Vínculos y Seguridad Emocional - Amanda Céspedes y Equipo
Vínculos y Seguridad Emocional - Amanda Céspedes y Equipo
Vínculos y Seguridad Emocional - Amanda Céspedes y Equipo
Los primeros cinco años son el tiempo del movimiento incansable. Los
niños necesitan moverse tanto como respirar. El movimiento, la actividad
física, estimulan la formación de neuronas en una estructura límbica
llamada hipocampo, crucial para la memoria y los aprendizajes. Una vez
formadas estas neuronas, la dopamina, la serotonina y la oxitocina se
encargarán de favorecer su crecimiento, diferenciación y óptimas
conexiones sinápticas. Por otra parte, el movimiento y la actividad física
estimulan el desarrollo del cerebelo, una estructura encefálica
sorprendente, encargada de dotar al cerebro de eficiencia cognitiva, de la
capacidad de aprender multidimensionalmente y de autorregular las
emociones primarias. Aparece en escena un grupo de nuevas moléculas,
las endorfinas, que se encargarán de atenuar la fatiga física derivada del
movimiento enérgico y sostenido; estas endorfinas tomarán también un
nuevo rol: potenciar a la dopamina y a la serotonina en sus versátiles
funciones neurotróficas y de regulación emocional.
Aprender exige dejar atrás los miedos, iras, frustraciones, para abrir la
mente a lo novedoso. El trabajo intelectual que motiva y estimula al niño
puede ser un bálsamo para los dolores del alma, porque desvía la
atención llevándola a un plano objetivo; sin embargo, para que ello ocurra
es preciso previamente haber atenuado el dolor y la ansiedad; haber
recibido consuelo, que mengua los recuerdos dolorosos, amplificando los
aspectos positivos de la experiencia. Todo ello es mediado por la
LA MAGIA DE LA RECIPROCIDAD
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