El documento describe una visita al Museo Tamayo Arte Contemporáneo en la Ciudad de México. Presenta detalles sobre tres exhibiciones diferentes: una exhibición de luces de neón del artista británico Cerith Wyn Evans, una exhibición de la artista Yael Davids titulada "Morir en solo", y la exhibición permanente de obras del artista Rufino Tamayo. También describe al personal del museo, la arquitectura del edificio, y la variedad de visitantes observados durante la visita.
El documento describe una visita al Museo Tamayo Arte Contemporáneo en la Ciudad de México. Presenta detalles sobre tres exhibiciones diferentes: una exhibición de luces de neón del artista británico Cerith Wyn Evans, una exhibición de la artista Yael Davids titulada "Morir en solo", y la exhibición permanente de obras del artista Rufino Tamayo. También describe al personal del museo, la arquitectura del edificio, y la variedad de visitantes observados durante la visita.
Descripción original:
DIARIO DE CAMPO EN LA VISITA DEL MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO RUFINO TAMAYO
El documento describe una visita al Museo Tamayo Arte Contemporáneo en la Ciudad de México. Presenta detalles sobre tres exhibiciones diferentes: una exhibición de luces de neón del artista británico Cerith Wyn Evans, una exhibición de la artista Yael Davids titulada "Morir en solo", y la exhibición permanente de obras del artista Rufino Tamayo. También describe al personal del museo, la arquitectura del edificio, y la variedad de visitantes observados durante la visita.
El documento describe una visita al Museo Tamayo Arte Contemporáneo en la Ciudad de México. Presenta detalles sobre tres exhibiciones diferentes: una exhibición de luces de neón del artista británico Cerith Wyn Evans, una exhibición de la artista Yael Davids titulada "Morir en solo", y la exhibición permanente de obras del artista Rufino Tamayo. También describe al personal del museo, la arquitectura del edificio, y la variedad de visitantes observados durante la visita.
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DIARIO DE CAMPO
MUSEO TAMAYO ARTE CONTEMPORANEO
El museo Rufino Tamayo o museo Tamayo Arte Contemporáneo, está instalado en una zona “bien” de la Ciudad de México. Ubicado en la zona de museos de Chapultepec, tiene a su alrededor grandes corredores y hermosas arboledas que lo hacen atractivo a la vista y a las sensaciones. Sobre la periferia del museo, se alcanzan a ver turistas extranjeros, que evidentemente y por su aspecto, sólo curiosean y hacen algo como un signo de admiración sobre lo que está a su presencia. Las demás personas, aparentemente residentes de este país, sólo están por algo que les compromete, (no todas, por supuesto); pues la manera que se toman “selfis” a la entrada y salida del museo, la cara de cierto fastidio, la manera a veces indiferente, en la actitud que están y la escasa concurrencia, promete y permea una sensación de leve vacío. Los funcionarios del museo, muy cuidadosos de sus actividades, nos apuntan las indicaciones y sugerencias para el ingreso y para observar el recorrido. Parece que todo está cuidadosamente planeado. Al ingreso, la taquilla y la entrega de boletos, el recorrido y las indicaciones, lo permitido y lo prohibido, las entradas y las salidas, etc.; es realizado por el personal asignado a tales tareas. Las personas que atienden (y la mayoría del personal del museo) son, en apariencia, gente de clase media, de diversas edades, mujeres y hombres, adultas, con diferentes actitudes hacia sus labores. Se distinguen por llevar como uniforme traje de color negro, blusa o camisa blanca y corbata. No falta el o la que prohibía y vigilaba que nada se tocara o estuviera en riesgo de maltrato por las personas visitantes. Pero también estaban los y las personas con buena actitud que, respetuosamente sugerían lo que no se debía hacer y que, en un excelente compromiso (si no, por la necesidad de hacer algo diferente), entablaban una relación con los visitantes muy libre y hasta hacían sugerencias de las piezas en exhibición y de otras actividades y exhibiciones que estaban por aperturarse. Para el inicio del recorrido y ya en la entrada, la descripción de la exhibición; trabajo del artista británico Cerith Wyn Evans; dedicada a trabajos con luces de neón. Trabajos conceptuales