Gil (2000) Monopolio Televisivo y Gerenciamiento

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Monopolio televisivo y «gerenciamiento»:

el fútbol como mercancía


Universidad Nacional de Mar del Plata Gastón Julián Gil
[email protected] (Argentina)

Tomar al fútbol como una unidad económica permite un acercamiento conceptual -especialmente desde la
economía política- necesario en estos tiempos de monopolio y privatización -o «gerenciamiento» en su versión
eufemística- de bienes tradicionalmente públicos. En esta presentación se plantea un estudio de las formas que
cobra lo que se podría llamar esfera de producción en el campo futbolístico para generar el excedente
económico. Por consiguiente, se toma al fútbol como una mercancía, como una entidad económica cuya principal
función es la de generar plusvalía como producto mercantilizado. Se verá entonces como el fútbol profesional
actúa como un eslabón dentro del capitalismo monopolista que se esfuerza por crear permanentemente nuevos
mercados y expandir así el rendimiento económico, generando tensas situaciones de exclusión.
Si el fútbol, y el deporte en general, ha recibido una escasísima atención por parte del saber académico esta
situación se profundiza aún más si se consideran los aspectos estructurales que hacen al fútbol. Y esta carencia
no sólo es privativa de la academia argentina, cuyos avances más importantes en el campo se refieren a las
cuestiones relacionadas con nacionalidad y género. Aunque por supuesto, esto no es una falencia que la ataña
exclusivamente al deporte, ya que es parte la academia en un sentido amplio. Tal es lo que sucede con la
economía política de la comunicación, postergada ampliamente por su vecino “poderoso”: los estudios culturales.
Sin que esto implique un menosprecio hacia los estudios que se ocupan de estudiar los contenidos ideológicos
de los productos relacionados con los medios (en nuestro caso podrían ser los programas deportivos), se
considera que se hace necesario desarrollar análisis de este tipo, ya que dan cuenta de un proceso previo al de
los análisis discursivos, que sin una adecuada comprensión del contexto productivo lleva a una comprensión
sumamente acotada -en el mejor de los casos, cuando no errónea- de los procesos sociales que envuelven al
deporte en el sistema capitalista.
Palabras clave: Fútbol. Gerenciamiento. Privatización de entidades deportivas. Mercantilización del deporte
profesional.

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 26 - Octubre de 2000


Trabajo presentado en el IIIº Encuentro Deporte y Ciencias Sociales y
1as Jornadas Interdisciplinarias sobre Deporte. UBA - 13 al 15 de Octubre 2000

1/3

“Mientras el análisis marxista siga concentrándose en los contenidos ideológicos de los mass-media,
será difícil elaborar estrategias políticas coherentes para resistir a las dinámicas reales subyacentes al universo
cultural, que es regulado estable y progresivamente por la lógica de la producción global de mercancías”
(Nicholas Garnham, 1994: 139)

Introducción: una propuesta de análisis

Si el fútbol, y el deporte en general, ha recibido una escasísima atención por


parte del saber académico esta situación se profundiza aún más si se
consideran los aspectos estructurales que hacen al fútbol. Contrariamente a la
gran masa de discursos periodísticos que se encargan de brindar estadísticas y
datos aislados de los montos que mueven el fútbol profesional no se disponen
de análisis que intenten situar el rol que el deporte ocupa como mercancía en el
sistema capitalista. Y esta carencia no sólo es privativa de la academia
argentina, cuyos avances más importantes en el campo se refieren a las
cuestiones relacionadas con nacionalidad y género, sino que también se aplica
en cierta medida a la gran mayoría de los estudios sociales del deporte. Aunque
por supuesto, esto no es una falencia que la atañe exclusivamente al deporte,
ya que es parte de la academia en un sentido amplio. Tal es lo que sucede con
la economía política de la comunicación, postergada ampliamente por su vecino
“poderoso”: los estudios culturales.

Sin que todo esto implique un menosprecio hacia los enfoques teóricos que
se ocupan de estudiar los contenidos ideológicos de los productos relacionados
con los medios, se considera que se hace necesario desarrollar mayores
avances en la dimensión económica de los medios, ya que es un proceso previo
al de los análisis discursivos, que sin una adecuada comprensión del contexto
productivo pueden ser comprendidos de manera acotada -en el mejor de los
casos, cuando no errónea- al desconocer los procesos económicos que
envuelven al deporte en el sistema capitalista. Por eso es que no debe olvidarse
que:

“No se pueden entender ni la génesis ni las formas ni la participación en las


luchas de género y raza sin un análisis de los fundamentos y el contexto
económico-político de las prácticas culturales que son constitutivos de esas
luchas. La economía política de la cultura jamás sostuvo que todas las prácticas
culturales estén determinadas por el modo de producción de la vida material o
sean funcionales a éste. Pero siempre sostuvo, y sigue haciéndolo, que el modo
de producción capitalista tiene ciertas características estructurales
fundamentales, sobre todo el hecho de que el trabajo asalariado y el
intercambio de mercancías constituyen las condiciones de existencia necesarias
e inevitables del pueblo. Estas condiciones modelan el terreno en el que se
llevan a cabo las prácticas culturales: el entorno físico, los recursos materiales y
simbólicos disponibles, los ritmos temporales y las relaciones espaciales.
También plantean los problemas a los que el pueblo responde con sus prácticas
culturales: fijan la agenda cultural” (Garnham, 1997).

