Tesoro Escondido
Tesoro Escondido
Tesoro Escondido
SU AUTOR
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JHS.
AL ILUSTRÍSIMO SEÑOR
Arzobispo de Burgos
SEÑ
OR ILMO.
Segovia y Junio
29 de 1734 12
SEÑOR ILMO
B. L M. De V. S. I.
JHS
JUAN DE LOYOLA
PROTESTA Y ADVERTENCIA
En las revelaciones y milagros que se atribuyen, y en los elogios que
se dan en este librito a personas no canonizadas ni beatificadas, no pretendo
de manera alguna prevenir el infalible juicio de la Santa Iglesia; antes en
todo, como verdadero hijo suyo, humildemente me sujeto a los decretos del
Santísimo Pontífice Urbano VIII,13 y a los de la Sagrada Congregación de
Ritos, en la misma forma que se declara en el piadoso libro de Cultu
Sacrosancti Cordis Dei Iesu, que, consagrado a la soberana protección del
Santísimo Pontífice Benedicto XIII, de gloriosa memoria, y a expensas de
la piedad de nuestro Católico Monarca D. Felipe V (Q. D. G.), dio a luz en
idioma latino el año de 1726, el muy R. P. José de Gallifet,14 de la
Compañía de Jesús, viviendo en Roma Asistente de las Provincias de
Francia.
Casi cuatro siglos antes que fuese conocido este culto, fue profetizado. El
caso fue: Quejábase amorosamente Santa Gertrudis, 21Esposa regalada de
Jesucristo (que floreció habrá cerca de 500 años), de que San Juan
Evangelista no nos hubiere declarado en su Evangelio las excelencias,
riquezas, prerrogativas y finezas del Corazón amantísimo de Jesús; pues
cuando se recostó en su divino pecho, las conoció profunda y distintamente.
Aquí la respondió el Sagrado Evangelista: que el manifestar a la Iglesia los
tesoros, que el Eterno Padre depositó en este Corazón divinísimo, “estaba
reservado por la Divina Providencia para los tiempos futuros, en los cuales,
oyendo los milagros de su amor, el mundo envejecido se renueve,
encendiéndose su resfriada caridad en el fuego ardiente del Amor
Divino”. 22
Este culto, pues, del divinísimo Corazón de Jesús tuvo el origen que ahora
diré. Vivía la V. Madre Margarita de Alacoque, hija del dulcísimo director
de las almas San Francisco de Sales, en el Monasterio de la Visitación de
Santa María de Paray, villa del ducado de Borgoña. Era esta admirable
virgen y santísima religiosa favorecida del Señor con extraordinarias gracias
e ilustraciones del cielo, acreditadas con una vida perfecta, muy conforme a
la obligación de su Instituto; apoyadas sobre las virtudes más sólidas de su
estado, y confirmadas con milagros en vida y en su muerte (que fue el año
de 1690) 25, de los cuales algunos se han autenticado con las fórmulas que
prescribe el Derecho, en orden a su canonización.26 Empezó Jesús a enviar
ilustraciones divinas a su espíritu, que declarasen a Margarita las excesivas
finezas de su Corazón Sagrado para con los hombres. Inflamado el de
Margarita en el de Jesús, no hablaba, ni trataba, ni deseaba, ni pedía, ni
pensaba con más ardor en otra cosa que en procurar por todos los modos
posibles las glorias del sacrosanto Corazón. En estas amantes ansias se
hallaba la V. Margarita, cuando la favoreció el Señor con una visión
maravillosa.27 En ella la declaró dos cosas: la una, que su Majestad quería
que en su Santa Iglesia se instituyese especial festividad, con que se diese
particular culto a su santísimo Corazón: la otra, que su Providencia había
determinado tomarla por instrumento para tan grande obra. No es fácil
explicar el consuelo que sintió la V. Virgen con la primera parte de esta
revelación; pero la segunda afligió sobremanera su humilde corazón,
teniéndose por instrumento inhábil para empresa tan gloriosa. El ardor de
su amor la derretía, y el conocimiento de su pequeñez la aniquilaba.
Por estos temores tuvo oculta esta revelación muchos años, hasta que
vencida del torcedor de desagradar a Dios si no la manifestaba, la comunicó
a su Director, hombre esclarecido en la vida espiritual y a quien el mismo
Jesús le había señalado, al parecer, con especial providencia, para que la
guiase y fortaleciese en tan ardua empresa. Fue éste el V. P. Claudio La
Colombière 28de la Compañía de Jesús, célebre entonces en Francia por sus
apostólicas misiones y elocuencia sagrada, como también en
Inglaterra,29 donde padeció cárceles, prisiones y malos tratamientos de los
herejes. Era este Venerable Jesuita favorecido del Señor con admirables
ilustraciones, especialmente en el retiro de los días de Ejercicios, que
practican todos los años los Padres de la Compañía. Movió de suerte el
Espíritu del Señor en unos de estos Ejercicios30 al P. Colombière a procurar
el sagrado culto del Corazón dulcísimo de Jesús, que no pudo dilatarlo más.
