaron que el cuerpo, por su
estado, llevaba alrededor de tres semanas en el río, quedando más en evidencia la falsedad de
los testigos que decían haberlo visto apenas unos días atrás. Luego, llegó una nueva audiencia
en Tribunales provinciales, donde aparecieron más irregularidades y contradicciones entre los
relatos de los policías y la médica que realizó el informe del detenido.
Dos meses más tarde, tras varias idas y vueltas, la Justicia Federal aceptó la competencia en la
investigación. La causa, caratulada como “desaparición forzada”, continúa en trámite en ese
fuero.
23
Casco en los medios
38
Nota de enREDando: http://www.enredando.org.ar/2014/10/22/visito-rosario-lo-detuvieron-antes-de-volver-a-
buenos-aires-y-no-volvio-a-aparecer-2/ (No es casual que una noticia como ésta haya sido “primicia” de un medio
alternativo).
24
movilización que se iba a realizar ese mismo día exigiendo la aparición con vida de Casco. La
crónica de la marcha se publicó al día siguiente —sin firma, igual que la anterior—, informando
la “novedad”: un pastor y dos empleados de una parroquia evangélica tuvieron contacto con el
joven, según el secretario Ignacio del Vecchio. En la misma página, un recuadro anunciaba el
hallazgo de un cadáver en el Paraná, en avanzado estado de descomposición —según las
fuentes, que se apresuraron en descartar golpes, llevaba unos 15 días en el agua— y con
características similares a las de Franco. El 1 de noviembre es publicada la confirmación de que
el cuerpo era el del joven bonaerense y, más allá de que se dio prioridad al relato de la familia y
la defensa, se volvió a dar por sentada parte de la información oficial. Los artículos publicados
durante la búsqueda del joven desaparecido nunca fueron mencionados en tapa mientras que sí
aparecieron otras noticias sobre distintos hechos de “inseguridad”.
25
que contiene las voces y versiones oficiales sobre el curso y los resultados de la investigación y
los testimonios y análisis del defensor provincial Gabriel Ganón y de una referente de Derechos
Humanos que cuestionan lo actuado por los investigadores, las “maniobras de encubrimiento” y
reiteran el pedido para que el caso pase al fuero federal y por tratarse de una “desaparición
forzada”.
Franco Casco fue mencionado en tapa por Rosario/12 el 24 de octubre: “Sin rastros de Franco”.
Adentro, en un recuadro, se amplió la información en unas pocas líneas. Al día siguiente,
nuevamente aparece en la portada, pero esta vez como noticia central; al interior del diario, se
le dedica una página al relato que Elsa Godoy realizó frente a la prensa. El 26 también es tema
de tapa y adentro se destacan las contradicciones y “lagunas” de la versión policial. El día 28 se
publicó la denuncia del defensor provincial Gabriel Ganón cuestionando el accionar de la
policía. Volvió a ser nota central en tapa el miércoles 29 luego de ver las fotos donde su hijo
estaba visiblemente golpeado. Los días jueves y viernes siguientes se publicaron artículos a
propósito de la movilización hacia la comisaría 7ª. Además, en la nota del 31 se da cuenta del
hallazgo del cadáver y de la contradicción que presenta con los supuestos testigos aportados
por Del Vecchio. Otra vez fue tapa el 1 de noviembre, luego de la confirmación de la muerte del
26
joven, y dio cuenta de los “puntos oscuros” del caso y las irregularidades investigativas y
policiales. El periódico siguió publicando de manera serial los días siguientes (2,3,4 y 6 de
noviembre), dedicándole portadas y ocupándose, más adelante, de las novedades judiciales.
Caso Escobar
Gerardo Escobar fue visto por última vez el viernes 14 de agosto, alrededor de las seis de la
madrugada, al salir del bar La Tienda —hoy clausurado— en Tucumán al 1100. Un video de
seguridad del local mostraba que segundos después de que él saliera, parte del personal de
seguridad lo siguió. Días más tarde, luego de una masiva movilización, apareció una secuencia
de otra cámara de vigilancia que terminó de confirmar lo que se rumoreaba: Pichón —así le
decían sus seres queridos— fue golpeado salvajemente, al menos, por un patovica. El cuerpo
del joven trabajador municipal de 23 años fue hallado flotando en el Paraná una semana
después de aquella madrugada. El personal de seguridad que se vio en el video golpeando
ferozmente a Escobar, Cristian Vivas, fue imputado como el autor del homicidio —además,
según un rastreo no oficial, de su casa salió la última señal de GPS del celular del joven—. Otros
cuatro fueron imputados, en ese momento, por encubrimiento agravado: dos patovicas —César
Darío Ampuero y José Luis Carlino— y los policías Luis Alberto Noya y Maximiliano Amiselli.
Como en el caso Casco, casi idénticamente, apareció el testimonio de un colectivero que habría
cargado al joven y se hacía hincapié en un “andar errático”. Estas hipótesis sostenidas hasta que
fue posible por la Fiscalía fueron versión oficial y parte del relato de funcionarios en los medios.
La causa judicial tuvo muchos vaivenes y en la actualidad sigue siendo incierta la línea
investigativa. Cuando pasaron seis meses de la muerte de Escobar, la jueza de Cámara de
Apelación en lo Penal, Georgina Depetris, declaró su incompetencia y remitió el caso a la Justicia
Federal. La letrada consideró la participación policial y la posibilidad de que Pichón haya sido
detenido ilegalmente en la Comisaría 3ª para ser torturado, asesinado y luego arrojado al río
como sostiene la querella. El juez Luis María Caterina también había considerado la misma
carátula ya que el Estado interviene a través de una institución como la policía. Sin embargo —y
27
contradiciendo las interpretaciones y decisiones de fiscales y jueces—, dos meses más tarde, el
juez federal Marcelo Bailaque se declaró incompetente para investigar la causa bajo esa figura
penal; la querella y la Fiscalía Federal apelaron la resolución. A días de cumplirse el primer año
de la desaparición de Escobar, el juez Bailaque sobreseyó a los cinco imputados y ordenó su
libertad refutando todas las hipótesis y pruebas sobre la responsabilidad en la muerte. Meses
más tarde, la Cámara de Apelaciones anuló el sobreseimiento y dictó falta de mérito, dando
tiempo para poder seguir investigando. Luego de esta decisión, el propio Bailaque se apartó de
la causa. Seguir profundizando en el recorrido del caso en los expedientes judiciales sería
demasiado extenso, pero es necesario pintar un panorama del desarrollo de la misma para
entender los intereses en juego.
28
tenido un altercado con un taxista y luego se lo vio subir a un colectivo urbano; después pone
dudas sobre esta segunda versión. El periodista insiste con el “comportamiento errático”, que
caminaba “algo mareado” y con la excesiva ingesta de alcohol; siempre según los dichos de los
fiscales. El viernes 21 fue tapa, esta vez con foto y con nueva pista: “Un colectivero de la línea
103 declaró haberlo llevado hasta Paraguay y 27 de Febrero”. Luego de dar toda la versión del
chofer del colectivo se da lugar a la versión de los familiares que rechazan, por lo que ven en las
imágenes, que se trate de Pichón. Al día siguiente vuelve a ser tapa por el hallazgo del cadáver
en el río y aclara que “la autopsia descartó golpes y heridas de arma”, mientras que al interior
informa sólo la “ausencia” de heridas de armas. En un apartado se señalan las similitudes con el
caso Casco y las “pistas falsas plantadas”. El 23 se publican las primeras impresiones de la
autopsia y las contradicciones entre el médico legista Víctor Moglia, que participó como perito
en nombre de la Defensoría Provincial, y la fiscal Marisol Fabbro. Esa información es ampliada el
24: desde la portada presentan que el cuerpo no tiene “signos de una muerte violenta”.
Adentro, en una nota sin firma, se reproduce el comunicado oficial de la Fiscalía en respuesta al
defensor provincial Ganón y se minimizan los argumentos de la Defensoría cuando exigió que se
investigue como “desaparición forzada”: afirma que se pide investigar bajo esa carátula sólo
porque Moglia señaló un golpe en el abdomen. Los días 25, 26, 27, 28 y 29 fueron noticia tanto
marchas, como declaraciones de familiares y las voces oficiales que salían a responder y a
mostrar que se estaba indagando. El domingo 30 fue título central en tapa la detención de los
cinco implicados. La sección Policiales le dedicó una página entera para dar cuenta de todos los
puntos oscuros, las pistas falsas, la falta de pruebas y el rol que, supuestamente, cumplió la
policía —la nota está firmada—.
29
El hecho también se dio a conocer en el diario El Ciudadano luego de una marcha. En la primera
de las notas, el 18 de agosto, hacen hincapié en el dato del rastro del GPS del celular de Escobar
ubicado por última vez en la zona de la casa de Cristian Vivas, el patovica que lo golpeó esa
noche. El 20 se hace una mención a reuniones de los familiares con la Defensoría provincial y
anuncian una nueva movilización. El día siguiente informan sobre la nueva pista presentada por
Fiscalía: el colectivero que dijo haberlo trasladado desde el centro. El 22 es el título central en la
portada: “Hallaron muerto en el río al joven desaparecido”. Al interior, dan cuenta de la
contradicción respecto a si el cuerpo presentaba golpes o no entre la Fiscalía y los familiares y el
médico legista. En un recuadro se compara con el caso Casco. El 23, la versión de la fiscal sobre
la ausencia de golpes fue mencionada en la tapa y en la bajada se señala que otra la contradice;
la nota va en ese mismo sentido. El 24 es mencionado en la tapa un comunicado oficial de
Fiscalía sobre la autopsia y al interior se lo reproduce. Al día siguiente se publica una breve nota
con las declaraciones del médico de parte de la Defensoría. El 27, un artículo resalta las dudas
en torno a la muerte de Pichón y cita las declaraciones de uno de los abogados querellantes que
señaló varios errores en la investigación que llevaba adelante la Fiscalía. Una nueva movilización
fue noticia al día siguiente: en el artículo se resalta el pedido por el pase al fuero federal, se
señalan las inconsistencias en lo investigado y la falta de celeridad de parte de los fiscales y se le
da voz a la hermana de Escobar y al defensor general Gabriel Ganón. El 30 es título central en la
30
tapa la detención de dos policías y tres patovicas; al día siguiente, es noticia la audiencia
imputativa a realizarse. En el artículo se vuelven a señalar algunas lagunas investigativas y se
entrevista a Ganón.
31
tapa. La detención de los cinco imputados también fue la noticia central en portada el 30 de
agosto y se dio cuenta de los argumentos para que la causa pase al fuero federal y sea
investigada como “desaparición forzada”.
Caso Herrera
Jonatan Herrera tenía 23 años y había sido papá hacía apenas dos meses cuando cuatro
efectivos de la flamante Policía de Acción Táctica (PAT) —estrenada para relevar a las fuerzas
federales que se retiraban de Rosario— y al menos una agente del Comando Radioeléctrico, lo
acribillaron a balazos frente a su casa.
La tarde del 4 de enero de 2015, el joven estaba lavando el auto junto a uno de sus hermanos y
un primo; su pequeño hijo y su pareja estaban a pocos metros. Mientras tanto, un joven que
había robado una juguetería a pocas cuadras del lugar comenzó a ser perseguido por el
Comando Radioeléctrico; caída y tiroteo mediante, fue reducido en la puerta de la casa de la
familia Herrera. En medio de la caótica situación, su hermano, su primo y Sabrina —la madre de
su hijo— entraron a la casa para resguardarse, pero Jonatan quedó del otro lado y apremiado
por la situación se agachó e intentó resguardarse detrás de un pequeño árbol. En ese mismo
momento, efectivos de las PAT que volvían del rally Dakar —y que no estaban en funciones—,
escucharon que había una persecución y un tiroteo y obligaron al chofer de la línea 133 a
detenerse en la esquina de Ayacucho y Seguí, bajaron y sin mediar palabras comenzaron a
dispararle a Herrera. Fueron más de veinte tiros, de los cuales le dieron tres. Los cuatro
uniformados —Ramiro Rosales, Francisco Rodríguez, Luis Sosa y Alejandro Gálvez— levantaron
las vainas en ese momento.
Lo primero que se intentó instalar es que hubo un tiroteo y que se trató de un “accidente”.
Intentaron responsabilizar al joven que había robado la juguetería, pero no pudieron plantarle
el arma a tiempo. Los testimonios —incluido el joven reducido bajo la galería de la casa— y la
investigación demostraron que nada de eso había ocurrido: no hubo un tiroteo “entre un ladrón
y los policías”, ni siquiera podían ver al joven que estaba frente a la casa de los Herrera. “No le
dijeron: ‘¡Quedate quieto o te disparamos!’ o ‘¡Poné las manos arriba y salí!’; directamente
bajaron y le tiraron más de veinte tiros”, relató su mamá, según pudo reconstruir por
32
testimonios. El gatillo fue más fácil. Jonatan Herrera murió a los quince minutos de llegar al
hospital. Había recibido tres balazos: uno en el muslo izquierdo, otro en el pie derecho y el
mortal —se cree— fue el que rozó la cabeza. Todos los disparos fueron de nueve milímetros y
todas las armas de los miembros de las fuerzas de seguridad habían sido disparadas. Una mujer
policía fue vista por vecinos cuando intentaba plantarle un arma al joven reducido y ellos
mismos se lo impidieron. Luego se desató una represión contra ellos, causando más malestar en
el barrio.
La causa estuvo plagada de irregularidades desde el principio, cuando quisieron instalar que se
trató de una muerte en un enfrentamiento —versión reproducida por muchos medios—, un
accidente. Sin embargo, todos los testimonios de los familiares, de vecinos y de un testigo clave
de la causa, el joven que había asaltado la juguetería, contradicen ese relato. El adolescente ya
había sido reducido y él mismo pudo escuchar la ráfaga de disparos que se oía desde el otro
lado de la casa, un ángulo imposible para intercambiar disparos. A una semana del asesinato, el
juez Gonzalo López Quintana ordenó la detención de los cuatro agentes de la PAT. El peritaje de
las armas concluyó que todas habían participado en los hechos, pero sólo pudieron determinar
el autor de uno de los disparos que dieron en el joven. La bala que perforó el muslo de Herrera
y se alojó en su cadera salió del arma de Rosales y se lo imputó por homicidio calificado,
mientras que al resto se les adjudicó el mismo delito pero en grado de “tentativa”. Meses más
tarde, uno de los agentes fue beneficiado en un acuerdo abreviado con una condena menor por
abuso de arma. Todavía no se había determinado quién era el autor del disparo que rozó el
cráneo de Jonatan y le ocasionó la muerte, pero a mediados de 2016, tras varias pruebas,
Gladys Galindo ?, una agente del Comando Radioeléctrico fue imputada por el delito de
homicidio calificado por abuso de su función o cargo, uno de los más gravosos; la evidencia la
ubica en la línea de tiro de uno de los proyectiles que le provocó pérdida de masa encefálica.
Así, entre muchas idas y vueltas, se espera que los cinco implicados sean sometidos a un juicio
oral y público a desarrollarse en marzo de 2017.
33
El relevamiento noticioso se limitó a los siete días posteriores al asesinato, desde el 5 al 11 de
enero de 2015.
“Murió al quedar entre fuego cruzado de la policía y un asaltante”. Ese fue el título de tapa del
diario La Capital en la edición del lunes 5 de enero. Tanto desde la portada como en el artículo
se reproduce la primera versión aportada por la policía y la Fiscalía: los agentes de la PAT fueron
a apoyar al Comando Radioeléctrico que perseguía a un ladrón, bajaron de un “furgón”,
dispararon contra el “delincuente” y “uno de los proyectiles” le dio en la cabeza al joven. El
martes, en un artículo de página completa y firmado, se da lugar a la voz de los familiares —
ausente en el anterior— que despejan toda duda respecto de los hechos: lo asesinaron los
policías y el joven que era perseguido minutos antes ya estaba detenido e inmovilizado en el
piso de la galería de la casa al momento de la muerte; el mismo periodista da cuenta de que es
“más bien” probable que los disparos sean de los uniformados y no del asaltante. En la página
siguiente se informa el pase a disponibilidad a cinco policías que participaron en los hechos y los
resultados preliminares de la autopsia. El día 7 se publica un artículo titulado: “Dictaron prisión
preventiva al ladrón que en su huída generó un tiroteo fatal”. Ese enfoque marcado por el verbo
“generó” utilizado en el título está presente en las primeras líneas del artículo. El 8, una nota
34
que da cuenta del reclamo de los familiares, comienza con la versión del enfrentamiento entre
los policías y el “maleante”.
35
Rosario/12 informó el asesinato de Herrera el 5 de enero con una mención en tapa y un
pequeño recuadro al interior del diario en el que se reproduce casi textual toda la versión
oficial: habla de dos asaltantes perseguidos que se tirotearon, primero con agentes del
Comando Radioeléctrico, luego se sumaron los de la PAT y, “como saldo del tiroteo”, un disparo
hirió de muerte al joven. En la edición siguiente, un artículo da cuenta de la investigación
judicial que apuntaba a resolver el origen de los disparos, haciendo hincapié en la
responsabilidad policial. Al otro día, una pequeña nota sobre la imputación por robo del joven
que era perseguido confirma que todas las sospechas apuntan a las balas policiales. El 8, luego
de una movilización, un artículo recoge los testimonios y las voces de los familiares y da cuenta
de la otra versión. Al día siguiente se publica un pequeño recuadro con información judicial
referida al caso: la declaración de los efectivos de la PAT.
Caso Ojeda
Jonatan Ojeda tenía 17 años recién cumplidos cuando fue asesinado por un policía de civil en la
esquina de su casa. Según la versión policial, la misma que aún sostiene el Poder Judicial, hubo
un robo, una persecución y un enfrentamiento a tiros. El relato del entonces cabo primero César
Martín Robledo, sostiene que el domingo 18 de octubre, alrededor de las 7 de la mañana, el
36
joven habría asaltado a una vecina del propio oficial que, alertado por su esposa, se levantó de
su cama, tomó su arma reglamentaria y salió con su auto a correr al pibe de “gorra roja,
campera negra y jean” que se escapaba por calle Marruecos en dirección oeste. Desde la casa
del oficial en Pasaje Omnes al 4200 —a metros de Boulevard Oroño— hasta la esquina de
Rodríguez y Pasaje Margis, Ojeda disparó dos veces hacia el VW Vento de Robledo. Siguiendo lo
que consta en el acta policial, en esa intersección el joven “toma posición de disparo”: colocó
una rodilla en el suelo y tomando el arma con sus dos manos disparó nuevamente contra el
policía y este lo “repelió” con su arma reglamentaria; uno de los tiros le dio en la cara a Jonatan.
A lo aportado por los dos agentes que llegaron quince minutos después de los hechos —es
decir, que sólo reprodujeron lo relatado por el propio policía y esa es la versión escrita en el acta
—, se le sumó otro hecho que también consta en el documento. Se trata de un robo cometido
unos quince minutos antes de las 7 por un joven “de similares características” en la esquina de
Biedma y Ovidio Lagos. Ningún testimonio pudo confirmar esa versión, pero sí aparecieron
quienes la contradijeron. Sostienen que fue un claro caso de gatillo fácil, una ejecución.
Varios testigos afirmaron que el oficial le disparó a Ojeda y luego plantó un arma y una billetera.
Esos elementos luego serían entregados a la policía por el propio Robledo, que los había
“resguardado” de los vecinos que se acercaban furiosos a la escena del crimen. Un video
filmado por una mujer pocos minutos después del disparo da cuenta de que varias personas
vieron cómo el oficial fusiló al joven y que le plantó el arma. “Lo boleteó al Joni; te vi, te vi”, se
escucha gritar entre llantos a una vecina. Algunos de esos testigos y los familiares fueron
hostigados por el agente. Del robo cometido minutos antes del fatal desenlace también se
desprenden contradicciones. Las tres jóvenes asaltadas declararon en la Fiscalía de Homicidios
que el joven asesinado no era el autor del robo, ya que a éste lo habían vuelto a cruzar por la
calle días más tarde.
Ojeda tenía dos causas por robo y había pasado dos semanas en el Instituto para la
Recuperación del Adolescente (IRAR) y, al momento de su muerte, estaba cumpliendo arresto
domiciliario. Esos antecedentes son tenidos en cuenta por el Fiscal a cargo de la investigación,
pero no las evidentes contradicciones en los relatos y testimonios. Tampoco se tuvo en cuenta
37
que hacía un tiempo había ingresado al programa Libertad Asistida, espacio en el que realizaba
talleres de cine, radio y fotografía y que estaba buscando otra salida; ni el hostigamiento previo
del mismo policía que lo asesinó. La línea investigativa de la Fiscalía de Homicidios sigue el
relato policial e investigó más a la víctima que al victimario —que cuenta con casi una decena de
causas, incluidas torturas y haber disparado contra su esposa— 39.
El diario La Capital lo nombra en tapa el lunes 19 de octubre: “Lo matan luego de cometer dos
atracos. Tenía 17 años. Lo abatió un policía de civil en un tiroteo”. El título del artículo fue el
siguiente: “Policía de civil persiguió a ladrón y lo mató en presunto tiroteo”. En la portada se da
por sentado que Ojeda había cometido dos robos y que lo matan al tirotearse con un agente
policial. El titular coincide con la versión de los asaltos —adjetivando “ladrón”— pero pone en
39
Para más información sobre este caso: https://colectivoraiz.com/2016/10/28/nacer-y-morir-al-costado-de-la-via/
38
dudas el tiroteo. La bajada agrega que el joven estaba cumpliendo arresto domiciliario, también
que los vecinos pusieron en duda que se haya desatado un enfrentamiento. El primer párrafo da
cuenta del relato oficial y en el segundo se alude al testimonio de vecinos y familiares que lo
contradicen. El artículo continúa con la versión oficial, tanto la que consta en actas policiales
como lo aportado por la Fiscalía y, al final, un párrafo para la voz de los vecinos y familiares que
aseguraron que “el policía disparó sin haber dado la voz de alto” y que los uniformados
“plantaron” una billetera y un arma de fuego. Fue el único artículo sobre el caso publicado en
las ediciones relevadas.