Esta tarea, en ocasiones olvidada y postergada por los análisis centrados


exclusivamente en lo discursivo, se torna indispensable para conocer en detalle
lo que se encuentra detrás de toda la inmensa maquinaria mediática generada
en torno al deporte, aunque más precisamente del fútbol. Por eso es que se
parte del autor más renombrado de la economía política de la comunicación,
Nicholas Garnham, en cuanto a sus postulados fundamentales acerca de la
manera de elaborar un enfoque de los medios masivos de comunicación. Aquí
no se pretende saldar una deuda ni presentar un modelo de análisis a seguir,
sino simplemente contribuir a la comprensión de un fenómeno desde una
perspectiva teórica no del todo utilizada y que en este caso ofrece una línea de
investigación fructífera. Si bien está claro que las regularidades que son
analizadas en este trabajo constituyen una tendencia mundial, se tomará de
forma prioritaria el caso argentino, que además de ser el más cercano, ofrece la
particularidad de un mercado en gestación con un monopolio televisivo
perfectamente asentado y los primeros pasos de un proceso de
“gerenciamiento” de los clubes de fútbol, tradicionales instituciones públicas
que se encuentran en medio de un proceso de privatización por empresas
transnacionales en un nuevo paso por la apropiación de los espacios públicos
en la Argentina. Aunque esto último no parezca tener relación con los medios
de comunicación, se verá que este pretendido “gerenciamiento” no puede
desligarse de la apropiación que las industrias culturales han hecho del fútbol,
en lo que constituye el próximo, y quizás definitivo, paso a dar en el campo
futbolístico.
Un estudio sobre la vinculación entre el deporte y los medios de
comunicación necesita un tipo de enfoque que se detenga en la manera en que
las distintas disciplinas deportivas son apropiadas por los medios, hoy todos
ellos eslabones de grandes conglomerados económicos. En este caso, se
plantea un desarrollo conceptual basado en los lineamientos generales de la
economía política de la comunicación, que se basa en un soporte empírico
orientado en su mayor parte al caso argentino, sin aislarlo del contexto
internacional. Entonces, a lo largo de este trabajo se intentará desarrollar la
problemática general de los medios de comunicación en Argentina dentro del
contexto mundial de la concentración económica y la convergencia tecnológica,
para luego recluirse en el lugar que el deporte ocupa en esa configuración
económica y política.

Toda esta reflexión puede además enmarcarse en una posible búsqueda de


especificidad de las llamadas ciencias de la comunicación de la Argentina: como
generadoras de políticas públicas. La imposibilidad que los estudios de
comunicación muestran de lograr una especificidad epistemológica dentro del
campo de las ciencias sociales podría redefinir el campo de la comunicación
hacia una función política. En este marco es que este trabajo se plantea realizar
una diagnóstico de situación y detectar aquellos lugares en que los cuales se
produzcan situaciones que permitan la generación de políticas públicas que
tengan en cuenta la forma en que se desarrollan estos procesos económicos.
Con esto no se está diciendo que sólo un posicionamiento crítico de las ciencias
de la comunicación puede ser alcanzado con la economía política. Todo lo
contrario, ya que por ejemplo resulta sumamente fructífero reflexionar acerca
de la emergencia de discursos autoritarios en los programas televisivos
vinculados al fútbol y al deporte en general, lo que puede formar parte de una
planificación estatal con respecto a los medios, tanto en su rol como emisor
como en cuanto a su labor como regulador.

Por consiguiente se plantea un estudio de las formas que cobra lo que se


podría llamar esfera de producción en el campo futbolístico para generar el
excedente económico en el medio televisivo. Entonces, se toma al fútbol como
una mercancía, como una entidad económica que genera plusvalía como
producto mercantilizado y que permite una función económica indirecta, a
través de la plusvalía generada en otros sectores de producción que encuentran
el fútbol el espacio propicio para generar excedente. Se verá entonces como el
fútbol profesional cumple un papel clave dentro del capitalismo monopolista
que se esfuerza por crear permanentemente nuevos mercados y expandir así el
rendimiento económico, generando tensas situaciones de exclusión en el
consumo de los espectáculos deportivos.

Fútbol y derechos de televisación

Un tipo de análisis como el que se ha propuesto más arriba necesita ubicar


dentro del sistema de medios nacional a la empresa que monopoliza los
derechos de televisación del fútbol argentino: Torneos y Competencias
(TyC). Esta empresa ha consolidado en los últimos años una importante
presencia en los rubros audiovisual, radiofónico y editorial, en medio de un
proceso en el cual la monopolización de los derechos de transmisión del fútbol
por TV le posibilitó disponer de un espacio clave en la configuración empresarial
de las telecomunicaciones en la Argentina. TyC tiene intereses comunes con los
tres grupos económicos de mayor importancia en la Argentina en el sector de
las telecomunicaciones. Poseer los derechos sobre el fútbol le permitió a la
sociedad conformada por Carlos Ávila y Luis Nofal, venderle una parte
importante del paquete accionario a la norteamericana TCI, ahora
perteneciente a AT&T y conseguir condiciones favorables de sociedad con
el Grupo Clarín y con CEI-TISA, holding hoy dividido en el CEI y en Telefónica. 1