Empezó a exhortar a muchas personas31 con sus ardientes palabras a que
celebrasen con particular culto esta fiesta. Escribió a uno de sus espirituales
amigos32desde Inglaterra para que procurase en el Cristianísimo Reino, lo
que el Padre solicitaba allí por sí mismo, y también en otras partes por sus
piadosos confidentes. Para alentarle más fervorosa y ardientemente a lo que
Dios le había inspirado en el celestial retiro de los Ejercicios, escribió la
revelación que le había comunicado y dado por escrito la V. Madre
Margarita, la cual decía así:
“Entonces respondí yo: ¡Ay Señor mío¡ ¡ay¡ ¿A quién queréis por
instrumento de vuestros divinos consejos?¿ A mí, cuya suma vileza e
innumerables pecados impedirán antes que cooperarán, a obra tan santa?
Principalmente, Señor, teniendo V. Majestad tantos fieles siervos prontos a
ejecutar valerosamente vuestro santísimo designio. Cristo entonces me
respondió: Pues ¿acaso ignoras, imprudente, que yo acostumbro elegir los
débiles de este mundo para confundir a los fuertes? ¿No sabes que es propio
de mi sabiduría valerme de hombres flacos para ejecutar mis consejos, y
manifestar de esta suerte más gloriosamente mi poder; no pudiendo ellos
atribuirse cosa alguna por su debilidad? Pues, Jesús
mío, respondí, mostradme el camino, y modo de ejecutar vuestros
preceptos. Irás, me dijo, a mi siervo (era éste el V. P. Colombière) y le dirás
en mi nombre, que procure con todas sus fuerzas se instituya este religioso
culto; que será muy agradable a mi Corazón; y que no desmaye por los
muchos embarazos que ocurrirán; pues debe saber que no hay cosa
imposible al que, desconfiando de sí, pone en mí toda su confianza”. Hasta
aquí las palabras de la V. Margarita, que se hallaron entre los escritos del V.
P. Colombière.
Recibió este Venerable Padre con toda veneración el mandato del Señor; y
en cuanto le duró la vida, procuró con todas sus fuerzas extender el sagrado
culto del divinísimo Corazón. Pero se puede seguramente afirmar que le
propagó desde el cielo con mayor felicidad que en la tierra; porque,
hallándose entre sus manuscritos, después de su muerte, la revelación
referida, y dándose a luz pública 33con las célebres obras de este predicador
apostólico, empezaron muchas almas piadosas a practicar privadamente el
soberano culto: y, habiendo sido recibido con ardor amante de algunos
corazones bien dispuestos, empezaron luego a salir a luz algunos libritos
piadosos, que exhortaban a celebrar las glorias del Corazón sacrosanto del
Señor en la forma que él mismo había mandado a la V. Madre Margarita y
había publicado el V. Padre Colombière.
Pero apenas empezó a divulgarse con alguna mayor publicidad esta piadosa
devoción, cuando se levantó contra ella una persecución 34tan deshecha,
que sólo el Corazón del dulcísimo Jesús y su poder infinito pudiera
deshacerla. Decíanse tantas injurias, contumelias y casi blasfemias contra el
mismo sacrosanto nombre del culto del Corazón, contra los que le
promovían y contra los que le practicaban, que no se podían oír entonces ni
escribir ahora sin horror. Esta tormenta tempestuosa sirvió a la Divina
Providencia de establecer más sólidamente el sagrado culto entre las olas de
la persecución, y adelantarle con mayor prosperidad. Así sucede de
ordinario a los designios que han de ser para grande gloria de Dios,
edificación de la Iglesia y provecho de las almas, como lo ha sido y será en
adelante (como lo esperamos) el culto del Santísimo Corazón; el cual se
hizo más célebre y público con las altercaciones35 entre los Gremios todos
de piedad; perseguido de muchos y favorecido de no pocos. Retiróse,
digámoslo así, el dulcísimo Corazón de Jesús a los claustros religiosos de
ambos sexos, mientras pasaba tan furiosa tempestad.