El lunes 19 también fue uno de los títulos de tapa de El Ciudadano: “Policía mató a adolescente
tras presunta fuga a tiros”. La breve noticia da cuenta desde el inicio que existen dos versiones
contrapuestas y publica el relato oficial y lo que sostuvieron vecinos y familiares. El día
siguiente, una nota de pocas líneas actualiza la información brindada por la Fiscalía a dos días
del asesinato.
Conclusiones parciales
39
Teniendo en cuenta el racconto de las noticias —que puede resultar tedioso para la lectura,
pero esencial para continuar esta investigación—, sumando las reflexiones de algunos de los
periodistas que trabajan en los medios gráficos seleccionados, podemos hacer algunas
apreciaciones y esgrimir conclusiones sobre este capítulo.
En primer lugar, queda a la vista la diferencia en las coberturas de los casos Casco, Escobar y
Herrera, por un lado; y el asesinato de Ojeda, por el otro. Los tres primeros tienen una
particular característica que los iguala en un sentido: que se trata de víctimas “buenas” 40, que
no tenían antecedentes ni estaban cometiendo un delito —pese a que en dos de ellos se intentó
instalar eso—, que las familias reaccionaron inmediatamente instalando el tema en la agenda
pública y todas esas causas fueron acompañadas por organizaciones políticas, sindicales,
movimientos sociales, organismos de Derechos Humanos y un sector de la población que se
solidarizó con las víctimas 41. Con sus singulares características, las muertes de estos tres jóvenes
—movilización social y denuncias de por medio— se convirtieron en paradigmáticas del
accionar policial y judicial de los últimos años.
Podríamos hablar de paradigma, también, para el caso del joven Jonatan Ojeda. Pero en otro
sentido: la muerte que es justificada e invisibilizada, tanto por el sistema judicial como por los
grandes medios de comunicación42. Existe una “naturalización” —desde las instituciones del
Estado, las empresas periodísticas y, por supuesto, en gran parte de la sociedad— respecto de
los asesinatos cometidos por agentes del sistema penal en la “lucha” o el “combate contra la
delincuencia”. Según la socióloga Alcira Daroqui, esa naturalización supone que “aquellas
40
“De modo similar al de la estereotipificación que hacen la policía y muchas veces la justicia, los diarios
reconstruyen la conducta o la vida pasada de la víctima y establecen patrones que le otorgan mayor o menor
responsabilidad en el hecho criminal. La representación de víctimas 'buenas' y víctimas 'malas', propias de la
cobertura de la prensa popular, se reitera en los diarios de referencia. Ni cuando se cierra un caso las sospechas y el
descrédito se borran, la víctima vuelve a ser victimizada en la noticia” (MARTINI, 2007).
41
“Los sectores medios, sólo registran —y por un muy breve lapso, hasta que otro tema acapara el espacio
mediático— los casos que, por una u otra razón, les permiten algún grado de identificación con la víctima. Por
ejemplo, aquellos casos cuya víctima es significativamente presentada como inocente” (VERDÚ, 2009: 22).
42
“El tratamiento que reciben del aparato judicial y de los medios masivos de comunicación es tan sistemático
como elocuente. El titular periodístico de 'Joven delincuente de frondoso prontuario abatido por las fuerzas del
orden' se corresponde con un sumario judicial donde la primera versión ineludiblemente sindica al muerto como
'imputado', y al policía como 'personal interviniente', o mejor aún, 'víctima'” (VERDÚ, 2009: 85).
40
personas consideradas responsables o culpables de un acto que supone una sanción legal y/o
moral carecen de derechos a la hora de tomar contacto con las agencias de control social
estatal, es decir, los autores de supuestas acciones delictivas nunca son víctimas en el marco de
las consecuencias de esas acciones. Para ser considerado víctima de la violencia institucional-
estatal hay que demostrar inocencia” 43. La ecuación es tan perversa como efectiva: si estaba
cometiendo un delito, y fue asesinado en ese marco, no hay nada que reclamar, “está bien
muerto” o, siendo cuidadosos, “se lo buscó”.
Veamos la cobertura de lo que podríamos llamar “los dos Jonatan”: Herrera y Ojeda. Ambos
jóvenes resultaron víctimas de balas policiales; dos casos que podemos enmarcar dentro de la
modalidad del gatillo fácil, según lo expuesto en el trabajo. Pero uno de ellos está “justificado”
por una versión que habla de comisión de delitos seguido de enfrentamiento con un policía de
civil. La naturalización y la invisibilización queda expuesta en el relevamiento noticioso de los
hechos. En una semana, los diarios La Capital y El Ciudadano publicaron cuatro artículos, una
tapa y una mención en portada sobre el caso Herrera. En el mismo período, Rosario/12 le
dedicó cinco notas y tres menciones en la tapa. Mientras que para el caso Ojeda, La Capital
destinó un recuadro en tapa y una nota haciendo hincapié en los delitos y en la versión policial,
despersonalizando a la víctima desde el título. El Ciudadano dedicó una mención en portada,
una nota y una publicación con información oficial sobre la investigación. Rosario/12 no publicó
el hecho.
El seguimiento de los casos y el tono de las coberturas son muy diferentes: al caso Herrera se lo
siguió de modo serial, casi a diario, cada avance judicial o voces que sumaban algo a la
reconstrucción del suceso fueron disparadores de artículos; el caso Ojeda quedó como el relato
de un hecho más en la página de Policiales —no es menor que el accionar judicial haya estado
estancado y haya mantenido la hipótesis siguiendo el relato policial para entender, también, la
falta de “novedades” noticiosas—. El tenor también es significativo: una es la víctima “buena”;
el joven que estaba lavando su auto cuando fue asesinado por policías que perseguían a un
43
DAROQUI, Alcira (Compiladora). 2009. Muertes silenciadas: La eliminación de los “delincuentes”. Una mirada
sobre las prácticas y los discursos de los medios de comunicación, la policía y la justicia. Ediciones del CCC Centro
Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, Buenos Aires.
41
“delincuente”. La reconstrucción de su vida: que trabajaba, que tenía una hija, un hermano
mellizo, que se quería embarcar. Todos esos detalles estuvieron presentes en las crónicas. En las
notas sobre el asesinato de Ojeda, tanto en La Capital como en El Ciudadano, no se encuentra
ninguno de esos datos, sólo sus antecedentes penales y que cumplía arresto domiciliario; era un
“ladrón”.
“En estos casos vos tenés que demostrar, no que tenés que vivir sino que no sos un delincuente;
porque si no está bien que te maten”, señala la Jefa de la sección Policiales de El Ciudadano,
Silvina Tamous44, que —además— sostiene que existen “muertos blancos” que generan empatía
y movilización o que tienen instituciones detrás que impulsan reclamos; y los que no encajan en
esas características tienen una impunidad aún más garantizada. “Lo conciben hasta las propias
organizaciones de esa manera. Las organizaciones no salen a pedir por un pibe que robó, salen a
pedir por 'niños buenos'. Entonces, está institucionalizado de alguna manera que el bueno es el
que puede vivir. O sea, es la construcción de lo que la Cátedra de Criminología 45 dice, la
construcción del 'matable'. La sociedad lo elige como matable; y entre ellos también se eligen
como matables”. Según Tamous, los medios son parte de esa construcción. La falta de recursos
de los familiares de las víctimas a la hora de visibilizar un reclamo refuerza la impunidad y la
legitimación de los mismos, por eso, en El Ciudadano intentan seguir esos casos. “Una víctima
no tiene a quién recurrir, son todos pobres... Los casos de gatillo fácil son gente pobre”, puede
asegurar por su larga experiencia en estas coberturas la periodista.
Podemos ver la vinculación entre las movilizaciones y la cobertura periodística de los casos: los
reclamos exigiendo la búsqueda de Franco Casco y Gerardo Esobar, o las marchas por el
asesinato de Jonatan Herrera, dispararon notas y entrevistas en los tres periódicos de Rosario.
En el recorte temporal investigado se puede notar la instalación de los temas en la agenda
mediática. Por el otro lado, luego de la muerte de Jonatan Ojeda, la familia no tuvo los recursos
para instalar la denuncia y hacerse oír en la Justicia ni en los medios; tampoco se realizaron
manifestaciones. Así, la cobertura del caso no pasó de unas breves notas relatando las versiones
del hecho.
44
Ver Entrevistas en el Anexo
45
Se refiere a la Cátedra de Criminología de la Universidad Nacional de Rosario
42
Negui Delbianco y Ana Laura Piccolo46, periodistas de El Ciudadano, son autocríticas respecto a
la responsabilidad de los medios en la construcción de los estereotipos legitimantes de la
violencia policial. Según Piccolo, para la Justicia, cuando la víctima —muerta o herida por un
uniformado— tiene antecedentes penales, “directamente no se pone en duda lo que diga el
policía, pese a que en la mayoría de los casos hay versiones de vecinos o de familiares que dicen
exactamente lo opuesto”. Mientras que en los casos de “victimas mal llamadas buenas”, si son
acompañados, si se le suma organización popular, “puede haber alguna condena leve”. Pasando
al aporte del periodismo, señala una gran falencia que aparece en la búsqueda de las historias
de cada una de esas vidas. “En el caso de Jonatan Herrera todos sabemos que tiene un hermano
mellizo, que trabajaba... Otro caso: Carlos Godoy, lo mató la cana y es otra víctima buena; un
loco que laburaba, no tenía antecedentes, tenía el recibo de sueldo en el bolsillo —ejemplifica
Piccolo—. Pero es muy interesante agarrar los casos de gatillo fácil cuando las victimas no son
'buenas', digamos, porque ahí es bien una ejecución sumaria. ¿Por qué nosotros no contamos
esas historias? El caso de Jonatan Ojeda es interesante en ese sentido: vos ves todo lo que hizo
para zafar y ves cómo se lo comió el sistema, y ni siquiera justicia ante la muerte”. Siguiendo el
tono autocrítico, la periodista reconoce que es mucho más difícil intentar construir la biografía o
el perfil “de una persona que mató, que robó —que delinquió, digamos—; y buscar esa historia
y sostenerla”. Muchas veces, sigue, “se publica el apellido de la víctima, si tenía antecedentes,
no tiene historia, no tiene vida; es un ladrón y tenía tantos antecedentes, en eso se transforma
una víctima cuando se la acusa de haber robado”. La redactora sostiene que esa lógica responde
a la criminalización de la pobreza y al valor supremo de la propiedad privada; parte de la
sociedad que legitima que se asesine a una persona que robó o que intentó robar, “aunque no
esté armada, aunque no está claro si estaba robando o no, porque muchos de los casos de
gatillo —como el de Ojeda— vos no sabés si fue un ajuste entre la cana y algún negocio sucio de
alguna economía ilegal de la policía o no”.
46
Ver Entrevistas en el Anexo
43
policía mate chicos de barrios humildes, la gente no se cansa de que maten a dos o tres narcos,
no les importan los números de homicidios, ¿sabés qué les importa? Estar sentada acá afuera y
que te arrebaten la cartera, o que tu hija vuelva de la escuela y le arrebaten el celular, o de las
entraderas... La gente es egoísta por naturaleza, y le molesta el delito que le toca el bolsillo”.
Siguiendo la reflexión, agrega: “También, esa es nuestra función: tratar de 'educar a la gente' y
explicarle un poco que más allá de los números, son todos seres humanos con derecho a vivir y
que si te mandaste un moco y te matan por eso, atrás tuyo queda una familia, quedan hijos... Lo
mismo que te pasaría si matan a un tipo en Córdoba y Sarmiento”.
Conflicto de intereses
Si tenemos en cuenta que los casos de gatillo fácil y otras muertes a manos de agentes del
sistema penal, como las que ocurren bajo la tutela estatal —en cárceles o comisarias—, son
responsabilidad del propio Estado, es el propio Estado —valga la redundancia— uno de los
interesados tanto por lo que suceda en el ámbito judicial como lo que trasciende en los medios.
La mayoría de los periodistas entrevistados aseguraron que en los medios gráficos para los que
trabajan no existen presiones para la cobertura de estos casos, aunque sí se presentaron
bajadas de línea con otras noticias cuando alguna información afectaba a la empresa —o alguno
de sus anunciantes—.
Por su parte, Leo Graciarena admite que la pauta oficial que todos los niveles del Estado —
nacional, provincial y municipal— invierten en los medios de comunicación se termina
cristalizando en presiones. Consultado, puntualmente, acerca de estos condicionamientos en la
cobertura de casos de gatillo fácil o en otros en los que la policía está involucrada, el periodista
de La Capital asegura que en ocasiones “te marcan las pautas, te dicen 'ojo cómo vamos con tal
nota' o, por ejemplo, te dicen 'vayamos hasta acá'”. También cuenta que, a veces desde una
sección como Policiales, “tenés que competir con tipos que son voceros institucionales” dentro
del diario. “Y eso a veces es muy complicado —continúa—, porque el que es un vocero
institucional está bancado por el medio y si yo vengo a contar una versión de un crimen y él
viene a contar la versión del mismo crimen, sale la versión de él”. Además, hace un
señalamiento en este punto: “Creo que la gente pierde de vista que las notas, a veces, están
44
firmadas; y lo que está bueno es que sabés el nombre del que la escribió y lo malo de que esté
firmada es que sabés el nombre del que lo escribió”. Finalizando la idea, plantea que se
generaliza a todos los periodistas por artículos o coberturas que son individuales o que no
llevan firma.
Según Graciarena, los que conducen los medios no son periodistas y no entienden al
periodismo: “Entonces lo manejan, en algún punto, como un quiosco y obvian una parte que es
muy importante, que es la credibilidad”.
Otro conflicto se presenta al interior de los encargados de llevar adelante las investigaciones y,
por lo tanto, de los resultados con los que se pueden servir los periodistas a la hora de construir
la noticia; pero ese punto será abordado en el capítulo siguiente.
En las entrevistas con los trabajadores de prensa de los medios seleccionados vemos que hay
unanimidad en la importancia de relatar los casos de gatillo fácil y de crímenes policiales y de
tratar de romper ciertos estereotipos y lugares comunes. Pero también se desprenden muchas
limitaciones y obstáculos para cumplir ese objetivo. Lo primero que señalaron varios de los
periodistas fue que la elevada tasa de homicidios —que se mantiene por encima de los 200 al
año— y la insuficiencia de personal en las secciones policiales complican el seguimiento, la
profundización y la cobertura de muchos de los casos.
En La Capital, el periódico con más periodistas abocados a Policiales, hay una decisión editorial
de recortar temas, “sino no te alcanzaría el diario para cubrirlos”, asegura Naymark, y grafica:
“Hay días que tuvimos tres o cuatro homicidios en esta ciudad: a cuál le das más despliegue y a
cuál menos. Bueno, vos salís a la calle, salen dos compañeros, cubren dos cada uno, el que
mayor información tenés o el que más relevante es lo das como cabeza y después vas dando lo
otro. Hay veces que han salido uno a toda la página, uno en un recuadro y uno chiquitito en un
grisado”. Más adelante, aclara que la precariedad en el diario se presenta a la hora de hacer un
periodismo más profundo, con notas de investigación: “Para eso necesitarías más gente”. Leo
45
Graciarena47, periodista de la sección, sostiene que “en los medios de comunicación grandes,
muchas veces no tenés tiempo de profundizar porque te lo impide la coyuntura”.
Las tres periodistas del El Ciudadano entrevistadas mencionaron el obstáculo que representan la
cantidad de casos y las dificultades para seguirlos. Lorena Panzerini 48, trabajadora de
Rosario/12, también reconoce que en el diario son muy pocos para seguir las noticias policiales
y judiciales.
Otra de las trabas con las que se encuentra el periodista a la hora de cubrir los casos de gatillo
fácil —principalmente—, es la dificultad para acceder al territorio. En el diario La Capital
cuentan con recursos para movilizarse, pero el obstáculo es otro: son avisados demasiado tarde
sobre un hecho y otras veces ni siquiera son notificados. Desde El Ciudadano ven esta
problemática como algo significativo, ya que desde que el periódico pasó a estar gestionado por
los propios trabajadores cuentan con menos recursos y muchas veces se les dificulta llegar a los
territorios. “Ahora no tenemos móvil, entonces es complicado. Nosotros tenemos fuentes en los
barrios, entonces, salvo que justo el caso coincida, que la fuente que vos tenés lo conozca...
Pero igual, vos tenés que ir a hablar con los padres (los podés agarrar en Tribunales, que sí
vamos porque estamos a cinco cuadras)... La primera precarización es no poder ir”, analiza
Tamous. Por otro lado, en Rosario/12 muy pocas veces van al lugar de los hechos, dependiendo
del acontecimiento y del tenor: “En los casos de gatillo fácil solemos no poder estar en el
posterior, porque por suerte las familias lo primero que hacen es levantarse y salir ellos a buscar
a los medios, que eso está bueno también”, explica Panzerini, aunque luego reconoce que en
muchos de éstos casos las familias no reaccionan de esa manera ni tienen los recursos para
hacerse oír, y las muertes quedan invisibilizadas —como el caso de Jonatan Ojeda—.
46
chequeo con la fuente, incluyendo la Fiscalía y todo eso, como en el medio, y lo resuelvo en
cinco horas”. El periodista de La Capital sostiene que el resultado del trabajo sería totalmente
distinto si para hacerlo tuviera al menos dos días para hacerlo: “Pero yo laburo contrarreloj,
todo el tiempo, entonces el periodista es —también— bajo presión”, explica. En el mismo
sentido, Delbianco habla de la “urgencia” que se presenta a la hora del cierre en la redacción,
cuando aún falta información para completar la noticia y hay que buscar fuentes alternativas
para conseguirlas. Sergio Naymark señala la imprevisibilidad del delito como un factor
determinante: cuando el espacio de Policiales ya está diagramado y se anotician de un nuevo
caso, la sección se debe reacomodar a la nueva información.
Para entender cómo construyen las noticias los trabajadores de los diarios rosarinos —y poder
completar la información que resta analizar respecto de la cobertura de casos—, dedicaremos el
siguiente capítulo.
47
CAPÍTULO IV
Como se explica en el Marco teórico, la escasez de tiempo y medios, y la presión que esto
genera, sumado a la complejidad de la propia práctica periodística, determinan la organización
de las tareas basándose en prácticas rutinarias. En este capítulo, nos encargaremos de las tres
principales fases de la construcción de la noticia y veremos las influencias que las atraviesan.
Recolección
Hace aproximadamente dos décadas, los periodistas de Policiales tenían como única fuente a la
policía y se hacía mucho más “periodismo de escritorio” que territorial. Así lo analiza Naymark,
el Subjefe de la sección en La Capital, quien sostiene que diciembre de 2001 marcó un cambio
en esa forma de trabajar: “Porque vos ahí te encontraste con siete muertes en Rosario, en
hechos represivos consumados por la propia policía, y que la policía bajaba —informativamente
hablando— como que hubiese matado a siete delincuentes. Mientras que vos llegabas a los
barrios, llegabas a los lugares que habían ejecutado a esas personas y escuchabas a seis mil
voces diciendo 'loco, la mataron porque vino a reclamar un pedazo de comida' o, como el caso
emblemático de Pocho Lepratti, lo mataron porque desde el techo de una escuela gritaba 'loco,
no disparen que aquí hay pibes'. Creo que ahí hubo un quiebre muy importante, en donde el
periodismo local se dio cuenta de que la policía ya no era la única fuente a la que consultar ”. Los
periodistas no salían a la calle y siempre daban la versión policial de los hechos, recuerda.
“Hoy nosotros, por más que la víctima del homicida sea un pibe adolescente con veinte causas
penales sobre el lomo, vamos a hablar con la familia y tratamos de mostrar que más allá de esas
veinte causas penales el que murió era un ser humano, el que fue asesinado era un ser humano
48
y que esas veinte causas penales tienen un trasfondo”, apunta Naymark, y asegura que es cada
vez más necesario ir a los territorios. Graciarena, uno de los periodistas de la sección que va a
los lugares de los hechos, señala que cuando son informados sobre un “enfrentamiento” en el
que un policía mata a un joven, siempre descree y lo primero que asocia es un caso de gatillo
fácil. “Después, te pueden pasar circunstancias cuando vos estás laburando que te lleven hacia
un lado o hacia el otro, pero fundamentalmente vos vas con la duda. Todas las cosas que vos
hagas sobre el terreno, les duplicas el esmero: si agarraste dos vecinos que te contaron que
puede haber un caso de gatillo fácil, vas a cuatro, y a partir de eso empezás a hostigar (con la
información que te da el vecino) qué te dice la Fiscalía”, ejemplifica. En la escena pregunta a los
vecinos, a los familiares y a todos los testimonios que sea posible qué fue lo que pasó, cómo se
dio el hecho, por dónde creen que viene, si escucharon tiros. “Tenés que ser sumamente
cauteloso y moverte —explica—. Yo, particularmente soy de prestarle atención al escenario, ver
qué me dicen; si tenés acceso al Fiscal en la escena del crimen es mejor, porque vos ya te
manejás con lo que te van a decir, eso sucede muy pocas veces porque el Fiscal no está o
porque te avisaron tarde”.