Cada vez resulta más evidente que el fútbol ocupa en esta lucha de medios
un lugar de gran importancia porque la posesión de los derechos de transmisión
televisiva se ha convertido en un elemento nodal de las políticas de medios de
las grandes corporaciones. Y esto no sólo se da en la Argentina sino que es una
constante mundial. En nuestro país, la adquisición del monopolio de las
imágenes del fútbol por parte de TyC le permitió a esa empresa experimentar
un enorme crecimiento económico y simbólico dentro de las estructuras de
poder del deporte en Argentina. En cuanto a su incorporación el CEI-TISA, tras
unas complejas negociaciones de compra y venta de paquetes accionarios,
Carlos Ávila y su socio Luis Nofal no sólo siguieron con el control de TyC sino
que además consiguió hacerse cargo de El Gráfico, la revista deportiva
tradicional en la Argentina, lo que constituyó el primer multimedios deportivo
nacional, junto con AM La Red, una emisora casi exclusivamente dedicada al
fútbol. Además montó una sociedad con Rupert Murdoch a través del canal
deportivo de cable Fox Sports. Por fuera de TyC, Carlos Ávila logró quedarse
con el canal América -propiedad hasta mediados del 2000 de Eduardo
Eurnekian-, tras desembolsar 150 millones de dólares. El empresario del fútbol
había realizado gestiones similares para quedarse con Azul TV pero finalmente
Telefónica hizo valer su posición para quedarse con la mayoría del paquete
accionario

La Argentina despliega un panorama manejado de forma monopólica


por Torneos y Competencias, que ha montado una complejo sistema de
producción y distribución de productos audiovisuales con intereses cruzados en
distintas empresas y ha logrado apoderarse de un aspecto clave en el mundo
del deporte industrializado: los derechos de televisación. Todo el análisis previo
que se planteó más arriba obedeció a una consigna por demás clara: la
necesidad de posicionar dentro de este contexto signado por la convergencia y
la concentración económica a la empresa que controla los derechos de
televisación de los principales deportes en la Argentina, es decir, Torneos y
Competencias (TyC).

Antes de seguir desarrollando una descripción del actual panorama, resulta


prioritario remontarse a los antecedentes históricos de la conformación de una
empresa sobre la cual giran varios de los principales conflictos que envuelven al
fútbol argentino. Para referirse a TyC es necesario remontarse a 1985, cuando
el empresario Carlos Ávila compró por tres meses los derechos de televisación
del fútbol para emitir los domingos por la noche el programa Fútbol de
Primera. La consolidación de este programa le permitió crecer lentamente a la
empresa, no sólo estabilizando a la emisión de los goles de la fecha sino
colocándolo como una de las programaciones de mayor éxito de audiencia.
Pero el salto fundamental hacia la definitiva posesión del fútbol mediático fue
dado el 19 de abril de 1991, ocasión en la que TyC firmó con la Asociación del
Fútbol Argentino (AFA) el convenio por la transmisión de los partidos del fútbol
profesional, por la entonces llamada Televisión Satelital Codificada (en
porcentajes iguales con el Grupo Clarín), con lo que nacen los juegos de los
viernes y los sábados, además de los lunes, poco tiempo después cuando los
clubes denominados "chicos" reclamaron una mayor participación en el negocio.
En ese momento, TyC logró hacerse además con el control de los calendarios
del fútbol al programar según sus intereses los días y horarios de los
encuentros del certamen de primera división. Ocho años después, TyC dispone
de forma monopólica de los derechos de televisación del fútbol argentino hasta
el año 2014 a cambio de 55 millones de dólares por temporada.

Hasta 1987, el fútbol argentino no había podido recurrir a fondos


provenientes de la televisión, ya que ninguna empresa compraba los derechos,
y aquí le cabe una responsabilidad absoluta a la televisión estatal de la época.
El primer dato que surge al respecto se refiere al primer contrato de
exclusividad que se firmó entre la AFA y TyC, en aquel momento con asiento en
la pantalla de ATC. La cifra pagada por la empresa fue de 1 millón de australes
por transmitir en forma diferida los encuentros de Primera, el Nacional B y la
Primera B, todo por la temporada 87-88.

Recién en 1991 el fútbol por TV comenzó a ser un gran negocio, con el


surgimiento de la televisión satelital codificada. Allí fue que se firmó un contrato
por 6 años y, que constituyó el primer ingreso fuerte en materia de derechos de
televisación. A partir de ahí, los dineros frescos de la TV originaron escaladas
de los precios de los jugadores en el mercado interno, tanto en concepto de
transferencias como en contratos. Sin embargo, los contratos en TyC y la AFA
nunca se cumplieron en los plazos temporales fijados, ya que fueron
renegociados permanentemente ante la imposibilidad de los clubes de devolver
los adelantos que TyC le fue otorgando a los clubes para hacer frente a las
nuevas obligaciones contraídas, sean sueldos o costosas transferencias. Las
cifras que se manejaron en los primeros años no son exactas porque hablan de
porcentajes y cantidades mínimas que TyC se comprometió a pagarle a la AFA,
que luego divide el dinero a los clubes. Por ejemplo, en 1991, el adelanto
entregado por TyC fue de 1575000 dólares. Al año siguiente ya subió a 2
millones de dólares. A partir de la 93/94 (contrato por seis años, con opción a
cuatro más) se le aseguró a la AFA un mínimo de 60 mil dólares por fecha (esto
es, cerca de 2,5 millones en conjunto). Pero la gran escalada se produjo en
1994, con la programación de los clásicos del domingo (sólo para el
interior), TyC se comprometió en la ocasión a darle a los clubes el 40% de lo
recaudado por la transmisión de los encuentros codificados, y le aseguró un
mínimo de 12 millones. En el 95, el clásico del domingo pasó a transmitirse
también para Capital y Gran Buenos Aires, y el mínimo asegurado subió a 15
millones, aunque con un porcentaje del 50% del bruto de lo recaudado. Y en
1996 se renegoció una vez más, con lo que los clubes consiguieron mayores
ingresos, pero aceptaron extender la ligazón hasta el 2014.

