El oro de los alquimistas: β (Cu5Sn), un compuesto electrónico utilizado por los orfebres hindúes desde el 500 a.C.
El oro de los alquimistas: β (Cu5Sn), un compuesto electrónico utilizado por los orfebres hindúes desde el 500 a.C.
El oro de los alquimistas: β (Cu5Sn), un compuesto electrónico utilizado por los orfebres hindúes desde el 500 a.C.
Resumen
La fase β(Cu5Sn) que aparece en la mezcla Cu-23,9wt%Sn, trabajando entre 586 y 798 ºC,
muestra excelentes propiedades para mimetizar el oro, debido a sus características como
compuesto intermetálico con una relación electrón/átomo de 3:2. Aspectos clave de su fabricación
son el martilleado en caliente seguido de un enfriamiento rápido, que da lugar a la retención
predominante de una fase β acicular e impide la formación de la fase δ frágil, tomando un
pulimento de oro. El conocimiento de estos detalles de fabricación, originarios de la región de
Kerala en la India y que se remontan al siglo V a.C., podría haber llegado a Europa en la Edad
Media y habría sido utilizado por los alquimistas para producir oro.
Abstract
The β(Cu5Sn) phase which appears at Cu-23.9wt%Sn, working between 586 and 798 ºC,
shows excellent properties to mimic gold due to its characteristic as an intermetallic compound
with an electron/atom ratio of 3:2. Key aspects of its manufacturing are hot hammering followed
by quenching, which result in the predominant retention of the needle-like beta phase, preventing
the formation of the brittle delta phase and taking a gold-like polish. Knowledge of these
manufacturing details, originating from the Hindu region of Kerala and dating back to the V
century BC, may have reached Europe in the Middle Ages and have been used by alchemists to
make gold.
1. Introducción
La Alquimia se ha venido definiendo como el conjunto de esfuerzos dirigidos a la
transmutación artificial de los metales en oro o plata. La inviabilidad de tales transmutaciones
(como no sea por procesos nucleares) ha hecho caer en descrédito lo que, definido de otro modo,
puede ser objeto de estudio actual por la Ciencia.
La Alquimia es más que el sueño de las transmutaciones y lo fue mucho antes de que
Aristóteles concibiese esa idea. Por los papiros de Ebers y el Papyri Mayor B [Brugsch, 1891]
sabemos que los sacerdotes de Menfis, unos 1600 años a.C., acuciados por la necesidad de metales
nobles, se dedicaron a su sustitución por aleaciones especiales que llegaron a confundir a los
expertos. El Sumo Sacerdote ostentaba entre otros títulos el ser Jefe de los Artífices y su técnica,
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la denominación de Arte sagrado. Este arte del Antiguo Egipto (chemi) está claro en qué consistía
si analizamos etimológicamente la palabra griega a la que dio lugar, chyma = fundición, que más
tarde derivaría en chymeia y la al-chymia árabe.
La concepción de que la crisopeya (o el arte de fabricar el oro) fuera un problema metalúrgico
ya fue expresado por el historiador francés Albert Poisson [1883] quién, refiriéndose al famoso
Nicolás Flamel, dice: “Habiéndose dedicado a la Alquimia durante gran parte de su vida,
encontró en ella la fuente de su fortuna… En aquella época (finales del s. XIV), los métodos
analíticos eran bastante primitivos. Se podía obtener… una aleación que tuviera el aspecto, el
brillo, el peso, el color y el sonido del oro… algo que podía pasar por oro a los ojos de los
orfebres”.
En esta línea, hoy podemos seguir considerando el campo de acción de la Alquimia pura dentro
de la Química metalúrgica, circunscribiendo su propósito a la consecución de fases coloreadas lo
más cercanas posibles al oro (Tabla 1).
Estas consideraciones reciben una cierta confirmación en el más antiguo de los escritos
occidentales sobre Alquimia, el Diversarum artium schedula (Figura 1) compuesto en el s. XI por
un sacerdote llamado Teófilo del que sólo se sabe que era oriundo de Grecia [Dodwell, 1961]. En
la obra, se dan recetas para la obtención de dos clases de oro, el árabe y el español, este último
basado en el tratamiento del basilisco carbonizado. Según Lockemann [1950], el oro español
posiblemente no es otro que el latón, ignorándose los motivos que llevaron a este autor a postular
tal posibilidad, pues el basilisco es un símbolo bastante ambiguo con el que los alquimistas
designaban cualquiera de los óxidos o tierras metálicas, pero no específicamente la calamina (que,
por adición a cobre, origina el latón).