Graciarena asegura que siempre es mejor estar en el lugar, porque “en caliente” están “todos
los ingredientes” presentes. Sin embargo, “hay escenas que en caliente te rinden” y hay otras
que “no te rinden”: porque se generan conflictos entre familiares y vecinos con la policía,
porque los testigos no se animan a hablar. “Hoy, a comparación de cinco o seis años atrás,
cuando vas a los barrios ya no sos 'la' prensa, llegó 'la' prensa, sos un ingrediente de conflicto”,
se queja. En esos casos, cuando el periodista vuelve “con las manos vacías” se limita la
recolección “pura y exclusivamente a lo que te dijo la Fiscalía”, según el Subjefe de la sección
Naymark. Los dos periodistas son conscientes de que también en el mismo barrio puede haber
intereses, por lo que hay que ser muy cuidadosos y observadores.
49
acotada y es fundamental ir a al territorio para tener un registro del contexto en el que
suceden: “La geografía del lugar también influye mucho en cómo se puede llegar a dar un caso o
no, te da una perspectiva; si vos no estás en el lugar es como que falta la pata, la experiencia. Y
ahí también te encontrás con gente re valiosa, te encontrás con gente que te exagera (a
nosotros no tanto porque somos del diario) y realmente los que quieren hablar no tienen voz o
no se animan. Hubo veces en donde los casos de gatillo fácil eran de efectivos policiales que
vivían en el barrio, entonces también es un problema, también podes meter en un problema a
un vecino”.
“Nosotros muy pocas veces, dependiendo el caso y el tenor que tenga, vamos al lugar del
hecho. En los casos de gatillo fácil solemos no poder estar en el posterior porque, por suerte, las
familias lo primero que hacen es levantarse y salir ellos a buscar a los medios”, describe
Panzerini, de Rosario/12. Luego de hablar con las fuentes judiciales, cuando aparecen
contradicciones con el relato de familiares, sostiene que “es ineludible ahí hablar con una
madre, con un padre, con un hermano, alguien que cuente su versión del hecho porque en
muchos de los casos de violencia institucional no es la misma versión que tiene la Fiscalía”. La
redactora admite que a veces tiene sus límites trabajar desde ese lugar, ya que en ocasiones
espera encontrarse a los familiares en el edificio del Poder Judicial y eso no siempre sucede:
“Diarios que tienen más recursos, más gente sobre todo, te mandan un periodista al barrio,
golpean puertas a los vecinos hasta que encuentran a la familia. Pero, sinceramente, en
Rosario/12 somos muy pocos y es como que cuesta a veces. Y eso lo hago como autocrítica,
cuesta a veces movilizarse por casos que no es una fuente más directa”.
Fuentes oficiales
Las principales usinas de información oficiales para estos casos provienen del ámbito judicial,
del policial y —cuando adquieren mucha relevancia— de otros organismos y funcionarios
estatales.
Además de las fuentes barriales, Naymark señala que el periodista tiene “las fuentes policiales
amigas” que con el paso de los años se van consolidando —“pero que tienen sus intereses”,
aclara—, las judiciales y las audiencias imputativas en las que se presentan la defensa y la
50
Fiscalía, “a veces planteando hasta situaciones muy disímiles”. El diario La Capital cuenta con
dos periodistas que acuden a los Tribunales con una agenda organizada a partir de hechos
diarios —con el nuevo sistema procesal penal, cuando hay detenidos, las audiencias imputativas
se realizan entre las 24 o 48 horas— o para seguir casos viejos, hablando con jueces o
abogados, revisando expedientes y resoluciones.
Graciarena explica que en los casos de gatillo fácil o en casos de violencia policial, una vez
recolectada toda la información de la escena y de los testimonios, se coteja con la versión de los
fiscales. “Si el Fiscal está en la escena, mejor; no se está dando esa realidad, con lo cual vos
tenés que salir a buscar la visión del Fiscal. ¿Por qué su visión? Porque a comparación del
sistema viejo, el que dirige la investigación es él y es el que te tiene que dar la versión oficial,
porque sin versión oficial vos no tenés contra qué contrastarla”, se queja el periodista. Respecto
a esta imprescindible fuente, realiza muchas objeciones y reparos. En primer lugar, señala que
desde la oficina de Prensa de la Fiscalía 49 no avisan al momento que hay un crimen, lo hacen
tarde y otras veces ni avisan. “Entonces te resta esa posibilidad de ir en caliente”, argumenta, y
agrega: “Creen que si nosotros vamos a la escena del crimen mientras están ellos les
entorpecemos la escena y que es mucho más sencillo hablar en conferencia de prensa o sacar
un comunicado por el prensa de Fiscalía”. Siguiendo el tono de queja, comenta que para llegar a
los funcionarios judiciales primero hay que pasar por un prensero que no siempre entiende las
formas y las necesidades del trabajo periodístico; también que hay “fiscales que se creen que
son los dueños de la información” y “subestiman la capacidad de conseguir la información que
tiene el periodista”.
Otro apunte es un llamado de atención: “Hay que tener mucho cuidado con la información que
te da el Fiscal, porque la Fiscalía generalmente, salvo honrados casos (podría decir en el caso
Mafud), tienden a la legítima defensa. Es la forma de no meterse en un quilombo institucional”.
Según el redactor de Policiales, los fiscales tienen formas de trabajar que son negativas para la
investigación: “Tienen un protocolo que si la escena del crimen es compleja pueden no ir (...) Y
se terminan recostando en la policía, que es como era antes: el verso te lo armaba la policía,
49
La oficina concentra y dispone de la información de todas las unidades fiscales del Ministerio Público de la
Acusación.
51
hoy el verso te lo cuenta el Fiscal pero se lo dio la policía. Entonces, investigativamente no se
evolucionó mucho”. También considera que a los fiscales que deben investigar estos casos les
falta “calle” y que no están preparados para trabajar en esos escenarios particulares, donde
pueden encontrarse con “escenas totalmente plantadas”.
Las conferencias de prensa de los fiscales son una de las fuentes más importantes, porque es la
oportunidad de indagar en la versión oficial. Graciarena sostiene que se convirtieron en una
rutina para el periodismo y que a veces no se intenta profundizar en la versión del funcionario
judicial. “Antes teníamos que ir a las escenas de los crímenes, de los robos o lo que sea, pero
como la calle se puso peligrosa y los fiscales empezaron a salir a hablar, era preferible no
arriesgar tanto e ir hablar con el Fiscal; pero eso terminó achatando la capacidad de hacer
periodismo, porque él siempre te va a dar un producto envasado”, reflexiona. En sentido
autocrítico con la profesión, el trabajador de La Capital insiste con que los periodistas van cada
vez menos a los lugares de los hechos, lo que interpreta como un problema: “Porque el que
maneja un medio de comunicación lo primero que te va a decir es: 'Y, no vayas, si el Ministerio
de Seguridad me lo pasa, si la Fiscalía me pone el Fiscal'. Entonces va a llegar un momento
donde no va a ir nadie, y ahí va a ser más propenso el escenario para que haya casos de gatillo
fácil. Porque de la pluralidad de voces interrelacionadas vamos a llegar a discurso únicos”.
52
siempre está armada, el lugar donde encuentran el cuerpo; y las mecánicas son parecidas: la voz
de alto, se identifica como policía y el tipo responde a los tiros huyendo y la mayoría de las
veces hay tiros en la espalda de las víctimas”. A la enumeración le suma la crítica al accionar de
los fiscales: “Si la victima de muerte o de heridas graves tiene antecedentes penales,
directamente no se pone en dudas lo que diga el policía”.
Lorena Panzerini comenta que en los casos en los que hay policías implicados, en Rosario/12
recurren a la fuente judicial, sean fiscales o jueces, y se intenta hablar con los mismos. “Cuando
surgen estos casos, muchas veces la misma conmoción que genera el hecho permite que
directamente podamos hablar con el Fiscal, que a veces tiene un discurso diferente o una
versión diferente a la que tienen los familiares”, explica la periodista, y aclara: “La versión que
tiene la Fiscalía es la que le lleva la policía, justamente que son los que están en la calle
haciendo la tarea de investigación mandada por la Fiscalía”. La cronista de judiciales privilegia el
trabajo en los Tribunales, con los funcionarios encargados de investigar o con los defensores, y
sostiene que son distintas las fuentes a las que tejen los periodistas “de calle”. Particularmente,
aclara que nunca tuvo fuentes policiales directas, pero que son consultadas ocasionalmente.
Seguimiento
Ir más allá de la noticia del hecho muchas veces es una necesidad para estos casos. Cómo sigue
el trámite judicial, qué pasa con los familiares de la víctima. Para esa primera parte, Tamous
señala que cuando no hay novedades judiciales se puede consultar a abogados querellantes,
que son los que tienen que seguir la causa. “Ya cuando el caso está encaminado no es difícil
seguirlo”, asegura. Por otro lado, si no hay avances en la investigación, igual se pueden hacer
artículos: cuando es algún aniversario o cuando los familiares piden una nota. “A veces, también
es un quilombo: imaginate que hay doscientos muertos por años, te olvidás de muchas cosas;
pero salvo que los familiares te llamen, y ahí nunca le dijimos que no”, cuenta la Jefa de
Policiales. En el mismo sentido, Delbianco sostiene que “el problema es que muchas veces no
llegas a cubrir todo, hay audiencias de imputación por crímenes viejos, también tenés que
seguir eso, es mucho”. Panzerini coincide en el diagnóstico: “Todos los días te das cuenta que
hay un caso nuevo y que hay que tratar de recordar el anterior, para acordarte del aniversario,
53
porque seguro que algo van a hacer los familiares, entonces estaría bueno adelantar una nota
con eso y en Rosario/12 eso es nota siempre”. La Capital tiene a dos periodistas asignados en
Tribunales que se encargan del seguimiento judicial de los casos.
Selección
Como vimos, en la mayoría de los casos aparecen versiones opuestas entre familiares de las
víctimas —o testigos— y organismos, funcionarios y voceros oficiales. En el diario La Capital, se
publican todas las versiones: “La idea es tratar de dar las dos caras de la moneda, de la mejor
manera posible, de la mejor manera compensada posible”, explica Naymark. Este proceso clave
se realiza asumiendo que “toda fuente tiene su interés”: tanto la policía, la Fiscalía o en el
barrio. En los casos en los que se realizan audiencias imputativas, la operación es la misma: las
diferencias planteadas entre la defensa y los fiscales son cotejadas para volcar al papel.
En la misma sintonía, Graciarena sostiene la idea de que haya pluralidad de voces y que éstas se
complementen. Respecto al información oficial, cuando es dudosa o tiene incongruencias,
asegura: “A veces, vos poniendo el parte de prensa le haces más daño al que te da el parte que
ventaja”. Una vez realizada toda la recolección de pruebas y testimonios, la operación es la
siguiente: “En torno a lo que me dice el Fiscal, yo puedo poner que 'Doña Rosa' dice que no fue
así, pero con la versión oficial. Si el Fiscal no sale o si la información es precaria o básica desde la
Fiscalía, vos te empezás a mover con los recursos que tenés a mano (...). Una vez que tengas
todos los datos chequeados, o lo más que puedas, pudiste construir una hipótesis (que nunca es
la verdad sino que es una hipótesis de lo que vos creés que pasó), te pones a escribir”. El
redactor afirma que esta forma de trabajar forma parte de un diario que es conservador: “Yo no
puedo salir completamente con la visión de la Multisectorial de Justicia por Franco Casco
porque la tengo que nivelar con la cuestión institucional, pero porque es el diario La Capital”,
ejemplifica.
54
El espacio físico es determinante al momento de seleccionar la información, aunque, para
Graciarena eso es un tema menor: “Yo creo que siempre tenés las herramientas para, en 50
líneas, en 120 o en 300, buscarte un giro para intentar reflejar lo que pasó”. La imposibilidad de
acceder a determinadas fuentes también se presenta como un problema en el proceso de
selección. Cuando vecinos o familiares eligen el silencio por temor a represalias, cuando hay
intereses en el barrio, el periodista se limita a las versiones oficiales, como Fiscalía, según
Naymark. Graciarena sostiene que esa situación tiene que quedar reflejada en la nota.
La Jefa de Policiales de El Ciudadano sostiene que hay que poner todas las fuentes para poder
contrastarlas. Tamous también aclara cuáles son las intenciones a la hora de abordar estos
casos: “Ponerle nombre y apellido a los muertos, porque si no parece el ejecutómetro ésto,
contar quién era el muerto. Contarles que tenía una vida, que tenía familia, que era una
persona... Humanizar un poco el tema del policial”. Delbianco está convencida de que es
necesario agrupar la mayor cantidad de voces posibles para poder entender mejor los hechos.
Para la selección es específica: “Mi criterio es siempre poner la versión de los familiares de la
víctima arriba, después la investigación policial —que es la información oficial, la que después,
si llegan a detener a alguien, va a estar en una imputación—; pero siempre privilegiando la
información que dice la familia o que dicen los vecinos, el entorno, porque son los que menos
tienen voz. Siempre hay que poner en dudas qué te están diciendo desde el lado oficial. Y de ahí
para abajo seguís, pero siempre poniendo todo”. Piccolo, otra trabajadora de la sección,
también sostiene que hay que tratar de hacer “la historia” de los jóvenes asesinados, pero
admite que eso muchas veces es complicado.
Panzerini encara este proceso de un modo más particular, dependiendo de cada una de las
causas. “Hay casos muy disimiles y muchas veces lo que te quieren hacer decir no es lo que uno
tendrían que valorar más”, alerta. La periodista de Rosario/12 continúa con un ejemplo en el
que un uniformado asesinó a un joven que supuestamente le había intentado robar y a las
pocas horas había sido liberado por tratarse de un caso de “legítima defensa”, según el relato
oficial50. “Entonces, eso obviamente te hace poner en duda un montón de cosas”, afirma, y
sigue: “Me parece que no es justificativo para nada pegarle un tiro a una persona, por más que
50
Se trata del caso de Maximiliano Zamudio.
55
un pibe haya estado robando; y vos teniendo el aval estatal, siendo una persona con un rango,
debería saber cómo actuar en un hecho como tal”. La cronista asegura que la versión que
brindan los fiscales es la que más se pondera, pero haciendo ciertos reparos: “Hay que tener en
cuenta que la Fiscalía no estaba en el lugar del hecho, que llegó cuando eso ya había pasado.
Muchas veces ahí hay testigos, o una madre, un padre, un hermano que vio por la ventana. Que
sí, obviamente van a intentar defender a la víctima porque son su familia, pero muchas veces te
das cuenta en el relato de la persona víctima de la verosimilitud de los hechos, más allá de que
uno tiene que ser imparcial, ¿no? Yo no digo que le creo a una madre que me dice: 'Lo mataron
a mi hijo por la espalda y él no estaba haciendo nada'. No digo que hay que creer en eso sí o sí,
digo que hay que poner en la balanza dos delitos que puede llegar a haber y ponderar ahí cuál
pesa más y qué justifica una muerte, qué justifica matar a un pibe que estaba robando”.
Presentación
56
a cuál darle más despliegue, cuál va con foto y cuál sin foto. Según Graciarena, esa organización
—una reunión cotidiana, a las cuatro de la tarde— es “muy conservadora” porque los grandes
medios tienen entre dos y tres reuniones de estas características antes de imprimir el diario.
“Nunca el periodista es el que titula (al menos en Policiales). A veces la gente dice: 'Eh, pero
mirá qué título de mierda me pusiste' o 'mirá la foto de mierda que me pusiste'; la foto, por
ejemplo, viene por un editor de fotografía o debería venir”, aclara Graciarena. Según Naymark,
hay redactores que son “más puntillosos y meticulosos” y otros menos, los que confían en el
editor y los desconfiados; entonces, “hay periodistas que hasta que la noticia no está pegada en
la página, con la foto, el título, esto y lo otro, no se van, lo quieren ver” y hay otros “que confían
en el editor y entregan una nota en crudo y mañana la ven pegada en el papel”. Respecto al
título de una de la noticias de los casos seleccionados en este trabajo —el de Jonatan Ojeda:
“abatido” en portada, “ladrón” adentro—, Graciarena explicó que en el lugar del editor surge un
“problema” que es el de “tener que embocar un título en una caja”; y depende de “la cantidad
de líneas del título, la cantidad de columnas, si va arriba, si va abajo, el tipo de letra y el cuerpo”.
En torno al lenguaje, reflexionó: “Para mí 'abatió' es una palabra terrible, para mí ningún
periodista debería usar esa palabra que tiene una connotación muy fuerte, ligada a la
Dictadura”.
“Los periodistas escribimos la nota pero no la titulamos, no armamos la bajada, pero tenemos la
posibilidad en el cabezal (en el primer párrafo de la nota) de volcar ahí todas estas cosas
57
disímiles, estas versiones encontradas que aparecen”, describe Panzerini. La periodista sostiene
que la edición final “define todo”, porque en ese momento es el diario el que “toma la
responsabilidad de apuntar para un lado o para el otro”, de ponderar más una versión que la
otra. “Rosario/12, normalmente en los casos de gatillo fácil y violencia institucional, nunca va a
defender a la fuente policial, digamos. Es una línea editorial que va hacia los derechos humanos,
hacia las cuestiones antipoliciales te diría, porque es la bajada de línea del diario, de toda la
vida”, se tranquiliza la redactora.
Conclusiones parciales
Indagando en la experiencia, las visiones y los análisis de los seis periodistas entrevistados,
podemos acercar algunas conclusiones y reflexiones para explicar —o por lo menos intentarlo—
cómo se construyen las noticias que están atravesadas por la violencia policial y la represión
estatal.
Como explica Martini, para la noticia policial en general, el periodista trabaja en la investigación
de un hecho delictivo estando más cerca del accionar de la policía y el Justicia, “que constituye
su fuente primaria y privilegiada de información” 52. Desde ahí puede procesarla y legitimar su
autoridad sobre el tema, “pero son esas mismas fuentes las que obturan su acceso a la
información”. Por otro lado, la falta de credibilidad en el Poder Judicial ha dificultado su
comunicación con la sociedad —continúa la investigadora— y “ha posibilitado la mayor
legitimidad de las voces de fuentes secundarias no oficiales en la noticia”. Wolf atribuye
influencia a la necesidad de disponer de “afluencia constante y segura de noticias”, lo que
conduce a priorizar a los canales de recolección y a las fuentes que más satisfacen dicha
exigencia: las fuentes institucionales y las agencias —para el caso estudiado, las agencias no son
imprescindibles—.
Según Wolf, la capacidad de suministrar información “fiable” es mayor para las instituciones,
entes o aparatos “que puedan programar sus actividades satisfaciendo la continua necesidad de
52
MARTINI, Stella. 2007. Op. cit.
58
los medios de tener que cubrir acontecimientos programados”, determinando el interés del
periodista por mantener ese contacto. El semiólogo italiano continúa por esa línea, citando a
Herbert Gans: “Esa ventaja es todavía mayor para aquellos organismos que pueden disponer de
un portavoz cuyas declaraciones sean noticiables o bien de fuentes que se pongan a disposición
de los periodistas con un breve preaviso, suministrándoles a tiempo las informaciones que
necesitan, sin que ellos cueste nada a los mismos periodistas”. Estos canales responden a la
necesidad productiva de los medios, suministrando materiales para la construcción de la noticia
“permitiendo así a los aparatos no tenerse que dirigir a demasiadas fuentes para obtener los
datos o elementos necesarios”. Los canales oficiales responden a las necesidades organizativas
de las redacciones. “Desde el punto de vista de los procesos productivos periodísticos, las
fuentes estables, institucionales, terminan asumiendo una fiabilidad adquirida con el tiempo, a
su vez rutinizada”, sintetiza Wolf. La posición de autoridad formal las posiciona como “más
creíbles” y, para casos controvertidos, resultan imprescindibles ya que representan el punto de
vista oficial.
La red de fuentes estabilizadas por los medios refleja por un lado la “estructura social y de
poder existente”, y por otro “se organiza sobre la base de las exigencias planteadas por los
procesos productivos”, asegura Wolf. Considerando ésto, las voces que se encuentren al margen
de esas determinaciones, difícilmente podrán influir en las cobertura noticiosa. Para cerrar la
idea, cita nuevamente a Gans: “Los que detentan el poder económico o político pueden obtener
fácilmente acceso a los periodistas y son accesibles para los mismos; los que no tienen poder es
más difícil que se conviertan en fuentes y no son buscados por los periodistas mientras sus
acciones no produzcan acontecimientos noticiables por su carácter moral o socialmente
negativo”. Esta estructuración —concluye Wolf— contribuye a su vez reforzar la ideología de la
noticia como “hecho excepcional, ruptura de la norma, desviación”. Puntualmente, los cronistas
especializados —como los que se ocupan de temas judiciales y policiales— desarrollan
relaciones estrechas y prolongadas con sus propias fuentes, “llevando tarde o temprano al
periodista hacia una más o menos consciente dependencia, justificada por la productividad de
la misma”.
59
En las entrevistas, y a través de los casos relevados, se da cuenta del lugar que ocupan las
fuentes institucionales u oficiales: son el canal que da aviso y notifica los hechos puntuales que
le interesa a los periodistas y, a su vez, son una de las voces imprescindibles en las coberturas de
los casos. Vemos que, más allá de que existan versiones contrapuestas, otorgan legitimidad a la
noticia policial. Las primeras versiones publicadas —que a veces son la única— suelen contener
exclusivamente el relato oficial. Un ejemplo de esto se ve en la cobertura de lo que llamamos
“los dos Jonatan”: las primeras noticias de ambos casos priorizaron la versión de la policía, pero
la continuidad de la cobertura de uno de ellos permitió profundizar e incluir otras voces.
