Labarriere, Pierre-Jean - La Fenomenologia Del Espiritu de Hegel FCE 1985
Labarriere, Pierre-Jean - La Fenomenologia Del Espiritu de Hegel FCE 1985
Labarriere, Pierre-Jean - La Fenomenologia Del Espiritu de Hegel FCE 1985
LABARRIÈRE
LA FENOMENOLOGIA
DEL ESPIRITU
E HEGEL
G.W.F. Hegel es una clave, una inspiración del
pensamiento moderno universal. En la encrucija
da de una época que es la culminación de todo
el pasado y en la que nace "un futuro que aún
es el nuestro", com o dice Labarriére, surge, se
desenvuelve y trasciende con poderío una con
cepción filosófica, la del maestro de Jena, que se
ha convertido en esencial para comprender en
abstracto los fenómenos del espíritu: la economía,
la política, la cultura, la religión o los valores, el
poder, la historia, lo sagrado. ¿Cómo introducir
se por el amplio y profundo camino de la Feno
menología del espíritu? ¿No hay un acceso tran
sitable a esa radicalidad metafísica que requiere
de la oscuridad formal de un lenguaje que es ya
en sí un logro elevado de la expresión filosófica?
Este libro, nos señala su autor, resultado de
veinte años de estudio, diez de ellos dedicados a
la enseñanza del pensamiento de Hegel, trata de
constituir una introducción a (o en) la Fenomeno
logía del espíritu y al conjunto incluso de la obra
del gran filósofo alemán, quien tiene en su haber
el estudio sistemático de los problemas esencia
les del ser, el espíritu y el devenir humanos.
oía
ISBN-968-16-2237-5
La Fenomenología
del Espíritu
de Hegel
Introducción a una lectura
Traducción de
G u i l l e r m o Hi r a t a
Revisada por
J o s f M a r ía R jp a ld a
Titulo original
La Phénom énologie de L'Esprit de Hegel
Introduction à une lecture
© Editions Aubier-Montaigne, Paris, 1979
D R .© 1985 F o n d o d e C u l t u r a E c o n ó m i c a
Avda. de la Universidad. 975. 03100 M éxico, D.F.
INTRODUCCIÓN
7
8 IN TRO D U C CIÓ N
11
12 H E G E L. ¿PO R Q U É Y C Ó M O ?
¿P o r q u é l a F e n o m e n o l o g í a d e l e s p í r i t u ?
¿C ó m o l a F e n o m e n o l o g í a d e l e s p í r i t u ?
NOTA BIBLIOGRAFICA *
31
32 C IE N C IA Y C O N SC IE N C IA
E L FILOSOFAR H E G E L IA N O : l a c i e n c i a
C a r a c t e r í s t i c a s m á s p r e c i s a s d e l a Fe n o m e n o l o g í a
d e l ESPÍRITU
Objetividad
Ser
Conciencia
ob-jetc
Subjetividad
59
60 L A S G R A N D E S A R T IC U L A C IO N E S DE L A O B R A
UN PULULAR CONTROLAD O
En efecto, esta organización plantea problemas: debe
respetar a la vez la autonomía plena de los momentos y su
inscripción en conjuntos cada vez más complejos dentro de
grandes unidades de redacción. Por de pronto conviene sub
rayar el “ pulular” de todos los elementos que entran en
estas relaciones. Hegel mismo lo explica con mucha exacti
tud, cuando escribe que en esta obra “ los momentos de la
verdad se explanan bajo esta peculiar determinidad de no
ser momentos abstractos, puros, sino tal y com o son para la
conciencia o com o ésta conciencia misma se presenta referi
da a ellos; con lo cual los momentos de la totalidad son
figuras de la conciencia"11. A partir de aquí no es difícil
oponer a la pureza y abstracción del proceso lógico las mil y
una observaciones concretas que se encuentran en la F en o
menología. Com o estamos habituados a un estilo de filoso
fía que pretende abarcar todas las dimensiones de la expe
L A S G R A N D E S A R T IC U L A C IO N E S DE L A O B R A 63
El S a b e r a b s o l u t o , p i e d r a a n g u l a r d e l t o d o
L a s c u a t r o p r im e r a s s e c c io n e s o e l e s p ír it u e n su
CONCIENCIA
81
82 LA C E R T E Z A SENSIBLE
a) Primera experiencia 36
En la certeza primera de que algo es, parece natural
que esta conciencia afirme que el ob -je to e slo que cuenta,
mientras que el saber, el Y o, estando determinados por este
ob-jeto, no intervienen sino secundariamente y, en conse-1
cuencia, son inesenciales. Tal es la situación de partida.