El latón (del árabe latún) es una aleación de cobre y cinc que comenzó a usarse ya en el s. IV
a.C., incluso antes de que el cinc fuera conocido. Según Aristóteles [Byrne, 1997], esta aleación
fue utilizada en el país de los mosinecos (en una zona montañosa del norte de Anatolia), nombre
del que parece derivar el alemán messing = latón.
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No faltan en la literatura alquímica alusiones al latón, si bien siempre relacionadas con el
mercurio. Se sabe que Teofastro obtuvo mercurio triturando cinabrio con vinagre en un mortero
de latón, siendo esta la primera noticia que se tiene del método de la amalgamación. Pernety
[1758] afirma en su Dictionnaire mithohermetique que el mercurio es la lejía que blanquea el
latón de los sabios, en buena coincidencia con una de las máximas herméticas de la Puerta
Alchemica de Roma: Azot et ignis – dealbando - Latonam veniet – sine veste Diana.
¿Pudieran ser el oro y la plata alquímicos latones sencillos o latones especiales conseguidos a
partir de latón rojo y mercurio? Esta pregunta debería ser una motivación suficiente para repasar
y actualizar nuestros conocimientos sobre estas interesantes aleaciones.
2. Los latones
Pertenece al dominio no especializado la distinción de los latones en rojo, amarillo y blanco,
según su composición Cu-Zn aproximada. El latón rojo (tumbaga), de color rojizo de oro, que
incluye composiciones entre un 85 y un 90% de cobre, es poco duro y tenaz y muy maleable. Por
ello, se puede forjar en hojitas muy finas conocidas como falsas láminas de oro o colores de
bronce. Actualmente, Carl Schlenk AG [2016] comercializa las variedades CuZn10 (color 1),
CuZn12 (color 2) y CuZn15 (color 3). El latón amarillo contiene 25-40% de cinc, es de gran
resistencia y corresponde a la composición industrial más común. Si el contenido en cinc
sobrepasa el 45%, el latón es blanco.
Una aleación con el 49,5 o el 50% de cinc es más dura que las de mayor proporción de cobre.
Por encima del 50% de cinc, la aleación resulta muy frágil e inaplicable si no se recurre a la
mezcla con otros metales. Son estas aleaciones con terceros metales las que se llaman latones
especiales, diseñadas para aumentar la dureza (hierro), resistencia a la corrosión (manganeso y
aluminio), trabajo al torno (plomo), maleabilidad (níquel), etc. En la Tabla 2 se indican las
composiciones de los latones más frecuentes. Existen latones plásticos especiales que reúnen
varias de estas cualidades como una gran resistencia al desgaste por fricción y al agua de mar
junto con una gran dureza y elasticidad.
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Figura 2. Diagrama de fases Cu-Zn (adaptado de [Hansen, M.; Anderko, K. (1958) Constitution of Binary
Alloys. 2nd edición, Nueva York, McGraw-Hill]).
Las aleaciones de Cu y Zn para hacer oro falso suelen corresponder a la fase α del latón y su
composición varía desde el oro Talmi de Paris, genuino, con 90% de Cu, 8,6% de Zn y hasta
1,3% de oro (Figura 3), al oro crisocal, con un 58% de Cu y un 40,22% de Zn (y que
adicionalmente lleva un 1,90% de Pb).
Cuando la relación Cu/Zn es inferior a 1, el latón se hace blanco como la plata, conociéndose
como platino de Birmingham las aleaciones compuestas de: (i) 46,5 partes de Cu y 53,5 de Zn;
(ii) 43 de Cu y 57 de Zn; y (iii) 20 de Cu y 80 de Zn. Esta última recibe también el nombre de
platina.
El recurso al aclaramiento o dealbando del latón rojo mediante mercurio no ha prosperado:
el cobre se amalgama muy difícilmente con el mercurio y, hoy en día, se utilizan amalgamas con
cobre, no de cobre.
3. Compuestos electrónicos
De los trabajos de Hume-Rothery, Westgren y Ekman [1926-1969] se deduce que las fases β,
γ y ε del sistema Cu-Zn tienen estructuras semejantes a los de otros sistemas T-B1 [donde T ó Ib
designa Cu, Ag y Au; y B1, los elementos de los subgrupos IIb (Zn, Cd y Hg), IIIa (Al, Ga, In y
Tl) y IVa (Si, Ge, Sn y Pb)] cuando la relación de electrones a átomos es la misma: 3:2, 21:13 y
7:4, respectivamente.