Todos los periodistas manifestaron su cuestionamiento a los canales oficiales: ponen en duda
relatos “armados” que se repiten intentando justificar los casos de gatillo fácil, por ejemplo; son
conscientes de los intereses que pueden llegar a existir detrás de las fuentes en estos casos en
los que se involucra al propio Estado a través de sus instituciones; por su cercanía y seguimiento
de los hechos policiales, advierten irregularidades que generan más cuestionamientos, como el
accionar de los fiscales —que no van a los lugares de los hechos, recostándose en versiones de
la misma policía que debe ser investigada—. La especialización permite a los redactores tener
muchos reparos a la hora de recolectar la información, sin embargo, vemos que no siempre se
da cuenta de todas esas advertencias en la cobertura informativa —una parte de eso podría
explicarse porque no se han entrevistado a todos los actores que intervienen en el proceso de
construcción de la noticia—. Algunas fuentes, como la oficina de Prensa de la Fiscalía, están
rutinizadas y contenidas en todas las coberturas. No es menor el señalamiento que hace uno de
los entrevistados: cada vez más organizaciones e instituciones estatales realizan y envían su
propio paquete de información para que los medios accedan directamente y sin solicitarlo a
“noticias” oficiales.
Como contraparte, surge la necesidad de ir por vías alternativas a esas versiones oficiales. Así,
en dos de los medios estudiados, consideran imprescindible poder estar en el lugar de los
hechos para poder recabar información “en caliente”, para tener una visión propia que otorgue
una perspectiva de la geografía y del clima del lugar y para recolectar, en caso de que existan,
voces que puedan testimoniar o aportar al relato de los acontecimientos. En este punto
60
también podemos advertir que existen muchas complicaciones, ya sea porque el periodista no
es avisado o es notificado habiendo pasado suficiente tiempo para que la “escena” ya no exista
o porque no puede acceder al lugar por la falta de recursos. Así, encontramos noticias en las
que solamente se refleja la información oficial de los hechos. Por otro lado, todos los periodistas
consideran necesario sumar las voces de familiares de víctimas o vecinos —sin la necesidad de
acudir a los barrios en el momento posterior a los acontecimientos—, cuando estos sean
accesibles.
Según el relevamiento de los cuatro casos, podemos ver diferentes estilos de textos
periodísticos. Principalmente se trata de textos informativos: según la definición de Martini 53,
son los que “dan el relato de los hechos, evitan descripciones secundarias y secuencias
laterales, y recurre a estrategias de legitimación, como la referencia a las fuentes oficiales o
jerarquizadas”. También aparece la forma narrativa que permite mayor acercamiento del lector:
apela a las anécdotas, secuencias laterales, descripciones y notas de color. En menor medida
para estos casos, se publican textos argumentativos que buscan persuadir, apelando a la
capacidad de interpretación del lector, e intenta convencer o emocionar. “El crimen perdió su
53
MARTINI, Stella. 2000. Op. cit.
61
crónica y halló su registro”, apunta Germán Rey54. A través de la cobertura noticiosa de cada uno
de los casos, podemos inferir que las noticias con mayor despliegue y profundidad son las que
dan una mirada más completa y “seria” de los hechos, pero estas son la minoría. Los casos que
adquieren una serialidad, como el de Herrera o el de Escobar, permiten profundizar y acumular
información, lo que no sucede en el caso Ojeda, por ejemplo.
Los trabajadores de prensa son conscientes de la presión del tiempo y de las exigencias
productivas que determinan las coberturas. En las entrevistas dan cuenta que el trabajo
rutinizado y las exigencias empresariales limitan la capacidad de conseguir toda la información
necesaria, o poder construir narraciones más profundas y acordes a los casos. El tiempo
necesario para cualquier investigación periodística es impensado para los redactores que
trabajan bajo esas condiciones.
62
se puede determinar o sugerir una lectura de la noticia que puede ser hasta contraria a las
intenciones del periodista que la redactó.
La acumulación de fases y rutinas productivas produce lo que tanto Wolf como Martini llaman
“distorsión involuntaria”: es decir, dichas fases y rutinas, cada una con su “aportación”,
contribuyen a generar esa distorsión, “ampliamente independiente de la conciencia e
intencionalidad del periodista y ligada en cambio a las estructuras informativas y al trabajo
redaccional”, explica Wolf.
Podemos concluir que, a pesar de intenciones, planificaciones y lecturas que realizan los
periodistas sobre los casos de gatillo fácil y violencia policial, en la práctica periodística muchas
veces se encuentran con limitaciones y obstáculos que impiden coberturas profundas,
contextualizadas, que vayan más allá del relato de un crimen.
CAPÍTULO V
A modo de conclusión
63
En los últimos años, los asesinatos a manos de las fuerzas de seguridad del Estado o de alguno
de sus miembros —ya sean casos de gatillo fácil, desapariciones forzadas, por torturas en
cárceles y comisarías o en la represión de la protesta social— fueron aumentando
drásticamente. Sólo en las tres gestiones kirchneristas se contabilizaron más de tres mil casos;
es decir, el 60 por ciento del total desde el fin de la dictadura —según los datos de Correpi—. En
la actualidad, con el gobierno de la alianza Cambiemos esa situación no se revirtió, sino todo lo
contrario55: en Argentina muere una persona cada 25 horas, víctima del aparato represivo
estatal56. Sin embargo, un manto de niebla —o de humo, o de silencio, o de intereses— oculta
esta realidad que debería tratarse seriamente en cada ámbito público, académico y mediático.
Pero la norma sigue siendo la invisibilización de todas esas vidas jóvenes y pobres que son
segadas día a día, sin que a muchos les importe.
Los grandes medios de comunicación hacen su aporte: bombardean con noticias sobre hechos
delictivos; en los programas de televisión abundan los “expertos en seguridad”; se invita a
víctimas de algún delito grave o a famosos y formadores de opinión con discursos conocidos al
respecto para que avalen el endurecimiento de las penas, la mano dura y hasta la pena de
muerte57; también se discute, cada año y en consonancia con la agenda legislativa, bajar la edad
de punibilidad de los chicos y chicas que delinquen. Podríamos seguir enumerando y llenando
páginas enteras con todo el espacio y el tiempo que brindan, en general, las grandes empresas
de comunicación para instalar discursos y debates tramposos que se asemejan más a una cinta
de Moebius que a la búsqueda de una salida real y efectiva a los problemas de la inseguridad.
55
Según el largo trabajo de Correpi, desde la vuelta de la democracia se advierte una sostenida tendencia creciente
de la represión, gobierno tras gobierno —con la única excepción del período 2001-2003, atribuible al gran nivel de
movilización popular que puso un freno a la violencia policial, no sin muertos—. La organización advierte que la
gestión de Mauricio Macri ya alcanzó el promedio diario más alto: 0,75 frente a 0,73 durante el gobierno de
Cristina Fernández de Kirchner; o, una muerte cada 25 horas frente a una cada 28 horas.
56
Uno de los periodistas entrevistados admitió que esta situación cada vez más represiva, propiciada por el clima y
el discurso del sector gobernante actual, también está teniendo repercusiones en la práctica periodística: “(...) Son
pequeñas minucias que a veces van terminando en un caso de gatillo fácil. ¿Por qué? Porque hay tipos que les
gusta jugar a dios, y se recuestan en un momento muy particular como es éste, dónde la idea PRO de la humanidad
es con menos derechos, con más prejuicios, entonces... ¡la mierda! Se transformó en un escenario peligroso,
incluso para la prensa. En los últimos hechos de marchas sociales hubo cruces entre los pibes que fueron a cubrir y
los policías, la policía los hostigaba”, analizó Leo Graciarena.
57
Véase, por ejemplo, el caso de María Martha Serra Lima, tenida en cuenta —y recordada— por los programas de
TV solo en momentos en los que algunos de estos temas pueden disparar alguna de sus opiniones reaccionarias; o
el pasaje fugaz por todos los canales de Ivo Cutzarida.
64
Los que casi nunca tienen voz ni espacio, sólo en casos excepcionales, son las víctimas de esa
“lucha contra la inseguridad”, las víctimas de las balas y de la violencia policial. Está claro que
todas esas muertes no son del mayor interés para los grandes medios, ¿o acaso vemos alguno
de los casos de gatillo fácil que ocurren cada día en los noticieros centrales de la televisión o los
oímos en las radios más escuchadas?.
Las experiencias y los aportes de los periodistas entrevistados también nos deben hacer
reflexionar y eliminar algunos prejuicios y generalizaciones. Puntualmente, en los tres
periódicos elegidos para la investigación, trabajan periodistas que son conscientes de lo sensible
y urgente de esta problemática, que proponen abordar con la mayor seriedad estos casos, que
intentan hacerlo pese a tantas limitaciones. Pero a veces no alcanza, como queda demostrado,
ya sea por la falta de recursos, por las exigencias productivas de las empresas mediáticas que
ven a la noticia como un producto que se debe vender al instante, por la propia “distorsión” que
se genera en el ámbito de las rutinas, porque las fuentes rutinizadas influyen en la agenda, por
la dificultad que significa abordar estas muertes y por todo lo que desarrollamos a lo largo de
estas páginas. “El periodista no es el medio”, aclara Leo Graciarena. Palabras para tener en
cuenta a la hora de analizar ciertas coberturas, como vimos en este caso: a pesar de las notas
sin firma que poco tienen que ver con las intenciones a las que aspiran los redactores o de una
línea editorial contraria a sus ideas y valores, se pueden diferencias ciertos trabajos y artículos
de otros.
Desde nuestro lugar, como periodistas y comunicadores —ya sea que trabajemos en un medio
comunitario o en un gran canal de TV—, debemos tomarnos como desafío hacer otra cobertura
y dejar atrás lo de siempre. Las claves son muchas, algunas salen de las propias charlas con los
trabajadores entrevistados:
65
Contextualizar cada una de estas muertes, no aislarlas de la realidad social, económica y
política. Tampoco de la biografía de la víctima. Si damos cuenta de todos los derechos
que fueron vulnerados, el receptor va a tener otras herramientas para entender mejor
los cómos y los porqués de un joven que sale a delinquir y de un sistema que los
extermina y se podrá torcer el discurso hegemónico que plantea una salida que apunta
siempre para el mismo lado.
Para eso se necesita tiempo, para investigar y profundizar, lógica que no es compatible
con las leyes del mercado con las que se rigen las grandes empresas periodísticas. Pero,
a su vez, hay que tener en cuenta que si no se las contrarresta van a ir sepultando a
algunos medios, como los gráficos impresos que pierden lectores día a día. Para los
grandes periódicos debería ser prioritario el debate por un periodismo que tome
distancia de la inmediatez de la televisión, la radio, la web y las redes sociales.
Poner en duda las primeras versiones e indagar con todas las herramientas que sea
posible si realmente hubo “enfrentamiento”, “tiroteo” o “robo a un policía de civil”,
como se justifican la mayoría de los casos de gatillo fácil. Plasmar siempre las distintas
versiones de los hechos.
Acceder a los territorios para poder observar, relevar y recolectar testimonios. Esa
mirada puede ser determinante para una cobertura noticiosa.
Si tenemos en cuenta que estas noticias tienen que “competir” en los mismos espacios o
en las mismas secciones con el hostigamiento sobre delitos —que suelen alimentar el
odio y la indiferencia hacia el sector más oprimido y relegado de la sociedad—, es
66
necesario que el trabajo sea de la mejor calidad periodística, respetando los mejores
valores y bases del periodismo: fuentes híper chequeadas, precisión, profundidad,
independencia de cualquier poder e interés y humanidad.
No abusar de fuentes oficiales ni dar por sentado que esa información es la verdad de
los hechos. Explicitar siempre si la única versión sobre un caso es la policial. Tener en
cuenta que todas las fuentes pueden tener intereses.
Salir por la noticia. Las familias de las víctimas pocas veces tienen los medios para llegar
y hacer oír su versión y su pedido de justicia, entonces es necesario buscar esas voces.
También, asumir que los canales oficiales rutinizados por gran parte de la prensa no
siempre contemplan e informan sobre estos casos. Si a aquellos que no tienen acceso a
los medios no se los escucha, se los condena a la invisibilización eterna. Tener en cuenta,
como lo hizo uno de los más grandes periodistas, que escribir es escuchar.
Como se dijo en las primeras páginas de este trabajo, la cobertura de casos de gatillo fácil y de
otras muertes cometidas por agentes de fuerzas estatales son noticias difíciles, pero su
tratamiento mediático puede ser la alternativa para sacarlos a la luz y así contrarrestar la
impunidad de las fuerzas represivas y la naturalización de tantas muertes jóvenes y pobres.
El periodismo tiene una función y una responsabilidad en la sociedad que sigue siendo
privilegiada, pese a tantos golpes. Este maravilloso oficio del que habló García Márquez, que
debe ser libre —o de lo contrario es una farsa— según Walsh, puede ser una herramienta más
que imprescindible para la información, el conocimiento, la conciencia y la emancipación de
todas las cadenas que atan a los seres humanos o, todo lo contrario, puede sumar un eslabón
más a esos oxidados hierros. Estar del lado de los que sufren, de los oprimidos, de los que nadie
67
quiere —o puede— oír, es una opción. No para erigir santos ni dioses ni mártires, sino para
desenmascarar un sistema perverso que se las arregla muy bien para demonizar a sus víctimas y
salir impoluto de su crueldad. Estar en la otra vereda, de los que oprimen, explotan, reprimen y
silencian, también es una alternativa.
Un reconocido periodista argentino sintetizó gran parte de todo esto en un sencillo enunciado:
“Recordar siempre que el periodismo es, ante todo, un acto de servicio. Es ponerse en el lugar
del otro, comprender lo otro. Y, a veces, ser otro”58.
BIBLIOGRAFÍA
58
Tomás Eloy Martínez. Decálogo del Periodista. Enlace: http://fundaciontem.org/decalogo-del-periodista/
68
MARTINI, Stella. 2007. Prensa gráfica, delito y seguridad. En Rey, G. (coord.) Los relatos
periodísticos del crimen. Bogotá, Centro de Competencia en Comunicación para América
Latina. Recuperado de http://library.fes.de/pdf-files/bueros/c3-comunicacion/07327.pdf
PITA, María Victoria. 2010. Formas de morir y formas de vivir. El activismo contra la
violencia policial. Del Puerto/CELS, Buenos Aires. Recuperado de
http://www.academia.edu/24630950/Formas_de_morir_y_formas_de_vivir._El_activis
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LENIN, Vladimir Ilich Ulianov. 2012.El Estado y la revolución. Arte Gráfico Editorial,
Buenos Aires.
69
REY, Germán. 2007. Miradas oblicuas sobre el crimen. Modalidades discursivas y
estrategias de la narración. En Los relatos periodísticos del crimen. Centro de
Competencia en Comunicación para América Latina, Bogotá. Recuperado de
http://library.fes.de/pdf-files/bueros/c3-comunicacion/07327.pdf
TISCORNIA, Sofía. 1998. Violencia policial. De las prácticas rutinarias a los hechos
extraordinarios. Introducción. En Izaguirre, I. (comp) Violencia social y derechos
humanos. Eudeba, Buenos Aires.
70
ANEXO
ENTREVISTAS
Hoy en policiales estamos trabajando ocho personas, muchos. A ver, muchos en comparación a
otras secciones que tienen menos gente dentro del diario y que tienen otro tipo de producción.
Pocos si lo analizamos desde la perspectiva de qué tipo de periodismo queremos hacer, que es
71
un periodismo lejos de los escritorios y con mayor presencia en los lugares de los hechos. Hay
un jefe, un segundo jefe, hay dos personas asignadas al trabajo tribunalicio (o sea, al
seguimiento de las causas en los Tribunales ya sea provinciales o federales) y cuatro personas
que serían los que hacen el trabajo territorial o de calle. Lo que pasa es que por el sistema de
francos que nosotros tenemos y por el sistema de convenio de trabajo, nunca estamos los ocho
juntos, siempre hay gente que está de franco, de vacaciones, o con alguna licencia y la dotación
se reduce; entonces por ahí vamos alternando algunos trabajos. La modalidad es esa: la del Jefe
que es el responsable en parte de qué es lo que va a salir en el diario mañana, el contacto entre
la sección y los superiores que son los Secretarios de redacción, con los que discuten en una
reunión de edición cotidiana qué tema privilegiar, cuál tema dar, cuál no, a cuál darle más
despliegue, cuál va con foto, cuál va sin foto. El Subjefe, en lo convencional reemplaza al Jefe los
días que está de franco, pero en lo cotidiano es un poco el que se encarga de la edición de la
sección: corregir los materiales, buscarle los títulos, las fotos, editar. Hoy por hoy estoy
cumpliendo este papel, más allá de que lo comparto con la primera jefatura, porque el Jefe de la
sección hoy está corrido un poco del trabajo cotidiano y está trabajando en lo que son las notas
especiales, en un proyecto al que está apuntando el diario que es la de generar una sección de
redactores especiales que trabajen por fuera de lo temporal, en la producción de informes o
producciones de largo aliento. Lo que sería una tentativa de periodismo de investigación, muy
lejana, pero distinto a lo diario. Los dos compañeros que van al Tribunal van con una agenda
diaria que ellos mismos se hacen, ya sea a partir de los hechos diarios (que con el nuevo sistema
procesal penal en caso de haber detenidos se los imputa en un término de 24 o 48 horas en
audiencias públicas y abiertas) o en el seguimiento de casos viejos, buscando en los despachos
de los jueces o hablando con abogados, los expedientes, las resoluciones que hay. Y no sólo eso,
sino que vienen con esos materiales, escriben textos que serán publicados, algunos temporales
otros no (algunos se publican en el día, algunos se irán guardando en lo que nosotros llamamos
parrilla, que son temas que no obligadamente tienen que ser publicados hoy y que sirven para
tapar un agujero o un bache un día que tenés poca producción o un fin de semana). Y después
los cuatro compañeros que hacen el periodismo territorial o el periodismo de calle que, a partir
72
de información que llega a la redacción, por distintos medios, salen a la calle a buscar el dato, el
lugar, entrevistar a los protagonistas del hecho para después producir la información.
— ¿Cómo es la recolección de los datos cuando se trata puntualmente de casos de gatillo fácil
o de violencia policial?
Hasta hace algunos años atrás (cuando hablo de algunos años atrás hablo de veinte años atrás)
vos tenías como única fuente a la policía y era muy difícil salir del closet que te marcaba la
policía como única fuente de información. Se hacía mucho más periodismo de escritorio que
periodismo territorial. Yo creo que si hubo un hecho que marcó un quiebre en eso, fue el
diciembre negro de 2001. Porque vos ahí te encontraste con siete muertes acá en Rosario, en
hechos represivos, consumados por la propia policía, y que la policía bajaba (informativamente
hablando) como que hubiese matado a siete delincuentes. Mientras que vos llegabas a los
barrios, llegabas a los lugares que habían ejecutado a esas personas y escuchabas a seis mil
voces diciendo “loco, la mataron porque vino a reclamar un pedazo de comida” o, como el caso
emblemático de Pocho Lepratti, lo mataron porque desde el techo de una escuela gritaba “loco,
no disparen que aquí hay pibes”. Creo que ahí hubo un quiebre muy importante en donde el
periodismo local se dio cuenta de que la policía ya no era la única fuente a la que consultar, que
había que salir un poco más del encierro de las redacciones e ir a buscar la voz de la gente. Me
acuerdo que a tal punto fue así, a veces parecen dos cosas diferentes y sin embargo están
íntimamente ligadas si lo pensás; cuando fue lo de diciembre de 2001, fue un hecho netamente
social, político, en cualquier diario eso lo hubiese llevado la sección Política o una sección
Sociedad si existiese, acá lo llevó Policiales de entrada. ¿Por qué? Porque la versión de entrada
que se recibía era la policial, entonces había que analizarlos como delitos. También tenía que
ver con la línea editorial del diario, ¿no? Y nosotros lo tratamos de cubrir de la mejor manera
posible, cuando se calmaron las aguas nos propusimos entrevistar a las familias de todas las
víctimas de esa represión y recuerdo que en aquel momento éramos siete en policiales y nos
repartimos una víctima cada uno y durante siete domingos seguidos sacamos la historia de vida
de esas personas, desnudando no sólo quien era la víctima, y que no habían matado a ningún
delincuente, sino también de la directa implicancia policial en estos hechos. Y cómo ayudó la
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gente de Tribunales para aquel que salía a la calle, hacía la entrevista, le daba forma a la nota:
siguiendo el expediente, buscando las testimoniales de la policía, recopilando información
directa de parte de los jueces, de los fiscales, que aportaban también a esa información que vos
habías recolectado en el barrio. Entonces con eso vos armabas un combo lo más completo
posible. Yo no digo que se hizo un trabajo bueno, perfecto, ni mucho menos, pero sí un combo
que hasta ese entonces en La Capital era desconocido.