Hoy los clubes reciben por intermedio de la AFA el 50% del bruto que
factura en la comercialización, lo que un principio significaban 45 millones de
dólares, que subieron a 55 luego de la intervención de la consultora
española Inmark, que dictaminó un 20% de aumento luego de analizar la
facturación de TRISA, que se encarga de distribuir la señal del fútbol a todo el
país.

Los principales cuestionamientos de los sectores ajenos a estos negocios del


fútbol televisivo apuntan a la ligazón entre TyC y la AFA y giran sobre tres
tópicos: los montos que se le pagan a los clubes, la exclusividad de los
derechos del fútbol y, sobretodo, la duración de los contratos. Los 55 millones
de dólares que TyC le entrega por año a las instituciones del fútbol argentino
han sido un foco de permanente discusión, dentro de un panorama que en
1999 mostraba a clubes importantes en situación de quiebra (Racing Club, con
una deuda de 60 millones) y a otros con pasivos que rondan los 30 millones de
dólares (Boca, River, Independiente y San Lorenzo). Algunos dirigentes
sostienen, una gran mayoría en la intimidad y muy pocos ante los medios,
que TyC debería pagar alrededor de 150 millones de dólares. En general, las
comparaciones con los casos externos brindan los argumentos de mayor peso
para exigir aumentos en los montos entregados por la TV.

Por otra parte, la exclusividad de los derechos de televisación ha generado


una situación de monopolio sobre las imágenes del fútbol argentino, no sólo la
transmisión en vivo de los partidos sino también los goles de la jornada, que
sólo pueden ser emitidos por otras empresas periodísticas una vez que Fútbol
de Primera los puso al aire el domingo por la noche. También TyC tiene
privilegios relacionados con la cobertura dentro del campo de juego, tanto en
imágenes como en notas a los protagonistas. Sin embargo, este monopolio rara
vez es discutido por los distintos agentes que componen el campo televisivo, en
gran parte porque de alguna manera los dos conglomerados económicos que
componen el duopolio privado se encuentran vinculados al negocio del fútbol.
Hasta ahora se ha dejado en claro que TyC se alineó con el CEI-TISA, pero esto
no le ha impedido seguir teniendo vinculaciones con el grupo Clarín a través de
asociaciones comerciales anteriores en el tiempo a la nueva reconfiguración de
los medios en Argentina. Por ejemplo, el programa Fútbol de Primera, emisión
más importante de TyC en la TV abierta, se emite por Canal 13, que pertenece
al Grupo Clarín. Pero el punto de contacto es algo más profundo que un
programa de televisión, esto es, la sociedad TRISA (Tele Red Imagen), que
comercializa la señal del fútbol a los cables del interior del país, y que produce
el canal de cable de deporte TyC Sports, cuyo 60% pertenece a Clarín. Se ve
con claridad cómo es el fútbol el espacio en el que los intereses económicos
aparentemente antagónicos sufren una coincidencia que elimina potenciales
vías de problematización2 entre holdings que sí en otros sectores de la
economía verse envueltos en conflictos de intereses.

En cuanto a la duración de los contratos, el caso argentino contradice a las


tendencias mundiales de propiciar acuerdos cortos, debido a las continuas
reconfiguraciones empresarias y legales. El panorama internacional de las
telecomunicaciones -y la Argentina no sólo no es una excepción sino que lo
confirma en su máxima expresión- se encuentra en permanente modificación y
eso hace no del todo recomendable programar contratos de larga duración,
mucho más cuando la magnitud de los ingresos es severamente cuestionada
por una de las partes. TyC tiene asegurado por 14 años más el monopolio del
fútbol televisivo, aunque en principio el contrato que estaba en vigencia desde
la temporada 93/94 preveía un lapso de 6 años (99/2000) prorrogable hasta el
2004.

Las recurrentes renegociaciones que parten de los adelantos que TyC le


entrega a los clubes a cambio de encuentros a disputar en futuros certámenes
le posibilitó disponer de un control virtual hasta el 2014. Mientras el resto del
mundo experimentó crecimientos sostenidos de los montos entregados por una
televisión que potencia al máximo la extracción de recursos a los televidentes,
en la Argentina se aseguró una cifra relativamente estable por casi veinte años.
Se dice "relativamente" porque el monto que reciben los clubes está atado a la
facturación de TRISA. Uno de los principales cuestionamientos se centran en
que los clubes no pueden controlar de forma adecuada los ingresos que esta
empresa obtiene por la comercialización del fútbol, en especial porque las
compañías encargadas de distribuir el producto del fútbol de primera división
forma parte de los mismos intereses económicos, en concreto los cables
(Multicanal y CableVisión principalmente) y las plataformas digitales. Esto fue
motivo de una investigación de la Comisión Nacional de Defensa de la
Competencia (hoy reemplazada por el Tribunal de Defensa de la Competencia)
que cuestionó la capacidad de maneja el mercado por parte de estas empresas.