Las anteriores consideraciones llevan a deducir que, en ciertos sistemas, las estructuras de las
fases y las formas de los diagramas de equilibrio están determinadas, primariamente, por la
concentración electrónica en vez de por, los más usuales, porcentajes atómicos o en peso de los
elementos. A instancias de Bernal [1928; 1960; 1964], las fases recibieron el nombre de
compuestos electrónicos.
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Las correlaciones anteriores se ven acompañadas de nuestra observación de que un número
compuestos electrónicos exhiben colores próximos al oro, lo que conduce a la conclusión de que
los compuestos electrónicos ponen en valor la más importante de las pretensiones alquímicas: la
que, partiendo de las ideas pitagóricas, trataba de reducir el color a una proporción.
Para obtener la relación de electrones a átomos, se estima que los elementos metálicos poseen
el mismo número de valencia que el grupo de la tabla periódica, a excepción del grupo VIII, al
que se niega la posibilidad de disponer de electrones de valencia (hoy se dice que poseen una
valencia baja, en vez de enfatizar que su valencia es cero). Así, a Ag3Al, Cu3Al y Cu5Sn les ha
sido asignada una relación de electrón a átomo (e:a) de 3:2, coincidente con la del latón β CuZn;
a Cu9Al4 y Cu31Sn8, una relación e:a de 21:13; y a CuZn3, Cu3Si, Cu3Sn y Ag5Al3, una relación
e:a de 7:4.
Trabajos más recientes, teóricos y experimentales, han mostrado que en estas aleaciones la
característica real es que fases de estructura cristalina definida tienen lugar para composiciones
que se corresponden a números definidos de electrones de valencia por celda unidad de la
estructura.
Los compuestos electrónicos pueden existir tanto con estructuras ordenadas o superredes como
con estructuras desordenadas (modificaciones latón β a baja y alta temperatura, respectivamente).
La tendencia de un compuesto electrónico a desarrollar orden crece a medida que lo hace el factor
electroquímico (relacionado con las diferencias de electronegatividad de los dos constituyentes
de una aleación). Datos empíricos indican que, si los factores electroquímicos son pequeños y los
factores tamaño favorables, las estructuras de equilibrio dependen prioritariamente de la
concentración electrónica.
Según las ideas de Jones, la disolución de un elemento en cobre debe ser vista simplemente
como una modificación del número de electrones por átomo y la aleación adopta la fase o mezcla
de fases que permite a los electrones acomodarse con la energía de Fermi más baja. La flexibilidad
de acomodación de electrones permite que, para aleaciones con elementos de valencia más alta,
las bandas electrónicas estén todavía incompletas y los compuestos sean coloreados. No obstante,
es lógico considerar que cuanto menor sea la valencia del elemento que se combina con los
elementos del Ib (ó T), mayor será la intensidad del color amarillo de estas fases, naturalmente
dentro de las limitaciones impuestas por el factor electroquímico. De este modo, en aleaciones de
Cu, Ag y Au con una serie de elementos pertenecientes a los periodos 5 y 6 como, por ejemplo,
cadmio – indio – estaño – antimonio – teluro y mercurio – talio – plomo – bismuto - polonio,
δ+
Cd 48 → In 49 → Sn 50 → Sb 51 → δ-Te 52
δ+
Hg 80 → Tl 81 → Pb 82 → Bi 83 → δ-Po 84
el elemento del grupo T comienza siendo el constituyente electronegativo de la aleación y acaba
siendo el constituyente electropositivo, existiendo posiciones intermedias en las series de ambos
periodos en que el factor electroquímico es muy pequeño, siendo por tanto las combinaciones de
Cu con los elementos de esas posiciones (Sn y Pb) las más favorecidas.
Desde el mismo punto de vista, para un mismo periodo (eligiendo intencionadamente el grupo
14 o antiguo IVA), el factor electroquímico disminuye a medida que pasamos del C al Pb en su
combinación con el Cu, dando lugar a que la mayor intensidad del color oro se presente en las
aleaciones Cu 5Sn y Cu5Pb. De este par de posibilidades solo la aleación Cu5Sn es factible, ya que
Cu5Pb presenta problemas de miscibilidad que invalidan su preparación. Nada obsta para
considerar la aleación Cu5Sn (CAS Reg. No. 37305-44-5) como la más idónea, de entre los
compuestos electrónicos, para mimetizar el color del oro.
Ahora, las preguntas pertinentes son: ¿Pudieron fabricar esta aleación los alquimistas
medievales o del Renacimiento? Y si es así ¿a quién se debe el procedimiento de preparación?