Cuando llegué a laburar en Policiales, que recién había cambiado la conducción de la sección,
los periodistas que estaban antes, muchos de ellos jubilados, otros ya fallecieron, no salían a la
calle. Si vos ves un diario La Capital de veinte años atrás, un poco más quizás, veinticinco, son
partes policiales: “según dijo la oficina de prensa de Jefatura...”. Los que sí estaban en la calle
eran los fotógrafos, pero... Incluso más, leías los homicidios y siempre era la versión policial. Y
hoy nosotros por más que la víctima del homicida sea un pibe adolescente con veinte causas
penales sobre el lomo, vamos a hablar con la familia y tratamos de mostrar que más allá de esas
veinte causas penales el que murió era un ser humano, el que fue asesinado era un ser humano
y que esas veinte causas penales tienen un trasfondo, o sea no es que esas veinte causas están
porque del otro lado está Satanás... A ver, hay una cuestión social, de formación, institucional
(porque la policía busca permanentemente en los barrios reclutar a chicos necesitados que le
sirvan de mano de obra barata y fácil para recaudar, entonces los mandan a robar y son chicos
que muchas veces entran en un círculo vicioso del cual después les es muy difícil salir). Entonces
vos estás cada vez más obligado a ir al territorio.
(...) Si vos no salís a la calle y no buscás información, terminás copiando lo que la gente leyó a lo
largo de todo el día en las páginas web o lo que vio a las ocho de la noche en el noticiero.
Entonces estás obligado a salir más y a contactarte más con los protagonistas de los hechos
noticiosos.
— Después, ¿cuál es el criterio para seleccionar esas fuentes? Porque salís a la calle y a la vez
tenés la fuente que te brinda Fiscalía y muchas veces hay versiones contrapuestas de un
mismo hecho...
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La idea es tratar de dar las dos caras de la moneda, de la mejor manera posible, de la mejor
manera compensada posible. A veces vos te das cuenta que más allá de lo que la policía te
pueda decir o la Fiscalía te pueda decir, vos cuando estás en el barrio traés un testimonio
totalmente diferente. Ahora, tanto Fiscalía, como la policía, como en el barrio, todo fuente tiene
su interés. En el barrio por ahí venís muchas veces con las manos vacías y eso tiene que ver con
el silencio que impera en muchos barrios ante determinados hechos por el temor a las
represalias, entonces te tenés que limitar pura y exclusivamente a lo que te dijo la Fiscalía. Y un
criterio muy interesante que surge con el nuevo sistema penal es el de las audiencias
imputativas, las audiencias orales y públicas de imputación, porque ahí las dos partes en juego
brindan su versión, entonces el presenciar las audiencias imputativas (esa es una discusión que
hace poco tuvimos en el diario, porque criticaban que Policiales parecía una réplica de lo que
pasaba en Tribunales, poniendo notas y notas de las audiencias imputativas, entonces nosotros
se la retrucamos diciendo: “mirá, en realidad lo que nosotros estamos contando es la verdad del
hecho que vos ayer a lo mejor en caliente no pudiste contar”).
Yo ayer me estaba por ir a las diez de la noche cuando me enteré por un tuit del ataque al auto
del vicepresidente de Newells, obviamente tenés que parar la edición, cambiar la página; me fui
a las doce y veinte de la noche (...) A esa hora llamaron vecinos, testigos, ¿por qué llaman a la
redacción a esa hora? Porque ya habían pasado los noticieros, si eso hubiese pasado a las seis
de la tarde es muy probable que no te llamen a vos, llamen a canal 3 o canal 5... Entonces,
cuando te vas enterando empezás a llamar al Jefe de la policía, al Ministro de Seguridad:
“sabemos que pasó esto, no se callen, empiecen a tirarnos data, aunque sea off the record”, y
terminás armando la historia. Nosotros mañana volvemos a abrir con ese tema, porque por más
de que tenga que ver con la interna de una barra brava de uno de los dos clubes más
importantes de la ciudad, tiene que ver también con la seguridad, con la inseguridad urbana,
que vos estés yendo en auto por una calle de Echesortu y te metan diez cuetazos desde otro
auto... Y, no pasa todos los días. Entonces, sigue siendo una noticia fuerte. Mañana salimos con
el testimonio, precisamente, de la víctima. Y seguís buscando las repercusiones del hecho.
Nosotros empezamos hablando de cómo evaluás qué sale y qué no sale, qué es lo más
importante y qué es lo menos importante, y eso lo vas midiendo con la experiencia también.
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Después, también tiene que ver mucho con la cuestión del espacio físico que vos tenés en el
diario a la hora de poder escribir o no escribir. Nosotros hoy damos en 40 líneas que ayer en
Santa Fe apresaron a cuatro tipos que presuntamente iban a dar un golpe interesante; entonces
vos decís, no es ni noticia, porque no dieron el golpe, si no lo hubiese dado no pasaba nada.
Pero uno de los cuatro apresados había estado vinculado en un gran golpe que hubo hace unos
meses en una localidad que se llama Bernardo de Irigoyen, en donde un grupo comando atacó
el edificio de la Comuna, atacó la comisaría, para robarse 270 lucas de una mutual; entonces vos
decís, uno de los tipos que quedó libre de aquel momento, que zafó de aquel, ya estaba
preparando otro golpe... Entonces tenías toda una historia para contar atrás, pero tenías poco
espacio, y quedó en 40 líneas. Y a lo mejor eso lo retomás el fin de semana y decís, de esto por
qué no lo inflamos un poco y contamos, sí, desbarataron una banda que iba a dar un golpe,
pero es la misma banda que o es el mismo cabecilla que...
— Entonces, las audiencias imputativas terminan siendo una fuente casi única para contrastar
los hechos...
Yo no sé si la única, pero sí donde podés contrastar. Tenés las fuentes de barrio, las fuentes
callejeras, fuentes policiales amigas que uno siempre con el paso de los años se va haciendo
(pero que tiene sus intereses) y las audiencias imputativas; porque vos ahí tenés la defensa y la
Fiscalía enfrentada, a veces planteando hasta situaciones muy disímiles que después volcás al
papel y las cotejás.
Depende la hora y depende el apuro que tenga el periodista. Hay periodistas que son más
puntillosos y meticulosos y hay periodistas que son menos puntillosos y meticulosos, hay
periodistas que confían en el editor y hay periodistas desconfiados. Entonces, hay periodistas
que hasta que la noticia no está pegada en la página con la foto, el título, esto y lo otro, no se
van, lo quieren ver. Y hay tipos que confían en el editor y te entregan una nota en crudo y
mañana la ven pegada en el papel.
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— Pensando puntualmente en un caso, la cobertura de la muerte de Jonatan Ojeda, el título
era: “Policía de civil abatió a delincuente”, y era un pibe de 17 años. Esa nota me llamó la
atención, hacía ruido, además no estaba firmada...
Generalmente esas notas no se firman, porque el mismo temor a represalias que tienen los
vecinos en el barrio cuando vos vas a preguntar, lo tenés vos cuando vas al barrio. Y estos cuatro
compañeros que son los que más tiempo llevan en la calle, muchas veces tienen que volver a
esa villa y a lo mejor, con el paso del tiempo fueron generando fuentes, contactos a los que vos
recurrís cada vez que volvés al lugar. El hecho de firmarla a vos también te expone y ese loco
suelto que anda dando vueltas por ahí y que ya mató a uno y... Yo no sé si el día de mañana no
te tiene a vos en la mira. Entonces nosotros ante determinadas notas también preferimos no
firmarlas, es una cuestión de preservación.
— Entonces, cómo se va a publicar, desde el título, el lugar que se le va a dar, ya no corre más
por cuenta del periodista.
No, en realidad no corre. Corre por cuenta de los editores y los secretarios o jefes de redacción.
Obviamente que también tiene que ver de cómo el periodista te vendió la nota, en el buen
sentido de la palabra. (...) Hay temas que a lo mejor para vos deberían ir en una segunda
página, pero que los secretarios de redacción porque todo el día se estuvo hablando de ese
tema, porque hay elementos nuevos para aportar, porque le interesa al diario, o por lo que puta
fuese, prefieren que sea tapa y no la segunda página. Anoche el tema del atentado al dirigente
de Newells empezó siendo un pie de página de unas ochenta líneas con foto y terminó abriendo
la página con 130 líneas y una foto grande, hubo que dar vuelta la página y dejar dos materiales
que estaban pegados afuera porque no había espacio para todo. Esas son decisiones que vos
vas tomando en el momento de acuerdo a los hechos que ocurren. Ese es un problema
hermoso y a la vez muy hijo de puta, por decirlo en términos académicos, que tiene la sección
Policiales. Vos en Deportes, salvo que se te muera un jugador de fútbol, vos sabés que hoy tenés
fecha FIFA, a tal hora tal y tal, y vos a las seis de la tarde tenés diagramada la sección y es muy
raro que algo cambie. Qué se yo, se tiene que quebrar Messi para que vos cambies la sección.
En Policiales, yo la diagramé hace una hora... A lo mejor vuelvo y el compañero que está arriba
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me dice, “che loco, me acaban de avisar que mataron un tipo en tal lugar”. Tenés que
reacomodar todas las piezas de nuevo, que fue lo que pasó ayer, es una de las secciones más
imprevisibles que hay, porque imprevisible es el delito, imprevisibles son los hechos que
cubrimos.
También hay una decisión editorial de sacarte temas de encima porque sino no te alcanzaría el
diario para cubrirlos. A ver, hay días que nosotros tuvimos tres o cuatro homicidios en esta
ciudad: a cuál le das más despliegue y a cuál menos. Bueno, vos salís a la calle, salen dos
compañeros, cubren dos cada uno, el que mayor información tenés o el que más relevante es lo
das como cabeza y después le vas dando lo otro. Hay veces que han salido uno a toda la página,
uno en un recuadro y uno chiquitito en un grisado... Estas cosas, que para uno desde la frialdad
de una sección son números y que en realidad son personas que pierden la vida, cualquier sea
su condición; a lo mejor los parientes quisieron que el nene esté más grande, y bueno, no
podés. Son decisiones que vas tomando en el momento, en el día a día, en el minuto a minuto,
en ver cómo pasa y qué pasa.
— Cuando decís decisión editorial, pensando en estos casos puntualmente, ¿hay algún tipo de
línea editorial o tienen algún tipo de reparo respecto de estos casos, qué tipo de relevancia
darle a los casos donde está involucrada la policía, hay presiones?
Hoy no. Hoy nosotros estamos bastante tranquilos, estamos bastante liberados en cuanto a la
cuestión editorial, máxime si es la policía.
No hay una línea, hoy por hoy tenemos bastante libertad, salvo que en los hechos delictivos se
toque algún tipo de interés muy vinculado a la empresa. Qué quiere decir eso: no sé, mañana
van y te vacían las arcas del Casino... Y, es probable que nosotros lo manejemos con muchísima
cautela, lo demos con poco despliegue. ¿Por qué? Porque el Casino es el principal anunciante
privado del diario. Lo de la megaestafa, el megafraude donde está vinculado el gerente del
diario. Los primeros dos o tres días la noticia no aparecía en el diario, iba en Ciudad, hubo un
intento estúpido de parte de los secretarios de redacción, el jefe de redacción estaba de viaje,
de ser más papistas que el Papa y cómo estaba vinculado el gerente del diario, taparlo,
esconderlo, a ver... Mientras estaba en la televisión, en la web, en la radio, el que quedaste mal
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fuiste vos. Entonces de golpe y raje dicen: “esto pasa a Policiales y hay que darlo con
despliegue”. Había que recuperar el terreno perdido, que no lo recuperás, pero bueno. Y
después nos repartimos, de los seis casos que comprenden la megacausa y fuimos siguiendo
por los casos. Por ejemplo, mañana hay audiencia de prórroga de la prisión preventiva de dos
de los implicados, que no toca al gerente, entonces mañana se puede dar; ¿por qué?, porque
no lo toca a él.
No, nosotros en La Capital no podemos hablar de precarización. El diario tiene contratada a una
empresa de remises, vas y venís en remis. Por ahí lo que te pasa es que vas a un barrio, entre ir,
venir, escribir la nota, buscar información, esto y lo otro, te demanda un poco más de tiempo
que las horas de trabajo normal y habitual, pero pasas las horas extras y te las pagan; pero qué
pasa, no las pasás porque no te conviene porque ganancias te lo chupa, pero bueno... Pero
digamos que nosotros tenemos, dentro de lo previsible, las condiciones de laburo normales.
Digamos, a veces puteamos porque los remises demoran cuarenta minutos en llegar y vos llegas
tarde a la escena de los hechos, pero bueno, no depende del diario.
Yo creo que para Policiales está bien. Lo que pasa es que también hay una trampa en eso,
nosotros por convenio tenemos dos francos semanales, si los francos esos fueran rotativos los
días de semana, siempre tendrías una disponibilidad de 5 o 6 personas por día, lo que pasa es
que nosotros dividimos y tenemos cuatro los francos viernes y sábado y cuatro los domingo y
lunes para tener todos un día de semana, entonces eso te acota muchísimo el personal sábado
y domingo. Pero bueno, son decisiones que tomamos nosotros no la empresa, en eso la
empresa es bastante flexible, deja que cada sección se maneje de acuerdo a sus necesidades y a
los requerimientos cotidianos. La precariedad pasa por otro lado, digamos, pasa porque hoy por
hoy hay secciones en donde falta gente y la empresa tiene una política de cero ingreso; pero sin
embargo secciones como Ciudad, Economía, necesitarían al menos una o dos personas más
cada una, o una sección como Región. Si vos hablás de precariedad, lo que hay que hablar es
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que el diario, para hacer el periodismo que uno quiere, un periodismo más profundo, para
hacer un diario con notas de investigación, para ser un diario en el cual nosotros podamos, de
los ocho que somos en policiales, esta semana ustedes dos no laburan lo cotidiano y se ponen a
laburar en profundidad para hacer dos páginas el fin de semana; eso no lo podés hacer, para
eso necesitarías más gente. Y en otras secciones, peor. Desde ese punto de vista sí se puede
hablar de que hay precariedad, de que hay una política de no reposición de los puestos de
trabajo de parte del diario; hay gente que se va retirando, hay gente que se va jubilando, hay
gente que renuncia, y la empresa no incorpora más.
— Los discursos de la seguridad ciudadana, la inseguridad, o las marchas éstas que fueron tan
masivas, ¿influyen a la hora de cubrir estos casos? Cuando se trata de gatillo fácil, el pibe que
mata la policía, no sólo a la hora de cubrirlo sino después cómo lo da el diario...
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sean, repito, esas marchas o esas movidas como lo que fue en su momento lo de Bloomberg
que terminó con una reforma del Código que no sirvió absolutamente para nada, con un
endurecimiento de penas que no tuvo ningún sentido. Uno entiende el agotamiento de la gente
por el nivel de violencia y el nivel de delito que hay en la ciudad; y nosotros creemos,
coincidimos en la sección, la gente no está cansada de los crímenes, no está cansada de que la
policía mate chicos de barrios humildes, la gente no se cansa de que maten a dos o tres narcos,
no les importan los números de homicidios, ¿a la gente sabés qué les importa? Estar sentada
acá afuera y que te arrebaten la cartera, o que tu hija vuelva de la escuela y le arrebaten el
celular, o de las entraderas... La gente es egoísta por naturaleza y le molesta el delito que le toca
el bolsillo. Había un jefe de Prensa de la policía que a los delincuentes les decía “mutantes”, y
vos por ahí lo llamabas para ver si tenía algún parte de algún dato y te decía: “no te calentés, se
están matando entre ellos”. Y vos muchas veces salís a la calle y la gente tiene ese concepto,
¿no?. O sea, mientras se maten entre ellos y a mí no me toquen, por mí que haya mil
homicidios. Se olvidan que detrás de esos mil homicidios hay vidas, hay familias, también hay
delitos, a veces no. También, esa es nuestra función, tratar de educar a la gente, entre comillas,
y explicarle un poco que más allá de los números son todos seres humanos con derecho a vivir y
que si te mandaste un moco y te matan por eso, atrás tuyo queda una familia, quedan hijos... Lo
mismo que te pasaría si matan a un tipo en Córdoba y Sarmiento, pero bueno...
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marco de la legítima defensa y otros que se dieron (como el de Dal Lago que salió la condena
hoy) al borde del gatillo fácil, digamos. Creo que ahí le están poniendo otra figura, porque
institucionalmente nunca te lo van a dar, por una cuestión de que, salvo que sea sumamente
alevoso; porque la Fiscalía más allá de que nos represente a todos, trabaja bajo la firma del
poder político del momento, digamos. En este caso vos tenés una Fiscalía que políticamente
respondería (es medio fuerte decir que responden al socialismo), pero que están muy sujetos a
las visiones políticas; y por otro lado tenés una Defensoría oficial que está muy tirada hacia el
peronismo-kirchnerismo, que sería Ganón, por eso tenés ese enfrentamiento fiscales-Ganón.
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que están en la zona, para el vecino que si alguno lo ve hablando con el que vino en el remis ya
saben que habló con el periodista... Te transformaste en un personaje impopular.
Y después tener mucho cuidado con la información que te da el fiscal, porque la Fiscalía
generalmente, salvo honrados casos (te podría decir el caso Mafud) tienden a la legítima
defensa. Es la forma de no meterse en un quilombo institucional. Hasta 2015, 2016, habíamos
tenido como un parate de los casos de gatillo fácil (hubo muchos casos de gatillo fácil desde la
crisis de 2001 hasta más o menos 2004, después como que hubo una meseta de que había
alguno esporádico, algún vecino policía que se mandaba el moco, pero no era dentro del plan
institucional) y después llegamos a este 2015, 2016, donde ciertos y determinados y muy
marcados fiscales empezaron a ver casos de supuesto gatillo fácil muy ligados a la legítima
defensa. Recuerdo un caso (...) donde el fiscal hace otra lectura y planteó un exceso en legítima
defensa porque entendió que hubo dos secuencias. La legítima defensa es solamente cuando
está en peligro tu vida, se protege la vida y no el bien.
Mirá, nosotros tenemos entre otras cosas, una policía mal instruida, con muchos vicios, mal
preparada, mal paga, donde si bien creemos que la peor etapa fue la de los comisarios que se
fueron con sospecha de enriquecimiento ilícito, hoy cuando estás en la calle te das cuenta que
lo que vino después fue peor; porque tenés en la fuerza un montón de muchachos que deben
tener diez o doce años de servicio que entraron porque esto era un laburo, entraron con muy
mala preparación y a esos tipos se les dio un arma, una chapa y una institución que respalda,
entonces es sumamente peligroso. Después no hay nada que vos pueda hacer en la calle si la
calle no te la presta la policía. Algo que se puede ver en la serie The Shield (...). Sin la venia de la
policía vos no podés hacer nada en la calle. También hay, por una manera en que tiene la
institución de levantar la plata (diría ya, la política de recaudar, porque sería muy complejo de
plantear una conversación sin pensar que la política en algún momento no está metida por
acción o por omisión), es muy difícil que vos puedas tener un policía honesto como nos lo
enseñaron los abuelos, digamos. ¿Por qué?, porque la policía está construida con una visión
muy católica, se peca por acción o por omisión: la levantás o viste que la levantaron. Y es muy
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difícil que digas “yo en esa no entro”, porque te mandarían a Gato Colorado. La policía es muy
verticalista y muy dura en eso. Más allá de eso, me parece que esa cuestión de falta de
formación, malos sueldos... En algún momento el socialismo, al hablar de la policía en tercera
persona, dejó que se autogestionara: en la gestión anterior, Bonfatti hablaba de la policía como
si fuera de otra persona, no propia, no es el brazo armado del Estado, sino que era un problema
de otro tipo, que lo habían heredado, que no se sabía muy bien qué, la conducción de Lamberto
no colaboró mucho; hoy, la gestión Lisfchitz tiene una mirada de la policía un poco más estricta
en la apariencia, pero si vos seguís trayendo de arrastre problemas de formación, por más que
vos te pongas inflexible con los que están, no vas a solucionar nada. Tampoco es casual que en
las grandes causas, como por ejemplo Los Monos, un tercio de los procesados sean policías,
creo que eso es una pintura, o en la causa del Triple Crimen de Villa Moreno también... ¿Por
qué?, porque tenemos una forma de investigación que se basa en el buche, no se desculan de
otra manera las cosas; y el buche es un choro o un tipo de la calle que está ligado a un delito y
esto es una cuestión como de código barrial, vos me das una información y yo te tengo que dar,
porque no es que el choro viene y te da la información y te dice soy un buen ciudadano y te
ayudo, el tipo juega su partido y a veces la policía no tiene una caja de fondos reservados, como
podría ser la SIDE, para conseguir datos de calle, entonces qué hace, negocia; a un choro que le
trajo información para tumbar un búnker lo dejan chorear en el barrio para mantener la fuente,
entonces sigue siendo todo un círculo vicioso.
Después, en esta cuestión de las mañas, vos te vas a encontrar escenas totalmente plantadas;
como hoy, a diferencia de diez o doce años, todo está tabulado en la calle, todo tiene precio...
Hace diez doce años era difícil que se arreglara un homicidio y hoy es normal, cambian un arma
por otra. Para mi gusto los fiscales no están todos preparados; a veces más que conocimiento
jurídico tenés que tener calle y a veces los fiscales, con el nuevo sistema, tienen una forma de
trabajar que es: tienen un protocolo que si la escena del crimen es compleja porque se pudrió,
porque viene todo mal, por lo que sea, pueden no ir o en los casos éstos donde va un tipo en
moto, lo balean, lo levantan y se muere en el HECA, tampoco van porque no hay escena... Y se
terminan recostando en la policía.