No consideraré en detalle la marcha de un texto dema- ¡
siado conocido y que, por lo demás, es de gran claridad: la
conciencia se ve arrancada de esta certeza primera desde el
momento en que, prestando atención al contenido de la
ecuación del saber que acababa de definir, debe convenir en
que este contenido carece de estabilidad y cambia, por
ejemplo, en cuanto la conciencia modifica el ángulo con que
aprehende el mundo: ahora la noche, pero también ahora el
día; aquí un árbol, pero también aquí una casa.
Se ve lo que está en juego. Modificar el ángulo de
aprehensión del mundo es ya, en cierta forma, escapar al
fijismo de una pura certeza sensible. La conciencia no se
apercibe de ello enseguida, pero, una vez que se dé cuenta,
concentrará toda su atención en la tercera experiencia, que
versa sobre su rechazo a dejarse arrebatar la inmediatez de |
su saber por no importa qué “ m odificación” ya sea de or- I
den temporal o espacial; la conciencia sólo querrá la rela
ción pura. Pero esta decisión de coherencia llegará más tar- I
de; el sentido dt¿ la primera —y la segunda— experiencia es
enseñar que estamos “ liados” de antemano31, que lo real ¡
está “ en movimiento” y que todo esfuerzo por detenerlo es
vano.
En todo caso, por el momento, el filósofo (textos “ pa-
L A C E R T E Z A SEN SIBLE 87
b) Segunda experiencia46 .
c) Tercera experiencia53
R e c u r r e n c ia d e e s t a f ig u r a en e l
RESTO DE LA OBRA
EL LENGUAJE
99
100 V ID A Y DESEO
L a in f in it u d
DE LA INFINITUD A LA CONSCIENCIA DE SÍ
L A VIDA
117
118 L IB E R T A D Y N A T U R A L E Z A
Pr o b l e m á t ic a d e l a s e c c ió n e s p ír it u
137
EL R E C O N O C IM IE N TO 138
EL ESQUEMA LO G ICO .
Operaciones comprendidas:
a - l y 2“
b - 3 y 426
2s
X 2o
Operaciones comprendidas:
As «* A o
a — (Paralelismo) 1 y 3
A ’s — ► A ’ o
A s \ X Ao
b — (Cruce) 2 y 4
A ’s ' ^ A ' o
Operaciones comprendidas:
• -11' 4 í’s ^ A°
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As referida a A o A» referid» a A o 1
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A ’* referid» ■ A o 2
3 A ’« referid» » A o /
H a c ia u n a s a l i d a : d o m in a c ió n y s e r v id u m b r e
que éste mismo ha hecho con él; lo cual, sin duda, cambia
ría el obrar de ambos. Una primera corrección de la actitud
de Fausto se realiza ya, cuando el sujeto actuante se dirige
al mundo, ya no para absorberlo y reducirlo a sí, sino para
reformarlo adaptándolo a lo que debería ser; Fausto el goza-
dor cede el sitio a Karl Moor, el enderezador de entuertos.
Se trata sin duda de una actitud más evolucionada; pero
obviamente se encuentra también cargada de ambigüedades.
Baste con señalar dos. Primero, el sujeto actuante trata aquí
de proyectar sobre el mundo y sobre el mundo humano,
una imagen ideal que proviene de una objetivación de su
individualidad inmediata. Con una palabra sabrosa Hegel ha
bla aquí de “ ley del corazón” . El “ corazón” es la interiori
dad subjetiva del sentimiento, mientras que la “ ley” perte
nece siempre al orden de la universalidad objetiva. Pretender
que el sentimiento individual sea una ley para todos es per
vertir tanto el corazón com o la ley, enfrentándolos no en su
complementaridad reflexiva sino en el antagonismo que los
destruye a ambos. En efecto, el corazón mismo “ se es la
esencia com o singularidad de la conciencia; pero el fin que
persigue es sentar el ser de esa singularidad; por consiguiente
es más bien su Sí mismo com o no singular, lo que [para
dicho corazón] es la esencia o fin com o ley y precisamente
así com o una universalidad que sería para su conciencia
misma” 104. Debemos entender aquí que, queriendo imponer
la inmediatez de su sentimiento—por excelente que sea— el
corazón se manifiesta a la vez com o “ pervertido y perverti
dor” 105. Y aquí surge la segunda ambigüedad de semejante
actitud: en el exceso de su buena voluntad, el corazón quie
re imponer a todos la excelencia de su sentimiento; pero
ello sería posible, si el mundo de los hombres fuera materia
informe, sin consistencia propia, lo cual no es el caso. Aun
que el “ curso del mundo” sea profundamente inadecuado,
al menos es un momento que se debe tomar en cuenta en la
proposición del sentido: “ Las leyes subsistentes—escribe He
gel— son defendidas contra la ley de un individuo, porque no
son una necesidad inconsciente, vacía y muerta sino univer
salidad y sustancia espirituales” 106. Lo cual significa que el
sujeto, lejos de querer imponer a todos su sentimiento, qui
zá debe primero cuestionarlo frente a esta universalidad real
que encuentra.