27 Tres fueron las principales revelaciones que tuvo Santa Margarita acerca
del Sagrado Corazón: la primera el 27 de diciembre de 1673 cuando está
adorando al Señor Sacramentado en el coro bajo, y que ella describe
así: Mi divino Corazón está tan apasionado de amor a los hombres, en
particular hacia ti, que, no pudiendo contener en él las llamas de su
ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti, y se
manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy
descubriendo.... La segunda tiene lugar en el año 1674. En ella el Señor
la pide que comulgue tantas veces cuantas la obediencia quiera
permitírtelo; comulgarás, además, todos los primeros viernes de cada
mes; y todas las noches del jueves al viernes haré que participes de
aquella mortal tristeza que Yo quise sentir en el huerto de los Olivos... La
tercera, llamada con razón “la Gran Revelación”, ocurrió el 16 de junio
de 1675 cuando, estando ante Jesucristo sacramentado, le descubre el
Señor su Corazón al tiempo que le dice: He aquí este Corazón que tanto
ha amado a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y
consumirse para demostrarles su amor, y no recibe en reconocimiento de
la mayor parte sino ingratitud, ya por sus irreverencias y sacrilegios, ya
por la frialdad y desprecio con que me tratan en este Sacramento de
amor. Pero lo que me es aún mucho más sensible es que son corazones
que me están consagrados los que así me tratan. Por esto te pido que se
dedique el primer viernes de mes después de la octava del Santísimo
Sacramento a una fiesta particular para honrar mi Corazón, comulgando
ese día y reparando su honor con un acto público de desagravio, a fin de
expiar las injurias que ha recibido durante el tiempo que he estado
expuesto en los altares. Te prometo además que mi Corazón se dilatará
para derramar con abundancia las influencias de su divino amor sobre
los que den este honor y los que procuren le sea
tributado.
Ante esto respondió la Santa: Y ¿cómo puedo cumplir estos
encargos? A lo que le respondió el Señor: Dirígete a mi siervo (el Padre
Claudio de la Colombiére) y dile de mi parte que haga cuanto pueda para
establecer esta devoción y complacer así a mi Corazón divino; que no se
desanime a causa de las dificultades que se le presenten y que no le han
de faltar; pero debe saber que es omnipotente aquel que desconfía
enteramente de sí mismo para confiar únicamente en
Mí.
Sin duda, es a esta revelación de 1675 a la que alude el texto. (Vida y Obras
de Santa Margarita, P. Sáenz de Tejada, edit Mensajero, 1943. Bilbao;
pgs 33-38)
28 Claudio de la Colombière nace en 1641 en un pueblo del Delfinado y
morirá en Paray-le-Monial en 1682. Concluye su formación jesuítica en
febrero de 1675, siendo enviado como Superior a la pequeña Residencia
que la Compañía de Jesús tenía en aquella villa. Cuando, a los pocos días
de llegar, entra en el locutorio para saludar a las Salesas, Santa Margarita
escucha en su interior una voz que le dice: Este es el que te envío.
29 Al año de estar en Paray-le-Monial, dadas sus extraordinarias dotes como
orador sagrado, le envían sus Superiores a Inglaterra como predicador
oficial de la Duquesa de York. Abandona Paray-le-Monial en 1676 y
pasará dos años en Inglaterra, donde se ve envuelto en un proceso,
encarcelado y expulsado so pretexto de haber difundido la religión
católica. A fines de 1678 regresa a Francia, muy débil y enfermo.
30 Tienen que ser los Ejercicios de ocho días, bien de 1676, hechos en
Paray, o los de 1677-78, en Inglaterra.
31 Conocemos algún nombre de personas inglesas, a los que el P. La
Colombière comenzó a hablarles del culto al Corazón de Jesús, entre otros
al franciscano P. Wall.
32 Es fácil que se refiera al P. Jean Croiset, que trabó contacto espiritual
con Santa Margarita María. En otoño de 1689 visita a la Santa, mantiene
frecuente correspondencia con ella, y como respuesta a su petición
escribirá el libro titulado: La devotion au Sacré Coeur de Nôtre Seigneur
Jesús Christ. En su obra desarrolla la dimensión espiritual de la devoción
al Corazón de Jesús en tres partes: 1) Razones que justifican esta forma
de piedad, 2) Disposiciones que la fomentan, 3) Modos de practicar esta
devoción. El P. Croiset nació en Marsella en 1656 y murió en Avignon
en 1738.
33 Al poco tiempo de morir el P. De la Colombière (1682) se publica su
famoso Retiro espiritual, donde narra la revelación hecha a Santa
Margarita. Dio la casualidad que ese libro llegó pronto a Paray-le-Monial
y comenzó a leerse en el comedor de la Comunidad. Santa Margarita era
entonces Maestra de novicias y no pudo menos de sonrojarse al oir leer,
puesto en boca del P. La Colombière: Entendí que Dios quería servirse
de mí procurando el cumplimiento de sus deseos respecto a la devoción,
que ha sugerido a una persona con quien Él se comunica muy
confidencialmente y cerca de la cual quiso servirse de mi flaqueza.