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Uno de los grandes males de la nueva policía es que se fragmentó. Siempre, los expertos en
seguridad, te dicen que a las fuerzas de seguridad vos tenés que fragmentarlas lo menos que se
pueda, porque la fragmentación genera caos; y acá vos tenés a la policía fragmentada en diez,
doce partes. (...) Entonces los tipos viven recargados, tienen como dos laburos paralelos: el
legal, que es en la comisaría, el comando, infantería, lo que sea, y el adicional, y lo ven como un
solo laburo, éste es para alimentar éste, pero sin éste no puedo tener este otro. (...) Es un caldo
de cultivo, son pequeñas minucias que a veces van terminando en un caso de gatillo fácil. ¿Por
qué?, porque hay tipos que les gusta jugar a dios, y se recuestan en un momento muy particular
como es éste, donde la idea PRO de la humanidad es con menos derechos, con más prejuicios,
entonces, ¡la mierda!, se transformó en un escenario peligroso. Incluso para la prensa. En los
últimos hechos de marchas sociales hubo cruces entre los pibes que fueron a cubrir y los
policías, la policía los hostigaba.
Yo creo que el periodista hace la diferencia en otro lugar, lo vas a hacer con la experiencia, con
la gimnasia, con las fuentes que tenés; por lo tanto un dato es una pelotudez, por eso molesta
tanto cuando te niegan información. Nosotros tendemos a pensar que siempre hay una
confabulación contra el periodista y a veces hay un inútil que se cree que no te la tiene que dar
o que no es información pública. Hay una gran discusión sobre eso; una vez que vos te moriste
perdiste todos tus derechos, entonces te dicen “eh, cómo van a salir con el muerto con nombre
y apellido”; sí, porque perdió todos sus derechos, es cruel, es una cagada, pero es así. Después
nosotros tenemos que ser conscientes como colectivo que, sobre todo en los homicidios,
estamos siempre a un paso de ejercer violencia, porque vamos muy rápido, vamos muy sobre la
marcha y vamos a preguntar cosas que no están buenas. Entonces ahí depende del tacto del
periodista, de la cintura que tengas, de la humanidad, de cuando tenés que dejar de preguntar.
No es lo mismo ir con un anotador que ir con una cámara y un micrófono, hay un montón de
cuestiones que han complejizado la forma de laburar.
Después un elemento que no es menor es que a partir del Triple Crimen de las causas judiciales
empezó a haber una interpretación política; antes era lo que decía la causa judicial, los jueces
hablaban por sus fallos. Hoy por hoy tenés la resolución judicial y la lectura política, eso
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complejizó mucho la forma de laburar porque la pata judicial se siente muy perseguida, siente
que la prensa le está contando las costillas todo el tiempo, las víctimas creen que vos tenés un
uso y abuso de la información para perjudicar a las víctimas, tenés la cantidad de dinero que los
estados ponen en los medios de comunicación, porque no es solamente el Estado nacional, sino
provincial y municipal, esos acuerdos de pauta oficial se terminan cristalizando en presiones. Yo
te desafío que vos me digas cuando fue la última vez que hubo un homicidio en la tapa del
diario La Capital o, te voy a ser más específico, con lo cual no quiere decir que antes no lo
hubiera, que también hay posiciones políticas, decime cuántas veces en la gestión Lifschitz hubo
un crimen reflejado en la tapa del diario. Lo que pasa es que los que conducen los medios no
son periodistas, entonces lo manejan en algún punto como un kiosco y obvian una parte que es
muy importante, que es la credibilidad. Como también estamos en una etapa muy de transición
de lo que será el mundo web y el papel, hay un sector del periodismo que piensa que el papel
se va a morir o se murió, entonces no se les ocurre mejor idea que saltarle arriba del pecho,
entonces sí se va a morir... Digamos, hay como un gran maraña donde nadie entiende un sorete
y no hay ideas; que yo creo que el problema más importante de los medios de comunicación de
Rosario es que nadie tiene una idea, el día que haya uno que tenga una idea hace un
quilombo... Entonces se sientan a ver que caiga maná, y maná cayó una sola vez y lo cuenta la
biblia, que es un libro de fábulas. En esa interpretación, vuelvo a la cuestión política, tenés una
mezcla y comparación de casos: Franco Casco y Pichón Escobar, por ejemplo. Por qué esos dos:
porque en los dos hay metidos policías, yo lo cuento como yo lo veo. Franco Casco es muy
factible que la policía haya estado involucrada, porque el tipo estuvo preso y no hay ningún acta
que lo saque de la comisaría, o sea, el tipo estaba bajo la tutela del Estado, de la comisaría 7ª al
río, es muy factible que lo haya hecho la policía porque no hay nada que indique el pibe haya
salido. En el caso de Pichón, el tipo aparentemente y según la versión oficial, porque hoy no
sabemos cómo murió, tiene un incidente con patovicas y dos policías, no estuvo detenido, los
dos policías estaban haciendo adicional, con lo cual no eran parte, si bien hay metido un
patrullero... Digamos, en apariencia de la escena no hay una cuestión de que el tipo haya estado
tutelado, por estar detenido, por el Estado. Hago esta comparación porque se dice que a Franco
Casco lo mató la policía y se dice que a Pichón Escobar lo mató la policía, la pregunta que yo
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hago es, ¿a Pichón Escobar lo mató la policía o dos policías?. Porque en uno se ve como una
cuestión institucional y en el otro se ve a dos tipos que estaban laburando, que casualmente
eran policías, con mañas de policía y todo lo que quieras, pero, a mí lo que me interesa marcar
es, ¿estaba tutelado por el Estado?
— Pero la querella planteó, en el momento que se habló de desaparición forzada, que Pichón
había estado en la comisaría 3ª, que había testigos...
Lo que pasa es que son cuestiones que costó mucho plasmarlas en un expediente, y después
por una cuestión estratégica se pidió llevar la cusa al fuero Federal y el Federal jamás esclareció
un homicidio; por eso hablo de los posicionamientos políticos... Tal vez, lo que se retrocedió
estratégicamente llevando el caso de Pichón a la Justicia federal no se recupere nunca más y
nunca más sepamos cómo murió el pibe. Pero en el medio hicimos una interpretación política,
hoy vos le preguntás a quien sea y te va a decir: a Pichón Escobar lo mató la policía. Entonces
digo, me parece que en algún punto hay también alguna cuestión muy descarnada desde la
política que es hacer política con los muertos. A mí particularmente me interesa, aunque
afectaría mucho mi laburo, que no hubiera más muertos. Creo que hay un sector que se dedica
a hacer política, que está muy enceguecido con viejas prácticas, mucho Lesa humanidad por ahí,
y el policial termina siendo otra cosa. Esto no va en desmerecimiento en que no haya casos de
violencia institucional en los barrios... En esos casos creo que el grave problema es que los
fiscales no están preparados para laburar con esos escenarios, porque les cuesta mucho ir a los
lugares y cuando no van a los lugares terminan recostándose en la policía, que es como era
antes: antes el verso te lo armaba la policía, hoy el verso te lo cuenta el fiscal pero se lo dio la
policía, entonces investigativamente no se evolucionó mucho.
— Cuando vos tenés dos versiones tan contrapuestas, la familia te dice una cosa, la Fiscalía
otra...
Pongo las dos, porque sino en algún punto... Salvo que vos lo veas muy chucaro, demasiado
torcido. Igualmente, con la información oficial, a veces vos poniendo el parte de prensa le haces
más daño al que te da el parte que ventaja. Porque la idea es que haya pluralidad de voces y
que esas voces se complementen. Nosotros estamos en un momento muy particular porque
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estamos siendo víctimas del prensero; antes el prensero trabajaba pura y exclusivamente con
los políticos y hoy labura en todos los ámbitos de la vida, entonces vos tenés, para hablar con
un fiscal, que pasar necesariamente por un prensero y ese prensero no necesariamente conoce
cuál es la forma de laburar del periodista que le está consultado, porque quizás no laburó nunca
o no laburó nunca de eso... Y después debe tener sus límites, si el fiscal decide no hablar,
porque también tenés fiscales que se creen que son los dueños de la información, y subestiman
la capacidad de conseguir la información que tiene el periodista; porque lo he hablado con los
prensa de distintas áreas y yo soy de la idea de que si yo fuera prensa trataría de que todos
tuvieran un mínimo igualitario de información, porque el periodista es más complicado con la
panza vacía que con la panza llena. Después que cada uno salga a hacer su diferencia.
Generalmente, los prenseros laburan mucho más pensando en el movilero, el de tele, que el
fiscal salga, o abogado defensor, el que sea, hablando en la tele aunque esté diciendo lalala. Y
tampoco a los colegas, a veces, les interesa mucho ir un poco más allá con el fiscal, si vos
escuchás las conferencias de prensa te vas a dar cuenta que repiten las preguntas, que el que
preguntó después preguntó lo mismo que el anterior; se transformó en una rutina y en realidad
eso achata el laburo. ¿Por qué? Porque antes teníamos que ir a las escenas de los crímenes, de
los robos o lo que sea, pero como la calle se puso peligrosa y los fiscales empezaron a salir a
hablar era preferible no arriesgar tanto e ir hablar con el fiscal, pero eso terminó achatando la
capacidad de hacer periodismo, porque el fiscal siempre te va a dar un producto envasado. Otro
elemento que estamos teniendo ahora es, algo que en Buenos Aires se hacía hace rato, que es
muy PRO, que el Ministerio de Seguridad de la Provincia de Santa Fe (pero es una mirada muy
PRO esta forma de laburar), genera su propia información; entonces te mandan una nota con
declaraciones del Ministro, un video con las declaraciones y un audio. Listo, para qué vas a
mandar a un periodista... Entonces, para el que tiene un medio de comunicación piensa: “para
qué lo voy a mandar a Graciarena si me lo mandan a mí, si tengo que poner mi mirada o no me
chupa un huevo, si lo que necesito es cubrir”. Hoy, salvo cosas muy puntuales en medios como
eREDando, como El Eslabón, como Indymedia desde su visión política, no me quiero arriesgar a
decirte La Izquierda Diario, pero ponele algunas cosas, es muy difícil que se vaya a profundizar
algo. Y en los medios de comunicación grandes, muchas veces no tenés tiempo de profundizar
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porque te lo impide la coyuntura; y cuando profundizás corrés dos riesgos: no haber entendido
el escenario o estar atado a los negocios del medio. Hay veces que la gente piensa que el
periodista siempre actúa de mala leche y a veces el periodista la erra de burro y no de mala
leche, hay veces que no tiene los elementos para ser mala leche...
— Queda claro cómo el tiempo te limita el trabajo, porque las investigaciones que veíamos en
Rodolfo Walsh, por ejemplo, tenían su tiempo...
Olvidate. Hoy Rodolfo Walsh tendría su página web, pero la forma de laburar de Walsh hoy es
inviable. Ponele que, salvando las distancias, el único tipo que pudo mantener una manera o el
espíritu (o después cada uno hará una valoración) fue Del Frade, que se transformó en una
especie de Pyme, laburando en 18 millones de medios para poder hacer un sueldo. Porque vos
tenés acá visiones que duelen o molestan de acuerdo a quién las diga; en los medios
alternativos se piensa que los tipos que laburamos en los grandes medios estamos comprados,
somos unos gordos que estamos en un sofá fumando habanos y a veces lo único que somos es
gordos. Y que a La Capital todo el mundo le da información; y vos decís, la puta, si a mí me dan
información, qué mierda hago yendo a La Ribera y San Diego a un crimen, si me la van a dar, por
qué me voy a jugar el culo... Y digo, el periodista no es el medio. Acá el más importante desafío
que tiene el periodista es que siempre tenés que ser la misma persona, yo he escrito con
seudónimos en El Eslabón y lo puse los mismos huevos que con mi nombre o cuando no firmo...
Pero hay un prejuicio muy grande, sobre todo en los pibes más jóvenes.
También es un momento muy extraño porque los que somos más viejos vemos que se está
perdiendo el oficio y se está perdiendo en pos del discurso de las nuevas tecnologías nos van a
proveer qué. Entonces vos decís, el pibe joven está viendo como hacer un video, y el
hipervínculo y qué se yo, y yo estoy viendo cómo conseguir la información, en la gráfica con mi
anotador, pero hay una realidad que es irrebatible, hay un muerto en Cantuta y España... Hay
que ir, siempre va a tener que ir uno. Entonces por más que vos después le des el aire que
quieras, hay que ir. Y el periodista siempre va a ser el que va, ve, vuelve y cuenta, como decía
Panzeri; no hay mucho secreto en eso. Y me parece que en esa fiebre de las nuevas tecnologías
caemos en la trampa de decir “ay, no, pero yo no tengo un buen celular; entonces no puedo
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hacer un buen video y no puedo contar la noticia”. No, la podés contar igual. Está bien, yo la
contaré más largo en una página de un diario escrito, vos la contarás con hipervínculos y videos
en una página web. El problema es que los periodistas están yendo cada vez menos a los
lugares; y los periodistas le tienen miedo a la calle, los periodistas dicen acá no vamos a ir
porque es peligroso, y ahí me parece que la cagamos. ¿Por qué?, porque el que maneja un
medio de comunicación lo primero que te va a decir es “y, no vayas, si el Ministerio de
Seguridad me lo pasa, si la Fiscalía me pone el fiscal”. Entonces va a llegar un momento donde
no va a ir nadie. Y ahí va a ser más propenso el escenario para que haya casos de gatillo fácil.
Porque a la pluralidad de voces interrelacionadas vamos a llegar a discurso únicos, porque
prensa de Fiscalía vende el discurso de Fiscalía, el prensa de Defensoría oficial vende discurso de
Defensoría oficial, porque todos quieren salir bien peinados y hay veces que no se puede.
— ¿Y cuando vas a los lugares, cómo hacés en notas que a veces no tienen suficiente espacio
para poder dar cuenta del contexto?
Yo creo que siempre vos tenés las herramientas para en 50 líneas, en 120 líneas o en 300,
buscarte un giro para intentar reflejar lo que pasó, aún en las notas que están observadas... Yo
te mentiría también si te digo que siempre en el diario La Capital las notas de Policiales fueron
observadas. Y ese es un fenómeno que surgió luego de la causa de Los Monos,
fundamentalmente donde vos, a veces, desde una sección como Policiales tenés que competir
con tipos que son voceros institucionales dentro del diario. Y eso a veces es muy complicado,
porque el que es un vocero institucional está bancado por el medio; y si yo vengo a contar una
versión de un crimen y él viene a contar la versión del mismo crimen, sale la versión de él. Y a
veces creo que la gente pierde de vista que las notas a veces están firmadas, y lo que está
bueno es que sabés el nombre del que la escribió y lo malo de que esté firmada es que sabés el
nombre del que lo escribió. Hay veces que se dice, “porque La Capital tal cosa”, y no tienen los
huevos de decir “porque Leo Graciarena tal cosa”. Es más fácil agarrársela con todos que
agarrársela con ese tipo. Para nosotros es muy complicado laburar así, porque el policial a
diferencia de los otros estilos (ponele que se pueda empardar un poco el fútbol), vos estás
trabajando sobre el dolor en vivo y en directo de la gente, o la indignación. Vos te podés ir a una
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escena donde estén todos tan indignados que te cuenten todo o podés ir a una escena donde
estén todos tan miedosos y cagados y no te cuenten nada. Entonces vos tenés que saber reflejar
cómo es eso, es tan anormal que todos quieran hablar como que nadie quiera hablar. Y bueno,
la gente tampoco confía en los medios porque también tiene una visión política de la actitud del
medio hacia distintos casos.
(...)
Vamos a otro punto, los periodistas ya no enseñan, los más viejos ya no enseñan al novato, por
eso yo digo que se está perdiendo el oficio en un montón de cosas. Y hoy los tiempos no son
como los de Rodolfo Walsh, hacé de cuenta que la vida de Walsh era mucho más peligrosa pero
había como una secuencia más lenta, como un slow motion; hoy las cosas pasan a un tiempo
demencial. Yo escribo un homicidio, entre que voy al lugar, recolecto la información, chequeo
con la fuente, incluyendo la Fiscalía y todo eso, como en el medio, y lo resuelvo en cinco horas.
Porque también está el prejuicio de que los que laburan en los grandes medios son todos unos
gordos panzones que fuman habanos. Si yo tuviera dos días para escribir lo que escribo todos
los días, seguramente sería mucho más lindo leerme, tendría más vuelo, si pudiera ver qué
palabra elegir, pero yo laburo contrarreloj, todo el tiempo, entonces el periodista es también
bajo presión. Porque sí, si yo laburara en la Rolligstone y escribiera una nota por mes, y... Sabés
lo que sería. Hoy trato de escribir lo más fácil posible para que la gente no me deje de leer
porque no entendió “cayó de bruces”. Entonces digo, es todo muy lindo, pero el periodista es
bajo presión y los que laburamos en los grandes medios no somos los mejores periodistas,
somos tipos que han tenido fortuna, mucha fortuna porque en los medios grandes no están los
mejores según algunos, yo vendría a ser une excepción de eso porque entré sin padrinos a La
Capital, pero generalmente se llega por conocidos o por contactos; ahora ya no hay casi
ingresos, así que no tenemos ese problema. Y hay grandísimos periodistas que unos los lee y
difícilmente, si vos no te acondicionás, puedas laburar en un gran medio; porque también tiene
que ver con, no te estoy hablando de censura ni de autocensura, sino te estoy hablando de
acomodarse, y uno tiene que estar preparado para que te bochen notas y te querés matar.
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Volviendo al tema fundamental del trabajo, uno con el tiempo aprendió a ser cuidadoso, porque
lamentablemente laburas en un diario que es conservador. Yo no puedo salir completamente
con la visión de la multisectorial de Justicia por Franco Casco porque la tengo que nivelar con la
cuestión institucional, pero porque es el diario La Capital. Pero también existe esa mirada
política que se tiene de muchos lugares, donde vos podés terminar saliendo con un cartel
diciendo “a Pichón escobar lo mató la policía” y tal vez no sea tan así, es una cuestión de
interpretación. A lo mejor sí podés salir con un cartel de “a Franco Casco lo mató la policía”,
porque como está más claro y más encuadrado el caso... Entonces, en el periodismo de hoy
tenés que tener un cuidado absoluto. Hay intereses en el barrio, o sea te agarran cinco vecinos y
te operan la nota, no hace falta que la opere el jefe de redacción, te la operan los mismos
vecinos. Vos vas a una cuadra donde hay un búnker y si no sabés leer las miradas te comés que
no hay nada. Después hay oficio, que no es ni bueno ni malo. La experiencia te lleva a que vos
vas a un barrio y ves a un grupo de pibes y nunca vas a preguntar, le tenés que ir a preguntar a
una señora y después que le fuiste a preguntar a la señora vas y hablás con los pibes, si te
habilito la señora, porque las que manejan el barrio son las señoras, o en la granjita o preguntar
solamente de última. (...) Uno tiene que tratar de prejuzgar lo menos posible, aunque estamos
hechos de prejuicios; a mí me parece que el periodista, más allá de que tenga que tener en
claro para quién labura, y como es la verdad de la milanesa, los prejuicios los tenés que dejar en
el baño cuando te bañas y los recuperás cuando volvés a tu casa, porque los prejuicios tuyos o
míos no le importan a nadie.
— En la presentación de la noticia, ¿quién elije el título, la bajada, las fotos y qué influencia
tienen el Jefe, el editor?
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empezás a ser un poco la vecina chismosa, empezás a preguntar qué pasó, cómo fue, por dónde
viene, por dónde creen, si escucharon los tiros; ahí empezás a moverte de acuerdo a lo que te
da la nariz, siempre midiendo el escenario, que no te sorprenda con nada. Una vez que vos
hablás con los vecinos, in crecendo todo el tiempo, si podés hablar con los familiares, y si
pudieras hablar con el muerto, vas en ese orden digamos, vas para arriba todo el tiempo (yo soy
de los que piensan que hay que ir con respeto y que el dolor de un tipo no vale un título. Si la
madre llora y te dice que no y le repreguntás y te dice que no, te tenés que ir). Una vez que vos
tenés todo ese cúmulo de información, de la escena, del barrio, lo cotejás con lo que te diga el
fiscal, si el fiscal está en la escena, mejor. No se está dando esa realidad, con lo cual vos tenés
que salir a buscar la visión del fiscal, ¿por qué la visión del fiscal? Porque a comparación del
sistema viejo, el que dirige la investigación es el fiscal y es el que te tiene que dar la versión
oficial, porque sin versión oficial vos no tenés contra qué contrastarla (es como una pelea que
no las están entendiendo mucho en Fiscalía, pero la versión oficial de lo que pasó me la tenés
que dar). En torno a lo que me dice el fiscal, yo puedo poner que Doña Rosa dice que no fue así,
pero con la versión oficial. Si el fiscal no sale o si la información es precaria o básica desde la
Fiscalía, vos te empezás a mover con los recursos que tenés a mano. Yo siempre a los fiscales les
digo lo mismo: echame, es un respuesta. Yo te vengo a preguntar, vos me echás, ya me llevo mi
respuesta. Pero bueno, te la está dando él a la respuesta. Una vez que tengas todos los datos
chequeados o lo más que puedas, pudiste construir una hipótesis, que nunca es la verdad sino
que es una hipótesis de lo que vos crees que pasó, te pones a escribir. En el caso mío, yo escribo
con bastante libertad porque hago la mañana y en la estructura del diario generalmente el que
hace la mañana es el que termina haciendo la tapa, salvo que haya un hecho muy fuerte en
Tribunales que te saque la tapa. Esa nota la dejás y la toma un editor, el editor la lee y le hace
las correcciones que pueden ser de criterio, de sintaxis u ortográficas y es el que titula la nota y
hace todo lo que sea bajada, copete, pie de foto; digamos, el que le pone todo el contexto a la
nota. Una vez que el editor hace eso se la pasa a la secretaria de redacción, ahí el Secretario la
vuelve a mirar, o debería mirarla (porque también estamos en un momento donde las empresas
hacen una especie de Cáritas invertida, hacen más con menos), entonces la lee, mira los títulos,
mira la bajada y considera si debe o no debe ser mencionada en la tapa. Cuáles son los temas
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de tapa, para eso hay una reunión ahora, a las cuatro de la tarde, en la que todas las secciones
van y dicen qué tiene (es una mirada muy conservadora y vieja, porque en realidad los grandes
medios están teniendo entre dos y tres reuniones). Y después de tener la venia del Secretario
de redacción va a imprimir. Pero nunca, o al menos en Policiales, nunca el periodista es el que
titula; a veces la gente dice “eh, pero mirá qué título de mierda me pusiste” o “mirá la foto de
mierda que me pusiste”, la foto por ejemplo viene por un editor de fotografía, o debería venir...
