La Ilustre Fregona

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La ilustre fregona; Miguel de Cervantes

La Ilustre Fregona

AUTOR: Miguel de Cervantes Saavedra

GENERO: Novela picaresca y de amor

TEMA: El amor imposible que cae en manos de la fortuna y la vida pícara virtuosa, son los
temas principales de esta novelilla cervantina.

PERSONAJES:

Don Diego de Carriazo: padre de Carriazo y al final descubrimos que es el padre de Costanza,
la fregona.

Don Juan de Avendaño: padre de Avendaño

Carriazo / Lope Asturiano: un muchacho de clase alta, pero prefiere la vida "picaresca"

Avendaño / Tomás Pedro: el amigo de Carriazo que viaja con él a vivir la vida "picaresca". Se
enamora de la ilustre fregona, Costanza.

Costanza / la fregona: la mujer más divina, perfecta y bella. Todos los hombres están
enamorados de ella. Vive en la posada 15 años porque su madre la ablandó. Es famosa en toda
España y llamada "la ilustre fregona"

Pedro Alonso: el tutor o "ayo" que acompaña los chicos a Salamanca. Los chicos lo abandonan
antes de llegar a Salamanca.

El Huésped: es el mesonero de la posada donde vive la fregona Costanza.

El hijo del Corregidor / "don Periquito": está enamorado, también, de Costanza. Le canta por
la noche. Es la "competición" de Tomás.

El Corregidor: Tiene un oficio legal o político en el pueblo como un alcalde o juez. El huésped
le cuenta toda la historia de cómo Costanza llegó a vivir con él 15 años.

Argüello y la Gallega: dos mujeres que viven y trabajan en la posada. Ambas son de clase
baja, chistosas y enamoradas de Carriazo y Tomás.

Barrabás: otro personaje cómico que está en la posada de la clase baja.

RESUMEN:
En Burgos, no hace muchos años, vivían dos caballeros: Don Diego de Carriazo, quien tuvo un
hijo que lo llamó con su mismo nombre, y Don Juan de Avendaño, éste llamó a su hijo don
Tomas de Avendaño.

Cuando Carriazo tuvo trece años se marcho de la casa de sus padres por una inclinación
picaresca. Estuvo en Madrid, en las Ventillas de Toledo, etc. Se graduó de maestro en las
almadrabas de Zahara. Dejó de acudir tres veranos, en el último ganó a los naipes setecientos
reales. Con ellos optó por vestirse y volver a Burgos a ver a su madre. Se despidió de sus
amigos y les prometió que el próximo verano estaría con ellos.

Su familia le recibió muy contenta y se hizo muy amigo de don Juan de Avendaño, que era su
vecino y tenía su misma edad.

Carriazo nunca le contó a sus padres todo lo que hizo en las almadrabas. El echaba mucho de
menos aquellos tiempos y le contó a Avendaño todo lo que había vivido. Determinaron irse los
dos allí a pasar un verano. Avendaño puso como excusa el irse a Salamanca a estudiar y que
Carriazo se iba a ir con él también.

Les dieron documentos de lo que tenían que hacer, les pusieron un ayo a su disposición y se
encaminaron supuestamente hacia Salamanca.

En el camino le robaron cuatrocientos escudos de oro al mayordomo. Le pidieron permiso para


ir a la fuente de Argolas y éste accedió. Cuando estuvieron allí Avendaño le dijo que volviera a
la ciudad, que ellos seguirían por su cuenta y le dió una carta de disculpa para sus padres.

Se vistieron a lo payo y marcharon hacia Toledo. A la entrada de Illescas vieron a dos mozos
de mulas andaluces. Estaban hablando de una hermosa fregona que vivía en la posada del
Sevillano, que el hijo del Corregidor bebía los vientos por ella. Y sobre todo a Avendaño se le
despertó un intenso deseo de verla.

Fueron a la posada del Sevillano, estuvieron esperando a ver si venía tan celebrada fregona.
Avendaño se dirigió al patio a ver si veía a la muchacha con la excusa de preguntar por unos
caballeros. De pronto salió de una sala una doncella de unos quince años, vestida como
labradora y con una vela encendida. La muchacha era muy bella.