Así Karl Moor, el enderezador de entuertos, cede a su
E L R E C O N O C IM IE N T O 161
2. La Cosa misma.
He aquí pues el nuevo curso de la experiencia: el indi
viduo, com o acabamos de comprobar, no puede pretender
imponerse al mundo según su propia inmediatez—ni com o
simple placer, ni en su sentimiento, ni siquiera en su negati-
vidad virtuosa—, pero le es forzoso expresarse com o indivi
duo en un encuentro real con todos los demás individuos,
porque “ el movimiento de la individualidad es la realidad de
lo universal” 110. Afirmación capital, que nos aleja mucho de
la imagen demasiado difundida de Hegel, panegirista de una
universalidad a la que el individuo debería someterse renun
162 EL R E C O N O C IM IE N TO
2. El mal y su perdón
173
174 C U L T U R A Y POLITICA
S it u a c ió n e n l a o b r a
LA PROBLEMÁTICA DE LA LIBERTAD
EL LENGUAJE
Pe r s p e c t iv a s d e f u t u r o
191
192 LA CO N C IE N CIA R E L IG IO SA
A. LA CONCIENCIA DESGRACIADA
1. SITUACIÓN EN LA OBRA
2. PROBLEMÁTICA DE CONJUNTO
3. M o v i m i e n t o d e l t e x t o
4. R e c u r r e n c i a s e n e l r e s t o d e l a o b r a
B. FE E INTELECCIÓN PURA
209
210 LA R E V E L A C IO N D E L A B SO LU T O
Pr o b l e m á t i c a d e c o n j u n t o d e l a s e c c ió n r e l i g i ó n
«
212 LA R E V E L A C IÓ N D E L A B SO LU T O
225
226 EL S A B E R A B SO LU T O
r e l ig ió n y F il o s o f ía
L a u n i d a d d e l a o b r a 21
Sa b e r a b s o l u t o y c o n t i n g e n c i a h i s t ó r i c a
Saber esto con un saber real, esto es, con un saber que se
exprese en acción, es propiamente sobresumir la religión en
la filosofía, o traducir su contenido en términos de libertad
humana. En efecto, es esencial poner de relieve que esta
unificación de la religión y la historia, a que procede la
filosofía, es asunto de libertad. Hegel no tiene nada de un
visionario grandioso, que proclamara de una vez para siem
pre la unidad realizada y perfecta62; propone una tarea, una
especie de compromiso acerca del sentido: el carácter “ ab
soluto” —habría que decir Unicamente absoluto— del saber
al que él nos conduce, es entonces, com o he dicho, lo que
nos recuerda que éste, afirmado en su verdad de principio,
todavía debe realizarse y autentificarse en el libre compro
miso de cada uno. ¿Y cóm o podría ser de otro m odo? El Sí
mismo “ lleva a cabo la vida del Espíritu absoluto” , y sólo
puede hacerlo intentando hacia otro hombre el movimiento
de una comunicación y un reconocimiento esencialmente
libres. La figura del Mal y su Perdón ha servido para mos
tramos los tanteos necesarios y los posibles callejones sin sali
da de tal movimiento. Por tanto, si Hegel en las últimas pági
nas de la obra habla de un retorno a la inmediatez y a la con
tingencia, ello se debe a alguna condescendencia final o a no sé
238 EL SA B E R A B S O L U T O
247
248 CON CLUSION
“ a) Previo a la Ciencia
Llevar la conciencia hasta esta perspectiva.
b) Seguir determinando el objeto por sí solo,
Lógica detrás de la conciencia6” .