— Uno de los casos, el de Jonatan Ojeda, tenía un título como “Policía de civil mato a ladrón”
y en la portada decía “abatió”, en la bajada ya decía que tenía antecedentes...
A veces sabes cuál es el problema que tiene el editor, que tiene que embocar un título en una
caja. Y depende la cantidad de líneas del título, la cantidad de columnas, si va arriba, si va abajo,
el tipo de letra y el cuerpo, y a veces delincuente no te entra y te entra... Para mí, “abatió” es
una palabra terrible, para mí ningún periodista debería usar esa palabra, que tiene una
connotación muy fuerte, ligada a la dictadura.
(...) Hay una mirada muy de mi vida por un clic (en los diarios) y a veces vos desde el papel no
tenés esa dimensión. Igualmente, creo que con el tiempo la única manera de supervivencia que
tiene el papel es logrando de que a alguien se le ocurra una idea y el papel pase a ser algo
totalmente diferente a lo que ofrece la web. Hoy está como todo muy confundido. Los lugares
que defendieron el papel y sobrevivió, en el papel se hace otra cosa; y a veces tiene que ver más
con el análisis, tiene que ver con la profundización. Lo que pasa es que acá como no hay una
idea, todos hacemos todo... Porque generalmente los manejan como una empresa de
chocolatines, venden diarios pero podrían vender pizzas o cervezas... Entonces hay una mirada
muy comercial y, la puta, termina siendo un diario.
— Puntualmente, cuando hay un caso de gatillo fácil o está la policía metida en algún hecho,
¿hay algún condicionamiento, una bajada de línea?
Y a veces vos tenés... el gobierno provincial pone mucha plata. (...) Te marcan las pautas, te
dicen “ojo como vamos con tal nota”, o, por ejemplo, te dicen “vayamos hasta acá”. A mí por
ejemplo, no con un caso de gatillo fácil, cuando fue el caso del gerente de La Capital en la
94
megaestafa, no vamos a poner fechas, ni nombres ni direcciones ni vamos a sugerir ningún
medio. Entonces te dedicás a narrar el modus operandi y no vas a poder poner más que eso. Y
no hay guiño, no hay posibilidad, porque esas notas son las que pasan 25 millones de lupas. Hoy
por hoy, aunque eso parezca muy poco, es muchísimo en relación a antes, porque en la época
que si no salía en el diario no existía, esa nota no se daba. ¿Qué es lo que te indica a vos que los
que conducen no entienden? Era preferible salir contando tú verdad que esperar cinco días para
remontar todo lo que no diste, y en esos cinco días hablaron todos los demás y vos te privaste,
teniendo el medio, de explicar tu verdad... Pero después es el periodista el que pone la jeta y
ellos eso no lo visualizan o no les importa o no les interesa; nunca podés tener del todo claro si
se hace porque son unos inútiles, porque no les interesa o porque es una estrategia, pero
quedas como en un limbo, en un gris que no se ve. Entonces cuando vas a los lugares terminás
diciendo, “mirá, yo laburo para el diario de Vila y Manzano, pero no soy Vila y Manzano, no
como con los patrones, no tengo relaciones con los patrones ni con los macro ni con los micro”,
porque yo también tengo una visión sindical muy fuerte...
En este momento hay una persona que está a la mañana en Tribunales, otra que está en la calle,
que es la que abre la mañana, y a la tarde son otras dos más. Y yo, que estoy en las dos
secciones, Ciudad y Policiales, ahora. Y el Jefe de redacción que está ahora, Daniel “Batata”
Schreiner, es especialista en policiales, entonces nos metemos un poco... Pero en realidad son
cuatro personas.
— ¿Cómo es la recolección de datos en este tipo de casos en los que se involucran policías?
Primero, nosotros siempre desconfiamos. Cuando te dicen “abatido”, “ladrón abatido”, todas
esas cosas, nosotros desconfiamos siempre y tratamos de ir al lugar, al barrio. Siempre que la
policía mata a alguien nosotros vamos, no importa si es ese día o días después. Por ejemplo, me
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acuerdo cuando mataron a Carlitos Godoy este año, Ana Laura Piccolo, una de las cronistas, se
fue al barrio y los vecinos le reconstruyen el crimen, pero no sólo le reconstruyen el crimen, de
cómo fue, de cómo este pibe estaba sentado, le tiran cuando está sentado en la escalera, cae de
la escalera, están las gotas de sangre, lo rematan cuando cae al piso. Sino que, por ejemplo,
estaban los recibos de sueldo; porque en estos casos vos tenés que demostrar no que tenés que
vivir sino que no sos un delincuente, porque sino está bien que te maten. Bueno, entonces la
familia mostraba los recibos de sueldo del pibe, salieron los patrones del pibe para los que
trabajaba a decir que era un laburante, mientras todo eso pasaba vos ibas a la Fiscalía y el fiscal,
que nunca fue al lugar del hecho... En Fiscalía, estaban los familiares en la puerta y el Fiscal te
reproducía lo que la cana le había dicho que había pasado, el pibe era un delincuente. Cuando
le digo a Ana Laura que escriba la nota, me dice: “No, quiero hablar con el Fiscal”. Nunca
logramos obtener que nos dijeran cuantas balas y dónde las tenía Carlitos Godoy. A su vez, a los
padres les mostraron una radiografía de otra persona... Y nosotros tratamos de seguir esos
casos, de hacerles un acompañamiento. Porque es gente que, bueno los padres de Carlitos se
pudieron movilizar, pero en muchos casos hay gente que llegar al centro es un problema.
Después van al Centro de Acción Judicial, que es donde teóricamente los tendrían que
representar y en general no querellan por ellos. (...) Me acuerdo del caso de David Moreira que
fue la mamá y le dijeron no, no hagas lío, no hagas esto, no hagas lo otro. No cumplen esa
función. Vos pensá que una víctima no tiene a quien recurrir, son todos pobres... Los casos de
gatillo fácil son gente pobre.
Bueno, ahora hay un quilombo bárbaro con eso, porque la policía no te pasa más datos; todo
remite en la Fiscalía. Si cae alguien detenido, tenés la audiencia imputativa que es LA fuente,
porque ahí tenés a la víctima, al victimario, al abogado; tenés todo junto para poder ir, escuchar
y después entrevistar. Eso es lo mejor, después... La policía no te pasa más datos, la Fiscalía te
pasa lo que recolectó de por ahí, te pasa un Whatsapp, o sea no tenés nada de dato... Y si no
fuiste al barrio estás al horno.
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Nunca te dejaban ver... Te mandaban un parte que no servía para nada, te pasaban los datos.
Vos hablabas con el comisaría y te decía “abatí a un caco”. Ahora ni eso. Te lo dice la Fiscalía en
todo caso, pero bue... Vos fijate hasta qué punto la importancia que le daban, que habían
puesto una sección para los animales pero no tenían una de violencia institucional; y la que
tiene ahora de violencia institucional, es una sola persona para investigar todos los casos, que
son muchos. Karina Bartocci está a cargo... Una sola persona para todo eso es muy poco.
— Recién decías que tratan de ir al lugar del hecho, ¿ahí intentan contrastar con la versión
oficial, se intenta hacer una especie de reconstrucción del hecho, cómo se hace?
Que te cuenten... Pero sobre todo, sabés qué, ponerle nombre y apellido a los muertos, porque
sino parece el ejecutómetro ésto. Contar quién era el muerto. Contarles que tenía una vida, que
tenía familia, que era una persona... Humanizar un poco el tema del policial, ¿no?.
Ahí sí que hay que poner todas las fuentes. Porque, por ejemplo, yo no puedo no poner que
Miguel Moreno dice que era un ladrón, pero pongo “el patrón de Carlos Godoy mostró el recibo
de sueldo y Miguel Moreno dice que era un ladrón”. Yo pongo todo lo que dice, pero tengo que
tener con qué contrastarlo, sino es cualquiera.
— Para este tipo de casos, hay algún tipo de condicionamiento, alguna bajada de línea...
Jamás. Siempre los condicionamientos en los diarios son terriblemente pelotudos... Una vez, no
se podía nombrar a Bielsa y era candidato a gobernador, entonces cómo hacías para cubrir una
elección sin nombrar a Bielsa... O me acuerdo una vez, en el 2001, que no se podía escribir
“saqueos”, entonces escribimos todo saqueos y después pusimos el Control + L y cambiamos
saqueos por desbordes. Entonces escribimos todos con saqueos y lo cambiamos, pero era lo
mismo porque vos ya lo habías escrito, pero le buscamos esa vuelta que fue bastante
interesante...
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El redactor escribe la nota, en general, porque se van todos a la mierda y nadie te la titula,
entonces la titula y la edita el jefe, que vendría a ser yo, que en general yo lo que busco es que
estén todas las fuentes... No es que censurás nada. Porque, a ver, en el policial todos te
mienten, en el barrio también te mienten... Entonces vos vas, no en un caso de gatillo fácil, pero
por ejemplo a un pibe lo mata otro pibe, entonces vos vas al barrio y te dicen “esta es la banda
de no sé quién y este es”... Y, vos no podés poner nombre y apellido ahí, sí podés poner
“mencionó a un grupo rival”, pero no nombres... En eso hay que ser cuidadosos.
La tapa lo deciden los secretarios, el espacio que le doy en la sección lo decido yo, en general.
No, porque ahí ya tenés Tribunales... Está todo ahí. Aparte una vez que ya fuiste al barrio, ya
tenés teléfono, ya te conocieron, ya saben lo que vos sacaste, entonces te dan bola cuando vos
llamás. El tema es ir una vez aunque sea, entonces después lo seguís, los llamás, tenés los
abogados querellantes. Ya cuando el caso está encaminado no es difícil seguirlo.
— Los casos de gatillo fácil son los más invisibilizados, ¿cómo se hace —teniendo en cuenta
que son tan pocos trabajando en la sección— para seguir todos los casos que hay? Por
ejemplo, el caso de Jonatan Ojeda, salió una nota del asesinato y después no hubo más
notas...
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Lo que pasa es que no debe haber pasado nada judicialmente, pero ahora dimos algo de
Jonatan Ojeda. En general, cuando no hay novedades judiciales (porque vos tenés una audiencia
imputativa, entonces después si hay detenidos y tenés un abogado querellante que lo tiene que
seguir, nosotros vamos preguntando), pero a veces no hay noticia. Si no es un aniversario o por
ahí los familiares que piden una nota, que ahí sí dejamos todo y lo hacemos, no tenés forma de
justificar, digamos, cómo seguirlo; porque lo que sería el caso de Godoy, no hay novedades en el
caso de Godoy, o, por ejemplo Mafud, que es tremendo ese caso, o Herrera; pero Herrera tiene
toda una institución atrás, cuando vos no tenés nada es complicado.
— Incluso hay casos y casos, algunos son acompañados por organizaciones, se moviliza...
Con un compañero que trabajamos muchos estos casos, incluso para otros medios, nosotros les
decimos los “muertos blancos”. Los muertos blancos, aparte de los muertos de clase media que
te generan una marcha, también son los que tienen instituciones atrás, todo lo demás es
impunidad. Porque si vos sos una mujer que vive en una villa, te matan a tu hijo, no tenés para
morfar, ¿qué reclamas? ¿cómo hacés para irte? ¿cómo encontrás a alguien que te de pelota?. La
única que te queda es hacer el duelo y seguir porque no sos nadie y te mataron porque no sos
nadie. Y a nadie le importa. Es inmundo, pero es así. Me acuerdo de una vez, tenía que hacer un
laburo para la Fundación Nuevo Periodismo y fui a recorrer por Ludueña, donde la mayoría de
los casos son pibes muertos por la policía (hay muchos casos ahí) y había un pibito que se
llamaba Brian. Había sido el contrabajista de la orquesta del Ludueña y hago todo el recorrido y
veo por qué el pibe se convierte en choro. El pibe quería tener su familia, vivía en un lugar que
era inmundo... Y hablé con la madre y decía “los pibes están en otra cosa, quieren tener sus
cosas... Y yo tengo la culpa, porque yo tendría que subirme a un carro de cirujeo”. Entonces, la
mina se culpaba por la muerte del hijo y al hijo lo mató un cana. Y es un pibe que intentó
institucionalizarse, y no hay salida. Y me acuerdo que tenía un sobrinito que me decía “el tío
Brian se fue al cielo, mi papito se fue al cielo, el Choco se fue al cielo”. Yo quedé... Es muy difícil
que esa familias puedan, no hay manera.
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Si vos no lo disfrazás de santo... Porque lo conciben hasta las propias organizaciones de esa
manera. Las organizaciones no salen a pedir por un pibe que robó, salen a pedir por niños
buenos, ¿entendés?. Entonces, está institucionalizado de alguna manera que el bueno es el que
puede vivir. O sea, es la construcción de lo que la Cátedra de Criminología te dice, la
construcción del matable. La sociedad lo elige como matable y entre ellos también se eligen
como matables, por eso las muertes son horizontales entre pibes de las mismas características,
juntas versus bronca, y esas cosa. Los medios también lo construyen como el matable.
Acá no le damos mucha pelota. O sea, vamos, cubrimos las marchas todo, pero no... A ver, sí, si
tenés la primera marcha que fue a Tribunales es la tapa porque no hay otra manera, la cantidad
de gente que se movilizó. De todos modos, vos tratás de destacar y dejar en claro que en esa
marcha había víctimas de gatillo fácil, víctimas de robo... O sea, era un abanico que cuando vos
lo querés juntar los reclamos son diferentes. Pero nosotros tratamos siempre de contrarrestar
eso, de explicar en todo caso qué significa estar seguros...
— A la vez, ese clima, ese tipo de movilizaciones, ¿influye en la cobertura después para ir a
cubrir un caso de gatillo fácil por ejemplo?
— En los casos en los que no hay avances judiciales, ¿no hay seguimiento, no hay noticia?
Sí, podés hacerlo. Porque, por ejemplo, podés decir “che, te acordás del caso tal, por qué no le
pegás un llamado a la madre”, y llamamos y si ellos quieren hacemos una nota; y vamos
haciendo eso. O a veces te dicen “hace un año que lo mataron y no pasó nada”, y bueno,
probamos. Pero más que nada respetando lo que la víctima quiere. Muchas veces no quieren
que les hagas nota.
— Si no una fuente oficial o lo que haga la Justicia te puede llegar a condicionar el trabajo...
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No, porque si los familiares quieren vos sólo con los familiares podés hacer una nota. A veces
también es un quilombo, imaginate que hay doscientos muertos por años, te olvidás de muchas
cosas, pero salvo que los familiares te llamen, y ahí nunca le dijimos que no.
— ¿Cómo se recolectan fuentes cuando se sospecha que se trata de un caso de gatillo fácil?
Donde hay un homicidio, generalmente a vos lo que te llega es el parte policial o el parte de
Fiscalía donde está bastante cerrado el caso. Generalmente lo que se hace cuando interfieren
fuerzas policiales, se tiene más en cuenta el tema de ciertos detalles; por ejemplo las autopsias:
por ejemplo, hubo un par de casos de gatillo donde primero te decían que era en un intento de
robo, entró a un pasillo y son cuatro disparos, y no te daban la ubicación, entonces ahí sos más
quisquilloso, ahí buscás. La mayoría de los tiros siempre los tienen por la espalda, entonces la
persona está escapando. Después las armas, generalmente aparecen armas que después en la
etapa instructiva o de la pesquisa de la Fiscalía van viendo o el mismo fiscal tiene dudas de lo
que pasó... Pero siempre nos enteramos de las cosas más raras porque empezás a hablar con los
familiares, vas al lugar, la Defensa pública también plantea ciertos casos de hostigamientos. Hay
veces que los casos están bastante cerrados. Hay un caso que pasó en 2013, en dónde dos
chicos en moto supuestamente roban una cartera y supuestamente estaban armados, se arma
un tiroteo, uno termina herido en una pierna y el otro muerto. Pero qué pasó, era un ex policía
que lo agarró al chico, lo hizo caer de la moto y le disparó a quemarropa, y lo arrastraron más a
la esquina y después se balearon ellos mismos el frente de la casa. Esa vez, los mismos vecinos
decían que querían salir de testigos, que no había pasado eso; los chicos estaban haciendo
cortes con la moto, el tipo sale sacado, no robaron ninguna cartera. El otro chico todavía está
con custodia, está como testigo protegido porque sufrió hostigamientos. Generalmente, los
casos vos los vas viendo cuando a vos se te presenta. La primer nota que hacés, nosotros como
somos un diario impreso, si vos no podes ir al lugar, se pone la lupa en el trabajo, en cómo y
dónde tiene los disparos o cómo fue la mecánica, se insiste mucho más a los fiscales que a lo
mejor otro caso en que un chico termina muerto por robo pero está dentro de los mismos
vecinos, que eso también pasó. Que por ahí esa versión preliminar no la tienen y después al
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otro día lo volvés a preguntar y vas siguiendo el caso por atrás. Cuando se trata de fuerzas
policiales hacés más hincapié en el tema de la mecánica, del móvil, sos más quisquilloso en las
autopsias; si hay armas, si no hay, que a veces te aparece que dicen “enfrentamiento” y no hay
arma secuestrada, te dicen que se la llevó otro y después el otro no aparece. Pero el mecanismo
es así. También hay veces que vos tenés una urgencia, acá se cierra a las ocho y media y hay
veces que no tenés toda la información, entonces vas siguiendo el caso pero los vas apurando
en el tema o vas tratando por otro lado; si el chico está herido todavía, vas al HECA, tratás de
hablar con la familia, así más o menos vas recolectando. Siempre buscando o haciendo más
hincapié en la otra parte que es los vecinos, tratando de juntar la mayor cantidad de voces
posibles. Con la mayor cantidad de voces posibles salta solo... Siempre que hay un policía y una
persona muerta, hay un sesgo de sospechas o tenés que hacer más hincapié, es mucho más
armado.
— Cuando decías que se le exige más a la Fiscalía, ¿a la vez no se puede confiar sólo de esa
información, porque muchas veces el fiscal ni va al lugar...?
O que le avisan tarde, también ha pasado. Esa es una rutina, y el fiscal a veces llega tarde y ya
está todo armado. O le avisan tarde para armar todo. También hay ciertos ambientes en que los
vecinos son más represivos, más reactivos, como el caso de David Moreira, donde todos los
vecinos se cerraron herméticamente, todos te cerraban la puerta en la cara... Y después sale por
los mismos testimonios de los vecinos que estaban amenazados. No interviene la fuerza pero
fue todo una serie de complicidades, porque el chico había querido robar una cartera o un
bolso con pañales, y estuvieron quince minutos pegándole.
Es fundamental, para todos los casos. Nosotros tenemos como regla. Ahora por el tema de que
cambiamos, somos cooperativa, que a veces se nos complica o el tema de dar vueltas; porque a
veces pasa que vas a un lugar y te dicen “no, es acá a la vuelta” y llegças y te dicen “no, es en el
pasillo”, y por ahí ahora no tenés la movilidad como para esperar tres horas en un taxi. Estamos
tratando de arreglar eso, pero es fundamental en todos los casos. Porque, lo primero que tenés
que tener en cuenta es que a vos la versión que te llega, por ejemplo, si te llega por los vecinos
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siempre escuchan más tiros de los que son, si te llega por la policía, vos siempre tenés que tener
la mayor cantidad de voces posibles, porque nunca vas a llegar a la realidad, nunca vas a ser
objetivo, siempre lo vas a ver desde un punto de vista... La primera información la tenés
bastante acotada, vos vas, tenés un registro del contexto donde se da, la geografía del lugar
también influye mucho en cómo se puede llegar a dar un caso o no, te da una perspectiva. Si
vos no estás en el lugar es como que falta la pata, la experiencia. Y ahí también te encontrás con
gente re valiosa, te encontrás con gente que te exagera (a nosotros no tanto porque somos del
diario, por ahí la TV tiene más ese problema que aparece la gente que quiere hablar, el vecino
indignado) y realmente los que quieren hablar no tienen voz o no se animan... Hubo casos en
donde los casos de gatillo eran de efectivos policiales que vivían en el barrio, entonces también
es un problema, también podes meter en un problema a un vecino. Muchas veces han dicho
“yo no hablo, no quiero tener problemas con nadie, el pibe era un bando pero me parece que
acá no tuvo nada que ver”, y te cierran la puerta; y más o menos te van contando así.
— ¿Al momento de cubrir estas noticias hay algún tipo de condicionamiento o línea editorial?
