Páginas Desde La Ira, El Dominio Del Fuego Interior (Thich Nhat Hanh)
Páginas Desde La Ira, El Dominio Del Fuego Interior (Thich Nhat Hanh)
Páginas Desde La Ira, El Dominio Del Fuego Interior (Thich Nhat Hanh)
¿Qué
futuro tienes?». El joven contestó: «Papá, ahora mi
preocupación principal es mantener una buena relación contigo,
eso me haría muy feliz, ya que para mí es lo más importante. Lo
único que me importa es volver a comunicarme contigo, volver
a estar cerca de ti. Para mí eso es lo más importante, más que
mi propio futuro».
Su padre se mantuvo en silencio durante un buen rato. El
joven monje continuó con su respiración. Al final, el padre dijo:
«Está bien, lo acepto. Para mí también es muy importante». De
modo que la ira no era lo único que el padre sentía por su hijo.
57
La ira
El tratado de paz
Decimos al ser amado:
«Cariño, en el pasado nos hemos hecho sufrir mucho porque
ninguno de los dos sabía manejar la ira que sentía. Ahora
hemos de planear una estrategia para ocupamos de ella».
El Dharma elimina el ardor de la ira y la fiebre del
sufrimiento. Es una sabiduría que aporta alegría y paz aquí y
ahora. Nuestra estrategia para alcanzar la paz y la reconciliación
debe basarse en él.
Cuando surge la energía de la ira, solemos desear expresarla
para castigar a quien creemos que es la fuente de nuestro
sufrimiento. Ésa es la energía habitual en nosotros. Cuando
sufrimos, siempre culpamos a otra persona de habernos hecho
sufrir. No comprendemos que la ira es, ante todo, un problema
nuestro. Nosotros somos los principales responsables de ella,
pero creemos con gran ingenuidad que si podemos decir o hacer
algo para castigar a la otra persona, sufriremos menos. Hemos
de desarraigar esta creencia, porque todo cuando hagas o digas
llevado por la ira sólo dañará más tu relación. En lugar de ello,
cuando estemos enojados debemos intentar no hacer ni decir
nada.
Cuando dices algo muy cruel, cuando haces algo como
represalia, tu ira aumenta. Haces sufrir a la otra persona y ella
se esforzará diciendo o haciendo algo en respuesta que alivie su
sufrimiento. Así es como el conflicto se va intensificando.
60
El lenguaje del verdadero amor
Abrazando la ira
El Buda nunca nos aconsejó reprimir nuestra ira, sino que
nos enseñó a volver a nosotros mismos y a cuidar de ella.
Cuando tenemos algún problema en los intestinos, el estómago
o el hígado, hemos de detenernos y cuidarlos bien. Nos damos
algún masaje, usamos una bolsa de agua caliente, hacemos
todo lo posible por cuidar de ellos.
Al igual que nuestros órganos, la ira que sentimos forma
parte de nosotros. Cuando estamos enojados, hemos de volver
a nosotros y cuidar de nuestra ira. No podemos decir: «Vete,
has de irte. No quiero que estés aquí».