Introducción
251
252 N O T A S DE PP. 11-14
menos esfuerzo que el discurso de Hegel. Una vez más, lo que está en
juego es el grado de rad ¡calidad en el enfoque de los problemas.
2 Hay una ambigüedad fundamental cuando se habla de “ siste
ma” , ya para ensalzarlo, ya, con mayor frecuencia, para depreciar este
término. Si por él se entiende una construcción muerta, donde la
abstracción del análisis nocional, en lugar de servir a la inmediatez de
lo vivido, la encierra en un cuadro reductor, hay sobrada razón para
condenarlo al op robio público. Sin embargo, puede también designar
el necesario esfuerzo de coherencia que, com o explicaré, consiste en
reunir los elementos dispersos de lo vivido; ahora bien, no hay filoso
fía sin este esfuerzo'; en este sentido debe calificarse de sistemáticapor
esencia.
3 Esto se opone, con meridiana claridad, a quienes sitúan la
experiencia del lado de lo vivido inmediatamente, en contraposición
con la obra de la inteligencia. De hecho, lo que califica la experiencia
com o humana, es la lectura con sentido que hacemos de esa expe
riencia.
4 Pretendo aquí hablar de Hegel mismo; por ello no entraré en el
análisis de estas controversias, aunque sea interesante. S ólo las m encio
no para despertar al lector a esta evidencia: algunos que se dicen
hegelianos, son en realidad prehegelianos; y viceversa, la problemática
hegeliana auténtica, com o una esperanza de futuro, esboza a menudo
un más allá de los enfrentamientos que se derivan únicamente de
unilateralidades exacerbadas.
5 Lo que llevaría indistintamente, com o confiesa claramente
Claude Lévi-Strauss en su famosa discusión con Paul Ricoeur, a cierto
neotrascendentalismo o bien a un “ materialismo prosaico” . Vid. Oscar
del Barco (éd.), Claude Lévi-Strauss. Problemas d el estructuralismo.
Editorial Universitaria de Córdoba (Arg.) 1967, pp. 115-144, 157-183.
6“ Sobresumir” es un neologismo que traduce el término alemán
“ aufheben” . Sobre el sentido preciso de este término y la justificación
de la transliteración aquí propuesta, véase Hegel, Ciencia de la Lógica,
T. I, L. n : “ La Doctrina de la Esencia” (traducción, presentación y
notas de la versión francesa de P.J. Labarriére y Gwendoline Jarczyk),
Aubier-Montaigne, col. Bibliothèque philosophique, París 1976, pp.
X X V II-X X VIII.
nLa experiencia o el Discurso del Otro.
8Logique de la Philosophie. Vrin, 2 a ed., 1967, p. 51.
9 Problèmes kantiens. Vrin 1963, p. 102. Véase Hegel, Science
de la logique, “ La Doctrine de l’Essence” (trad. cit., p. 58, nota 94).
10 Lo cual no significa, una vez más, que sea necesario hacer
nuestras al pie de la letra las soluciones que Hegel propuso para su
tiempo; pero creo que nuestros problemas siguen siendo inmanentes a
su problemática. Es verdad que Emmanuel Lévinas tiene razón en
N O T A S DE PP. 16-18 253
43 Debe observarse que este m étodo que parte del tod o para, de
allí, bajar hasta los detalles, es el mismo que, en otro contexto, emplea
Jacques Derrida para tratar del tema del lenguaje en la filosofía de
Hegel; vid. su excelente estudio El p o z o y la pirámide, en el libro
colectivo Hegel y el pensamiento m oderno. Siglo X X I, M éxico, 1973,
pp.30-92.
44 Véase Cap. III, p. 59.
45 [El original declara limitarse a la bibliografía francesa. Y son
los títulos franceses, cuando no están traducidos al castellano, los que
ha eliminado la versión castellana, sustituidos en lo posible por alter
nativas accesibles lingüísticamente. Sólo he conservado los títulos en
francés del mismo Labarriére, pues facilitan un panorama de lo que
abarca su ocupación con Hegel. T odos los autores extranjeros no fran
ceses han sido añadidos asimismo en la traducción. (Nota del traduc
tor, J.M.R.)]