No, hace doce años que estoy acá y la única vez que tuve una bajada de línea, cuando estaba en
la web (durante la era López, antes de que pierda las elecciones), que me había llegado una
información, escribo la nota todo y me dicen “eso no va”. Porque era un amigo del expresidente
de Newells y del diario no salió.
103
Tenemos problemas para conseguir la información, que también tiene que ver con la
desesperación de uno para tratar de chequear, porque a veces son los trámites, una autopsia no
te la van a tener en una hora y vos tenés que cerrar.
No, nosotros el mecanismo que tenemos es, ahora generalmente, cuando vas pasando el
tiempo podés titular, hacer la volanta, el cintillo y con casos más emblemáticos el cintillo se
piensa junto con el editor y el secretario de redacción. Pero generalmente lo que hace un
redactor, un cronista, se sienta, escribe la nota, se sienta con el jefe de sección, corrige la nota y
después el secretario, que es el que evalúa que va en tapa y que no, te puede preguntar algo
que no entienda y también te la edita (editan cuestiones gramaticales y sintácticas, no te
cambian el sentido de la nota. Que eso también tiene mucho que ver con el secretario y el
editor, porque hay editores que sí te cambian. Eso parte mucho de los jefes que tenés).
— ¿La precarización laboral y la falta de recursos influyen para cubrir estos casos?
Influye. Hasta hay una diferencia terrible si vas con un taxi que si vas con un remis, que el remis
entienda, el ultimo tiempo no querían ir a los barrios. Y un taxi tampoco te quiere esperar, o te
agrava las cosas...
— ¿Qué pasa con los casos que no se mueven en la Justicia ni en la calle, cuando no son
“paradigmáticos”?
Bueno, eso también tiene que ver con la precarización. O con los obstáculos que te encontrás.
Venimos teniendo desde 2011 un pico que pasó los 200 homicidios y después todos los días
tenés algo, si vos no tenés mucha gente no los podes seguir. El problema es que muchas veces
no llegas a cubrir todo, hay audiencias de imputación por crímenes viejos, también tenés que
seguir eso, es mucho. Generalmente, se trata de seguir los casos. Muchas veces también la
familia no quiere.
(...)
Hay una construcción por parte nuestra, de los medios, de qué es buena víctima y mala
104
víctima... Pasa también con los femicidios.
(...)
También los medios de comunicación somos los responsables de qué perspectiva le das desde
el principio. Nosotros acá porque hacemos un esfuerzo, pero ves notas de televisión, como una
que decíamos de un corte: había un corte en Circunvalación y en un noticiero decían que el
tráfico estaba totalmente colapsado, como que molestaba a los automovilistas, y los tipos hacía
una semana que estaban sin luz y sin agua... También es el enfoque que le das a la noticia.
Hay una cosa que nos pasa en lo cotidiano, en general con cualquier fuente de noticias. Cómo
llegamos a un caso, una de las formas son los partes policiales, en los casos donde hay abuso
policial o casos de gatillo específicamente se repite un patrón idénticamente: primero, que son
partes más largos, con demasiados detalles, uno que ve todos los días se da cuenta, o sea que la
persona herida es la que siempre está robando, siempre está armada, el lugar donde
encuentran el cuerpo si está herido, siempre se le secuestra un arma y las mecánicas son
parecidas: la voz de alto, se identifica como policía y el tipo responde a los tiros huyendo y la
mayoría de las veces hay tiros en la espalda de las víctimas. Por otro lado, los que deben
investigar este tipo de casos, que son los fiscales, cuando hay un policía involucrado y si la
victima de muerte o de heridas graves tiene antecedentes penales, directamente no se pone en
dudas lo que diga el policía, pese a que en la mayoría de los casos hay versiones de vecinos o de
familiares que dicen exactamente lo opuesto: que el chico no estaba armado, que no se oía la
voz de alto. Si tiene antecedentes penales, peor. Los casos de victimas de gatillo donde las
víctimas son mal llamadas “buenas”, como el de Jonatan Herrera, y si a eso se lo acompaña (de
todas formas no es un caso que vaya a llegar a las condenas que debería), pero si a eso se le
suma organización popular y todas esas cosas, puede haber alguna condena leve; sino,
básicamente no se investiga o no es oída la versión que contradiga la policial, que son idénticas.
105
Tenemos fuentes oficiales: la oficina de prensa de la Unidad Regional 2 de la policía, la oficina
de prensa de la Fiscalía y después, si uno quiere conseguir por su cuenta comisario, inspector,
prensa del Ministerio de Seguridad, que cuando son casos muy graves sale con algo.
— Algunos casos tienen más coberturas que otros, muchas veces las marchas son el puntapié
para una nota, pero hay casos que no generan movilización...
Hay casos de gatillo fácil y también se presentan los casos de “justicia por mano propia”, lo que
sea, que un tipo ante un robo o lo que sea mata a un presunto ladrón, este es un porcentaje
enorme que sube. ¿Qué quiere decir? Que la sociedad legitima que se asesine a una persona
que intenta robar, aunque no esté armada, aunque no está claro si estaba robando o no, porque
muchos de los casos de gatillo como el de Ojeda vos no sabés si fue un ajuste entre la cana y
algún negocio sucio de alguna economía ilegal de la policía o no. Entonces lo que hay es una
tolerancia total de la sociedad, se lo toma como una limpieza social, como que una persona
sospechada nada más de cometer un delito no tiene derecho ni a un juicio, hay que matarla.
Linchamiento, casos de gatillo y casos de civiles que matan a presuntos ladrones son para mí
una misma línea que tiene que ver con la tolerancia que tienen tanto la Fiscalía, porque también
como la Fiscalía no investiga al policía que mata a una persona y a una persona no se le da el
tratamiento de víctima por el simple hecho de que alguien dijo que intentaba robar, tampoco
investiga cuando un laburante mata a alguien que le iba a robar, o como el caso Moreira o en
otros casos que no terminan en homicidio pero que se faja a alguien porque estaba robando.
(...) Se publica el apellido de la víctima, si tenía antecedentes, no tiene historia, no tiene vida, es
un ladrón y tenía tantos antecedentes, en eso se transforma una víctima cuando se la acusa de
haber robado.
Una cosa interesante es que no hay estadísticas concretas (como no las tenemos de todos los
homicidios, porque sabemos que no nos enteramos de todos) de casos donde policías matan o
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hieren a personas en situaciones irregulares; no hay, porque siempre son enfrentamientos,
robos...
(...) Falencia total del periodista en estos casos es buscar la historia del pibe muerto. En el caso
de Jonatan Herrera todos sabemos que tiene un hermano mellizo, que trabajaba... Hay otro
caso, Godoy: lo mató la cana y es otra víctima buena, un loco que laburaba, no tenía
antecedentes, tenía el recibo de sueldo en el bolsillo. Pero es muy interesante agarrar los casos
de gatillo cuando las victimas no son buenas, digamos; porque ahí es bien una ejecución
sumaria. Por qué nosotros no contamos esas historias. El caso de Jonatan Ojeda es interesante
en ese sentido; vos ves el tipo todo lo que hizo para zafar y ves como se lo comió el sistema, y ni
siquiera justicia ante la muerte.
A nivel autocrítico, uno hace una nota pensando para quién la hace, y nosotros hacemos un
esfuerzo enorme por tratar de hacer lo que pensamos, pero es mucho más difícil tratar de hacer
la historia de una persona que mató, que robó, que delinquió digamos, y buscar esa historia y
sostenerla, que con un Jonatan Herrera.
En el diario no hay sección Policiales, en realidad. Rosario/12 es un diario muy chiquito, tiene
ocho páginas, la 2, la 3 y la 4 son páginas de Ciudad; dentro de esas tres páginas va
policiales/judiciales que es un poco lo que hago yo, que a veces puede ser derecho de familia
puede ser todo lo que abarque judiciales. Y bueno, policiales entra dentro de esa terna. Así que,
digamos, si bien no está organizado, somos José Maggi y yo los que más trabajamos temas
policiales, que seguimos por ahí más los casos de gatillo fácil, porque aparte son los que llegan a
las instituciones. Muchas veces desde ahí, por suerte, tenemos un cable más directo a la
redacción para enterarnos y saber cuando pasa algo que desde el otro lado no lo vamos a
conocer como tal.
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— ¿Cómo se recolectan las fuentes teniendo en cuenta la especificidad de estos casos?
Cuando vos ya sabés que ese caso llega con un policía implicado, por ejemplo, acá en el
Rosario/12 obviamente vamos a la fuente judicial, hablar con el fiscal que está a cargo o juez
(como era con el viejo sistema penal, ahora son los fiscales los que investigan los hechos desde
febrero del 2014, antes los investigaban los jueces), obviamente se habla o se intenta hablar, a
veces no se puede. Pero bueno, cuando surgen estos casos muchas veces la misma conmoción
que genera el hecho permite que directamente podamos hablar con el Fiscal, que a veces tiene
un discurso diferente o una versión diferente a la que tienen los familiares. Entonces me parece
que es ineludible ahí hablar con la familia, con una madre, con un padre, con un hermano,
alguien que cuente su versión del hecho, porque en muchos de los casos de violencia
institucional no es la misma versión que tiene la Fiscalía porque la versión que tiene es la que le
lleva la policía; justamente que son los que están en la calle haciendo la tarea de investigación,
mandada por la Fiscalía.
Como nosotros acá no tenemos sección Policiales, yo tenía tan mala información. Cuando
actuaban los jueces, porque había jueces que te atendían que te abrían la puerta, te hablaban
ya sea en off o en on, pero por lo menos te daban la versión como para que vos te vengas a la
redacción a escribir lo que está en el expediente, o hasta algunos te daban el expediente. Nunca
tuve la suerte o mala suerte, no sé cómo llamarlo, de que a mí la policía me pase datos. Cuando
fue en su momento la causa del Triple Crimen de Villa Moreno, ahí no había policías implicados,
creo que esa fue la única vez que un policía levantó el teléfono para decirme, detuvimos a tal...
Fueron contadísimas las veces que me pasó eso, porque no tengo fuentes policiales en realidad
en mi agenda; sí los consulto de vez en cuando, pero te diría que no son una fuente para mí
directa.
— ¿La policía ahora directamente ya no se encarga más de dar los partes, no da ningún tipo
de información?
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Es como que no lo tienen permitido, es como que la Fiscalía dijo nosotros vamos a centralizar la
información, puso a un secretario de prensa, en realidad que sirve para todas las unidades
fiscales y a partir de ahí nos mandan la información a los medios, a los periodistas que hacemos
judiciales. Pero incluso ya te digo, antes que se ponga en marcha el nuevo sistema, yo nunca
tuve fuentes policiales directas, nunca tuve un trato con una fuente policial, que sí tengo hoy
con un fiscal o con un defensor; es como distinto lo que vos ves adentro de Tribunales, las
fuentes que haces en Tribunales, que si sos un periodista de calle. Te creo si vos vas a cubrir un
homicidio en un barrio, y si, al que te vas a encontrar ahí es a la policía. Hoy te encontrás un
poco más a un fiscal en un homicidio, antes era prácticamente imposible, los fiscales no iban al
lugar del hecho, se llevaban por lo que decía la policía.
— ¿Cómo jerarquizas esa información cuando hay dos versiones tan opuestas?
Me parece que tiene que ver en el caso por caso. Hay casos muy disímiles y muchas veces lo
que te quieren hacer decir no es lo que uno tendrían que valorar más. Te llevo a casos como el
de Maximiliano Zamudio, la versión de la Fiscalía era que el chico le había intentado robar a este
gendarme y que por eso este gendarme se defendió y le pegó un tiro. Me parece que no es
justificativo para nada, pegarle un tiro a una persona, por más que un pibe haya estado robando
y vos teniendo el aval estatal, siendo una persona con un rango debería saber cómo actuar en
un hecho como tal; ahí me parece que el último recurso es pegarle un tiro al pibe, sin embargo
es lo que muchas veces termina pasando en estos casos...
— Y justo pusiste como ejemplo esa causa que es un desastre, porque el pibe no tenía un
arma, después lo que encontraron era una culata...
Tal cual. Y ahí en su momento era muy fuerte la versión de que, “bueno, no lo vamos a dejar
detenido porque es un caso de legítima defensa”. No habían pasado ni doce horas del hecho y
ya era un caso de legítima defensa. Entonces eso obviamente te hace poner en duda un montón
de cosas. Lo mismo que en una entradera, un comerciante creo que era, salió con el arma y le
pegó un tiro a un pibe que le acababa de robar pero que ya estaba como a dos cuadras, no
estaba en una situación de peligro en ese momento, la legítima defensa es cuando es tu vida o
la del otro. Y ahí yo creo que hay cosas que hay que poner en la balanza... Que son cosas que
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uno va aprendiendo también, porque a veces si sos un periodista que recién empieza capaz que
logran hacer que vos escribas eso; distinto es cuando vos ya tenés otro oído, tenés otra fuente y
ahí eso va a ayudando a escribir de manera más balanceada. Tratas de valorar el caso, ya te
digo, el de Zamudio por ejemplo, es uno de los casos en que más rápido se dijo “el pibe estaba
robando por eso le paso ésto”. O David Moreira, hasta me da escalofrío decirlo, la gente avalaba
que lo hayan matado porque el pibe había intentado robar... Me parece que ahí hay dos delitos
que hay que poner en la balanza y ver cuál pesa más, si un homicidio o el robo de una cartera.
Yo no digo que esté bien que un pibe salga a robar una cartera, pero busquemos como Estado
las herramientas para que eso no pase más.
— En este caso se justifica pero cuando se trata de policías se utiliza más para encubrir...
En el diario los periodistas escribimos la nota pero no la titulamos, no armamos la bajada, que
sería la parte principal de presentación de la nota, pero tenemos la posibilidad en el cabezal, en
el primer párrafo de la nota, volcar ahí todas estas cosas disímiles, estas versiones encontradas
que aparecen. Vos me decís cuál ponderás más, y, lo normal es que se tome la versión que dice
la Fiscalía. También hay que tener en cuenta que la Fiscalía no estaba en el lugar del hecho, que
llegó cuando eso ya había pasado, muchas veces ahí hay testigos, o una madre, un padre, un
hermano que vio por la ventana... Que sí, obviamente van a intentar defender a la víctima
porque son su familia, pero muchas veces te das cuenta en el relato de la persona víctima de la
verosimilitud de los hechos, más allá de que uno tiene que ser imparcial, ¿no? Yo no digo que le
creo a una madre que me dice “lo mataron a mi hijo por la espalda y él no estaba haciendo
nada”. No digo que hay que creer en eso sí o sí, digo que hay que poner en la balanza dos
delitos que puede llegar a haber y ponderar ahí cuál pesa más y qué justifica una muerte, qué
justifica matar a un pibe que estaba robando.
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— Si no intervenís en la edición final, ¿cuánto influye la decisión del editor, del diagramador, a
la hora de presentar la noticia, porque un título te puede cambiar una noticia...?
Y sí, te define todo. Porque ahí es el diario el que toma la responsabilidad de por ahí apuntar
para un lado o para el otro, de ponderar más una versión que la otra. Rosario/12, normalmente
los casos de gatillo fácil y violencia institucional, nunca va a defender a la fuente policial
digamos. Viste que es una línea editorial que va hacia los derechos humanos, hacia las
cuestiones antipoliciales te diría, porque es la bajada de línea del diario, de toda la vida.
Te diría que prácticamente no. Por ejemplo, yo hago judiciales, en los casos de homicidios,
nosotros muy pocas veces, dependiendo el caso y el tenor que tenga, vamos al lugar del hecho,
En los casos de gatillo fácil solemos no poder estar en el posterior porque por suerte las familias
lo primero que hacen es levantarse y salir ellos a buscar a los medios, que eso está bueno
también. Entonces ahí, yo voy todas las mañanas a Tribunales, mi único recurso es el colectivo
que me lleva y el que me vuelve a dejar en la redacción. Obviamente que ahí vas viendo sobre la
marcha si es necesario pedir un fotógrafo, pero las coberturas suelen salir como uno las piensa,
no es que por falta de recursos uno deja de cubrir algo...
— Y la limitación de que sean tan pocos y la propia extensión que tiene el diario...
Sí, eso puede ser... Pero como que uno se va acomodando esas cuestiones. A veces sí, te cortan
una nota, sacan algo que vos querías que esté pero que no es de lo más importante, la versión
de algún familiar, o lo que suma... Pero en definitiva las notas sobre violencia institucional y
gatillo fácil suelen tener mucho espacio en el diario, ha habido días de que fue correlativo por
un sólo caso, tapas, notas en la primera plana. Rosario/12 en eso tiene un perfil muy marcado.
— Hay un caso, el de Jonatan Ojeda, que en el límite de tiempo que pude recabar no hubo
cobertura de Rosario/12.
Sí, en su momento algo se escribió pero suele tener que ver con el espacio, no me acuerdo que
más hubo en esos días de edición, pero suele pasar que te dicen “no, mirá no hay espacio hoy,
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hagamos una nota el fin de semana”. A veces pasa que la misma sucesión de casos... Nosotros
somos pocos, la única que hace Tribunales soy yo, a veces vengo y dejo algo, una resolución,
una imputación (algo se la paso a un compañero, pero poquísimas veces), pero normalmente
hago yo hasta tres notas por días, porque Tribunales es una usina de información, es
impresionante. Y lo más probable es que este caso haya salido pero en algún breve, o en alguna
nota cortita; o suele salir cuando las movilizaciones se hacen en conjunto, varias familias a la vez
y ahí sí aprovechamos y ponemos todos los casos.
— Lo estaba pensando porque si bien hay familiares que levantan el tubo enseguida hay otros
que todo lo contrario, como este caso por ejemplo... Algunos familiares no tienen la misma
actitud.
Yo siempre digo que los casos que la Justicia no quiere mover los tienen que mover las víctimas,
los familiares; ir, insistir, hinchar los huevos, golpear tambores en la puerta de Tribunales,
pintarles la calle, poner banderines con el nombre de los muertos, sino es un caso que tapa a
otro que tapa a otro... Vos tenés que ver la pila de expedientes que hay en Fiscalía, es
impresionante; y no estoy justificando con eso que las causas no se trabajen, todo lo contrario.
Me parece que hay hechos que se tienen que laburar de otra manera, pero bueno, no soy quién
yo para ir a decirlo. Me parece que ahí la voz cantante es la de los familiares, tienen que ir y
reclamar todos los días que puedan ir. Y sí, es verdad lo que vos decís, el caso de Ojeda, a veces
vos esperas llegar a Tribunales al otro día y decís me voy a encontrar con la mamá, con el papá,
con algún hermano, preguntando, y obviamente la Fiscalía por mas que le preguntes “¿vinieron
los padres?”, no te van a dar los datos de eso ni te van a decir viven en tal barrio o tiene tal
teléfono. Entonces hay veces que uno tiene que esperar o por ahí sí, diarios que tienen más
recurso, más gente sobre todo, te mandan un periodista al barrio, golpean puertas a los vecinos
hasta que encuentran a la familia. Pero, sinceramente en Rosario/12 nosotros somos muy pocos
y es como que cuesta a veces, y eso lo hago como autocrítica, cuesta a veces movilizarse por
casos que no es una fuente más directa, que no vienen a partir de una fuente más directa.
Es muy positivo esto que se está haciendo, de juntar a las víctimas, llevarlas por la misma lucha,
que insistan, porque encima muchos casos los tiene el mismo fiscal, entonces está bueno que
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pidan reuniones con esos fiscales, a ver cómo siguen esos casos... Me parece que eso le da una
fuerza impresionante a las causas.
— El discurso de la seguridad ciudadana, y sobre todo pensando en estas marchas que fueron
tan masivas contra la inseguridad y el planteo que hacen, ¿tienen alguna influencia en la
cobertura o en la línea editorial con los temas que vaya a cubrir el diario?
Sí, viste, en algunos temas sí. En otros es muy coyuntural esa cuestión. También tiene mucho de
un reclamo común, obviamente; de víctimas de delitos graves y otros que quizás son un robo,
“me entraron a robar a mi local diez veces en el último año”, que obviamente tienen un peso.
Pero en los casos de violencia institucional y de gatillo fácil no es una cuestión que pese,
digamos; me parece que ahí la cuestión es mas personificada, tiene que ver con ese caso
puntual o la comparación con otros casos similares. Pero no salirse de esa lógica porque ya sería
como enredar demasiado el caso, es un problema social, por supuesto, pero muy diferente a los
otros.
Lo más probable es que Rosario/12 sí, y que lo ponga en tapa. Y que en la 2 vaya la movilización
de los vecinos, porque no pesa menos, pero digo, insisto con esto de poner en la balanza una
muerte a manos del Estado. O sea, estamos hablando de una muerte a manos del Estado, no
una muerte porque vos, mi vecino, me quisiste hacer una ventana, yo no la quería, que hay de
esos casos también, que son cuestiones personales, interpersonales como le llaman en la
Fiscalía; distinto es cuando el Estado es la mano ejecutora. O por lo menos investiguemos si el
Estado es la mano ejecutora y si no lo es va a saltar de la misma investigación.
A veces es rutinario, pero a la larga vos todos los días te das cuenta que hay un caso nuevo y
que hay que tratar de recordar el anterior, para acordarte del aniversario, porque seguro que
algo van a hacer los familiares, entonces estaría bueno adelantar una nota con eso y en
Rosario/12 eso es nota siempre, es nota todos los días, no importa qué más haya. Digamos,
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saldrá también en el diario, por suerte hoy tenemos varias páginas de Ciudad, pero los temas de
violencia institucional siempre ocupan un lugar en el diario.
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