Ellos se quedaron esa noche en la posada y Avendaño comentó a Carriazo la increíble


hermosura de la doncella, que se llamaba Constanza.

Arguello, que era otra sirvienta de unos cuarenta y cinco años les preparó las camas. Carriazo
le dijo a Avendaño que al día siguiente tenían que madrugar para salir hacia Orgaz lo antes
posible. Avendaño le contestó que no estaba dispuesto a irse de la posada porque quería
conocer a Constanza. Al final Avendaño consiguió convencer a Carriazo para que se quedaran
en la posada.

Al día siguiente se oyó al hijo del Corregidor cantando para Constanza y Avendaño sintió celos.

Avendaño, haciéndose llamar Tomás Pedro, empezó a trabajar para los huéspedes separando
la cebada y la paja y Carriazo que dijo que se llamaba Lope Asturiano trabajaba como aguador.
Este tuvo una pelea con otro aguador porque le derramó el agua. Salió de allí gracias a Tomás.
Luego el Asturiano ingresó en la cárcel, pero pronto salió gracias al dinero que entregó el
Sevillano.
A Constanza la llamaban ilustre porque limpiaba muy bien la plata, era honesta y recatada y
enamoraba con su recogimiento y hermosura. Cada día que pasaba Tomás estaba mas
enamorado de ella. El huésped se enteró de esto pero no se lo comunicó a la muchacha. Al
poco tiempo Tomás le entregó una carta en la que le expresaba su amor y Constanza la rompió
y le dijo que no la quería.

El Asturiano fue a comprar un asno y al final acabó jugándose el suyo, que mas tarde lo perdió
por cuartos, pero luego al reclamar la cola del asno dejo al otro aguador sin un solo maravedí,
pero se lo devolvió todo.

A las once de la noche llego el Corregidor a la posada y preguntó al Sevillano por la ilustre
fregona, el huésped le contó que hacía quince años un mes y cuatro días llegó a la posada una
señora vestida de peregrina enferma, descolorida y muy fatigada. Nadie sabía quien era, solo
que era una señora rica de Castilla la Vieja. Padecía hidropesía e iba de peregrina a la Virgen
de Guadalupe.

Cuando estaba en la cama dijo que estaba embarazada, que por favor cuidaran de su bebe y
sacó de la almohada un bolsillo de aguja, de oro y verde con cuatrocientos escudos de oro en
su interior y se lo entregó a la mujer del huésped. Y entre las doce y la una de aquella misma
noche parió una niña preciosa, la mas bella de todas las que el huésped había visto. La madre
de la criatura siguió su peregrinación y al cavo de veinte días volvió, casi sana, la niña ya había
sido bautizada recibiendo el nombre de Constanza, lo cual había sido ordenado por su madre.
Le entregó al huésped una cadena de la que quitó seis eslabones y dijo que los traería la
persona que viniese a por la niña también corto un pergamino de tal forma que no se podía leer
nada sin la otra parte y le dio una mitad. Dijo que al cavo de dos años vendrían a por su hija y
le pidió que no le dijese a la niña quien era ni de la manera que había nacido. Dándoles otros
cuatrocientos escudos de oro y abrazando a la mujer del huésped con tiernas lágrimas partió.

Después de contarle toda la historia de la ilustre fregona el Corregidor se marchó después de


ver los trozos de la cadena y el medio pergamino.

Al día siguiente, cerca de la una, entraron a la posada dos ancianos acompañados de cuatro
caballeros y al ver a Constanza se dijeron que ya habían encontrado lo que buscaban. Cuando
Tomás fue a dar recado de las cabalgaduras conoció a dos criados de su padre y mas tarde vio
a su padre y al padre de Carriazo. El caballero llamó al huésped y le dijo que venía a quitarle
una prenda suya de hace mucho tiempo y para ello traía unos trozos de una cadena, un
pergamino y mil escudos de oro. El le contestó que la prenda que le quería quitar estaba en
casa pero no el pergamino y los trozos de la cadena para comprobarlo, que tuviera paciencia,
que en un momento estaría allí. En esto llamo al Corregidor y se lo contó todo. En cuanto llego,
con el pergamino y los trozos de cadena en la mano, abrazó a don Juan de Avendaño y después
a don Diego de Carriazo sacaron los trozos del pergamino, que juntos decían: ESTA ES LA
SEÑAL VERDADERA, y los trozos de la cadena. El Corregidor preguntó si era posible saber
quien eran los padres de la hermosísima prenda. -El padre -respondió don Diego - yo lo soy, la
madre ya no vive.