46 La segunda y tercera parte de este libro, aunque siguen el
desarrollo de la obra, la estudian a un nivel de significación secundario
que parece suponer cierto conocim iento del texto. Pero muchos lecto
res me han dicho que han sacado provecho de ellas ya en una primera
lectura. Es obvio que no está prohibido. Se puede también leer mi
artículo titulado L e C oncept hegelien, identité de la m ort et de la vie,
en “ Archives de philosophie” , julio-sept. 1970, pp. 579-604.
47 Para terminar d ebo hacer algunas apreciaciones sobre las obras
“ clásicas” . L e Malheur de la Conscience dans la Philosophie de Hegel,
de Jean Wahl, es un estudio importante sobre todo por el influjo que
ejerció en la presentación de un Hegel menos estereotipado y dogmáti
co de lo que se decía; pero no constituye una gran ayuda para leer
línea por línea el texto mismo de Hegel. La tesis de Jean Hyppolite,
Génesis y estructura de la Fenom enología del Espíritu de Hegel puede
consultarse; aporta indicaciones históricas preciosas y glosa de manera
frecuentemente feliz los pasajes más fáciles; pero sucede a menudo
que elude las verdaderas dificultades, contentándose entonces con ci
tar el texto. El libro de Alexandre Kojéve citado supra, nota 20, tuvo
y sigue teniendo una influencia tal que no es posible pasarlo por alto;
pero consideraría peligroso el consultarlo demasiado pronto, antes de
haberse formado personalmente una opinión fundada acerca de los
dos puntos en los que Kojéve toma posiciones parciales y muy discuti
bles: la importancia excesiva y deformada que concede a la figura
“ dominación y servidumbre” , y el pretendido “ ateísmo” de Hegel.
Finalmente la tesis del P. Niel, De la Médiation dans la Philosophie de
N O T A S DE PP. 31-34 257
68Ene., § 2 5 .
69 Dos expresiones que en la terminología habituai de Hegel son
claramente despectivas. Las “ verdades históricas" (habría que decir
“ solamente” históricas) se refieren, según él, “ al ser determinado sin
gular, al contenido visto desde el ángulo de su contingencia y arbitra
riedad, determinaciones del mismo [contenido] que no son necesarias”
Ph. 35/5 (28, tercer párr./3). Por lo que respecta al “ razonamiento”
(Räsonnement, Räsonnieren), éste no tiene nada que ver con la autén
tica “ racionalidad” (Vernünftigkeit), pues sólo es abstracción, falsa
“ libertad frente al contenido y vanidad a su respecto” , Ph. 48/25 (39,
2 ° párr./15). Sobre ambos términos, véase también Lógica, Introduc
ción, pp. 10 (y nota 8 de la traducción francesa), 18 (Logik 2 3 s., 32;
Lógica 41, 48).
10Ene. § 25, nota.
71 Ene., 1817 , § 36; 1827, § 25, nota.
72 "La Phénoménologie de l'Esprit comme discours systémati
que: Histoire, Religion et Seiende", en Hegel-Studien, t. 9, pp.
131-153.
73 £ n c .§ § 413-439.
74 En la Enciclopedia, en cambio, Hegel podía cerrar la “ feno
m enología” con la consideración sobre la reconciliación “ formai” en
tre la conciencia y el mundo, la conciencia y la consciencia de si, pues
entonces esta ciencia, siendo “ eslabón orgánico en el círculo de la
filosofía” , tenía sentido en esta complementaridad con todas las de
más partes de la Filosofía del Espíritu. En cambio la Fenomenología
de 1807, para tener validez com o obra autónoma, debía incluir en ella
no sólo la “ fenom enología” del sistema, sino el conjunto de las tres
esferas del Espíritu.
75 Hegel había empleado ya esta imagen para resaltar en la Intro
ducción a la Fenomenología la relación estructural entre la “ necesi
dad” del despliegue del Espíritu y la “ libertad” de lo que sobreviene a
la consciencia en la contingencia de su experiencia, Ph. 74/26 (60/1).
76 C om o es sabido, Theodor Haering fue el primero en defender
la tesis sobre la pérdida de control y la incoherencia. Los argumentos
que presento aquí contra esta posición, vienen a reforzar los que he
aducido en Structures et Mouvement dialectique dans la Phénoméno
logie de ¡’Esprit de Hegel, pp. 21 ss.
77 Logik I 30 y 7s (Lógica 65, cp. 46).
79Logik I 35s (Lógica 50).