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4. Preparación de β(Cu5Sn)
La fabricación de Cu5Sn bien pudo ser llevada a cabo por los alquimistas toda vez que, según
se ha publicado recientemente [Srinivasan, 2016], el procedimiento aparece optimizado al menos
desde hace 2500 años.
Investigaciones metalúrgicas realizadas desde 1994 sobre vasijas halladas en enterramientos
y cairns de Nilgiris (c. 1000-500 AC) [Srinivasan, 1994; Srinivasan y Glover, 1995] han
conducido a identificar su composición como bronces β de cobre-estaño, sin plomo, o sea, bronces
binarios con un 23-25% de estaño. Estos debieron ser fabricados por martilleado intensivo de una
aleación calentada entre 586 ºC y 798 ºC caracterizada por la formación del compuesto
intermetálico plástico β(Cu5Sn) que, en su composición de equilibrio, contiene un 22.9% de
estaño. Al martilleado debe seguir un enfriamiento rápido, que da lugar a la retención
predominante de una fase β acicular como la que se observa en la Figura 4, que impide la
formación de la fase δ frágil y toma un pulimento de oro.
Figura 4. Micro-estructura de bronce con un 23,9% de estaño, forjado en caliente y templado (Nilgiri
Cairns, Museo del Gobierno, Madrás, India)
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5. Discusión
Aun cuando los componentes del oro de los alquimistas sean el cobre y el estaño o por
extensión, un metal de color rojo o dorado (cobre, latón rojo, …) y otro de color blanco (estaño,
cinc, mercurio, …), no hemos de entender que sean precisamente estos los materiales de partida.
El poema de Goethe en que Fausto describe el arte de su padre no ha de ser interpretado
literalmente:
“con signos extraordinarios
combinaba los contrarios
en el oscuro crisol:
león de roja melena,
unía, galán salvaje,
en extraño maridaje,
con la pálida azucena,
Y sin que nadie lo explique,
envueltos en humo y fuego,
pasaban, casados, luego,
de atanor en atanor”
Figura 6. Imágenes por microscopía electrónica de barrido (SEM) de Cu5Sn (izquierda) y Cu6Sn5 (derecha)
tomadas de la Tesis de M. K. Mishra [2013].
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6. Consideraciones finales
El objetivo del presente artículo ha sido desmitificar la naturaleza del oro filosofal con la
propuesta de una aleación mimética del oro de utilización tradicional en una región de la India,
Kerala, desde donde bien pudo pasar a Oriente Medio y más tarde, a Europa. También existe la
posibilidad de que fuera descubierta simultáneamente por orfebres europeos, que sabemos
trabajaban el bronce ya desde el siglo V a.C. [Sarabia et al, 1996] pero no tenemos noticias de
recipientes con las características de los vasos hindúes.
Para la puesta en valor de la aleación propuesta, Cu5Sn, se resaltan características como la de
formación de una fase intermetálica β con una relación optimizada de electrones a átomos o la
concurrencia de unas proporciones Cu:Sn cuyo cociente, 76,1/23,9=3,18, es un número próximo
a π.
La aleación sugerida no agota las posibilidades de otras propuestas para cumplir el sueño
dorado de los alquimistas y deja la puerta abierta a seguir estudiando el resto de las combinaciones
posibles, todas enmascaradas en la simbología alquímica.
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Notas
La denominación tumbaga tiene su origen en el nombre que los españoles le dieron a una aleación de oro
y cobre que fabricaban los orfebres indígenas de América de las culturas Tolita, Tairona o Quimbaya, o a
las mezclas de oro con cobre y plata con cobre utilizadas en la cultura Lambayeque [Sánchez Montañés, E.
(1988) Orfebrería precolombina y colonial: oro y plata para los dioses. Madrid, Ed. Anaya]. Las monedas
de 5 y 10 pfennig estampadas hasta 2001, en los tiempos del marco alemán, estaban hechas de acero
chapado con tumbaga.
En relación con las fases α, el óptimo de similitud con el oro se alcanza para aleaciones Cu-Sb en la relación
aproximada 100 a 6. Se prepara agregando al Cu fundido, en cuanto este llega a una cierta temperatura, la
cantidad conveniente de Sb. Cuando el Sb se ha fundido del todo y mezclado íntimamente con el Cu, se
agrega una pequeña cantidad de cenizas de carbón vegetal, magnesia o espato calizo, estando todavía la
masa metálica en el crisol. Esta aleación puede laminarse y trabajarse como el oro puro y tiene su apariencia.
Ha sido patentada en Alemania.