Después de explicarlo todo don Juan de Avendaño y don Diego de Carriazo se encontraron con
sus hijos. El Corregidor llamó a Constanza y le dijo quien era su padre realmente y todos
subieron al coche del Corregidor.

Al final Constanza se casa con Avendaño y se van a estudiar a Salamanca y Carriazo con la
hija del Corregidor de Toledo, con la que tuvo tres hijos.
Biografía - Miguel de Cervantes Saavedra
(España, 1547-1616)

Dramaturgo, poeta y novelista español, autor de la novela El ingenioso hidalgo don Quijote
de la Mancha, considerada como la primera novela moderna de la literatura universal,
Miguel de Cervantes Saavedra tuvo una vida azarosa de la que poco se sabe con seguridad.

Si bien sabemos cuál fue la patria de Cervantes –Alcalá de Henares-, así como el día en que
fue bautizado –el 9 de octubre de 1547–, la fecha exacta de su nacimiento no se ha podido
averiguar. Tan sólo se supone que podría haber sido el 29 de septiembre, día de San
Miguel.

Era el cuarto hijo de los seis que tuvo el matrimonio Rodrigo de Cervantes y Leonor de
Cortinas. El padre era cirujano-barbero, profesión de escasos ingresos y baja consideración
social. Las estrecheces económicas, en las que sin duda se crió nuestro autor, forzaron a su
padre a emprender un vagabundeo por Valladolid, Córdoba y Sevilla en busca de mejor
suerte, nunca conseguida, sin que sepamos a ciencia cierta si sus hijos lo acompañaron en
sus viajes o no. Si lo hicieron, Cervantes podría haber aprendido sus primeras letras en un
colegio de la Compañía de Jesús de esas localidades. Desde 1566 el cirujano-barbero se
estableció definitivamente con su familia en Madrid, iniciando por esos años el joven autor
su carrera literaria.

Esos tempranos inicios poéticos se vieron truncados casi en sus comienzos, pues a finales
de 1569, encontramos al joven escritor instalado en Roma al servicio del cardenal
Acquaviva. Recorrió Italia, se enroló en la Armada española y en 1571 participó con
heroísmo en la batalla de Lepanto. En el puesto de combate que se le asignó en la popa del
navío y particularmente peligroso, recibió dos disparos de arcabuz en el pecho, y un tercero
que le hizo perder el uso de la mano izquierda. A cambio, quedaría inmortalizado como El
manco de Lepanto y conservaría hasta su muerte el orgullo de haber participado en “la más
alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”.
En 1575, después de participar en varias batallas más y habiendo decidido retornar a su
patria, lo que debía ser un rápido regreso a España se convirtió en el principio de una
infortunada y larga peripecia. A poco de zarpar, la goleta en la que viajaba fue abordada por
corsarios que lo llevaron a Argel, donde sufrió cinco años de cautiverio (1575-1580).

Así se inicia el periodo más terrible de su vida: cinco largos años de cautiverio en las
mazmorras o baños argelinos, que dejarían una huella indeleble en la mente del escritor –
traducida en una continua exaltación de la libertad–, a la vez que alimentarían numerosas
páginas de sus obras, desde La Galatea al Persiles, pasando por El capitán cautivo del
primer Quijote, y sin olvidar El trato de Argel ni Los baños de Argel. Intentó escaparse en
cuatro ocasiones, sin éxito, y al final fue liberado gracias al rescate pagado por el fraile
Juan Gil, con las monedas obtenidas de sus recorridos pedigüeños por la geografía
española. Después de cinco años y un mes, Cervantes llegaba a las costas españolas.

A su regreso a Madrid, el escritor tenía treinta y tres años y había pasado los últimos diez
entre la guerra y la prisión; su familia, empobrecida y endeudada, reflejaba, en parte, la
profunda crisis general del imperio. Cervantes renunció a la carrera militar, se entusiasmó
con las perspectivas de prosperidad de los funcionarios de Indias y trató de obtener un
puesto en América. Pero fracasó.