79 Logik I 7 (Lógica 30).
80 Traducción al francés de este texto en Structures et Mouve
ment dialectique dans la Phénoménologie de VEsprit de Hegel, p. 33.
Véase el comentario sobre este punto en las páginas siguientes de esta
obra, en particular p. 35.
262 N O T A S DE PP. 51 -55
10Ph. 8 6 / 6 ( 6 8 , 2 ° p á r r ./ 1 6 ) .
11 Ph. 7 4/4 0 (60 3 ° 14). Cf. también, entre otros múltiples
sajes, Ph., 55 0 /2 1 (4 6 2 /8 ); 56 2 /1 3 (471, 2 ° /1 4 ); 2 6 /8 (2 1 /1 ); Ene., §
25 nota.
12Véase p. 51.
13 El pasaje que sigue al citado contempla asimismo esta unidad
y, de m od o significativo, la recapitula así: “ La riqueza de las manifes
taciones del Espíritu, riqueza que a primera vista se presenta co m o un
caos, accede a una organización científica, que la explana de acuerdo
con su necesidad” . De este m od o la unidad está presente, com o es
debido, en el punto de partida y ai término.
14 Es preciso recordar que se trata de las unidades que llamo en
esta obra “ secciones” . Cf. p. 31 y p. 257 nota 2. En la introducción a
la Religión, Hegel, com o he dicho, habla a este respecto de “ m om en
tos” o “ figuraciones” .
15 Este nivel queda sugerido en el prospecto para los libreros,
pues Hegel procede a hacer dos enumeraciones que, en ciertos aspec
tos, tienen el valor de tales agrupamientos: el que acaba de leerse y el
que, al final de este texto, aúna “ Religión” y “ Ciencia” .
16 En el texto que nos sirve aquí de punto de partida, este nivel,
así com o el último, que evocaré ahora, queda implícitamente recono
cido en el inciso que indica que las “ divisiones principales” (secciones
y ocasionalmente subsecciones) “ se subdividen a su vez varias veces” .
Hegel empleará una vez, a propósito de la Certeza sensible, para desig
nar este nivel el término de “ dialéctica” , Ph. 86/3 3 (6 9 /3 ).
17 En cursiva en el índice.
16 Ph. 124/13 (100, 2 ° /7 ).
19 Ph. 25 /1 0 (2 0 /1 2 ).
20 Lista de paralelos, op. cit., pp. 273-305; clasificación y tipolo
gía, ibid., pp. 306-307. La segunda y tercera parte de este estudio
consisten en el análisis interpretativo de todos estos pasajes; se podrá,
pues, remitir a este texto detallado, lo cual me dispensará de entrar
aquí en todos los detalles. Véase también, en exacta correspondencia
con la exposición presente, el último capítulo de la primera parte,
titulado “ Las totalizaciones sucesivas” , ibíd., pp. 65-70.
21 Cf. Structures e t m ouvem ent dialectique, pp. 188-191.
22Ph., 553/5 ( 4 6 4 ,2 ° ).
23 Ph., 473 /9 (3 9 5 /8 s); cf. también 47 4 /1 0 ( 395, 3 ° / l l
476/14 (397, 2 0 /1 ) y passim.
^ P h . ^ l Z H (3 9 5 /6 ).
2SPh„ 4 7 5 /3 (396, 3 °/5 ).
26Ph., 473 /4 y 47 6 /1 9 (3 9 5 /3 s y 397, 2 ° /5 ).
N O T A S DE PP. 69 -72 265
3Ph. 1 4 0 /3 6 (1 1 3 /1 2 ) .
4 Se diría también, acercándonos a un tema muy actual: “ Natu
raleza y Cultura” .
5 Debo confesar aquí una duda que he tenido largo tiempo y que
no estoy seguro de haber resuelto acertadamente. De hecho aquí es
posible justificar varios modos de organización y de lectura. Hablando
de las relaciones entre libertad y naturaleza, debería tal vez vincular
ahora, por encima de sus divergencias evidentes, las figuras de la “ Lu
cha a muerte” y de la “ Revolución francesa” . Ambas, en efecto, ex p o
nen —una en el orden de las estructuras de la consciencia de sí indivi
dual, la otra en el desarrollo de la historia y en la organización política
de una sociedad— el fracaso de una situación en que la adhesión in-me-
diata a un principio de existencia y de libertad conduce a desconocer
prácticamente las condiciones de ejercicio del principio mismo; en
ambos casos una muerte física desprovista de todo significado (Ph.