Habiéndose Dios declarado a dicha persona, de quien hay motivos para
creer que es según su Corazón, por las gracias extraordinarias de que la
colmó, dióme cuenta de ello y yo la obligué a que me dijera por escrito
lo que me había comunicado, lo cual me pareció bien referir en este
diario de mis ejercicios espirituales. Seguía el relato completo de la Gran
Revelación escrito por la misma Margarita María. (Vida y Obras de Santa
Margarita , por José Mª Sáenz de Tejada, Edit Mensajero, 1943, pg 55)
34 Siempre ha sido característico de las obras de Dios el sufrir
persecuciones e incomprensiones, incluso de aquellos que debieran
favorecerlas, como ocurrió en los principios de esta devoción. Podríamos
aquí decir la famosa frase: Digitus Dei est hic (aquí está el dedo de Dios).
35 altercados, discusiones...
36 Lo que sucedió en Francia tres décadas antes (divulgación de imágenes,
libros, erección de templos y de Congregaciones del Corazón de Jesús...)
es lo que va a suceder en España con el P. Bernardo de Hoyos y su
Equipo, el famoso Grupo de los Cinco: Hoyos, Loyola, Cardaveraz,
Calatayud y Peñalosa.
37 La ciudad de Lyon. Fue en esta ciudad a donde vendrá, enfermo, el P.
De la Colombière después de su estancia en Inglaterra. Aquí será Padre
Espiritual de los jóvenes jesuitas, que allí estudiaban la filosofía. Entre
sus dirigidos estaba el P. José de Gallifet, quien habría de ser uno de los
mejores propagandistas de este culto y devoción.
38 La Orden benedictina ha tenido desde antiguo una cierta predilección por
el Corazón herido del Salvador. En el paso de la Patrística a la Edad
Media (siglos VII al X) los Abades benedictinos alimentaban a sus
monjes con sus comentarios de la Escritura y con sus obras, donde
encontramos hitos que conducen al Corazón. En el Comentario al Cantar
de los Cantares, en este período de transición, se recoge la sangre de
Jesús, las gracias místicas sacadas de la fuente que es el Corazón y la
devoción a la Pasión. El abad benedictino Jean de Fécamp (+ 1078) nos
habla de la “mansedumbre” de Cristo en estos términos: “Jesús es manso
en la apertura de su costado: su herida, ampliamente abierta, nos ha puesto
de manifiesto las riquezas de su bondad, es decir, nos revela la caridad de
su corazón para con nosotros”. El abad Guillermo de Thierry (+1149),
benedictino y discípulo de San Bernardo, escribirá: “Al acercarse a la
feliz herida del costado, a esa puerta abierta en el lado del arca, no
solamente meteré el dedo y la mano, sino que penetraré todo entero hasta
el Corazón mismo de Cristo” . Benedictina fue también Santa Ludgarda
de San Trond (1182-1246), a quien Cristo le descubrirá la herida del
costado, diciéndole: “Contempla aquí lo que debes amar y por qué debes
amar. Te prometo que aquí te haré gustar las delicias de toda pureza”. Y
benedictina fue la llamada Escuela del monasterio de Helfta, con figuras
tan importantes como Matilde de Magdeburgo, Santa Matilde Hackeborn
y Santa Gertrudis la Grande, todas ellas en el siglo XIII. Más tarde
aparecerá Luis Blossio (1506-1566), belga, que ingresará en la abadía
benedictina de Liessies y tendrá frecuentes alusiones al Corazón de
Cristo, unido siempre al recuerdo de la pasión. Nada tiene, pues, de
extraño que la Orden benedictina se adhiriera prontamente al movimiento
devocional creado en Paray-le-Monial por Santa Margarita. (Cor
Salvatoris, Stierli, edit Herder)
39 En efecto, la Orden de la Visitación (popularmente Salesas), fundada por
San Francisco de Sales y Santa Francisca Fremiot de Chantal, se
distinguió ya desde sus inicios por el cultivo de esta devoción. De San
Francisco de Sales (1567-1622) dice Pío IX al declararle Doctor de la
Iglesia: “Echó la semilla del culto al sagrado Corazón de Jesús”; por su
parte, Santa Juana Francisca escribirá: “¡qué dulce que nos haya escogido
para hacernos las Hijas de su Corazón”. Los 140 monasterios que contaba
la Orden de la Visitación contribuyeron en gran manera a extender esta
devoción.
40 La tesis del P. Loyola es que quien ha difundido su culto es el mismo
Jesucristo, dando él mismo a conocer el objeto , los motivos e incluso
algunos ejercicios piadosos de ese culto.
41 “como lo esperamos”, así escribe el P. Loyola en su manuscrito, que
luego saldrá a la imprenta en 1734 en Valladolid y en 1735 en Barcelona.
Pero cuando saca en Madrid la tercera edición del Tesoro escondido en
1736, escribe : “como esperamos y experimentamos ya”. En aquellos
solos dos años de intervalo, la devoción y el culto al Corazón de Jesús
hizo grandes progresos en España.
42 La revelación hecha a Santa Margarita de Alacoque el 16 de junio de
1675.