La investigación nunca arrojó resultados concluyentes y se asentó en un


posible acuerdo de precios mínimos y condiciones de venta o comercialización
entre las empresas operadoras de cable VCC, Multicanal y Cablevisión, por un
lado, y las firmas Televisión Satelital Codificada (TSC) y Tele Red Imagen
(TRISA), por otro. Estas empresas tienen la capacidad de fijar precios mínimos
en la comercialización de la señal que transmite los partidos disputados en los
torneos que organiza la AFA en Capital Federal y Gran Buenos Aires. La
investigación revistió carácter secreto y en su momento, el secretario de
Industria, Comercio y Minería, Alieto Guadagni indicó frente a esta imputación
de "cartel", que de comprobarse las irregularidades se aplicarían sanciones que
van de "1 a 6 años de prisión, inhabilitación para ejercer el comercio de hasta 3
años y multas". Este mismo funcionario recordó en su momento que en el
negocio de la televisión codificada participan la Asociación del Fútbol Argentino
(AFA), otorgando derechos de transmisión; las empresas proveedoras de la
señal, Tele Red Imagen SA y Televisión Satelital Codificada S.A., y los
operadores Multicanal y Cablevisión, que venden la señal a sus suscriptores.
Según estiman en la comisión "una prueba del acuerdo conjunto sería una
cláusula incluida en las nota-convenio, que rigieron la relación comercial entre
las proveedoras de la señal y los cableoperadores durante 1996 y 1997, que
consagraría a Tele Red Imagen como guardián o supervisor de los precios
cobrados".

Hacia el pay per view

Si bien la firma ISL cobró notoriedad pública a través del acuerdo con Boca
Juniors para su gerenciamiento, su nombre comenzará sonar de manera
reiterada en el futuro, ya que posee los derechos televisivos del mundial 2002
(también los del 2006). Al parecer, existe una diferencia de 60 millones de
dólares entre lo que la empresa solicita y lo que los canales argentinos están en
condiciones de desembolsar, con lo que la televisación del máximo certamen
deportivo del mundo corre algún peligro. ISL invirtió 1200 millones de dólares
por los derechos para todo el mundo, con la excepción de Europa, cuya gestión
está cargo de Kirch Media. Hasta el momento, sólo Brasil tiene asegurado el
mundial, luego de que Globo pagara 220 millones de dólares por los dos
próximos mundiales. Así es que para el 2002 ISL pretende para la Argentina
100 millones de dólares, una cifra sideral si se la compara con los 5 millones
que la OTI exigió a cambio de los derechos por Francia 98. El próximo paso que
piensan seguir los directivos de la televisión argentina es encarar una
negociación en bloque por toda Latinoamérica, en la que estaría al frente la
mexicana OTI. Aunque no debería sorprender que el paso definitivo hacia la
instalación del fútbol en el sistema pay per view se dé a través del
mundial. PSN3, indicaron algunas especulaciones periodísticas, estaría haciendo
sus números.

La televisación de los juegos de la selección argentina de fútbol siempre han


desatado un alto nivel de controversia cada que se negó un acceso pleno a
esos encuentros, especialmente en el interior del país, cuyos sistemas de cable
fueron haciéndose sistemáticamente con los derechos en exclusividad, con
excepción de los mundiales de fútbol. Pero ya se ha mencionado en el párrafo
anterior que el acceso al fútbol de selección será cada vez más difícil de
garantizar frente a los intereses económicos que hay en juego. Las primera
controversias importantes datan de 1994, cuando el entonces presidente Carlos
Menem declaró de "interés público" a los encuentros de las selecciones
nacionales de fútbol. Ese decreto 304/94 dictaminó en su momento una
obligatoriedad para los titulares de los derechos de transmisión televisiva de
encuentros de fútbol donde participan selecciones nacionales a transmitirlos en
todo el país por televisión abierta.

Pero la nueva ofensiva de las empresas se concretó con las eliminatorias del
mundial 2002. En un principio, incluso se iban a poner los encuentros de las
eliminatorias en el sistema pay per view, tanto en el cable como en la televisión
digital. La situación se tensionó aún más cuando los canales de aire de Capital
Federal se vieron imposibilitados de hacer frente a las pretensiones de la
empresa TyC, dueña de los derechos. Rápidamente se movilizaron distintos
intereses. El poder ejecutivo nacional, a través del secretario de medios intentó
negociar la televisación en directo por aire, pero no llegó a un acuerdo. En
forma paralela, la Cámara de Diputados se apuró a dar media sanción a un
proyecto de ley que garantiza el acceso a los juegos de selección. El Senado
aun no se ha expedido sobre el tema, en especial por las incertidumbres legales
acerca de imponer leyes sobre contratos ya celebrados entre privados.