145/1: 116, 2 ° / l ; 4 1 8 /3 7 : 347/16) sanciona este error de orientación,
y es necesario que la consciencia, desprend¡endose de este resultado,
intente otra salida para proseguir su camino. A continuación en el
“ reconocim iento” sería indicado relacionar la figura “ Dominación y
Servidumbre” con la del “ M undo griego” ; en ambos casos se trata de
dilucidar los elementos y resultados de una relación que intenta adap
tarse a la existencia inmediata y simplemente dada de las partes en
lucha: amo/esclavo, hombre/mujer. Por lo demás, la continuación de
la experiencia no se realiza aquí mediante un retom o y opción por
otra salida, sino por una superación de la contradicción en la línea
misma de esta contradicción. ¿Por qué, en cam bio, las pares que voy a
proponer serán los dichos: M undo griego/Revolución francesa; Lucha
a muerte/Dominación y servidumbre? Esta última secuencia ha sido
montada explícitamente por Hegel en el sentido de una apropiación
por la consciencia de sí individual de lo que implica el “ concepto del
reconocer” (Ph. 143/12: 115, 2 ° / l ) ; y, por otra parte, ambas figuras
históricas de la otra secuencia vienen a responder a la misma pregunta
crucial: ¿existen razones de vivir que haya que preferir ocasionalmen
te a la vida?
6 Cf. Supra, en particular, pp. 75 ss, bajo 2.
1Ph. 178/19 (144, 2 °/5 ).
cia, sino que guardan entre sí la libertad neutra de las cosas” . Ph.
1 4 5 /8 (1 1 7 /1 ).
33 “ Esa externalización del ser determinado, al consumarse,
decir en la muerte, es ella misma una [externalización] con ser, no
retoma a la conciencia” ; “ ésta no le sobrevive [ni] es de suyo y para
sí, sino pasa solamente al contrario sin reconciliación” , Ph. 361/39
(299, 2 ° /3 ).
34Ph. 334/1 (275, 2 ° / l ) .
35 Ph. 334/7 (275, 2 ° /7 ).
36 Aunque en realidad Creonte, por su injusticia activa, está en
posición aún más desventajosa para realizar efectivamente la libertad.
proceso; pero la solución del debate entablado muestra a las claran que
no ha p odido sacar de ella misma la substancia de este actuar, si no es
de la universalidad que reside en ella; ahora tiene fundamento para
acoger com o suya dicha universalidad en el “ perdón” que el otro le
concede.
147Ph. 47 2 /3 6 (392/26).
35 Ph. 161/1-14 (1 3 0 /5 -2 0 ).
36 Ph. 161/15 (130 /2 0 ).
31 Ph. 1 6 0 /2 6 (1 2 9 , 3 ° / l l ) .
38 Uno de los lugares de esta problemática será entonces evi
dentemente el análisis de los diferentes tipos de relación que el indivi
duo creyente, en el caso del cristianismo, es capaz de entablar con la
persona del Cristo —lo inmutable que ha tomado figu ra-; pero ya he
dicho que esta situación se refería más ampliamente a todas las actitu
des que puede adoptar una conciencia frente a las singularizaciones de
la esencia absoluta: problema de la imagen, de la representación.
39 Principio actuante por todas partes en la Fenomenología,
que precisamente asegura la coherencia de la experiencia: la concien
cia, para avanzar en su experiencia, debe acordarse de su génesis, esfo
es, de los puntos seguros que la constituyen en verdad y que ella debe
imperativamente respetar en toda búsqueda de significado. A quí no es
difícil reconocer en estos tres m om entos una herencia próxima de los
aspectos que se encarnaron a) en la conciencia del amo, b) en la del
esclavo, c) en su unidad y común sobresunción: la conciencia
pensante.
40Ph. 163/22-28 (132, 2 ° /l-6 ).
41 Ph. 164/24 (133/1 0 ). Alusión a las cruzadas.
42 Ph. 164/34 (13 3 /1 9 ).
43 Ph. 165/6 (133, 2 ° / l l ) .
44/Vi. 165/26 (134, 2 °/4 ). El texto muestra aquí con claridad
que desborda el caso de la figura de Cristo para tomar en cuenta la
universalidad de la relación que la conciencia entabla en su actuar con
un universo por entero asumido en la sacralidad. Se sitúa entonces en
el horizonte del análisis lo que el cristianismo pretende encerrar en la
doctrina de la eucaristía, así com o la visión espiritual y mística que
dice y asume el mundo en tanto que figura y expresión de lo absoluto.