43 Al concluir este Primer Párrafo o Capítulo del Tesoro escondido, añadirá
el P. Loyola en su tercera edición de Madrid dos capítulos,
titulados: Origen del Culto del Corazón Sagrado de Jesús en nuestra
España, y Continúa la misma materia, y se prueba la solidez de estos
favores. En efecto, el primero es una parcial biografía del P. Bernardo de
Hoyos, que pone de relieve las principales gracias recibidas por él desde
el 3 de mayo de 1733 al domingo de la Santísima Trinidad de 1734. Y el
segundo da a conocer cómo se ha ido extendiendo esta devoción y culto
al Corazón de Jesús en nuestra Patria: Por prueba sólida de su verdad
creíble, presento los maravillosos frutos de perfección y rápidos
progresos que ha hecho la devoción del Corazón Sagrado en estos reinos.
En poco más de dos años no ha quedado provincia, reino ni ciudad
apenas de nuestra ínclita nación, que no haya recibido con piadoso
aplauso y sagrado empeño la devoción al Sagrado Corazón de
Jesús”. Junto con esto, expone la actividad apostólica, desarrollada por
Bernardo, para extender este culto. Con relación al librito del Tesoro,
escribe así Loyola en ese capítulo: “El mismo P. Bernardo le corrigió,
hizo copiar a su gusto y cuidó de la primera impresión. Si ha hecho o
hiciere algún fruto en las almas, se debe a los fervorosos afectos con que
le puso y, digámoslo así, le imprimió muchas veces en la celeste oficina
del Corazón sacratísimo de Jesús, viendo en este espejo muchos sucesos
futuros del libro, y gozando singulares favores al tiempo de ofrecerle
impreso al Corazón sagrado en el Santísimo Sacramento del Altar. Pero
díganos el mismo P. Bernardo con su pluma absorta en las delicias del
cielo, lo que le pasó al tiempo de su oferta. “Quiso el buen
Jesús, dice, que repitiese la oferta con mayor solemnidad (habíale
ofrecido antes al Señor); porque, al tiempo de comulgar, se me manifestó
Jesús por una maravillosa visión con su Corazón sacrosanto abierto, y
convertido todo en un soberano incendio. Acompañábanle su Santísima
Madre, los tres Santos amantes discípulos del Corazón Sagrado, y no
faltó nuestro glorioso Padre San Ignacio, con el V. P. La Colombière.
Por otro lado estaban la V. Madre Margarita y Santa Gertrudis, tan
interesadas en el sagrado culto, con Santa Teresa y Santa María
Magdalena de Pazzis, a las cuales había hecho yo una novena,
encomendándolas el asunto del Corazón Sagrado. Aquí, delante de tantos
cortesanos del cielo y amigos nuestros, hizo segunda vez mi alma la
oferta del librito, el cual miró el dulcísimo Jesús con mucho agrado”. Y
concluye al final del capítulo: “...éstos son algunos de los sólidos frutos
de santidad que han producido y cada día producen los favores y
revelaciones que el Sagrado Corazón de Jesús hizo al P. Bernardo”.
II. SOBERANA EXCELENCIA DEL CORAZON SAGRADO DE
JESUS, OBJETO DULCISIMO DE ESTE CULTO
Jesús, aquel Señor infinito, Hijo del Eterno Padre, Creador de todas las
cosas, suficientísimo por sí,84 que de nadie necesita, amó a los hombres,
por su naturaleza vilísimos , indignísimos de ser amados: a los hombres,
cuando ya la divina Justicia los había arrojado y estaban sepultados en el
asqueroso cieno del pecado: a estos hombres tan viles, tan feos y tan dignos
del odio de Dios, amó Jesús. Pero ¿con qué amor? Con un amor tan
encendido y vehemente que no puede explicarse con palabras, ni concebirse
con el pensamiento. Nos amó Jesús con tal exceso, que parece estaba
abrasado con un amor divinamente ciego, si es lícito hablar así. Nos amó de
suerte, que se entregó a una muerte afrentosa y a ser crucificado por nuestra
salvación, después de haber padecido innumerables deshonras, dolores y
penas. Se anonadó en la Encarnación, tomando forma de siervo en fuerza
de este amor; nació en una extrema pobreza; pasó toda su vida en trabajos,
peligros, persecuciones, incomodidades, y en todas las miserias, a que está
expuesta la naturaleza humana; teniendo su amor por fin, en todos estos
trabajos, la salvación de los hombres: Ut omnes habeant vitam
aeternam.85 Padeció Jesús por nuestro amor la muerte. Pero ¿qué muerte?
Acuérdate, oh alma cristiana, de las cadenas con que fue aprisionado, de las
bofetadas, salivas, azotes, espinas, clavos y, finalmente, de la Cruz, en que
fue clavado: acuérdate y pásmate,86 de que el Señor de la Majestad llegase
a tal extremo por amor de los hombres. ¡Oh amor inmenso! ¡Oh violencia
increíble del amor! ¡Oh caridad digna solamente de un Hombre-Dios!.