El proyecto de ley, que espera la aprobación de la Cámara de Senadores,


sostiene que "las asociaciones deportivas y/o los titulares de derechos de
transmisión televisiva de encuentros de fútbol en los que participe la Selección
Nacional Argentina, organizado por la FIFA (Federación Internacional de Fútbol
Asociado), la CSF (Confederación Sudamericana de Fútbol) o el COI (Comité
Olímpico Internacional), deberán garantizar la transmisión en directo de dichos
encuentros a todo el territorio nacional", lo que tendrá que concretarse "a
través de una emisora de TV abierta por localidad". El artículo tercero dice que
"el Estado nacional no reconocerá conductas, acciones o derechos emergentes
de relación contractual alguna, que tiendan a limitar o restringir la competencia
entre los medios televisivos, o que constituya abuso de posición dominante y/o
monopólica de ese mercado, afectando no sólo intereses económicos de
terceros, sino también el bien general de la comunidad relativo a su legítimo
derecho de esparcimiento". Esta propuesta deroga a toda norma que se oponga
a su texto, deja en manos de la Secretaría de Cultura y Comunicación su
aplicación, y dispone que su incumplimiento sea sancionado con las penalidades
previstas en la Ley de Radiodifusión.

En el medio de esta polémica, TyC reconoció una ganancia de, al menos,


3.850.000, en una solicitada publicada en la edición 4.200 de El Gráfico,
perteneciente al multimedios de Ávila y Nofal. La empresa aseguró que le pagó
15 millones a la AFA y los vendió en 14 millones a los
MSO CableVisión y Multicanal y en 4.850.000 dólares a TyT (consorcio formado
por TyC y la brasileña Traffic) para su comercialización en el
exterior.TyT también está involucrada en el problema porque fue quien vendió
por 19 millones de dólares los derechos de transmisión de los nueve partidos
que el seleccionado argentino jugará de visitante y de los 72 encuentros
protagonizados por el resto de los conjuntos nacionales durante el certamen.
No se debe olvidar que todas estas empresas tienen intereses comunes, ya
que Traffic es manejada por el fondo Hicks, que controla el CEI, uno de los
principales miembros accionarios de TyC. También hubo espacio para
presentaciones judiciales de individuos particulares, amparados en el derecho a
la información, pero ninguna pudo hacerse efectiva.

Una de las mejores maneras de comprobar en forma descarnada los


objetivos empresariales de la televisión es leer atentamente las declaraciones
de Carlos Ávila, la cara visible de TyC. En una entrevista concedida a La Nación
Tevé, 28 al 3 de marzo de 2000, y titulada "Ávila, rey de torneos sin
competencia", el empresario reconoció que "el hecho de que las eliminatorias
del Mundial vayan codificadas va a beneficiar al fútbol oficial, porque hará
crecer el mercado de las cajitas -explica Ávila-. Esas cajitas que se adquieren
para ver las eliminatorias vana quedar en los hogares y van a permitir que
técnicamente podamos transmitir dos o tres partidos simultáneos, y cada cual
podrá elegir qué partido comprar. Entonces van a crecer los ingresos: la
tecnología va a permitir el mayor ingreso por la televisión" (p. 4).

En el derecho suele decirse que "a confesión de partes, relevo de pruebas".


Ávila deja en evidencia cuál es el rol que ocupa la selección de fútbol, como la
llave hacia la consolidación de una tecnología audiovisual frente a la pasividad
de un estado incapaz de generar políticas públicas al respecto, que excedan el
marco de los partidos de la selección de fútbol y el mundial.

La última puerta

Pero existe un último eslabón que el mercado necesita para terminar de


definir el proceso de concentración económica en el deporte argentino: la
privatización, gerenciamiento o tercerización como se ha llamado
eufemísticamente a esta apropiación de los clubes de fútbol. Todo parece
conducir a un futuro cercano en el que los clubes argentinos dejarán de ser
entidades civiles sin fines de lucro para convertirse en sociedades anónimas, tal
cual ocurre con los equipos italianos y la mayoría de los españoles. Las
precarias condiciones económicas de las instituciones en el fútbol argentino
amenazan con llevar hacia la muerta anunciada de la actual estructura del
deporte nacional.

Este proceso es bastante más complejo que una simple privatización, ya que
si bien la quiebra de Racing Club como ejemplo más notorio y mediático,
parecería indicar una pronta liquidación de la actual composición jurídica de los
clubes en el país, se pueden encontrar algunas variantes. Estas diferencias
tienen que ver con la manera en que los clubes puedan enfrentar la nueva
época. Los dos extremos de la forma en que se "gerenciará" el fútbol
profesional en la Argentina fluctúa entre los paradigmáticos casos de Boca
Juniors y Quilmes Athletic Club, que pueden ser tomados como la punta de
lanza de este movimiento.

Boca Juniors logró a comienzo del mes de junio de 2000 un acuerdo de


gerenciamiento con la empresa ISL, aunque los dirigentes hablan de
tercerización. Lo que se maneja es una situación en la que los privados aportan
dinero a cambio de hacer sus propios negocios. Esas inversiones contemplan
montos importantes para jerarquizar los planteles. Debe aclararse que Boca no
cedió el manejo del fútbol ni de ninguna disciplina deportiva sino la explotación
del marketing con intención de captar sponsors internacionales (que incluye la
estática, derechos de TV, indumentaria, amistosos, página web, el canal de
cable de Boca que está en gestación, el merchandising y los sponsors de las
camisetas de las distintas actividades). Por lo tanto, Boca continuará
controlando la venta de jugadores, abonos a palcos y plateas, cuotas sociales y
recaudaciones.
Las condiciones básicas del acuerdo contemplan un plazo de 10 años con
opción a otros diez en los que el club le otorga los derechos de marketing
a ISL a cambio de cerca de 30 millones de dólares por año, con un incremento
anual del 3%. Los ingresos obtenidos por la empresa se repartirían del
siguiente modo: todos los ingresos -hasta 10 millones de dólares- que superen
el canon que la empresa le dará a Boca anualmente, se reparten 50% para
cada uno. Y si la cifra supera los 10 millones, ISL se quedará con el 70% y Boca
con el 30% restante.