que alteran la realidad y llaman a la búsqueda de la lógica, que a la vez son trampas a nuestra conciencia y programación de la propia realidad y la compartida pues no falta quien realiza aseveraciones de lo que ha captado, visto, percibido y a veces, incluso con seguridad de haber descubierto el secreto bien guardado del artista en las formas abstractas y sin sentido para el espectador. Luces de neón, que brillan y recrean formas geométricas bien estructuradas pero caprichosamente distribuidas, colgadas por hilos fuertes y estáticos; marcos que presentan hojas cortadas finamente que no representan al parecer nada pero que ahí están, ofreciendo al visitante el reto inmediato; plantas sobre bases giratorias, iluminadas, tubos de cristal conectados a un mecanismo sofisticado que al trabajar, emiten sonidos agudos en una sonoridad suave pero clara; candelabros enormes, de un material cristal-cortado bien trabajado que alegra la vista por su sofisticación; llama la atención un texto ubicado en el lobby del museo al parecer de neón con una descripción de un eclipse. Realizado en letras bien hechas y delineadas, escritas en inglés, es un muy buen atractivo para el espectador. La siguiente galería presenta una exposición de Yael Davids titulada Morir en solo. La artista conceptual presenta sus trabajos que en la descripción de su trabajo presenta como performance y que son trabajos conceptuales hechos por otras autoras, que presenta en reconocimiento al trabajo no reconocido de las mismas. Escaleras de madera que allí están, que parecen mal acomodadas, vidrios cortados en ángulos presentados en el suelo que representan algo; una cuerda enorme, colgada del techo, con unos nudos que al podría ser que representa algo; cuadros e imágenes hechas de tinta, con escenas caóticas que aluden en parte al sufrimiento y en parte a la locura. Finalmente, en la siguiente galería se presenta el trabajo de Rufino Tamayo. Su trabajo se presenta con esculturas, pinturas que están distribuidas en un recinto austero, (al igual que en las demás exhibiciones) que prácticamente si se sacaran tales obras, quedaría sólo el espacio vacío. Las obras de Tamayo representan formas caprichosas hechas de metal y mármol en cuanto sus esculturas. Y sus pinturas, aunque parezca que tienen una forma definida, nos arriesga a entramparnos en el imaginario de cada uno al incluir elementos que no tendrían ninguna lógica en la representación o que no tiene forma o lugar en la misma. Incluye una galería de fotografías del artista plástico con su esposa Olga. Es un paseo fotográfico a lo largo de su vida y de sus diferentes etapas; llama la atención la facilidad con que el artista se entrega a la cámara de sus captores de imágenes. Y recrea la sensación de el gusto que tendría Rufino Tamayo por su imagen y su reconocimiento propio. El museo es una construcción grande y amplia. Bastante austera, como ya mencioné anteriormente; con un diseño moderno, el interior se llena de un aire de solemnidad que resulta en veces incómodo, en veces tranquilo. Se contaba con poca gente en el lugar en comparación con el museo de Antropología e Historia. Y sus visitantes eran diversos. Jóvenes con un real interés por las obras y otros no tanto, en una actitud de espera a alguien; adultos y algunos niños que los acompañaban y que mostraban casi nulo interés. Personas que trataban de mostrar interés en las exhibiciones, y que elevaban sus cuerpos y levantaban su cabeza, asumiendo posturas que representaran la capacidad de realizar un análisis minucioso, pretendiendo ser capaces de entender las obras y al autor, por un lado y por otro, dejar ver a los demás quién si es un erudito en la escena. Había también visitantes extranjeros que parecían atraídos por las exhibiciones pero que no se diferenciaban tanto de los demás personajes. Eso, en actitud y no más. En definitiva, aunque sean espacios abiertos a cualquier público, lugares como el museo Rufino Tamayo son espacios para, quienes les resulta atractivo el trabajo de estos autores, para artistas afines a tales espacios y géneros artísticos, para visitantes espontáneos que llegan por alguna razón obligada o simplemente por aficionados a visitar lugares “extraños” y que tienen la astucia de querer aprender algo nuevo.
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