45 Ph. 168/3 (1 36/2 ). Cf. las líneas precedentes.
46 Ph. 1 6 8 /3 6 (1 3 6 , 3 °/1 5 ).
47 Ph. 169/5 (136, 4 ° /3 ).
48 Ph. 170/14 (137, 4 ° /5 ).
49 Ph. 170/32 (138, 2 ° /3 ).
50 Ph. 171/31 (1 39 /5 ).
51 Para ello remito a mi obra Structures et Mouvament dialecti-
que.., paralelos n° 59, 86; 143; 175; 212, 215, pp. 281 ss, con las
referencias correspondientes en el cuerpo del texto.
52 Ph. 346/26 y 462 /2 5 (286, 2 ° /3 y 383, 3 °/1 0 ).
53 Ph. 377/29 (312, 2 ° /3 ).
302 N O T A S DE PP. 20 2-20 3
48P/l. 527/7 (438, 2 °/1 3 ). Es obvio que aquí hay que poner el
acento sobre “ seiend” [“ que es” ]: la necesidad pertenece al orden de
la inmediatez del ser, de esa “ inmediatez” que Hegel acaba de llamar
muy brutalmente “ objeto vacío de la conciencia sensible” , Ph. 527/3
(438, 2 °/1 0 ).
49 Ph. 527/10 (438. 2 ° /1 5 ).
50 Ph. 527/12 (4 3 8 ,2 0 /1 7 ).
51 Así lo muestra de m odo excelente el estudio de Gwendoline
Jarczyk sobre Systèm e e t Liberté dans la Logique de H egel, cf. supra,
p. 258, nota 26.
s2Ph. 527/20 (438, 3 ° / l ) . Los tres verbos aquí subrayados
por Hegel son los utilizados por san Juan en su primera Epístola (1,1)
para expresar la realidad concreta de la encarnación. Se me ha repro
chado decir que Hegel considera aquí la figura de Cristo, cuando su
nombre n o se pronuncia; no resisto a la tentación de reproducir aquí,
pese a su longitud, el texto de un exegeta que, a propósito de un
procedim iento de escritura de la Biblia totalmente análogo, da una
explicación que en mi opinión puede aplicarse de maravilla al texto de
Hegel:
“ El relato de las acciones de la Sabiduría desde el com ienzo
hasta el E xodo, en el capítulo 10, sigue el orden de los personajes de
la historia: Adán, Caín, Noé, las Naciones y Babel, Abraham, L ot y su
mujer, Jacob y Esaú, Labán, José, todo Israel en Egipto, Moisés. Pero
no figura ninguno de estos nombres; corresponde al lector adivinarlos
tras “ el padre del mundo” , “ el pecador colérico” , “ el justo sobre un
madero sin valor” , “ las Naciones unánimes en su perversidad” y otras
expresiones generalizad oras. Se trata de un procedim iento de valor
expresivo, que alinea definiciones de un tipo bastante cercano a las de
nuestros crucigramas, hechas para dar cierto trabajo al lector. Este
ejercicio pertenece al arte sapiencial de leer un enigma; el salmo 78
llama con este nombre globalmente a todos los hechos del pasado,
porque invita a descubrir lo que oculta la exposición de su escenario:
¡no hay ninguna sabiduría en conocerlos, si no se interpretan! Aquí
el efecto estilístico corresponde a este efecto de búsqueda y obliga al
lector. Pero interpretar es extender el hecho más allá de sus actores del
m om ento; hay que hacer un esfuerzo p or descifrar estas definiciones
en que se pretende borrar toda particularidad. Tal efecto se ve reforza
d o por abreviaciones que reducen o suprimen los intervalos: “ A causa
de él (Caín) la tierra fue sumergida” (10,4). Equivale a omitir las
numerosas generaciones que separan a Caín del diluvio, pero también
a interpretarlas com o otras tantas propagaciones de la violencia que
llega finalmente al colm o, y sobre todo es acercarse a uno mismo.
Otro caso: “ Cuando las Naciones habían sido confundidas (Babel:
confusión), ella (la Sabiduría) distinguió al justo (Abraham)” (10,5).
Una omisión del mismo tipo muestra que Abraham es un nuevo Noé y
N O T A S DE PP. 219-221 309
Notas de la Conclusión