International Sport Licensing (ISL) es una empresa con sede en Suiza que
nació en 1978 para comercializar los derechos de TV de la FIFA. Esta es una
empresa de la familia Dassler, propietaria de Adidas, y se encarga de la imagen
de clubes como Metz, Olympique, Torino y Flamengo de Brasil. Entre sus
sponsors más importantes se cuentan Adidas, Coca Cola, Gillette, Kodak, Fuji,
Philips, Toyota y VISA. Además de manejar la imagen de varias de las
principales entidades deportivas del mundo (UEFA, FIBA, ATP, entre otras) ya
gerencia el fútbol del Flamengo de Brasil. El secretario de deportes del gobierno
de Menem, el ex puma Hugo Porta, es el gerente latinoamericano de la firma, y
el también ex puma Gabriel Travaglini es quien maneja la firma en el país.

No todos los clubes correrán la misma suerte de Boca, en condiciones de


afrontar este proceso en condiciones favorables, que inclusive pueden llevarlo a
incrementar notoriamente sus ingresos y aumentar su papel hegemónico en el
fútbol argentino. El interés que despertó en otras empresas, como los
grupos Hicks, Octagon, SFX Sports y AIG (American International Group) le ha
permitido optar entre otras posibilidades. Apenas River Plate, y con alguna
suerte alguna otra institución como San Lorenzo o Independiente, estarían en
condiciones de obtener ventajas algo parecidas. Está claro que Boca y River
pueden obtener acuerdos mucho más ventajosos que otras instituciones, con
una capacidad de generar recursos mucho menor. La adquisición por parte
de Exxel Group del fútbol de Quilmes, en un acuerdo que ha sido cuestionado
severamente, parece perfilarse como el tipo de "gerenciamiento" que
predominará en el fútbol argentino. Exxel abonará 5 millones de dólares para
sanear la deuda del club (es de un millón) y proveer de infraestructura a las
inferiores a cambio de manejar toda la estructura futbolística del club del sur
del Gran Buenos Aires. El contrato es por diez años y contempla un
presupuesto mensual para el fútbol de 120.000 pesos. Exxel se queda con el
40% de los pases de los jugadores pertenecientes al club (con más dos años de
contrato) y con el 50% de los que firmaron hace un año o menos. De los
juveniles que están por hacer su primer contrato, el Exxel embolsará el 60% de
los pases. Y también será dueño del 75% de los jugadores de las inferiores. Y
finalmente, el 80% de los ingresos que no tengan que ver con ventas de
jugadores será para el holding.

El llamado "gerenciamiento" tampoco es del todo novedoso en el fútbol


argentino. Uno de los casos más importantes fue el de Argentinos Juniors, que
cedió el manejo del fútbol profesional a TyC para el certamen 93-94. La
empresa que monopoliza los derechos de televisación del fútbol intentó llevar a
Argentino a la ciudad de Mendoza para transformarlo en el equipo
representante de la región cuyana. La operación fue un fracaso desde todo
punto de vista -incluso Carlos Ávila no niega en reconocer que es un negocio en
el que no piensa reincidir. Por esa misma época, Mauricio Macri vio frustrado
por muy poco su proyecto de quedarse con el fútbol profesional del Deportivo
Español y trasladarlo a la ciudad de Mar del Plata, un mercado potencial y
subexplotado para el fútbol profesional.

Esos intentos se enmarcaron en una estrategia de marketing primitivo que


ha sido reflotada recientemente y que se basa en una lógica superficial y de
sentido común que supone que todas las grandes ciudades deberían tener un
equipo -aunque sea por decreto- en el fútbol profesional. Así, los discursos
periodísticos, especialmente los que trabajan bajo el control del multimedios
deportivo de TyC, aseguran con plena seguridad que, por ejemplo, Córdoba
debe tener un solo club que represente a la ciudad y que la Capital Federal
tiene demasiados equipos, frente a ciudades como Tucumán, Mendoza o Mar
del Plata sin representación en primera. Evidentemente, estos comentarios no
sólo desconocen la historia del fútbol argentino y la legitimidad de las
confrontaciones deportivas sino que demuestran una ignorancia manifiesta
hacia los procesos de construcción de la identidad futbolística (Gil, 1998) en
ciudades como las que mencionan. Los proyectos que se encararon desde esa
línea de pensamiento fracasaron rotundamente, tanto en lo económico como en
lo deportivo. El mejor ejemplo de ello es Aldosivi de Mar del Plata, que tras
quedar a un paso del ascenso a primera división en 1998 sus directivos le
entregaron el control deportivo al entrenador Jorge Solari y la gestión
económica al Multimedios La Capital. Apenas dos años después, Aldosivi perdió
el lugar de Mar del Plata en el Nacional B (descendió al Argentino A) y hasta ha
quedado en medio de una seria crisis institucional que lo ha obligado a vender
su sede.