En 1584 tuvo una hija, Isabel Saavedra, hija de Ana de Villafranca (o Ana de Rojas) y en
diciembre de ese mismo año, Cervantes se casó con Catalina de Salazar y Palacios, hija de
una familia de Esquivías, pueblo campesino de La Mancha. Meses antes, el escritor había
acabado su primera obra importante, La Galatea, una novela pastoril. El buen recibimiento
y el relativo éxito del libro animaron a Cervantes a dedicarse a escribir comedias: "compuse
en este tiempo hasta veinte comedias o treinta, que todas ellas se recitaron sin que se les
ofreciese ofrenda de pepinos ni de otra cosa arrojadiza; corrieron su carrera sin silbos,
gritas ni barahúndas" dice en el “Prólogo” a Ocho comedias. De ellas se conservan hoy El
trato de Argel, La Numancia y, si admitimos su paternidad, la recién atribuida Conquista de
Jerusalén.

Sin medios para vivir, marchó a Sevilla como comisario de abastos y recaudador de
impuestos. Allí acabó en la cárcel por irregularidades en sus cuentas. Se sucedieron una
serie de empleos miserables que lo arrastrarían a soportar, hasta finales de siglo, un
continuo vagabundeo mercantilista por el sur, sin lograr más que disgustos, excomuniones,
denuncias y algún encarcelamiento (Castro del Río, en 1592, y Sevilla, en 1597). Como
contrapartida, el viajero entrará en contacto directo con las gentes de a pie, y los bajos
fondos, adquiriendo una experiencia humana magistralmente recreada en sus obras. En esa
época de extrema carencia comenzó probablemente la redacción del Quijote.

Entre 1604 y 1606, la familia de Cervantes, su esposa, sus hermanas, su hija, así como sus
sobrinas, se instalaron, junto con la corte, en Valladolid. En los últimos días de diciembre
de 1604, vio la luz en una imprenta de Madrid El ingenioso hidalgo don Quijote de la
Mancha, y muy pronto se observaron los primeros indicios de su éxito: en marzo del año
siguiente, se publicaron en Lisboa dos ediciones piratas y entró en el telar la segunda
edición madrileña. Aunque la fama fue inmediata, los efectos económicos apenas se
hicieron notar. El editor que publicó su obra lo engañó y le robó todo lo que podría haber
ganado con la venta de los libros.

En 1606, la familia se mudó nuevamente a Madrid. Miguel de Cervantes, ya prestigioso


novelista y escritor, fue redactando entonces gran parte de su producción literaria,
aprovechando títulos y proyectos viejos. Tras ocho años de silencio editorial desde la
publicación de la novela que lo inmortalizaría, publicó numerosas obras, una verdadera
avalancha literaria: Novelas ejemplares (1613), Viaje del Parnaso (1614), Ocho comedias y
ocho entremeses nuevos nunca representados (1615) y Segunda parte del ingenioso
caballero don Quijote de la Mancha (1615 también). La lista se cerraría, póstumamente, con
la aparición, gestionada por su mujer Catalina, de Los trabajos de Persiles y Segismundo,
historia setentrional (1617).

En 1616, gravemente enfermo escribió en el prólogo de la novela de aventuras Los trabajos


de Persiles y Segismundo: “Mi vida se va acabando y al paso de las efemérides de mis
pulsos, que, a más tardar, acabarán su carrera este domingo, acabaré yo la de mi vida [...].
Adiós gracias; adiós donaires; adiós, regocijados amigos: que yo me voy muriendo, y
deseando veros presto contentos en la otra vida”.

El viernes 22 de abril*, Miguel de Cervantes da el último suspiro. Al día siguiente, en los


registros de San Sebastián, su parroquia, se consigna que su muerte ha ocurrido el sábado
23, de acuerdo con la costumbre de la época, que sólo se quedaba con la fecha del entierro:
como se sabe, es esta última la que se conoce hoy en día, y en que se celebra cada año el
Día del Libro. Cervantes fue inhumado en el convento de las Trinitarias, pero sus restos
mortales se perdieron.

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