Esto y mucho más hacen, ciegos y sacrílegos, los herejes. Pero los
católicos, que creen y adoran a Jesús en el santísimo Sacramento, ¿qué
indicios de amor, reverencia y culto rinden a este Señor amorosísimo? Si
gastasen todas sus riquezas en sagrados cultos a Jesús; si nunca se apartasen
de la presencia de Jesús; si estuviesen siempre postrados con suma
reverencia delante de Jesús Sacramentado; si pensasen continuamente en
Jesús; si hiciesen cuanto puede alcanzar el entendimiento humano por amor
de Jesús; si hiciesen, en fin, todo lo que el mismo Jesús pide a los hombres
en correspondencia de su amor; aun con todo esto nada harían digno de tan
gran Huésped, de tan benévolo Amigo, y de Bienhechor tan insigne. Mas
¡ay dolor! Tan lejos están los católicos de hacer lo que hemos insinuado,
que ni aun los debe Jesús en su Sacramento de Amor las señales más
comunes de benevolencia y obsequio90 que se observan entre los hombres
mismos. Jesús Sacramentado habita en innumerables lugares de la
cristiandad más pobre y miserablemente91 que los hombres de mediana y
aun de ínfima esfera en sus casas. De los palacios de poderosos, ¿qué puede
decirse ni compararse con los templos sagrados de nuestro Dios
Sacramentado? ¡Cuántos de aquellos exceden incomparablemente a éstos
en la magnificencia, riqueza y adornos! ¡Así se corresponde entre los
católicos al amor y finezas de Jesús en este Sacramento!.
¿Qué cosa más justa que esta queja amorosa del amantísimo Jesús?
¿Qué expresiones más vivas y poderosas para mover nuestros corazones? Si
tenemos algún sentimiento de fe, si tenemos algún sentimiento de piedad
para con nuestro Salvador ¿podrán dejar de conmoverse nuestros corazones
con las tiernas quejas y amantes expresiones de Jesús? ¿Podrán dejar de
hacer todos los esfuerzos posibles para satisfacer sus amorosas ansias y
deseos? A todos y a cada uno de nosotros en particular, nos dice como a su
Esposa Margarita: “Te pido101 que el viernes inmediato a la Octava de la
festividad del Corpus se dedique particularmente al culto de mi Corazón”.
¿Habrá quien niegue a Jesús tan amorosa y justa petición? ¡Oh dulcísimo
Jesús! Yo consagraré todos los días de mi vida al culto de vuestro santísimo
Corazón el viernes inmediato a la Octava del Corpus para reparar vuestras
injurias; yo procuraré con mis débiles fuerzas que ejecuten lo mismo todas
las almas, con quienes vuestra Majestad se dignare darme algún crédito.
Práctica 1
Práctica 2
Práctica 3
Práctica 4
Práctica 5
Práctica 6 135
144 Vale la pena poner aquí algo referente a la relación entre Santa
Margarita y la Compañía de Jesús. De hecho, fue el P. Claudio de la
Colombière, Superior en aquellos años de la pequeña Residencia que los
Jesuitas tenían en Paray-le-Monial, el destinado por Dios para dirigir a
su Sierva Margarita y ayudarla a llevar a cabo la tarea que el mismo
Jesucristo le había confiado.
En carta del mes de julio de 1688 a la Madre de Saumaise escribe así la
Santa: “Os diré que, habiendo tenido la dicha de pasar todo el día de la
Visitación delante del Santísimo Sacramento...se me representó un lugar
muy eminente...y en él estaba el amable Corazón de Jesús con su llaga
que despedía rayos tan ardientes y luminosos, que todo aquel espacio
quedaba iluminado y caldeado con ello. La Santísima Virgen estaba a
un lado y San Francisco de Sales al otro con el santo Padre de la
Colombière; y se veía en aquel lugar a las Hijas de la Visitación...
Después, volviéndose hacia el buen Padre de la Colombière, esta Madre
de bondad le dijo: Y tú, siervo fiel de mi divino Hijo, tienes gran parte
en este precioso tesoro: pues, si fue dado a las Hijas de la Visitación
conocerlo y distribuirlo a los demás, está reservado a los Padres de la
Compañía hacer ver y conocer su utilidad y valor, a fin de que se
aprovechen de él, recibiéndolo con el respeto y agradecimiento debido
a tan gran beneficio. Y a medida que le den este gusto, el divino Corazón,
fuente de bendiciones y de gracias, las derramará tan abundantemente
en el ejercicio de su ministerio, que producirán frutos superiores a sus
trabajos y esperanzas, incluso para la salvación y perfección de cada
uno de ellos en particular”
Más adelante, el 17 de junio de 1689, escribía así a la misma Madre de
Saumaise: “Este divino Corazón desea ardientemente ser conocido,
amado y honrado particularmente por esos buenos Padres (Jesuitas), a
los cuales promete, si no me engaño, derramar de tal modo la unción de
su amor sobre sus palabras con gracias tan intensas y poderosas, que
serán como una espada de dos filos, que penetrará en los corazones más
endurecidos de los más obstinados pecadores, para hacer brotar de ellos
la fuente de una verdadera penitencia que purifica y santifica a las
almas. Mas para esto es preciso que procuren sacar todas sus luces del
manantial del Sagrado Corazón. Mucho podría deciros sobre esto,
porque hay en esta santa Compañía grandes amigos de Dios”.