Conclusión

Se ha intentado demostrar cuál es el lugar que el fútbol ocupa en el sistema


económico argentino, utilizado por empresas monopólicas para conseguir la
maximización del beneficio económico, en una alianza tácita con el Estado para
descargar los costos sobre el contribuyente. La televisión digital y la modalidad
pay per view necesitan, como nuevos sistemas de distribución, que sus costos
de inversión sean sostenidos por los contribuyentes, creando mercados o
imponiendo nuevos costos sobre mercados ya asentados, como el cable. El
retiro de la señal por canal abierto del fútbol de la selección argentina para
Capital Federal y Gran Buenos Aires de las eliminatorias para el mundial del
2002 apenas sirvió para despertar una oleada de indignación ciudadana que
motivó que por primera vez el congreso de la Nación se planteara la posibilidad
de legislar en la materia. Así es que nació una populista medida de obligar a los
dueños de los derechos de televisación a garantizar la emisión por televisión
abierta en todo el país, mediante una ley sancionada en unanimidad por el
congreso. "Para muchos argentinos, sobre todo la gente de menores recursos,
la ilusión es poder gritar un gol mientras se juega el partido, no después",
sostuvo una de las coautoras del proyecto, la diputada Alicia Castro. Otro
legislador, Juan Domingo Zacarías, del justicialismo, sostuvo que los partidos
son una cuestión de "soberanía". Una vez más, medidas coyunturales, que
impiden entender la profundidad de un proceso mucho más complejo, que
genera exclusión, desigualdad y que niega la consigna básica del acceso. Un
problema que es mucho más importante que la forma en que se televisa la
selección nacional. Lo que ni los legisladores ni los funcionarios del ejecutivo no
logran -o no quieren- ver es que:

"aquí es donde, más que nunca, se hace esencial la mediación de la


enseñanza. Con la condición, sin embargo, de que ésta recupere esa
dimensión fundadora del servicio público que es permitir tomar
perspectiva en relación con el pragmatismo de la lógica comercial. Pues
si los hombres nacen iguales ante la ley, no nacen iguales ante el
mercado y esa desigualdad pone constantemente en peligro el ejercicio
de la soberanía del ciudadano y de los pueblos" (Mattelart, 1990: 130)

Este trabajo no pretendió explicar las razones de la situación económica de


los clubes en Argentina ni culpar de la delicada situación económica a la acción
de la televisión, como se hace ingenuamente desde algunos sectores
periodísticos enfrentados a la corporación que maneja la distribución del fútbol
profesional. Se ha querido describir el proceso de acumulación llevado adelante
por las empresas que se apropiaron de un bien colectivo como es el fútbol en el
que quedan muy pocas puertas por atravesar. Se puede notar con claridad
cómo las empresas aprovechan los zonas que el Estado deja libre para
introducir allí sus estrategias comerciales. La repetida queja de Ávila ante los
medios de que "no se puede legislar para atrás", muestra la sorpresa de quien
comenzó a construir su imperio cuando la propiedad estatal de los canales de
televisión dejó abierto una serie de caminos que nunca desaprovechó.

Mar del Plata, julio de 2000

Notas

1. TyC muestra la siguiente composición accionaria: 40% de AT&T, 20% de Ávila/Nofal, 20% de Telefónica y 20% del
CEI. De cualquier manera, Carlos Ávila nunca resignó el control directivo de la empresa.
2. Dentro del complicado mapa de convergencia de las telecomunicaciones en la Argentina, el otro punto de contacto
entre el Grupo Clarín y el CEI es el Grupo Cisneros, capitales mediáticos de origen venezolano, que participan en una
de las nuevas ofertas de televisión satelital (Direct TV) junto con el Grupo Clarín, y es uno de los principales
inversores del Grupo Hicks, que cuenta con el 40% del CEI.
3. El fondo de inversiones norteamericano Hicks, Muse, Tate & Furst. montó a principios del año la señal Panamerican
Sports Network (PSN), dentro de la estrategia para competir en el difícil mercado de los canales deportivos, y
aprovechar la posición que este grupo inversor posee no sólo en la Traffic brasileña sino en Torneos y Competencias
a través del CEI. PSN transmite los partidos del fútbol italiano, la Fórmula 1, encuentro del circuito ATP Tour de
Tennis y de la WTA, además de que emitió los juegos de la Copa Libertadores y apunta a transmitir partidos de la
NBA. Este es un primer paso hacia el intento de conformar un holding deportivo mundial, para el cual el fondo ha
destinado una inversión progresiva de cerca de 900 millones de dólares.

Bibliografía
 Garnham, Nicholas (1994) "Contribución a una economía política de la
comunicación de masas", en M. de Moragas (ed.): Sociología de la
comunicación de masas. Vol I. Escuelas y autores, Barcelona: Gustavo
Gili.
 ------------------------(1997) "Economía política y estudios culturales:
¿reconciliación o divorcio?" en Causas y Azares. Los lenguajes de la
comunicación y la cultura en (la) crisis, Buenos Aires, Nº 6, Primavera
1997.
 Gil, Gastón Julián (1998) "Mar del Plata y su identidad futbolística. El
caso de Aldosivi en la Primera B Nacional". Ponencia ante las IV Jornadas
de Investigadores de la cultura, Instituto de Investigaciones Gino
Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, 16
al 18 de noviembre. Mesa: "Deporte, significaciones y prácticas".
 La Nación (2000) "La selección en TV abierta". Suplemento Deportivo, 7
de abril, p. 7.
 Mattelart, Armand (1990) La publicidad; Barcelona: Paidós.

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