DIARIO de CAMPO Museo Rufino Tamayo

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DIARIO DE CAMPO

MUSEO TAMAYO ARTE CONTEMPORANEO


El museo Rufino Tamayo o museo Tamayo Arte Contemporáneo, está instalado en
una zona “bien” de la Ciudad de México. Ubicado en la zona de museos de
Chapultepec, tiene a su alrededor grandes corredores y hermosas arboledas que lo
hacen atractivo a la vista y a las sensaciones.
Sobre la periferia del museo, se alcanzan a ver turistas extranjeros, que
evidentemente y por su aspecto, sólo curiosean y hacen algo como un signo de
admiración sobre lo que está a su presencia. Las demás personas, aparentemente
residentes de este país, sólo están por algo que les compromete, (no todas, por
supuesto); pues la manera que se toman “selfis” a la entrada y salida del museo, la
cara de cierto fastidio, la manera a veces indiferente, en la actitud que están y la
escasa concurrencia, promete y permea una sensación de leve vacío.
Los funcionarios del museo, muy cuidadosos de sus actividades, nos apuntan las
indicaciones y sugerencias para el ingreso y para observar el recorrido.
Parece que todo está cuidadosamente planeado. Al ingreso, la taquilla y la entrega
de boletos, el recorrido y las indicaciones, lo permitido y lo prohibido, las entradas y
las salidas, etc.; es realizado por el personal asignado a tales tareas.
Las personas que atienden (y la mayoría del personal del museo) son, en
apariencia, gente de clase media, de diversas edades, mujeres y hombres, adultas,
con diferentes actitudes hacia sus labores. Se distinguen por llevar como uniforme
traje de color negro, blusa o camisa blanca y corbata. No falta el o la que prohibía y
vigilaba que nada se tocara o estuviera en riesgo de maltrato por las personas
visitantes. Pero también estaban los y las personas con buena actitud que,
respetuosamente sugerían lo que no se debía hacer y que, en un excelente
compromiso (si no, por la necesidad de hacer algo diferente), entablaban una
relación con los visitantes muy libre y hasta hacían sugerencias de las piezas en
exhibición y de otras actividades y exhibiciones que estaban por aperturarse.
Para el inicio del recorrido y ya en la entrada, la descripción de la exhibición; trabajo
del artista británico Cerith Wyn Evans; dedicada a trabajos con luces de neón.
Trabajos conceptuales que alteran la realidad y llaman a la búsqueda de la lógica,
que a la vez son trampas a nuestra conciencia y programación de la propia realidad
y la compartida pues no falta quien realiza aseveraciones de lo que ha captado,
visto, percibido y a veces, incluso con seguridad de haber descubierto el secreto
bien guardado del artista en las formas abstractas y sin sentido para el espectador.
Luces de neón, que brillan y recrean formas geométricas bien estructuradas pero
caprichosamente distribuidas, colgadas por hilos fuertes y estáticos; marcos que
presentan hojas cortadas finamente que no representan al parecer nada pero que
ahí están, ofreciendo al visitante el reto inmediato; plantas sobre bases giratorias,
iluminadas, tubos de cristal conectados a un mecanismo sofisticado que al trabajar,
emiten sonidos agudos en una sonoridad suave pero clara; candelabros enormes,
de un material cristal-cortado bien trabajado que alegra la vista por su sofisticación;
llama la atención un texto ubicado en el lobby del museo al parecer de neón con
una descripción de un eclipse. Realizado en letras bien hechas y delineadas,
escritas en inglés, es un muy buen atractivo para el espectador.
La siguiente galería presenta una exposición de Yael Davids titulada Morir en solo.
La artista conceptual presenta sus trabajos que en la descripción de su trabajo
presenta como performance y que son trabajos conceptuales hechos por otras
autoras, que presenta en reconocimiento al trabajo no reconocido de las mismas.
Escaleras de madera que allí están, que parecen mal acomodadas, vidrios cortados
en ángulos presentados en el suelo que representan algo; una cuerda enorme,
colgada del techo, con unos nudos que al podría ser que representa algo; cuadros
e imágenes hechas de tinta, con escenas caóticas que aluden en parte al
sufrimiento y en parte a la locura.
Finalmente, en la siguiente galería se presenta el trabajo de Rufino Tamayo.
Su trabajo se presenta con esculturas, pinturas que están distribuidas en un recinto
austero, (al igual que en las demás exhibiciones) que prácticamente si se sacaran
tales obras, quedaría sólo el espacio vacío.
Las obras de Tamayo representan formas caprichosas hechas de metal y mármol
en cuanto sus esculturas. Y sus pinturas, aunque parezca que tienen una forma
definida, nos arriesga a entramparnos en el imaginario de cada uno al incluir
elementos que no tendrían ninguna lógica en la representación o que no tiene forma
o lugar en la misma.
Incluye una galería de fotografías del artista plástico con su esposa Olga. Es un
paseo fotográfico a lo largo de su vida y de sus diferentes etapas; llama la atención
la facilidad con que el artista se entrega a la cámara de sus captores de imágenes.
Y recrea la sensación de el gusto que tendría Rufino Tamayo por su imagen y su
reconocimiento propio.
El museo es una construcción grande y amplia. Bastante austera, como ya
mencioné anteriormente; con un diseño moderno, el interior se llena de un aire de
solemnidad que resulta en veces incómodo, en veces tranquilo.
Se contaba con poca gente en el lugar en comparación con el museo de
Antropología e Historia. Y sus visitantes eran diversos. Jóvenes con un real interés
por las obras y otros no tanto, en una actitud de espera a alguien; adultos y algunos
niños que los acompañaban y que mostraban casi nulo interés. Personas que
trataban de mostrar interés en las exhibiciones, y que elevaban sus cuerpos y
levantaban su cabeza, asumiendo posturas que representaran la capacidad de
realizar un análisis minucioso, pretendiendo ser capaces de entender las obras y al
autor, por un lado y por otro, dejar ver a los demás quién si es un erudito en la
escena.
Había también visitantes extranjeros que parecían atraídos por las exhibiciones
pero que no se diferenciaban tanto de los demás personajes. Eso, en actitud y no
más.
En definitiva, aunque sean espacios abiertos a cualquier público, lugares como el
museo Rufino Tamayo son espacios para, quienes les resulta atractivo el trabajo de
estos autores, para artistas afines a tales espacios y géneros artísticos, para
visitantes espontáneos que llegan por alguna razón obligada o simplemente por
aficionados a visitar lugares “extraños” y que tienen la astucia de querer aprender
algo nuevo.

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