Y probablemente en la última carta que escribe al P. Croisset, el 10 de
agosto de 1689, se expresa así: “Mas, aunque este tesoro de amor sea un
bien propio de todo el mundo y al que todos tienen derecho...; pero está
reservado a los Reverendos Padres de la Compañía de Jesús el hacer
conocer el valor y la utilidad de este precioso tesoro, del cual cuanto
más se saca, más queda por sacar. No dependerá, pues, más que de ellos
el enriquecerse abundantemente con toda suerte de bienes y de gracias..
Mucho espera El de vuestra santa Compañía para este objeto y tiene
sobre ella grandes designios. Esta es la razón por la que se ha servido
del buen Padre La Colombière para dar comienzo a la devoción de ese
adorable Corazón...” (Obra citada, cartas)
El P. Bernardo de Hoyos será en España ese hombre providencial,
escogido por Dios, para hacer realidad el culto y la devoción a su
Corazón en nuestra Patria. El P. Hoyos conoció los escritos de Santa
Margarita y sin duda que fueron un acicate para él. Junto con Santa
Gertrudis y Santa Magdalena de Pazzi era una de las santas más cercanas
a él.
145 Ya en tiempos de Bernardo de Hoyos sobresalieron algunos Pastores
en acoger y fomentar esta devoción y culto al Corazón de Jesús. El P. J.
Eugenio de Uriarte, S.J. cita varios de ellos en su libro El Reinado del
Corazón de Jesús en España. Destacamos el arzobispo de Burgos, Dn.
Manuel de Samaniego y Jaca, que fue el gran bienhechor de Bernardo,
pagando de su bolsillo la primera edición del “Tesoro escondido”. Murió
retirado en Logroño en 1744, nueve años después que el P. Hoyos. En la
Oración fúnebre, predicada por el jesuita Padre Mucientes, dirá éste: “El
culto al suavísimo Corazón de Jesús era una de las empresas de su celo...,
por todos los medios procuró que se extendiese en todas partes”. Otro
promotor de este culto fue Don Pedro de Copons, obispo de Tarragona,
que supuso para Cataluña lo que Don Manuel para Castilla. De su labor
apostólica escribirá el P. Fita: “Promovió la devoción al Corazón de
Jesús en términos que, no contento de aprobar la congregación
establecida por los PP. Jesuitas en su templo de Tarragona, no dejó
parroquia, por grande o mínima que fuese... sin que extendiese y
arraigase en cada una de ellas un culto, que para su celo pastoral parecía
ser el blanco supremo”
Igualmente promotor fue el obispo de Lérida, Fray Gregorio Galindo,
que gobernó su diócesis de 1736 a 1756, del que nos dirá su cronista que
“...por conclusión de todos sus sermones, gritaba exhortando a los
oyentes a que gritasen: Alabado sea el sagrado Corazón de Jesús. De
hecho, la primera iglesia consagrada por este obispo en Lérida fue
dedicada al sagrado Corazón de Jesús. También el obispo de Orihuela,
Don Elías Gómez de Terán, se distinguió en la propagación de este culto;
de él se ha escrito que “era tan marcada su devoción al sacratísimo
Corazón de Jesús, que casi en todas sus obras dejó impresas las huellas
de su tierna devoción”. Este obispo fue quien fundó en Monovar, el 31
de mayo de 1743, la Congregación del Corazón de Jesús, cuya cláusula
de fundación, muy interesante por cierto, se conserva gracias al relato
que nos dejó su Párroco, Sr. Terán, quien regentó la parroquia de 1738 a
1758.
En 1738 se reúne el Concilio provincial de Tarragona para pedir al Papa
el oficio y misa del Sagrado Corazón, pero no obtienen el logro de su
petición. Insistirán de nuevo en 1745, aunque con idéntico resultado. No
obstante, esto prueba el interés que despertaba en bastantes Pastores el
culto y la devoción al Corazón de Jesús. Son estos Pastores celosos los
que desea el P. Loyola que abunden para que traigan “a todas sus ovejas
a beber en las saludables aguas de esta dulcísima fuente” (Principios del
Reinado del Corazón de Jesús en España, P. José Eugenio de Urtiarte,
edit Mensajero, Bilbao 1912)
146 Al concluir este Párrafo IV, en la tercera edición de Madrid (1736)
introduce un capítulo nuevo, titulado: Novena al sacratísimo Corazón de
Jesús, sacada de las sólidas prácticas del capítulo precedente. Habla del
fin de la novena, que es corresponder al amor de Jesucristo y resarcir sus
injurias, especialmente las que recibe en la Eucaristía; y cómo el mejor
tiempo para hacerla es desde el día del Corpus al viernes inmediato a la
Octava. A continuación habla de los diversos obsequios que pueden
hacerse durante la Novena, como confesar y comulgar el viernes primero
de mes, hacer ese día las cinco visitas al Señor, tener algún rato de
oración, dar alguna limosna, contribuir a extender el culto y devoción al
Corazón de Jesús, etc. A continuación viene la Novena al Corazón de
Jesús. Sin duda, es la Novena que escribió el mismo P. Juan de Loyola y
retocaron en algunos matices los Padres Hoyos, Cardaveraz y Calatayud,
y es la que enviaban por toda España. Según dice el P. Máximo Pérez en
su libro El poder de los débiles, la primera edición de la Novena constaba
de 34 páginas y salió de los talleres de Antonio de Villagordo, en
Salamanca, el año 1735. Solían meter una estampa del Corazón de Jesús
y la novena en un sobre, donde escribían: A N. N. de N. que Dios guarde
muchos años, en la ciudad (o villa) de N. Y si es que lo enviaban a alguna
comunidad religiosa añadían en una breve nota: El que remite a V. Esta
estampa y novena, le ruega se digne introducir en su santa comunidad
la devoción al Corazón de Jesús, y suplica a todas las religiosas que
comulguen todos los primeros viernes de cada mes.Respecto a la
estampa del Corazón de Jesús sabemos que la primera lámina que recibió
el P. Hoyos venía de Roma y era obra de Massini; es la que Hoyos había
visto reproducida en el libro del P. Gallifet, que encontró el 3 de mayo
de 1733 en la biblioteca del colegio de San Ambrosio. Sin embargo, la
mejor lámina que vino también de Roma era obra del grabador catalán
Miguel Sorelló. Estaba hecha en 1735 antes de la muerte de Bernardo y
fue la que más se difundió; en ella venía una inscripción destacando que
ese Corazón se había aparecido a Santa Margarita adornado con estas
insignias (la cruz, las llamas, la corona de espinas y la llaga) y que se
había hecho esculpir en su natural forma y grandeza como suele tener el
del cuerpo humano.( El poder de los débiles, pgs 167)
La novena comienza con una oración introductoria, bastante conocida
incluso en nuestros días: ¡Oh Corazón divinísimo de mi amado Jesús, en
quien toda la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de
celestiales gracias! Concededme un corazón semejante a vos mismos y
la gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios,
vuestro sagrado culto y bien de mi alma. Amén”. Luego viene la oración
propia de cada día, en que se van considerando diversos aspectos del
Corazón del Señor (templo, espejo, puerta, camino....etc), seguida de tres
padrenuestros y Avemarías en reverencia de las tres insignias de la
Pasión (cruz, corona de espinas y llaga) con las que quería Jesús se
pintasen sus imágenes y se expusiesen a la veneración de los fieles. Sigue
la novena con la oración de la M. María de la Encarnación, que ya
conocemos (Oh Padre Eterno, por medio del Corazón de Jesús, mi vida,
mi verdad y mi camino....) y concluye con un responsorio y una oración
en latín, referentes al Sagrado Corazón. A continuación viene otro
responsorio con su oración en latín y referido al Corazón de María, con
esta nota previa: se puede hacer conmemoración del Corazón de
María. Concluye este capítulo que introduce Loyola en la nueva edición
de Madrid con unos Gozos al Corazón de Jesús (se trata de unas estrofas,
probablemente para ser cantadas y que terminan con un mismo
estribillo: ¡Oh divino Corazón! Sed centro de mis anhelos.
V. AFECTOS PARA EJERCITARSE EN EL SUAVISIMO CULTO DEL
DIVINO CORAZON DE JESUS. 147
Inflama, etc.
Inflama, etc.
Inflama, etc.
Inflama, etc.
Inflama, etc.
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Inflama, etc.
Inflama, etc.
Inflama, etc.
Inflama, etc.
Corazón de Jesús, refugio de los atribulados:
Inflama, etc.
Inflama, etc.
Inflama, etc.
ORACION
Estas son las fórmulas que pueden servir de ejemplar a los muchos y
piadosos afectos en que pueden ejercitar las almas espirituales su
devoción amante al divino Corazón, según él mismo las inspirare.
CONCLUSIÓN 171